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Egipto: EL ESPLENDOR DE UNA CIVILIZACIÓN FASTUOSA

Los egipcios tenían una ubicación privilegiada en el Mediterráneo. Todo el misterio que envuelve a esta civilización se puede vivir en persona. En el Centro Cultural La Moneda –ubicado bajo el Palacio de La Moneda- se exhibirá hasta el 14 de agosto, en la sala Andes, la exposición: “Antiguo Egipto: Vida en el Nilo”.

Los egipcios tenían una ubicación privilegiada en el Mediterráneo. En pleno desierto, al noreste del continente africano, construyeron los cimientos de la sociedad más grande de la historia de la humanidad. Con más de 5.000 años de antigüedad, se asentaron en los valles fértiles del río Nilo. Rodeados de riquezas y jerarquías, desarrollaron un imperio que dejó un enorme legado hasta hoy.

Todo el misterio que envuelve a esta civilización se puede vivir en persona. En el Centro Cultural La Moneda –ubicado bajo el Palacio de La Moneda- se exhibirá hasta el 14 de agosto, en la sala Andes, la exposición: “Antiguo Egipto: Vida en el Nilo”.

El territorio habitable de Egipto, posee la forma de una estrecha faja, que atraviesa de norte a sur el río Nilo, el más largo de África, con 6.853 km de extensión. Geográficamente posee dos regiones, el Alto y Bajo Egipto. La primera se encuentra en el sur, desde Asuán hasta el Cairo y la  segunda, comprende desde el Cairo por el norte, hasta la desembocadura en el mar Mediterráneo.

Muchos se preguntarán: ¿Qué hizo tan codiciados esos áridos desiertos para los egipcios? La respuesta se remonta a 10.000 años atrás, cuando los humanos  comenzaron a vivir y alimentarse de las tierras cercanas al Nilo. Así la tierra prosperó, dándosele al hombre un refugio para vivir tranquilo y seguro, porque los desiertos cercanos al valle hacían prácticamente nula la posibilidad de invasores. Las condiciones del lugar y el desborde anual del río, permitía que las aldeas pudieran cosechar con abundancia.

La gran capacidad de organización, hizo que Egipto formará un Estado con carácter y dominante, hasta el año 3100 a.c. cuando el primer faraón, Narmer, unificó los dos territorios. Esto forjó la primera nación, gracias a las dos primeras dinastías, que abarcaron alrededor de 400 años, Egipto pudo salir de la oscuridad, según los historiadores.

El surgimiento del gran poderío

La civilización egipcia se dividió en tres etapas de esplendor: el Imperio Antiguo, Medio y Nuevo. El primero de estos fue desde el 2750 hasta el 2250 a.c. y  marcó la consolidación del sistema político, cultural y religioso, al ser el período donde se construyeron más monumentos Más monumentos. Por eso se denominó “La edad de las pirámides”.

La civilización se caracterizó por ser jerárquica. En la parte más alta siempre se encontraba el faraón. Él era quien dominaba Egipto y tenía el carácter de dios viviente en la tierra, por esto debía garantizar la justicia entre las personas, al ser el máximo juez y sumo sacerdote. Si el faraón no se preocupaba de las necesidades de su pueblo, se decía que su ingreso al más allá sería negado.

Bajo el poder del faraón, se encontraban los altos funcionarios, quienes tenían roles de gobernadores en la cuidad. Cuando los territorios fueron divididos en el Alto y el Bajo Egipto. El primero tuvo 22 nomos (provincias) y el segundo 20. Estos a su vez, eran dirigidos por los alcaldes y allí trabajaban agricultores y artesanos, quienes adornaban y construían las tumbas de las personas con más dinero. En el último lugar de la pirámide social egipcia se encontraban los esclavos, los cuales eran considerados como animales y podían ser comprados y vendidos.

