El cuerpo resistente

Un recorrido por los diferentes modos de concebir el cuerpo en ciertas culturas y concepciones de mundo: de la compenetración maníaca del paganismo, pasando por la conexión ritualizada con lo divino de la mitología griega, hasta la disolución total de su carácter persistente y tenaz con el cristianismo. Ilustración de Mariano Lucano.

 

Una de las primeras formas de entender la noción de resistencia fue desde una concepción religioso-mítica del mundo. La resistencia como una forma de comunicación —quizás la cara opuesta de la comunión — con lo divino.

La mitología griega abunda en historias de resistencias. Incluso podríamos definir la relación divinidad/hombre a partir de un juego entre invasiones e insurrecciones, de las cuales la posesión, la locura y el amor son sólo algunos ejemplos.

Hacerse de un cuerpo, tomar posesión de un cuerpo, como lo toma un amo al que todo le pertenece, es un elemento en común del erotismo y la muerte. Y quizás el erotismo y la muerte, de los que poco entienden los dioses, son formas humanas de encarnar la comunicación con aquello que se halla más allá de las palabras. 

Una sacerdotisa de Apolo, la pitonisa del oráculo de Delfos, nos da el ejemplo más cabal de dicha comunicación:De un lado, la deidad, con su áureo rostro vuelto hacia un cuerpo perecedero, el dios en la plenitud de la juventud y la belleza, porque la juventud y la belleza se definen a partir del cuerpo del dios. 

Del otro lado, la pitonisa con el cuerpo en el límite de su resistencia; la carne encrespada, convulsionada, vibrando a través de movimientos caóticos. 

Ese cuerpo inviolable será sólo pasible de ser penetrado por el dios hiperbóreo. La violación perpetrada por la divinidad se llama, en este caso, posesión y éxtasis. Preñada por la palabra divina, alumbrará su boca oráculos tan ambiguos como irrebatibles. 

 

 

El cuerpo es lo otro, lo cerrado y opaco por naturaleza; también es aquello que se abre ante la presencia del dios. La posesión, la manía y el éxtasis son los índices fenoménicos de esta apertura. Doble cualidad del cuerpo: ser sólido para poder ser quebrado.

Sólo lo sólido es capaz de resistencia. Y en Física esta cualidad hace referencia a la capacidad de ciertos cuerpos de soportar algún grado de fuerzas sin destruirse. 

Hay, por tanto, una fuerza que se propaga en un cuerpo, y la capacidad de un cuerpo para rechazarla. Y todo esto ocurre como si se encontraran en un infinito campo de batalla. 

En la mitología griega, las interpenetraciones eran profusas y violentas, incestuosas, caníbales, todo estaba permitido; ante tal despliegue de vitalidad divina, incluso el antropomorfismo se veía amenazado y el fenómeno de la metamorfosis más de una vez se convirtió en la excusa para la zoofilia. 

Porque ¿qué tipo de cuerpo podía actuar de barrera para el deseo divino? .

¿no era acaso la resistencia un último refugio de un cuerpo que se quebraba y doblegaba, quizás con un resto de placer, ante la intromisión divina?

 

 

Apolo nace, crece rápidamente, en su cuarto día de existencia asesina a la serpiente Pitón que perseguía incansablemente a su madre. 

El gesto asesino de Apolo abre una brecha entre los mundos. Pitón es enterrado en un lugar que será el centro del oráculo de Delfos. Este punto geográfico también es considerado una de las puertas de ingreso al inframundo. 

En pocas palabras, Delfos es el omphalos, el ombligo del mundo, donde el dios de las altas cumbres olímpicas, se vincula tanto con los hombres, como con las antiguas divinidades ctónicas.

Allí, arriba del cuerpo inanimado de la serpiente, se abre un orificio sobre el que se colocará el trípode de la pitonisa (que toma del monstruo su nombre). En un único punto se entrecruzan muerte, manía, posesión sagrada y palabra oracular.

Sobre un cuerpo, otro cuerpo: uno, el serpentino, cuyo origen se retrotrae a la noche de los tiempos; el otro, el de la joven virgen, que lo acogerá entre sus carnes convulsas. 

 

 

El oráculo de Delfos forma parte del complejo entramado de la religión oficial civil helénica, al cual se acude para preguntar por importantes cuestiones, entre ellas las del Estado. La única conexión hombre/dios la lleva a cabo la sacerdotisa apolínea. Sin embargo, la pitonisa puede ser descripta de diversas maneras, pero nunca como una persona común y corriente.

