Apogeo y caída de la República de Venecia

Republica de Venecia

Del dominio romano a estado independiente

Venecia se fundó en los últimos latigazos del Imperio romano de occidente, en el año 421. Los bárbaros estaban atacando la parte norte de la península itálica y sus habitantes decidieron refugiarse en las marismas del río Po dando origen a esta increíble ciudad. Esta insólita situación geográfica dio a la nueva ciudad una gran independencia de sus vecinos y una protección natural única.

Tras la caída de Roma, parte de la península itálica, Venecia, pasó al imperio bizantino bajo el control de Rávena. En el siglo VIII se nombró al primer Dux de la historia (figura esencial para comprender la política de Venecia), aunque aún dependerá de Bizancio, incluso después de la conquista lombarda de la zona de Rávena.

Gracias a la decadencia política de los lombardos y bizantinos, Venecia consiguió crear una pequeña red de comercio con el recién creado reino de los francos o Imperio carolingio y con los eslavos del sur. Gracias a esto y a la falta de poder de Constantinopla, el Dux veneciano fue adquiriendo independencia. Desde ese momento la Venecia independiente pondrá sus ojos en el mar Adriático, que se convertirá en su zona privada.

El Adriático como su mar personal

Durante el siglo X desarrolló una poderosa red comercial con Oriente y comenzó su expansión creando bases comerciales en el mar Adriático, expulsando de allí a árabes y dálmatas. En pocos años, gracias a su poderosa flota naval, única en el Mediterráneo de la Alta Edad Media, controló el comercio por todas las islas orientales de este mar y el norte de África.

Su expansión, en un principio, fue solamente comercial, no política. Algo que despertó cierta simpatía en las gentes del lugar hacia los venecianos que ponían sus bases comerciales por todas las aguas del Mare Nostrum. Su poder fue tal que una bula papal del siglo XI reconoce la soberanía veneciana sobre la costa oriental del Adriático (lo que hoy es Eslovenia, Croacia y Montenegro).

Para comprender este rápido aumento comercial hay entender su privilegiada situación geográfica, en medio del Mediterráneo. Dicha ubicación les permitió convertirse en la puerta comercial entre el este y oeste del mar Mediterráneo y al norte del Adriático, donde se jalonaban varias de sus plazas fuertes por todo Dalmacia.

Otro de los puntos clave de su comercio fue su tolerancia religiosa. Permitió asentarse a los judíos en sus dominios sin prohibición en industria o comercios, creando así una base importante con las redes de judíos instaladas en toda Europa. Además, tenían una relación cordial con todos los países musulmanes del área mediterránea sabedores de su potencial comercial y las reticencias de otros países cristianos del entorno.

Fue a partir del siglo XII cuando Venecia se posicionó como una gran potencia naval, comercial y militar del Mediterráneo, teniendo a Constantinopla como su gran “amigo” gracias a los privilegios que allí tenía. Esta ciudad era el gran centro comercial del momento, de modo que contaban con un trato preferente en todo el comercio de la zona. Gracias a esto y a su amistad con reinos musulmanes, la República de Venecia se convirtió en la gran intermediaria del comercio, con los beneficios que ello conllevaba.  

El siglo XIII será cuando Venecia realice su mayor expansión. La debilidad de Bizancio permitió a Venecia anexionarse Creta y Eubea, además de crear muchas otras bases por el Egeo. Llegó incluso a tener bases comerciales en Crimea, de modo que pudo comerciar con el Rus de Kiev y tuvo acceso a productos de la Ruta de la Seda, algo único en las potencias europeas.

Pero esto no terminaba allí. Dominado ya el oriente del Mediterráneo y tras vencer militarmente a su principal adversario comercial, Génova, su poder se extendió mucho más. Se crean las letras de cambio dando lugar a los primeros bancos y se negocia con toda Europa, incluso con la lejana liga hanseática. Venecia se convirtió en una de las urbes más ricas y pobladas de Europa.

