CONOCIMIENTOS_UTILES_ParteIX

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Los Conocimientos útiles.

Núm. 17.

ECONOMÍA POLÍTICA.

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La cartilla del trabajo ( 1 ).

IX. D'EL TIEMPO.

&Qué es el tiempo~ Todos creemos saber lo·que es ·el tiempo: todos obramos como si ignorásemos total· mente lo que vale. El tiempo es dinero, dicen los ingleses. El tiempo, dijo Franklin, es la estófa con que se teje la vida. El tiempo es el bien más precioso para el hombre, el don más barato al parecer, más caro en realidad, el factor que entra en todo, absolutamente en todo, y que en materia de produccion todo lo encarece 6 abarata, segun que de él se gaste poco ó mucho. ~Quereis saber el valor del tiempo'? Pues meditau sobre el cálculo siguiente: El dia tiene 24 horas de 60 min u tos cada una, 6 lo que es lo mismo, 1.440 minutos. Es decir que para poderse entender los hombres, han convenido en dividir el tiempo de sol á sol en 1.440 partes iguales, re· sultando que cada una de ellas es lo que llamamos un minu.to. Ahora bien ; un trabajador robusto ne cesita para conservar en buen estado sus fuerzas una cantidad de alimento equiv~­ lente á un kilógramo y medio de pan, ó sean 1.500 gramos en cada 24 horas. Luego podemos decir sin equivocarnos que un trabajador robusto consume en cada minuto del dia un gramo de pan 6 de una sustancia alimenticia equivalente. Es como si para vivir necesitá>emos tragar en cada minuto una bolita de pan del peso de un gramo. De todos modos, para saber lo que nos

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euesta el tiempo, la hipótesis es perfectamente admisible. Convengamos, pues, en que para los hom hres cada minuto de su vitla les cuesta por lo ménos un gramo de pan. Al que come manjares exquisitos, claro es que le costará la vida mucho más.; pe1·o lo que nGsotros tratamos de fijar es el mínimum que necesitamos para asegurar minuto á minuto la existencia. Supongamos aho1·a que un hombre tra· baja para vivir y trabaja en hacer clavos. Supongamos tambien que los clavos sou de tal tamaño que la hechura de cadacla· vo vale tanto en el mercado como un gra· mo de buen pan. Es evidente que el clavero tendrá que hacer 1.440 clavos en un día puramente para vivir, porque 1.440 gramos de pan es lo que necesita, y la hechura de 1.440 cla· - vos le valtlrá, ni más ni ménos, aquella cantidad del preciso alimento. Si el clavero es torpe 6 perezoso y no produce más que 1.000 clavos al día, tendrá que ay unar, no comerá lo suficiente y sus fuerzas desfallecerán, no por el exceso de trabajo, sino por la falta de alimento. Pero si fuese activo, mañoso, in te· ligente, hará 3.000 y 6.000 clavos, con lo cual podrá tener en su compaiiía y mantener á una, dos y hasta tres personas; podrá tomar una mujer y criar á varios hijos. Se vé, pues, la influencia del tiempo, el precio del tiempo clarisimamente. Cuando entraba 1tn minuto rie tiempo en la hechu· ra de cada clavo, la mercancía era cara de producir, y el productor no podía hacer ganancia. Cuando entraba en la hechura del mismo articulo 1ma mitad de minuto, un C1tarto de mimtto, el artículo era dos veces 6 cuatro veces más barato.

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_d_i_d_o_e_s_to_,_d_e_m_o _______________________E_n_t-en o-an-to-ri-or_. _ó_os_e_e'_'_'ú_m_cr(t_)_ Y 0 __ TOMO S._s_m 1809. Junio 20 de

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FUNDACIÓ'!\ JUA)IELO TURRlAl\0


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cálculo. Es probable que el obrero no pueda resistir más que unas ocho horas en su trabajo. Las otras 16 del dia las dedica· rá á dormir, comer y otros quehaceres. En este caso el número de minutos que trabaja y produce son 480, ó s~ a la t~rcera parte de los 1.440 del dia, y en cada uno de ellos tiene que ganar 3 gramos de pan para .Sfl.Car lo¡:¡ ¡,,4_4Q gramo& indíspensables á su salud y robu_stez. Cada minuto, pues, de sus horas de tra· bajo v¡;¡,le 3 gramos de pan. Si es hablador y se distrae en su trabajo diez minutos, aquella conversacjon le habt•á costado 30 gramos de pan; si es dormilon y se pone al trabajo una hora despues de lo regular, aquel sueño le cuesta lBO gramos de pan ó el valor equivalente. Patentizaremos el valor del tiempo con el relato de un hecho verídico. Quejábaseme un herrero vizcaíno de que trabajando todo el dia no ganaba para mantenerse, y pedia, como consecuencia, una limosna. «Bien, le contesté, pero quisiera antes ver cómo trabajas.» Aquella tarde estuve una hora en su fragua, y al cabo de aquella hora pregun· té al nerret·o: ¿,Te contentarías si pudieses producir tres veces más obra, con el mismísimo tra· bujo~

-Ya lo creo, cont_estó. Eso me haría feliz y ento~es po m0lestaria á nadie. ~l?u~s np.da más sencillo . .Desde maña· nflt vas á trfl,bajar como t~ se diga. No tiene~ más que un muchacho, tu vigornia está ovho pasos distaote Q.e; tu fu ego, tus herramientas revueltas y desordenadas. ¿,Cómo quieres aprovechar el tiempo'? -Tengo la vig-\>rnia aquí para cuando haya que forjar piezas grandes. -¿,Las tienes que fo)'jar ahora'? -No, señor, muy rara vez; de tarde en tarde. -Pues tu fragua y tú sois la máquina cuya dispo~icion, cuyo conjunto, tiene que responder en cada caso á la clase .de obra que rpás a.bunde. Cuando ajustes alguna obt·a extrflprdin~ria , adopta .una disposicion extraqrQÍn!!J:ja tambien, pero no recargues la obr-a, de todos los..dias per-

diendo tiem po de la manera que le pierdes. He estado con el reloj en la mano; como no tienes más que un aprendiz, vas y vienes á la fragua muchas veces, perdiendo en cada ida y vuelta ocho segundos. Luego entre dejar una herramienta y bus· car otra te se va tanto tiempo como inviertes en trabajar. Vamos á emplear toda la tarde en organizar tu taller. Mañana veremos si adelantas algo. Acto continuo hice levantar la vigornia y colocarla convenientemente junto al fuego; se arreglaron las hert·amientas sobre la pared al alcance clel obrero; se bus· có otro chico listo y le ensené los nombres de cada cosa y lo que sucesivamente babia de alarg·ar al maestro; en fin, procuré ponerlo todo de manera que el amo, la inteligencia principal, el productor de la obra, no perdiese inútilmente, á ser posib1e, no digo un solo minuto, pero ni un so1o movimiento de sus músculos. A la mañana siguiente costóme alguna paciencia conseguir que el herrero permaneciese en su puesto; que no apartara la vista de la obra; que dejase y tomase las herramientas rápidamente y sin mirar; que los dos muchachos le colocaran todo á mano, del modo y en la posiC'ion más cómoda . A las cuantas hot·as, sJn embarg·o, marchaba la obra con bastante reguFaTidad-. A los quinca días volvi á visitár ladragua: aquel mismo hombre producía sobre siete veces mas y sin fatigarse tanto. Saber economizar el tiempo lé permitía ya ahorr.ar. Estaba, pues, en camino para rico. -¿,Qué te parece~ le dije. ¿,Te he dado buena limosna~ -Señor, me contestó con sencillez; si me hubiese V. dado el dinet·o que le pedí me habría hecho limosna t:le hombre. Lo que me ha enseñado es limosna de santo. Repetidos ejemplos pudiera citar de re· sultados análogos q~e apenas se concebirían. La economía del tiempo es la gran ecooomia de toda produccion, de todo trabajo. El tiempo es lo que más encarece ó aba· rata las cosas.

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@~--~--~--~------------------------~----~.@ ' Los Conocimientos útiles. 259 ~ Es, por consiguiente, el elemento de en busca de alguna cosa ¡ adios trabajo más precio. Es, por tanto, gran verdad del dial que el tiempo es oro. En llegar al sitio de labor y dar princi~ El empleado que cobra seis mil pesetas pio al trEtbajo pierde una ó dos horas. Du· al auo, gana cuatro en cada hora, supotante todo este tiempo las mulas y el zaniendo que asista á la oficina 300 días y gal se cansan, y aunque no se cansaren cinco horas cada dia. Cada cigarro de pael coste de su vivir se malgasta sin repel que fuma, yque vale unos pocos cénmedio. timos en realidad, cuesta á los contribuA la vuelta á casa la misma pérdida, yentes una peseta si pierde un cuarto de idéntico despilfart·o. hora al fumarle. Adem<\s los campos yacen abandonados Quien dirija ún taller ó una g·rande la mayor parte del año. No es cosa do anobra, debe ante todo calcular lo que imdar una ó Il1ás leguas para arrancar meportan los gastos y jornales por hora y dia docena de cardos ó de ortigas. El hasta por minuto. So1o asi podt·á saber lo tiempo que podría emplearse en hacer la que vale el tiempo para lo que hace. Si se zanja para distribuir la lluvia, en levan gastan 600 rs. en cada hora, cada minuto tar la cerca ó el seto, en tener limpias y de holganza, de vacilacion, de entorpecíen perfecto estado aquellas máquinas de miento, serán 10 rs. de recargo al coste pt·oducir, se pierde en idas y venidas. La final , sin ninguna utilidad en cambio. pereza con esto se apodera del amo y de Da aquí las enormes diferencias entre el sus et·iados; las visitas contínuas, el cuícoste de produccion de unos y de otros. dado incesante que exige toda produccion, Comparemos la manera de aprovechar se van dejando para malñana. Aunque la el tiempo de un agricultor inglés y un cosecha sea buena ha costado diez veces castellano. El primero vive en medio de más de lo que debía. tOon quién ha de sus campos. Apenas se levanta se encuen· competir en el mercado quien tal hace'? tra en su taller con dar unos cuantos paY ahot·a. preguntaremos si un fabricansos. Si el dia tiene diez hot·as las aprove- . te de pafios, en vez de reunir todas sus e ha todas en algo útil. Ca va ó ara sin inmáquinas. en un local, en vez de colocarterrupcion con pérdidas de m in u tos. Cuanlas lógica y sucesivamente para no perder do no hace estas labores, planta, escarda, tiempo de una operacion á otra, en vez poda, riega. Cada esfuerzo es una espig·a, vigilarlas todas con una sola mirada, puuna planta ó una fruta. Lleg·a la cosecha, siera una en cada casa de la ciudad, y lay á pesar del clima, la tierra ha producido vara la lana aquí, y la trasportase á dos triple cantidad de todo, que se vende mukilómetros para cardar-la, y tornara á chisimo más barato. cargarla y llevarla y descargarla á media El castellano, por el contrario, vive en legua, y volviera á hacer lo mismo para un pueblo sin recursos. Tiene una finca á hilarla, y para tejerla, y para teñirla, y Poniente, otra á Levante, otras á más ó para tundirla.; ¿Qué dirían sus vecinos de ménos distancia. Cada una de estas piezas él? tKo le llamarían loco&f son las máquinas suyas de produccion co· Pues locos son todos nuestros labradolocadas todo lo disparatadamente que ima· res, porq u o no conocen el valor del tiempo. ginarse puede. Son la fragua y la vigorEl inglés, c'uerdo y reflexivo, dice: «el nia del herrero de nuestro ejemplo antetiempo es oro.~ Y le aprovecha. rior, pero con la increíble circunstancia El español, insensato, se imagina que de haber ui:l viaje entre una y otra. puede «'hace?· tiempo», y lleva su estolidez Madruga ó madrugau sus criados y hasta confesar á menudo que le mata. pierden tiempo y más tiempo para prepaLa Inglaterra es la nacion más rica de rarse á hacer una jornada. No pueden olla tierra. vidar ni una herramienta ni las provisioLa Espaila es pobre, es miserable entre ~ nes, porque si tuviesen que volver á casa su hermoso sol y su privilegiado suelo.

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~~~--------------------------------------------------~@ ~ 2 60 L0s Conocimientos útiles . El primer origen, la causa primera de nuestro creciente malestar y de nuestra inferioridad relativa en Europa, son á to· das luces la mala division del terreno dedicado á la agricultura,. y la falta de po· blacion rural que viva y apr.ovecke el tiem· po sobre el ' campo. Por ello producimos los ft·utos de la tierra más caros que ningun pueblo, y de esta carestía inevitable arrancan como de un tronco funesto la carestia y mala calidad de la mano de obra,. la car,estía y escasez del trabajo de la in teligenciá, la canestia ele todos los capitales, la despoblacion, la inseguridad y la muerte de la industria y del comercio. En todas partes y en todas épocas la baratura y la abundancia de l0s productos agdcolas han decidido y decidirán de la prosperidad de las naciones. Nuestros labradores no deben olvidar esta verdad, como tampoco que para producir barato la primera.condicion es sabe¡· aprovechar el tiempo. Hasta aquí, en España se ha perdido siempre, siempre. Todas nuestras desventuras son, por lo tanto, obra nuestra. No tenemos ni el derecho de queJarnos. Si queremos salir de nuestro estado, tenemos que aprender el v:.alor del tiempo y á emP,learle. Para concluh·:·es.una verdad.hoy incon· cusa que el t1·abajo es la primera. le-y de Dios y la fuente de todo bien. Pues para trabajar fructuosamente, para que todo nuestro trabajo sea fecundo,, es menester que gastemos en cada esfuerzo el ménos

tiempo posió.le. El tiempo es como un polvo de oro que el hombre respira sin cesar. Si no hace cosa de provecho, el polvo de oro se arroja al v1en to y se pierde. Si. procura hacer cosas útiles, es menester que en cada una entre la menor cantidad de aquel polvo precioso para que no le cueste demasiado cara.

-x. DB LA DIVISION DBú TR..\.BAJ'01

Para completar estas nociones aeerua del trabajo, diremos-algo sobre la di:visicm del mismo. Es de suponer que·desde el instante e~ que se reunier.on en paz dos hombres, nació ln di,vision del trabajo. Cada uno de los dos tendría su génio , distinta aptitud, necesidades ¡:¡articulaues; de su espíritu. El uno, por ejemplo, pudiera ser activo y violento; el otr.() aalmoso y prudente. Este era maño¡¡o y. hábil; aquel fuerte y atreví· do. Cuando el primero apetecía el movimiento, buscaba el peligro, necesitaba una incesante actividad general para sus. brazos y sus piernasrel seg,undo se sentía dominar por una inclinacion al reposo., al mismo tiempo que una necesidad invencible de ejecutar con las manos arcos y flechas y lanzas. Con necesidades tan diferentes es seguro que cada cual sobresaldría en aquello q.ue más atractivo tuviese para él. De aq-uí· que uno se haría perfecto cazador y el otro artlfice hábil relativamente, No es de extrafiar, por lo tanto, que el cazado·r llegára á tener abundancia de pieles, ni que el artifice se hiciera más armas y mejores que las del cazador.· A la vista de objetos útiles en poder del prójimo, despertaríase la codicia para ejercer su mision providencial (porq ue no hay afecto ni pasion que no tenga la suya), y los dos amigos se propondrían mútuamente un trueque, concluyendo por esta· blecer la verdadera division del trahajo.«Yo cazaré para los dos,-dijo el más valiente y más activo,-pero es necesario que tú me hagas todas las armas que necesite.» lié aq11i de qué manera sencilla eomen7.aron á convenirse los hombres hasta llegar á lo qne vemos: á que el zapatero no baga m&,s que calzado, y sin embargo no le falte pan ni niog.una rle las muchas cosas que necesita y otros ejecutan; á que el panadero amase y cueza par·a todos, y todos trabajen á porfía para suministrarle

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Entonces hubo familias de tejedores, de á catnbio de pan todo cuanto necesitar curtidores, de labradores, de hortelanos, pudiera. La division del trabajo es, como se vé de tragineros, de comerciantes y de todas las artes y ufi¡;ios. Entonces el que mejor por de pronto, el empleo más acertado de hizo una cosa, trabnjó indistintamente las aptitudes de cada cual para satisfacer para todos, y todos trabajaron para él. En· mejor una suma mayor de necesidades con tonces tambien hubo algunos que se enuna cantidad menor de esfuerzos. cargaron de defender á todos los que traCuando una familia ó un individuo vibajaban, guandar la casa, protejer la haven aislados de todo come1·cio con los decienda, y esto que no fuéen su orígen sino más, y tienen que atender á hacerlo todo u na buen a y conveniente policía, se con. con sus esfuerzos propios, se hace poco, se virtió en. soldados y en ejércitos cuando se hace mal y el tiempo no. alcanza para formaron las naciones. nada. La division· del trabajo, tan fecunda en El,p·ropósito providencial de que los bom· bres se asocien,. vivan en paz y en amor . bienes aplicada al trabajo productivo, lo fué tambien en males para la humanidad en ningun hecho se vé más palpablemente que en los premios y ventajas concedidos cuando se extendió el trabajo improductivo y ruinoso. á los que dividen entre sí el trabajo coLa última. etapa prevista y prepa1·ada muo, así como en la pobreza y la esclavi· por Dios es la.division del trabajo entre las tud de quienes se empeñan en bastarse y naciones. Tan luego como los pueblos se en aisla1·se. convenzan de las inmensas ventajas de que La division del t1·abajo principia en la uno haga el hierro para todos, otro teja familia. Supongamos que esta se vé oblilos liem:os ó los paños, este cultive narangada á cultivar el lino,. esquilar la lana, hllarlos y tejerlos , moler el trigo, cocer el jas y aceitunas, aquel pesque y escabeche, empezará el reinado de la paz, y la tierra pan, labrar la silla y la mesa, curtir y famantendrá con toda seguridad tres veces bricar la albarca, hacerse el vestido, cons· más ha-bitantes. t ruirse la casa. De seguro que todos sus En. los talleres y en las fábricas es donde indivtduo:::; se asocia1·án en un trabajo cose pusieron más palpablemente de maDimun cuando sus esfuerzos reunidos sean indispensables, pero de seguro tambien · fiesta las inmensas ventajas de la division que el más anciano ó más torpe irá por · del trabajo. Y esto, no porque en las demás divisiones que se acaban de indica1· fuesen ag·ua á la fuente , los muchachos guardar án el ganado, el mozo robusto molerá , la · me.nores 6 ménos provechosos, sino porque en un establecimiento bien administrado, m ujer mañosa amasará, y cada cual hará aquello que esté más en armonía con sus bajo ladireccion de unaó de muy contado número de pe1·sonas, la cuenta y razon es g ustos, sus fuerzas y sus facultades. más fácil de llevar, y las diferencias entre La dh•ision del trabajo en la familia fué este ó e~ otro sistema se determinan con el lazo que sujetó á los parientes con toda exactitud. la fuerza del interés. Esta primera division Para poder averiguar los bienes cansedel trabajo estimuló, robusteció y extendió guidos por una sociedau 6 un pueblo con el sentimiento moral de amor y de car·iño la division del trabajo en diferentes ofir.ios, que existe espontáneamente por voluntad hubiérase necesitado una estadh;tica perdel Hacedor, pero que no es bastante á fecta, porque la estadística no es otra cosa maotener la union y la concordia entr-e los mas que la cuenta y rnzon de ·las naciones. hombres. En las fábricaf!, pues, se ha podido deAl primer establecimiento regular de la mostrar que cuando un opet·ar·io hace todivision del trabajo en la familia, siguió das las operaciones que necesita un arteotra nueva extension de aquella necesidad facto (un alfiler, por ejemplo) llegará á social: cada familia tomó á su cargo !ln l trabaj o, y con esto se constituyó la ciudad. hacer pocos y malos en el dia, mientras ~\

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que si se juntan diez y ocho operarios y uno corta los alambres, y otro los aguza por la punta, y el tercero prepara la cabeza, y el cua1·to la aplica y iija al alfiler, y los demás se limitan á ejecutar una pequeña operacion que equivalga á la décimaoctava pa1·te de la obra, fabricarán entre t odos tal número de alfileres que lapo· tencia productora de cada uno será ciento, mil, diez mil veces mayor que si trabajan aislados. Asi se manifiesta siempre claramente la voluntad de Dios en cada caso. Quiere que los hombres vivan asociados en el amor al trabajo, y apenas se someten poco ó mucho á su suprema voluntad, les otorga una recompensa siempre proporcionada á su obediencia. La division del trabajo es una de las .causas eficaces de la baratura y abundancia de los productos elaborados por nuestra industria moderna. Querer hacer lo todo por sí, aspirar á bastat·se desdeñando la ayuda de nuestros prójimos, es rebelarse contra una ley social de Dios para retroceder poco á. poco á la barbarie. Los que quieran progresar, que compartan con sus semejantes sus tareas, y

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los frutos de sus tareas conforme á las reglas de la ciencia y de la mora-lt bases de todo progreso. La razon principal de las maravillas que produce la division del trabajo es que con ella se aprovecha el tiempo. No olvidemos un instante que el tiempo es oro. Cuando un hombre dedica todas sus fa' cultades á repetir mil y mil veces una ope. racion sencilla., todas sus facultades se concentran para per·feccionav el modo y forma de hacerla. Segun se ha dicho al tratar del tiempo, llega á aprovechar para la obra hasta las mismas pulsaciones de sus músculos. Las consecuencias de este aprovechamiento son: mayor habilidad y destreza, mayor simplificacion del trabajo, perfeccion siempre creciente, produccion continua, uniforme, barata. En esto, como en todo, se verá que la economía del tiempo es la madre de todas las economías. Todo cuanto tienda á hacer más en ménos tiempo, tend~:~rá á fomentar el trabajo fecundo, y aumentará por lo tanto la riqueza. (Se continuará.) MELlTOI'f ll!ARTilll.

CONOCIMIENTOS DE BIOGRAFIA. •S2s• -

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El di a 20 del actual mes de Junio se ha inaugurado el Panteon nacional, cuya fundacion decretaron las Córtes Constituyentes de 1837 en la iglesia del exconvento de San Francisco, y ha dispuesto llevar á cabo el Podér ejecutivo por decreto de 31 de Mayo último. Los hombres illlstres cuyos restos han recibido este honor en ese dia han sido Gravina, Villanueva, Ventura Rodríg-uez, Conde de Aranda, Ensenada, Calderon de la Barca, Quevedo, Lao uza, Ercilla, Morales, Garcilaso, Lagu· na, Gonzalo de Córdoba y Juan de Mena. Con mutivo de tan solemne fiesta, y te-

niendo costumbre de dedicar algunas páginas instructivas en este periódico para dar noticias biográficas de los hombres célebres por sus hechos, por su ciencia ó por sus vir·tudes, creemos de oportunidad inser.t ar, . siquiera sea con brevedad, algunos apuntes relativos á la vida y hechos de los citados 1 personajes. Tal es el objeto del presente artículo. EL GRAN CAPITAN. . Comenzaremos por el asi rcnombrad,o

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D. Gonzalo Fernandez de Córdoba. Nació en Montilla el año 1453, siendo sus padres D. Pedro Fernandez de AguiJar, rico-borne de Castilla, y Doña El vira de Herrera. Su hermano mayor, D. Alonso de Aguilar, era el heredero, segun las leyes, de todos los bienes y consideraciones públicas del elevado linaje de su familia. D. Gonzalo fué educado para la guerra, y comenzó su carrera siendo paje del infante D. Alonso, hijo de Enrique IV. Despues de la temprana muerte de D. Alonso, pasó al servicio de la pl'incesa Isabel, hermana de Enrique, que casada con el príncipe Fernando, heredero de la corona de Aragon, defendió sus derechos á la corona de Castilla contra los partidarios de Doña Juana la Beltraneja. Acudieron estos al apoyo de Don Alfonso V, rey de Portugal, excitándole á que se hiciese el defensor de su sobrina y ofreciéndole su mano, lo cual le daba la esperanza de ceiiir uu dia las dos coronas de Portugal y Castilla. En las guerras que por esta causa hubo entre portugueses y españoles fué donde hizo su aprendizaje militar nuestro héroe D. Gonzalo de Córdoba. Termináronse las guerras por triunfos repetidos de los castellanos; se apaciguó el interior del reino, y por fin se firmó la paz con Portugal, al propio tiempo que Fernando adquil'ia por 11). muerte de su padre los vastos dominios de la monarquía aragonesa, uniéndose asi en los .dos esposos las coronas de Castilla y Aragon. Despues que Isabel y Fernando durante algunos años se ocuparon de restablecer la tranquilidad y el órden en sus reinos, y arreglaron los principale~ ramos de la administ1·acion pública, fijaron su vista en la hermosa po1·cion de España que sufría el yugo de la dominacion musulmana, ondeando el estandarte de Mahoma en los muros de Granada. Con motivo de haber roto la treg ua el rey moro, comenzó la famosa guerra de Granada, qua terminó despues de algunos años por ser conquistado el reino y arrojados los musulmanes de su suelo; pero J hasta conseguir tal resultado precedieron ,:\ grandes hechos de armas, ~ooquistas de

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ciudadef?, asaltos de castillos con éxito vario. En estos hechos se distinguió Gonzalo de Córdoba, y en especial en la toma de Tajara é Illora y en el asalto de losarrabales de Loja, siendo el terror de los moros, que veian en él un terrible adversario. Fomentó asimismo, con mucha habilidad y con éxito para los proyectos de los reyes Católicos, las discordias y luchas entre los dos reyes moros Boabdil y el Zagal, su tio, que venían disputándose algun tiempo el reino de Granada. Hallóse un dia Gonzalo de Córdoba en un gran apuro á las puertas mismas de Granada. Quedóse con otros caballeros de emboscada una noche para sorprender á los moros que habían de acudir á recoger los cadáveres de una desgraciada salida y reñido combate que por el dia hicieron de la p!aza; pero sucedió al revés, y fueron ellos los sorprendidos y degollados los más. Gonzalo de Córdoba cayó en una acequia, y pudiendo apenas incorporarse y ménos huir á pié con el peso de la arma· dura, encontró por fortuna un generoso guerrero que le dió un caballo, con el cual se puso en franquia. El guenero, q.ue se llamaba Iiiigo de Mendoza, pagó de una manera lastimosa aquel lteróico rasgo de noble amist_ad, perdieudo su vida alanceado por Jos moros. Gonzalo, ya que no podia restituirle la villa, dotó á sus hijas y señaló una pension á su viuda. Pe1·o losgrandea hechos, la vida milita¡· y política de Gonzalo de Córdoba se presenta en la guerra de Nápoles. Hallábase la Italia trasformada en un continuo campo de batalla. Curios VIII de Francia, excitado pot· el regente de Milán, Luis Sforza, renovó las antiguas pretensiones al reino de Ná.polel3, que ocupaba un descendiente de la dinastía aragonesa, y se propuso y llevó á cabo su conquista. Su desmedida ambicion oblig ó á varios Estados á coaligarse, formando parte de esta liga el rey de Espaiia, que, además de su parentesco con el de Nápoles, tepia interés en que el francés no poseyera este reino por lo que interesaba á la seguridad de sus Estados en Sicilia. Asi que, aparejó una armada, que partió

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rle Alicante, con tropas de desembarco,

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cuyo mando confió á Gonzalo de Córdoba. Cuando llegó á Sicili-a. encontró aHí á. los dos monarcas desposeídos de Nápoles Alfonso U y Fernando U, padre é .hijo. En poco tiempo conquistó plaza por plaza to. das las de la Oalábda, viéndose apurado por falta de gente para guarnecerlas, y tambien de metálico para pagar sus tro· pas. Sus sorprendentes triunfos fueron más pl'incipalmente debidos á la táctica y sistema tle goen·a que empleó, igual al que había aprendido en la escuela práctica de Granada;sistemanuev:oydesconocidopara los franceseH, á q nienes desconcertaban y aturdían las rápidas correrías de los ligeros ginetes, y aun de los infantes españoles, sus repentinos asaltos y sorpresas, sus fugaces retiradas, su continua movili· dad, sus emboscadas y sus ardides para evitar los peligrosos choques con la pesada caballería francesa y con la formidable in· fanteria suiza. Fué llamado de Calábr-ia por el rey de Nápoles, y pnesto al frente de su ejército, hizo capitular la plaza de Atella, que de· fendia el duque de Montpensier, obligando á este á firmar un tratado, que los histo· riadores califican de vergonzoso, en cuyo decumento se puso ya el título de G?·an Oapitan á Gonzalo de Córdoba, confil'ma n· do italianos y franceses este renombre, que ya los moros le habían dado. Su fama era ta1, que muchos soldados y oficiales se dis· putabun el honor de pertenecer á. su ejército, sin inás retribucion que la gl01·ia que á su lado alcanzarían. Acudió más tarde en socor ro del Papa Alejandro VI, que habiendo hecho á los reyes Fernando é Isabel la merced de con· cedel'les el título de .Rey~s Católicos, le pagaron esta honra mandando á Gonzalo de Córdoba á dirigir .el asalto de l<l. plaza de Ostia, que era. el puerto de Roma y estaba ocupado por los franceses desde el paso por ella de Cárlos VIII, y defendida por cierto aventurero y jefe de foragidos llamado Menaldo 6uerr i, que desde allí hacia una guerra cruel al Papa, y tenia reducido al mayor aprieto y necesidad al pueblo de Roma, inter0eptando los víveres

que podía recibir por el Tiber. A los cinco días de asedio tomó por asalto la plaza, rindiéndose el mismo Guerri á condicion de salvar la vida. Gonzalo ·hizo ~n entrada púh'ica en la capital del orbe católico, donde fué saludado con universal aclamacion, !bpeHidándole el libertado?' de Roma; apeóse en el Vaticanoparndarcuenta de su feliz ex.pe· dicion al .Papa, que le esperaba sentado en su sólio, rodeado de su familia, de los·cardenales y de toda la córte. Jncliuóse el venoedot· á besarle el pie, pero el Pontífice se levantó y besó .en la frente á. Gonzalo, y despuetl de manifestarle su gratitud por el gran servicio q~te le había hecho, le dió por su mano l.a 'rosa de o?·o con que solían los Papas decot·ar cada año á los beneméritos de ~a Santa Sede. Acudió á Nápoles, llamado por el rey D. Faddque pat·a que le ayudara en la conq uista de Diano, única plaza delt·eino que a-un ocupaban los franceses, y que las armas de Nápoles no bastaban á reducir. De tnl manera y con tal vigor apretó el cerco el general español, que, á. pesar de la tenacidad de los sitiados, hubieron de ren· dirse á discrecion. Con esta hazaña coronó Gonzalo de Oót·doba la cadena de triunfos que seiialat·on su primera expediciou á Italia, siendo de este modo el primero y el último que lanl'.ó de aquel hermoso suelo á los franceses. Conel uitla por en ton ces su mision de Italia, regresó á su patria con la mayor parte de las tropas que le' habían asistido en la campaña, y fué recibido con aplauso y entusiasmo general en Castilla. La reina Isabel se felicitaba con orgullo de háber escogido y enviado á Ja empresa de Nápoles á quien volvía con el glorioso titulo de Gran Capitan, y Fernando no tenia reparo en decir que las victorias de Calábria y la reducciou de Nápoles hacian tanto honor á su corona como la toma de Granada. Aparece algunos años despues nuestro héroe alcanzando nuevas victorias con la sublevacion de los moros en las Alpujarras. Atrincherados estos en Guejar, salieron apresuradamente el Gran Capitan y el conde de Tendilla, dirigiéndose á aque· ~

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Los Conocimientos ü.tiles.

l na J>laza.

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Los montañeses habian arado las tierras de las inmediaciones, y al tiem· po de atravesarlas la caballet·ia de los cristianos, soltaron el-agua de las acequias y empantanaron el campo de modo que los caballos se hundian hasta las cinchas, siendo el blanco de los proyectiles que les arl'Ojaban desde la altu¡·a los peones moros. Con mil trabajos, y no sin pérdida, ganaron los cristianos la sierr·a y empren· dieron con furia el ataque de Gue,iar. Apeáronse todos, tomaron las escalas y las aplicaron á los muros. Gonzalo de Cór· doba se anticipó á todos al asalto: asido fuertemente con la mano izquierda á una almena, descargó con la clerecb.a tan furiosa cuchillada al moro que se le puso de· lnnte, que le hizo rodar al suelo. Penetró Gonzalo en la villa, le siguie1·on sus soldados, pasaron á cuchillo muchos rebelde.s y los demás fueron reduchlos á cautiverio. Los sucesos dJ Italia y los proyectos de Fernando lleva ron allá. nueva men te al Gran Capitan. Luis XII, sucesor de Cárlos VIII de Francia, concibió los mismos proyectos ambiciosos que su antecesor so· bre Milán y Ná.poles. Se coaligó con el Papa y con la república tle Venecia contra el duque Sforza de Milán, y el rey de Nápoles, D. Fadrique, y ott·os Estados de Italia consintieron por miedo ó por debilidad en ay udar á los confederados ó en mantenerse neutrales. El abandonado D. Fadrique, no contando con nin!Sun pdncipe de la cristiandad á quien pedir auxilio, apeló al Sultan de Constantinopla, cuyas tropas tenian ya invadidas algunas comarcas y posesiones de la república de Venecia. El reyFernandodeEspaña, que nuncahabia perdido de vista sus derechos al trono de Nápoles, le ocurrió proponer al de Francía que se partiese el reino entre los dos por partes iguales. Sin perjuicio de negociar este trato, mandó aparejar una gruésa armada en Málaga para poner á. cubierto de cualquier hostilidad su reino de Sicilia, y para auxiliar á la república de Venecia contra los turcos. Dióse el mando de la escuadra á Gonzalo de Córdoba, y su pFi m~ra accion fué la toma del fuerte de San

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Jorge de Cefalonia, arrancado por los turcos á la república de Venecia. Agradecida esta república á Gonzalo de Córdoba, inscribió Stl nombre en el libro de oro de los nobles venecianos, y le envió á. Siracusa un presente de piezas de plata labrada, de martas y telas de seda y bl'ocados y de magníficos caballos de Turquía . Sometió Gonzalo en ménos de un mes h~s dos Oahíbrias, excepto la plaza de Tarento, fnndaila sobre un~;¡, isleta en Jo más estrecho del golfo de su nombre. Creyó Gonzalo que por la posicion de la plaza la rendiria mejor que por ataque, por blo· ql.leo. Prolongába.se ol asedio y el ejército espaüol padecía g·randes tt·abajos por falta de dinero y de mantenimientos. Los soldados se quejaban y murmtll'aban, y la murmuracion se convil·tió en verdadero tumulto y formal insurreccion militar. Un soldado se atrevió á dirigir la pica al pecho de su general; Gonzalo la a.pat·tó s ua· vemente, diciéndole: «Alza esa pica y mira lo que haces, no me hieras sin querer.» Por fin, despues de una suspension de hos· tilidades y un pacto con los si tiados, se entregó la plaza. El tratado de pat·ticion d:el reino de Nápoles entre el rey de Espaiia y el de Fran· cía, en vez de ser una prenda de amistad ;y paz entre los dos monarcas, fu6 un gérmen funesto y manantial fecundo de quejas, abusos y envidias, que terminó con la g uerra entre los dos ejét·citos. Muy superior el de Francia, puso durante algun tiempo en gran aprieto al éspañol, y Gonzalo de Córdoba tuvo que abandonar la mayor parte de las ciudades que por el tratado le correspondían, concentrando sus escasas fuerzas en Barletta, plaza. fuerte á orillas del Adriático. Aguardando refuerzos de hombres y di· nero, y siguiendo el sistema d~ salidas y ataques repentinos, emboscadas, guerriUas, molestaba á los franceses y les diezmabasusdestacamentos. Habiendo logrado obtener algunos triunfos de ciet·ta importancia, y obtenido provisiones y algunos refuerzos, determinó salir con su ejército de Barletta, y medir sus fuerzas con el enemigo en formal batalla. Despues de. TOMO

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atravesar y de hacer altó una noche en el campo de Canas, célebre por la famosa ba· talla que diez y siete siglos antes babia ganado Anibal á los romanos, llegó al pequeño pueblo de Cerinola, y fortificado en una altu¡·a inmediata, esperó al ejército fl'ancós, que se babia púesto en su seguimiento . Dióse en aquel punto la famosa batalla que la historia recuerda como uno de los hechos más gloriosos de los españo· les y de su ilustre capitan. El número de combatientes era corto , siete mil próxima· mente por cada parte, pero lo que ha dado celebridad á la batalla fué la disposicion, la conducta y el acierto del general espailol y las consecuendasJmportantes y decisivas que tuvo. Fué tan completa la vic· toria. de los españoles, que niogun escritor hace pasar de cien muertos la pérdida de estos, mientras ninguno calcula tampoco en ménos de tres mil la de lo_s ft·anceses. Ouén tase que á las primeras descat·gas de los fnmceses se incendió un depósito de pól· vot·a, y al ver Gonzalo la impresion que este suceso causó en sus soldados, exclamó:

