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San Francisco - Arqueología Ecuatoriana

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<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

una historia para el futuro


<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

una historia para el futuro


Rafael Correa Delgado<br />

Presidente Constitucional de la República del Ecuador<br />

María Fernanda Espinosa Garcés<br />

Ministra Coordinadora de Patrimonio<br />

Erika Sylva Charvet<br />

Ministra de Cultura<br />

Inés Pazmiño Gavilanes<br />

Directora del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural<br />

Directorio del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural<br />

Ivette Celi<br />

Delegada de la Ministra de Cultura, Presidenta del Directorio del INPC<br />

Carlos Paladines<br />

Delegado de la Casa de la Cultura <strong>Ecuatoriana</strong><br />

Hernán Ortega<br />

Delegado de la Conferencia Episcopal <strong>Ecuatoriana</strong><br />

Luis Buenaño<br />

Delegado del Ministerio del Interior<br />

Gustavo Martínez Delegado del Ministerio de Defensa<br />

Ernesto Álvarez<br />

Delegado del Consejo Nacional de Educación Superior<br />

Federico Torres Muro<br />

Embajador de España en Ecuador<br />

José Roberto Piqueras<br />

Coordinador General de la AECID en Ecuador<br />

José Mercé Gandía<br />

Experto Coordinador del Programa Patrimonio para el Desarrollo AECID en Ecuador<br />

Autoría y Coordinación Editorial<br />

José Mercé Gandía<br />

José Gallegos Arias<br />

Comité Editorial<br />

José Mercé Gandía<br />

José Gallegos Arias<br />

Inés Pazmiño Gavilanes<br />

Elena Noboa Jiménez<br />

Producción<br />

Instituto Nacional de Patrimonio Cultural<br />

Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés<br />

Programa de Preservación del Patrimonio para el Desarrollo. AECID - Ecuador<br />

Diseño Editorial<br />

Tribal, Alfredo Ruales<br />

Fotografías<br />

Las fotografías son del archivo fotográfico del Proyecto <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> y del archivo de la Escuela Taller<br />

<strong>San</strong> Andrés. Las históricas pertenecen al Archivo del Banco Central y las actuales al Sr. Christoph Hirtz.<br />

Tiraje<br />

2 000 ejemplares<br />

Quito, 2011.


Contenido<br />

Presentación<br />

9<br />

Introducción<br />

13<br />

Antecedentes<br />

15<br />

Estudio Histórico<br />

23<br />

Investigación Arqueológica<br />

101<br />

Restauración Arquitectónica<br />

173<br />

Obra de la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés<br />

221<br />

Artesonado mudéjar del Coro<br />

261<br />

Restauración de bienes muebles<br />

285<br />

Museología<br />

315<br />

Museografía<br />

329<br />

Bibliografía General<br />

347


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 9<br />

Presentación<br />

María Fernanda Espinosa<br />

Ministra Coordinadora de<br />

Patrimonio<br />

La historia de las ciudades puede ser leída a través de la arquitectura que sobrevive<br />

a las sucesivas generaciones. Esta referencia al lenguaje arquitectónico se torna<br />

evidente con relación a la estructura urbana de la ciudad de Quito y, en particular,<br />

al conjunto patrimonial de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> (plaza, iglesia y convento).<br />

La religión católica se estableció como el orden universal que organizó y puso a los<br />

pueblos conquistados dentro del cosmos de la dominación española. Inmediatamente,<br />

después de la derrota de los incas, los conquistadores españoles destruyeron los templos y<br />

palacios del Tahuantinsuyo vencido y, sobre ellos, construyeron los primeros edificios distintivos<br />

del nuevo poder. Así, a través de la arquitectura, se empezó a reforzar el mensaje<br />

del final de una organización económica y social anterior y una cosmovisión y su dominio<br />

por parte de otra. Los miles de brazos indígenas encomendados y esclavizados constituyeron<br />

la fuerza de trabajo gratuita que levantó ciudades, caminos, puentes, iglesias: realidad<br />

e imaginación a través de sus formas, líneas y volúmenes que alcanzaron a congregar, en<br />

un solo espacio y al mismo tiempo, todos los pensamientos y voces para crear un mensaje<br />

de símbolos contradictorios en el centro espiritual de nuestro pueblo.<br />

El complejo arquitectónico de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> (plaza, iglesia y convento) dentro de<br />

una superficie de casi cuatro hectáreas, cuya construcción de templo y convento la inició<br />

fray Jodoco Ricke, a poco tiempo de fundada la ciudad, en 1536, es una obra monumental<br />

que constituye, en primer lugar, un verdadero símbolo de la dominación española.<br />

De otro lado, <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> está edificada bajo los cánones renacentistas del neoclasicismo<br />

grecorromano, con una fachada de templo y convento, sobria, apenas insinuada<br />

su decoración sucinta que contrasta con características volumétricas imponentes, equiparable<br />

al Monasterio de El Escorial, sobre un amplio atrio extendido de un extremo a otro<br />

de la plaza, expresándose un sentido de unidad, orden y proporción. El conjunto proyecta<br />

una imagen de rigurosa horizontalidad, conseguida mediante el equilibrio de las formas,<br />

al arriesgar el empleo de volúmenes geométricos simples, resaltar la desnudez de las líneas<br />

constructivas y reforzar la sensación de simetría. La belleza del edificio se basa en la<br />

sólida monumentalidad del conjunto y en la correcta utilización de los principios y órdenes<br />

clásicos, con marcada preferencia por los más escuetos, llegando a alcanzar un sentido<br />

abstracto de la proporción y de la medida, que dan al edificio un carácter simbólico.<br />

Esta concepción de códigos respondió al esforzado diseño de grandes creadores y<br />

estudiosos europeos, que tenían un sólido soporte en formas estructurales y ornamentales<br />

que eran el producto de una evolución de siglos, extraordinariamente rica y densa. Los<br />

nuevos colonizadores las adaptaron al paisaje de manera magistral para lograr imponer<br />

las conexiones simbólicas entre los súbditos, el uso de los espacios y los objetos, la interpretación<br />

de los valores sociales o espirituales como formas de responsabilidad social y<br />

pedagógica.<br />

La nueva significación cultural comenzó a cobrar vida merced a la conjunción de lo<br />

material y lo inmaterial, de la necesidad de proporcionar un sentido y unos límites a la


10 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

presencia de los sujetos sociales, mayoritariamente subalternos que debieron revelarse a<br />

través de novísimos valores estéticos, históricos, científicos, sociales y espirituales.<br />

Al emblema patrimonial <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> es también necesario verlo como el espacio<br />

vivo del encuentro conflictivo para la fecundidad cultural. Al principio, fue un encontronazo<br />

violento; luego, se fue generando una resistencia de los vencidos que se transformó,<br />

poco a poco, en pasiva y calculada, bajo la acción de un sincretismo religioso por donde se<br />

colaron las distintas expresiones simuladas de los dominados. De esta última, se cernieron<br />

los elementos que darían ribetes y personalidad a aquello que floreció en los dos subsiguientes<br />

siglos coloniales, como el colegio de artes y oficios de <strong>San</strong> Andrés que formaría a<br />

los pintores y talladores de la afamada “Escuela Quiteña”, con nombres de destacados artistas<br />

como Bernardo de Legarda, Andrés Sánchez Galque, Manuel Chili (Caspicara), Bernardo<br />

Rodríguez y Miguel de <strong>San</strong>tiago que incorporaron, cada uno a su modo, la memoria<br />

contenida y guardada en el mundo de los objetos, la combinación de referentes culturales<br />

como el paisaje y el ambiente, los condicionantes sociales, las circunstancias históricas y<br />

la variada información que los cualificó con todas sus asociaciones y connotaciones. En un<br />

alarde de magnificencia de imaginería y obsesión ornamental, trabajaron pinturas al temple,<br />

pan de oro y de plata, encarnes brillantes, espejos y plata repujada, con el único afán<br />

de engalanar a la Divinidad. Al mismo tiempo, constituyen el reflejo del tipo humano producto<br />

del mestizaje cultural que captó la idea de cómo proyectar la arquitectura religiosa<br />

católica, no sólo en su parte constructiva estructural, sino también en su ornamentación.<br />

El libro que estamos presentando <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>: una historia para el futuro, es una<br />

bitácora de viaje, más bien hacia aquel tiempo presente que se mantiene vigente, a pesar<br />

del tiempo, en todas las épocas. La memoria actualizada de este patrimonio artístico, es<br />

ella misma una obra excepcional, como testimonio del trabajo de trescientos talentosos<br />

y perseverantes técnicos especializados y más de cien alumnos de la Escuela-Taller <strong>San</strong><br />

Andrés, que participaron durante dos décadas en los variados ámbitos de la restauración,<br />

propiciado por un acuerdo de cooperación entre el Instituto de Nacional de Patrimonio<br />

Cultural y la Agencia Española de Cooperación Internacional. Este esfuerzo mancomunado<br />

nos hace pensar que la memoria social permite traer el pasado al presente, el cual, de<br />

manera periódica, se construye y se reconstruye sobre un pasado seleccionado.<br />

Son las ideas colectivas, sus materializaciones concretas y las experiencias compartidas<br />

con otros lo que convierten a la memoria en social. Así, el patrimonio artístico es un<br />

vehículo para comunicar el imperativo de reconocerse y afinar el sentido de pertenencia.<br />

Es decir, una selección sobre los recuerdos que nos trae el pasado, un particular proceso de<br />

activación simbólica, una asignación de valor ético sobre los saberes y representaciones<br />

que nos han sido legados. En otras palabras, es el lenguaje instantáneo de la identidad que<br />

siendo memoria, nos forma y nos recrea, y nosotros la modelamos a la vez.<br />

La memoria social y la identidad se entrecruzan una con otra para reinaugurar, constantemente,<br />

una trayectoria de vida.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 11<br />

Erika Sylva Charvet<br />

Ministra de Cultura<br />

A<br />

finales del siglo XX la ciudad de Quito experimentó un importante proceso de recuperación<br />

y puesta en valor de su centro histórico debido al trabajo conjunto de<br />

instituciones nacionales y la cooperación internacional, mediante proyectos integrales<br />

en bienes arquitectónicos emblemáticos de la ciudad. Uno de estos proyectos fue el<br />

desarrollado en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, gracias al convenio firmado entre el Instituto<br />

Nacional de Patrimonio Cultural y la Agencia Española de Cooperación Internacional.<br />

El trabajo desplegado en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, a lo largo de dos décadas,<br />

constituyó una experiencia enriquecedora que acercó a técnicos nacionales y españoles<br />

en la búsqueda de las mejores metodologías de intervención del conjunto arquitectónico<br />

y sus bienes culturales; posibilitó el intercambio de saberes y conocimientos en técnicas y<br />

oficios relacionados a las artes; abrió el espacio para la investigación histórica y arqueológica,<br />

como pilares básicos para el conocimiento de la sociedad prehispánica, colonial y republicana<br />

en relación a la ocupación y vinculación del espacio conventual con la ciudad;<br />

potenció la formación de profesionales en áreas relacionadas al patrimonio cultural; y desarrolló<br />

destrezas de oficios tradicionales en jóvenes, mediante el programa de formación<br />

que lleva adelante la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés.<br />

Es así como arquitectos, arqueólogos, historiadores, restauradores, químicos, museógrafos<br />

y obreros trabajaron de manera articulada para recuperar la historia restaurar la<br />

arquitectura y bienes culturales de la iglesia y convento y brindar a la sociedad la posibilidad<br />

de disfrutar del Museo de Arte Religioso Fray Pedro Gocial.<br />

Este libro, sin duda, nos brinda la posibilidad de conocer con mayor profundidad el<br />

proceso llevado a cabo en uno de los monumentos arquitectónicos más importantes del<br />

país y constituye un interesante testimonio de cómo el trabajo integral e interdisciplinario,<br />

nos permite disfrutar hoy de la riqueza del patrimonio cultural.


12 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Federico Torres Muro<br />

Embajador de España en<br />

Ecuador<br />

Es algo universalmente asumido que el derecho a la identidad y a la defensa de la diversidad<br />

cultural son componentes irrenunciables del desarrollo humano integral.<br />

La recuperación del Patrimonio de los pueblos en un sentido amplio (material e<br />

inmaterial, cultural y natural) se convierte también, en ocasiones, en uno de los principales<br />

recursos para alcanzar un desarrollo sostenido, pues contribuye a reafirmar y afianzar<br />

la tan necesaria identidad cultural de la ciudadanía.<br />

Este libro, que tengo el placer de presentar con estas líneas, constituye y compendia<br />

el esfuerzo que España y Ecuador hicieron durante más de veinte años, para recuperar y<br />

preservar uno de los tesoros arquitectónicos más importantes de Iberoamérica “El Convento<br />

e Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito”. A lo largo del mismo podemos ver con detalle el<br />

cómo y el porqué de la intervención, los estudios realizados, las vicisitudes que fueron surgiendo<br />

en el camino con el progreso de los trabajos, los esfuerzos ingentes para llevarlos a<br />

buen término y también destacar la participación activa en esta recuperación patrimonial<br />

de la Escuela Taller “<strong>San</strong> Andrés”, otro proyecto de la AECID y el INPC donde se capacitan<br />

jóvenes ecuatorianos en las distintas disciplinas de la restauración y la conservación.<br />

Esta publicación trata de la historia y los procedimientos de restauración utilizados<br />

en uno de los conventos más importantes de la época colonial, en una ciudad como Quito<br />

que fue cuna del mayor número de órdenes religiosas, con una significativa producción<br />

de monumentos arquitectónicos durante los siglos XVI, XVII y XVIII, y una notable escuela<br />

local de pintura y escultura religiosa durante ese período.<br />

En este sentido, el trabajo de rehabilitación del Convento e Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

por parte de la Cooperación Española con la colaboración de las instituciones ecuatorianas<br />

involucradas en este importante emprendimiento desde el año 1983 en adelante, significó<br />

un aporte sustantivo a la ciudad de Quito, y también emprender un camino nuevo<br />

en aquel entonces, acerca de la visión del patrimonio cultural edificado como reafirmación<br />

de las señas de identidad de los pueblos.<br />

Con este libro, tanto la Embajada de España como el INPC persiguen dotar a las actuales<br />

y futuras generaciones del Ecuador de un documento que narra parte de su historia<br />

y hacerlas partícipes de la importancia que tiene la preservación de su patrimonio cultural.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 13<br />

Introducción<br />

La Iglesia y el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> acogieron, por casi dos décadas, a un importante<br />

y numeroso grupo de técnicos y obreros que asumieron un mismo objetivo:<br />

recuperar y poner en valor este magnífico conjunto arquitectónico, para el<br />

disfrute de la sociedad en su conjunto.<br />

Este objetivo, que pudo cumplirse gracias a la decidida acción de los gobiernos del<br />

Ecuador y España, mediante la firma de un convenio de cooperación entre el Instituto<br />

Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) y la Agencia Española de Cooperación Internacional<br />

(AECI), respectivamente, permitió aunar esfuerzos, experiencias, conocimientos y<br />

técnicas tradicionales para dar forma a este ambicioso proyecto.<br />

La tarea no fue fácil, pues se requirió de una planificación detallada que permitiera<br />

articular los resultados de las investigaciones previstas, con las intervenciones puntuales<br />

de técnicos y obreros, en un verdadero trabajo interdisciplinario.<br />

La documentación técnica es abundante y voluminosa y constituye la memoria del<br />

proyecto más consistente, desarrollado para salvaguardar uno de los patrimonios más importantes<br />

de la ciudad de Quito.<br />

Por ello, esta publicación pretende dar una mirada integral del trabajo desplegado, a<br />

lo largo de todos estos años, y nos permite disfrutar hoy de un mayor conocimiento sobre<br />

la Orden Franciscana, su iglesia y convento; de una edificación y bienes muebles remozados;<br />

y de un museo que difunde la riqueza cultural que poseemos.<br />

Las primeras secciones: Antecedes, El Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, Reseña Histórica<br />

y Tipológica del Convento y El Proyecto de Restauración, contextualizan los inicios del<br />

proyecto desde la firma del convenio, pasando por la importancia del conjunto arquitectónico<br />

de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> y los objetivos y alcance del plan establecido.<br />

La sección Estudio Histórico nos permite conocer sobre el establecimiento de la Orden<br />

Franciscana en Quito, su doctrina y proyecto de evangelización; la distribución y uso<br />

del espacio conventual y de la iglesia a lo largo del tiempo; la historia constructiva y de<br />

ornamentación de la iglesia y el convento desde el siglo XVI al siglo XX; y la intervención<br />

de los distintos sectores sociales en las obras de construcción.<br />

La Investigación Arqueológica plantea la evolución espacial del sitio desde la época<br />

prehispánica hasta la actualidad, basada en los datos históricos y la relación de los niveles<br />

topográficos para evaluaciones arquitectónicas; estos resultados complementan el análisis<br />

de los bienes culturales encontrados.<br />

La sección Restauración Arquitectónica describe en términos generales el diagnóstico<br />

efectuado en el conjunto, que permitió detectar las necesidades y las intervenciones<br />

anteriores; el plan de restauración arquitectónica, planteado desde el inicio del proyecto,<br />

así como las reformulaciones frente a las nuevas urgencias debido al sismo de 1987; y las<br />

obras ejecutadas por años.


14 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

En Artesonado Mudéjar del Coro se expone, a manera de ejemplo de los trabajos realizados,<br />

el proceso de intervención para resolver los problemas de estructura del artesonado<br />

y la restauración de los elementos de madera.<br />

La obra de la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés da a conocer cómo nace esta iniciativa, que<br />

permite la formación de jóvenes en oficios artesanales tradicionales, relacionados con la<br />

restauración patrimonial y el trabajo desarrollado en el proyecto de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> en los<br />

diversos oficios.<br />

La sección Restauración de Bienes Muebles describe algunos principios de la conservación<br />

y restauración y los diferentes talleres que se establecieron, de acuerdo al tipo de<br />

bien mueble intervenido en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Finalmente, la sección Museología y Museografía permite conocer cómo se conjugaron,<br />

en el Museo de Arte Religioso Fray Pedro Gocial, el espacio arquitectónico, como<br />

objeto de exhibición, y los bienes culturales, en una propuesta conceptual de diálogo en el<br />

propio escenario y contexto histórico.<br />

Esperamos que esta obra, que narra la historia de un proceso enriquecedor de cooperación,<br />

formación y trabajo, sirva para motivar proyectos similares y concienciar a la sociedad<br />

sobre la importancia de conocer y salvaguardar el patrimonio que tenemos.<br />

Inés Pazmiño Gavilanes<br />

Directora Nacional<br />

Instituto Nacional de Patrimonio Cultural


Antecedentes


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 17<br />

Antecedentes<br />

José Mercé Gandía/José Gallegos<br />

Con la entrega e inauguración del Museo<br />

de Arte Religioso Fray Pedro Gocial en el<br />

Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, el 18 de abril<br />

de 2002, se da por concluida la Restauración<br />

y Puesta en Valor del Convento e Iglesia<br />

de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, cerrando así un<br />

capítulo de casi veinte años de continua y<br />

constante labor en el que fuera considerado,<br />

sin duda, como el proyecto más ambicioso<br />

y trascendental que se ha realizado<br />

en Ecuador, en intervención arquitectónica<br />

y recuperación de bienes muebles, tanto<br />

por la calidad de la obra ejecutada como<br />

por la formación de técnicos en los diferentes<br />

campos de la restauración.<br />

Este emprendimiento sustentado en<br />

un convenio de Cooperación suscrito en<br />

1983 por el Instituto Nacional de Patrimonio<br />

Cultural (INPC) y la Agencia Española<br />

de Cooperación Internacional para el Desarrollo<br />

(AECID), más tarde fue ampliado<br />

en su ámbito de trabajo a otras actuaciones<br />

ajenas al Convento, a raíz de la destrucción<br />

que sufrió el patrimonio cultural<br />

edificado en la ciudad de Quito, como<br />

consecuencia del sismo de marzo de 1987,<br />

efectuándose obras de arquitectura y de<br />

bienes muebles en dos edificaciones patrimoniales<br />

de la ciudad como el <strong>San</strong>tuario<br />

de Guápulo y el Monasterio de <strong>San</strong>ta Clara,<br />

y la restauración integral del Monumento a<br />

la Independencia de la Plaza Grande.<br />

La documentación de toda esta labor<br />

realizada en el magnífico monumento por<br />

técnicos españoles y ecuatorianos, durante<br />

dos décadas, reposaba en archivos y de<br />

a poco iba quedando en el olvido. Se la<br />

rescata de esa condición, con el convencimiento<br />

de que es necesario poner a consideración<br />

de la colectividad la información<br />

técnico-científica del trabajo desarrollado,<br />

para difundir el proceso técnico de las actuaciones<br />

realizadas en el proyecto. Por lo<br />

tanto, este libro no pretende ser un tratado<br />

de restauración, ni tampoco un estudio<br />

artístico, formal o espacial del Convento,<br />

ni de las obras de arte que contiene, sino<br />

compartir esta experiencia labrada día a<br />

día, y dejar debidamente documentada la<br />

actuación del INPC y del Programa de Patrimonio<br />

para el Desarrollo (P>D) de la AE-<br />

CID, desde 1983 hasta 2002.<br />

Para describir los logros alcanzados a<br />

través del convenio se ha recopilado la información<br />

que reposaba en archivos y se<br />

han incorporado los principales documentos<br />

sobre la totalidad de las intervenciones<br />

realizadas en las diversas áreas de la restauración<br />

a través de los años. Así, en esta<br />

obra constan tanto los extractos del estudio


18 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

histórico, de la investigación arqueológica,<br />

la restauración arquitectónica y de los bienes<br />

muebles, así como un compendio de la<br />

museología y museografía usadas en la instalación<br />

del Museo de Arte Religioso.<br />

Los logros obtenidos fueron el resultado,<br />

entre otros aspectos, de la organización<br />

del trabajo y del grupo de técnicos,<br />

maestros y obreros que lo ejecutaron, a<br />

partir de la conformación de grupos interdisciplinarios<br />

en los que actuaron muchos<br />

especialistas.<br />

La intervención empezó con los primeros<br />

estudios, un levantamiento planimétrico,<br />

un análisis pormenorizado de<br />

la situación, una programación elaborada<br />

de acuerdo a un plan estructurado<br />

por etapas 1 —debido a la urgencia de las<br />

intervenciones y a la capacidad de los técnicos—,<br />

lográndose un procedimiento organizado<br />

en el que participaron alrededor<br />

de 270 personas en las diferentes especialidades<br />

de la restauración, a lo que debe<br />

sumarse el apoyo de 100 alumnos de la Escuela<br />

Taller <strong>San</strong> Andrés que, desde el año<br />

1992, contribuyeron con las tareas de arquitectura,<br />

carpintería, picapedrería, forja<br />

y jardinería.<br />

Se recuperó un edificio, su historia<br />

y sus bienes, para cuidarlo y conservarlo,<br />

para su deleite y disfrute. Se investigó para<br />

conocer, y para compartir ese conocimiento<br />

y sus resultados con la gente, para que<br />

formen parte de la memoria colectiva, que<br />

es la recompensa más perdurable por el<br />

trabajo realizado.<br />

1) Ramón Gutiérrez, Quito: El gran Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Restauración del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

de Quito, José Ramón Duralde / Diego <strong>San</strong>tander.<br />

Edición Ministerio de Asuntos Exteriores, Agencia<br />

Española de Cooperación Internacional, Ediciones<br />

el Viso, 2003, pp. 34.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 19<br />

El Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

Importancia del Conjunto Franciscano<br />

<br />

Plaza e iglesia<br />

de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

En el Centro Histórico de la ciudad de Quito, primer Patrimonio Cultural de la Humanidad,<br />

según declaración de la Unesco del 8 de septiembre de 1978, se levanta el templo<br />

franciscano que con su Convento, fundado el 25 de enero de 1536, conforman<br />

el conjunto conventual más importante de Ecuador y, quizá, de la América española,<br />

tanto por su contenido artístico como por su trascendencia histórica y sus particulares<br />

características arquitectónicas, en el que se conjugan armoniosamente el manierismo<br />

de su fachada y nártex, la suntuosidad barroca de los retablos y artesonado<br />

del templo, con el refinado trabajo artístico plasmado en los artesonados mudéjar<br />

del coro y del transepto, complementados con la bella simplicidad de la columnata<br />

de piedra de estilo toscano en el magnífico Primer Claustro.


20 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Sobre sus tres hectáreas y media de superficie se han construido trece Claustros, seis<br />

de ellos de gran magnitud, tres templos, un gran Atrio; en suma, aproximadamente cuarenta<br />

mil metros cuadrados de edificación. Allí se desarrollan múltiples actividades, las conventuales<br />

y religiosas, y las de atención pública en las áreas de salud, de comunicación, educativas<br />

y otras de corte popular que mantienen vivo al edificio. Atesora más de 3 500 obras<br />

de arte colonial, de múltiples manisfestaciones artísticas y variadas técnicas. El trabajo de<br />

destacados artistas indígenas y europeos conforman este tesoro patrimonial; por citar algunos<br />

mencionaremos: Andrés Sánchez Gallque, Mateo Mexia, fray <strong>Francisco</strong> Benítez, Miguel<br />

de <strong>San</strong>tiago, Gregorio Vásquez, Bernardo Rodríguez, Manuel de Samaniego, Diego de Robles,<br />

Bernardo de Legarda, Manuel Chili «Caspicara», a ellos deben sumarse muchos autores<br />

anónimos. Completa esta riqueza cultural la magnífica biblioteca franciscana, descrita en el<br />

siglo XVII como la mejor del Virreinato del Perú.<br />

Las características arquitectónicas especiales y la significativa carga histórica del edificio<br />

—el Convento más antiguo de Ecuador— le confieren por sí mismo el atributo de<br />

«objeto de exhibición», participando e interactuando con los demás bienes culturales en<br />

su propio escenario y contexto histórico. Es, pues, justo calificarlo con una doble categorización:<br />

Museo Monumento y Museo de Arte Religioso.<br />

Le precede una gran plaza, asentada en el escenario urbano más representativo de<br />

la ciudad: durante años la abasteció de agua de su fuente central; ha funcionado como<br />

mercado popular, como espacio de concentraciones militares y políticas, y como lugar de<br />

encuentro y recreación sociales.<br />

Después de permanecer por los años veinte del siglo pasado y durante un buen lapso<br />

con un diseño afrancesado, con parterres y jardines, se la vuelve a convertir en el gran<br />

espacio abierto que facilita sus variados usos. En el conjunto se debe mencionar otro elemento<br />

arquitectónico destacado: la magnífica escalera cóncavo-convexa que comunica la<br />

plaza con el Atrio, en el que resalta la bella fachada manierista-barroca del templo mayor,<br />

origen de distintas soluciones de arquitectura americanas.<br />

La relevancia del conjunto conventual queda evidenciada en esta interesante descripción<br />

del Convento, que hace José Gabriel Navarro al analizar las fundaciones franciscanas en Quito.<br />

Las órdenes religiosas, sobre todo las mendicantes, han sido las palancas más poderosas para el<br />

desarrollo del arte. Dondequiera que hubo monjes se practicó la pintura, floreció la escultura y se<br />

Mercado popular en la<br />

Plaza en 1870.<br />

Foto: Archivo Banco<br />

Central.<br />

Concentración militar<br />

en 1906.<br />

Foto: José Guevara<br />

Aguirre. Archivo del<br />

Banco Central.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 21<br />

levantaron fábricas arquitectónicas para admiración y encanto de las generaciones.<br />

Atraen esas obras lo mismo por su hermosura que por su misterioso carácter impersonal y colectivo.<br />

Humildes servidores de la religión y el arte, los que las ejecutaron no las hicieron para adquirir<br />

fama, sino por un ideal y sin otra recompensa que la satisfacción de haberlas realizado con la perfección<br />

con que las habían concebido. Además, los monjes comunicaron al arte cierto cosmopolitismo,<br />

ya porque reducían sus modelos diversos a uno solo, ya porque éste lo regaban por los lugares por<br />

donde pasaban predicando el Evangelio. No olvidemos que arte cristiano se llamaba todo el arte del<br />

siglo XIII, sin distinción de nacionalidades: tal era la autoridad con la cual los monjes disciplinaron<br />

entonces al mundo y le impusieron ideales de arte. Desde el siglo XI, pero sobre todo en los siglos<br />

XIV, XV, XVI y XVII, los monjes cubrieron Europa con monumentos arquitectónicos religiosos.<br />

No hay, pues, que admirarse si, después de la conquista de América, esa misma fiebre constructiva<br />

de las órdenes religiosas en Europa se vio extendida al Nuevo Continente.<br />

El 28 de agosto de 1534, el mariscal don Diego de Almagro fundaba la villa de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de<br />

Quito; el 6 de diciembre del mismo año entraba en la nueva ciudad el gobernador nombrado, Sebastián<br />

de Benalcázar, instalaba el Cabildo Justicia y Regimiento que la había de dirigir y administrar,<br />

y procedía a distribuir los solares, después de delineada la ciudad, a los españoles que se habían<br />

avecindado en ella. Entre los agraciados en la distribución se encontraba un religioso franciscano,<br />

fray Jodoco Ricke de Marselaer, personaje ilustre en los anales americanos…<br />

… nacido en Gante e hijo del Convento de Malinas. Llegó a México en 1532, a raíz de la conquista<br />

española, y luego pasó a Quito, con fray Pedro Gosseal, flamenco como él, y fray Pedro Rodeñas,<br />

castellano (la Comunidad Franciscana manifiesta que fray Jodoco llega solo a Quito y que fray Pedro<br />

Gosseal lo haría años más tarde); fundó allí el primer Convento de la Orden Seráfica en la América<br />

Meridional y, sobre algunos de los solares en que el Cabildo de la Ciudad dividió las casas que fueron<br />

de placer del inca Huayna Capac, levantó uno de los monumentos más hermosos del arte hispanoamericano:<br />

el monasterio de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito.<br />

Esta magnífica fábrica, extendida en un área de 34 000 metros cuadrados, comprende una casa<br />

conventual inmensa, llena de patios, jardines y huertos y tres templos: el de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, el de <strong>San</strong><br />

Buenaventura y el consagrado a la Virgen de los Dolores por el indio <strong>Francisco</strong> Cantuña, personaje<br />

legendario de las antiguas crónicas quiteñas.<br />

Por los datos que suministran los documentos del rico archivo conventual, principió a edificarse el<br />

monasterio por los años de 1537 a 1538, y se concluyó en 1560, viniendo de este modo a constituir la<br />

obra arquitectónica más interesante para la historia de la arquitectura en la América del Sur en el siglo<br />

XVI, ya por no haber otra de fecha anterior, ya por las novedades que aporta al margen del arte europeo,<br />

ya, finalmente, porque con ella entra el Renacimiento italiano en el Nuevo Mundo, y aun plantea el problema<br />

interesante de su prioridad en lo español, una vez que la iglesia franciscana de Quito principia a<br />

<br />

Aguateros en la Plaza en<br />

1910.<br />

Foto: Carlos Rivadeneira. Archivo<br />

del Banco Central.


22 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

edificarse en 1537 y termina a fines del siglo XVI, mientras la Basílica del Escorial solo comienza en 1575<br />

y termina en 1582.<br />

En efecto, el primer edificio italianizante del más puro estilo barroco que se construyó en América<br />

es la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, con su Convento anexo, cuyo Claustro Principal, terminado<br />

en 1605, es el cortile italiano del siglo XV, con sus dos órdenes de galerías superpuestas: la inferior<br />

con arcos peraltados y la superior con arco escarzano; patio que luego fue el modelo para todas las<br />

construcciones civiles, no solo de Quito, sino de Lima y Cusco.<br />

Nada tiene de particular que hubiesen sido dos flamencos quienes introdujeron el Renacimiento<br />

italiano en América, pues sabido es que otros dos flamencos, Anequín de Egas y su hijo Enrique, lo<br />

llevaron a España. Aún más, como probables constructores del famoso monasterio podemos citar a<br />

dos flamencos que figuran en ciertos contratos hechos por fray Jodoco durante la época de su edificación:<br />

uno llamado Germán, el alemán, y otro, Xácome, flamenco. El primero era conocido por<br />

los indios como hermano de fray Jodoco y, a juzgar por ciertos documentos del archivo franciscano,<br />

era de la intimidad y confianza del fraile. Al segundo lo encontramos figurando como testigo de la<br />

cesión de tierras que hizo fray Jodoco al albañil Jorge de la Cruz, en pago de su trabajo en la iglesia.<br />

Y como prueba y constancia de su cooperación, dejaron una huella imborrable en el crucero de ella:<br />

la ornamentación de las cuatro pilastras que sostienen los arcos torales con un grupo de nichos de<br />

tipo Renacimiento flamenco.<br />

Más tarde, en el siglo XVII, dirige varias obras, entre ellas el Segundo Claustro, fray Antonio Rodríguez,<br />

lego franciscano, autor de la hermosa iglesia de <strong>San</strong>ta Clara, del Claustro Principal del Convento de <strong>San</strong>to<br />

Domingo y del Convento de <strong>San</strong> Diego. La iglesia tiene planta de cruz latina, cubierta de artesonados<br />

mudéjares y muros revestidos íntegramente de una rica decoración tallada en madera y realzada con oro<br />

y colores, a excepción del nártex que luce su almohadillado de piedra labrada, ornamentado con una ligera<br />

faja de oro laminado en las junturas de los sillares, siguiendo una tradición de los artistas aborígenes<br />

en sus templos y palacios. Pero de toda esta admirable decoración de templo franciscano, que debía ser<br />

imitada por muchos templos en la América española y aun en la portuguesa, es el crucero el que produce<br />

la impresión más formidable, con sus arcos torales agudos como los de una mezquita musulmana, que<br />

se levantan de un grupo de edículos, tipo Renacimiento flamenco, para soportar un artesonado cupular<br />

morisco, con un alto friso de sabor bizantino formado con una teoría de santos de media talla, mientras<br />

a un lado y otro los altares laterales de madera dorada, indochinos en las cornisas de los cimacios, elevan<br />

sus remates hacia las bóvedas completamente cubiertas de lazo mudéjar.<br />

La iglesia está llena de detalles decorativos interesantes: magníficos retablos con columnas de diversas<br />

variedades, estípites caprichosos, telamones y embutidos de raro carácter, contrastando con<br />

el correcto estilo barroco renacentista del cuerpo principal de la fachada y del nártex, que forman un<br />

hermoso conjunto con el Atrio elegante y espacioso: ese elemento de la arquitectura bizantina destinado<br />

a los catecúmenos y penitentes que, abandonado ya en Europa, vuelve a la vida en América,<br />

primero como lugar reservado a la catequización de los indios y, más tarde, como simple elemento<br />

de composición en la arquitectura religiosa. Precisamente la Iglesia franciscana de Quito inaugura<br />

ese detalle arquitectónico en la América del Sur.<br />

Es verdad que el atrio de nuestras iglesias, con pretil, es el atrio de la Edad Media, casi siempre circuido<br />

por muros bajos y situado ante el pórtico principal de las iglesias; por eso mismo llama la atención que en<br />

los siglos XVI y XVII, es decir, en pleno Renacimiento, mientras en España apenas una que otra iglesia se<br />

hacía con Atrios y pretiles, en Quito se hubieren construido casi todas con un detalle casi abandonado.<br />

Las iglesias quiteñas, casi sin excepción alguna, han tenido y conservan todavía Atrios con pretiles.<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, la Catedral, la iglesia del Hospital, la del Carmen antiguo, conservan sus pretiles hermosos<br />

y elegantes; habiendo sido inconsultamente despojadas de ellos la Capilla Mayor, la Compañía y La Merced.<br />

Otras iglesias, como <strong>San</strong> Agustín y el Carmen moderno, tienen solo Atrio, y <strong>San</strong>to Domingo y <strong>San</strong>ta<br />

Clara, nada: la Iglesia y el Convento en estos casos se levantan directamente del nivel del suelo.<br />

Sobre el magnífico Atrio al que aludimos se ostentan tres templos: el de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, el de Cantuña<br />

y el de <strong>San</strong> Buenaventura. Junto a la iglesia grande, hacia el lado derecho del espectador, a la cual se


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 23<br />

ingresa por un portal de dos arcos de medio punto. Resguardan la entrada dos rejas de hierro, abiertas<br />

las cuales se penetra en una hermosa sala de piedra, espléndidamente adornada con un artesonado<br />

de madera y magníficos cuadros de la época que cubren sus paredes. Estos cuadros están adosados a<br />

los muros formando una galería o pinacoteca, y detenidos con lujosas y adecuadas molduras talladas.<br />

El Convento desarrolla sus construcciones dentro del plan tradicional de los antiguos monasterios<br />

benedictinos: la iglesia orientada y rodeada de sacristía, capillas y otras dependencias para<br />

depósito y servicios; al norte y junto a ella, el Claustro Principal, al que se suman los de la cocina, de<br />

los coristas, noviciado y otros más con numerosas celdas y habitaciones: todo ello entre huertos y<br />

jardines, y rodeado de una gran muralla que lo defiende.<br />

Como es de suponer, el Claustro Principal excede en hermosura a los demás. Alrededor de un<br />

enorme patio de 160 metros cuadrados, corren dos galerías superpuestas: la inferior edificada sobre<br />

104 columnas de piedra, dóricas, de módulo reducido como las empleadas frecuentemente en la arquitectura<br />

medieval, enlazadas por arcos de ladrillo peraltados a la manera morisca; la superior con<br />

sus arcos escarzanos apeados sobre unas columnas cortas, bulbosas, muy originales, inéditas en la<br />

arquitectura clásica europea y que, nacidas en este Claustro, vemos desarrollarse en los conventuales<br />

de la Merced y <strong>San</strong> Agustín de la misma ciudad de Quito, hasta llegar a ser características de toda<br />

la arquitectura colonial sudamericana. Para subir de la galería inferior a la superior hay una elegante<br />

escalera de piedra, cuyas pilastras tienen remates de inequívoco sabor oriental.<br />

En el claustro de la cocina, en cambio, fray Antonio Rodríguez empleó el pilar de planta rectangular<br />

con las esquinas cortadas a bisel, tan profundamente que su sección da casi un octógono regular:<br />

apoyo típico de la arquitectura mudéjar religiosa en la que se emplea sistemáticamente.<br />

Tanto el monasterio como la iglesia conservan y guardan maravillosas obras de arte: cuadros,<br />

estatuas, mobiliario eclesiástico, orfebrería, brocados y bordados de toda clase, y su rica y vieja biblioteca<br />

se enorgullece de poseer no pocas ediciones góticas, algunas de las cuales llevan autógrafos<br />

de fray Jodoco. Guarda también la iglesia el recuerdo de dos personajes unidos a la historia de la<br />

conquista de estos reinos: la capilla llamada de <strong>San</strong>ta Marta y las del Corazón de Jesús y <strong>San</strong> José, la<br />

primera fundada por el célebre Rodrigo de Salazar, y las segundas por la familia del inca Atahualpa.<br />

La capilla es pequeña y tiene tres altares: el frontero, dividido en dos secciones, y dos laterales,<br />

uno de ellos destruido. En uno de los nichos del retablo principal se aloja una estatuita de la virgen<br />

de Pilar de Zaragoza, una de las dos copias auténticas que se han hecho de la conocida imagen obsequiada<br />

a su ciudad natal por el padre Maldonado, quiteño de origen, y que fue Comisario General de<br />

Indias por nombramiento de Felipe IV y confesor de doña Margarita de Austria. Por un documento<br />

que se conserva de esta donación, es muy probable que la copia sea una obra de Alonso Cano. Junto<br />

con este obsequio, regaló también todas las reliquias que existen en dicha capilla, entre las que están<br />

un pantuflo de <strong>San</strong> Pío V y un hábito de <strong>San</strong> Jácome de la Marca. Algunas han desaparecido, entre<br />

ellas un lignum y una santa espina.<br />

La capilla de <strong>San</strong> José, lo mismo que la del crucero dedicada al Corazón de Jesús, fue de la familia<br />

del inca Atahualpa. La primera lo fue hasta mediados del siglo XVII, en que don Carlos Atahualpa<br />

Inca, alcalde mayor de los naturales, se presentó ante los frailes para oponerse a una cesión que<br />

estos habían hecho de dicha capilla a los mayordomos de la cofradía de la Inmaculada Concepción,<br />

don Juan de Ruiz y don Juan Vélez de Zúñiga.<br />

Junto a la iglesia y en el sitio en que se halla el Convento de las Hermanas de la Caridad, fundó el<br />

padre fray <strong>Francisco</strong> de Morales, en 1555, el Colegio de <strong>San</strong> Andrés, que más tarde sería el Colegio de<br />

<strong>San</strong> Buenaventura, por obra y gracia del padre fray Dionisio Guerrero, que recurrió a la caridad pública<br />

para reconstruir el viejo edificio en que antes funcionaba. El Convento e iglesia de <strong>San</strong> Buenaventura,<br />

aunque tenía una autonomía propia, se hallaba, con todo, unido al Convento e Iglesia franciscana, ya<br />

por el coro en la parte de arriba, ya por el corredor que va a lo largo de la iglesia grande, junto y paralelo<br />

al otro que comunica la capilla del comulgatorio con la de <strong>San</strong> Benito. La iglesia de <strong>San</strong> Buenaventura<br />

ha sido totalmente destruida. La entrada que existe intacta, con solo la falta de la estatua en el tímpano,<br />

ofrece un conjunto verdaderamente clásico con su puerta de orden jónico, de jambas sencillas y arco


24 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

semicircular, encuadrada o circunscrita en una moldura barroca. A los flancos de la puerta están dos<br />

pilastras del mismo orden, sobre dados que corresponden a las líneas del zócalo del edificio. El entablamento<br />

es admirable de proporciones, con su friso perfilado barroco, sobre cuya cornisa se levanta<br />

un tímpano triangular interrumpido, para dar cabida en un nicho a una estatua. Del resto del edificio<br />

no existen sino las paredes con su abovedado: han desaparecido los nueve altares con sus retablos, el<br />

revestimiento de los muros, el púlpito tallado y dorado y el coro.<br />

Pasemos ahora al tercer templo franciscano que, llamado de Cantuña, está dedicado a la Virgen<br />

de los Dolores…<br />

… La puerta que da acceso a la iglesia, construida a fines del siglo XVI, puede ser considerada<br />

una de las más originales de la arquitectura virreinal, por su conjunto armónico de detalles pertenecientes<br />

a épocas diversas. Sobre dados desproporcionados se levantan dos columnas corintias que<br />

soportan un tímpano triangular, y dentro de esta organización se halla la puerta de entrada, de arco<br />

semicircular y sencillas molduras. Detrás de las columnas, y flanqueándolas, se perfilan ligeramente,<br />

junto a las jambas, que tanto en la parte superior como en la inferior giran en ángulo recto, dos pilastras<br />

del mismo orden corintio. Encima del arco, una tarjeta con el escudo de la Orden franciscana lo<br />

decora. Las dos columnas van ornamentadas bajo el capitel, con unos paños largos, delicadamente<br />

esculpidos, a manera de festones que interrumpen sus estrías. En la base de esas mismas columnas,<br />

y precisamente en el toro, unas hojas de acanto recuerdan las sencillas hojas ornamentales, ligeramente<br />

enrolladas, con las cuales los arquitectos de la Edad Media ligaban la moldura convexa y circular,<br />

colocada en la base de las columnas románicas y de los haces de columnitas de estilo ojival, al<br />

zócalo o pedestal cuadrado, colocado inmediatamente debajo de dicha moldura. Sobre el tímpano<br />

se han colocado pilastras que sirven de base a remates de forma esférica.<br />

La capilla es abovedada, de una sola nave. La bóveda del cuerpo de la capilla es de tres puntos<br />

con nervaduras de pie derecho. Tiene ocho retablos, un coro y una sacristía. Sobre el presbiterio se<br />

levanta una cúpula con su linterna, lo que hace interesante la capilla.<br />

El retablo mayor ocupa por completo el fondo testero de la capilla. El arquitecto levantó en este sitio<br />

un gran nicho de arco semicircular, que fue decorado por los escultores, con un derroche de figuraciones<br />

que a veces impide descifrar su verdadera forma. La parte principal de ese retablo que se destaca<br />

nítida es un gran nicho central con puerta de aldabones en el que se halla un calvario de tamaño natural<br />

con su Cristo, que tiene sus potencias grandes de plata, su paño de honestidad de seda con franja<br />

de oro y la Virgen de las Angustias vestida a la manera española, con una sencilla aureola de plata que<br />

sustituye a la que tuvo en tiempos mejores, de oro, con doscientas perlas, cincuenta esmeraldas, veinte<br />

amatistas, amén de un estoque de acero con puño y guarnición de oro, dieciséis perlas, siete amatistas<br />

y una esmeralda en el remate y la daga de cristal con punta de plata, guarnecida con filigrana de oro.<br />

No sabemos la fecha en que se comenzó a edificar esta capilla, ni aquella en que se la terminó;<br />

pero es fácil fijarlas aproximadamente, teniendo en cuenta el año de la muerte de su fundador, 1574,<br />

y la fecha grabada en el retablo del altar de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, 1669. Recibida la herencia por los religiosos,<br />

si es verdad que fueron estos los albaceas de indio, de lo cual no hay más comprobante sino que<br />

siempre fueron los que tuvieron a su cargo el cuidado material y el culto en esa capilla, es natural<br />

suponer que el trabajo principiaría inmediatamente, tanto más cuanto que Cantuña dejó herederos<br />

que debieron vigilar el cumplimiento de la voluntad del testador. Así, pues, podemos fijar como<br />

fechas 1575-1669.<br />

Además del Convento Máximo, del Colegio de <strong>San</strong> Buenaventura y de la Capilla de Cantuña, los<br />

franciscanos levantaron en Quito dos conventos más: el Convento y Colegio de Misiones de <strong>San</strong>ta<br />

Clara y <strong>San</strong>ta Rosa de Pomasqui, en el pueblo de este nombre y el de la Recolección de <strong>San</strong> Diego, en<br />

las afueras de la ciudad 2 ...<br />

2) José Gabriel Navarro, Artes Plásticas <strong>Ecuatoriana</strong>s, segunda edición, 1985, pp. 45.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 25<br />

Reseña histórica y tipológica del Convento<br />

El 6 de diciembre de 1534, Sebastián de Benalcázar fundó la ciudad de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

de Quito sobre las ruinas de lo que fue la capital de Atahualpa. Puede decirse que<br />

el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> tiene la antigüedad de la propia ciudad, pues desde el<br />

momento de la fundación se había previsto la edificación de un Convento franciscano,<br />

entregándoles para la construcción de la primera iglesia el solar en que, según<br />

la crónica de Salinas de 1647, se asentaba la residencia de Huayna Cápac. Un año<br />

después, con la llegada del fraile flamenco Jodoco Ricke (Joost de Rijcke van Maarselaer)<br />

nacido en Malinas, el 6 de diciembre de 1535, se concretó el establecimiento<br />

de la Orden, construyéndose como obra inicial una rústica capilla de adobe y paja<br />

concluida el 25 de enero de 1536, fiesta de la conversión de <strong>San</strong> Pablo, a quien fue<br />

consagrada.<br />

La construcción del templo se inició en 1537 y a finales del siglo XVI —ya se había reemplazado<br />

la primitiva iglesia por la que hoy conocemos— se avanzaba con la construcción<br />

de las capillas de Cantuña y <strong>San</strong> Buenaventura y estaba casi concluido el Claustro Principal,<br />

de planta cuadrada y de fuerte carácter español con resabios mudéjares, formado por<br />

galerías de arcos de ladrillo sobre columnas de piedra de orden toscano; al igual que se<br />

terminaba el pretil de piedra, almohadillado, del cual parte hacia la plaza la escalera. Por<br />

tanto y de acuerdo a estas fechas, la edificación se constituyó en la obra más interesante<br />

de la arquitectura de América del Sur del siglo XVI.<br />

Durante el siglo XVII se añadieron nuevos Claustros, así, hacia 1650 se terminó el<br />

Claustro del Museo que posee solo tres lados, pues el cuarto es el muro posterior norte del<br />

Claustro Principal, al que adosa en U, es obra del arquitecto fray Antonio Rodríguez; el de<br />

Servicios de carácter mudéjar y el de la sacristía de estilo barroco, edificados al occidente<br />

que fueron igualmente adosados en U, a finales de este siglo. Se concluyó gran parte de los<br />

bienes muebles y la decoración de la iglesia, incorporando elementos artísticos de estilo<br />

barroco que se fusionaron con los precedentes de características mudéjares y flamencas,<br />

que aparecieron por primera vez en Quito en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>. En el siglo<br />

XVIII la actividad sísmica mantuvo ocupada a la comunidad realizando reparaciones en<br />

gran parte del recinto conventual.


26 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Iglesia de<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

aproximadamente en<br />

1868, se aprecian las<br />

torres antes de que<br />

fueran destruidas por<br />

el terremoto de ese<br />

año.<br />

Foto: Archivo del Banco<br />

Central.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 27<br />

Plaza y fachada de<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> en<br />

1880, sin el cuerpo<br />

superior y el remate<br />

de las torres, caídos<br />

en el terremoto de<br />

1868.<br />

Foto: Benjamín<br />

Rivadeneira. Archivo del<br />

Banco Central.<br />

El 26 de abril de 1755 un fuerte temblor derribó el artesonado mudéjar de la nave<br />

central de la iglesia y éste arrastró en su caída la decoración mural, siendo reemplazado<br />

por uno nuevo de acentuado estilo barroco, concluido en 1770. El sismo afectó todo el<br />

edificio pero fundamentalmente a las dos torres, por lo que se aconsejó derribar la parte<br />

superior de ellas.<br />

Durante el siglo XIX la Orden franciscana sufrió la crisis de la Independencia, vio cómo<br />

se enajenaban algunos de sus bienes y se les obligaba a vender otros. Así, en el año 1840,<br />

el Gobierno ya había ocupado parte del Convento, imponiendo a la comunidad franciscana<br />

ceder el Claustro norte (lugar que hoy ocupa la Policía), derribando parte del edificio<br />

original construido durante el siglo XVII e instalando allí la cárcel del Estado. En 1859, un<br />

nuevo temblor puso en peligro la edificación forzando a la comunidad a vender algunas<br />

joyas para poder reparar las afectaciones al monumento. Una torre se acabó de reparar en<br />

1867 y la otra en 1868. El 16 de agosto de 1868 un nuevo y fuerte sismo las derribó completamente.<br />

Desde esa fecha, quedó solamente el cuerpo inferior y el remate en cada una de<br />

ellas, habiéndose eliminado el cuerpo intermedio que les proporcionaba gran esbeltez.<br />

Ya entrado el siglo XX, en el año 1934, con los festejos del IV centenario de la fundación<br />

de Quito, en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se exhibió una exposición de las obras de arte de la<br />

comunidad en los locales del Claustro Principal. Durante la primera mitad de este siglo<br />

se continuaron las adecuaciones y ampliaciones al monumento. Hacia 1950 se instaló el<br />

Museo tal cual pudo verse al inicio de la intervención del convenio, en 1983.


28 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Capilla de madera<br />

y paja instalada<br />

en la Plaza de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong> luego del<br />

sismo de 1868.<br />

Foto: Archivo del Banco<br />

Central.<br />

Arquitectos, artistas y artesanos contribuyeron a la construcción del complejo arquitectónico.<br />

Entre los primeros franciscanos que impulsaron las obras durante el siglo XVI, se<br />

encuentran, como se había mencionado, fray Jodoco Ricke y fray Pedro Gocial.<br />

Entre las principales tareas evangelizadoras de la comunidad durante el siglo XVI se<br />

dio la creación del Colegio <strong>San</strong> Juan Evangelista en el Convento, para la instrucción y doctrina<br />

de los naturales del país; en 1557 se cambió el nombre del colegio por el de <strong>San</strong> Andrés,<br />

en honor al virrey don Andrés Hurtado de Mendoza, protector de la Orden, y se ampliaron<br />

sus enseñanzas hacia las artes y oficios. El resultado fue una enorme producción<br />

artesanal y artística, enriquecida con los adiestramientos de maestros flamencos, italianos<br />

y españoles que, mediante la utilización de manuales y grabados europeos, impartieron<br />

instrucción artística y realizaron adaptaciones de los modelos al medio local. Con el tiempo<br />

esta propuesta artística y estética fue denominada Escuela Quiteña, cuya abundante<br />

producción llegó hasta el siglo XVIII.<br />

La fachada de la iglesia y del Convento en el lado occidental es el gran fondo del<br />

escenario de la Plaza de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>. De predominante estilo manierista-barroco, con<br />

influencias herrerianas, en esta fachada vemos reflejada la catedral netamente española<br />

flanqueada por dos esbeltas torres. En su austera composición horizontal de escasas aberturas,<br />

se destaca la escalera cóncavo-convexa del Atrio diseñada por Bramante y presumiblemente<br />

copiada de un dibujo de Serlio. La Plaza de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, elogiada como una de<br />

las más bellas de América, fue en sus comienzos el tianguez o mercado de la ciudad. Hoy<br />

es una plaza empedrada que conserva su carácter original.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 29<br />

Mercado popular en la<br />

Plaza en 1870.<br />

Foto: Archivo del Banco<br />

Central.<br />

Mercado popular en<br />

la Plaza entre 1880 a<br />

1900.<br />

Foto: Archivo del Banco<br />

Central.<br />

La dinámica y riqueza del espacio arquitectónico del Convento se ven expresadas en<br />

una serie de contrastes interior-exterior; de la algarabía y bullicio de la plaza a la tranquilidad<br />

de los Claustros; de la fuerte luminosidad exterior a la penumbra del interior de la iglesia;<br />

de una fachada austera y casi monocroma a un interior barroco y lleno de policromía.


30 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Plaza y Convento en<br />

1920.<br />

Foto: José Domingo<br />

Lasso. Archivo del Banco<br />

Central.<br />

Iglesia y Atrio de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong> en 1920.<br />

Foto: Carlos Moscoso.<br />

Archivo del Banco<br />

Central.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 31<br />

Iglesia de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong>,<br />

aproximadamente en<br />

1930.<br />

Foto: Foto Pacheco.<br />

Archivo del Banco<br />

Central.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 33<br />

El proyecto de restauración<br />

Objetivos y alcance del proyecto<br />

Se planteó el proyecto de restauración para cumplir tres objetivos importantes:<br />

1. La restauración integral del conjunto monumental, abarcando no solo la ejecución<br />

de obras arquitectónicas, sino también la conservación de los bienes culturales,<br />

junto a la investigación histórica y arqueológica del edificio, así como el<br />

inventario de los bienes muebles.<br />

2. La formación y capacitación del personal ecuatoriano en las distintas áreas y<br />

especialidades de la conservación patrimonial.<br />

3. La instalación de un museo de arte religioso.<br />

La propuesta de intervención contempló el tratamiento del conjunto monumental en<br />

su totalidad; es decir, la ejecución de obras de arquitectura en los Claustros Principales (los<br />

dos más antiguos), en los cuales se realizaría el montaje e instalación del Museo, dedicándose<br />

aproximadamente 1 500 metros cuadrados para salas de exposición; en el templo mayor y sus<br />

capillas, en la Capilla de Cantuña; trabajos importantes en los Claustros de Servicios y de la<br />

sacristía y varias actuaciones en los Claustros del área occidental (donde se encuentra el colegio<br />

y en el del coristado); arreglos y mantenimiento de jardines y de la huerta mayor. También<br />

se planteaba la definición de un plan de acción y la ejecución de obras básicas en el Claustro<br />

norte (hoy en manos de la Policía) y en toda la franja sur del Convento (actualmente propiedad<br />

de las Hermanas de la Caridad), para impedir que las intervenciones futuras que se realicen en<br />

esos espacios puedan atentar contra la unidad arquitectónica del conjunto.<br />

1<br />

3<br />

Ubicación del proyecto<br />

El Convento de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong> se ubica en<br />

el Centro Histórico<br />

de la ciudad de<br />

Quito, capital de<br />

Ecuador, entre las<br />

calles Bolívar, Cuenca,<br />

Imbabura y Mideros.<br />

2<br />

4<br />

1. Ecuador en América del Sur.<br />

2. La provincia de Pichincha y la<br />

ciudad de Quito.<br />

3 y 4. Emplazamiento del Convento de<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> en el centro histórico.


34 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

La propuesta de intervención<br />

Para comprender el alcance de este emprendimiento,<br />

se hace necesario tomar en<br />

cuenta algunas consideraciones generales<br />

que nos orientarán, además, sobre los criterios<br />

y metodología de trabajo adoptados<br />

para la ejecución de este proyecto.<br />

Las exigencias impuestas por los objetivos<br />

trazados obligaron a encarar la tarea<br />

de forma cautelosa, efectuándose algunos<br />

trabajos previos a la intervención: un<br />

conjunto de estudios y análisis de algunos<br />

elementos que permitieran una planificación<br />

adecuada de los recursos y que describieran<br />

de la mejor forma posible la realidad<br />

material y cultural del edificio (aspecto<br />

muy importante para la futura ejecución<br />

de los trabajos). Conscientes de que la finalidad<br />

de la restauración exigía un compromiso<br />

y una importante decisión sobre<br />

el futuro uso del Convento, no solo de los<br />

técnicos responsables de la restauración<br />

sino también de los custodios (comunidad<br />

franciscana) y usuarios de la edificación;<br />

la planificación y ejecución de las obras<br />

fueron debidamente consensuadas con la<br />

comunidad franciscana, para que el nuevo<br />

uso de los espacios conventuales fuera<br />

orientado a cubrir sus necesidades en esa<br />

época y también a la habilitación de espacios<br />

para la exposición de una parte de la<br />

importante obra artística que reposaba en<br />

la reserva, dentro de las consideraciones ya<br />

anotadas.<br />

Se puede manifestar con plena seguridad<br />

que el macro proyecto <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>,<br />

compromiso de los gobiernos de Ecuador y<br />

España, propendió a una intervención con<br />

una visión integral e integradora del Patrimonio<br />

Cultural del Estado.<br />

Es integral porque contempló el Patrimonio<br />

Cultural Material con todos sus<br />

componentes principales: los bienes culturales<br />

muebles y los inmuebles.<br />

En el primero se insertan, entre otras:<br />

las pinturas de caballete con diferente soporte;<br />

igualmente, la escultura con diversos<br />

soportes, en particular las provenientes<br />

de la escultura policromada en todas<br />

sus manifestaciones; la pintura mural,<br />

gran expresión cubierta en casi todos los<br />

paramentos o sistemas constructivos del<br />

Convento e iglesia; la madera monocroma<br />

y policroma, en unos casos referida a<br />

la marquetería de las pinturas, en otras a<br />

la arquitectura en madera: retablos, púlpitos,<br />

altares, artesonados, objetos o bienes<br />

resueltos en metal, entre candelabros, cruces,<br />

verjas, puertas; textiles —referidos en<br />

especial a una enorme cantidad y calidad<br />

de ornamentos litúrgicos, entre casullas,<br />

capas pluviales, manípulos, entre otros—;<br />

documentos y libros, de forma particular<br />

los atractivos e interesantes libros corales,<br />

resueltos con hermosas viñetas.<br />

En los segundos, esto es, en los inmuebles,<br />

se destaca de forma específica<br />

la consolidación de estructuras constructivas,<br />

entre cimientos, paredes y muros,<br />

cubiertas, pisos y la intervención en todos<br />

los elementos del sistema constructivo.<br />

También, la importante intervención en la<br />

regeneración y nuevo diseño de áreas verdes<br />

y jardines del conjunto monumental,<br />

como un adecuado complemento al trabajo<br />

arquitectónico.<br />

Es integrador, porque se aplicó de manera<br />

inteligente la denominada cadena lógica<br />

de intervención en el patrimonio cultural;<br />

es decir, la investigación, la protección,<br />

la conservación-restauración, y la difusión y<br />

didáctica.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 35<br />

Investigación<br />

El nivel de investigación fue muy importante,<br />

pues permitió contar con una información<br />

de primera mano desde el punto<br />

de vista histórico, arqueológico y científico,<br />

siendo uno de sus principales productos el<br />

Registro, inventario y catalogación de los<br />

bienes culturales pertenecientes a la iglesia<br />

y al Convento.<br />

Para enfrentar el trabajo de restauración,<br />

el proceso se realizó fundamentalmente<br />

en dos áreas trascendentales: 1. Los<br />

estudios sobre el edificio, que a su vez se<br />

dividieron en dos ramas. Por una parte,<br />

los análisis arquitectónicos que se ocupan<br />

de examinar los contenidos constructivos<br />

formales y funcionales; por otra, las<br />

investigaciones históricas que establecen<br />

la evolución que ha tenido la edificación<br />

en el tiempo, que incluyen los estudios<br />

documentales de archivo con abundante<br />

bibliografía y en los que también se toma<br />

en cuenta la arqueología del edificio. Esta<br />

división solo simplificó la clasificación de<br />

los estudios realizados, pues es obvio que<br />

este análisis se orientaba a un solo objetivo:<br />

entender la evolución histórica del<br />

monumento para comprender sus sucesivas<br />

etapas arquitectónicas. 2. El registro,<br />

inventario y catalogación del importante y<br />

rico patrimonio mueble.<br />

Conservación-restauración<br />

Fue quizá unos de los niveles más importantes<br />

de la cadena, y dio lugar al génesis<br />

de una intervención que propendió al<br />

absoluto respeto por lo original y auténtico,<br />

a la mínima intervención y, fundamentalmente,<br />

a preponderar la conservación<br />

antes que a la restauración propiamente<br />

dicha.<br />

Por la gran variedad y complejidad de<br />

los trabajos ejecutados surgió la necesidad<br />

de la conformación de algunos equipos de<br />

profesionales capaces de enfrentar, de forma<br />

coordinada y coherente, las diversas<br />

problemáticas de la edificación.<br />

Difusión y didáctica<br />

Este último nivel se puede apreciar<br />

en una serie de manifestaciones y testimonios,<br />

como la incorporación y puesta en<br />

valor de innumerables sitios y áreas para<br />

la visita y disfrute de visitantes nacionales<br />

y extranjeros (exhibición), como es el caso<br />

del Museo Fray Pedro Gocial.<br />

No menos importante fue el valioso<br />

aporte de la capacitación, que contó con<br />

una serie de cursos y talleres con la presencia<br />

de destacados profesionales, facilitadores<br />

e instructores españoles de importantes<br />

instituciones dedicadas a la preservación<br />

del Patrimonio Cultural del Estado.<br />

Protección<br />

La protección permitió poner en práctica<br />

una serie de acciones e instrumentos<br />

legales, tanto de origen nacional como internacional,<br />

que facilitaron la creación de<br />

una escuela de intervención en el Patrimonio<br />

Cultural.


36 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

La obra arquitectónica<br />

Una primera aproximación morfológica a<br />

la edificación condujo a analizar los diferentes<br />

sistemas constructivos que la componían,<br />

y también los distintos materiales<br />

que se organizan dentro de un orden arquitectónico<br />

determinado para conformar<br />

el espacio construido.<br />

En los momentos, tanto de su concepción<br />

como de su construcción, la materialización<br />

de un edificio da cabida y sustento<br />

a tres aspectos fundamentales:<br />

1. Busca una utilidad, que por principio<br />

es la de dar cobijo a la realización de<br />

distintas actividades, en respuesta a<br />

unas necesidades específicas. Como<br />

consecuencia de esto surge la distribución<br />

espacial que se adecua a estos<br />

requerimientos.<br />

2. Se emplean conocimientos constructivos,<br />

técnicos y científicos de acuerdo<br />

a cada sociedad y cada época, para levantar<br />

estructuras eficaces, resistentes y<br />

duraderas.<br />

3. La edificación muestra en sus formas<br />

representaciones sobre la belleza y<br />

los simbolismos propios de sus constructores<br />

y de las sociedades que los<br />

promueven.<br />

Se puede señalar entonces que los<br />

edificios constituyen un sistema de significados<br />

constructivos, funcionales y formales;<br />

es decir, un orden arquitectónico.<br />

Al incidir con nuestras intervenciones sobre<br />

cualquiera de estos aspectos alteramos<br />

consciente o inconscientemente el significado<br />

de los otros. No es posible realizar<br />

una consolidación estructural sin alterar<br />

el contenido formal o material del edificio<br />

y los significados culturales que le dieron<br />

forma. El orden arquitectónico pasa de<br />

esta manera a ser un objeto de valor dinámico,<br />

ya no pertenece solo al momento de<br />

la creación inicial del edificio.<br />

Por ello, una buena restauración requiere<br />

tanta o más capacidad de síntesis<br />

y creatividad que una buena construcción<br />

moderna, a pesar de que las obras en los<br />

edificios antiguos son casi forzosamente<br />

parciales.<br />

La interpretación correcta de los mecanismos<br />

de funcionamiento de este sistema<br />

de significados u orden arquitectónico<br />

debe hacerse para cada edificio, pues no<br />

existen dos iguales. En cada ocasión, el<br />

arquitecto que lo construyó se enfrentó a<br />

un conjunto de problemas distintos y dio<br />

siempre una solución diversa, a pesar de<br />

la homogeneidad de materiales y sistemas<br />

constructivos de una misma época.<br />

En este caso, y como parte inicial de<br />

los trabajos, se efectuó una serie de estudios<br />

que permitieron hacer una evaluación<br />

preliminar del estado de conservación del<br />

Convento. En primer lugar se realizó un<br />

análisis de su estado, luego un levantamiento<br />

topográfico, un levantamiento de<br />

plantas y alzados, un minucioso registro<br />

fotográfico y el planteamiento de los principales<br />

objetivos a tener en cuenta. Dentro<br />

de este último punto, el objetivo fundamental<br />

de la restauración del edificio es la<br />

valorización del conjunto conventual, es<br />

decir la puesta en valor del Convento como<br />

tal, como elemento primario a ser museable,<br />

para posteriormente plantear la instalación<br />

del Museo y el área cultural.<br />

Concluidos los estudios preliminares<br />

y una vez recopilados todos los datos<br />

necesarios que permitieron un completo<br />

reconocimiento morfológico y espacial de<br />

la edificación en su aspecto constructivo<br />

(análisis que fue consolidado por el estudio


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 37<br />

histórico detallado más adelante), se adoptó<br />

un proceso de intervención intentando<br />

ser respetuosos con el edificio (criterio<br />

basado en las distintas experiencias profesionales<br />

de los técnicos que han contribuido<br />

en la recuperación de este bien patrimonial),<br />

reforzando la intervención en<br />

aquellos lugares que fuera conveniente a<br />

las necesidades propias de la edificación<br />

adaptada a sus nuevos usos; estableciendo<br />

así un sistema de planificación por etapas<br />

acorde a sus características específicas y<br />

dirigido a unos fines concretos. Con estos<br />

criterios, se realizaron desde 1983 alrededor<br />

de 10 000 m² de restauración arquitectónica,<br />

trabajos cuyo resumen se expone a<br />

su consideración.<br />

Los estudios históricos<br />

La segunda vía de aproximación, tan importante<br />

como la primera aunque con<br />

distinto contenido, es la del significado<br />

histórico del edificio y su investigación,<br />

mediante prospecciones de arqueología y<br />

el detallado estudio de su propia historia.<br />

El edificio es el depósito natural de<br />

su historia, pues en esencia contiene el<br />

registro de su evolución durante los siglos<br />

de su existencia. Retiene en sí la materialidad<br />

instructiva de los muchos usos que<br />

ha tenido en el tiempo. Este entender del<br />

material como soporte del tiempo tiene<br />

que ser racionalizado y debidamente procesado.<br />

Por eso la importancia de establecer<br />

un sistema de investigaciones que explique<br />

el significado histórico del edificio.<br />

Una prolija investigación de lo que se podría<br />

llamar arqueología de la arquitectura<br />

permitirá el rescate de la vida del edificio a<br />

partir de los materiales constructivos. Por<br />

otra parte, el estudio de su historia aportará,<br />

además de la información de la propia<br />

edificación, interesantes datos sobre la historia<br />

de la ciudad de Quito, que es donde<br />

se encuentra.<br />

Dentro de este enfoque, la consideración<br />

del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de<br />

Quito como un sistema complejo y dinámico,<br />

de muchas variables, implicó que<br />

su estudio se haya realizado recurriendo<br />

a métodos científicos, con la intervención<br />

de profesionales técnicos e investigadores<br />

especializados en las distintas áreas.<br />

Esta complicada tarea, en cierto modo, ha<br />

sido descontextualizada, de manera que<br />

se pudieron establecer sistemas de actuaciones<br />

independientes, pero en un trabajo<br />

estructurado y concreto. Los estudios, que<br />

son el resultado de esta investigación arqueológica<br />

e histórica, se incluyen en este<br />

documento.<br />

El patrimonio mueble<br />

En el conjunto monumental se ha realizado<br />

un trabajo de restauración exhaustivo,<br />

que no solo abarcó la ejecución de obras<br />

en arquitectura, sino también de un trabajo<br />

significativo en el patrimonio mueble<br />

del Convento, que actúa como complemento<br />

propio de la edificación, y que son<br />

los objetos de arte que visten y vistieron al<br />

monumento.<br />

Después de la elaboración del inventario<br />

y la catalogación de los bienes muebles,<br />

se comenzó con el trabajo de intervención<br />

en las obras de arte, manteniendo criterios<br />

similares a los principios que guiaron los<br />

trabajos en la edificación; es decir, primero<br />

se efectuó el respectivo estudio y análisis<br />

para detectar las patologías de cada una de<br />

las obras y con este diagnóstico se estableció<br />

el mejor procedimiento posible para su<br />

intervención. El trabajo fue ejecutado posteriormente<br />

con el mayor respeto a la obra


38 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

y utilizando, en todos los casos, técnicas<br />

reversibles. Igualmente, se conformaron<br />

grupos de técnicos y especialistas en las diferentes<br />

especialidades de la restauración,<br />

según los variados tipos de bienes.<br />

El resultado de esta cuidadosa labor<br />

fue la restauración de alrededor de 1 300<br />

obras de arte, 300 de las cuales fueron escogidas<br />

y están distribuidas en 11 salas de<br />

exposición, cumpliendo con uno de los<br />

principales objetivos de este emprendimiento,<br />

que fue la instalación del Museo<br />

de Arte Religioso Fray Pedro Gocial.<br />

Debido a la gran cantidad de obras<br />

y a la diversidad de técnicas, se incluye<br />

de forma resumida la actuación llevada a<br />

cabo en el patrimonio mueble del Convento,<br />

destacándose las intervenciones en algunos<br />

objetos representativos por su gran<br />

calidad artística: muebles varios, retablos y<br />

artesonados.<br />

Estudios y obra ejecutada<br />

En 1983, el estado de conservación del monumento<br />

era crítico en un 80 por ciento de<br />

los casos y requería una intervención urgente<br />

para detener el avance del deterioro<br />

y recuperar sus valores fundamentales.<br />

Ese año, el INPC de Ecuador solicitó<br />

la colaboración de España para enfrentar<br />

el desafío que involucraba la restauración<br />

y puesta en valor de este monumento y<br />

su contenido, considerando además la<br />

capacitación simultánea de técnicos que<br />

pudieran enfrentar esta tarea y la instalación<br />

de un museo de primera calidad en el<br />

Convento.<br />

Por la importancia manifiesta del<br />

conjunto conventual, la Sociedad Estatal<br />

V Centenario y el Instituto de Cooperación<br />

Iberoamericana (ICI), por parte española,<br />

y el INPC, como contraparte ecuatoriana,<br />

acordaron auspiciar el convenio Ecuador-<br />

España para realizar trabajos en el conjunto<br />

franciscano y en las diferentes áreas de la<br />

restauración. Paralelamente a la obra arquitectónica,<br />

se acometieron los trabajos de<br />

conservación de los bienes muebles de la<br />

comunidad, adecuándose según los requerimientos<br />

los talleres de pintura de caballete,<br />

escultura, madera, textiles, pintura mural,<br />

papel, metales, etc. También se iniciaron,<br />

con la oportunidad y prolijidad debidas, los<br />

trabajos de inventario de bienes, investigación<br />

arqueológica y estudio histórico, para<br />

que se constituyeran desde un inicio en un<br />

aporte sustancial para la resolución definitiva<br />

de las propuestas arquitectónicas.<br />

Esta tarea conjunta entre Ecuador y<br />

España se inició con un reducido grupo<br />

de técnicos y maestros, que fue incrementándose<br />

conforme las necesidades del proyecto.<br />

Adicionalmente y desde el año 1992<br />

se contó con la decidida colaboración de<br />

la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés —auspiciada<br />

por el INPC y la AECID—, que contribuyó<br />

con la mano de obra de sus alumnos becarios<br />

y la coordinación de sus maestros<br />

instructores.<br />

Una vez superados los estudios iniciales,<br />

empezaron las primeras obras en el<br />

año 1984, con la instalación de oficinas del<br />

proyecto y algunos trabajos emergentes.<br />

Luego, y de acuerdo a las necesidades,<br />

se instalaron los diferentes talleres de<br />

restauración, mientras la obra arquitectónica<br />

avanzaba. A partir de marzo de 1987,<br />

la programación de la restauración arquitectónica<br />

tuvo que ser replanteada, por la<br />

necesidad urgente de reparar los daños<br />

causados por el sismo de esa fecha, sin<br />

descuidar los trabajos en la galería norte<br />

del Claustro Principal, en donde se intervino<br />

tanto en cubiertas como en la habilitación<br />

de las galerías para el Museo. A


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 39<br />

raíz de este siniestro, se decidió realizar un<br />

gran volumen de obras en el <strong>San</strong>tuario de<br />

Guápulo (recoleta franciscana), en el Monasterio<br />

de <strong>San</strong>ta Clara y en el Monumento<br />

a la Independencia en la Plaza Grande,<br />

todos enmarcados dentro del convenio<br />

Ecuador-España.<br />

En mayo de 1993, se entregó a la comunidad<br />

franciscana y al público las primeras<br />

cuatro salas del Museo en la galería<br />

norte del Claustro Principal; y en octubre<br />

de 1995, dos salas y una galería en la crujía<br />

occidental del Claustro del Museo, completándose<br />

aproximadamente 500 m² de<br />

área visible de museo (seis salas de exposición<br />

y una galería), se debe anotar que<br />

esta superficie se duplicó al concluir la intervención,<br />

constituyéndose, con la muestra<br />

presentada a esa fecha, en un Museo<br />

de Arte Religioso de significativo valor en<br />

Ecuador. Se realizó un importante trabajo<br />

en la restauración del artesonado mudéjar<br />

del coro y, hasta ese año, se intervinieron<br />

más de 500 obras de arte. Estaba terminada<br />

la rehabilitación integral de los jardines del<br />

Claustro Principal y se encontraban en ejecución<br />

los jardines del Claustro del Museo,<br />

obras de la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés.<br />

Para 1995, ya se habían concluido y<br />

complementado las investigaciones de<br />

carácter histórico y arqueológico que se<br />

realizaron paralelamente a la ejecución de<br />

obras de restauración arquitectónica y de<br />

conservación de bienes muebles iniciadas<br />

en 1983, anotando resultados muy importantes<br />

para el conocimiento de la historia<br />

ecuatoriana.<br />

Pero en 1996 todavía estaba por ejecutarse<br />

un 50 por ciento de las obras programadas<br />

en 1984 y reprogramadas en<br />

1992. Debe tomarse en cuenta que la programación<br />

inicial fue afectada, como ya se<br />

mencionó, por la inmediata reparación de<br />

todos los daños causados en el monumento<br />

por el terremoto de marzo de 1987.<br />

Desde 1997 se ejecutan obras de<br />

restauración en dos salas en la crujía occidental<br />

y en las galerías norte y este del<br />

Claustro del Museo, que involucra trabajos<br />

de consolidación y reforzamiento de cielo<br />

raso, y limpieza y restauración de la pintura<br />

mural. Otro de los frentes de trabajo<br />

que se abordarán a partir de ese año será<br />

la adecuación del Patio Inglés en la franja<br />

occidental del Claustro del Museo, junto a<br />

las salas de exposición, con el propósito de<br />

sanear humedades, para lo cual se efectúa<br />

la excavación del piso a lo largo de todo el<br />

muro y en un ancho de 4 m, con la construcción<br />

de las respectivas zanjas de drenaje,<br />

cambio de las tuberías matrices de<br />

aguas lluvias y servidas de este sector; así<br />

como la construcción del muro de contención,<br />

obra que se realiza con los alumnos<br />

de la Escuela Taller.<br />

Los últimos años se dedican a la realización<br />

de obras en las galerías del Segundo<br />

Claustro, para la instalación técnica del<br />

Museo. Cabe señalar que no ha sido posible<br />

intervenir en varios locales del subsuelo,<br />

que dan hacia la calle Cuenca, ya que<br />

se encontraban ocupadas por almacenes<br />

y otros usos. Para el montaje definitivo de<br />

la obra fue necesario abordar un estudio<br />

definitivo de la museografía y museología,<br />

para lo cual se contrató profesionales en<br />

estas áreas.<br />

Con la tercera entrega del Museo realizada<br />

en abril de 2002, están abiertos al<br />

público más de 1 000 m² de área visible<br />

del Museo (8 salas de exposición y 3 galerías),<br />

en el que se expone alrededor de 300<br />

obras de gran calidad, constituyéndose en<br />

el más importante Museo de Arte Religioso<br />

de Ecuador en su género y uno de los<br />

más significativos de América, por el gran


40 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

contenido de obras artísticas de la Escuela<br />

Quiteña y de otros bienes patrimoniales.<br />

Los técnicos ecuatorianos, formados durante<br />

este proceso, están restaurando otros<br />

monumentos de primer orden o, a su vez,<br />

forman parte de importantes instituciones<br />

locales relacionadas con esta actividad.<br />

España invirtió en esta obra un total<br />

aproximado de 2 650 000 dólares y el<br />

Ecuador alrededor de 1 450 000, importantes<br />

cantidades que, en casi veinte años de<br />

trabajo, resultan ser moderadas, en comparación<br />

con la obra ejecutada de lo que<br />

constituye, como se mencionó, el esfuerzo<br />

más trascendente llevado a cabo en Ecuador<br />

en esta materia y en aquellos años,<br />

y cuyos resultados merecieron premios<br />

internacionales.<br />

A partir del Convenio Ecuador-España<br />

y su intervención en el Convento de<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se generó el interés de otras<br />

instituciones por colaborar y participar en<br />

el rescate de este valioso monumento. Tal<br />

es el caso del Fondo de Salvamento (FON-<br />

SAL), que desde hace algunos años viene<br />

realizando una importante obra en el área<br />

conventual. La propia comunidad franciscana<br />

ha efectuado por su cuenta varios trabajos<br />

y mejoras, así también el INPC ejecutó<br />

algunos trabajos puntuales.<br />

En resumen, la labor realizada por el<br />

Proyecto, tanto en estudios como en obra,<br />

comprende: el estudio histórico, la investigación<br />

arqueológica, la obra arquitectónica,<br />

la restauración de bienes muebles,<br />

el inventario y catalogación de bienes, y<br />

la instalación del Museo de Arte Religioso<br />

Fray Pedro Gocial.<br />

Se describen en este documento,<br />

los logros obtenidos en cada una de estas<br />

áreas.


