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      Los nombres de la Luna: cómo fue representada y cuál es su significado astrológico

      Cómo distintas deidades en la historia mostraron la influencia femenina en toda su amplitud y su conexión con la astrología.

      Los nombres de la Luna: cómo fue representada y cuál es su significado astrológicoLos nombres de la Luna: cómo esta luminaria fue representada y cuál es su significado astrológico (Foto: ilustración Shuttertock)
      Redacción Clarín

      Dentro de la cosmovisión de muchísimas culturas, la Luna ha estado en el centro de los relatos. Como deidad, arquetipo o luminaria, según lo considere cada civilización, siempre ha tenido un protagonismo innegable. La astrología también ha dado mucha importancia a lo que nombra dentro del lenguaje simbólico, incluyendo los calendarios lunares o las noches de plenilunio entre los eventos mensuales.

      La humanidad encontró en el firmamento una representación de los dos grandes principios que rigen la vida: el Sol, con una fuerza activa e impulsora asociada a lo “masculino”, lo identitario y al logro individual, y la Luna, a veces minimizada a “lo receptivo” o sólo como una contraparte del astro rey.

      Sin embargo, diversas culturas no redujeron esa energía lunar a la capacidad de dar vida o cobijar y elaboraron personificaciones más complejas, portadoras de una enorme fortaleza e incluso en oposición a los relatos compasivos o sumisos.

      “Los antiguos consideraban a los astros deidades y ritualizaban en su honor. Conocían sus fases, vivían a través de sus ritmos. En la actualidad, esto sigue sucediendo, nos sigue maravillando la conexión con la Luna y cada vez estamos más conscientes de que la ciclicidad lunar nos habita”, explica a Clarín la astróloga, autora y directora de la academia Multiespacio Escuela, Julieta Suárez Valente.

      Imagen de la diosa Ishtar, que representó la energía lunar en Mesopotamia. (Foto: ilustración Shuttertock)Imagen de la diosa Ishtar, que representó la energía lunar en Mesopotamia. (Foto: ilustración Shuttertock)

      Astarté, Artemisa, Coyolxauhqui e Ishtar: muchos nombres para una misma energía

      Una de las primeras representaciones de esos principios de fuerza femenino fue la deidad fenicia Astarté, cuya predecesora fue Ishtar, la diosa mesopotámica de la fertilidad e hija de los dos dioses de la Luna Sin y Nannar. Con Ishtar ya es posible ver la estrecha conexión entre las temáticas lunares y la fertilidad, la reproducción y las diosas madres.

      Por otro lado, el Antiguo Egipto, con su mirada politeísta, pasó por diferentes períodos en los que el culto lunar fue más o menos preponderante frente a la doctrina solar, que ubicaba al dios Ra en el centro de diversas ceremonias. Su primera contraparte, la deidad Iah, simbolizaba a la Luna y también contaba con un número de dioses asociados a su reino: la noche, la intuición y el control del cauce del Nilo.

      El culto a Iah cobró mayor importancia en el Imperio Medio. Se añadía a los nombres de los faraones, personificaciones de la divinidad en la tierra. Junto a otros dioses como Osiris o Bastet, Iah guiaba la entrada de los monarcas fallecidos al inframundo. Si bien era un dios con cuerpo de hombre, Bastet, su guardiana, era una mujer comúnmente presentada con cabeza de gato y se encargaba de velar por la seguridad de las embarazadas y del ámbito doméstico.

      Imagen de Iah, el dios de la Luna en el Antiguo Egipto. Su culto luego fue reemplazado por Khonshu. (Foto: ilustración Shuttertock)Imagen de Iah, el dios de la Luna en el Antiguo Egipto. Su culto luego fue reemplazado por Khonshu. (Foto: ilustración Shuttertock)

      En el período tardío egipcio, el otro nombre que adoptó la Luna fue Khonshu, adorado como una deidad menor poco antes de la conquista grecorromana. Se representaba con cabeza de halcón y arriba de ésta se posaba el disco lunar.

      Los griegos, por su parte, adoraron como primera figura de la Luna a la titán Selene, hermana de Helios, dios del sol. Se creía que ambos surcaban el cielo en la noche y el día respectivamente. En los siglos posteriores, la dupla fue sustituida por Artemisa, la diosa de la caza, la luna y la castidad; y Apolo en representación del astro rey.