«Buen á?timo, a'migos mios; estas son las htminar·ias de la 1Jictoria.» Sometióronse despues de esta victoria muchas poblaciones, y Gonzalo marchó dorecho á Nápoles, cuyos habitantes le entt·eg·aron las llaves, haciendo su entrada solemne y tol:llando posesionen nombre del rey de Espafía. Para veogut• el ho.nor naq_ionallevantó la Fr·anoia tres ejél'citos, uno de los cuales marchó á Italia. Hallándose Gonzalo de Córdoba con un númet•o de tropas sumamente iuferior al ejército francés, determinó1 mientras no le llegaran más refuerzos, tomar una posicionen que pudiera contener la marcha del enemigu, y se situó á orillas del rio Garillano. Seria largo referit· los repetidos combates que durante más de un mes tu lieron lug-ar sin que los franceses consiguie:>en hacer desalojar su posicion á los españoles. El terreno que l:lstos ocupaban era bajo y muy pantanoso; las grálides lluvias que sobrevinieron aca· bat•on de 'Convertir el campamento en un lodttzal; la permanencia en él se hacia insopo'rtable; el ánimo de los soldados de-

caia, y era excesivo su sufrimiento. Presentú.ronse varios capitanes á Gonzalo suplicándole que hasta que mejorase la· esta. cion levantara el campo y se retirara, etc. Gonzalo les dejó hablar, y luego que concluyeron, dijo: « Pm·manece?' aqtti es lo que

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conviene al mejo1· servicio del ?'ey y al logro de la victo'J'Ía ; y tened entendido que mcís quiero la m?~e'rte dando dos pasos adelante, qtte vivir cien afÍtoS dando uno solo ltácia at?·ás», notables palabras, que se inscribieron en el carro fúnebt·e que conducía sus restos al Panteon naci0nal, y muchos de nuestros lectores habrán visto el dia de la inauguracion. Pocos dias despues ganaba la gt·an batalla llamada del Garillano, derrotando completameo te á los franceses, que dejaron en el campo de tres á cuatro mil hombres, con otros tantos de baja entre prisioneros y extraviados, y pet·dieron su magnífico tren de artillería. Rindió luego á. Gaeta y entró de nuevo triunfalmente en Nápoles. Restablecido de una enfermedad que puso en pelig ro su vida, congregó los Estados del rt::ino conquistado para España para recibir les el j ut·amen to de fidelidad á Fernando, y se dedicó á organizar el gobierno y administracion de justicia. Dió con régia liberalidad expléndidas remune· raciones á los esfot•zados capitanes que le habían ayudado en la guerra, remuneraciones que comenzaron á excitar los celos del monarca español, el cual exclamó en una ocasion: «Qué intpo?·ta que (Jonzalo

Ita ya ganarlo pa'ra mi un 9'eino, si le ?'epa?'• te antes que llegue á mis n1tanos1» Influido el ánimo del rey por muchos envidiosos de la glor·ia y poderío del Gran Ca pitan, decidió ir á Nápoles, tomando posesion de su nuevo reiuo; sustituyó con adictos suyos á muchos jefes nombrados por Gonzalo, y manifestó en muchas ocasiones desconfianza de su virey, que deseaba alejar de Ná.poles y traerle á España. Sin embargo, expidiéndole uua cédula muy pomposa, le remuneró con el ducado de Sessa, añadiendo este nuevo titulo á los de duque de Terranova y marqués de Santangelo y de Vitando que ya poseía. Hubo quien hizo una acusacion á Gonza. .;:;.;,......:.;;_

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__s_._______________2__6_7___ f .___i_e_n_t_o_s__ú_t_i_le V---------------------~--o_s__d__o_n_o_c_Dal lo, con la que se creyó indisponerle gravemente con el rey, á saber, la de que con su prodigalidad y magnificencia había derrochado los caudales públicos. Refiérese con este motivo la siguiente anécdota. So· licitaron algunos que se le tomasen las cuentas de lo invertido en los gastos de la guerra, y el rey tuvo la debilidad de condescender á que se presentasen los lib¡os, de los cuales resultaba realmente alcanzado Gonzalo en grandes cantidades. Pero él, sin turbarse por eso, expuso que al dia siguiente presentaría las suyas, y se veria quién quedaba alcanzado, si el fisco ó él. En efecto, al dia siguiente presentó un li· bro, en que comenzó á lee¡· partidas por el órden y de la especie siguiente: doscientos

1nil setecientos y treinta y seis ducados y nueve 'reales, en, frailes, 7M1~jas y pob?·es, pa'ra que 'rogasen á .Dios po1· la p?·osperidad de las a1·mas del ?'ey.-JSetecientos mil cuatrocientos noventa y cuat1·o d1tcados, en espias : seguían á estas otras no ménos abultadas y extravagantes, de modo que asombrándose unos, riéndose otros, confundidos los tesoreros y denunciadores, y avergonzado el rey, hizo este suspender la lectura, y mandó que no se volviese á hablar clel asunto . Gonzalo se había propuesto con este at•ti.ficio dar una leccion al rey y á sus acusadores de cómo debia ser tratado un conquistador. Las C1&entas del (han Oapitan han pasadD á se1' un proverbio en España. En el Museo nacional de artillcria de esta córte hay un impreso titul11do 01~entas del G1·an Oapitan, en. el cual, además de las dos partidas anterio~es, hay anotadas las siguientes: cien millones en palas, picos y azadones:-cien mil ducados en pólvora y balas:-diez mil ducados en guantes perfumados para pre· servar á las tropas del mal olor de los cadáveres de los enemigos tendidos en el campo de batalla:-ciento setenta mil du· cados en poner y renovar campanas destruidas con el uso contínuo de repicar todos los días, por nuevas victorias conseguidas sobre el ene!lligo:-cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas

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un dia de combate:-millon y medio de idem para mantener prisioneros y heridos: - un mi!lon en misas de gracias y Te.D~um al Todopoderoso:-tres millones en sufragios por los muertos:-eien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el rey pedía cuentas al que le ha regala-l o un reino. Volvió Gonzalo de Nápoles con Fernando, y durante su permanencia en Castilla continuó recibiendo Jisgustos por la creciente desconfianza de su rey, y por marcados desaires que en algunas ocasiones le hizo; retirándost> por esta en usa á. la ciudad de Loja con licencia del rey, que le ofreció darle aquella ciudad pot• toda su vida, y aun le propuso cedérsela en propiedad para si y sus descendientes en compensacion del maestt·azgo de Santiago que le babia prometido; pero Gonzalo, con at•rogante dignidad, no quiso admitir el trueque. En el otoño de 1515 adoleció en Loja de cuartanas, enfermedad que no parecía peligrosa, pero que agravada con las pesadumbres y tenazmente arraigadas, vino á hacerse mortal. Se trasladó á. Granada con la espel'anza de restablecerse, y en esta ciutlad mudó el 2 de Diciembt·e de 1515, causando tal suceso profunda y general tristeza en toda Espaiia. El mismo rey no pudo ménos de pagar un tributo de veneracion y de 1·espeto á su memol'ia, vistiendo de luto él y toda su córte y mandando que se le hiciesen so len mes exequias en su real capilla y en todas las iglesias del reino. No hemos hecho más que apuntar las principales acciones de la vida de este hombre célebre, y aun así ha tomado nuestro artículo una extension superior 3 la que nos habíamos propuesto. Si en otros detalles pudiéramos entrar, verían nuestros lectores que, además de guerrero esforzado y vencedor ilustre, fué hábil diplomático, hombre generoso, caballero expléndido y galante , honra y prez de la córte española.

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I·..0s Conocimientos útiles.

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L ITERATURA .. FRAGMENTOS ESCOGIDOS' (1). La derrota de los pedantes, de U. Leandro F. de .Mbratin. (COnclusion.)

Señores eruditos, ya me parece que es tontería tanto chillar, tanto berrear, tanto embestirse, retirarse, dar y recibir gaznatazos y mogic,-ones, que hace dos horas, largas de talle, que estamos con esta m1sma cancion, y hasta. ahora nada bueno se ha conseguido. Yo no sé ciertamente dónde se habrá visto estarse aporreando de esa manera, sin qué ni para qué. ¡Y entre literatos! ¡entre humanistas! ¡.entre poetas, gentes de suyo muelle y regalona, y dada á la q_uietud ,y al regodeo! ¿Y por qué? Si fuera decir babia motivos para ello, vaya en gracia; pero si todo el caso viene á reducirse á una friolera que no vale un pito; si el asunto no es mas, segun he llegado á entender, que venir á presentar un memorial en que no se piden ningunos disparates, ¿quién se persuadirá que esto haya sido causa de tan furiosa tr emolina? El daño estuvo, señores pretendiente~, en que no habiendo querido vuesarcedes enviar un diputado á mi hermano para que en nombre de todos le.dijese vuestra solicitud , m.e vi en la precision de llevar el pt·imero que. me vino á las uñ.as; pero este, por desgracia vuestra, nos salió tan ruin criatura, tan presumido y fastidioso, que habiendo enojado a mi hermano, os le hubimos de volver de la manera que ya visteis. Yo, la verdad sea dich-a, no gusto ni-he gustado nunca de esas pélamelas, y. mucho menos entre gentes de suposicion y buena crianza: he hablado á A.polo; y convencido de mis razones á favor vuestro, dice que siempre que se le pidiera una cosa justa y con el buen modfto que corresponde, no es ningun vinagre que se hubiera de negar á complaceros: así que, señores mios, lo que del.Jeis hacer es esto, y sin tardanzas, antes que mi hermano determine otra cosa. Escoged entre vosotros el mas ducho, el mas idóneo para el caso, un hombre bien nacido y de carácter, que no sea ningun chisgaravís, sino 1

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(1) V/Jase ol nútnot·o anterior.

un erudito de rep,resentacion, conocído ya de mi. hermano por la excelencia de sus obras,.que tenga en su favor el buen concepto de todos vosotros y la general estimacion del público. }!:ste se encargará de vuestra pretension; y perdería yo una oreja, y aun las dos que tengo, si escogiéndole y enviándole, y hablando éi, y respondiéndole Apolo, no volviese muy presto con la noticia de haberos otorgado cuanto .q uerais pedirle. Y esto se hace con paz y quietud como. buenos hermanos, sin andar se en más puerca e~ ella, ni quién es él, ni primero soy yo, ni otras niñerías que, en vez de adelantar algo. pondrán de peor condicion el asunto: conque así. no hay si-no hacer lo que os digo, y manos.á la eleccion, que se pasa el tiempo. Esta zalagarda surtió- todo el efecto deseado, porque empezando á disputar entre ellos qwén debía ser el elegido, todos querían para sí-aquel honor: repetían las palabras de M~rcurio en que pedía un literato de re!}resentacioll', idóneo, bien nacido, estimado de los inteligentes. ¿Y quién era entre ellos el que no se juzgaba. más iuóneo, más ilustre, más benemérito que todos lo.s otros juntos? De esta presuncion nació su ruina. Em· pelasgt\ronse unos con otros; cada cual se alababa á sí- propio con admirable satisfaccion y engreimiento : oíanse pullas y desvergüenzas, y dicterio.¡: sinnúmero: saUer<>n á plaza las faltas más ocultas; y últimamente, pasando la cólera de la lengua á los puños, comenzaron la más desesperada refriega que jamás se ha visto. · Allí se manifestó cuán poco duran unidos aquellos que amontona el delito ó el error, y que solo entre los que siguen el recto camino, ya de la virtud, ya de la sabiduría, puede hallarse durable paz y amistad verdadera. Era _de ver la ol.Jstinacion con que peleaban: ni pensaban en otra cosa que en destruirse enteramente, por conservar cada cual la...opini{)n de docto y único en su línea, y esto lo probaban con gol. P"· ocuolos, tir•ndo" el degüello como ge~

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-------------------------------------------~© Los C:onocimien tos útiies. 269 ~ desesperada que solo aspira á morir matando. Mercurio se descalzaba de risa al ver lograda su maldita intencion; y advirtiendo que A polo con toda la gente de casa ocupaba ya las ventanlls y galerías del patio, trató con él que se pusieran en uso las armas prevenidas, para dar gloriosa cima y remate á aquella aventura. Así se dispuso, y cuando todavía proseguían los literatos en hacerse añicos, comenzaron á bajar con ruido espantable tnflo.i.tos mu.ebles,y utensilios que hicieron efectos de al'tillería, bombas y catapultas; tiraban los de arriba á los de abaj o, para ponerlos on paz, mesas; fregaderos, cofres, tajos., sillas, barreños, armarios, platos,.cantarillas y todo género de vasijas: las musas, las señoras musas, llenas de colerilla y deseos de venganza, eran las mas diligentes en procurar la destrucclon de la infeliz gavilla de los autorcillos:Ellos, viendo encima de sí aquella temgestad, corrían desatinados de una á otra parte sin poder valerse; pero cayó segundo diluvio que los puso en mayor confticto. Comenzaron á tirarles graudes ollas de agua hirviendo, espuertas de ceniza, basura, cantos, tronchos, arena de fregar, tt•jas, ladrillos, leños encendidos, agua fuerte, polvos de juanes, pa.jJl8las ardiendo, aceite fl'ito, trementina caliente, pez y rescoldo. No era fácil resistir á tan .borriLle fuerza; dieron á huir hácia la puerta, pues la necesidad no permitía otra cosa : el ejército de Apolo se abrió en dos columnas para que dejándoles la salida libre, y asegurando el palacio, se les pudiese cargar despues en la r.e:tirada; y así que los vieron fuera , salieron det-rás el conde de Rebolledo y don Diego de Mendoza con una partida ligera á seguir el·alcance, y otros cuerpos pequeños se iban apostando por t odos los caminos y sendas del Parnaso, qlle absolutamente ignoraban los -enemigos. En estas y estotras ya era de noche: la obscuridad, el cansancio, los golpes recibidos, el miedo, la prisa que llevaban, y sobre todo, el no tener conocimiento alguno del terreno por donde iban, eran todas circunstancias fatales que aumentaban la desgracia de los fugitivos. Mercurio y los suyos les decían q~e se rindiesen, como algunos de ellos lo habían hecho (incluso el embajador tuerto que le acababan de sacar-medio descaderado de una zanja), por-

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que si adelante seguían, perecerían todos sin remedio. Pero sí, ya estaban ellos en estado de venirse á bt,enas: correr que te correrás como galgos, saltar peñascos. atravancar malezas, y no dar oidos á cuanto les decian, esto fult loque hicieron; hasta que llegándose á encarrilar la mayor parte de ellos por unas breñas osearpardas y altísimas, á breve rato comenzaron á rodar por ellas, agl\rrados unos á otros, y dando ahullid.os sa precipitaron en una grao laguna que está al pi& de aquellos peñascos, y se forma de las vertientes de Castalia. Los pocos que andaban descnrriados po1· va ... Itios andurriales libraron mejor, porque cayeron en manos de los de Apolo, recibieron todo agasajo y buena asistencia: se les catat•on las feridas, y fueron tratados con mas amor que su ignorancia y soberbia merecieron. Apolo, Mercurio, las musas, los poetas buenos, y todos los de casa, no se hartaban de dar gracias al cielo por tan feliz victoria: des pachá.· ranse e.straordinarios á todas partes con aviso de lo ocurrido en aquel tremendodla; y en ocho que duraron las fiestas, quedó Timbreo casi pereciendo, porque el gasto de bollos, vizcochos, conservas, bebidas heladas y chocolate, ascendió á mas de lo que puede sufrir el bolsillo de un dios que proteje le buena poesía. Desgues de pasado el turbion de visitas y enhorabuenas, se tt·ató de lo que eonvendria hacer con los vencidos. Cascales, Cervantes y Luzan se encargaron de examinarlos sepnrado.mente para ver á. cuantas estaban de locura; y en vista del informe que presentaron estos jueces, se mandó que algunos de ellos, despues de habérselas dado uno. bllena reprimenda, se rest itu.yesen á. sus casas, con pasaporte para todos los registros del Parnaso, y sendas ces~ tillas en que se les puso su racion de pan, queso y p,asas; y á los mas contritos. por via de a:yuda de costa repartieron las mas caritativas musas de propio caudal unos cuantos mnravedises. A los restantes (incluso el tuerto), que á juicio de los examinadores eran incurables, los encerraron en las jaulas de los locos, donde hoy se hallan, tan en eneros como siempre, y tan sabios como su madre Jos parió.

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Los Conocimientos útiles.

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CONOCIMIENTOS VARIOS .

.. I-Iorología.-Historia de los sisLemas cronométricos.

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El pueblo que primeramente en la anligüedad parece haber dividido el dia en porciones, fué ol de los asit•ios, que inventaron el reloj de agua, en un pedodo remotisimo y dificil de calcular con precision. Lo que de cierto se sabe es que el tal aparato existía antes deladerrota del prituet· imperio por Arbaces y Belesis, 759 aüos antes do Jesucristo. ~En autures persas hay la tradicion de que esta especie de reloj estaba en uso en Nínive, baje el reinado de Sardanú.palo ll, primer monarca del segundo imperio asirio. Este reloj de agua venia á ser, ni más ni ménos, que una fuente de bronce, de hechura cilíndrica, capaz de contener varias azumbres de agua. En uno de los lados tenia un pequeño agujero, exactamente como las pipas, y por él se daba salida al agua, que tardaba en escaparse unas cuatro horas, ó mejor dicho, calculaban que podia llenarse y desecuparse unas S~JiS veces al dla. Bajo el reinado de Sardanápaio había u!l reloj de esta clase y de la misma hechura y capacidad en el palacio de Nínive, y en cada nno de los principales distritos de la ciudad, y claro es que se llenaban á la misma hora para que pudiese lograrse en ellos algun concierto, lo cual se conseguía verificando la operacion á la señal que daba el vigilante puesto en una torre para anunciar la salida del sol. Una vez llenos, no llabia que guardar este órden en las operaciones sucesivas, sino llenar á cada cual tan luego como se desocupaba. Mas como la virtud de estos relojes era de poco provecho si no se estaba junto y se veía la alza ó la baja del agua, tenían una compañía de pregoneros, relacionados con los oficiales horarios, que en el momento en que se volvian á llenar, salian gritando por las calles el hecho

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para conocimiento satisfaccion de los vecinos y transcuntes. De esta manera se las componían los asirios para tener una especie de imperfecto cómputo del tiempo que mataban, porque eso de matar el tiempo es cosa de los primitivos , y mientras más adelante la sociedad, ménos crímenes de esta especie han de cometer los hom..bres. Por de contado, puede calcularse que no ca minarían muy de acuerdo estos relojes, á causa de la dificultad de hacer á mano estas. vasijas de igual tamaño, con un agujero de igual diámetro, y llenarlas de agua de la misma densidad. De esta manufactura se hicieron relojes durante muchos siglos, hasta que en Alejandría se inventó el de sol, 558 años antes de Jesucristo, aunque ya por este tiempo un egipcio, natural de .Mernphis, le añadió su i:ninutero.éon una mano. La mano giraba sobre un eje y CO'muniol¡ba con una cuerda atada á una pesa. Conforme iba saliendo el agua, la pesa caía con ella, y la tension de la -eue111da. ha-ei"a m over la mano en tletredot• con l:tlovitnient~s bruscos y breves, al modo de lo'S segundarios de un reloj de mala construccion. Esta reforzna, buena en teoría, topaba oon muchos inconvenientes en la práctica, y la antigua ditlc:J.ltad de hacerlos marchar dé lHH.terdo se multiplicó con el complicado slstelha de minutero, manigueta, cuerda y pesa. Pat·a conseguir regularidad, debían baber sido la cuerda ó alambre de los diferentes r elojes d"6l mismo lar.go y dll la misma fuerza, y las agujas de igual tamaño y encajadas en ejes de igual altura y circunferencia. Y aun conseguido esto, hubiera habido que resolver todavía la cuestion de hacer mover de acuerdo pesa y cuerda, cuerda y aguja. No obstante, con todos sus inconvenientes, la invencion era

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Los Conocimientos útiles.

muy valiosa, siquiera fuese porque abria el camino á nuevas mejoras del sistema, y á la perfeccion del clepsidra, sustituyendo á su entonces simple mecanismo el sistema de ruedas dentadas. Las ruedas comenzaron á emplearse segun el principio que preside ul mecanismo de los molinos de agua, y la adicion de una nueva aguja permitió marcar las fracciones de las horas, con la q ne llegó el clcpsid·ra ó reloj de agua al finibustet•re de la perfeccion dos siglos y medio antes de la era cristiana, y Egipto, qt1e se babia ltecho el gran morcado y taller de los nuevos reloj es, los exportaba á los demás pueblos del Oriente como notables curiosidades y á precios muy subidos. Al volver á. RomaPompeyo, des pues del tri un · fo obtenido sobre 'l'igranes, Antíoco y 1\litrídates, uno de los preciosos trofeos que llevó consigo del tesoro del rey del Ponto, fue un clepsidra que marcaba las horas y los minutos, segun el método horológico marcado en Roma. El cilindro que servía de receptáculo del agua, era de oro, así como lu esfera. Las manillas ó agujas estaban tachonadas de pequeños 1·ubíes, y cada una de las cifras que designaban las veinticuatro horas estaban hechas de zafiro. El reloj debía ser de colosal tamaño, puesto que solo habla que llenarlo una vez al di a. Los romanos no hablan visto en su vida cosa igual, y cuando Pompeyo hizo que lo colocasen en el principal salon del Capitolio, fué menester ponor un grueso pique te de soldados para q 11e le protegiesen contt·a la curiosidud indiscreta de la muchedumbre. Venimos ahora á las edades de completa tíniebla que sucedieron á la caída del romano imperio y en las que cayó en olvido todo lo que era ciencia, arte y refinamiento. Los bárbaros que conquistaron la ciudad imperial tenían maneras muy primitivas de computar el tiempo. No entendian de horas ni minutos, ni su caletre estaba en disposicion de inventar relojes de agua ni de sol, aunque los hubiesen visto. Con todo, era indispensable saber, aunque fuese á bulto, cuándo habían de preparar su colacion, cuándo ir al circo á escuchar los sermones de sus sacerdotes, y cuándo relevar las cen-

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tinelas. Pat·a esto in ventaron lo siguiente: al ra_vat· el di a y levantarse el jefe de una tribu, un jóven esclavo tomaba posicion á la entrada de su tienda ó choza, teniendo delante de si dos cascos, uno vacío y otro l'eno de chinas. Su tarea consistía en ir pasaudo una por una las chinas, sin apresurarse, de un casco á otro: hecho lo cual, los entregaba ú. otl'o , que repetía lo. operacion, continuando esta faena hasta el anochecer. Como los cascos eran muy grandes y las chinas muy peq ueiias, la faena de cada trasiego debía durat·, por lo ménos, un par de hot·as lat·· gas-de talle. Es de suponer, por lo tanto, que los días entre estos tetttones y vándalos estuviesen divididos, como entre los asirlos, en seis porciones ú horas. Tan luego como se llen11ba un yelmo, se hacia saber en todo el campo, dando un golpe de espada bn un escudo á. la puerta del jefe, y así se sabia que la hora de comer era llegada. Mas no era este el úni:!o modo de marcar el tiempo. Babia otras maneras que variaban segun las loc&lidades y las distintas ocupaciones del pueblo. En loil distritos rústicos contaba el labrador por el espacio de tiel'l'a que podía arar, es decir, por yugadas, y en tiempo de recoleccion pot· el trigo que podía segar. En las ciudades en donde sobrevivió ulgo de la civilizacion romana, el cómputo so hncln por medio de vi. gilantes. Al amanecer salia un soldado á pié, y si la ciudad era muy g rande, á cabullo, á darle una vuelta Cútnpleta, acabada la cuul volvía á su cuartel, dando señal, con un toque de trompeta, de que su mision habla concluido. Tras él iba otro y repetia el paseo y la señal, continuando así di a y noche, con la diferencia de que de noche no se tocaba trompeta, y hacino su ronda en compañías de diez ó doce. Otro método de cronometría de este jaez se hallaba en uso en los monasterios, el primero de los cuales, fundado por San Benito, existia ya al comienzo del siglo VI. Los monjes computaban el tiempo por el número de oraciones que podian rezar, de donde provino la invencion de las camándulas y rosarios. Cada monje debía recitar tanto Pater- Noster y Ave-ilfarías cuantas eran las cuentas del rosario, y como el

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FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


~-7_2________________L__o_s__a_o_n__o_c_inn__l_·e_n__to_s__ú_t_i_le_s_~_.____________________~ número ortodoxo era de treinta y.tres, una por aada año de nuestro Salvador, babia tare·a para hora y media si se desempeñaba á toda conciencia y sin comerse las palabras. Los monjes eran relevados como los vigilantes, -Y al terminar cada vigilia 6 rezo, se notificaba á la comunidad con el toque de una campana. Esta costumbre continuó hasta nosotros en muchos conventos y monasterios, y algunos de estos, los m ás severos, ni aun el toque de campana se permitían. Un siglo despues de la total ruina del imperio romano, había completamente desaparecido del Occidente de Europa la costumbre de guiat·· se por horas y minutos; y á no ser por los reinos del Oriente que conservaron viva -la llama de las ciencias, nuestro actual sistema de horología se habría retardado aun muchos siglos. Quien restituyó á Europa el antiguo reloj de agua fué el famoso califa de Bagdad, Haroumat-H.asQhid. En el año 807 envió á Cario-Magno un mag·uitlco clepsidrn como prenda de amistad; per.o se consideró este regalo más bíen como objeto de admiracion que de imitacion, puesto que no se vuelve á hablar de relojes de agua de fabricacion ft·ancesa hasta el reinado de Felipe, contempot·áneo de Guillermo el Uonquistador. La caus!L fuá quizás la invencion del reloj de areua, que tuvo lugar poco despues del advenimiento al trono de este gran monarca, y. por ser más manuable y sencillo que el otro, l1ubo de preferirse para el uso. El primer reloj de arena fué inventado por el mismo que rainventó el soplar los cristales, cuyo secreto se babia perdido hacia ya muchos siglos. Era un monje de Chat·tres, llamado Luitprand, y el reloj que hizo fué el prototipo de todos los que se han fabricado desde entonces. Consiste en dos receptáculos de hechura de pera, unidos por los extremos m~s delgados. Cuando la arena se desprendía del cubillo superior, no babia más

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MADRID: t8GO.=Imp1·enta de Los CoNocnn&liTOS dTILBS

que volverlo de arriba á abajo y comenzaba de nuevo la operacion. Poco despues de haber recibido Carlo·Magno el regalo de Haroum-al-Raschid, hizo construir un reloj de arena colosal, con divisiones horales marcadas de rojo en lo exterior del cristal, y este fué el primer reloj horario. Solo babia que volverlo cada veinticuatro horas, y sifué fabricado con el·esmero que los de hoy se fabriean, pudo señalar las horas con tanta p recision como el mejor reloj de áncora. Attn hoy no falta quien diga que el reloj de arena es la mejor máquina .que se ha inventado para medir el tiempo. Al paso qua Francia se iba colocando así á la cabeza en el órden de las ciencias, Inglaterra, con un verdadero instinto conservador, lo marcaba de maneras anticuadas y defectuosas. La misma oposicion do ahora cuando se trata de ado.ptar invenciones francesas, animaba á los • antiguos ingleses. El rey Alfredo, que gobernó hácia fines del sig·lo IX, po1· fuerza debió oí r ltablat· del reloj de cristal, y aun es probable que tuvo uno, porque 110 es posible que tantos monjes peregrinos como de continuo iban y venían de Francia á Inglaterra, hubiesen dejado pasar un siglo entero sin traer un ejemplar de aquella invencion á las Islas Británicas. Sin embargo, Alfredo imaginó un mediÓ de cpmputat• el tiempo, valiéndose de teas ó velas de una linterna, procedimiento que no podía sor ni más costoso ni ménos satisfactorio. Una vela en aquellos tiempos debía costar próximamente un real de vellon, y como no se babia inventado aun la manera de refinar el sebo, no era posibie calcular cuánto espacio de tiempo echaría en arder cada una de estas luminarias. Una podía muy bien alumbrar durante una hora y media y consumirse otra en diez minutos. (Se continuará.)

a cargo

de Francisco Roig, Arco do Santa Maria, 39.

fUKDACIÓl\ .rt.;A~LO

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r~------------------------------------·--~~----- ~· ~ 2'73 ~ Los Conocimientos útiles. ~ Núm. i 8. 1

CONOCIMIENTOS DE BIOGRAFIA. (Coutlouacion.)

QUEVE:OO.

D. Francisco de Quevedo Villegns, cé1e· ·b re poet!l, Uterato, filósofo y diplomá:tico ·español, nació en Madrid, y fué bautizado en la parroquia de San Gin·és ·el '26 de Se· ticmbre ·de 1580. Perdió de tierna edad á su padre, D. Pe· dro Gomez de Quevedo, secretario de An'll de Austria, y poco despues á. su madre, quedando confiado á su tutor D. Ag ustin de Villanueva, protonotario de Aragon. Recibió una brillante educacion: apren· dió lii.tin y griego y más adelante las lenguas arábiga y hebrea y la francesa é italiana. A los 15 años se graduaba de teolo· gia. en Alcalá. Fué muy versado en losderechos civil y canónico, en matemáticas y en astronomía. Hizo tambien un concienzudo estudio de las ciencias médicas y naturales, pues segun decia, era necedad para la discrecii:>n agena lo importante de la propia salud. Era diestro en el manejo de las armas, y dado á aventuras, que comenzó á tener desde muy jóven, pues era nun estudiante en Alcalá cuando por motivo de una dama hirió de muerte al aman· te ofendido, y tuvo 1}ue pasar á Italin. Protegido en esta nacion por el duque de Osuna, desempeñó varios cargos y comisiones de importancia con gran lucimiento y habilidad, á la vez que anduvo en mil aventuras que seria largo de referir. Un lance grave que le ocurrió en Madrid, en Marzo de 1611, le obligó segunda vez á marcliar á Sicilia. Pasó asi: hallábase en la iglesia de ~an Martín asistiendo á las tinieblas, y cerca de él una señora, cua nd9 un hombre que disputaba con ella la dió una bofetada. Indignado Quevedo, asió violentamente del brazo al agresor, le sacó al átrio del templo y le afeó su proceder. Trabáronse de palabras, se encole1 rizaron, y sacando las espadas, riñen, y el ~

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de la bofetada ·cae mortalmente herido. Los servicios distingutd·os que hizo, asi ·en Sicilia como en Nápoles, le valieron el favor de la córte, y Felipe IH le hizo merced del hábito de Santiago en 161~. La caida del duqu-e de Osuna, virey de Nápoles,·ar-ras'tró consigo á Quevedo, que, fiel á su protector, siguió la. misma suet·te y padeció las mismas desgracias. Estuvo más de tres años preso en la torre de Juan Abad, sin que se le hiciese cargo alguno, y al cabo de ello~ pudo venir á la córte, donde fué en gran manera estimado por Felipe IV. Desde su prisio.n escribía demos. trando la imposibilidad de rcco'bt·ar su Rn· lud, ydecia: die visto -muchos condenados á muerte, pero ninguno ·condenado á que se muera.» El rey honró á Quevedo con el titulo de su secretario en 'I.G32; ofreciéronsele altos puestos y no los admitió, aceptando unicamente la!'! ocasiones de lucir su ingenio y asistir al lauo de su príncipe. Con motivo de una comedia que improvisó, con el titulo de Q1den más 'miente, medra 'JJUÍS, salpicada de epigramas y pullas contra el matrimonio, ias damas de palacio se conjuraron contra. Quevedo para casarle. Es curiosa la. relacion ele las condiciones que Quevedo e:-. igia en la novia, respondiendo á la duquesa de Olivat·es: «Ahora diré cómo quiero sea la mujer que Dios me diere en suerte. Noble, virtuosa, entendida; ni fea, ni hermosa (entre ambos extremos prefiérola hermosa, porque es mejor tener cuidado que miedo, y tener que guardar, que de quien huir). Ni rica, ni pobre; que · ni ella me cowpre á mi, ni yo á ella. La apetezco alegre, que en lo cotidiano y en lo propio no nos faltará. · tristeza á los dos. No · la quiero niüa n¡ vieja, que son cuna ó ataud, porque ya se me han olvidado los arrullos, y aun no he aprendido los responsos. Daria infinitas gracias á Dios si f~ese sorda y tartamuda. TOllO

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--------------------------~~ y__2__7_4_________________~~o--s__c_o_n __o_c_i_r.n__ie_n __to __s_u_·_t_ii_e_s_._____________________ y Pero, despues de todo, estimaré en mucho la mujer tal como la deseo, y sabré -sufrir la que fuere como yo la merezco. Bien podré ser casado sin dicha, pero no mal casarlo.» Casóse, en efecto, Quevedo con doña Es· peranza de Aragon y La-Cabra, señora virtuosa, modesta y emparentada con la mayor nobleza; pero gozó poco tiempo de tal di.cha., pues al aiío de su ~casamiento m u rió su esposa. Tuvo Quevedo mur.hos émulos de su gloria, que le hicieron cruda guerra, y, entre ellos el Doctor D. Juan Perez Montalvan, al cual ridiculizaba á su vez Quevedo siempre que se ' le presentaba ocasion. Hé aqni una de sus sátiras aplicada al objeto, que despues ha sicl.o imitada por alguno:

Hé aq ui cómo descritia el prisionero su llegada, á pesar de estar por su edad de 60 años y por sus achaques hecho un anciano. « Veni, v_idi, vinci, dijo César con la arrogancia de un romano, y yo puedo decir: me trajeron, hablé y vencí, al tomar clausura mi vocacion en este con ven. to del evangelistR de los cuernos. Llegué y vi las narices del padre Pl'ior, que pued,en servir de paraguas á la comuniuacl ruqy reverenda. Venían debajo de ellas todos los modregos m~t·ándome al soslayo, temerosos de liallar unar alimaña, y recibiéndolos yo con la corte.sia del forzade aute la penca. ¡Oh qué de cosas les dije encaminadas á mi bien! Fué de tal modo, que la caja del guardian se vació de sesos á puro devanar los; y todos, al despedirse, me apreta1·on las manos como en seual de El JJocto'l' tú te lo pones; l quedar edificados y vencidos. Creo no lo El.Montalvan no lu tienes, deberé pasar mal el corto plazo que me Con que en quitándote el lJO?¡, tengan en penitencia ..... » Vienes á quedar. Juan Perez. Se equivocó sin embargo en su e:;peran· za, porque el conde-duque, ruin decoraEncontró en una ocasion algunos ocio- zon, avivó los tormentos del pL·eso, é hizo sos que estaban ·vieudo un lienzo de San que le bHjasen de un piso alto, donde esJerónimo, á quien azotaban los ángeles, y taba su encieno, á un oscuro y húmedo exclam~ de repente: calabozo abierto debajo de tierra, y que le carg~:~.sen de grillos. A falta de facultath·o Grandes azotes te dan tuvo él mismo que cauterizarse tres llaga~ Porque á Ciceron leías; que por la humedad del sitio se le habían ¡Ira de Dios, qué seria cancerado. Si leyese á Montalvan! Estuvo preso cerca de cuatro años, has~ ta la oaida del favorito; volvió á Madrid, Atribuyét·ouse á Quevedo cuantos ljbe- donde pennaneció más de un aiio; -pero los, sátiras y epigramas cÚ;qularon contra reducido á la pobreza y agotadas las fuer· 'el conde·dqque de Oliv-ares y contra el zas del cuerpo, se tl'asladó á su villa de h~ rey; predicaron contra él tal cruzada su~ Torre, y despues, en busca de nJédicws y enemigos, que la desgra~ia del poeta fué medicinas, á Villanueva de los Infuntes, irremediable y decretado su ede):minio. donde falleqió el dia 8 de Setiembre at Una noche, con gran silen'cio y secreto, cumplir 65 años de edad. se presentaron dos alcaldes de córte en Apenas hubo g énero de literatura en ca:~a del duque de Medinaceli, donde vivía que no se ejercitara Quevedo,y siempre no· Quevedo; se apoderaron de él, le registra- tablemente. Política, costumbres, crítica ron, le despojaron de todo, y sin permitir· literaria, discursos ascéticos, poesía jocole tomar ni aun la capa, le metieron en un sa, sátira y escritos varios, filosóficos en el coche y llevaron al puente de Toledo, fondo, amenos é iootructivos en la forma. donde esperaba una litera con acompañaQuevedo no es el bufon, no es el coplero, no miento de alguaciles y conohe~es para es el poeta vano que supone el vulgo·, el conducirle al convento de San ·Márcos, cuaJ le f\tdbuye todos los chistes, sine el extramuros de Lt~on. escritor atrevido, pensador é ingenioso ~ ~

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la vez, agudo en los dichos, profundo en las sentencias; su habilidad y gracia en el decir no tuvier.on, ni despues han tenido, rival en España . Son muchas las obras escritas por Que vedo: ni aun en enumerarlas podemos de· tenernos: de ellas se han hecho numerosas ediciones en el extranjero, donde se le aprecia aun mejor que en su patria.

