“La masonería: ¿una organización discreta? Cuestión de
definición”
Yván Pozuelo Andrés
Consejo Científico: José Antonio Ferrer Benimeli (Universidad de Zaragoza), Miguel Guzmán-Stein
(Universidad de Costa Rica), Eduardo Torres-Cuevas (Universidad de La Habana), Andreas Önnerfors
(University of Sheffield), María Eugenia Vázquez Semadeni (Universidad Nacional Autónoma de México),
Roberto Valdés Valle (Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”), Carlos Martínez Moreno
(Universidad Nacional Autónoma de México)
Editor: Yván Pozuelo Andrés (IES Universidad Laboral de Gijón)
Director: Ricardo Martínez Esquivel (Universidad de Costa Rica)
Dirección web: http://rehmlac.com/main.html
Correo electrónico: info@rehmlac.com
Apartado postal: 243-2300 San José, Costa Rica
REHMLAC ISSN 1659-4223
Vol. 1, Nº 2, Diciembre 2009-Abril 2010
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Fecha de recibido: 15 de marzo del 2009 – Fecha de aceptación: 4 de julio del 2009
Palabras clave
Masonería, masones, secreto, sociedad, discreta, definición
Keywords
Freemasonry, masons, secret, society, discreet, definition
Resumen
Este estudio critica la teoría que afirma que “la masonería no es secreta sino discreta”, refutando tanto su
secretismo como su discreción. Es cuestión de definición, es cuestión de metodología sobre la Historia de la
masonería.
Abstract
This study criticizes the theory that "freemasonry is not a secret but discreet society," refuting both its secrecy
and discreetness. It is a question of definition and mythology on the History of Freemasonry.
© Yván Pozuelo Andrés y REHMLAC
Yván Pozuelo Andrés. Español. Doctor en Historia. Profesor del IES Universidad Laboral de Gijón, España.
Editor de REHMLAC. Miembro del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española (CEHME) de la
Universidad de Zaragoza. Correo electrónico: yvan@edu.xunta.es
Citado en
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“Reconocimiento-No comercial-Compartir igual”
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“La masonería: ¿una organización discreta? Cuestión de definición” *
Yván Pozuelo Andrés
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Claude Marie Dubufé, La Discreción (1820)
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Fernand Knhopff, El Secreto (1902)
(Museo Groening, Brujas)
En mis primeros pasos por la investigación histórica enfocada al estudio de la
organización masónica me resultó sorprendente que la bibliografía sobre la sociedad “secreta”
por antonomasia fuera de un volumen tan extraordinario. Una vez separado el grano de la
paja, me di cuenta que en la historiografía autorizada se había solventado esta falsedad
cambiando el adjetivo “secreta” por el de “discreta”, 1 así pues, se ha repetido en casi todas las
obras de mayor calado científico que “la masonería no es secreta sino discreta”. Al principio,
*
Este trabajo ha sido publicado en abril de 2008 por La Cueva de Zaratustra (www.tallerediciones.com). La
versión que aquí se presenta incluye, a diferencia de la anterior, las notas a pié de página y consagra un apartado
a la supuesta discreción de la masonería en Costa Rica.
1
Según el diccionario de la Real Academia Española, vigésima segunda edición, 2001: secreto (ta): oculto,
ignorado, escondido y separado de la vista o del conocimiento de los demás. II 2. Callado (silencioso,
reservado). Secreto: cosa que cuidadosamente se tiene reservada y oculta. II 2. Reserva, sigilo. II 3.
Conocimiento que exclusivamente alguien posee de la virtud o propiedades de una cosa o de un procedimiento
útil en medicina o en otra ciencia, arte u oficio. II 4. Misterio (cosa que no se puede comprender) II. 5 Misterio
(negocio muy reservado). Discreto (ta): dotado de discreción. II 2. Que incluye o denota discreción II 3.
Separado, distinto. II 4. Moderado, sin exceso. Según el diccionario galo Le Petit Robert de 1991: Secreto (ta):
conocido por un número limitado de personas; que eso debe estar escondido de los demás, del público. Ver
esotérico, hermético. Ritos secretos. « movimientos furtivos,…misteriosos. Este lenguaje secreto forma de
alguna manera la masonería de las pasiones » Balzac. Secreto: conjunto de conocimientos, de informaciones que
deben reservarse en general a unos pocos cuyo poseedor no debe revelar. Discreto (ta): que hace gala de
contención, se manifiesta poco en las relaciones sociales, no interviene en los asuntos de las personas ajenas.
Circunspecto, reservado, moderado. Delicado que no atrae la atención, que apenas se hace notar. Moderado. 2
Dícese de alguien que sabe guardar los secretos que se le confían. Todas las traducciones del francés, de aquí en
adelante, son del autor.
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este matiz parecía anodino, sin embargo, es a mi entender inexacto porque pertenece más al
método del Dr. Couet que al científico, sirviendo este trabajo, abierto, pues, a ajustar aún más,
la mira historiográfica sobre esta organización en este aspecto. El terreno en el que se adentra
es resbaladizo, las interrelaciones constantes entre organización oficial, afiliados y el secreto,
durante casi trescientos años, así lo dificultan, empero, estoy convencido de que se debe dar
los primeros pasos que permitan a la historiografía deslizarse con mayor equilibrio por esta
imperecedera sociabilidad burguesa, consistiendo este trabajo en rebatir esa reiterante
afirmación difundida por masones, periodistas y ciertos historiadores.
Cuando se califica a una organización no se hace aisladamente como si las demás no
existiesen, sino al contrario, en comparación con otras. Los hombres tejieron sus relaciones
sociales a través de la creación de múltiples asociaciones: las políticas, las religiosas, las
sindicales, las terroristas, las mafiosas, las humanitarias, las deportivas, las de ocio, las de
jóvenes, las de jubilados, las literarias, las científicas y un largo etc. ¿Cuántas y cuáles han
sido definidas como discretas? De este gran abanico de asociaciones pasadas y presentes es la
única, según mis conocimientos, en ser calificada insistentemente de discreta. ¿Cuáles son las
argumentaciones para calificarla de esta índole?
Tarea siempre engorrosa la de tratar de si la masonería es o no es, dado la diversidad
de masonerías existentes, desde la fundación de la masonería especulativa 2 en 1717 hasta
nuestros días y de los perfiles variados de sus afiliados, contando encima con la evolución del
contexto histórico de cada región del mundo que determina sus idiosincrasias incluso para los
más ortodoxos. En efecto, algún rasgo que era, ya no es, según para quién.
Estas fechas 1717-2008 de por sí desbaratan las teorías del “secreto” sobre esta
organización, pues, estamos hablando de millones de individuos iniciados. En efecto, ¡cuánto
tiempo para que desencantados revelasen su naturaleza, para infiltrarla, para incautar y
desvelar su documentación! El tiempo, si es que existe, 3 hace mella en cualquier organización
en cuanto a sus principios de secretismo e incluso de discreción 4 si los tuviera. Demasiados
años para que no se hable, desvele, calumnie o investigue el fenómeno.
Las máximas autoridades masónicas, que se sucedieron a lo largo de estos siglos a la
cabeza de las obediencias, y sus detractores, interpretaron mil y una veces los orígenes, la
naturaleza y los objetivos de esta asociación, divulgando generalizaciones, unas de índoles
fantasmagóricas y otras verdaderas. Una de las fantasmagóricas más extendida fue la de
considerarla como una organización secreta. Como el conjunto de la historiografía ha
2
Es la que impera en estos momentos, término que sirve para diferenciarla de la anterior, la operativa, ceñida al
gremio de los constructores de los grandes edificios religiosos e incluso civiles de los siglos medievales.
3
Según una nueva teoría física expuesta por un estudiante neozelandés, Peter Lynds, el tiempo no existe, teoría
refrendada por el gran científico Stephen Hawking. ¿Afectará esta teoría a los historiadores?
4
Según la Real Academia Española: secretismo: modo de actuar en secreto con respecto a asuntos que
debieran de manifestarse. Discreción: sensatez para formar juicio y tacto para hablar y o actuar. II 2. Don para
expresarse con agudeza, ingenio y oportunidad. II 3. Reserva, prudencia, circunspección. Según el diccionario
francés Le Petit Robert: Secretismo: de una manera secreta, en secreto. Discreción: I discernimiento, poder de
decidir. Entregarse a la discreción de alguien: en relación con su prudencia, su competencia. II 1. Moderación en
las relaciones sociales. Ver Decencia, delicadeza, reserva, moderación, tacto. 2. Cualidad consistente en saber
guardar los secretos de otros.
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desmentido esta caracterización procedente, 5 primero, de diversos gobiernos de Europa y de
los altos mandatarios de la Iglesia Católica del siglo XVIII, recogida en las centurias
sucesivas por distintos gobiernos totalitarios y organizaciones católicas hasta hoy, no cabe
referirse a ello más que como presentación a este estudio consistente en demostrar que
tampoco fue ni es discreta.
¿Secreta-discreta para quién?
Tanto en su consideración de secreta como de discreta convendría preguntarse ¿Para
quién? ¿En todos los Estados al mismo tiempo?
“Secreto” es desconocer lo que unos saben, 6 suele conservarse a una escala de pocos
individuos puesto que cuanto más lo saben más peligra el perder su condición, así como que
lo que se debe conocer no puede trascender salvo a los que pertenezcan a ella, custodiando
exclusivamente los afiliados su razón de ser. El secretismo y la discreción, desde el
nacimiento de la masonería especulativa hasta la II Guerra Mundial, tenían cabida en la
minoría de los sectores estudiados (eclesiásticos, nobles, burgueses y a partir de la aparición
del movimiento obrero de varios de sus dirigentes), más allá del saber leer y escribir, estando
la gran mayoría de la población sin escolarizar, marginada de los conocimientos universales,
obligada a dedicarse a buscar los medios para simplemente sobrevivir, buscando trabajo o
trabajando todo el día durante todo el año, viviendo ajena a esta preocupación asociativa. De
ahí que si algo fuera secreto o discreto lo sería para los miembros del sector de estudiados,
situación persistente en la actualidad a escala mundial. Durante el periodo de Entreguerras
(1918-1939), este sector se amplió, en unos escasos países con organizaciones socialistas,
anarcosindicalistas y comunistas asentadas, a ciertos de sus militantes, individuos que
levantaron, entre sus filas políticas, suspicacias por la doble pertenencia. En esos Estados, el
acceso a la Educación y a la enseñanza universitaria, a las bibliotecas, a los archivos, la
multiplicación de los medios de comunicación con cierta libertad de expresión favorecieron
esa ampliación, principalmente en la segunda mitad del siglo XX, provocando que la cuestión
sobre el secretismo o la discreción de esta asociación pudiera concernir a más curiosos. De
esta manera, la preocupación sobre el secretismo o discreción, durante los casi 250 primeros
años de vida de esta organización, se vinculó a los sectores estudiados y acomodados de la
sociedad. Estos sectores se dividían en tres conglomerados: el primero compuesto por los
defensores e indiferentes de la Orden, partidarios, en sus múltiples facetas, del Liberalismo, el
segundo, formado por los enemigos de la Viuda, 7 partidarios del Antiguo Régimen o
fervientes católicos, reuniendo, el último, a los dirigentes del movimiento obrero en los que se
5
Sin embargo, los estudios sobre el secreto masónico siguen suscitando el interés historiográfico. En el 2002, se
celebró en la Universidad Libre de Bruselas el coloquio “Secret et transparence maçonnique” los 22 y 23 de
marzo de 2002, organizado por el Institut des Religions et de la Laïcité.
