Apolo, el arquero divino

Apolo es hijo de Zeus y Leto y es hermano gemelo de la diosa Ártemis. Es dios de la música y de la poesía, por lo que pasaba mucho tiempo en el monte Parnaso con las Musas. También es dios de la adivinación y sus oráculos se manifestaban en verso. Es un dios pastoral, íntimamente ligado a la naturaleza, pero también es un guerrero, capaz, como su hermana, de causar una muerte rápida y dulce con sus flechas; puede azotar a los pueblos con pestes, pero también posee la capacidad de curar. Representa la belleza y todo lo relacionado con ella como la perfección, la armonía, la luz, en este sentido, se le identifica con el Sol pero no hay que confundirlo con Helios, quien personifica al astro rey.

Se le representa como un dios muy hermoso de cabello rizado. Entre los animales consagrados a Apolo está el cisne, el lobo, el corzo o la cierva, el milano, el buitre, el cuervo y el delfín; su planta era el laurel, que conmemoraba su amor por la ninfa Dafne, se le solía representar con una corona de laurel y se dice que la Pitia, su sacerdotisa en el oráculo de Delfos, mascaba una hoja de laurel mientras estaba en trance.

Sobre su nacimiento se cuenta que Hera se enteró de la infidelidad de Zeus con Leto y persiguió a la joven, que estaba a punto de parir, por toda la Tierra; nadie quería darle refugio por temor a la reina de los dioses y sólo pudo descansar hasta que llegó a Ortigia, una isla abandonada y estéril. Según algunas versiones, Asteria fue la única que se atrevió a acogerla.

Sin embargo, Leto aún pasó por mucho dolor, pues, aunque ya había llegado el momento de dar a luz a sus hijos, Hera no permitió que su hija Ilitia, diosa de los partos, acudiera a darle alivio. Pasaron nueve días y nueve noches, todas las diosas habían acudido al lado de la joven pero no podían hacer nada, así que enviaron a Iris, mensajera de los dioses, a suplicar a Hera que permitiera a Ilitia presidir el parto. Finalmente la diosa cedió. Primero nació Ártemis y, de inmediato, ayudó a su madre a parir a Apolo, quien, en agradecimiento, bautizó a la isla como Delos (la brillante) y la puso en el centro del mundo griego.

Se dice que al nacer el dios, unos cisnes sagrados volaron siete veces alrededor de la isla y Zeus le envió regalos: una mitra de oro, una lira y un carro tirado por cisnes, y le ordenó ir a Delfos. Sin embargo, antes de cumplir con esta orden, Apolo fue a la tierra de los Hiperbóreos y se quedó ahí un año.

En Delfos había una enorme serpiente, Pitón, también llamada Delfine, que era guardiana del antiguo oráculo de Temis, pero había causado varios disturbios en la ciudad, había ensuciado los manantiales y los arroyos, y había afectado la fertilidad de sus tierras al espantar a las ninfas. Según algunas versiones, el monstruo simplemente brotó de la tierra; según otras, Hera lo había enviado a perseguir a Leto. Cuando Apolo llegó a Delfos, en verano, se encargó de matar a la serpiente y así la paz volvió a la ciudad.

En honor a Pitón, que, a pesar de todo, había sido la guardiana del oráculo, Apolo fundó los juegos Píticos  después fue a  Tesalia, al valle de Temple, para purificarse por el asesinato de la serpiente. Posteriormente tomó posesión del oráculo de Temis y consagró un trípode, que se volvió uno de sus atributos; ahí es donde la Pitia, sentada sobre él, pronuncia sus oráculos.

Para vengar el honor de su madre, participó junto con Ártemis en la matanza de los hijos de Níobe, quien había afirmado ser superior a Leto, pues tenía muchos más hijos. Ártemis se encargó de matar a las hijas y Apolo a los hijos, al parecer sólo sobrevivieron dos de ellos, un varón y una mujer. Níobe huyó a Sípilo junto con su padre, Tántalo, pero ahí fue transformada en una roca y su llanto siguió brotando como un manantial.

Tuvo muchos amores, con Ninfas y con mortales, aunque no siempre fue correspondido, un buen ejemplo de ello es la ninfa Dafne. Apolo se había burlado de Eros porque se consideraba mucho mejor en el arco, para demostrarle lo equivocado que estaba, Eros le lanzó una flecha de oro, provocando que se enamorara perdidamente de la ninfa, mientras que a ella le lanzó una flecha de plomo, provocando así su desprecio por el dios. Apolo la persiguió, incansable, pero, cuando Dafne sintió que estaba a punto de alcanzarla, pidió a su padre, el río Peneo, que la metamorfoseara para escapar, así que éste la convirtió en laurel.