te. Su genio, más delicado y tierno que fuerte y elevado, se inclinó de preferencia á las imágenes dulces del campo y á los sentimientos propios de la égloga y la elegía. Tenia una fantasía viva y amena, un modo de pensar decoroso y noble, una sensibilidad exquisita: y este feliz natural, ayudado del estudio de los antiguos y de la comunicacion con los italianos, produjo aquellas composiciones que, aunque tan GARCiLASO DE LA VEGA. pocos, se conciliaron al instante una estimacion y un respeto que los tiempos siguientes no han cesado de confirmar. Sus García Laso, célebre poeta espa-ñol, na- : bellos pasajes cort•en de boca en boca por eió en Toledo en 1503 lle padres ilustres, todo<:~ los que gustan de peusamientos tiersiendo el suyo otro Garc'ia Laso, comen- nos y de imágenes apacibles; y sino es el dador mayor de Leon y embajador de los más grande poeta castellano, es el más reyes Católicós en Roma, á quien Fernan· clásico á lo ménos; aquel cuya repu tacion do V dió el sobrenombre de la Vega por · se ha mantenido más intacta, y que prouna proeza caba11eresca. bablemente no perecerá mientras haya Dedicado Garcilaso á la carrera militar, lengua y poesía castellana.» entró de m uy jóven al servicio del empeSus contemporáneos le apellidaron el rador Cárlos V; estuvo en la batalla de Petra1·ca español. Carlos V decía que su .Pavía, en la defensa de Viena y en la toma lengua correcta y armoniosa era la de los de Túnez, donde fué herido en el rostro y Di-oses. en un brazo. Cuando la in vasion de los Las poesías de GaTcila.so están coleccioimperiales en Provenza, combatiendo cer· nadas por Boscan, su amigo desde la in~a de Trejus una torre defendida por arca· fancia, y regenerador de la literatura espa· buceros franceses, una piedra que le hirió ñola, y publicadas por primera ve?. con en la cabeza le derribó al suelo, y llevado las de este en Venecia en 1563. Sus égloá Niza, falleció veintiun dias despues, á gas son una obra maestra de ~xpresion, los 33 años de edad. de delicadeza y de belleza. Imitadas sin Aunque valiente y denodado ca pitan, resultado ·h an sido luego por otros poetas, la historia no conserva su nombre, ni ·su ·y para dar á nuestros lectores que los desinmortal fama ha sido conquistada por , conozcan una muestra, hemos juzgado sus hechos militares, sino por sus obras que en los fragmentos escogidos de litera. poéticas. Hé aqui lo que dice Quintana de tura ocuparía un lngar distinguido la que este escritor: • en este mismo número insertamos. «¡Cosa verdaderamente extraña, por no decir admirable! Un jóven que muere á la ERCILLA. edad de 33 años, entregado á la carrera de las armas, sin estudios conocidos, con solo su particular talento, auxiliado de su apli· D. Alonso de Ercilla y Zúñiga nació en cacion y buen gusto, saca de repente á Madrid á 7 de Agosto de 1533. Fué hijo de nuestra poesia de su infancia, la eneamiD. Fortun Garcia. de Ercilla, caballero na felizmente por las huellas de los anti- santiaguista. y eminente jurisconsulto, na. guos y de los más célebres modernos que tural de Bermeo, y de doña Leonor de Zú· entónces se conocían; y rivalizando á ve· ñiga, señora de Bobadilla y guarda-damas ces con ellos, la engalana con arreos y de la emperatriz doña Isabel. sentimientos propios, y le hace hablar un Desde sus tiernos años se crió en palacio . ~ lenguaje puro, armonioso, dulce y elegan · en calidad de paje del príncipe D. Felipe, ~

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Los Conocimien.tos útiles• •

de· Bohemia y en 1576. :mcedió á. su gadrehijo del emperador Cárlos V, y á la som· en. el imp.t-rio. bra de su madre doña Leonor. Por los años de 1580. vÍ\ÜQ. O.. AloJISO de El año de 154'1 acompañó al príncipe D. Felipe, que llamado por su padre el em. Ercilla retirado en Madrid, su patria, queperador, pasó á Bruselas á tomar posesion.. joso j,ustamente de su fortuna; pues á ped.el ducado de Bravante. sar de loscontínuos y peoososservic!os que hizo en la milicia y en la casa real, sin emEn 15.54 siguió tambien D. Alonso al mismo príncipe cuando pasó á Inglaterra. bargo de su ingenio, de sus estudios y de á casarse con doña María, heredera de su calidad, estaba arrinconado y red:u_cid<>, á una suma miseria. Murió Ercilla en Ma:aquel reino. Súpose entonces la noticia.del levantamiento del Estado de Arauco, y rlrid el 29·de Noviembre de 1594•. &!cilla partió de Lóndres con el capitan. Su obra inm01·tal es La A'l·aucana, poe-ma heróico, que Miguel de Cervantes granombrado por el rey para pacificar aq~ella dúa. el mejor, qJle hay: escdto en lengua tierra. 'L'eni.a entonces 21 años. castellana,, y una. de las.más ricas, prendas. En las r.eijidas y sangrientas guerras del de, poesia que tiene España. Consta. est&. Arauco se distinguió notablemente, obran· do en el discurso de ellas más proezas con.. poema de tre~.partes, que compuso, como. la espada de las que escribió con la pluma,. él dice, escribiendo de noche lo q.ue obraba,. como dice el licenciado Oña en su obt'a. de·dia.. Es su a-rgumento las guer.r$s'.que E.l A7'auco domado. Hallóse en siete bata- con obstinacion temeraria sustentaron los ar:aucanos pat•a defender su rebelion con• llas campales, tvlenando con heróico estra su rey D-. Felive II; y como las batallas fuerzo tod:as.sus calamidades y riesgos de y. sucesos de la guerra son tan parecidos, la vida, y no contento con. estas empresas, la fuerza de su invencion pudo lograr_· solo acompañó á su gener.al D. Garcia Hurtado con grata variedad un!>S: tsu~e_sos. referir de Mendoza á. la conquista de la última uniformes. Describiendo los hechos. y pr.oe· tierra. q~e por el estrecho de Magallaen que tomaba parte1 fué á... la. vez hézas De$ estaba descubierta hasta el valle de y poeta, más dicb_oso en esto, .como dice· roe Chile. un autor, q~teAquiles y Alejandro, á..q.u ien. Restituyóse á. España. á los 29 años de edad, de donde á breve tiempo salió P.ara pocp.hnbieran aprov:ec.h..ado sus heroicida'" des si Homer.o y, los hietoria.d~res griegos, correr la Francia, Italia, Alemania, Silesia, Moravia y Panonia. . · . y latinos no las hubieran. trasladado á. la. memoria de los hombre!\.. El año de 15'Í.O_cpntrajp matrimonio· ~on Los restos mor-tales de Ercilla. M.n des-. la de dama. una de hiia Basan,. María doña en el convento de Carmelitas des. cansado g.e.ntilué F Paz. la de babel doña reina Qcaña hastl) su. trasla.ci.on al de calzas II, Maximiliano de hijo Rodulfo, de hombre nacional. Panteon Hungría,,despues de rey. fué primer.o. q,ue

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CONOCIMIENTOS DE BOTANIC.tt. LAS TRUFAS.. Son pot muchos descQnocidaar ciertas propiedades particulares que tiene este producto de la naturaleza, y aun en varias

~ oca-si_o_n_es_h_e;~m-=os;::.;.:._o¡-·d_o_p_r_e_g_u_n~ta~r-á._a_lg_u_n_a_s_ ~@'>--·

personas, t;qué es. la trufa? Hemos juzg·a-. do, pues, oportuno consignar en un ligero articulo su descripcion. __L_a_trufa es una variedad de las. cria~ Á

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Los Conocimientos útiles.

Has de tierra; puede decirse que es la críadilla de tierra negra, superior por sus cua· lidades á. las demás variedades conocidas, y que se recolecta casi exclusivamente en algunos territorios de Francia. La criadilla de tierra, y por consig-uiente la trufa, es un tubérculo carnoso, sin raiz ni hojas, globuloso, sólido, blanquecino, pardo ó. negruzco, segun las clases. El ex· terior ·ó corteza- está salpicado de unos. puntitos blancos, que son otros tantos insectos, casi semejantes á·los.Uamadosar.a· donea, que viven en la superficie, como el pulgol}. en la cortez.a de las hojas. '.Podas las. plan.tas se esfuer.zan por salir• de la tierra, y no. pueden existir sin la ac· c·ion inmediata del sol y del aire, al· paso que la criadilla. de tierra,. por- una excepci!>n sola y única, vive y muere enterrada._ Este vegetal se cria· expontá.neamente;· no se cultirn, y cuantas tentativas se han. hecho para ello, han sido infrU:Ctuosas. Las criadillas no conl!ienten en derredor suyo planta algtllla; así es que donde exis· ten estos tubérculos la superficie del suelo nopresenta vegetacion algu.na. Refiere un ' autor haber visto en el Angumois (Francia) apoderarse las criadillas de un prado. alto, y dice que en el primer aüo tomó un. color amarillento la yerba del prado, y que al tercero pereció co-mpleta..mente en todala ex.tension del tet:.ceno ocupado por a que· llos tubérculos. Las mejoces son las q.ue se-crian aJ abri~ ' go de- algun árbol, particularmente de las. encinas negr·as y de los enebros. Al pié de~ los árboles que dan frutas de pepitas son. muy raras.las criadillas. No se conoce bien. la influencia que pueden ejercer en el desarrollo de las trufas los. árboles- á cu.ya proximidad nacen. Se ha observado. que: muerto ó derribado un árbol, desaparecen. las trufas que á su sombra· se criaban,. y se reproducen desde el momento en que vuelve el árbol á bnotar y á desarrollarse, Hay quien cree que las dos variedades de criadillas blancas ó parduzcas y sin aroroa, y de criadilla negra y aromática, ó propiamente dicho, trufa, deben únicafnente sus diferencias á. la época en que se ' recolectan; pero no es asi, y está probado

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que al rededor de los árboles en cuyas inmediacio.nes.nacen trufas blancas, no nacen por lo comun negras, ni de estas en los parajes cubiertos de árboles al rededor . de los cuales crecen aquellas. Sin e m bargo, edtá probado tambien que las crindillas negt•as tienen un color ménos oscuro durante el desarrollo· ó vegetacion. De modo que, en resúmen, las criadillas y las trufa& son una. misma cosa~ pasa· con este tubérculo lo que con todos los frutos de la tierra, vat·ian sus cualidades, sw color y hasta su• foDma segun los terrenos donde se crian .. Se hace l'a recoleccion de lae criadillas en varios meses del año; á fines de otoño . y principios de invierno es la época más general de su completo desarrollo. Las cdadillas son muy comunes en algunos puntos de· España; pero las verdaderas trufas negras y aromáticas de sabor _más especial y que se-aprecian mucho son las q.ue se crian en Francia, en el Perigord. Opi-nan muchos, d;cho sea de paso, que no. vale tal manjar-lo que cuesta, ni por ninguB concepto tiene- cualidades- que le·den verciadero mérito. Las criadillas se conservan bastante bieR fuera de tierra durante un mes y más, sin alterarse, siempre que no estén partidas y . que se las ponga al abrigo de la humedad · y del calor excesivo- en tierra & nrenSt, ni . demasiado húmeda; ni demasiado- seea. · Cllancl-o se les quiere conserva!."' más tiempo, convien~. ó hecerlas secar a~ horno, cortadas en· rueda~ muy delgadas, ó bien meterlas, despues de haberlas medio cocid-o.¡ en manteca de-cerdo ó aceite de olivo. Expuest9.s con lo que antecede las noticia&principales y más curiosas acerca de este tubérculo, queda referir Ja relacion, tambien curiosa, del modo de recoleotarlas. Hé aquí en qué términos describe Meu· nier el que se emplea en el Angumois: «Las criadillas se buscan por la seiíal, con la azadilla, y con un CM-M. El primer método se usa en el tiempo de la:s vendímias. Las criadillas se·ballan á· diferentes profundidades: la& q-ue están más próximas á la supe-rficie de la tierra, la levan~ tan y abren cuando engordan, de manera

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que se pone demasiadamente desigual para que los expertos dejen de distinguir este trabajo de la naturaleza, de cualq uie· ra otra de~igualdatl que no tenga por principia la misma causa. Se descubren, y se hallan colocadas en la tierra como si fueran unas piedras redondas. Cuando las criadill!!S están blancas, sin gusto ni olor, es lástima turbarlas en su tranquila vege· tacion; pero una vez sacadas de su sitio en vano se las volvería á colocar, pues se podririau por má::; precaucionefS que se tomaseq en ponerla~ exactamente en la misma posicion. Estas eminencias sobre la tjet·ra., indicadpras de las criadillas, las disipa la lluvia y entonces ya no se encuentran por la señ<tl. »El azadanhace más ex tragos: luego que hao pasado las vendimias, van los paisanos por el campo cavando la tierra en los parajes donde sospechan que hay criadillas; permanecen estas en un mismo sitio por mucho:~ años consecutivos, y casi siem· p1·e se couoc~n. Los paisanos comienzan á cavar en los sitios desnudos de plantas; si encuentran, como dicen ellos, una buMta tie1·ra, esto es, si es pura y sin ninguna raíz vivaz, es una sefíal casi infalible de que hay criadillas; si, por el contrario, encuentran algunos vegetales pequeños, principalmente algunos hongos ó setas :pequeñas, c~van. en otra parte, sigui~ndo · siempre la!) mejores vetas. De este modo se bqscnn las criadillas hasta fin de Noviembre. Entonces ya no sirve la azada, porque el producto no indemniza de la pérdida del tiempo. Este instrumento no p"ede descubrir las criadillas nuevas, pues perect>n y se forman todos los años. »Cuando las criadillas exhalan un olor que puede anunciar su existencia, se buscan por el olfato; y el mejor que se puede em.plear para encontrarlas es el del cerdo. Los que se ocupan en buscar criadillas sa· ben adiestrar para. ello á este animal en tres ó cuatro dias. »Es útil escoger un buen tiempo para descubrir las criadillas, porque la demasiada humedad eoncreta su plor y el fuer· te viento lo disiparía; asi, conviene que sea templado y sereno: s~ hace caminar al

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cerdo contra el viento, el cual atrae á la nariz del animal ltts exhalaciones de las criadillas y lo pone en el camino de ellas. Luego que encuentra el sitio, pónese el cerdo á hozar; en cuyo caso el que lo conduce lo aparta tirándole de la oreja, y concluye el trabajo sacando la criadilla. El cerdo abandona su presa y pide al instante su recor;opensa, que consiste en alg unos granos de maiz ó en algunas bellotas que pat'a darle llev ~ su conductor. >.>.El cerdo que se destina para~uscar las criadillas debe tener de Ct,I.atro á pinco ' meses de edad, ha de set• ágil y estar acostumbrado á andar mucho, .p ara que pueda resistir la}atiga de la mauauay delatarde, y andar algunas veces tres ó cuatro leguas al di a. Por esta razon se debe enseñar todos los aiios un cerdo jóven, pues el de un año para otro estaría ya muy pesado: No todos los cerdos son á proJlósito para este trabajo: unos miran las criadillas con indiferencia, y otros las comen con ansia: estos últimos son los buenos y los que se deben comprar. El doctor Hoeffer dice, hablando de este medio de recoleecion, que los perro~ prestan mejor servici0 que los cerdos, cuando se les ha enseuado; á cuyo fin se les amasf!o una torta cop criadilla.s, y se les da algunos pedazos diadamen te pára que se aficionen á este vegeta,!; se entierra uno de aquellos pedazos, y se les obliga á -que le busquen y descubran pór el olfato; y llegan á ser tan práctieos en este 'eier'Cicio , 1ue en v..enteando odadiHa.s en un. campo, . · al momento sé ponen á escarbar, desig· nando así al amo el sitio donde hay tubér· culo. La criadilla ·es muy apreciada de los glotones por los varios usos á que se des· tina en la cocina: condimentada tiene un sabor excelente, y hay pocas personas que no gusten de ella. Cbcid'a. unaJibra de ~stos tubérculos (limpios ant.es con un paño, pero sin lavarlosnirasparlos) en dos cuar· tillos de vino e'0·mun h.asta.que se consumt8. la mita1., qued& un J.ieor tónico y afro.di· siaco, del que no <debe usllirse mlí}s que un cortadillo por la marñalil.a y oti!Q por la· tarde.

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VIAJES. LA PEROUSE.

Grande y hermosa es la mision ·de esos navegantes que han etplol'ado el mundo exponiendo su vida, y que con sus descubrimientos han ensanchado el círculo de nuest¡·os conocimientos: que han llevado á regiones hasta entonces desconocidas nuestra ci dlizacion y nuestra vida en cambio de los productos de esos lejanos climas. Agrada tanto subir con el pensamiento sobre el navío del marino que va á. dar la vuelta al mundo, visitar con él las regiones salvajes y trabar conocimiento · con sus habitantes. De esta manera se disfruta de todos los placeres d~l vfaje sin tener que sobrellevar la fatiga y los peligros á veces repetidos é inminentes Entre los navegantes que se han ilustrado por sus descubrimientos, más de uno ha sido 1 víctima de su valor y de su celo: por ejemplo, Magellan, .D'I"ake, 0o1Jk y otros muchos. La Francia posee un gran nombre que debe añadir á. esta lista fúnebre; es el de La Perouse, nombre á la vez triste y glorioso., que pronuncia con lágrimas y admiracion. . No detallaremos la vida de este navegante hasta su embarque para el viaje que lo ha ilustrado. Juan Franeisco Gala1tp de La Pe~·o1tse nació en Aley, en el Languedoc, en 1741. Entró en el servicio. en 1756 como guardia-marina y se distin- · guió en la guerra de los Siete años, despues en la de América en 1778, donde tuvo la mision de destruir los establecimientos ingleses de la bahía de Hudson. Cumplió esta órden con el mayor éxito, y supo ade· más conciliar los deberes de la humanidad con sus rigurosas obligaciones. Habiendo sabido que los ingleses se habían retirado en los bosques, donde podian perecer de hambre y de miseria ó sucumbir bajo los golpes de los salvajes, tuvo la generosi-

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dad de dejarles al retirarse armas y proVÍ!$ÍOnes. La Pe1·ouse había sido nombrado sucesh~amente capitan de fragata, luego capitan de navío, cuando fué elegido en 1785 para dirigir la expedicion compuesta de dos fragatas, la Br1íjula y el Ast1·olaoio, que se preparaban en el puerto de B1·est para un viaje de descubrimientos al rededor del mundo. Independientemente de su punto de vista cieutifico, esta expedicion tenia otro destino tan honroso para el soberano que babia ordenarlo este viaje como para el marino encargado de ejecutarlo. Las dos fragatas francesas debían, durante todo el camino, diatribuiL· á los salvajes semillas de las plantas y de los frutos de Europa, é inculcarles los conocimientos que pudiesen series útiles y contribuir á su bienestar. El rey Luis X VI redactó por si mismo una memoria detallada pat·a La Perouse, que prueba la instruccion vasta y sólida de este principe, y al mismo tiempo su ardiente amor hácia la humaniuacl. «Su Magestad-dice el final ue esta memoria-miraria como uno de los mayores triunfos de esta expedicion el q-ue pudiese terminarse sin haber costado la vida á un solo hombre.» En estas instrucciones, verdanero monumento de gloria para Luis XVI, se reconoce al principe que, en 1778, durante la guerra contra. los ingleses, había mandado á.. sus navíos respetar en todos los mares los buques del ca.pitan Cook, que ejecutaba entonces un viaje de descubrimientos, igual al de La Perouse, y aun suministrar á este ilustre marino todos los auxilios que pudiese necesitar. Ell. 0 de Agosto de 1785 la expedicion se dió á la vela desfie el puerto d~ Brest. Abordó primero en la isla de Tenerife, que,

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to, La Perouse siguió explorando las COS· desde tan léjos, muestra á los na-regantes tas ue la América del Norte; rlespues·atrn. su pico aéreo;despue~, didgi · ndose al Sud· vesando el mar del Sud, donde descubrió Oeste, atravesó el Océano atlántico, y el algunas isl.a s, llegó el 3 de Enero de 1787 6 de Noviembre ll~gó á. la isla de Santa á Macao, en Chiua, ciudad en que los por· Catalina, en la costa del Brasil; des pues, tugueses poseen un establecimiento cotomando hácia el Sud,pasó por dela.nte de mercial. De alli pasó .á Manil~, capital de la embocadura del gran río de la Plata,, las islas Filipinas. Los navegantes fueron costeó la Patagonia, ese 'Pa'Ís pebl~d{)., .se­ gun les pr~meros eKploracl.EJres, de gigan- ;perfectamente recibidos en.estas dos colo· uias e:¡ttran~er.as, cuyos g.oberJaadores los tes, cuya estatura rayaba en lo inverosícolmaron de atenciones. Marc~ár-onse de mil, ¡¡que más tat'C!e se halla on ser homallí para visitar las costas de lm¡ Tártaros bres de una e tatura poco mayor que y los mares poco conocidos que a:vecinan la nuestra. Las dos fragatas doblaron lue· Al Jnpon. Los rusos hicieron una cordial .. go el cabo de.Hor.nos, la punta más merien el Knmchatka á La Per-ouse, acogida dional de América, y cambiando enteraalli un ascenso al grado de .e~contró que mente de direccion, llegaron el 24 de Rejusta recompensa de sus escuadra, de jefe brero de 1786 á la Concepcion de Chile sin servieios. haber tenido un solo enfermo en la tripuDesde el fatal naufragio del Puerto de lacion, durante una travesía de siet-e Illefranceses, los buques de "{.a Perouse los ses, cosa que quizá no le babia sucedirio á experimentado ningun accihabían no ningun buque. con los pueblos que -relaciones sus dente; El viaje continuó de una manera no sido amistosas, y habían visitado habían ménos favorable al través del mar del Sud. hallad-o en la habían se no marinos los en que La Pero use reconoció las islas Sandde sus armas: uso hacer de necesidad triste wich y Mowée, hasta una bahía que llam,) prever la sede léjos muy pues, e:Staban, Puerto de los franceses, al Norte de la Cadoloroentristeció que .catástrofe gunda lifornia, en la América setentrional. Ahí . tripulacion la á samente era donde, despues de un viaje tan largo La Pet·ouse, al abandonar el Kamchatka, y tan constantemente favorable, una gran av-esó de nuevo parte del mar de las ntr· desgracia aguardaba á fos navegantes. Al para ir á la Nueva-Holanda. En Indjas reconocer esta bahía, ell3de Julio de 1786, hizo una parada cerca de trayecto .e:,te dos botes, uno perteneciente,á la .Brújula las islas de los Navegande una Maouna, y otro al Astrolabio, fueron arrastrados de verd;ura y d~ cubierta isla, Esta tes. por una corriente en medio de unos .escoy regados por frutos de cargados árboles llos y sumergidos con los que los montaaspecto más el presenta arroyos, limpido.s ban, sin que fuese posible prestarles nintravesía larga una de Despues agradable. gun socorro. Los marinos~ penetrados de aun parece bello tan país un mar, por dolor, eigiE>ron en una isla de la bahía, llegaron apenas como y encantador: más que tomó el nombre de Isla del Cenotafio, lasdos fragatas, los naturales salieron con un monumento á la meo;~oria de sus despiraguas al encuentro de los franceses, sus inssiguiente La gracia;:los compañer~s. aprovechó una ocasion tan fa· Perouse La horrible esta de cripoion con una relacion renovar sus provisiones. Los para vorable al botella una en desgracia, se enterró en sus canoas una gran trajeron insulares pié del monumento: cantidad dE> frutos y de reses, que cambiaban por cristales y otras bagatelas de Eu· En la entrada del puerto han per.ecido de que hacían más caso que de los ropa, veintiun bravos marinos, objetos realmente útiles. Es verdad que quien quiera que seais los que obtuvieron el permiso de subir á mezclad vuestras lágrimas á las nuestras. bordo cometieron algunos robos, y Ja superioridad de su estatura y de sus fuerzas Cuando hubo salido de ese funesto puer~

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flsícas comparadas con las de los europeos los llenaba de audacia, puesto que oo oonocian el gran poder y los terribles efectos de las armas de fuego. Sin embargo, no se temía ninguna séría hostilidad por parte de esos indios, y como era probable que el agua faltaría pronto, se resolvió ir á buscarla á tierra. El día 11 de Diciembre de 1'787, cuatro embarcaciones de las dos fragatas, montadas por sesenta hombres mandados por Mr. de Langle, fisico de la Úpedicion, abordaron en la isla. Alli encontraron unos mil salvajes que los recibieron bastuüte bien, pero nna vez llenos los barríle:; y puestos en los botes, empezaron á ti· rar sobre los marinos una lluvia de piedras. Mr. de Langle no se atrevía por compasion á mandar t·omper el fuego con· tra los indios; pero él mismo cayó herido y matado al instante a mazazos. Entonc~s los fusiies de los ·rranceses dejaron caer un gran número de ellos; desgraciadamente no dieron tiempo de volver á cargar las armas. Diez marinos fueron degollados de la manera más cruel, mientras que otros, heridos la mayor parte, llegaron nadando hasta las embarcaciones que los condujerqn á bordo de lns fragatas. Un gt·an, númefo de piraguas indias se hallaban entonces a•l rededor de los. buques. La Perouse hubiera podido vengar la muerte de sus compañeros, echándolos á pique con un solo disparo; pero entre los que montaban las pit·aguas había muchos inocentes, y los salvó de las manos de la tripuracion. No pudiendo alcanzar á los verdaderos culp~bles, situados detrás de unos escollos inaccesibles á los grandes buques, se alejó de esa funesta playa, y llegó el 26 de Enero de 1'788 á la colonia inglesa de Botany-bay, en la Nueva-Holanda. De este puet·to datan las últimas noticias que se han recibido de La Perouse. Debia salir de Botany-bay á fines de Febrero siguiente, despues de haber explorado la isla de Francia, la Luisiana, la Nueva Guinea y otras tierras poco conocidas, situadas ~1 Norte de la Nueva-Holanda. Su plan era vol ver á Brest desde la isla de Francia para

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poner término á un viaje tan largo. Pero desde entonces no se oyó hablar más ue la expedicion. Cuando se pasó la época fijada para sn vuelta sin que se le viese aparecer, un triste presentimiento se apoderó de todos los ánimos. La mujer de La Perouse y las familias de tantos bravos marinos embarcados con él estaban en la más dolorosa ansiedad, pero sin atreverse á renunciar todavía á la esperan~a. Lisonjeá.bnnse con la idea de que si los navíos se habían perdido, la tri· pulacion al ménos se habría sal vado, y que seria fácil encontrar los siguiendo el camino que La Perouse debia reoorrer al salir de Botany-bay. En 1'791 se envió una expcdicioo para buscarlos; volvió sin haber dcscubiet·to nada. Entonces fué pt·eciso renunciar a. toda esperanza . Muchos aiios se pasaron hasta que, gracias á las i'lldicnciones de un inglés llamado ])itlo1¿ 1 el capitan ])u,mont ])wrville, en el viaje al rededor del mundo q ne hizo en 1826, 1827 y 1828, recibió la órden de informarse, si era posible, del sitio del naufragio de La Pero use. Por las pruebas recogidas en ese viaje se tiene hoy por cierto que el Astrolabio y la Br,újula han debido perderse en los escollos de la isla de Vanikoro al Este de la N ueva·Holanda. · Las indicaciones de algunos indios han dado á conocer que hace muchos años dos navíos europeos se perdieron cet·ca de su isla á causa de una tempestad, y q·ue fué imposible salvar á la tripulacion. Sumergiendo cerca de la costa, se han encontrado cañones, armas y otros objetos, evidentemente de fábrica francesa, tristes restos de este naufra~io. Estos objetos se han trasportado á Francia, y están en Paria en el museo naval. Tal fué el resultado del viaje de La Perouse. El diario de su expedicion se ha publicado: es un libro muy curioso y que 1 tiene señalado un sitio al lado de los via- 1 jes del espitan Cook. Si en interés de' las ciencias se deben echar de ménos los do- 1 comentos que hubiede proporcionado la continuacion de esta relacion, es ·preciso 1 deplorar aun mucho más la funesta muer- I 11 TOMO 8. 36 ~

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te de este ilustre navegante y de ·su valerosa tripulacion. Un espacio de más de cuarenta años no ha podido borrar el _pesar causado por el

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triste fin de La Pero use y el doloroso interés que se une á su recuerdo.

LiTERATURA. FRAGMENTOS ESCOGIDOS.

ÉGLOGA. Poesía de Garcilaso de la Vega dirigida al virey de Nápoles. S A liCIO. -NEMOROSO.

El duloo lamentar de dos pastores, Salicio juntamente y Nemoroso, . He de cantar, sus quejas imitando; Cuyas ovejas al cnntar sabroso Estaban muy atentas, los amores, Do pacer olvidadas, <escuchando. Tú, que ganaste obrando Un nombre en todo el mundo, Y un grado sin segundo; Agora estés atento, solo y da(lo Al inclito gobierno del Estado, Albano; agora vuelto á la otra parte, Resplandeciente, armado, . Representando en tierra el fler.o Marte: Agora de cuidados enojosos Y de negooioa libre, por ventura, Andes á oazn el monte fatigando En ardiente gineta, que apresura m curso tras los ciervos temero:;os, Que en vano su morir van dilatando: Espera que en tornando A ser restituido Al ocio ya perdido, Luego verás ejercitar mi pluma Por la tnfl:nita innumerable suma De tus virtudes~ famosa'S obras; Antea que me consuma, r1alt.ando á tí, q.ue á todo el mundo sobras :S:o tanto .que este tiempo. que adivino Viene á aacarme de la deuda un dia Qlle se debe á tu (ama.J ..á t~ gloria; Que es deuda general, no solo mi:t.

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Más de cualquier ingenio peregrino Que celebra lo digno de memoria; El árbol de victoria, Que ciñe estrechamente Tu gloriosa frente, Dé lugar á la yedr.a que se planta Debajo de tu sombra, y se levanta Poco á poco arrimada á tus loores: Y en cuanto esto se canta, Escucha tú el c&ntar de mis pastores. Saliendo de las ondas encendido Rayaba tle los montes el altura, El sol, cuando Salicio recostado A.l pié de una alta haya en la verdura Por donde una agua clara con sonido Atravesaba el fresco y Yerde prado: Él, con canto acordado Al rumor que sonaba Del agua. que pasaba, Se quejaba tan dulce y blandamente Como si no estuviera de allí ausente La que de su dolor culpa tenia: Y así como presente, Razonando con ella le declo.. SALICIO.

O más dura que el mármol· á mi-s quejas-, Y al encendido fuego en que me quemo, Más helada que nieve, Galatea: Estoy muriendo, y aun la vida temo; Témola con razon pues tú me dejas: Que no hay, sin tí, el vivir para que sea. Vergüenza he que me vea Ninguno en ~al estado, De ti desamparado: Y de mi m1smo yo me corro ago-ra. ¿De uu alma te desdeñas ser señora, Donde siempre moraste, no pudiendo Della salir un hora? Salid sin duelo lágrimas corriendo.

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El sol tiende los rayos de su lumbre Por montes y por valles, despertando Lns aves y aniniales y la gente: Cuál por el aire claro va.volando; Cuál por el.verde valle ó alta cumbre Paciendo va segura y libremente: Cuál con el sol presente Va de nuevo al oficio, Y al usado ejercicio Do su natura 6 menester le inclina. Siempre está en llanto esta ánima mezquina, Cuando la sombra el mundo va cubriendo, O la luz se avecina. Salid sin duelo lágrimas corriendo. ¿Y tú, desta mi vida ya olvidada, Sin mostrar un pequeño sentimiento De que por tí Salicio triste muera, Dejas llevar, desconocida, al vjento El amor y la fé, que ser guardada Eternamente sqlo á. mi debiera? Oh Dios! por qué siqulera (Pues ves desde ~u altura Esta falsa perjura Causar la muerte de un estrecho amlgo) No recibe del cielo algun Cll&tj0o? 1 Si en pago del a~or yo estoy IJLuriendo, Qué hará el enemigo? Salid sin duelo lilgrimas eorriendo. Por tí el silencio di! la se~va umbrosa., Por tí la esquividad y apartamiento Del solitario monte me agradaba: Por ti la verde yerba_, el fresco viento, El blanco lirio .,y colorada rosa, ,Y dulce primavera deseaba. Ay! cuánto me engañaba, Ay! cuil.n di~rente era,, Y cuán de otra manera Lo que en tu falso pecho se escondiaJ Bien claro con su voz me lo decía La siniestra corneja repitiendo La desventura mía. Salid sin duelo lágrimas corriendo. Cuántas veces durmiendo en la florest!l (Reputándolo yo por desvarío) Vi mi mal entre sueños, desdjchadol Soñaba que en el tiempo del eatio Llevab¡¡,, por pasar a¡lí la siesta, A beber en c.J Tajo mi ganadQ: Y despues de llegado, Sin saber de cuál arte, Por desusada parte _ Y por nuevo camino el agua se iba: Ardiendo yo con la calor estiva, El curso enajenado iba siguiendo Del agüa fugitiva. A Salid sin duelo lágrimas corriendo,

Tu dulce habla en cuya oreja suena7 Tus claros ojos á quián·los"vol-vlste? Por quién ton sin respeto me trocaste? Tu quebrantada fá dó la, pusiste? Cuál es el cuello que como en cadena De tus hermosos brazo¡¡ anudaste? No hay corazon que baste Aunque fuese de piedra, Viene o mi amada yedra De mi arrancada, en otro muro asida, Y mi parra en otro olmo entretejida, Que no se eat,ó con llanto deshaciendo Hasta acabar la vida. Salid sin duelo lágrimas corriendo. Qué no se esperará de aquí adelante Por difícil que sea y por incierto? O qué discordia no será juntada? Y juntamentd qué tendrá. por cierto, O qué de hoy más no temerá el amante, Siendo á todo materia por tí dada? Cuando tú enajenada De mi, cuitado, fuiste, Notable causa diste Y ejemplo á todos cuantos cubre el cielo, Que el más seg~ro .tema con recelo Perder lo quE~ estuvi!lre poseyendo. Salid fuera sin duelo, Salid sin duelo lágrimas cor¡;iendo. Materia diste al mundo de esperanza De alcanzar lo imposible y no pensado, Y de hacer juntar Jo diferente, Dando á quien diste t1l corazoa malvado, Quitándolo de mí con tal mudanza, Que siempre sonará de gente en gente. ~a cordera paciente Con el lobo hambriento Hará su ayuntamiento, Y con las simples aves sin ruido Harán las bravas sierpes ya su nido: Que mayor diferencia comprehendo De tí al que has escojido. Salid 'sin duelo lágrimas corriendo. Siempre de nueva. leche en el verAno, Y en el invierno abundo: en mi majada La manteca y el queso e-stá sobrado: De mi cantar pues yo te vi agradada Tanto, que no pudiera el Ma'!l>tuano Tí tiro ser de ti máe alab~do. No soy pues bien mirado Tan disforme ni feo; Que aun ag ora me veo En esta agua que corre clara y pura: Y cierto no trocára mi figura Con ese que de mí se está riendo: Trocára mi ventura. Salid sin duelo lágrimas corri~ndo.

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Cómo te vine en tanto menosprecio? Cómo te fui tun presto. aborrecible? Cómo te f8ltó·en mí el conocimiento? Si no tuvieras condicion terrible, Siempre fuera tenido. de tí en precio, Y no viera est& bis te apartamiento._ ¿No sabes que sin cuento Buscan en el estío Mis ovejas el f.rio De la sierra de Ouenca, y er gobierno · Del abrigado t•:stremo en el invierno~· Más qué v.ale el tener,si derritiendo Me estoy en;llanto eterno! Salid sin due1b·lágritnas corriendo•. Con mi llorar las piedras enterJlecenv Su natural dureza y la quebrantan:Los árboles parece que se inclinan: Las aves que me escuchan, cuando cantan: Con diferente voz se cond'Olecen, Y mi mol'ir cantando me adivinan.. Las fieras que reclinan Su cuerpo fatigado, Dejan el sosegado Sueño por escuchar mHiañto triste_ Tú sola contra mi> te endureciste; Los ojos aun siquiera no volviendo A lo que tú hiciste. Salid sin duelo lágrimas corriendo. Mas ya•que á socorrerme aquí·no·vienes;.. Nt>dejes el lugar que tanto amaste;. Que bien podrás venir de mí segura; Yo dejaré el lugar do me dejaste: Ven, si por solo esto te detienes. Ves aquí uti-prado lleno de verdun,. Ves aquí una espesura, Ves aqui un agua clara; En otro tiempo cara, A q!-li.Bn de tí con,lágrlmas me quejo: Quizá aquí hallarás, pues yo ·me alejo; . Al que todo mi bien qu~tarme· puede; · Que pues el bien le dejo, No es mucho que lugar tambien ~quede·. Aquí dió .tln á su cantar Salicio, Y suspirando' en el postrero acento, Soltó de llanto una profundu vena. Queriendo el monte al grave sentimiento De aquel dolGr en algo ser propicio, Con la pasada voz retumba y suena. La blanda Filomena, Casi como dolida, Y á compasion movida, Dulcemente- PeSponde al son lloroso. Lo que cantó tras esto NemorosoDecidlo vos Pierides; que tantoNo puedo yo, ni oso, Que siento entlaqW!cer mi débil canto-.

