La evolución de los sistemas de juego a través del tiempo: parte 6, San Lorenzo bicampeón 1972

Por Víctor Gabriel Pradel.

4-4-2

El primer bicampeón del fútbol argentino, la máquina computarizada del Toto Lorenzo. Era otro sistema, otro estilo, pero tremendamente efectivo. El Toto asumió en la sexta fecha del Metropolitano y fue encontrando el equipo con el correr de los partidos.

En el arco le dio confianza a Irusta, capaz de iniciar una contra a través de su prodigiosa pegada.

Metió mano en la defensa para ganar firmeza con un cambio de puesto fundamental: ubicó como segundo zaguero central a Heredia (que se venía desempeñando como lateral izquierdo). La enorme categoría de Cacho fue el complemento ideal para que Rezza adquiera solidez en su función de stopper del 9 contrario. En el lateral derecho eligió la reciedumbre de Glaría por sobre la calidad de Villar, mientras Rosl aportó regularidad en la otra punta.

(Equipo base del campéon del Metropolitano; en la final del Nacional jugaron Villar por Glaría y Figueroa por Scotta, ambos lesionados)

La mitad de la cancha fue el punto fuerte del bicampeón: allí Lorenzo impuso a Chazarrreta como cuarto volante pero no en una función de media punta, si no como una rueda de auxilio que corría por toda la cancha y ayudaba en la marca. Espósito se encargaba de anular al generador de juego rival. Telch con su dinámica de jugador completo se desdoblaba en defensa y en ataque; y la manija la tenían, García Ameijenda o Veglio, con su toque de distinción; luego cuando el Tano fue transferido (promediando el torneo) y el Toti se lesionó, Cocco, con un tranco más lento, aportó otras características en la zona de creación.

El esquema, un 4-4-2 elástico y flexible, fue variando en función de los jugadores disponibles. Así arrancaron como delanteros, dos goleadores implacables: Fischer y Sanfilippo. El Lobo jugó hasta la fecha 12 e hizo 11 tantos, antes de ser transferido a Brasil, mientras que el Nene, con 37 años y en su última temporada como jugador profesional, también aportó su cuota goleadora. Luego aparecieron otros dos temibles atacantes: el Ratón Ayala, figura superlativa que terminó siendo el máximo artillero del equipo en el año y el Gringo Scotta, que se lesionó gravemente pocas fechas antes del epílogo del Metropolitano. En el Nacional, el acompañante de Ayala en la delantera, fue el Lele Figueroa, autor del gol decisivo en la final contra River. Sin el lujo de los Matadores, pero con una efectividad tremenda: el Metro se ganó con total holgura, 4 partidos antes del cierre del torneo; y el Nacional lo conquistó invicto, con 11 triunfos y 3 empates, y una efectividad de más del 89% de los puntos disputados, la máxima de la historia. El equipo del Toto de amarrete no tenía nada.


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