Estudio Histórico


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 43<br />

Estudio histórico 1<br />

Soledad Castro / Sonia Fernández<br />

El establecimiento de la orden de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito<br />

Antecedentes, fray Marcos de Niza<br />

El proceso de ocupación de la Provincia de Quito fue parte de esa gran campaña en la que<br />

el interés principal era la conquista del Imperio Inca, del que ya habían tenido noticia los<br />

españoles.<br />

A partir de la promulgación de las ordenanzas de Granada (1526), se dispuso formalmente<br />

que toda expedición de descubrimiento lleve consigo «al menos dos religiosos de<br />

misa, para enseñanza y conversión de los naturales, y para que velasen por su buen tratamiento;<br />

su acuerdo sería necesario para todo desembarco, población o rescate» 2 .<br />

Con las ordenanzas (parte de los primeros intentos de legislación indiana) y frente a<br />

las denuncias que llegaban al Consejo de Indias sobre los abusos de los conquistadores en<br />

contra de los naturales, el Estado español intentaba, con la ayuda de los religiosos, controlar<br />

esa situación 3 . En realidad, una importante corriente indigenista abanderada por los<br />

primeros franciscanos que se establecieron en México (Los Doce Apostólicos) impulsó la<br />

promulgación de esas primeras leyes a favor de los indígenas.<br />

De esta manera, con la expedición de Alvarado llegaron a Quito los primeros franciscanos<br />

—entre otros, fray Marcos de Niza—, marcando con su presencia un momento<br />

importante en la etapa de establecimiento de la Orden en lo que hoy es Ecuador.<br />

A su llegada a la actual Riobamba, fray Marcos de Niza procedió inmediatamente a<br />

fundar un monasterio, como lo demuestra el poder que dejó a Gonzalo Pizarro una vez<br />

que decidió regresar a Nueva España, abandonando con ello la idea de establecerse en<br />

Quito 4 para que:<br />

1) Tomado del estudio realizado en el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

de Quito.<br />

2) Lino Gómez Canedo, «Aspectos característicos de la acción franciscana de América», en Actas del II Congreso<br />

Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (siglo XVI), Madrid, Editorial Deimos, 1984, p. 161.<br />

3) La presencia de los religiosos en las huestes permitieron, además, darle a la Conquista un matiz pacificador y espiritual.<br />

Sin embargo, fueron tales las denuncias que siguieron llegando al Consejo de Indias que «en 1549 acordó<br />

la suspensión de toda expedición» (Lino Gómez Canedo, op. cit).<br />

4) Según fray Jerónimo de Mendieta, en su Descripción de la Provincia del <strong>San</strong>to Evangelio que es en las Indias Occidentales<br />

que se llama la Nueva España, fray Marcos de Niza «partió para la Nueva España en el año de mil<br />

quinientos y treinta y uno. Antes de llegar acá (a Nueva España) se quedó en la Isla Española, de donde se partió


44 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

... pueda tomar posesión del monasterio y poner persona que edifique la casa y resida en el monasterio<br />

en su lugar, e para que pueda gozar de todos los privilegios como padre espiritual de toda la<br />

dicha custodia 5 ...<br />

Los fundadores: fray Jodoco Rique y fray Pedro Gocial<br />

Como es cosa sabida, el establecimiento definitivo de los franciscanos tuvo lugar solo unos<br />

meses después, con la llegada a <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito de fray Jodoco Rique y fray Pedro<br />

Gocial 6 (forma españolizada del flamenco Joos de Ricke y Goltzius, respectivamente) 7 .<br />

Más allá de cualquier consideración, el arribo de los dos frailes evidencia la política<br />

del Estado español con respecto al reclutamiento de religiosos para América. Y es que a<br />

fin de suplir las necesidades cada vez más crecientes de religiosos en Indias, conforme<br />

avanzaba la conquista de los nuevos territorios, la corona debió tomar una serie de medidas<br />

con la finalidad, por un lado, de poder cubrir esas necesidades y, por otro, de regular<br />

debidamente su aislamiento y traslado a América.<br />

En ese orden de cosas, en 1532, aprovechando el Capítulo General de los franciscanos<br />

reunido en Toulouse (al que asistía fray Jodoco y, con seguridad, fray Pedro Gocial) la Reina<br />

mandó a los...<br />

Provinciales de nuestra Orden de estos nuestros reinos de Castilla, que cada uno de ellos provea de<br />

enviar a las dichas nuestras Indias, en los tiempos y a las partes y provincias que por los de nuestro<br />

Consejo de ellas les fuere señalado, un Padre celoso del servicio de Dios Nuestro Señor y vuestro, con<br />

otros siete u ocho religiosos de su Provincia, que sean de buena vida y ejemplo para que comiencen<br />

a plantar una custodia, en nombre de la tal Provincia donde fueren enviados 8 ...<br />

En realidad, un ambiente de expectativa con respecto a las misiones en América debió<br />

crearse al interior del Capítulo como lo demuestra también el hecho de la asistencia al<br />

mismo de fray Antonio de la Cruz, comisionado por la Custodia de la <strong>San</strong>ta Cruz de la Isla<br />

Española, precisamente para el reclutamiento de religiosos para la Nueva España 9 .<br />

para el Perú, que era recién conquistado; y no hallando allí el cómodo que deseaba para convertir y doctrinar los<br />

naturales de aquellas partes, se tornó a la Nueva España, a esta provincia del <strong>San</strong>to Evangelio».<br />

5) AGI, Quito, 5, [Poder que fray Marcos de Niza le dio a Gonzalo de Almagro], s.f. Se sabe con certeza que fray Marcos de<br />

Niza vino acompañando a la expedición de Alvarado de acuerdo al testimonio que rindió en la [Probanza de las] cosas<br />

que pasaron entre el adelantado don Diego de Alvarado y el Mariscal Diego de Almagro, AGI, Patronato 66, Ramo 6.<br />

6) A pesar de que se ha dado por hecho de que con ambos religiosos vino también fray Pedro Rodeñas, no se ha<br />

encontrado ninguna evidencia cierta al respecto.<br />

7) La comunidad franciscana manifiesta que fray Jodoco Rique llega a Quito solo; Pedro Gocial lo haría después, no<br />

especifican una fecha [N. del E.]<br />

8) AGI, Indiferente General, 1961, Registro de Reales Cédulas, Tomo II, desde 4 de noviembre de 1530 hasta 23 de<br />

enero de 1533, f. 200.<br />

9) La gestión de este religioso contó, indudablemente, con el favor de la reina, quien expidió una cédula real a su favor en<br />

los siguientes términos: «Reverendos y devotos padres religiosos, el General y Capítulo de la Orden de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>,<br />

que se ha de hacer en la ciudad de Toulouse de Francia. Fray Antonio de la Cruz, que esta os dará ha venido ahora de la<br />

Nueva España y va a ese Capítulo a ciertas cosas de que os informará; y porque, por ser la persona que es, y haber servido<br />

mucho en aquellas partes en la conversión de los naturales de ellas y fundación de vuestra Orden, deseo que lo que para<br />

la conversión y aumento de ella, fuere necesario sea bien mirado y despachado, y así mismo lo que su persona tocare,<br />

ruegos lo cigais y, en lo que os pidiere, proveais y despacheis luego, con toda brevedad y buena voluntad…». AGI, Ibíd.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 45<br />

Así en el marco del Capítulo, fray Jodoco Rique fue autorizado por el Comisario General<br />

de Indias a embarcarse a Nueva España, quien (seguramente en compañía de fray Pedro<br />

Gocial) se trasladó a Sevilla, en donde debió permanecer un año aproximadamente 10<br />

en espera de que la Casa de la Contratación, por cuya cuenta corrían los gastos de viaje de<br />

los religiosos a América, apruebe su pasaje y matalotaje 11 .<br />

Una vez en América, y ya en Nicaragua 12 , las expediciones de conquista al Perú, que<br />

se encontraban en pleno desarrollo a la llegada de ambos religiosos, determinaron que se<br />

dirija hacia los territorios recientemente conquistados.<br />

Según el testimonio de Diego de Trujillo, fray Jodoco Rique desembarcó en Túmbez<br />

en 1534 13 . Desde allí «parece que acompañó siempre y siguió las huellas del ejército expedicionario<br />

que capitaneaba Benalcázar al dirigirse a Quito por segunda vez» 14 .<br />

Ya en Quito, procedió a fundar con su compañero el Convento franciscano con el<br />

nombre de <strong>San</strong> Pablo que, en atención a la organización burocrática y administrativa de<br />

la Orden, pasó a depender de la Provincia franciscana de la Nueva España hasta 1538, año<br />

en que se estableció la Custodia de <strong>San</strong> Pablo de Quito, sujeta en este caso a la Provincia<br />

de los Doce Apóstoles de Lima. Solamente, el 29 de mayo de 1565, el Capítulo General de<br />

la Orden, reunido en Valladolid, dispuso la erección de la Custodia de <strong>San</strong> Pablo de Quito<br />

en Provincia.<br />

Doctrinas y proyecto Franciscano<br />

Fray Jodoco Rique fue «un típico humanista del Renacimiento», pero, a diferencia de Las<br />

Casas y de Niza —según Arturo Roig— el fraile franciscano no luchó a favor de la autonomía<br />

relativa de los indígenas en contra del conquistador y encomendero, sino en contra<br />

del poder monárquico. Y es que si bien en Europa el Humanismo se expresó como el retorno<br />

al pleno valor de la personalidad humana, «en América la humanidad indígena fue la<br />

10) A pesar de que una vez en España obtuvo de la reina una cédula dirigida a los oficiales de la Casa de Contratación<br />

en la que les manifiesta que: «Fray Jodoco de Cante, natural del mío condado de Flandes, de la Orden de <strong>San</strong>t<br />

<strong>Francisco</strong>, con voluntad de servir a Nuestro Señor, quiere pasar a la nueva España para emplear su persona en la<br />

conversión y doctrina de los materiales della, trae obediencia del General de su Orden; por ende, yo vos mando en<br />

su pasaje le favorezcáis y para en la cuenta de los religiosos de <strong>San</strong>t <strong>Francisco</strong>, a quien tenemos mandado que se<br />

de pasaje y matalotaje hasta la Nueva España, en lugar de los que dellos estuvieren por pasar, nombréis al ducho<br />

fray Jodoco de Gante y lo hagáis proveer de lo que hubiere de haber…». AGI, Ibíd., Medina del Campo, 19 de julio<br />

de 1532.<br />

11) Consta que en junio de 1533 el tesorero de la Casa de Contratación, Juan Tello entregó: «a Fr. Juan de <strong>San</strong> Antonio,<br />

Fr, Eustaquio, Fr. Esteban, Fr. Dionisio, Fr. Juan de Letran, Fr, <strong>Francisco</strong> Salinero, Fr. Juan de <strong>San</strong>ta Cruz, Fr. Simón,<br />

Fr. Pedro Cocheo, Fr. Roque, Fr. Honorato, Fr. Antonio Saco, Fr. Juan de Tertanga, Fr. Juan de Padilla, Fr. Bartolomé<br />

de Valencia y Fr. Miguel de Parma, 32.0000 maravedises para su mantenimiento hasta la Española, quedando por<br />

pagar otros cinco religiosos a cuenta de los 21 que se espera lleguen a Sevilla», AGI, Contratación, 4675 A, Cuaderno<br />

5, ff. 79-79v.<br />

12) Véase Fernando de Cózar, Descripción Inédita de la iglesia y Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, publicada por<br />

Alfredo Flores Caamaño, Lima, Talleres Tipográficos de La Tradición, 1924, p. 1.<br />

13) Véase Diego de Trujillo, Relación del descubrimiento del Reyno de Perú, Sevilla, Editada por Raúl Porras Barrenechea,<br />

1948.<br />

14) Fray <strong>Francisco</strong> María Compte, Varones ilustres de la Orden seráfica en el Ecuador, desde la fundación de Quito hasta<br />

nuestros días, Imprenta del Gobierno, Quito, 1883, p. 4.


46 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

que motivó las respuestas del Humanismo renacentista» 15 .<br />

Entre los franciscanos, el Reformismo dio lugar al definitivo rompimiento de la Orden:<br />

los observantes, que venían propiciando el retorno a la regla estricta de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>,<br />

se separaron de los conventuales, la facción laxa o relajada de la Orden. El aparecimiento<br />

de las dos fracciones —observantes y conventuales— se remonta al siglo XIII, aunque solo<br />

a principios del siglo XV la observancia regular alcanzó su organización plena. Las diferencias<br />

concluyeron totalmente solo en 1517, cuando León X ordenó la separación de ambos<br />

sectores, toda vez que no fue posible la conciliación de las controversias surgidas entre<br />

estos 16 .<br />

Tanto fray Jodoco Rique como su compañero fray Pedro Gocial guardan estrecha vinculación<br />

con una de las reformas franciscanas más austeras: la de los Recoletos, a la que<br />

pertenecían todos los conventos franciscanos de Flandes y Bravante, que había llegado de<br />

España a Francia y los Países Bajos.<br />

La misión apostólica inherente a los franciscanos, su establecimiento temprano en<br />

Quito y el enorme prestigio tras la experiencia en Nueva España debió beneficiar la relación<br />

de la Orden con conquistadores y encomenderos, cuyo favor —especialmente de los<br />

primeros— allanó los obstáculos a su establecimiento. Dice González Suárez: «Ambos religiosos<br />

se presentaron a Benalcázar con recomendaciones de <strong>Francisco</strong> Pizarro para que<br />

se les ayudase a construir un Convento en la recién fundada ciudad (de Quito)» 17 .<br />

En general, la fuente del poder de las Órdenes Mendicantes no solo se basó en el<br />

ejercicio de la autoridad religiosa, según dispensa otorgada por la corona, sino en el apoyo<br />

que recibían de los conquistadores que acostumbraban dar limosnas o recomendar a los<br />

mendicantes ante las autoridades, para que éstas les señalen, por ejemplo, el lugar más<br />

conveniente para edificar sus conventos.<br />

El establecimiento de vínculos con el sector de encomenderos y autoridades les permitió<br />

irse apropiando, paulatinamente, de un número significativo de doctrinas en importantes<br />

centros de población indígena. En realidad, hasta 1548 la misión apostólica de<br />

los franciscanos estuvo restringida casi exclusivamente al sector urbano. Solo después de<br />

las guerras civiles, cuando el proceso colonial entró en una etapa de estabilización 18 , los<br />

franciscanos pudieron penetrar en «pueblos de indígenas» con el fin de encargarse de su<br />

cristianización.<br />

Hasta 1565, la Orden logró consolidar un enorme poder alrededor del adoctrinamiento<br />

de indígenas rurales y urbanos y constituirse en el sector hegemónico de la iglesia<br />

y en eje de la vida religiosa de Quito. El significativo establecimiento de la Cofradía del<br />

<strong>San</strong>tísimo Sacramento en el Convento, antes de la erección del Obispado, había permitido<br />

a los franciscanos congregar a su alrededor también a los feligreses españoles. Por otro<br />

15) Arturo Roig, op. cit.<br />

16) Para esta parte nos hemos basado en Lazaro Iriarte, Historia Franciscana, Valencia, ed. Asís, 1979.<br />

17) Federico González Suárez, Historia general de la República del Ecuador, I, Quito, Edit. Casa de la Cultura <strong>Ecuatoriana</strong>,<br />

1969, p. 1070.<br />

18) Frank Salomón, «Crisis y transformación de la sociedad aborigen invadida (1528-1573)», en Nueva Historia del<br />

Ecuador, Vol. 3, Quito, Corporación Editora Nacional-Grijalvo <strong>Ecuatoriana</strong>, 1983.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 47<br />

lado, las procesiones organizadas por los franciscanos —una cada ocho días— despertaron<br />

el fervor popular y atrajeron a <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> a los vecinos de la ciudad.<br />

Sin embargo, ya a partir de 1565, con la política reguladora del Obispo de la Peña, los<br />

franciscanos tuvieron que enfrentar abiertamente la oposición del Clero Secular, que se<br />

expresó en un permanente conflicto de jurisdicciones con la Orden hasta la segunda mitad<br />

del siglo XVIII, cuando el Estado español dispuso la total secularización de las doctrinas.<br />

Ahora bien, para la cristianización de indígenas urbanos los franciscanos aplicaron<br />

un programa de apostolado que incluyó, por un lado, la creación de una escuela para indígenas,<br />

que retomó la misma línea de orientación humanista, práctica y manual de la Escuela<br />

de <strong>San</strong> José de Naturales fundada por fray Pedro de Gante en México y, por otro lado,<br />

el establecimiento de cofradías, que constituyeron un eficaz medio de evangelización de<br />

los naturales. Pero además, ateniéndose a uno de los métodos de adoctrinamiento inspirados<br />

en España, que consistió en brindar atención preferente a los señores principales y a<br />

sus hijos, para que a través de ellos se pudiera extender rápidamente a la sociedad indígena<br />

el cristianismo, la Orden se vinculó con las élites inca y local, acogiendo en el Convento<br />

a la descendencia de Atahualpa, a los caciques que vivían en el barrio de <strong>San</strong> Sebastián,<br />

así como a los caciques de las comunidades indígenas situadas dentro de las cinco leguas<br />

alrededor de Quito. De los franciscanos, entonces, dependió la evangelización de una élite<br />

nativa poderosa, con enorme capacidad de liderazgo sobre las comunidades indígenas.<br />

La iglesia y el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito<br />

Desde que comenzó la preocupación por la cultura artística del período colonial sudamericano,<br />

el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito ha motivado un enorme interés entre diversos<br />

historiadores del arte.<br />

José Gabriel Navarro puso mucho esmero en la descripción pormenorizada del ornamento<br />

arquitectónico del edificio, que le conjugó con un importante trabajo de investigación<br />

histórica-documental que hicieron de él —parafraseando a Damián Bayón— la<br />

persona más calificada para hablar de la historia de los hechos de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> 19 .<br />

Para este autor, este monumento religioso acusa en su composición una fuerte influencia<br />

del arte español. Encontró muy parecida su fachada a la de El Escorial lo que,<br />

entre otras cosas, le llevó a atribuir los planos a Juan de Herrera y a pesar de su posición<br />

manifiestamente hispánica encontró en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> otras fuentes de influencia estética,<br />

sin presentar lastimosamente ninguna explicación coherente de su configuración.<br />

Con respecto al aporte autóctono Navarro es categórico al afirmar que:<br />

... la manera como se realizó la conquista de América y el modo tan español que se tuvo en colonizarla,<br />

hicieron que no se aprovechare absolutamente de aquel elemento genuinamente americano para<br />

que, completado con la ciencia y experiencia del arte civilizado europeo, diere frutos que hubieren<br />

podido constituir una verdadera revelación por lo nuevos y originales (1952: IV: 6).<br />

19) Bayón –con quien las autoras de este capítulo no están de acuerdo, al menos en este punto– le concede ese mérito<br />

a Marco Dorta en Sociedad y arquitectura colonial sudamericana, España, Ed. Gustavo Gili, 1974, p. 41.


48 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

A partir de Navarro se inauguró lo que fue una larga discusión académica con respecto<br />

a <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>: determinar el parentesco estético del monumento con sus posibles<br />

similares europeos.<br />

Marco Dorta, responsable de los capítulos 11 al 17 del Tomo I de la Historia del Arte<br />

Hispanoamericano, de Angulo Íñiguez, define a la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> como «templo<br />

esencialmente mudéjar», aunque también «encuentra (...) patente el influjo del arte flamenco»<br />

(1945: I: 598).<br />

En la búsqueda incesante de los orígenes estilísticos de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, no se pasó por<br />

alto la reflexión sobre una posible influencia del gótico. Si Navarro vio «decoraciones propias<br />

del gótico» en «los doseletes donde se encuentran colocadas las estatuas que adornan<br />

el segundo cuerpo» de la fachada fraciscana (1929: 214), Dorta la encontró en la iglesia «en<br />

los arcos apuntados que forman el crucero» (1945: 599).<br />

Pero, sin duda, fue Jacinto Jijón y Caamaño quien más resaltó su influjo al reconocerlo<br />

no solo en los arcos del crucero sino «en el trazo de la planta y la proporción de la<br />

ancha nave central con respecto a las angostas laterales...» (1976: 10). A pesar de que esta<br />

observación (en lo que respecta a la planta) es hoy insostenible, este autor tiene el mérito<br />

de haber buscado no solo en los elementos decorativos, sino en la organización espacial<br />

(aspecto casi siempre olvidado por la historiografía tradicional) la explicación de los orígenes<br />

estéticos de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Sin embargo, en las últimas décadas la opinión generalizada entre los historiadores<br />

del arte es que <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> «ofrece un repertorio interesante para caracterizar el manierismo<br />

como transición al barroco» (Vargas: 1982: 35).<br />

El origen de esta propuesta se remonta en realidad a la obra de Angulo Íñiguez quien,<br />

tal como lo advirtieron José de Mesa y Teresa Gisbert, fue el primero en mostrar el influjo<br />

de Serlio en la arquitectura hispanoamericana (1983: 68).<br />

El mismo Dorta detectó la presencia de ciertos elementos manieristas en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>,<br />

aunque sin haber desarrollado una reflexión sistemática al respecto. Según <strong>San</strong>tiago<br />

Sebastián «el ilustre historiador (Dorta) notó la vinculación de la portada que comunica al<br />

Claustro con la capilla de Villacís a las portadas de ‘obra rústica’ de Serlio» (1964:116).<br />

En la crítica arquitectónica el uso del término manierismo atravesó por distintas fases,<br />

la primera poco favorable: se acusaba a Serlio (considerado el teórico del manierismo)<br />

de haberse «alejado de las normas lógicas de la naturaleza», que habían sido la fuente de<br />

inspiración de la arquitectura clásica.<br />

Así, solo a principios de siglo se inicia una «revalorización del manierismo arquitectónico<br />

como movimiento estilístico en sí mismo», que desembocará en «un intento de<br />

reducir la aceptación de formas que denote hechos arquitectónicos específicos y no solo<br />

un clima de conjunto» (Battisti: 1984: 150).<br />

Un buen ejemplo son los trabajos de <strong>San</strong>tiago Sebastián, Teresa Gisbert y José de<br />

Mesa 20 , quienes además fueron los primeros en sugerir la influencia del manierismo en el<br />

20) Véase de <strong>San</strong>tiago Sebastián La ornamentación arquitectónica en Nueva Granada, Tunja, 1966; «La influencia<br />

italiana en la arquitectura de Bogotá», en Archivo Español de Arte, 152, Madrid, (1956), pp. 321-326; «La huella<br />

italiana en la arquitectura colonial de Colombia y Ecuador», en Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y<br />

Estéticas, Universidad Central de Venzuela, Caracas, Nro. 12 (noviembre, 1971), pp. 45-75; «Notas sobre la arqui-


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 49<br />

Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de acuerdo a la nueva interpretación del término.<br />

Para Gisbert y Mesa «el templo de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> es uno de los monumentos más<br />

inspirados en el manierismo italiano y en el orden denominado rústico toscano» (1983:<br />

68). Idea que la comparte Sebastián al afirmar que «la huella de Serlio» es evidente en <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong>, a tal punto que constituyó «el principal centro manierista de Quito» (1964).<br />

Es ya un hecho demostrado que durante la época colonial los tratados de arquitectura<br />

sirvieron de fuente de inspiración a arquitectos y alarifes de obras. Analizando el contenido<br />

del Tercero y cuarto libro de arquitectura, de Serlio, traducido por <strong>Francisco</strong> Villalpando<br />

y editado en Toledo en 1552 21 , estos autores fundamentaron el carácter manierista<br />

del Convento franciscano en el parentesco formal de algunos de sus elementos con ciertos<br />

modelos que aparecen en la obra.<br />

Planteada de esta manera la cuestión, y en ese marco, estimamos que es posible «proclamar<br />

la americanicidad» de la arquitectura hispanoamericana. El presente trabajo, entonces,<br />

se ha desarrollado bajo el enunciado propuesto.<br />

Por lo tanto, era importante el estudio tanto de los aspectos consubstanciales al proceso<br />

constructivo (mano de obra, sitio, materiales y técnicas de construcción, financiamiento),<br />

de cuya resolución dependen siempre los resultados arquitectónicos, como de<br />

los que indirectamente afectan al mismo y están relacionados con el contexto socio-cultural<br />

más general.<br />

En virtud de su temporalidad la estructura del trabajo se pensó en los siguientes<br />

términos:<br />

a) Edificación del Convento e iglesia de <strong>San</strong> Pablo de Quito: 1535-1650 22 . Es decir,<br />

desde el establecimiento de la Orden en Quito hasta que se terminó de construir la caja<br />

muraria envolvente de todo el conjunto conventual. El estudio de este período está presidido<br />

por una breve reflexión sobre el papel que la religión cumplió en la Conquista de<br />

América.<br />

b) Ornamentación interna y complementación arquitectónica menor: 1651-1755.<br />

Durante estos años el auge y consolidación de la Orden se reflejó en el aumento de los<br />

bienes artísticos del Convento máximo. Su esplendor, sin embargo, se vio seriamente afectado<br />

a consecuencia del terremoto de 1755 que, entre otras cosas, destruyó el artesonado<br />

mudéjar de la nave principal de la iglesia.<br />

tectura manierista en Quito», en Boletín del..., Nro. 1 (enero, 1964), pp. 113-120; «La influencia de los modelos<br />

ornamentales de Serlio en Hispanoamérica», en Boletín del..., Nro. 25 (diciembre, 1983), pp. 30-67.<br />

De Teresa Gisbert y José de Mesa, «La iglesia de las Carmelitas de Cochabamba», en Anales del Instituto de Arte<br />

Americano e Investigaciones Estéticas, 7, Buenos Aires, 1954; «El Convento de Capuchinos en Antigua, Guatemala»,<br />

en Anales del..., 16, Buenos Aires. 1963: «Un diseño de Bramante realizado en Quito». En Boletín del..., Nro. 25<br />

(diciembre, 1983), pp. 68-73. Este artículo, tal como lo indican los autores, es la reimpresión revisada y aumentada<br />

de uno publicado en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, I, 1961.<br />

21) Un estudio prolijo acerca de la forma como se difundió el Tratado de Serlio en Hispanoamérica véase en <strong>San</strong>tiago<br />

Sebastián «La influencia de los modelos ornamentales de Serlio en hispanoamérica», Boletín del Centro de Investigaciones<br />

Históricas y Estéticas, Caracas, Nro. 25 (diciembre, 1983).<br />

22) Con este nombre se fundó el Convento y se le conoció así hasta las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XIX.


52 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

c) Período de reconstrucción arquitectónica: 1756-1809. A pesar de la secularización<br />

de las doctrinas que provocó una considerable disminución de los fondos de la Provincia,<br />

los franciscanos dedicaron un enorme esfuerzo a la reconstrucción de las dependencias<br />

conventuales. A propósito de esto se produjo una redefinición estética del interior<br />

de la iglesia al colocar en la nave principal un artesonado de factura barroca que no atentó<br />

contra la armonía estética de todo el conjunto.<br />

d) Crisis institucional y extirpación de espacios: 1810-1894. Una profunda crisis de<br />

valores atravesó la Orden durante estos años. Los franciscanos se vieron forzados a ceder<br />

grandes áreas del Convento máximo, lo que provocó la desestructuración funcional de<br />

éstas. Sin embargo, en las áreas que se mantuvieron bajo su control persisten las formas<br />

tradicionales de organización.<br />

e) Nuevo uso de espacios y modernidad: 1895-1960. Pese a que <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> ha<br />

conservado casi inalterablemente su estructura física, en esta etapa ocurrieron cambios<br />

vinculados a la aplicación y uso de nuevas técnicas y materiales de construcción al momento<br />

de las intervenciones.<br />

Debido a la modernización de la infraestructura urbana de la ciudad, las instalaciones<br />

conventuales se beneficiaron de los servicios de luz eléctrica, agua potable, alcantarillado<br />

y teléfono.<br />

Por otro lado, con la instalación de nuevas dependencias (museo, imprenta, teatro,<br />

radio, establecimiento privado de educación) se produjo una readecuación funcional de<br />

su estructura espacial que, paulatinamente, se fue haciendo más pública.<br />

En razón de la premisa general de la investigación y la necesidad de apoyar a la tarea<br />

de restauración arquitectónica con datos puntuales, se emprendió en una búsqueda<br />

minuciosa y recolección de fuentes documentales. En este aspecto la mayor dificultad fue<br />

no contar con información sistematizada en el Archivo General de la Orden Franciscana<br />

—que constituía el principal repositorio documental— sobre el período comprendido entre<br />

1535 y finales del siglo XVII. A fin de llenar este vacío se revisaron fondos pertinentes de<br />

archivos nacionales y también extranjeros como los Archivos General de Indias de Sevilla<br />

y Franciscano de Lima.<br />

Para los períodos posteriores, los libros y cuadernos de cuentas de la Provincia y la guardianía<br />

constituyeron una de las fuentes básicas de información. Ello permitió utilizar datos<br />

seriados sobre aspectos concernientes a mano de obra, costos, materiales de construcción,<br />

que se utilizaban periódicamente en el mantenimiento y las reconstrucciones del Convento.<br />

Por lo demás, el documento más importante fue, sin duda alguna, el mismo Convento<br />

de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, testimonio visible al que recurrimos innumerables veces.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 53<br />

Evangelización y arquitectura religiosa<br />

Durante el proceso de conquista y colonización, como es lógico, participaron varios sectores y<br />

la «conquista espiritual» involucró, de una u otra manera, a todos ellos. No podemos negar, por<br />

ejemplo, la acusada religiosidad del conquistador, quien, sin embargo, escudándose en ella,<br />

cometió grandes desafueros contra lo que se opusiera a sus afanes de riqueza y fama.<br />

La encomienda fue la máxima recompensa a la que el conquistador pudo aspirar en<br />

América. A través de ella el encomendero estuvo obligado a «cuidar de la instrucción religiosa<br />

de los indígenas con los auxilios del cura doctrinero» 23 .<br />

Cuando la encomienda como institución entró en crisis y cuando el encomendero se<br />

mostró incapaz de ejercer con eficacia la tarea de evangelización a él encomendada, ésta<br />

fue asumida directamente por el clero. En este sentido, las órdenes religiosas jugaron un<br />

papel fundamental, pues una larga tradición de formación misional explica, entre otras<br />

razones, la confianza que la corona depositó en ellas.<br />

Indudablemente, el proyecto religioso del Estado español en América reclamaba una<br />

enorme infraestructura y a la corona le correspondió la edificación y sostenimiento de iglesias<br />

y conventos. Paulatinamente, a lo largo de sus vastas regiones se fueron construyendo<br />

ermitas, iglesias, conventos, monasterios y recoletas que, más allá de su interés estético, dan<br />

cuenta de la enorme influencia que la religión ejerció sobre la vida colonial americana.<br />

En Quito el desarrollo arquitectónico fue notable desde el siglo XVI, y su aspecto<br />

físico, en buena parte, estuvo determinado por la construcción de los grandes edificios<br />

religiosos, que contrastaron notablemente con la arquitectura civil de características sencillas,<br />

constituyendo el Convento e Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> dos de las expresiones arquitectónicas<br />

más representativas del período colonial quiteño.<br />

Para su estudio fue oportuno, en primer lugar, abordar las circunstancias que rodearon<br />

el establecimiento de la Orden Franciscana en Quito y el proyecto religioso que sustentó su<br />

actividad. Solo su reflexión va a permitir aproximar respuestas al profundo significado que<br />

encierra su arquitectura.<br />

El conjunto conventual franciscano: 1534-1650<br />

El Solar: su significado<br />

Quito, en la época preincaica —como lo ha demostrado Frank Salomón—, constituyó el centro<br />

de una compleja red vial al que confluían tres rutas que venían del norte y del sur, y un estratégico<br />

punto geográfico de intercambio comercial que tenía lugar en el tianguez o mercado indígena,<br />

organizado políticamente bajo la forma de una llajta. Durante el mandato inca, a pesar<br />

de que hubo el proyecto de un segundo Cusco, todo hace suponer que se convirtió en un centro<br />

militar, administrativo y ceremonial que no había superado «su función de campamento» 24 .<br />

23) J. M. Ots Capdequi, El estado español en las indias, México, Fondo de Cultura Económica, 1976, p. 26<br />

24) Frank Salomón, Los señores étnicos de Quito en la época de los Incas, Nro. 10, Colección Pendoneros. Editorial


54 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

El centro inca estuvo localizado en el Anan, al sur, en el barrio de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>-<strong>San</strong><br />

Sebastián, lugar de la casa de Atahualpa y de residencia de su hijo El Auqui, <strong>Francisco</strong><br />

Autachi. «Allí se encontraban (además) el tianguez o mercado indígena de raíz local, las<br />

casas de los mindalaes y las residencias de caciques locales». Es que las diversas élites de<br />

las llajtakuna, vecinas al recinto inca, localizadas al norte y sur, bordeando en su mayoría<br />

las estribaciones de la cordillera occidental, fueron incorporadas al recinto inca con fines<br />

de control político 25 .<br />

Con la llegada de los españoles a Quito fueron aprovechadas y paulatinamente alteradas<br />

las formas de organización de la sociedad nativa. Los españoles por razones estratégicas<br />

se asentaron en el recinto aborigen, imitando el ejemplo de los incas que por la misma<br />

causa escogieron un lugar de topografía accidentada que les protegía naturalmente de<br />

eventuales amenazas externas. El ordenamiento físico de la ciudad, a pesar de las dificultades<br />

topográficas, se delineó de acuerdo al «plano ideal de regularidad del damero», cuyo<br />

eje físico espacial constituyó la Plaza Mayor 26 .<br />

En la traza urbana el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se ubicó a tres cuadras de ésta, justamente<br />

en el límite entre el Anan y Urin del Quito incaico. A partir de este punto, hacia<br />

el sur —hasta el Panecillo— se encontraba el centro del recinto inca: por la Plaza de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong> pasaba uno de los caminos de la red vial de Chinchasuyu, y ya para la época<br />

hispánica, en la Plaza de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se reubicó el mercado indígena, de acuerdo a una<br />

tradición hispánica de situar los mercados cerca de las iglesias, pero conservando en este<br />

sitio, a la vez, la tradición aborigen de un «lugar central» para feriar sus productos 27 . De<br />

esta manera, <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> pasó a convertirse en otro importante referente espacial de la<br />

ciudad, compitiendo en este sentido con la Plaza Mayor.<br />

La ubicación estratégica de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, sumada al hecho de que el Convento se construyó<br />

sobre «las casas de los capitanes más poderosos del inca» 28 , permite advertir que la elección<br />

del sitio para la construcción del Convento obedeció no solo a razones de orden funcional,<br />

sino también de orden simbólico, conjugándose en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> la concepción clásica<br />

y renacentista con respecto a su situación local: por un lado posibilitaba, con fines de adoctrinamiento,<br />

una relación más cercana con el núcleo de población aborigen y con sus élites y,<br />

por otro lado, la construcción del Convento sobre un edificio inca, que puede ser interpretada<br />

como una forma de imposición cultural, semejante a la práctica usual, en México y el Perú, de<br />

levantar iglesias sobre templos o edificios sagrados de los nativos.<br />

Ya desde un punto de vista más práctico, la situación del solar (en las laderas del Pichincha)<br />

reportó a los franciscanos diversos beneficios materiales: del volcán obtuvieron,<br />

de manera relativamente sencilla, la piedra y la cal para la construcción del Convento; así<br />

Gallocapitán, Otavalo, 1980.<br />

25) Ibíd, p. 261.<br />

26) Rosemarie Terán Najas, Factores dinámicos en el desarrollo urbano de Quito colonial, inédito, 1991.<br />

27) Frank Salomón, Los señores étnicos..., op. cit. pp. 157-159.<br />

28) Fernando de Cozar, Crónica..., op. cit. Precisamente esta cita es utilizada por Salomón como importante evidencia<br />

documental para determinar la ubicación del recinto inca en el barrio de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>-<strong>San</strong> Sebastián. Testimonio<br />

escrito que en el marco del proyecto de Restauración de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> ha sido sometido a la correspondiente<br />

demostración arqueológica, cuyos resultados todavía no se conocen.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 55<br />

como el agua indispensable para abastecer las necesidades vitales de la comunidad.<br />

Ahora bien, en virtud del ordenamiento físico de la ciudad el Cabildo, en principio,<br />

señaló a los franciscanos un área de terreno que equivalía a dos manzanas, cada una de<br />

220 pies de longitud. Sin embargo, en 1538, tras adjudicaciones sucesivas del mismo Cabildo,<br />

alcanzó una superficie de más de tres hectáreas.<br />

En 1533, sus límites, tanto al norte como al sur, coincidían con los de la Plaza de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong>, con lo que el solar quedaba, para entonces, frente con frente a la Plaza sin excederse<br />

a ninguno de sus costados (hacia el occidente debió llegar hasta el actual coristado).<br />

Cuando en 1537 fray Jodoco pidió al Cabildo que confirme su concesión (ya que hasta abril<br />

de ese año había entregado a los vecinos de la ciudad solares sin derecho de propiedad total<br />

sobre estos) 29 , al mismo tiempo solicitó la entrega, por un lado, de unas tierras para los<br />

indios yanaconas que servían al Convento y, por otro lado, un pedazo más de tierra para<br />

éste: deducimos que iba desde el coristado hasta la actual calle Imbabura.<br />

En 1538 el solar se extendió hacia el norte; es decir, desde el Claustro Principal hasta<br />

las actuales dependencias de la Policía. En esta ocasión, fray Pedro Gocial solicitó a los<br />

«señores del Cabildo le hagan merced de un pedazo de tierra para huerta para metello<br />

(por meterlo) en la casa de san francisco porque haze un giron la tierra e porque vaya<br />

derecho» 30 . Una calle de oriente a occidente —que conservaba el ritmo de la cuadrícula<br />

de damero y prolongación de la actual Sucre— dividía el Convento de la huerta; esta calle<br />

debió haberse cerrado definitivamente a mediados del siglo XVII, a propósito de la construcción<br />

de los dos Claustros contiguos al Principal.<br />

El proceso constructivo<br />

Un complejo proceso de edificaciones, transformaciones y añadidos configuraron la actual<br />

fisonomía arquitectónica de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, cuyos rasgos más sobresalientes se han<br />

conservado prácticamente inalterables. Se inició en 1535 con la edificación de la iglesia y<br />

vivienda provisional de los religiosos, y se concluyó en la década de 1650 con la construcción<br />

del segundo y tercer Claustros al norte del conjunto conventual y adyacentes al Principal,<br />

cerrándose de esta manera el más importante período de la historia arquitectónica<br />

de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

A lo largo de estos años, la construcción del Convento se fue haciendo por etapas.<br />

La primera corresponde a la de la edificación provisional que, en concomitancia con el<br />

carácter emergente de la arquitectura quiteña de los primeros años de la Colonia, las edificaciones<br />

de adobe y paja —características de la arquitectura aborigen—, representaron<br />

una eficaz y rápida solución habitacional para religiosos y seculares avecindados en la<br />

ciudad.<br />

La edificación definitiva del Convento, que marca el inicio de la segunda etapa, solo<br />

comenzó veinte años después del establecimiento de los franciscanos en Quito. Diversas<br />

razones pueden explicar este hecho: la situación todavía precaria de los Frailes Menores,<br />

29) Ricardo Descalzi, La Real Audiencia de Quito. Claustro en los Andes, Vol. I, Siglo XVI, España, Seix y Barral, 1978.<br />

30) AM/Q Libro de Cabildos, Tomo I, gf. 124, Quito, 17 de junio, 1538.


56 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

las condiciones arquitectónicas desventajosas que presentaba Quito (por ejemplo, ausencia<br />

de mano de obra calificada, falta de materiales de construcción, etc) 31 y los ingresos<br />

escasos de la Orden, provenientes en su mayoría de la limosna piadosa; a pesar de que<br />

la corona, mediante una Cédula Real había señalado, en 1552, que de las Cajas Reales se<br />

entregue para la construcción de los conventos franciscanos una suma correspondiente a<br />

la tercera parte de su costo total.<br />

En 1555, de acuerdo a una Provisión Real, se mandó que los oficiales reales den a los<br />

franciscanos la suma de 1 500 pesos de oro para que reparen el «techo pajizo» de la iglesia<br />

provisional, que poco tiempo atrás se había caído, a fin de que «no se dexe de celebrar en<br />

ella el culto divino» 32 .<br />

Sin embargo, independientemente de esa orden —que se hizo efectiva recién en 1564—,<br />

a partir de ese mismo año y hasta 1567 los franciscanos recibieron la suma de 1 632 pesos, en<br />

este caso, para la construcción definitiva de la iglesia. En ese mismo año se terminó de construir<br />

su caja muraria envolvente que, de todas las dependencias conventuales, fue la primera<br />

en edificarse.<br />

En realidad, la construcción de la casa o Claustro Principal, seguramente, comenzó<br />

muy poco tiempo después; en la Descripción de la ciudad de Quito del arcediano Pedro Rodríguez<br />

de Aguayo, escrita a finales de la década de 1560, el cronista se refiere al Convento<br />

franciscano como de «bien labrado, con buena iglesia de piedra y la casa comenzada 33 . Y<br />

ya en 1572, fray Pedro de la Peña decía que en Quito «ay un monasterios de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

muy bien modificado de yglesia y casa a donde rreside la mayor parte del tiempo fray Marcos<br />

Jofre provincial y el guardián (...) fray Antonio Jurado» 34 .<br />

Para ese año se encontraba levantada la primera de las cuatro galerías del Claustro<br />

Principal, esto es la galería del dormitorio o de las celdas de los religiosos, seguramente la de<br />

su lado oriental. Y es que la comunicación directa desde las celdas con el coro, adonde los religiosos<br />

debían acudir varias veces al día a orar y la necesidad de crear un ambiente de clausura<br />

interior, debieron condicionar el inicio de la construcción del Claustro por ese lado.<br />

Siguiendo con la secuencia cronológica de la construcción, la descripción del Convento<br />

en 1583 de Toribio de Ortiguera ilustra perfectamente el estado arquitectónico en<br />

que se encontraba para ese año:<br />

... un Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> con uno de los mejores templos del reino, y gran Claustro, y otro<br />

31) Recién el 14 de abril de 1551 Rodrigo Núñez de Bonilla solicitaba al Cabildo abrir una calle hacia la cantera del<br />

Pichincha (que hasta ahora se conoce como la calle de la Cantera) para poder traer la piedra necesaria para las<br />

construcciones (Ricardo Descalzi. La Real Audiencia... op. cit., p. 168). Con respecto a la mano de obra en la Relación<br />

Anónima de la Ciudad de Quito de 1573, el cronista evidencia esa falta al referirse a las casas del Ayuntamiento<br />

como de «poco edificio y malo, porque se labraron al principio que se pobló la tierra, donde no había la<br />

comodidad de oficiales que hoy hay. Suelo hay en que se puede edificar: no se ha hecho, por los pocos propios<br />

que la ciudad tiene». Anónimo, «La Cibdad de <strong>San</strong>t Francisdo de Quito 1573», en Relaciones Geográficas de Indias,<br />

Tomo III, Imprenta de los Hijos de M.G. Hernández, Madrid, 1897.<br />

32) AM/Q Provisión real por la que se ordena terminar la obra de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, Oficios o Cartas,<br />

Vol. V, Quito, 7 de febrero de 1567, pp. 363-364.<br />

33) «Descripción de la ciudad de Quito y vecindad de ella, por el Arcediano de su iglesia, licenciado Pedro Rodríguez<br />

de Aguayo», en Relaciones Geográficas de Indias, Tomo III, p. 609.<br />

34) AGI, Escribanía de Cámara, 912 A, Informe del Obispo de Quito Fr. Pedro de la Peña al Rey, 1572.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 57<br />

algo menor, todo de cal y canto y ladrillo, con la techumbre de la iglesia de cedro, enlazada como la<br />

iglesia mayor. Ricas portadas de cantería, y lindos y adornados retablos y muchas capillas de caballeros<br />

vecinos y conquistadores de aquella tierra, dorados los artesones de la capilla mayor y coro,<br />

con un recibimiento y plaza de gran majestad, con jardines, huertos y fuentes que le dan mucho<br />

lustre: que en España, en pueblos de buena con mucha anchura 35 .<br />

En definitiva, tenemos que en un lapso de treinta años —entre 1555 y 1583— se construyeron<br />

la iglesia, el Claustro Principal y otro más pequeño, conocido con el nombre de<br />

Claustro de Servicios, junto al primero por el lado occidental, que, descritos en su conjunto,<br />

ya dan cuenta del carácter monumental de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, clara expresión del poder<br />

religioso y social que la Orden alcanzó durante el siglo XVI.<br />

La actividad misionera y doctrinal de los franciscanos, sin embargo, determinó, por<br />

la misma época, la introducción en ese esquema de dos dependencias más: el Colegio de<br />

<strong>San</strong> Andrés fundado en 1552 con el nombre de Colegio de <strong>San</strong> Juan Evangelista 36 y la capilla<br />

de la Cofradía de la Veracruz de Naturales.<br />

Creemos que, dadas las circunstancias iniciales, el Colegio <strong>San</strong> Andrés debió haber<br />

funcionado en una construcción provisional hecha ex profeso. Sin embargo, para 1572 ya<br />

se componía de un Claustro y una iglesia, al lado sur del conjunto conventual.<br />

En cambio, la capilla de la Cofradía de la Veracruz de Naturales no es otra que la Capilla<br />

de Cantuña, que dio lugar a la famosa leyenda sobre el indio Cantuña (del que proviene<br />

su nombre) y que fue narrada por primera vez por el padre Juan de Velasco en su Historia<br />

del Reino de Quito 37 . De acuerdo a una probanza de los indios de la Veracruz de Naturales 38 ,<br />

esta capilla fue hecha por los propios indígenas cofrades, quienes comenzaron su construcción<br />

poco antes de 1581. A finales del siglo XVII los derechos sobre el uso de la capilla<br />

fueron traspasados a la Tercera Orden Franciscana y a la Cofradía de la Virgen de los Dolores,<br />

que había despertado para entonces una enorme devoción entre la feligresía quiteña.<br />

Para la segunda mitad del siglo XVIII, la actividad constructiva se desplegó en tres<br />

frentes: complementación de trabajos en la iglesia, que determinaron cambios cualitativos<br />

en su configuración; adecuación de nuevas dependencias en los Claustros existentes<br />

y la edificación de tres Claustros más (el llamado de la sacristía, el segundo y tercero, junto<br />

al Principal).<br />

De esta visión del proceso se podría decir que su construcción no dependió de un<br />

plan arquitectónico unitario, ya que sus diferentes partes se fueron haciendo paulatinamente<br />

en conexión con ciertos acontecimientos. Sin embargo, llama la atención que, a<br />

pesar de ello, se logró crear un todo armónico y articulado de masas.<br />

35) Toribio de Ortiguera, «Jornada del Río Marañón con todo lo acaecido en ella, y otras cosas notables dignas de ser<br />

sabidas, acaecidas en las Indias Occidentales», en M. Serrano y <strong>San</strong>z, Historia de Indias, Tomo II de la Biblioteca<br />

de Autores Españoles, Madrid, 1909, p. 326.<br />

36) AGI, Quito, 46, [Probanza hecha a pedimento del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito], Quito, 8 de julio de 1557, f.3.<br />

37) Juan de Velasco, Historia del Reino de Quito, II, Biblioteca de Autores Ecuatorianos, Guayaquil, Ariel, s.a., pp. 123-<br />

126.<br />

38) ABC/Q. Audiencia de Quito, Nro. 23. Tira 10. «Los diputados de la Veracruz de la ciudad de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito,<br />

sobre que se haga merced a la cofradía della de alguna limosna y gracias», Quito, 20 de febrero, 1587.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 59<br />

La organización del espacio<br />

Si se hace un análisis puntual de su ambiente arquitectónico, se va a notar que en <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong> pervivió la tipología clásica de los monasterios medievales. En esto la distribución<br />

espacial partía de la iglesia, su eje rector, y desde allí se abrían las galerías claustrales<br />

en donde normalmente se distribuían las celdas, el refectorio, la sala capitular, la bodega y<br />

el locutorio. La forma definitiva era el patio cuadrangular, con sus respectivas cuatro pandas<br />

o galerías, «contribuyendo, las principales, a denominar su panda respectiva: panda<br />

de la sala capitular, panda del refectorio, panda de conversos, panda del mandatum» 39 .<br />

Este esquema espacial se transformó a partir del aparecimiento de las Órdenes Mendicantes<br />

en el siglo XII, debido a la actividad apostólica de los religiosos que exigía el contacto<br />

de estos con el mundo exterior. Así, zonas que en los monasterios no daban acceso<br />

a los laicos, en los conventos mendicantes se hicieron públicas (iglesia y Atrio) y semipúblicas<br />

(refectorio y coro). Además, ya no fueron necesarias áreas dedicadas a oficios y<br />

cuadras; localizadas éstas en regiones urbanas, las ciudades les abastecían de vituallas y<br />

de los servicios indispensables 40 .<br />

Si comparamos el esquema clásico de un monasterio con el plano de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>,<br />

podemos notar claramente que los criterios fundamentales de organización espacial que<br />

sustentaban al primero, se han mantenido en el segundo.<br />

La iglesia en el caso de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> constituye, igualmente, el centro de ese orden.<br />

A partir de ella se proyectan las cuatro galerías claustrales, todas del mismo tamaño, en las<br />

que se han conservado, por lo menos, dos elementos de los monasterios de la Edad Media:<br />

el refectorio y el dormitorio. Sin embargo, no se ha destinado ninguna panda a la sala<br />

capitular, que en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> nunca existió. En realidad no se puede conocer con exactitud<br />

qué otras dependencias se distribuyeron alrededor de las cuatro crujías claustrales<br />

y dónde estuvieron localizadas. Sin embargo, de acuerdo a fray Fernando de Cozar, para<br />

época más tardía (1647) en el Claustro estaban la sala De Profundis y el refectorio (G1), la<br />

biblioteca y aulas de arte y teología (G2), la portería y una pequeña iglesia con sacristía<br />

(G3). La galería adyacente de la iglesia, el mandatum (G4), debió haber tenido bancas para<br />

lectura, en atención a las normas antiguas de organización espacial.<br />

Para acceder a la parte alta del Claustro se tenían dos escaleras. Una que conducía<br />

al coro y a las celdas de los franciscanos; es decir, a las galerías altas 1 y 2; y otra que conducía<br />

a las galerías altas 3 y 4. La escalera al coro era, como hasta ahora, la principal. De<br />

acuerdo a la descripción de Cozar, es un espacio que rebasó sus funciones específicas:<br />

significativamente, se colocó en ésta un altar dedicado a <strong>San</strong> Joseph; en donde inclusive<br />

se decía misa. Cubiertas las paredes con tres lienzos (aunque no todavía el gran cuadro de<br />

la genealogía franciscana) y revestida su artesa con un «rico zaquizamí», término que el<br />

autor utiliza como sinónimo de artesonado, nos da la idea de la importancia que tuvo esta<br />

área. Se puede creer, por lo tanto, que de esa época es la escalera renacentista que se ha<br />

conservado hasta ahora.<br />

39) Isidro Bango, El monasterio medieval, Madrid, Grupo Anaya, 1990.<br />

40) Isidro Bango, op. cit.


60 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Pero, igualmente, la compleja red de dependencias que se organizó a su interior recreó<br />

un microcosmos propio y autosuficiente, similar al de los monasterios medievales.<br />

Como en estos, en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, a más de las dependencias básicas, tenemos las dedicadas<br />

a salud, educación, oficios, huerta e inclusive una cárcel (para mantener la estricta<br />

disciplina conventual); la cocina, la enfermería y la botica funcionaban en el Claustro de<br />

Servicios.<br />

El eficaz sistema de suministro de agua con que contaba —que, de acuerdo a la misma<br />

tradición medieval, consistió en un canal que, en este caso, desde una de las vertientes<br />

del Pichincha, Las Llagas, conducía el agua hasta las pilas en los patios de los Claustros<br />

Principal y de Servicios—, fue aprovechado, a la vez, para la distribución del líquido elemento<br />

a una buena parte de la ciudad.<br />

Por lo señalado, se puede afirmar que el esquema arquitectónico de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se<br />

arregló conforme a los principios de organización espacial de los monasterios medievales,<br />

en donde los espacios públicos tuvieron enorme importancia.<br />

En este sentido, el Atrio 41 merece especial atención, más allá del justo interés estético<br />

que ha despertado entre los historiadores del arte. En él se ha detectado la presencia de<br />

una estructura espacial típica del siglo XVI, se trata de una capilla abierta e integrada a<br />

éste, que funcionaba como nave al aire libre y de forma provisional, y servía para que el<br />

altar y el oficiante estén protegidos mientras los feligreses permanecían en el exterior.<br />

Pero en el Atrio de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> no solo se llevó a cabo la enseñanza de la doctrina<br />

cristiana, la predicación, la administración de sacramentos, sino, además, procesiones,<br />

rituales y liturgias que incluían la danza y la representación teatral.<br />

A todo ello, hay que añadir el hecho de que el Atrio sirvió también de cementerio<br />

para indígenas, cuyos cuerpos, en algunos casos, eran traídos de las comarcas cercanas a<br />

la ciudad de Quito a ser enterrados allí.<br />

Cuando el Convento de Quito dejó de servir de «cabecera de doctrina», a propósito<br />

de la política reguladora de fray Pedro de la Peña tendiente a reforzar la organización<br />

eclesiástica de la Audiencia de Quito, las áreas conventuales al servicio de los indígenas se<br />

destinaron, paulatinamente, a otras funciones o se dieron en uso a otros sectores sociales,<br />

con los cuales la Orden se vio precisada a establecer nuevas alianzas de poder, justamente<br />

en un momento en el que el liderazgo de los españoles se impuso sobre el resto de sectores<br />

de la sociedad colonial. 42<br />

En definitiva, para mediados del siglo XVII se tiene, por un lado, que el Colegio <strong>San</strong><br />

Andrés, cuya capilla ya se había dado antes a la Cofradía de la Veracruz de Españoles 43 , se<br />

transformó definitivamente en el Colegio de <strong>San</strong> Buenaventura (1655) para la enseñanza<br />

41) Este gran espacio abierto, rectangular, de 95 metros de largo por 12 de ancho, se desplaza a lo largo del conjunto<br />

conventual sobre una plataforma de 14 metros de altura. Tiene un pretil o pasamano que se interrumpe en el centro<br />

en donde está la escalera cóncava-convexa, copia de un diseño de Bramante recogido y publicado por Serlio,<br />

que sirve para acceder a él desde la enorme plaza franciscana.<br />

42) Frank Salomón, Crisis y transformación..., Ibíd.<br />

43) No sabemos exactamente cuándo. En todo caso en 1640 el Colegio <strong>San</strong> Andrés ya había dejado de funcionar, de<br />

allí que el mismo fray Fernando de Cozar en su Descripción de la iglesia... se refiere a este espacio conventual al<br />

describir el Atrio.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 61<br />

de los coristas. La Cofradía de la Veracruz de Naturales estaba venida a menos y a principios<br />

de siglo XVIII se extinguió totalmente, la capilla pasó a poder de la Tercera Orden y de<br />

la Cofradía de la Virgen de los Dolores.<br />

La iglesia Mayor<br />

A pesar de que en el terreno de la arquitectura religiosa el Estado español se opuso a su<br />

lujo ostentoso, las iglesias —especialmente en las áreas urbanas— se caracterizaron por el<br />

derroche decorativo, la riqueza ornamental y la abundancia de imágenes.<br />

Si en Europa la ostentación de la arquitectura religiosa fue producto de la reacción<br />

contra la austeridad protestante que los católicos defendían «como un elemento devocional<br />

y un justo homenaje a la presencia real de Cristo» 44 ; en América, el carácter fastuoso<br />

de la arquitectura barroca sirvió como excelente instrumento de adoctrinamiento de los<br />

indígenas, ya que se trata de una arquitectura persuasiva que intenta «provocar, a través de<br />

la suspensión de las facultades racionales, una adhesión de los fieles por vía sensorial» 45 .<br />

Sin embargo, en el caso de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> creemos que fue originalmente<br />

pensada con un sentido más espacial, propio de la arquitectura manierista, antes que con<br />

un apego al uso de los sofisticados juegos decorativos.<br />

Actualmente, los historiadores del Arte coinciden en afirmar que su planta evoca el<br />

modelo que Viñola utilizó en el Gesú de Roma. Esta planta manierista se presta excelentemente<br />

para la predicación, pues su espacialidad y disposición permiten una mejor audición<br />

a los asistentes y una mejor visibilidad a los oficiantes, que pueden ser vistos desde<br />

todos los puntos.<br />

Este tipo de plantas acusan una fuerte inclinación hacia lo longitudinal y se prestan por<br />

su tamaño a la realización de ceremonias religiosas masivas. Así, en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> la planta<br />

se compone de nave única, con capilla entre contrafuertes y circulación independiente, de<br />

tal manera que público y sacerdotes pueden moverse por ellas sin interrumpir a los que asisten<br />

a la misa en el altar mayor. Los brazos del crucero no se abren hacia el exterior, sino que<br />

se mantienen al interior; así, la iglesia forma un gran paralelepípedo. El crucero, a diferencia<br />

del modelo, no tiene cúpula sino que remata en un artesonado mudéjar. A los lados del altar<br />

mayor se han colocado dos capillas (la del Pilar de Zaragoza, a la izquierda, y la de Villacís,<br />

a la derecha), con lo que el presbiterio no es el único elemento en la cabecera del templo.<br />

El altar tiene enorme importancia. Elevado –de manera intencional– ligeramente sobre<br />

el resto de la iglesia, el efecto de supremacía con relación a los otros elementos es indudable.<br />

La luz que recibe a través de la cúpula es un excelente recurso al que se recurrió<br />

en los templos europeos para «crear una imagen misteriosa de lo divino». Aunque, en <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong>, las capillas a los lados no se mantienen en la penumbra sino que son iluminadas<br />

por la luz que se filtra a través de las cúpulas-linternas.<br />

Al igual que la planta, la escalera, la fachada y los muros de nártex acusan en su composición<br />

la influencia del manierismo, en particular del Tratado de Serlio que circulaba<br />

44) Fernando Checa y José Miguel Morán, El barroco, Madrid, Ediciones Istmo, 1985, p. 252.<br />

45) Ibíd.


62 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

desde mediados del siglo XVI en Quito. Pero, como lo expresa Damián Bayón, en el análisis<br />

del conjunto, los resultados, en ningún caso, pueden ser iguales al modelo. En el crucero<br />

los arcos ojivales asentados sobre las cuatro columnas indican la pervivencia de elementos<br />

góticos que han dado lugar a cambios en la forma, pero que se funden con la planta<br />

manierista de una forma muy interesante, produciendo una simbiosis armónica de estilos.<br />

El artesonado mudéjar, elemento peninsular que cubría totalmente la techumbre de<br />

la iglesia (coro, nave central y crucero), debió producir esa tensión dialéctica entre espacio<br />

y envolvente.<br />

Pero el clima de lujo y brillantez que reflejan actualmente los retablos dorados, la<br />

abundancia decorativa de los muros, es un fenómeno posterior que se inició, seguramente,<br />

con las primeras décadas barrocas en España (1600).<br />

En este sentido, hay que considerar la incidencia que tuvo sobre la decoración la antigua<br />

costumbre europea trasladada a América de ceder las capillas a particulares a cambio<br />

de donativos —casi siempre en forma de capellanías—, entregándoles derechos exclusivos<br />

sobre su uso, lo que convertía al particular en su virtual propietario, y por supuesto<br />

dándole entre estos derechos el de decorarlo a su manera. Este sistema debió condicionar<br />

el lenguaje artístico e iconográfico de la iglesia, dependiendo en un caso del gusto estético<br />

de unos cuantos particulares, y en otro, de sus devociones.<br />

Con relación al altar mayor, su construcción definitiva se inició en 1619 y terminó en 1625.<br />

Luego, con la introducción de los grandes retablos arquitectónicos y la superabundancia decorativa<br />

en otros elementos, se hizo presente en la iglesia el lenguaje barroco de la Contrarreforma,<br />

de cuyo espíritu se impregnó el pensamiento teológico quiteño a partir del Concilio de Trento.<br />

Aunque no se tiene la documentación necesaria para establecer de forma precisa la<br />

dinámica iconográfica que caracterizó a este espacio conventual, se sabe que ya para la<br />

década de 1620 la distribución de capillas en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> había sufrido profundas modificaciones.<br />

Así, para 1630, se registraron en la iglesia las siguientes capillas: la de <strong>San</strong>ta<br />

Marta, de la Resurrección y <strong>San</strong>ta Ana, de la Limpia Concepción —al lado derecho del crucero—,<br />

la de <strong>San</strong>ta Catalina, que colinda con la de la Cofradía de <strong>San</strong> Antonio de Padua 46 , la<br />

de <strong>San</strong> Joan Bautista y la de la Cofradía de <strong>San</strong> Eloy Platero —establecida en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

en el año de 1585— cuya ubicación, como de la anterior, se desconoce.<br />

Entendida la iglesia como una estructura, cada parte participa, en cierta forma, del carácter<br />

excepcional y sagrado que otorgan los fieles al púlpito y el confesionario 47 .<br />

En América, la prédica fue uno de los métodos más utilizados para adoctrinar a los<br />

indígenas. En tal virtud, los púlpitos ocuparán en sus iglesias un lugar preferente y tendrán<br />

un enorme valor estético como elementos ornamentales, destacando por sus grandes dimensiones<br />

sobre el resto.<br />

De acuerdo a Marco Dorta, la construcción del púlpito en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> no es anterior<br />

a 1650; sin embargo, en el título de posesión de la capilla de la Limpia Concepción de<br />

Joan López de Galarza, de 1619, aparece mencionado como punto referencial en el señalamiento<br />

de linderos de la capilla.<br />

46) AGOFE/9-1 VI, Donación del negro Joseph... [para el servicio de la capilla de <strong>San</strong> Antonio], 16 de enero de 1632.<br />

47) José María Vargas, El arte ecuatoriano, Quito, 1960.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 65<br />

Considerado por los historiadores del arte como unos de sus elementos manieristas<br />

más destacados, está decorado con tres figuras que sostienen la tribuna, una cuarta que<br />

está colocada en el arranque de la escalera y una quinta que remata la barandilla.<br />

La Capilla de Cantuña<br />

Según habíamos visto, esta capilla originalmente perteneció a la Cofradía de la Veracruz de<br />

Naturales y fue de las primeras (o la primera) que se estableció en Quito. En 1536 ya aparece<br />

mencionada en el Primer Libro de Cabildos de la ciudad, de Diego Torres, a propósito<br />

de un señalamiento de tierras a favor de los caciques «que desde una cruz questa de aquel<br />

cabo de Señor <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> ques de la cofradía» 48 . Sin embargo, su institución formal se<br />

remonta al año 1588, según bula papal de Sixto V 49 .<br />

El tema de la Vera Cruz tiene un enorme valor simbólico, «tradicionalmente franciscano»,<br />

y está relacionado con la leyenda del madero que sirvió para construir la cruz en<br />

la que se crucificó a Cristo 50 . Fieles, seguramente, a esta tradición, los franciscanos procedieron<br />

a establecer en el Convento la primera cofradía bajo esta advocación, que debió<br />

servirles de excelente fuente de inspiración para la enseñanza de los primeros rudimentos<br />

del cristianismo a los indígenas.<br />

En 1719, el Definitorio aprobó la petición de la Tercera Orden manifestando que «se<br />

concedía dicha capilla como lo pide, con tal que a los indios no se les haga perjuicio ni<br />

se impida su antigua devosion» 51 . Sin embargo, para 1763 los indígenas ya han perdido<br />

todo derecho, y por sucesivos decretos se había autorizado para culto de la Virgen de los<br />

Dolores.<br />

Desde el punto de vista estético, Cantuña es una iglesia pequeña de una sola nave<br />

abovedada, con nervaduras salientes y lunetos. Sobre el presbiterio, que con la nave forma<br />

un solo cuerpo, descansa una cúpula, con una linterna por donde se filtra la luz que llena<br />

todo este espacio. En su parte posterior se encuentra la sacristía y, al ingresar a la nave, un<br />

coro pequeño, al que se llega a través de una escalera colocada a la derecha, conforme se<br />

ingresa a la Capilla.<br />

Frente a su simplicidad estructural (a pesar de que en estas iglesias de nave única<br />

el ceremonial religioso se vuelve más complicado), en Cantuña se hace evidente la ambivalencia<br />

entre organización espacial y decoración que, como en la iglesia principal, ha<br />

sufrido profundas transformaciones.<br />

El retablo del altar mayor con el púlpito constituye el elemento decorativo más interesante.<br />

Atribuido a Bernardo de Legarda, su fábrica estaría relacionada al enorme prestigio<br />

alcanzado por la Cofradía de la Virgen de los Dolores, en la segunda mitad del siglo<br />

XVIII.<br />

48) AM/Q, Primer Libro de Cabildos de Quito, Tomo1, p. 129.<br />

49) Bula de la Vera Cruz de Naturales [otorgada por Sixto V; más copia no coetánea], Roma, 8 de junio de 1588.<br />

50) Carlo Ginzburg, Pesquisa sobre Piero, España, Muchnik Editores, 1984. p. 33.<br />

51) AGOFE/6-1 [Libro de actas capitulares y definitoriales de la provincia franciscana], Sesión del 22 de julio, 1719, f.<br />

198 v.