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Corrientes ag-uas, puras, cr.lstalinas:Arboles que os estais mirando en ellas: Verde prado de tresca sombra lleno: Aves que aquí sembrais vuestras querellas:; Yedra que por los árboles caminas Torciendo el paso por su verde sellO'..: Yo me vi tan ajeno Del grnvo marque siento¡ Que de puro contento1 Con vuestra soledad me recreaba, 1 Donde con dulce sueño reposaba;. O con el pensamiento discurría· ¡ Por donde no hallaba · Sino memoria& llenas de alegría; · Y en este mismo valle, donde agora: Me entristezco y •me cans(}, en él repos04 , Estuve yo contento y descansado. Oh bien caduco, vano y presuroso! Acuérdome durmiendo aqui.algun hora;. Que despertando, á Elisa vi-á•mi lado_ Oh miserable hado! Oh tela delieada\ Antes de tiempo dada· l A los agudos filos de la muerter Más convenible fuera aquesta suerte A los cansados años de mi vida, 1 Que es mas que el hierro fuerte; Pues no la ba quebrantado tu partid!k Dó están uho1·a nquellos claros ojos, 1 Que llevablln tras sí como colgada ! Mi ánima doquier que se volvían? : Dó está la blunca muno•delicada ~ Llena de vencimientos y despojos. ¡ Que de mí.Inis sentiJos le ofrecían?· Los cabellos que vi11n. Con gran desp.rec!o al'oro• ; Como á menor tesoro, A dónde están'{ A dónde el blanco pecho> Dó la columna que el dorado techo Con pre,suncion g racios11 sostenía? Aquesto tooo agora·ya se-en{:ieP.r.a, Por desventura mia, 1 En la fria, desierto y dura tierra. ¿Quién me dijera, Elisa, vida mia, Cuando en aqueste valle al fresco viento Andábamos cogiendo tiernas .llores, • Que había de ver con largo apartamien~. Venir el triste y solitario día , Que diese amargo fln á mis amores?• · El cielo en mis dolores. ! Cargó la mnno tantu, Que á sempiterno l.tant'O Y á triste soledad me ha condenado: · Y lo que siento más es verme atado ¡

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Los Conocimientos úliles.

A la pesada vida y enojosa, Solo, desamparado, Ciego sin lumbre en cárcel tenebrosa. Despues que nos dejaste nunca pace J!Jn hartura el ganado ya, ni acude El campo al labrador con mano llena. No hay bieu que en mal no se convierta y mude, La mala yerba al trigo ahoga, y nace En lugar suyo la infelice avena, La tierra que de buena Gana nos producía Flores con que solía Quitar en solo verlas mil enoj.os, Produce agora en cambio estos abrojos, Ya de rlgor de espinas intratable:. Y yo hago con mis ojos Crecer llorando el fruto miserable. Como al parlli del solla sombra.crece, Y en cayendo su rayo se levanta La negra oscuridad que el mundo cubre; De do viene el temor que nos espanta, Y la medrosa forma en que se ofrece Aquello que la noche nos.encubre,. Hasta que el sol descubre Su illz .P,ura y hermosa:. Tal es la tenebrosa Noche de tu partir, en que he quedado· De sombra y de temor atormentado, Hasta q,u.e muerte el tiempo determine, Que IÍ. ver el deseado Sol de tu clara vista me encamine. Cual suele el ruiseñor cou triste canto· Quejarse, entre las hojus escondido, Del duro labrador-, que cautamente-· Le despojó su.caro y dulce nido De los tiernos hijuelos. entre tanto. Que del amado.ramo estaba ausente;, Y' aquel dolor que siente¡ Con-diferencia tanta Por la dulce garganta Despide, y. á su.canto el aire suena~ Y la callada noche. no. refrena Su lamentable oficio y sus qJlerell¡ls. Trayendo de su pena Al cielo por testigo Y' las estrellas;. Desta manera suelto yo la rienda A mi dolor, J así. me quejo en vano. De la, dureza de la muerte airada. Ella en mi corazon metió la mano,., Y de allí me llevó mi dulce prenda, Que aquel era su nido y su morada. Ay muerte arrebatada! Pór ti me estoy quejando Al cielo y enojando Con importun~ llanto al mundo todo,

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deolgual dolo' no '"'"modo.

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No me podrán quitar el dolorido Sentir, si ya c.lel todo Primero no me quitan et sent!Oo-. Una parte gmtrdé de tus· eabelloS", Elisa, envueltos en un blanco paño, Que nunca: de mi seno se me apartan:Descójolos, y de un dolor tamaño EnterneC"Crme siento, que sobre ellos. Nunca mis ojos de llorar se hartan~ Sin' que de alli se partan, Con suspiros calientes,. Más qlle la llama ardientes, ' Los enj.ugo del. llanto, y de consunoCasi los paso y cuento uno á uno: Juntándl>los coa un cordon los ato: Tras esto el importuno. Dolor me deja descansar un rato. Más luego á la memoria se me ofrece Aquella noalie tenebrosa oscura Que siempre aflige esta- ánima mezquina Con la· memoria de mi desventura. Verte presente- abara me parece En. aquel duro.trance de Lucina,. ' Y aquella vo~ divina., · Con cuyo.son y acentos· A los airados vientos Pudieras-amansar, que agora es mud'a~ . Me parece que oigo que á la cruda, Inexorable Diosa demandabas En aquel paso ayuda· Y tú, rústica Diosa, dónde estabas? !bate tanto en perseguir las fieras?· Ibate tanto en un past'or dormido? ¿8osa pudo bastar á tal crudeza, Que conmov-ida á compasion, oido.· A. los votos y, híg:.rimas no dieras, Por no ver hecha tierra tal bellezar ¿O no ver la: tristeza E:O que tu Nemoroso Queda-, que su reposo Era seguir su oficio, pe11sigui-endo Las fieras por los montes, y ofreciendo A tus sagradas aras los despojos? Y tú, ingrata, riendo Dejas morir mi bien ante mis ojos? Divina Ellsa, pues agora el Cielo • Con inmortales plés pisas y mides; · Y su mudanza vés, estando queda, : ¿Por qué de mi te olvidas, y no pidea Que se apresure el tiempo en que este vela Rompa del cuerpo, y verme libre {>Ueda?· ¿Y en la tercera rueda Contigo mano á mano Busquemos otro llano~. Busquemos otros.montes y. otros ríos. Otros valles floridos y sombríos,

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fill\DACIÓ~ JüA:-lELO •

TURRIAl\0


Los Conocimienlos útiles. Do descansar, y siempre pueda verte Ante los ojos mios, . Sin miedo y sobresalto de perderte? Nunca pusieran fin al triste lloro Los pastores, ni fueran acabadas Las canciones que solo el monte oía, Si mirando las nubes coloradas, Al trasmontar del $Ol bord.tdas de oro, No vieran que era ya pasado él día.

La sombra se veía Venir corriendo apriesa Ya por la falda espesa Del altísimo monte, y recsrdando Ambos como de sueño, y acabando El fugitivo sol de luz escaso, Su ganado llevando, Se fueron recogiendo paso á paso.

CONGCl~l'II:JNfOS VARIOS. ·u

Historia del algodon.

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La aplicacion del algodon t la manufactura de telas, y á otros usos-, se-pierde en la noche de los tiempos. Las primeras nacionBB"de·<juie· nes nos habla la historia como fabricantes de estas telas, son Jas que ocul?an el vasto territorio del IndQstan. En la época. de Herodoto, que escribia por los años de 445 antestde J-esucristo, los indios vestian trajes d-e algodon. nTienen, djce el historiador griego, una especie de planta que produce lana muy superior en calidad y en hermosul'a á la, de los carneros. Los indios fabrican sus vestidos cbwell&..» Esto demuestra que él uso del"a1godon én'tre los\'!\.. dios era ya antiquísimo en ti~mpa dé He~odotA•. Este escritor habla del algod,?n como planta: escluslva de la India, y al hablar del traje de otros varios pueblos expUca terminantemente si eran de lino ó de lan1i, y na cita el algodon. Resu¡ta, pues, que en aquella época el algodon no era conocido en ningun país al Oeste del río Indo. Arriano confirma el testimQnio de Herodoto en su Historia de Alejandro; y Estrabon, tratado de los indios, habla de sus tejidos de algodon estampados con flores, ó indianas, cuyo' nombre ha llegado hasta nuestros dias. En tiempo de Plinio, ya se conocía y se cu.ltivaba el algodonero en el alto Egipto, y en la isla de Tilos, en el golfo pérsico. F:xamlnaremos 'rápidámeñte Jás vjcisi~d~s

que ha experimentado el comercio y la manufactura del algodon, en laa diferentes partes del globo. Asia.-El primer escritor que habla del algodon, como de un objeto de comercio, es Arriano,. en el precioso documento que lleva por título, Periplus maris Erythr.O!Íl. Este escritor, que \'Ívia· á fines del primer siglo de nuestra era, y que era comerciante y navegante, recorrió los mares situados entre el mar Rojo y las extremidades más remotas de la India) Segun él, los árabes traían los tej<idos de.algod€ln de ·la llldia 'á .A,dull , puerl:Q del mar l~jb, y llú'bia muchas . fábr.icas en aquella vasta penínsu1a, de lila cuales muchas conservan hasta el dia· su. antíg.ua1 reputacion. De lo~ puertos.de Arabia ,y de Eg.ipto toi¡laban l,os gruegos el algodon para trasportarlo al imperio románo; pero es un hecho muy notable, que unos productos tan útiles liayan tardado siglos enteros en. penetrar ~n, Europa y en conquistar el puesto que les corre-spondía en el vasto comer.cio del imperio remano. No deja de ser notable tambien que la China, país tan adelantado en todo, y tl.l cual debemo¡;¡ tantos importantes descub'rimientos, no haya tenidq fábricas de algodon has\a fiQ.es del siglo Xlll, siendo así que estas fáliric'a-s,era>rl tnn numero• sas en la India. Mientras q~ ef\· el sigla NI fabricaba ya en grande tejidos' de setlá,·ol algo-

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fUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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V

Los Conocimientos útiles.

donero solo se cultivaba como un objeto curioso. El cultivo del algodonero como objeto de utilidad, .no se comprendió hasta despues de la conquista de aquel imperio por los tárb.ros, época en que se extendió rápidamente, á pesar de la gran oposicion de los fabricantes de sedas. Hoy la China necesita importar grandes cantidades de algodon para alimentar sus fabricas, y estas surten á una·gran parte del mundo con el excelente tejido, á que se da el nombre de narilcíti. En el imperio del J~pon, en Java, en .Borneo, y en los archipiélagos de la India y de la China, el algodon constituye hoy el traje d.!:l .todas las clases. En t;¿52 los tejidos de algodon formaban ya un importante ramo de comercio en la Crimea y en la Rusia del Norte, que los sacaban del Asia. En esta época, la Armenia y la Persia -tenían ya numerosas fábricas de tejidos de algodon. Africa.-Desde la época de los musulmanes se cultiva y se fabrica el algodon en muchos puntos del territorio africano, al norte del Ecuador. En casi toda el África, las tribus salvajes y semi-salvajes se visten con tejidos de nlgodon fabricados por ellas mismas, alguno·s con mezcla$ de .seda J!Jldmirablemente trabajados. Sin embargo, de ahora en adelante es probable que los africanos se limiten á la operacion más lucrativa de cultivar el algodonero para cxpórtar sus productos á Inglaterra, recibiendo de allí los géneros que necesiten. Recientemente se han"hecho ensayos que lo anuncian, puesto que el algo.don en rama llevado de África ha sido considerado en las fábricas inglesas como de excelente calidad. América. - Cuando se descubrió el nuevo mundo, los mejicanos habían perfeccionado ya con~iderablemente los tejidos de algodon, que constituían exclusivamente su traje. Las t~las de algodon abundan entre los regalos que Hernan Cortés envió á Cárlos V, y Clavigero dice que estos tejidos eran tan tinos como los que se hacían en Holanda. Colon vió el algodonero silvestre en la isla Española y en otras varias de las que descubrió. Andando el tiempo, la Á América ha llegado á ser el país que produce

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en más abundancia el algodon qúe alimenta lns fábricas europeas; pero no sin que pasasen siglos, antes que el pais más productor hoy, es decir, los Estados-Unidos, conociese los tesoros que en esta parte le babia prodigado la naturaleza, puesto que no hace muchos años aun que algunas pacas do algodonen rama remitid as de aquel país á Inglaterra, fueron decomisadas por creerse que habían sido llevadas de otro pais á los Estados-Unidos. Europa.- La industria algodonera penetró en esta region del mundo más tarde que en las demás, pero en cambio ha hecho progresos málJ rápidos y más asombrosos que en todas las que la prececlieroo, basta el punto de que, en solo medio &iglo de esruerzos, esta clase de industria aventaja á la de los p.úses en que más antigua es, y la va d~struyendo en todas partes con la mayor economía y perfuccion de sus productos. El algodonero se aclimató en España en la fertilísima huerta de Valencia antes del siglo X. En tiempo de los árabes había ya fábricas de tejidos de algodon en Córdoba, Granada y Sevilla, J' sobre todo los que producía Granada se consideraba,n como muy superiores á los de Asiria, p\>r su flexibilidad y belleza. Por la misma época es.tab.a muy floreciente la industria al.;onera en .Barcelona. Los fabricantes de estus géneros en aquella ciudad constituían ya un gremio en el siglo XIII. Los árabes fabricaron tarobien. en España papeL de algodon, cuyo arte aprendieron sin duda cuando se apoderaron de Samarcanda en el siglo VII. Es preciso no olvidar que cuando en Espaüa florecía la industria algodonera, habja una poblacion inmensa ea el país, la agriculturll h.abia lle.,rado á un alto grado de perfeccion, y comparativamente, la ci~ilizacion de la península era muy superior á la de los demás países de Europa. La industria algodonera no se estable:!ló en Italia hasta principios del siglo XlV, época en que Venecia y Milán empezaron á hacer tejidos con los.hilados que importabBo de la Siria y del Asia menor. En i 560 hay noticias de que ya se fabricaban muchos tejidos de algodon en Brujas y en Gante. La

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fUNDAClÓ'l\ JUA;-IELO TURRJAJ\0


Los Conocimientos útiles. cantidad que se importa se reexporta en rama á otros países, de modo que las fábricas ·inglesas consumen seiscientos millones de libras que dan ocupacion a millon y medio de SllS habitantes. El valor anual de los produc.t os de lns fábricas de algodon en Inglaterra ' se calcula hoy en cuatro mil quinientos millones de reales, y esta manufactura ha llegado á un grado tan maravilloso de iJerfeccion, que se ha hecho hilo .invisible á. la vista ordinaria hasta ..que se coloca sobr.e un objeto negro. Cada madeja de este hilo tiene StO · varas, y se necesitan más de dos mil de estas madejas para formar el peso de una libra. Veinte y cinco libras de este hilo bastarían para rodear el globo que habitamos, por el Ecuador, y valen mucho más que su peso en oro. Para dar una idea de la importancia de e_s ta industria y del movimiento mercaatil qne crea, baste citar <!os -hechos curiosos: solamente para la sencill:l operaeion de almidonar la <libra en el momento de hilarle., se consumen algodon comprado en Lóndres, é importado de ·anualmente 250.000 barriles de harina, que reChipre y de Esmirna. ' -preseatan llfi valor de cincuenta millones de Esta industria tardó bastante en hacer proreales: -y -la irnportaeion del algodon en rama y gresos notables, hasta tal punto, que desde ola exportaaion de los géneros fabricados con él, i70t á 1705, es decir, duruote cinco ailos, no se .ocp.pa anu~tlmente un nútnero de buques que importaron en Inglaterra más que 1.170,881 reunen ochocientas mil toneladas. Estos núlibras de algodonen rama. Pero en 1767 empemeros, sin descender á otros pormenores que zaron á inventarse las máquina.s que tanto fano son de este lugar, dicen lo que es esa imporcilitan el hilado y el tejido de algodon. Estas tantísima industria en lng.laterra. mó.q u! nas fueron perfeccionándose sucesi¡VaOtras naciones han establecido tambien fábrimente, y tal y tan rápido fué de .resultas de cas de algodones en sus respectivos territorios, esto el incremento de la industria algodonera, como son los Estados-Unidos, España, Rusia, que en 1800 la Inglaterra importó cincuenta ~ Sicilia y otras ménos importantes; pero ante seis millones de libras de algodon en rama; en ~os productos de la colosal Industria de Ingla'1815, cien millones; en t825, cuatrocientos mi.. terra, estas tentativas, amparadas por leyes ríllones, y en el día más de setecientos millones gidamente prohibitivas ó protectoras, 6 no han de libras al año, lo cual equivale á la enorme dado resultados, ó se arrastran penosamente en suma de mil toneladas diarias. Ltls diez y siete su desesperada lucha- con el contrabando, sin vigésimas partes de esta cantidad procede de hacer progreso alguno..que equilibre algun tan• los Estados-Unidos; lo resta]lte, del Brasil, la to los g randes sacridcios que cuestan. India y Egipto. Como una sétima parte de la

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MADRID: t869.=lmprenll de Loa

Co;,oclai&IITOI ÚTILU

carro de Francl.loo Roi¡, Afeo de Saoll liarla,

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FID/DACIÓN JUANELO TURRlANO


©~-----------------------------------------Los Conocimientos útiles. ~ Núm1 1 9. 1

ECONOMÍA POLÍTICA . • "1

La cartilla del trabajo (1.) .

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los hómbres deben asociarse por medio de .la di.vjsjon del trabajo para hacer lo más posible con el gasto menor de esfuerzos y DN LA A.S00lA010~. de tiempo. Cuando se tr8!te de un esfuerzo grande para hacer en un plazo corto lo Asi como la division del trabajo perfec~ que de· otro modo demandaria un lapso cio.nw, •multiplica y abarata la produccion d·e to~las las cosas, así la asociacion 6 la largo de tiempo, entonces debemos unirreunion de muchos esfuerzos individuales nos por la asociacion para que la reunion centuplica las fuerzas productoras y b:ace de un númet·o infinito rle pequciias fuerzas venga á formar una iucontrl·ustable, posibles esfuerzos colosales, enteramente fuera del alcance de una individualidad que allane aquellos obstá.culos al purece1· invencibles. ¡.10r rica y fuerte que sea. Es el antiguo simil de la cola del ca haLa asociacion debió nacer tambieo desde llo: cerda á cet·da la puede vencer y desel momento que hubo necesidad de hacer hacer un esfuerzo pequeñísimo, pero todas un esfuerzo demasiado grande para un reunidas tieneu uua resistencia sin igual. hombre solo. El resultado de la asociacioo para la Apenas exigiese la caza de rma fiera el humanidad es tamhlen una ·grandísima concurso de varios cazadores parasorpren· economía <le tiempo. derla, cercarla y cautivarla, los hombres En el día la asooiacion se verifica de d<>s se asociarían para el objeto comun y estamodos: bien asociánJose directa roen te lo.s blecerian la parte que del botín babia de operarios. poniendo en fondo comun el tocar á cada cual. Si hubo necesidad de trabajo activo de cada cual bajo ciertas trasportar un árbol corpulento 6 de mover bases de equidad, como sucede ·en las souna piedr a ponderosa, sucedería lo mismo, ciedades cooperativas y otras, bieB oontri· y el resultado obtenido por la asociacion de los esfuerzos individuales daría á cono- huyendo á iormar un acerbo comun con el trabajo latente que posean, es decir, con cer al hombre cuán impotente es si se hauna parte de sus capitales. lla ai:>lado, cuán poderoso cuando se asoAtnbos sistemas han producido maravicia á los demás. La union es la fuerza; pero la union no llas, y sm ellos no se habl'ian podido Hevar á. cabo esas obras gigantescas de puede existir sin la paz. nuestros días, esas fábricas y talleres inY aquí se viene en conocimiento, aunmensos, esos camiuos de hierro, esos caque por otro camino, basta qué punto las bles trasatlánticos y ese sinnúmero de leyes de Dios empujan á lo:> hombres bácía una vida de amor, por más que ellos . prodigios desconocidos totalmente en ni nguna otra época de la historia. En medio hasta aquí parezcan desconocerlo. Como acabamos de ver, cuando la obra siglo la Europa ha realizado cien veces necesaria para la satisfaccion de nuestras más de lo que hicieron en la antigüedad los mayores imperios de la tierra. necesidades tiene forzosamente que distriEl dia que los europeos solo se asocien buirse en el tiempo en un núu:ero cualpara el trabajo fecundo, el dia que dejen quiera de pequeños esfuerzos diferentes, <le asociarse para trabajos 'ruinosos, desde 1 el momento que renuncien á gastar diez 1 1 (t) Véuse el num. t7. {()) 37 TOMO 3. o Jdlio 10 <le 1860. rfl)

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-Los Conocimientos útiles.

1 6 doce millones de pesetas todos los días en sostener sus ejércitos permanentes para · hacet· esfuerzos dest¡·uctores1 aquel dia ~é podrán emplear esas cantidarles fabulosas en trabajos productivos fecundos, y se podrán cultivar y dar instruccion ¡í. todas las in leligencias, y terminar todos los caminos, y poblar los mares de bajeles y llev-ar la doctl'ina :del tt·abajo y el báli!ámó de 1-a verdad á los paises dilatados'y'rémo· tos que en Afña, Africa y Oceanía perroa~ necen todavia en la ig-nerancia ó ·la bat·bárie. e, t La a:;ociacion de los individuos puede hacer incalculables prodigios.en bien de la humanidnd, principiando por nuestra pro· pia casa, pero el alma de la asociacion es la justicia. Sin moralidad,_las asociaciones volverán~ dar el tristísimo espectácu· lo que ya más de una vez dieron en España. Este es otro de los ejemplos elocuentes de l9 caue Dios quiere; de l'o que Dios manda, de la boildatl y prevision de su obra. En v:ano prooúrarán los hombtes aprovecharse de la asociacion 6 de cualquier otro medio instituido por el Creador pa1·a allanarles el trabajo y aumentar su bienesta:r. Si conculcan al hacerlo así la ley de amor y de justicia que grabó en su cot·a_zon, 'Sembt·a·l.'án vientos .y recogetáu tempestades. Quien quiet·a ser rico, tiene que ser ihte· ligente: no Le bastai'<Í ser trabajador y M· tivo. Tampoco le bastará para ser feliz, para asentar su prosperidad sobre una base indestructible, el ser diligente éJnteligente. Tiene qCle-ser bueno, 6 si se quiere

ju,st<J. Nuestra vida es una cadena de necesidades materiales., intelectuales y morales. .El trabajo fisico podrá satisfacet·las necesid!lues más groseras, como son las ele nuestro cuerpo¡ los esfuerzos de la inte· .ligencia podrán además hacernos ricos y hasta poderosos; pero solo Ja a e ti vidad -rigorosa de los sentimientos de justicia, de simpatia, de amor, podrán hacernos felices, estimulando nué~:~trbs esfuerzos y neutralizando lo.J continuos embates de la .pasion, del error y de la ignorancia.

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XII.

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DEL1 PROGRESO.

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El progreso es el desarrollo sucesivo del sér humano, empujado por la mano de Dios, y segun las leyes que Dios le impuso para premiarle con el bien si cumplía su voluntad, 6 castigarle con el mal tan luego como se apartara de ella. No ha habido, no hay y no habrá criatura humana 11acional. q1c1e no se halle so· metida á las leyes del. progreso, así como la historia •de ~t>4lc;, los puéblóss la. h.isto· ria genel'al de la hu,manida~l.~p!l.la·qemos• tracion más evidente de las Jeyes del .pro. greso y de l:a voluntad de Dios e.fl materia de progt·eso. Siempre, en touas partes, el que se ha apropiado la materia, 6 ha trasformado la materia por medio del. trabajo~ 6 ,haciendo esfuerzos materiales} iutel~tuales y morales, aquel se ha hecho más rica primero; des pues .más in.t~ligen te y ptH' último me"' jor. Siempt·e, y en todas partes, qu.i eu se ha dedacado á los esfuet·zos materiales é intelectuales, desconociendo los esfuerzos morales, ha llegado á ser más rico y más sá.bio, 'Pero se ha corrompido y deshecho como un cu~rpo agangrenado. Siempre, y en todas partt~s, los que pretsndieron trab'ajar con la !inteligencia, es decir, pensar, 1lrabaj.ar con el corazon, es decir, senti?··, pero 'd:espreciar y perseguir a:l tllailltaj~ .ma· -terirol, ó al trra·bajo matetJ·iaZ a'Cumulado que es ia ?'iqweza, siempre semejantes il;u-sos enflaquecieron y enfermaron, el equilibrio de su sér se perturbó, y de decadencia en decad~nci~ dé.S~endierou desde los sueños febriles de unaorg.auizacion exaltada, has.talas regiones de la apatia, la ininovili· dad, la inercia y la muel'tt:l. Dios ·premia in<lefinidamente á quien tt·a!baju:sin.oesar, conociendo y observando á. la par la~ le>yes morales, intelectuales y físic-as d:e su organismo y del muudo: Dios ·cnstig·a ·con t•igot· de mil modos y maneras á quien desconoce, olvida 6 falta á una 6 varias de aquellas leyes, rompiendo así la armonía que estableció en el progreso desde el granito de arena á nuestro globo y al sol.

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FIDIDACIÓN JUANELO TURRIANO


------------------©© ©©-·-------------------------29 1 Los Conocimientos útiles. ~ 1

El progreso, pues, es obra de.Dios¡ qui~n alf!o con la inteligencia, aun en las faenas le niega 6 le maldice, 6 no cree en Dios, 6 al parecer m¡lj; rutinarias. es un mó[)J!truo de ceguedad y de soberbia. Es decir, que eu todo trabajo humanO' . Basta ver el camino que la humnnid.ad hay una parte de trabajo corporal y otra ha andado desde el estado salvaje en que de trabajo del espíritu. se vi6 á los principios; basta comp_arar la Dios, para recompensar al hombre que feroz ignorancia, los ódios, los peligros, trabaja pensando, ha. previsto y dispuesto los dolores del indio de la América 6 la todo. de manera que podamos echar el tra· Au~tralia c.on la ilustrada filantropia, el bajo rui:lo, material, sobre una multitud respeto mútuo, la seguridad y los goces de ' de servidores animados 6 inanimados, relos in~leses, los suiíos 6 los nort~amem­ servándonos el trabajo de la inteligenoin, canos, para. persuauirse que la raza hu-,¡ necesaTio para dirigirlos. ffir8¡Da ha progresado mucho, pco~resa hoy Asi hemos' ido pro~resivamente eman, ., Y~ progresar4 mañana. cipándonos del trabajo material de'prJ?'SeEl prog~eso es la segunda ley d.el mun· lJIIJJÍ9' la caza, domesticando la oveja y otros • do, asi como el trabajo es la primera" . animales, buscándola pastos, cuidando de El progreso es la consecuencia del tra- su salud y bienestar; del trabajo material bajo inteligente. de 1JVf!iZar toda la noche, granjeándonos Quien trabaja útilmente, progresa. el cariño y la obediencia d.el perro ; del El trabajo es el único medio de pro- tt:abajo material de lletJar la ca?'fla, disgresall. curriendo todo lo necesario para domar, Por eso el modo mejor de adorar a Djos cuidar y mantener al caba.llo ¡ del tt•abajo es trabajando, porque al p_at.' de cumplir material de ca?Jar valles y sierra~, invencon su primera ley, se recibe inmediatatando el arado, cavilando pal.'a que el buey mente 1~ recompensa de la sumision;). s.u tire de 61, nos obe:lezca y viva á nuestro IJlf\Ddato, servicio; del trabajo material de 'remar , · Muchos varones santos lo han dicho, y. o.bservando la !uerza del viepto, haciendo es má~jma que los hombt·es deben apneny tendiendo la vela, aprendiendo á navecler de me¡;n_oria: 1'rabaj"ar es o1·ar. gJlr y ser marinos; del trabajo materitll de Ningt\na o¡·acion más eficaz pat·a alean· '1Uf0le9' el trigo á mano para hacer el pan, zar la f\Y,uda divina •q·ue el trabajo físico, ideando el molino, aplicando la pesantez estjmul&do por el trab11j0 moral y dirigido' • del agua. para moler le; <3el trab&jo matepor el trabajo inteliS1ente. Su pr~mio es el ri:al, en ·fin, de ejecutar l&s innntne¡·ables progres11r, y el que progresa marcha siri ÍGenas que hacen mejor y con mayor percesar há.cia su redencion. feccionlas máquinas, gastando en cambio Digamos cómo. para dirigirlas los esfuerzos de nuestra inYa. .hemos dicho que el progreso ~s el teligencia. desarrollo continuo y sucesivo de las faPocu á poco, trabnjosamente, hem9s ido cultades todas del sér humano, para que emancipando á nuestro cuerpo de los rusea ca<Jfl ve~ más inteligente y más moral, dos afanes del esclavot y ya no debe baber ~ 19 que ei! \o mismo, más po!;leroso y más mas esclavos que esos de hierro y madera bueno. V~tamos ahora d~ qué medios, de y cien materiales mas de que formamos qué feuómepos palpaQles .se vale el Todolas máquinas, la.s cuales son producto del poderoso para premiar á sus criaturas por ingenio del hombre, á. quien o.bedec~n dia su obediencia á las \eyes del progreso. y noche ciegamente. Ya hemos visto que en tpdo. trabajo el Hace dos mil doscientos ailos que existió hombre emplea esfuerzos ó. movimientos en Grecia Aristóteles, el filósofo qu~ más físicos, intelectuales y aun morales. En el ha influido en el progreso de la humf\trltrabajo del salvaje, tlelhombre primitivo, dad. Su inmensa inteltgencia le hizo decir por ejemplo, el tt·abajo fisico es superiOl' á que la esclavitud solo cesaria cuando la todo otro, pero no po'r eso deja de trabajar lan$ade1·a 11 el cincel anduviesen sotos. Da~

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FUNDACIÓK JUA:-IELO

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Los Conocimientos útiles.

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cia esto, porque no co•mprend~a · córno. se había de hacer sin el esclavo el trabago de~ . esclavo~ que e'ra entonces la máquina ami· · mada más inteligente~ Por eso llamaba él á los esclavos el ga'llJatlo q,ue kabla. Tampoco se le alcanzaba. cómo la. lanzadera y el cincel podrían movel'3e solos. El progreso..ha demostrado á la vez 1a pers· picácia de Aristóteles para determinav el r~ríl.edio CQntra la. esclavitud y ladmpoten· , cía de su época pnra alcanza:de. , Ho~ si la. lan~ader~a y el cincel no se mueven solós, son movidos á millat·es por criados misteriosos, inu<tos, invisibles, y todos los hombt·es son li.bres é iguales ante la ley. Las. máquinas, el vapor~ la.eteetl'i.cidad,. -han· verificado una parte de· nuestra reclenciau. Lo que resta hasta redimirnos por completo tiene· que realizarse por los ¡pismos.medios, es .decir·, echando el tra- • ua~o ¡ físico so br.e los agentes qu,e Dios ha puesto á. n ue&t~o alcance. El modo rúnico <.le consegwrlo es va.ler.nos de1maq uinas. ingeniosas, producto de nuestra intelit gencia. Cada día, por consiguienie, habrá •de trabajar más y más nuestra alma, pero el cuerpo- descansará en proporcion hasta llegar. á hacer únicaanen te los llev.aderos esfuerz.os corpor.ales indispensables al g.obierno ó rnanuj o deJas tháq uinas.. • En,tre las miL y mil pruebas que pu~'lió­ ramos citan en apoyo de estas verdades á cada instante •demostradas,. citaremos algunos ejemplos fácileí> de comprobar. U u hombre solo podrá remover en el dü~ una. pequeiioa cantidad de tierra con las manos-. Desde- el momento en que le,deis una pala removerd.i. diez v..eces más. Si le dai&1u n to11no )'runa rueda.de linterna, po· dr á hacer ocho' veees más trabajo de1reinbcion que• con la pala, 6. seai 80 · veces ' más que coa' la· mano. Si se trata de trasportar- pesos, un hombre cargado trasportará la mitad: de lo que puede llevar en una. buena carretilla. Si poneis á su diaposicion un caballo, esta máquina animada llevará tanto como seis hombres. Si. al caballo agregais un car·ro sobre ruedas, el homhre, con solo diri~ir-

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le ~ ac~rreará

Y

tnnto ·como ·vein·te hompres.

1Si un13 la. fuer za del caba.llo1á uha: .prir'Ca' en un canal, dos.hombres solos trasporta,' rán tanto como v.e.in.te mil. Y por último, tres hombres que dirij-an una locomotora y un. tren trasportarán un peso que necesitaFia eien mil peatones á mucha menor velocidad, y cada uno ae los tres hombres hará un trabajo de trasporte igual al que hari"81n muy tardíamente 33.333 hombres-. · Vn;eselavo en la· antigüedad dificilmen· te• pod~a; moler ha.r·ina para 25 personas; Un ÍnalinePo hoy, con buena maquinaria, muele con .. sumo descanso• lo sufic:ien te,, para 3.600 personas, es decir, 144: ve ces más. Con u.na máquina de hilar algodon hace una mujer en nuestros días tanto hilocomo 320 hilanderas á mano. Para. hilar á mano el algodon <~que hey hila solo la Inglaterra con sus máquinas, semovientes, se necesitarian 9UlOO.OOO de obr~vo.s de .habilidad-. El progreso, pues, es Iia trasfórmaGion: del trabajo fisico en. trabajo intelectual, delos esfuerzos del espiritu, pero á condicion de q.ue el estimulo moral nos mantenga siempre vigorosos en la buena. senda. Sin este requisito la rique2>a se trocará. en corrupcion; la inteligencia en toeura. , Guiado. el hombre por la ley moral, la· trasf6ri:naciol'l del trabajO' fí:sico en íntelectual es.y ser"á la rede-ncioa de·su cuerpo,. á la pay· que la elevacüm y perfeccion, de su alma. El progreso, pues, es la marcha liácia nuestra reíHmcion, liáciR la perfeccion ma· yor p- sible en este mísero mnndo. Qon el fiu de hacer perceptib-le á- los sentidos la tmsformacion del trabajo- ma tcv:ial e»• inWlectual, trasf-ormacion 1 que constituy'éTla esencia d~ l verdadero pro gveso., }_lemos fot•mndo e1Í grá'fico' que ac&fu! ' ' p1n1a 'él esta cartilía. Dnt·ernoS'a.lgunas e~plicacion~s para q_ne se comprenda. El- gráfico se ti-alfa di-vidido en dos regiones, represent~tdas por dos tintas diferentes. A la det·echa, la. tinta oscu~ re· presenta· la region de lo.s esfuerzos. puramente materiales; á la izquierda, dentro

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FtNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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FLNDACJÓN JUANELO TURRIANO


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--=---t§;¡) --------------------295 1 Los Conocimientos útiles~

de- .la ti¡¡ta clara, se compren,lcn todos los aquella casi se confundia con el in.stinto del mono. esfuerzos intelectuales. Por una razon semejante se ha separadoLa marcha asr.endente de la humanidad se supone en el sentido indicado por la á la derecha del cuadro otro espacio cuyas horizontales 1 B, 2 D, 3 F, 4 H, 5 V, 6 S, fiec ',a. mirlen e~ trabajo material que siempre Supongamos que las horizontales P T, A:B, O D, E F, .... R S, todas iguales entre. tendrá que hacer el hombre, aunque no sí, representan la suma de esfuerzos nece- sea. más q.ue para dirigi1· y poner en mosaria para realiza¡· una obra dad'a, ó_para vimiento á todos sus ser11idores, y que por producir u.n ~bjeto ó un resultado dad0. consiguiente no desaparecerá. jamás. Con efecto·, concibese que el hombre Pues bien, en lo más bajo de• la escala, en P '.P, aquella obra, aquel objeto, aquel· ~e · primitivo estuviera poco di~:~tante del rno· no, que sus facultades· intelectuales se sultado, exig·iró. una inmensa cantidad de vieran red.ucitias aL in~tinto; pero este tttabajo material·, representada~ por Y T, y una pequeñisima parte de trabajo intelec• siempre seria un gérmen de inteligencilt sin el cual el a nimal desaparecería contu.i&l representado pon V P. virtién~ose en la planta. Progresa· la humanidad coru la experien· ~ ría, y la misma cantidad de esfuerzos re- • Tambien llamaremos la atencion del queridos se descompone sucesivamente en que nos lea sobre otra ley económica patentizada en nuestro gráfico. Si las lineas ~ cantidades de trabajo nw.te?·ial e B, e D, g F, s S, unidas á las cantidades de traba· . (o~:denadas) a b, e d, ef, g k, m n, q r, re· f jo intelectual relativas A e, O e, E g, R s. presentan el precio del trabajo material, Es decir, que á medida que disminuye las lineas a p, e o, e$, g z, mi, q t, repre· el trabajo material pára- el hombre, á · -sentarán relati\lam~nte en cada época el medida que los animales y las máquinas- pl'ecio <:Wl trabajo intelectual. Con esta suposicion se vé que el precio del trabajo movidas por los agentes naturales se encargan de la parte fatigosa y rada del cor,P.oral de la mano de obra sube. á medíd.a que progresa el hombre, mientras que trabajo, el hombre toma sobre sí mayor actividad intelectual, mayor suma de es- baja sin cesar el precio de la inteligencia po-r los continuos conocimientos que here· fuerzos espirituales. La cm·va a te g m q s, bazad'a por el d·amos {/'fl(ttuitame?~te unas generaciones pu-nto d·ivisorio entrE} el trabajo material de otr.as. Otras 'muchas leyes vel"dadel'as y curio· y el trabajo intelectual, tiende constantemente, como se vé en· los puntos más altos sas pudiéramos desarrollar ante los ojos en el gráfico que bosq,uejan;10s, pe1·o no de la escala del progreso, á acercarse á T Y, limite del trabajo material, pero sin conviene por ahol'a complicar estassencique este de~aparezca por completo. Hiácia llisimas nociones~ Quizás on otra oeasiou ros punto~ mfls- bajos de la marcha progre· y en obra de más:·emp>eño le presentemos si va, hácia los orígem:'s del progreso hu- completo .con la solucion de algunas para· mano,.sucéde todo Jo contrario:-el trabajo dojas económicas~ Hoy por hoy no haremos más que- unrusimple indicacion á los matérial crece de un modd ra-pidisimo, mientrds que los e:)fuerzos intelectuales maestros en la ciencia : el producto fe (precio de} trabajo ro&terial) por e D (can· merma aten progresion descendente, pero tid-ad de trl'llbajo material), parece que sin desaparecer tampoco. Por eso á la izquierda del gráfico ~e ha debe ser una cantidad constante é igual á ,s eparado un espacio en el cual las- líneas g k por fJ F, y á r r¡ por IJ.' N, y si esto es p t>, !f.. V, O J, E K, G 1., M Q, R Z, todas así, la ct1rva a e e-g m q ses una hiperbo· iguales entre ~i, representan aquel grado la y la horizontal y vertical finales sus ínfimo ele inteligencia que debió constituir •asíntotas. Excusado es advertir á los hombres enlas facnltndes intclectunles del hombre, • cuando e~tas se hallaban do~midas y ; tendidos que la curva del adjunto ~r~ft:co.