      Artemisia y su contraparte romana, Diana, acabaron por convertirse en las deidades de la Luna. Simbolizaban ímpetu, energía y valentía.(Foto: ilustración Shuttertock)Artemisia y su contraparte romana, Diana, acabaron por convertirse en las deidades de la Luna. Simbolizaban ímpetu, energía y valentía.(Foto: ilustración Shuttertock)

      Los romanos encontraron como equivalente de Artemisa a la diosa Diana. Y, en este sentido, Suárez Valente analiza cómo se ha recuperado esa noción de las deidades lunares con una mirada más integral, resignificando todos sus aspectos: “El principio lunar como dador de vida es cierto, está en diversas cosmovisiones, pero el arquetipo no es uno solo, sino que integra diversos aspectos de la Diosa, por ejemplo, Artemisia es una diosa lunar pero su energía es intrépida y cazadora”.

      En esto, la astróloga hace énfasis si buscamos comprender la magnitud de las energías lunares y su representación: “Lo lunar no es necesariamente sumiso, suave y armonioso, también puede ser devorador. Simbólicamente, hay un momento para salir del útero, si nos quedamos allí sin salir, habremos de morir atrapados”.

      Algo de ese principio violento y “devorador” también puede verse en la mitología azteca con la leyenda de la diosa Coyolxauhqui, hija que intenta matar a su madre, Coatlicue, cuando sabe que ella dará a luz Huitzilopochtli, la representación del sol. El guerrero recién nacido la vence y envía su cabeza al firmamento, que es como los mexicas explicaban la aparición de la Luna llena en el cielo.

      Imagen de Coyolxauhqui, la diosa lunar de los aztecas, que lideraba a sus hermanas, cientos de estrellas. (Foto: ilustración Shuttertock)Imagen de Coyolxauhqui, la diosa lunar de los aztecas, que lideraba a sus hermanas, cientos de estrellas. (Foto: ilustración Shuttertock)

      Para la cultura guaraní, la energía femenina estaba representada por Arasy, compañera de Tupã y cocreadora de los mares, la vegetación y todos los seres vivos. Se decía que moraba en la Luna y era llamada la "Reina del cielo".

      Significado astrológico de la Luna

      Para la astrología actual y sus referentes, la energía lunar no es sólo "receptiva", su simbolismo despliega gran complejidad sobre el autocuidado, la ciclicidad y los vínculos.(Foto: ilustración Shuttertock)Para la astrología actual y sus referentes, la energía lunar no es sólo "receptiva", su simbolismo despliega gran complejidad sobre el autocuidado, la ciclicidad y los vínculos.(Foto: ilustración Shuttertock)

      Para la astrología, la Luna simboliza nuestro mundo emocional y la relación que tenemos con nuestra madre o figura cuidador/a; pero el arquetipo tiene mucha más riqueza.

      “La energía lunar también nos propone reconectar con el autocuidado y la nutrición, en todos sus sentidos. Replantearnos si nuestros vínculos y entornos son nutricios, comprender que para que una semilla pueda brotar necesita tierra fértil”, explica Suárez Valente.

      Desde hace unos años todo un movimiento de astrólogas ha cuestionado los viejos canones y las miradas deterministas o limitantes que solían asociarse con esta disciplina. Hoy, las formas de abordar, explicar y divulgar lo binario y la reivindicación de lo femenino han otorgado amplitud al simbolismo astrológico, incluyendo a la representación de la Luna.

      “Las energías lunares en exceso, como todo, pueden ser absorbentes, devoradoras y nos pueden esclavizar en el miedo y en los patrones familiares de repetición”, advierte Suárez Valente.

      Una estatua de Diana, diosa romana de la caza y la Luna, una energía poderosa que puede crear o destruir. (Foto: ilustración Shuttertock)Una estatua de Diana, diosa romana de la caza y la Luna, una energía poderosa que puede crear o destruir. (Foto: ilustración Shuttertock)

      ¿Significa que es ese principio integral de la Luna es sólo "oscuro"? En absoluto, aclara la especialista. “En muchos textos astrológicos —considera la astróloga—, la Luna es considerada como un mecanismo a trascender, pero es mucho más que eso. Nuestra vulnerabilidad, emocionalidad y capacidad de sentir no es nada que debamos trascender, al contrario, la propuesta es integrar”.

      Una oportunidad para notar la magnitud de la energía lunar vendrá con el cambio de eje nodal, que ocurrirá la próxima semana. Así, pasaremos del eje Tauro – Escorpio al de Aries – Libra.

      La autora explica que este cambio tendrá impacto en el mundo vincular (Libra) y en la gestión de inicios y el uso de nuestra energía vital (Aries). "El nodo norte o cabeza de dragón, en Aries, nos propondrá revisar qué nos moviliza, cuál es nuestro deseo y motivación. El nodo sur en Libra pondrá en evidencia muchas temáticas de cierto apego o miedo a ese 'qué dirán' o cierta tendencia a elegir aquello que los demás aprueban o esperan de nosotros”.