Durante el siglo XIII un hito cambió el comercio veneciano. La expedición de Marco Polo abrió una nueva ruta con lejanos países, algo casi exclusivo de la ciudad de Venecia.

En el siglo XIV la ciudad tenía 200.000 habitantes, 20.000 trabajaban en la industria de la lana y de la seda, 17.000 en los astilleros marítimos. La flota era de 3.000 barcos mercantes y 300 de guerra. Venecia acuñaba anualmente dos millones de ducados de oro y de plata. Las grandes familias venecianas eran: los Morosini, los Córner, los Dándolo y los Contarini. Su poder estaba en todo el mundo, donde tenían despachos y sedes.

Asegurado ya el mar, y ante el poderío que estaba acumulando Milán, decidió expandirse por tierra, consiguiendo adquirir ciudades como Padua, Verona o Bérgamo. Pero como se suele decir “a todo cerdo le llega su San Martín”. En 1453, Constantinopla fue conquistada por los otomanos, Portugal se expandió por todo el mundo y Castilla junto a Aragón descubrirían América, abriendo un mercado comercial nunca visto. Por si esto no fuera poco, su expansión por la península ibérica se frenó por la Liga de Cambrai (Francia, el Papado y Aragón). La espléndida Venecia mantendrá sus dominios, pero su poder empezó a decaer.

Los otomanos marcan el principio del fin

El Imperio otomano se asomaba a Europa y en medio de sus planes se encontraban las posesiones venecianas, tanto marítimas como terrestres. Desde finales del siglo XV hasta mediados del XVI Venecia sufrió los ataques de esta nueva potencia, lo que supuso la pérdida de muchos territorios y poder comercial. El momento álgido de esta confrontación se dio tras la conquista de Chipre por los turcos y la posterior batalla de Lepanto en 1571, donde se frenaría la expansión marítima de los otomanos.

Batalla entre Venecia y el Imperio Otomano
Batalla de las flotas venecianas y holandesas contra los turcos en la bahía de Focea (1649)

Hasta el siglo XVIII las disputas continuas entre Venecia y los otomanos marcarán su descenso a los infiernos. Involucrada en varias guerras contra ellos, daba igual el resultado de la misma o los territorios que recuperara. Si los vencedores eran Venecia y sus aliados, serían estos quienes se beneficiarían del comercio marítimo. Si por el contrario vencían los otomanos, la República seguía perdiendo más y más poder.

Esta incontrolable situación en el Mediterráneo se complementa con el surgimiento de las nuevas potencias comerciales: Portugal controlaba las especias orientales (antiguo monopolio veneciano), España se hacía más rica y más grande, Inglaterra empezaba a formar su imperio que dominaría el mundo y Holanda se despertaba como un gran potencial en el comercio. Venecia nada tenía que hacer con estos nuevos competidores.

El fin de la república comercial

Una aristocracia anclada en el pasado sin visión de futuro y sin poder comercial real. El siglo XVIII intentó dar una solución a todos los problemas financieros de Venecia (prostitución legalizada, juegos de azar, teatro, etc.). Nada dio resultado y en este decadente ambiente llegó Napoleón para fagocitar los restos de uno de los estados más poderosos de Europa. Su caída enclavó al Véneto dentro del Imperio austriaco hasta que, en 1866, dentro del proceso de unificación italiana, se incorpora al recién creado Reino de Italia y su historia como república independiente acaba.

Webgrafía

https://www.cronicasdeunmundofeliz.com/2016/10/el-asombroso-gobierno-de-la-republica.html

Ricardo Romaniega García

Graduado en Historia y Patrimonio por la Universidad de Burgos y el Máster en Estudios Avanzados e Investigación en Historia por la Universidad de Salamanca.

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Sobre el autor

Pedro Sánchez Prieto

Pedro Antonio Sánchez Prieto. Graduado en Historia y Máster en Investigación y Estudios Avanzados en Historia por la USAL.