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Dos Con-ocimientos útiles .

no está trazada con m~temátici! exactitud, pues nuestro objeto ha sido únicamente hacer inteligible para todos la idea elemental, la ley rudimentaria del progreso. Esta ley, profundizada en todos SU$ resultados y consecuencias, no es, ni más ni ménos, que la trasformacion del trabajo mate'l'ia~ en intelectual. Por -eso hemos sos.t enido y sostendl.!emos siempre que los adelantos roateriales suponen; provocan•y p~feooionanc los adelantos i·n telectuales, y qne bien entendidos, bien aplicados y cue¡·damentel armon'íiados estos dos. adelantos, no pueden ménos d'e engendrar, desarrollar 'y depurar la verdadér'a ley mo1·al. 1. ~. • En todos los paises, en todas las épocas, el número de los miopes ha sido y es irlfi•

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niío. No viendo á la creacion sino por una. de sus fases, juzgan que aqul:llla ,faz •es toda la creacion, y condenan •ó niegan, cuando no anatematizan, todas 1as qemás partes de un todo que es imposible mutilar impunemente. · , El gt•an defecto de n ues.tro actual pedado analitico es que todavía andan separadas muchas ramas de la verdadera ciencia. El inmenso adelanto· qugr espera. la humanidad y que trasforínarár giraude. mente á las ,s ociedades venidettftS,· .será cuándó ' la eiaboracion sintélica r~aeióne de. talfmodo :10 <J¡ue para nosotros hi} sido siempre inseparable, que el primer 9a-pi.tulo de la econotnia politica sean Jos llJdomas incuestionables de la moral. , (Se continuará.)

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MEUTON MARTUi.

DE .FISICA DEL GLOBO. LAS .11AREAS. u

Un liquido en reposo cwtenido en un depósito 0 vasija D(').' tiene r en si mism0 causa alguna de agitacion . Las agu~s del mtll' se hallan en elmisn:lo casm,¡ tendrian tl<líla• calma, eompleta y consta111te si ninguna ca usa exte11ior viniese á alterar su eqoilib.l'io. Pero esta-calma seria j.noompa·. tible con lSJ salubridad de los Océaoo,s, cuyas aguas deben estar continua y violentamente batidas para conserYar su incorruptibilidad y disolver'elaire necesario á •las poblaciones da séres.que l.e .habitan. Et,_movimie~to de las~guas r delmar es para la armonía general de la tierra de un interés tan grande como el movimiento. de las capas de aire de la atmósfera. Para el Océano de las aguas, como para el Ooénno del aire, son necesarios esos ftujos tumultuosos que remueven -la masa líqui· da y la comunican una agitacion saluda-. ble; son necesarias• esas corrientes, esas tempestades que mezclan, renu~van y vi-

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vifican las olas. Pet·o la ~n&n mision de agi·t av los Oeéano~ ~¡¡tá cennai:Ia á la at~ mósfe1•a, á I'QI a11,raGoion de, tos Cl}.e;¡pos ce,. le_ste~nná.s P'IIÓ~Í!'mO.s· y •al r~s.J:Qr, · ' Los m~vimie~tos at~Qsfér~oc¡>¡;; c;onJDw~­ ven la· superficie del mar y la cpmunican movim¡ientQ$· Ol!l]treS}lQ.nq~eQtes. Si el rien• to es;de.Siguat\, ~rigiea lªs, 0~as que rebotan coronadas de esp,uma, se ohoca.n y rompen uua contra ~tra. Si es euerte y contínuQ, levanta l~s ' $guas en fqrma ele extensa~ intumesc~ncias, en oleadas que ,av~q-zan de1 inte11io~ del, mar por filfls parl!W..as, se suceden non una m!lg~tuosa uiYfarmidad y vienen una despues de otra á precipi~~r· s~ sobl'e l~ costa. Esto§ rr¡ovim,ieutos no afe<>~ll-~ más que l~ superficie de.l, mar; á una tr~intea~ de D;letros de profundidad el agua se, mantie~e trap quila., aun en medio de las rná$ fuertes terQpestades. En nuestras costas, la altur~ d~ las IQa.yores olas no excede de dos ó tr~s I!letros; pero en al·

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Los Conocim ientos "Q.tiles.

gunos parajes de los rpares del Sud, en la cabo de Homos y del cabo de Buena -.Esperanza, las olas, en algunos casos, se elevan hasta diez y doce metros. Esta.s olas forman verdaderas cadenas de colinas movientes espaciada-s entre sí por anchos y profundos valles. Azotadas por el vi~nto y ar~ojando nubes de e_spuma se estrellan en formidables volutas con fuer ' bajo sus ruinas za bastante para destrozar los mayores navíos. La potencia meeániea de las olas es pro1 \ dig10sa. E.n los sitios en que la costa cortada á pico se presenta de lleno á los asaltos del mar, el choque es tan violento que el suelo tiembla bajo los piés. Los diques más sólidos son demolidos; sus enormes bloques arrancados . y á veces lanzados verticalmen te sobre los muelles, donde ruedan como simples guijart·os. Por la ac· cion continua de las olas se labran los ttcantilados 6 esca1·pados verticales de roca que en algunas partes forman la costa. El Océapo los mina sin descanso por su base, hq.cc desprenuer lienzos de roca, que luego tritura, y va avanzando progresivam ente en el terreno firme. La historia ha conservado el recuerdo de faros, de torres, de habitacior;¡es y aun de poblaciones que ha siJo preciso poco á poco abandonar á consecuencia de aquellos desprendimiento!¡, y que hoy han desaparecido por completo bajo las aguas. ' En otras partes la ola. aporta á la tierra firme nuevos materiales. Apila, por decir· lo así 1 sobre las playas, masas de arena cuyas partes más finas, lleva.dast por el viento, origfnan grandes colinas, llamadas _dunas. Las costas oceánicas de la Francia presentan dunas en el Pas de Calai!J, en Bretaña del lado de Nantes, y en las Landas, desde Burdeos basta los Pirineos, en una longitud de 240 kilómetros. Solamente en el departamen to de las Landas las dunas ocupan una superfie~e de 30.000 hectáreas. Singular espectáculo el de las dunas! Desde el alto de una de estas colinas, á (londe no pqede llegarse sino introducién dose en la arena hasta h¡.s rodillas, la vista sigue enagenadá, basta los limites inmediacion.~del

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e:i.tt·emos de su horizonte amarillento , las mil ondulacione s del suelo, sus cimas redondearlas y brillantes, extraviándo se en el cáos de monticulos blanquecino s, cuya cresta, barrida por el viento, se cubre de una niebla de arena y humea cual la ola azotada por la tempestad. Es la monótona 1 ondulacion y el infinito de una mar c.;uyas ondas se hinchan y deshinchan con el viento; pero las ondas son de arena é inmóviles. Nada turba el silencio de estas ~I'Ístes s9ledades si no es, alguna vez, grito salvaje de un pájaro marino, y á lntérvalos regulares el murmullo del Océano velado por las últimas eminencias de, lílS dunas. Desgraciado del imprudente que~eaven­ tut·ase e'í1 estas regiones salvajes un día de tempestad. Fórman.seentonces nubes dE1 arena, l~,tnza~as con una fuerza irt·esisti 1 ble, trombas furiosas que desmantela n l~s dunas y arremolinan en violentos to1·belli· nos sus detritus. Cuando la borrasca ha cesado, la configuraci on del suelo no es la mi.:31lla; lo que era colina se ha convertid~ en valle, y el valle se ha cambiatlo en co· lina. En cada tempestad las dunas avanzan háciael int~t·ior de hts tierras. El viento que sopla del mar desmoroua poco á poco una duna y la hace caer en el valle in me· diato, que se cubre de a1·ena y conviert~ el}. duna á su vez, y asi sucesivame nte, hasta la más avanzada que invade las tier: ras cultivadas. Al mismo tiempo la mar amontona nuevos materiales sobre la qr¡lla, formando otra nueva colina de arena, que signe á las demás. De este modo es como las dunas invaden lenta mente las tierras cultivadas, y las cubren con una enorme capa de arena estéril. Nada detiene su marcha. Si á su paso se 1preseo ta u~ bosque, que.la sepultado el bosque, y apenas sobresalen las cimas de los mayore~ árboles, como simples matorrales, en las montañas de arena. Ciudades enteras que· dan sepultadas; habitacione s, iglesia, todo quetla cubierto. Qué hacer ante un enemi· go semefante, que avanza irresistible con una cruel regularidad , ganando cada año más de veinte metros sobre las tierras cultivadas'? La industria del hombre ha con~

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cluido por dominar tan terrible azote y de una manera bien sencilla: se haéeh inmó· viles las dunas pla.nt>\ndDhts.de bosques de pinos. Las fluctuaciones de los mares, oca~io· nadas por el viento, son puramente acci· dentales, irregulares, como lo son las variaciones atmosféricas; pero á P.stos mo· vimientos se ailaden otros de una gran regu{aridacl, que se reproducen por in tér· valos periódfco's, las mareas. Sobre todas las co::>tas del Océano, á ciertas horas, la mal' abandona la orilla, ·se retira y deja en seco grandes extensiones de tert•eno que antes ocupaba. Verificailt! entonces el re· flujo ó marea descet1dente. Más tarJe se aproxima, avanza hácia la orilla y vuelve á ocupar el terreno antes abandonado; es el flujo ó marea ascendente. EstRs oscila· cionesoceánicas, retrocediendo y avanzan· do alternaLivamente, se· suceden con seis horas de intérvalo. En las veinticuatt-o horas del dia hay dos flujos y dos reflujo::>. Para el que con este fenómeno no estli. familiarizado, la marea es una cosa bien extraña En un momento determinado, sin causa alguna aparente, lo mismo en tiempo de calma que de tempestad, las olas ¿esan de batir la costa que impedía al parece¡· su marcha aprisionando las aguaa; rett·oceden en tumulto, como si una nueva abertura pt·acticada en el fondo del depósito las tragase, y se retiran al inte· rior á muchos kilómetros de la orilla. Puede entonces recorrerse el lecho abandonado por las aguas y estudiar su composicion particular~ la firlísima arena de rocas trituradas, las planta$ marinas, los peces que en ellas quedan ~prjsionados, las mil variedades de concJ.la~ y otros tesoros naturales que el agua un momento antes ocultaba. Pero no ·hay que detenerse mucho: la ola ·vuelve bien pronto, avanzando con estrépito, e u bierta de es: puma, para tomar nuevamente posesion de sus dominios. En algunas piayas excede su velocidad á la del caballo más rápido. Praderas marinas, rocas, conchas, todo desaparece gradualmente bajo las ag!1as, y por fin la ola viene á estrellarse

de nuevo en' lacosta. Es el fin del re-flujo~ · . la mar ha entl'ado en su lecho.' Vengamos á la exJ?licacion de las mareas. Los diferentes cuerpos celestes se atraen uno á otro: el Sol atrae 1-a Tierra y la hace caer hácia él; la 'Tierra ejerce igual influencia subre la Luna. De esta 1ltraccion, de esta caida incesante combinada con la impulsion inicial, resulta la rotacion· del astro más débil al rerledol" del ástrd mayot·; 'de la Tierra al rededor del Sol; 'de la Luna. al rededor de la Tierra. La! atraccidn es sietnpre recíproca; es decir, que tiene lugar lo mismo del cuerpo mayor sobre el más pequeiio, que de este sobre el mayor. Si la Tierra atrae á la Luna, 1a Luna atrae tambien á la Tierra. La primera, como cu~!rpo mayor, pone, digámoslo así, la ley; pero no e::; ménos cierto que la Luna ejerce su potencia atractiva sobre nuestro globo ~ Si dos persOU1lS, agarrando una cuerda por 'sus extr~mos, tiran en sentidos opuestos y tratan de ar.r astt·arse m ti tu amen te, la victoi"Ía q ue:lará por la más fuerte, pero la más débil no habrá quedado inactiva; habrá conmovido más 6 ménos á su antagonista. Así hace la Luna; en la lucha de la::; atracciones mútuas obedece á la Tierra y gira á su al· rededor, pero aun cuando cede, Cúnmueve los mares que por causa de su movilidad son más susceptibles de salir' de su pol:licion de equilibrio. Teniendo presente que la atraccion disminuye de potencia á medida que la distancia aumenta, y fijando un poco la aten· cion en lo que debe pasar por causa del movimiento diurno de la Tierra, puede comprenderse fácilmente el efecto de la atraccion de la Luna sobre las diversas partes de la superficie de aquella, en las veinticuatro horas que emplea en dar una vuelta completa al rededor de su eje. Supongamos, para mayor sencillez, que el globo terrestre estuviese enteramente cubierto de agua. En una posicion cualquiel'a de este globo, cuya superficie suponemos líquida en toda su extension, hay un punto más inmediato á la Luna sobre el cual la alteracion se ejerce con

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Los Conocimientos útiles. más fuerza, y otro diametralmente opuesto ai primet·o, que es el más distante, y en el cual la influencia de la atraccion es más débil. Las aguas deben afluir hácia el espacio en que está situado el primero, formando una intumescencia ó levantamiento que queda suspendido sobre el nivel primitivo. Pero este aflujo de las aguas hácia la region sometida. á la atraccion mayor no se verifica de un modo uniforme en toda la extension superficial; en la region diametralmente opuesta en que la atraccion lunar es la más débil , las aguaS. 'se quedan retrasadas en la marcha respecto de las regiones inmediatas más fuertemente atraidas; y por esta causa en el citado punto extremo se forma tambien una segunda intumescencia colocada en sentido inverso de la prime1·a. Estas dos intumescencias de los mares no pueden tener lugat· sin que la masa de las aguas experimente eu alg-una parte depresiones correspondientes. Pues bien, estas depresiones tienen lugar en los espacios intermedios, comprendidos entre los citados puntos diametralmente opuestos, para los cuales la atracciones tambien media entre la más fuerte y la más débil. Re::- pecto del primero de estos dos puntos, la Luna está enfrente en lo alto del cielo; respecto del

segundo está en oposic"ion del utro lado de la Tierra, y para los puntos intermedios la Luna está en el horizonte. En los prime-ros es la marea alta; en los segundos la marea baja. El Océano se inlia en la region para la cual la Luna está visible enfrente, eu lo alto del cielo y en la region diametralmente opue~ta; se deprime en las regiones que tienen la Luna en el horizon~e, sea á Oriente, sea á Occidente. Peru en las veinticuatro horas del di a, la Tierr:a, por causa de su rotacion diurna, pres~n·ta sucesivamente sus diversas regoiónes á la Lnna, ó lo que es lo mismo, la Luna da aparentemente la vuelta á la Tierra de ·Oriente á Occidente en vP.inticuatro horas. Entonces las dos protuberancias líquidas que deben siempre estnr, una en'ft·en te del astro, la otra en sentido opuesto 1 siguen el movimiento rle J¡¡ 1 una y dan en el mismo tiempo la vuelta á la Tierra de Oriente á Occidente. Análogamente s uce· de con las dos depresiones; de modo que en el e~pacio de veinticuatro horas hay para cada region del Océano dos mareas altas y dos bajas,·sucediéndose de seis en seis horas. Así se explica la maravillosa periodicidad del flujo y uel reflujo: el gran reloj de los cielos la arregla. .(Se contirwará.)

CONOCIMIENTOS DE BIOGHAFIA.• -6

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(Continuaeion,)

JUAN DE LA NUZA.

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No es propiamente una biografía la 'qUe de este hombre célebre podemos escribir, porque no existen datos para un trabajo de esta especie; sino solamente el hecho histórico que ha conservado su nombre á la posteridad. Preso Antonio Perez, ministro de Felipe U, y encausado durante muchos años

Madrid, entre otros muchos delitos que se le atribuían, por el de la muerte de Escobedo, secretario d~ D. Juan de Austria, logró evadirse de su prision, ell9 de Abril de 1590, c).isfrazado con el traje y manto de su mujer, y salvando muchos peligros, consiguió penetraren Aragon, donde siempre tuvo intencion de refugiarse, acogiéndose á los fueros de aquel reino, de donde era natura l. Llegó á Calatayud, y alcanzándole en · én

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L os Conocimientos útiles.

este punto el requisitorio enviado por el fundióse instantáne~mente la noticia por rey para que se prendiera vivo ó muerto .el pueblo de Zaragoza; conmoviéronse y al fugitivo, cuando se presentó á cumphr se alarmaron sus habitantes, y entonces esta órden el delegado del rey, sacancio á fué cuando á la voz de «¡Contrafuer9! ¡Vi. Perez del convento de Capuchinos donde v~ la libertad~.» comen.zó el famo~o motin .se babia refugiado, lo impidió el diputarlo de Zaragoza. El pueblo cons;iguió que los ;del reino D. Juan de Luna. Su pariente presos fuesen sac11dos de ll)s .cárceles del Gil de Mesa fué á Zaragoza á pedir para. Santo Oficio y trasladar.lQS d~ puev-o á, la Antonjo Perezel privilegio-de la .Ma?¿ifes· de los Manifestados. tacim¿. Digamos en dos palabras en qué El anciano J usticia mayor D. Juan de consistía este privilegio. La Nuza falleció, á consecuencja acaso, Segun la legislacion especial en m a tede los ~lisgustos que con estos suceso.s tuvo. rías contenciosas del reino de Aragon, Sucedióle en el cargo su hijo, del mismo esencialmente libre, el. agraviado que se nombre1 de edad de veintisiete años, mozo 11nanijestaba, es decir, que se presentnba brioso y e;;forzado, amante de los fueros y por si ó por apoderado al Justicia mayor libertades de su país, que selló con su san· ó á alguno de sus lugartenientes, dejaba gre el juramento que hit;iera al aceptar su de tener por juez al rey, el cual solo p'Orlia elevado cargo, y cuya memoda ha oonser· ser parte acusante, debiendo dimanar el do la h!storia, tributándole al presente fallo de solo el Justicia, como de tribunal España los honores del Pan teon rutciona l. superior y sin speladon. La cárcel en que Pasados algunos meses, ganados por Fe· se detenía á los manifestados se llamaba lipe II los ánimos de algunas autoridades, tarobieu cárc~l de la Manijestacion ó de 1 obtenida una declarucion ele trece letrados los FuM·os. que juzgaban podía suspenderse, tlunque no anularse, el derecho de Manifesta~ior:i, . Llevado Perez á Zaragoza y puesto en y prepat·adas convenientemente las cosas, la cárcel de la Manifestacion, el rey, sin perjuicio de seguir el proceso en Madrid, los inquisidores expidieron un nuevo man· . 1 y de haber recaído sentencia, por la que da miento para que los presos fueran otra se condenó al acusado á pena de muerte vez trasladados á las cárceles del Santo en horca, entabló la querella ante el triOficio. Señalóse para este acto el 24 de Se· bunal del Justicia. tiembre (1591); pero el pueblo, nuevamenLa causa seguía en este tribunal; pero te y con más furor amotinado, se opuso á como el deseo del rey y de los enemigos que se realizara, y asaltanrlo la cárcel Ji,.. del acusado era sacarle, ó fuera del reino, bró á los presos, huyendo Antonio Perez, ó á otro tl'ibunal donde alcanzara su pode~pnes de andar oculto algun tiempo, al der, encontraron medio de formarle una vecino reino de Francia. nueva causa por heregia y acusarle ante Felipe II resolvió castigar tal atentado la Inq uisicion. l~ n virtud de mandato del der pueblo aragoués, y envió un ejértito Consejo de la Suprema, los ioquisidóres de diez mil hombres á las órdenes de Don de Zaragoza reclamaron al preso, ·exhor· Alfonso de Vargas. Pero la entrada del ~tan do •al Justicia para que le entregara,, ejército en Aragon era contrl}ria á sus anulando el privilegio.de lil'~anífestacion fueros, y en cumplimiento de lo que para ,etl la parte que im:pf)di.a el libre eje1·cicio ' tales casos prevenían l~is leyes, el Justicia ·c;l~l Santo Oficio. Cedió el Justicia D. Juan ~mayot· hi.ze el apeUido 6 llamamiento de ,de La Nuza, y en su consecuencia fueron 1 los aragoneses, ordenando á todas las ciu.· extraidosAntonio Perez yotr9 compañero, ·~a des y -villas, varones y caballeros, acu • .perseguido como él, de la citada cárcel, y diesen con sus hombres y armas; reclamó trnsladados en nn coche á la ·del Santo la syuda del reino de ValeMia y principa~ Oficio. do de Cataluüa, conforme á los pactos esPero á pesar del silencio y el misterio .tipulados entre los tres reinos. Ni unQ ni ~on · que ·se cuidó de lejecutar 'este acto, diotro respondieron á este llamamiento; lo!J

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socorros de las ciudades del t·eino fueron escasos•; y aun cuando oblig·ado por su de· ber y patriotismo el Justicia salió de ZaMgoza á oponerse á la marcha de Alonso de Vargao, con escasos dos mil hombres, la indisciplina y desunion de su pequeño ejército fué tal, que tuvo que abandonarle y desistir del empleo de la fuerza. El ejército de Felipe II entró sin resistencia en Zaragoza. El Justicia Juan de La N uza, con gran valor civico, volvió á la capital á desempeñar su cat·go y responder á lo que las Córtes y el rey pudiet·an inculparle. En un principio Alonso de Vargas no cometió ningun acto de rigor, sino que, por el contrario, manifestó una conciliadora indulgencia. El Justicia seguia funcionando con su córte. Por desg¡·acia aquella tolerancia se cambió de improvi~o en terror y en ct·ueldad, y la primera victima. de la veoga.oza de Felip~ II, que había meditado siu duda y simuladó índulgencia para dar mas seguro su golpe, fué el Justicia mayor D. Juan· <le La Nttza. Al salir cerca de las doce del dia 19 de Diciembt·e del palacio de la Di· putacion , don<.le acababa ue celebrar consejo con sus lugartenientes, se vió sorprendiuo é intimado que se diese á prision en nombre del rey. Atónitos cruzaron su mirada de aturdimiento el grao magistrado y sus lugartenientes: la órden del rey fué severamente cumplida. Aquella misma noche se notificó al J us· ticia que se preparara á morir en la mañana siguiente. «Cómo! exclamó el desdichado La Nuza, y quién me condena1-Et rey 'mismo, le respoudieron.-Nadie puede ser mi j1tez, replicó, sino ?'C!/ y 1·eino juntos en Oórtes.» Inútil era toda reclama.cion. Sic escribirse contra él una sola palabra, sin tomarle cou,fe~ioo, sin otro proceso que una carta del rey en que decía: «P?·ende?·eis á .D. Juan de La N~na y ka. cerle l1tego cortar la cabeza,» el supremo magistrado de Aragon iba á ser llevado al suplicio. Di ~ronle por confesor al jesui· ta P. lbañez, y destináronle otros religio:.. ~>os para que le acompañaran hasta el cadalso, que en la misma noche se levantó ' en la plaza del Mercado. A pr1mera hora

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de la mañana, puesto todo el ejército en armas y amenazando á las casas las bocas de los cañones, fué sacado D. Juan de La Nuza con grillos, vestido con el mismo tt·ajcl de luto que llevaba por la reciente muerte de su padre, y conducido f>n uu coche hasta el lugar del cadalso, donde á. voz de pregon se publicó que el rey le mandaba cortar la cabeza, derribar snd casas y castillos y confiscar su hacienda por haber alzado banderas contra su real éjét·cito. El verdugo hizo su oficio: al golpe dt> su hacha cayó rodando la cabeztl del magistrado superior de la más independiente de las monarquías; con él, coro o decia enérgicamente Antonio Perez, j1u! ajusticiada la j1tsticia. Siglo y meJio hacia que el alto cargo de Justicia mayor del reino de Aragon venia ejerciéndose hereditariamente por la ilustre familia de los La N uzas. El cuerpo de D. Juan fué llevado en hombt·os de los capitanes del ejér· cito al monasterio ele San Francisco, donle se le dió sepultura y ha permanecido hasta su tl'aslacion ¡1 Madrid y colocacion en el Panteun nacional. .TUA~

DE MENA.

Entre el crecido número de poetas que florecieron en el reinado d~ Juan II de Cas· tilla, descuella por su talento, saber y dignidad de sus esc1·itos J u.ao de .Mena, na tu· ral de Cót·doba, que nació por los aiios de 1411. Estudió en Salamanca, pasó á Roma y de vuelta á Castilla fué nombrado sucesivamente Veinticuatro de Córdoba, secre· tarío de cartas latinas y cronista de Don Juan II . .Sin perte.necer á la nobleza por su nacimiento, supo por su mérito literario. hacerse lugar entre lo~ nobles- má~ poderosos, ganar la ami,~:~tad y aun el pfl.trocinio del marq11éa de Saptillana1 el hombre mus ilustre de su época, y llegar á obtener el favor y la confianza del rey, como lo prue· ba su cargo de cronista. Juan de Mena fué el verdadero tipo del poeta cortesano. Sin mezclarse en los negocios públicos y en las contiendas políticas, de ingenio agudo, humor festivo, finos

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modales y carácter acómodaticio, acertó á conservat·se en buena correspondencia y relacion con. el rey, con el coadestable,.con los infantes de Aragon y con los pl'incipalos jefes de lo~ partidos. El rey mostraba. mucho gusto de los vepsos de Juan de Me· na, puesto que, al decir de su médico y confil'\ente Cibda-Real, «solía tenerlos soht•e su mesa á la par del libro de oraciones.» S us pvincipales.obras fueron: La Co'J'O'JI4C'ion., especie de poema hecho en b.onor y alabanza de su amigo y protector el mnt·qné's de Santillana, en que figura un viaje al Parnaso para presenciar la coronacion del marqués poi"· las Musas y las Virtudes, aomo poeta y como héroe: Los Siete pecados capital6S, fábula alegórica en que se representa 1:1na g.uer,ra entl'e la RaZún y la Volulltarl.:- El Laoe1·into, que es ~u grande obra, respecto de la <mal hé aqui el uota~le elogio que hace D.. Ma.nuel Jodé Quintana· en la iu-troduccioo á. las Poesías

castellanas selectas: «Juan de MP-na elevó en su Laberinte el monumento más interesante de nuestra poesía en aquel siglo; y- eou él dejó. m uy lejos de sí á los otros escritores. El poeta tto esta obra· se supone con el1 intento de cantar las vicisitudes de la Fortuna; y al tiempo que teme las dificultades de la em¡tresu, se le aparece la. Providencia, que le iutt•oduce en e\1palacio d·e aqueLla divini· dad, y le sirve de guia y de ma~tra.. Atlli, prime11amen te-¡ V:e·la· tierra-, cuya descrip.cion geográfica hace ;-y rlespues se doscnbren las tres grandes ru~das de la Fol'ltuna, en repr&sentacioo· de los tiempos pasados, presentes y venideros. La rueda del tiempo present.- esliá en movimiento ;·las otras dos parada.s; y á la de· lo futuro cubre un velo de ta.l modo que, aunque apa· recen formas é imágenes de hombres, no. cleja distinguirlos bien. El poeta, describiendo lo que- ve, ó conversando con la Providencia., pinta todos los personajes. import~ntes de que. tiene noticia; cuenta

los hechos célebres, asig·na s us causas, manifiesta cuanto sabe en historia, mitología y filosofía moral y politica, y deduce de cu.anclo en c:aando preceptos y máxi:maS:; excelentes vara la condueta de la vida y gobierno de los pueblos. Así El Laberinto debe ser mirado como la produocion de un hombro docto, en toda la extension que aquel tiempo permHia, y com() el depósito de todo lo que se. sabia entonces. Los pen: samientos son notables. y grandes; las miras honesws y j-ustas. Se ve á Juan "de Mena tom&l! fuer·zas' de su asunto y apos· trofar aqui al: monarca castellano •. ~dvir-­ tiéndole· que · sus leyes no sean telas d& araña, y que debe contener igualmente & los grandes que á los pequeños; en otra parte pedirlo que reprima. el horror que iba introduciénd"ose en los lare~ domésti· cos de envenenarse los esposos; ya. indig-. narse de la barbárie con que se habían quemado los libros de D. Enri.:¡ue de Villena; ya mostrar los estragos y desórdenes de Castilla, como castigo del' reposoen que los grandes dejaban-á los infieles,. por atendeP· solamente á su a mbicion y á 1 su codicia.» El Laberinto contiene trescientas coplas, y por esto se denomina tambien Las T1·escienta~

Escribió tambien J'uao de Mena u·na pal'á.frasis en prosa de algunos- cantos de la . Jlíada y las Memo1·ias de alg'U!nos linajes-

antiguos·'!/ nobles de Castilla·.

Contaba no más·de 45 años' cuando fa~ l'leció en- Torrelaguoa en el de 1456, uni~ versalmeute llo¡•ado por todos los aprecia~ dores de su talento-. Sobre su. t11m-ba se· escribió este epitafio; «Félix pátria-, Dicha buena, Escondrijo de la muerte Aqui le cupo por suerteAl poeta Juan de Mena.J>.

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CO~OCIMlENTOS

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YAHIOS.

Dis ,., · F:l - leido ante ln Academia de Ciencias exactas, físicas y nalurales, en la recepcion públ1ca del Sr. D. Eduardo Saavedra.

Fortuna.no comun mo cabe a·J penetrar en el necin to, augusto de las ciencias, que con man(} generosa me ha franqueado esta Academia, C~da nuevo elegido tiene que recibir los plácemes y enltorabuenas en el sitio mismo que, ocupado poco antes por un horubre ilustre que la pallria \lora, hu. dejudo vacío la guadaüa de la muerte imJ?Incable; pero en Ju ocallion presente, el docto A.cadémico que ocupab!t el puesto designado para mi por vuestra bondad, continúa entre vosotros, y puedo prometerme que D. José Eohegaray, mi amigo en la a·lolescenoia, mi compaiiero en la enseüunza, y mi jefe en la admini:strncion pública, sera al mismo ttempo que mi colega. mi gui¡, para entrar por el d1ficil sendero de los estudios propios de vuestro instituto. En él encuent1·o y baludo á muclros de mis· antiguos maestros; y entre ellos no puedo ménos de notar la falta de Don Venancio Gonzalez ~ alledor, profesor de eutendimiento cla.rÓ, que con metódica y sencilla explit:aciou popularizó. en más de dos generaciones el estudio.. de la. Física: cuya pérdida sensible ha motivado el ingreso del Sr . Ecbegurny en.su seccion , dejando en lá ele Ciencills exactas una vacante que,.. no pudiendo ofrecerla por premio de mér itos. q.ue' no tengo, me la ha beis oonfe'rido como estimulo de co.nstautes aficiones, y como prenda de gratitud. perpétuu. Y uo os Valledor el único de mis maestro>~ exclat ecidos que ya no se halla en esos bancos. Tt·avll:>edo, Campo, D. Juan Sube1·case, no han vivido lo biJ.stante pa.ra escuchal' en este dia., de mis labios, el tes timonio de gratitud y respeto que c.labo consagrar a la memo' ria. de los que me euileñaron á amar la cieiU:ia, á admir.ar su belleza y :>entir su armonía. Extraño sonará t:stu lenguaje en algunos oídos. Belleza, sentimiento y armonía son nociones que, acorues entre si, se compadecen mal con la idea dominunte en el vu~go ace~ca.de las ciencias exactas, físicas y naturales. A todas horas se proclama por geotes de conuil)ion diversa , que estudios tales secun el corawn y es: terilizan la mente; y entendiendo que el cultivo

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de las Matemáticas hace á. l&s hombres abstraídos y au-n intratables, y q,ue el de las ciencias. nat urales conduce á la frivolidad ó l\1 materiaJismo, no falta quien se congratule cle hauel' abandonado aquellas disciplinas yara correr sin embarazosa trab¡t por la pend-iente de sus inclinaciones literarias; 6 quien trate formalmente de contrapesar los inconvenientes. 6 contrariar las tendencias que se le a'lltoja ver en oi mages· tu oso·cuerpo ctcntiftco. Pero vosotr·os, que coa seguro criterio y con espíritu de verdadero análisis, sin deteneros como tantos en la superficie de las cosas, habel.s profundizado los ramos del saber que os son peculiares y en que sois maestr.os.. eomprend.eteis sin diticultad, que quien ig.oore del todo, ó conozca ó. meuias lo q.ue son la.s ciencias, podrá tan solo dar crédito y valor á doctrina. semejante. Y en efacto, Señores, nadie desconoce que es la naturaleza fuente perenne de lo bello, modelo universal constantemente p1·opuesto al estudio y meditacion de lo<~ artistas de touo género; y; la belleza ideal de las obrus ue a1·te arranca, como de basé ftrmisima, de lb contemplaélon de la belleza real inherente á cuanto ol homb~ divisa eu la creacion.entera. De olla se apode.ra, ansios.o de estimul11r sus sensaciones y de dila.tar·el horizonte de sus conocimientos~ y. e.s taJ la unidad de im presit>n q uo lo~ oiJjetos naturales realizan en nuc.:.tro animo, que hallo iwposible aislar una sola de sus formas sin auul& r. la vitalidad de la otra: no dándose, sin arto, más ciencia que la rutJOa~ ni P.Udiendo el art_e elevarse, si u algun apo¡o de la ciencia, á toda la sublime serenidad de su esfera. No es 1~ misma, á la verdad, la emocion producida por esos objetos, seg.un que los presenta Í\ la vtsta la ciencia. ó el arte; pero esto depende, tanto de _ la..drversidad de los me:lios de rnanifestacion externa, propia de las mi11mas artes, y. que priva de los colores á la escultura, del lllOVimentQ á la pintura, á la poesía de la forma visible, como de la fase distinta bajo la cual dichqs ohjetos se consider.an: manantial ina~otable de variedad intlnita en Las producciones artísticas, y gue hace al arte impereGedero como sus pro-

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plus obras. Si hubieran éstas de reducirse á serviles imitaciones, como alguna escuela pret ende, nadie negarla al arte el derecho de vegetar, separado por impenetrable barrera, del fecundo movimiento que impele constantemente á la inteligencia humana á mas altas regiones; pero si el arte se inspira en la naturaleza para traduc'ir la expresion más vi va ae sus formas, y la ciencia va á buscar dentro de estas formas el origen de aquella expresion que nos conmueve, no se podrá desconocer que de ese fondo comun hun de su•·gir ciencia. y arte estrechamente unidos y envueltos en la misma aureola, la aureo la del genio y de la g loria, corona inmarcesible qlle orna las sienes del cantor de la Iliada como dal fundador de la Academia, del pintor de las logias lo mismo que del invento¡· del cálculo de las fiuxiones. El espeso bosque 6 la verde enramada, que :tnnraviliosamente interpretara el fácil pincel de Claudio de Lorena, no nos parecerán menos bellos en el campo, penetrados por la brillante a tmósfcra del estío, vibrando al soplo de la brisa de la tarde, poblados por todo un mundo de vivientes, desde la lenta oruga ó la sociable hormiga hasta el ruiseñor canoro y la ardilla trepadora; ni la armonía de eate conjunto hará menos ag radable la sclitarra figura de un ui'ioso roble 6 del alegre paja-'rillo que anida en su copa dilatada. Y aunque descendamos del individuo orgánico á sus parte-s componentes, tambien codontruretnos los atributo·s d'e la belleza en la I'adfnda corola, en el vilano plateado, y' en el capullo que de,ió un insecto pendiente de alguna' mata. Un paso rtJ:á:s, y ltabrérnos s-alvado el limitq d'e las ciencias biológicas, que son las que mil~ de cerca to'cian á l a naturaleza viva. Y si dE>~ le el ft'oncloso paisaje Uastá la' ~eduda se miila li«lmos podido sefjqJar en el 'fondo de nuéstras l1ilpresidnes un movimren1ro estético de únu tí otra esfJecle 6 forma, ¿habrá de cesar como de repente este movjmiento de manifestarse, cuando continuemos el análisis más allá de las formas inmediatas que nos deja ver la naturaleza? La grande unidad que en ella se reconoce por todos sin disputa aleja la idea de diferencias esenciales entre lo que es visible para el vulg-o, y Jo que es visible solo para la ciencia; y no permite suponer que haya limitaciones det er minadas para el ejercicio de· las facultades sensibles en la contemplacion de las cosas nat urales. En la Botánl<lá es la t ransicion más fácil que en nin·guna otra.ciencfa. La a1lcion al cultivo de las flores despierta viva curiosidad por saber ~us nombreS!, apreciar sus aplicaciones y d.is-