Además, a pesar de ser un dios, sufrió de infidelidades. Con Corónide engendró a Asclepio; sin embargo, durante el embarazo ella le fue infiel con el mortal Isquis, así que el dios la mató y, antes de quemar su cuerpo en la pira, arrancó de su vientre al niño, aún con vida. Asimismo, amó a Marpesa, pero ella fue raptada por Idas en un carro alado que le había regalado el dios Posidón. Apolo los persiguió hasta Mesenia y ahí peleó con el joven por el amor de la chica; sin embargo, Zeus los separó y dejó que Marpesa eligiera con quien quería estar, ella temía que Apolo la abandonara al envejecer, pues era mortal, así que eligió a Idas.

Casandra, por otra parte, aceptó que Apolo le enseñara el arte de la adivinación cuando éste se lo ofreció con la intención de seducirla; sin embargo, una vez que hubo aprendido, lo rechazó. Apolo, en venganza, la maldijo haciendo que nadie creyera en sus vaticinios.

Pero no todo fueron desamores. Con la ninfa Cirene, engendró a Aristeo; con Talía, a los Coribantes; con Urania, a los músicos Lino y Orfeo; con Manto, a Mopso, uno de los Argonautas; con Aria (también llamada Acacálide o Ácale), a Mileto; con Ptía, a Doro, Laódoco y Polipetes; con Reo, a Anio. Incluso se dice que con Hécuba, madre de Casandra, tuvo a Troilo.

Bernini, Gian Lorenzo. (ca. 1623). Apolo y Dafne [Escultura]. Roma, Galería Borghese

Amó también a Hiacinto, quien murió por accidente mientras lanzaban el disco, pues éste rebotó en una roca  y  golpeó al joven en la cabeza, matándolo de forma instantánea. Apolo, inmensamente triste, quiso inmortalizarlo y transformó su sangre en una nueva flor a la que llamó Jacinto. Cipariso, otro de los amores de Apolo, también sufrió una metamorfosis a causa de un desafortunado accidente. El joven tenía como compañero a un ciervo sagrado, pero un día, mientras el ciervo dormía, fue herido por una jabalina que lanzó Cipariso y murió; entonces el chico pidió a los dioses dos cosas: morir y que sus lágrimas siguieran cayendo eternamente; en respuesta fue transformado en ciprés, conocido como el árbol de la tristeza.

Álvarez de la Peña, Manuel Francisco. (s. XVIII). Fuente de Apolo. Madrid, Paseo del Prado. Fotógrafo: Luis García

Por su participación en la conspiración contra Zeus, al lado de Posidón, Afrodita y Hera, tuvo que servir a Laomedonte, el rey de Troya, y participó en la construcción de la muralla, junto con el dios de los mares; sin embargo, algunas versiones dicen que Apolo sólo se encargó de cuidar a los rebaños del rey. Cuando Laomedonte se negó a pagarles, Apolo mandó una peste a Troya. 

También se enfrentó a Zeus tras la muerte de su hijo Asclepio, quien había aprendido tan bien el arte de la medicina, que comenzó a revivir a los muertos. Esto provocó la ira de Zeus, quien lo fulminó con un rayo; como Apolo no podía vengarse directamente de su padre, mató a los Cíclopes con sus flechas y, en castigo, el padre de los dioses le ordenó servir un año como mortal, así que fue boyero del rey Admeto en Tesalia.

Su hermano Hermes, recién nacido, aprovechó la distracción de Apolo para robar sus rebaños. En cuanto se dio cuenta comenzó a buscarlos por todos lados y, los rastreó hasta el monte Cileno; tuvo que pedir la intervención de Zeus, porque la madre del niño negaba los hechos, pero, finalmente, Apolo perdonó a su hermano y le dio a sus animales a cambio de la lira, recién inventada por Hermes; más tarde, cuando inventó la flauta, también se mostró interesado en ella y la intercambió por su caduceo, una vara de oro, y por lecciones de adivinación.

Debido a su gran complejidad y a la variedad de sus atributos, Apolo se vinculó a movimientos religiosos y filosóficos como el orfismo y el neopitagorismo.