66 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

En este retablo, característicamente barroco, hay un claro predominio de los elementos<br />

decorativos sobre las imágenes; lo complementa el magnífico grupo del Calvario (del<br />

que forma parte la Virgen de los Dolores) colocado en su nicho central, atribuido también<br />

a Legarda.<br />

Fuerza de trabajo<br />

Los maestros arquitectos del conjunto conventual<br />

Uno de los temas centrales de reflexión sobre <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> ha girado alrededor de la<br />

preocupación por identificar al posible autor del diseño de unos hipotéticos planos del<br />

monumento. Preocupación que responde a la tendencia general de la historia de la arquitectura,<br />

basada en el esquema esteticista que percibió la arquitectura como «expresión<br />

individualista» y no como fenómeno social.<br />

Así, fue frecuente buscar entre los arquitectos españoles, residentes en España, a los<br />

responsables del diseño de ciertas obras americanas. En ese marco, hace unas décadas Navarro<br />

atribuyó a Juan de Herrera, el famoso arquitecto de El Escorial, los planos de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Este planteamiento carece, hoy, de todo fundamento 52 . Para el caso mexicano Kubler<br />

sostiene que:<br />

En primer lugar los constructores europeos no confiaban tanto en los dibujos arquitectónicos. Existían<br />

muy pocas de las convenciones del dibujo arquitectónico, las existencias se referían a las nociones más<br />

generales de los parti (partidos arquitectónicos) y el plano. La previsión gráfica exacta de los detalles<br />

de la construcción era imposible en el siglo XV. En segundo lugar, la abundancia de documentación<br />

oficial de la Colonia no contiene referencias a dibujos hechos en España para su uso en América 53 .<br />

En Quito, inclusive, la utilización de planos para la construcción dista de ser la norma.<br />

Prácticamente, no existen para el siglo XVI referencias a dibujos o trazados de edificios<br />

u otras obras arquitectónicas.<br />

Otra de las hipótesis, comúnmente aceptada, es la de Bayón que atribuye a fray Jodoco<br />

Rique o fray Pedro Gocial la autoría del diseño de los planos, ya que <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> le<br />

recuerda «algo del norte de Europa, especialmente en Flandes o en los Países Bajos» (1974:<br />

15). Esta proposición tampoco se da en un contexto aislado, ya que fue común adjudicar<br />

indistintamente a supervisores de obras mendicantes o del clero secular los diseños arquitectónicos<br />

de edificios religiosos.<br />

A estos planteamientos se suma la opinión de Enrique Marco Dorta, quien presumió<br />

que el arquitecto de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> pudo haber sido uno de los maestros de obra españoles<br />

que llegaron a Quito en la segunda mitad del siglo XVI (<strong>Francisco</strong> Becerra, Juan del Corral,<br />

Benito Morales o Diego Serrano Montenegro), con influencias del Bajo Renacimiento que<br />

52) Quien sostuvo por primera vez esta tesis fue José Gabriel Navarro. Benjamín Gento <strong>San</strong>z dedicó algunas páginas<br />

de su obra a invalidar tal hipótesis. Historia de la obra ..., op. cit.<br />

53) George Kubler, Arquitectura mexicana del siglo XVI, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, p. 111.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 67<br />

están plasmadas en el monumental frontispicio de la iglesia franciscana. Por su parte, los<br />

profesores Buchiazzo, Sebastián, Gasparino, de Mesa y Gisbert comparten la tesis de la<br />

influencia manierista de Serlio, en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

El valioso descubrimiento de Ramón Gutiérrez y Graciela Viñuales en la Biblioteca Nacional<br />

de Bogotá del Tercer y cuarto libro de arquitectura del maestro italiano, en cuyos márgenes<br />

constan interesantísimas anotaciones que les permitieron determinar la procedencia quiteña<br />

de la obra, los nombres de los sucesivos propietarios y los años que perteneció a cada uno<br />

confirma, definitivamente, la influencia de modelos italianizantes en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Basándose en los nombres de sus propietarios, Gutiérrez y Viñuales plantean una<br />

nueva hipótesis que no difiere, en esencia, de la que Dorta propuso con respecto al autor<br />

de los planos de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Dos propietarios de la obra llaman la atención de los autores: Alonso de Aguilar, alarife,<br />

propietario del libro entre 1557 y 1558, vinculado a la construcción de la Catedral, y<br />

Sebastián Dávila, maestro de obra español, su propietario entre 1578 y 1586, y vinculado,<br />

según Gutiérrez y Viñuales, a la construcción de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, dato que lastimosamente<br />

no se ha podido confirmar.<br />

Para estos autores, Sebastián Dávila, autor de los dibujos sobre lacería y artesonados<br />

mudéjares que también aparecen en los márgenes del Tratado, «expresa la capacidad de<br />

conjugar en una sola persona ambas formaciones y lenguajes (el manierista de Serlio y el<br />

mudéjar) y se constituye por ello (...) en una hipótesis más valida que las anteriores para<br />

atribuirle participación protagónica en la obra de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito» 54 .<br />

Se debe reconocer que, a pesar de la búsqueda prolija de información, no se han<br />

podido encontrar datos que arrojen nuevas luces sobre la identidad del arquitecto de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong>. En todo caso, la tesis propuesta por Gutiérrez y Viñuales, basándose en la valiosa<br />

evidencia presentada, aproxima cada vez más una respuesta a este problema, del que<br />

por lo menos se tiene como irrefutable la utilización del Tratado de Serlio por el diseñador<br />

de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Ahora bien, tratándose de una obra como la de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, cuya realización demandó<br />

una gran cantidad de tiempo y que con el transcurso de los años ha ido sufriendo<br />

transformaciones y añadidos, a la dirección inicial se sumanron sucesivamente otros esfuerzos<br />

que dieron como resultado un proceso constructivo en el que intervino más de un<br />

arquitecto diseñador; cumpliendo los religiosos, en este sentido, un papel protagónico.<br />

Desde la llegada de los españoles hasta 1550, el desarrollo arquitectónico de Quito<br />

estuvo marcado por dos etapas. Una primera y corta, en la que predominaron las formas<br />

y técnicas nativas, que constituyeron una eficaz solución a los primeros problemas habitacionales<br />

de los europeos. Una segunda, en la que se comenzó a edificar las primeras<br />

construcciones de acuerdo con sus valores culturales, pero bajo la dirección de los mismos<br />

vecinos de la ciudad, debido a la ausencia de mano de obra calificada.<br />

A estas dos etapas —emergente y empírica— le sucedió otra caracterizada por la presencia<br />

de maestros arquitectos europeos y de tratados y grabados de arquitectura, que<br />

54) Para toda esta última parte véase Ramón Gutiérrez y Graciela M. Viñuales, «<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito», en Trama,<br />

Revista de Arquitectura, 1, pp. 36-38.


68 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

constituyeron en Quito, al igual que en otras ciudades americanas, las dos vías más importantes<br />

de transmisión de conocimientos arquitectónicos y que le dieron a esta manifestación<br />

artística un carácter profesional. Así, desde 1550 hasta mediados del siglo XVII<br />

encontramos vinculados a los grandes proyectos religiosos a hábiles maestros europeos,<br />

que desde allí difundieron sus conocimientos 55 ; principalmente, a los mismos religiosos<br />

que, como en el caso de fray Antonio Rodríguez, van a cumplir un papel protagónico en la<br />

evolución arquitectónica de Quito, de la segunda mitad del siglo XVII.<br />

Así, en el caso de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, la administración y dirección de la obra dependió<br />

de los mismos religiosos, escogidos entre los más hábiles o con conocimientos arquitectónicos.<br />

Entonces, si al principio el mérito de su diseño le correspondió a un arquitecto<br />

español, las transformaciones y añadidos posteriores estuvieron a cargo de diestros maestros<br />

arquitectos franciscanos. De los que se conocen hasta mediados del siglo XVII, fray<br />

<strong>Francisco</strong> Benítez que, en 1627, se le calificaba como «maestro de arquitectura en todo<br />

género de obras» 56 , y el mismo fray Antonio Rodríguez que, con otros, fue una importante<br />

pieza de administración arquitectónica de la ciudad, en especial para la segunda mitad<br />

del siglo XVII.<br />

La mano de obra indígena<br />

La enorme empresa constructiva iniciada en Quito requirió una ingente cantidad de mano<br />

de obra indígena que fue enrolada a la construcción, principalmente por medio de dos<br />

instituciones: la encomienda y la mita.<br />

La encomienda responsabilizó al encomendero la instrucción religiosa de un cierto<br />

número de indígenas a él señalado, a cambio de lo cual estos se obligaban con aquel al<br />

pago de una determinada cantidad de tributos, ya sea en dinero o especie, y a la prestación<br />

de su fuerza de trabajo para el laboreo en el campo, la construcción de casas y otros. Pero,<br />

por los enormes abusos de los encomenderos, se empezó a prohibir el servicio personal<br />

como forma de pago de tributos.<br />

A partir de entonces, paulatinamente, la mita sustituyó a la encomienda, convirtiéndose<br />

en una eficaz forma de obtención de mano de obra indígena. La mita «debe ser entendida<br />

como la obligación que tenían las comunidades indígenas de facilitar mano de<br />

obra en forma rotativa, para la realización de trabajos en las minas, en las tareas agrícolas,<br />

en las obras públicas y en servicios de carácter personal, a cambio de un salario» 57 .<br />

En el distrito de Quito, un quinto de los indios de cada pueblo estaba obligado a acudir<br />

a la ciudad a prestar sus servicios en algunas de las tareas enumeradas. Las órdenes<br />

55) A propósito del arquitecto Marcos de Guerra, el padre Pedro Mercado manifestaba que «con ocasión de hacer<br />

las obras de nuestro colegio enseñó a otros y de su enseñanza salieron grandes oficiales, con que se le deben al<br />

hermano Marcos, no solo los edificios que él fabricó a gloria de Dios, sino también los que han edificando sus<br />

discípulos». Pedro Mercado, Historia de la Provincia..., Tomo 4, p. 108, en Arte ecuatoriano, Volumen 2, España,<br />

Salvat Editores <strong>Ecuatoriana</strong>, 1985.<br />

56) AGI/Colección Vacas Galindo, 4ta Serie, vol. 7, pp.292-307, en Arte Ecuatoriano, op. cit.., p. 62.<br />

57) Nicanor Jácome, «Economía y sociedad en el siglo XVII», en Nueva Historia del Ecuador, Época colonial I, Volumen<br />

3, Quito, Corporación Editora Nacional/Editorial Grijalvo <strong>Ecuatoriana</strong>, 1989, p. 156.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 69<br />

religiosas, en general, se beneficiaron del sistema de la mita, lo que les permitió asegurar<br />

abundante mano de obra para la edificación de sus conventos, siendo una práctica común<br />

solicitar a la Audiencia asignaciones extraordinarias de mitayos.<br />

Al margen de esta fuerza de trabajo, también se enroló a la construcción un tipo de<br />

fuerza de trabajo voluntaria y asalariada. Se trata de los yanas o yanaconas, «cuya capacidad<br />

productiva es aprovechada directamente por el español que obtiene mano de obra barata<br />

mientras el indígena aislado del sistema se favorece por la exclusión de la mita y el tributo» 58 .<br />

Ya dentro del proceso constructivo, los yanaconas desarrollaron las actividades de<br />

mayor especialización, a diferencia de los mitayos a quienes se les asignó las tareas más<br />

duras, por ejemplo, el acarreo de materiales de construcción, a veces desde lugares muy<br />

apartados de la ciudad.<br />

El caso de Jorge de la Cruz, mitima, y de <strong>Francisco</strong> Morocho, su hijo, es muy ilustrativo.<br />

Originarios de Guaclachiri, comunidad en el Perú, dada en encomienda al español<br />

Diego de Carvajal, se trasladaron con él a Lima, en donde aprendieron la construcción de<br />

casas al estilo europeo. Con este español llegaron a Quito acompañando a las tropas españolas<br />

que venían a sofocar el movimiento de Gonzalo Pizarro. Una vez en Quito y muerto<br />

Carvajal, fueron contratados por los franciscanos para la construcción del Convento en<br />

donde trabajaron por más de 20 años. Bajo su dirección estuvo la construcción de la iglesia<br />

y el coro. Los dos debieron ser hábiles constructores ya que, a más de estos trabajos, tuvieron<br />

a su cargo otras obras e inclusive, en 1625, <strong>Francisco</strong> Morocho, ya viejo, fue contratado<br />

para dirigir la construcción de la iglesia del Convento de los franciscanos en Riobamba 59 .<br />

Si en el caso de Jorge de la Cruz y <strong>Francisco</strong> Morocho los conocimientos arquitectónicos<br />

los recibieron en Lima, el aprendizaje del resto de yanaconas que servían en el Convento<br />

se debió, en parte, al Colegio <strong>San</strong> Andrés. De esta manera, los franciscanos pudieron<br />

contar con mano de obra especializada para le edificación del Convento, cuya construcción,<br />

no se sabe si coincidencialmente, se inició pocos años después de fundado el Colegio.<br />

La habilidad de los indígenas, aspecto reiterativamente exaltado por los españoles,<br />

determinó que, posteriormente, se les contrate como «oficiales o maestros» del Colegio.<br />

Sin embargo, no toda la destreza desarrollada por los indígenas fue producto de la acción<br />

hispanizadora. La tradición prehispánica, relacionada con el conocimiento de ciertos oficios,<br />

tuvo mucho que ver con ello.<br />

Ahora bien, tratándose de fuerza de trabajo asalariada, los franciscanos estaban obligados<br />

a pagar a los yanaconas una determinada suma de dinero, previamente convenida<br />

entre las partes 60 . Sin embargo, aduciendo que el Convento no tenía rentas suficientes con<br />

qué pagarles y a fin de compensarlos de alguna manera, se intercedió varias veces ante el<br />

Cabildo y particulares para que, por vía de limosna, se les asignaran ciertas tierras, donde<br />

pudieran construir sus casas y sembrar los productos para su sustento.<br />

58) Nicanor Jácome, Economía y sociedad... Ibíd.<br />

59) Fray <strong>Francisco</strong> Comte, Varones ilustres..., op.cit.<br />

60) Según Cédula real expedida en 1550, los yanaconas «no debían servir a persona alguna si no fuere de su voluntad<br />

y pagándoles su trabajo, aquello que merecen justamente». AM/Q, Libro de Cédulas Reales, Volumen IX, p. 136.


70 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

El financiamiento<br />

Poco se puede decir sobre este aspecto, ya que un registro pormenorizado de los gastos<br />

por concepto de las obras en el Convento se tiene solo a partir de finales del siglo XVII. Ello<br />

hace difícil establecer, para esa época, de dónde provinieron los fondos de la construcción,<br />

sus montos, quién los administraba, qué significado tuvieron con relación a toda la economía<br />

conventual.<br />

Como lo advierte Rosemarie Terán 61 , para finales de ese siglo, la Provincia y el Convento<br />

mantenían cuentas separadas de sus finanzas administrativas por un síndico nombrado<br />

para cada caso. Los ingresos de la Provincia provenían principalmente de los beneficios<br />

doctrinales; en cambio, el Convento Máximo se sustentaba de los ingresos por censos<br />

y limosnas.<br />

Según se ha podido establecer, una parte de los ingresos de la Provincia se destinaba<br />

a las obras de construcción y reparación del Convento, cuyas cuentas eran llevadas en los<br />

denominados Libros de Obra. Sin embargo, no se sabe desde cuándo estuvo a cargo de la<br />

Provincia la administración de los gastos de las obras conventuales. Bien puede haber sido<br />

solo a partir de las primeras décadas del siglo XVII, cuando recién, parece ser, empezó a<br />

percibir ingresos regulares por concepto de los beneficios doctrinales 62 .<br />

En el siglo XVI el financiamiento de la construcción debió depender fundamentalmente<br />

de la limosna piadosa y de las asignaciones por cuenta de la Real Hacienda 63 . Aunque,<br />

las cofradías y los particulares, que tenían en la iglesia sus capillas propias, debieron<br />

gastar buen dinero en la construcción, mantenimiento y decoración de éstas.<br />

61) Rosemarie Terán, Censos y capellanías en Quito y en el caso del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>. Primera mitad del siglo<br />

XVIII, tesis de maestría de la FLACSO, Quito, 1988, inédito.<br />

62) Y es que hasta principios de este siglo, cada doctrinero manejaba, individualmente, los estipendios que recibía<br />

por la evangelización de los indígenas. En virtud de los abusos que tal práctica había dado lugar, la corona mandó<br />

en 1578 que los conventos se encarguen de su administración, entregando a los doctrineros solo lo necesario para<br />

su sustento. Orden que, seguramente, no se cumplió porque, en 1618, volvió la corona a insistir sobre lo mismo.<br />

63) Entre 1555 y 1567, la Real Hacienda entregó asignaciones periódicas, aunque muy bajas, a los franciscanos para<br />

invertir en la obra del Convento.


La Orden de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> en los siglos XVII y XVIII<br />

Doctrinas franciscanas<br />

A lo largo de los siglos XVII y XVIII, la vida conventual se vio matizada por una serie de<br />

acontecimientos. Algunos emanaron del seno mismo de la comunidad y otros surgieron<br />

por querellas con el clero secular (curas dependientes del Obispado).<br />

Recordemos que la corona entregó la carga de la evangelización de los indígenas del<br />

nuevo continente a las Órdenes Mendicantes. En un primer momento, y a falta de los seculares,<br />

la acción de los frailes fue muy apreciada. Pero muy pronto surgieron diferencias<br />

por sus respectivas competencias; con la creación y fortalecimiento del Obispado, se inició<br />

un proceso encaminado a recuperar los espacios de catequesis usurpados por los frailes.<br />

Como se mencionó, la Orden, a través de la evangelización, logró un control directo<br />

sobre las fuerzas productivas. Entre los años de 1535 y 1565, los indígenas que poblaron la<br />

ciudad de Quito fueron formados en el Colegio <strong>San</strong> Andrés en diversos oficios (carpinteros,<br />

herreros, pintores), y utilizados para trabajos en el Convento. Pero además de la utilidad<br />

práctica, este instituto educativo se convirtió en la fuente de formación bicultural de<br />

las élites indígenas que, como bien anota Frank Salomón, «representaban, no solamente<br />

el interés, sino también la cultura del Estado Colonial» 64 .<br />

Una vez consolidado el Obispado, se inició un proceso encaminado a desplazar a<br />

los frailes, que para los franciscanos representó tres momentos importantes. Veamos cada<br />

uno de estos, con sus circunstancias particulares y sus efectos.<br />

Doctrinas urbanas de Quito (1565-1590)<br />

A partir de 1565, la Orden franciscana se sometió a la primera reforma encaminada a la<br />

recuperación de espacios por parte del clero secular. Con la creación de las parroquias<br />

urbanas de <strong>San</strong> Sebastián, <strong>San</strong> Blas y <strong>San</strong>ta Bárbara, los franciscanos perdieron la total<br />

injerencia obtenida, desde su establecimiento, sobre las etnias que poblaban la ciudad de<br />

Quito. La instalación de estos nuevos espacios religiosos, a los que debió sujetarse toda<br />

la población indígena de la ciudad, no se produjo de la noche a la mañana. La costumbre<br />

establecida es difícil de desarraigar por medio de una simple disposición; de tal forma que,<br />

entre los años de 1565 y 1582, los Frailes Menores lograron mantener doctrina dentro de<br />

la ciudad. Lo que significó, de hecho, una usurpación a la jurisdicción que le competía a la<br />

parroquia de <strong>San</strong> Sebastián.<br />

Los intentos por parte del Obispado de menoscabar el poderío de la Orden resultaron<br />

totalmente insignificantes. En cambio, a lo largo de la centuria décimo sexta se dio una<br />

expansión sin precedentes con el establecimiento de doctrinas y posteriormente de guardianías<br />

a lo largo de todo el callejón interandino, llegando a poseer, a finales del siglo XVI,<br />

ocho guardianías y veintidós doctrinas.<br />

64) Frank Salomón, «Crisis y transformación de la sociedad aborigen invadida», en Nueva Historia del Ecuador. Vol. 3,<br />

Época Colonial I, Corporación Editora Nacional-Grijalbo, Quito, 1988, p. 113.


72 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

El Ordinario y el nombramiento de doctrineros<br />

Si al finalizar el siglo XVI, como queda expresado, los seculares recuperaron al menos en<br />

parte los beneficios inherentes a sus funciones, no es menos cierto que la independencia<br />

establecida por los franciscanos respecto del Ordinario se acrecentó, pues el Provincial<br />

nombraba a los frailes que debían ir a los curatos, sin permiso del Obispado.<br />

Por este motivo, durante algunos años se mantuvo una querella con el obispo que<br />

intentaba disminuir el poderío de los franciscanos; finalmente terminada la controversia,<br />

el obispo fue el perdedor, pues su intento fallido de conseguir mayor injerencia y control<br />

sobre la Orden franciscana sirvió para que el presidente de la Audiencia redimiera con<br />

mayor fuerza su capacidad de intervenir en asuntos de la Iglesia.<br />

Secularización de las doctrinas<br />

En la primera mitad de la centuria décimo octava, los intentos de supremacía del Ordinario<br />

sobre los frailes se agudizaron. Los obispos supieron aprovechar muy bien las liviandades<br />

de un grupo reducido de religiosos que, olvidando las enseñanzas de sus fundadores y los<br />

principios de sus reglas de observancia, cayeron en un período de relajación que redundó<br />

en un total descuido de su principal misión.<br />

Estas circunstancias llevaron a los obispos de toda América, en el año de 1726 65 , a elevar<br />

quejas al rey de las actuaciones de los regulares en los curatos o doctrinas de los naturales.<br />

Pese a las acusaciones y en gratitud a los servicios, el rey no otorgó providencias directas,<br />

sino que entregó la búsqueda de soluciones a los superiores, y solo en caso de no existir<br />

reformas se procedería a entregar las doctrinas al clero secular, como en efecto sucedió.<br />

La Alternativa de Oficios<br />

En el siglo XVII, la Orden de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se vio inmersa en querellas al interior de la comunidad<br />

por la pugna entre criollos y peninsulares 66 .<br />

En la segunda década de este siglo, la nación criolla superó en número a la hispana.<br />

En 1639, el Capítulo General de la Orden Franciscana, reunido en Roma, aprobó dentro<br />

de sus constituciones la Ley de la Alternativa de Oficios 67 , según la cual debían alternarse<br />

entre españoles y criollos tanto los cargos provinciales como conventuales.<br />

El cumplimiento de la Alternativa enfrentó algunas dificultades. Según el Concilio de<br />

Trento, el nombramiento de doctrineros estaba supeditado al manejo prolijo de las lenguas<br />

nativas. Esta condición fue aprovechada por los frailes criollos para excluir a los hispanos<br />

de estos oficios.<br />

65) AGOFE 8-5, Doc. V. (Manifiesto ante el rey elevado por los religiosos de este Convento, <strong>San</strong>to Domingo y La Merced<br />

sobre varios asuntos relativos a los curatos de indios) 3 I-1726, fol. 22-28.<br />

66) CFR, Guillermo Céspedes del Castillo, «Las Indias durante los siglos XVI y XVII», en Vinces Vives, J. Historia de<br />

España y América social y económica, Vol. III, Quinta Edición, Ed. Vinces Vives, Barcelona, 1985, p. 482.<br />

67) AGOFE 5-2, Libro de patentes auténticas de los ministros generales, provinciales, etc. Patente del Comisario General,<br />

fray Juan de Marinero, sobre la ley de la alternativa, Madrid 16-II-1644, fol. 4-8.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 73<br />

A pesar de que en 1737 se celebró una nueva concordia para repartir los cargos entre<br />

criollos y españoles, la aplicación de la Ley de la Alternativa produjo alteraciones intraclausura,<br />

pues la paz franciscana se vio alterada en las proximidades de cada Capítulo. Los frailes<br />

fueron testigos y actores de las pugnas de poder entre españoles y criollos, que varias veces<br />

terminaron en batallas campales, con frailes heridos, ofendidos y destituidos de sus funciones.<br />

Estos acontecimientos rebasaron, en muchas ocasiones, el ámbito de la clausura.<br />

Durante la primera mitad del siglo XVIII se hicieron muchos esfuerzos encaminados<br />

a equilibrar las dos facciones. A pesar de las acciones adoptadas, la falta de religiosos europeos<br />

durante este período fue una constante.<br />

Arquitectura franciscana de los siglos XVII y XVIII<br />

en la urbe quiteña<br />

Los arquitectos y maestros de obra de la Orden<br />

La organización de la arquitectura en España estuvo regida bajo el sistema medieval de<br />

los gremios de los maestros de obras, situación que perduró hasta el siglo XVII, «en que<br />

aparece con fuerza la concepción de la arquitectura como profesión liberal» 68 .<br />

Asimismo, en América se formaron gremios artesanales con matices religiosos, que<br />

pertenecían a una cofradía o hermandad con un santo patrono como su protector. Sin<br />

embargo, para el caso del gremio de los maestros de obra, según afirma Ramón Gutiérrez,<br />

la constitución de éstas, por el limitado número de artesanos y por la amplia distribución<br />

ecológica, solo se logró en los núcleos urbanos más importantes 69 .<br />

El Alarife se constituyó en el representante al gremio de los albañiles y carpinteros y era<br />

el responsable «de la supervisión técnica de los trabajos realizados en la ciudad, tales como<br />

la construcción y mantenimiento de los caminos y puentes, el suministro de agua y la construcción<br />

de edificios (…) asimismo intervenía en la regulación de la propiedad urbana...» 70 .<br />

Estos cargos generalmente fueron ocupados en la ciudad de Quito por civiles. Sin<br />

embargo, y como excepción, se nombró para estas funciones a algún religioso diestro en<br />

estos oficios. En efecto, en el año de 1662, se designó como Alarife al hermano jesuita Marcos<br />

Guerra, para efectuar reparaciones en los edificios de la ciudad a consecuencia de los<br />

daños ocasionados por los fuertes temblores del 61 y 62 71 .<br />

Con este antecedente y dado el prestigio que tuvo como arquitecto el franciscano fray<br />

Antonio Rodríguez, se podría pensar que en algún momento fuese designado como tal,<br />

hecho que parece no ocurrió.<br />

68) Ramón Gutiérrez, «Nota sobre la organización de la arquitectura en España, América y el Río de la Plata», en<br />

Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, Universidad de Venezuela, Facultad de Arquitectura y<br />

Urbanismo, No. 21, Caracas, noviembre, 1975, p. 139.<br />

69) Ibíd, p.151.<br />

70) Ibíd, p. 139.<br />

71) Juan de Dios Navas, Guápulo y su <strong>San</strong>tuario 1581-1926, Primera Edición, imprenta del Clero, Quito, 1926, p. 143.


74 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Maestros de obra de la Orden<br />

Primera mitad del siglo XVII<br />

La arquitectura franciscana de la primera mitad del siglo XVII está representada por el<br />

trabajo de dos frailes: el criollo fray Juan Bohórquez 72 y el español fray <strong>Francisco</strong> Becerra,<br />

jesuita expulso, quien fue Guardián del Convento de Quito en 1622 y Provincial en 1644 73 .<br />

Estos frailes fueron los artífices del Claustro de Servicios y posiblemente de la actual<br />

sacristía, además de otras obras que se ejecutaron en el Convento de Quito y probablemente<br />

en la Recolección de <strong>San</strong> Diego 74 , a lo largo de la primera mitad de la centuria décima<br />

séptima.<br />

Fray Antonio Rodríguez (1611-1690)<br />

De origen hispano, nació en Galicia por el año de 1611, tomó el hábito en 1632. La<br />

historiografía del arte ecuatoriano supone que este lego inició su actividad constructiva<br />

en el Convento de Quito por la década de los cuarenta, atribuyéndole todos los trabajos<br />

ejecutados en el conjunto franciscano desde estos años hasta los años noventa. Es decir,<br />

construcción de la enfermería (1645), del Segundo Claustro (1649-1650) y edificios aledaños<br />

levantados en la actual Policía.<br />

Con relación a los arquitectos que edificaron estas obras, pese a la precisión de los<br />

datos relativos a estos trabajos, nada se dice de sus ejecutores. Es importante poner de<br />

relieve que para la época existían tres arquitectos que pudieron diseñar y levantar estos<br />

edificios, Bohórquez, Becerra y Rodríguez. Si fue esfuerzo de uno solo o una obra de conjunto,<br />

queda entre los interrogantes de la Historia.<br />

En los fondos documentales franciscanos solo se guardan dos documentos que dan<br />

cuenta efectiva de la participación de este fraile. El primero expresa los trabajos decorativos<br />

que debía efectuar en la capilla del lado derecho del altar mayor, que se entregó en<br />

patronato por el año de 1659 a don <strong>Francisco</strong> de Villacís, y la orden que recibe fray Antonio<br />

Rodríguez para edificar un espacio destinado al castigo de los religiosos en 1672. Este es el<br />

segundo y último documento relativo a las obras que llevó a cabo este fraile en el conjunto<br />

arquitectónico de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito.<br />

Con relación a otros trabajos efectuados por este franciscano en la ciudad de Quito<br />

existe en el Archivo de Indias un documento interesante de 1659, en el que el comisario del<br />

Perú expide una patente en la que ordena la salida del lego del Convento de Quito hacia<br />

Lima; «para que asista por algunos días a la fábrica de la iglesia de nuestro Convento de Jesús<br />

en Lima» 75 . Gracias a la intervención del presidente de la Audiencia, Pedro de Velasco, de<br />

72) ABC/Q, Microfilms de Archivo de Indias, Quito 88, tira 23, Memoria de todos los religiosos de esta Provincia de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong> de Quito 1628, fol. 3.<br />

73) Ibíd.<br />

74) En el año de 1611 en la Recoleta de <strong>San</strong> Diego, se edificaría el patio de la Cruz, probablemente en estos trabajos<br />

intervinieron estos frailes.<br />

75) ABC/Q, microfilms del Archivo general de Indias, Quito 63, tira Nº 4, Traslado sobre las patentes remitidas por el<br />

Comisario General de la Orden de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> para que fuese a la ciudad de los Reyes fray Antonio Rodríguez,


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 75<br />

sus cabildantes, de los frailes de <strong>San</strong>to Domingo y de las monjas de <strong>San</strong>ta Clara, la orden de<br />

salida fue anulada. Permitiendo a este religioso terminar las obras en estos dos conventos y<br />

continuar con otras.<br />

Dado que por estos años se levantó la iglesia del pueblo de Guápulo, la historiografía<br />

del arte ecuatoriano atribuye la obra de este templo al lego franciscano.<br />

Otros obreros de la segunda mitad del XVII<br />

En la década de los setenta, se debe mencionar el nombre de otro especialista en este<br />

oficio, fray Agustín Narváez, quien debió renunciar a su oficio de Guardián de Saquisilí,<br />

el 5 de febrero de 1670, «por no poder residir en ella, ya que el Padre Provincial lo tenía<br />

ocupado en servicio y asistencia de obrero mayor del Convento de <strong>San</strong> Pablo de Quito» 76 .<br />

Es posible que este fraile haya sido llamado para trabajar en la edificación y remodelación<br />

del Colegio de <strong>San</strong> Buenaventura, obras que estaban terminadas el 6 de noviembre<br />

de 1675, según da cuenta el Definitorio 77 .<br />

Obreros de finales del XVII y XVIII<br />

A partir de la década de los noventa se hacen notables los nombres de tres frailes diestros<br />

en este oficio, fray José Janed, fray Antonio de Villamarín y fray Manuel de Almeida.<br />

Fray José Janed, español, que vino a Quito por el año de 1671, se ocupó de la cátedra<br />

de Artes y posteriormente de Teología. Aproximadamente por el año de 1692, encontrándose<br />

la iglesia de la recolecta franciscana de <strong>San</strong> Diego, «amenazando ruina» y conocedores<br />

de la capacidad arquitectónica de este religioso, se lo nombró obrero mayor 78 .<br />

Lamentablemente, y a falta de información que exprese los trabajos llevados a efecto<br />

en el Convento de <strong>San</strong> Pablo, desde 1690 hasta 1693, años probables de su actividad como<br />

arquitecto, no se han podido precisar estos. En el año de 1694, este religioso fue nombrado<br />

Provincial y, en la primera década de la centuria décimo octava, levantó el segundo piso<br />

del Claustro actual del estudiantado 79 .<br />

Entre los años 1694 y 97 el puesto de obrero mayor de Provincia fue ocupado por el<br />

fray Antonio Villamarín 80 . De la vida de este religioso se conoce poco.<br />

En cambio el nombre del fraile criollo, fray Manuel de Almeida, es conocido y recordado<br />

en la ciudad de Quito por la célebre leyenda del cura relajado que se escapaba de<br />

la recoleta franciscana de <strong>San</strong> Diego en busca de placeres. El 30 de agosto de 1698 se lo<br />

nombró obrero mayor del Convento de Quito para que continúe con los trabajos de los<br />

20-XI-1659, fol. 1.<br />

76) AGOFE 6-2, op. cit., Renuncia del Guardián de Saquisilí, Quito, 5-II, 1670, fol. 38.<br />

77) AGOFE 6-2, op. cit., Acta definitorial, Quito, 6-XI-1675.<br />

78) APSF/Q, microfilms del Archivo General de Indias, Quito 200, Informe de méritos y servicios de fray Joseph Janed,<br />

Quito, 7-XII-1696.<br />

79) AGOFE 6-1, op. cit., Definitorio Octavo, Quito, 2-VII-1710, fol. 157 v.<br />

80) AGOFE 10-3, Libro de cuentas de la derrama de la obra constructiva, 1694-1697.


76 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

cupulines del primer Claustro, que fueron iniciados por José de la Cruz Moreno, y para que<br />

realice trabajo similar en el Segundo Claustro 81 . En 1704 ejecutó obras en el Convento de<br />

Quito y en <strong>San</strong> Diego 82 .<br />

Por último se debe recordar al obrero mayor, fray Esteban Guzmán, que trabajó el<br />

artesonado barroco de la nave central de la iglesia, que se cayó a consecuencia del sismo<br />

de 1755. El 11 de octubre de 1769 se le encargó esta labor expresando, en el nombramiento<br />

expedido, su capacidad para ejecutar el trabajo de tanto interés para la comunidad.<br />

Fuerza de trabajo<br />

Como se mencionó, la participación de los indígenas de Quito no fue de carácter decisivo<br />

con relación a la dirección de las obras del conjunto arquitectónico de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, pero<br />

es innegable que sin su aporte éstas no serían una realidad.<br />

Al igual que en el período anterior, en éste fue importante la participación de los mitayos<br />

y de los yanaconas. Además, debemos considerar que las doctrinas regentadas por<br />

los franciscanos en la ciudad de Quito fueron fuente importante de mano de obra voluntaria<br />

para los edificios litúrgicos y de vivienda de los religiosos.<br />

Desde finales del siglo XVII, en los libros de cuentas de obras, prácticamente, no se<br />

registran nombres de los artesanos. Se mencionan algunos oficios como los de albañiles,<br />

peones, tejeros, latoneros, canteros, blanqueadores, arrieros, etc. Entre los múltiples artesanos<br />

y obreros, muchos de los cuales han quedado en el anonimato, se debe evocar el del<br />

herrero <strong>Francisco</strong> Cantuña.<br />

Hasta el año 1700, Cantuña fue herrero de los franciscanos y efectuó varios trabajos,<br />

entre los que cabe destacar la elaboración de la puerta de hierro de ingreso al Zaguán, según<br />

quedó registrado en su dintel: «Esta obra mandó hacer el Padre fray Juan Pacho de Benavides.<br />

Esta obra la hizo D. <strong>Francisco</strong> Cantuña herrero de la ciudad. Acabose el 16 de febrero<br />

del año de 1696». La relación de este herrero con el <strong>Francisco</strong> Cantuña del siglo XVI, famoso<br />

por la leyenda de la edificación del Atrio y el supuesto pacto con el diablo, resulta difícil de<br />

establecer, debido a la falta de información de primera mano que nos permita fijar de forma<br />

exacta los lazos de consanguinidad. La historiografía ecuatoriana considera que este debió<br />

ser hijo o nieto de aquel de la leyenda.<br />

La economía conventual y el financiamiento de obras<br />

Real Hacienda<br />

Muchas de las obras constructivas y decorativas de las iglesias y conventos en la ciudad<br />

de Quito, entre los años 1550-1580, fueron financiadas en parte con aportes de la Real Hacienda.<br />

Se recibió ayuda para las edificaciones de las iglesias de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, La Catedral,<br />

<strong>San</strong> Agustín, <strong>San</strong>to Domingo, parroquiales y de las doctrinas.<br />

81) AGOFE 10-3, Libro que tiene el Síndico, de recibo y gasto de lo perteneciente a la derrama de la obra constructiva,<br />

21-VI-1694/8-II-1736, fol. 54 v.<br />

82) Ibíd.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 77<br />

Los aportes de las Reales Cajas de Quito a los franciscanos no solo se destinaron a<br />

las obras arquitectónicas o a la ornamentación, sino también para vino, aceite, medicinas<br />

y pago de estipendios de algunas doctrinas. Estas ayudas se justificaron por ser éste un<br />

período de transición, dado que en un principio los frailes no contaron con suficientes<br />

medios para emprender obras constructivas. Hasta mediados del siglo XVII, se continuó<br />

entregando limosna de vino y cera a los Mendicantes de Quito.<br />

Economía de la Orden<br />

Cada orden religiosa, como el clero secular, tuvo formas comunes y singulares para obtener<br />

sus recursos económicos. Para el clero secular, el diezmo se constituyó en uno de los<br />

fundamentos de su riqueza.<br />

Para los mercedarios, agustinos y jesuitas, la producción textil fue dominante en la<br />

economía de la Audiencia, de la cual estos religiosos fueron partícipes. Tenían obrajes,<br />

batanes y chorrillo que, junto con la adquisición de tierras, fueron las fuentes principales<br />

de su bonanza.<br />

Para la Orden Seráfica, si no le era permitido acceder a los bienes terrenales, ¿de dónde<br />

provenían sus recursos? ¿Cuáles fueron los determinantes ideológicos, sociales y políticos<br />

que hicieron posible que los franciscanos se convirtiesen en los depositarios de Dios<br />

sobre la tierra de tanta riqueza?<br />

Estos interrogantes solo pueden ser resueltos partiendo de un análisis minucioso de<br />

la economía de la Provincia y del Convento, porque el Convento de <strong>San</strong> Pablo de Quito<br />

cumplió una doble función. Por un lado, era Guardianía; por otro, era la Casa principal<br />

de toda la Provincia franciscana de Quito, en donde residía el Provincial y todo el cuerpo<br />

definitorial que gobernaba los destinos de los frailes.<br />

El Síndico, un civil, era el encargado de llevar las cuentas, de manejar el dinero y de<br />

todos los negocios de la Orden; ya que, por su calidad, los religiosos no podían tener tratos<br />

de ninguna índole, éste se convirtió en el administrador civil de los bienes terrenales de la<br />

comunidad franciscana.<br />

Cajas de Provincia<br />

El ingreso fundamental que percibió la Provincia procedió de los estipendios recaudados<br />

del tributo obligatorio y oneroso que los indígenas pagaban al encomendero y a la corona.<br />

El Síndico particular o de doctrina suministraba la cantidad de dinero fijada para cubrir<br />

las necesidades del doctrinero. El sobrante de éste, de las obvenciones y otros efectos sería<br />

transferido al Síndico de Provincia.<br />

A las cajas de Provincia ingresaban también los salarios recogidos por administración<br />

de sacramentos a los indios forasteros, entendiéndose por estos a todos aquellos que no<br />

fueran naturales del pueblo donde residían. Además de estos ingresos fijos y ordinarios<br />

(estipendios, salarios y derramas), entraban otros extraordinarios como los expolios de los<br />

religiosos difuntos y donaciones.


78 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Cajas conventuales<br />

Los ingresos del Convento provenían del accionar propio de su instituto y de aquellas actividades<br />

lucrativas que definían la economía general de Audiencia. Tres fueron los rubros fundamentales<br />

de donde procedían estos fondos: sacristía, limosnas y memorias perpetuas.<br />

Sacristía: consistía en el pago por servicios religiosos, sobre todo de las misas cantadas o<br />

rezadas por variedad de motivos: difuntos, intenciones de particulares o de religiosos, por los<br />

cofrades y fiestas de sus patronos. Este rubro ocupó el segundo lugar en el total de ingresos del<br />

Convento.<br />

Limosnas: los ingresos recibidos sin cargo de misas o servicios religiosos. Existían limosnas<br />

de cebo, cera y de plaza.<br />

Memorias perpetuas: bajo esta denominación quedaron registrados, en los libros de<br />

cuentas, los ingresos por concepto de réditos o pensión anual provenientes de censos,<br />

capellanías, memorias perpetuas, aniversario de misas u obras pías. Este rubro constituyó<br />

el ingreso fundamental del Convento.<br />

Censo es el derecho de percibir una pensión anual o rédito proveniente de un capital o principal<br />

impuesto sobre los bienes raíces de otra persona, quien por esta razón está obligado a pagarlo 83 .<br />

Capellanía es la afectación de una suma de dinero a la vinculación de un bien para que con sus intereses<br />

o renta se remunere a un Capellán encargado de decir misas por el alma de su fundador, sus<br />

deudos y las almas del purgatorio 84 .<br />

Sin duda, uno de los casos más sobresalientes y tempranos con relación al establecimiento<br />

de capellanía a favor del Convento es la que instituyó, en el siglo XVI, el capitán<br />

Martín de Mondragón y Galarza y doña Isabel de Andagoya, su mujer, que dotaron una<br />

capilla con el título de la Limpia Concepción de Nuestra Señora.<br />

Otros ingresos: dentro de estos estuvo la venta de lanas de los carneros consumidos<br />

en la alimentación de los frailes; la venta de hábitos para mortajas, las limosnas en especie<br />

que los religiosos recogían de los diferentes corregimientos: papas, trigo, lechones y carneros.<br />

Por último, a partir del siglo XVIII, los arriendos de las tiendas del pretil.<br />

Bienes del Convento: al igual que la Provincia, los conventuales tuvieron ciertos bienes raíces que<br />

llegaron a sus manos por vía de donaciones. En el siglo XVI, además de los terrenos para el edificio<br />

conventual, recibieron dos pedazos de tierra en la ciudad y uno en Cumbayá. Propiedades que fueron<br />

entregadas a los indios yanaconas que prestaron servicios en el Convento 85 .<br />

83) Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, Edición Facsímil, A-C. Editorial Credos, Madrid, 1984, p.<br />

141.<br />

84) Ibíd, p. 267.<br />

85) AGOFE 7-1 (Títulos de tierras dadas al Convento) 1537-1782, fol. 3.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 79<br />

El conjunto de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito:<br />

Complementación arquitectónica y ornamentación interna<br />

(1650-1800)<br />

Importancia del Convento dentro de la traza urbana<br />

El conjunto arquitectónico de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito estuvo necesariamente ligado a su<br />

entorno urbano. Existen tres espacios que definieron las relaciones con el mundo exterior.<br />

La plaza: espacio netamente urbano, perfectamente demarcado, que conectó a través<br />

de varias actividades (tianguez, doctrina, mercado, abastecimiento de agua) a los religiosos y<br />

a los civiles.<br />

El Atrio: el que, sin dejar de cumplir funciones urbanas, tuvo características mucho<br />

más sagradas que la plaza. Éste, al menos durante los siglos XVI y XVII, fue lugar de enterramiento<br />

del común del pueblo.<br />

La iglesia y capillas: lugares propiamente sagrados.<br />

En el siglo XVI, entre los años 1535-1565, la función doctrinal ejercida por los franciscanos,<br />

cuyo centro era la plaza, determinó que los asentamientos, ya sea por tradición o<br />

de forma espontánea, fueran en su mayoría de indígenas.<br />

La plaza mayor y sus alrededores, por connotaciones políticas, fue el lugar más codiciado<br />

por las élites coloniales para levantar viviendas y establecer actividades comerciales 86 .<br />

A partir de la década de los setenta, en que la magnífica iglesia y el Claustro Principal<br />

estaban edificados, el entorno urbano se fue revalorizando, pues los franciscanos mantuvieron<br />

vínculos con los sectores dominantes de Quito, de manera especial con los notables<br />

que moraban alrededor de la plaza.<br />

El vecindario de las actuales calles Imbabura y Mideros estaba constituido por indígenas.<br />

Debemos recordar que los indígenas quedaron ligados al Convento a través de la<br />

Capilla de los Naturales (Cantuña o de los Siete Dolores), en la que establecieron cofradía,<br />

al menos hasta el año de 1719. Muchos de sus trabajadores (oficiales, pintores, herreros)<br />

tuvieron sus viviendas en este sector. <strong>Francisco</strong> Cantuña, herrero, tuvo su casa frente a la<br />

puerta falsa de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, actual Mideros 87 .<br />

En la segunda mitad del siglo XVIII (1753), tuvo casa enfrente a la plaza el escultor Bernardo<br />

de Legarda y del Arco; se dice que «lindaba un lado con casas de D. Juan Silvestre de<br />

Echeverría, y por otro con el mayorazgo de Villacís, por delante la plazuela del Convento de<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, y por las espaldas con huertas y solares de D. Jacinto de Cáseres, prebendado<br />

de la Catedral» 88 .<br />

La construcción de las doce covachas de pretil, en 1698, marcó en primer lugar la<br />

desacralización definitiva del Atrio y, en segundo, el inicio de la actividad comercial del<br />

sector, floreciente solo desde finales del siglo XVIII.<br />

86) C.F.R., Fernando Jurado Noboa, Plazas y Plazuelas de Quito, Ediciones Banco Central, Quito 1989, p. 43-58.<br />

87) AGOFE 12-86, Venta de casas, Quito, 12-X-1696, fol. 7v. Fernando Jurado Noboa, Calles de Quito, Banco Central del<br />

Ecuador, Quito, 1889, p. 67.<br />

88) AN/Q, Notaría primera, 1753.


80 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

La formación teológica: el Colegio de <strong>San</strong> Buenaventura<br />

Una de las reglas que debían seguir los Frailes Menores, según decreto del Capítulo General<br />

del año de 1565 89 , era el cultivo de los estudios. En los primeros años de la Provincia<br />

Franciscana de Quito, los frailes jóvenes —al igual que acontecía durante el siglo XVI en<br />

Europa 90 — tuvieron una educación informal a través del diálogo con los religiosos de mayor<br />

cultura que pasaban por los Claustros.<br />

Por esto, muchos de los franciscanos acudieron a la cátedra de Teología y Moral, establecida<br />

en la ciudad de Quito por el obispo de la Peña. Como bien afirmó en 1569 un<br />

mercedario, «a ésta acudían frailes de todas las órdenes y seglares» 91 .<br />

A falta de la casa de estudios formal, en el Convento de Quito y en <strong>San</strong> Diego se impartían<br />

las cátedras de Arte y Teología. Para ello, en los Capítulos se eligieron lectores que<br />

dieron estas enseñanzas a los jóvenes aspirantes a religiosos coristas. A lo largo del siglo<br />

XVII, a saber hasta el año de 1674, los franciscanos tenían estudios en Artes y Teología, no<br />

en un colegio separado del Convento, sino en el mismo espacio. Así en 1647, estas aulas<br />

estaban en el Claustro Principal 92 .<br />

En el año de 1675 se elevó solicitud de licencia al Comisario General de Indias para<br />

fundar un colegio intramuros del Convento de Quito. Aclarando que para financiarlo contaban<br />

con la oferta de varios vecinos de los establecimientos de capellanías, cuyos capitales<br />

superaban los 10 000 ps 93 .<br />

En la tabla capitular del día 9 de noviembre de este año, siendo Provincial fray Dionisio<br />

Guerrero, aparecen por primera vez los nombramientos de los lectores para el Colegio<br />

de <strong>San</strong> Buenaventura 94 . El nombre fue tomado del primer establecimiento franciscano<br />

fundado en el año de 1587 en Italia 95 .<br />

El espacio destinado para esta casa de estudios fue aquel que en el siglo XVI ocupó el<br />

de Artes y Oficios de <strong>San</strong> Andrés. En la historiografía ecuatoriana hay tendencia generalizada<br />

a concebir el establecimiento del Colegio de <strong>San</strong> Buenaventura como una prolongación<br />

y mantención del primero. No debemos confundirnos, este último fue destinado a la<br />

formación teológica de los hermanos.<br />

En el primer tercio del siglo XIX, según expresa fray Benjamín Gento <strong>San</strong>z, el colegio<br />

franciscano había decaído, apenas se encontraban profesores aptos para regentarlo, razón<br />

por la cual el Gobierno ocupó el local, desde 1845 hasta 1864, para que funcionara en él un<br />

colegio militar 96 .<br />

89) Lázaro Iriarte, Historia Franciscana, Editorial Asís, Valencia 1979, p. 383.<br />

90) C.F.R., Ibíd. p. 384.<br />

91) Jacinto Jijón y Caamaño, Disertación acerca del establecimiento de la Universidad de <strong>San</strong>to Tomás, Boletín de la<br />

Academia de la Historia, p. 7.<br />

92) Fernando de Cosar, Relación de la Provincia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, 1647.<br />

93) AGOFE 6-2, op. cit., 6-XI-1675, fol. 76.<br />

94) AGOFE 6-2, op. cit., 6-XI-1675, fol. 78.<br />

95) Lázaro Iriarte, Historia franciscana... op. cit., p. 385.<br />

96) Fray Benjamín Gento <strong>San</strong>z, p. 250 y 274.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 81<br />

Desacralización del Atrio<br />

Como se mencionó, el Atrio tenía una doble connotación. Por un lado, era el espacio que<br />

unía la vida conventual con la terrena y, por otro, se convirtió desde su edificación en un<br />

campo santo destinado al entierro de personas, particularmente indígenas.<br />

Cumpliendo esta función, a este espacio se le denominaba como «ciminterio» y bajo<br />

este nombre lo describe, en 1647, fray Fernando de Cosar de la siguiente forma: «Todo el<br />

labrado de cantería cuatro varas de alto: en este ciminterio están tres escaleras de piedra<br />

repartidas por su orden juntamente» 97 .<br />

En principio, esta descripción parece corresponder a lo que actualmente se observa.<br />

Sin embargo, si se toma la frase textual «tres escaleras repartidas en su orden juntamente»,<br />

se podría suponer que el Atrio estuvo cerrado por su lado norte y sur; que el acceso se lo<br />

hacía solo a través de la plaza, por medio de tres escaleras que pudieron haber estado distribuidas<br />

de dos formas:<br />

1. Una central en el eje de la iglesia y destinada a ella; la segunda que daría acceso a<br />

las capillas de la Veracruz de los españoles y de los indígenas y la tercera en dirección a la<br />

portería del Convento.<br />

2. O en su defecto, teniendo como eje una escalera principal, al lado derecho e izquierdo,<br />

de forma inmediata se ubicarían las dos restantes.<br />

Hasta el año 1646, el espacio edificado por los franciscanos, en el sector norte, terminaba<br />

en el primer Claustro. La construcción del Segundo Claustro, en 1649, conllevó la<br />

búsqueda de una solución de adaptación del Atrio a estos nuevos espacios.<br />

Entre el Atrio y el Segundo Claustro existe una diferencia de nivel bastante considerable,<br />

que fue cubierta con la ejecución del graderío. Solución arquitectónica que, además<br />

de guardar armonía y consonancia con el estilo primitivo del Atrio, permitió marcar hacia<br />

el exterior la propiedad de los frailes sobre todas sus edificaciones.<br />

Es difícil precisar la fecha exacta de las modificaciones que sufrió este espacio. Consideramos<br />

que estos trabajos debieron ejecutarse entre los años 1650 y 1680. En 1698 el Atrio<br />

se vio sujeto a una nueva remodelación. En este año se levantaron las tiendas o covachas<br />

del pretil franciscano. Para este trabajo el Convento contó con la asistencia arquitectónica<br />

de José de la Cruz Moreno, quien ocupó el puesto de Alarife de la ciudad entre los años<br />

1690-1692.<br />

La edificación de la bóveda del pretil, con la consecuente apertura de las tiendas,<br />

imprimió un cambio no solo arquitectónico sino también de uso. La actividad comercial<br />

o mercantil —consecuentemente de lucro— que llevó a estas modificaciones, reemplazó<br />

a la tradicional ofrecida por los frailes de servicio a los indígenas, que lograron encontrar<br />

en este espacio un sitio «sacro» para sus muertos. Este hecho se convierte en la evidencia<br />

material de un cambio fundamental en la Orden.<br />

97) Fray Fernando de Cosar, Relación, copia y descripción de esta Provincia de Quito, 1647, p. 14.


82 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

La vida conventual y la estructura espacial (1647-1710)<br />

La estructura jerárquica del Convento estuvo encabezada por los sacerdotes, de este grupo<br />

se elegirán los Provinciales, Definidores, Guardianes, Lectores y Rector del colegio.<br />

Los aspirantes a frailes podían profesar bajo tres modalidades:<br />

1. Coristas: aquellos postulantes que contaban con prestigio social y respaldo económico,<br />

y que probaban cierta capacidad para ingresar al régimen de estudios del Colegio.<br />

De estas aulas salieron los sacerdotes y predicadores.<br />

2. Legos: no recibían estudios formales, pues su misión no era la del sacerdocio. Se<br />

ocupaban de otras actividades: ayudantes de los sacerdotes en los oficios divinos, recoger<br />

limosnas, etc. A este estrato podían acceder con mayor facilidad los mestizos o criollos<br />

empobrecidos.<br />

3. Donados: este nivel estaba ocupado por mestizos, indios y negros. Se los utilizó en servicios<br />

menores: cocineros, ayudantes de enfermería, porteros, campaneros y sacristanes.<br />

A cada una de estas categorías le correspondió un espacio en el Convento.<br />

El Claustro Principal era el lugar destinado a la jerarquía conventual. En la planta alta<br />

se ubicaron las celdas y estudios del Provincial, Definidores y del Guardián. En la planta<br />

baja, la sala De Profundis, refectorio y las aulas de Artes y Teología. El Colegio les correspondería<br />

a los coristas.<br />

El Segundo Claustro estuvo destinado a la vivienda de los sacerdotes de menor jerarquía<br />

y quizá a algunos de los legos. Las habitaciones de los donados, que no eran muchos en<br />

relación a los demás grupos, se ubicaron en espacios aledaños al Claustro de Servicios.<br />

El Claustro de Servicios se convirtió en el eje comunal en el que convergían las diferentes<br />

actividades que tenían todos los frailes. Ubicándose la cocina, el comedor de los<br />

legos y donados, la panadería, enfermería y botica.<br />

En 1647, fray Fernando de Cosar describe tres Claustros: Principal, Servicios, sacristía<br />

y uno que estaba en obra. Este último probablemente correspondía a la edificación de la<br />

planta baja del Claustro del noviciado. De 1649 al 50 se construyó el Segundo Claustro. A<br />

partir de 1650 se levantaron los restantes espacios. A saber, el edificio continuo al Segundo<br />

Claustro, que actualmente es utilizado por la Policía, y los complementarios al de Servicio,<br />

el de las lavanderías y el inmediato al de Servicios en el sector occidental.<br />

Conservación y mantenimiento del Convento<br />

Para este período, a diferencia de los anteriores, se cuenta con gran número de fuentes<br />

relativas a las actividades constructivas.<br />

Los documentos que registran los trabajos en la iglesia y Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

de Quito están ubicados en tres series del archivo de la Orden: los libros de disposiciones<br />

conventuales, actas capitulares y definitoriales y, por último, el fondo más rico está conformado<br />

por los libros de cuentas que se llevan a partir del año 1694.<br />

Desde el siglo XVII y hasta 1765, el mayor contingente de recursos empleados en actividades<br />

constructivas procedió de los aportes entregados por los indígenas a los frailes<br />

por concepto de adoctrinamiento. Los ingresos del Convento en su mayoría estuvieron


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 83<br />

destinados a la manutención de los religiosos y solo un pequeño porcentaje a trabajos específicos<br />

y menores tendientes a la conservación y/o mantenimiento de sus edificaciones.<br />

Los libros de cuentas se convierten en las fuentes más idóneas para la historia constructiva<br />

de cualquier monumento, en ellos constan mano de obra, salarios, materiales, arquitectos<br />

o maestros de obra, pero presentan un cierto grado de dificultad que, en términos<br />

generales, obedece a la falta de precisión sobre las obras que se están llevando a cabo.<br />

Teniendo en consideración esta limitación, que en muchos casos ha podido ser solventada,<br />

se exponen los trabajos efectuados en los espacios más representativos del conjunto<br />

arquitectónico.<br />

La primera capilla del Zaguán, descrita por fray Cozar en 1647, sufrió modificaciones<br />

considerables. En relación a ésta, Gabriel Navarro aporta un dato interesante…<br />

...la pared que hace frente a la entrada del Atrio tiene un simpático retablo dorado muy español,<br />

con dos puertas, formando un nicho o urna dentro de la cual se halla una virgen de los Dolores (...)<br />

debajo de ésta existía una mesa de altar con ladrillo antiguo, en este había ladrillo con la siguiente<br />

inscripción «a dos de marzo 1786 se hizo este altar» 98 .<br />

La fecha de inscripción de este altar llevó a considerar que la antigua capilla dejó de<br />

ser utilizada en ese año. Fragmentándose el espacio, la mayor parte quedó al servicio de<br />

los conventuales y solo un tercio del mismo se destinó al culto y devoción de la Virgen. Por<br />

este año debió levantarse la portada de cantería, con su portón, que separa el sitio destinado<br />

al culto del área conventual.<br />

La veneración a la Virgen de los Dolores en la ciudad de Quito es muy antigua, se<br />

remonta al siglo XVI. Sin embargo, empezó a florecer en la segunda mitad del siglo XVII,<br />

teniendo su mayor apogeo en el año 1776, con el establecimiento de la cofradía en la Capilla<br />

de Cantuña 99 . Probablemente el altar de la portería, levantado en 1676, fue dedicado<br />

a esta imagen. Con toda seguridad sabemos que para 1700 estuvo dedicado al culto de la<br />

Dolorosa.<br />

El 16 de marzo de 1696, quizá con el objeto de proteger este altar, <strong>Francisco</strong> Cantuña,<br />

herrero de la ciudad, terminó la puerta de hierro del Zaguán. Este altar se mantuvo hasta<br />

1919, año en que el Definitorio conventual decide retirar la mesa del altar, para evitar los<br />

daños que provocaban al lienzo las velas que permanentemente encendían sus devotos 100 .<br />

En junio de 1698, con el objeto de evitar los constantes daños de las cubiertas, en el<br />

Claustro Principal y segundo (norte), se iniciaron los trabajos de los cupulines esquineros<br />

en sus segundos pisos y en los años 1725 y 1728 se optó por una solución similar en el<br />

Claustro del Colegio de <strong>San</strong> Buenaventura.<br />

El 3 de enero de 1714 se registró, en el libro de cuentas, el gasto que se hizo en «reedificación<br />

del Claustro Principal de la Casa Grande, que se cayó y lo costeó la Provincia» 101 .<br />

98) José Gabriel Navarro, Contribuciones a la historia del Arte en el Ecuador, tipografía y encuadernación es Salesiana,<br />

Quito, 1925, p.61.<br />

99) AGOFE 2-14, Ejecución de la cofradía de Nuestra Señora de los Dolores en la capilla de Cantuña, 28-VI-1776/9-<br />

VII-1787, fol. 22.<br />

100) José Gabriel Navarro, op. cit., p. 61.<br />

101) AGOFE, 10-3, fol. 90 v.


84 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

El lienzo o crujía adyacente a la iglesia y al Claustro de Servicios, conocidos como «crudo»<br />

y de «la alegría» respectivamente, fueron reedificados y reparados en varias ocasiones; de<br />

manera especial el primero, por las filtraciones constantes de agua lluvia desde la cubierta<br />

de la iglesia, que produjo daños permanentes a su cubierta y, en consecuencia, a su arquería.<br />

En los años 1731 y 1734, nuevamente este Claustro presentaba un estado total de ruina.<br />

Lo que determinó su reconstrucción total; este trabajo concluyó, al parecer, de forma<br />

definitiva con la hechura «de canto de un pretilejo de cal y ladrillo» 102 .<br />

Es muy probable que el permanente deterioro de las cubiertas del Claustro Principal<br />

haya causado daños sobre la escalera principal, deteriorándose el artesón o zaquizamí<br />

descrito en 1647; que determinaron las modificaciones de este espacio, que perduran hasta<br />

la actualidad.<br />

El problema de filtración de aguas, con las temibles y molestosas goteras, afectó mucho<br />

a la iglesia. Entre los años 1716 y 1719 esta situación llevó a impermeabilizar las bóvedas<br />

cubriéndolas con azulejos. A este trabajo hay que añadir la hechura de un pasamano<br />

de barro con remates de pilares del mismo material vidriado en la bóveda del altar mayor<br />

103 . Éstas debieron repararse nuevamente años después.<br />

Espacios litúrgicos (1650-1800)<br />

Al interior del Convento, para el servicio litúrgico de sus frailes se contaba con capillas en<br />

la enfermería, noviciado, sala De Profundis y en la Huerta.<br />

Al exterior, para el culto de los civiles se edificó la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, la capilla<br />

de la Veracruz de los Españoles —que a partir del año 1674 pasó a ser utilizada por los colegiales<br />

de <strong>San</strong> Buenaventura—, la de la Veracruz de los Naturales (Cantuña o de los Dolores)<br />

y la capilla de la portería.<br />

Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

Espacialmente, la iglesia se repartió, en su suelo y subsuelo, entre los diferentes grupos<br />

humanos que se ligaron al sitio. A la feligresía le correspondía la nave central; a los frailes<br />

el coro, altar mayor y sacristía; y los diferentes altares de las naves laterales se entregaron,<br />

como lugar de enterramiento, a personajes notables y ricos de la época.<br />

A cambio del sitio exclusivo de sepultura, y de acuerdo a los gustos y necesidades de<br />

su patrono, dotaron de ornato y entregaron a los frailes dinero por este privilegio.<br />

a) Capilla de Villacís<br />

El caso más sobresaliente en la segunda mitad del siglo XVII fue el de don <strong>Francisco</strong><br />

de Villacís que, el 6 de noviembre de 1659, fundó capellanía de diez mil pesos, impuestos<br />

a censo sobre sus bienes, de manera especial sobre la hacienda de Guachalá, situada en el<br />

valle de Cayambe, constituyéndose en su patrono; luego de sus días a sus hijos legítimos;<br />

102) Ibíd., 114 y115.<br />

103) AGOFE, 10-3, op. cit.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 85<br />

a falta de estos, al natural que tuviese, y no existiendo herederos directos, nombró como<br />

su sucesor a su hermano Juan de Villacís 104 . Quedando establecido que los gastos de ornamentación<br />

de la capilla correrían a cargo de su patrono, estos habían sido encargados a<br />

fray Antonio Rodríguez.<br />

En 1939 los frailes tuvieron dificultades con algunos herederos de <strong>Francisco</strong> de Villacís,<br />

quienes reclamaban derechos sobre la capilla. De manera especial sobre la cripta que<br />

les pertenecía y que el Convento había entregado, unos seis años atrás, al señor Pacífico<br />

Chiriboga, creyendo que no existían herederos con derecho a este espacio 105 . Los patronos<br />

de la capilla perdieron sus derechos al no aceptar un contrato, por el cual les ofrecían la<br />

cripta antigua tras la sacristía, donde se enterraba a los religiosos, a cambio de que entregaran<br />

de contado la cantidad de diez mil sucres 106 .<br />

De tal forma, en el año de 1947, dentro de un proceso general de la Orden, de puesta<br />

en valor de sus tesoros artísticos, la comunidad emprendió la reparación y los arreglos de<br />

este espacio. El 26 de octubre de este año, se procedió a la bendición de ésta, destinándose<br />

al culto del Sagrado Corazón 107 .<br />

b) Capilla del Pilar de Zaragoza<br />

La Capilla de <strong>San</strong>ta Marta, del Comulgatorio o del <strong>San</strong>tísimo, al extremo izquierdo del<br />

altar mayor, fue dedicada desde la segunda mitad del siglo XVIII al culto de la imagen de<br />

la <strong>San</strong>tísima Virgen del Pilar de Zaragoza, traída de España por fray José de Villamar Maldonado,<br />

copia exacta de la obra del escultor Pedro de Mena 108 . En el año 1671 se estableció<br />

la cofradía y a sus hermanos se les concedió, tres años más tarde, la antigua bóveda de la<br />

Orden Terciaria 109 .<br />

Al parecer, ésta estuvo en vigencia hasta mediados del siglo XIX, inscribiéndose sus<br />

últimos hermanos en el año 1848 110 .<br />

c) Modificaciones del altar mayor<br />

La Orden de Asís se vio engrandecida, con el nombramiento en 1794 de uno de sus<br />

hermanos, fray José Díaz de la Madrid, como vigésimo obispo de la ciudad de Quito.<br />

Este fraile se caracterizó por su interés en realizar mejoras materiales en las iglesias que iba<br />

regentando. Con esta vocación, al ser nombrado Obispo de Quito se empeñó en arreglar la Catedral,<br />

de dotar de tabernáculos a varias iglesias de Quito y, como era de esperarse, se preocupó<br />

104) Trascripción hecha por fray Agustín Moreno, O.F.M, Archivo del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, Legajo 7, Nº 20, p. 30,<br />

Escritura de Villacís.<br />

105) AGOFE 6-9, Actas del Venerable Definitorio de la Provincia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, 3-XII-1903/11-XI-1943,<br />

Sesión del 21-VII-1939, fol. 254.<br />

106) Ibíd., Sesión 1-IX-1939, fol. 255.<br />

107) Archivo del proyecto <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, copia de invitación como padrinos al Sr. Alfonso Ortiz Bilbao y señora para la<br />

bendición de la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, Quito, 19 de octubre de 1947.<br />

108) Fray Benjamín Gento <strong>San</strong>z, O.F.M., El arte colonial en la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, Inédito, copia Biblioteca<br />

del proyecto <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

109) Ibíd.<br />

110) Ibíd.


86 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

de forma prioritaria de su Convento. Falleció en julio de 1794, los pocos meses de su gobierno<br />

determinaron que muchos de los trabajos que planeó quedaran sin ejecutarse o en obra.<br />

La Orden franciscana entró en litigio con el Cabildo de la Catedral por los derechos<br />

que estos frailes decían tener sobre los expolios del obispo Díaz de la Madrid. El Obispo<br />

hizo donación del tabernáculo nuevo a la imagen de la Inmaculada Concepción del altar<br />

mayor, tallada por Bernardo de Legarda en 1734. Para lo cual «destruyó y echó al suelo el<br />

que tenía de excelente madera de cedro, dorado y muy decente, sin defecto que el de no<br />

ser de moda». 111 Los franciscanos fueron favorecidos con la sentencia y de las cantidades<br />

tasadas el Convento solo recibió, en el año de 1796, 2 300 ps. cantidad que sirvió para la<br />

paga de los gastos efectuados en la terminación de esta obra.<br />

d) Nave central y pisos<br />

En 1719 se puso alabastro en el presbiterio y grada de la iglesia del Convento de Quito<br />

112 . En 1747 se enlosó la entrada de la iglesia hasta su crucero, con ladrillos grandes cuadrados<br />

113 . El piso se mantuvo de ladrillo hasta 1882, «en 17 de octubre se acabó de entablar<br />

la iglesia mayor, debido a toda la piedad de los fieles de esa ciudad» 114 .<br />

Capilla de los Naturales, Cantuña o de los Siete Dolores<br />

Esta Capilla fue edificada por los indígenas en el siglo XVI, estuvo a su cargo y en ella establecieron<br />

cofradía dedicada al culto y devoción de la <strong>San</strong>ta Cruz.<br />

De los seis retablos que posee en la actualidad, dos fueron trabajados en la década<br />

de los sesenta. En 1668, uno de estos fue dedicado a <strong>San</strong> Lucas, patrono de los pintores y<br />

escultores, con imagen tallada por el padre Carlos. Probablemente, este hecho supone la<br />

fundación de una cofradía para este gremio en esta Capilla. En el siglo XVIII, efectivamente,<br />

esta hermandad estuvo ligada a este espacio. En 1762, siendo Síndico de la Cofradía el<br />

artista Bernardo de Legarda, éste retocó la imagen del <strong>San</strong>to Patrono 115 .<br />

El 3 de noviembre de 1668, <strong>Francisco</strong> Cantuña, «hizo data de capilla y sepultura con<br />

los franciscanos (...) frente al púlpito en la Capilla de la Veracruz de cuatro varas en cuatro»<br />

a cambio de lo cual se obligó «como maestro oficial cerrajero a construir un adorno para el<br />

retablo, una hechura de la virgen de la Concepción y otro de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>» 116 .<br />

Al año de esta concesión, el 22 de noviembre de 1669, según quedó registrado en<br />

el altar de la impresión de las llagas de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> —alto relieve atribuido a Manuel<br />

Chilli, Caspicara—, se terminó esta Capilla mandada a hacer por <strong>Francisco</strong> Cantuña y<br />

111) AN/Q, Religiosos, Caja No. 44, expediente del Síndico General del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito en que se<br />

demanda los expolios del Ilustrísimo Sr. Dr. Joseph Díaz de la Madrid para el tabernáculo del altar de la Inmaculada<br />

Concepción, Quito, 1694-1796, s.f.<br />

112) AGOFE, 10-2, op. cit., Definitorio, Quito 29-VII-1719, fol. 38-38v.<br />

113) AGOFE, 4-15, Libro de disposiciones conventuales, Aumentos de iglesia y sacristía, Quito, 5-VIII-1747, fol. 44-45.<br />

114) AGOFE, 6-6, Sesión definitorial, Quito, 2-II-1883, fol. 172.<br />

115) Fray José María Vargas, O.P., Historia del Arte Ecuatoriano, Editorial <strong>San</strong>to Domingo, Quito, 1964, p. 135.<br />

116) Fernando Jurado Noboa, «Desarrollo histórico y evolución social de las primeras casas quiteñas y de la plaza mayor»,<br />

en Cultura No. 20, Revista del Banco Central del Ecuador, p. 312.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 87<br />

sus herederos; la lápida de ingreso a la cripta está hoy en la pared oriental del Claustro<br />

Principal.<br />

Dado que esta información, de entrega de capilla, es la única que relaciona a este<br />

espacio con el herrero, se puede afirmar que este hecho determinó que, desde esos años,<br />

se la conociera con su nombre.<br />

La Capilla de Cantuña fue única y exclusivamente de los indígenas hasta 1719. En<br />

este año, el Comisario de la Tercera Orden Franciscana elevó solicitud al Definitorio de<br />

adjudicación «de la capilla de los naturales para dicha tercera orden». Se le concede bajo la<br />

condición «que a los naturales no se les haga prejuicio e impida devoción» 117 .<br />

Con el establecimiento en Quito de la Tercera Orden, es lógico suponer que se les entregó<br />

a estos un lugar dentro de la iglesia para el culto y enterramiento de sus hermanos.<br />

Hasta la segunda mitad del siglo XVIII, los terciarios tuvieron exclusiva competencia sobre<br />

la Capilla de Cantuña.<br />

El creciente fervor por la Dolorosa llevó a solicitar licencia para la fundación de una<br />

cofradía, la misma que estuvo conformada por los personajes más representativos de la<br />

esfera religiosa, política, económica y social de la época.<br />

La Cofradía de los Dolores y los terciarios, pese a varias dificultades iniciales, compartieron<br />

esta Capilla hasta finales del siglo XIX. Al parecer la Cofradía estuvo en vigencia<br />

hasta aproximadamente el año 1895.<br />

La actividad sísmica de la segunda mitad del siglo XVIII<br />

Durante estos años la economía de la Provincia Franciscana de Quito sufrió uno de sus<br />

más duros golpes. Los principales ingresos provenían de los estipendios entregados por<br />

los indígenas a cambio de enseñanzas evangélicas. En el año de 1755 se decretó la secularización<br />

de los espacios doctrinales, determinando cambios fundamentales en los mecanismos<br />

económicos tradicionales al dejar de recibir estos ingresos.<br />

La situación se agrava por las actividades sísmicas de este período. El terremoto registrado<br />

en Quito el 26 de abril de 1755 —cuyos temblores se sucedieron hasta el 26 de<br />

mayo— causó grandes daños en todos los edificios de la ciudad, provocando temor entre<br />

sus vecinos «que andaban confundidos y atropellados por salir al campo en busca de<br />

seguridad» 118 .<br />

Los trabajos de refacción se iniciaron en agosto de 1755. Se nombró como obrero<br />

principal a fray José de Jesús Olmos y secundario a fray Félix de <strong>San</strong> Agustín 119 .<br />

En el año de 1769, se ejecutó el tallado del magnífico artesonado barroco, trabajo que<br />

estuvo terminado un año más tarde, y el dorado fue ejecutado algunos años después. En<br />

1786 se entregó diez mil pesos para este efecto 120 .<br />

117) AGOFE, 6-1, op. cit., Definitorio Capitular, Quito, 22-VII-1719, fol. 198.<br />

118) ABC/Q, microfilms del Archivo de Indias, Quito 188, tira 1, Informe del Cabildo, Consejo y Justicia y Regimiento<br />

de Quito, de la ruina de la ciudad ocurrida como consecuencia del terremoto y temblores de la tierra sucedidos el<br />

26 de abril 1755, Quito, 28-V-1755.<br />

119) Fray Benjamín Gento <strong>San</strong>z, Historia de la Obra Constructiva... op. cit., p. 202.<br />

120) Fray Benjamín Gento <strong>San</strong>z, Historia de la Obra constructiva... op. cit., p. 221.