Por otra parte, durante el Imperio Antiguo los egipcios vieron en la navegación la forma de expandir su economía. A través del Nilo, llegaron al oriente por el Mediterráneo. Los barcos comerciales llevaban consigo tejidos, trigo, sedas y papiros, entre otras cosas. Esto les permitió obtener ganancias, las que se reflejaban en tiempos de abundancia para todas las ciudades que orillaban el Nilo.

Durante el imperio Medio (2025 a 1785 a.c.), la capital se trasladó a Tebas. Los egipcios evolucionaron en sus ideas religiosas, y la relación entre la humanidad y la divinidad, fue cambiando. Los faraones eran vistos como seres mortales, pero de gran valentía y habilidades. Además, se creó la ciudad y sus territorios y sus horizontes económicos se expandieron.

Este despertar trajo grandes avances en la sociedad de aquellos tiempos. Se introdujo la escritura como un medio de comunicación y de control. Mediante los papiros (especie de papel elaborado por una planta acuática), los autores conocidos como escribas, trazaron las primeras palabras. Así fue como nacieron los primeros textos, ensayos, poemas. También aprendieron a medir peso, contar el tiempo, las estadísticas y diferentes métodos de cálculo, los cuales llegaron al mismo tiempo que las letras.

DSC_6065Foto gentileza Centro Cultural La Moneda

“Diálogo de un hombre fatigado de la vida con su alma”

Este es el nombre de un poema, con ribetes filosóficos, escrito hace cuatro mil años. El texto reflejaba una mutilación que sufrió un hombre en la guerra. A consecuencia de eso, él decidió quitarse la vida. El relato expresa su profundo:

“Este largo cansancio se hará mayor un día

y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir

arrastrando su peso por la rosada vía

por dónde van los hombres contentos de vivir”.

(Extracto de poema, “El Egipto de los faraones” de Juan Marín)

En eso tiempos, los egipcios gozaban de una vida plena en sociedad. El clima del país y la personalidad extrovertida que tenían, los hacían gozar en equilibrio espiritual.

“En las tumbas de los grandes señores se hacen siempre representar en escenas de caza o pesca, o bien en la intimidad de sus hogares junto a su esposa e hijos”.

(Fragmento “El amor en el antiguo Egipto”, publicado en, “El Egipto de los faraones” de Juan Marín).

El Imperio Nuevo (1570a 1070 a.c.), se caracterizó por un período de expansión. Conquistaron los territorios cercanos a la frontera del Este, para estar resguardados ante posibles invasiones. El ejército luchó contra los hititas por el control de lo que hoy en día es Siria y de ese modo, lograron un mayor alcance territorial.

La arquitectura que apuntaba al cielo

La belleza única de las grandes construcciones egipcias tenía detrás el esfuerzo humano de cientos de hombres, que trabajan incansablemente para hacer a la perfección cada una de las imponentes y fastuosas edificaciones.

Las grandes pirámides eran las tumbas de los propios faraones, por esto cuando uno de ellos asumía el imperio, de forma paralela se trabajaba en la que sería su última morada.

La tarea era gigante, cada aldea debía ayudar en la construcción con un grupo de obreros. Estos se dividían en cuadrillas de 18 o 20 hombres, quienes recibían ropa y herramientas desde los almacenes del reino.

Un ejemplo es la pirámide de Khufu en Gizeh, que tardó 23 años en ser construida. Posee más de dos mil millones de bloques de piedras, que en su mayoría pesaban dos toneladas y media, los que eran llevados por una especie de trineo de madera; con la ayuda de cuerdas tiraban las piedras por el desierto. Para facilitar la tarea esparcían agua en la arena, así el desplazamiento era más rápido.

“El granito era tan duro que apenas hacían mella los cinceles y sierras de cobre que usaban los egipcios. Tuvieron que usar martillos de dolerita (granito), para abrir brechas en  las paredes de las canteras; los obreros metían cuñas de madera en las hendiduras con agua, para que se dilatará la madera”

(“Egipto Antiguo”, de Ediciones Culturales Internacionales).