6
Sobre la relación entre el secreto y la Masonería véase Yzaguirre García, Fernando, “Masonería y secreto: una
aproximación sociológica”, en Ferrer Benimeli, La masonería en Madrid y en España del siglo XVIII al XXI
(Zaragoza: Gobierno de Aragón, Departamento de Educación, Cultura y Deporte, 2004), 405-419.
7
Sinónimo de masonería.
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perfilaban defensores, indiferentes y enemigos. Exceptuando a los indiferentes, ¿para quiénes
fue la masonería realmente secreta o discreta?
La masonería: ¿sociedad secreta?
Imprescindible es consultar la impresionante bibliografía sobre la masonería
inventariada por el gran especialista español del fenómeno, el profesor y jesuita Ferrer
Benimeli en la que se evidencia que ya en el segundo cuarto del siglo XVIII, la masonería era
un tema muy prolífico. 8 La inmensa mayoría, por no decir toda, de esa producción carecía de
método científico, aún así, nos permite observar que de secreto poco. El profesor Ferrer
Benimeli cita decenas de periódicos y obras del siglo XVIII publicados en diferentes Estados
en los que se trató de desprestigiar o ensalzar a la masonería. 9
Tras las primeras delaciones por parte de los masones sobre sus actuaciones, el medio
que más contribuyó a exponerlos a la luz pública fue el conjunto de los prelados católicos
que, desde el siglo XVIII hasta el XXI, según la evolución histórica propia de cada Estado,
difundió ataques contra esta organización. Los eclesiásticos transmitieron informaciones a sus
fieles sobre esta Orden, tergiversando y manipulando la realidad para contagiarlos de la
“masonofobia”, dado el supuesto peligro que presentaban los masones por poseer medios
económicos suficientes como para hipotéticamente comunicar y desarrollar progresivamente,
sus deseos de desligar la sociedad civil de la tutela eclesial, en concomitancia con las
combativas fuerzas sociales enroladas en las esferas ideológicas del socialismo y
anarcosindicalismo.
Antes ya de las grandes convulsiones de los siglos XIX y XX, todas ellas relacionadas
con la elección del tipo de organización económica, social y política de la sociedad e incluso
antes de la Gran Revolución francesa de 1789, 10 acontecimientos juzgados por los sectores
conservadores como promocionados por la masonería, consideración desmentida por los
historiadores actuales, antes ya, esta organización había dejado de ser una organización
secreta. No cabe aquí copiar una vez más los argumentos que demuestran que, a partir de su
primera condena por parte de los Estados Generales de Holanda en 1735, seguida por otros
8
Ferrer Benimeli & Susana Cuartero Escobés, Bibliografía de la Masonería (Madrid: Fundación Universitaria
Española, 2004), Tomo I, 25-42 y 135-168. También imprescindible es su obra Masonería, Iglesia e Ilustración
(Fundación Universitaria Española, Seminario Cisneros, 1977).
9
Ibíd., Bibliografía de la Masonería, Tomo I, 135-168 y Tomo II, 41-45, 57-87 y 301-397.
10
Los trabajos del historiador y masón francés Charles Porset sobre la falsa autoría masónica de la Revolución
lanzada por el abad Lefranc y llevadas a su paroxismo por el abad Barruel, son elocuentes, entre ellos “La
Masonería y la Revolución Francesa: del mito a la realidad”, publicado en Ferrer Benimeli, Masonería, Política
y Sociedad (Zaragoza: CEHME, 1989), 231-241, “La Franc-Maçonnerie française au dix-huitième siècle. État de
la Recherche-Position des questions (1970-1990)”, en Ferrer Benimeli, La masonería española entre Europa y
América (Gobierno de Áragon, Zaragoza, 1995), Tomo II, 743-756, y “Genealogía del “complot” masónico” en
Ferrer Benimeli, Masonería, Revolución y Reacción, (Alicante: Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1990),
Tomo I, 337-352. En la misma óptica, los trabajos del masón e historiador André Combes, “La Francmasonería
Jacobina y revolucionaria”, Tomo I, 147-156.
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Estados y la condena papal de Clemente XII en 1738, 11 el velo del secretismo de la masonería
se había definitivamente caído. A partir de allí, los eclesiásticos fueron los mayores
promotores de la sociedad, publicando diferentes obras en las que se explicaba, con mayor o
menor mala intención, a lo que se dedicaban la masonería y sus afiliados, formando una
nebulosa atemporal que más tarde se entendió como antimasonería. 12 La calificación de
secreta fue clave para demostrar que la teoría de la conspiración procedía del mismísimo
Demonio.
Las prohibiciones contra la masonería, las amenazas y las persecuciones que sufrieron
algunos de sus integrantes revelan de por sí que de secreta nada. Esas prohibiciones,
amenazas y persecuciones estaban impulsadas desde los puestos de mando encargados de
mantener el Orden Público, o sea proteger a ciertos sectores de la clase dominante.13 En 1752,
se publicó en España, es decir con el beneplácito de la Iglesia y del Rey, una traducción de
una obra antimasónica italiana, Centinela contra Francs-massones, donde se apoyaba las
condenas papales tras considerar el nombre de Dios profanado por esta sociedad, en la que
podemos leer que “de la masonería mucho no se sabe, pero mucho no se ignora”. 14 Este texto,
según un anónimo en defensa de la masonería, fue “muy conocido en España”, 15 a
consecuencia del cual se sucedieron una serie de escritos. Uno de los grandes eruditos
españoles del siglo XVIII, Fray Benito Jerónimo Feijoo, consagró unas líneas para poner en
entredicho la relevancia del miedo a los masones, 16 dudando de que los “Duendes”, como los
denominaba el erudito, tuvieran ni las intenciones ni el poder descrito en el libro
anteriormente citado y por consiguiente la condición secreta de la asociación, probando, este
ilustrado, su fidelidad a la honestidad intelectual en contra de lo políticamente y católicamente
correcto. La defensa de Feijoo fue más una crítica a las versiones clericales que una defensa
de los masones, en efecto, interpretaba la realidad masónica como una “sociedad de
embusteros que de herejes”, destacando a una mayoría de alegres individuos y a una minoría
supuesta con malos designios. 17 Un siglo más tarde, Feijoo sería vapuleado por el
“históricamente correcto” Marcelino Menéndez Pelayo que ensalzó el texto de 1752,
acusando en su obra más famosa, publicada entre 1880 y 1882, a la masonería de ser uno de
11
El primer hostigamiento de la Iglesia Católica pasó desapercibido para los masones del siglo XVIII, no
obstante, fue la más internacional, determinante y dolorosa para los afiliados de los siglos XIX en adelante,
refrendada y actualizada por todos los siguientes Pontífices.
12
Ferrer Benimeli, “La antimasonería en España y América Latina: intento de síntesis”, en Ferrer Benimeli, La
Masonería española entre Europa y América (Gobierno de Aragón, Zaragoza, 1995), Tomo I, 405-416.
13
Refleja bien la división que existía en esa época en su seno puesto que recordamos que los masones de la
Europa del siglo XVIII pertenecían a ella, integrantes en su mayoría de la aristocracia.
14
Pedro María Justiniano, Centinela contra Francs-Massones. DISCURSO SOBRE SU ORIGEN, INSTITUTO,
Secreto, y Juramento. Descubrese la Cifración con que se escriben, y las ACCIONES, SEÑALES, y palabras con
que se conocen (Madrid: Imprenta de Don Agustín de Gordejuela y Sierra, Edición facsímile de 1752).
15
Examen Crítico de las causas de la persecución que han experimentado los francmasones, y explicación de
las bulas de los Sumos Pontífices Clemente XII y Benedicto XIV, Imprenta de Vega y Compañía, Madrid, 1820.
Sobre la polémica Feijoo-Torrubia, ver Ferrer Benimeli, La Masonería española en el siglo XVIII (Madrid: Siglo
XXI, 1974), 173-192.
16
Feijoo (1676-1764) publicó la carta “De los Francs-masones” en 1753. Feijoo, B.J., Cartas eruditas y curiosas
(1742-1760) (Madrid: Imprenta Real de la Gazeta, 1774), Tomo IV, 187-203, publicado por primera vez en
1753.
17
Ibid., 194.
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los instigadores de los “desordenes antirreligiosos y políticos que han dividido y
ensangrentado a España”. 18 Si en el siglo XVIII se sabía lo que hacía la masonería y quienes
pertenecían a ella, qué decir de los siglos XIX y XX en los que se multiplicaron los
aprendices masones por todas las regiones habitadas del planeta así como el número de sus
enemigos. Todos ellos, aprovecharon las mejorías técnicas de impresión para difundir las
posturas a favor o en contra. Los gobiernos y la Iglesia del siglo XVIII, época en general, sin
libertad de expresión ni de asociación, no contemplaban legalizar una organización que no
estuviera bajo sus tutelas, colmando esa desfachatez el aceptar a hombres que confesaban otra
forma de fe que la católica.
El concepto de secretismo sirvió a la Iglesia Católica para fomentar el espanto y el
odio a los masones: quien se organizara fuera del cauce de la Iglesia no podía dedicarse más
que a conspirar contra el estamento católico y sería en consecuencia excomulgado. Esta idea
no era descabellada, sin embargo, de ahí a la práctica y a la destrucción completa de la
institución católica existía un abismo.
Secreto es secreto, medio secreto ya no es un secreto. En esa misma centuria, las
publicaciones antimasónicas, apartando de ellas las fantasías propias de sus autores, revelaban
la estructura organizativa, los nombres de los masones (los verdaderos y los que ayudaban a la
teoría de la conspiración), 19 y las actuaciones dentro de las logias. La utilización de
seudónimos por parte de la masonería de influencia francesa constituyó, para sus enemigos,
una prueba más de una asociación secreta. Sin embargo, no fue ningún obstáculo para citar a
los masones, con nombre de pila y, desde entonces, con el alias. Cómo no rasgarse las
vestiduras cuando en los últimos panfletos de mayor difusión sobre masonería en la España
del Tercer Milenio se incide en que fue y es una sociedad secreta o que al menos sus
integrantes comparten un secreto. 20 Los medios de espionaje utilizados por diferentes
gobiernos a lo largo de estos últimos siglos, las decenas de miles de títulos sobre masonería,
no quebrantaron la persistente calificación de: ¡ser una organización secreta con casi 300 años
de existencia!
Los autores creyentes actuales, galardonados con múltiples premios y medallas,
antimasónicos, desconocen (pensando que su inquina sea producto de la ignorancia) los
estudios de investigadores objetivos, independientes de la masonería y de las instituciones que
18
Marcelino Menéndez Pelayo, Los heterodoxos españoles (Valencia: Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 1963), Tomo III, 98-102 y Tomo VI, 159-164. El tema masónico le tenía más que preocupado,
llegando incluso a rogar que “otro complete esta historia [relación masonería y Cuba], que a mí me ataca los
nervios”, Tomo VI, 446.