88 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

La crisis institucional del siglo XIX<br />

Marco contextual<br />

A lo largo del siglo XIX la Orden estuvo atravesada por una profunda crisis que se inició en<br />

sus primeras décadas, alcanzando su clímax en los años setenta cuando el papa Pío IX, a<br />

instancias del arzobispo Ignacio Checa y Barba, resolvió convertir el Convento Máximo en<br />

Seminario de la Arquidiócesis.<br />

La crisis no fue particular a los franciscanos, sino que se generalizó en todo el clero<br />

regular y tuvo su origen en el proceso independentista, y es que, de acuerdo a últimas<br />

interpretaciones, se ha llegado a establecer que la participación del clero fue mucho más<br />

destacada de lo que hasta hace poco la historiografía tradicional se encargaba de señalar 121 .<br />

A lo largo de toda la etapa independentista, la administración de la Orden experimentó<br />

un fuerte debilitamiento cuando, según el rumbo que tomaban los acontecimientos,<br />

criollos o españoles eran confirmados o descalificados de sus empleos.<br />

En este sentido, la intromisión del gobierno civil tuvo enorme trascendencia. En<br />

1811, las autoridades de Quito mandaron que en el Capítulo Intermedio a realizarse ese<br />

año «se inhabilitase a los RR. PP. de la nación española (...) para obtener oficios» 122 . De esta<br />

manera, entre ese año y 1812, la dirección de la Orden estuvo en manos de los criollos. En<br />

1813, restituido el gobierno español en Quito, el Capítulo reconoció el derecho de los españoles<br />

a ocupar las dignidades de la Orden y persiguió a los criollos que habían tomado<br />

parte en la revuelta del 10 de agosto de 1809 123 .<br />

Una vez triunfante el movimiento libertador, el gobierno decretó que, en la provisión<br />

de beneficios, se elijan solamente americanos de «reconocido patriotismo».<br />

La inestabilidad aumentó cuando se creó el Patronato Eclesiástico y así, durante los<br />

años en que las relaciones entre el poder civil y el eclesiástico estuvieron normadas por la<br />

Ley del Patronato, los negocios de la Orden quedaron sujetos a la inspección y sanción del<br />

Estado, que entre sus facultades tenía la de aprobar el nombramiento del Visitador General,<br />

encargado de presidir los Capítulos.<br />

Desde el punto de vista de su estructura institucional, ese permanente estado de inestabilidad<br />

interior —que se agravó, aún más, con los terremotos de 1859 y de 1868— trajo<br />

como consecuencia la desaparición definitiva de la Provincia. Los franciscanos debieron<br />

concentrar sus esfuerzos en conservar el Convento Máximo cedido, según Rescripto Pontificio<br />

del 22 de septiembre de 1871, al Arzobispado de Quito. Con ese propósito se vieron<br />

obligados a emprender una rápida y obligada reforma de la Orden, recurriéndose a traer,<br />

121) Véase por ejemplo Marie-Danielle Demelas e Ivés Saint Geours, Jerusalem y Babilonia: Religión y política en el<br />

Ecuador, 1780-1880, Ecuador, Corporación Editora Nacional e Instituto Francés de Estudios Andinos, 1988; José<br />

Luis Morán Mérida, «Formación de los estados nacionales: Primeros idearios de la iglesia, los eclesiásticos y el<br />

neoestado», en Libro de Ponencias, VIII Encuentro de Historia Nacional, I Encuentro de Historia Andina, ADHI-<br />

LAC, ADHIEC, Quito, mayo, 1991.<br />

122) AGOFE, 6-5, Libro de Actas Capitulares, Sesión del 13 de octubre reunida en Riobamba fs. 124/125.<br />

123) AGI, Quito, 586 [Carta de Toribio Montes, Presidente de la Real Audiencia de Quito al P. Comisario general de Infias<br />

Fr. Pablo Moya, informándole sobre las pesquizas del 10 de agosto de 1809], Quito, 16 de octubre de 1815.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 89<br />

por segunda ocasión, a varios frailes reformadores de los colegios del Perú.<br />

La medida más importante, sin embargo, tiene que ver con la unión, en septiembre<br />

de 1875, en una sola comunidad del Convento Máximo con el Convento de <strong>San</strong> Diego que,<br />

en 1863, había sido transformado en Colegio de Misioneros Apostólicos 124 , con total autonomía<br />

de la Provincia.<br />

Las difíciles condiciones de la Orden a lo largo de este período son un referente indispensable<br />

para comprender la historia arquitectónica del Convento Máximo durante este<br />

período, caracterizada, fundamentalmente, por el traspaso de algunas de sus dependencias<br />

a particulares o al Estado, y por graves daños en el edificio debido a la falta de recursos,<br />

descuido y desastres naturales.<br />

Evolución arquitectónica<br />

En este nuevo período, que se extiende hasta finales de siglo, la evolución arquitectónica del<br />

conjunto conventual atravesó por dos momentos. El primero (entre 1810 y 1874) caracterizado<br />

por un enorme deterioro de sus dependencias, que se agravó a consecuencia de los terremotos<br />

de 1859 y principalmente de 1868 y el segundo (entre 1874 hasta principios de la década<br />

de 1890), en el que se reinició un renovado interés por su conservación y restauración.<br />

Hasta 1874, el cuidado de las dependencias conventuales se mantuvo, por lo menos<br />

formalmente, a cargo de la Provincia, pasando a partir de entonces a depender de la Guardianía<br />

del Convento.<br />

Ahora bien, durante esta etapa el mantenimiento del Convento se limitó, casi exclusivamente,<br />

a las reparaciones más indispensables. Los esfuerzos se concentraron en la reparación<br />

de cañerías, cubiertas, bóvedas y pisos, en pequeños arreglos en las celdas, ventanas y<br />

puertas; en el cuidado de la fachada, torres y muralla. De todos estos trabajos, la compostura<br />

del piso de la iglesia, vuelto totalmente a enladrillar, fue sin duda la obra más importante.<br />

Hay que indicar que una vez que se instaló la red de agua potable en la ciudad —a<br />

principios de siglo— el Convento perdió todo derecho de posesión sobre ésta, a la vez que<br />

debió utilizar este nuevo abastecimiento de agua.<br />

Desde el punto de vista arquitectónico, los terremotos de 1859 y 1868 marcaron este<br />

período. Aunque no se tiene información puntual acerca de los destrozos que ocasionó el<br />

de 1859, se sabe que fueron menores al de 1868. Las torres sufrieron las más graves consecuencias,<br />

una de ellas se vino abajo y solo fueron restauradas en 1866, bajo el auspicio de la<br />

Guardianía.<br />

Para el segundo momento (1874-1892), cuando la Guardianía asumió la responsabilidad<br />

del mantenimiento físico del Convento, los gastos por ese concepto volvieron a<br />

subir significativamente. Y es que si bien años antes ya se había manifestado cierta preocupación<br />

por el estado ruinoso de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> 125 , solo la reforma de la Orden creó las<br />

124) Según decreto del Comisario General de la Orden, Pedro Gual se comunicaba «que por voluntad del Papa Pío IX<br />

y de su delegado Apostólico... este nuestro Convento de la Recoleta de <strong>San</strong> Diego debe ser erigido en Colegio de<br />

Misioneros Apostólicos de nuestra Seráfica Orden». AGOFE/6-7. Libro de elecciones capitulares [de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

y <strong>San</strong> Diego], Quito, 27 de septiembre de 1863, f. [128].<br />

125) El 1863 el Obispo de Cuenca le decía al Provincial de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, Fr. Antonio Proaño: «Me cabe la satisfacción


90 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

condiciones adecuadas para la restauración de los espacios conventuales.<br />

Con el fin de poder solventar los enormes gastos que su intervención requería, los<br />

franciscanos acudieron a diversos mecanismos de financiamiento, siendo la tradicional<br />

limosna y la ayuda gubernamental importantes fuentes de ingreso 126 . Sin embargo, en ocasiones<br />

se vieron precisados a vender parte de las joyas de la comunidad, convirtiéndose en<br />

una forma más de obtención de recursos para la restauración del Convento.<br />

La atención principal se concentró en reparar los enormes daños ocasionados por<br />

el terremoto de 1868. Con este propósito fueron rehechas, en primer lugar, las cubiertas y<br />

muros. Posteriormente, se intervino en otras áreas, fundamentalmente en rehacer o restaurar<br />

altares, pinturas y esculturas.<br />

Lastimosamente, no se puede precisar con más detalle el desarrollo de los trabajos<br />

de reconstrucción de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, a pesar de que en los libros de cuentas se anotan,<br />

pormenorizadamente, los montos que se invirtieron en su reparación y la mano de obra<br />

contratada, no se ofrecen detalles acerca del concepto de las obras. La restauración total<br />

demoró aproximadamente veinte años, es decir hasta 1892, cuando se terminaron de levantar<br />

nuevamente las torres.<br />

Al igual que en la primera etapa de este período, en ésta existe una propensión a aplicar<br />

las mismas técnicas constructivas de herencia colonial. Este hecho indudablemente<br />

favoreció la conservación, en términos generales, de los rasgos arquitectónicos primigenios<br />

de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

La mano de obra<br />

La restauración de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> supuso la contratación de un ingente número de operarios,<br />

bajo la dirección de un sobrestante encargado de controlar los trabajos de albañilería.<br />

Sin embargo, toda la supervisión de la obra estuvo a cargo de un maestro mayor que, como<br />

en la época colonial, fue un franciscano con ciertos conocimientos de arquitectura.<br />

Se citan los nombres de dos maestros que se destacaron con su obra durante este período:<br />

el maestro mayor fray <strong>Francisco</strong> Javier Villanova, religioso catalán, fallecido en 1885<br />

y que, de acuerdo al padre Comte, fue el encargado de dirigir «la casi total reedificación»<br />

de los dos conventos franciscanos de la capital 127 .<br />

Y de entre los artesanos, aunque no vinculado directamente a los oficios de la construcción,<br />

debe ser mencionado el fundidor de campanas Rafael Paredes, que rehizo dos o<br />

de acompañar a V.R. en copia autorizada, el auto que ha pronunciado en la visita del conventillo de <strong>San</strong> Fco. de<br />

Quito. Su Paternidad se hará cargo por este auto del estado de atraso en que se halla el conventillo, y de la necesidad<br />

que hay de tomar medidas prontas y oportunas, si se quiere que esta casa no se arruine moral no físicamente<br />

hablando». AGOFE/6-6 Carta del Obispo de Cuenca al Provincial de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, Cuenta, 12 de marzo de 1862,<br />

f. [212].<br />

126) En 1874 el gobierno se comprometió a entregar a la orden la suma de 20 000 pesos para los reparos del Convento.<br />

Este dinero fue entregado en cuotas sucesivas y puede ser considerado como una forma de indemnización, para<br />

compensar a los franciscanos por la calera de Nono, la cuadra de Cotocollao, otros terrenos frente a la misma y<br />

el Tejar que se habían visto obligados a entregar al Seminario de la Arquidiósesis cuando, a cambio, renunció a<br />

establecerse en el Convento Máximo. Benjamín Gento <strong>San</strong>z, Historia de la obra...., pp. 273-274.<br />

127) Fray Benjamín Gento <strong>San</strong>z, op. cit., p. 284.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 91<br />

tres campanas, entre otras la de la capilla de Cantuña. Lamentablemente, este complicado<br />

oficio estaba venido a menos, porque la campana mayor de las torres de la iglesia no pudo<br />

ser reconstruida a falta de un horno suficientemente grande para llevar a cabo la fundición.<br />

Los bienes muebles<br />

Si hasta ahora se ha referido la reconstrucción arquitectónica del Convento, no se puede<br />

pasar por alto varios aspectos relacionados con los bienes muebles de la comunidad.<br />

Hay que indicar, en primer lugar, que, frente a las enormes dificultades padecidas en<br />

el siglo XIX, la riqueza artística del Convento —acumuladas durante los siglos coloniales y<br />

reflejo de su antiguo esplendor— disminuyó considerablemente.<br />

Los intereses de varios sectores por captar las propiedades de la Orden, aprovechando<br />

el momento de crisis, tuvieron mucho que ver con ello. Así, hubo varios intentos del<br />

Gobierno de incautar estos bienes de «manos muertas» 128 , que en parte debieron ser vendidos<br />

a pretexto de evitar el decomiso. Pero también se explica por la disminución de las<br />

rentas, (ya se señaló que parte de la financiación de la reconstrucción del Convento provino<br />

de la enajenación de muchas de las joyas).<br />

Por otro lado, en este período la colección artística del Convento se incrementó muy<br />

poco. Este hecho, relacionado con las circunstancias internas de la Orden, muestra a un nivel<br />

general que «el papel dominante de la iglesia, como protagonista y mayor consumidora<br />

de la obra —de temática religiosa— (...) se ve disminuido por el nuevo orden establecido durante<br />

la República» 129 . A pesar de ello, indudablemente la colección artística de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>,<br />

todavía hasta el siglo XIX, constituye una muestra significativa del desarrollo, en general,<br />

de las artes plásticas ecuatorianas. En realidad, la colección cuenta con obras de algunos de<br />

los artistas más representativos de esta época. De manera poco usual, los Libros de Cuentas<br />

testifican la contratación de Rafael y Alejandro, hijo y nieto, respectivamente, de Antonio<br />

Salas, para reparar la pintura del altar mayor y la «hechura» de algunos cuadros.<br />

La obra de los Salas, en la configuración y posterior consolidación de la cultura estética<br />

decimonónica, tuvo enorme trascendencia. Con Antonio Salas una nueva temática<br />

pictográfica —reiterativamente religiosa en la época colonial— irrumpe en las artes plásticas<br />

ecuatorianas. Se trata del retrato, que recogió, normalmente, representaciones de los<br />

nuevos personajes de la vida política y militar del país.<br />

Cabe también resaltar la presencia en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de artistas menos conocidos,<br />

cuyo estudio puntual abriría nuevas fronteras al conocimiento del arte ecuatoriano en<br />

este período. Por ejemplo, pintores como Manuel Zambrano, Nicolás Cabrera, E. Tamayo,<br />

Albuja o escultores como Nicolás Salazar o Rafael Cruz.<br />

128) En 1880 el guardián dirigió una carta a la Junta de Beneficencia, señalando que la misma no tenía derecho a hacer<br />

un inventario de los bienes del monasterio ya que «al hacer el inventario de cosas como propias es un acto de<br />

dominio que no se puede concentir». AGOFE, 13-299b [Documentos y papeles varios].<br />

129) Alexandra Kennedy Troya y Alfonso Ortiz Crespo, «Continuismo colonial y cosmopolitanismo en la arquitectura<br />

y el arte desimonónico ecuatoriano», en Nueva Historia del Ecuador, Volúmen 8, Corporación Editora Nacional,<br />

Editorial Grijalvo <strong>Ecuatoriana</strong>, 1990, p. 119.


94 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

La modernidad y el uso de los espacios (1900-1960)<br />

Situación de la Orden<br />

Reorganización de la Provincia (1903-1913)<br />

Al iniciar el siglo XX, la Provincia estaba integrada por 93 hermanos. Número que a lo largo<br />

de la última centuria colonial poseía solo el Convento de Quito; en la Audiencia la Orden<br />

llegó a tener al menos unos 300 frailes.<br />

En 1903 contaban con solo tres conventos en Quito, Guayaquil y Loja 130 . En este año<br />

se inició un proceso encaminado a restaurar la Provincia intentando llegar, al menos, a<br />

cubrir las exigencias mínimas que justifiquen su presencia en el Ecuador. El proyecto franciscano<br />

contenía tres directrices fundamentales sobre las cuales se sustentó: rigidez en la<br />

observancia de las reglas, recuperación y afirmación de sus espacios y un gran impulso a<br />

la formación de vocaciones.<br />

En relación a los espacios, la primera gestión estuvo encaminada a recuperar el antiguo<br />

edificio de la recoleta de <strong>San</strong> Diego, para destinarlo a casa de noviciado. Para 1904, éste<br />

presentaba un estado de ruina y abandono, dado que las monjas Terciarias, que lo tenían a<br />

su cargo, no estaban en capacidad de atender a su buena conservación 131 . Como resultado<br />

de las gestiones que realizó el General de la Orden, cuatro años más tarde, en febrero de<br />

1908, reciben los franciscanos el decreto autorizando su devolución 132 .<br />

Al cabo de diez años demostrando que la comunidad había logrado un relativo equilibrio<br />

y encontrándose nuevamente organizada y en marcha, el 11 de febrero de 1913 se<br />

decretó que entre en el régimen normal de las restantes Provincias.<br />

Expansión: nuevas fundaciones (1914-1950)<br />

Durante este período los franciscanos encaminaron sus esfuerzos en acrecentar y afianzar<br />

sus casas. La Provincia hasta 1914 poseía solo tres conventos. En este año lograron fundar<br />

una residencia en Azogues. Un año más tarde, el 22 de enero de 1915, el Obispo de Cuenca<br />

entregó a los frailes la Capilla de la Virgen de la Nube, y terrenos para que levantaran la<br />

iglesia y el Convento en Azogues 133 .<br />

Pero en 1919 la Orden de Frailes Menores se vio precisada a tomar medidas urgentes<br />

para restablecer las misiones de Zamora, por el peligro de ser retiradas «dado que la Provincia<br />

nada hacía por esa Misión» 134 . En 1925 se acordó no renovar el acuerdo, por no tener<br />

fondos para sustentar la misión.<br />

En 1934 se iniciaron los trámites para la fundación del Convento de Riobamba 135 , y<br />

130) AGOFE, 6-9, Actas del Venerable Definitorio de la Provincia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, 3-XI-1903-11-IX-1943, fol.<br />

4v.<br />

131) Ibíd., fol. 5v.<br />

132) Ibíd., fol. 18.<br />

133) AGOFE, 6-9, op. cit., fol. 39.<br />

134) Ibíd., Sesión 7-XI-1919, fol. 92.<br />

135) Ibíd., Sesión 18IX-1934, fol. 207.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 95<br />

en 1937 se hacen cargo de la parroquia de <strong>San</strong>ta Elena. Por último, cabe mencionar que en<br />

1950 aceptan la Prefectura Apostólica de las Islas Galápagos 136 .<br />

Colegio Seráfico (Claustro norte y Guápulo)<br />

El 13 de septiembre de 1907, dentro del proceso de reestructuración de la Provincia se<br />

decide fundar un colegio Seráfico, para formar a los aspirantes a religiosos 137 . Al parecer<br />

empezó a funcionar a partir de 1910.<br />

Para su funcionamiento se pensó en el Segundo Claustro, pero existía una preocupación<br />

permanente de los franciscanos por la posible intromisión del aparato estatal en sus<br />

espacios. La preocupación tenía sus fundamentos y el Segundo Claustro que había sido destinado<br />

para el colegio, en años posteriores efectivamente fue ocupado por el Gobierno para<br />

cuartel de carabineros.<br />

En el año 1934, se resuelve levantar fuera de la ciudad un nuevo edificio para el colegio.<br />

Inicialmente, se pensó en ubicarlo en Chaupicruz, en virtud del ofrecimiento de terrenos<br />

y de una iglesia que se encontraba en edificación. Al no lograrse un acuerdo, se<br />

continuó buscando un lugar adecuado 138 .<br />

En 1937 se acepta la propuesta del arzobispo Carlos María de la Torre, que ofrecía el<br />

<strong>San</strong>tuario de la parroquia de Guápulo, sin ningún gravamen. Se inició la edificación del<br />

establecimiento educacional gracias al esfuerzo de sus frailes y con el apoyo de algunos<br />

benefactores.<br />

Concluido en la década de los años cuarenta, el edificio de Guápulo presentaba algunas<br />

deficiencias —falta de agua potable, con un constate brote de epidemias, sobre todo<br />

de fiebre tifo—. Esta situación determinó que, el 25 de septiembre de 1945, el Comisario<br />

General enviara una comunicación al Provincial, ordenando separen el colegio de la parroquia<br />

de Guápulo 139 .<br />

Con esta advertencia se inició una nueva búsqueda de ubicación para el Colegio,<br />

considerándose su traslado a Cayambe 140 . Posteriormente, se piensa en la posibilidad de<br />

la devolución del tramo ocupado por la Policía y de adquirir todo el local que ésta poseía,<br />

pero estos proyectos nunca llegaron a realizarse. El colegio se mantuvo en Guápulo hasta<br />

la década de los sesenta. Lo que nos lleva a suponer que se ejecutaron obras en este espacio<br />

para garantizar la seguridad de sus pupilos.<br />

136) AGOFE, 6-11, Libro de Actas del Venerable Definitorio de la Provincia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito. 27-IX-1943/11-<br />

XI-1963, Sesión 25-VIII-1950, p. 225.<br />

137) AGOFE, 6-9, op. cit., fol. 14v.<br />

138) Ibíd., Sesión 23-X-1934, fol. 201v.<br />

139) 6-11, Libro de Actas del Venerable Definitorio de la Provincia de Quito, 27-IX-1943/11-XI-1963, Sesión 25-VI-1945,<br />

p. 45.<br />

140) Ibíd., Sesión 16-XI-1945, p. 64.


96 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Conservación del Patrimonio<br />

A partir de los años veinte, en Quito surgió un movimiento tendiente a revalorizar y conservar<br />

el patrimonio artístico y cultural de la ciudad. La Junta de Embellecimiento de Quito,<br />

en 1918, se encargó de conseguir fondos y de incentivar todo tipo de actividad relativa<br />

al rescate y conservación de los valores artísticos.<br />

Bajo estos principios el señor Luis Veloz inició en 1924 la restauración de los lienzos<br />

de la portería y del Claustro Principal del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito.<br />

En este mismo año visita la ciudad de Quito una misión italiana, precedida por el Embajador<br />

Guiriati y acompañado de los personajes más representativos de todos los ramos de<br />

las artes y la ciencia 141 . Dentro de los programas se contempló una visita al Convento de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong>, en donde se instaló una exposición en uno de sus Claustros, encargándose de su<br />

montaje Cristóbal Gangotena y Jijón, Juan León Mera Iturralde, miembros de la Academia<br />

de Historia, y Luis Veloz 142 .<br />

Entre las felicitaciones y elogios que recibieron los franciscanos por la exposición,<br />

debemos rescatar las afirmaciones vertidas por el maestro Julio Arístides Sartorio, «figura<br />

prominente de Italia, en el ramo de la pintura y de la escultura» 143 , relativas a la riqueza<br />

artística que pudo observar en su visita al Convento. Atribuyendo autoría a los planos de<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> y de algunas obras, las mismas que se han venido repitiendo una y otra vez<br />

por nuestros historiadores del Arte:<br />

El fue quien aseguró que nuestra iglesia ha de haber sido dirigida por el arquitecto Herrera, el mismo<br />

que dirigió el Escorial (España) y lo dijo apoyándose en las líneas de construcción de nuestra iglesia<br />

y sacristía con los del Escorial 144 .<br />

El fue quien, con todo el peso de su conocimiento, dijo que el Señor con la cruz a cuestas, era de<br />

Montañés y de Zurbarán, una pintura de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> 145 .<br />

La presencia de la misión italiana en Ecuador sirvió para reforzar los intentos de algunos<br />

grupos tendientes a salvaguardar el patrimonio cultural de nuestro país.<br />

En efecto, en 1925 el subdirector de la Academia de Historia, Luis Felipe Borja, remite<br />

una comunicación al Provincial franciscano, exhortando a la búsqueda de medios eficaces<br />

para la preservación de los bienes artísticos. Proponiendo tres puntos para la conservación<br />

de todo el patrimonio religioso: 1. Revisión de inventarios o hechura de otros más<br />

completos. 2. Prohibición a los señores curas de vender el más insignificante de los objetos<br />

inventariados. 3. Formación en la casa obispal de un museo con los objetos que en las<br />

iglesias se retiren del culto 146 .<br />

141) Ibíd.<br />

142) Ibíd.<br />

143) Ibíd., p. 91.<br />

144) Ibíd.<br />

145) Ibíd.<br />

146) AGOFE, 13-297, Circular enviada por Luis Felipe Borja, hijo, subdirector de la Academia Nacional de Historia,<br />

exhortando mayor cuidado por el patrimonio artístico del país, Quito, 3-VI-1925.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 97<br />

En el año de 1934, la Municipalidad de Quito consagró el mes de diciembre a la celebración<br />

del cuarto centenario de la fundación de la ciudad. Dentro de los programas conmemorativos<br />

se dispuso la apertura de la Exposición de Arte Colonial, que quedó a cargo<br />

del señor Jacinto Jijón y Caamaño. En tal virtud, los conventos de <strong>San</strong> Agustín, La Merced<br />

y <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> abrieron sus puertas. Los franciscanos organizaron la suya en el Claustro<br />

bajo oriental contiguo a la Policía.<br />

Con estos acontecimientos, los Frailes Menores poco a poco fueron adquiriendo<br />

mayor conciencia del acervo cultural que guardaban sus Claustros y templos, de la importancia<br />

de salvaguardarlos y de exponerlos. Dentro de este proceso, la Orden decidió<br />

solicitar, en el año de 1945, la expedición de un decreto para la formación de un museo<br />

147 . Destinándose para este objeto la primera planta del Segundo Claustro. El Museo<br />

inició sus actividades en el año de 1952, nombrando como su primer director a fray<br />

Samuel Calvo 148 .<br />

Refacciones y modificación de los espacios<br />

iglesia<br />

En mayo de 1923, la linterna de la media naranja del presbiterio sufrió daños considerables<br />

a consecuencia de los temblores fuertes que se sucedieron durante todo este mes.<br />

Para su reconstrucción se contrató al arquitecto Luis Aulestia, que ejecutó los planos y<br />

dirigió los trabajos de la nueva linterna «que es exactamente igual a la antigua, y en la que<br />

se han conservado los mismos azulejos que la revestían» 149 .<br />

Un mes antes de la conclusión de la linterna, el 6 de septiembre, dos miembros de<br />

la Academia de Historia, Cristóbal Gangotena y Jijón y Juan León Mera —que siempre<br />

estuvieron ligados a los franciscanos—, junto al guardián fray Rufino Urtaza y el vicario<br />

fray Askúnaga, redactaron un documento que daba cuenta de la situación política, social,<br />

económica del país y del estado en que se encontraba la linterna presbiterial, el mismo<br />

que fue guardado, con monedas de la época, dentro de un cilindro metálico y depositado<br />

dentro de la esfera que remata la linterna.<br />

En los años treinta, la comunidad puso todo su empeño en la compra de un órgano<br />

nuevo para su iglesia. Con el apoyo de la sociedad quiteña se fueron recolectando los fondos<br />

necesarios, procediéndose a la compra del nuevo órgano a la casa Duorte de Bilbao.<br />

La colocación de este instrumento musical conllevó algunas remodelaciones del<br />

coro. A estos años corresponde la ejecución de la grada de abanico en reemplazo de la<br />

recta que antes existía. Para colocar los dos cuerpos del órgano se retiró buena parte de la<br />

sillería coral, que continuaba hasta donde hoy se encuentran las mencionadas cajas.<br />

147) AGOFE, 6-11, op. cit., Sesión 17-I-1945, p. 45.<br />

148) Ibíd., Tabla Capitular, 2-IX-1952, p. 275.<br />

149) Documento encontrado en la esfera metálica que remata la linterna de la cúpula del presbiterio.


98 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Convento<br />

Claustro Principal<br />

En junio de 1925, bajo el asesoramiento y ayuda económica de la Junta de Embellecimiento<br />

de Quito y con el objeto de preservar las pinturas restauradas por Luis Veloz, se empezó<br />

a poner tumbados en las cuatro galerías bajas para «impedir que vayan las golondrinas<br />

a dormir y cuidar de este modo los cuadros ya restaurados que adornan las paredes del<br />

Claustro y se conserven con mayor limpieza» 150 .<br />

Un año después, entre los trabajos que ejecutó la municipalidad y el guardián del Convento<br />

están: el cambio del piso de los corredores bajos, los antiguos ladrillos son sustituidos<br />

por piedra, se pinta las paredes de azul para resaltar los cuadros restaurados, se encajan en<br />

las paredes las lápidas funerarias que se encontraban en el piso y se sustituyen las mesas de<br />

adobe de los altares esquineros por las de cemento sobre dos columnas de piedra 151 .<br />

Claustro norte<br />

Hasta 1934, como quedó expresado, éste fue local destinado al Colegio Seráfico. En este<br />

año casi todo el Claustro fue ocupado por la Guardia Civil, a excepción de los sótanos que<br />

daban a la calle Cuenca. En 1937 se pone a consideración un proyecto de habilitarlos y<br />

luego arrendarlos; además de aumentar los ingresos, se impedía cualquier intento de ocupación<br />

por parte de la Policía 152 .<br />

Dos años más tarde, los franciscanos entregaron los sótanos a la Juventud Antoniana,<br />

con la condición de que esta organización cristiana se hiciera cargo de las adecuaciones,<br />

acuerdo que se dio por terminado al poco tiempo, por incumplimiento de la agrupación.<br />

Aunque sin éxito, varios fueron los intentos de los frailes por recuperar este Claustro.<br />

En 1943, el Ministerio de Gobierno presenta una propuesta para que se le entregue parte<br />

de la Huerta a cambio de la devolución de un tramo ocupado. La comunidad resuelve ceder<br />

una parte de la Huerta bajo estas cláusulas: 1. La parte a entregarse debe ser contigua<br />

al edificio de la Policía. 2. Se exige una cantidad de dinero. 3. Se solicita indemnización<br />

por los prejuicios causados por la ocupación. 4. El nuevo departamento a construirse no<br />

debería tener ventanas a la Huerta. 5. La superficie de terrenos a cederse están sujetos a<br />

nueva consideración 153 .<br />

El 17 de enero de 1945, sin que se haya llegado a ningún acuerdo, en sesión del Definitorio,<br />

se leyó el Decreto del Presidente de la República, fechado el 21 de diciembre del<br />

44, por el que se devolvía el tramo del Convento ocupado hasta ese día por el cuerpo de los<br />

Guardias Civiles y se ordenaba la expropiación de dos mil quinientos metros cuadrados de<br />

la Huerta para la edificación del local para estos fines 154 .<br />

El 13 de noviembre de 1947, el edificio fue devuelto a la comunidad, se entregó una<br />

150) AGOFE, 13-295b, op. cit., p. 103.<br />

151) Ibíd., p. 122.<br />

152) AGOFE, 6-9, op. cit., Sesión 11-IX-1937, fol. 237v.<br />

153) AGOFE, 6-11, op. cit., Sesión 22-XI-1944, p. 41.<br />

154) Ibíd., Sesión 25-I-1945, p. 44-45.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 99<br />

indemnización de cien mil sucres 155 . Con relación al nuevo uso de este Claustro, se decidió<br />

ubicar en la planta baja la imprenta fray Jodoco Ricke, en el segundo piso en galería norte,<br />

la biblioteca, y, en 1952, el museo.<br />

La biblioteca durante los siglos coloniales estuvo ubicada en el Claustro Principal, en<br />

1942 se trasladó «a los departamentos actuales de cafetería y que esa funcione en adelante<br />

en la misma cocina, pudiendo servirse el café en el refectorio» 156 . No sabemos si esta disposición<br />

tuvo efecto, pues en 1948 ocupó la planta baja de las actuales dependencias del<br />

Colegio de <strong>San</strong> Andrés 157 .<br />

Claustro del Noviciado o Coristado<br />

Entre los años de 1918 y 1919 se ejecutaron obras en este espacio, pero lamentablemente<br />

no se ha podido localizar ningún plano sobre la obra en el sector. Se conoce que en 1925 se<br />

efectuaron algunas reparaciones y se edificaron los baños y se encementaron las azoteas.<br />

Escuela y Colegio de <strong>San</strong> Andrés<br />

El 10 de mayo de 1949, los franciscanos recibieron una propuesta de un personaje anónimo,<br />

quien ofreció donar una cantidad de cincuenta mil sucres para la creación de un<br />

colegio gratuito con finalidades de capacitación. El plantel debía llamarse de <strong>San</strong> Andrés<br />

en recuerdo del primero que tuvo la Provincia. La propuesta fue aceptada y se autorizó que<br />

se destine un lugar en la Huerta para construir el edificio. Añadiendo el Provincial «que el<br />

colegio debía construirse junto al edificio de la Policía, para de una vez por siempre cortar<br />

el paso a las ambiciones hacia nuestra huerta» 158 .<br />

Se desconocen las razones para que este proyecto nunca llegara a ejecutarse . Sin embargo,<br />

fue el antecedente para que unos meses más tarde, precisamente el 16 de agosto de<br />

1949, se considere la posibilidad de fundar la escuela primaria en el Convento, para lo cual<br />

se aprovecharía el local antes ocupado por la biblioteca, y mencionan que contaban con<br />

un aporte de treinta mil sucres que entregaría la Sociedad Auxiliadora de la Niñez.<br />

En 1956 los servicios de formación se ampliaron ofreciéndose educación secundaria.<br />

Para el funcionamiento del Colegio se planteó la edificación de un local entre las calles Mideros<br />

e Imbabura. Mientras se llevaba a la práctica lo dispuesto, éste iniciaría sus labores<br />

en un tercer piso que se estaba levantando en la escuela. Pese a la resistencia de algunos de<br />

los religiosos en relación a esta disposición especial, el Colegio inició sus labores y nunca<br />

se levantó el nuevo edificio 159 .<br />

En 1961, para ampliación de éste se entregó una parte de la Huerta «y otro local conocido<br />

como lavandería antigua, y se trasladó a otra parte del comedor de los pobres» 160 .<br />

155) Ibíd., Sesión 13-XI-1947, p. 125.<br />

156) AGOFE, 6-9, op. cit., Sesión 19-Vi-1942, fol. 281.<br />

157) AGOFE, 6-11, Sesión 10-V-1949, p.180.<br />

158) AGOFE, 6-11, op. cit., Sesión 10-V-1949, p. 180.<br />

159) Ibid. Sesión 9-VIII-1956. p. 413-414<br />

160) Ibid. Sesión 8-VIII-1961. p. 532-533


Investigación arqueológica


SIGLAS<br />

AGOFE<br />

AN/ Q<br />

AM/Q<br />

ABC/Q<br />

ACC/P<br />

ASF/L<br />

AGI/S<br />

APSF/Q<br />

Archivo General de la Orden Franciscana del Ecuador<br />

Archivo Nacional de Quito<br />

Archivo del Municipio de Quito<br />

Archivo del Banco Central de Quito<br />

Archivo Central del Cauca Popayán<br />

Archivo de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Lima<br />

Archivo General de Indias Sevilla<br />

Archivo del Proyecto <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 103<br />

Investigación arqueológica 1<br />

Paulina Terán<br />

Introducción<br />

Al iniciar los trabajos de restauración del Convento, se puso especial énfasis en el replanteamiento<br />

de la evolución del conjunto conventual a través del rescate y análisis de documentos<br />

históricos; así como la investigación arqueológica. Éste constituyó un proyecto de gran<br />

envergadura no solo por la extensión que cubre el Convento —tres hectáreas y media de terreno—,<br />

sino también por su trascendencia histórica y las connotaciones socio-económicas<br />

del pueblo que forma su comunidad, pues el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> es un monumento<br />

vivo, de gran actividad e incesante labor mendicante de los franciscanos en ella.<br />

El concepto de restauración planteada para el Convento e iglesia se enmarca en una<br />

visión totalizadora que cubre las diferentes áreas artísticas y arquitectónicas bajo cánones<br />

que integran sus diversos campos. En este enfoque, la investigación arqueológica en el<br />

monumento histórico contempla dos campos de acción.<br />

Uno que toma como punto de partida los datos históricos hacia inferencias dentro de<br />

un período que abarca desde los tiempos prehispánicos hasta nuestros días, en un sentido<br />

de evolución espacial de apropiación del sitio.<br />

Otro que relaciona el subsuelo con la estructura arquitectónica, como componentes<br />

íntimamente ligados; no solo dentro del campo de la construcción, sino también en el<br />

análisis del tipo de suelo existente en el lugar, para evaluaciones de tipo arquitectónico.<br />

Por lo tanto, en este estudio se pretende plantear la apropiación espacial a través del<br />

análisis de los niveles topográficos y su inferencia hacia los períodos Inca y Colonial.<br />

Los datos obtenidos serán complementados con el estudio de los restos culturales,<br />

como medio de análisis sobre la influencia y consolidación del Imperio Inca en el área del<br />

Valle de Quito. Información que será dirigida al período colonial para examinar su posible<br />

trascendencia en la fabricación cerámica y su evolución en la implementación del torno.<br />

1) Tomado de la investigación realizada en el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito


104 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Se tomará el caso de la comunidad franciscana como ejemplo de la influencia eclesiástica<br />

en las decisiones de gobierno y las políticas implementadas para consolidar la<br />

conquista española. Se hará el análisis tomando como base los datos históricos y compaginándolos<br />

con la evidencia arqueológica y arquitectónica.<br />

Relación histórico-espacial<br />

En la parte histórica, el dato de fray Fernando de Cosar en su Relación de 1647, establece<br />

la importancia del sitio:<br />

El primer convento de esta <strong>San</strong>ta probincia es en la ciudad de san francisco de quito, llamase desanfrancisco<br />

de quito porque segano día de nro. padre sanfrancisco, el combento se llama san pablo dequito,<br />

esta fundado dos quadras dela plasa, enel sitio y lugar quebivian los capitanes mas poderosos<br />

del ynga, esta alponiente casi enmedio della y puesto el rostro al ocsidente del sol amano derecha<br />

(Cosar [1647] 1924:1).<br />

Por tradición, y desde la época prehispánica, el sitio de la fábrica franciscana ha tenido<br />

importancia entre los pobladores de Quito. No obstante, esto supondría la visión de<br />

una gran ciudad incásica al momento de la conquista hispánica, pero no se han encontrado<br />

evidencias sobre ese momento histórico.<br />

En años recientes, investigadores que han realizado trabajos en el área septentrional<br />

andina plantean que Quito fue un centro de intercambio de diversos productos, provenientes<br />

de varios nichos ecológicos. Sostienen que el Quito preincásico tuvo una situación<br />

privilegiada de centro geográfico y económico, que fue el núcleo de un extenso complejo<br />

vial y residencia de una colectividad de indios mercaderes; lo que hizo del Quito aborigen<br />

un enclave donde confluyeron factores económicos y sociales, tanto del ámbito local<br />

como del regional (Moreno, 1981).<br />

Salomón (1980) especifica que el lugar de la plaza o mercado indígena—llamado<br />

tianguez en vocablo nahual por los españoles— tenía una extensión considerable y estaba<br />

localizado probablemente en el lugar que ocupa la Plaza de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, de la ciudad de<br />

Quito.<br />

Una vasta región era el contacto cotidiano entre poblaciones de diferentes nichos<br />

ecológicos, que hacían una «redistribución no centralizada» de bienes suntuarios y alimentos<br />

de diverso orden, y tenían su punto de encuentro en el tianguez.<br />

En el período inca, dentro de su estrategia urbana, se crearon centros administrativos que servían<br />

para el intercambio, y se hallaban ubicados siguiendo la continuidad de los tambos construidos a lo<br />

largo del camino real o qhapag-ñan (Morris: 1973).<br />

Además, estos centros cumplían las funciones de hospedaje temporal para las tropas<br />

militares que controlaban a la gran población transeúnte.<br />

Así, el emplazamiento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> respondería a una conceptualización prehispánica:<br />

un espacio —plaza— de grandes dimensiones en la planificación urbana repetitiva<br />

del Imperio Inca, controlado por el gobierno central.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 105<br />

Arqueología: causa y contexto<br />

Arqueología histórica<br />

La práctica de la Arqueología ha sido comprendida como un quehacer a campo abierto,<br />

en un marco un tanto místico y extraño. En realidad, este misticismo debe ser entendido<br />

como la dedicación por alcanzar nuevas evidencias del pasado del hombre y su trascendencia<br />

hasta nuestros días.<br />

El análisis de las evidencias materiales y sus relaciones contextuales nos proveerán<br />

de información de una sociedad del pasado y su evolución en el tiempo. Este pasado puede<br />

permanecer en el presente, por ejemplo en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, que<br />

hasta nuestros días refleja y señala un momento concreto en la historia de un pueblo.<br />

La participación de la Arqueología en la restauración de un monumento histórico<br />

obedece a los principios de esta ciencia social: la obtención de información a través de<br />

excavaciones para rescatar evidencias materiales de diferente índole (cimentaciones, cerámica,<br />

textiles, etc), que nos ayuden a comprender e interpretar en forma diacrónica la<br />

ocupación del sitio e inferir posiciones ideológicas del período en cuestión.<br />

La identificación de patrones emerge con el análisis de los objetos rescatados, al ubicar<br />

su valor cultural en una época determinada. La problemática en que se ve envuelto el<br />

trabajo de investigación de Arqueología histórica, en muchos casos, sucede cuando trata<br />

de establecer una secuencia evolutiva del sitio arqueológico que ha sido alterado por apropiaciones<br />

posteriores con otros fines. Esta alteración, obviamente, modifica la secuencia<br />

cronológica. A primera vista, estos eventos habrían supuesto la destrucción del contexto;<br />

pero al analizar los estratos removidos estos cobran un nuevo valor cultural, ya que reflejan<br />

en sí un nuevo momento dentro de la problemática de ocupación espacial del sitio.<br />

Causa y contexto<br />

Para la definición de un nuevo estrato, se deben analizar como posibles causas la acción<br />

de varios elementos, tanto los naturales como los producidos por la acción del hombre,<br />

que pueden dar paso a nuevas depositaciones en el sitio. Este proceso en la estratificación<br />

arqueológica es, por lo tanto, una amalgama de patrones naturales de erosión y depositación<br />

entrelazados con alteraciones humanas del paisaje, debidas a la acción de excavar o<br />

a la constructiva (Harris 1979:33).<br />

La diferencia entre el estrato formado por la naturaleza y la hecha por el hombre se puede ver de<br />

la siguiente manera: al hacer un estrato, la naturaleza trata de seguir el curso de resistencia menor,<br />

las rocas más suaves son las primeras en erosionarse, y a mayor inclinación mayor la erosión. Un<br />

estrato causado por el hombre es el resultado de preferencias culturales, la tierra amoldada al gusto<br />

humano. Cuando la disposición de una capa estratigráfica es dejada a la acción de la naturaleza, la<br />

tendencia de la superficie será mantenerse horizontal y desplazar a sus márgenes asperezas que<br />

luego son acarreadas por la gravedad (Ibíd: 1979).<br />

Generalmente, la acción posterior, luego de haber alterado el sitio natural, da paso<br />

a la creación de una nueva estratigrafía, tanto por elementos constructivos como por el


106 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

proceso irreversible para recobrar la estratificación original.<br />

La acumulación de restos culturales dentro de un estrato «artificial» cobra el carácter<br />

de un contexto con las características inherentes a un período, entrando en una correlación<br />

estratigráfica de depositaciones que origina una dialéctica acumulativa de evolución<br />

de estratos. Hasta este punto la formación de estratos es el momento particular de expresión<br />

de un grupo humano, entendiéndose éste dentro de un sentido temporal.<br />

La exigencia de una cronología más exacta dentro de un sitio urbano responde metodológicamente<br />

a la necesidad de un conocimiento puntual en el tiempo, para una mejor<br />

comprensión de los datos documentales. En el caso de una estructura, marca un período<br />

específico de construcción dentro de la interpretación evolutiva del sitio. Sin embargo, al<br />

no contar con elementos directos de fechación, como una inscripción contemporánea o<br />

evidencias documentales impecables, Wheeler nos plantea:<br />

…nuestro conocimiento de la fecha o el contexto cultural de un edificio se basan, idealmente, en<br />

tres categorías de objetos: 1. Aquellos rendidos por los estratos que se acumularon antes de la construcción<br />

del edificio; 2. Los facilitados por estratos contemporáneos a la construcción; y 3. Los proporcionados<br />

por los estratos subsecuentes a la construcción. Las categorías 1 y 3 sitúan la estructura<br />

cronológica o culturalmente, mientras que la categoría 2 nos define dicha categoría en sí misma<br />

(Wheeler 1981:89).<br />

El planteamiento de Wheeler para una excavación en un monumento histórico es lo<br />

deseado, ya que estaría marcando, claramente, momentos específicos y delimitados en el<br />

tiempo. Sin embargo, esta idealización de una estratigrafía con restos de cimentaciones o<br />

paredes no siempre se cumple, por diferentes razones: la excesiva remoción de tierras para<br />

la ocupación posterior del sitio o por causas naturales, como la erosión.<br />

En cualquier excavación arqueológica, ya sea a campo abierto o en un monumento,<br />

la relación entre los objetos puede establecer el carácter del contexto. Los arqueólogos utilizan<br />

el término contexto de diversas formas, pero todos ellos tienen en común el hecho de<br />

conectar o entrelazar las cosas en una situación concreta o en un conjunto de situaciones,<br />

tomando siempre en cuenta que hay tres elementos que comprenden el contexto arqueológico:<br />

espacio, tiempo y cultura.<br />

En la investigación de un monumento, se establece una relación directa entre lo superficial<br />

y el subsuelo, analizándose el carácter evolutivo del conjunto. Caballero (1987)<br />

relaciona claramente la evidencia arqueológica (subsuelo) con la parte observable del<br />

contexto (edificio). Definiendo al edificio o a la construcción como una nueva materialización<br />

del contexto.<br />

Cada construcción desde el punto de vista del estudio de la Cultura Material, y en cuanto documento<br />

histórico, no podemos considerarla como «un objeto», sino en el sentido de «una suma» de objetos<br />

de un contexto, o sea como la unidad conseguida por una red de relaciones materiales dadas a<br />

través del tiempo histórico en un espacio específico que denominamos edificio. (Ibíd: 26) [Las cursivas<br />

son del autor].


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 107<br />

Problemática metodológica<br />

Enfrentarse a un monumento histórico de una magnitud considerable puede ser, en un<br />

primer momento, una situación compleja. Especialmente, si dentro del proyecto de investigación<br />

se pretende conjugar aspectos de restauración arquitectónica y el rescate de<br />

evidencias de la evolución del sitio.<br />

En el caso del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, la construcción del edificio es una<br />

continuidad en el uso de estilos foráneos. La homogeneidad de la edificación está dada<br />

por un concepto constructivo que parte de un espacio central. Esta nueva distribución<br />

es planificada a partir de una pared existente que serviría de un cuarto lado del principio<br />

cuadrangular de apropiación espacial. El concepto está claro dentro de una expansión<br />

estructural, creando cada uno de los ambientes dentro de una unidad. Sin embargo, no<br />

es posible establecer una secuencia constructiva en términos absolutos, especialmente<br />

por la notoria expansión inicial hacia terrenos del actual Claustro del Museo o Segundo<br />

Claustro construido en 1649. Para las estructuras localizadas hacia la ladera del volcán<br />

Pichincha, se presentaron nuevos desafíos constructivos.<br />

El estudio de los niveles constructivos, en este caso particular, requirió del análisis<br />

temporal de las diferentes áreas. Tomando como base los datos históricos hasta ese<br />

momento accesibles y el reconocimiento del terreno edificio, se planteó una metodología<br />

que permitió la concatenación de datos estratigráficos a lo largo del área perimetral<br />

franciscana.<br />

Wheeler, dentro de su planteamiento para la excavación de una estructura, nos dice:<br />

... la identificación e interpretación de la evidencia estratigráfica asociada con un edificio es de importancia<br />

fundamental, y solo es posible mediante la conservación de grandes cortes seccionales<br />

durante el proceso de la excavación. En otras palabras, la exploración preliminar de una pared consiste,<br />

no en limpiarla en toda su longitud, sino en hacerle cortes perpendiculares a intervalos frecuentes,<br />

examinando minuciosamente cada uno de ellos y relacionándolo con sus vecinos (Wheeler<br />

1981:95).<br />

Este planteamiento es válido en el caso del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, donde la<br />

topografía del sitio influyó definitivamente en la respuesta estructural ante los desniveles<br />

naturales que obligaron a los primeros arquitectos a realizar remoción de tierras para<br />

grandes rellenos, tratando de crear un terreno plano para que les fuera más fácil ampliar<br />

las primeras estructuras construidas a partir del siglo XVI. La base de la metodología a<br />

seguir fue planteada tomando el principio de Wheeler, entendiéndose como «cortes perpendiculares<br />

a intervalos frecuentes» el trazado de transeptos siguiendo como guía una<br />

estructura existente. La partida para este planteamiento estaría enmarcada dentro de la<br />

ejecución de trincheras. Sin embargo, por razones de imposición física del edificio se enmendó<br />

la obtención de información a través de pozos de cateo, a intervalos frecuentes<br />

dentro de cortes prescritos por la unidad constructiva.<br />

Un sistema de excavación, muy utilizado en la década de los años cincuenta, estuvo<br />

dentro del planteamiento de Wheeler (1981): consistía en la cuadriculación del sitio,<br />

dejando testigos que puedan ser relacionados los unos con los otros, obteniendo de esta<br />

manera la máxima información de éste. En años posteriores, Philip Barker (1977; en Harris


108 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

1979:54) sugiere el uso de secciones acumulativas, como alternativa a los bancos o secciones<br />

verticales en el sitio excavado.<br />

Harris observa una ventaja en este sistema de Barker: la información acumulativa entre<br />

los cortes estratigráficos y su relación inmediata con los datos obtenidos y registrados<br />

en planta. Sin lugar a dudas, los dos planteamientos están enfocados en una metodología<br />

de excavación en la que se optimizan los datos de excavación, así como una mayor agilidad<br />

en el período de campo. Sin embargo, para un sitio arqueológico dentro de un monumento<br />

histórico, donde existe la dinámica de los quehaceres normales de una comunidad<br />

religiosa, el período de excavaciones tiende a ser reducido, por las molestias que conlleva<br />

levantar el piso de su hábitat.<br />

Debido al factor tiempo, se optó, dentro de sus limitaciones, por los sistemas planteados<br />

por los investigadores, tomando como principio, como ya se indicó, el sistema de<br />

pozo de cateo, para luego, dentro de un transepto, unificar la información de acuerdo a la<br />

estratigrafía de rellenos y niveles naturales. Dentro de cada unidad de excavación se registraron<br />

por niveles los diferentes elementos o concentraciones para una elaboración final<br />

con los cortes estratigráficos de cada pozo de cateo.<br />

Es de entenderse que la adaptación de esta metodología al caso específico de un<br />

monumento viviente, como es el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, responde a varios factores,<br />

como ya se ha establecido, no solamente dentro de parámetros humanos, sino también a<br />

la optimización de los datos obtenidos, a la cual no se ajustaría una metodología por cálculos<br />

aleatorios dada la existencia de un inmueble en perfectas condiciones.<br />

La apropiación de un sitio para levantar una estructura no necesariamente implica<br />

la destrucción de la estratigrafía existente. Se da, generalmente, la destrucción de la capa<br />

superior, que luego se integra a las capas artificiales creadas por el hombre.<br />

La práctica arqueológica en un monumento<br />

Si se parte del concepto de la Arqueología como ciencia social; o sea, el rescate de evidencias<br />

culturales que nos ayuden al planteamiento de hipótesis e inferencias de una sociedad,<br />

se debe tener como principal protagonista al hombre y sus respuestas a diferentes estímulos.<br />

Como se mencionó anteriormente, el concepto edificio debe ser analizado como<br />

una unidad, pero estableciendo una armonía de significado entre el subsuelo y la unidad<br />

expuesta: el monumento.<br />

Entender a un edificio implica compenetrarse con el punto de vista del constructor<br />

y tratar de obtener las respuestas a un problema específico para el uso espacial de<br />

la construcción. Para que el arqueólogo pueda conceptualizar la relación espacial con el<br />

edificio, debe haber una reflexión basada en las evidencias materiales, dentro de factores<br />

temporales. En el caso de la práctica de la arqueología en un sitio urbano, la comparación<br />

con datos escritos puede llevarnos a un análisis en términos absolutos, dentro de una cronología<br />

constructiva.<br />

Se ha establecido anteriormente que debe haber una relación directa entre el subsuelo<br />

y la edificación; esta dialéctica puede, en muchos casos, verse reflejada en fallas arquitectónicas<br />

o en otras problemáticas como la humedad. Estos fenómenos pueden ser


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 109<br />

identificados a través de las excavaciones, luego de una lectura correcta de depositación<br />

de los estratos y su análisis unitario con la edificación.<br />

La integración de los datos arqueológicos con otras fuentes<br />

Actualmente, la información diversa que maneja el arqueólogo le permite entrar en contacto<br />

con diversos campos de investigación; la primera fuente es sin duda la Historia. La<br />

dialéctica entre las dos ciencias, a partir de la lectura de los restos materiales encontrados<br />

en las excavaciones, nos puede llevar a varias respuestas dentro de una evolución social.<br />

Una de las diferencias en la metodología de análisis puede estar en establecer cuantificaciones<br />

como parámetros de inferencia. En la Arqueología, éstas pueden orientarnos<br />

para hacer comparaciones o puntualizaciones dentro de un sistema. Por ello, en los últimos<br />

años, la estadística y los métodos cuantitativos han sido muy utilizados para manejar<br />

los datos obtenidos en las excavaciones de carácter histórico.<br />

En este caso, la relación interdisciplinaria con la Historia ayudó a interpretar los datos<br />

sobre la cronología del sitio. La investigación arqueológica en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

de Quito estuvo ligada a un análisis conjunto de los datos históricos y los arquitectónicos.<br />

Consideraciones previas al análisis del sitio<br />

La relación del subsuelo con la estructura arquitectónica ha sido establecida al entender a<br />

estos como componentes íntimamente ligados; no solo dentro del campo de la construcción,<br />

sino también en el análisis del tipo de suelo existente en el lugar, para evaluaciones<br />

de tipo arquitectónico.<br />

Más aún en el caso de un monumento histórico, donde se usan parámetros de investigación<br />

sobre soluciones alcanzadas dentro de una tecnología parcialmente conocida,<br />

dado el tiempo transcurrido desde su levantamiento. Esta evaluación debe partir conociendo<br />

el estado del subsuelo sobre el que se levanta el monumento y, por ende, de las<br />

repercusiones físicas que pueden reflejarse a nivel de la estructura superficial. Estas consideraciones<br />

de tipo arquitectónico no pueden estar desligadas de las de carácter histórico,<br />

aun tomando en cuenta la evolución de las metodologías aplicadas a soluciones en la<br />

construcción.<br />

En los primeros años, la construcción no pudo estar alejada de un objetivo ideológico<br />

en la utilización de material prehispánico para la construcción de edificios, y la construcción<br />

de la fábrica franciscana en Quito se cuenta dentro del proceso de expansión colonialista.<br />

La Orden Mendicante fue la primera a cargo del adoctrinamiento de los indígenas.<br />

Su experiencia primaria en tierras americanas puede circunscribirse a la catequización de<br />

la Nueva España desde finales del siglo XV, y su obra no solo se extendió a promulgar la fe<br />

cristiana, sino también al campo de la construcción.<br />

No se sabe la influencia que ejerció el conocimiento adquirido en tierras de la Nueva<br />

España en otras áreas, pero dio soluciones sociales e ideológicas paralelas, como la<br />

creación de escuelas de indígenas junto a los conventos franciscanos, que podrían ser un<br />

indicio temprano de este patrón de expansión. Así, en México se funda el colegio para


110 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

indígenas de <strong>San</strong> José de los Naturales, en 1532 (Kubler 1982:573), y en Quito el colegio de<br />

<strong>San</strong> Buenaventura, en el año 1552 (<strong>San</strong>z 1942).<br />

Varias son las consideraciones históricas que se tomaron en cuenta en el análisis de<br />

la evolución espacial del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, un monumento de representación<br />

trascendental con la preponderante presencia del Atrio, una unidad de características singulares<br />

en América, pues en ella se suple la necesidad de crear áreas amplias para la congregación<br />

de masas, con el propósito de la catequización.<br />

En el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> el seguimiento constructivo, en un primer momento,<br />

abarcó la reutilización de elementos encontrados in situ. Una etapa primaria que estaría<br />

relacionada con la implementación de nuevas técnicas; por ejemplo, la construcción<br />

de hornos para la quema de ladrillos; pero, por otro lado, la incorporación ideológica de la<br />

población indígena. El sitio mantiene sus características topográficas originales, con una<br />

expansión limitada en el plano constructivo. A este primer nivel se le podría definir como<br />

de ordenamiento primario y planificación limitada.<br />

La segunda etapa denota una división planificada del espacio, con una visión puesta<br />

en el reordenamiento topográfico mediante el empleo de rellenos. Esta fase entraría en su<br />

momento de implementación con la construcción del Claustro Principal, reflejo de una<br />

intervención consolidada bajo un planteamiento de desarrollo de la fábrica franciscana.<br />

Este giro implicaría el empleo de numerosa mano de obra indígena para movilizar enormes<br />

cantidades de tierra para rellenos y prolongar la plataforma original hacia el lado norte<br />

del conjunto conventual.<br />

La tercera etapa constructiva se diferencia de las anteriores por una alteración del<br />

orden natural superficial, empleándose rellenos como efecto de un sistema agresivo de<br />

construcción. La topografía del sitio se amoldó a la voluntad, con una delimitación espacial<br />

de diferentes sectores de acuerdo al quehacer religioso. Arquitectónicamente, fue una<br />

época de complementación y rectificación de las estructuras existentes; las áreas delimitadas<br />

para enterramientos se saturan, circunstancia que obligó a la comunidad a la creación<br />

de espacios especiales dentro de su infraestructura.<br />

En un cuarto y último momento, los trabajos arquitectónicos estuvieron dirigidos al<br />

mantenimiento y reemplazo de los elementos existentes, registrándose el cambio superficial<br />

de pocos centímetros. Este accionar arquitectónico a través del tiempo, en un espacio<br />

delimitado por el Cabildo en 1535, llegó a su fin; las futuras construcciones se realizarán<br />

en el siglo XX, dentro de una misma área, pero a su vez fraccionada por las circunstancias<br />

sociales que obligaron a la comunidad a vender ciertos locales que no podían mantener<br />

por carecer de medios económicos.


JARDÍN DE LA HUERTA<br />

UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 111<br />

Investigación arqueológica<br />

Planteamiento metodológico<br />

Gráfico 1<br />

Localización de los<br />

pozos de cateo<br />

El Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, en su conjunto total, cubre tres hectáreas y media<br />

de terreno, incluyendo las áreas edificadas. La investigación arqueológica abarcó el área<br />

central de la fábrica franciscana.<br />

CALLE IMBABURA<br />

MURALLA DE LADRILLO<br />

NOVICIADO<br />

CLAUSTRO<br />

DEL CORISTADO<br />

5<br />

CALLE MIDEROS<br />

DE LA SACRISTÍA<br />

CLAUSTRO<br />

SACRISTIA<br />

CLAUSTRO<br />

DE SERVICIOS<br />

20 3<br />

21<br />

PATIO<br />

INGLÉS<br />

HUERTA<br />

CALLE BOLIVAR<br />

IGLESIA DE CANTUÑA<br />

IGLESIA DE SAN CARLOS<br />

17<br />

28<br />

TEMPLO MAYOR SAN FRANCISCO<br />

11<br />

19<br />

12N-13-14<br />

12 27<br />

1<br />

15 10 2<br />

16<br />

8 CLAUSTRO PRINCIPAL<br />

18<br />

26<br />

4<br />

29<br />

CLAUSTRO<br />

DEL MUSEO<br />

22-23-24<br />

ATRIO<br />

6<br />

7<br />

9<br />

25<br />

CALLE CUENCA<br />

PLAZA PRINCIPAL SAN FRANCISCO<br />

CALLE SUCRE


JARDÍN DE LA HUERTA<br />

114 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

CALLE IMBABURA<br />

MURALLA DE LADRILLO<br />

D<br />

C<br />

NOVICIADO<br />

CLAUSTRO<br />

DEL CORISTADO<br />

B<br />

CALLE MIDEROS<br />

DE LA SACRISTÍA<br />

CLAUSTRO<br />

SACRISTIA<br />

CLAUSTRO<br />

DE SERVICIOS<br />

PATIO<br />

INGLÉS<br />

HUERTA<br />

E<br />

CALLE BOLIVAR<br />

IGLESIA DE CANTU„A<br />

IGLESIA DE SAN CARLOS<br />

A<br />

ATRIO<br />

TEMPLO MAYOR SAN FRANCISCO<br />

D<br />

CLAUSTRO PRINCIPAL<br />

A<br />

C<br />

E<br />

CLAUSTRO<br />

DEL MUSEO<br />

CALLE CUENCA<br />

PLAZA PRINCIPAL SAN FRANCISCO<br />

B<br />

CALLE SUCRE<br />

Las excavaciones se plantearon dentro de una metodología de transeptos, tomando<br />

como línea referencial, tanto en sentido norte-sur como este-oeste, a la edificación. Dentro<br />

de estas coordenadas se realizaron treinta pozos de cateo, con un sistema de excavación<br />

por niveles arbitrarios de 20 cm, variando sus dimensiones de acuerdo a la evidencia<br />

encontrada, así como la profundidad que osciló entre 1,50 m hasta los 5 m, partiendo del<br />

nivel superficial. Se optó por este método luego de comprobar que gran parte de los estratos<br />

superiores correspondían a material de relleno, como ladrillos rotos, tejas y restos<br />

culturales de diversa índole, relacionado con la construcción del monumento.<br />

Gráfico 2<br />

Orientación de<br />

transeptos


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 115<br />

Todos los pozos de cateo se cavaron hasta encontrar el nivel estéril, logrando establecer<br />

por medio de las coordenadas el nivel topográfico original del sitio. Este análisis final<br />

fue de gran valor para lograr inferencias históricas de conformación del sitio e interpretar<br />

su apropiación en un período anterior a la conquista española. Para este tipo de información<br />

es de vital importancia la comprensión global de los problemas estructurales. Este<br />

último análisis ha sido enfocado, tradicionalmente, en los aspectos de carga estructural y<br />

análisis de suelos dirigidos a resistencia de cargas. Con la intervención de la Arqueología,<br />

el análisis de los sistemas constructivos (materiales o aparejos) y el establecer las causas<br />

del deterioro del nivel superficial tratan al edificio y su estrato inferior como una unidad<br />

común. Las múltiples causas que pueden afectar a un edificio pueden ser: tipo de suelo,<br />

material utilizado en las cimentaciones, humedad, rellenos, etcétera.<br />

Para todas las excavaciones se tuvo como punto referencial la nivelación del sitio realizada<br />

por el Departamento de Arquitectura, partiendo de un punto dato, que se ubicó a la<br />

entrada de la iglesia Mayor.<br />

Los pozos de cateo no siguieron una numeración secuencial; ésta se dio por razones de<br />

diferente índole, entre ellas la coordinación con otros departamentos dentro del Proyecto de<br />

restauración, que estaban distribuidos por los espacios más importantes del Convento:<br />

Claustro Principal: 1, 2, 6, 7, 8, 10, 27, 11, 25 y 26<br />

Claustro del Museo: 4, 29 y 30<br />

Claustro de la Sacristía: 5<br />

Claustro de Servicios: 20 y 21<br />

Huerta: 3<br />

Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>: 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 22, 23, 24 y 28<br />

Atrio: 9<br />

Las dependencias de las Hermanas de la Caridad, Capilla de Cantuña e iglesia de <strong>San</strong><br />

Carlos fueron definidas como área sur. El área norte, con fines de estudio para la investigación<br />

arqueológica, estuvo constituida por: Claustro Principal, Claustro del Museo o Segundo<br />

Claustro, Claustro de la Sacristía, Claustro de Servicios y Huerta. El edificio esquinero,<br />

sobre las calles Cuenca y Mideros, no fue tomado en cuenta porque es una edificación de<br />

reciente construcción, propiedad de la Policía Nacional. La Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> fue<br />

considerada como punto central, sin relación inicial metodológica con otros sectores.<br />

Los transeptos fueron trazados tomando en consideración los dos campos de desempeño<br />

de la investigación arqueológica dentro del proyecto de Restauración. Los transeptos<br />

partían para su delineamiento de la estructura de la edificación existente. Basados en este<br />

principio, se definió:<br />

TRANSEPTO A: orientación este-oeste; Atrio, crujía sur, Claustro Principal.<br />

TRANSEPTO B: orientación este-oeste; Atrio, crujía sur, Claustro Principal, Claustro de la<br />

Sacristía.<br />

TRANSEPTO C: orientación este-oeste: crujía norte, Claustro Principal, patio del Claustro del Museo,<br />

crujía norte, Claustro de Servicios.<br />

TRANSEPTO D: orientación este-oeste: nave lateral derecha, Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

TRANSEPTO E: orientación norte-sur: nave lateral izquierda, nave central, nave lateral derecha,<br />

Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, crujía sur y crujía norte, Claustro Principal.


116 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

El principal objetivo en el trazado de transeptos fue establecer una correlación estratigráfica<br />

entre los diversos pozos de cateo, que fueron programados para excavarse dentro<br />

de cada una de estas orientaciones metodológicas. Se mantuvieron parámetros constantes<br />

para facilitar el trabajo de complementación entre secciones. El seguimiento se hizo en<br />

cuatro puntos, como base para el reconocimiento de depositaciones: textura, composición,<br />

coloración y contenido general.<br />

En la mayoría de los pozos de cateo los estratos pudieron ser diferenciados fácilmente<br />

entre un nivel natural y artificial. Con este propósito se realizó, al inicio del proyecto de<br />

investigación arqueológica, el pozo de cateo 3 en el área de la Huerta, como prueba para<br />

obtener una secuencia estratigráfica del sitio. Previamente, se consultó con el Departamento<br />

de Historia, y no se encontró ningún documento que evidenciara alguna construcción<br />

en la parcela y hubiese ocasionado una remoción de tierras en este sector, en el que<br />

se continuó con la tradición de cultivo dentro del área conventual.<br />

El orden de depositación hasta los 2,20 m de profundidad corresponde a estratos artificiales,<br />

que resultaron del desalojo de material orgánico producido en el área de cocina,<br />

con intrusiones de elementos de construcción (fragmentos de ladrillo y teja). Los siguientes<br />

dos niveles suponen posibles deslizamientos de tierra desde la ladera colindante, que<br />

cubrieron la superficie con 30 cm de nueva depositación estratigráfica. Se presume que<br />

la causa principal de este fenómeno pudo ser el exceso de lluvia combinado con alguna<br />

erupción volcánica, inferencia basada en el contenido de pedazos de piedra pómez en la<br />

tierra. El aluvión cubrió el estrato original del sitio, referido como «estrato de tierra oscura<br />

con puntos blancos (piedra pómez)» , donde aparecen dos intrusiones de moldes de<br />

poste. La excavación estableció como principal indicador una diferencia práctica en el<br />

reconocimiento entre estratos naturales y artificiales. La compactación del suelo diferenció<br />

los dos tipos de depositaciones; el artificial es el de resistencia suave al trabajo con las<br />

herramientas convencionales. La presencia de elementos de desecho en un estrato marca<br />

la reutilización de los mismos como relleno.<br />

En el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se notó la diferencia en el tiempo entre dos eventos<br />

claramente delimitados, teniendo como fecha de cambio 1535. A partir de la construcción<br />

de la fábrica, la depositación de estratos artificiales estuvo directamente relacionada con<br />

el proceso de edificación. Siendo este último factor, en muchos casos, la evidencia de la<br />

evolución diacrónica del sitio. Los documentos históricos y etnográficos fueron el apoyo<br />

para la correlación estratigráfica. Toda la información fue registrada en los diarios de campo,<br />

que coincidió con el proceso evolutivo de la excavación y el dibujo de plantas.<br />

La metodología en la investigación arqueológica tuvo que ser ajustada a las necesidades<br />

que las evidencias requirieron; por ejemplo, en el trabajo realizado en las bóvedas<br />

de enterramiento encontradas en la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>. Por varias causas los desechos<br />

del antiguo piso de ladrillo, que cubrieron la superficie de la iglesia hasta finales del<br />

siglo pasado, fue repuesto y los escombros del anterior piso depositados en las bóvedas<br />

del subsuelo, destruyendo en parte los féretros que en ellas yacían. El relleno ocasionó la<br />

descomposición de los entierros primarios. En estos casos se empleó el sistema de decapage,<br />

registrándose una nueva planta cada 5 cm, para un montaje posterior que permita<br />

establecer la disposición espacial de los entierros y sus asociaciones.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 117<br />

Con esto se pretende ilustrar, en términos generales, la metodología seguida y sus<br />

especificidades, pero, a su vez, la delicadeza del tratamiento frente a las evidencias. Los<br />

entierros fueron excavados individualmente, manteniendo un sistema de trabajo en área,<br />

con especial atención a las relaciones estratigráficas. La creación de un estrato artificial<br />

no comparte un espacio temporal con el inicio y final de un proceso de depositación. Se<br />

ajustaría a esta definición en un sentido cronológico, pero el uso de su potencia puede<br />

variar en tiempo de acuerdo a las diversas actividades diseñadas en el área. Así, se aparta<br />

del axioma, dentro de la práctica métrica de excavación, de «que todos los objetos hallados<br />

en el mismo nivel son contemporáneos» .<br />

Evolución del área norte<br />

Análisis de matrices<br />

Al hacer excavaciones arqueológicas en un monumento histórico se establecen métodos<br />

de trabajo a campo abierto que implican ciertos cambios a los planteamientos metodológicos<br />

tradicionales.<br />

Al poner en práctica la Arqueología histórica, el inmueble presenta imposiciones inamovibles<br />

que obligan al investigador a realizar modificaciones y adaptaciones; más aún<br />

en el caso de un «monumento viviente», como es el caso del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Así, la práctica de campo mediante pozos de cateo, excavados a niveles arbitrarios, es el<br />

único medio posible para la obtención de datos. Estas excavaciones realizadas a «intervalos<br />

frecuentes» se transforman en una evidencia ampliada, una evolución de un sistema<br />

cuadriculado dentro de una demarcación espacial o transepto.<br />

En varios casos, los pozos de cateo se realizaron tomando en cuenta la distancia mínima<br />

al transepto próximo. Éste fue el enfoque general al ubicar las excavaciones, con<br />

ciertas excepciones según el inmueble.<br />

Metodológicamente, la construcción de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> ha sido considerada<br />

un evento separado. Esta división con las edificaciones del lado norte del conjunto<br />

conventual, se debió a que éstas son de un período posterior a la construcción de la iglesia<br />

(AGI, Quito 10, tira 1).<br />

Para el análisis estratigráfico se emplearon los principios establecidos por E. Harris<br />

en el diseño de la matriz, que se basan en el ordenamiento gráfico de los diferentes acontecimientos<br />

marcados en los estratos. Se mantuvo la relación tanto en sentido horizontal<br />

como vertical, distinguiéndose entre lo accionado por el hombre y una depositación natural,<br />

dejando clara la relación de la estratigrafía vertical (muros o cimentaciones) con la<br />

estratigrafía horizontal.<br />

Al complementar los datos escritos con el levantamiento de plantas y la información<br />

de secciones, la matriz adquiere tres dimensiones espaciales: longitud, anchura y altura<br />

o espesor, y una dimensión cronológica, como producto del análisis de relación: sobreposición,<br />

correlaciones o partes de una misma depositación original e identificación de<br />

contemporaneidad de dos o más estratos.<br />

Para elaborar las matrices se planteó una simbología unificada, luego de observar la<br />

recurrencia de un mismo estrato en las diferentes secciones. Se enumeró con el código «1»


118 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

al estrato natural, que por sus características o parámetros de identificación coincidieron<br />

en los diversos cateos. Con el «2» al estrato artificial, o sea tierra de relleno, y verbigracia<br />

con las siguientes denominaciones. Estableciéndose en cada matriz la relación con<br />

la estratigrafía vertical. Los entierros excavados fueron ubicados en la matriz por ser, en<br />

muchos casos, la evidencia que marcó el cambio de uso espacial en el área norte. Se anotó<br />

el número de entierros encontrados en cada cateo, como ejemplo «19-C». La letra «C»<br />

estableció la presencia de más sepulturas que no han sido excavadas por encontrarse en<br />

los perfiles del cateo; de esta manera, se dejó enunciada la existencia de otras en el área<br />

investigada.<br />

El trazo de cinco transeptos, principalmente en el área central (norte), no excluyó<br />

la inferencia hacia los límites físicos del área conventual para el análisis de la plataforma<br />

natural del sitio. Los transeptos se complementan unos con otros en varios puntos; se<br />

obtuvo una visión de los cuatro puntos cardinales usando la depositación estratigráfica de<br />

varios pozos de cateo intermedios. La dirección de cada uno de estas demarcaciones, en<br />

términos generales, mantuvo una orientación lineal (C, D y E). La excepción se dio con los<br />

transeptos A y D, cuya información, por imposición del inmueble, fue complementada por<br />

pozos de cateo que se encontraron fuera del trayecto propuesto.<br />

La asignación de letras para la identificación de los transeptos no implicó un orden<br />

temporal en la evolución espacial del área conventual ni tuvieron importancia en relación<br />

con la evidencia arqueológica. La denominación fue realizada al azar.<br />

Transepto B<br />

La información obtenida de los pozos de cateo 9, 6, 8, 10, 27, 11 y 5, que se encuentran<br />

dentro del transepto B, sirvió para obtener una visión clara de la evolución en el aprovechamiento<br />

del terreno norte. La evidencia arqueológica de restos culturales y soluciones<br />

ideológicas está claramente relacionada con el quehacer arquitectónico.<br />

El análisis global de las excavaciones realizadas en sentido este-oeste, sobre el transepto<br />

B, presentó cuatro etapas constructivas, que están delimitadas por la capa natural<br />

y los diferentes rellenos. La acción del hombre estuvo relacionada con la planificación de<br />

la fábrica y apropiación del sitio, de acuerdo al trazado de los ejecutores de las diferentes<br />

etapas constructivas.<br />

Este transepto cubre áreas del Atrio, sección que corre en sentido norte-sur por el exterior<br />

del conjunto conventual. El Atrio es, de alguna manera, la plataforma que une la explanada de<br />

la Plaza de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> con el área conventual y se halla sobre un desnivel natural, creado<br />

por la prolongación de la ladera del volcán Pichincha. Además, es una continuación de la calle<br />

Cuenca en el tramo trazado para la Plaza. El acceso a esta área se realiza por tres escaleras, dos<br />

laterales y una frontal, para cubrir el desnivel. En este elemento arquitectónico se encuentran<br />

todos los accesos al Convento, Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, <strong>San</strong> Carlos y Capilla de Cantuña.<br />

El pozo de cateo 9 se realizó junto a la puerta de ingreso al Zaguán o ante portería del<br />

Claustro Principal. El nivel natural del sitio se estableció a 1,55 m de profundidad (1), a<br />

este nivel se encontró un piso de ladrillo (A), con replantillo de arena y piedras pequeñas.<br />

Se excavó hasta los 2,65 m de profundidad, estableciéndose una potencia de 1,10 m del


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 119<br />

nivel natural. Este último estrato tenía una alta concentración de cerámica prehispánica,<br />

filtración Inca, Panzaleo y del área de Imbabura y Comales.<br />

La excavación del pozo de cateo 6 se realizó en la esquina sur-oeste, en el Zaguán<br />

o ante portería; presentó una secuencia evolutiva de depositación de estratos de relleno<br />

sobre el nivel natural, este último se encuentra a 1,10 m de profundidad (1). A diferencia<br />

de la excavación anterior, los entierros se hallaban en el estrato natural del sitio. El sector<br />

fue rellenado en 50 cm, sellándose estas depositaciones con una capa de arena (3), para<br />

luego nivelar la superficie con una segunda capa de tierra de relleno y la colocación de un<br />

primer piso de ladrillo (A).<br />

La cimentación de la segunda pared, paralela a la exterior, alcanzó una profundidad<br />

de 2,90 m, a partir del primer piso de ladrillo (B). Esta construcción cortó con los estratos<br />

artificiales y naturales; al realizar la zanja de pared para la cimentación se destruyeron<br />

parcialmente los entierros que se encontraban depositados en el sector. Situación que se<br />

repitió al construir la pared sur, que sirve de división de ambientes entre el Zaguán y la<br />

escalera principal, donde existe una diferencia de 20 cm entre las dos cimentaciones. Esta<br />

última cimentación funciona a su vez como muro de contención en sentido norte-sur,<br />

como punto fijo antes del declive de la ladera en esa dirección.<br />

Gráfico 3<br />

Pozo de cateo 6,<br />

esquema utilizado<br />

para registro de todas<br />

las excavaciones.<br />

El transepto B tiene un sentido paralelo a la crujía sur. Los pozos de cateo 8, 10, 27 y<br />

11 se encuentran alineados junto a la pared de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, hacia el interior<br />

de la crujía sur. La evidencia recuperada comprobó que el nivel natural (1) responde a un<br />

área plana o plataforma, donde existen pocos centímetros de diferencia en los 49,76 m que<br />

cubren la extensión de la galería. Se mantuvo una constante en todo el transepto en relación<br />

a la remoción y rellenos de tierra. Sobre el nivel natural se depositó una capa de tierra<br />

de relleno (2), disminuyendo su potencia en las excavaciones que se encuentran hacia el


120 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

oeste. Nuevamente, con carácter intrusivo, se depositaron diversos entierros (1-33; 1-6;<br />

1-8 [C]); extendiéndose estos de forma longitudinal en un área de aproximadamente 33 m,<br />

a partir de la pared este del Claustro. No se encontró evidencia de remoción de tierras en<br />

la esquina oeste de la galería.<br />

Pozo de cateo 6<br />

Transepto A<br />

Como punto de eje entre los dos trazos en el sector del Claustro Principal, para una relación<br />

estratigráfica, se hizo la excavación en el área del Zaguán o ante portería (pozo de cateo<br />

6). Las excavaciones en el transepto A muestran el declive de la ladera en sentido norte,<br />

y los grandes rellenos que se realizaron para la construcción del edificio en esta área. Se<br />

encuentran dentro de este transepto las excavaciones registradas como pozos de cateo 6<br />

(Zaguán) y 25 y 26 (locutorio).<br />

Para el análisis de la evolución espacial se partió del nivel natural encontrado, relacionándolo<br />

con elementos no topográficos —como los entierros— en la puntualización<br />

de eventos constructivos. Como quedó establecido en el análisis del transepto B, el nivel<br />

natural en el Zaguán se encontró a 1,10 m de profundidad, que continuó hacia el norte<br />

en el pozo de cateo 26 y fue definido a 3,20 m. Los niveles superiores corresponden a dos<br />

depositaciones artificiales realizadas con tierra de las mismas características que la natural.<br />

Esta última nivelación de la pendiente, con dos estratos que cubren 2,10 m de relleno<br />

vertical, fue hecha para alcanzar la plataforma natural. La remoción de tierra fue realizada<br />

antes de la construcción del Claustro Principal, como lo indican los entierros depositados<br />

en este estrato y el material empleado en la construcción de la cimentación oeste sobre las<br />

osamentas. Se encontraron dos concentraciones de cerámica claramente definidas entre


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 121<br />

los 3,4 y 3,8 m y los 2 y 3 m de profundidad con filiación prehispánica. A partir de esta depositación<br />

con tierra de relleno, o sea los primeros 1,50 m de profundidad, se registró la<br />

presencia de cerámica colonial.<br />

Pozo de cateo 26<br />

Es posible que la expansión norte, a partir de la iglesia, al ser utilizada como cementerio<br />

entre 1535-1567, haya tenido una cierta ornamentación o infraestructura,<br />

como un trazo de caminos, pues así lo evidencian varios ladrillos alineados sobre<br />

una base o replantillo, procedimiento necesario para asentar un piso (A). Lo que se<br />

relaciona con una actividad previa a la construcción de la galería este, al encontrarse<br />

80 cm por debajo de la línea superior de la cimentación oeste (B) e inicio de la pared<br />

de ladrillos.<br />

El siguiente estrato (2) fue definido como tierra de relleno, por el contenido de material<br />

de construcción que cubre el espacio vertical entre los ladrillos alineados y el final<br />

de la cimentación. Lo que se entiende como una acción posterior a la construcción del<br />

locutorio, al asociarlo con el basamento.<br />

En el momento de realizar las excavaciones arqueológicas, el locutorio se encontraba<br />

en proceso de restauración, cuyo mayor problema arquitectónico fue la humedad, que se<br />

evidenciaba en las paredes por un proceso de capilaridad. Dada la magnitud del problema,<br />

y el interés arqueológico, se realizaron dos pozos de cateo hacia el centro de la habitación.<br />

El pozo de cateo 25 se realizó junto a la pared este, que corresponde a la fachada del<br />

Claustro Principal. Se pudo establecer el nivel natural del terreno a 3,17 m de profundidad<br />

(1). Sobre esta superficie se procedió a depositar tierra de relleno para alcanzar la plataforma<br />

original y ampliar el espacio hacia el norte. El relleno varíaba en su contenido, se trataba<br />

de material de desecho de construcción, como fragmentos de ladrillo entremezclado<br />

con restos culturales y tierra (2).