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tingulr sus variedades: estúdianse para satisfacerla los órganos y sus funciones; y ·en ese punto es ya el encanto tan irresistible, que pudo avasallar la imaginucion exaltada de Juan Jacobo Rousseau; y Goethe, el gran poeta, el delicado artista, no se desdeñó de penetrar los arcanos de la anatomía vegetal, y descubrió el principio de unidad que preside al desarrollo de las hojas y las flores. Y quien observe las afinidades naturales que ligan, con diferencias a veces insensibles, á las especies y géneros vegetales, desde el corpulento plátano hasta el moho diminuto, 6 desde la compleja talamifl01·a hasta la sencilla desmldlácea, contemplará el reino de las plantas en sugr~ ncliosa armonía, semejante á un territorio dividido en provincias que se tocan por multiplicadas fronteras; ó siguiendo la poética lmágen del inmortal Lineo, como una.. nacíon que tuviera por príncipes á las palmeras, coronadns conlosatt·ibutos de la victoria; cuy9s nooles fueran las liliáceas, blasonadas en sus relucientes pétalos; y con el estado llano, fielmeute representado en las numerosas gramí neas, tan útiles como sencillas y fecundas. Qcupadas noche y dia las millares de especies de ese puelllo inmenso en lu labor admirable de transformu r en sustancia orgánica la materia inerte, en volver á las esferas de la vida los organismos que perecieron, la diversidad de medios, de elementos y de productos elaborado9 impl'ime á cada planta distinta y especial fisor uomia, que denuncia el veneno de la somllría solanácea, y convida con salutíferos jugos en la fragante lubiada. Los más sabios naturalist as solamente, oomo el sagaz Lineo, el portentOso Eumboldt y el infa.big~ble Zollingev, ba.n sabi~ do da¡· valor a ese aspecto vel'dader ame nte a r• tís tico del estllldlo de los vegetales; y apar tá nclonos del monótono, si bien indispensable exártlen del número y ftgura de los órganos, nos hacen contemplar los grupos de elegantes m u• sáceas, cargadas bajo los tró¡}lcos de suculen to fi'Uto, g•·aciosum~ute colgadas con guirnaldas de bejuco., y (Jasionarias; ó volviendo la vista á regiones mEmos apacibles, asistimos con ellos á la primera invasion de glóbulos imperceptibies, verdes 6 purpurinos, que alojándose en los húmedos poros del desnudo peñasco ó de la antigua moldura, se dejan luego cubrir del su- · frido llquen, reemplazado, cuando el Clima es más suave, ooo el verde musgo 1 primer explorador que fertfliza las más áridas superficies, y las entregn despuea al dominio de los vege:tales de órdenes superiores. · · Eotouces, cuando el reino vegetal ha tomado plena p&scslpn ele u n terrJtorlo, e~tra á su ve~ Á

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la vida animal á ocuparlo. Más perfecto este otro reino natural, no puede, sin embargo, asimilarse su,stancins que no hayan experimentado la prjmera cristalizacion orgánica; y por eso son la~ plautas la base esenci.al de la existencia (lt: los animales, lleg-ando á tal punto su con~xion y semejanza, que muchos de estos revister;l la figura 6 los colores de la hoja 6 corteza que lessirve de alimento. El mica·oscopio, denunciando lll- presencia de la vidahast>l un grado de pequeñez que raya en lo infinito, ha revelado las formas seucillísimas de los infusorios que tiñen la nieve de los Alpes, iluminan la super)icie del Océano, dan nombre y color á las aguas del ¡;olfo arábigo; y en los últimos bot·izontes de estos organismos invisibles el reiuo animal y el reino vegetal confund~n sus limites, de tal suerte, que las formas propias de ambas séries parecen arrancar de un punto comun, celdilla rudimentaria, cuya repe~ícíon indefinida constituye el sól ido tejido del enhiesto tt·onco (> de la acerada musculatura. Tan sorprendente unídad en las formas que revisten los vivientes no obsta para que en su mayor diversidad ofrezcan más subli,me armonía las escalas zoológicas extendidas entre el informe espongiario, y la ad mirable morada del espíritu del hombt·e. Procediendo del tipo inferior al más elevado, la Anatomía comparada enseña el órden do subdivision de las funciones á rnedil:la que se van complicando los órganos en que se localizan, y la completa uniformidad del plan que domina en la constitucion, no solo de los animales de un mismo tipo, sino, más en grande considerada, en los que pertenecen á tipos diferentes. Este concie~·to extraordinsrio deja suspenso el ánimo cuando se revela por el estudío de la Embl'iologí!l, revistiendo á cada nuevo sér de las formas características de las clases inferiores s ucesivas, h11sta lleJar á la definitiva que le es propia. La gradaoion de las especies 11nimales presenta, á la verdad, algunos tránsitos repentinos; 9: .todas las formas embrivnarius no se encuentra siempre exacta correspondencia; la í.:oología no carece eJe enigmas; pero así como el antiguo arúspice buscaba en las entmüas de las víctimas respuesta á su anhelante duda, hoy penetra el sábio en las entrañas de los montes, y alli le guarda escondida la misma naturaleza- la solucion deseada, en los petrificados restos de especies que.no alcanzaa·on á ver al hombre. Las capas de yeso de Mootmartre, por ejemplo, conservan los huesos del anoploterio, que eslabona los rumiantes con los paquidermos, y el hueco entre estos y los cetáceos lo ha llenado el dinoterio de las arenas de Ep- ·

pelsheim. El enorme ichtiosauro, mitad pez y mitad lagarto, explica uno de los aspectos que toman los fetos de ciertos saurios; y la hist, ria del desenvolvimiento embrionario ~e todos lO!$ animales retrata la sucesion do sus familias on las edu<los del mundo, donde los ot·ustáceos han precedido á los insectos, y los peces á Jos repti. les, relevándose las especies en el dominio de la superficie de la tierra, corno se renueva á cada hora del dia y en cada estacion del año la poblacion de los bosques y las r·iberas. La Paleontología, por último, llega <;:omo á. dar u~ asomo df) fundamento á Jos ensueños de los antiguos poetas, cuando devuelve á la luz el esqueleto del plesiosauro, extraño animal que reuue la cabeza del lagarto al cuello del cisue, y los miembros del cetáceo al tronco de un pescado. Los restos fósiles han dejado escrita en las capas sedimentarias, cual hojas de un libro, 1~ lti;;toria física del globo que hubitnmos; demostrándose como verdad positiva, con las observaciones geológicas, la emet·sion de los continentes, la erosion de los valles, y la erupcion de las tnontañas, que cantuba Ovidio como concepto pitagórico en cadenciosos versos. La dislocacion de los terrenos, con la encontrad~ dil·eccion de los estratos, doclanw la edad t·elll.tiva de las ásperas cordillot·as; y el explorador infa.tig-able encuentra el galardon de su ruda tarea, cuando por resultado de ella presenta con tanta solidez como grandeza el cuadro de nuestras. principales divisorias, formando islas en los mares secundarios; comprendidas despues en un inmenso continente, donde ocupabao granues lagos tet·ciurius las dos Castillas, desaguados luego que el levantamiento de las celebradas cumbres de los Alpes dió á Espaüa Sll definitivo relieve. Comparando los fenomenos actuales con las huellas indelebles de los antiguos, se hace patente la más perfecta unidad á tt·avés del tiempo, de las causas que cambiaron y cambian de continuo la fazdela tierra; ya sean tan lentas como la lluvia y la helada, que conducen ul fondo del Océano los peñascos de las sierras convertidos en ureua ó arcilla; tan invisibles como el animalillo que con su microscópica concha fabrica el duro trípoli ó los grandes bancos de creta; 6 tan violentas como la palpitacion del terremoto, que induciría á ct·eer que el mundo vive, y que, como dijo el épico latino, un espíritu interior le anima. Con mfls razon podríamos fijarnos en esta idea si imaginamos al globo lanzado en giro perpétuo por elpielago inmenso det vacío; pero profundizando el estudio de la. Astronomía, se

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advler te que s nj .. to P ~ e globo e mo los demás planetas á órhita determinada, obeétece á las leyes fatales de la materia inerte, leyes que, con sencíllez verdaderamente asombrosa, producen la serena armonía de los espacios estrellfldos, á cuya vista exclamaba el Rey profeta, que los cielos proclaman la gloria del Etet·no, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. No es mi ánimo repetir cuanto se ha dicho de los encantos de la Astronomía, desde el punto de vista de las emociones que causa la eontemplacion de los astros, porque podria parec()r ageno ú la nocion científl.ca de la composicion dA! universo; pero si os haré recordar·, porque hace muy al caso para mi tésis, que los • progresos más culminantes de la ciencia han Ido estrechamente enlazados con las manifestaciones más genuinas del sentimiento. Pobres de datos y medidas, fáciles en hipótesis, las antiguas escuelas filosóficas propusieron cuantos sistemas podían concebirse para explicar el del mundo; sin que sirviera ninguno para fijar el resultado de las observaciones, hasta que, más rica la escuela alejandrina en conocimW3rvtos prácticos, al mismo tiempo que se penetraba instintivamente de la senciUez que debe reina·r en todas las cosas naturales, dió á luz el famoso sistema de Ptolomeo, fundado, á pesar de sus complicaciones, en la perfeocion atribuida entonces al movimiento circular uniforme, y en el respeto á las apariendas de los fenómenos. Este sistema, aun cuando, en sentir de los críticos modernos, debiera algQ más de lo justo y .admisible á la imaginacion un tanto infiel del sabio greco·ogipcio, ha sido, durante catorce si, glos. base de los adelantos de la Astronomía. Pero, simplificado por el gran Qopérnico en uno do sus principales fundamentos, al est¡1blecer el órden heliocéntrico de la!> órb.i tas, no quedó reducido á la uniformidad que hoy nos admira, basta que se atrevió á despojarle del inútil y creciente aparato de ecuantes y deferentes, de

Á ~ IU.ORID: t869.=1mprenla de ~~ ··

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Los ConocimienLos útiles.

Los CoNOCI•I&Ntoa Ó'lJLit

n ~ r() : epiciclos y libraciones el em:nente 1 ombrc singular, que en lucha constante con la contraria fortuna, á la indomable perseve rancia con q1 e gastaba veintiseis años de su vida en la e1'accion de unas Tablas y repetía setenta veces un mismo cálculo, juntó fantasía ltl'diente, con cuyo vuelo, entreviendo gran parte de los descubrimientos de sus sucesores.• dictó las fumosas leyes que nevan su nombre, y fuet·on el punto de partida de la Mecánica celeste. La imngin!ICion y el an'álisis, la observacion y el sentimiento guian desde entonces de consuno la Aatronomia. Asi es que cuando el conacimiento de las perturbaciones ha hecho ver que en la mnr•cha de ningun .astro hay eje fijo, órbita constante ni plano invariable. ha surjido la atrevida ;nvestigacion teórica de un nuevo planeta, hallado por el telescopio donde lo habla adivinado la ciencia; cuando un anillo de más de cien asteroides ha llenado el hueco entre Marte y Júpiter, y se han determinado las trayectorias tan diversas de los cometas, se ha lleg ado á dar órbitas á los grupos de fugaces exhalaciones que lucen en las noches despejadas de agosto y de noviembre; y últimamente, cuando la perfcccion de los instrumentos ha denttnciado alteraciones en la posicion de las estrellas, y empezado á resolver la informe masa de las nebulosas, se ha concebido la hipót esis de que el sol se halla en el interior de una gran nebulo~a, formada por las estrellas que le rodean, y se ha emprendido un plan de operaciones para buscar el movimiento del sol dentro do esa nebulosa, y el de toda ella con relacion á las demás que pueblan las profudida· des del espacio: como si ·el hombre no pudiera la dejar de atacat· ninguno de los problemas cuya soluclon (por valernos de una frase afortunada de Plinio} se diria que yace escondida • en }a majestad de la naturalvza.

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(Se continuará.)

a eargo

de Fraociaco 1\oíg, Arco de Sonia Maria, 39.

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y Núm. 20.

Los Conocimientos

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ECONOMÍA POLÍTICA.

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La cartllla del trabajG> (l). {Cooclusion.)

XIII. RBCAPITULACJON.

Resumamos con brevedad la teoría del trabajo contenida en los capítulos anteriores. Nuestras necesidades son obra de lasabiduría de Dios para hacernos trabajar y progresar indefinidamente. Por eso en la escala de los :oéres terrestres, aquellos son superiores que sienten más necesidades. Las necesidades del hombre son físicas, intelectuales y morales. Las necesidades físicas son las más imperiosas de todas, y su completa y segura sntisfaccion es el punto de partida de los demás adelantos. Estas tres clases de necesidades son tan espansivas en el sér humano que, al parecer, no tienen término. Apenas se satisfacen unas, cuando se presentan otras cuya existencia no se había sospechado. Para adelantar indefinidttmente por el camino de la perfectibilidad, el género hu· mano tiene que procurar satisfacer todas sus necesidades materiales, intelectuales y morales armónicamen te y á la par. Si satisface las de una de estas tres clases y olvida ó desatiende las demás, su desenvolvimiento será anormal y monstruoso. Degenerará del puesto que Dios le confió, y no podrá establecer en este mundo nada grande y duradero. Ninguna necesidad puede satisfacersé sin que antes sea pagado el precio puesto á su satisfaccion por el Sér Supremo. Este

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Véase el nt\moro uat vrlor. Jalio 17 de i8G~.

precio es uno ó más esfuerzos, y estos esfuerzos es lo que entendemos por trabajo. De aquí que el trabajo sea para el 11om bre la primera ley de Dios. , De ar¡uí tambien que hoy sea la prime ra ley humana, pues tiempo es ya que las le· yes humanas concuerden con las divinas. El trabajo es la prime1·a ley divina y humana, porque es el movimiento, porque sin él no hay vida para el cuerpo ni vida para el alma, y la conservacion del alma y del cuerpo e::; n uestro primer deber hácia Dios y hácia nuestros S€mejaotes. Los dones gratuitos que la Providencia ha atesorado en este mundo para el sostenimiento indefinido de la raza humana, -son inagotables y gratuitos. Todos ellos, sin embargo, tienen que saberse aprovechar por medio del trabajo para trasformar los e u riqueza. El hombre crea la riqueza. Es lo ·único que podemos crear todos. Para ct·ear la riqueza Dios suministra los elementos esenciales gratuitamente. El hombre solo pone por su parte los esfuerzos materiales, intelectuales y morales, ó si se quiere, una série de movimientos armónioos de sus músculos, de su inte1igencia y de su sentimiento. Estos esfuerzos del hom'bl'e ó estos movimientos de su sér, pueden producirse de acuerdo con las leyes providenciales ó en · desacuerdo con ellas. En el primer caso resultará siempre algun bien, y el trabajo será productivo. En el segundo caso los males que resul· · ten serán mayores que los bienes, y el tra· bajo será ruinoso. Todo ~sfuerzo 6 trabajo para destruir, TOMO

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© ~---------------------·--·-<Q~ V 506 Los Conocimientos útiles. V como el de la guerra, es un crimen de lesa humaniJad. La guerra solo es legítima cuando ame. nazados por otros de una destruccion tota 1, la hacemos en defensa propia. · El trabajo que solo dá para satisfacer las necesidades actua1es es út-il; pero no aseg-ttra el porvenü·, sino todo lo contrario. El tt·abajo que produce un sobrante es el trabajo fecundo y ' el único que forma los capitales. Porque •Jos cápitales sofo se pueden fo¡· mar con el ahorro, y ahorrar es gast.ar ménos tle lo qu(l se produce. Todo capital es tráb11jo acumulado, trabajo al cual se ha hecho toma1· unri forma material, como una casa, un puente, un saco de dinero, ó nna form:l inmaterial, como una verdad, una ley, una idea. Los capitales para el hombre no son en realidad sino trabajo latente. Es decir, trabajo que podemcs evocar á voluntad. Para las obras de un estado social primitivo bastan los dones gratuitos de la naturalez~~ y el trabajo del hombt·e. En un estado social civilizado como .el nues- ' tro, las cosas ú tiles se vroducen del mismo mo·io; pero corno la mayor parte de aq uellas cosas exigen una cantidad de trabajo inmensa, nos' aprovechamos de"l püderoso auxilio' del tt'abajo latente en los l!ap'i tales, y empleamos en1 tMa proJucciou elementos gratuitos, ca'pi'ta1 ·;\ttrbajo 'late11t~). trabajo. Para cousiru~r una locomotora • ' J f '• • • no solo se neces1tan hoy lqs rmuerales que dá la tiet·1·a, lbs árboles las plantas, la accion del fuego y un sinnúmero de elementos principates y .gratuitos, además del trabajo de los operarios~ sino que para trasformar la mena en hierro, utilizar el combustible, tornear y forjar las piezas, tenemos que contar antes con una cadena interminable de capitales, como hornos, tornos, máquinas, talleres, het·ramientas que encierran en estado latente sumas de trabajo verdaderamente maravilloso. El individuo ó el pueblo qué no proeura. formar su capital para trabaJar mejor y más barato, jamás podrá lu~har co~ otro que disponga <le aque'l pocle'rosis1mo íns-

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trumento de produccion. Porque el que dispone de cnpitales, dispone de la cooperacion de las genet·aciones anteriores: los muertos están con él y le ayudan. Pero el que destruye y no ahorra, y carece de capitales , no tiene más esperanza que sus fuerzas, y estas son bien poca cosa comparadas con las de cien genet·aciones que pudiet·an acudir en auxilio suyo. De todos los capitales son las máquinas los más valiosos. Nos emancipan del trabajo cot·pol'al, dejándonos en libertad para cultinlr nuestra alma. A fin de abrirnos y trazarnos el camino, Dios puso en nuestro rededor esP.s máquinas animadas que llamamos animales. Hoy remedamos esos animales aprovechando la fu erza irresistible del calor, y construimos máquinas gigantes que atra· viesan los mat·e::~ con seguridad y prontitud, trabajan á nuestro capricho en los talleres, ó nos traspot·tan cún nuestros productos de un polo á otro en muy pocos dias. ¿,Puede nadie ('alcular el trabajo Hsico que ahorran y los siglos de tiempo que regalan á nuestras inteligencias para que todos podamos instmirnos y mejorarnos'? Nu e::;tra redendon estriba en que la lv.nzadet·a y el cincel trabajen solos. Despues de los triunfos conseguidos, es de esperar que nuevas máquinas acaben de r edimirnos . De todos los dones gratuitos d·e la Pro · videncia hay uno que no podemos menospreciar, por~ue fo¡·ma parte de nosotros mismos. Este don es el tiempo. Como al ej ecutnr cualquieea obl"a tardamos ruits ó méoos en hacer los esfuerzos que aquella exija., puede decirse que gas· tamos ,parte de nuestra existencia en su. prouuccion, ó que nos cuesta una parte de la -rída. Nadie se atreverá á sostener que la vida no sea el primero de los bienes materiales, y de aquí que la economía del tiempo en la prouuccion sea de la primera importancia. Do¡,¡ moti os hay de economizar el ~ieippo, á saber: el primero con r'a di~isj~on... del trabajo, hacieouo qne varias yer~.o!fa.S se ~

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asocien para una obra, y que cada una de ellas no haga sino una pequeña parte de ella. El segundo asociándose tambien varias personas para un esfuerzo comun, pero superior con mucho á las fuerzas de cada cual. Asi las fuerzas individuales se trasforman en una poderosa, irre'5istible. Así se hace hasta fácil lo imposible con grande econornia de tiempo. Nótese de paso cuán patentemente se vé la voluntad benéfica del Creador, impeliendo á sus criaturas al amor por todos lós cnminos ' del interés. Ay! cuán poco han penet¡·ado en sus leyes los que declaman contra la riqueza y condenan sus manife:staciones! Euséiiese á los hombres ei único camino para conseguirla, que es el trabajo y el ahol'l'o, y nuestro natural afan por poseer no podrá producir nunca sino los mejores frutos. Hoy ya no cabe dudar1o: nuestro destino terrenal es el armónico desenvolvimiento de todo nuestro sér, satisfaciendo gradualmente y á la par nuestras sucesivas necesidades fisicas, intelectuales y morales. El medio único de conseguirlo sin pecado y sin peligro es tr·aLajar; tr·abajar con el cuerpo, trabajar con la inteligencia, trabajar con el corazon. Entonces se manifestar·á con más 6 ménos rapidez (segnn el camino qne tomemos) la recompensa que Dios tiene reservada á los que estudian, comprend·en y acatan sus siempre paternales leyes, y lo demuestran así ol;rando con arreglo á ellas. Entonces los servidores animados 6 inanimados que nos rodean por el mundo, se pará.n cargo del trabajo material, dejarán en libertad á nuestro cuerpo y nuestra inteligencia, llamada á más sublime actividad, á nobilisimos deberes, se elevará de dia en dia en busca de un ideal de belleza y de bondad, en busca de su Creador. Porque el progreso no ha sido, ño es y no será en todo tiempo más que.. emancipar al cuerpo de la esclavitud del trab~jo material, redimir á la inteligencia qe la inercia y la ignorancia, para que todós y

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cada uno puedan estudiar y comprender sus deberes y sus derechos, acatando cons· cientemente las leyes providenciales del universo, y de sus pobladores las relaciones armónicas de la materia y del espíritu. Por eso diremos una vez mas que . el único medio de realizar el px·ogreso huma· no es el trabajo.

XIV. APLlCACIONRS Á ESPAÑA D.E LA DOC'l'lttNA DEL TRABAJO,

Para que sean fructuosas en nuestro país las verdades que hemos procurado recordar en las anteriores páginas, conviene hacer algunas aplicaciones á lo que estamos presenciando y lamentando. ¿Dónde se fué aquel poderio que hizo vanagl<>riarse á nuest!'os antepasados de que el sol no se pusiera en los dominios de Esp.aña? ¿Cómo hemos venido á ser lo que somos despues de haber dominado en Espalia y Portugal, en Holanda, Bélgica y parte de la Francia actual, en Italia, Sicilia y Cerdeña, sobre las costas del Afdca, en la India y el Pacifico, en la América del Sur y la del Norte, en Jamaica y to . das las islas adyacentes? ¿,Qué Lieoes nos produjeron ,aquellos galeones c~rgado~:¡ de plata y oro.• aquella cootin1,1a inund~cioo de metales preciosos que causat•on .una verdadera revolucion en la ri~ueza del mundo? ¿Cuál fué la causa que redujo á la España de Cárlos V y Felipe Ir, 4 la na· cion que los demás pueblos envidiaban é imitaban, hasta el grado de pobreza é im. potencia que nos legó Cárlos II, y que dur~ todavía despues de más de sjglo y medw'? La causa principal, la casi única fué el desconocimiento de las leyes ele mentales ~el trabajo. La causa principal, la casi única fué que nuestros abuelos creían y hacían lo contrario, punto por punto, le tra por letra, verdad por verdad, máxima á máxima, de lo que Dios manifiestamente quiere. , ( .,Yeámoslo y ~B seguida cubramqs nues· tras frentes de ceniza, hag·amos siete ve-

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-------------·~1 --------~~---------------------~~0-8 r Los Conocimienlos útiles. T ....., ces penitencia, propongámonos la en1 mienda con una voluntad de hierr.o, y hagamos surgir de nuestras manos y de nuestras inteligencias esa v:erdadera gran· 1 deza, esa superioridad verdadera que todos anhelamos para nuestra pátria. Ya snbemos que las necesid-ades humanas son el poderoso estímulo, sin el cual el hombre seria torlavía más débil y más desdichado que el mouo. S a be mos que son el medio de qne Dios se vale, no solo para hacernos progt~esar, si no para sostener la parte del pt•ogreso hecho. Pues bien, en España, destle hace 350 años sobre to¡io, se ha proCUL'ado iuculcar en los ánimos, desde la cuna, que el hombre que ménos necesidades tenia er·a el más rico y perfecto. Dios rodeaba á los esi?añoles de necesidades para avivarlos é inducirlos. á desarrollar su sér: los españoles rechazaban ef'te estí· mulo en nombre de Dios y pugnaban por matar su obra. El tipo de perfeccion que se alzaba por doquier ante los ojos de la juventud, era en el hombre el austero cenobita, demacrado, débil, cadavérico, alimentándose con un pienso de pan y agua, durmiendo sobre una esterilla, con la fnteligencia desvanecida entre éxtasis y ensueños. Para la mujer, la hembra estéril y yarásita, re· nunciando á. ser· la luz del hogar, el áng·el de la familia, para convertirse en gusano de una tumba desde.la cual r-oia y consu .. mía lo que sudaban :itís het·manos. · Con semeJantes doctrinas ¿qué mucho . que nuestro pueblo renunciara por grados á esas mil necesidades expansivas de nues· tro sér, y q ne hoy se encuentre sin capital, sin conocimientos, pobre, anhelante é impotente? Lo que piensa la inteligencia, lo que siente el corazon, tiene un influjo todopo· deroso sobre los resultados prácticos de la vida. En Es.paña se ha creído, contra lo que Dios nos enseña á cada instante,. que el cielo estaba asegurado para aquel que no solo refrenara sus pasiones (lo cual nos aconseja nuestro propio interés), sino para el que sofocara y aniquilara todas sus necesidades, aun laS más legitimas. Muertas esta~ ¿q'ué había de resultar'? Lo -que re-

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sultn donde no hay estimulo; el marasmo, la indiferencia, la mit>eria,. la barbárie,. y. por fin la muerte. Léjos de clasificar ó deslindar las múlti· ples necesidades tle nuestra naturaleza para mantenec cuidadosam.e:nt.e la armo.· nia necesaria en . su continuo desal'rollo;. léjos de comprender que una r.lase de necesidades no pueden tocar. á la perfeccion si las demás no existen.ó no se encuentran en desarrollo conveniente~ léjos de adver tir por la diaria experiencia q_ue el. abu.s(). en una de hls tr.es regll>nes.de.nuestr·o sér es una fálta que provoca sin remedio algun castigo, se entregaban ó pret.endian entregarse á la voluptu.osidad del sentimiento, y con u na verdadera gula de gro· tesca santidad, sumían la materia en la in· accion, la inteligencia en la ignorancia. De::~truida la actividad armónica de nuestr·o sér, bajamos, y bajamos tanto, que-· fuimos el juguete, la victima y el ludibrio de la Europa. Pero no fué bastante á la inconcebible aberracion de nuestros padres desconocer el objeto providencial de las necesidades humanas. El trabajo, segun hemos visto, es el único medio legítimo de satisfacerlas, y el trabajo fué condenado al desprecio, perseguido por. las más estúpidas preocupaciones. La nobleza, la hidalguía, consistía en holgar: producir algo útil,.. hacer un capital, era rebajarse á la :cepugnan te condicion del villano, Rubo. casos en que un hermano menor pretendí(} despojar al primogénito de un mayorazgo por el crimen de haberse casado aquel con. la hija de un rico cu••tidor. El curtirlor era poco ménos despreciable que el verdugo. Y sin embargo-, aquella sociedad necesitaba y gastaba cueros y calzado. Los ingenieros tenían que v.enir de Flandes 6 de Italia, y á este propósito. podríamos citar hechos verdader.amente in.concebible!l, ~>un tratándose de la fnrtifica. cion de las pla~as, es decir, de aquellos únicos esfuerzos (por cierto todos bien rninosos) en los cuales se vinculaban entonces el honor, la gloria y la. grandeza:... e1 trabajo de la guerr•a.

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©~·----------------------------------~~~~~~--~ - ~ 509 Los Conocin1ientos útiles.

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al objeto que todos se proponían. Los goPreferian los titulados caballeros andar biernos no retrocedieron ante el fraude y cubie¡·tos de harapos, arrastl·a¡· esa exisel despojo, alterando algunas ''eces el vatencia parásita y degradante descrita por lor de la moneda, ú obrando como monelos escritores de novelas de aquel tiempo, 1 deros falsos, y apoderándose por la fuerza á degradarse trabajando para alcanzar la de los caudales de los comerciantes ó de riqueza con dignidad y la independencia. Aun hoy rtll!)nlO se percibe la influencia la fortuna d.e los ac1·eedores del Estado. Existía un singul~r prurito en descono· de aquella terril>le y maldeci.lu pn~ocucer y perseguü· todQ trabajo fecundo ó. pacion. Millares de jóvened. inteligentes y productivo. En cambio ejercía se por mayor robustos se afanan por alcanzar cualquier toda clase de trabajo ruinoso, soñando con. empleo de holganzn, antes.que asegurarse una monarq.uía universal, en cuyas al'llS. la f01·tuna Jedicándose á cualquier trabaJo se sacrificaba, f\S~ en los.Países-,Bajos como técnico,, y ni aun á la profe:üun ú oficio de en Italia ó en ft.médca., así en la tierra co· sus padres. Quieu uuuinó á su familia en mo sobre el mar. lo p-tejor ~e nuestra san· alas de una. vauidad pueril para seguir dos gre y 1111estros más preciados tesoros. ó tres años de carre1·a,. ya se cree ilupo:siNo es e~traño que á impulsos de tanto bilitudo para stll' agricultor, maquiui:Sta.ó. error e1 capital nacional mermase prodifatwican te. gio:Samente. Mermaba nuestra poblacion Paréceles todavía que para cualquiera por las emigraciones y las guerras; merde estos trabajos tan productivos y tan maba por la expulsion del codicioso j u dio dignos, la primera coudicion es ser grose· y del morisco agriculto1·; mermaba ouesro é ignorante. tra habilidad en. la fabri~acion de paños,. En cuanto á la riqueza poco habremos de decit·. Por un lado :Se predicaba que era sedas, cordobanes y met~les; mermaba por el abandono y destruccion de los canales mas facil que uu camello pasara por el ojo de riego; mermaba por la tala de los mon· de una agujll, que eutrar un rico en los tes, y mermaba, en fin, porque no se hacían e1elos; por otro ::~e estaba en la creencia caminos, ni se encauzaban las aguas, ni que el poseedor de mucha plata y tnQcho se limpiaban los puert9s, ni se dediyaba oro era todopoueroso. No es fácil decir parte de los caudales de riqueza que reciahora cuál de estos e1·rores e~· a para la na· bíamos de Amél'ica al fomento de nad11 qu.e cion má::~ fune¡;to y pemícioso. El primero fuera útil, de n¡1da que fuese legitimo, d·e de::~conocia que así como la riqueza es un nada que fomen ta~e. e' t,rabajo. mal sieuuo adq u u· ida po1· el ft·aude ó. la Las máq ui~~~ de::¡o.parecieron hasta el v.ioleucia (lo cual se procuraba practicar can glo1·ia por n,ue¡;tros soldados en el. vi~· punto de srr completa.mente desconocidas. Si examinamos el e\)tv,do de las máquinas jo y en el nuevo wundo), así es uno de los animadas, que llamamos a.nimales, vere .. primeros y más indispensables bienes cu,au· do es producto del trabaio. Por el segundo. m os que las razas e~celentes con que nos dotó la Providencia se bastardearon sin despoblábanse nuest1·as provincias en bJlS· ca del oro americano, ya $e prohibía la cesar hasta dejarlas en el estado que hoy las vemos. importacion, ya la exportacion de arte· Ningun indicio má!:l seguro de la civilifac.tos y de primeras waterias, despnes de habe¡· matado la industria y arruinado la za,.ion de un pueblo que el estado de los agricultura, llegando á fuerza de errores animales domést¡cos de que se sirve. N u es· tras famosas mednas se ven, todavía súá convertir la nacían en un inmenso rancías, tr.ash.umar de un punto á otro; nuescho de mendigos que holgaban sobre montros caballos, sin rivales, se han convertitones de oro y pluta. do-, por lo general, en rocines ftacos, mal Igno.rábase basta tal punto cómo se produce la riquezat que se pretendían susti- , alimentados é iuferiores á los ingleses, franc.eses y alemanes; nuestros toros solo 1 tuir la~ leyes naturales ecopómicas con las están rollizos cuando se destinan á unas ' órdenes más absurdas y las más•eo.n tl'arias

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~l_o_________________L__o_s__c_o_n__o_c_i_rn__ie_n__to_s__u_·_tl_.l_e_s_.______~-=------·--~-~ luchas bárbaras, y un animal híbrido, la mula, es preferirla en todas partes porque sus mismos defecto8 se avienen admirable· mente con nuestra pereza y nuestra incuria. Si recorremos el catálogo de los instrumentos y herramientas, observaremos con rubor que son pocas y muy toscas las que se fabrico.n dentro del país. Repárese, como prueba, en nuestros ape· ros de labranza. Desde el arado á la noria todo se halla, poco más ó rnénos, como en los tiempos de la recouq uista. Y, en fin. baste para ve1·güenza nuestra rec01·dar que, careciendo de cuchillos de mesa nacionales, abundan en cambio y en coropensacion las traidoras y mÓrtíferas navajas. t,Qué hemos de decir ahora sob're lamanera de aprovechar el tiempo en nues~ros campos y aldeas'? 'fodo cuanto pudiéramos decir sobre el particular seria pálido y ocioso. España es el único país que estudia sin cesar el modo de nw.ta1· el tiempo, y el extranjet·o observador que por primera vez visita nuestras poblaciones, no acierta á darse razon de esos corrillos que toman el sol á todas horas, de esos paseos nunca desiertos, y de esos lugares de recreo en donde una multitud de ociosos pasan la vida en el vicio ó en murmuraciones estériles é insustanciales. Hasta en nuestras oficinas existe una diferencia tal, si se comparan con las extranjeras, q •1e no es fácil concebirla hasta que se padece la desgracia de tener que perseguir un expediente por sus enmarafiados laberintos. El mañana de nuestros empleados arrui-

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naria por si solo á la nacion más opulenta. 1 La divisioo del trabajo está tan en erobrion, q ne á menudo se reunen en un individuo las funciones, los oficios y los camercios más opue::ltos, y para colmo de desdicha, los ensayos de asociacion intentados hasta aquí han descubierto por lo general una inmoralidad tan grande, que nadie tiene confianza eu otro. que todos prefieren conservar en la esterilidad, pero en moneda, sus ahorros á entregarlos á la produccion, y que por eilta desconfianza merecida la naciou es pobre en realidad cuando pu::liera ser rica. En resúmen : los españoles han desconocido la ley del progreso humano, y Dios les ha castigado con un sinnúmero de plagas. Trescientos años han estado con los ojos fijos en un cielo imaginario; ¡qué mucho que en la tierra que pisaban solo hayan brotado abrojos! Hoy anhelamos con afan recuperar el puesto que nos corresponde entre todos los demás pueblos, pero ~u vano serán nuestros esfuerzos si no reconocemos oues· tras culpas y profesmnos con valnr, con energia, con teson los J>ri'ncipios salvadores que hemos procurado bosquejar á la ligera en la presente cartilla. En nuestras manos y en- nuestras freotes están las minas de oro· qúe ouscamos. ¡Ah! si desplegásemds- Pa· volunta'd y la energia en el trabajtl que hemo& tenido en todas las épocas históricas para d·e struir, no pasa'riao 1Íl1ICW'S lustros sitr que la Peninsula ibér'iéa odu}YaTá nno de' los primeros lugares en el doncien-to eul""opeo. :taELtroN M·AJt'rm.

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CONOCUUENTOS DE FlSl·CA liEL GLOBO. LAS MAREAS (1). Ocurre naturalmente: dada la explicacion anterio~, pensar en 1a atraccion del Sol, tan prodigiosamente gTande. Este coloso de los astros, que g·obierua toclo el cor tejo de los planet::1s y hace gh·ar á su al rededor nuestra modesta Tierra, no debe levantar los mares por su atraccion aun más que lo hace la Luna? La atraecien solar influye sin duda sobre las mareas, pero hay que tener en cuenta la distancia: el Sol está tan lájos, tan léjos, que á pesat· de su enorme masa, resulta, hechos los cálculos, que no eleva las aguas más que dos metros en donde la. Luna las elevaria cinco. Así que respecto al fenómeno de las mareas se toma particularmente en consideracion la Luna. Sin embargo, las mareas solares no deben despreciarse. Su explicacion es absolutamente la misma que la de las mareas lunares. Los efectos de los dos astros sobre las aguas oceánicas, un-a s veces se acumulan, otras se contrarían. Si el Sol y la Luna se encueutl'an del mismo lado con relacion, á la Tierra, sus efectos concuerdan, y la ma!'ea producida por la suma de sus acciones es ]a. mayot• po~ible. Lo propio sucede á causa de la intumescencia producida en el lado opuesto cuando el Sol se halla de un lado de la T~erra y la Luna en el e.xac!am(mte o'p uesto. Las mayores mareas se ver'i fican' pues, en la épo- ca de las sizigias, es decir, cuando los t res astros Sol, Luna. y Tierra están en línea recta, cualquiera que sea su posicion respectiva . En esta época la Luna es llena ó nueva. Por el contrario, sj cuando la Luna e::;tá en lo alto del cielo, el Sol é.sta ni horizonte, sea á Oriente, sea á Occiden, te, la accion solar tiende á producir una marea baja en los lugares en que la Luna }

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Véa&e el numero anterior .