19
La obra que encendió definitivamente la mecha del antimasonismo católico y su teoría de la gran
conspiración, que culpaba a la masonería de haber planeado, junto a los filósofos de la Enciclopedia, herederos
del Mal encarnado por Voltaire, y a los Iluminados, la Revolución que estalló en 1789, fue la obra del abad
francés Barruel, Mémoires pour servir à l’histoire du Jacobinisme (Londres, 1797). Pese a esta inculpación,
admitió que la mayoría de sus afiliados no comulgaban con el objeto conspiratorio, víctimas de su ingenuidad,
halagando incluso exclusivamente a los masones británicos, (Hamburgo, 1798), Tomo II, 268.
20
Estas publicaciones las forman el grupo de Ricardo de la Cierva, César Vidal, Pío Moa entre otros, en las que
copiaron los argumentos antimasónicos más típicos, como hilo continuador de la propaganda contra esta
sociedad de la época franquista, y probadamente científicamente como falsos por la historiografía española que
en su mayoría se agrupa en el Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española (CEHME) presidido por
el historiador Ferrer Benimeli.
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desarrollaron una actitud antimasónica. Ejemplo científico es el caso del sociólogo alemán
Georg Simmel, estudioso y admirador de las sociedades secretas, interesado por la relación de
éstas con el secreto, quien determinó ya en 1908 -el año importa- como no podía ser de otra
manera, que la masonería no era una organización secreta. 21
Aquí las palabras sí que cuentan. En efecto, las palabras “secreta”, “secreto”,
“secretismo”, “una sociedad secreta”, “unos individuos que esconden un secreto” les
confieren un carácter moralmente negativo, peyorativo, maquiavélico. Al principio afirmé que
una organización se caracterizaba en comparación con otras. Así pues, la masonería aparece
en obras generales junto a varias organizaciones presuntamente secretas como, por ejemplo,
sectas hindis, budistas, chinas, el Ku Klux Klan, la Cagoule, la Mano Negra, o, moda actual
exige, a la espera de verla asociada a las maras, a la cienciología, a los mormones, todas ellas
relacionadas con actitudes sociales hipócritamente reprobables como la violencia, la
subversión, la extorsión e incluso con el pecaminoso erotismo. 22 Desde otra perspectiva,
positiva, se encuentran trabajos, como el del profesor de yoga Ramiro A. Calle que
conservando la terminología de “sociedades secretas” asemeja la masonería con otras
organizaciones 23 cuyos principios iniciales estaban, según él, relacionados con la sabiduría, la
búsqueda de la Verdad Absoluta, recogiendo el testigo de Fichte, 24 filósofo alemán del siglo
XVIII. Como es apreciable, hay para todos los gustos y más. En cuanto a esta última teoría,
recordando a la acertada respuesta de Feijoo a la propaganda antimasónica clerical, el que se
encargó de rebatirla con aplomo fue otro filósofo alemán, Hegel. Así pues, para este autor,
“todo el secreto de los masones consiste en que se piensa que hay algo detrás del símbolo”, 25
desconfiando de la sabiduría expuesta por Fichte porque “quien conoce el pensamiento lo
manifiesta, lo revela; porque manifestarse es la esencia del pensamiento. Por lo demás, o no
se tiene el pensamiento, o se quiere dar la apariencia de poseerlo”. 26
¿Qué piensan, brevemente, los masones sobre esta cuestión?
21
Yzaguirre, 413.
Recientemente, en España, se publicaron varios libros sobre sociedades secretas con la masonería como gran
protagonista: León Arsenal e Hipólito Sánchez, Las sociedades secretas Españolas, Zenith, Barcelona, 2006. El
periodista Felipe Alonso publicó Sectas y sociedades secretas de la A la Z, Madrid, Espasa-Calpe, 2006.
Anteriormente, se puede consultar, por ejemplo, a Serge Hutin, Historia mundial de las sociedades secretas
(Barcelona: Luis de Carlat editores, 1967). Incluso en la siempre interesante revista francesa Crapouillot, nº20
de 1953, 1-36, la organización masónica se integraba dentro del titular “Les Sociétés secrètes” a pesar de que el
autor, Georges Allary, cuyo artículo es un imprescindible de la bibliografía sobre masonería, refutaba de manera
brillante esta caracterización, aunque expuso con algo menos de lógica que era una “sociedad cerrada”, rasgo
definitorio recogido, más tarde, en el General Masonic Lexicon de Ben-Zion H. Ayalon (Supremo Consejo del
Rito Escocés de Israel, 1977).
23
Ramón A. Calle, Historia de las sociedades secretas. Movimientos iniciáticos, sectas y ordenes espirituales
(Madrid: Temas de Hoy, 1996). En este libro, también se refiere a los teósofos, los alquimistas…
24
Johann Gottlieb Fichte (1762-1814), arduo defensor, a contracorriente en Alemania, de la Revolución
Francesa, así como lo indica el socialista francés, Jean Jaurès, Histoire socialiste de la Révolution Française
(Paris: Editions Sociales, 1971), Tomo IV, 237-285.
25
Hegel, Introducción a la Historia de la Filosofía (Madrid: Aguilar, 1989), 236.
26
Ibíd. Este filósofo no dejó bien parado a los masones, “así entre los masones (frecuentemente también entre
los que no lo son) sucede que lo muy oculto no esconde nada detrás, no teniendo ninguna sabiduría especial, ni
ninguna ciencia” (233) así como de su supuesta discreción (383).
22
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71
Según el “idealista subjetivo” como denominaban Schelling, Hegel y a hasta Lenin, a
Fichte, el secreto de los masones era que “existen y se perpetúan”. 27 Así pues, consideraba a
la masonería como una “sociedad separada y cerrada”, y no secreta, en la que el secreto era
necesario para proseguir con la adquisición cultural emprendida anteriormente a la iniciación,
pensamiento fuertemente influenciado por el contexto del Antiguo Régimen. 28 Según el
galimatías de Fichte, el secreto, ya en su época, se había hecho público, sin embargo, como
buen masón, matizaría que aunque existan numerosas publicaciones sobre el tema, ninguna
había revelado secreto alguno. 29 La fórmula de la discreción no rondaba por sus
pensamientos.
En cambio, los masones del siglo XIX ya precisaban que eran discretos. El masón
Francisco del Pino, un grado 33, Gran Secretario General del Supremo Consejo del Gran
Oriente de España, aseguraba en El aprendiz masón, publicado en 1887 y dirigido a masones
que el secreto de los misterios masónicos era “ejercer el bien sin ostentación ni vanidades”. 30
Empero, como es habitual, hay variopintas versiones. Así, el escritor y masón extremeño
Nicolás Díaz y Pérez en primera página de su obra maestra, hagiográfica, sobre esta Orden
afirmaba que era una “sociedad secreta”. 31 Otro ejemplo, en otra época, sacado de un masón
de la masonería ortodoxa en contraposición a la militante de la francesa, el del masón Charles
W. Leadbeater, 32 clérigo británico que escribía en 1925 sobre la Orden un libro con título más
propio de los antimasónicos, El lado oscuro de la Francmasonería, 33 en el que precisaba en
su prefacio que dejaría en “secreto los puntos que deben seguir siéndolo”.
Este tipo de declaraciones por parte de masones no ayudarían a desvincularla del
secretismo.
Hoy en día, cuando todavía se interroga a los masones sobre el secretismo, además de
repetir la frase que da lugar a este estudio, siguen fortaleciendo el pilar del secretismo que
fundamenta la propaganda antimasónica clerical. En 2006, se ha publicado en Francia por las
First editions, editorial cuyo éxito fue exponer, de manera sencilla, temas relacionados con las
últimas tecnologías, un monográfico de carácter divulgativo sobre el hiramismo, 34 escrito por
dos jóvenes masones procedentes del sector ortodoxo, uno iniciado en 1991 en la Gran Logia
de Francia y otro en 1998 en la estadounidense Gran Logia de Indiana. Estos hijos de la
Viuda, se expresaron a la inversa de lo que habitualmente suelen confesarse sus hermanos.
Empezaron afirmando que “tenemos algunos secretos que no puedo revelar y no los
27
Fichte, Filosofía de la Masonería, Cartas a Constant (Madrid: Istmo, 1997), 48.
Ibíd., 104 y 107-113.
29
Ibíd., 48 y 108.
30
Francisco del Pino, El aprendiz masón (edición facsímile de 1889, Editorial Maxtor, 2005), 11. Esta obra fue
encargada por la Soberana Gran Logia Simbólica del Gran Oriente de España en 1887.
31
En Revista de España (1890), nº515, Nicolás Díaz y Pérez, “Datos para escribir la historia de la orden de los
caballeros francmasones en España desde su origen hasta nuestros días”. Este autor publicó su obra, en varias
tandas, durante dos años consecutivos, en casi todos los números de esta prestigiosa y célebre revista de la
época.
32
Este prelado (1854-1934), era un apasionado de los temas relacionados con el esoterismo, ocultismo,
teosofismo, etc.
33
The hidden life in the Free-Masonry
34
Sinónimo de masonería.
28
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traicionaré” recalcando poco más allá que “todo se había dicho, escrito o debatido” sobre la
asociación. 35
Comúnmente, los masones tratan de explicar que el o los secretos son metafísicos que
cada cual lo encontrará gracias a los trabajos simbólicos. 36 Es la correspondencia con las
religiones de la misteriosa conexión íntima con Dios, prometida por el clero, a través del rezo
y de la fiel práctica de los postulados religiosos. El secreto masónico es inexplicable e
inexpugnable al igual que el detonante de los milagros cristianos, los bíblicos y los
contemporáneos. Los que creen en los milagros creen, el secreto masónico releva de la fe.
Pese a los esfuerzos de los masones en mostrar que no conspiraban contra la Iglesia, ésta no
cambió su postura desde entonces. 37
Imagen 1
Dios Creador de William Blake
Fuente: Iglesia de St Germains-des-Près en París, agosto de 2006 (Fotos del autor)
La Masonería: ¿organización discreta?
No me aventuraré a decir quién fue el primero en matizar que la masonería no era
secreta sino discreta dada la variedad y densidad del volumen de la producción sobre el tema.
En cualquier caso, la “discreción” fue siempre un concepto que atrajo a grandes
escritores y filósofos como una noble sensación o actitud humana. Una virtud apreciada por
35
Philippe Benhamou, y Christopher Hodapp, La Franc-Maçonnerie pour les nuls (France: First Editions,
2006), 2 y 13, traducido del inglés Freemasons for Dummies.
36
Véase el prólogo de Siete Maestros Masones, La Logia Viva. Simbolismo y Masonería, Obelisco (Barcelona,
2006). El gran Voltaire, en su Diccionario Filosófico, en la palabra “Iniciación”, escribía que los misterios de los
masones eran “bastante ridículos”. Claro que lo escribió en 1764, 14 años antes de ser iniciado con 84 años.
Fallecería tres semanas más tarde, tiempo suficiente para que los masones lo enarbolen como uno de los suyos
más célebre.