122 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Gráfico 4<br />

Planta del locutorio y<br />

ubicación de los pozos<br />

de cateo 25 y 26.<br />

La mayor concentración cerámica se registró entre los 2,80 y 3,20 m de profundidad,<br />

que es compartida con la información rescatada en la excavación 26, así como para la<br />

depositación en niveles inferiores. La variabilidad se presentó en los estratos superiores.<br />

En el pozo cateo 25 se recurrió a nivelar con tierra con alto contenido de desechos de<br />

construcción. En los niveles superiores se depositó parte del relleno (fragmentos de cerámica<br />

colonial), y se estableció una correlación entre los estratos superiores de las dos<br />

excavaciones.<br />

Aquí se tenía, a nivel de las cimentaciones y dentro del diseño especial de la habitación,<br />

la construcción de una bóveda para enterramiento. El proyecto de construcción de la<br />

bóveda contempló varios factores dentro del campo de la arquitectura, como estabilidad y<br />

espacio. La amplia curvatura de la bóveda abarcaba un radio de aproximadamente 2,20 m,<br />

en un sistema de cañón corrido; se encontraba en el lado sur de la habitación, ocupando<br />

5,40 m de extensión horizontal por 5,10 m de ancho. El acceso fue delimitado tomando<br />

en cuenta el centro del espacio habitacional, marcado por una lápida de piedra que, al ser<br />

levantada del piso, descubrió varios escalones que descendían al interior de la bóveda.<br />

Para el arranque derecho de la bóveda se rebajó el espesor de la cimentación este de la habitación<br />

en 90 cm, hasta una profundidad de 2,33 m. La sección de la bóveda es de 45 cm<br />

de espesor, dejando los centímetros restantes como bordillo interno para el ordenamiento<br />

de los ataúdes.<br />

En el interior de la bóveda se pudieron apreciar los ataúdes ordenados a los costados<br />

del recinto y orientados al norte. Por la humedad en el ambiente, las cajas y esqueletos se<br />

encontraban en pésimo estado de conservación, lo que permitió delimitar únicamente<br />

los perfiles de la extensión aproximada de cada cofre. En el lado este, sobre el bordillo de


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 123<br />

la cimentación antes mencionada, estaban depositados los restos de tres niños, en el lado<br />

opuesto dos adultos y en el norte no se pudo definir. En todo caso, está claro que la bóveda<br />

correspondió a un sitio de enterramiento familiar.<br />

Como se dijo anteriormente, el problema fundamental de la habitación era la humedad.<br />

En el pozo de cateo 26 se tomaron cinco muestras de un mismo nivel para obtener<br />

un promedio de humedad. Se estimó la mayor concentración en 85,27% de agua a 1,60 m<br />

de profundidad; en los niveles inferiores el índice de humedad decrece paulatinamente.<br />

Al comparar esta información con la obtenida en el pozo de cateo 8, donde se depositaron<br />

fragmentos de cerámica a modo de drenaje a 1,55 m de profundidad, nos indicaron<br />

la presencia ancestral de una bajante de agua a nivel superficial desde las inmediaciones<br />

del volcán Pichincha. Con el transcurso del tiempo y las acciones de relleno del sitio con<br />

fines constructivos, la bajante fue cubierta y pasó a convertirse en un problema freático.<br />

Estuvo claro que la bajante de agua no era un cauce dirigido; por el contrario, su acción se<br />

extendía por la superficie de la plataforma afectando a todas las dependencias localizadas<br />

al este del Claustro Principal.<br />

Transepto C<br />

Dentro de la metodología trazada, en el sector norte del Claustro Principal se ubicaba el<br />

transepto C, que cubría la crujía norte y el Claustro de Servicios. Se identificaron las excavaciones<br />

con las siguientes denominaciones: pozos de cateo 1 y 2 (crujía norte, Claustro<br />

Principal), 4 (Claustro del Museo) y 20 y 21 (Claustro de Servicios).<br />

Mediante la información obtenida de los pozos de cateo se pudo establecer los grados<br />

de descenso de la pendiente natural al norte del conjunto conventual; a su vez, se comprobó<br />

la planificación espacial que obligó a los arquitectos del siglo XIV a tomar medidas de<br />

compaginación de eventos de acuerdo a la topografía natural del sitio.<br />

La galería norte está dividida en varios ambientes. En la esquina noreste se encuentra<br />

la escalera de ascenso al segundo nivel del Claustro Principal, diseñada en tres tramos. A<br />

continuación, partiendo del nivel del Claustro, se encuentra el tramo que desciende hacia<br />

el patio del Claustro del Museo, que se halla en un plano inferior a la traza general de la<br />

fábrica.<br />

Hacia la esquina noroeste de la galería existe un portón que controla el acceso a la<br />

parte posterior del Convento, (Claustro de Servicios, Colegio de <strong>San</strong> Andrés y Huerta). En<br />

este espacio de circulación convergen la escalinata en forma de caracol y el pasadizo lineal<br />

que conduce a las instalaciones posteriores.<br />

El pozo de cateo 1 se excavó en la habitación de la galería que colinda con el portón<br />

mencionado. Se delimitó la excavación junto a la pared oeste, donde se notaba una mayor<br />

incidencia de humedad por capilaridad. El nivel natural en este sector del Claustro Principal<br />

se encontraba a 2,70 m de profundidad (1). Los siguientes estratos eran de relleno, en<br />

algunos de ellos se pudo definir un 90% de material de construcción como ladrillos y tejas<br />

fragmentados. En otros niveles se encontraron huesos fáunicos y pedazos de cerámica<br />

y piedras de varios tamaños. La cimentación de la pared oeste, con una profundidad de<br />

70 cm, estaba construida sobre un relleno de desechos. A partir del nivel natural, todos


124 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

los estratos tenían una concentración de cerámica que correspondía al período colonial,<br />

definido su origen tanto por el acabado superficial como por la técnica de fabricación con<br />

torno. Se registró la presencia de pocos fragmentos de cerámica prehispánica.<br />

La mayor concentración de humedad fue definida entre los 2,70 y 3 m de profundidad,<br />

donde había tres ojos de agua en los 2 m² que cubrían la excavación, que producían el 100<br />

por ciento de humedad. La bajante de agua definida, antes de rellenar el sitio, constituyó<br />

un cauce superficial, razón por la cual se construyó un canal con piedras. La evidencia de<br />

esta estructura se identificó a los 2,55 m, con una dirección noroeste-sureste. La acción de<br />

rellenar sobre la bajante de agua nuevamente obligaba al cauce natural a deslizarse a nivel<br />

freático, lo que ocasionó grandes estragos a la edificación.<br />

El Claustro de Servicios está en el noroeste del conjunto conventual. Su disposición<br />

arquitectónica le otorga una cierta independencia de los otros Claustros. Su puerta principal<br />

en el pasadizo norte evidenció una evolución espacial, que luego fue remodelada al<br />

construir bóvedas sobre el pasaje que actualmente une el Claustro Principal con el área<br />

posterior. Su acceso a través de un portón con campanario le otorga privacidad al interior<br />

del Claustro. En la esquina noroeste se encuentra una habitación anteriormente usada<br />

como bodega, luego ocupada como oficinas centrales del proyecto de Restauración, junto<br />

a ésta se hallan las instalaciones de la cervecería franciscana. La galería oeste está ocupada<br />

por bodegas. La cocina ocupa toda el área sur, con conexión hacia el Claustro de la Sacristía<br />

y comedores. En la esquina noreste está la cafetería.<br />

Las excavaciones se realizaron en las dependencias de la cafetería y en la oficina del<br />

Proyecto; correspondían a los pozos de cateo 20 y 21.<br />

Siguiendo con el trazo para el transepto, a la cafetería le fue asignado el número 21. La<br />

excavación se realizó junto a la pared este, en una extensión de 2,50 por 2 m. Se decidió excavar<br />

en este lugar para aprovechar los trabajos de construcción de las cámaras de aireación<br />

realizadas por el Departamento de Arquitectura. Al hacer las excavaciones para solucionar<br />

los problemas ocasionados por la humedad, en la esquina noreste se encontró una estructura<br />

alargada de ladrillo que atravesaba la habitación hacia la pared sur. Esta concentración de<br />

ladrillos de 68 cm de ancho, más tarde sería identificada como un canal de agua.<br />

Siguiendo con la metodología general establecida para todas las excavaciones dentro<br />

de esta investigación arqueológica, al medir la profundidad de la cimentación los datos de<br />

la pared este con la pared sur difieren: la pared sur tiene 95 cm de profundidad; la pared<br />

este alcanza 2,30 m. La diferencia se debe a la construcción realizada mediante un sistema<br />

escalonado que hizo que esta estructura sirviera, a la vez, de muro de contención. El último<br />

tramo de la cimentación era 55 cm más angosto que el resto de la estructura.<br />

Un canal de 68 cm cruzaba la habitación en sentido sur-norte; por la orientación<br />

que mantuvo, posiblemente en algún momento sirvió para el desalojo del agua de la pileta<br />

central del Claustro de Servicios. Estaba construido con tres ladrillos, uno de base en<br />

posición horizontal y dos verticales que conformaban las paredes del canal. La evidencia<br />

muestra que, mientras estaba en servicio, era cubierto por un cuarto ladrillo. La parte interior<br />

del canal tenía un ancho aproximado de 25 cm y una altura de 15 cm.<br />

La construcción del canal estratigráficamente coincidía con el levantamiento de la<br />

pared de ladrillo que tapaba el acceso al refectorio desde esta habitación. La remodelación


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 125<br />

o reutilización de este predio podrían tratarse de dos eventos contemporáneos, ya que al<br />

construir el canal se debió levantar el piso para cubrir esta estructura.<br />

El proceso de construcción dio paso a la depositación de tierra de relleno con el propósito<br />

de nivelar la superficie. Esta erosión acarreó restos de cerámica que corresponden<br />

al período colonial, encontrándose la mayor concentración asociada al proceso de asentamiento<br />

de las cimentaciones.<br />

El pozo de cateo 20 se realizó en el local utilizado como oficina del proyecto de Restauración.<br />

Nuevamente, el problema en esta dependencia fue la humedad. Luego de levantar<br />

el piso de madera, colocado en años recientes, se encontró un piso de ladrillo ordenado<br />

en diseño espina de pez, en el que se notó una alteración en varios puntos, dada por<br />

las varias intervenciones que se hicieron para la reparación de esta superficie.<br />

Se realizaron cinco excavaciones, haciéndose un relleno con una potencia de 38 cm<br />

en toda el área. Este relleno estaba formado por fragmentos de ladrillo, piedras y otros<br />

elementos utilizados en la construcción. La capa natural del sitio se encontraba, en las<br />

cinco excavaciones, entre los 95 y los 110 cm de profundidad, conformada por tierra café<br />

compacta con intrusiones de puntos blancos.<br />

Transepto D<br />

Para un análisis topográfico del área que cubre actualmente la iglesia y su correspondencia<br />

global con otros sectores que conforman el conjunto conventual, se trazó un transepto<br />

sobre la nave lateral derecha del templo. Esta delimitación encierra las excavaciones con<br />

las siguientes numeraciones:<br />

Pozo de cateo 12:<br />

Pozos de cateo 12N, 13, 14:<br />

Pozo de cateo 15:<br />

Pozo de cateo 16:<br />

Pozo de cateo 18:<br />

Pozo de cateo 19:<br />

Nave central junto al púlpito<br />

Entre arco toral y segunda columna<br />

Entre segunda y tercera columna<br />

Entre tercera y cuarta columna<br />

Entre cuarta y quinta columna<br />

Sobre el crucero<br />

Todos los pozos de cateo fueron realizados con la técnica de excavación por estratos,<br />

ya que el área abierta lo permitía. Los pozos de cateo variaron en su tamaño entre los 3<br />

y 7,50 m. El trabajo fue lento por la gran cantidad de entierros y restos culturales que se<br />

encontraron en cada excavación, especialmente por el tiempo invertido en la limpieza de<br />

los huesos y el posterior dibujo de cada planta.<br />

Dentro del trazado del transepto D, la depositación de los estratos naturales fueron<br />

identificados a una profundidad entre los 1,30 y los 1,70 m. La cimentación corría a lo largo<br />

de la nave de la iglesia, en el primer tramo entre el arco toral y segunda columna (pozos de<br />

cateo 12N, 13 y 14); su ancho se desplazaba al norte, siendo parte del subsuelo de la nave<br />

lateral derecha, y no como cadena entre las columnas. En la esquina suroeste del cateo<br />

se observó su prolongación que correría, en parte, por debajo de la zapata de la primera<br />

columna. No se removió la cimentación de la columna para no afectar a la estabilidad de<br />

la estructura de la iglesia.


126 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Al lado opuesto de la misma excavación se encontró la evidencia de una segunda hilera<br />

de piedras de similares características a las antes mencionadas; infiriéndose como posible<br />

causa de la desaparición del material lítico del primer tramo, su reutilización. En la esquina<br />

sureste del pozo de cateo 14, la cimentación forma un ángulo recto en dirección al norte<br />

(Claustro Principal), no se pudo establecer su curso porque lo impedía la estructura.<br />

La estratigrafía del perfil sur (pozos de cateo 12N, 13 y 14) demostró el alcance de la<br />

depositación natural del sitio desde los 30 cm de profundidad. Infiriéndose un sistema<br />

constructivo por abertura de zanja de pared de aproximadamente 1,50 m de profundidad<br />

para el levantamiento de cimentaciones de cuatro hiladas de cantos rodados. Este muro<br />

presentaba un aparejo con las piedras más grandes en los filos y piedras pequeñas de similares<br />

características en el centro. Este tipo de cimentación se caracteriza por el uso de<br />

mortero de arcilla o chocoto, que cubría de manera uniforme todos los intersticios entre el<br />

material lítico.<br />

Pozo de cateo 12N,<br />

13, 14<br />

En los pozos de cateo 15, 16 y 18, entre la segunda y quinta columna, se registró un<br />

incremento horizontal de la cimentación en 2,20 m de ancho. En este punto se debe anotar<br />

que todas las excavaciones se hicieron hasta encontrar tierra estéril; luego se realizaron<br />

cortes laterales a las cimentaciones para una observación cronológica completa del sistema<br />

constructivo y la evolución del sitio, lo que permitió deducir la reutilización del material<br />

lítico. En el caso de estos últimos cateos, el perfil norte de la cimentación con piedras<br />

de río y mortero de chocoto difería del perfil sur del muro, que estaba formado por piedras<br />

de cantera con mortero de cal y arena.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 127<br />

Esta variabilidad en la cimentación entre columnas presentaba un cuadro de reutilización<br />

y modificación de una estructura previa a la construcción de la iglesia. La sobre<br />

posición de piedras de cantera con mortero de cal y arena fue aprovechada para cambiar<br />

por otro concepto y función estructural. La ampliación de la cimentación corrida, original<br />

del sitio, permitió la concatenación en el amarre de las zapatas de las columnas, trabajándolas<br />

como vigas de atado.<br />

Restos humanos y connotación social<br />

Del análisis realizado a los restos humanos encontrados en la iglesia, en los que fue posible,<br />

se obtuvo información sobre sexo, estatura, grupo racial, patologías, esperanza de vida, etc,<br />

(Ubelaker s.e.). En esta primera descripción interesa la especificidad de algunos entierros,<br />

que no está relacionada con sexo o edad sino a la posición social del muerto. Esta diferencia<br />

se observó en la construcción de bóvedas individuales o familiares (pozos de cateo 19 y 12).<br />

Estos elementos marcaron una distinción social al separar su espacio mortuorio de áreas<br />

«abiertas» donde estuvieron enterradas las personas que pertenecían a las cofradías.<br />

El análisis espacial en la iglesia se hizo en tres momentos cronológicos de depositación.<br />

En las matrices de los pozos de cateo 12N, 13, 14, 15 y 16 existen constantes que<br />

podrían inferirse a momentos (tiempo) relacionados con la existencia o no de retablos<br />

laterales. Así, se observó que en los estratos inferiores los entierros estaban orientados<br />

hacia el altar mayor. La población enterrada en cada uno de los espacios se diferenciaba<br />

cuantitativamente; es posible que obedeciera al número de devotos que conformaba las<br />

cofradías. Se observó una segunda división con una clara orientación hacia los retablos<br />

laterales (pozos de cateo 12N, 13 y 14) [15]. En la excavación 16 no existía un período intermedio<br />

de orientación, saltándose a un tercer momento. El último estrato de entierros<br />

se caracterizó por un desorden de relación con una directriz en cada espacio, dirigiéndose<br />

caprichosamente hacia cualquier punto cardinal.<br />

En el último estrato se registró una remoción casi constante del suelo funeral. Cavar<br />

el piso de la iglesia representó una desarticulación con el anterior entierro depositado, a<br />

este momento estaría ligado un accionar sobre el piso general de la iglesia en el que se<br />

reemplazó el ladrillo por la madera, en el año 1883 (AGOFE 6.6). Esta última intervención<br />

fue precedida por otras para reparar el enladrillado (AGOFE 10.32, 10.30, 10.34, 10.52).<br />

Sin embargo, el trabajo realizado a finales del siglo XIX consistió en la remoción de hasta<br />

un metro de tierra, conjuntamente con osamentas y restos culturales. Las osamentas serían<br />

depositadas en la cripta familiar que originalmente fue de Rodrigo de Salazar y luego<br />

pasó a ser lugar de sepultura para los presidentes de la Audiencia de Quito; los entierros<br />

desarticulados fueron depositados en un osario común, convertido en tal la bóveda de la<br />

Capilla de la Virgen del Pilar de Zaragoza. La cámara es una construcción de cañón corrido<br />

en donde se hallaban depositadas las cajas de exhumación. Se desconoce la asignación<br />

específica de sus ocupantes. En todo caso, el espacio fue utilizado hasta comienzos del<br />

siglo XX, según la evidencia encontrada en los cofres.<br />

Vale destacar el hallazgo de la pared de ladrillo al excavar en la nave central (pozo de cateo<br />

12); en la que se hizo un boquete y se examinó su construcción. La pared correspondía a la


128 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

parte posterior de un recinto abovedado de planta 2,15 por 1,80 y 2,10 m a la clave. El acceso<br />

normal se realizaba por un orificio hecho con este propósito en la parte superior, al nivel del<br />

piso de la iglesia, donde calzaba una lápida de piedra. Al interior de la cripta había mucho<br />

material de desecho. En un nivel inferior se encontraron improntas de ataúdes que cedieron al<br />

peso de los desechos arrojados al interior de la bóveda. Por la evidencia cronológica de cimentaciones<br />

y entierros aledaños no removidos, se estableció que hubo una construcción temprana<br />

luego de la concesión del espacio. En el interior de la bóveda los féretros se hallaban en<br />

estado laminar, por lo que la excavación se hizo mediante la técnica de decapage.<br />

Junto a la pared sur de la<br />

cripta se halló una tabla con<br />

varias letras grabadas, indescifrables<br />

debido a su mal estado<br />

de conservación. Al levantar la<br />

madera se recuperó una cruz<br />

metálica de doble travesaño y<br />

rosetones pentabulados en los<br />

seis extremos. Además, se encontraron<br />

siete cuentas negras<br />

de fondo plano, biseladas con<br />

cuatro perforaciones laterales<br />

para enhebrar un hilo y atar con<br />

otras piezas similares formando<br />

un collar. Entre los varios<br />

restos culturales se registraron<br />

anillos de carey decorados con<br />

un rosetón y una sortija negra<br />

con una simbología grabada en<br />

su exterior. Los anillos tienen<br />

diámetros pequeños para ser<br />

usados por una mujer, junto a<br />

ellos se halló una trenza de cabellos<br />

largos.<br />

Se ha mencionado la dificultad<br />

de establecer en las exhumaciones<br />

una secuencia de depositación, no obstante, se pudo reportar su procedencia<br />

y rasgos superficiales. La mayoría de entierros de la iglesia es de ancestro europeo.<br />

El análisis practicado a las muestras de los textiles recuperados, ya sea siendo parte<br />

de la vestimenta o del recubrimiento de los ataúdes, hablan del estatus social de las personas<br />

enterradas en la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>. En su mayoría se trataba de seda en tejido<br />

llano o tafetán, y en algunos casos con hilos de plata. Se utilizó cáñamo para la confección<br />

de los cordones a modo de hábito franciscano que llevaban los terciarios, y lino para el<br />

tejido de los encajes que decoraban los cofres. La madera utilizada para los ataúdes tiene<br />

un amplio margen de variedad: nogal, canelo blanco, cedro y capulí.<br />

<br />

Elementos<br />

encontrados en la<br />

excavación


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 129<br />

Las lápidas de piedra fueron retiradas, y fue recién en el año 1926 que se les colocó en<br />

las paredes de las galerías del Claustro Principal (AGOFE 13.295 B). Se supone que fue en<br />

el proceso de traslado que algunas de las losas se destruyeron y no pudieron llegar hasta<br />

nuestros días.<br />

En toda el área de la iglesia, a partir de los 40 cm de profundidad, se depositó material<br />

de relleno, para luego cimentar líneas guías con ladrillos pasteleros (25 por 25 cm) en sentido<br />

norte-sur como replantillo para el entablado sobre vigas de madera, en 1883.<br />

Transepto E<br />

La excavación 28 se realizó entre el arco toral y la segunda columna sobre la nave lateral<br />

izquierda. Para el pozo de cateo se delimitó un área de 3,27 por 2,60 m, coincidiendo el<br />

espacio a investigar con el centro del retablo. Se siguió con la metodología establecida<br />

para las otras excavaciones, esto es, una combinación entre niveles arbitrarios de 20 cm<br />

y remoción por estratos. La variabilidad se dio por la evidencia encontrada, es el caso de<br />

entierros y estratos de relleno o estériles.<br />

La excavación se trabajó en el intercolumnio, así se pudo observar más fácilmente<br />

la cadena de amarre entre las columnas. Esta cimentación fue construida con piedras de<br />

cantera y mortero de cal, arena y chocoto (arcilla) a una profundidad de 1,47 m. Se cimentó<br />

sobre tierra firme del sitio, abriendo una zanja de pared de 1,35 m de profundidad, con<br />

suficiente anchura para cubrir una medida horizontal que sobrepase por lo menos 35 cm<br />

a la zapata del arco toral. La información obtenida sirvió para establecer que el muro se<br />

cimentó directamente sobre tierra firme, sin que existiera una evolución o reutilización de<br />

elementos construidos en una etapa previa a la edificación de la iglesia.<br />

Los cuatro entierros encontrados en el área y su orientación permitieron inferir un<br />

ordenamiento delineado y espacialmente conveniente. Todos los esqueletos mantenían<br />

una orientación hacia el retablo de acuerdo a una directriz. La única excepción eran varios<br />

huesos exhumados que se encontraban casi a nivel superficial, esta depositación secundaria<br />

estaba relacionada con una visible remoción ocurrida al pie del banco del retablo,<br />

donde se habían enterrado pedazos de estuco de una pintura mural.<br />

Entre los restos secundarios se encontró una gargantilla confeccionada en una rama<br />

vegetal recubierta con textil, un pendiente realizado con textil y cuentas.<br />

Una historia para ser contada<br />

Se estableció que la construcción de la cripta familiar fue un evento anterior a la depositación<br />

de entierros en la nave central. La evidencia rescatada podría estar marcando un<br />

nuevo campo de investigación sobre los primeros colonos que se asentaron en Quito, su<br />

trascendencia ideológica y evolución a través de los siglos. La evidencia de una joyería con<br />

características singulares nos llevaría a campos no tratados en la historia americana y que<br />

pueden encontrarse en estrecha vinculación con la española y los cruzados indianos.<br />

La evidencia encontrada (pozo de cateo 12) y su singular localización dentro del conjunto<br />

de entierros en la iglesia, así como la joyería rescatada, denotaron que sus anales


130 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

se hallarían en las historias de caballería y de<br />

hijosdalgo. Las piezas de joyería fueron encontradas<br />

con el ataúd superior. El conjunto consta<br />

de siete piedras negras biseladas y una cruz<br />

de Caravaca.<br />

La cruz tiene dos travesaños, uno más<br />

largo que otro, con líneas incisas simulando<br />

una atadura entre el travesaño vertical y los<br />

horizontales. Al final de cada uno se forma un<br />

rosetón de cinco puntas. Por tradición, la Vera<br />

Cruz de Caravaca estaba asociada a la sobreposición<br />

de la cristiandad al palacio del rey<br />

musulmán en Murcia, España. La tradición de<br />

caballería se remonta al Lignum crucis o cruz<br />

patrialcal que defendieron los templarios en<br />

el período de las Cruzadas en el siglo XII. La<br />

disolución de la Orden del Templo se dio en<br />

el siglo XIV y sus caballeros guardianes de los<br />

caminos y la cristiandad fueron perseguidos<br />

y juzgados. Posteriormente, se conformaron<br />

diversas órdenes al servicio de la corona en<br />

lucha contra los musulmanes. Estas órdenes<br />

fueron: Montesa, Calatrava, <strong>San</strong>tiago y Alcántara.<br />

Los Caballeros de estas órdenes provenían<br />

de la nobleza hispana con un estatus<br />

económico superior. Los títulos podían obtenerse<br />

en reconocimiento a méritos logrados<br />

en defensa de la corona o la fe cristiana. Las<br />

historias y leyendas del siglo XIII, asociadas a<br />

los Caballeros, adaptadas según el criterio del pueblo llano, se pueden encontrar hasta el<br />

día de hoy en diversas advocaciones y nuevas órdenes o logias. El siglo XV trajo consigo a<br />

América hombres defensores de la fe cristiana que no fueron necesariamente religiosos.<br />

<br />

Vera Cruz de Caravaca


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 131<br />

Expansión y transformaciones arquitectónicas<br />

Evolución topográfica y su incidencia constructiva<br />

A partir de la información rescatada de los diferentes pozos de cateo y las depositaciones<br />

artificiales conjuntamente con las líneas de nivel topográfico, fue posible deducir la conformación<br />

original de la ladera que desciende del volcán Pichincha. Tomando como punto<br />

de referencia para el análisis el Punto Dato (0.00) señalado a la entrada de la Iglesia de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong> para todas las nivelaciones del conjunto conventual.<br />

La finalidad propuesta al trazar los transeptos para las excavaciones demostró ser<br />

un método eficiente para la concatenación de datos y graficación de matrices, permitiendo<br />

establecer la relación directa entre las dos líneas de nivel: la constructiva (artificial) y<br />

la natural, así como el proceso de intrusiones (cimentaciones, entierros, etc) en las dos<br />

depositaciones.<br />

Como se indicó, en el área central se delimitaron tres transeptos en sentido este-oeste<br />

(D, B, C) que en varios puntos fueron complementados con marcaciones en sentido surnorte<br />

(A, E). El proceso metodológico a lo largo de la investigación se mantuvo dentro de<br />

una constante, lo que permitió una concatenación de los datos dentro de su delineamiento,<br />

así como comparar con los transeptos paralelos y transversales.<br />

Antes del análisis de los niveles establecidos para cada área, se debió retomar de<br />

nuevo la composición espacial constructiva, que se inició a partir de una cuadricula<br />

central, y las futuras construcciones que aprovecharon uno o dos lados para el siguiente<br />

Claustro. En el caso del Claustro Principal la línea oeste del refectorio y sala De Profundis<br />

fue aprovechada para edificar los Claustros de Servicios y sacristía; de esta forma<br />

se creó un conjunto homogéneo de líneas paralelas a la edificación primaria (Claustro<br />

Principal).<br />

La equivalencia topográfica, en cambio, reseñó una plataforma natural para el sector<br />

constructivo de la iglesia y parte del Claustro Principal, en el que se dio un cambio a la<br />

última observación sobre el transepto C, donde se hallaba una mayor pendiente natural<br />

(crujía norte-Claustro Principal).<br />

En el transepto E, delimitado en sentido sur-norte (Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, Claustro<br />

Principal y Claustro del Museo), se observó que el sector de la nave lateral izquierda mantenía<br />

la línea del nivel natural paralela al punto 0.00. El trazo se extendía hasta la crujía sur del Claustro<br />

Principal. El ángulo variaba a partir de la línea de columnas dóricas del Claustro Principal,<br />

iniciando un descenso o ángulo de depresión de 14º con una pendiente de 31,10%, con un<br />

relleno de 2,37 m de potencia para la construcción de la crujía norte del Claustro Principal.<br />

La información obtenida de los dos últimos transeptos (A, E) apuntaba a un gran<br />

proceso de relleno para la conformación de una plataforma artificial en el área central<br />

(Claustro Principal). Complementando la evidencia del declive de la ladera se hallaba el<br />

canal de agua (pozo de cateo 1) encontrado a una profundidad de 2,50 m con una dirección<br />

en diagonal noroeste-sureste, esta orientación respondería al declive natural de la<br />

ladera en ese sector, previo a la construcción del Claustro Principal y al accionar de relleno<br />

en la esquina noreste.


132 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

La relación entre el dato histórico-arqueológico y la evolución topográfica, de acuerdo<br />

a las líneas de nivel, planteaba un proceso de edificación en el refectorio, sala De Profundis<br />

(cimentación oeste) y Claustro de Servicios (cimentación oeste) que establecería<br />

una concatenación de eventos constructivos orientados hacia el oeste, siguiendo una línea<br />

de prolongación de la crujía norte del Claustro Principal.<br />

Asumiendo que las transformaciones arquitectónicas dieron paso a un aprovechamiento<br />

del área entre la sacristía y Claustro de Servicios, se proyectó la construcción en<br />

un futuro del Claustro de Lavanderías. Esta última edificación cerraba el espacio junto a la<br />

sacristía a modo de Claustro. La remodelación arquitectónica contempló la construcción<br />

en piedra de la escalera de caracol que suministraría una ágil circulación entre todos los<br />

Claustros y la iglesia, obteniendo —posiblemente para finales del siglo XVII— una unificación<br />

estructural de comunicación entre todas las dependencias. Esta sucesión de eventos<br />

estableció una cronología en la expansión espacial de la comunidad hacia el área norte y<br />

oeste de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Como estableció la evidencia entre los niveles natural y constructivo, el área norte de<br />

la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> representó un mayor desafío a los arquitectos del siglo XVI, por<br />

tratarse de un terreno en declive.<br />

Un cementerio del período prístino colonial<br />

Las características de los entierros del área del Zaguán mostraban rasgos de una etapa<br />

previa a la construcción del Claustro Principal, pues estos entierros primarios denotaban<br />

la conjunción de lo prehispánico con los nuevos conceptos foráneos en relación al ritual<br />

funerario.<br />

La interrelación de lo nativo con una nueva ideología se encontraría en un período<br />

de transigencia e incorporación de los indígenas a través de sus representantes o caciques.<br />

Estos últimos compartiendo el nuevo mandato sobre las etnias locales de acuerdo con las<br />

políticas de conquista y reorganización del espacio económico-social prehispánico.<br />

Excavar el sitio para las diversas exhumaciones, en el siglo XVI, dio paso a una remoción<br />

del contexto original. En varios casos, los restos depositados en un primer momento fueron<br />

removidos parcialmente al realizar una nueva fosa para enterramientos posteriores. Como<br />

consecuencia de esta acción, el trabajo arqueológico registró varias procedencias de carácter<br />

secundario. El accionar funerario, a su vez, entremezcló ofrendas depositadas junto a los entierros.<br />

Sin embargo, la mayor concentración de cerámica de continuidad o de características<br />

prehispánicas se encontraban en el estrato natural correspondiente a los rasgos primarios.<br />

Todos los esqueletos fueron depositados de espaldas, con las piernas extendidas, los<br />

brazos junto al cuerpo o descansando sobre el estómago con los dedos entrecruzados o<br />

una mano junto a la otra. La tierra junto a los esqueletos se encontraba suelta y granulada<br />

con pedazos de carbón.<br />

Las diferencias estaban marcadas por elementos del ritual funerario, como es el<br />

caso de los entierros registrados E 1 A y E 12 D, este último estaba depositado en un fardo<br />

funerario, que es una envoltura realizada con estera o petate luego de cubrir el cadáver<br />

con ocre.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 133<br />

Gráfico 5<br />

Registro de entierros<br />

en el pozo de cateo 6


134 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

El análisis óseo del entierro registrado E 15 D sugería por la morfología de los huesos<br />

y el grado de atrición dental una edad en el momento de morir entre los 20 y 25 años y de<br />

sexo masculino (Ubelaker 1990). Junto al esqueleto se encontró una funda o chuspa de<br />

piel. En su interior, una placa metálica de forma rectangular envuelta en textil.<br />

El análisis óseo realizado por Douglas Ubelaker, de la muestra excavada en el área del<br />

Zaguán (pozo de cateo 6), llegó a conclusiones sobre datos demográficos, estatura en vida,<br />

patologías, datos dentales, ancestro racial y comparación con la población prehispánica.<br />

Se identificaron treinta individuos «Trece de ellos tienen menos de 15 años y 17 más de 15<br />

años. El sexo de los menores no se pudo establecer en forma confiable. El sexo de 12 adultos<br />

fue determinado: tres masculinos y nueve femeninos. El promedio de edad al morir<br />

para los hombres es de 25,2 años y para las mujeres de 27,1 años» (Ibid: 1990). La muestra<br />

correspondía exclusivamente a individuos de origen indígena.<br />

El área designada para la construcción del primer Claustro de la fábrica franciscana<br />

(Claustro Principal) fue destinada inicialmente para cementerio de indígenas, antes de la<br />

expansión hacia el norte de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>. La extensión de este cementerio,<br />

según las evidencias arqueológicas, cubriría aproximadamente 33 m a partir de la fachada,<br />

en sentido oeste y 36 m hacia el norte. El área aproximada de 1 188 m 2 se ha delimitado<br />

gracias a las evidencias encontradas en los pozos de cateo 6 (Zaguán), 27 (crujía sur,<br />

Gráfico 6<br />

Registro de entierro en<br />

el pozo de cateo 26


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 135<br />

Claustro Principal) y 26 (crujía este, locutorio, Claustro Principal).<br />

El rasgo registrado como E 10, se encontraba dentro de la descripción de exhumaciones<br />

siguiendo costumbres prehispánicas. Esto es, brazos y cabeza entre las piernas flexionadas.<br />

No se estableció presencia de material orgánico, pero es posible que para mantener<br />

el cuerpo perfectamente articulado se haya recurrido a algún tipo de soporte o atadura<br />

para envolverlo. La posición sentada y flexionada en cuclillas ha sido reportada en el sitio<br />

Chillogallo (Echeverría 1977), en el área de Quito. La posición del esqueleto podría ser indicativo<br />

o elemento de distinción social y reconocimiento étnico.<br />

En la excavación 26 a una profundidad de 4,05 m se registró el rasgo 4, correspondiente<br />

a un entierro que se encontraba en posición de cuclillas con una orientación al<br />

sureste, la cabeza y brazos se hallaban entre las piernas; junto al esqueleto se encontraron<br />

los fragmentos de una vasija globular, que fue restaurada. La colaboración de los caciques<br />

y nobles con el poder español les permitió recibir sepultura junto al templo, pero dentro<br />

de un ritual de fusión cultural, como lo demuestran los entierros de estos pozos.<br />

Las sepulturas datarían de un período de transigencia, lo que fecharía los entierros<br />

entre 1535 y 1570, entendiéndose el mandato eclesiástico como resultado de una macro<br />

política que tomó decisiones de envergadura como la acción de construir sobre un cementerio<br />

de indígenas y el empleo de numerosa mano de obra para dar comienzo a la<br />

división planificada del espacio conventual.<br />

Un cementerio en el Claustro Principal<br />

En el pozo de cateo 8 se excavó la mayor concentración de esqueletos; los entierros habían<br />

sido hechos directamente en la tierra, sin féretros; el hacinamiento de esqueletos recordaba<br />

a una fosa común. El análisis óseo realizado por Douglas Ubelaker ofreció importantes datos<br />

sobre un período de mayor incidencia de muertes por enfermedades infectocontagiosas.<br />

Según los datos demográficos obtenidos, habría ocurrido una serie de epidemias entre 1587<br />

y1590 (Tyrer 1988:24). Es posible que las pestes reportadas por Tyrer no hayan afectado a la<br />

población de Quito en igual dimensión y tiempo que en otras ciudades de la Audiencia.<br />

La muestra consta de 33 individuos, 17 entierros primarios y 16 de depositación secundaria.<br />

«Los datos muestran una expectativa de vida al nacer de alrededor de 16 años<br />

(...), la longevidad máxima llegaba a los 50 años» (Ubelaker 1990:100).<br />

Según la evidencia, los entierros registrados en la crujía sur del Claustro Principal<br />

(pozos de cateo 8, 10 y 27) podrían ubicarse en el período de improvisación ante la emergencia,<br />

ya que para 1647 el Atrio es ocupado como cementerio. Esto se desprendió del<br />

análisis óseo practicado a la muestra de este sector: «La muestra del Claustro Principal<br />

contiene restos [de ancestro] europeo e indígena» (Ubelaker s.e.).<br />

Cementerio del Atrio<br />

La excavación del pozo de cateo 9 ratificaba el uso del Atrio como cementerio. La secuencia<br />

en su designación como tal se hallaría entre una modificación constructiva del Claustro<br />

Principal y la elevación de la superficie general del Atrio. Respaldaba esta aseveración


136 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

la acción de cubrir el zócalo de piedra tallada con tierra de relleno y que corría a lo largo<br />

del área claustral, lo que alteró la planificación arquitectónica original. Cambio que posiblemente<br />

se daría a finales del siglo XVI.<br />

La muestra del Atrio, para el análisis óseo, constó de 19 individuos: «un feto, ocho<br />

recién nacidos, dos niños entre seis y diez años, dos adolescentes entre 11 y 15 años, dos<br />

entre 15 y 20 años y un adulto entre los 36 y 40 años, dos adultos de edad indeterminada»<br />

(Ubelaker 1990:32).<br />

La población enterrada fue definida como de ancestro indígena y sería de aproximadamente<br />

2 326 individuos; cifra calculada tomando como base la superficie de 753 m² que cubre<br />

el Atrio y relacionándola con el número de entierros por metro excavado en el pozo de cateo 9.<br />

Los cambios arquitectónicos observados hasta el siglo XVII: la construcción de las covachas<br />

dispuestas hacia la Plaza de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, la construcción de la escalinata central<br />

y la reutilización e implementación de otros elementos, conllevaron la remoción del espacio<br />

funerario. Los restos humanos removidos fueron depositados en un osario común,<br />

construido para estos fines en el subsuelo del nártex de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> (pozos<br />

de cateo 22, 23 y 24). Se construyó una bóveda de cañón corrido de medio punto, en sentido<br />

este-oeste, de 6,5 por 3,70 m. El acceso se realizaba por un pequeño espacio marcado<br />

en el piso, que debió haber estado cubierto por una lápida. En el diseño y construcción<br />

de la bóveda se notó la ausencia de un ducto para despojo posterior de esqueletos, lo que<br />

denotó un momento único para su uso. Posiblemente, fue sellada en 1747 con el cambio<br />

de piso en la iglesia, el asentamiento de piedras sillares a la entrada de la iglesia y el enladrillado<br />

de todo el cuerpo de las naves hasta el crucero (AGOFE 10.13).<br />

Finales del siglo XVI, inicio del cambio<br />

Las áreas del Claustro Principal, a finales del siglo XVI, sufrieron transformaciones arquitectónicas,<br />

ornamentales y de adecuación por políticas sociales entrelazadas con la cristianización<br />

del pueblo indígena. Estos cambios se pudieron observar en las evidencias<br />

rescatadas de los sectores del Atrio, Zaguán y locutorio.<br />

En el Atrio se realizó el pozo de cateo 9, entre el Zaguán y la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>,<br />

donde las evidencias de excavación indicaron una depositación de tierras de relleno y la<br />

asociación con dos pisos de ladrillo construidos con sus respectivos replantillos. El nivel de<br />

tierra natural se encontraba a 1,55 m de profundidad; en este primer nivel se encontraron<br />

varios ladrillos en posición horizontal y con una base de preparación de pequeñas piedras;<br />

posteriormente, se niveló toda el área con tierra de relleno, esta segunda acción estaba relacionada<br />

con el zócalo de piedra tallada, que es parte estructural de la pared este del Claustro<br />

Principal. El segundo relleno del Atrio elevaba la superficie general al nivel actual.<br />

Por otro lado y con respecto a la portería, recordemos que la devoción de los indígenas<br />

hacia el espacio del Zaguán se puso de manifiesto en 1676 con la construcción de un<br />

altar fijo y la instalación de puertas de hierro en 1696, estas últimas fueron realizadas por<br />

el indígena Cantuña (AGOFE 12-1349). En las evidencias obtenidas en el pozo de cateo 6,<br />

a 31 cm de profundidad, se encontró un piso de ladrillo con diseño espina de pez, con una


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 137<br />

orla hacia los filos y la impronta de dos elementos que correspondieron a las bases del altar<br />

que se encontraba bajo el cuadro de la Virgen de los Dolores. Este piso fue remplazado<br />

en 1843.<br />

La enorme energía constructiva desplegada hasta mediados del siglo XVII, continuó<br />

con la edificación de las dependencias hacia el norte (Claustro del Museo):<br />

El Segundo Claustro, a continuación del Principal, comenzóse a edificar el 5 de febrero de 1649 y<br />

el primer tramo se hallaba concluso el 20 de agosto de 1650, en el provincialato del P. Fernando de<br />

Cosar» (Gento <strong>San</strong>z 1942:29).<br />

La edificación tenía una línea de prolongación desde el Claustro Principal, cubriendo un<br />

área de 4 110 m. La planificación estructural continuó tal como lo hecho para los Claustros anteriores,<br />

utilizando un lado del Claustro anterior. En este sector existía un ángulo de depresión<br />

de 10,34 º y un porcentaje de pendiente de 22,98%, que obligó, en la construcción del Claustro,<br />

a romper con esquemas de equilibrio o simetría logrados entre todas las partes para la fachada<br />

del conjunto conventual, teniendo como eje central la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

La construcción del Claustro del Museo significó un cambio en la circulación interior<br />

hacia la Huerta. Hasta 1649 se accedía directamente desde el Claustro Principal. Con la<br />

nueva proyección arquitectónica, las galerías este y oeste del Claustro Principal tuvieron<br />

una continuidad estructural hacia el norte.<br />

La secuencia establecida mediante las evidencias arqueológicas y arquitectónicas<br />

plantea una construcción del nuevo pretil en diferentes etapas, cuya posible terminación<br />

fue a comienzos del siglo XVIII. La visión de cambio estructural estaría dentro de un nuevo<br />

giro formal del comercio, que justificaría la edificación de las covachas, como sería el de<br />

un negocio estable y nuevos ingresos económicos para la comunidad.<br />

La construcción del edificio esquinero, entre las calles Cuenca y Mideros, debió seguir<br />

a la planificación del Claustro del Museo. Esto supondría que a finales del siglo XVII o<br />

comienzos del siglo XVIII el conjunto conventual ya habría concluido su fase arquitectónica,<br />

lo que no significó un alto a la mente creadora de sus arquitectos, que emprendieron<br />

quehaceres de modificación y obras complementarias.<br />

También se hace necesario mencionar la construcción de la escalera localizada en<br />

la esquina sureste del Claustro Principal. Fue diseñada en tres tramos, con dos áreas de<br />

descanso o rellenos y vanos central, recubiertos con piedra y ladrillo, destacándose entre<br />

el material del piso una losa de 94 por 1,62 m.<br />

Al levantar esta piedra se descubrió el acceso a una cámara enlucida de 2,17 por 1,72<br />

m, con piso de ladrillo y una esbeltez de paredes de 2,46 m. Parte del techo es una bóveda<br />

de cañón corrido en sentido este-oeste. En este espacio se realizó la excavación del pozo<br />

de cateo 7, con miras a lograr una posible extensión del área de enterramiento puntualizado<br />

en el Zaguán (pozo de cateo 6). Se excavó en el piso de la cámara diferenciando un<br />

límite horizontal entre la tierra compacta y la de relleno. Ésta marcaba el punto exacto de<br />

extensión hacia el norte de la plataforma natural mediante un relleno.<br />

Junto a la pared norte, a una profundidad de 1,03 m, se encontró el esqueleto de un<br />

niño de corta edad. En el análisis de conformación estructural se observó que no existía<br />

relación entre la bóveda de cañón y la escalera. Además, en el interior de la cámara


138 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

existían dos arcos que no mantenían<br />

conexión con la estructura<br />

exterior. En la pared este,<br />

al nivel del primer descanso, se<br />

encontró una ventana que habría<br />

sido sellada para la construcción<br />

de la actual escalera.<br />

Al analizar el elemento<br />

decorativo del Zaguán se notó<br />

que los rosetones esquineros<br />

no estaban completos. Los<br />

repintes en varios puntos no<br />

eran iguales para toda el área y<br />

sobre el portón de acceso a la<br />

portería había un faltante a lo<br />

ancho de la pared norte, que<br />

estaba disimulado por la estructura<br />

de piedra. Algunos de<br />

los maderos largos fueron nuevamente<br />

rematados, notándose<br />

que los empates no fueron<br />

logrados correctamente.<br />

Al no existir documentos<br />

históricos descriptivos de las<br />

áreas del Zaguán y escalera<br />

principal, posteriores a 1647,<br />

las evidencias encontradas establecieron<br />

una clara reutilización<br />

del zaquisimí dorado de<br />

la escalera, posiblemente a finales del siglo XVII; fecha que, a su vez, trataría los nuevos<br />

elementos decorativos y estructurales de la escalera sur-este del Claustro Principal, no<br />

mencionados por Cosar.<br />

Gráfico 7<br />

Estado actual de la<br />

escalera principal,<br />

vista suroeste


140 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Período colonial: continuidad e innovación<br />

Tricotomía Cronológica<br />

El estudio se orientó al proceso de depositación de la cerámica y la sistematización, para<br />

establecer una cronología de su elaboración. La interrelación edificación-depositación<br />

cultural-subsuelo representó una importante división en el análisis para contextualizar<br />

una cronología cerámica. Es esa última conexión la que permitió establecer fechas próximas<br />

al período de manufactura de la cerámica.<br />

La fechación de este contexto ha permitido distinguir dos divisiones de fabricación.<br />

La primera relacionada con una continuidad en la fabricación de vasijas dentro de cánones<br />

prehispánicos; y la segunda, de moldeado similar pero dentro de una amalgama cultural<br />

en una misma pieza cerámica, como en el caso de la evidencia del pozo de cateo 6:<br />

la decoración incásica exterior corresponde a la división Huatanay establecida en el sitio<br />

Chinchero-Perú (Alcina y otros 1976).<br />

En los pozos de cateo 6, 8, 9, 10, 11 y 27 se encontró la mayor concentración de cerámica<br />

llamada de continuidad, por ser una prolongación del período prehispánico hasta una<br />

época de nuevas influencias, tanto por su acabado como por su parte formal y moldeado.<br />

La concentración del período prehispánico y colonial, correspondiente al pozo de cateo<br />

6, entre los niveles 1,20 y 2,00 m de profundidad, se definió como «cementerio de contacto»<br />

previo a la construcción del Claustro Principal. Por la inicial exigencia constructiva<br />

es lógico pensar que la primera actividad implementada luego de la Conquista debió estar<br />

relacionada con la producción de ladrillos y tejas en grandes cantidades, para levantar la<br />

infraestructura necesaria para los españoles que se afincaron en este valle. Posiblemente,<br />

esta actividad limitó el desarrollo de nuevas técnicas en la fabricación de vasijas, lo que<br />

explicaría su escasa presencia en la muestra excavada en los contextos tempranos.<br />

El transepto B, con orientación este-oeste, atravesaba desde el Atrio hasta el Claustro<br />

de la Sacristía. En el Claustro Principal, crujía sur, en las excavaciones 8, 10, 11 y 27 se observaron<br />

tres momentos de sobreposición estratigráfica, que han sido analizados en conjunto<br />

con los datos demográficos e históricos. Arquitectónicamente, la construcción del<br />

Claustro Principal significó una preparación del terreno y el control de bajantes naturales<br />

de agua, como lo evidencia un canal en el pozo de cateo 1 y la excavación en la crujía sur<br />

de este Claustro.<br />

En el pozo de cateo 8, a una profundidad de entre 1,20 y 1,40 m, se excavó una concentración<br />

de cerámica, definida como rasgo 2; todos los fragmentos se encontraban dispuestos<br />

en forma organizada con una intencionalidad en su depositación. Evidencia de<br />

un momento constructivo en el sector, para funciones de drenaje y secante del agua que<br />

desciende por la ladera del Pichincha, corriente de agua cuya orientación daba a la pared<br />

norte de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

La cerámica del rasgo 2 se distinguió por la decoración con líneas entrecruzadas sobre<br />

fondo habano o color natural de la arcilla. Características que corresponden al último período<br />

prehispánico en la Sierra norte del Ecuador, según las observaciones de Athens y Osborn<br />

(1974:59).


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 141<br />

La evidencia de esta cerámica norteña excavada en el Claustro Principal, crujía sur,<br />

respondía a un contexto de finales del siglo XVI y principios del XVII, lo que planteaba dos<br />

atenuantes:<br />

1. Una continuidad en la fabricación de la cerámica local, manteniendo características<br />

del período prehispánico.<br />

2. El sitio franciscano como núcleo de representación multiétnico. Analizada la presencia<br />

de cerámica del período de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, la fabricación de<br />

la cerámica Inca persistió dentro de los cánones establecidos en la expansión del Imperio.<br />

En las excavaciones realizadas dentro de la delimitación del transepto A; o sea, los<br />

pozos de cateo 25 y 26, la mayor concentración de restos de continuidad se encontró en<br />

el estrato de tierra natural del sitio, en el que se depositaron varios entierros de indígenas,<br />

previo a la construcción de la crujía este del Claustro Principal. La cerámica de mayor concentración<br />

en este sector fue la Inca y la Panzaleo. Existen varios fragmentos de un período<br />

posterior como intrusiones en niveles inferiores por remodelaciones e implementaciones<br />

arquitectónicas en el sector.<br />

Hasta este punto, el análisis de la cerámica colonial se ha referido a colecciones realizadas<br />

con técnicas prehispánicas y depositadas en contextos posteriores a la conquista<br />

española.<br />

Desde una visión general, una gran parte de la cerámica encontrada en las excavaciones<br />

arqueológicas se ha denominado cerámica colonial; la producción alfarera presentaba<br />

modificaciones a los acabados superficiales observados en el período prehispánico, como<br />

moldeado de la pasta y cambio formal. Esta amplia elaboración de cerámica estaba dividida<br />

en varias categorías de acuerdo a la parte formal y el acabado superficial: porcelanizado,<br />

vidriado, ocre bruñido, piel de naranja y moldeado en torno.<br />

En lo que concierne a la realización de cerámica en el valle de Quito en este período,<br />

es posible que el ingenio de los jesuitas les haya llevado a ser los precursores en la fabricación<br />

de vajillas de estilo europeo. El dato más temprano de una producción masiva de<br />

cerámica sería el de 1635, presentado en 1987 por el P. José M. Vargas.<br />

Entre los años de 1635 y 1644 la elaboración de vajillas de cerámica, de estilo europeo,<br />

prospera notablemente. Este progreso en producción y consumo lleva al Procurador General<br />

a establecer precios de venta por unidad.<br />

Los datos históricos que corresponden a la primera mitad del siglo XVII tuvieron gran<br />

importancia para puntualizar un período en el que se consolidaron las nuevas técnicas para<br />

la fabricación cerámica. Los artefactos debieron seguir ciertos parámetros que permitieron<br />

una clara división por tamaño y acabado para catalogar e imponer los precios. La elaboración<br />

se pudo separar en menaje de mesa, cocina y uso personal. Así como en la fechación del<br />

contexto para el período de cambio estructural del área del Atrio. Está claro que la producción<br />

cerámica con técnicas europeas comenzó a finales del siglo XVII, posiblemente en años<br />

anteriores el esfuerzo fue dirigido a desarrollar la fabricación masiva de ladrillos y tejas. Inferencia<br />

que fue respaldada por el contenido de los restos culturales en los estratos inferiores.<br />

La presencia de cerámica prehispánica decreció en la segunda mitad del siglo XVII.<br />

Es interesante anotar que las piezas cerámicas que prevalecieron fueron las que continuaban<br />

el estilo Inca y las de la región de la provincia de Imbabura.


142 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

La evidencia de depositación estratigráfica estableció, dentro de la cronología de fabricación<br />

cerámica, un predominio de la alfarería con características innovadoras a finales<br />

del siglo XVII. La representación prehispánica fue casi nula, a excepción de escasos<br />

fragmentos. Para el siglo XVII, las vasijas utilitarias sufrieron un cambio total en su forma,<br />

comparadas con el período prehispánico. El acabado superficial iba desde un alisado exterior<br />

y vidriado interior a simplemente un alisado burdo.<br />

Basados en las evidencias, se planteó una consolidación en la fabricación alfarera de<br />

innovación. La elaboración de vajillas de cerámica de diferentes fábricas logró su mayor<br />

producción a finales del siglo XVII y en pleno siglo XVIII. Pero esta especialización en el<br />

nuevo manejo de la arcilla no dejó de lado la fabricación de tejas, ladrillos y azulejos.<br />

La investigación arqueológica en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> no se limitó a una<br />

prospección del edificio en su planta baja, sino a la exploración de rincones, escaleras<br />

selladas, techos y paredes. Al realizar la investigación de los techos de la iglesia, en los<br />

cupulines recubiertos de azulejos verde esmeralda se encontraron reutilizados otros de<br />

varios diseños.<br />

Posiblemente, la alta demanda de azulejos para los acabados en la construcción creó<br />

una especialización en su manufactura, estableciendo diferencias en el diseño formal de<br />

acuerdo al uso en cubiertas o recubrimiento de zócalos. Los últimos fueron profusamente<br />

decorados con la misma técnica aplicada a las vajillas y con los mismos diseños y colores<br />

empleados.<br />

En los pozos de cateo 1 y 2 la colección de loza fina importada correspondió al 1,42%<br />

de fragmentos dentro de la colección total. Las piezas recuperadas eran de manufactura<br />

inglesa y española. En los años siguientes, la evidencia obtenida en el pozo de cateo 3 registró<br />

un incremento de la presencia de loza fina importada de China, Holanda y Japón;<br />

con un porcentaje de 3,72% de piezas procedentes de Inglaterra y España.<br />

En la muestra analizada se notó que cada uno de los fragmentos eran únicos en la<br />

colección. Esta característica planteó la posibilidad de piezas individuales, que formaban<br />

parte de un conjunto o vajilla, lo que les otorgaría un carácter único y, por lo tanto, su manejo<br />

debió de ser restringido, quizá exclusivamente ornamental.<br />

Las importaciones en el siglo XVII fueron divididas en dos tipos: las de uso suntuario<br />

y las utilitarias. Los platos, bandejas y afines se agruparon dentro de lo suntuario; en lo<br />

utilitario, los envases especiales utilizados para el transporte de elementos líquidos.<br />

Las botijas españolas, luego de cumplir con su función original de envase para el<br />

transporte de aceite de oliva y vino desde España hasta América, fueron reutilizadas para<br />

almacenar varios productos desde agua hasta pólvora (Holm 1970:273).<br />

Sin embargo, la muestra rescatada en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se redujo a pocos<br />

fragmentos de este tipo de vasijas.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 143<br />

Restos culturales de continuidad<br />

Cerámica Inca<br />

Análisis cerámico<br />

El proceso seguido para las excavaciones en los diferentes sectores del área conventual e<br />

iglesia permitió el rescate de información sobre su evolución, tanto estructural como de<br />

uso singular del espacio. La diversificación del material cultural asociado a contextos específicos,<br />

como el caso de los entierros en el área del Zaguán, hizo posible establecer una<br />

cronología del uso espacial.<br />

En el caso de la cerámica prehispánica, su dispersión mantuvo una constante dentro<br />

de los diferentes sectores de apropiación temprana por parte de la comunidad franciscana.<br />

En los años siguientes a 1535, año de fundación del Convento, se procedió a la remoción<br />

parcial del sitio, con fines constructivos. Esta remoción, sin embargo, no destruyó<br />

los contextos basados en la creación de una nueva estratigrafía artificial. El principio de<br />

asociación de los objetos se ve disminuido, pero no desvanecido. Este análisis del proceso<br />

de formación estratigráfica en un sitio urbano conceptualiza los principios básicos de la<br />

sobreposición, asociación y recurrencia dentro de la Arqueología.<br />

La cerámica Inca tuvo mayor incidencia en la parte central del conjunto conventual,<br />

esto es en la iglesia y las áreas de enterramientos tempranos de la clase indígena de los<br />

siglos XVI y XVII (Zaguán y Atrio); los restos de la iglesia que representaban el 25,4%, del<br />

Claustro Principal el 39,4% y del Zaguán con 27,1%, son los más altos porcentajes de cerámica<br />

Inca. En los otros sectores, como el Claustro de Servicios, no se registró cerámica de<br />

este período, posiblemente por el desbanque ocurrido en el sector debido a la planificación<br />

constructiva que comenzó en 1567. Esta remoción del estrato cultural prehispánico<br />

se puede ocultar en la tierra de relleno de los pozos de cateo 25 y 26.<br />

Por el estado fragmentado de la cerámica del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> no fue posible<br />

establecer con certeza una tipología amplia de formas. Se optó por conformar categorías<br />

basadas en los tiestos diagnósticos, como aribaloides, ollas, platos (escudillas) y queros.<br />

En este sentido, la división de Meyers se adaptó mejor a la problemática de la muestra.<br />

En la primera categoría conventual estarían las formas A, B, C y D; en la segunda categoría,<br />

E; en la tercera, F; y en la cuarta, la división G de la clasificación de Meyers.<br />

En las provincias, el aríbalo predominaba sobre las otras formas de cerámica. La alta<br />

incidencia de esta forma fuera del núcleo del Imperio podría estar relacionada con el aprovisionamiento<br />

de alimentos y chicha para las tropas del incario. Su importancia se debe a<br />

un aspecto ideológico, pues es el recipiente que contiene el aswa, que es un elemento de<br />

aproximación personal, hospitalidad y ofrenda ceremonial. Actitudes seguramente practicadas<br />

con mayor frecuencia en las nuevas áreas conquistadas, como un paso para formar<br />

alianzas locales.<br />

La distinción de aspectos morfológicos para la división E, como el labio recto y el pedestal,<br />

fue el principal requerimiento para clasificar las vasijas de carácter utilitario, como<br />

las ollas para la cocción. En el porcentaje establecido para esta categoría, solo el 3,27%<br />

estaría cumpliendo su función utilitaria en la preparación de alimentos. Esta asociación


144 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

sería parte del contexto de la vivienda o del hospedaje temporal, en el área correspondiente<br />

a la actual iglesia. El resto de las vasijas se encontraban asociadas a ajuares funerarios<br />

en el Zaguán y Atrio, con fechas posteriores a 1535.<br />

En la división de platos o escudillas se optó por una clasificación con cierta reserva,<br />

ya que la muestra se encontraba fragmentada, lo que no permitió establecer una más amplia<br />

clasificación comparativa. En cuanto a su utilización, se les clasificó como utensilios<br />

para servicio unitario, de alimentos sólidos. Dentro del cuerpo cerámico del Convento<br />

constituyeron el 3,59%, en el área asociada a vivienda y hospedaje, y el 6,54% en sectores<br />

de enterramientos.<br />

Dentro de la última clasificación estaban los queros o vasos. La utilización de este<br />

tipo de utensilios se podría inferir que estuvieron restringidos a un carácter ceremonial.<br />

Dentro del área para vivienda y hospedaje representaban el 0,16%, a diferencia de los asociados<br />

a entierros que son el 1,47%. Lo que podría denotar la asociación de este vaso a una<br />

elite o un uso restringido a ceremonias funerarias.<br />

Acabado superficial<br />

Para el estudio del acabado superficial la muestra constaba de 612 fragmentos; se pretendió<br />

con este estudio establecer patrones de recurrencia en el manejo de ciertas técnicas,<br />

asociadas a las formas. La variabilidad del tratamiento superficial podría estar relacionado<br />

con la importancia del complejo cerámico Inca y su significado dentro de las políticas<br />

adoptadas en las provincias. Así como la utilización de vasijas como parte de su cosmovisión<br />

ideológica.<br />

A la cerámica del sitio del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, como se indicó, se la clasificó<br />

de forma global en cuatro divisiones básicas: aribaloides, ollas para cocción, platos y queros.<br />

Estas cuatro estarían dentro de la clasificación utilitaria (Bingham 1915; Jijón 1918;<br />

Rivera 1976; Meyers 1976; Bray 1990), ya que muchas de ellas han sido encontradas en el<br />

Convento como parte del ajuar funerario. En estas últimas no se detectaron huellas de uso<br />

utilitario, como sería el hollín.<br />

El grupo más significativo fue del tipo con acabado superficial: exterior engobe e interior<br />

alisado (formas 1, 7, 10, 11 y 13, en Meyers: 1976), alcanzando el 34,11%. Se clasificó<br />

el material basándose en tres rasgos fundamentales que les distinguen: «mejor calidad<br />

de la pasta, un pulido brillante. Otros aparecieron engobados, sobre todo en blanco pero<br />

también en rojo o negro» (Ibid: 1976).<br />

En el conjunto cerámico del Convento la forma predominante fue el aríbalo, dentro<br />

de un contexto funerario, como son el área del Zaguán y el Atrio, notándose una escasa<br />

diferencia entre el tratamiento de superficie, que, en los primeros años después de la Conquista,<br />

se mantuvo sin cambios o modificaciones en el empleo de técnicas prehispánicas.<br />

Además, se notó que los conocimientos alfareros fueron reproducidos en los sitios provinciales<br />

obedeciendo los cánones establecidos en el Imperio.<br />

Dentro del tipo bícromo, la mayoría de fragmentos fueron cuerpos de vasijas. La decoración,<br />

en el conjunto conventual, se encontraba solo en el exterior, en diseños geométricos.<br />

Predominaban las líneas negras con un punto negro al final y el diseño de filas<br />

paralelas con triángulos. Otros diseños encontrados fueron: rombos, líneas verticales,


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 145<br />

Gráfico 8.<br />

Formas básicas de<br />

la cerámica incaica.<br />

Fuente: Albert<br />

Meyers, 1976.<br />

horizontales, ondulantes y una combinación de rayas entrecruzadas.<br />

En lo establecido para el tipo bícromo, la mayor recurrencia se encontró en la variedad<br />

negro sobre rojo, que formaba parte del 22,69% del conjunto cerámico, y es posible<br />

que se tratara del grupo con mayor frecuencia; la mayoría de fragmentos dentro de esta<br />

división estaba asociada a entierros.<br />

Le siguió en cantidad la decoración rojo sobre crema, con diseños en su mayoría


146 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

lineales y el café oscuro sobre rojo, que tiene diseños geométricos, con el 6,42% cada uno.<br />

De la decoración blanco sobre negro, de diseños lineales, encontrados al borde del<br />

aríbalo, la muestra fue tan reducida como el blanco sobre rojo.<br />

Generalmente, la decoración se encuentra en la superficie exterior o al interior del<br />

borde, con excepción de los platos cuya superficie total estaba decorada con bandas y<br />

rayas entrecruzadas formando un patrón.<br />

En la variedad policromo A se trataba de dibujos geométricos a base de bandas rojas y<br />

líneas negras verticales combinadas con otras perpendiculares u oblicuas a las anteriores;<br />

presentaba líneas finas, en número de dos o tres, terminadas en un punto grueso. Por lo<br />

general, eran de colores rojo y negro sobre fondo natural ante-crema o anaranjado pulido<br />

y en ocasiones se empleaba también el blanco. Se ajustaba a la descripción de los diseños<br />

encontrados en el Convento; correspondían al 3,73% de la colección.<br />

La variedad policromo B era de rombos concéntricos unidos en bandas rojas, líneas<br />

rojas cruzadas sobre bandas blancas, entramado negro y rojo, filas de triángulos negros<br />

sobre fondo rojo oscuro. Diseños que se repetían en la colección conventual; constituían<br />

el 1,79%.<br />

Cerámica Caranqui<br />

Análisis cerámico<br />

Durante el estudio se excavaron restos culturales que fueron identificados con el área norte<br />

de las actuales provincias de Pichincha e Imbabura o área Caranqui, muestra que se ha<br />

denominado de continuidad, entendida como la presencia de manufactura cerámica con<br />

características prehispánicas.<br />

La escasa investigación arqueológica en el norte de las provincias de Pichincha, Imbabura<br />

y Carchi no permitió una clara delimitación de las fronteras culturales o de la región<br />

Caranqui, pero se retomaron las clasificaciones llevadas a cabo por varios investigadores.<br />

La cerámica fue dividida en cuerpos decorados y bordes. El material se hallaba<br />

muy fragmentado, por lo que no pudo obtenerse formas completas, y la fechación estaba<br />

relacionada con eventos de apropiación espacial por parte de la comunidad franciscana y<br />

al levantamiento estructural de ciertas áreas del conjunto conventual.<br />

La enorme remoción de tierras que conllevó la construcción ocasionó alteraciones,<br />

no solo en la conformación topográfica original del sitio, sino también en las<br />

bajantes naturales de agua que descienden desde el Pichincha. El amoldamiento del<br />

terreno trajo consigo implementaciones estructurales que aseguraban el correcto funcionamiento<br />

de la estratigrafía vertical. Éste sería el principio seguido para depositar<br />

un estrato de fragmentos cerámicos perfectamente ordenados. Esta concentración<br />

fue excavada en el pozo de cateo 8. La función del estrato cerámico sería la de secante,<br />

porque produciría evaporación a través de los fragmentos, resultado imposible<br />

de conseguir al rellenar el sector con otro material; esta acción sería complementada<br />

con la creación de un acceso fácil para el desplazamiento de la corriente de agua o su<br />

encauzamiento.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 147<br />

Gráficos 9 y 10<br />

Cerámica Inca<br />

Gráficos 11 y 12<br />

Cerámica Inca<br />

En los histogramas de los pozos de cateo 6, 8, 9, 25 y 26, de los primeros años de apropiación<br />

espacial con la construcción de Claustro Princip al, se evidenció un progresivo incremento<br />

en la depositación de restos culturales del área Caranqui, de mediados del siglo<br />

XVI y comienzos del XVII. Esto debió responder a una mayor presencia de personas de una<br />

misma etnia y a su capacidad de fabricación y uso de estas piezas cerámicas. Los restos<br />

culturales Caranqui tuvieron relación específica con la construcción de este Claustro, pues<br />

existió el antecedente de la solicitud de la comunidad franciscana pidiendo «cincuenta<br />

mitayos por ocho años para la fábrica de la dicha casa e yglesia con que lo ocupen en esto<br />

presisamente» (AGI., Quito 10, tira 1).


148 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Gráficos 13 y 14<br />

Cerámica Inca<br />

Gráficos 15 y 16<br />

Cerámica Inca


150 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Morfología<br />

Para el análisis formal, acabado superficial y decoración, la muestra correspondió a los<br />

pozos de cateo 6, 8, 9, 25 y 26 y se tomó en consideración su estado fragmentado. Con un<br />

criterio de orientación de los bordes y para establecer la variabilidad de las formas, se la<br />

dividió en tres direcciones estructurales: borde evertido, recto e invertido. Esta tipología<br />

sirvió para comparar esta muestra con la realizada por A. Meyers en 1981, que dividió el<br />

material de Cochasquí en 35 tipos (Meyers 1981:281). El material de la muestra conventual<br />

se redujo a 10 formas.<br />

Forma 1<br />

A este grupo correspondieron vasijas con el cuello un tanto recto y corto. «Esta forma de<br />

borde puede ser enteramente adjudicada a una determinada forma de vasija, que es la<br />

de las asimétricas u “ollas zapato”. «Pueden estar relacionadas a cuerpos esféricos y base<br />

redonda» (Meyers 1981:236).<br />

Gráfico 17.<br />

Cerámica Caranqui:<br />

forma 1<br />

Se registraron bordes con y sin decoración. La decoración puede iniciarse directamente<br />

desde el labio, con líneas entrecruzadas y orientadas en forma vertical a la vasija. En<br />

el caso del borde con mayor inclinación al exterior, la decoración se realizó en forma zonal<br />

con una banda engobada, que es el fondo del resto de la pieza, y con las líneas entrecruzadas<br />

delimitando el diseño. Constituyó el tercer grupo más numeroso con el 13,90% en la<br />

colección Caranqui, pues se la considera una cerámica utilitaria de larga vida.<br />

Forma 2<br />

Dentro de este grupo estaban las vasijas de cuello largo, borde evertido y labio redondeado.<br />

La prolongación de la escasa curvatura del cuello, continuaría en un vientre ligeramente<br />

redondeado. Existió una variedad en el tamaño, registrándose el diámetro de la boca<br />

más pequeño con una media de 12,26 cm y un máximo de 22,6 cm. La moda en el segundo<br />

grupo es de 24 cm.<br />

La tendencia en este grupo fueron las vasijas sin decoración, únicamente alisadas. Sin embargo,<br />

se registró el 13,88% de fragmentos de vasijas decoradas y el 86,11% sin decoración. El<br />

diseño es de líneas entrecruzadas sin un patrón, que nacen desde el labio o el cuello de la vasija;<br />

con una variedad de tonalidad para las líneas, pero siempre dentro de la gama de marrones.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 151<br />

Gráfico 18<br />

Cerámica Caranqui:<br />

forma 2<br />

Forma 3<br />

El grupo consistió en un borde evertido casi horizontalmente y engrosado, que acaba puntiagudo<br />

o se ensancha en forma ligera hacia el final y que tiene aristas algo redondeadas.<br />

Como ejemplo de la forma de vasija se ofreció un ejemplar conservado completo, ventrudo,<br />

de base redonda o casi puntiaguda, hombros levantados y cuello casi cilíndrico (Meyers<br />

1981:241).<br />

La clasificación de Cochasquí estuvo asociada a la Fase I, sin continuidad en las depositaciones<br />

posteriores.<br />

Forma 4<br />

La forma de estos bordes tiene una ligera orientación evertida; sigue una prolongación<br />

a un cuello recto y el labio redondeado. La forma del cuello sugiere una vasija alargada,<br />

posiblemente con base redonda o anular.<br />

Se hacen evidentes restos de hollín en varios fragmentos, lo que supondría la utilización<br />

de las vasijas para cocción; la base terminada en punta no sería la indicada. Sin<br />

embargo, dentro de esta división existen bordes decorados que corresponderían a vasijas<br />

para almacenamiento. Los fragmentos decorados representan el 9,30% y los no decorados<br />

el 90,69%. El diseño continúa con el patrón ya establecido para las otras formas de líneas<br />

entrecruzadas, partiendo desde el borde o cuello. El trazo de las líneas ha sido realizado de<br />

forma libre, sin mantener un orden aparente.<br />

Los bordes con restos de hollín tienen 17 cm de diámetro. El grosor de la vasija es de<br />

14 mm en la parte más ancha y el mínimo es de 10 mm.<br />

Gráfico 19<br />

Cerámica Caranqui:<br />

forma 4


152 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Forma 5<br />

La forma del borde puede ser comparada con un triángulo (Meyers 1981:243) o, desde la<br />

parte externa, a una banda sobrepuesta al contorno de un cuello vertical. Forma típica<br />

del ánfora con base alargada y de cono agudo. El diámetro del borde de la vasija es de una<br />

media de 20 cm. Los fragmentos encontrados en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> tenían una<br />

banda de color rojizo oscuro que contrastaba con el resto de la vasija.<br />

Forma 6<br />

La forma de este borde denota una relación con una vasija de cuerpo globular. El borde<br />

tiene un contorno equilibrado para ser una vasija pequeña. El grosor de las paredes es de<br />

8 mm. La presencia de esta forma tenía un 3,97% de recurrencia. En el sitio Cochasquí la<br />

forma estaba relacionada a la Fase II. Según Bray (1990), esta vasija pequeña podría ser<br />

parte del conjunto de platos para el servicio individual.<br />

El acabado superficial puede ser un alisado para toda la vasija, y decorado con líneas. El<br />

diámetro de la parte superior de la vasija variaría en 3 tamaños: 10, 14 y 18 cm.<br />

Gráfico 20<br />

Cerámica Caranqui:<br />

forma 6<br />

Forma 7<br />

La forma de este borde es restringido a la altura del cuello, continuando hacia el borde con<br />

una ligera inclinación evertida. Por la parte exterior estaba decorado con una banda y a<br />

continuación con el diseño de líneas entrecruzadas. Del sitio Cochasquí, Meyers reporta<br />

que «en algunas piezas el borde estaba decorado con muescas triangulares colocadas en<br />

fila» (Meyers 1981:251-252). (Gráfico 21).<br />

Gráfico 21<br />

Cerámica Caranqui:<br />

forma 7


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 153<br />

Forma 8<br />

El borde se caracteriza por un triángulo «rectángulo cuyo ángulo apunta hacia arriba»<br />

(Ibid:245). Por lo observado en Cochasquí, este borde correspondía a varias formas de vasijas,<br />

desde ánforas de base alargada en forma de cono agudo hasta una vasija trípode de<br />

«vientre esférico» (Ibíd:245).<br />

El borde hacia el exterior se encuentra engobado en forma de banda. El grosor de las<br />

paredes de la vasija es de 4 mm y 9 mm al borde. Dentro de este grupo existía una variación<br />

del acabado superficial exterior con un diseño de líneas horizontales y, por dentro, una<br />

banda engobada al filo del borde.<br />

Forma 9<br />

Un borde evertido con un ángulo pronunciado para el cuerpo de la vasija globular. El borde<br />

se ensancha por igual hacia los dos lados. El exterior e interior de la vasija se encuentran<br />

alisados, resaltando el borde con engobe. Meyers, en su clasificación de bordes, no registró<br />

esta variedad. Bray la identificó con el borde II-E (lámina 5.16:213), atribuyéndole la función<br />

utilitaria para cocción.<br />

Forma 10<br />

Este grupo de bordes con acabados recto-cuerpo-redondeado es identificado por Meyers<br />

y Bray como escudillas (bowls). En el sitio Cochasquí estaba identificada como forma típica<br />

de la Fase II.<br />

Bray establece una media del diámetro al borde de 16 cm. Para la colección conventual<br />

se registraron dos medias: 17,5 cm y 24 cm. Por la medida de las paredes finas (6 mm)<br />

y el filo redondeado habría sido un recipiente ideal para beber líquidos, específicamente la<br />

chicha. El exterior e interior de la escudilla tiene un acabado superficial alisado y engobe<br />

uniforme.<br />

Gráfico 22<br />

Cerámica Caranqui:<br />

forma 10


154 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Cerámica Panzaleo<br />

Antecedentes<br />

La procedencia del material cerámico conocido como Panzaleo representa para los arqueólogos<br />

un enigma parcialmente descifrado. Se sabe que existió desde 420 a. C. (Porras<br />

1975) hasta el período colonial.<br />

La dispersión de la cerámica fina cubre casi toda el área andina, y en todos los sitios<br />

el material Panzaleo ha sido identificado como intrusivo. Hasta el momento no ha sido<br />

posible ubicar un sitio netamente Panzaleo. Una gran parte de la cerámica encontrada<br />

en varios yacimientos arqueológicos fue excavada en asociación con tumbas y material<br />

de producción local; esta peculiaridad ha sido interpretada como ceremonial o suntuaria.<br />

En el año 1975 se publicó el trabajo realizado por el P. Porras en el área de Quijos.<br />

Como conclusión, propone el sector oriental de la Cordillera de los Andes como área geográfica<br />

para el desarrollo del grupo Panzaleo, renombrado como Cosanga. El nombre Panzaleo<br />

fue asignado por J. J. y Caamaño en 1920 basándose en varios puntos y considerando<br />

que en las actas del Cabildo quiteño «correspondientes al 17 de julio de 1537 y 20 de mayo<br />

de 1549, nombraba Panzaleo como un pueblo indígena o un tambo situado a media distancia<br />

entre Quito y Mulaló» (Moreno 1981:111), proponiendo que las cerámicas habían<br />

sido hechas por artesanos del pueblo de Pujilí (J. J. y Caamaño 1920:81).<br />

Una visión complementaria<br />

La expansión de la cerámica Panzaleo en la mayor parte del actual territorio ecuatoriano,<br />

puede entenderse si se la considera como un producto de intercambio. La cerámica, por<br />

sus atributos físicos ya mencionados, es fácil de distinguir en una colección. Así, los estudios<br />

llevados a cabo en el área de Cochasquí han mantenido una división entre la cerámica<br />

de producción local o tosca y la intrusiva o cerámica fina.<br />

Gráfico 23<br />

Tipología Cosanga.<br />

Fuente: P. Porras,<br />

1975: 109-110<br />

La cerámica Panzaleo en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se hizo evidente en contextos<br />

tempranos del período colonial, se la ubicó en el pozo de cateo 9 realizado en el pretil, en


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 155<br />

un nivel entre los 1,80 y los 2,40 m de profundidad, y estuvo relacionada al estilo arqueológico<br />

antes de la construcción de la fábrica franciscana. Los histogramas registraron la<br />

mayor concentración de cerámica Panzaleo correspondiente al último período prehispánico,<br />

conjuntamente con la colección Inca e Imbabura/Caranqui, donde se dio una fuerte<br />

caída en la representación cultural a partir del año 1567, siendo estas tres las colecciones<br />

más importantes rescatadas en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>. Su cuantificación permitió<br />

establecer que tan solo la Panzaleo no alcanza una representación significativa luego de<br />

finales del siglo XVI; en los contextos fechados en períodos posteriores, esta cerámica apareció<br />

en escasos fragmentos.<br />

Morfología<br />

La variabilidad del conjunto cerámico identificado como Panzaleo/Cosanga se pudo reducir<br />

a dos formas, como lo ha definido Schonfelder (1981:211). Luego del análisis del<br />

material recuperado en el sitio Cochasquí y complementando con vasijas recuperadas en<br />

áreas aledañas, la colección fue dividida en: 1. Compoteras con y sin pie; y, 2. Vasijas ventrudas<br />

con y sin pie. De este estudio de cerámica fina se establecieron 16 formas de bordes,<br />

con una diversidad en cada categoría (Ibíd:207).<br />

El más alto índice de frecuencia para la colección Panzaleo/Cosanga se registra asociado<br />

al área de enterramiento para indígenas ocurrido a mediados del siglo XVI. Esto es,<br />

el actual sector del Zaguán, con un 29,03% del total de la colección. El siguiente índice se<br />

relaciona a una segunda área destinada a cementerio de indígenas, como fue el pretil con<br />

el 25,80%.<br />

Comales<br />

La magnificencia de un «tiesto»<br />

El significado social de los comales o tiestos (como se lo conoce hoy en día), en el período<br />

prehispánico y colonial, ha sido tomado en cuenta muy poco en el análisis global de las<br />

diversas sociedades.<br />

La muestra cerámica de comales en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> en su mayoría estuvo<br />

asociada a contextos funerarios, en las áreas tempranas para enterramiento como el<br />

Zaguán, locutorio y Atrio. La evidencia cerámica de comales correspondió al 70,75% de la<br />

muestra. Las singulares circunstancias para la designación como área de enterramiento a<br />

la crujía sur del Claustro Principal incidió en la muestra de comales que es de 4,61%. Esta<br />

cifra baja sería representativa de un período de crisis de la población indígena afectada<br />

por epidemias, por lo que debió romper con la tradición en los rituales al momento de los<br />

funerales.<br />

El concepto general de ajuar funerario se basó principalmente en la asociación con<br />

objetos suntuarios o de «valor» para el difunto. Esta valoración material supondría piezas de<br />

orfebrería, cerámica, textiles, etc, de fina factura. Sin embargo, el concepto de valor debería<br />

entenderse en la representación de la persona fallecida a través de sus pertenencias.<br />

La acción desarrollada alrededor del tiesto estuvo asociada a la mujer y sus diversas


156 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

actividades como la preparación de los alimentos y la reproducción de su cosmología social<br />

con la manufactura cerámica. Esta última acotación no implica que el resto de la alfarería<br />

haya sido realizada por la población femenina. La dialéctica tiesto-mujer estaría<br />

en concordancia con la evidencia obtenida en los pozos de cateo 6 y 9 (Zaguán y Atrio). El<br />

análisis óseo de los entierros en el Zaguán estableció un porcentaje del 30% de mujeres,<br />

10% de hombres y 60% de la población bajo los quince años y sexo sin determinar (Ubelaker<br />

1990).<br />

Tipología de comales<br />

La colección de bordes recuperados en las varias excavaciones del área conventual correspondían<br />

en su totalidad a fragmentos. Por esta particularidad se optó por una metodología<br />

en el análisis que tomó en consideración solo aquellos fragmentos que mantenían al menos<br />

el 10% del diámetro total de la vasija. Este principio permitió una correcta orientación del<br />

borde. Las varias categorías de comales fue el resultado de este procedimiento; la orientación<br />

de los bordes con relación al cuerpo horizontal y la concavidad plana o convexa del<br />

centro y paredes de la vasija establecieron categorías morfológicas amplias.<br />

El comal se encontró entre las vasijas prehispánicas que tuvieron una continuidad en<br />

la producción alfarera y en el uso cotidiano durante el período colonial y republicano.<br />

La colección conventual se dividió en cuatro categorías: Borde recto poco profundo;<br />

Borde recto profundo; Borde recto base plana y Borde recto base curva. En todos los casos<br />

existió la evidencia de hollín en el exterior de la vasija.<br />

Gráficos 24 y 25<br />

Comales


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 157<br />

Forma recta poco profunda<br />

Forma A: Las paredes evertidas le otorgan escasa profundidad. El borde es redondo. El espesor<br />

de las paredes es, aparentemente, constante desde el inicio del borde hasta el centro<br />

de la vasija.<br />

Forma B: La línea de la base se extiende hasta el borde, con una escasa modificación<br />

en la orientación a 1,5 cm del filo.<br />

Forma C: Borde redondo ligeramente en punta. Hay un marcado punto de convexión<br />

al iniciar la pared del Comal. Por el lado exterior se marca el punto entre la base y el cuerpo<br />

de la pared del borde.<br />

Forma D: Borde redondo con un marcado punto de convexión entre la base y la pared<br />

del borde. Por el exterior forma una curva redondeada en el punto de convexión. En el<br />

interior existe una protuberancia superficial que converge al punto de unión entre la base<br />

y el borde.<br />

Borde recto profundo<br />

Forma E: Borde con una inclinación casi vertical en relación a la base. En el punto de convexión<br />

entre la base y la pared del borde se forma una cintura que no se refleja en la parte<br />

exterior.<br />

Forma F: Un borde grueso con escasa pared de borde. En el exterior se forma un codo<br />

en el punto de convexión.<br />

Forma G: Un borde con una pared recta y filo redondo. En el lado exterior se forma<br />

una pequeña ondulación que no se registra al interior.<br />

Forma H: Borde ligeramente invertido. El espesor de la base se extiende uniforme<br />

hasta el filo del borde. La pared del borde mantiene una forma convexa, fenómeno que se<br />

refleja en el exterior siguiendo uniformemente la curvatura interna.<br />

Forma I: Un borde con prolongación directa hasta la base.<br />

Borde recto base plana<br />

Forma J: El borde y la base casi constituyen una sola plataforma horizontal.<br />

Forma H: Por la conformación del borde es una prolongación de la base; este comal<br />

tiene una ligera concavidad.<br />

Borde recto base curva<br />

Forma K: El borde y la base conforman un cuerpo ligeramente cóncavo. Hay un leve engrosamiento<br />

casi a nivel del labio.<br />

Forma L: La base ligeramente cóncava conforma un solo cuerpo con el borde. Existe<br />

una línea de prolongación entre los dos componentes.<br />

Forma M: El borde y la base es una sola línea continua. El labio tiene una terminación<br />

ligeramente puntiaguda.<br />

Forma O: La superficie de la base es ligeramente cóncava. La prolongación de la pared<br />

del borde se levanta verticalmente. El labio es redondeado.<br />

Forma P: El borde y la base forman una línea inclinada. Por el lado exterior se pronuncia<br />

un codo o punto de convexión.


158 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Restos culturales de innovación<br />

Cerámica colonial. Reseña europea<br />

El análisis de la cerámica colonial debió extenderse a la alfarería producida en el período<br />

a partir de 1535, con carácter de cambio e implementación de formas, acabado superficial<br />

y moldeado. La producción local de cerámica se diversificó con la manufactura de vasijas<br />

siguiendo la tradición prehispánica —como se ha presentado en el capítulo anterior—, y<br />

un segundo grupo con la implementación de formas tradicionales e innovando la morfología<br />

alfarera dentro de conceptos industriales de producción, teniendo como elemento<br />

principal al torno y utilizando colores brillantes. A este último tipo de alfarería se le conoce<br />

como mayólica; término general que tiene sus raíces en Italia para llamar al barro cocido,<br />

vidriado y decorado con óxidos metálicos, siguiendo un complicado proceso para la quema<br />

de la pieza y su decoración.<br />

Clasificación morfológica<br />

Para la división de la cerámica colonial se tomó en cuenta solo aquellos fragmentos y formas<br />

que presentaban un acabado superficial vidriado, decoración en vivos colores y pasta<br />

de coloración SYR 5/3 reddish brown.<br />

La clasificación se hizo en cuatro grupos, de acuerdo a la orientación del borde. El<br />

manejo cerámico según su función fue dividido en utilitario para cocción y para servicio<br />

individual. La función fue marcada por el tamaño de la pieza y la presencia o ausencia de<br />

hollín, como en el caso de las vasijas de gran tamaño.<br />

La innovación se dio en la implementación de formas europeas, como en el caso del<br />

plato tendido; pequeños recipientes con asas, como las jarras o tazas y vasijas de mayor<br />

tamaño para el servicio colectivo. El cambio radical se dio en el manejo de la arcilla de<br />

textura fina para el moldeado con el torno, acabado superficial con vidriado, horneado y<br />

decoración.<br />

La división morfológica se realizó tomando en cuenta la dirección del borde y el acabado<br />

superficial. Las categorías en las que se clasificó las vasijas utilitarias fueron: Borde<br />

recto (I.a.1, I.b.1, I.c.1, I.e.1, I.f.1,); Borde evertido (I.a.2, I.b.2, I.c.2, I.e.2, I.f.2), y Borde<br />

invertido (I.a.3). Todos los tipos se caracterizan por sus anchas paredes, decoradas con<br />

vidriado verde, generalmente aplicado en forma libre sobre el borde, y excepciones en las<br />

que se hace con vidriado en toda la superficie interior.<br />

La numeración para la clasificación estuvo dada por la utilización, variedad y tipo.<br />

Los números romanos antepuestos marcan la clasificación general; por ejemplo: (I) utilitaria<br />

(a) variedad y (1) tipo de borde. Con la numeración II, se asignó el menaje de mesa.<br />

Dentro de la clasificación de cerámica de innovación, estaban: jarras, escudillas (borde<br />

y bases), fuentes, platos (borde y bases). En la numeración III están los apéndices y la IV<br />

señala los diferentes diseños en cuerpos (difuso, bicolor, línea recta, compuesto, floral,<br />

ondulado, lineal).<br />

A partir del numeral II existe un común denominador: la pasta con coloración SYR


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 159<br />

5/3 reddish brown y mayólica como denominación para esta cerámica de vivos colores. El<br />

análisis de la mayólica concluye señalando los bordes de acuerdo a la dirección.<br />

Vasijas utilitarias<br />

Borde recto<br />

La clasificación de los fragmentos que corresponderían a vasijas utilitarias se realizó según<br />

el hollín presente en la superficie exterior. Un común denominador de esta categoría<br />

formal es la pared gruesa y en el borde, la decoración de color verde en varias tonalidades.<br />

El cuerpo de la vasija debió ser alisada con una decoración zonal de vidriado verde en el<br />

borde, en la mayoría de los casos.<br />

Forma I.a.1: El borde es una continuación del cuerpo. El labio forma una línea ondulante<br />

que conforma la decoración de la vasija.<br />

Forma I.b.1: El labio tiene una ligera curvatura hacia el exterior, terminando en una<br />

forma redondeada luego de una hendidura que se refleja por el lado interno.<br />

Gráficos 26 y 27<br />

Vasijas de borde recto,<br />

evertido e invertido<br />

Forma I.c.1: El borde no mantiene un grosor constante, tiene un acabado redondeado<br />

casi plano.<br />

Forma I.d.1: La pared interior del borde sigue una línea lisa perpendicular, la variante<br />

se da con dos rebabas horizontales colocadas en forma paralela cerca del labio.<br />

Forma I.e.1: Por el interior forma una ligera concavidad; por el exterior, es una continuación<br />

de la forma interna.


160 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Gráficos 28 y 29<br />

Bordes de jarras y<br />

sección de escudillas<br />

Forma I.f.1: El borde tiene un acabado o labio redondeado, que se pronuncia al exterior.<br />

La parte superior se divide en dos lomos ondulantes.<br />

Borde evertido<br />

Forma I.a.2: Ligeramente convexo, con el labio redondeado.<br />

Forma I.d.2: Hacia el centro del objeto la pared es más delgada, se ensancha de forma<br />

paulatina hasta el labio, formando una pared recta.<br />

Forma I.e.2: Se engrosa en el cuerpo de la vasija, para luego afinarse y formar una<br />

banda alrededor del borde.<br />

Forma I.f.2: Un borde recto-evertido, con el labio redondeado.<br />

Borde invertido<br />

Forma I.a.3: El borde se ensancha hacia el labio y termina en forma redondeada.<br />

Menaje de mesa<br />

Los utensilios o enseres que conformaban el menaje para uso individual se caracterizaban<br />

por adoptar formas europeas como platos, jarras, escudillas y vasijas de mayor tamaño. La<br />

decoración era profusa en el empleo de colores.<br />

Luego del análisis de los muchos fragmentos, se procedió a compararlos con los diseños<br />

observados en los azulejos que fueron rescatados de la cubierta de la iglesia. Los<br />

datos históricos sobre la producción de azulejos se remontan a comienzos del siglo XVIII,<br />

entre los años 1700 y 1722, con la compra de miles de unidades para el recubrimiento de


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 163<br />

las bóvedas de la sacristía (AGOFE 10-3). La comparación permitió establecer un esquema<br />

de alcance en el uso y combinación de los colores.<br />

En un primer momento, el común denominador fue el uso de fondo blanco o crema y<br />

la esquematización cromática se redujo a la utilización de dos o tres colores en cada pieza,<br />

prefiriendo ampliamente el uso de los colores verde, azul claro y marrón.<br />

En la colección de cerámica conventual se puede observar el aprovechamiento espacial<br />

del utensilio, con una división esquemática de decoración que se limitaría, en un primer<br />

momento, al ordenamiento de los elementos decorativos siguiendo el patrón formal<br />

del utensilio. Esta delimitación se realizó en bandas entre los colores base y la decoración<br />

(caso II.b.2; II.e.2; II.a.3; II.g.4; II.i.4).<br />

El orden de repetición geométrica y simple podría referirse a una continuación de<br />

trazos prehispánicos; igualmente, existe una continuación en la manufactura de clavijas<br />

de aríbalo del período Inca, pero vidriadas en amarillo verdoso y habano. Esta continuidad<br />

se tomaría como un claro ejemplo de una memoria alfarera y la tradición de un período<br />

anterior a la Conquista, que se reproduce con de nuevas técnicas.<br />

Gráfico 30<br />

Cerámica colonial:<br />

plato<br />

La producción cerámica del siglo XVII se presentó en un período de innovaciones<br />

artísticas, tanto para las artes mayores como para las artes menores.<br />

El dato histórico de 1635 refleja la limitada ascendencia que tenía la iglesia sobre la<br />

producción alfarera, a diferencia de su influencia en otros campos, denominando únicamente<br />

a dos utensilios como «xarro de fraile» y «taza de fraile». Es posible que la adquisición<br />

de estas piezas haya sido restringida a una elite de la población, como serían los<br />

conventos, en donde los religiosos —en su mayoría— eran europeos o de relación familiar<br />

directa con el viejo continente.


164 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Gráficos 31 y 32<br />

Gráficos 33 y 34


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 165<br />

Gráficos 35 y 36<br />

El común del pueblo, es de suponer, continuaría con sus tradiciones alfareras que<br />

tenían relación con la preparación de alimentos, consumo y quehaceres realizados por<br />

siglos en la intimidad particular.<br />

Una segunda etapa se relacionaría con un acercamiento a la naturaleza y a diseños<br />

de movimiento. El nuevo giro se pudo apreciar en las series II.c.2; II.e.2; II.f.2¸ II.g.2; II.h.2;<br />

II.i.2, de diseño compuesto, floral y líneas onduladas. El floral es el que más se emplea, generalmente<br />

dentro de una cromática verde esmeralda, combinado con azul claro y ramas<br />

marrones. La división del espacio se manejó bajo una clara delimitación del utensilio.<br />

En el caso de los tejuelos, la repetición del esquema decorativo se ubica ya sea en<br />

las esquinas o hacia el centro. Cuando la decoración es con flores, se utilizó sobre toda la<br />

superficie del utensilio, como lo demuestran las bases y bordes decorados. El delicado trabajo<br />

del trazo alcanzó un notorio avance que rompió con los límites visuales que imponía<br />

la parte física del utensilio. El diseño era complejo y de mucho movimiento, pasando la<br />

apreciación visual a un segundo plano sobre el fondo crema delimitado por el verde oscuro<br />

como diseño mediato al que sobreponen elementos de color ladrillo.<br />

A finales del siglo XVIII, el manejo del color y el control de hornos especiales para<br />

alcanzar altas temperaturas logró una nueva técnica en acabados y decoración, como la<br />

aplicación del oro sobre las piezas.<br />

Según Navarro (1989: 71, 72, 73), la fábrica instalada en Quito en 1774 alcanzaría una<br />

diversificación en su producción con piezas que iban desde el menaje utilitario hasta el<br />

moldeado de la arcilla para la elaboración de floreros y estatuas. Sin embargo, los documentos<br />

encontrados en relación a la fábrica de los señores Diez de la Peña-Sánchez Pareja


166 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

hacían referencia a la «loza fina», entendiéndose por ésta únicamente los utensilios para el<br />

menaje diario. Es posible que en Quito, en el período en cuestión, hayan existido otras instalaciones<br />

con producción diversificada como figurillas escultóricas en arcilla. De a poco,<br />

la fábrica fue decayendo hasta su venta en 1788.<br />

Cerámica al estaño<br />

La muestra fue analizada luego de seleccionar diez de once fragmentos que mostraban la<br />

variedad establecida en el dato histórico. Fue sometida a análisis mediante difracción de<br />

Rayos-X para la identificación mineralógica que ha intervenido en la obtención de los varios<br />

colores: mostaza, celeste, verde, gris, azul, naranja, marrón, habano, blanco y amarillo.<br />

La técnica del vidriado empleado en la mayólica quiteña pudo proceder de una gran<br />

tradición que se extendió a la mayoría de países europeos desde el mundo islámico. «La<br />

mayor atracción del barro cocido vidriado al estaño era su superficie blanca, relativamente<br />

fácil de obtener, uniforme y agradable de manejar, que proporcionaba una excelente<br />

superficie para la decoración pintada» (Cooper 1987:119).<br />

El desarrollo de un sistema de hornos para la industria alfarera en Quito alcanzaría<br />

una avanzada tecnología. Los datos obtenidos de diez fragmentos analizados por difracción<br />

de Rayos-X corroboró la utilización de óxido de estaño o casiterita y cuarzo para lograr<br />

el vidriado blanco opaco.<br />

Tejuelos<br />

Se tomó en cuenta el análisis de la mayólica en la producción de tejuelos, por considerar<br />

que el acabado superficial tenía similares características que el menaje de mesa, tanto sus<br />

diseños como su coloración.<br />

Los tejuelos fueron encontrados formando parte del recubrimiento actual del techo<br />

y las cúpulas de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>. Se caracterizaban por tener un acabado decorado<br />

y otros, toda la superficie de color verde. Los que tenían decoración estaban en una<br />

ubicación secundaria con respecto a los que tenían la superficie en verde.<br />

Se los clasificó en tres categorías: tamaño, forma y acabado superficial. A su vez, se<br />

hizo una subdivisión por uso: tejuelos para piso, para recubrimiento de exteriores y para<br />

zócalos.<br />

Tejuelos para piso<br />

Se recuperaron ocho tejuelos de 18,7 por 18,7 por 2,6 cm. Presentaban un biselado a los<br />

dos lados para una mejor unión entre cada una de las piezas. La producción de tejuelos se<br />

hizo mediante moldes para conseguir uniformidad en el tamaño y un correcto empate al<br />

momento de la colocación (Gráficos 37, 38 y 39).<br />

Se pudieron diferenciar ocho diseños, en dos de los cuales se reconstruyó la decoración<br />

total (1, 2, 3, 4, 5, 6). Se estableció una constante en el fondo blanco-crema y en el uso<br />

de los colores verde, azul y marrón. Todos los diseños estaban delimitados por una banda


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 167<br />

Gráficos 37 y 38<br />

Gráficos 39 y 40


168 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Gráficos 41 y 42<br />

verde alrededor del tejuelo. La decoración parte de un punto central o inciso logrado por<br />

el molde.<br />

Los diseños se dividen entre lo simbólico y lo abstracto. Para los tejuelos de piso, el<br />

orden esquemático se mantuvo dentro de una simetría, al disponer los diseños hacia las<br />

esquinas de los tejuelos. El espacio estaba cubierto por decoraciones en forma radial y<br />

rotativa. En el primer caso (tejuelo 3), en forma de hojas que parten del centro del tejuelo<br />

hacia las cuatro esquinas para formar un triángulo azul con dirección al interior de uno<br />

mayor en verde. La utilización de colores fríos y sin una marcación de límites permitía una<br />

visualización plana del objeto. El fondo blanco-crema se mezcla con la totalidad suave del<br />

diseño, desapareciendo un posible realce del esquema.<br />

En el caso de los tejuelos 2 y 4, los círculos decorativos formaban una o varias bandas<br />

teniendo como centro de partida el inciso de fábrica. En el tejuelo 2, la repetición<br />

de círculos en azul y verde crea un efecto visual de rotación por asociación con la flor<br />

(inciso) central. Las dos bandas ondulantes situadas a los bordes del tejuelo rompen con<br />

las líneas rectas del elemento. El uso monocromático en la representación de los círculos<br />

del tejuelo 4 no permite una visualización de profundidad que podría partir del centro<br />

hacia los extremos. Sin embargo, con el empleo del color verde se obtuvo una figura rotativa<br />

dentro de la simetría de las partes, rematado por cuatro bandas ondulantes hacia<br />

el filo del tejuelo.<br />

El tejuelo 1 podría ser denominado movimiento de las cintas, por el enlazado que<br />

forma una atadura central. El movimiento cinético hacia las esquinas estaba marcado por<br />

cuatro cintas azules que terminan en una relación dinámica y envolvente. El diseño puede


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 169<br />

ser dividido en dos o cuatro partes que al unir los componentes son el reflejo del opuesto,<br />

conformando un todo armonioso.<br />

La estilización de los elementos naturales se reproducía por medio de círculos redondos<br />

o alargados y el entrelazado de líneas. En el caso de los tejuelos 5 y 6, el diseño es un<br />

reflejo en diagonal de la esquina opuesta. En el 5, las ramas marrones marcan dos puntos<br />

focales, concepto que se aparta de los esquemas observados en los otros tejuelos.<br />

Tejuelos para zócalo<br />

Este tipo de azulejos tiene una dimensión de 27 por 27 por 1,9 cm, sin bicelado. Se rescataron<br />

dos tejuelos enteros y un fragmento. En los tres casos se mantiene un fondo blancocrema<br />

con decoración en verde y marrón.<br />

El esquema se realizó en forma de bandas, representando flores estilizadas. El borde<br />

está delimitado por una banda vertical en color verde. La visualización del zócalo decorado<br />

pudo ser de bandas horizontales, pero particularizando cada uno de los tejuelos por la<br />

banda que corre vertical al diseño focal.<br />

La identificación de la comunidad franciscana fue reproducida en el tejuelo 10. El<br />

cordón y 5 estigmas de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Asís se encuentran en el centro del tejuelo. Los<br />

cinco nudos dan acción envolvente a la cuerda, lograda por la desigualdad de cada uno<br />

de ellos. Las cuatro esquinas están decoradas con flores estilizadas, unidas por una banda<br />

verde que circunscribe al tejuelo.<br />

En el tejuelo 11, el diseño central compuesto por aspas convexas crea un movimiento<br />

rotativo, acentuado por un intercalado de partes verdes con otras menores en marrón. Para<br />

complementar el diseño global, cuatro flores están dispuestas en cada esquina.<br />

Tejuelos para recubrimiento de exteriores<br />

Es el tipo más corriente y abundante entre la reproducción de tejuelos. Tienen un tamaño<br />

de 17 por 17 por 1,9 cm. La superficie total está recubierta por una capa vidriada de color<br />

verde esmeralda. Como en los tejuelos para piso, se fabricaron en molde con biselado a los<br />

dos lados, para un correcto empaque con la siguiente pieza. Las cúpulas de la Iglesia de<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se encuentran recubiertas con este tipo de tejuelo.<br />

Es posible que la marca de fábrica se grabara en el momento de la manufactura del<br />

tejuelo en el molde. El diseño corresponde a un círculo de 4,2 cm de diámetro, con una<br />

banda de figuras geométricas que engloba a una flor y un posible insecto o ave (tejuelo 6).<br />

Sin embargo, la mayoría de tejuelos para uso en exteriores tenían una cruz incisa, como se<br />

observa en el tejuelo 9.<br />

Epílogo<br />

La composición de sitios responde a actividades de orden natural y a las actividades desarrolladas<br />

por el hombre en un espacio y tiempo determinados. La apropiación espacial<br />

en cada caso responde a una actividad específica que se encuentra ligada a factores de


170 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

diversa índole. La lectura cronológica de la estratificación que conforma la evolución espacial<br />

del sitio se halla en concordancia con los aspectos históricos de una sociedad.<br />

La evidencia arqueológica de las excavaciones en el sitio donde se levanta el Convento<br />

de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito reveló que su topografía natural respondía a una plataforma<br />

con un máximo ángulo de depresión de 10,34º en sentido este-oeste. El cambio de nivel<br />

se iniciaría a partir del espacio constructivo conocido como refectorio. Paralelamente, la<br />

información del transepto D proveyó el delineamiento topográfico de una superficie casi<br />

plana que hizo factible el aprovechamiento del terreno, sin incurrir en mayores remodelaciones<br />

superficiales. La formación de la ladera al norte se iniciaría en la crujía sur del<br />

Claustro Principal. A su vez, en dirección sur del conjunto conventual la línea del nivel natural<br />

(iglesias de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, <strong>San</strong> Carlos y Capilla de Cantuña). La alteración de los niveles<br />

naturales obedeció a una planificación posterior debida a la construcción del Claustro<br />

Principal a finales del siglo XVI.<br />

La excavación arqueológica en un edificio se topa con diversos impedimentos, como<br />

es conseguir investigar el nivel de las cimentaciones. Especialmente, si existe una reutilización<br />

de la estructura previa para el nuevo edificio. La limitación incidiría en forma directa<br />

en el delineamiento concreto de la estructura desaparecida. Sin embargo, la concatenación<br />

de los datos históricos y arqueológicos, trabajados en forma interdisciplinaria,<br />

ofrecieron nuevas perspectivas sobre el contexto en cuestión. Las nuevas evidencias de un<br />

asentamiento prehispánico dieron un nuevo giro a las hipótesis sobre el material secundario<br />

atribuido al período incásico.<br />

El principio de no alteración del medio geográfico y la compenetración de las obras<br />

de urbanismo y arquitectura con la geografía del lugar, correspondían a los principios fundamentales<br />

del período Inca (Agurto 1987:77). En la plataforma natural del sitio franciscano<br />

se encontró la evidencia de la cimentación realizada con cantos rodados y argamasa<br />

de arcilla, conocida como pirka; el material del basamento podría atribuirse al sistema<br />

constructivo empleado durante el último período prehispánico. La utilización de estos<br />

materiales respondía a una optimización de la mano de obra y al rápido asentamiento en<br />

territorios conquistados. Según Kendall:<br />

Las actividades de Huayna Capac, concentradas mayormente al norte del Imperio durante los últimos<br />

años, determinaron una cierta paralización en la construcción de edificios en el área del Cusco.<br />

Durante este período los principales arquitectos estuvieron trabajando en el Ecuador en obras<br />

monumentales, especialmente en Tomebamba e Ingapirca. (…) Durante los últimos años de su reinado<br />

aumentaron las construcciones civiles, no se emprendieron proyectos de gran envergadura y<br />

la construcción tendió a hacerse en materiales de menos prestigio, aunque con mayor énfasis en la<br />

decoración, con ornamentación en la superficie y quizás más uso del color (1976:86).<br />

La prolongación de la plataforma evidenció una continuación del Atrio con la calle<br />

Cuenca en dirección sur y mantuvo un similar nivel topográfico y constructivo con el de la<br />

iglesia. Hacia el norte, la pendiente de la ladera se acentuó, recurriéndose en el siglo XVI a<br />

rellenar el área. El plano topográfico de la plataforma o llanada se interrumpió por la construcción<br />

de una escalera que descendía bruscamente para continuar por la calle Cuenca.<br />

El dato histórico de 1647 estableció la sobreposición del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

sobre «...el sitio y lugar quebiuian los capitanes más poderosos del ynga» (Cosar


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 171<br />

[1647]1924:1). La topografía del sitio, al pie de la ladera del volcán Pichincha, y de fácil acceso<br />

a la cantera (calle Rocafuerte) y al agua que fluía por diversas vertientes y quebradas<br />

reunía características singulares para el asentamiento en ambos períodos.<br />

En Quito, restos arqueológicos de similares características a los encontrados en el sitio<br />

del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se encontraron en el lugar donde se levantó el Hospital<br />

<strong>San</strong> Juan de Dios (comunicación personal de Agnes Rousseau), ubicado entre las calles<br />

Rocafuerte y García Moreno. Las dos evidencias podrían tratarse de dos puntos extremos<br />

de la Plaza Inca. Extensión de mediana dimensión entre los 300 y 330 m². El trazo damero<br />

dividiría su magnitud en varias manzanas, afectando al espacio del comercio o trueque en<br />

las plazas de menor tamaño: <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> y la plazuela de Alonzo Casco (<strong>San</strong>ta Clara). El<br />

planteamiento de extensión hacia el sur de la ciudad de Quito se compaginó con los datos<br />

históricos y la jerarquización espacial de asentamiento en el sector de «<strong>San</strong> Sebastián, que<br />

sugiere fuertemente pertenecer a la elite indígena de la Ciudad, ya que esta área fue el probable<br />

asiento de la casa de Atahualpa y definitiva residencia de su hijo El Auqui, <strong>Francisco</strong><br />

Atouchi» (Salomón 1980:168).<br />

Del material Inca analizado, es interesante anotar que el aríbalo constituía la forma<br />

más popular. No solo en el caso de la colección conventual, sino también en otros sitios<br />

del norte del país (Bray 1990). Posiblemente, por el carácter de gran significación social e<br />

ideológica con el aswa o chicha como elemento especial de intercambio con la elite de los<br />

grupos conquistados. Un alto porcentaje de fragmentos analizados tenían relación con las<br />

ofrendas en los enterramientos del período inicial colonial (Zaguán). La importancia de la<br />

vasija en el ajuar funerario hablaría de un carácter singular, no solo como un principio de<br />

diferenciación social y adopción por parte de los grupos locales, sino también de un primer<br />

paso hacia la aculturación de un segmento social. La adopción primaria de elementos<br />

incas, en el caso de Quito, no desplazó a las expresiones locales. Un buen porcentaje de<br />

cerámica de fabricación local estaba presente formando parte de las ofrendas junto a los<br />

entierros. Lo que evidencia los mecanismos establecidos para el control económico y de<br />

mano de obra entre los grupos locales a través de los caciques, en respuesta a las retribuciones<br />

y deferencias de la elite.<br />

Desde el período preinca, en el área de la Costa se conocía la existencia de un plato<br />

de grandes dimensiones, con uso utilitario, al que caracterizaba un borde bajo y una superficie<br />

cóncava (Stemper 1989). Era conocido arqueológicamente como comal, la gente<br />

campesina lo conocía y conoce como tiesto. Su uso se relaciona con el tueste de granos,<br />

especialmente maíz, en la Costa y la Sierra.<br />

En el conjunto cerámico del Convento se encontró este plato utilitario, asociado<br />

principalmente al contexto de las cimentaciones incásicas. La abundancia del maíz en la<br />

región septentrional debió constituir para las tropas incas el alimento fundamental dentro<br />

de la variedad de preparaciones locales. La adopción de esta base alimenticia en los ámbitos<br />

regionales se reflejó en el área conventual. No en vano Salomón (1980) hizo la diferenciación<br />

y caracterizó a la zona norte del Imperio, en contraste con la del sur y centro, como<br />

los «Andes de Maíz y Andes de Papa» (1980:123).<br />

La conquista inca representó un control sobre las vías de intercambio que se concentraban<br />

en el tianguez o plaza. Significó la centralización de diversos productos, entre ellos


172 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

la coca. La actividad individual y el uso continuaría a cargo de los pendes o shamanes y el<br />

pueblo llano, con las prácticas de hechizos, protección contra los malos espíritus o masticación.<br />

El rango de extensión del uso de la coca tuvo un alcance limitado, posiblemente<br />

por la distribución a través de los caciques; con la implantación incásica, se daría la centralización<br />

de la coca relacionándola con las ceremonias estatales.<br />

El concepto suntuario de la cerámica Panzaleo/Cosanga-Píllaro se asociaría al comercio<br />

interregional y la producción de ceja de montaña oriental. Las evidencias analizadas<br />

por Tamara Bray en el norte de las provincias de Pichincha e Imbabura (1990:460) y la<br />

escasa asociación de restos Inca y Panzaleo, interpretaron como causales de la disminución<br />

a la disponibilidad del comercio a las medidas impuestas por los incas para reducir el<br />

comercio local e interregional como estrategia para su consolidación en la frontera norte.<br />

La permeabilidad de las fronteras de intercambio y la permanencia de expresiones locales<br />

en la alfarería hasta el período colonial, nos hablaron nuevamente de un proceso inca<br />

en vías de consolidación. En ese sentido, el tianguez de Quito debió cobrar una marcada<br />

importancia en la centralización del poder político-económico en la frontera norte del<br />

Imperio Inca.<br />

Las raíces preincas del tianguez como sector neutral de encuentro de los indígenas<br />

se mantuvo durante el período colonial. El Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> y su trascendencia<br />

no pueden desligarse del área que abarcó la acción mendicante y catequizadora; así como<br />

a otros factores de orden social traídos a América por las instituciones que defendían la<br />

cristiandad.<br />

Los siglos XVI y XVII son épocas de enorme actividad tanto en la construcción de<br />

nuevos edificios como de influencia en el adoctrinamiento de la elite indígena. Se crearon<br />

mecanismos para un acercamiento a través de los caciques, como el Colegio de Bellas<br />

Artes y Oficios de <strong>San</strong> Andrés (1552) y el otorgamiento de un espacio para sus sepulturas,<br />

que denotan un patrón puesto en marcha en similares circunstancias en otros lugares<br />

conquistados.<br />

La mayor influencia en el cambio formal de la cerámica posiblemente tuvo su origen<br />

en los conventos, para satisfacer la gran demanda de piezas utilitarias que reprodujeran<br />

la vida en Europa. La implementación de nuevas técnicas en la decoración de la cerámica<br />

tendría un mayor impulso con la fabricación de azulejos. Sin descartar los conocimientos<br />

desarrollados por la fuerza del trabajo empleada en las factorías, su tratamiento de<br />

la arcilla y el movimiento artístico que marcaba nuevas pautas en los diferentes estratos.<br />

La decoración de los varios elementos cerámicos, la incorporación de nuevas direcciones<br />

artísticas y la implantación arquitectónica estuvieron centralizados en el Convento de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong> durante la vida colonial en el valle de Quito.


Restauración arquitectónica


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 175<br />

Restauración arquitectónica<br />

José Mercé Gandía / José Gallegos<br />

Estado inicial<br />

La trascendencia histórica del monumento, el valor arquitectónico del conjunto y de los<br />

bienes muebles y culturales que éste atesora, fueron los principales puntos de interés alrededor<br />

de los cuales se planteó un proyecto integral de restauración, que, además, implicara<br />

la difusión de la riqueza cultural que el Convento posee a través de una exposición<br />

museográfica planificada, que mostrara al visitante, de forma coherente y ordenada, su<br />

gran riqueza patrimonial.<br />

Los arquitectos Diego <strong>San</strong>tander y José Ramón Duralde, primeros técnicos responsables<br />

de la obra, nos describen en su documento Restauración del Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

de Quito las consideraciones previas a la intervención en el edificio y las necesidades<br />

que la justifican; y advierten sobre algunas de las tareas que se debían cumplir en el desarrollo<br />

del proceso.<br />

El gran templo de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, con un importantísimo contenido de bienes culturales, se encontraba<br />

en tan mal estado de conservación que demandaba una intervención generalizada de carácter<br />

urgente. Los diferentes terremotos que históricamente afectaron a Quito; son responsables de parte<br />

de las pérdidas especialmente los de 1755 y 1868. En el primero destaca la pérdida de la armadura<br />

mudéjar de la nave mayor. Una de las armaduras más notables, la del coro, presentaba graves<br />

problemas por el desplazamiento de varios de sus paneles y muy especialmente de su almizate,<br />

claramente hundido, todo ello a causa de los movimientos y desperfectos de los pares y del resto<br />

de los elementos estructurales de la armadura. El ataque por insectos xilófagos era, sin embargo,<br />

menor que el que soportaba el de la nave mayor, sustituido en el siglo XVIII. Este techo barroco de<br />

la nave mayor, un simple entablado en forma de artesa con decoración sobrepuesta, colgada de una<br />

estructura de madera que pudo ser de la antigua cubierta, mediante correas de cuero que, secas y<br />

frágiles, apenas podían sostener el peso del techo. En esos momentos afortunadamente se aborda su<br />

restauración por impulso del Municipio de Quito. El techo del sotocoro, que incluye pinturas sobre<br />

lienzo en grandes medallones, exigía también una restauración.<br />

Las torres del templo, muy esbeltas según los testimonios fotográficos y las vistas urbanas pintadas<br />

antes de 1868, fueron rebajadas después del terremoto de ese año, que las afectó gravemente. En<br />

1987, después de un nuevo terremoto, pudimos constatar en el interior de la torre grandes fisuras<br />

de trayectoria fundamentalmente vertical, que muy posiblemente correspondían a las antiguas de<br />

1868.<br />

Otras reparaciones llevadas a cabo sin criterio de conservación afectaron al templo. Las linternas<br />

de la nave de la epístola habían sido suprimidas para evitar reparaciones más costosas, perdiéndose<br />

sus volúmenes en el exterior, y las sensaciones espaciales y lumínicas originales en el interior.<br />

Desapareció una gran parte de la decoración barroca que, de acuerdo a las descripciones de su<br />

época, cubría por completo el templo con molduras y paneles dorados entre los lienzos y retablos<br />

hasta ocultar por completo los parámetros. En algunas zonas fue sustituida por madera doradas,


176 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

torpemente reutilizadas como rellenos, y en otras, como en las embocaduras de algunos vanos, por<br />

buenas copias contemporáneas de madera tallada y policromada. Se aprovechó entonces la tradicional<br />

habilidad artesanal de los talladores del pueblo de <strong>San</strong> Antonio de Ibarra.<br />

Sin embargo y a pesar del mal estado de conservación de la mayoría de las obras, aún se podían sentir<br />

en los restos originales los efectos de aquella fastuosa decoración. Todos los retablos, los lienzos<br />

y la decoración de madera precisaban de intervención para su limpieza. También era preciso consolidar<br />

las imágenes de madera policromada, los marcos y molduras doradas y las pinturas murales.<br />

Se trataba de hacer intervenciones que aseguren su conservación e hicieran posible su adecuada<br />

valoración. El original púlpito, la repintada sillería, los retablos de la capilla de <strong>San</strong>ta Marta y de Villacís,<br />

todos exponentes del máximo nivel artístico ecuatoriano, también reclamaban una importante<br />

tarea de restauración. Uno de los mayores peligros radicaba en el estado de las redes eléctricas del<br />

templo, completamente obsoletas, que podían provocar un incendio de consecuencias devastadoras,<br />

tanto por la inflamabilidad de los materiales como por la falta de medios para hacerle frente.<br />

El estado de las cubiertas era otra zona de riesgo evidente. La sacristía, un lugar de gran magnitud,<br />

contenía bienes como las pinturas de Miguel de <strong>San</strong>tiago situadas sobre la cajonería o una Virgen de<br />

Legarda bajo el retablo del testero sur. En locales anejos se almacenaban algunas piezas de platería,<br />

como frontales o candeleros.<br />

El Convento franciscano presentaba un estado de conservación en total desacuerdo con la categoría<br />

del tesoro artístico que contenía, una gran parte del cual se acumulaba en las galerías de planta baja<br />

del Segundo Claustro. Con cierto optimismo esas tres galerías eran llamadas «el museo». Ciertamente<br />

no tenían ni siquiera las condiciones de un depósito, pero aquellas cientos de obras, en pésimo<br />

estado de conservación en la mayoría de los casos, eran parte de una las mejores colecciones de<br />

arte de toda América. El Claustro mayor conservaba sus cuatro galerías en relativo buen estado. Las<br />

pinturas de Miguel de <strong>San</strong>tiago que adornaban el Zaguán y sus marcos precisaban una restauración<br />

urgente. Lo propio requeriría el bello techo de madera policromada, la portada de piedra del acceso<br />

exterior al Convento y la más sofisticada del Zaguán a la portería.<br />

Nada de la decoración que tuvieron los otros locales del Claustro quedaba a la vista en 1983. Algunas<br />

pinturas modernas imitaban antiguos murales decorativos en el locutorio y, en el lado opuesto, la<br />

crujía que albergó el De Profundis y el mejor refectorio de Quito había sido demolida décadas atrás<br />

para reedificarla en hormigón. Una moderna artesa cubría la nueva estructura del techo en el De<br />

Profundis. El refectorio, con sus vigas de hormigón que se encastraban en el marco del gran lienzo<br />

que presidían el local y las grandes ventanas del testero, claramente desproporcionadas, era un gran<br />

espacio despersonalizado. Las esquinas del Claustro mantenían sus retablos renacentistas, los más<br />

antiguos del Convento, con serios problemas de conservación. La gran escalera con decoración chinesca<br />

precisaba también la restauración de sus sillares y de su techo de artesa, además de la enorme<br />

pintura al óleo que ocupaba la totalidad del mayor de sus paramentos, dedicada a la genealogía<br />

franciscana. El Claustro alto contenía un bello tríptico en el desembarco de la escalera con una virgen<br />

que, una vez que se restauró, fue robada. La falta de seguridad de las piezas, en ese sentido, era<br />

y aún es, uno de los problemas más serios que afecta a los bienes culturales. Todas las cubiertas del<br />

Claustro, sin impermeabilizantes de ningún tipo, exigían un mantenimiento constante que no fue<br />

eficiente y presentaba goteras.<br />

Gran parte de las artesas tradicionales que cubría las galerías superiores del Claustro eran sin embargo<br />

modernas, con la rigidez que delataban su reciente factura y el abandono de las técnicas antiguas.<br />

En el Segundo Claustro del siglo XVII también se habían sustituido forjados enteros por otros<br />

de hormigón y suprimido los antiguos techos, pero en su lado oeste, en planta baja, se mantenía con<br />

sus abombamientos e irregular textura, un largo fragmento de artesa original que reveló ser soporte


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 177<br />

de bellas pinturas murales que se pudieron rescatar. Esas exploraciones nos develarían otros ejemplos<br />

de la decoración original del edificio, techos de madera con su viguería bellamente decorada<br />

oculta bajo falsos techos de cañizo y milagrosamente conservadas.<br />

Entre los locales de la planta baja del Claustro mayor, solo los que correspondían al lado norte parecían<br />

mantener algunas artesas originales. Los paramentos habrían sido decorados con pinturas<br />

murales en sucesivas ocasiones, y retirando las capas de cal que ocultaban las pinturas se rescataba<br />

el pasado esplendor de tales locales. No quedaban carpinterías originales en casi ningún lugar.<br />

En el Segundo Claustro, todos los locales del lado este habían sido transformados y subdivididos para<br />

albergar la emisora de radio y un dispensario médico gratuito, una elogiable labor social en el casco<br />

histórico de Quito (…) Las propuestas que se realizaron para sustituir el uso comercial de locales por<br />

el de los servicios sociales de los franciscanos, que así liberarían la planta superior para desarrollar<br />

un gran museo, nunca tuvieron eco en la comunidad franciscana; esa acción sigue pendiente...<br />

Durante las últimas décadas, el esfuerzo continuado de la comunidad franciscana para acondicionar<br />

su Convento y mejorar su habitabilidad, creando celdas con aseos y sustituyendo las viejas estructuras<br />

y acabados por otros más modernos habían contribuido a la desaparición de elementos<br />

importantes de la arquitectura, así como de una parte de los bienes muebles, habiéndose considerado<br />

gran cantidad de maderas doradas de la antigua decoración del templo y Claustros como restos<br />

irrecuperables cuyo almacenamiento resultaba inútil 1 .<br />

Como se comprenderá, la magnitud y complejidad de los trabajos llevaron a plantear<br />

su ejecución en varias etapas. La primera consistió en la estructuración general del<br />

Proyecto, para lo que se recopiló toda la información documental necesaria para establecer<br />

las estrategias más convenientes de intervención. Todas estas tareas comenzaron<br />

de forma modesta y con la complicación añadida de trabajar en un edificio vivo, por lo<br />

que hubo que realizar las actividades cuidando de interferir lo menos posible con la vida<br />

conventual.<br />

En marzo de 1987 un fuerte sismo afectó a la ciudad de Quito, que ocasionó en el<br />

Convento daños de «consideración pero no irreversibles» —al decir de Duralde y <strong>San</strong>tander—,<br />

que hicieron necesaria una actuación emergente para solucionarlos, lo que produjo<br />

un giro en la intervención arquitectónica del monumento.<br />

En los dos Claustros principales, el terremoto daría lugar a daños de consideración pero no irreversibles.<br />

Grietas en arcos y muros, especialmente en el ángulo nororiental, el más sensible por su<br />

mayor altura, exigirían apeos de madera antes de su consolidación. Sobre el acceso al coro, las fisuras<br />

afectaban a muros de tapial y a una torrecilla campanario. El sismo derribó además ladrillos<br />

sobre la cubierta norte del Segundo Claustro, que cubría la galería correspondiente, pues la crujía<br />

de locales había desaparecido. Los ladrillos provenían del edificio moderno que la policía había levantado<br />

sobre un antiguo Claustro del siglo XVII. Todas las cubiertas de ese costado se hundieron.<br />

Días antes, la importante biblioteca del Convento, que en el siglo XVII había sido descrita como «la<br />

mejor del Perú», y ocupaba ese lugar, había sido embalada y trasladada a otro local, salvándose del<br />

efecto sísmico.<br />

Los Claustros y dependencias situadas más al oeste, en niveles sucesivamente más altos, son de gran<br />

1) Ramón Gutiérrez, Quito: El gran Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, Restauración de Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, José<br />

Ramón Durralde/Diego <strong>San</strong>tander, Edicón Ministerio de Asuntos Exteriores, Agencia Española de Cooperación<br />

Internacional, Ediciones El Viso, 2003, p. 30.


178 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

interés arquitectónico y como todos, a excepción del principal, constan de tres lados y se adosan a la<br />

parte posterior de otro más antiguo. Las antiguas cocinas del Convento servían de comedor habitual<br />

a la comunidad. Serían restauradas junto con otras dependencias cercanas, donde se instalaría la<br />

oficina del Proyecto y el almacén de material de restauración. En el Claustro Principal, un jardín de<br />

parterres con palmeras tenía por eje de simetría una fuente de alabastro reparada de manera inconveniente.<br />

Aunque el ajardinamiento no respondía al carácter original de este espacio sino más bien<br />

a una visión decimonónica de la jardinería, la propuesta optó por su mantenimiento, mejorándolo<br />

y eliminando algunos detalles.<br />

La Capilla de Cantuña, templo muy popular, paralelo al de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> pero separado de él por<br />

la iglesia de <strong>San</strong> Buenaventura (llamada de <strong>San</strong> Carlos por la congregación religiosa a la que hoy<br />

pertenece), incluía un extraordinario contenido artístico, con la mejor imaginería repartida en sus<br />

retablos mayor y laterales. Aunque el estado de conservación era aceptable, el terremoto de 1987<br />

obligó a atenderlo de emergencia, pues los machones de ladrillo, soporte de la cubierta que cabalgaban<br />

sobre las claves de los arcos fajones, agrietaron toda la bóveda del templo, dañando además<br />

sus pinturas murales.<br />

Fuera del recinto del Convento, el pretil que le antecede y constituye su basamento sobre la plaza,<br />

con su escalinata de planta circular, era otro elemento a ser recuperado, restaurando la sillería y seleccionando<br />

el más convenientemente para los usos de las covachuelas que contenía, con portada a<br />

la plaza. La labor que en todos los órdenes exigía una actuación global en el Convento abarcaba también<br />

el estudio y conservación de la antigua biblioteca y los libros corales de pergamino, de los ornamentos<br />

litúrgicos y de la orfebrería. Se estimaba que los bienes culturales superaban las cuatro mil<br />

obras, estando pendiente de realizar un buen inventario de todas ellas. Tampoco se había realizado<br />

un estudio arqueológico del conjunto ni tampoco uno histórico en detalle, aunque existían algunos<br />

avances apreciables que serían de utilidad. Faltaba además un levantamiento preciso de planos del<br />

conjunto. Otra tarea pendiente era la de relocalizar dentro del Convento aquellas actividades que se<br />

realizaban en espacios que habrían de transformarse para recuperar la distribución original del edificio<br />

y para ser incorporadas al área de exposición del futuro museo. Los planes previstos en el Proyecto<br />

derivaban en una exigencia racional de aprovechamiento y valorización del propio edificio 2 .<br />

Estado final<br />

Desde 1983, fecha de inicio del Proyecto, y después de un exhaustivo registro de datos<br />

para los levantamientos planimétricos y la elaboración de la propuesta global de intervención<br />

arquitectónica del convento e iglesia, se actuó sobre varios sectores del monumento:<br />

Claustro Principal, Claustro del Museo, Claustro de la Sacristía, Claustro de Servicios, sala<br />

del De Profundis, en el Templo Mayor, en la Capilla de Cantuña, y en restauraciones menores<br />

pero consideradas inaplazables.<br />

Varias obras fueron ejecutadas a consecuencia del sismo de marzo de 1987, principalmente<br />

la de reforzamiento estructural en la cubierta de la Capilla de Cantuña; consolidación<br />

de fisuras de las dos torres y de las bóvedas de la nave lateral norte de la iglesia;<br />

reforzamientos estructurales puntuales, a nivel superior, en la crujía norte del Claustro<br />

de Servicios y otras intervenciones de menos escala; lo que permite afirmar que, si bien<br />

el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> no presentó daños espectaculares por tal motivo, si fue el<br />

2) Ibíd.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 179<br />

primer monumento que se recuperó como consecuencia de ese daño, pues contaba con<br />

un grupo propio para la ejecución inmediata de las tareas de rescate.<br />

Como obras puntuales dignas de destacar cabe mencionar la restauración del zaguán<br />

de acceso al Convento donde, además de las portadas de piedra, rejas de hierro, nuevo<br />

piso de piedra en espina de pez (recuperada su forma original tras conocerse la impronta<br />

por las excavaciones arqueológicas), se restauraron quince lienzos de la escuela de Miguel<br />

de <strong>San</strong>tiago y el techo barroco plano, de los más antiguos del Convento; sirve este primer<br />

espacio como anuncio del escenario que vino a continuación. Se mejoró la portería y el<br />

locutorio, el primero para uso conjunto del Convento y de la actividad museística propuesta;<br />

mientras que en el segundo los religiosos desarrollarán actividades inherentes a<br />

su función.<br />

En el Claustro Principal se aprecia el arreglo del piso y los muros de las cuatro galerías<br />

bajas, las caminerías y los jardines del patio, así como la conservación de los retablos y<br />

zaquizamíes de las cuatro esquinas. Las cubiertas de las crujías norte, oriental y occidental<br />

se restauraron íntegramente. En la escalera principal se intervinieron los tres grandes<br />

lienzos que adornan sus paramentos; adecuaciones menores se ejecutaron en la sala De<br />

Profundis; en el conjunto, se destaca la habilitación de toda la crujía norte baja en la que<br />

se dispuso, en cuatro salas de exposición, la primera muestra provisional del Museo, en<br />

mayo de 1993.<br />

Es importante resaltar la restauración del artesonado mudéjar del coro del templo<br />

mayor, conjuntamente con el reforzamiento estructural (del artesonado y de la cubierta) e<br />

impermeabilización de la cubierta de teja que protege este espacio.<br />

En los últimos diez años se hizo un trabajo especial y laborioso al intervenir en el<br />

Segundo Claustro o del Museo, pues en sus galerías durante algunos años estuvo embodegada<br />

en condiciones inadecuadas una buena parte de la reserva de obras de arte y la<br />

biblioteca. En casi la mitad del patio se habían instalado los talleres de carpintería y el área<br />

restante servía de deposito de materiales; se reubicaron los talleres en galpones que se<br />

construyeron en la Huerta, para proceder a recuperar los jardines, pisos y bordillos. Igualmente,<br />

se realizó una obra de restauración completa de las cubiertas, muros, carpinterías<br />

y pisos de las cuatro crujías. En octubre de 1995 se finalizó la rehabilitación de las galerías<br />

bajas de la crujía occidental, aperturándose tres salas de exposición; así se cumplió con la<br />

segunda etapa de la puesta en pie del Museo.<br />

Años después y concluida la restauración de las dos salas adicionales en la crujía occidental<br />

(en donde se realizó, además, un buen trabajo de saneamiento de humedades y la<br />

construcción del Patio Inglés) y de las salas de las crujías norte y oriental, a mediados del<br />

año 2001, se procedió al montaje e instalación integral del Museo.<br />

En abril de 2002 se entregó el Museo de Arte Religioso Fray Pedro Gocial, en el que<br />

se materializó la idea de integrar las salas del Museo con la magnífica presencia del Convento,<br />

se expusieron alrededor de 300 obras y se adoptó un criterio temático en la presentación<br />

de la muestra, con la siguiente secuencia: Origen de la Comunidad Franciscana;<br />

Influencia Europea, que se resaltó con los pasos de la Pasión; Inicios del Barroco, y, como<br />

figura representativa, Miguel de <strong>San</strong>tiago y su obra sobre la Doctrina Cristiana. La Sala<br />

del Barroco presenta obras en alabastro de gran belleza. Se dedicó toda una galería a la


180 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

exposición de artes menores como miniaturas y muebles. Finalmente, se expuso el esplendor<br />

de la Escuela Quiteña con la obra de los mejores representantes de la época: Bernardo<br />

Rodríguez, Manuel Samaniego, Bernardo Legarda y Caspicara.<br />

La idea rectora en cuanto al montaje del Museo fue la de mantener y respetar su ámbito<br />

y naturaleza, ya que el edificio es a su vez un Convento y en sí mismo una obra de arte.<br />

Criterios de intervención arquitectónica<br />

La consideración fundamental de la intervención fue el rescate del ambiente original del<br />

edificio, el cuidado en mantener su esencia primera y auténtica. Esto implicó el máximo<br />

respeto al monumento; por lo tanto, que las adecuaciones y renovaciones no alteraran su<br />

unidad, y liberándolo, con la máxima prudencia, de todo aquello que lo desvirtuara.<br />

Dentro de este espíritu, se consideró importante la conservación de «añadidos», que<br />

constituyan aportes para el edificio, y la instalación de nuevos elementos formales, que<br />

formen parte del monumento de manera natural, no exigida y no complementaria. Logrando<br />

que estas actuaciones sean mínimas, y éstas sean fácilmente identificables y, de ser<br />

factible, reversibles en la práctica.<br />

En el campo estrictamente técnico, el conocimiento del edificio en sus distintos aspectos<br />

fue una premisa fundamental. Los relevamientos, la documentación de daños y patologías,<br />

y el análisis y evaluación del aspecto físico, fueron la información indispensable<br />

en el planteamiento de las soluciones.<br />

Conforme a estos criterios generales, articulados a cualquier intervención, las obras<br />

ejecutadas en los dos Claustros más antiguos se enfocaron principalmente en buscar la recuperación<br />

de los espacios originales y su relación entre ellos, con el propósito de instalar<br />

allí la mayor superficie de salas de exposición del Museo.<br />

Lo más destacado de esta intervención fue la recuperación de la continuidad espacial y<br />

visual de las galerías bajas de los dos Claustros, eliminando tabiquería y cerramientos de madera<br />

que impidían tal fin. Esta solución de unidad permite la fácil lectura arquitectónica del<br />

edificio, dividiendo esos espacios mediante elementos transparentes y de seguridad, como<br />

son rejas de hierro y puertas de vidrio, colocándolas donde marcan la división constructiva<br />

del edificio y permitiéndonos a la vez disponer funcionalmente su nuevo planteamiento<br />

como museo. Igualmente, la colocación de grandes ventanales de vidrio, en los espacios que<br />

dejan los pilares a lo largo de las tres galerías bajas del Claustro del Museo, integran éstas al<br />

patio y dignifican esos espacios en que se exponen con seguridad lienzos de gran tamaño.<br />

El tratamiento del conjunto de elementos del zaguán, como se mencionó anteriormente,<br />

anuncian bien la idea de intervención que se mantuvo en el conjunto.<br />

La liberación del añadido que corta el espacio de la portería permitiendo su ampliación,<br />

aunque pequeño aún, se destinó a la coexistencia momentánea de las actividades de<br />

atención al público por parte de los religiosos y de sitio de concentración de los visitantes<br />

del Museo. El locutorio, espacio anexo a éste, será de uso exclusivo de la comunidad religiosa<br />

y, a decir de los estudios históricos, éste fue originalmente destinado a capilla abierta,<br />

y de hecho en él se siguen dando actividades de tal naturaleza.<br />

Las galerías y jardines fueron intervenidos guardando la línea de un tratamiento


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 181<br />

cuidadoso que resaltara el conjunto; así lo evidencian las juntas de piso y lápidas, y los<br />

bordes y setos.<br />

La restauración de los cuatro retablos esquineros, los más antiguos del Convento,<br />

y los zaquizamíes que cubren las esquinas representan un trabajo de primer orden en la<br />

conservación de los bienes muebles.<br />

En la escalera principal se recuperó un antiguo vano —señalándolo sin abrirlo—, evidenciando<br />

que su construcción fue posterior. En uno de sus paramentos se aloja el lienzo<br />

más grande de la colección franciscana, tarea ejecutada durante seis meses por una docena<br />

de restauradores in situ, pues sus dimensiones y construcción original, en partes, lo<br />

impedían.<br />

La sala De Profundis estaba alterada por la incorporación de elementos constructivos<br />

deslucidos, su liberación puesta en práctica fácilmente le devolvió su riqueza original, con<br />

tan buenos resultados que su ambiente ha sido usado para reuniones ceremoniales como<br />

la entrega del Premio Toledo 1993, al que se hizo merecedor el Proyecto de Restauración<br />

y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> y los proyectos del <strong>San</strong>tuario de<br />

Guápulo y Monasterio de <strong>San</strong>ta Clara, entre otros acontecimientos.<br />

Es necesario resaltar la obra de restauración del artesonado del coro y la cubierta.<br />

Aquel tuvo como principio fundamental de intervención la actuación in situ, sin desmontar<br />

sus estructuras, consolidando sus elementos de maderas, liberando e independizando<br />

el artesonado y la cubierta y reforzándolas con anclajes metálicos. Este tipo de actuación<br />

posibilitó el tratamiento de cada una de las piezas, desmontando únicamente la tablazón<br />

de recubrimiento, a la que se identificó previamente para no alterar en ninguna medida la<br />

composición de la lacería mudéjar de este artesonado.<br />

Incluso el uso de los materiales guardó afinidad con los de la construcción original,<br />

usándose ladrillos, adobes, madera, piedra y tejas árabes. En el caso del uso de nuevos<br />

materiales como vidrios y rejas en elementos arquitectónicos diversos, su identificación<br />

y su retiro son fáciles, en la mayoría de los casos, por si en el futuro surgen mejores<br />

soluciones.


CLAUSTRO<br />

PATIO DE<br />

LA HUERTA<br />

184 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Planos y registro fotográfico<br />

<br />

Áreas de intervención<br />

del Proyecto<br />

CALLE IMBABURA<br />

MURALLA DE LADRILLO<br />

MURALLA DE LADRILLO<br />

BODEGAS DEL<br />

PROYECTO<br />

NOVICIADO<br />

CALLE MIDEROS<br />

DE LA SACRISTIA<br />

HUERTA<br />

SACRISTIA<br />

CLAUSTRO<br />

DE SERVICIO<br />

PATIO<br />

INGLES<br />

CALLE BOLIVAR<br />

IGLESIA DE CANTUÑA<br />

TEMPLO MAYOR SAN FRANCISCO<br />

CLAUSTRO PRINCIPAL<br />

CLAUSTRO<br />

DEL MUSEO<br />

IGLESIA DE SAN CARLOS<br />

CALLE CUENCA<br />

PLAZA PRINCIPAL SAN FRANCISCO<br />

CALLE SUCRE<br />

ÁREAS DE INTERVENCIÓN DEL PROYECTO<br />

Restauración arquitectónica<br />

Intervención arquitectónica en el segundo claustro para la instalación del Museo<br />

(la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés colabora en este sector con la ejecución de varias obras)<br />

Área de intervención arquitectónica con la participación de la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés<br />

Rehabilitación de jardines. Intervención de la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 185<br />

Obras ejecutadas durante los años 1984 y 1985.<br />

Instalación del proyecto y obras urgentes<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

de talleres y bodega general del Proyecto.<br />

Adecuación de local para oficina del proyecto<br />

<br />

Retiro del piso<br />

deteriorado<br />

Limpieza y<br />

consolidación de piso<br />

original<br />

<br />

Colocación de tablón<br />

de caoba<br />

Obras ejecutadas durante el año 1986<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

biblioteca).


186 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Claustro Principal crujía norte<br />

Intervención en<br />

locales B 300<br />

Colocación de pisos de<br />

caoba en locales B<br />

660, para la ubicación<br />

temporal de talleres<br />

Claustro del museo<br />

<br />

Retiro de construcción<br />

añadida en el Claustro<br />

del Museo


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 187<br />

Obras ejecutadas durante el año 1987<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

de local donde funcionaba la enfermería.<br />

<br />

<br />

templo mayor.<br />

meabilización<br />

del cuerpo superior.<br />

<br />

Torres Campanario<br />

Reforzamiento<br />

estructural,<br />

consolidación de<br />

fisuras.<br />

Testigo de yeso en la<br />

fisura<br />

<br />

Desprendimiento de<br />

las esferas de remate<br />

en las torres.<br />

Colocación de chicotes<br />

para asegurar las<br />

esferas.


188 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Transepto norte<br />

<br />

Fisura en el transepto<br />

norte<br />

Capilla de Cantuña<br />

<br />

Sustitución,<br />

reforzamiento<br />

estructural e<br />

impermeabilización<br />

de la cubierta de la<br />

Capilla de Cantuña


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 189<br />

Locales B-300<br />

<br />

Intervención en<br />

pisos y trabajos de<br />

carpintería.<br />

Obras ejecutadas durante el año 1988<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

banca perimetral en el el Zaguán.<br />

<br />

Restauración del Zaguán del Convento<br />

<br />

Excavación<br />

arqueológica en el<br />

Zaguán<br />

Retiro del zócalo de<br />

piedra


190 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

<br />

Detalle de banca<br />

perimetral y nuevo<br />

forjado de piedra en el<br />

piso<br />

Capilla de Cantuña<br />

<br />

Armado de andamiaje<br />

e intervención en torre<br />

campanario


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 191<br />

Cubierta norte del Claustro de Servicios<br />

<br />

<br />

Retiro de techumbre y<br />

tratamiento de vigas.<br />

Colocación de caña<br />

guadúa sobre las vigas<br />

de chanul.<br />

Entejado de la<br />

cubierta.<br />

Transepto norte del templo<br />

<br />

<br />

Andamiaje para<br />

trabajos en el<br />

transepto norte.<br />

Colocación de<br />

tensores de hierro.<br />

Colocación de<br />

crucetas.


