PUNKROUTINE

Mensaje exprés al presidente de los Estados Unidos de América, de Ángel Rodríguez, su principal colaborador de campaña.

Solía ver el futuro en mis sueños, solía ver tal como se observa la televisión, las guerras que vendrían y los campeonatos de futbol de los próximos 100 años. Veía la tecnología y no hacía más que asombrarme y sentirme deprimido porque sabía que nunca iba a poder vivir y disfrutar de aquellos viajes a Japón en 5 minutos, o de todos los medicamentos y drogas que te hacían volar sin resacas y otras que te ejercitaban el cuerpo sin pararte de tu sillón. El futuro era maravilloso y yo podía verlo en mis sueños. Con el tiempo me di cuenta que podía cambiarlo. Aquella noche que soñaba que iba a chocar en mi auto al día siguiente, decidí tomar otra ruta y mi destino cambió, lo cual fue suficiente para darme cuenta de las enormes posibilidades que tenía gracias a este extraño poder que vino a mí de la nada. Y por obviedad, empecé a planear mi ascenso en la sociedad, apostando y comprando los tres boletos más remunerados de la lotería. A mi corta edad ya era uno de los hombres más ricos del continente.

Dejó de importarme el futuro. Cuando eres rico la vida corre despacio y yo gastaba mi tiempo cogiendo con estrellas porno, comiendo por el mundo y durmiendo doce horas diarias. De vez en cuando me enfocaba en soñar en el futuro y veía los mismos viajes a Plutón, la misma revolución de países que aún no existían y la muerte de mis padres que ahora vivían en un penthouse por el dinero que les regalaba. Hoy fue diferente. Desperté no en mi cama de agua, si no en una habitación de hotel amordazado. Me despertó una cachetada fría y las palabras de una mujer con una enorme estatura que se sentaba justo en frente de mí, junto a dos hombres que parecían de alta cuna, con una piel finísima y unos ropajes carísimos; como los trajes que me mandé a hacer a la medida en Italia.

«Soy tu madre genética». Me dijo ella. «Soy descendiente de la madre de todos los seres humanos, la que decidió mezclar su semilla con los neandertales para generar al hombre común, al simio pensante que eres. Soy y entenderás, de otra galaxia, pero no vengo a contarte mi historia. Estoy aquí porque explorando tu planeta, tu psique me llamó y ahora que veo dentro de tus pensamientos me doy cuenta lo poco que sabes usar tu mente y que ese llamado astral que hiciste fue un accidente para ti. Pensé que había uno como nosotros entre ustedes, pero ahora sólo veo la pérdida de tiempo que me has representado. La única cosa justa para un animal es avisarle de su muerte, para que en sus últimos minutos tenga conciencia de ello y prepare su alma. Ángel Rodríguez, prepárate para morir en silencio».

Son las palabras que recuerdo. Mi cabeza me duele mucho y no puedo recordar demasiado, sólo que después, y pienso yo que debido a mi personalidad tan dominante y agresiva, me enojé tanto por entender todo aquello justo antes de mi muerte. No sé de dónde salió mi fuerza y me levanté de la silla rompiendo las sogas que me detenían, y como si obtuviera fuerza de alguna parte oculta de mi cerebro, terminé con un golpe a la mujer para salir corriendo, escapando de los hombres de ese hotel hacia un pequeño departamento que tengo escondido en el centro de la ciudad, el cual uso únicamente para dormir en ocasiones. Me tomé tres pastillas para dormir, estaba muy exaltado, así me obligué a soñar en este futuro.

Lo que vi fue horripilante, el futuro ha cambiado. Poco tiempo tiene señor presidente para renunciar a su cargo y evitar que por su mano mueran millones de personas. Interminables campos de cuerpos se acumularan por todos los países, y los pocos que queden vivos serán torturados por una nueva raza de alienígenas que perpetuará las generaciones de hombres esclavizados. Ni si quiera somos animales para ellos, somos peor que la basura. Son seres sin compasión, sin amor. Los vi llegar en naves que sobrepasan el tamaño de ciudades pequeñas. Son altos y verdes, usan su mente para ocultar su verdadera apariencia. Vi algunos que ya están en la tierra, y vi también a su esposa que siempre he admirado ultrajada por un puñado de seres de estos. Se comen nuestra esperanza, nos obligan a matarnos por diversión y nadie puede detenerlos. Le escribo para que sepa que es mi último mensaje en este mundo, he decidido terminar con mi vida antes de esta noche, antes de que pueda ver lo que pasará o sea capturado y torturado. No deseo ser parte de esa masacre y mi corazón no es tan fuerte para ver a mis seres queridos en sufrimiento. Créame que ni toda la imaginación que posea se acerca a lo horroroso de sus cuerpos, su furia, su sed de sangre. No entiendo porque nos odian y no podremos descubrirlo, estamos terminados, estamos acabados como especie. Me despido con un último respiro antes de oprimir enviar, con el revolver de mi padre en mi mano izquierda. Señor le suplico pase sus últimas horas con su familia que sé que lo aman, el futuro ya no existe para nosotros.

Siempre suyo, su fiel amigo, Ángel Rodríguez.

28 de Marzo de 2018