Los "alienígenas" que están entre nosotros, a la vista de todos gracias al microscopio electrónico

Una exposición divulgativa en la Universidad de Oviedo muestra los magníficos seres que el ojo no ve, gracias a las fotos hechas con la técnica del microscopio electrónico de barrido

Un pulgón. Los pulgones defecan gran cantidad de una especie de melaza que atrae a las hormigas, por eso estas suelen proteger y transportar a los pulgones. En esa alianza radica su éxito  como plaga.

Un pulgón. Los pulgones defecan gran cantidad de una especie de melaza que atrae a las hormigas, por eso estas suelen proteger y transportar a los pulgones. En esa alianza radica su éxito como plaga. / A. Rubiera

A. Rubiera

A. Rubiera

Hay una galaxia muy cercana que vista en detalle da miedo. Llena de alienígenas y seres monstruosos con propiedades y habilidades que para sí quisieran los superhéroes. Pero esos extraterrestres "poco o nada tienen que ver con los que nos muestran los ufólogos, siempre empeñados en hacernos una colonoscopía nada más vernos", cuenta el biólogo Jorge Montoro. Una colonia de criaturas de escala tan pequeña "que pasamos junto a ellos sin apenas apreciarlas pero que como nosotros, viven, se reproducen y mueren en nuestro planeta", añade Montoro, quien a su profesión de biólogo une la de editor especializado en divulgación.

Montoro y el físico Victor Vega, técnico microscopista de la Universidad de Oviedo, son los artífices de una exposición instalada hasta el día 19 de noviembre en el claustro universitario coincidiendo con la semana internacional dedicada a la Ciencia que ha llenado de actividades alusivas todas las instituciones académicas del mundo.

A través de 21 fotos hechas con la técnica MEB (microscopio electrónico de barrido) y, posteriormente coloreadas a través de programas informáticos de diseño, los dos especialistas le están mostrando esa "monstruosa galaxia" al gran público, acompañando cada imagen de un texto explicativo en el que se cuentan cosas tan variadas como la forma en que se descubrió el Velcro –inspirado en la forma que tienen algunas semillas de diseminarse– o cómo existen hormigas "pastoras" de pulgones.

Pero todo eso para conocerlo primero hay que verlo. Y bien que se ve en el claustro gracias al MEB. "El MEB o en sus siglas en inglés SEM (Scanning Electron Microscope), es aquel que utiliza un haz de electrones en lugar de un haz de luz, las lentes son sustituidas por electroimanes y las muestras se hacen conductoras metalizando su superficie para formar una imagen. Tiene la ventaja de su gran profundidad de campo, la cual permite que se enfoque a la vez una gran parte de la muestra", explica Montoro. "El pequeño inconveniente que tienen estas imágenes logradas es que solo se muestran en blanco y negro y, aquí es en donde entran a trabajar los programas de edición de imagen como PhotoShop y otros con los que se colorea de forma artificial la imagen, capa a capa, hasta conseguir las que acompañan a esta exposición del claustro", reseña el biólogo.

El MEB, que en este caso solo se ha usado con un afán divulgativo, resulta de gran transcendencia cuando se usa con interés científico ya que "los microscopios ópticos pueden tener desde 4 aumentos hasta unos 1.000 aumentos, mientras que estos pueden ir desde los 10 aumentos hasta los más de 3.000.000, y con una profundidad de campo que va desde 0.4 micras hasta los 4 mm", relata Montoro.

Si una planta inspiró el Velcro, y otras muchas son ejemplo de las formas más aerodinámicas que el mejor ingeniero pudiera crear, al final con tanto detalle también se ve que en la naturaleza están las respuestas a casi todo.

"Así es. Tanto que hasta existe una ciencia, la biomímesis que consiste en imitar a la naturaleza en busca de soluciones a problemas cotidianos. Han surgido así fibras más resistentes que el acero, copiando la seda que emiten las arañas, materiales que repelen el polvo y el agua, copiando la superficie de las hojas de ciertas plantas, o los colectores solares en forma de ala de mariposa, que imitan las escamas de sus alas para construir pequeñas células solares acopladas, aumentando así el rendimiento del conjunto. Y en arquitectura son muchas las obras que tratan de imitar a la naturaleza para obtener rigidez y resistencia sin aumentar el peso, al igual que los huesos de las aves, o como el edificio BIQ (siglas de Bio Intelligent Quotient) de Hamburgo, con una fachada constituida en parte por algas fotosintéticas capaces de controlar la luz que entra en el edificio, generar biogás para producir energía y conservar mejor el calor, lo que lo convierte en una auténtica construcción bioreactiva", relata Jorge Montoro.

Solo hay que mirar alrededor. A esa galaxia cercana, para inspirarse.

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