Ella era una diosa expulsada del paraíso
Yo era la tristeza disfrazada de sonrisa
Y ella era la brisa, el palacio
El beso que mata despacio
La luna, el presagio
Que empuja el barco hacia el naufragio
Ella era Dafne huyendo de su Apolo

Sharif. (2015). Apolo y Dafne. En Bajo el rayo que no cesa [CD]. Madrid: BOA Música

Fotofobia,
con tanta luz
ya no vivirás.
Apágame,
nubla el cielo,
escóndeme;
ya nada me asusta,
yo sé quererme solo.
Deshazte de mí
Febo asomo, soy tu rayo

Adicta. (2000). Febo. En Shh [CD]. Argentina: Bla Bla Discos
Adam-Große, François Gaspard. (1752). Apolo con la pitón asesinada. Fuente de Sanssouci en Postdam, Alemania. Fotógrafo: Steffen Heilfort

APOLO EN LA LITERATURA

APOLO EN LA ESCENA

APOLO EN EL CINE

APOLO EN LA PINTURA

1. APOLO

  1. Franceschini, Marcantonio. (ca. 1706). Apolo y Juno con tres Estaciones y las Lluvias [Dibujo]. Madrid, Museo del Prado
  2. Rubens, Peter Paul. (1625). Nacimiento de Apolo y Diana [Dibujo]. Madrid, Museo del Prado
  3. Anónimo. (1500-1530). Edipo ante el Apolo Délfico [Tapiz]. Madrid, Museo del Prado
  4. Peruzzi, Baldassarre. (1514).  Apolo y las Musas [Pintura]. Firenze, Italia, Galeria Palatina
  5. Haarleem, Cornelis van. (1594). Júpiter y los demás dioses urgen a Apolo a retomar las riendas de su carro [Pintura]. Madrid, Museo Nacional del Prado
  6. Caravaggio. (1595). Apollo the Luteplayer [Pintura]. San Petersburgo, Museo del Hermitage
  7. Facchetti, Pietro. (s. XVI). El Sol. Apolo con el signo de Leo [Pintura, copia de Rafael]. Madrid, Museo del Prado
  8. Poussin, Nicolas. (ca.1631). El parnaso o Apolo y las Musas [Pinturas]. Madrid, Museo del Prado
  9. Martínez del Mazo, Juan Bautista. (ca. 1637). Apolo vencedor de Pan. [Pintura, copia de Jacques Jordaens]. Madrid, Museo del Prado
  10. Rubens, Peter Paul. (ca.1637). Apolo y la serpiente Pitón [Pintura]. Madrid, Museo del Prado
  11. Giovane, Palma. (ca. 1590) Apolo y Marsias [Pintura]. Braunschweig, Alemania, Herzog Anton Ulrich Museum
  12. Ribera, José de. (1637). Apolo y Marsias [Pintura]. Bruselas, Musée Royaux des Beaux-Arts
  13. Ribera, José de. (1637). Apolo y Marsias [Pintura]. Bélgica, Museos Reales de Bellas Artes
  14. Giordano, Luca. (ca. 1678). Apolo y Marsias [Pintura]. Florencia, Stefano Bardini Museum
  15. Gellée, Claude le Lorrain. (1645). Paisaje con Apolo y Mercurio [Pintura]. Roma, Galleria Doria Pamphilj
  16. Bayeu, Francisco. (ca. 1769). Apollo [Dibujo]. Madrid, Museo del Prado
  17. Meynier, Charles. (ca. 1789 -1800). Apolo, Dios de la luz, la elocuencia, la poesía y las bellas artes con Urania, musa de la astronomía [Pintura]. Ohio, Museo de Arte de Cleveland
  18. Benvenuti, Pietro. (ca 1813). Apolo Ganador de la serpiente Pitón [Pintura]. Colección privada
  19. Moreau, Gustave. (ca. 1856). Apolo y las nueve musas [Pintura]. Colección privada
  20. Moreau, Gustave. (ca.1880). El Carro de Apolo [Pintura]. s. l
  21. Corneille, Michel II. (s. XVII). Apolo servido por las ninfas [Dibujo]. Madrid, Museo del Prado

2. APOLO Y SUS AMORES

  1. Mander, Carel van. (s. XVI). Apolo e Dafne [Pintura]. Florecia, Galería degli Uffizi
  2. Verona, Liberale da. (s. XVI). Apolo y Dafne [Ilustración]. Wolfenbütel, Alemania,  Herzog August Bibliothek
  3. Albani, Francesco. (ca. 1617). Apolo y Dafne [Pintura]. París, Museo de Louvre
  4. Thulden, Theodoor van. (ca. 1637). Apolo persiguiendo a Dafne [Pintura]. Madrid, Museo del Prado
  5. Tiepolo, Giovanni Battista. (1744). Daphne chased by Apollo [Pintura]. París, Museo de Louvre
  6. Tiepolo, Giovanni Battista. (ca.1757). Apolo persiguiendo a Dafne [Pintura]. Washington, Galería de arte Nacional de Washington
  7. Broc, Jean. (1801). La muerte de Jacinto [Pintura]. Poitiers, Museo de Saint Croix

FUENTES

Grimal, P. (2016). Diccionario de mitología griega y romana. Barcelona: Paidós.