37
Uno de los últimos ejemplos, el artículo del Obispo italiano Luigi Negri preocupado por la “descristianización
de la vida social”, publicado por La Razón, 3-01-2007, en el que afirmaba que “El corazón del masón pertenece
a la modernidad, y la modernidad es la construcción de un mundo sin Dios”. Según la agencia de noticias sobre
el Vaticano, ubicada en Roma, Zenit.org, www.zenit.org/spanish/, del 2 de marzo de 2007, el obispo Gianfranco
Girotti, recordó en un encuentro católico la incompatibilidad de ser católico y masón, refiriéndose al último texto
contra la masonería, “Declaración sobre la Masonería”, redactado en 1983, por el actual Papa Benedicto XVI.
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Cervantes, encarnada por la heroína, inteligente, de una de sus obras pastoriles, Galatea
donde la discreción era inteligencia e impermeable a las emociones, término recurrente en
todas sus obras. Raros son los escritores que no hayan usado y usan esta faceta humana. En
otros ámbitos, en el creyente, este concepto es un “Don de la Gracia Divina” 38 o
“naturalidad”. 39 Se llegó incluso, no hace mucho, a exponer que la discreción es el gran
secreto de los masones 40 . Los grandes difusores de la cultura que siempre formaron los
escritores se unen para incensar la discreción como una virtud, incluso la virtud suprema. 41
Estos escuetos apuntes sacados de varios horizontes tienen en común el posicionar a la
discreción en un lugar privilegiado dentro de las cualidades nobles del ser humano.
Probablemente hartos de los ataques antimasónicos vertebrados sobre el secretismo
malhechor, los tatarahijos de Hiram respondieron que su organización no era secreta sino
honrosamente discreta. Así pues, como el secreto, en una organización, induce a lo oculto, lo
sombrío, los enemigos de la masonería intentaron convencer a los desconfiados que sus
intenciones y actuaciones sólo podían ser malignas o como mínimo maliciosas. La palabra
“discreta” viene a suavizar la de secreta de manera a no rechazarla del todo, no vaya a ser que
como a Sansón una vez cortado el pelo se quede sin fuerza, en este caso sin aliciente y
afiliados, coyuntura improbable dado las posibles ventajas del proselitismo orientado hacia
diversos campos, económicos, sociales, políticos e incluso intelectuales, que oferta este tipo
de sociabilidad. El adjetivo “discreta” confiere una cualidad positiva, en cambio, “secreta”
ofrece negatividad, asociándose a contubernio o a fechoría. El secreto es el mal, la discreción
es el bien. No obstante, en el fondo se quiere dejar claro que hay que guardar silencio sobre
algo. Con “discreción” se quiere entender sabiduría, sensatez, cautela, prudencia, reserva,
diplomacia, majestuosas cualidades todas ellas. El fondo es el mismo, el misterio no
desaparece, difiere la connotación moral. Probablemente sea por ello que no convenzan a los
que piensan, obviando las pruebas históricas, que es secreta. Secretismo y discreción implican
que sus actuaciones como masones no cruzasen la frontera de la organización pasando al
mundo profano, saliendo a la luz pública, ostentando su afiliación fuera de los recintos
propios de la asociación.
“La masonería no es secreta sino discreta” sigue imperando en casi todas las
declaraciones hechas por las autoridades masónicas en prensa, en estos últimos años, en
principio porque los periodistas les siguen preguntando sobre el carácter secreta de ésta. A
modo de ilustración, remito a las opiniones vertidas por los jefes de las masonerías españolas
del presente siglo: Tomás Sarobe, 42 el Gran Maestro de la Gran Logia de España, sus
38
Según el profesor católico argentino, Fernando de Bona, de la Universidad Católica Autónoma de la Plata
(UCALP), artículo “La discreción como virtud e instrumento del buen obrar”, Revista Virtual del Centro de
Estudios de la Realidad Nacional 16 (Noviembre/Enero 2003-Febrero 2004). www.ucalp.edu.ar. (Fecha de
acceso: 15 junio del 2009).
39
Según el fundador del Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer en el punto 641: “Discreción no es misterio,
ni secreteo. –Es, sencillamente naturalidad”.
40
Según “Ilia Galán escritor y profesor de la Universidad Carlos III/Los masones españoles son católicos”, en el
diario digital santanderino Diariomontanes.es, www.eldiariomontanes.es, 4-XII-2006.
41
Milan Kundera, La Lentitud, Tusquets editores, Barcelona, 1995, 43
42
Entrevista en “encuentros digitales” del periódico digital Elmundo.es, www.elmundo.es, 29-V-2001, pregunta
nº10.
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sucesores, el socialista José Corominas, 43 José Carretero, 44 la primera y ex Gran Maestra de
la Gran Logia Simbólica de España, Ascensión Tejerina,45 etc. Algunos historiadores, de
verdadero prestigio, bajaron las defensas en este aspecto, entendible por otra parte dada la
gran laboriosidad consagrada a investigar, pensar y escribir la historia de las masonerías entre
tantos ensayos y documentos no siempre fiables. Por ejemplo, en el 2000, un equipo de estos
grandes investigadores publicó una útil enciclopedia sobre masonería donde se reconoce que
“la masonería especulativa puede, no obstante, ser calificada de organización discreta con
“secreto””. 46 La utilización de esta enciclopedia, me parece que, modestamente, refuta esa
afirmación. En España, se siguió la misma estela, con una batería de obras periodísticas y
masónicas. 47 Como últimos ejemplos puede consultarse, el libro publicado por “Siete
Masones Maestros” que como no podía ser de otra forma, en la primera página de su prólogo
se puede leer la reiterada afirmación. 48
Para los masones la pregunta sería si la masonería dejaría de ser fundamental si no
fuera ni discreta. Como marketing, los masones pueden se sepa lo que se sepa, que se sabe
todo, repetir que es discreta ¿quién podría investigar las profundas intimidades espirituales del
ser humano? Consiguientemente entonces, todos los seres humanos somos discretos, de ahí
que no sea una particularidad de la masonería. La mística siempre tendrá argumentos al igual
que la creencia en un Dios creador, en efecto, se descubra lo que se descubra, sus partidarios,
podrán decir siempre que fue Dios quien está detrás de lo descubierto.
Los masones se autoevaluaron como discretos en contraposición al secretismo, no de
antemano. Por este hecho, y con los antecedentes hagiográficos, resulta sorprendente que la
historiografía haya aceptado este significante sin exponer ningún tipo de argumentación, sin
usar la crítica.
¿Sobre qué sostengo que no es discreta? Sobre los propios relatos masónicos,
antimasónicos y sobre todo historiográficos difundidos, junto a la documentación consultada
desde que emprendí el camino de la investigación. Desgraciadamente no hay espacio
suficiente para exponer todos los ejemplos que revelaron esta realidad, si bien a continuación
43
Ana F. Abad, “La Masonería no es una sociedad secreta, es una sociedad discreta”, Elcomerciodigital.com,
www.elcomerciodigital.com, 26-XI-2005. También en Ángela López, “José Corominas Busqueta/Gran Maestro
de la Gran Logia de España, “Tal como está el mundo, la masonería tiene plena actualidad””, La Opinión A
Coruña, www.laopinioncoruna.com, 15-III-2006.
44
Juan G. Bedoya, “El primer masón de España”, El País, 02-IV-2006
45
Con motivo de la publicación del libro De oficio masón, sobre su experiencia masónica, en múltiples
entrevistas, por ejemplo, “Ascensión Tejerina, Gran Maestre Masónica: “no tengo conocimiento de que
Gallardón, Zapatero o Rajoy sean masones”, en el portal web 20minutos.es, www.20minutos.es, 27-XII-2006,
pregunta nº16.
46
Ver pese a este matiz la excelente enciclopedia coordinada por el Catedrático de la Universidad de El Havre,
Eric Saunier: Encyclopédie de la Franc-Maçonnerie, Librairie Générale Française, France, 2000, 809. Unos años
más tarde, se publicó otro diccionario con la misma aceptación: Dictionnaire illustré de la Franc-Maçonnerie,
Éditions de Lodi, France, 2004, 337.
47
Ver por ejemplo las entrevistas con ocasión de la promoción de la obra conjunta entre el periodista del diario
El País, Jorge Blaschke, y el masón Santiago Río, La verdadera historia de los masones (Planeta, 2006),
entrevista de Borja Ventura, “Más que misteriosa, la masonería es una sociedad discreta”, en Periodista digital,
www.periodistasdigital.com, 20-I-2006. Uno más : Julio César Izquierdo Pascua, Conversaciones con un masón
(Castilla Ediciones, 2005), DiarioCordoba.com, www.diariocordoba.com, 09-I-2006.
48
Siete Masones Maestros.
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ilustraré mi cometido con una sucesión de hechos, procedentes de diversas ramificaciones
masónicas, en diferentes regiones del mundo y épocas de la historia contemporánea.
Hechos “discretos”
La masonería ortodoxa, la ubicada en Inglaterra y la tutelada por ella, que
utópicamente se aferró a no reinterpretar los textos fundadores según la evolución del
contexto histórico, en principio la más “discreta”, sobre todo en comparación con la francesa
que se desvinculó de la británica por pretender enarbolar sus principios y sus actuaciones en
la sociedad civil, no escapa del tópico.
En efecto, ya en el siglo XIX, la discreción cervantina se había esfumado.
Como ilustración, la celebración de un desfile público de los masones ingleses,
militares, en 1807, en Montevideo, con motivo del Día de San Juan tras la invasión de lo que
hoy es Uruguay ante los ojos de los autóctonos. 49 Unos años más tarde, bajo el soporte
escrito, el más revelador, en 1812, se publicó a modo póstumo una obra de un liberal, Thomas
Paine, 50 en inglés y en francés, sobre los orígenes de la masonería, uno de los temas que más
preocupó a los masones, en la que se refería a libros publicados por masones, a partir de 1730
en Inglaterra, donde se desvelaban algunos rituales, cinco años antes de la primera condena
pública.
Prosiguiendo con la ortodoxia, los edificios oficiales de la masonería estadounidense,
blanca, la legítima, y negra, la bastarda, están anunciados en las señales de tráfico, sus
miembros ostentan en su vida cotidiana símbolos en sus prendas, 51 incluso anuncian su
afiliación en las matrículas de sus coches.
Pasando a la masonería que quiso comprometerse con el mundo profano, la de origen
francés, donde impera en la mayoría de los países latinos, los ejemplos sobre la ausencia de
discreción son aún más elocuentes. Tomemos primero por referencia al país galo. La
producción panfletaria antimasónica y promasónica fue permanente desde Barruel hasta hoy,
difundiendo continuas acusaciones de complot antirreligioso y de infiltración masónica en los
diferentes gobiernos. Desde el régimen napoleónico hasta la Quinta República, la masonería
fue una cuestión recurrente. Durante todo el siglo XIX, en repetidas ocasiones, en importantes
momentos de la Historia contemporánea de Francia, la masonería francesa fue recibida, en
delegación, por las máximas autoridades de la Capital gala. Una de sus salidas a la luz más
espectaculares fue la que realizó con ocasión de la Comuna de París de 1871, donde unos diez
mil masones salieron en manifestación con estandartes incluidos para situarse en el medio de
los dos bandos en conflicto, los comunardos y los versalleses, para reclamar el fin de la
49
Francisco Ferro Fava, “Tres momentos en la Historia de la Masonería en América”, en Ferrer Benimeli
(1993), Masonería española y América (Zaragoza: CEHME), Tomo I, 261-263.