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produce una marea alta, y de los dos efec· tos discordantes resulta uná marea lunar considerablemente débil. La época en que los tres ast1·os están colocados como lo ex:ije este débil levantamien to de las aguas, tiene el nombre de cuad1·aturas. La. luna no presenta entonces más que la mitad de su disco ; está en su primero ó en su último cuarto. No hay que fignrarse que las mareas se producen ú obran como corrientes, y que las dos iutumescencias opuestas que dan la vuelta á la Tierra en veinticuatro horas corren r·ealmente por la superficie de los mares, y pueden nnastt·ar consigo los. cuerpos flotantes. No hay nada de esto; la mar se levanta y se aplana, por decirlo así, en el mismo sitio. Un barco no es arrastrado por la onda de la marea, como no lo es una paja por las ondulaciones que pt·oduce la caiila de una pied¡·a sobre l~ superficie de un tranquilo estanque. Un levantamiento y una depresion alternati: vamente producida en las agua~, propagándose de lugar en lugar, siempre con la misma 'amplitud, hé aquí lo que pasa en plena mar; y lo pt·opio sucedería por tollas partes en toda su extension si la Tierra: estuviese, como hemos supuesto has ta ahora, cubierta de agua por completo. Pero solamente las tres cuartas partes del globo están ocupadas por las agmls, y la inmediacion de las tierras mod1fica m u· cho la marcha de las mareas. Desde l uego los obstáculos de las i:::.las y de los continentes impiden la prop.agacion de la onda; así, la hora de la mayor elevacían de la marea no es precisame:1te la hora del paso de la Luna por el punto culminante del cielo ó por el opuesto. La marea generalmente se retrasa una can tidad variable, segun la configuracion y la resistencia de los lugares. Este retardo se

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Los Conocímien tos útiles. llama establecimiento del puerto. Cuando es conocido para un punto del litoral, se puede calcular de ant~ mauo, por ~l movimiento de la Luna, las horas de las altas y de las bajas mareas para e:::te punto. En una mar libre de los obstáculos de las tierras, la onda no adquiere más que una débil elevacion. En las islas de los ma.r es del Sud, la mat·ea sube escasamente medio metro. En la inmediacion de los continentes, en los pasos estrechos sobre totlo, la ola, detenida en su marcha, es re· golfada sobre si misma y se eleva mucho más que en la mar libra. En San Malo ), por ejemplo, segun que ( las circunstancias son más 6 ménos favo· rabies, la marea sube de 6 á 7 metros y medio sobre el nivel medio durante el flujo, y desciende la misma cantidad bajo este nivel durante el reflujo, de modo que la diferencia entre la mar baja y la mar alta varia de 12 á 15 metros. Fuera de la .Mat.cha la:s costas oceánicas de la Francia, por ejemplo, no tienen mareas más que de dos á tres metros. A distancia de las costas la intumescencia y depresion alternativas de las aguas no producen corriente alguna; cerca de las tiel'l'as ):8 es otra cosa. Cuando la mar sube se extiende con extrema rapidez sobt·e las playas poco inclinadas; y cuando baja retrocede rápidamente tambien, dejando en seco estas mismas playas. De esto resultan clos corrientes, el flujo y el reflujo, alternativamente dirig-idas de la mar á la tierra y de la tierra al mar. Los lagos y los pequeños mares en ela· vados en la tierra firme, como por ejemplo, el mar Caspio, no pueden tener mareas. La masa de los Océanos, siendo in va· riable, si la ola se infla en alguna parte, es preciso qne se deprima en otra; lo que gana en elevacion en la una lo pierde en la otra. Ahora bien, la gran intumescen· cia que, segun queda explicado, se produce en un lugar por la presencia de la Luna sobre el mi:smo, y forma la marea alta, y la depresion correspondiente, de la cual resulta una marea baja, se encuentran, una de otra, á una distancia igual á -la cuarta parte del contorno de la Tierra.

Por consiguiente, para estar sujeta á la marea, una capa ú hoja de agua debe abrazar por lo ménos aquella extension. Ningun lag-o, ni el mar Caspio, llenan esta condicion indispensable. El Mediter· ráneo mismo no la cumple tampoco, y su comuoicacion con el Atlántico por el estrecho paso de Gibraltar es muy limitada para dar acceso suficiente á la ondaformada en los mares libres; así que las mar eas no se manifiestan sino por ondulaciones apenas sensibles. Penetrando en la embocadura. de un rio, la mnrea ascendente protluce lo que se llamn la 'ba'I''J"a. E l rio es detenido en su curso, apresado é impelido hácia atds po}· el empuje de la mar y las arenas acumul!ldas. Los pasos en que se establece esta lucha entre el agua dulce y el agua-salada q ue corren en &entido opuesto, son peligrosos para la navegacion. En elios el mar tiene siempre un movimiento y una agitacion tempestuosa; el Océano no tiene reposo. Aun en tiempo de calma completa, cuando ni uu soplo de viento ¡·iza su superficie, en la barra se forma un ancho semicírculo de olas y e espuma. El empuje de la marea puede rechazm· las aguas de nn rio en sentido inverso de sus pendientes, y hacerlas refluir hácia su origen. Se produce entonces un 'reflujo jtuAJiat que en muchos casos se extiende y hace sensible hastEt muchas leguas arriba de la embocadura. El más notable de estos reflujos es el del río de las Amazonas en la Amódca del Sud. La marea se extiende en este gigante de los ríos hasta 200 leguas al interior. En la embocadura, la lucha de las dos corrientes levanta montañas de líquido, que se chocan y estrellan con estrépito. De una á otra orilla del río, ancho como un brazo de mar, aparece una ola de cuatro ó cinco metros de alta, luego una segunda y una tercera; es el rio vencido que rueda hácia su orígen. Estas olas, animadas de una prodigiosa velocidad, arrollan y destruyen todo lo que se les opone. Además de las fluctuaciones ocasionadas 1 por la atraccion lunar y por los vientot~, los mares tienen otros movimientos, cuya ~

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el Este. A la altura de las Azvt•cs, estR. principal causa es la desigual reparticion arteria se divide en dos ramas, de las que del calor en la superficie del globo. Cuando una, despues de haber costeado el Africa, en una masa flúida las diferentes partes vuelve á entrar en el golfo de Méjico sino tienen una misma temperatura, se forguiendo el ecuador; y la otra, continuando man corrientes que tienden á repartir unisu mat·cha hácia el Norte, costea en parte formemente el calor ; se establece una cirla Francia, la Irlandn, la Ing-laterra, la cnlacion de la parte caliente á la fria y de esta á la caliente hasta que la temperatura Islandia, la Noruega, y de.saparecu en fin en el cabo Norte para introducirse bajo es la misma en toda la masa. Pero si por lo:; hielos del polo. cualquier causa la igualdad de temperaEn su origen el Gulf-Stream mide un tura no puede establecerse, la circnlaancho de catorce leguas y una profundicion continúa indefiniuamente. Segun este dad próximam en te de trescientos metros. pr1incipio, entre los mares calientes del La rapidez de su curso es al principio de ecuador y los mares glaciales de los polos dos leguas por hora; luego disminuye se establece un continuo cambio; de ios primeros parten corrientes qne van á los poco á poco, conservando sin embargo extremos de la tierra á llevar el calor de hasta el fin un valor bien npreciable. Sus aguas, de un bello tinte azul, se dibujan sus aguas; de los segundos bajan corrieu· claramente -sobre el fo11do ve~·de de las tes que vienen á calentarse al foco de los trópicos para volver despues á su punto agnas comunes del Océano. E ste !'! Xtraño rio, q ne corre en medio de aguas más ft·ias de partida. las suyas, se mantiene sin embargo que De las numerosas corrientes que vivifientre sus líquidas orillas, y hasencajado can los mares, la más notable es la del de las Azores no hay mezcla altura la ta Atlántico. Se llama Guif-Stream, es deazules y las olas verdes. olas las entre cir, corriente del golfo, porque toma oríStrcam rompe los diques, lf Gu el léjos Más gen en el golfo de Méjico. Es un rio de se extienden sobre el tibias aguas sus y agua caliente en medio del mar. Sus már· el clima de ln dulcificar á van y Océano genes y su lecho son las aguas frias del hubiese este no Si septentrional. Europa Océano; los dos rios más grandes del glopais del Sol del traido calor de aumento bo, el Amazonas y el Misisipi no contienen en las inviernos los rio, marnvilloso el por la milésima parte de su caudal; el calor de Ir· Inglaterra, do Mancha, la de costas acumulado en sus aguas bastaría pa.ra ri· más mucho serian Noruega de y landa fundir montañas de hierro. El golfo de cuán demuestra termómetro El gurosos. Méjico es como una caldera que por arriba considerable es la Cfl n ti dad 1le calor trasrecibe el calor de un sol verticfll, y por el portado de Méjico por este calorífe•·o oceáfondo el de la temperatura subterránea nico: introducido en las aguas de la corquizá. Sus islas, sus playas, están erizariente y en las aguas que sirven á aquellos das de respiraderos volcánicos, cuyas fre de lecho, acusa una difet·encia. de doce á cuentes convulsiones manifiestan la existencia de grandet> hornos en actividad- diez y siete grados. En las latitudes en que la temperatura de la atmósfera co-· bajo las olas. Aquí es donde el Gulf-Stream mienza á descender en invierno bajo cero, acumula en sus aguas la enorme pro-vision el Gulf-Stream tiene veintiseis grados. Y de calor que distribuye en su camino, no es solamente calor lo que la corriente quedándole aun al fin de su curso suficiendel .Uiántico ap01·ta á lns regiones boreate para fundir la. cúpula de hielo del polo. les, sino tambien combu.,tiblc. Troncos de La corriente se dirije há.cia el Norte hasta árboles arrancados de la:; costas de la el banco de Terranova. En este punto una Florida y de la Luisiana son arrastrados parte se sumerje bajo las aguas frias del hácia. el Norte por el Gulf-Stream y van á Océano y forma una corriente de fondo di· rigida há.cia el polo, mientras que la otra encallar en Ts1andia, en el cabo Norte, en Spitzberg. Los habitantes d-e estas regio- . parte queda en la superficie y tuerce hácia

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nes desheredadas los recogen para calentarse. Cañas de bambú, maderas labradas, troncos de un pino desconocido trasportados á las islas Azores por la corriente, han contribuido al descubrimiento de la Amél'ica, confirmando á Cristóbal Colon

la sospecha que tenia de la existencia de nuevas tierras al Oeste. El Gulf-Stream es, por fin, una de tantas maravillas como cada dia. podemos admirar en la gran obra del Cr~ador.

MEDICINA. Suicidios por efecto de bebidas alcohólicas

El abuso de los licores alcohólicos es una ele las causas más frecuentes de enagenacion mental, sobre todo en las grandes ciudades y en las poblaciones de obreros. La estadística general de la Ft·ancia ncusa próximamente de cada cien enagenados cinco ataca{ios por efectos alcohólicos, y la de los asilos de Rouen, villa industrial, dá de cien casos de locura veintiocho~ que son consecuencia del hábito de emborracharse. En París se halla pró~ü­ mamente la misma proporcion, y el mal vá haciendo terribles progresos. De 809 enfermoa que han entrado en un asHo en catorce meses, 239, es decir, más de la cuarta parte, han tenido por causa la intoxicacion alcohólica, correspondiendo á aquella cifra 188 hombres y 51 mujeres. Esta cift·a enorme llama: la atencion de todos los que buscan remedio á las grandes plagas sociales de nuestra época. A los ojos de los médicos, especialmente, tiene una significacion terrible. La ciencia, en efecto, les enseña más allá del mal inmediato, consecuencia~ lejanas, pero fatales. Saben la mayor parte por la experiencia que ei uso inmoderado de las bebidas alcohólicas en los padres, crea en los hijos una aptitud especial á la locura, al idiotismo, á la imbecilidad, á la epilepsia, á la sordomudez, á las esyrófulas y á otras formas no ménos graves de la degeneracion fisica, intelectual y moral de la espe· cie humana. Cuántos mónstruos son frr1to

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de una concepcion operada en el estado de embriaguez! Dejando por ahora el tratar con extension este asunto bajo todos los puntos de vi~ta, vamos á ocuparnos únicamente del suicidio originado por las bebidas alcohólícas. La embriaguez, dice el doctor Rresch, es la pdncipal causa de la frecuencia con que en nuestros días se repiten los casos de muerte voluntaria. Segun SchlegeJ, este vicio es asimismo la causa del suicidio en Inglaterra, Alemania y Rusia. Otro doctor t•efiere que, segun resulta de documentos oficiales, la cuarta parte de los habitantes de Berlín que han atentado á sus dias desde 1812 á 182l, eran perso· nas dadas á la bebida. Segun las investigaciones de Mr. Brierre de Boismont, el número de individuos que se dan lá muerte bajo la influencia de la embriaguez forma la octava parte próximamente de la cifra total de suicidas en Paris. Estos cálculos no son exagerados. Resulta de observaciones practicadas, que de 239 enfermos por causa de embriaguez, 5 mujeres y 31 hombres se distinguían por sus ideas ó tentativas de suicidio. Observando las circunstancias que han dominado en algunos casos de muerte voluntaria, se encuentran resultados notables que caracterizan de un modo especi,al á algunos suicidns. No deben muchos con:

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siderarse como tales, porque no han tratado realmente de poner fin á sus días, sino que se han metido á ojos cerrados, por decirlo asi, en peligros mortales, cuya evidencia escapaba á su momentánea ce- guedad. Estaban bajo el imperio de aluci· naciones ó de impulsiones instintivas súbitas que les impedía apreciar justamente las cosas del mundo real. Citaremos algunos ejemplos observados. P .... , de edad de 37 aüos, estando á la orilla de un rio, oye la voz de uno de sus amigos, que le grita: si yo estttviese en tu tuga'l', me eclta,ria al agua. Obedeció ciygamente á su alucinacion, y ya estaba á punto de ahog·arse, cuando se acudió á su socorro. Q.... , de edad de 30 aüos, cree ver detrás de él un sargento y un cazador con los que babia tenido una discusion violenta durante el dia, y queriendo escapar de ellos á todo trance, se lanza en el Sena sin pensar en que no sabe nadar. Th .... , que babia estado enfermo de em· briaguez, en completa calma hacia algunos di as, acababa de salir del hospital con otros enfermO$, y se dirigía á trabajar al campo. De pronto, en el momento que atravBsaba un puente sobre un canal, acometido de espanto oyendo una voz que le amenaza, saltó por el pl'etil sin saber lo que se hacia. R .... tenia grandes disgustos domésticos, á los cuales creía sustraerse entregándose á una continua embriaguez. Este estado no taruó en pt·oducir un desarreglo de sus facultades intelectuales. Un dia vió una figut·a extraordinaria que le hace señas para que la siga. Se levanta, corre tras de ella y cae en la calle; babia pasado por la ventana. Se le recogió aturdido con la caída; creía aun ver el fantasma, y respondía de una manera confusa. Algunos dias de aislamiento y de abstinencia le devolvieron la razon. Muchas personas, impulsadas al suicidio por sus disgustos domésticos, por el mal estado de sus negocios ó por otras causas, han acudido á embriagarse para tener el valor de poner fin á su vida. Otras

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que solamente han tratado de hallar el olvido de sus males en el embrutecimiento producido por los licores alcohólicos, han cedido bajo el imperio de sus efectos á la idea de un suicidio, que en su estado de razon rechazaban siempre. Hay muchos enagenados por efecto de la excitacion alcohólica, en los que, dominando la idea de persecuciones, han tratado de hallar en la muerte un término á sus sufrimientos imaginarios. O.... dijo habet·se arrojado al agua para librarse de las malas intenciones que leia en los sem blan te5 de todos los que le rodeaban. M.... ha tomado el partido de ahogarse para sustraerse á las alucinaciones tenoríficas que le acosaban, y librarse de la persecucion de gentes que le querían hacer daño. R .... y R .. , ataca,ios de embriag-uez crónica con predominio de ideas de persecucion, han perecido en un hospital, des. pues de haberles tenido que alimentar du· rante largo tiempo por medio de la sonda. El primero estaba resuelto á dejarse morir d-e hambre para evitar el oir hablar mal de él y pat•a e.scapat· de sus perseguí · dores imaginarios. El otro ha sucumbido del mismo modo en un estado de lipémn.nía invencible, despues de haber hecho muchas tentativas de suicidio. Su autopsia no ha revelado ninguna lesion nerviosa, característica ni interesan te. Muchos enfermos de los citados anteriormente, que habían intentado suicidarse bajo la influencia de la sobreexcitacion alcohólica, cuando han vuelto á su casa ya curados, no han podido dar cuenta al guna de lo que les había pasado. El olvido más completo les hacia desmentir con la mayor buena fé lo que se les refería. Es curiosa la observacion que se ha hecho de que los enagenados por efectos alcohólicos tienen una gran propcnsion á arrojarse al agua, y parece que este liquido ejerce en ellos una verdadera fasci. nacion. ('fRADUCCION.)

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CONOCIMIENTOS

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Discurso leido ante la- A cademia de Ciencfas exactas, físicas y naturales, en la recepcion pública del Sr. D . Eduardo Saavedra. (Contluuacion.)

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El cuadro qne he bosquejado ligeramente,. comprensivo de las ciencias naturales y de las ciencias cosmológicas, no apura el camino que el arte recorre en Jos dominios de la filosofía positiva. Penetrando más allá de la simple obSel'vacion de los fenómenos, pr.o~dentes de la accion de ciertas causas en diversas sustancias, encoutraremos.rerlucida toda la ciencia del universo á estas dos ideas, correspondientes a las más concretas de fuerza y de materia. Al oír esta palabra, triste símbolo de una escuela cuyo le-ma es la negacion del espíritu, podríais creer alejada de las ciencias físicas· toda nocion que no provenga y participe de' seco y repugnante utilital'ismo. Mas no sucede así por fortuna, ni es posible que suceda. Si estrechado por nece:sidades crecientes, el hombre se afana por conve1·tir en su provecho cuanto ofrece gen._erosa la t ierra que le sustenta, no lo consigue sin haber estimulado sus más nobles facultades: las cuales, como merecido premio de su buena obra, reciben mayor libertad para lanzarse en pos de nuevas especulaciones, fu.ente á su vez de otros descubrimientos que acuden á . necesidades de más elevada esfera; formándose en el desarrollo histórico de la. humatJidad esa cadena interminable de nuevas necesidades, de útiles invenciones y de adelantos sociales, lazo que estt'e.:lha el e::~tudio de las ciencias morales con el de las ciencia~ f¡;;icas, y que demuestra una vez1 más la unidad esencial de todas las concepciones del entendimiento. El estudio de la materia mantuvo en constante vigilia en otraS- edades á un ejército de alquimistasí que cons umió sin fruto en escondfdos laboratorios, llenos de voluminosos aparatos y enigmáticas emblemRs, la vida propia y los tesoros ageuos; pero entre el coDRiderable número de los que movia tan solo. ánsia codiciosa de oro ó vil superchería, algunos, como Alberto el Grande, Rogerio Bacon y Raí mundo Lullio, no sentian más que un generoso impulso hácia los misterios de la naturaleza; y partiendo de la noC'ion

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de los elementos ¡1ropngnda por Arístótelés;. fueron tras de un problema cuya posibilidad racioiíal, des¡:;ues de todo, nadie podrá negar de una manera absoluta. En efecto, desde que- e-l malogrado Lavoisier- fundó el magnífico edificio de la Qwmica moderna, y se ha visto que las combinaciones obedecen ú. sencillísimas leyes de simetría, se han descubierto radicales orgá11icos innumerables, se han buscado y clasiticado en la masa incandescente del sol nuevos cuerpos simples; y añadiendo á estos hechos las notables y diversas relaciones, demostradas , en los pesos atómicos de todos 1os radicales in'argáoicos, no se podrá ménos de. presentir la·. proximidad del dia en que lu2ea para la Q\limica la aurora de una trasformacion en las teorías de los metales y los metaloides: teoría que si. contrae á un corto número las especies irreducibles, justificará la aspiracion de la ciencia hermética en el terreno de la especulacioo filo sófica, por más que pueda carecer de utilidad bajo el punto de vista de la especulacion Jnd-ustrlal. El sábio j~suita que dirige el Observator ió romano, el Padre Secchi, tan profundo en doctrina como atrevido- en concepto, se ha at:lelantado á sostene)' que no hay más que una sola especie de materia, origen de todas las ~astan cins ponderables y vehículo de todos los moTimientos invisibles que se m11nifiestan en sus efectos como fuerzas f1sicas di versas. Materia que se mueve, hé aquí la síntesis sublime de la grande idea del universo: materia imponderable, océano infinito .de átomos etéreos q.ue inunda el espacio y penetra· los estrechísimos poros dll los cuerP,os; materia .ponderable 6 agrupaciones de aquellos átomos, con figuras y movimientos l'elativos determinados, á modo de sistemas planetarios infinitamente pequeños; y simples movimientos de una y otra clase· de materia, causa de los complicados fenómenos que antes se atribuían á fuerzas especiales y de esencia desconocida. La electricidad del rayo, que so-

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brecoje de espanto al viajero; la misteriosa virtud de la aguja, que dirige al navegante por derroteros desconocidos; la suave luz que ciñe explendente vestidura al he rizonte del ocaso, y el calor que mueve los cien brazos del nuevo gigante que se llama industrill 6 fábrica, no son más qu11 un solo y mismo hecho: el movimiento, continuo ó vibrator·io, hecho al cual tambien se vé modo de reducir la gravltacion universal, la cohesion molecular y la afinidad química. La grandeza colosal de esta fórmula única, que abarca toda la Física y la Química, y quiere comprender la Mecánica celeste y· llegar· hasta la Cosmogonía, <lejn la mente atónita y el ánimo s uspenso;. pero• parando la atencion en la variedad de los fenómenos y en la correlacion de los efectos, la Física moderna adquiere el suave atractivo que ha subido comunicarle, mejor-que pudiera yo decíroslo, mi digno antet:esor el Sr. Echegaray, en folletos populares y en públicas conferencias. ¿Y cómo no habia de recibir al fin tan rico atavío de seductoras galas la ciencia de las fuerzas físicas, fuerzas ó virtudes que, personificadas en los númenes del Olimpo, dieron vida y aliento á la poesía inmortll l de los griegos? Si eutonces los rayos deslumbradores de la luz se r epresentitron en las rápidas y certeras flechas del hermano de las Musas, hoy nos parece que los acordes de su lira corresponden mejor aun ó la silenciosa cadencia de los colores del prisma: si el indico Dionyso era el calor del astro que nace por el oriente, infundiendo vigor y agilidad á todos los séres que cubren la tie r·ra, ;hoy recorda remos la rústica algazara de sus flautas y. alboguas, al escuchar el agudo silbido arran cado por el fuego del seno de hierro y bronce de la máquina que surca los mares ó se hunde en.las montaíias: y si estas deidades con eL niño Eros, imágen de todas las·afinidades, con el feo Vulcano, dominador de los agentes subterráneos, y con el soberbio Júpiter, dueño del rayo, se reducían á una sola divinidad solar, síntesis su~ prema de la antigua Mitología, tambien · nos · otros podremos hacer una síntesis parecida y mejor coordinada, cuando reparemos, con el docto y elocuente 'l'yndall, que el calor-del a-stro del día, absorbido por la nieve que corona las sierras, es e1 motor de las piedras del molino; y que In poderosa contraccion de nuestros músculos no es más que la condenaacion en nuestro organismo, y á disposicion de lavoluntad libre, de innumerables vibraciones originarias del disco solar, centro de fuerzas, como es foco de movimientos. Fuerza y movimiento son ideas que á su vez

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están contenidas en las más generales y abstractas de espacio y tiempo, ó de órden y forma, número y medida. Comprendo que saltando conmigo la valla que suele separar las artes y las ciencias, no me hayan faltado compañeros entre los cultivadores de las primeras, mientras. he pretendido conducirlos por el terren o de las ciencias naturales, y que aun por el de las físicas hayan consentido en seguirme sin gran reparo; pero al llegar á la frontera de las matemáticas, confieso francamente que espero de muy pocos valor suficiente para continuar la emprendida ruta. Sin eq¡bargo, señores, ninguna· preocupncion es más infundada que la que aleja las nobles artes de la más noble de las ciencias. Forma y. medida son el objeto de la Pintura y de la Estatuaria, como lo son de la Geometría; número y órden constituyen la versificacion y la, Música, lo mismo que el Alget.ra• á ór·den y forma y número y medida se reduce la Arquitectura,. igualmente que las más elevadas ramas del análisis matemático. El más perfecto dechado de construccion cientítlca nosee en alto grado, como sentía Hutcheson, ln fácultad de excitar en nosotros movimientos de placer y de admirncion, cuando se contemple . la elegancia de las soluciones acertadamente escogidas, la simetría de las fórmulas generales, ó la unidad y sencillez de los elementos y , los resultados. Solo el lenguaje especial y el ' aparato técnico, de que no pueden absoluta-mente despojarse las Matemáticas, las hace figurar en un ciclo separado; y al verlas inacce· sibles al idioma vulgar y á los conocimientos · superfiCiales, se las juzga también inaccesibles , á todo lo que no alcance la abertura de un coro·: pás ó una tabla, d~ s umas y productos, Mas los :: q!le hayan penetrado, por poco que sea, en la . urdimbre de esa gramlitica1 si no han percibido · el. alcance de las propiedades de los rrúmer·os 6 la trasformacion de las ecuaciones, habrán te, nido qpe ceder de seguro al sentimiento que , indico, al ver cómo las coordenadas de Desear·; tes- hacen tomar forma y vida á las expresiones algebráicas, y al observar la gracia indisputa' ble con que las curvas dan vuelta por sus vértices, sus iníiexionés y sus contactos de órdenes diversos. Y los que sin arredrarse por la aspereza del camino sigan adelante, impulsados de aquella fé que inculcaba D'Aiembert en sus oyentes, encontrarán, en el vasto campo que hoy domina la ciencia, una unidad cada • vez más alta y más armoniosa en los resulta·, dos, más sólida y más sencilla en los princl.pios, más fecunda y sistemática en los medioa. Ménos en este punto que en los,-demá& de mi

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discurso he de cansaros con inoportunos pormenores, y por eso me limito á recordaros la Inmensa luz que ha difundido en todos los ramos del análisis una sola idea, la del empleo de las expresiones imaginarias. Introducidas las variables imaginarias con las reales e~ la nocion más general de variables complejas, y aclarado su concepto con la representacion geométrica de dichas variables, la signitlcacion de las funciot~ es ha adquirido amplitud extra<'rdiuaria. Con ellas, y con los símbolos del infinito, se cla fo•·ma algebráica á las trascendentes logarítmicas; con ellas tambien se demu~Js­ tra que eslas funciones y las circulares son de una misma naturaleza, y se pueden reducir las unns á las otras, como sus inversas las éxponencinlc¡¡ y trigonométricas, formando las cuatro en conjunto el tipo de las funciones de un solo período, real en unas, imaginario en otras. Siguiendo adelante se vé quedar esas trascendentes CoJLprendidas como casos particulares en las trascendentes elípticas de doble período¡ y cómo estas á su vez entran en lJl. categoría superior de las funciones abelianas ó hiperelípticas, que tienen hoy el prh•ilegio de ejercitar á los más insignes geómetras de las escuelas de Cauchy y de Liouville, de Ganss y de Riemann. En esta gran teoría de las funciones vienen á arraigar, en busca dP nuevo y fecunrlo suelo, la teoria de los números, la teoría general de las ecuaciones, la integracion de _las ecuaciones diferenciales, con otras partes no ménos _importuutes de los cá!culof! superiores; y el análisis matemático tiende á formar con sus diversas ramas un c11erpo caqa vez más compacto y uniforme, cuanto más elevadas son sus ¡:niras, más exquisitos y elegantes sus árti4cios. Y si las ciencias exactas, 1~ mismo que todas las demás, no estuviesen dotadas del superior atractivo de la belleza, ¿cómo hubiera consagrado á ellas su vida y sus más preciosas facultades, con tanto ardor, esa gloriosa falange, digno ornamento de las civilizaciones antigua y moderna? La belleza científica y l!l belleza artística siguen la misma huella en la inteligen!)ia, en la sensibilidad y en la actividad humanas; y nada puede producirse en uno ni en otro sentido, sin que la chispa del genio haga que l!l llama de la inspiracion se levante de los materiales que ha preparado ordenadamente una meditacion profunda, á veces prolongada, á veces tambien tra· bajosa; y en este caso más que en otro alguno, el innato placer de la dific ultad vencida embriaga el espíritu, y le da fuerzas hercúleas para luchar con el titan de la naturaleza in~xplorocla. Yo no sé si será v~rdad la historia ·----------~~------

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de Arquímedes corriendo desnudo las calles de Sirncusa; pero tengo por cierto que en ella se retrata como en un mito la explosion del entusiasmo, producido por la reflexion perseverante y la intuicion repentina. Vosotros, los que voy á tener la honra de llamar compañeros, y que no encerrais el Algebra en un libro de logaritmos, ni la Química en las paredes de una retorta, sabeis, por propia expe1·iencia, que no se resuelve ningun problema importante, ui se formula una nueva ley natural, sin que la imaginacion an ticipe las soluciones, c¡ue confirma y demuestra luego el raciocinio, porque en la ciencia existe esa doiJle actividad, consciente é inconsciente, que Schelling concreta tan solamente á las artes. Así, tanteando y adivinando, confiesa EulE\r que dedujo un importante teo rema; así Keplero y Oopérnico fundaron sus leyes astronómicas ; y asi descubrió el inmortal Colon el mundo que debiera llevar su nombre. Muchos pretenden ser émulos 6 imitadores del genovés afortunado, olvidando empero, en la amargura de su despecho, que lo que no consolida l:l razon ó el experimento es vana quimera en las ciencias, al modo que es aberracion monstruosa en las artes lo qtte DD depuran la conveniencia y el buen gusto. La grave musa de Esquilo significó esa raiz comun de las ciencias y las artes en el mito helénico de Prometen, imágen de la civilizacion naciente en el seno de una sociedad primitiva, dando vida á los materiales preparados por sus manos con la antorcha encendida en la inspiracían celeste: lumbre arrebatad'a en aquellas regiones, donde colocaba Plat&n el asiento y orígetl de la belleza abs1wactá que, en sentir de este gran pensador, ei1a esencialmente geométrica. No es mi ánirho éngolfarme en cuestiones tan agenas dé este acto; pero quiero escudarme en la opinlon del autor de los Diálogos, para que concediéndbme u!l r4to más de at~ncion, me permitais examinar si, ep. cambio del lustre y vigor que le comunica, recibe el arte el apoyo de la ciencia que al principio de este discut·so Jlle he atrevidb á sentar como necesario. Más que extraüeza, puede que esta proposicion produzca escándalo en algunos artistas y en buen número de aficionados. Aun cuando lleguen muchos á conceder-que no sea la ciencia tan prosaica cbmo es costumbre decirlo, no querrán convenir en que pueda prestar su mapo robusta y elegnnte para impuls&r el vuelo so· berano del arte, que consideran meciéndose en las nubes, sin contacto con nada terreno, visible solo para los adeptos de determinada escuela. Pero los que tal piensan olvidan que, si la

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belleza es atributo perteneciente á. la region pupor eso :>e· pueden llamar por excelencia pfásti rísima de las ideas, el sentimiento de lo bello cas, la Pintura tiene en nuestros días indispuha de ser excitado por algun vehículo material, tada primacía. El dibujo y el colorido, temas que despierte dicha idea en los dobleces más favoritos de dos escuelas rivales, y bases de la escondidos del alma; y que desde el momento ejecucion pictórica, obedecen á dos cánones cien. en que la materia ha de ser dominada y dirigida tíftcos diversos. El dibujo tiene que sujetarse á. por la iuteligencia humana, la ciencia planta su las reglas inflexibles de la perspectiva; y aunenseña, por derecho propio, en el terreno donde que muchos pintores, como decía Luis David, la esa accion haya de ejercitarse. Ese te mm o es el sienten más que la conocen, no es u1énos cierto suelo esmaltado de flores donde sienta sus planque sin conocerla se cometen errores de bulto, tas delicadas la gran figura del arte, para alzar que evitaron para si y para sus suce~:wres, estula vista á la luz divina reflejada en Jos cristales diándola con ardor y aticion decidida los gt·andel cielo, sin temot· de perderse en las doradas . des maestros qel siglo XV. En los mismos prinniebl~s de la fantasía irreflexiva. Y si hay tocipios geométricos que la perspectiva radica la davía quien niegne el papel legitimo de la cienteoría de las sombras, y su práctica conduce á cia, q ne es la determinacion de los fenómenos la acertada aplicacion del claro-oscuro, que en técnicos en el arto, les recordaré la definitiva manos de Leonardo de Vinci comunicó á la Pinderrota de los que despreciaban, como inútil y · tura uno de los medios de expresion más eloquimérica, la determinacion de los móviles y de cuentes. Y al descomponer la luz que reflejan los fenómenos psicológicos, que es esa Estética las imágenes de un cuadro en sus colores slm.:. hoy por muchos ponderada, si no por todos bien pies ó combinados, el artista que, como Eugeentendida. nio Delacroix:, conozca las leyes ópticas de los Llevo hablando demasiado tiempo para detecontrastes, estudiadas por el pintor Bourgcois nerme ahora en desarrollar esta teoría, y es y desenvueltas por el físico Chevreul, poc.lrá muy bastante para vuestra penetracion que dominar sus composiciones ha-sta el punto de proponga algunos ejemplos de los más culmiproducir efectos de tono y colorido que rivalicen nantes. En el g rupo de las artes que pagan macon los que tambien obtuvo el Tiziano por el es· yor tributo á la imitacion de la naturaleza real tudio porfiado y empírico de los colores fundapara elevarse á lo ideal y á lo sublime, y que mentales del iris. (Se conc.luirá )

CRÓNICA.