Según cuenta la historia, un erudito de la época llamado Imhotep, llamado también “el Primer Arquitecto de todos los tiempos”, diseño la pirámide escalonada más antigua que se conoce: “Saqqara”, durante la dinastía III. Además, poseía estudios de medicina y astronomía y llegó a ser sacerdote del faraón Necherjet Dyeser. Para los escribas del Imperio Medio, era un referente de sabiduría por el vasto conocimiento que poseía.

Foto Egipto

Estatuilla de Imhotep, Patrono de los Escribas.

Foto gentileza de: Ägyptisches Museum und Papyrussammlung, Staatliche Museen zu Berlin / Margarete Büsing

La otra vida de los egipcios

La religión egipcia se basaba en la creencia de la vida después de la muerte.  La nueva vida era una réplica de la vida terrenal, y por lo tanto el difunto necesitaba contar también con alimentos, bienes, vestidos y su propio cuerpo. De allí que los egipcios desarrollaran la técnica de la momificación y depositaran ofrendas y tesoros en el interior de las tumbas.

Consideraban que las personas tenían dos partes: el cuerpo y el alma, y al morir esta última seguía existiendo y era juzgada por el tribunal de los dioses, donde debía dar cuenta de sus actos en el mundo terrenal. De esa forma, lograba ganarse la benevolencia de Osiris, el dios y juez del inframundo.

La preparación de los egipcios para viajar al más allá era compleja. En los primeros tiempos, los muertos eran sepultados en posición fetal, en las zonas más áridas del desierto (antes del 3100 a.c.), esto favorecía la momificación de los cuerpos y la conservación de los mismos.

Para los faraones el ritual era distinto. En el Imperio Antiguo, se construían templos y grandes mastabas (estructuras cuadradas con una cámara funeraria subterránea) al lado de las pirámides. Estas, además, se equipaban con objetos personales del faraón como sus muebles, cerámicas, joyas, instrumentos musicales, herramientas, vasijas, entre otros. Así, tendrían una vida sin preocupación en el más allá.

DSC_6070 Foto gentileza Centro Cultural La Moneda

Dentro de los interesantes legados que dejaron los antiguos egipcios, se encuentra el impecable proceso de embalsamamiento. Cada detalle era cuidado: el cadáver era lavado y le extraían todos sus órganos y por 40 días, el cuerpo era cubierto con polvo de Natrón (sal divina) para desecarlo completamente. Luego, el cuerpo era envuelto en lino y entre cada capa se le añadían amuletos de protección.

Toda la riqueza y el misterio que envuelve a esta civilización se puede vivir en persona. En el Centro Cultural La Moneda –ubicado bajo el Palacio de La Moneda- se exhibirá hasta el 14 de agosto, en la sala Andes, la exposición: “Antiguo Egipto: Vida en el Nilo”.

Casi 400 piezas componen una muestra fascinante de joyas, cerámicas, papiros, piedras talladas que tuvieron un rol fundamental en el Antiguo Egipto. Todas ellas están en el corazón de Santiago, traídas directamente del Staatliche Museen zu  Berlin.

La entrada es gratuita de 9:00 a 12:00 horas, de lunes a domingo. El catálogo de la exposición se encuentra disponible para todo público, en la página del Centro Cultural.

Para mayor información de la muestra: http://www.ccplm.cl/sitio/pronto-antiguo-egipto-vida-en-el-nilo/

Para acceder al catálogo completo de la exhibición “Antiguo Egipto: Vida en el Nilo”: http://www.ccplm.cl/sitio/catalogo-antiguo-egipto-vida-en-el-nilo/

Los siguientes libros los puedes encontrar en la biblioteca Mineduc:

“El Egipto de los Faraones”, Juan Marín.

“Egipto Antiguo”, Ediciones Culturales Internacionales.

Catálogo “Antiguo Egipto: Vida en el Nilo”.

 

 

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