50
Masón británico (1737-1809), escribió un folleto titulado De l’Origine de la Franc-maçonnerie (París, 1812).
Fue partidario de la independencia de Estados Unidos, luego, se adhirió a la Revolución Francesa ocupando un
escaño como diputado girondino en la Convención, fue arrestado y encarcelado bajo el periodo en el que estuvo
Robespierre a la cabeza del Comité de Salvación Pública. Más tarde, viajó nuevamente a Estados-Unidos para
hacer negocios. Destacó en su lucha a favor de los derechos humanos.
51
Ver el excellente trabajo de la historiadora gala Cécile Révauger, Noirs et Francs-Maçons (France: Éditions
Maçonniques de France, 2003), 274 y 294.
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violencia y la unidad nacional. 52 Por su parte, las masonerías españolas les recriminarían esa
actitud. 53 El Gran Oriente de Francia devolvería la crítica, en el siglo XX, con ocasión de la
contienda civil española de 1936-1939 54 con el matiz de censurar la, según él, complacencia
ingenua que los masones españoles profesaron durante la II República a los que participarían
en el golpe de Estado.
Los masones franceses irritaron aún más a las autoridades eclesiásticas cuando, en
1877, el Gran Oriente de Francia decidió, imitar al Gran Oriente de Bélgica que cinco años
antes resolvió admitir, como norma general, a ateos en sus filas. La lucha que, a finales del
siglo XIX, se llevó a cabo entre defensores a ultranza de las prerrogativas del clero y los
partidarios de la separación de la Iglesia y del Estado a través de la laicización, salpicaría a los
masones. Los dos lados responsabilizaron a los masones del progreso laicista, cada uno
caracterizándola por su bicefalia maniquea propia, el bien y el mal. Las publicaciones de
ambos bandos no daban a basto, cuando de pronto un hombre que hizo de la impostura
informativa su profesión, el tránsfuga Leo Taxil, 55 que cambió el anticlericalismo militante
por un clericalismo antimasónico exacerbado, refrendó todo lo expuesto por la Iglesia, en
folletos, libros y a través de la gran prensa de la época, durante más de diez años, con el
agravante de sobrepujar lo dicho hasta entonces y describir las entrañas de la organización
masónica como lugar privilegiado de la aparición de Satán, con sus correspondientes rituales
demoníacos, provocando pues, un aluvión de panfletos. Como paroxismo, la organización
promovida directamente por el Papa León XIII, fiel seguidor de Taxil, de un congreso
antimasónico internacional en 1896. Este Papa destacó entre otros aspectos por la publicación
en 1884 de la encíclica Humanum Genus contra la masonería, con sus amplias repercusiones
en las parroquias católicas ya que los prelados debían rendir cuenta de los dichos y actos del
Pontífice a sus feligreses como así consta. 56 Sobre la Tercera República se llegó a afirmar,
desde las dos facciones, la pro y la en contra, que la masonería gobernaba a la sombra. Y
52
Esta actuación pública de la masonería francesa fue descrita en diversas obras, siendo el primer referente la
obra del comunardo P-O Lissagaray, Histoire de la Commune de 1871 (Maspero, 1970), 243-246. Otros
testimonios retratarían el mismo episodio como el de Arthur Arnould, Histoire populaire et parlementaire de la
Commune de Paris (Lyon: éditions Jacques-Marie Laffont et associés, 1981), 248-25, el de Georges Jeannet,
Paris pendant la Commune révolutionnaire de 71 (Paris: Éditions d’Histoires Sociales, 1968), 76-81, el de Jules
Andrieu, Notes pour servir à l’histoire de la Commune de Paris en 1871 (Paris: Payot, 1971), xxxv de la
introducción y Dominique Pierre, La Commune (Paris: Bernard Grasset, 1930), 165.
53
Ferre Benimeli, “La Masonería española y la revolución Francesa”, en Ferrer Benimeli, Masonería,
Revolución y Reacción, Tomo I, 13-14.
54
Folleto del discurso de clausura de la Asamblea General del Gran Oriente de Francia del 26 de septiembre de
1936.
55
Ferrer Benimeli, El contubernio judeo-masónico-comunista (Madrid: ISTMO, Madrid, 1982), 32-133. Leo
Taxil dedicó su vida a organizar grandes supercherías, con las que logró beneficios económicos, aprovechando
de la candidez e ignorancia de los “listos” acomodados utilizando con habilidad los medios de comunicación.
¡Qué no habría hecho hoy con los actuales medios de comunicación! Este malabarista de la mentira dejó una
impronta en la memoria colectiva del sector de estudiados, reflejados en la literatura como por ejemplo del ultra
católico Georges Bernanos que lo cita en la obra que publicó en 1936, Journal d’un curé de campagne, Plon,
1968, 126-127. Asimismo, el pontificado de León XIII y su relación contra la masonería no pasaron
desapercibidos, conflicto plasmado literariamente por André Gide, en 1914, con la publicación de Las cavas del
Vaticano.
56
Ver los estudios publicados en Ferrer Benimeli, La Masonería española en la época de Sagasta (Zaragoza:
Gobierno de Aragón, 2007).
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luego, se sucedieron el affaire Dreyfus, el de las fichas, más tarde, en los años treinta del siglo
XX, el caso Stavisky y a finales del siglo XX los casos de corrupción en la Costa Azul, a la
espera del próximo evento tendencioso que otorgue una vez más las culpas de todas las
perversidades sociales y económicas de la sociedad civil a la masonería. Todas estas
acusaciones tuvieron sus réplicas públicas por parte de los masones.
La masonería no dejó indiferente ni a los escritores de gran prestigio quienes
dedicaron algún que otro relato a la Masonería. Siempre a título ilustrativo, se puede citar a
Guy de Maupassant, que en 1882 publicaría un texto antimasónico liberal, Mi tío Sosthène, en
el periódico republicano parisino Gil Blas. 57 Otro gran escritor, en otra época y país, escribiría
en ese mismo sentido una escena, en una de las obras más estelares del siglo XX, La Montaña
Mágica, publicada en 1924, su autor, el alemán Thomas Mann. En ella, contestó –fue uno de
los pocos en hacerlo- negativamente a la pregunta que da por título a este trabajo. 58
En cuanto a la esfera periodística actual, la casi totalidad de las revistas galas publican,
cada año, en portada, algún dossier sobre el tema. Por último y como discreto colofón, las
masonerías francesas intervienen, desde hace muchos años, en un programa semanal
radiofónico con cobertura nacional, en el que tratan de sus asuntos.
¿En España?
La masonería fue el chivo expiatorio de todas las malandanzas de la clase dominante
en la Historia contemporánea de España, a pesar de ser falso en su totalidad, una franja
importante de españoles, los grupos conservadores, los reaccionarios, estaban convencidos y
lo son todavía de que así fue, repitiendo continuamente esta visión.
Según el profesor Manuel Moreno Alonso, en 1819, la lucha contra los masones se
estaba convirtiendo ya en una obsesión, 59 ratificando lo dicho por el escritor Benito Pérez
Galdós de que, en 1820, los misterios de la masonería pasaron “al dominio de las
57
12-08-1882. Sobre escritores liberales críticos con la masonería ver mi estudio publicado en la revista digital
actuallynotes en su nº 35 de junio de 2009, "Una muestra de famosos escritores liberales, "antimasones"" en
http://www.actuallynotes.com/Una-muestra-de-famosos-escritores-liberales-antimasones.html
58
Thomas Mann, La Montaña Mágica (España: edhasa, 2001), 710. En esta extensa obra, reservó una escena a
las reflexiones de ambos bandos sobre masonería (702-717), a través de la cual criticaba la pérdida de los
principios y objetivos iniciales de los masones del siglo XVIII convertidos en un “espíritu burgués bajo la forma
de un Círculo”, “¡Cultura y fortuna, ésa es la burguesía!” (709), comparando el hermetismo de la masonería al de
vulgares organizaciones de estudiantes de la época (711), puntualizando que “la idea masónica no ha sido nunca
apolítica” (712). Incluso reservó unas pinceladas a las logias españolas, teniendo claro que han tenido, “desde su
origen, una orientación política” (712).
59
Manuel Moreno Alonso, “La lucha contra los masones en España hacia 1820. Razones contemporáneas de una
persecución”, Ferrer Benimeli, La Masonería en la Historia de España, (Zaragoza, Diputación de Aragón,
Departamento de Cultura y Educación, 1989), 52.
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gacetillas”. 60 Este literato decimonónico lamentaría que la masonería española de su época
hubiera desvirtuado la de principio de siglo. 61
Los periódicos antimasónicos, masónicos y paramasónicos se multiplicaron tras la
Gloriosa. En el último cuarto del siglo XIX, la masonería se posicionó en la escena principal a
través de sus numerosas publicaciones dirigidas a los hijos de la luz y a profanos: El Diario
de Badajoz, 62 La Antorcha Valentina, 63 La España Masónica de Madrid, La Humanidad de
Alicante, 64 La Acacia de Zaragoza, El Mallete de Barcelona, El Taller de Sevilla, 65 La
Verdad de Oviedo 66 y un largo etc. 67 Sobre muchos de ellos nos falta por saber la amplitud de
la tirada o de las suscripciones, pero esta carencia, en el caso de la investigación sobre
discreción, es solventada por el gran número de publicaciones que demuestra que los masones
quisieron publicitarse. Mención destacada merece la revista La Razón (1889-1891) creada por
la logia castellonense Perfecta Razón, teniendo según el profesor Joan Uso i Arnal “una
difusión bastante considerable” con 500 suscripciones. 68 Como en otras muchas ocasiones en
todo el territorio español, esta revista salió a la luz para contrarrestar los ataques
antimasónicos, llevados a cabo en esta ocasión por La Verdad de Castellón que llegó a
publicar nombres de masones. Los improperios de esta revista antimasónica colmó la
paciencia del Gran Maestre del Grande Oriente Español Miguel Morayta quien la denunció
por calumnias e injurias, prestándose el juicio a un espectáculo periodístico entre masones y
antimasónicos con defensores de entidad como el integrista Ramón Nocedal. 69 La revista
antimasónica fue absuelta. En Castellón se contempló además la organización por parte de la
masonería de varias actividades con “proyección directa” sobre la “sociedad castellonense”,
provocando grandes polémicas, llegando incluso a aparecer públicamente en una
60
Ibíd., 41. Sobre el Trienio Liberal ver Emilio de Diego García, “Aproximación al estudio de los posibles
masones en 1823”, en Ferrer Benimeli, La Masonería española en el siglo XIX, (Valladolid: Junta de Castilla y
León, Consejería de Educación y Cultura, 1987), 451-466.
61
Benito Pérez Galdós, El Grande Oriente (Madrid: Historia 16, 1993), 50. Las pinceladas sobre masonería
recorren buena parte de sus Episodios Nacionales. Para más información ver Ferrer Benimeli, La masonería en
los Episodios Nacionales de Pérez Galdós, Fundación Universitaria Española (Madrid, 1982).