Para las personas comunes existen las religiones mistéricas, quizás más democráticas y cosmopolitas, abiertas incluso a las mujeres. Que un misterio sea tan inclusivo, no deja de sorprender a nuestra psique moderna.

Los misterios que adquirieron mayor celebridad en la antigüedad griega fueron los de Eleusis, en honor a Démeter y su hija Perséfone raptada por Hades. Luego ingresarán desde Oriente el mitraísmo y los cultos de Cibeles, tan caros a los romanos. Todos ellos tienen en común una concepción agraria del cosmos, y trazan una analogía entre la dimensión de la existencia vegetal y la escatología del alma. La temporalidad mistérica es ordenada cíclicamente, donde se suceden períodos de nacimiento, muerte y renacimiento. En relación al género humano todo esto queda plasmado en la doctrina que se conoció con el nombre de metempsicosis, o transmigración de las almas. Un alma inmortal deberá nacer y renacer a través de infinitas encarnaciones. 

He aquí lo importante: El cuerpo es algo que debe ser anulado. Y esto es así porque es impotente para cruzar el umbral de los mundos luego de la muerte. Por ello el alma debe ser preparada para el abandono del cuerpo, mediante largas peregrinaciones y una inflexible ascesis; para, finalmente, a través del éxtasis, acceder a la conexión con el dios.

A diferencia de lo que ocurría con la pitonisa, podríamos graficar esta conexión entre la esfera divina y la humana como dos planetas que se acercan sin abandonar ninguno su propia órbita. De esta manera, el contacto con la divinidad deja de concebirse como una compenetración maníaca y deviene una especie de conexión altamente ritualizada.

El acercamiento parece ser iniciado por el dios, que se aproxima a la dimensión de lo humano a través de su sufrimiento. Luego el cristianismo repetirá el gesto mistérico. En este sentido, afirma Roberto Calasso en su libro Las bodas de Cadmo y Harmonía: “Coré, distraída por las palabras de Hades, come unos granos de granada; Démeter, distraída por la danza obscena de Baubo, come unas gachas, como un viajero hambriento. De estos dos gestos surgieron los misterios. (…) Gestos que los dioses han realizado cuando fueron infelices.” (Calasso, 1990: 314 y 315). 

Pero el sufrimiento como ideal de comunicación con la divinidad anula, junto con el cuerpo, toda posible resistencia. Los dioses paganos se retiran, la divinidad abstracta, sin cuerpo, lo contamina todo.

 

 

Ya siglos antes de la ascensión del cristianismo, el acceso mistérico al cuerpo cambia la concepción de lo corpóreo en la antigüedad. Éste deja de ser un campo de batalla entre la divinidad y el individuo, para pasar a ser anulado en su completitud. 

Lejos nos encontramos ya de la carne palpitante de la pitonisa, de las violaciones de los dioses a ninfas y mujeres, de las desesperadas metamorfosis para guarecerse del implacable erotismo divino, de las compenetraciones y resistencias de y entre los cuerpos. De aquellos cuerpos jóvenes, exultantes y tan fuertes como vulnerables. De cuerpos, en pocas palabras, penetrables o resistentes. 

El fenómeno del ascetismo, introducido vía el orfismo desde oriente, produce una mutación en la corporalidad que se vuelve hacia una experiencia cada vez más pobre y estéril.  

La aséptica moral mistérico/órfica -luego también la cristiana- yace sobre el terrible monstruo pagano que ya no ofrece ninguna resistencia. 

Bibliografía

Calasso, Roberto (1990). Las bodas de Cadmo y Harmonía, Barcelona: Anagrama.

Graves, Robert (1996).  Los mitos griegos I y II, Buenos Aires: Alianza.

Nietzsche, Friedrich (2010). “El origen de la tragedia” en Obras completas I, Madrid: Gredos.

Escribe Gabriela Puente

Gabriela Puente nació en Buenos Aires durante el invierno de 1979, licenciada en Filosofía por la UBA, maestranda por UNDAV, primera mención en Certamen de Ensayo Filosófico de la Facultad de Filosofía y Letras UBA, su tesis de licenciatura fue publicada por Editorial Biblos en 2018, publicó varios artículos en revistas académicas; actualmente se dedica a la docencia y colabora en diversos medios.

Para continuar...

Un orden canónico

En esta nota Gabriela Puente analiza los distintos sentidos del concepto de canon, su uso estético, ético y político en ciertos momentos de la Historia occidental, así como el impacto actual de esta noción. Ilustra Mariano Lucano.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *