Este fin de semana, tras la puesta de Sol, podemos observar una bonita conjunción de Venus con la Luna creciente. El día 26, nuestro satélite estará en conjunción con Marte. Y según avanza la primavera, las brillantes constelaciones del invierno, como Orión y el Can Mayor, van despidiéndose según se ven invadidas por el resplandor solar.
Venus superbrillante
Tras el novilunio del 20 de abril, nuestro satélite nos muestra este fin de semana su fino filo creciente que se destaca brillante sobre los colores fastuosos del crepúsculo. En esta época del año, la línea de la eclíptica forma un gran ángulo con el horizonte. Así que, si estamos cerca del mar, el perfil lunar puede evocarnos el de un sencillo barco que navega por los cielos antes de acostarse por el oeste.
El domingo 23, Selene vendrá a situarse a menos de dos grados de distancia del planeta Venus que, con su intenso brillo, sigue dominando el inicio de la noche por el oeste. Y es que ahora está situado a tan solo unos 165 millones de kilómetros de distancia, es decir, poco más lejos que el Sol. Este planeta puede considerarse como un hermano gemelo de la Tierra, pues su tamaño y masa son muy similares.
Marte discreto
En esta segunda quincena de abril, Marte sigue siendo observable durante la segunda parte de la noche por el sudoeste. Recordemos que el planeta rojo estuvo situado alineado con el Sol y la Tierra, en el mejor momento para su observación, el pasado 8 de diciembre de 2022: es lo que denomina 'oposición'. Marte está 1,5 veces más lejano del Sol que la Tierra y tarda 1,88 veces más en recorrer su órbita. Ello hace que las oposiciones del planeta rojo sucedan cada 2,13 años. La siguiente sucederá el 16 de enero de 2025. Ahora, Marte está a 250 millones de kilómetros de la Tierra y brilla muy discretamente, con una intensidad 100 veces inferior a la de Venus.
Un buen momento para observar el planeta rojo será los días 25 y 26 de abril, cuando estará en conjunción con la Luna ya muy iluminada, pues la fase de cuarto creciente tiene lugar el día 27. La conjunción tendrá lugar en Géminis, con Marte situado bajo las estrellas más brillantes de la constelación: Cástor y Pólux.
Magia de las constelaciones
Las estrellas punteras de Géminis nos evocan a los jóvenes hijos de Zeus, símbolos del amor fraternal. Estos arquetípicos gemelos eran muy parecidos entre sí, pero tenían una diferencia importante: Pólux era inmortal, pero no Cástor. Cuando se vieron envueltos en una pelea que acabó con la vida de Cástor, Pólux se sintió tan desconsolado que pidió a Zeus que o bien devolviese la vida a su hermano o que le privase a sí mismo de su inmortalidad. Zeus tomó una decisión intermedia que consideraba ambas opciones: dispuso que ambos volvieran a estar juntos, pero alternando entre estancias como dioses en el Olimpo y como mortales fallecidos en el Hades. Finalmente, el padre premió este amor fraternal convirtiendo a los hermanos en las brillantes estrellas Alfa y Beta Geminorum.
Según avanza la primavera, las brillantes constelaciones del invierno, como Orión (con Rigel y Betelgeuse) y el Can Mayor (con Sirio), van desapareciendo engullidas por el resplandor solar. Es el momento de ir despidiéndose de estas, mientras ya empiezan a asomar las grandes constelaciones del verano. Las estaciones siguen avanzando siguiendo el ritmo marcado por el gran reloj cósmico de la bóveda celeste.
Rafael Bachiller es director del Observatorio Astronómico Nacional (Instituto Geográfico Nacional) y académico de la Real Academia de Doctores de España.
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