62
Francisco López Casimiro, “La Masonería y el conflicto colonial en la prensa de la baja Extremadura”, en
Ferrer Benimeli, Masonería española y América (Zaragoza: CEHME, 1993), Tomo II, 790.
63
Impar Eugènia Ventura Gayete, “Tres publicaciones y un debate: La Bandera Federal, La Antorcha Valentina
y La Verdad”, en Ferrer Benimeli, La masonería en Madrid y en España del siglo XVIII al XXI (Gobierno de
Aragón: Departamento de Educación, Cultura y Deporte, 2004), Tomo I, 356-358.
64
Ver Joan Carles Uso i Arnal, “La Humanidad (1883-1890): una revista masónica en el Alacant de la
Restauración”, en Ferrer Benimeli, La Masonería española en el siglo XIX, Tomo 2, 851-866.
65
Pedro Álvarez Lázaro, “Masonería y Librepensamiento Españoles de Entresiglos”, en La Masonería en la
Historia de España, 112.
66
Ver Yván Pozuelo Andrés, “Antecedentes y repercusiones del sermón contra la masonería del Obispo de
Oviedo (1884-1904), Fray Ramón Martínez Vigil” en La Masonería española en la época de Sagasta, 11091110.
67
A parte de la ya mencionada obra bibliográfica de Ferrer Benimeli, también se publicó la lista hecha por
Teresa Diez de los Ríos San Juan, “Catálogo de publicaciones periódicas masónicas (S.XIX)”, en Ferrer
Benimeli, La Masonería española en el siglo XIX, Tomo 2, 761-780.
68
Joan Carles Uso i Arnal, “La Masonería castellonense contemporánea”, en Ferrer Benimeli, La Masonería en
la Historia de España, 266.
69
Hijo del dirigente carlista Cándido Nocedal, fundó en 1888, tras su expulsión de la Comunión CatólicoMonárquica, el Partido Católico Nacional.
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manifestación de corte liberal, en 1889. 70 Ese mismo año, en otra latitud, en Asturias, los
masones sacaron a relucir sus estandartes en una manifestación a favor de la ampliación del
puerto de Gijón. 71
Incluso en los boletines o revistas estrictamente masónicas, exclusivamente para
masones, sus autores escribían como si se dirigiesen a profanos, provocando al “voyeurismo”
o conscientes de ser espiados por sus adversarios. Así, por ejemplo, se explica que redactasen
contestaciones a los ataques antimasónicos a sabiendas de que la revista se destinaba a los
masones que ya sabían que no se les aparecería Satán en las logias ni toda la trama
conspirativa típica de los sectores clericales. 72
También era sujeto habitual en la prensa librepensadora como Las Dominicales del
Librepensamiento. Este bullicio publicista se vivió en paralelo en diferentes países y colonias
españolas o provincias de Ultramar como, por ejemplo, Cuba. Así pues, en la isla caribeña se
sucedieron un “gran número de revistas y periódicos” de carácter masónico. 73 En la
bibliografía publicada por Ferrer Benimeli, los ejemplos son numerosos. 74
Volviendo a España, en 1892, se organizó uno de los Congresos Universales de
Librepensamiento, en Madrid, contando la delegación española con 112 logias, 2 triángulos, 2
capítulos y unas cuantas Grandes Logias Provinciales y más de medio centenar de logias de
fuera de España, congreso suspendido el mismo día de su inauguración por Cánovas. 75 Este
tipo de evento librepensador se celebró en diferentes países a finales del siglo XIX y a
principios del XX.
Otra de las actuaciones públicas más habituales de los “pescadores de almas” 76 fue su
aparición, vestidos de masones, en los entierros de ciertos de sus correligionarios. Así pues,
los hermanos españoles salieron con mayor o menor presencia en los entierros, en 1869, de
Amable Escalante, del infante don Enrique y,77 en 1870, del General Prim. A parte de la
prensa de la época, estos acontecimientos fueron descritos en diferentes obras
contemporáneas. Caso por ejemplo de la obra católica, apostólica y romana de Marcelino
Menéndez Pelayo en la que se lamentaba de que “la Francmasonería, sociedad no ya secreta,
sino pública y triunfadora, se exhibía en ostentosos alardes, nuevos en España, cuales fueron
el entierro masónico del brigadier D. Amable Escalante…” 78 , concomitancia masónica
70
Uso i Arnal, 265.
Pozuelo, 1110.
72
Véase la publicación masónica La Humanidad, órgano oficial de la actual logia Constante Alona nº8 de
Alicante. En Vicent Sampedro Ramo, “La influencia del republicanismo en el nacimiento y desarrollo de la
masonería alicantina en los primeros años de la Restauración”, en Ferrer Benimeli, La masonería en Madrid y en
España del siglo XVIII al XXI, Tomo I, 287-288.
73
Dominique Soucy, “El Palenque Literario: un testimonio de la realidad masónica de Cuba (1876-1883)”, en
La masonería en Madrid y en España del siglo XVIII al XXI, Tomo I, 535. Pedro Pascual Martínez, “La Prensa
masónica de España y Cuba (1868-1898)”, en La Masonería española y la Crisis colonial del 98, Tomo II, 681698.
74
Ferrer Benimeli & Cuartero, Tomo I, 371-383.
75
Marçia José Villegas Sanz, “Aproximación a la ideología de los talleres masónicos madrileños del siglo XIX”,
La Masonería española en el siglo XIX, Tomo II, 541-552.
76
De esta forma, denominó a los masones Thomas Mann, La Montaña Mágica (España: edhasa, 2001), 710.
77
La Ilustración española y americana, 25-III-1870, 2.
78
Menéndez Pelayo, Tomo IV, 423.
71
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80
igualmente descrita por el anarcosindicalista y masón Anselmo Lorenzo. 79 Asimismo, España
tendría una versión a la Maupassant, aunque bastante más mordaz y amplia en su obra, la de
Benito Pérez Galdós quien describió el funeral masónico ofrecido al General Prim con una
muy minoritaria presencia masónica en la Basílica de Atocha, siendo el lugar para oficiarlo lo
más destacable. 80
Para terminar con la discreción del siglo XIX, añadir brevemente que las logias no
dudaron en enviar hasta felicitaciones a los gobernantes, a la prensa y a toda una serie de
profana sociabilidad cuando consideraban que se había obrado o publicado en el sentido de su
ideario. 81
En el siglo XX, la discreción pasó de ser un juego de palabras a una recurrente
hipocresía.
Ateniéndose a las informaciones divulgadas por historiadores con solera, por ejemplo,
se sabe que los masones españoles, en 1904, en Roma, con ocasión de un Congreso Universal
del Librepensamiento desplegaron sus insignias en una manifestación que pasó por la Puerta
Pía. 82 En el celebrado en París, en 1905, la masonería francesa invitó a un banquete a unos
3000 invitados, nada más y nada menos, que en la Torre Eiffel.
Como anacrónica discreción, se conservó múltiples cartas de las células masónicas
dirigidas a los jefes de gobiernos. A modo de ejemplo, los miembros de una logia hispalense
decidieron en el contexto de la I Guerra Mundial, en 1914, enviar al primer ministro del
gobierno español una carta de felicitación por la postura neutral en la contienda. 83
Sin duda, de todos los periodos, el de los años treinta del siglo XX puso a prueba, el
que más, la veracidad sobre la profundidad de la convicción masónica en torno a la
discreción, dejándola maltrecha. No existió ninguna entidad de relieve, regional, nacional,
europea e internacional que no haya sido solicitada o haya recibido cartas en nombre de los
grandes orientes. En lo concerniente a España, la II República remató la muy supuesta
discreción ya anteriormente quebrantada. Prosiguiendo con las cartitas, el máximo órgano del
Grande Oriente Español (GOE) durante la II República, el Gran Consejo Federal Simbólico,
dirigió, con motivo del advenimiento republicano, un telegrama de felicitación al primer
Presidente de la República, que no era masón, Niceto Alcalá Zamora. 84
En lo más “light” de esa época, la revista masónica Latomia, cuyos miembros
fundadores querían apartarse de los asuntos profanos y cuanto más si eran políticos y
religiosos, tendencia minoritaria en ese periodo en el seno de las dos obediencias masónicas
españolas, el GOE y la Gran Logia Española, que no sólo abrían la suscripción a masones
sino a profanos también, descubriendo en sus páginas otros ritos que los conocidos en
79
Anselmo Lorenzo, El proletariado militante. Memorias de un internacional (Barcelona: Antonio López
editor-librería Española), 78.
80
Benito Peréz Galdós, Amadeo I (Madrid: Historia 16, 1996), 11-13.
81
Ver ejemplos en Villegas Sanz, 541-552.
82
Álvarez Lázaro, 114.
83
Leandro Álvarez Rey, Aproximación a un mito: Masonería y política en la Sevilla del siglo XX, (Sevilla:
Servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, 1996), 86.
84
J.A. Cruz Orozco, “Entre la tolerancia, la prudencia y la intervención política. Las actividades del Gran
Consejo Federal Simbólico (1931-1936)”, La masonería en Madrid y en España del siglo XVIII al XXI, Tomo I,
258.
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España. 85 Por su lado, la prensa antimasónica, desde la derecha católica, arremetía
permanentemente, ejemplo de ello, la revista antimasónica Gracia y Justicia que tiraba a
200000 ejemplares. 86
Los entierros de algún pez gordo masónico sirvieron de gran escaparate. Como
ilustración, el acaecido en 1932 por el funcionario del Ayuntamiento de Gijón, Alberto de
Lera, a la par Gran Maestre de la Gran Logia Regional del Noroeste del GOE, funeral que
congregó a miles de personas que vieron desfilar los estandartes masónicos. 87 Este ejemplo se
repitió en diversas regiones españolas tanto en el siglo XIX como en el XX. Siguiendo en la
región norteña española, en Asturias, en 1935, se lanzó un pasquín a miles de ejemplares
como defensa a los ataques antimasónicos. 88 Ese mismo año, tras oír en el Congreso de los
Diputados que la masonería hacía política, masones afiliados a la Gran Logia Regional del
Nordeste de España dirigieron un texto al Presidente del Congreso para contradecir lo dicho,
documento al que, según Ferrer Benimeli, “se le dio gran difusión”. 89
En esa época, los masones no sólo preocupaban a los sectores católicos sino también a
algunos grupos en el seno de las organizaciones obreras, inquietud producida por la afiliación
de ciertos dirigentes. Esta polémica ya se había iniciado en el siglo XIX, en 1889, en el seno
del anarcosindicalismo. 90 Dos años antes, Anselmo Lorenzo, en abril de 1887, pronunciaba
una conferencia en el Ateneo barcelonés sobre socialismo donde aprovecharía y proclamaría
su afiliación masónica, 91 afiliación que también expondría en sus memorias. 92 Durante la II
República, ese debate se recrudeció tanto en el PSOE como en la CNT donde se votaron
resoluciones que prohibían la doble afiliación al estilo de la estampada, en 1922, por la
Internacional Comunista. 93 Uno de los militantes anarcosindicalistas durante la II República,
José Peirats, diferenciaba, en 1936, a la anarquista FAI, “organización clandestina”, de la
masonería, sociedad secreta. 94
Durante el exilio español, los masones exiliados obraron, tanto en su condición
política como masónica, hacia las instituciones internacionales y gubernamentales de los
países receptores para que éstas condenasen, presionasen y colaborasen para acabar con la
85
Pere Sánchez i Ferré, “La Revista Latomia y la logia La Unión de Madrid”, en La masonería en Madrid y en
España del siglo XVIII al XXI, Tomo I, 128-129.