192 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Obras ejecutadas durante el año 1989<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

museo.<br />

Capilla de Cantuña y muralla de la calle Imbabura<br />

Intervención en fisuras en<br />

la Capilla de Cantuña<br />

Muralla de ladrillo<br />

Limpieza de la piedra del<br />

zócalo de la muralla


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 193<br />

Cubiertas del Claustro del museo<br />

<br />

Estructura para<br />

la instalación de<br />

cubierta de protección<br />

provisional en la<br />

crujía este y la<br />

misma después de la<br />

intervención.<br />

Terraza sur del templo<br />

<br />

Terraza sur antes de la<br />

intervención.<br />

Retiro y colocación de<br />

nuevo tejuelo en pisos<br />

y cupulines.<br />

<br />

Emporado de juntas<br />

del tejuelo.


194 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

<br />

Terraza sur después de la<br />

intervención<br />

Obras ejecutadas durante el año 1990<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

pilla<br />

de Cantuña.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 195<br />

Artesonado del coro<br />

Cubierta del coro sobre el<br />

artesonado, después de la<br />

intervención<br />

Artesonado mudéjar después de la<br />

intervención<br />

Cubierta este del Claustro del Museo<br />

<br />

Armado de andamiaje<br />

para intervención en<br />

el alero; retiro de teja,<br />

relleno de cascajo y<br />

base de carrizo


196 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Muralla de ladrillo<br />

<br />

Consolidación y<br />

reposición de faltantes<br />

Obras ejecutadas durante el año 1991<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

Claustro del Museo (50%).<br />

bados<br />

en el acceso a la torre norte.<br />

<br />

<br />

<br />

Servicios.<br />

Locutorio y portería<br />

<br />

Retiro del piso y<br />

limpieza de la bóveda<br />

Relleno y construcción<br />

de cámara de<br />

ventilación


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 197<br />

<br />

Locutorio después de<br />

la intervención<br />

Cubierta este del Claustro del museo<br />

<br />

Retiro de cielo raso de<br />

malla y cemento de la<br />

galería<br />

Retiro del muro<br />

divisorio de la galería<br />

<br />

Viga de hormigón en<br />

la cabeza del muro


198 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Colocación de vigas,<br />

correas y aleros en<br />

madera de chanul<br />

Re-atormentado de<br />

cielo raso en sector<br />

del provincialato<br />

Colocación de pletinas<br />

para refuerzo de las<br />

vigas originales que se<br />

conservaron<br />

Pasarela central de<br />

inspección<br />

Entejado de la<br />

cubierta


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 199<br />

Cubierta oeste del Claustro del Museo<br />

Retiro de canecillos<br />

Limpieza y<br />

consolidación de<br />

muros


202 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Obras ejecutadas durante el año 1992<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

tro<br />

Principal.<br />

<br />

Museo.<br />

<br />

cubierta oeste del Claustro del Museo (50%).<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

Cubierta oeste del Claustro del Museo<br />

Colocación de<br />

canecillos y<br />

construcción de solera<br />

de hormigón<br />

Colocación de anclajes<br />

en vigas y soleras<br />

Nueva estructura en<br />

madera de chanul


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 203<br />

Cupulín sobre escalera nor-occidental del Claustro Principal<br />

<br />

Antes y después de la<br />

Intervención<br />

Cupulines de los Claustros<br />

<br />

Restauración del<br />

cupulín nor-este del<br />

Claustro del Museo


204 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Obras ejecutadas durante el año 1993<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

y pintura general en la sala del De Profundis.<br />

<br />

<br />

limpieza de columnas de piedra y curado de vigas del Claustro Principal.<br />

<br />

<br />

de vanos, derroque de pisos y de muros, construcción de nuevas paredes y losetas en<br />

los locales de la crujía occidental del museo.<br />

<br />

<br />

Locales de la crujía occidental del Museo<br />

Retiro de entablado<br />

y de estructura de<br />

carrizo de cielo raso<br />

del subsuelo<br />

Derrocamiento de<br />

muros<br />

Construcción de<br />

nuevos muros


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 205<br />

<br />

Armado de loseta<br />

Construcción de<br />

cámara de ventilación<br />

Colocación de vigas de<br />

chanul<br />

De Profundis<br />

<br />

Intervención en la sala<br />

del De Profundis


206 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Claustro Principal<br />

Puerta en el extremo<br />

nor-oriental del<br />

Claustro Principal<br />

antes de su retiro<br />

Colocación de reja,<br />

reemplazando la<br />

puerta de madera<br />

Obras ejecutadas durante el año 1994<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

dra),<br />

liberación y sellado de vanos, construcción de artesas y de muro divisorio en su<br />

lugar original.<br />

<br />

<br />

<br />

Antecoro<br />

Intervención en paredes, puerta<br />

en acceso a la torre, gradas y<br />

reemplazo del piso de cemento<br />

en el antecoro


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 207<br />

Crujía occidental del Claustro del Museo<br />

Retiro de ventanas y<br />

reparación de vanos<br />

Enlucido y colocación<br />

de ventanas<br />

Piso de piedra en la galería<br />

Colocación de tablón de<br />

caoba en locales<br />

hacia el Patio Inglés y<br />

retiro de ventanas de<br />

madera<br />

Colocación de marcos<br />

de ventanas y puertas<br />

de hierro en vanos<br />

hacia el patio


208 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Obras ejecutadas durante el año 1995<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

sellado de vanos, construcción de artesas, instalación de ventanas y mampara, construcción<br />

e instalación de gradas de ingreso, acabados en paredes y pisos, iluminación<br />

de la galería y construcción de cuatro muros provisionales.<br />

<br />

sillería y respaldos. Iluminación del artesonado.<br />

<br />

y confección de divisiones. Pintura e iluminación.<br />

<br />

con la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés Quito II.<br />

Salas occidentales del museo<br />

Intervención en vigas<br />

y antepechos de<br />

ventanas<br />

Entrepiso del<br />

subsuelo<br />

Estado de la escalera<br />

de la galería oeste


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 209<br />

Reconstrucción de<br />

grada<br />

Reasentado de<br />

escalones y pilastras<br />

Conclusión de trabajos<br />

en la escalera. Se<br />

aprecia las ventanas<br />

con los antepechos<br />

rebajados y la<br />

recuperación de los<br />

jardines<br />

Sellado y revoque de<br />

juntas<br />

Ventanas después de<br />

la intervención


210 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Galería y locales<br />

occidentales después<br />

de la intervención en<br />

pisos, muros, vanos y<br />

cielo raso<br />

Paralelamente se<br />

realiza la intervención<br />

en la planta alta<br />

de esta crujía y la<br />

restauración integral<br />

de sillería, respaldos e<br />

iluminación del coro


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 211<br />

Portería<br />

Retiro de mampara<br />

oriental<br />

Mampara norte<br />

restaurada<br />

Obras ejecutadas durante el año 1997<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

de humedades.<br />

<br />

<br />

Museo.<br />

Salas occidentales del Museo<br />

Colocación de vigas de<br />

chanul<br />

Colocación de tablón<br />

de caoba y lacado


212 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Patio Inglés<br />

Ampliación de<br />

vanos de las salas<br />

occidentales del<br />

museo<br />

Excavación para<br />

construcción del patio<br />

Sala norte del Museo<br />

Sala norte en proceso<br />

de restauración


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 213<br />

Obras ejecutadas durante el año 1998<br />

<br />

<br />

<br />

Museo.<br />

<br />

Galería norte del Museo<br />

Estado de los muros<br />

del Claustro del Museo<br />

Recuperación de<br />

pintura mural<br />

Detalle de la pintura<br />

mural<br />

Galería concluida su<br />

intervención<br />

Colocación de<br />

ventanas<br />

Elevación norte<br />

después de la<br />

intervención


216 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Obras ejecutadas durante el año 1999<br />

<br />

<br />

Galería oriental del Museo<br />

Colocación de piso de<br />

piedra y revocado de<br />

juntas<br />

Preparación de<br />

contrapiso<br />

Instalación de marcos<br />

de hierro en las<br />

ventanas


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 217<br />

Obras ejecutadas durante el año 2000<br />

<br />

<br />

Galería oriental del claustro del Museo<br />

Instalación de<br />

puertas de vidrio y<br />

mantenimiento de la<br />

pintura general de la<br />

sala y pintura mural<br />

Instalación de vidrios<br />

con lámina de<br />

protección


218 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Obras ejecutadas durante el año 2001<br />

<br />

<br />

de instalaciones eléctricas y luminarias en las salas del museo.<br />

Salas del Museo<br />

Mantenimiento<br />

general de la pintura<br />

de las salas del museo<br />

Limpieza y<br />

mantenimiento de<br />

pintura mural<br />

Obras ejecutadas durante el año 2002<br />

<br />

<br />

Fray Pedro Gocial. (Colaboración de la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés).<br />

Montaje de las obras<br />

Montaje de obras en<br />

la Sala 2


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 219<br />

Instalación final de la<br />

obra<br />

Instalación final de la<br />

obra<br />

Instalación final del<br />

Museo<br />

Instalación final del<br />

Museo


Obra de la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 223<br />

Obra de la Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés<br />

José Mercé Gandía / José Gallegos<br />

La Escuela Taller<br />

La Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés, nombrada así en memoria del primer colegio de artes y oficios<br />

fundado por los franciscanos en el siglo XVI, inició sus actividades en octubre de 1992,<br />

a partir del convenio binacional suscrito entre la AECID y el INPC, con el propósito de<br />

colaborar con las obras de este convenio, especialmente con las que se ejecutaban en el<br />

Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Esta iniciativa española se instaura en Ecuador y con el lema «Aprender a trabajar<br />

trabajando», se desarrolla un proceso formativo eminentemente práctico en el que diariamente<br />

se capacita, de forma técnica y humana, a un grupo de 100 jóvenes en seis especialidades<br />

y diez talleres.<br />

Hasta abril de 2009 la Escuela graduó a seis promociones de becarios, egresados que<br />

han logrado insertarse con facilidad en el mercado laboral. Actualmente, se encuentra en<br />

proceso de capacitación la séptima promoción de alumnos, iniciada en mayo de 2009.<br />

Gran parte del éxito del Proyecto se debe al respaldo y seguimiento de las dos entidades<br />

auspiciantes, a las que debe sumarse el aporte del Instituto Nacional de Empleo de<br />

España (INEM) y, de 2007 a 2009, la ayuda de la Corporación Andina de Fomento (CAF).<br />

Objetivos<br />

El objetivo general de la Escuela Taller es mejorar la inserción laboral de jóvenes, entre 15<br />

y 22 años, hombres y mujeres, de escasos recursos económicos, especialistas en oficios<br />

relacionados con el Patrimonio Cultural, la construcción y rehabilitación de vivienda, y la<br />

protección del ambiente.<br />

Objetivos específicos


224 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

<br />

fensa<br />

y conservación del Patrimonio, y la protección del ambiente.<br />

Los alumnos<br />

Los alumnos becarios provienen de grupos sociales de escasos recursos económicos, sin<br />

opciones educativas ni de empleo, pero con deseos de superación, que provienen en su<br />

mayoría de barrios urbano-marginales y parroquias cercanas a la ciudad de Quito.<br />

El requisito básico para ingresar como becario es haber concluido la instrucción<br />

primaria; la experiencia en el oficio o en algún trabajo afín no es necesaria, aunque sí<br />

importante.<br />

Al momento del ingreso, los jóvenes están entre los 15 y 22 años de edad; en cuanto<br />

a formación escolarizada, en promedio tenemos: 74% en primaria, 22% en ciclo básico de<br />

secundaria y 4% en ciclo diversificado de secundaria.<br />

Una vez aprobado el período de prueba, el o la joven aspirante se hace acreedor/a a<br />

una beca, que, además de toda la formación técnica y humana, comprende: ayuda económica,<br />

ayuda alimenticia, fondo de herramientas, seguro de accidentes personales, los<br />

servicios de una clínica para la atención en medicina preventiva, y la entrega de ropa de<br />

trabajo y equipo de seguridad.<br />

La formación<br />

El período de formación dura tres años y está dividido en fases de seis meses, con<br />

evaluaciones trimestrales.<br />

El 80% del tiempo se dedica al aprendizaje práctico de los secretos del oficio, al desarrollo<br />

de destrezas y a ejecutar trabajos para varios proyectos de restauración. Por lo tanto,<br />

la formación es eminentemente práctica y se realiza en proyectos concretos asignados por<br />

las entidades auspiciantes, conforme a una programación establecida.<br />

El restante 20% del tiempo se dedica a la instrucción teórica, en materias técnicas, empresariales<br />

y de cultura general; capacitación complementada con una importante formación<br />

humana. En la última fase del período, se orienta a los jóvenes hacia la conformación de microempresas<br />

como una buena alternativa de organización para su desempeño futuro y, con<br />

este mismo fin, se pone en marcha módulos productivos. Para una completa capacitación se<br />

realizan cursos, conferencias y seminarios, y se complementa con actividades sociales, deportivas<br />

y culturales que procuran la integración y socialización de los alumnos.<br />

La preocupación permanente es el desarrollo social de los alumnos; para materializar<br />

este propósito se le orienta de forma permanente hacia el cumplimiento de su principal<br />

objetivo: ser un artesano con una gran formación técnica, humana y disciplina de trabajo.<br />

El Plan de Formación es de carácter dinámico, se lo revisa al inicio de cada período y se<br />

lo ajusta en cada fase, para reforzar conocimientos y períodos formativos. Al inicio de cada<br />

período de capacitación, se elabora la ficha curricular de formación teórica, en la que se<br />

registran las materias, seminarios y conferencias que se impartirán a los alumnos durante<br />

las seis fases; también se elabora un cronograma general de actividades extracurriculares,


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 225<br />

que constituyen una herramienta importante para organizar el proceso de formación teórica<br />

del becario en todos los aspectos.<br />

Los Talleres de la Escuela<br />

Como se indicó, la Escuela tiene un cupo para 100 alumnos, distribuidos en 10 talleres<br />

mixtos dentro de 6 especialidades: Construcción Civil (anteriormente denominada<br />

Albañilería, comprende además electricidad y plomería), Carpintería-Ebanistería, Cocina<br />

Tradicional, Mecánica en General, Jardinería Artística y Viveros, Picapedrería y Cerámica.<br />

Cada taller está integrado por diez alumnos y un monitor (instructor) de probada experiencia<br />

como Maestro de Taller, calificado por la Junta de Defensa del Artesano.<br />

No. Talleres Especialidad No. Alumnos<br />

3 Construcción Civil (Albañilería) 30<br />

2 Carpintería-Ebanistería 20<br />

1 Cocina Tradicional 10<br />

1 Jardinería Artística y Viveros 10<br />

2 Mecánica en General 20<br />

1 Picapedrería y Cerámica 10<br />

Talleres de Construcción civil<br />

Con tres talleres de Construcción Civil, la Escuela ha realizado un importante volumen<br />

de trabajo de restauración arquitectónica en varios frentes de obra. Los alumnos de estos<br />

talleres también realizan prácticas de electricidad y plomería como complemento a su<br />

formación.<br />

Talleres de Carpintería-ebanistería<br />

Además de la construcción y rehabilitación de puertas, ventanas y pisos del Convento de<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> y del Antiguo Hospital Militar, en donde también se trabajó en cubiertas, se<br />

realizó todo el mobiliario de oficinas, talleres, comedor y aulas de la Escuela.<br />

Taller de Jardinería artística y Viveros<br />

El Taller de Jardinería, además del trabajo en los distintos frentes de obra para la práctica de<br />

cultivos, siembra y reproducción de plantas, cuenta con cuatro invernaderos y un huerto.<br />

Talleres de Mecánica general<br />

La producción de los veinte becarios que lo conforman ha sido importante y de excelente<br />

calidad, desde rejas de gran tamaño hasta pequeños objetos decorativos.


226 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Taller de Picapedrería<br />

Este Taller se distingue por la calidad y el detalle en su trabajo, considerando la dureza de<br />

la andesita, piedra con la que realizan los trabajos.<br />

Taller de Cocina tradicional<br />

El Taller de Cocina tradicional implementado desde el período anterior, además de servir<br />

para las prácticas del oficio, se encarga de preparar la alimentación diaria de todos los<br />

alumnos.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 227<br />

Obras en las que ha intervenido la Escuela Taller<br />

El Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> y el Antiguo Hospital Militar han sido<br />

los principales frentes de obra de la Escuela Taller. Adicionalmente,<br />

durante estos años se han ejecutado varios trabajos puntuales en<br />

otros monumentos arquitectónicos.<br />

En primera instancia se trabajó en el <strong>San</strong>tuario de Guápulo,<br />

primera sede de la Escuela, y en el Monasterio de <strong>San</strong>ta Clara, proyectos<br />

del convenio Ecuador-España. Por otra parte y en acuerdo<br />

con el INPC, se participó en obras específicas en la Recoleta de <strong>San</strong><br />

Diego, Recoleta de El Tejar y, en los últimos años, en la Circasiana,<br />

actual sede del INPC.<br />

Finalmente, en el segundo trimestre del año 2009, se puso<br />

en marcha una iniciativa del INPC, denominada Aulas Docentes<br />

de Trabajo, que amplía el ámbito de trabajo de la Escuela Taller,<br />

con la ejecución de obras en sitios patrimoniales de varias ciudades<br />

del país.<br />

Antiguo Hospital Militar<br />

Emplazado en la parte occidental de la zona central de la ciudad de Quito, en el tradicional<br />

barrio <strong>San</strong> Juan, el 7 de mayo de 1900 comienza la construcción del <strong>San</strong>atorio Vicente Rocafuerte,<br />

actualmente conocido como el edificio del Antiguo Hospital Militar. Proyecto del<br />

arquitecto <strong>Francisco</strong> Schmidt, quien inició la obra, que la continuó el arquitecto Lorenzo<br />

Durini a partir de 1906.<br />

En 1992 se inician los trabajos de adecuación de los locales para la instalación de talleres<br />

y oficinas, y la restauración del sector que fue asignado a la Escuela que, por las condiciones<br />

de deterioro en que se encontró, se convierte en un excelente instrumento para<br />

el aprendizaje práctico de los alumnos becarios. Se ha intervenido en más de 4 000 m².<br />

La Escuela Taller, entre otros trabajos, restauró íntegramente la fachada del sector<br />

norte. Hace un par de años el FONSAL, retiró el enlucido de zócalos y muros inferiores y<br />

realizó un mantenimiento de pintura, para lograr la uniformidad en la fachada de todo<br />

el edificio, a propósito de los trabajos de restauración que ejecutaba en el sector sur del<br />

edificio.


228 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

<br />

<br />

Ingreso antes de la<br />

intervención<br />

Estado actual


CLAUSTRO<br />

PATIO DE<br />

LA HUERTA<br />

UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 229<br />

La obra en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

Desde el año 1993, la Escuela Taller colaboró con los trabajos de restauración que el convenio<br />

Ecuador-España ejecutaba en el Convento, que se constituyó, hasta 2003, en su principal<br />

frente de prácticas y en donde se realizó un significativo volumen de obra en restauración<br />

arquitectónica y jardinería artística en el Claustro Principal, Claustro del Museo,<br />

Claustro de Servicios, Claustro de la Sacristía, Noviciado, Jardín de la Huerta, Patio Inglés,<br />

Corredor de la Amargura, sala De Profundis, museo y antecoro; se intervino en pisos, muros,<br />

techos; se hicieron nuevas ventanas, contraventanas y puertas, así como rejas y protecciones<br />

metálicas.<br />

En todos los espacios verdes de estos claustros se realizó un completo trabajo de jardinería.<br />

Por otra parte, se resanaron enlucidos, se estucaron los muros y se pintaron las<br />

torres del campanario y la fachada del Convento.<br />

Planos y registro fotográfico<br />

CALLE IMBABURA<br />

MURALLA DE LADRILLO<br />

MURALLA DE LADRILLO<br />

BODEGAS DEL<br />

PROYECTO<br />

NOVICIADO<br />

CALLE MIDEROS<br />

DE LA SACRISTIA<br />

HUERTA<br />

SACRISTIA<br />

CLAUSTRO<br />

DE SERVICIO<br />

PATIO<br />

INGLES<br />

CALLE BOLIVAR<br />

IGLESIA DE CANTUÑA<br />

TEMPLO MAYOR SAN FRANCISCO<br />

CLAUSTRO PRINCIPAL<br />

CLAUSTRO<br />

DEL MUSEO<br />

IGLESIA DE SAN CARLOS<br />

CALLE CUENCA<br />

PLAZA PRINCIPAL SAN FRANCISCO<br />

CALLE SUCRE<br />

ÁREAS DE INTERVENCIÓN DE LA ESCUELA TALLER SAN ANDRÉS<br />

Colaboración en la intervención arquitectónica<br />

Rehabilitación y mantenimiento de jardines


230 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Obras ejecutadas durante el año 1993<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

Claustro Principal.<br />

Claustro Principal<br />

<br />

<br />

Antes de la intervención<br />

Retiro de toda la vegetación baja y siembra de césped<br />

<br />

Cuidado de césped,<br />

seto de arrayán y<br />

coronas de escancel<br />

rojo


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 231<br />

Obras ejecutadas durante el año 1994<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

tros<br />

Principal y del Museo.<br />

<br />

Claustro del Museo.<br />

<br />

<br />

Claustro del Museo.<br />

ción<br />

y renovación de jardines, construcción de cámara de ventilación y colocación de<br />

nuevo piso de piedra bola en corredor este.<br />

<br />

Jardín de la huerta<br />

Jardín antes de la<br />

intervención<br />

Limpieza del terreno<br />

Siembra de césped;<br />

protección con malla<br />

<br />

Recuperación de pisos<br />

y muro este


232 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Trabajos en cabeza<br />

del muro sur<br />

Corredor este luego de<br />

la intervención<br />

Construcción de la<br />

reja para el Corredor<br />

de la Amargura


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 233<br />

Claustro del Museo<br />

<br />

Colocación<br />

de ventanas y<br />

recuperación de<br />

muros en la galería<br />

oriental<br />

<br />

<br />

Construcción de ventanas y contraventanas para las<br />

galerías altas<br />

Galería oriental después de la intervención.<br />

El Proyecto realizó el trabajo del piso


236 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Claustro Principal:<br />

construcción y<br />

colocación de puertas<br />

en galerías orientales<br />

altas del Claustro<br />

Principal y del Museo<br />

<br />

<br />

Claustro de Servicios:<br />

construcción de reja<br />

para este Claustro<br />

Claustro de Servicios:<br />

construcción y colocación<br />

de la reja en la sala De<br />

Profundis


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 237<br />

Obras ejecutadas durante el año 1995<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

con el Proyecto.<br />

<br />

Huerta.<br />

<br />

<br />

las bodegas de la Huerta.<br />

<br />

subsuelo norte.<br />

<br />

Museo.<br />

tro<br />

de Servicios y Jardín de la Huerta.<br />

Galpón para bodega<br />

<br />

<br />

Limpieza del terreno<br />

Muros divisorios y estructura de cubierta


238 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Jardín de la Huerta<br />

Fundición de<br />

contrapiso y asentado<br />

de piedra laja<br />

<br />

Siembra de escancel<br />

rojo<br />

<br />

<br />

Remate de muro con<br />

tejuelo<br />

Jardín de la<br />

Huerta luego de la<br />

intervención


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 239<br />

Claustro del museo<br />

<br />

Desarmado de las<br />

bodegas del Proyecto<br />

en el Claustro del<br />

Museo<br />

Siembra de césped<br />

en los parterres del<br />

lado sur. Claustro<br />

en proceso de<br />

recuperación<br />

Estado antes de la<br />

intervención de los<br />

parterres del sector<br />

norte<br />

Claustro en proceso<br />

de recuperación<br />

Reparación de<br />

enlucidos y pintura de<br />

fachadas


240 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Claustro de Servicios<br />

<br />

<br />

Mal estado de los jardines del Claustro<br />

En proceso de recuperación<br />

<br />

<br />

Noviciado:<br />

recuperación integral<br />

de los jardines<br />

Claustro Principal:<br />

mantenimiento de<br />

jardines


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 241<br />

<br />

Cubierta del Templo:<br />

colaboración en la<br />

construcción de la<br />

cubierta provisional<br />

Obras ejecutadas durante el año 1996<br />

<br />

<br />

Museo y del Jardín de la Huerta.<br />

<br />

Estado del Claustro<br />

Principal


242 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Claustro del Museo:<br />

mantenimiento de<br />

jardines<br />

<br />

Jardín de la Huerta:<br />

mantenimiento de<br />

jardines<br />

Obras ejecutadas durante el año 1997<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

Inglés.<br />

<br />

<br />

Museo.<br />

<br />

Museo y en el Jardín de la Huerta.<br />

Patio Inglés<br />

<br />

<br />

Vista exterior del patio antes de la intervención<br />

Vista interior del espacio oscuro y húmedo que<br />

servía como bodega


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 243<br />

<br />

Después de la<br />

excavación realizada<br />

por el Proyecto,<br />

se continúa con la<br />

construcción del<br />

muro perimetral y la<br />

cámara de ventilación<br />

para el muro<br />

oriental del museo.<br />

Por la profundidad<br />

requerida se construye<br />

con pantallas de<br />

hormigón.<br />

Desencofrado de viga


244 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Claustro del Museo:<br />

mantenimiento de<br />

jardines<br />

<br />

Colocación de rejas en<br />

ventanas del subsuelo<br />

este<br />

<br />

<br />

Claustro Principal: mantenimiento de jardines<br />

Jardín de la Huerta: mantenimiento y reposición<br />

de plantas<br />

Obras ejecutadas durante el año 1998<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

enlucidos y colocación de grada sur en el Patio Inglés.<br />

<br />

<br />

fundición de contrapiso, reasentado de piedra laja y revoque de juntas.<br />

<br />

Museo, Sacristía y Jardín de la Huerta.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 245<br />

Patio Inglés<br />

<br />

Excavación para<br />

construcción del muro<br />

norte<br />

<br />

Construcción de muro<br />

interior de ladrillo<br />

Fundición de<br />

contrapiso y enlucido<br />

de muros


246 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

<br />

Construcción de grada<br />

sur<br />

Jardín de la Huerta<br />

Resane de enlucidos y<br />

pintura en sector norte<br />

<br />

Mantenimiento de<br />

jardines


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 247<br />

Claustro del Museo<br />

<br />

Pintura de fachada<br />

oeste<br />

<br />

Retiro de piedra laja<br />

en tramo norte del<br />

patio para la fundición<br />

del contrapiso<br />

Mantenimiento de<br />

jardines


248 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Obras ejecutadas durante el año 1999<br />

<br />

colocación de pisos de piedra bola y pintura de las fachadas que dan al Patio Inglés.<br />

<br />

<br />

juntas.<br />

<br />

<br />

<br />

Patio Inglés<br />

<br />

<br />

Construcción del muro<br />

norte<br />

Colocación de piedra<br />

bola y ventanas de<br />

subsuelo occidental<br />

Colocación de tejuelo<br />

<br />

Estado final del muro<br />

reconstruido


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 249<br />

<br />

<br />

Detalle de la forja<br />

Pintura general<br />

<br />

Detalle de ventana y<br />

reja<br />

Estado final del patio


250 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Claustro del Museo<br />

<br />

Detalle del piso<br />

concluido el trabajo<br />

de fundición<br />

de contrapiso y<br />

reasentado de piedra<br />

Obras ejecutadas durante el año 2000<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

Claustro Principal<br />

<br />

Resane de enlucidos y<br />

pintado de paredes


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 251<br />

<br />

<br />

Reposición de plantas<br />

y mantenimiento<br />

Trabajos de<br />

mantenimiento y pintura


254 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Obras ejecutadas durante el año 2001<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

Amargura, Jardín de la Huerta, Patio Inglés, Claustro del Museo.<br />

tro<br />

de Servicios, Claustro de la Sacristía, sala del De Profundis, Calle de la Amargura,<br />

y en las cuatro galerías y patio del Claustro Principal.<br />

<br />

<br />

tro<br />

del Museo, Claustro de Servicios y Jardín de la Huerta.<br />

Claustro Principal<br />

Reparación de piso de<br />

piedra<br />

<br />

Después del trabajo<br />

en pisos y jardines<br />

Limpieza de juntas<br />

después de la<br />

colocación del nuevo<br />

revoque.<br />

Trabajos de pintura


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 255<br />

Claustro del Museo<br />

<br />

Resane de enlucidos<br />

y pintura general del<br />

patio<br />

Mantenimiento de<br />

palmeras y jardines<br />

<br />

Estado final del<br />

Claustro


256 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Jardín de la Huerta<br />

Trabajos de pintura<br />

Mantenimiento de<br />

jardines<br />

Claustro de Servicios:<br />

resane de juntas


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 257<br />

Fachada principal<br />

Fachada del Convento en<br />

proceso de recuperación<br />

Fachada luego de los<br />

trabajos de pintura


258 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Obras ejecutadas durante el año 2002<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

Fray Pedro Gocial.<br />

<br />

<br />

<br />

tro<br />

del Museo, Claustro de Servicios y Jardín de la Huerta.<br />

<br />

Claustro Principal<br />

Masillado y pintura de<br />

galerías del Claustro


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 259<br />

Claustro del Museo:<br />

trabajos de<br />

preparación y pintura<br />

Torres del<br />

Campanario:<br />

resane de enlucidos<br />

y pintura del cuerpo<br />

superior de la torre


260 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Museo<br />

Limpieza y<br />

mantenimiento de<br />

ventanas y rejas


Artesonado mudéjar del coro


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 263<br />

Artesonado mudéjar del coro 1<br />

Guillermo Narváez / Marcos Rivadeneira<br />

Referencia histórica<br />

Los artesonados mudéjares, conocidos también como armaduras de lazo mudéjar, aparecieron<br />

por primera vez en Quito en las primitivas techumbres de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> e influyeron<br />

en la ejecución de los de la iglesia de <strong>San</strong> Diego, La Catedral y <strong>San</strong>to Domingo; de estos,<br />

el de la Catedral fue el último en construirse.<br />

En estas techumbres se reconoce la habilidad de los artistas que solían fijar con precisión<br />

las líneas de ensambladura de cada una de las innumerables piezas que componen<br />

un alfarje.<br />

El origen de los artesonados se remonta a las antiguas edades. La Historia del Arte nos afirma que<br />

los egipcios y caldeos, hindúes y persas, griegos y romanos los utilizaron indistintamente, ya en<br />

los pórticos de sus templos, ya en las salas de sus palacios. Sabemos por la Historia del Arte que el<br />

artesonado del templo Délfico se hallaba recubierto de chapas de oro. La bóveda del Panteón de<br />

Roma se encontraba enchapada de labradas láminas de bronce y artísticos adornos de plata. Hasta<br />

en los templos incaicos del Cuzco, sino los artesonados que nunca existieron, al menos sus paredes<br />

estaban laminadas de oro, a decir de los primitivos cronistas...<br />

...En la Edad Media, con la creación y predominio del gótico, desapareció por completo el artesonado<br />

siendo sustituido por florones, nerveras y bóvedas de crucería y de artista rematando no pocas<br />

veces como es dado ver en diversas catedrales como la de Burgos, Toledo y la Zeo de Zaragoza, modificando<br />

sus formas para que también los artesonados y casetones hiciesen acto de presencia y se<br />

los utilizase sin reservas en los templos y palacios en los siglos XV y XVI. El resurgimiento de la nueva<br />

manifestación, a comienzos de la Edad Moderna, tuvo lugar en Florencia, en donde sus artífices flotaban<br />

en el ambiente del plastisismo ayudados por sus mecenas los Médicis, extendiéndose de esta<br />

ciudad a toda Italia, vulgarizándose, como antes afirmábamos, en iglesias y palacios. Magníficos<br />

ejemplares del estilo se conservan en su lugar de origen, como los del Palacio Viejo de Florencia, en<br />

Ferrara, por no citar los de otras ciudades italianas.<br />

De Italia pasaron a otras nacionalidades europeas y concretamente a España, de donde llevaron a<br />

sus dominios americanos; podemos admirar esta clase de casetones renacentistas, entre otros lugares,<br />

en el Palacio Infantado de Guadalajara. Los primeros constructores de alfarjes provinieron de<br />

España y fueron americanos que aprendieron el arte de sus conquistadores...<br />

...Se sabe también que el primer constructor de techos mudéjares o alfarjes en el virreinato de la<br />

Nueva España, no fue un musulmán ni un oriental, sino un cristiano y español, llamado Juan Díaz<br />

1) Tomado del informe para el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de<br />

Quito


264 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Jaramillo, en 1543, en su residencia de Toicama, y de allí se extendieron a Tunja (Convento de <strong>San</strong>ta<br />

Clara) y diversos templos bogotanos como <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, <strong>San</strong>to Domingo y otros...<br />

... Juzgamos, pues, que así como de Sevilla llegaban a América los productos peninsulares, de allí<br />

mismo también saliesen esos artistas mudéjares, tan españoles como los demás, para dejarnos en<br />

techos de templos y algunas veces de casas particulares las filigranas y atarugues, los alisares, alicatados<br />

y mocárabes, que tantos ejemplares hemos visto en España 2 .<br />

Análisis estético<br />

El artesonado mudéjar se compone de innumerables piezas talladas y doradas, que crean<br />

figuras geométricas, unas veces con molduras en forma de estrella; otras, con molduras<br />

estriadas, estas últimas recubren las partes inferiores de las vigas pares. En este caso, la decoración<br />

se hacía con líneas negras, blancas y grises, paralelas, tipo taraceado y/o incrustación.<br />

La influencia del arte musulmán se nota sobre todo por el uso de la geometría.<br />

Joya Virreinal: El alfarje o artesonado mudéjar constituye el adorno máximo del coro y hállase catalogado<br />

por la crítica como el mejor de Quito y uno de los mejores de América del Sur.<br />

Ya en la mitad de la centuria décima séptima era descrito con su cohermano del Crucero y destruido<br />

en 1755 que cubría toda la nave central, como triunfantes y primeros en todo el Virreinato del Perú<br />

en el peregrino estilo mudéjar. Su forma es un octógono irregular en forma de artesa, un tanto abovedada.<br />

Después de una cenefa pintada viene el friso constituido por una serie de mútulos y dentellones<br />

para dar inicio a otra serie de arquitos con sus correspondientes columnitas, aprisionando<br />

atauriques pintados.<br />

De aquí parte propiamente el alfarje, rampado en su comienzo hasta tener el nivel del plano superior.<br />

La primera faja se halla representada por casetones en forma de estrella y entrelazados con<br />

almocárabes, los cuales se suceden y enlazan en todo el resto de la fábrica. La segunda faja rueda<br />

alrededor de todo el artesonado como el anterior, pero aquí los casetones son hexágonos, alongados<br />

de dispar longitud, pues mientras los más pequeños son hexágonos perfectos, en los más grandes<br />

comienzan y acaban en puntas de estrella, dorados, de suerte que forman un juego perfecto de impresionismo<br />

artístico.<br />

Continúase los casetones de almocárabes y losanges enlazados, salpicados de palmetas y dentellones,<br />

todas ellas doradas hasta llegar al plano horizontal del alfarje. Aquí se pueden admirar dos<br />

almarbates con sus correspondientes alfardas, lacerías geométricas con hexágonos irregulares y casetones<br />

con estrellas de ocho picos.<br />

Finalmente, llegase al remate constituido por un bellísimo y peregrino almizate o harneruelo octogonal,<br />

dorado papeloneado y con un rosetón colgante en la cúspide. Haciendo guardia este magnifico<br />

almizate, correspondiente a cada uno de los ángulos del octógono y rodeando el harneruelo,<br />

como se destacan ocho grandes almocárabes cual si fueren ocho estalactitas, talladas y doradas, y<br />

que impresionan agradablemente tanto por su disposición como ejecución.<br />

Son a nuestro parecer el alfarje coral con el del crucero, los mejores existentes en Quito 3 .<br />

2) Benjamín, Gento <strong>San</strong>z, El arte colonial en la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito. Estudio inédito, capítulo 7,<br />

pp.1-24, Biblioteca del convenio Ecuador-España, E709.006.<br />

3) Ibíd.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 265<br />

Historia material<br />

El artesonado del coro data del siglo XVI, se desconoce a su autor y está compuesto de<br />

madera ensamblada, tallada, dorada y policromada, en un área de 109,86 m². Desde que<br />

fue elaborada esta magnífica obra de arte han transcurrido aproximadamente cinco siglos<br />

y, obviamente, ha sufrido innumerables intervenciones en pro de su mantenimiento<br />

y preservación.<br />

Mencionaremos varias de las intervenciones realizadas en el transcurso del tiempo,<br />

las que han permitido que perdure esta obra hasta nuestros días.<br />

El quincuagésimo tercero provincial de la provincia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, respondía al nombre<br />

de Fr. <strong>Francisco</strong> Blanco del Valle, cuyo régimen se inauguró el 17 de septiembre de 1731, perdurando<br />

hasta el 4 de diciembre de 1734. Dedicó gran parte de su tiempo y trabajo al admirable y maravilloso<br />

artesonado mudéjar del coro, una de las joyas más preciadas de su género en toda América<br />

del Sur, por las muchas y continuas goteras que por sus casetones se introducían, estaba en peligro<br />

de arruinarse por completo. El P. Blanco del Valle considerando que si no se ponía pronto remedio<br />

existía el peligro inminente de ver desaparecer una joya artística que no volvería a repetirse más en<br />

el templo franciscano ordenó que de inmediato se destechara todo el coro, se repararan las maderas<br />

semipodridas y de esta suerte, se conservara para la posterioridad, el tesoro colonial del artesonado<br />

mudéjar coral...<br />

...Fr. Antonio de Jesús Bustamante, septuagésimo segundo provincial, cierra el siglo XVIII, trabajó<br />

también en la recomposición de los artesones, tanto del coro de la iglesia como el de <strong>San</strong> Buenaventura<br />

que con la caída continua de terrones y otros vestigios de escombros causaban infinitas<br />

goteras en los techos, con peligro manifiesto de podrirse el maderaje y desaparecer para siempre, en<br />

particular, el maravilloso artesonado mudéjar coral...<br />

...Dio nuestro hermano el síndico doscientos veinticinco pesos para refaccionar por tres ocasiones<br />

los dos coros, del Convento Máximo y Colegio de <strong>San</strong> Buenaventura, por motivo de que en tan dilatada<br />

composición de las torres, caían los terrones y despedazaban los techos, y si no se reparaban<br />

con prontitud las lluvias causaban daño notable a las maderas y artesones con el peligro de que<br />

despedazaban los techos, y si no se reparaban con prontitud las lluvias causaban daño notable a las<br />

maderas y artesones con peligro de destruirse...<br />

...El P. Fr. Antonio de la Torre, electo el provincial en septiembre de 1822, fue incansable restaurador<br />

del Convento máximo. Hizo de una sola vez el gasto de 1.781 pesos en la total refacción del coro...<br />

...Fr. Saturnino Gorri, trabajador incansable, procuró en todo momento el ornato conventual. Se<br />

ocupó preferentemente de los magníficos a la vez que insuperables artesonados mudéjares del coro<br />

y del Crucero. Con el correr del tiempo, se iban desprendiendo retazos y más retazos, concluyendo,<br />

si no se hubiera puesto remedio, con su ruina a lo menos parcial, inconveniente que se atajó gracias<br />

al celo desplegado por el dinamismo de Fr. Saturnino Gorri 4 .<br />

4) <strong>San</strong>z, Benjamín Gento, El arte colonial en la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, Estudio inédito, capítulo 7,<br />

p.p.1-24, Biblioteca del convenio Ecuador-España, E709.006.


266 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Estado antes de la intervención<br />

Los tableros y paneles de recubrimiento sufrían el ataque de xilófagos, se pudrían, se desprendía<br />

la pintura, los estriados tenían daños, se acumulaba el polvo y la grasa.<br />

Se evidenciaban a simple vista problemas estructurales. Al realizar una inspección<br />

más detenida se detectó la pudrición de las cabezas de algunas vigas; además, se notaban<br />

malos empates con la solera.<br />

Tanto los pares correspondientes al testero oriental como las tiras del testero norte y<br />

suroriental se encontraban en mal estado; en muchos casos, las cabezas de apoyo de los<br />

pares no alcanzaban el muro, lo que había producido su deslizamiento y contribuido a un<br />

deterioro agresivo.<br />

Esta situación había empeorado todavía más luego de una mala intervención en la<br />

cubierta; parte de su estructura se asentaba sobre la del artesonado, generando sobrecargas<br />

que atentaba contra su estabilidad y aceleraban su descalabro.<br />

Propuesta de intervención<br />

Ésta se programó de forma paralela con la intervención en la cubierta del coro, para facilitar<br />

los trabajos sobre todo en la parte superior del artesonado, pues había poca separación<br />

entre las dos estructuras (cubierta y artesonado); lo que dificultaba todo tipo de actuación.<br />

La compleja situación debida al manifiesto deterioro se puso más en evidencia cuando<br />

se iniciaron los trabajos y se detectaron todos los problemas estructurales por solucionar.<br />

Al principio no se pensaba desmontar los tableros para restaurarlos, pero se cambió<br />

de decisión por ésta y otras razones que se explican más adelante.<br />

El trabajo fue programado y realizado entre el equipo del Taller de Maderas y el Departamento<br />

de Arquitectura, para consensuar criterios y adoptar decisiones conjuntas en<br />

procura de la mejor solución.<br />

Así, la propuesta integral contempló dos aspectos: 1. Resolver los problemas de la<br />

estructura del artesonado desde el punto de vista<br />

arquitectónico, con el aporte de los restauradores<br />

de maderas y un ingeniero. 2. También la restauración<br />

técnica de todos los elementos de madera<br />

debía contar, en ciertos casos, con criterios<br />

arquitectónicos.<br />

Para resolver lo estructural se requerían soluciones<br />

que devolvieran a las vigas su funcionalidad<br />

y resistencia. Se consideró importante conservarlas<br />

porque, al formar parte del artesonado, tienen<br />

decoraciones y pintura; la propuesta se basó en la<br />

inclusión de elementos metálicos (prótesis y anclajes)<br />

que no afectaran mayormente a la madera.<br />

En los pares, limas y faldones del testero<br />

norte y suroriental se utilizaron pletinas de<br />

Sistema de sujeción<br />

de pares para el<br />

faldón suroriental


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 267<br />

Sistema de sujeción<br />

de pares, propuesto<br />

para las manguetas<br />

del testero oriental<br />

hierro, sujetas con tornillos que atraviesan las puntas de apoyo de los pares, y en sus partes<br />

laterales se soldaron sistemas de freno que descansan sobre un soporte metálico, que<br />

se asienta sobre la solera mediante tornillos que la hacen trabajar a manera de estribo. Los<br />

puntos de apoyo de los pares correspondientes a los faldones norte y sur, además de la<br />

“prótesis metálica”, cuentan con un sistema idéntico de sujeción, lo que hizo necesaria la<br />

recuperación de las vigas soleras.<br />

Se pretendía sostener el peso exagerado de la decoración central (mocárabes y cubo)<br />

con un diseño de listones de madera sobrepuestos<br />

en el tramo central del artesonado, con la ayuda<br />

de tensores que repartieran la carga en forma<br />

homogénea, liberando al harneruelo.<br />

En el testero oriental y lima testero nororiental<br />

se propuso usar el sistema metálico, pero<br />

sujetando las pletinas mediante tornillos que<br />

crucen lateralmente; en estos hierros se soldaría<br />

transversalmente un chicote que, depositado en<br />

un soporte también metálico, ascendería sobre la<br />

solera utilizando ésta a manera de estribo. En la<br />

lima testero suroriental se usaría el mismo sistema<br />

de soporte, pero el chicote atravesaría el par.<br />

Se consideró, también, la eliminación total<br />

de todos los apoyos de la cubierta exterior, que<br />

afectan directa o indirectamente a la estructura<br />

del artesonado.<br />

Respecto a la restauración de los demás elementos<br />

de madera se planteó, para una mejor organización de los trabajos, una propuesta<br />

en dos fases.<br />

Intervención en la Primera Fase<br />

Con la dirección técnica de restauradores del INPC, la asesoría de una experta española y<br />

la colaboración de ocho personas como equipo de trabajo, se inició la intervención de la<br />

obra el 8 de marzo de 1990.<br />

En principio se planeó realizar labores de conservación en donde no se incluía el<br />

desmontaje, consolidación y reintegración de faltantes. Analizado el estado de deterioro<br />

de la estructura y los tableros, se replantea el alcance de la intervención, coincidiendo en<br />

realizar un tratamiento integral del artesonado, secuenciándose el trabajo de la siguiente<br />

manera:


268 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Amarre del mocárabe<br />

Tratamiento superior<br />

1. Registro fotográfico y levantamiento gráfico con dibujos y planos del estado actual,<br />

enfocados en los detalles de ensambles, uniones y deterioros.<br />

2. Limpieza superficial ligera con el fin de retirar el polvo acumulado.<br />

3. Al desmontar los tableros se pone en evidencia la acumulación de polvo en los casetones<br />

y zonas interiores, y estos con y sin policromía, y su avanzado deterioro; lo que hace necesario<br />

un tratamiento de desinsectación, consolidación y reintegración de faltantes.<br />

4. Limpieza de todas las vigas pares y casetones, utilizando agua, agua-alcohol y acetona.<br />

Luego se las trata con insecticidas (permadera), con la finalidad de contrarrestar<br />

la proliferación de microorganismos.<br />

5. A todos los tableros de los faldones (con y sin policromía) se les realizó el tratamiento<br />

de limpieza, desinsectación y consolidación. La consolidación se efectuó mediante<br />

el sistema de inmersión en resina palaroid B 72 diluida en thinner, en porcentajes de<br />

5 a 20, por el avanzado grado de deterioro del soporte.<br />

6. Refuerzo y reintegro del soporte en los tableros que presentan grietas, fisuras y faltantes.<br />

Se restituyeron los faltantes con madera de cedro y se usó doble cola de milano y<br />

toledanas para la unión de grietas y fisuras.<br />

7. Una vez concluido el tratamiento de los tableros se procedió al montaje con pletinas y<br />

puentes, sujetos con pernos incrustados en cápsulas de aluminio. En la parte inferior<br />

de los faldones se colocaron tableros nuevos de cedro para sustituir los de eucalipto de<br />

mala calidad, de excesivo peso, sin ninguna policromía y atacados por xilófagos.<br />

Tratamiento inferior<br />

1. Luego del registro fotográfico, se efectuaron varios análisis de laboratorio para determinar<br />

los tipos de soporte de madera que tenía el artesonado, así como un análisis<br />

estratigráfico y de aglutinantes en las decoraciones. Con los resultados se comprobó<br />

que existía en mayor cantidad madera de cedro y nogal.<br />

2. Limpieza del polvo, deyecciones de insectos en todas las tiras estriadas del


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 269<br />

recubrimiento y en molduras doradas.<br />

3. Fijación y recubrimiento con tarugos de madera de elementos sueltos o por desprenderse,<br />

antes del tratamiento de desinsectación y consolidación individual de estos.<br />

4. Talla y reintegración de faltantes del soporte, utilizando madera de cedro tratada.<br />

5. Reintegración del color mediante delineamiento de tablas estriadas de recubrimiento.<br />

6. Aplicación de capas de protección con paraloid en thinner al 3%.<br />

Simultáneamente, se realizó el reforzamiento estructural con pletinas de hierro en<br />

dos vigas fracturadas, que después fueron niveladas con gatas hidráulicas y prensas. También<br />

se colocaron pletinas en las cabezas de las vigas pares que sufrían un avanzado grado<br />

de deterioro y pudrición.<br />

Al efectuar una prospección de la viga solera que sustenta a los pares, se detectó un<br />

serio problema de pudrición y un pésimo estado de conservación. Igualmente, al retirar el<br />

faldón inferior que cubría la solera se notó que las viguetillas y durmientes también presentaban<br />

graves deterioros, por lo que se resolvió cambiarlas conjuntamente con la solera<br />

con unas nuevas en madera de chanul.<br />

Intervención en la segunda fase<br />

Se realizó en una superficie aproximada de 72 m², que correspondía al faldón norte, harneruelo<br />

y faldón sur. Con la experiencia obtenida en la intervención de la primera fase, se<br />

efectuó el trabajo manteniendo el mismo criterio.<br />

Cuando se retiraron los tableros, se puso en evidencia que las vigas pares de la estructura<br />

del harneruelo (almizate), respecto a la viga del sostén central, tenían un deslizamiento<br />

de aproximadamente 8 cm. Visto el problema, se plantearon dos alternativas<br />

de solución: la primera sugería levantar el deslizamiento con gatas hidráulicas desde su<br />

parte inferior; la segunda proponía levantar el cuerpo plano del harneruelo con tensores,<br />

poniendo vigas cruzadas por la parte inferior.<br />

En una reunión técnica se decidió optar por la segunda opción, que consistía en la<br />

utilización de cuatro tensores de 5/16 cm (7 mm), suspendidos en vigas que descansaban<br />

en los pares de la estructura de la cubierta, y en la parte inferior se instalaron vigas distribuidoras<br />

del esfuerzo en los faldones norte, sur y el harneruelo.<br />

Por la complejidad de su ejecución, por el valor histórico y artístico que representa el<br />

artesonado, el trabajo se realizó con extremo cuidado; se colocaron niveles de referencia<br />

para controlar el desplazamiento. Los alzados se realizaron periódicamente para que la<br />

estructura no sufriera ninguna modificación en el momento de subir los nudillos. La primera<br />

lectura señaló 1,5 cm, 3 cm en la segunda lectura y de 6,5 cm en la tercera; como se<br />

mencionó, el nivel de caída era de aproximadamente 8 cm.<br />

Mientras tanto, en el taller se hizo la limpieza del soporte y la policromía de los tableros,<br />

para su posterior tratamiento de desinsectación, en el que se aplican dos manos de<br />

fungicida (permadera). El proceso de consolidación se efectuó con el método de inmersión<br />

con resina palaroid B 72 diluida en thinner en porcentajes de 5 a 20, colocando a los<br />

tableros en cámara plástica, produciendo así la evaporación del solvente y permitiendo


272 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

que la resina penetre íntegramente en la madera. Se realizó también la unión y reintegración<br />

de faltantes en los tableros policromados.<br />

En el proceso de desmontaje de los tableros, se descubrió que ocho de ellos usaban<br />

diferente tecnología en el acabado pictórico, posiblemente fueron reutilizados de algún<br />

retablo o mueble, razón por la cual se encuentran dorados con pan de oro y presentan una<br />

policromía con decoración floral y un ángel en uno de ellos. Se ejecutó un tratamiento de<br />

consolidación, desinsectación, limpieza, resane y reforzamiento para que se decidiera su<br />

ubicación posteriormente.<br />

Registro fotográfico<br />

Artesonado antes de la<br />

intervención


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 273<br />

Vista antes de la<br />

intervención<br />

Limpieza de tableros por la parte exterior<br />

Retiro de tableros policromados


274 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Elementos extraños. Tableros monocromos de<br />

otra clase y muy deteriorados<br />

Tableros policromados para su tratamiento<br />

individual<br />

Estructura del artesonado libre de tableros


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 275<br />

Detalle de<br />

tableros dorados<br />

y policromados<br />

utilizados para cubrir<br />

los espacios<br />

Sistema de sujeción<br />

de pinjantes y<br />

mocárabes<br />

Desmontaje de<br />

mocárabes


276 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Mocárabes retirados<br />

del artesonado<br />

Estructura de la<br />

cubierta


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 277<br />

Refuerzos en la<br />

sujeción de elementos<br />

Sistema de sujeción<br />

de los faldones en<br />

la estructura de la<br />

cubierta


278 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Nivelación de desfases<br />

con tensores<br />

Faldón desmontado<br />

para trabajo en taller


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 279<br />

Identificación<br />

de tableros,<br />

reforzamientos y<br />

colocación<br />

Colocación de injertos<br />

y refuerzos en los<br />

tableros policromados


280 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Confección de tableros<br />

para reemplazar los<br />

muy deteriorados y los<br />

de madera de mala<br />

calidad<br />

Colocación de pletina para<br />

reforzamiento de viga<br />

Restitución de tablas<br />

estriadas


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 281<br />

Instalación de pletinas<br />

en puntas de vigas<br />

pares<br />

Reforzamiento<br />

estructural en las<br />

puntas de las vigas<br />

Limpieza de faldones<br />

cubre soleras


282 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Reintegración de color,<br />

dorado y policromado<br />

Reposición de<br />

faltantes elaborados<br />

en estuco<br />

Desinsectación de<br />

solera<br />

Construcción de una nueva solera<br />

Limpieza y aplicación de preservante


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 283<br />

Artesonado después<br />

de su intervención


Restauración de Bienes Muebles


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 287<br />

Restauración de Bienes Muebles 1<br />

Guillermo Narváez/John Salazar/Edmundo Campaña/Marco Rosero<br />

Criterios de conservación<br />

El inventario preliminar de las obras artísticas permitió constatar la existencia de más de<br />

3 500 objetos de los siglos XVI, XVII y XVIII; de los cuales fueron intervenidos los que formaban<br />

parte de la arquitectura de los dos Claustros más antiguos y los más representativos<br />

de la colección denominada «la reserva».<br />

En total, una cantidad aproximada de 1 300 obras de arte fueron restauradas y se ha<br />

rescatado alrededor de 405 m² de pintura mural. El Proyecto aspiraba a restaurar la mayor<br />

cantidad posible de obras, dado que el destino final sería su exposición en las salas del<br />

Museo y las que no, se instalarían en la reserva para su permanencia y conservación.<br />

Los criterios de intervención utilizados como punto de partida para los distintos trabajos<br />

desarrollados en el área de la conservación de bienes muebles tuvieron como base<br />

general los que han sido redactados en los distintos artículos de las Cartas de restauración,<br />

como las de «Venecia», del «Restauro», etcétera. Por este motivo ninguna obra fue tratada<br />

sin haber realizado un reconocimiento previo de su estado de conservación.<br />

Con el prolijo estudio de base, su inventario y catalogación, se procedió a los primeros<br />

trabajos de conservación y restauración en aquellas obras de menor valía histórica,<br />

estética y artística, pues el personal —vinculado al iniciar el Proyecto— se encontraba en<br />

períodos de formación técnica y académica. Superada esta primera etapa se prosiguió con<br />

la intervención directa en los demás bienes culturales muebles, de acuerdo a su situación<br />

y ubicación en el monumento y en las salas de exposición del Museo.<br />

Uno de los principales criterios en la ejecución de estas tareas ha sido observar el<br />

máximo respeto al artista que plasmó la obra, considerando necesaria y justificada la eliminación<br />

de intervenciones posteriores (repintes) que no presentaran grado técnico científico<br />

valorado, devolviendo por tanto los valores estéticos originales a las obras. Se ha<br />

practicado la mínima intervención posible, menos aún cuando las obras no las necesitaban,<br />

evitando posibles compresiones e incompatibilidad de materiales. Práctica continua<br />

ha sido el uso de materiales totalmente reversibles, con el fin de retirarlos posteriormente<br />

si fuera necesario. Con respecto a la reposición de película pictórica, ésta se ha realizado<br />

1) Tomado del informe para el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de<br />

Quito


288 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

con las máximas garantías de estabilidad, inercia y neutralidad, habiéndose completado<br />

con tonos pictóricos acordes al conjunto cromático de la obra, siempre bien identificados<br />

con técnicas de reintegración, siendo las más utilizadas el regatino, invisible o trateggio,<br />

cumpliendo el propósito de no competir ni falsear los tonos pictóricos originales.<br />

Cuando las esculturas u obras han tenido como soporte material la madera, y ésta ha<br />

presentado infestación, sea por el ataque de termitas, polilla, carcoma, etc, han sido tratadas<br />

con gases inertes, en unos casos, o con medios líquidos, en otros, siempre y cuando no<br />

estuviera presente policromía o dorado alguno.<br />

La reposición de faltantes se ha realizado no como regla general, sino cuando las piezas<br />

lo exigían, igual se ha procedido en la reintegración de policromía y dorado, siempre y<br />

cuando estas zonas se calificaran como focos de mayor atención para el observador.<br />

Ha sido norma básica para el rescate de la pintura mural la ejecución de calas de<br />

prospección, con el propósito de identificar murales ocultos tras la superposición de pinturas<br />

de colores planos, descubriéndose así gran cantidad de metros cuadrados de pintura<br />

mural por ser restaurada, evidenciándose el marcado carácter barroco que tuviera<br />

originalmente este monumento. Las tareas de consolidación y adherencia de los estratos<br />

pictóricos al muro o fábrica, y el ejercicio de protección final mediante el uso de resinas<br />

acrílicas impedirán en el futuro los daños ocasionados por la acción de factores climáticos,<br />

luz solar, aire contaminado y la actividad de parásitos vegetales o animales.<br />

Adentrándonos en el proceso técnico en sí, vale mencionar que entre los múltiples<br />

conocimientos que debe poseer una persona que se enfrenta a la conservación-restauración<br />

de los bienes culturales patrimoniales, sea cual fuere su naturaleza, están el saber o<br />

reconocer los factores o agentes que han provocado la alteración y degradación (deterioro)<br />

de la materia que los compone. Así se estableció una metodología lógica, que se reduce<br />

al siguiente cuadro:<br />

Indicador de alteración y<br />

degradación<br />

Indicador es el que nos sirve<br />

para identificar en primer<br />

lugar todos los problemas<br />

que tenga la obra.<br />

Factores de alteración y<br />

degradación<br />

Tratan de establecer una<br />

vinculación entre el indicador<br />

y el agente o factor que lo<br />

provocó.<br />

Mecanismo de la alteración y<br />

degradación<br />

Trata de interpretar, explicar o<br />

describir los factores que alteran<br />

y degradan los materiales<br />

constitutivos de la obra.<br />

Sólo cuando el restaurador está en condiciones de explicar cómo un agente o factor<br />

provoca la alteración y degradación de los materiales constitutivos de la obra, puede aplicar<br />

los denominados análisis científicos y proponer intervenciones o propuestas justificadas<br />

y razonadas.<br />

Para diagnosticar los problemas (indicadores o patologías) que presenta una obra es<br />

imprescindible conocer y analizar los factores que pueden iniciar, favorecer o degradar por<br />

completo un objeto; únicamente así, se está en la facultad de asegurar una correcta intervención<br />

durante el proceso de conservación-restauración, que no se reduce solo a la intervención<br />

sobre el objeto, sino que también abarca la conservación preventiva (las acciones<br />

encaminadas a retrasar el deterioro de la materia que lo conforma).


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 289<br />

La conservación preventiva comprende cualquier acción, sin intervención directa<br />

sobre la obra, que le permita conservarse en las mejores condiciones posibles.<br />

La conservación curativa es toda acción directa sobre el bien o el objeto cuya finalidad<br />

es retrasar su deterioro, y reponer partes perdidas o alteradas por la degradación de<br />

los materiales que la constituyen.<br />

Los agentes, causas o factores del deterioro podemos agruparlos en:<br />

Bióticos, todo organismo vivo o biológico, como animales, insectos, plantas, microorganismos,<br />

entre otros.<br />

Abióticos, todo organismo que no tenga vida; es decir, que no sea biológico y esté<br />

relacionado con el entorno, como la humedad, la iluminación, los contaminantes atmosféricos,<br />

movimientos telúricos, radiaciones electromagnéticas y similares.<br />

Intrínsecos, son los materiales empleados (su calidad) y la técnica usada en su manufactura<br />

(procedimiento).<br />

Humanos: es la actitud del hombre frente a las obras, su manipulación e intervenciones<br />

inadecuadas; guerras, vandalismo, etcétera.<br />

A continuación se resume en cinco cuadros una metodología de intervención, que<br />

puede aplicarse en la restauración de obras cualquiera sea su técnica; se usa como ejemplo<br />

la conservación-restauración de una pintura sobre tela (de caballete).<br />

FASE DE INGRESO DE LA OBRA<br />

1. Ingreso de la obra<br />

Recepción en el taller<br />

Recepción en localización de propietario o<br />

tenedor<br />

Documentación del ingreso de la obra propietario-tenedor, restaurador<br />

Embalaje, manipulación, transporte hasta el<br />

taller y desembalaje<br />

Registro y documentación gráfica<br />

Libro de registro y fotografías, dibujos y croquis de referencia<br />

Almacenamiento<br />

Embalaje o protección de la obra<br />

Intervención inmediata<br />

reseñando el número de registro


290 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

2. Estudio histórico-artístico<br />

FASE DE EXAMEN Y DIAGNÓSTICO<br />

INFORME TÉCNICO<br />

Estudio de la obra e investigación histórica<br />

Examen organoléptico y diágnostico<br />

Autor- Escuela<br />

Historia<br />

Época-Estilo<br />

Técnica<br />

Datos técnicos de registro, documentación fotográfica y gráfica<br />

Soporte<br />

Capa<br />

Observaciones<br />

Proyecto, procesos que hay<br />

que realizar<br />

Examen organoléptico<br />

Capa superficial<br />

Anexos<br />

Exámenes globales<br />

Análisis puntuales<br />

Laboratorio especializado<br />

Conclusiones<br />

Diagnóstico<br />

Bastidor<br />

Tela<br />

Preparación<br />

Pictórica<br />

Documentación gráfica<br />

Propuesta y proyecto de restauración<br />

Establecimiento, criterios que hay que seguir


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 291<br />

3. Intervención<br />

Marco<br />

Desmontaje<br />

Otros procesos<br />

Desmontaje<br />

Limpieza<br />

Desinsectación<br />

Bastidor<br />

Consolidación<br />

Cambio de elementos<br />

FASE DE INTERVENCIÓN SOBRE LA OBRA<br />

INFORME TÉCNICO<br />

Sobre el<br />

soporte<br />

Tela<br />

Protección de la<br />

capa pictórica<br />

Fijación de la capa<br />

pictórica<br />

Otros procesos<br />

Cambio bastidor<br />

Limpieza<br />

Eliminación de elementos<br />

Desinfección<br />

Aplanado<br />

Reparación de roturas<br />

Refuerzos<br />

Reentelado<br />

Otros procesos<br />

Puntual<br />

General<br />

Puntual<br />

General<br />

Limpieza de capa pictórica<br />

Sobre la<br />

capa<br />

Capa superficial<br />

Barniz<br />

Capa de preparación: Estucado<br />

Regenerado<br />

Eliminación<br />

Ilusionista<br />

Capa pictórica: reintegración<br />

Arqueológica<br />

Tratteggio<br />

Otras técnicas<br />

Barnizado<br />

Montaje del marco y presentación final


292 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

FASE DE RETORNO DE LA OBRA<br />

INFORME TÉCNICO<br />

4. Entrega de la obra<br />

Embalaje<br />

Almacenamiento<br />

Transporte hasta propietario<br />

Documentación de retorno de la obra taller- propietario<br />

Entrega al propietario-tenedor junto con copia de la documentación de la intervención<br />

FASE DE ARCHIVO DE<br />

LA DOCUMENTACIÓN<br />

5. Copia de la documentación generada durante todos los trabajos de restauración<br />

Documentación económica<br />

Fotográfica<br />

Escrita<br />

Documentación especializada<br />

Gráfica<br />

Soportes informáticos<br />

Documentación organizativa del taller


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 293<br />

Talleres de Bienes Muebles<br />

Para rescatar todo el numeroso tesoro artístico del Convento se crearon grupos de<br />

trabajo en las diferentes especialidades de la restauración, con técnicos que fueron<br />

capacitados por el Proyecto y entraron a formar parte de los varios talleres que se instalaron<br />

con tal propósito, de acuerdo con la especialidad y la tecnología de los bienes<br />

a intervenirse: Escultura, Maderas y mobiliario, Metales, Papel y bienes documentales,<br />

Pintura de caballete, Pintura mural y Textiles.<br />

Se presenta a continuación un breve registro de las labores desempeñadas en<br />

estos talleres y, de forma sucinta, el trabajo ejecutado por sus integrantes en algunas<br />

obras representativas.<br />

Taller de escultura<br />

Intervino en 124 esculturas en diferentes técnicas: policromadas, estoladas, esgrafiadas y<br />

encarnadas; éstas datan de los siglos XVI, XVII y XVIII; son obra de renombrados escultores:<br />

Padre Carlos, Bernardo de Legarda, Caspicara, Pampite, Padre Olmos, entre otros. Sus<br />

tamaños van desde el natural hasta miniaturas; también se cuentan entre ellas bustos,<br />

medios cuerpos y cabezas.<br />

Además, se restauraron 60 altos relieves de los retablos, zaquizamíes y de la sillería<br />

del coro de la iglesia.<br />

Traición de Judas, obra<br />

del siglo XVII<br />

Dos arcángeles del<br />

siglo XVII, de tamaño<br />

natural, encarnados y<br />

policromados.


294 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Esculturas de formato<br />

pequeño, para su<br />

ubicación posterior en<br />

el Museo<br />

Serie de seis<br />

arcángeles en<br />

miniatura, encarnados<br />

y policromados, del<br />

siglo XVIII<br />

Siete crucifijos de<br />

una serie de nueve<br />

restaurados<br />

Calvarios de<br />

cuatro piezas, con<br />

urnas doradas y<br />

policromadas<br />

Virgen de Legarda<br />

Escultura antes de la<br />

intervención


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 295<br />

Detalles de las<br />

afectaciones:<br />

suciedad, polvo, grasa,<br />

rajaduras<br />

Rajaduras y<br />

agrietamientos del<br />

encarne<br />

Regeneración del<br />

dorado<br />

Barnizado final y<br />

colocación de manos


296 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Antes de la<br />

intervención,<br />

se aprecian los<br />

agrietamientos del<br />

encarne<br />

Detalle de la base de<br />

la escultura luego de<br />

la intervención<br />

Estado final


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 297<br />

Taller de maderas y mobiliario<br />

El taller de maderas realizó un trabajo integrado al de pintura de caballete, conservando y<br />

restaurando toda la marquetería de los lienzos intervenidos, en un total de 241 marcos de<br />

varias técnicas de acabados: policromías, dorados en pan de oro y pan de plata.<br />

En la restauración y puesta en valor del artesonado mudéjar del siglo XVI del coro de<br />

la iglesia, se intervino en todo su conjunto a nivel de faldones laterales, harneruelo, 8 pinjantes,<br />

106 vigas verticales y todos los tableros policromados, en un área total de 200 m².<br />

En complemento del conjunto del artesonado se hicieron los trabajos en las 64 sillas, 36 altos<br />

relieves y la marquetería que adornan los paramentos interiores del coro de la iglesia.<br />

Se consolidó y restauró además 34 muebles; entre estas piezas museables se registran<br />

bargueños, atriles, fraileros, armarios, tenebrarios, mesas decorativas y facistoles.<br />

Restauración y<br />

montaje de cuatro<br />

retablos del siglo<br />

XVI, que contienen<br />

en total 4 esculturas,<br />

12 pinturas y<br />

8 altorrelieves.<br />

Representan a <strong>San</strong>ta<br />

Lucía, <strong>San</strong>ta Bárbara,<br />

<strong>San</strong>ta Catalina y<br />

<strong>San</strong>ta Margarita,<br />

con dimensiones<br />

promedio de 3,50 m<br />

de alto y 2,60 m de<br />

ancho, ubicados en<br />

las esquinas de los<br />

corredores bajos del<br />

Claustro Principal.


298 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Tríptico de la esquina<br />

sur-oriental del<br />

corredor alto del<br />

Claustro Principal.<br />

Tríptico de la esquina<br />

nor-occidental del<br />

corredor alto del<br />

Claustro Principal. Al<br />

igual que el anterior<br />

se restauró la pintura<br />

tabular, la policromía y<br />

el dorado.<br />

Ejemplo de los seis<br />

fraileros de madera<br />

policromada y cuero<br />

repujado.<br />

Facistol con trabajo<br />

de taracea y Cristo del<br />

coro de la iglesia.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 299<br />

Uno de los cuatro<br />

zaquizamíes del<br />

siglo XVI, que se<br />

encuentran sobre los<br />

retablos del Claustro<br />

Principal, cuenta con<br />

paneles policromados,<br />

molduras, apliques<br />

dorados, altorrelieves<br />

encarnados; lo que<br />

corresponde a un área<br />

de intervención de<br />

144 m²


302 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Taller de metales<br />

Intervino en 12 campanas de las dos torres y 5 campanas del interior del Convento; restauró<br />

la portada de hierro del Atrio colocando pan de oro en sus dos escudos; intervino en dos<br />

lucernarios y dio tratamiento a varias cerraduras, aldabones, bisagras, clavos de forja, que<br />

forman parte de los muebles museables.<br />

Portada del Convento en el Atrio<br />

Portada de hierro del<br />

Zaguán, perteneciente<br />

al siglo XVII, conocida<br />

también como Puertas<br />

de la Caridad.<br />

Rejas antes de la<br />

intervención; le habían<br />

añadido elementos y<br />

sufría oxidación.<br />

Eliminación de<br />

pintura verde y<br />

descubrimiento de<br />

escritura en el hierro.<br />

Eliminación de pintura<br />

beige que ocultaba el<br />

dorado original.<br />

Aplicación de tanino<br />

como inhibidor.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 303<br />

Después del asentado<br />

manual, se bruñe con<br />

piedra de ágata<br />

Intervención en la esfera y cruz. Linterna del presbiterio<br />

Montaje de andamios<br />

Evidencia de pan de<br />

oro original en la cruz.<br />

Aplicación de papilla<br />

para limpieza. Al<br />

secarse se forma una<br />

película vinílica que<br />

puede ser retirada<br />

fácilmente.


304 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Retiro de película de<br />

limpieza. Se eliminan<br />

los cloruros, sulfuros y<br />

óxidos<br />

Colocación de pan<br />

de oro en la cruz<br />

mediante el proceso<br />

de mixtión.<br />

Estado final<br />

Campanas de la torre<br />

norte


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 305<br />

Taller de papel y bienes documentales<br />

Conservó y restauró 13 grabados con sus respectivos marcos dorados y policromados;<br />

restauró 9 y preservó 22 libros corales del siglo XVII, 1 pergamino y 5 libros incunables.<br />

Además, realizó el mantenimiento y embalaje de todos los libros de la antigua biblioteca<br />

franciscana.<br />

Grabados<br />

Antes de la<br />

intervención la<br />

obra se encuentra<br />

enmarcada y sin vidrio<br />

de protección.<br />

Por el uso<br />

de diferentes<br />

materiales, se<br />

producen roturas.<br />

El grabado<br />

presentaba<br />

manchas de<br />

humedad.<br />

Después de la<br />

inmersión de la obra<br />

en agua a 40 ºC para<br />

hidratar el almidón,<br />

se procede al retiro<br />

de la tela; debajo del<br />

grabado se utiliza<br />

pellón como soporte<br />

para manipular el<br />

papel húmedo.


