Pergamino

Hombres y mujeres de mi pueblo: hoy, Octavio Nicolás Derisi


 Monseñor Derisi en uno encuentro con Juan Pablo II (ARCHIVO CARLOS DEL VALLE)

'' Monseñor Derisi en uno encuentro con Juan Pablo II. (ARCHIVO CARLOS DEL VALLE)

Por Carlos Luján Del Valle, para la Redacción de LA OPINION. La vida de Octavio Nicolás Derisi ha sido la de un universitario. Alumno, consejero y profesor de la universidad estatal y católica, director de institutos y revistas universitarias, asesor de Acción Católica, Universitaria y de Residencia para alumnos de universidad y finalmente rector-organizador de la Universidad Católica Argentina. Según afirmaba, tuvo ocasión de conversar y discutir con hombres eminentes sobre diversos problemas universitarios. Ha sido monseñor Derisi un ser experimentado y notoriamente reconocido como alguien superior en materia de investigación y transmisión de la verdad al servicio de la comunidad.
Hijo de un matrimonio italiano, convivió hasta su primera juventud con siete hermanos en una distinguida casa para su época ubicada en calle 25 de Mayo de Pergamino. Tres de sus hermanas son reconocidas aún por quienes cursando estudios secundarios llegaron a tenerlas como profesoras en la materia Religión. Los hermanos varones pudieron cursar estudios universitarios concretando la aspiración del matrimonio de extranjeros, “los Derisi”, llegados al país con el título del padre: “carpintero”.
Nacido en Pergamino Octavio Nicolás Derisi, el 27 de abril de 1907, eligió por vocación propia y en parte familiar ser sacerdote. Fue presbítero, prelado con el título de monseñor y arzobispo titular católico. Representó al tomismo en la década de 1950 y en cercanía de 1960 fue mentor de la Universidad Católica Argentina.
Se doctoró en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Tras la fundación de la UCA, fue su primer rector para más tarde constituirse en rector emérito. La Organización de Universidades católicas de América Latina y el Consejo de Rectores de Universidades Privadas de argentina lo tuvo como miembro, directivo y presidente.
Monseñor Derisi se dedicó durante más de 40 años, y desde su tierna juventud, a vivir aferrado a su única vocación: la vida universitaria.
Según hubo confesado en innumerables ocasiones, incluyó en alguna de sus tantas expresiones literarias también un concepto básico para él: “Dios me ha ayudado para poder realizar mi vocación sacerdotal en la vida universitaria, y mi vocación universitaria en mi sacerdocio”.
A lo largo de su vida (murió a los 95 años en la Ciudad de Buenos Aires), escribió infinidad de artículos, que no serían menos de 500 y sus libros permanecen hoy como una verdadera religión en aquellos que conviven con la actividad universitaria en sus diversas expresiones.
Una de sus más celebradas publicaciones, editadas por la editorial “El Derecho” bajo el título “Naturaleza y vida de la Universidad”, muestra a monseñor Octavio Derisi en el esplendor de su acérrima defensa de la universidad.
Decía en una de sus páginas: “De hecho, la universidad nació cristiana, como el fruto maduro de una cultura cristiana. En el ápice de la Edad Media, logrado con el esfuerzo de varios siglos, la Iglesia con su espíritu de concepción cristiana de la vida, incorporando a ella los elementos perennes de la cultura clásica greco-latina, logró dar forma a una nueva civilización y estilo humano de la vida. De esta madurez de civilización cristiana, alcanzada a fines del Siglo XIII, habría de brotar, como su fruto, la universidad, órgano superior de la concesión intelectual de la misma. Por eso en un país eminentemente católico como el nuestro, no solo por la fe y la vida de sus miembros sino también por su historia y su cultura, y donde su primera universidad, la de Córdoba, fue fundada en 1613 por la Iglesia, y la primera universidad de Buenos Aires fue organizada por un eminente sacerdote secundado por otros hombres de la Iglesia, no podríamos prescindir de la realidad vigente de la Universidad Católica”.
Además de “Naturaleza y Vida de la Universidad”, monseñor Derisi publicó otros 35 libros que tuvieron manifiesta exteriorización en diversos países de América y Europa. “La doctrina de la inteligencia de Aristóteles a Santo Tomás” y “Los fundamentos metafísicos del orden moral” fueron algunas de sus más reconocidas publicaciones.
En relación a estos libros, editados con la pluma incesante y virtuosa de nuestro célebre convecino, el diario LA OPINION, el 30 de enero de 1954 titulaba: “Distinción para el canónigo Octavio Derisi”. Un subtítulo definía la extensa nota en cuestión: “Nuestro convecino, el canónigo Octavio N. Derisi, se ha adjudicado el premio de la Provincia a las obras científicas. Se le ha dado la distinción por el libro Fundamentos metafísicos del orden moral”.
La justificación de sus ideas, casi expresadas en extremos por la enorme difusión de su mensaje, su literatura y su trayectoria, no excluían que estuvieran sujetos a discusión.
Pensaba que con su larga experiencia y con la meditación sobre la universidad hubo de contribuir en algo al esclarecimiento de la solución de los problemas fundamentales de la universidad en momentos que consideraba que en el país y en el mundo existía una confusión de ideas en todos los órdenes.
Monseñor Octavio Nicolás Derisi falleció el 22 de octubre de 2002.


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