86
Fernando Montero Pérez Hinojosa, “Gracia y Justicia”: un semanario antimasónico en la lucha contra la
Segunda República Española”, en La Masonería en la Historia de España, 390.
87
Acontecimiento plasmado entre otros en el periódico asturiano de mayor difusión en aquella época, en El
Noroeste, de los días 5 y 6 de octubre de 1932.
88
Archivo General de la Guerra Civil Española de Salamanca: Legado: A-738 Expediente: 5 y Leg. : A- 739
Exp. : 8
89
Ferrer Benimeli, “Masonería y política en la España del siglo XX”, en La Masonería en la España del siglo
XX, Tomo I, 421.
90
Enric Olive Serret, “El Movimiento anarquista catalán y la masonería en el último tercio del siglo XIX.
Anselmo Lorenzo y la logia “Hijos del Trabajo””, en La Masonería en la Historia de España, 137.
91
Ibíd., 149.
92
Lorenzo.
93
Ver Manifestes, thèses et résolutions des Quatre premiers Congrès Mondiaux de l’Internationale Communiste
1919-1923, Textes complets, en facsimil de juin 1934, La Brèche-Selio, 1984, 197-198. Por parte del PSOE, se
votó una resolución en contra de la doble pertenencia a principios de 1934, prohibición que igualmente se
dictaminó en la CNT en el congreso de Zaragoza de 1936.
94
José Peirats, Los anarquistas en la crisis política española (Madrid: Júcar, 1977), 252.
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Dictadura de Franco. Como ilustración, en 1946, José Maldonado, militante de Izquierda
Republicana, en nombre de la Familia Masónica Española en Francia, dirigió una carta a los
Cuatro Grandes Naciones y al Secretario General de la ONU. 95 Tras la muerte del Caudillo, el
GOE, en su retorno a España, se presentó públicamente a toda la prensa en 1977, liderada por
el Gran Maestre Jaime Fernández Gil de Terradilos quien impulsó los contactos con todos los
estamentos civiles e incluso con la conferencia episcopal. 96
Más cercanos a nuestra época, los ejemplos indiscretos brotan en la prensa, como se ha
podido ya notar a lo largo de este trabajo, en referencia a la producción publicista y a las
entrevistas de masones. Además, se anuncian coloquios, conferencias y charlas por toda la
geografía española. A través de los rotativos, se descubren decisiones fuera de toda discreción
como la adoptada por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y el Cabildo que
convinieron, en junio de 2006, apoyar las diligencias para la rehabilitación de la sede
masónica de Santa Cruz. 97 Asimismo, repitiendo las actuaciones de sus antecesores de los
siglos XIX y XX, un sector masónico español, concretamente la Gran Logia Masónica
Provincial de Castilla presentó públicamente en 2006, una revista, Conde Aranda, para
nuevamente defenderse de los múltiples ataques de la antimasonería clerical. Incluso se avisa
de la constitución de una logia en prensa días antes de su instalación, como el caso de la logia
malagueña Heracles. 98 Fuera de España, la discreción sigue la misma tendencia. En
Venezuela, un miembro de la logia centenaria Pedro Cova nº28, remitió, con motivo del
aniversario de instalación de aquella, una carta al periódico Correo del Caroní, 99 en la que
extractó la vida de la logia, citando incluso a los miembros actuales que la componen.
También consultable la discreción de la Logia Unión Amázonica 5 nº25 de Iquitos, 100 Oriente
de Perú, con fotos de sus miembros, etc.
¿En Costa Rica?
La propaganda masónica hacia el mundo profano no revistió en todos los países, ni en
todas las Obediencias, ni en todas las épocas, el mismo nivel. En los siguientes renglones, se
orienta brevemente el estudio sobre esta cuestión en base a una joven nación, situada en
Centro América, que en la actualidad alberga tan sólo unos 4 millones de habitantes. En la
introducción del planteamiento que en este trabajo se expone, he determinado que la
discreción era evaluable en relación con el sector de los ilustrados y acomodados. Es en esta
demarcación donde se comprueba si existe efectivamente discreción o no.
Todo apuntaba a una cierta discreción dado que la masonería costarricense fue, sobre
todo en sus etapas decimonónicas, una cuestión de familia. Sin embargo, no sólo la masonería
95
Pozuelo, “El archivo masónico de José Maldonado, último Presidente de la República en el exilio”, en La
masonería en Madrid y en España del siglo XVIII al XXI, Tomo II, 1368.
96
Cruz Orozco, “Solidaridad y Exilio. La Masonería española en América (1939-1977)”, en Masonería española
y América, Tomo I, 549.
97
Jorge Hernández, “La polémica de los “papeles”. Cultura permite que el templo masón de Tenerife reciba
documentación del Archivo”, Tribuna de Salamanca, www.tribuna.net, 21-X-2006.
98
Ignacio Lillo, “El damero masón llega a Málaga”, SURdigit@l, www.diariosur.es, 17-III-2007.
99
“Resp. Logia Pedro Cova nº28 OR. UPATA”, www.correodelcaroni.com, 25-X-2006.
100
http://aprendizunionamazonica.blogspot.com/
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83
costarricense se estructuró endogámicamente, siendo perfectamente extrapolable, esta
característica, a los estamentos claves de la nación. Estamos frente a la Historia de una nación
cuyos cimientos originarios agrupales tienen más de redes endogámicas que masónicas. Se
recuerda que el territorio de Costa Rica se independizó del Imperio español en 1821, que tras
diversos avatares territoriales tomó forma como nación totalmente independiente en 1838,
apareciendo la masonería allá por 1865.
Los acontecimientos que a continuación ilustran mi propósito son extraídos de los
trabajos de los historiadores Miguel Guzmán-Stein y Ricardo Martínez Esquivel, publicados
en su mayoría en las actas de los Simposios organizados por el Centro de Estudios Históricos
de la Masonería Española y en la revista electrónica universitaria costarricense Diálogos. 101
En Costa Rica, la puerta de la discreción fue desmontada, como medio para influir en
el ejercicio del Poder, por parte del Obispo de Costa Rica, el prelado Rivas, a partir de 1866,
como contrapunto a la alta representación de miembros de la Viuda en el órgano ejecutivo,
ejemplarizado por el presidente de la nación Castro Madriz. Los “Hombres de Dios”
costarricenses hicieron y deshicieron la masonería. Así pues, el Pbro. Domingo Rivas y el
Obispo Llorente, antimasones se enfrentaron al sacerdote Francisco Calvo, primer Venerable
Maestre de la primera logia costarricense, la logia Caridad fundada en 1865, a la que
pertenecían otros profesionales de la Iglesia, representando unos y otros dos líneas de
actuación eclesial bien diferentes : la primera, respetuosa de las prebendas autoritarias de la
101
A modo ilustrativo véase de Miguel Guzmán-Stein, “Masones españoles en Costa Rica: el Krausismo y la
Institución Libre de Enseñanza en la formación y desarrollo de la Democracia Liberal Costarricense”, en
Masonería Española y América; “Masones y liberales, españoles y cubanos: Intervención y aporte al desarrollo
social, político y cultural de Costa Rica en el siglo XIX”, La Masonería Española entre Europa y América;
“Costa Rica, España y Cuba: Antecedentes, desarrollo e impacto del movimiento de independencia en la
sociedad costarricense finisecular y la masonería”, La Masonería Española y la crisis colonial del 98; “De
cómo el Generalísimo Francisco Franco Bahamonde, jefe del estado español, otorgó la Orden de Caballero de
Isabel la Católica a un masón gallego que fue dos veces Gran Maestro de la Gran Logia de Costa Rica”, La
Masonería en Madrid y en España del siglo XVIII al XXI; “Base de datos para la historia de la masonería en
Costa Rica en el siglo XIX”, La Masonería en Madrid y en España del siglo XVIII al XXI; “Dr. José María
Castro Madriz: Masón y liberal, diputado, embajador, ministro, Presidente de la República, Presidente del
Congreso, Presidente de la Corte Suprema de Justicia”, La masonería española en la época de Sagasta (18251903); y “Masonería, Iglesia y Estado: Las relaciones entre el Poder Civil y el Poder Eclesiástico y las formas
Asociativas en Costa Rica (1865-1875)”, REHMLAC, Revista de Estudios Históricos de la Masonería
Latinoamericana y Caribeña (San José) 1, n. 1 (Mayo-Noviembre 2009): 100-134.
http://rehmlac.com/recursos/vols/v1/n1/rehmlac.vol1.n1-mguzman.pdf. Los trabajos de Ricardo Martínez
Esquivel, “Composición socio-ocupacional de los masones del siglo XIX”, Diálogos Revista Electrónica de
Historia
8,
n.
2
(agosto
2007-febrero
2008):
124-147.
http://www.historia.fcs.ucr.ac.cr/articulos/2007/vol2/6vol8n2martinez.pdf; “Masones y su participación política
en Costa Rica (1865-1899)”, Número especial de Diálogos 9º Congreso de Historia Centroamericano (San José,
21-25 julio 2008): 1815-1848. http://www.historia.fcs.ucr.ac.cr/articulos/2008/especial2008/articulos/06politica/76.pdf; “Un estudio comparado del establecimiento de logias masónicas en Costa Rica y Guatemala
(1865-1903)”, Número especial de Diálogos 9º Congreso de Historia Centroamericano (San José, 21-25 julio
2008): 2357-2382. http://www.historia.fcs.ucr.ac.cr/articulos/2008/especial2008/articulos/07-regional/100.pdf;
“Masonic Societies of Ideas and their Social Representations in Costa Rica (1865-1899)”, CRFF Working Paper
Series
(Sheffield)
4
(December
2008):
1-21.
"Documentos
y
http://freemasonry.dept.shef.ac.uk/show_upload.php?id=356&blob_field=upload_file1;
discursos católicos antimasónicos en Costa Rica (1865-1899)", REHMLAC, Revista de Estudios Históricos de la
Masonería Latinoamericana y Caribeña (San José) 1, n. 1 (Mayo-Noviembre 2009): 135-154.
http://rehmlac.com/recursos/vols/v1/n1/rehmlac.vol1.n1-543rich.pdf.