306 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

segundo lavado para<br />

eliminar residuos de<br />

jabón neutro; se aplica<br />

hidróxido de calcio<br />

para estabilizar el PH<br />

Detalle de la<br />

obra concluida su<br />

restauración<br />

Solucionado el<br />

problema de las<br />

roturas, se lamina<br />

la obra con papel<br />

japonés para montarla<br />

en cartón permanente<br />

Antes de la<br />

intervención. Se<br />

puede notar los<br />

esquineros de metal y<br />

la decoración grofada<br />

del cuero.<br />

Detalle de viñeta<br />

antes del tratamiento,<br />

decorada con motivos<br />

arabescos en pan de<br />

oro alrededor de la<br />

letra capitular.<br />

Disolución de la tinta<br />

como consecuencia<br />

de una limpieza<br />

antitécnica y con<br />

agua.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 307<br />

Las tintas son solubles<br />

en agua; por esto<br />

se las consolida con<br />

un pincel y de forma<br />

puntual aplicando<br />

Paraloid L72 al 20%<br />

y se eliminan las<br />

grasas saturadas<br />

del pergamino con<br />

hisopos empapados<br />

en Isopropanol.<br />

Detalle del pergamino<br />

y de la viñeta después<br />

de la intervención<br />

Limpieza mecánica<br />

de la herrumbre y<br />

sedimentos de los<br />

esquineros metálicos<br />

con un pulidor<br />

eléctrico


308 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Libros corales<br />

Intervención de la<br />

obra artística ubicada<br />

en el Zaguán de la<br />

portería. Conservación<br />

y restauración de 16<br />

pinturas de gran tamaño<br />

pertenecientes al siglo<br />

XVII y atribuidas a<br />

Miguel de <strong>San</strong>tiago.<br />

Conservación y<br />

restauración del<br />

zaquizamí (cielo<br />

raso) con paneles<br />

policromados y<br />

decoración con pan de<br />

oro, en un área de 40<br />

m²<br />

Pintura restaurada<br />

que hace referencia<br />

a la vida de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong><br />

Tres obras de la serie<br />

de 15 pinturas de<br />

la Orden Terciaria,<br />

atribuidas a Andrés<br />

Sánchez Galque, del<br />

siglo XVI. Intervención<br />

en los marcos de los<br />

cuadros


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 309<br />

Conservación y<br />

restauración de cuatro<br />

lienzos de Bernardo<br />

Rodríguez sobre los<br />

milagros de <strong>San</strong><br />

Antonio de Padua.<br />

Intervención en los<br />

marcos policromados.<br />

Obras del siglo XVIII<br />

(3,50 x 2,00 m)<br />

Conservación y<br />

restauración de 13<br />

pinturas referentes a<br />

la Virgen María, <strong>San</strong><br />

José, <strong>San</strong>ta Mariana<br />

de Jesús y <strong>San</strong><br />

Antonio de Padua.<br />

Siglo XVIII<br />

Pintura en alabastro,<br />

luego de la<br />

intervención.<br />

Taller de pintura de caballete<br />

Antes de la<br />

intervención. El cuadro<br />

se compone de varios<br />

fragmentos que han<br />

sido adheridos o<br />

cosidos entre sí.<br />

Cosido de una rotura


310 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

El bastidor original<br />

fue reemplazado<br />

por uno técnico de<br />

conservación. Los<br />

apoyos de la obra<br />

tallados con figuras<br />

zoomorfas fueron<br />

conservados.<br />

Se limpia el soporte<br />

por la parte posterior,<br />

trabajando en<br />

cuadrículas, aplicando<br />

gacha (almidón)<br />

al que se adhiere<br />

la tierra y el polvo,<br />

que se eliminan con<br />

espátula y bisturí.<br />

Estado final<br />

Luego del trabajo por<br />

la parte posterior, se<br />

tensó la obra sobre<br />

su bastidor definitivo<br />

y se la trasladó a<br />

su lugar de origen,<br />

aislándola de la<br />

pared con espuma de<br />

poliestireno. En las<br />

zonas de pérdida de<br />

la pintura original se<br />

retoca utilizando el<br />

regatino.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 311<br />

Son alrededor de 288 obras que se encuentran ubicadas en los distintos espacios, salas del<br />

Museo, depósitos y locales de reserva. Muchas de estas obras son series de pinturas sobre<br />

temas determinados, que pertenecen o son atribuidas a artistas de los siglos XVII y XVIII<br />

como Miguel de <strong>San</strong>tiago, Matheo Mexia, Bernardo Rodríguez, Samaniego y Andrés Sánchez<br />

Galque, entre otros. Algunos lienzos son de dimensiones considerables; se llegaron a<br />

intervenir obras que llegan a 8 m de alto x 5 m de ancho y 27 pinturas de 2,80 m de ancho<br />

x 2,20 m de alto.<br />

También se conservó y restauró pintura tabular de tumbados y zaquizamíes en un<br />

área total de 244 m².<br />

Cuadro genealógico de la Orden Franciscana<br />

Taller de pintura mural<br />

Desencalado, resane y<br />

consolidación del friso.<br />

Durante el<br />

desencalado, se<br />

encontró un vano<br />

tapiado del que se<br />

dejó evidencia<br />

Vista general de la<br />

sala hacia el este


312 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Desencalado y<br />

conservación de la<br />

pintura mural de<br />

artesa, cenefas, arcos,<br />

dinteles y zócalos de<br />

las tres galerías de la<br />

planta baja del Claustro<br />

del Museo. Área<br />

intervenida: galería<br />

norte 20 m², galería<br />

sur 53 m², galería<br />

occidental 80 m². Vista<br />

de la galería occidental<br />

y de la sala 2.<br />

Desencalado y<br />

restauración de<br />

100 m², de pintura<br />

mural en pechinas,<br />

y nervaduras de los<br />

arcos de las bóvedas<br />

de las cuatro esquinas<br />

del corredor alto del<br />

Claustro Principal<br />

Galería occidental del<br />

Claustro Principal


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 313<br />

Recuperó alrededor de 405 m² de pintura mural en varios sitios del Convento; descubrió la<br />

pintura y procedió al desencalado de varias capas de cal; hizo la conservación y la respectiva<br />

restauración.<br />

La intervención se realizó principalmente en las cuatro galerías del Claustro del Museo,<br />

en los arcos de las bóvedas de la planta alta del Claustro Principal, en los muros de<br />

acceso a las salas del Museo, en el costado noroccidental de la escalera principal, en la sala<br />

Casulla restaurada<br />

Vestimenta de Virgen.<br />

Brocado en seda:<br />

El vestido consta de<br />

un brocado de seda,<br />

una combinación de<br />

algodón y un forro<br />

de lino<br />

Desmontaje del forro


314 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

En los sitios donde<br />

falta el brocado de<br />

seda, se realizaron<br />

injertos con seda<br />

natural, teñida de un<br />

color similar o uno<br />

neutro, que fueron<br />

añadidos con costuras<br />

invisibles<br />

En las zonas donde se<br />

ha perdido cohesión,<br />

se consolidan las<br />

fibras insertando hilos<br />

de seda que siguen la<br />

estructura de la trama<br />

Para su presentación<br />

final se le añadió el<br />

forro


Museología


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 317<br />

Museología. 1<br />

Magdalena Gallegos / Lucy Vega<br />

El catálogo ha sido redactado como un trabajo previo a la síntesis de los textos que han<br />

sido colocados en los paneles y tiene como objetivo ayudar a la comprensión de los contenidos<br />

que se quieren poner de manifiesto con la muestra de arte. No pretende ser un guión<br />

museológico; estos suelen presentar objetivos, directrices e insumos, que incluyen listas<br />

de bienes culturales y de elementos museográficos.<br />

La Comunidad Franciscana en sus orígenes<br />

<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Asís<br />

La orden de los franciscanos debe su nombre a <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Asís, su fundador. <strong>Francisco</strong><br />

Bernardone nace en Asís –región del Valle del Espoleto, Italia– en 1182 en el seno de<br />

una rica familia. Por voluntad de su madre, se le impone el nombre de Juan al momento<br />

del bautizo, pero al volver de Francia, a donde viaja constantemente a comprar telas,<br />

su padre quiso que se le llamase <strong>Francisco</strong> (François o Francesco, que significa francés),<br />

nombre que más tarde prevalecería sobre el de Juan.<br />

El cambio radical en la vida de <strong>Francisco</strong>, cuando decide dedicarse a atender al los menesterosos<br />

y enfermos, terminan por causarle conflictos con su familia. Su padre, llegó al extremo<br />

de apresarlo buscando doblegar su voluntad y le obligó a renunciar a todas sus riquezas<br />

ante el Obispo Guido de Asís, quien a partir de entonces se convertiría en su protector.<br />

Reemplazó el hábito de ermitaño por una túnica sencilla, ceñida al cuerpo con una<br />

cuerda y mantuvo los pies descalzos. Con la ayuda del Obispo Guido de Asís y el Cardenal<br />

de <strong>San</strong> Pablo, consigue del Papa Inocencio III, entre 1209 y 1210, la aprobación verbal de<br />

su forma de vida y con ello, la creación de la «fraternidad» de Frailes Menores, conformada<br />

por él y sus doce compañeros. Tras una larga enfermedad, muere el sábado 3 de octubre de<br />

1226. El 16 de julio de 1228 es solemnemente canonizado en Asís por el Papa Gregorio IX.<br />

Los cuadros sobre la vida de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

Las series pictóricas que representan la vida de los santos fundadores de las diferentes órdenes<br />

religiosas fueron muy frecuentes en Hispanoamérica. Cada una de ellas se preocupó<br />

de ponerlas en cada convento, recoleta o colegio, con un fin netamente didáctico: que<br />

1) Tomado del Documento: Catálogo de la Exposición permanente del museo franciscano “Fray Pedro Gocial”


318 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

sirvan de modelo de vida y de perfección para los religiosos y los fieles que los visitaban.<br />

La serie pictórica de la Vida de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> del Convento Máximo de Quito tiene 27<br />

lienzos, que hasta aproximadamente 1989 –año en que se intervinieron– se encontraban<br />

repartidos en las paredes del claustro principal.<br />

Fray Jodoco Rique y Fray Pedro Gocial<br />

Fray Jodoco Rique<br />

Fray Jodoco Rique nació el 29 de octubre de 1498 en la ciudad de Malinas-Bélgica, para entonces<br />

una provincia de los Países Bajos. Según historiadores de la época, ingresa en la Orden<br />

Franciscana en su ciudad natal hacia 1515 y se ordena como sacerdote entre 1524 y 1526.<br />

En 1532 fue a Tolosa, al Capítulo General de la Orden Franciscana, en el que Fray<br />

Jodoco Rique y Fray Pedro Gocial con un grupo de frailes, fueron elegidos para trasladarse<br />

a América. En marzo de 1535, estando ya en Nicaragua decidió embarcarse con destino al<br />

Perú y desde allí emprendió viaje hacia la provincia de Quito a donde llegó el 6 de diciembre<br />

de 1535, exactamente un año después del asentamiento español en la ciudad.<br />

Al poco tiempo de su llegada, recibe los solares destinados por el cabildo para la construcción<br />

del convento del patrono de la ciudad y comienza a erigir en ellos una pequeña<br />

capilla que se termina el 25 de enero de 1536, fiesta de la conversión de <strong>San</strong> Pablo, a quien<br />

fue dedicada.<br />

Tiene un interés permanente por suministrar mejores herramientas para las faenas<br />

agrícolas e impulsar la siembra de cebada, viñedos y trigo. Recordemos que Fray Jodoco<br />

Rique fue el primero en sembrar el trigo en Quito y en Sudamérica.<br />

Fue el responsable de surtir de agua a los primeros habitantes de Quito y para ello<br />

aprovechó el acueducto construido en parte por los Incas desde el cerro Pichincha, logrando<br />

traer el agua hasta el Convento para luego distribuirla a la ciudad. También se le<br />

atribuye la elaboración de la primera cerveza americana, pues era costumbre de los flamencos<br />

beber cerveza a diario, mientras los españoles practicaban la del vino.<br />

El 13 de diciembre de 1569– Fray Jodoco fue enviado a Popayán. Para esas fechas el<br />

convento franciscano de esa ciudad ya había sido fundado y no se sabe a ciencia cierta,<br />

por qué los capitulares lo alejaron de Quito. Cumplió sumisamente el mandato de sus<br />

superiores y en 1570, a la edad de 72 años, emprende el viaje hacia Popayán a pie, en compañía<br />

de un hermano, como era costumbre de la época.<br />

No se conoce la fecha de su muerte. Algunos documentos la sitúan hacia 1579. Sin<br />

embargo, un dato digno de tomarse en cuenta es la grafía del siglo XVI que dice: «Obiit<br />

1574» y que significa «Murió en 1574», que ha sido colocada en la carta que Fray Jodoco<br />

escribió desde Tolosa a sus padres para despedirse.<br />

Fray Pedro Gocial<br />

Un amigo y colaborador fidelísimo de Fray Jodoco Rique en el Convento franciscano de<br />

Quito fue Fray Pedro Gocial, nacido en Lovaina por los años 1497-8.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 319<br />

El apellido Goltzius o Goltz corresponde a una familia de artistas flamencos: pintores,<br />

grabadores y escultores, cuya labor artística se desarrolla a partir del siglo XV en las ciudades<br />

de Venloo, Weert y Brujas. Y es precisamente en esta última donde Fray Pedro Gocial<br />

hizo su profesión como religioso franciscano.<br />

En cuanto a Fray Pedro Gocial, se desconoce la fecha exacta en que llega a Quito.<br />

Uno de los primeros datos relativos a su presencia en la ciudad aparece en un documento<br />

del día 17 de junio de 1538, en el que se indica que Fray «Gonzalo», del monasterio de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong>, se presentó ante el Cabildo con cierta petición que le fue concedida 2 . El nombre<br />

de Gonzalo (por Gocial) podría corresponder a Fray Pedro, ya que según el Padre Agustín<br />

Moreno, ningún fraile franciscano con el nombre de Gonzalo existía en el convento.<br />

La influencia europea<br />

Luego de la conquista, el arte ingresó a través de obras pictóricas y escultóricas importadas<br />

desde España y otras partes de Europa, especialmente de Flandes. El manierismo<br />

flamenco fue el que mayor aceptación tuvo en el naciente arte pictórico quiteño y el que<br />

más influencia ejercería.<br />

La importación de obras de arte continuó incluso hasta mediados del siglo XVII,<br />

como lo prueba la existencia, en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, de la pintura sobre lienzo<br />

de «<strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>», atribuida a <strong>Francisco</strong> de Zurbarán (1598-1664) y basada en el juego de<br />

luces y sombras conocido como claroscuro, que es característico del tenebrismo.<br />

Pero si bien el arte flamenco predominó sobre lo hispánico en la pintura quiteña del<br />

siglo XVI, no sucedió lo mismo con la escultura. Esta recibió el influjo del arte español, caracterizado<br />

por su marcado realismo. Las esculturas que fueron traídas desde España bajo<br />

pedido, pertenecen a los talleres de Jerónimo Hernández (1579); Juan Bautista Vázquez, el<br />

menor; <strong>Francisco</strong> de Ocampo (1622); Juan Martínez Montañez (1568-1648) y confirieron a<br />

la escultura quiteña el arcaísmo y luego el realismo de la española: las imágenes quiteñas<br />

incluían cabellos y uñas naturales, ojos de vidrio y vestimentas de tela encolada y policromada<br />

para lograr realismo, siguiendo la costumbre utilizada en toda Europa durante la<br />

época medieval.<br />

La escultura quiteña utilizó además la tradición oriental en la decoración de las vestimentas<br />

–con los llamados chinescos (pigmentos colocados sobre laminillas de plata u<br />

oro)– y en el policromado de encarnes con un acabado brillante, cuando en España ninguna<br />

de las dos técnicas se utilizaba.<br />

La Semana <strong>San</strong>ta en Quito<br />

En España el uso de las imágenes, especialmente escultóricas, para el culto religioso era ya<br />

tradicional. La escultura española había desarrollado una amplia gama de representaciones<br />

religiosas, incluyendo los «Pasos de la Semana <strong>San</strong>ta», que la caracterizaron de manera<br />

especial. Obviamente, esta costumbre fue importada a América y en Quito se organizaron<br />

2) La información figura en el Libro de Cabildos de la Ciudad de Quito, llamado “Libro Verde”.


320 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

las cofradías para los Pasos de Semana <strong>San</strong>ta, con sus respectivas procesiones.<br />

Los franciscanos utilizaron como medio de su apostolado la devoción a las Estaciones,<br />

que sometían a consideración del pueblo con los episodios de la Pasión de Cristo. Obviamente<br />

esta devoción se intensificaba en la Cuaresma y culminaba con la procesión de<br />

los pasos el día Viernes <strong>San</strong>to: los conjuntos escultóricos cumplían un papel protagónico<br />

por su dramatismo y cercanía a la realidad.<br />

Miguel de <strong>San</strong>tiago<br />

Miguel de <strong>San</strong>tiago nació en Quito, posiblemente en 1630, en el modesto hogar formado<br />

por Lucas Vizuete y Juana Ruiz. Al parecer quedó huérfano, pues fue adoptado legalmente<br />

por Hernando de <strong>San</strong>tiago, Regidor y Fiel Ejecutor de Riobamba, presente en Quito en los<br />

años de 1633 y 1636, de quien tomó el apellido en reemplazo del suyo propio.<br />

En la Navidad de 1705, Miguel de <strong>San</strong>tiago agonizaba. El 4 de enero de 1706 se verificó<br />

la muerte del artista, quien había dispuesto ser vestido con el hábito de los agustinos<br />

como mortaja y enterrado en el Convento de <strong>San</strong> Agustín.<br />

Su vida artística<br />

Lamentablemente se desconocen el taller en que se formó y el maestro del cual aprendió<br />

el arte de la pintura. Para Fray José María Vargas, se trató muy posiblemente del hermano<br />

jesuita Hernando de la Cruz, que practicó el arte pictórico con mucha destreza.<br />

La primera obra de gran trascendencia, fue el encargo que recibiera para pintar en<br />

el Convento de <strong>San</strong> Agustín la serie de cuadros de la vida de este santo, utilizando como<br />

referencia unos grabados flamencos, trabajo que lo concluye en 1656,<br />

La segunda etapa artística de Miguel de <strong>San</strong>tiago corresponde a la representación de la<br />

Inmaculada Concepción, uno de los cultos más populares y tradicionales de Quito. Durante<br />

los primeros años de la ciudad, no había una imagen que representara la auténtica devoción<br />

popular. Las únicas de esa época corresponden a una pintura de estilo manierista existente<br />

en la Catedral y a una escultura que fue tallada en 1586 por Diego de Robles para la Cofradía<br />

de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>. Estas imágenes pertenecían a una iconografía nacida de la<br />

devoción en España y que fue importada a América. Los pintores españoles (Zurbarán, Murillo,<br />

entre otros) representaban a la Inmaculada mediante una mujer muy joven y hermosa,<br />

vestida de túnica blanca, manto azul y coronada por doce estrellas; bajo sus pies, la media<br />

luna invertida y el dragón; y, en lo alto, Dios Padre o el Espíritu <strong>San</strong>to.<br />

La primera interpretación de la Inmaculada Concepción realizada por Miguel de<br />

<strong>San</strong>tiago data de 1643 y en nada se diferencia de los modelos españoles. Sin embargo, en<br />

1645 la pinta rodeada de la serie de alegorías de la letanía lauretana.<br />

De ahí en adelante, el pintor marca una manera quiteña de representar a la Inmaculada,<br />

haciendo hincapié en la cabeza del dragón hollada. Sin embargo, donde mayor gala<br />

hace de originalidad es en la llamada Inmaculada Eucarística, en donde recogió el sentimiento<br />

religioso popular que vinculaba la Eucaristía con la Inmaculada, a través del saludo<br />

usado desde el Sínodo de 1570 y lo representó mediante la Inmaculada con la Custodia


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 321<br />

en sus manos. Además, unió esta representación a la de la Trinidad, en la figura de tres<br />

hombres iguales.<br />

Dentro de su obra se puede señalar una serie de retratos de los religiosos del Convento<br />

de Quito, el encargo de confeccionar para el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> los pasajes de:<br />

«Jesús sentenciado a muerte», «Jesús con la cruz a cuestas», «Jesús cae por tercera vez» y la<br />

«Verónica limpia el rostro de Jesús» y varios lienzos de algunos santos.<br />

Basándose en los relatos de los devotos de Nuestra Señora de Guápulo, pintó la serie<br />

de milagros (12 en total) utilizando como escenario el medio geográfico del Quito del siglo<br />

XVII. En donde también pintó la Inmaculada Concepción.<br />

La Doctrina Cristiana<br />

Otro encargo que Miguel de <strong>San</strong>tiago recibió de los franciscanos fue una serie sobre la<br />

Doctrina Cristiana, para hacerla mas comprensible para el pueblo. El trabajo constituía<br />

un nuevo desafío, dado el rico fondo teológico y la complicada composición, lo que habría<br />

llevado al pintor a realizar la serie de bocetos que se encuentran en El Carmen de <strong>San</strong> José<br />

de Cuenca. Miguel de <strong>San</strong>tiago demuestra con esta serie haber estado al tanto de la iconografía<br />

religiosa de su tiempo. Sabía representar simbólicamente conceptos intangibles<br />

como las virtudes, los vicios y los dones.<br />

La serie de la Doctrina Cristiana consta de ocho cuadros en los que se agrupan los<br />

mandamientos presentándolos en carteles sostenidos por ángeles en la parte superior.<br />

Otro ángel muestra un don del Espíritu <strong>San</strong>to, representado por un símbolo. Las peticiones<br />

del Padrenuestro se simbolizan con alegorías femeninas a un lado, mientras que al<br />

otro aparece la figura de un Papa, obispo o sacerdote que sostiene el letrero de un sacramento.<br />

Finalmente, al centro, Miguel de <strong>San</strong>tiago colocó la obra de misericordia con<br />

el vicio o pecado capital en la parte inferior. La serie está ordenada según la oración del<br />

Padrenuestro y no según los Mandamientos. El último lienzo representa el octavo, noveno<br />

y décimo mandamientos.<br />

El barroco quiteño<br />

Estilísticamente, el barroco quiteño surgió bajo la influencia de los grabados flamencos<br />

utilizados como fuente de inspiración. Temáticamente, nació orientado por la Iglesia y la<br />

Contrarreforma que, en el caso quiteño, centraron su empeño en combatir lo que consideraban<br />

como la herejía de los indígenas.<br />

La representación de la Inmaculada Concepción y de la Inmaculada Eucarística fue<br />

ampliamente explotada, pues constituían las principales respuestas oficiales de los católicos<br />

a los protestantes en defensa de los dogmas de la pureza de María y de la necesidad<br />

del sacramento de la Eucaristía. El uso de las alegorías permitía al catolicismo difundir su<br />

doctrina, como lo hizo con la serie pictórica de Miguel de <strong>San</strong>tiago, llena de simbolismos<br />

regidos por los tratados iconográficos de la Edad Media.<br />

Pero si bien, el arte quiteño recibió de la Iglesia la mayoría de su temática, el aporte<br />

local no estuvo ausente: se crearon tipologías iconográficas o variaciones de las existentes


322 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

y era lo suficientemente bueno como para exportar prototipos artísticos a toda Sudamérica.<br />

En escultura se exportaron las Inmaculadas, los Calvarios y los Belenes en urnas de<br />

madera, y otros materiales exóticos y, en pintura, las series de vidas de santos.<br />

Muebles y miniaturas<br />

Fray Jodoco Rique tuvo la iniciativa de organizar el Colegio de <strong>San</strong> Andrés como una Escuela<br />

de Artes y Oficios, previendo que al llegar a América los españoles ya no querrían<br />

ejercer sus antiguos oficios y los dejarían para sustento de los mestizos e indígenas. Ni<br />

siquiera la pintura y la escultura eran consideradas como artes, de modo que las conocidas<br />

como menores o suntuarias, también se catalogaban como oficios.<br />

Mobiliario eclesiástico y doméstico<br />

El mueble colonial de las Américas se deriva en gran medida del español, que se destaca<br />

por su decoración. Los torneados y la talla plateresca son de origen italiano, pero es la<br />

presencia mudéjar la que le confiere originalidad, con sus taraceas y los cueros repujados<br />

y policromados que llevan a veces dorados. La taracea es una técnica que consiste<br />

en incrustar pequeños trozos de hueso, marfil, bronce, ébano u otro tipo de madera en la<br />

superficie del mueble, conformando dibujos geométricos.<br />

Orfebrería y Platería<br />

La orfebrería y la platería fueron las artes más codiciadas y también las más comunes entre<br />

los indígenas, que ya las practicaban antes de la llegada de los españoles e incluso de los<br />

Incas.<br />

Los primeros orfebres y plateros españoles trabajaban principalmente para el Cabildo<br />

en la hechura de monedas y en el control del pago de los impuestos. Desde el siglo<br />

XVI, los joyeros y plateros habían establecido sus talleres y tiendas en una calle específica<br />

de Quito, conocida como la «Calle de la Platería». Se había desarrollado también el arte<br />

de reducir el oro y la plata a laminillas, que se utilizaban para el dorado de la madera y en<br />

esculturas.<br />

Miniaturas<br />

Durante la segunda mitad del siglo XVII y todo el siglo XVIII surgen otras formas de arte,<br />

no siempre académicas, pero más cercanas a las necesidades, a la vida y al pensamiento<br />

de los americanos. En la escultura nacen los pesebres, con innumerables figuras que representan<br />

a la sociedad de la época. El mundo del Belén quiteño es una antología de la<br />

vida popular, de sus vestidos, de sus costumbres.<br />

Además de los pesebres, proliferaron las figuras escultóricas en miniatura –trabajadas<br />

con un sinfín de materiales como madera, cera, vidrio, espejo, metales, tela, entre<br />

otros– que, con carácter religioso, fueron creadas para proporcionar recogimiento de tipo<br />

personal a sus poseedores y constituyen una muestra representativa del arte popular de la<br />

Escuela Quiteña.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 323<br />

Bernardo Rodríguez<br />

El pintor de la luz y el color<br />

A partir del siglo XVIII el arte comenzó a valorarse; pero, la decadencia del imperio de los<br />

Austrias que afectó a la economía de España y de América, también marcó una época de<br />

recesión en las artes.<br />

Bernardo Rodríguez, uno de los pintores más destacados de este siglo, surgió precisamente<br />

cuando la pintura quiteña atravesaba por esa situación. En el convento de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong> pintó una serie de lienzos representativos de los milagros de <strong>San</strong> Antonio de<br />

Padua y una Inmaculada coronada por la <strong>San</strong>tísima Trinidad. En 1797 y 1783, respectivamente,<br />

pintó a <strong>San</strong> Camilo de Lelis y el Descendimiento.<br />

Satisfacía la demanda religiosa de su clientela con uno de los temas más codiciados:<br />

la Flagelación de Cristo. Posiblemente se inspiró para ello, en los grabados de un libro de<br />

Reinies y Josua Altens, que contiene las principales imágenes del Antiguo y Nuevo Testamento.<br />

Precisamente dos de esos grabados fueron reproducidos por Bernardo Rodríguez<br />

en los cuadros de <strong>San</strong> Pedro y <strong>San</strong> Pablo de la Iglesia de la Catedral.<br />

En el convento de <strong>San</strong>to Domingo reposa una de sus mejores pinturas: la representación<br />

de las Almas, realizada hacia 1794. En el de <strong>San</strong> Agustín pintó los lienzos de los doctores<br />

de la Iglesia, que se conservan en la sala superior del convento.<br />

Su pintura, llena de rojos y azules intensos, utiliza como elementos decorativos las<br />

famosas rocallas, típicas del rococó francés, e introduce la arquitectura neoclásica en los<br />

fondos, influencia que el arte recibía de la nueva corte del rey de España, perteneciente a<br />

la Casa de los Borbones, de Francia.<br />

Manuel de Samaniego y Jaramillo<br />

El artista más destacado del final de la Colonia<br />

Discípulo y pariente de Bernardo Rodríguez, su obra data de finales del siglo XVIII y principios<br />

del XIX. Nació en el barrio de <strong>San</strong> Blas poco antes de 1767 y se casó muy joven con<br />

Manuela Jurado López de Solís, que al parecer era pariente de Vicente López de Solís, platero<br />

de renombre.<br />

En 1803 Samaniego recibió el encargo de erigir el duomo de la Iglesia de la Catedral<br />

cuando el arquitecto español don Antonio García, quien había iniciado la obra, tuvo que<br />

regresar a Popayán. De estos dos datos se colige que, además de la pintura, Samaniego<br />

practicaba también la arquitectura.<br />

Su estilo se caracteriza por la armonía cromática lograda mediante la aplicación de<br />

sus colores favoritos: el azul, el rojo, el verde y el blanco. Gustó del uso de suaves veladuras,<br />

que dieron a su pintura una frescura y una gracia, resaltadas por la perfección del dibujo.<br />

Destaca el tratamiento de los paisajes, las aguas y la arquitectura, ésta última con características<br />

neoclásicas. Los temas más representados fueron la Divina Pastora, la Inmaculada,<br />

el Tránsito de la Virgen. En la Iglesia de la Catedral se encuentran la Asunción de la Virgen,<br />

el Nacimiento del Niño Dios, la Adoración de los Reyes Magos, el Sacrificio de <strong>San</strong> Justo y


324 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

<strong>San</strong> Pastor y algunos otros cuadros relativos a la Historia Sagrada.<br />

Samaniego fue un artista muy cotizado en Quito, Guayaquil, Bogotá y Lima. Dejaría<br />

para la posteridad el único Tratado de Pintura escrito en Sudamérica, basado en otras<br />

obras similares de tratadistas como el español <strong>Francisco</strong> Pacheco y el holandés Karl van<br />

Mandez, entre otros. A más de compilar las lecciones de los grandes maestros españoles,<br />

italianos y flamencos, en este tratado intentó sistematizar y organizar científicamente la<br />

exuberante y liberal producción barroca y rococó, así como el uso de recetas pictóricas<br />

para pintar con ingredientes accesibles en el medio.<br />

Bernardo de Legarda y Del Arco<br />

«Hombre de monstruoso talento y habilidad para todo»<br />

Así catalogó el historiador jesuita Juan de Velasco a Bernardo de Legarda, el mejor representante<br />

de la escultura barroca quiteña.<br />

Ebanista, tallador, imaginero, pintor, espejero, impresor y platero, Legarda nació a<br />

inicios del siglo XVIII en la parroquia de la Catedral o Sagrario. Sus padres fueron don Lucas<br />

Legarda y doña María del Arco y tuvo tres hermanos: Juan Manuel (artista también),<br />

María Gertrudis y Juana de Jesús. Con el primero trabajó algunas obras: ambos ejercían<br />

oficios artesanales complementarios y tenían sus casas en las inmediaciones de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>,<br />

donde seguramente funcionaron sus talleres de artes y oficios.<br />

El 1 de junio de 1773 se registra su fallecimiento en la parroquia del Sagrario.<br />

Su vida artística<br />

En 1731, con ocasión de convertirse en prioste de la fiesta de <strong>San</strong> Lucas, patrono del gremio<br />

de escultores y pintores, Legarda retocó por primera vez la imagen del santo Evangelista,<br />

tallada por el padre Carlos en 1688.<br />

Tres años más tarde, en 1734, tallaría para el altar mayor de la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

su famosa Inmaculada, luego conocida como Virgen de Quito, firmando y fechando la<br />

obra en el elemento que sirve de ensamble entre la mano y la muñeca. Otra Inmaculada,<br />

un poco más pequeña, fue realizada para la sacristía franciscana y también presenta la<br />

fecha en ese mismo elemento.<br />

Desde enero hasta junio de 1745, trabaja en el dorado del tabernáculo del altar mayor<br />

de la Iglesia de la Compañía. Al año siguiente, decora la media naranja de la Iglesia del<br />

Sagrario.<br />

Entre 1748 y 1751 Legarda se encuentra comprometido en varias obras. Construyó<br />

el altar mayor de la Iglesia de la Merced, que fue terminado por el escultor Gregorio. En la<br />

Capilla de Cantuña se encargó del altar y talló el conjunto escultórico del Calvario, situado<br />

en el nicho central. Junto a su discípulo, Jacinto López, hace los retablos de El Carmen<br />

Moderno y del Hospital, y el del coro de la Iglesia de la Catedral, que tiene en el centro la<br />

pintura del Tránsito de la Virgen.<br />

Navarro atribuye a su gubia, el retablo del Cristo del Amor y los dos laterales de la<br />

Iglesia de la Merced, además de varios de la Iglesia de la Compañía.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 325<br />

Entre 1767 y 1770 fue contratado por los dominicos para realizar la mampara labrada<br />

bajo el coro de la Iglesia de <strong>San</strong>to Domingo pero no pudo realizar ese trabajo. No obstante,<br />

pintó para la Capilla del Rosario de esta misma iglesia un Nacimiento, una Adoración de<br />

los Reyes Magos, una Degollación de los <strong>San</strong>tos Inocentes y Nuestra Señora de los Dolores.<br />

Las imágenes de Legarda son la representación fehaciente de la devoción popular de<br />

mediados del siglo XVIII. Con ellas, el barroco no solo logra transmitir un mensaje religioso,<br />

sino que llega a conmover el alma.<br />

Legarda fue el mejor intérprete del dogma de la Virgen Inmaculada. Un siglo antes,<br />

Miguel de <strong>San</strong>tiago la había representado con el mismo sentido iconográfico, pero fue<br />

Legarda quien logró transmitir a la imagen el movimiento y el candor de una bella dama,<br />

sin desmerecer su pureza.<br />

La Virgen de Quito<br />

Antecedentes inmediatos de la Virgen de Quito<br />

Durante tres siglos la mujer apocalíptica estuvo ausente en el arte europeo. A fines del XV,<br />

Alberto Durero (alemán) y Juan de Jáujeri (español) la retoman en sus grabados. En América<br />

solamente se han encontrado dos pinturas con este tema: la una en México, pintada por Juan<br />

Correa en el siglo XVII, y la otra en Quito, realizada por Miguel de <strong>San</strong>tiago en el mismo siglo.<br />

En la representación de Miguel de <strong>San</strong>tiago la Inmaculada lleva alas, pisa a la serpiente<br />

que se enrosca en el cuerno de luna, con los cuernos hacia abajo; asemeja el momento<br />

de un eclipse sobre el globo terrestre que sirve de peana a María, y donde se observa la<br />

escena de la caída de Adán y Eva en el jardín del Edén.<br />

De Miguel de <strong>San</strong>tiago es también la Inmaculada Tota Pulchra (1657) que reposa en<br />

el Convento de <strong>San</strong> Agustín, cuya característica principal es el movimiento que presenta<br />

debido a un forzado paso que la Virgen tiene que dar para descender de la luna y pisar a la<br />

serpiente enemiga. Posiblemente este movimiento sirvió de inspiración a Legarda.<br />

Tipología de la Virgen de Quito<br />

La Virgen Legardiana viste túnica blanca y manto azul –frecuentemente rojo por el revés–<br />

afirmando su condición de Inmaculada. La túnica muchas veces está decorada; el manto<br />

sujeto a la cintura, envuelve el cuerpo de María y, pasando por encima del hombro derecho,<br />

cae finalmente en pliegues libres al viento. María mantiene elevada la rodilla derecha<br />

y con ese pie pisa el cuerpo de la serpiente, que reposa en el cuerno de la luna; con la<br />

pierna izquierda parece dar un paso hacia abajo para delicadamente posarse en la cabeza<br />

de su enemigo. El cuerpo de María se inclina suavemente hacia la izquierda mientras sus<br />

manos tienden al lado contrario, con lo que el artista consigue el equilibrio barroco de una<br />

imagen en gran movimiento, que parece incluso danzar sobre la serpiente vencida. La Virgen<br />

lleva la cabellera oscura, larga, ondulada, que cae sobre la espalda y los hombros. La<br />

verdosa serpiente muestra pequeñas orejas, con lo que ligeramente se asemeja al monstruo<br />

apocalíptico, muerde la manzana prohibida en la mayoría de tallas y, en otras, con las<br />

fauces abiertas parece rugir a su serena enemiga.


326 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

La originalidad de la Virgen de Quito<br />

José Gabriel Navarro considera que la Virgen de Quito es una creación quiteña. La devoción<br />

a la Inmaculada surgió en Quito desde la fundación misma de la ciudad y las autoridades<br />

eclesiásticas se unieron a la petición oficial del rey Felipe V, dirigida al Papa Alejandro<br />

VII, de que declarase a la Inmaculada Concepción Patrona oficial de sus Estados.<br />

Por otro lado, dentro de la iconografía de la Virgen de Quito, Gallegos plantea dos<br />

tipologías diferentes: la Virgen de Quito combatiente y la Virgen de Quito triunfante 3 . La<br />

primera sostiene entre sus manos una lanza o dardo y su peana es el globo terráqueo. La<br />

segunda sujeta con una cadena las fauces de la serpiente vencida y su peana son las nubes,<br />

incluso con querubines.<br />

Estilísticamente la Virgen de Quito presenta un movimiento único, una posición de<br />

danza, de vuelo de la Inmaculada. Legarda logró integrar la excelsitud de la Madre de Dios<br />

con el candor y gracia de la mujer americana. Es, en conjunto, una interpretación afín a<br />

la personalidad de la mujer andina que, con justicia, lleva el nombre de Virgen de Quito.<br />

Caspicara<br />

La cúspide de la escultura quiteña<br />

El sucesor de Legarda en el arte de la imaginería fue Manuel Chili, más conocido con el<br />

nombre popular de Caspicara. Se sabe de su nombre auténtico por la inscripción encontrada<br />

en el reverso de una tabla sobre la que se había tallado un Niño Dios dormido. Esta<br />

escultura es la única que lleva consignado su nombre, pese a que ya era costumbre de<br />

los artistas firmar sus obras. Este hecho nos hace conjeturar que posiblemente no sabía<br />

escribirlo.<br />

En la ciudad se han encontrado obras en la Iglesia de la Catedral: las Virtudes y la Sábana<br />

<strong>San</strong>ta; en la Iglesia de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>: el grupo escultórico del Tránsito de la Virgen; y,<br />

en el Convento del mismo nombre, una Virgen del Carmen, un <strong>San</strong> José, entre otras obras.<br />

Aparte de estas imágenes hay muchos Cristos y Niños Dios atribuidos al artista.<br />

Los Cristos de Caspicara disminuyen los rasgos de dolor de la figura y suavizan la<br />

anatomía. Igualmente, las miniaturas y los conjuntos escultóricos muestran la delicadeza<br />

de los rasgos y un perfeccionismo hasta en el menor detalle. Toda su obra está signada por<br />

una exquisitez que, dados los parámetros estéticos de la época, sorprendía por venir de un<br />

artista indígena.<br />

3) GALLEGOS DE DONOSO, Magdalena, Arquetipo, ícono y símbolo en la Virgen de Quito (Resumen), s.l, inédito,<br />

s.f., pp. 7.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 327<br />

Contenido Museológico<br />

Tema Subtema Contenido<br />

1. Origen de la Comunidad<br />

Franciscana<br />

a) Fray Jodoco Rique y<br />

Fray Pedro Gocial<br />

2. Influencia Europea<br />

b) Semana <strong>San</strong>ta en<br />

Quito<br />

3. Miguel de <strong>San</strong>tiago<br />

4. Barroco quiteño<br />

c) Doctrina Cristiana<br />

d) Muebles y miniaturas<br />

5. Bernardo Rodríguez<br />

6. Manuel de Samaniego<br />

7. Bernardo de Legarda<br />

8. Caspicara<br />

e) Virgen de Quito<br />

Breves datos biográficos del <strong>San</strong>to Fundador;<br />

crecimiento y expansión de la Orden en Europa y<br />

América; Terciarios y rama femenina: <strong>San</strong>ta Clara.<br />

Relación con <strong>San</strong>to Domingo.<br />

Franciscanos que llegaron con los conquistadores;<br />

sacerdotes flamencos; creación de la escuela de artes<br />

y oficios; proceso constructivo del convento.<br />

Situación artística en Europa; presencia de artistas<br />

y obras europeas en América; temas, técnicas y<br />

materiales introducidos.<br />

Semana <strong>San</strong>ta sevillana; transposición a América; el<br />

arte al servicio de la religión; cofradías; aportes locales<br />

a temas, técnicas y materiales.<br />

Datos biográficos; producción pictórica; las «series»; la<br />

copia y la creación; características estilísticas del autor;<br />

el trabajo gremial; La Inmaculada.<br />

Función didáctica de la pintura religiosa; la influencia de<br />

la teología tomista; lo real y lo simbólico; el proceso de<br />

producción artística (preparación religiosa y técnica).<br />

Austrias y Borbones; cambios políticos, sociales,<br />

artísticos, filosóficos y religiosos del barroco europeo;<br />

repercusiones americanas; el barroco quiteño.<br />

El cambio del formato artístico; la masificación de la<br />

producción y la exportación; el mueble en la colonia;<br />

modalidades de la taracea; presencia e influencia<br />

morisca.<br />

Del anonimato a la autoría; de artesano a artista; datos<br />

biográficos; su producción; su estilo.<br />

Del barroco al rococó; cambios estilísticos; situación<br />

política y artística de finales de la Colonia; datos<br />

biográficos de Samaniego; su obra; su estilo.<br />

Situación gremial en la colonia; control administrativo<br />

y religioso; Legarda como artista multifacético; breves<br />

datos biográficos y de su producción; su estilo.<br />

Orígenes iconográficos; análisis simbólico; hipótesis de<br />

las motivaciones antropológicas, históricas y políticas<br />

de creación quiteña y auspicio franciscano.<br />

Transición política y artística hacia la Independencia;<br />

del gremio a la academia; datos biográficos de<br />

Caspicara; su obra; su estilo.


Museografía


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 331<br />

Museografía 1<br />

Fausto Gómez Aguirre<br />

Museo de Arte Religioso Fray Pedro Gocial<br />

Consideraciones<br />

Las características arquitectónicas sumadas a la importante carga histórica de la edificación<br />

le confieren a este espacio la categoría —según la definición de la Unesco— de Museo-<br />

monumento y Museo de Arte Religioso.<br />

El Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> —como ya se ha hecho referencia— atesora más de 3 500<br />

obras de arte colonial, entre las que se cuentan pinturas de caballete, esculturas, textiles y<br />

artes menores, de diferente procedencia y en su gran mayoría anónima. La historia y secretos<br />

que guarda el monumento lo convierten en el más singular bien del patrimonio cultural<br />

ecuatoriano, tan rico e interesante como ningún otro en América Latina.<br />

Durante el siglo XVII (1650) se concluyó la construcción del Claustro del actual Museo,<br />

obra del arquitecto fray Antonio Rodríguez. En el año 1934 se festejó el IV Centenario<br />

de la Fundación de la ciudad de Quito; en el Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> se expusieron las<br />

obras de arte de la comunidad en los locales del Claustro Principal. En 1950 se instaló el<br />

Museo que se mantuvo hasta los inicios de la última intervención en 1983.<br />

La edificación<br />

La arquitectura del monumento y su historia le confieren, por sí mismas, la cualidad de<br />

objeto de exhibición, participando e interactuando con los demás bienes culturales en un<br />

escenario y contexto histórico propios. Así, en el proyecto museográfico se estableció un<br />

diálogo directo entre el espacio de exhibición y el conjunto monumental a través del patio,<br />

eje visual de la circulación principal, respetando los límites formales entre sí. Al interior de<br />

las salas, los espacios austeros y sobrios determinaron la utilización de una museografía<br />

coherente con estas particularidades.<br />

La Museología<br />

El carácter temático de arte religioso permite valorar y comprender el papel desempeñado<br />

por la comunidad franciscana desde su aparecimiento en el siglo XIII, su desarrollo y expansión<br />

en Europa hasta la llegada a América en 1533 y a Quito en 1535, evidenciada por<br />

la creación de sus talleres de escultura y pintura.<br />

1) Tomado del informe realizado para el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de <strong>San</strong><br />

<strong>Francisco</strong> de Quito


332 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

La influencia europea y el aporte local: Miguel de <strong>San</strong>tiago y el catecismo ilustrado;<br />

Bernardo Rodríguez, del anonimato a la autoría; Bernardo de Legarda y su particular Virgen<br />

de Quito; Manuel de Samaniego, al final de la colonia; y Manuel Chili Caspicara, en la<br />

cúspide de la escultura quiteña, contribuyen y dan muestras de la abundante producción<br />

artística que colmó los templos con imágenes, lienzos y retablos.<br />

El planteamiento museológico permitió codificar los temas según su importancia y<br />

establecer tres niveles informativos.<br />

Temas principales<br />

Son los temas que presiden el discurso museográfico. Primer nivel de información:<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

El «poverello«» de Asís<br />

Desarrollo de la Orden Franciscana<br />

<br />

Llegada del arte europeo<br />

Los frutos del arte europeo<br />

<br />

El príncipe de la pintura americana<br />

<br />

El siglo del simbolismo<br />

Del barroco al rococó<br />

<br />

El pintor de la luz y el color<br />

<br />

El artista más destacado del final de la Colonia<br />

<br />

«Hombre de monstruoso talento y habilidad para todo».<br />

Caspicara<br />

La cúspide de la escultura quiteña<br />

Subtemas<br />

Son los temas que apoyarán directamente a los principales, por su aspecto didáctico y la<br />

atracción que ejercen en el visitante. Segundo nivel de información:<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

Inventores de las buenas artes en aquellas provincias<br />

<br />

La imagen viva y milagrosa<br />

<br />

El catecismo ilustrado


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 333<br />

<br />

<br />

<br />

Muebles y miniaturas<br />

<br />

Virgen de Quito<br />

Cédulas<br />

Identificación de los bienes culturales. Tercer nivel de información.<br />

La Museografía<br />

La Museografía implica lograr un equilibrio entre el componente didáctico de lo expuesto<br />

y el factor de apreciación del bien cultural.<br />

Bien cultural<br />

El bien cultural (arquitectura y obras de arte) será el elemento preponderante en el montaje<br />

general; todo elemento complementario a éste estará codificado en un rango de menor apreciación,<br />

que no entorpezca la correcta visualización del bien cultural ni compita con él.<br />

En el caso específico de este Proyecto, el tratamiento del bien cultural tuvo una particularidad,<br />

pues al establecer un diálogo directo interior-exterior y hacer partícipe del<br />

montaje museográfico al patio del Museo nos enfrenta al mayor inconveniente de la museografía<br />

para el bien cultural: la luz natural, su gran contenido de radiaciones ultravioletas<br />

e infrarrojas influyen en el grado de conservación de la obra. La Coordinación del<br />

Proyecto <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>, luego de un prolijo estudio, estableció como material idóneo para<br />

contrarrestar los efectos nocivos de la luz natural la cinta adhesiva transferible Panther<br />

50 que da 99 por ciento de protección contra los rayos UV y 50 por ciento contra los rayos<br />

solares, sin que este sistema de filtrado altere la auténtica apreciación de los colores tanto<br />

ambientales como de las obras.<br />

Puntos de interés<br />

Estos puntos coinciden con los Subtemas y, al ser trasladados a un eje de coordenadas,<br />

generan una curva a intervalos de tiempo, nivel de información y espacio diferentes que<br />

marcan un ritmo discontinuo en el recorrido del visitante.<br />

Mobiliario museográfico<br />

Este rubro contempló los trabajos de carpintería, hierro, vidrio, etc, en vitrinas, anclajes y<br />

demás piezas para la ubicación de cada elemento, con las especificaciones técnicas respectivas<br />

para garantizar su elaboración e instalación.<br />

En cuanto a las vitrinas, se utilizó el diseño preexistente, desarrollando el mismo concepto<br />

para la elaboración de los elementos nuevos: bases, paneles y atriles.


334 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

En la elaboración de los pasos de Semana <strong>San</strong>ta, por ser un caso específico, se analizaron<br />

diferentes estudios para lograr el concepto del mobiliario, el estereotipo de la procesión<br />

establece que las esculturas de pasos deben ser vistos desde una perspectiva diferente.<br />

El material utilizado (fórmica) en los acabados de vitrinas, pasos y bases es resultado<br />

de dos condicionantes; por un lado la formal: se trataba de lograr un contraste entre el<br />

bien cultural y su contenedor; por otro lado, lo económico: los colores escogidos refuerzan<br />

la presencia del bien cultural.<br />

Montaje<br />

Se estableció un concepto formal único, que codificara los diferentes aspectos del montaje:<br />

color, elementos formales de la arquitectura, mobiliario museográfico, elementos visuales,<br />

tipografía, material, tema, longitud de textos.<br />

Los Temas principales, para ser percibidos de manera directa y clara, están ubicados<br />

en puntos estratégicos del recorrido, marcando hitos temáticos para guiar al visitante. Su<br />

contenido desarrolla tres niveles de información: 1. Texto titular; 2. Texto de contenido;<br />

3. Información gráfica (fotos a color), a manera de icono que identifique al tema. Su contenedor<br />

es un mueble atril que permite una correcta visualización, elemento útil para el<br />

usuario-estudiante que desee tomar notas del contenido teórico; esto condicionó, en el<br />

diseño final, el uso de vidrio como protección del impreso.<br />

Los Subtemas al empatar con los puntos de interés manejan conceptos específicos de<br />

forma netamente didáctica. Su contenido desarrolla dos niveles de información: información<br />

visual apoyada con macrofotografía y texto de contenido. El formato de la fotografía<br />

nos condiciona a utilizar el blanco y negro, por un lado, y la instalación desde el piso, por<br />

el otro; siempre con el afán de que, al ser elementos museográficos, no compitan con los<br />

bienes culturales. Los temas utilizados son detalles o reproducciones de elementos que no<br />

constan en el recorrido del Museo, pero sí pertenecen al Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

Las divisiones que marcan los diferentes temas podrán establecerse ya sea con los mismos<br />

bienes culturales o los elementos museográficos considerados; en todo caso, los muros<br />

estarán exentos de estos elementos para que no se pierda el concepto espacial de los locales.<br />

En el caso particular de este Museo, en las salas que corresponden a los corredores del<br />

Claustro, la luz natural fue el elemento a tomar muy en cuenta en el montaje museográfico,<br />

pues de su buena orientación iba a depender que no se produjeran deslumbramientos<br />

y reflejos que incidiern negativamente en la percepción visual de los objetos.<br />

Los bienes culturales participan directamente de la arquitectura del edificio, su ubicación<br />

definitiva depende del diálogo que asuman con los diferentes elementos que la<br />

conforman, entre otros: las arquerías, los artesones, la pintura mural y tabular, etc, que<br />

también deben ser apreciados museográficamente.<br />

Los pasos de Semana <strong>San</strong>ta están colocados en su verdadera dimensión, el efecto es que<br />

el visitante participe de la procesión. Se aprovecha del elemento sorpresa, para que el visitante<br />

en un momento del recorrido se encuentre con la procesión en pleno, la disposición de los<br />

pasos junto a la longitud del corredor y lo angosto del espacio permiten este efecto visual,<br />

que de manera rápida ayuda a establecer el concepto; para consolidar el tema se utilizó la


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 335<br />

reproducción en tamaño natural (mural) de ciertos detalles de la procesión del grabado de<br />

Alcide D’Orvigny. Los pasos procesionales son para ser vistos desde abajo y desde esta actitud<br />

cobran vida; el diseño del mobiliario utilizado tiene las características propias que requiere un<br />

paso, a saber: la parihuela, canastillas, costeros, las trabajaderas y faldones.<br />

Anclajes<br />

Se establecieron dos sistemas de anclaje a los muros, dependiendo del formato de las<br />

obras: para formato mediano y grande, cuatro o hasta seis puntos de apoyo con sistema de<br />

colocación simple; para formato pequeño, por seguridad, se estableció un sistema de anclaje<br />

que represente cierto nivel de dificultad, incluyendo tornillos hexagonales de ajuste<br />

con llave especial.<br />

El anclaje de las obras en los muros, por requerimientos técnicos de la Unidad de<br />

Restauración, se realizó de forma que quede un espacio entre unas y otros y así evitar la<br />

acumulación de polvo y demás elementos nocivos a la obra.<br />

Para las obras que van dentro de las vitrinas se utilizó hilo de nylon y cinta doble faz,<br />

el sistema de uso común en estos casos.<br />

Diseño gráfico<br />

En procura de elementos característicos que identifiquen y definan claramente la imagen,<br />

se realizó un estudio previo del entorno, espacio y formas arquitectónicas, así como la historia<br />

de las obras de arte y sus diferentes técnicas. Diagnóstico que hizo posible establecer<br />

un concepto formal gráfico con signos y patrones de identidad propios.<br />

La Imagen Corporativa es el resultado de integrar los patrones y signos de identidad<br />

en un solo conjunto, para aplicar en todos los medios y soportes de comunicación, con el<br />

fin de poseer una visión global en sus diferentes expresiones gráficas.<br />

Para el efecto se han determinado tres rangos: tipográfico, cromático y lenguaje<br />

gráfico.<br />

En la tipografía se utilizó el juego de letras versales (unas más altas que otras) que<br />

cautivan la atención, incentivando la lectura.<br />

En el aspecto cromático, al analizar los entornos arquitectónicos, se observó que los<br />

colores predominantes son el blanco de las paredes y el gris de las piedras talladas; en menor<br />

porcentaje el color café de la madera y tejas. Para armonizar con este esquema sobrio,<br />

se tomaron cuatro colores de realce: azul, pantone 3015; beige, pantone 454; gris, pantone<br />

430 y, como complementario, el café, pantone 463.<br />

Finalmente, en el último rango, la cenefa en la pintura mural dio como resultado el<br />

patrón gráfico.<br />

Los tres rangos son los elementos motrices de la Imagen Corporativa, desde la aplicación<br />

en el Museo hasta los soportes de impresión y promoción, como también la aplicación<br />

en señalética, rotulación, etcétera.<br />

La implementación de la Imagen Corporativa permite tener un Museo con personalidad,<br />

características propias; es decir, un Museo con identidad.


336 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Gráfico de circulación general y zonificación<br />

Reproducción de<br />

grabado Sala 2


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 337<br />

Registro fotográfico<br />

Ingreso al Museo<br />

Vista general de la<br />

sala 1, en la galería<br />

oriental<br />

Sala 3, Miguel de<br />

<strong>San</strong>tiago


338 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Vistas de la sala 2, en<br />

la galería norte.<br />

Sala 4, Gregorio<br />

Vásquez


342 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Sala 8, obra de<br />

Bernardo Rodríguez<br />

Sala 10, obra de<br />

Bernardo de Legarda<br />

Sala 7, Miniaturas y<br />

Muebles.<br />

Inauguración del<br />

Museo Fray Pedro<br />

Gocial por parte de<br />

don Gustavo Noboa,<br />

Presidente de la<br />

República del Ecuador<br />

y de don Andrés<br />

Collado, Embajador de<br />

España.<br />

Visita al Museo en<br />

su inauguración:<br />

arquitecto José Mercé,<br />

don Andrés Collado,<br />

monseñor Antonio<br />

González, don Gustavo<br />

Noboa.


de locutorio y en los paramentos del coro de la iglesia.<br />

La identificación de la pintura mural fue posible por la prospección de calas estratigráficas,<br />

previa a toda intervención tanto arquitectónica como de bienes muebles.<br />

Sala b-330. Actual Sala 10 del Museo<br />

Otras salas del museo<br />

Taller de textiles<br />

Dio tratamiento de conservación y restauración a 60 piezas entre casullas, capas pluviales,<br />

túnicas, cubre cáliz y estolas, de la colección que formaba parte de la reserva del Museo<br />

de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>; como también se trabajó en las piezas textiles que forman parte de las<br />

esculturas que son de vestir.


ATRIO<br />

PATIO<br />

INGLES<br />

344 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Etapas del Museo<br />

COMANDANCIA DE<br />

POLICÍA<br />

CALLE CUENCA<br />

PATIO DE<br />

LA HUERTA<br />

CLAUSTRO<br />

DEL MUSEO<br />

Sala 1 Sala 2 Sala 3 Sala 4<br />

Pintura Mural<br />

REFECTORIO<br />

PROFUNDIS<br />

CLAUSTRO PRINCIPAL<br />

PRIMERA ETAPA DEL MUSEO<br />

MAYO DE 1993


ATRIO<br />

PATIO<br />

INGLES<br />

UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 345<br />

COMANDANCIA DE<br />

POLICÍA<br />

PATIO DE<br />

LA HUERTA<br />

Pintura Tabular<br />

Sala 6 Sala 7<br />

Sala 5<br />

GALERIA OCCIDENTAL<br />

CLAUSTRO<br />

DEL MUSEO<br />

GALERIA SUR<br />

Sala 8 Sala 9 Sala 10 Sala 11<br />

Pintura Mural<br />

REFECTORIO<br />

PROFUNDIS<br />

CALLE CUENCA<br />

CLAUSTRO PRINCIPAL<br />

SEGUNDA ETAPA DEL MUSEO<br />

OCTUBRE DE 1995


ATRIO<br />

PATIO<br />

INGLES<br />

346 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

COMANDANCIA DE<br />

POLICIA<br />

Sala 4<br />

Gregorio<br />

Vasquez<br />

Sala 3<br />

Miguel de<br />

<strong>San</strong>tiago<br />

Pintura Mural<br />

Semana <strong>San</strong>ta<br />

Sala 2<br />

GALERIA NORTE<br />

Pintura Mural en cenefas<br />

Semana <strong>San</strong>ta<br />

Mateo Mejía<br />

Influencia Europea<br />

CALLE CUENCA<br />

PATIO DE<br />

LA HUERTA<br />

Pintura Tabular<br />

Sala 5<br />

Doctrina Cristiana<br />

Sala 6<br />

Barroco<br />

Quiteño<br />

Miniaturas y muebles<br />

Sala 7<br />

GALERIA OCCIDENTAL<br />

CLAUSTRO<br />

DEL MUSEO<br />

GALERIA SUR<br />

GALERIA ORIENTAL<br />

Sánchez<br />

Galque<br />

Sala 1<br />

Fray<br />

Jodoco Ricke<br />

Origen de la<br />

Comunidad<br />

Franciscana<br />

Bernardo<br />

Rodríguez<br />

Sala 8<br />

Sala 9<br />

Samaniego<br />

Bernardo<br />

de Legarda<br />

Sala 10<br />

Sala 11<br />

Caspicara<br />

Pintura Mural<br />

PROFUNDIS REFECTORIO<br />

CLAUSTRO PRINCIPAL<br />

TERCERA ETAPA DEL MUSEO<br />

ABRIL DEL 2002<br />

CIRCULACIÓN GENERAL Y ZONIFICACIÓN


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 347<br />

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GALLEGOS DE DONOSO, Magdalena, “Arquetipo,<br />

ícono y símbolo en la Virgen de Quito (Resumen)”,<br />

S.l, inédito, s.f., p. 21.<br />

...Bernardo de Legarda y del Arco (Resumen), S.l,<br />

inédito, s.f., p. 2.<br />

GUTIERREZ, Ramón, arq.; VILÑUALES, Graciela<br />

M., arq., <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, en Revista de<br />

Arquitectura Trama, No.1, mayo 1977, Quito, pp.<br />

36-38.<br />

IRIARTE, Lázaro, O.F.M., Historia Franciscana,<br />

Valencia, Editorial Asís, Nueva edición, 1979, p. 610.<br />

KENNEDY TROYA, Alexandra, La esquiva presencia<br />

indígena en el arte colonial quiteño, en Revista<br />

<strong>Ecuatoriana</strong> de Historia, No. 4, 1993, Quito, pp. 87-<br />

101.<br />

...Quito: imágenes e imagineros barrocos, S.l.,<br />

inédito, s.e., p. 21.<br />

LARA, Jaime, Un arte para un Nuevo Mundo que<br />

es fin del mundo: Las postrimerías visuales en el<br />

principio de América, en Revista Hispanoamericana,<br />

No. 38, octubre de 1997, Cali, pp. 3-8.<br />

LOZANO FUENTES, José Manuel, Historia de España,<br />

México, 1ra. Edición, Compañía Editorial Continental,<br />

S.A. De C.V., 1984, p. 419.<br />

MÂLE, Emile, El Barroco. El arte religioso del siglo<br />

XVII. Italia, Francia, España, Flandes, Madrid,<br />

Ediciones Encuentro, 1985, p. 478.<br />

NAVARRO, José Gabriel<br />

“Contribuciones a la historia del arte en el Ecuador”.<br />

En Boletín de la Academia Nacional de Historia,<br />

Quito, Tipografía y Encuadernación salesianas, 1925,<br />

177 p.<br />

...Artes plásticas ecuatorianas, S.l., segunda edición,<br />

s.e., 1985, p. 266.<br />

ROBERTS M., John, “Mundos diferentes”, en Historia<br />

Universal Ilustrada, Colombia, Círculo de Lectores, p.<br />

128.<br />

SEBASTIAN, <strong>San</strong>tiago, El Barroco iberoamericano.<br />

Mensaje iconográfico, Madrid, Ediciones Encuentro,<br />

S.A., Primera edición española, 1990.<br />

SALVAT Editores, S.A., Historia del Arte, Tomo 7,<br />

Barcelona, Salvat Editores, S.A., 1984, p. 299.<br />

VARGAS, José María, Fr., Historia de la Cultura<br />

<strong>Ecuatoriana</strong>, Primer Tomo, Guayaquil, Quito,<br />

Publicaciones Educativas Ariel, s.f., p. 188.<br />

...Liturgia y Arte Religioso Ecuatoriano, Quito, Editorial<br />

<strong>San</strong>to Domingo, 1964, p. 112.<br />

...El Arte Ecuatoriano, Biblioteca <strong>Ecuatoriana</strong> Mínima,<br />

La Colonia y la República, Puebla, Editorial J.M. Cajica<br />

Jr. S.A., 1960, p. 581.<br />

...Miguel de <strong>San</strong>tiago. Su vida, su obra, S.l., s.e.,<br />

1970, p. 135.<br />

VARIOS AUTORES, S.A., Historia del arte ecuatoriano,<br />

Tomo 2, Quito, Salvat Editores <strong>Ecuatoriana</strong> S.A.,<br />

1977, p. 240.<br />

ARTESONADO MUDÉJAR DEL CORO<br />

FLORES Y CAAMAÑO, Alfredo, Descripción inédita de<br />

la iglesia y Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>.<br />

GENTO SANZ, Benjamín, El Arte Colonial en la Iglesia<br />

de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito, Estudio inédito. Capítulo<br />

Nº 7.<br />

...Historia de la obra constructiva de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

1535-1942, Tomo Nº 1.<br />

MORENO, Agustín, P., Fray Jodoco Rique y Fray Pedro<br />

Gocial. Apóstoles y Maestros Franciscanos de Quito<br />

1535-1570, Quito, Editorial Abya-Yala, 1998, p. 418.


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 357<br />

Equipo de Trabajo en el proyecto de restauración de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong><br />

AGENCIA ESPAÑOLA DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLO<br />

Coordinadores de Proyecto:<br />

Arq. José Ramón Duralde (1983 - 1993)<br />

Arq. José Mercé Gandía (1993 - 2004)<br />

ESCUELA TALLER SAN ANDRÉS<br />

Coordinadores de Proyecto:<br />

Arq. Inés del Pino (1992 - 1996)<br />

Arq. José Gallegos Arias (1996 - 2004)<br />

Equipo técnico:<br />

Arq. Renato Aguirre, Arq. Guillermo Balarezo, Lic. Piedad Brito, Arq. Diana Dueñas, Arq. Evelyn Marroquí,<br />

Arq. <strong>San</strong>tiago Morales, Arq. Ruth Sánchez, Monitores y Alumnos Becarios de las Promociones:<br />

1992 - 1995, 1995 - 1997, 1997 - 2000, 2000 - 2003 y 2003 - 2006.<br />

INSTITUTO NACIONAL DE PATRIMONIO CULTURAL<br />

Coordinadores de Proyecto:<br />

Arq. Diego <strong>San</strong>tander (1983 - 1995)<br />

Sr. Juan Beltrán (1995 - 1996)<br />

Arq. Marco Silva (1996 - 2004)<br />

Equipo técnico:<br />

Acosta, Isabel<br />

Benavides, Manuel<br />

Campuzano, Irma<br />

Dueñas, Fernando<br />

Aguilar, Edwin<br />

Benítez, Julio<br />

Castro, Soledad<br />

Durán, Iván<br />

Aguilar, Efraín<br />

Bescansa, María Victoria<br />

Caza, Víctor<br />

Echeverría, Enrique<br />

Aguilar, José<br />

Bravo, Doris<br />

Cevallos, Elba<br />

Echeverría, Soraya<br />

Aguilar, Luis<br />

Brazero, Diego<br />

Cevallos, Melania<br />

Egas, Tania<br />

Aguirre, Ruth<br />

Burgos, Pedro<br />

Chacón, Patricio<br />

Enríquez, Carla<br />

Almachi, Néstor<br />

Cáceres, Rubén<br />

Chicaiza, Marcelo<br />

Erazo, César<br />

Alomoto, Fernando<br />

Cárdenas, Elizabeth<br />

Chillagana, Adolfo<br />

Erazo, Guillermo<br />

Amagua, Edison<br />

Cárdenas, Fausto<br />

Chillagana, Fernando<br />

Espinoza, Marco<br />

Amagua, <strong>Francisco</strong><br />

Cárdenas, Florencio<br />

Chinchero, Gerardo<br />

Espinoza, Sonia<br />

Andrade, Rina<br />

Cárdenas, Oswaldo<br />

Cóndor, José<br />

Estrella, Fernando<br />

Andrade, Roberto<br />

Cabezas, Fausto<br />

Coral, Marco<br />

Fernández, Marcelo<br />

Arcos, Leonardo<br />

Cabrera, Clara<br />

Córdova, Beatriz<br />

Fernández, Roberto<br />

Arias, Natasha<br />

Caiza, Marco<br />

Córdova, Pedro<br />

Fernández, Sonia<br />

Armendáriz, Juan Carlos<br />

Cajas, <strong>Francisco</strong><br />

Costales, Betty<br />

Fuentes, Hernán<br />

Astudillo, Norma<br />

Calderón, Gonzalo<br />

Cruz, Manuel<br />

Gómez, Alejandro<br />

Auquilla, Pedro<br />

Calvache, Jaime<br />

Cuaical, Pedro<br />

Gómez, Francisca<br />

Baca, Juan Carlos<br />

Calvache, Roberto<br />

Cuichán, Juan<br />

Gómez, Javier<br />

Báez, Rodrigo<br />

Calvopiña, Juan<br />

De Mora, Luis<br />

Gallegos, <strong>Francisco</strong><br />

Balarezo, Guillermo<br />

Campaña, Edmundo<br />

Defaz, <strong>Francisco</strong><br />

Gallegos, José<br />

Bejarano, Lilian<br />

Campaña, Marco<br />

Del Pino, Inés<br />

Garófalo, Inés<br />

Bejarano, Roberto<br />

Campos, Kléver<br />

Delgado, Raúl<br />

Gavilanes, Carlos<br />

Beltrán, Juan<br />

Campos, Napoleón<br />

Domínguez, Javier<br />

González, Dominique


358 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Gualpa, Manuel<br />

Mina, Luis<br />

Pineda, José<br />

<strong>San</strong>gucho, José<br />

Guamán, Angel<br />

Miranda, David<br />

Ponce, Blanca<br />

<strong>San</strong> José, Oscar<br />

Guamba, Carlos<br />

Molina, Ángel<br />

Pozo, Ramiro<br />

<strong>San</strong>tander, Diego<br />

Guanoluisa, <strong>Francisco</strong><br />

Molina, Luis<br />

Puente, Juan<br />

Sedano, Ubaldo<br />

Guanoluisa, José<br />

Molina, Terry<br />

Puentestar, Silvio<br />

Serrano, Gardenia<br />

Guarderas, Edgar<br />

Montalvo, Sonia<br />

Quimbita, Miguel<br />

Silva, Marco<br />

Guerrón, Fabián<br />

Montenegro, Vicente<br />

Quinchuela, Dimas<br />

Smith, Mónica<br />

Guerra, Patricio<br />

Mora, Patricia<br />

Racines, Jaime<br />

Struve, Rommy<br />

Guerrero, Adriana<br />

Morán, Nancy<br />

Ramos, Gerardo<br />

Soria, Víctor<br />

Guerrero, Mario<br />

Morales, <strong>Francisco</strong><br />

Recalde, Janeth<br />

Subía, Luis<br />

Guerrero, Patricia<br />

Morales, Luis<br />

Reinoso, Lorena<br />

Tamay, Roberto<br />

Haro, Jorge<br />

Morales, Rosa<br />

Revelo, Jhonson<br />

Tamay, Víctor<br />

Herrera, Fernando<br />

Morales, Ruth<br />

Riofrío, Mercedes<br />

Tapia, Oswaldo<br />

Jácome, Marcelo<br />

Moreno, Jorge<br />

Rivadeneira, Marcos<br />

Terán, Patricia<br />

Jácome, Wladimir<br />

Muñoz, Jorge<br />

Rivas, Diego<br />

Terán, Paulina<br />

Jaramillo, Hernán<br />

Murillo, Rocío<br />

Rojas Teresa<br />

Tinitana, Luis<br />

Jaramillo, Gonzalo<br />

Narváez, Ana<br />

Rojas, Ximena<br />

Tito, Segundo<br />

Jibaja, Jacqueline<br />

Narváez, Guillermo<br />

Romero, David<br />

Toalongo, Angel<br />

Jiménez, Giovanni<br />

Narváez, Luis<br />

Romero, Guillermo<br />

Toapanta, Enrique<br />

López, Fanny<br />

Narváez, Mario<br />

Romero, Luis<br />

Torres, Rosa<br />

López, Javier<br />

Narváez, Víctor<br />

Romero, Piedad<br />

Torres, Félix<br />

Lagla, José<br />

Navarrete, Zamira<br />

Romero, René<br />

Trujillo, Byron<br />

Lara, Armando<br />

Oña, Manuel<br />

Ron, Vinicio<br />

Ullaguari <strong>San</strong>tos<br />

Largo, Luis<br />

Oñate, Gustavo<br />

Rosero, Gina<br />

Vaca, Jackeline<br />

Lema, Ernesto<br />

Oquendo, Luis<br />

Rosero, Marco<br />

Valarezo, César<br />

Lema, Tito<br />

Ordóñez, Rocío<br />

Rosero, Mario<br />

Valarezo, Ermel<br />

Llumiquinga, José<br />

Ordóñez, Cecilia<br />

Ruales, Patricio<br />

Valencia, Gioconda<br />

Llumiquinga, Mario<br />

Ortega, Oscar<br />

Ruiz, Patricio<br />

Vallejo, Armando<br />

Lucero, Lenín<br />

Ortega, <strong>San</strong>dra<br />

Ruiz, Wilson<br />

Vargas, Ángel<br />

Luna, Benito<br />

Pacheco, Carlos<br />

Sánchez, Luis<br />

Vega, Héctor<br />

Maldonado, Eduardo<br />

Pacheco, Cristina<br />

Sánchez, Miguel<br />

Vega, Lucy<br />

Mallitaxi, Angel<br />

Palacios, Mariela<br />

Sánchez, Tamara<br />

Velasco, Guillermo<br />

Mallitaxi, Fredy<br />

Paredes, Marco<br />

Sánchez, Tommy<br />

Verdesoto, Estuardo<br />

Mallitaxi, Jorge<br />

Pareja, Ángela<br />

Sánchez, Trajano<br />

Vergara, Byron<br />

Manosalvas, Verónica<br />

Paucar, Luis<br />

<strong>San</strong>tamaría, Manolo<br />

Vicente, Carlos<br />

Mantilla, César<br />

Peralta, Antonio<br />

Salazar, John<br />

Villagómez, Galo<br />

Manzano, Patricio<br />

Peralta, Silvia<br />

Salazar, Patricio<br />

Villagómez, Hernán<br />

Medina, Galo<br />

Pérez, Antonio<br />

Salcedo, Ariel<br />

Vinueza, Blanca<br />

Medina, Paúl<br />

Pérez, Marcelo<br />

Salgado, Vinicio<br />

Yépez Ivonne<br />

Mena, Edison<br />

Picuasi, Carlos<br />

Saltos, Robert<br />

Yépez, Oscar<br />

Mena, Víctor<br />

Pilapanta, Benjamín<br />

<strong>San</strong>abria, Mauricio<br />

Zambonino, Victoria<br />

Mera, Luis<br />

Pilapanta, Jaime<br />

<strong>San</strong>doval, Jaime<br />

Zurita, Katty<br />

Mera, Wilber<br />

Pillajo, Luis<br />

<strong>San</strong>gucho, Alfredo<br />

Zurita, Virginia


UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 359<br />

CONVENTO E IGLESIA DE SAN FRANCISCO<br />

Restauración y Puesta en Valor<br />

FICHA TÉCNICA<br />

Auspiciantes:<br />

Por Ecuador:<br />

Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador (INPC).<br />

Por España:<br />

Programa de Preservación del Patrimonio Cultural de la Agencia Española de Cooperación Internacional<br />

para el Desarrollo (AECID).<br />

Inmueble y Obra:<br />

Convento de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de Quito.<br />

Aproximadamente 10.000 m² de intervención en obras de arquitectura. Más de 1.300 obras de arte<br />

restauradas de la colección de bienes muebles. 405 m² de pintura mural intervenidos. Investigación<br />

histórica. Investigación arqueológica. Montaje del “Museo de Arte Religioso Fray Pedro Gocial” en más<br />

de 1.000 m² de arquitectura restaurada, con la exposición de alrededor de 300 obras de Arte Colonial,<br />

distribuidas en once salas de exposición.<br />

Proyecto:<br />

Arq. Cervantes Martínez, Arq. José Ramón Duralde y Arq. José Mercé por parte española.<br />

Arq. Diego <strong>San</strong>tander y Arq. Marco Silva por parte ecuatoriana.<br />

Dirección de las obras:<br />

Arq. Diego <strong>San</strong>tander, Sr. Juan Beltrán y Arq. Marco Silva por el INPC.<br />

Arq. José Ramón Duralde por la Cooperación Española y Arq. José Mercé Gandía, por el Programa de<br />

Preservación del Patrimonio Cultural de la AECID.<br />

Ejecución de las obras:<br />

Obras ejecutadas por:<br />

Administración directa, en base a equipos multidisciplinarios formados en el Proyecto.<br />

Escuela Taller <strong>San</strong> Andrés, desde 1992 hasta el 2004.<br />

Estudio Histórico:<br />

Soledad Castro y Sonia Fernández<br />

Investigación Arqueológica:<br />

Paulina Terán<br />

Restauración en Bienes Muebles:<br />

Informe elaborado por:<br />

Guillermo Narváez y John Salazar, Edmundo Campaña


360 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO<br />

Intervención en el Artesonado Mudéjar:<br />

Informe elaborado por:<br />

Guillermo Narváez y Marcos Rivadeneira<br />

Museología. Catálogo de la exposición permanente del Museo:<br />

Magdalena Gallegos y Lucy Vega<br />

Museografía. Museo de Arte Religioso “Fray Pedro Gocial”:<br />

Fausto Gómez Aguirre<br />

Fechas de realización:<br />

Comienzo de las obras en 1983; entrega de la primera etapa del museo (4 salas) en mayo de 1993;<br />

conclusión de la segunda etapa (3 salas) en octubre de 1995; entrega e inauguración del “Museo de<br />

Arte Religioso Fray Pedro Gocial” con sus 11 salas en abril de 2002. Desde esta fecha hasta el primer<br />

semestre del 2004 se realiza el mantenimiento de los jardines del Convento.<br />

Inversión Total:<br />

Fondos españoles: Aprox.: 2’650.000 USD.<br />

Fondos ecuatorianos: Aprox.: 1’450.000 USD.

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