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El islamismo se suele asociar con un reconocible símbolo, formado por una media luna o luna creciente y una estrella que se sitúa a su lado. Aunque la luna es un icono que aparece en la mayoría de las cúpulas de las mezquitas, así como en minaretes y tumbas, su origen no está relacionado de manera directa con la religión de Mahoma.
En los inicios del islam, este símbolo no existía. No se menciona en el Corán, su libro sagrado, ni en la Sunna, que es el conjunto de preceptos que se atribuyen a Mahoma y a los primeros cuatro califas ortodoxos. Según explica el portal Mundo Islam, en la época del citado profeta se utilizaban banderas del mismo tono como manera de identificación. Eran de color blanco, negro o verde, pero en ellas no se plasmaba ningún dibujo o icono.
El origen de la luna se asocia a Osmán I, fundador del Imperio otomano. Según una leyenda, él vio una luna creciente en un sueño en 1299. Lo interpretó como un buen augurio y lo convirtió en el símbolo de su dinastía. En aquel momento, tenía un pequeño principado en la zona de Asia Menor. Fueron sus descendientes quienes lograron expandir su territorio hasta crear un gran imperio, que en su momento de máximo esplendor se extendía por tres continentes: Europa, África y Asia.
Cuando las tropas otomanas conquistaron Constantinopla en el año 1453, establecieron el símbolo de la luna creciente y la estrella. Con el paso del tiempo y la influencia del mencionado imperio, este símbolo se acabó asociando a la cultura del islam. Cabe destacar que la luna creciente y la estrella aparecen representadas en las banderas de varios países, como Turquía, Argelia, Pakistán, Túnez, Libia, Azerbaiyán, Malasia y Mauritania. Además, también es el icono de algunos movimientos políticos.