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Iglesia, impermeable a cualquier matiz que pusiese en evidencia las contradicciones de la
jerarquía católica, apostólica y romana, y la segunda, católica, liberal, tolerante (en ese
contexto) y partidaria de las libertades individuales de expresión y de opinión
independientemente del mensaje difundido. Un año después de la instalación de la masonería,
los primeros recordaron las directrices de los Papas. Así pues, Llorente pretendió obligar, en
1866, a Calvo y a otro sacerdote, Carlos Ulloa, a repudiar de su afiliación masónica. Por su
lado, los acusados se defendieron por escrito contestando, sin mencionar a la masonería, de
forma general, que no pertenecían a organizaciones contrarias a la Iglesia. El historiador
Miguel Guzmán-Stein precisó que Llorente hizo circular públicamente ambas declaraciones
junto con su carta a Calvo y Ulloa -necesaria para entender de qué se trataba el asunto de la
Francmasonería- por medio de una hoja impresa. 102 Al año siguiente, en 1867, dos pastorales
fueron dirigidas contra la masonería.
Sin embargo, la campaña antimasónica emprendida no le serviría, al prelado
antimasón Rivas, a ocupar el liderazgo del Poder en sí, aprovechándose otros de las
circunstancias. En cambio, se adueñaría del cargo de Rector de la Universidad de Santo
Tomás, un puesto clave, enlace directo con la formación intelectual de los hijos de la clase
acomodada, llamados a dedicarse a los puestos de mando de la sociedad costarricense,
echando a su antecesor, su férreo enemigo y masón, el publicista Lorenzo Montúfar. La
campaña antimasónica católica, en general, se basa, cuando no logra imponerse por la fuerza,
en la estrategia del desgaste en base a una propaganda incisiva que no obvia la mentira. Este
sector se lanzó en el juego ontológico del Bien y del Mal, con el que algún sector de los
masones aceptó jugar.
La masonería costarricense, al menos, no fue lo suficientemente discreta para las
fuerzas religioso-políticas puesto que sus enemigos lograron clausurar todos sus talleres a
partir de 1876 y hasta 1882, logrando escapar, exclusivamente, la Logia Caridad, a esta
represión.
Si nos adentramos en algún rincón interno de la masonería nos encontramos con el
periódico El Quincenal Josefino, cuyo director, Lorenzo Montúfar, fue uno de los pocos
masones con rasgos anticlericales marcados. En esta publicación, el autor plasmó con nitidez
que los afiliados a la Orden no trabajaban ni en lo secreto ni en lo discreto:
A esto se agrega que las Bulas contra las sociedades secretas no comprenden a
los masones, porque la Masonería no es secreta. Los edificios masónicos están
a la vista de todos. Los masones hacen públicamente sus funciones, y se
presentan en las calles y las plazas de las grandes ciudades con las insignias y
condecoraciones de la orden. Publican discursos: tienen periódicos en donde
dan a conocer doctrinas y sus trabajos. La masonería es tan pública como el
Consistorio de los Cardenales, como los Cabildos de las Catedrales y
Colegiatas. Todos vemos los lugares donde se reúnen los masones.
102
Ver su estudio, Guzmán-Stein, “Dr. José María Castro Madriz: Masón y liberal, diputado, embajador,
ministro, Presidente de la República, Presidente del Congreso, Presidente de la Corte Suprema de Justicia”.
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A través de la descripción de las redes sociales en las que navegaron los masones
costarricenses, por parte de los autores Guzmán-Stein y Martínez Esquivel, poco deja lugar a
dudas que las metas, tanto políticas como “simbólicas”, tan elevadas a la ideal perfección,
pudieran lograrse en discreción. Es más, la interrelación de los protagonistas masones
integrantes del sector de estudiados (sacerdotes y burgueses) desbarata por definición la
discreción.
Todavía más elocuente es el siglo XX. Por ejemplo, entre 1950 y 1954, se publicó un
bimensual, La Gaceta Masónica, en venta junto a los demás periódicos nacionales, en la que
se exponía toda una serie de datos sobre masones, logias y demás opiniones sobre asuntos
profanos como el seguimiento de las actuaciones antimasónicas de Franco. Sus editores
dejaron claro en su primer editorial que era necesario hacer publicidad de sus verdaderos
fines, advirtiendo que la publicación no era órgano oficial de la Gran Logia de Costa Rica ni
de ningún taller. También publicarían las felicitaciones que recibieron, en relación a la
iniciativa publicista, de los altos responsables de dicha Obediencia, entendiendo que su
estimable duración en el tiempo, en condición de periódico masónico, se debió a representar
una línea de actuación acorde con los deseos de quienes les felicitaban. En ella, una joya, de
entre tantas, un artículo de Diego Martínez Barrio, 103 quien fue Gran Maestre del Grande
Oriente Español de 1929 a 1934, fundador del partido político Unión Republicana,
responsable de diferentes altos cargos del Gobierno durante la II República antes, durante y
después de la Guerra Civil. En este artículo se expresa como masón, lo que no hizo en su
etapa masónica en España de forma pública, llevando a cabo todo su afán en pro de la Viuda a
través de los órganos internos.
“Salir a la luz” es un tema recurrente en las masonerías. Entre las últimas intentonas
públicas en Costa Rica, la de 1990, cuando se decidió sin gran éxito interno emprender el
camino de la imprenta con un semestral de nombre Leyenda.
En su trayectoria centenaria ¿los masones costarricenses fueron diferentes a sus
hermanos europeos en cuanto a discreción?
Finalmente, hoy se puede entrar en contacto directamente con muchas logias de todo
el mundo a través de Internet, existiendo portales generalistas sobre la materia e individuales
de masones que rozan incluso el narcisismo, 104 por un lado comprensible dado las metas
filantrópicas auto impuestas. En la mayoría de esas webs no se exige clave de acceso, incluso
se incluye revistas internas. 105
¿Discreta?
103
Archivo de la Gran Logia de Costa Rica, Gaceta Masónica (San José) Año I, 15/08/1950, 8, “Misión de los
masones en América”. Un artículo de gran interés sobre todo para los historiadores de la Masonería para evitar
ser contagiado por el síndrome de Estocolmo a la hora de escribir sobre la relación independencia
hispanoamericana y masonería. En él, Martínez Barrio exalta la Independencia como logro masónico.
104
No guiaré al lector dando direcciones para que él mismo verifique este hecho y la facilidad de acceso a cierta
información y porque alargaría innecesariamente este trabajo.
105
Un buen ejemplo, la revista La Acacia de la logia Conde de Aranda de Zaragoza, www.logiacondearanda.org
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Conclusión
El secretismo y la discreción se difuminaron con la aparición pública de los propios
masones y de sus publicaciones. Sin embargo, alcanzaron la celebridad gracias a, o, por culpa
de sus adversarios. Sobre el secreto y aunque en menor medida sobre discreción se han escrito
válidos textos desde el siglo XVIII hasta nuestros días, empero, las verdades emitidas
estuvieron y están recubiertas por montañas de mentiras, calumnias y empalagosos
ensalzamientos, con el agravante de que cada día crecen de manera exponencial.
El secreto masónico es el secreto de tipo Polichinela. Demasiados polichinelas dentro
de la masonería como para que sea secreta o discreta, empezando por sus máximos dirigentes
que al fin y al cabo representan la orientación de la organización, siempre al tanto de dirigir
cartas a los poderes civiles y en salir en la prensa, actitud legítima pero contraria a la
discreción.
Para los masones y sus defensores fue y es secreta y discreta, y todo a la vez, según las
circunstancias históricas y emocionales del momento. Para los antimasónicos clericales es
secreta. Para los sectores obreros contrarios a ella ni lo uno ni lo otro, simplemente, fue
considerada como una organización burguesa al servicio de los intereses de la burguesía.
Dicho de otra manera, esta sociedad no fue ni secreta ni discreta para el sector de estudiados,
cosa diferente es que se tenga una visión correcta de ella. Que la mayoría de la población en
España no supiese nada de esta organización, desde el siglo XVIII hasta la II República,
informada como mucho por las pastorales, no implica que haya sido discreta. Lo sería si la
clase política y los sectores intelectuales no supiesen de ella, pero así no fue por norma
general.
Los propios masones construyeron sus grandes paradojas. En efecto, sugerir, como lo
hacen, que sus postulados son todos beneficiosos para la Humanidad, provoca una respuesta
crítica hegeliana : ¿para qué entonces guardar, para unos pocos iniciados, la sabiduría en
discreción entre símbolos?
La discreción conlleva la dificultad de obtener información, realidad ésta que cuanto
menos se observa muy endeble. Ser discreto es no contar cuando no se pregunta pero también
cuando se pregunta.
Las argumentaciones masónicas para calificarla de discreta son, como en lo secreto,
metafísicas, utilizando este adjetivo para discernir la Cara de la moneda del misterio,
virtuosamente noble, de la hasta entonces desaprobada por incomprendida Cruz que
representaba el secreto, viciosamente oculto. De este modo, dejaron voluntariamente la puerta
entreabierta a la especulación de la antimasonería clerical. En lo tocante a la historiografía, no
existe argumentación pese a las reiteraciones de esta adjetivación en sus estudios.
¿Cuáles deberían ser sus características para que no sea discreta? ¿A partir de cuántas
personas y a partir de qué nivel de conocimiento sobre ella sería necesario para separarla de la
discreción? Estas preguntas no se le deben hacer únicamente a ella aisladamente sino a toda la
sociabilidad. Por ejemplo, ¿quién sabe cómo se ingresa en Greenpeace? ¿Cómo preparan sus
acciones? ¿Cómo se financian? ¿Se podría catalogarla de discreta? En este caso no,
simplemente porque nadie la definió como tal. En cambio ¿qué sabemos realmente de ella
REHMLAC ISSN 1659-4223
Vol. 1, Nº 2, Diciembre 2009-Abril 2010
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comparada a la masonería? Quien dice esta asociación ecologista, dice de la de los Traperos
de Emús, los Derviches, etc.
Que los antimasones clericales la califiquen de secreta y los masones de discreta entra
dentro de sus lógicas, en cambio, los historiadores que desde hace tiempo desvincularon a la
masonería del secretismo subrayando actualmente su discreción deberían replantearse esta
consideración, desmentida por ellos mismos a través de sus publicaciones. Concluir que la
masonería no fue ni es discreta, no quiere decir que masones y masonerías no lo hayan sido
puntualmente, habría que indagar en el supuesto de esa discreción si lo fue por voluntad
propia al margen de un contexto histórico persecutorio. Los masones no se definieron de esta
guisa desde un principio, todo lo contrario, estaban orgullosos de su secretismo, fueron
empujados por las acusaciones de subversivos de los reyes y de la fe cristiana que
recalificaron el supuesto misterio bajo la discreción. Incluso siempre hubo una cíclica
actuación en relación a la discreción, secretismo y publicidad, entre masones “cistercienses”
que lamentasen la degeneración de los masones “clunicienses”, convirtiéndose en unos y
otros según las circunstancias.
En fin, la historiografía no se ha comprometido todavía en precisar este muy dudoso
término definitorio. De todas formas, quedó claro que masones y masonerías quisieron salir
de esa supuesta discreción desde el inicio de la masonería especulativa, a su manera, y a su
ritmo, prontamente y perennemente desconcertados por la furia y constancia del militantismo
antimasónico, sobre todo el católico.
Sacar, desde el prisma histórico hacia un modo divulgativo, a la masonería y a sus
afiliados del sofismo de una sociedad discreta será tan difícil como el relativo a su secretismo.
Imagen 2
Sansón y Dalila de Domenico Fiasella (1625-1635)
Fuente: Museo del Louvre, París