FENÓMENO NOTADLE.-Iié aquí CUriOSOS detalleS acerca de un hombre que acaba de morir tan irregularmente en Bicetre, despues de ocho meses de sueño y de insensibilidad completa. Era originario de Isolabella, cerca de Turin, y de 34 años de edad. Empleado como dependiente en la casa de comercio Pector y Ducoux, su carácter franco y alegre se había modificado ' . sensiblemente hácia el mes último, y le preocupaban á menudo ideas religiosas. El 30 del mismo mes, despues de haber procedido al embalaje de piezas anatómicas y esqueletos destinados á la América del Sur, dió José de la Terrera los primeros síntomas de 1 enajenacion mental, figurándose que se trataba

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de rellenarlo de pnja y expedirlo para América. El 31, en proa á esta idea fija, previno á sus patrones que no quet·ia permanecer por más tiempo en su casa, y á pesar de todos los razonamientos y los consejos, se hizo comlucir á su domicilio, plaza Vintimille. Diéronsele pociones calmantes, que no produjeron efecto. No tardó en escaparse, y se precipitó á los piés de los caballós de un ómnibus, en cuya calda se le rompió una pierna. Trasportado al hospital Beaujon, en el que recibió los primeros cuidados, se le trasladó en seguida á Bicetre, donde cayó inmediatamente en un estado de completa insensibilidad que no cesó hasta elH de Abril, despues de ocho meses de sueño con-

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tinuo. A.! despe1·tarse articuló algunas pala bros encfrane~~ ,· y ¡R~'~'CQ 11 en italiano, pidió de be bor ,.M\# /l. ~1 ~. U4 desj>ues de habe1· be~ido ..espil"ó. Durante todo el·tiempo de esta letarg la estaban de tal modo cerrados sus dientes, que era imposible hacer pasar por su boca el menbr alimento. Servianse de una sonda para inyectarle todas las maüanas por la na1·iz un liti'O de _ cliocolat~, y por las tardes .un litro de ca,l(io y

B"f3pe~~t}i·z~do_~f'Ji'de o.r.ígp~ americano, fundado

en el moldeado por medio deila •Ceva. El precio á que se obtienen los clichés por •este' método es en Francia de un céntimo de franco por cada centimetrocuadrado. Hé aquí el procedimiento: So vierte sobre un molde una disolucion de cera, colofonia y trementina. Cuando está. fria se coloca encima el grabado de madeta cuyo ..... " r... cliché ~e trata de hacer, )' se dn por m:edio de 'mezclados. vino 1 1 . 1 ' • 1 'd . b t 1 .. b 'l(f, • ". • una prensa hiáriwr'ica una fuerte presion. De L a '1'1ge,St10n se o~era a, e ra \!JO e a v1c a ' 1 r "' , . 1 ' •") '- ' ' 11 " J . ~ P.j) existía interiormente, pero ~a....e~vo)~.ura ex;- 1 esto mod? q11eda estampado en la ceni ,e~ grabado con toda ex,actitud¡ sed~ encima una capa t~rior estaba inanimada; y el CJlerpo f!.e ·este ! de plombagina, para dar la conductibilidad, y h~ombre vivo, pero insensible, ·1!-o ha parecido luego por med4o de una pila se disuelve y dedurante el espaoio de ocho meses ~ino un cadáposit:;~o spbre el molde la cantidad de cobre never para todos aquellos que han seguido con cesario para dar al cliché el espesor convenie)latencion este caso tan extraordinario y tan raro te, aumentando este espesor hasta completar medicina. la de en los anales la altura de 11os caractérea de imprenta, bien con un trozo de' m'etal fundido, 6 bien con un Los PEnióoicos -Segtio''un per'i?,aico~ ingiá~. 1 ~F'prapietal-l'ó tleTÍ' llc:raldo d'e 'N~Efva'- Yor'li db- peliazo de -niadera, al cual se clava la cliapa de \ cobre del cli~llé. tiené' ariuai"menté una utilldad 'ítqurd1 d'e $0 ~ 35~000 libras esterlinas; Mr. Bounet; dueño del MÁQUINA o.B I~Pnmm.-Para hacer las impreNew-York-Ledger, percibe poco ménos de 50.090 siones que tienen tintas de diversos colores, ba iibras, y La Tribuna de Chicago, '"periódico de sido necesario hasta ahora hacer tantas tiradas á libras 5ll00 dÍL importancia, ménos ~ucha Q distintas, ó-sea colocar de nuevo en prensa el ca~~ unp de sus propiet¡uios. Por estos datos papel para imprimir tantas veces como dif~.en­ puede formarse una ,td,ea de lo que es una em.f. ~ co1or tenían los caractéres 6 dibujo que s~ pre_¡;u~ periodistJc~· en la ,Am~rtea-tnglesa: ltamJde··obteaer. !Hace ·mGcho tiempa se ha ihttab'a 'encue'tl.:. Jtranrtetlo.rse X e. del puntos. bien.•en otros poJra la hnpre'Sión sibus'cai1o'unproceC!imiento trar:/ pePló'di<Jos que p'toducen utilidade~ de in¡_ y el problema pa~ colores,. ñlult1Ínea'de todos los ~en;a 'itnportilncia;' no asi"e~:PEsp'aña, 'donde rece que se ha resuelto funcionando actualmen: i&<cas'i totalidád de las empres~s periodísticas te con éxito una máquina en los talleres de Fre• lectores. dé falta por suéumbeo' ne~ y Weat en Nueva-York. Si se generaliza 1 este procedimiento prestará muchos servicios., PROGREsos INDU$TRJALKs.-Entre los progresa,s

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? Núm. 21.

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Los Conocimientos útiles.

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CONOCIMIENTOS DE AGRlCULTURA. •Si?J•El Agricultor. Entre nosotros pasa por una cosa muy corriente que la Espaiia. es una nacion esencialmente ag?·ict&UO?'ti. Pero efecto sin duda de la superficialidad con que hasta aquí ha sido mirada por la mayoría de los españoles la ciencia agronómica, es el err or en que están al C»lificar asi el primer ramo de nuestra produccion nacional. Nuestra nacion tiene dentro de sí misma todos los elementos necesarios para ser esencialmente agricultora, pero hoy no lo es. Dos 6 tres definiciones bastarán para comprender afirmacion semejante. Se ha convenido en dar el nombre de

ag?·ónomo al sábio que est1ulia las leyes generales de la 1Jegetacion independie~ttemente de la prác~ica, aplicándolas á la alimentaciO?t de la ltliiJnaniliad. El agrónomo es, pues, el hombre instruido en la mayor parte de las ciencias, y con especialidad en las exactas y físiconaturales. Él no practica, pero es el descubridor y 'g uardador fiel de los eternos é inmutables principios de la ciencia. Sin el hombre científico, las at•tes todas degenerarian en Cificio~ rutinarios, volviendo estos á ser lo que fueron en las primeras edades del mundo. Júzguese, pues, de la importancia del ag?·ónorno. El labrador 6 culti1Jad01· es el q1te, inn~ediatamente

sob1·e el terreno, aplica las reglas trazadas de antiguo PO?' los agrónomos, desconociendo la razo1~ y e?teadenamiento de ellas.

El cultivador es, pues, el que hace lo que vé 6 ha visto hacer sin poder explicar j1 el por qué de lo que hace; y si algo alean· za 6 hasta él ha llegado de la ciencia, es 1 siempre de una manera vaga y confusa, hallándose ¡.¡or consecuencia rodeado de ¡ un siunúmero de er rores y preocupacio· ne::; q ne le impiden admitir ideas nuevas,.

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-y le su men frecuentemente en la desgracía. El cultivador es, pues, el hombre que tiene el qficiv de la agricultura, pcrteneciendo á esta categoriala mayoria de los labradores españoles. Finalmente, se dá el nombre de a¡J'ri-

cultor al ltomb?·e q1te, conocedo?' de lo-s principios de la ciencia, sabe (tplica'rlos, seg1tn las circ1mstancias del clima y del ter?·eno en que se ltatla, no encor·otíndose sob?·e-la tierra, como'lo !tace el culti1Jador, sino enseñando ó pesc,ribiendo tí este las reglas prácticas q1te debe segutr. El culti1Jado?' es, pues, el artesano, bracero ú hombre de oficio; el ag'ricldtO?· el artista, y el agróJwmo el que abre el camino que lvs dos primeros· deben seguir. Por estas sencillas definiciones se coroprende biea que el ag'ricultor es el alma, el todo de una ex.plotacion agl'icola, en la que lo mismo se vale de los brazos de los hombres que de los animales. Sin el agricultor, la agl'icultura no es más que 6 una abstraccion ó una rutina; de modo que el pa~s que con mayor núme· ro de agricultotes cuente es el que hará. más rápidos progresos en el cultivo de su suelo y en su prosperidad y bienestar por consiguiente. Hé aquí, pues, un individuo utilisimo, apenas conocido en nuestra España. Hé aquí un arte virgen casi entre nosotros, del que es el porvenir y al que por infioit()¡j que sean los que se dediquen, siempre tendrá un puesto para el último que Begue. No habiendo agdcultores, la nacion no puede ser esencialmente agricul-

tora. A formar el mayor número de estos hombres útiles es á donde las naciones deben dirigü· sus esf1,1erzos, y con especia· lidad las que1 como la nuestra1 tan pocos

1 A. Julio 2' !le i SOO. TOMO ~. 4i @ ~~··------ ·--~------------------~---------------~ 0

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FUNOACIÓ"l\ JCA)IELO TURRIAl\0


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cuenta enfrente de condiciones naturales mala manera, es decir, comiendo poco, para tener los que quiera. porque tambien es poco ó nada lo que se A uadie como á los propietarios que vi trabaja, y por fin llega el fallecimiento de ven de rentas sobre el suelo importa tanto los padres, que no tienen corazon para esta cuesLion. Si bien lo supieran , estamos vér, en la miseria no , gracias á ellos, pero segnros qne variarían el camino hasta sí en la pobreza á sus hijos y nietos. aqni seguido al dar educacionycarrera á Pero hé aquí que la ley de sucesion vie· sus hijos. Este camino ha sido errado por ne á ltacer de un propietario tt·es; y como lo general, y es lo sensible el que aun se estos no han aprendido de agricultura ni per:;;iste en él con grave daño propio, de el oficio de labradores, para el que se neSl,lS hijos. y d,el pais en general. cesita por lo roénos la costumbre, se hacen Hoy e~ eyídenter que las cm·reras del las particiones y toca á cada hijo 100.000 sacerdociO, de las arma~ .y de las letras ¡ reales de capital tierra, ó sea 3.000 de ren· no tienen porvenir entre nosotros. Las de ta anua~. Con esta renta ápenas es posiing·enieros civiles, que tan brillante le ble en nuestros tlias la vida de una famiofrecian, están en decadencia á causa de lía acosturobt·ada á alguna comodidad y la pobreza general del país, que no tiene á los usos de personas un tanto educadas; qué dat· para obras públicas. por lo que, pat·a salir de los infinit.os apuEl Estado no ofrece ni ofrecerá en muros que sin interrupcion se suceden, se cho tiempo seg·uridad para sus inmediatos echo mano de la pt·opiedad, y porcion tras servidores. porcion no tarda en desaparecer . Lo que Si los hijos de los propietarios .rurales, y sobreviene está al alcance de cualquiera. y aun los de labradores acomodados, han de lo ménos malo que puede suceder es que vi vil· de hoy más honrada y holgadamenlos ocho ó diez hijos de los tres matrimote, no tienen más camino que la agriculnios se acojan á un oficio. tura, más carrera que la de agricultor. Si los abuelos resucitaran, ¿,no se moríVeamos. rían acto continuo otra vez al ver su ha ~ Un propietario tiene propiedad p.or valor cienda perdida y sus hijos y nietos poco de áoO.OOQ rs., que al 3 por lOú le1·enta ménos? Y sin embargo , la culpa de nadie 9.00D rs. Con esta renta y algun otro pe- ha sido más que de los abuelos. ¿,Pero qué queiío negocio, vive ocioso con su esposa debieron hacer? Veamos. é hijos en la ciutlad, villa ó al lea. Supon· El propietario de nuestt·o ejemplo pudo gamos tres los hijo~ y varones, y que los educar á ¡:a.us hijos en las ciencias e&actas dediea á la carrer,a de &):>pgado, méciico ú y físico· naturales; hacerles practicar desotra P"rccida, coro.o es lo general. 'l,'ra:;;pues, hacerles arpicultores ósea artistas curren los uiíos, y los hijos ó se c:¡nsan ó agl'icolas. Concluida la práctica, encuen . c'oncluyen D!f.l} la carrera. no pudiendo tran desde luego empleo ú ocupacion en SObresa1ir en esta, ya sea por haberla terla hacienda de su padl'e, mejorán<iola, minado sin el suficiente aprovechamiento, viéodose libres de mendigar empleos al ó ya porque es difícil sobresalir donde hay Estado bastardeando el sistema constitu muchos del mismo oficio ó profesion . Que· cional, ó bien del largo y penoso pe1·íodo da sin embargo el recuroo de ser empleanecesario para acL·edita.rse en las carreras do del gobierno, lo que no se tarda en libres. Al fallecimiento del padre, sin con· conség-u·í r para uno ó los tres jóvenes, tar las mejoras hechas en lile hacie_nda de gracias al trabajo de los padres y parieneste, deb:das ú. la iuteligencia de los hiJos, tes én algt\.rias elecciones. Claro está que cada uno de esto:; recibe en tierra nn calos déstinos así obtenidos no pueden ller pital de 100.000 reales, y como la tie.m-a duradet·os. Sin embargo, l~s nuevos emp1·od~ce al que la trabaja ellO y )2 _eor pleados se cásan, y el mismo uh de la lOO, cntla uno de los tres hijos quedará boda ó del nacimiento de un vástag-o sueeu m-úOl' pm;icion que el padre disfrutó1 le ser el de la cesantía. Pasa~ los a,ños de pues que se, enco~ttrarán con Jln ,product.o

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Los Conocimientos útiles.

anual de 13 á ló.OOO rs., incluyendo la renta. En el caso más desfavorable, que es el de que se encueott·en sin capital de explotacion al fallecimiento del padre, pueden movilizar su capita-l, es decir, vender su hacienda, con cuyo producto se proveen de lo necesario para explotar fincas agenas, que darán á cada uno lO 6 12.000 reales de producto neto . ¡Qué posicion tan distinta la suya entonces, ·comparada con la de seiTores ociosos con 3.000 rs. de renta! Esto sin contar con que este pequeño capita-l, en sus manos lauori0sas Y' entendidas, puede mnltiplicarse al infinito, y poniendo á sus hijos en igual camino, pero con mayores elementof!, hacerles ciudadanos grandemente útiles á la pátria al par que dichosos 6 ilustrados. · Si esto pueden bacer los pequeños y medianos propi~ tal'ios, los g¡·andes, no porque tengan mayor propiedad y po:;ibi· Jidad por tanto de dejar en mejor posicion á sus hijos, deben seg·uir como hasta aq ui. Por lo mismo que cuentan con mayor capital, deben educar á alguno de sus hijQs, sino todos, en la impot·tante y nobilísima ciencia que nos ocupa, y de la que es el porvenir. Los gt·audes . propietarios de hoy, en su mayor parte, han sustituido hasta cierto punto á las ig·Iesi!\S, conventos y otras cor· poraciones que, de prod t~ctores que fueron en su orígen, deg·eneraron en consumidores improductivos. Este abuso fué su ruina, y si bien á los grandes propietarios no sucederá hoy lo mismo, conviene por su buen nombre, por el de la pátria y de la humanidad, cambiar su título de consumí· dores improductivos por el de consumidores productores. Cuando en una nacion los productores son más que los consumidores, la nacion prospera; y se arruina, 6 decae por lo ménos, en el caso contrario. Demostrada la conveniencia, y aun pndiéramos añadir necesidad, de que se dediquen á la agricultura el mayor número de los que pueden , definido lo que se entiende por a!J1'ÍC1¿ttO?·, muy diverso del culti1Jad09' ó labrador, y siendo cierto que, por falta hasta nuestros días de la ense·ñ apza

"Bgrícola en nuestra pátria, muchos que á la agricultura hoy quieren dedicarse no pueden, y los que se atreven, por ser de ella apasionados 6 comprender los gran.des rendimientos que proporciona, suelen perder la constancia y la fé en su empresa por tener que lucbat· con dificultades im.previstas que pag~n bien ca:·as, y que de -series conocidas fácil les hubiet·a sido pre· venirlas 6 remediarlas, vamos á dar alg-u. nas reglas coo.las que, si no prestamos-al· gun s~rvicio, nos q uadará la satisfaccion de haber lo intentado. ~a primera regla, base ó condioion , en esta más que en cualquiera otra industria, es el capital. La tierra no es más que un elemento de la industria agrícola, mien. tras que el capital lo es todo. Siempre se tiene bastante tierra por poca que sea; nunca se tiene demasiado dinero. Con poco capital vale más ser ar1·endatario que propietario, porque el aniendo puede dar ellO y 12 por 100 al capital de explotacion, mientras que empleado en compra de tierras no dá más que el 2 6 3. La t:et·ra no e& un elemento que dá., sino que restituye¡ no es elemento creador, porque nada se pierde ni crea ""esde que todo fué oreado, sino que es un ~ge.nte de t1·asformaciones. En otros términos: la tierra e::~ el más puntual de los deudores y el más exigente de los act·eedores. El que no teniendo tierra, y si capital , quiera hacerse p1•opietario agl'icultor, no debe comprar tierra pot· más de la mitau del .capital. De esta regla se deduce otra, y es que para explotar la tierra es necesario por lo ménos tanto capital como lo que la tierra vale 6 representa. El perfecto agricultor necesita, pues, tres capitales, que son: capital de expletacion , consistente en animales de provecho y de labor, semillas, máquinus, aperos, útiles y dinero; capital tierra y capital intelectual, 6 sea conocimiento de los principios de la ciencia agronómica. El capital tierra debe llenar otra condicion si se ha de obtener de él todo el p~o­ vecho de que es ,cnpnz. Esta condicion es que el te¡•razgo estó en un pedazo más ó

fUNQACIÓJ\ JUA)IELO TURRIANO


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Los Conommientos útiles.

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ciales·de agronomía, si no puede d'é. otro regular, pero siempre contbnao, modo, •consul-tando los mejores auiores formando lo qu~ se llama Tt•n cifto ?'eaonclo. de ella se' han ocupado, y las1pu.bli'"que nues· en llenar de dificil es Esta:'Cóndicion '6 revistas de agricultura que e1•. caciones tra Esplllña,. por lo geheral; árcobsecuéncia pub-liquen~ se pais el d~t fraccionamiento y disp'e rsion parcela1 el primer afio se abstend'cá d~ Durante el aceptar ·d'e dejar si"n que, lori!l, J>Ol' gasto en la propiedad. que el más hacer pueda como tal cosas las 1 núevo agricultor cerciorarse de la presencia para necesario posilo· todo hacerseprocural'á. hallarlas, 6 de- la posibilidad subterránea, agua del perder sin condiciori, j bl'e á la mencionada superficiales. aprovechar·lalS de redon· coto el en 1Íilticamente de viilta que, 1 1 Se instalará. lo. más económicamente podo: es donde pued.e alcanzar ra máxima sible en el pueblo del tórmino en.· q,ye,}a 'prttduccion con un gasto m1nimo, y p'o r propiedad radique, y arrendar.á "esta por díosecuencin llegar en su. explotacion hasta el período jardineco., que es la per- ' Un breve espacio de tiempo, si es posible feccion del cultivo. A,l coto,redondo podrá por un afio, durante el que no ha.l'á más arribar por medio de las compras, ventas oficio que pasear con la escopeta 6 el nivel al hombro. Estudiará las leyes del clima, y permutas. la naturaleza del suelo, la calidad y canSi la propiedad está fraccionada y distidad de las corrientes de agua, como ya persa. y e& de secano, prescindirá de todo hemos dicho, y el.relicve del terreno. Reestudio sobre iluminacion de aguas; pero correrá su. propiedad en todos sentidos, si~ está reunida. en a&tQ> redo'Mio, aunque sea.de secano, verá. si puede con faciliclad todos los.dias- y á todas horas, no desper:. diciando los menor-es detalles. Estudiará. aprov:échar las aguas,de una faente 6 ar... al mismo tiempo á sus vecinos, ya sean ~9yo que pase por tas· inmediacfones, y. no sencillos eiudadanos, braceros 6 funciona· ll~biendo esto indagará la-. posibilid.ad de rios. Meditará las palabras, los ejemplos y ~ncontrar aguas subter-ráneas. Este cono· loa. hechos de todos, así como los escritos oimiento lo adq-uirirá, bien -por el de la 6 datos qne pueda recoger respecte al cul· constituciou geológica del suelo, bien por tivo, .estadística, leyes, usos, etc., etc. Re· los pozos -6 fuentes que pueda habe1· en el correrá las ferias y mercados para obserpueblo y su término, 6 bien por medio de var los productos y eostumbres, compras un pozo de los llamaqos American()s, que y ventas, y no pondrá manos á-la-obra de no . es otl'a cosa que un tubo de hierro de tnio á. diez metros de longitud,. en varios su explotacien hasta haber dejado trascurrir de este medo los trescientos sesenta troios susceptibles de ajustarse 8.· rosy cinco di-as y seis horas del año, durante cca,ify del diámetro de un duro, rematando el que>hahrá podido formar juicio exacto efr pun~a; pot• cima de la que hay varias de tas di-versas formas y aspectos de la na· filas ~e - agnjeritos para dar paso al agua turaleza y de la sociedad en cuyo seno va en-su intedor. Este tubo se introduce en á vivir. tiérra á-golpes ·!;uaves, y cuando se presu· Emprenüida la campaña, procurará el me )laber llegado á Una capa de agua, cuya certidumbre se adquiere introdu- . industrial agricola inmovilizar todo lo inéno,s posible -de su capital 1 dinero sobre ciE!ndo qn objeto' en el tubo, se aplica una vbotnba de ·brazo al1 extremo de este,·la que, tcHl<i>, @Q COBStl'UCCÍQUeSI que1SOD la!7 que máo•cues'ta'n!'en-el eampo·y ménos pr.odu- , ~t~n;_¿1obando : á. p1 acer, '"dirá' el 'e audalt de cen . .Nada es más perjudicial en, agdcu~' agú~ c'on que BUe'de contarse. 'E n.las-casas. tuNl que las construcciones: hay que •evii~omercios ·de objetos ag-r ícolas-de Madl'íd "j;:2r<rvincias pueden verse- completos tan t arlas lo ruás posible, y concretarse1á lo absolutamente prt-ciso. No quiere decir útifes aparatos. esto que se prescinda completamente de Suponiendo al nue-vo agricultor iniciado ¡ en los c'ohddimiéntós ·genérales de las cien- · ellas, sino que se.hag~n las ex.tríctamente m~nos

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FIDIDACJÓN JUANELO TURRIANO


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Los Conocimienlos úHles.

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pietarios de fincas rústicas, en las quepade modo que respondan al objeto para que se destinan, y ej~vutándolas con la maj'Or san t1·anquila y ag1·adao emeote el resto 1 economía é inteligencia, sin faltar por esto de sus dias. En nuestro pais se empieza á observar una ten(iencia. igual, pero hay á las condiciones higiénicas de lo::;racionaque_tener eu cuenta que no estamos en las les é irracionales que las han de ocupar, como tampoco á las de solidez y belLeza condiciones que los extt·anjeros. Estos, c~ndo eropleaQ. su capital eu fincas rúarústica. ticas, las l,lallan bien dispuestas y en una Algunos eno'res b&mos visto <rometer marcl;la regular de pro~Iuccion;. y 1;1osotros en este punto. Conocemos á más de un afi· cionado que ha invet·tido g1·andes sumas 1 tenemos que (}mpezal" por pl~ntear esta. Perqae entiéndase que no llamamos pro, •e n constt·ucciones•l'nrales, como si fu.eran ducc¡o.n .á 1~¡~. e~.pontl}o ea, que es hoy ~a de pana tm4.l. ci•uda~, y en el campen~ 1m re~l la maywía de nu~stro suelo, sLn9 .la qu'e sol&. Per0 uno ·sobre todo, que com.puó de hieDes nacio1lales más. de· cien hectár.ea's. elll<nnbre. ¡¡.ñade á ln e¡c..pontá.nea por mt:dio de su capital, dinero, ;Y ~u capital in.de tierra eo un solo pedazo, de muy metel~c tual bien emple~dos. diana calidad, pt~ro susceptibles de gn1.n Ott•a de las cualidades que de)!>en adoumejora, 11anas como la p&lma de la mano, y por solos diez mil reales en plazos. Pues .nar al perfecto agricultor es~l tltlentoag?·íbien; lo primevo que hizo este aficionado col.a. Esta CUillidad es la más difícil de lie· á1'a soosasdelcampo,fuéhacerse una.gran· nar, porque, además de ser natural, no siempre se encuentran unidas -en grado casa, exactamente como la de una ciudad, máximo en el mismo individuo las condimil seis costó le que finca, l}n medio de la de organizador y de adlm,inistrado1·~ clones solo tan fueron cálculos sus doros, y corno Preparar los elem~ntos de una combina· de dos 6 tres mil, y comprendió despues eiou que debe responder á un objeto dado; que en el terreno debía gastar por lo pron· ponet unos enfrente de. otros estos elemen· to otro tanto para poner la parte méjor en una pt'ogresiva marcha de produccion, se · tos en la meJida y limites necesarios para aburrió-y deploró su torpeza, concluyendo. . que su accion dé todo el resultado pro. puesto, es organiza?·, constituir 6. f9rmar por abandonar casa y terreno. 1 Aficionados de este género hacen más ,el sistema 6 la combin~;~.«iop. mal ClUe bien á 181 agricultura, y· lo más . D.a r á eete sisten:;¡.a ~odo el impulso ne,sensi·ble es que-no son solo los q,ue1tal h{t· . ee~ario pan.1.. por.~~ le en. movix;niento u~i­ cenl hombres de alguna 'eflad q.u:e no han . for.me 6 r~g1ula,t, cu.iP,Ilir g.e q~e ,ninguno p<!ldido aprender en su j,uventud. porque .no ! .de.~os elerp.eut9s constit,utiyo~ se altere ni habia- dende, sino j6vene::; que' en edad: de~v.ú) de las !eye~ , q1.1e le hao. sido pre~­ tempr·ana disponen de su p.atrimonio y de ' -critps por la constitpci911¡ l;lel sistema~ es,to medios de instruccion que no aprovechan ..es-lo que se·llama admin,iAtr!}.r. El organizador debe hallarse dot~do de ni consultan. Consulten todos á hombres entendidos, "excelente golpe <le vista pan\ saber tomar' de donde ~uiera que s.e encuentr.en, los como se hace con los aboga!los, médicos y demás, y si no hallan ocasionde esto, con- -~lementos .necesarios para una combinacion, al mismo tiempo que debe brillar en sulten las obras de economía rural, no seél el espíritu de sistema. natural y claro paránd'ose de la marcha que acabamos de gu e {orma los orgatri.zadores. Debe hallarse trazar les, y estén seguros que no verán la dotado de exquisit,a perspicacia, á la par ruina que en otro caso es:-inevitable. E11 otros países, y en alguno vecino que de cierta habilidad, para ponet·se siempre á la altura de la$ circunstancias, por nuestro, acostumbran los comerciantes, dificiles que sean, en que su· industria les :rondistag, industriales y hombl'es de necoloque. goeiels 'á dejar esto~Pá la ed,ad de 36 á ,Ao "El administrador qepe hallarse despierto "~años, ·época de su·viüa en que ya •han~reade cuerpo '3 espiri~u :· no debe tesiempre pro-. hacen lse y cll.p'itsl¡l' • Uzad'O un bonito

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ner la vista para no ver-ní los brazos para dejar <le obrar. No debe permitir se oxide ninguno de los resortes de Sll ml'l.quina, ni consentir que el motor d'eesta marche des· pacio y se pare. No debe- tener una confianza cie~a é irreflexiva en las personas que le rodean ni en los hombres de que se sirve ,· oomo tampoco dar á estos•ór'denes 6 instrucciones poco m@ditada<! para retiradas ó varia das lueg-d por ·cómpleto. En u na palabra, debe pensar para ejecu,tar, y · no como alg-nnos que hacen- las cosas pat·n'pens.arlas ·despues. ·' 1 • No os lo más com un hallar h0mbres que reunan á la par y en to:ia ·su extension las dos cualidades de organizador y administrador. Pero ta.mbien es raro hallar organizado!' completamente privado del talento de administrador y viée -versa. Lo más comunes un jnsto medio, y esto basta en el mayor número de casos, siempre que acompañe la experiencia general del país. Pero la figura m&.s importante en el cuadro de una explotaci~n agrícola es la esposa del agricultor . Aparte' de sus deberes come> tnl, que la conducen á mostrarse, nunca indiferente, sino apasionarla y amante del esposo, ·tiene en la iodustl'ia que este !ibrnza 6 profesa ya otros muy im· por tnn tes que llenar. Nuestro perfecto agricultor no p uede serlo sin una esposa que le preste consuelo y apoyo en sus rev.eses, y que le anime, excite y aliente en el éxito q 11~ espera a 1canzar de cualquier ramo de su industria. Sin una esposa que debe ser el árbitro del consumo interior de la casa de labor, y en cuyas manos tiene que estar la economía ó lft ruina de la explotacion, y que por su ca rácter dulce y persuasivo acierte á prevenir el descontento de Jos criados, haciéndoles más soportables. sus rudos trabajos é interesándoles en ellos. Una explotacion irá cada vez más en decadencia , á pesar de los esfuerzos y acertados trabajos del agricultor, si este tiene por esposa una mujer perezosa, orgullosa, llena de vana presuncion, envidiosa, supersticiosa, amiga de ap.adrinar preocupac~ones y errol'es, dada á la murmuracion, : ~l rencor y á los G('llos: no acos·

tumbrada al 6rden ni á la economía y aseo: desconociendo la probidad, la beneficencia, la paciencia, el amor al trabajo, la prudencia, el valor en la adversid.ad, la sincer·idad, la resignacion y la abnegacion . Mientras que por mediano que un agricultor sea, prosperará si ba tenido la fortuna 6 buen tino de elegir por compañera una mujer activa, inteligente, GrdeDarla, económica, no miserp.ble, tnodesta y sencilla, que no encuentre dificultad para nada, sino que parezca que todo $e lo eucucuti'a hecho. Porque los ,buenos criados se informan siempre, al p1·eteuder colocacion, del caráctet·, cualidades y circunstancias de la dueña de la casa, y si la reputacion no . es buena, no dispondrá más que de malos criados, del desecho que nadie quiere; El agricultor no debe, pues, olvidarse de su esposa, si como debe y es preciso la hace compañera de su industria. Si en esta no está versada, siendo algun tanto instruida, modesta y de índole buena, como es lo general, no le ser<i. difícil hacer de ella un !lábil administrador, con tiempo, pr udencia y cariüo sobre todo. Por esto, nadie como los agricoltores deben cuidar más de la educacion é instruccion do sus bij~s . Muchos ricos propietarios labradores DO saben e¡ daño que hacen á e;;tas, á si propios y -á la sociedad en geuera.l , dándolas con la mejor inten ~ cioo del mundo una ed.ucacion que por si sola basta para sep!i.rarlas de sus deberes y de las inclinaciones ¡wopias de su sexo. El deseo ele darlas una buena educacion, · y la vanidad acaso de que bdllen y figuren por encima ele las hijas de otros labradores ménos ricos, les conduce á poner las suyas en pE)nsiones 6 colegios en la capital de provincia, l.a corte y aun en el extranjero. En estos centros y estable~i­ mlentos, la sencilla niña del campo DO en· cuentra otra cosa que condiscípulas apasionadas de los placeres de la ciudad, aspirando á brillantes enlaces por medio de los que puedan satisfacer el gusto por el lujo, que tan fácilmente en la muj ~r se desarrolla, y donde oc u pactas tan solo en detalles fútiles de adornos y modas, mú-

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Los Conocün.ientos utiles.

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in tel'eses 1 reflexionaran cuánto pi\! t•den sica y baUe,.concluyen por odiar la vida sus hijas, tanto con la educacion que hoy y las costumbres del c.ampo, con tanto se, las dá, cuanto con no 'darlas ninguna, más motivo, cuanto el nuestro pOl' lo general tan pocos atractivos ofrece por la y cuánto inútil y aun p_erjudicialmen(e ' muchos con ellas gastan. rudeza y aridez en que sus moradot·es le . En ot!'os países hay millares de jó,·enes conservan, y por el cultivo nada variado, perfectamente educadas é instruídae:, de sino único, exclusivo y monótono. intachaLle conducta, que ap1•enden y saDe tal instruccion resulta que cuando ben enseñar las materias arriba indicadas, una jóven así instruida se enlaza á un y aun un poquito de música y dibujo, propietario labrador, no encueptra gusto además de las labot·es más principales y alguno en las.faenas agr)colas, llega hasta necesarias á toda mujer. Estas jóvenes á aborrecer Cuftotas cosas y personas la 'l'odean, adquil'Íendo un cartict~t· imposi- ·son buscadas por las esposas de los agrible y concluyendo' por enfermar. Y al ob- ' cultores acorllodados, y las admiten en, !>US casas como si fueran de la familia., (}OCarservar el agricultor que la salud de su la instruccion de sus hijas, que g-ándolasde esposa se resiente, pasa largo tiempo en de esle modo unas bellas, bien ser á llegan la inquietud é incertidumbt·e sin saber pet·fectamente instruidas sey educadas qué hacer, basta que por fin se decide á el regazo matet·no, abandonar sin ñoritas, en ciudad, la habitar y dejar su profesiou perfecta educamás la á contdbuye que realizando ó rentas, sus la que, ó vive de á la parprácticamente cion,enseiiándolas . de género otro á dedica su pl'opiedad se te correspondiente á la administracion negocios. agrícola y faenas domésticas, y concl uDebemos, pues, afh'mar que donde las hijas reciben su más sólida y útil instruc- yendo por hncet· feliz al homb,·e q uc eligen, agricultor por lo general, y todo sin gas· cion es en el t·egazoo de sus madres. En él tar más el parlre que lo que gastaria en se conservan las sanas tradiciones de la un colegio de ciudad, y viendo por más ó familia y las buenas y sencillas costumménos tiempo de sí alejadas á sus hijas. bres campestres. Es verdad que muchas En nuestro pais, por desgracia, tan útide estas madres no saben ni aun leer, y no pueden dar á sus hijas, por no haberla les profesoras son casi desconocidas, porque no son apreciadas como lo serán alellas recibido, una instruccion que se hace g·,lm dia, y sola mente las familias muy hoy necesaria á toda persona algo. acorno· ricas de la corte y alguna capital son las dada, aunque habite pueblo rural, porque que poseen, formando parte integran te usí lo trae consigo la facilidad en las comunicaciones y adelanto pt•ogresivo de de la misma, una de estas profeso1·as ó ayas, pero f¡·ancesas 'ó inglesas pór lo genuestro siglo. Es verdad tarubien que neral. nu~stras pl'Ofesoras de niñas son escasas, Los ocho, diez ó más propietarios labray que las más instruidas buscan las capidores acomouados que suele haber en tales con preferéncia á los pueblos , en nuestros pueblos rnt·al~s segun su imporlos que por lo general no saben darlas tancia, obrnrian, pues, muy euerdutnente todo el. f!pre.cio que se merecen, porque si, asociándose, formaran un fondo reguignoran la. mayoría. de sus habitantes lo lar para dotar de honorarios decentes que que es llistorja, geog.rnfia, higiene, viajes, sirvieran de estímulo aj'óVen~s pt·ofesorás ecopomía rurar y doméstica, g·t·amática, españolas, encargándolas la educacion <.le literatur~, ar-itmétl~'a y contabili'dad, cosus hijas, en h1s casas mismas de sus pasas hoy ~a~ necesari~s á la mujer como al dres, por lecciones y horas, yR que cada hombt·e, y que no debe ignorar la esposa úno de estos nó pudiera costéa:- la suya.. de uo pe.rfecto agricultor. . ~ste seria un poderoso. medio d~ i~strucEste mal creemos podría remediarse si general, de ptogreso, mora~tdatl y c1on los propietarios labradores de nuestros pú.b1icas, p0rqw~ infinitas j.Jpt•ospcridatl pueblos ruraJes, comprendieOUO mejor SUFi

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venes, que hoy mueren en la miseria 6 en el vicio, se dedicarian al profeso_rado, en el que verían un porvenir decente y honroso q•1e baria la felicidad de todo su sexo, y la del hombre, que desde que es concebido hasta que muere vive en el seno de la mujer, por ella y para ella. Quedan trazadas, segun nos ha sido posible y con la concisa claridad propia de la índole de esta publicacion, los prin~i­ pales puntos á que debe atenerse él que desee á la agricultura'dedicar.se, profesion la más noble, más higiénica y más útil, de .la que es el porvenir de los pueblos cul~os y de nuestra pátria, y la única natural, pues que ha sido hecba para el · hombre.

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Pero si no se tiene instruccion, práctica, constancia y órden, no hay otra que más haga sentir los efectos del desórden, de la ignorancia, inexperiencia, -impreme· ditacion é impaciencia. En ninguna industria se paga más caro que en esta las faltas de práctica y saber. Nuestra clase labradora estaría infinitamente más adelantada, rodeada de mayores comodidades, y no se arruinarían tantos propietarios y faJ;Dilias labradoras, llevando con ellos la ruina del pais, si á su práctica y experien· cia rel)niera.n los conocimientos más generales de la. ciencia agronómica, de la que en este artículo dejamos apuntadas las generalidades económicas más importantes.

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AGUSTII'I CAÑAS.

1

CONOCIMIENTOS DE ESTADISTICA. Poblacion de Roma.

La capital del orbe cristiano se prepara á recibir el concilio ecuménico, que será uno de los grandes suce~os del siglo XIX. Ln a.tencion de todo el II1Un-d9 estará. puesta en Roma , y en esta ocasion nos parece oportuno dar á conocer los siguientes datos estadísticos que tomamos del Anua'J'io que dá á luz la Cámara apotstóliéa y acaba de publicar para el año 1869. La poblacion de Ro ma es hoy de .•. 220.532 habitantes.

~Qtle se descompone

en. Y

118.873 hombres 101.659 mujeres.

· •· · • · · · · · · con los-añqs..anteriores, reCoxpparada . sulta que en los últimos diez años ha a umentado en una proporcion considerable. En 1860 era de. . . • . . •~ 184.049 hab.s En 1868.. . • • . . • • • • 217.378 Resulta que en e1 último •

periodo de diez años ha tenido un aumento de Y en el último año de 69. RespectQ al n ú,tnero de familias es de. . . • . .

36.483 hab.• 3.154 42.515

Analizando la cifra total de la poblacion se obtienen resultados curiosos é interesantes. Por ejemplo, se halla que hay en Roma 32 Cardenales. . . • • • . . • 26 Obispos. · · · : • · · . · . • . . 1.366 Sacerdotes y clérigos. . . • Discípulos de escuelas eclesiásticas. 84'1 1Hombres. · · 2.959 1: · · I nstltutos ~ re~g1osos. M · . UJeres. · · •. 2.: 2-n6

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Total de gentes de iglesia .. '7.4_8 0 ,., . ~1 resto de la poblacion '¡Se desco-mpon~ r .del J;Dodo siguiente:

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Los Conocim':i.entos

Discipulos d~ escuelas seglares. :Mujeres. retirad~s'.:n los c?nser1.738 vatot·Ios. . • . . • . . 2:094 Casas de ~arida:'d. . . · . • 193.068 Familias románas. .. . 10.207 Militares de la gu~rnicion. , 328 Presos . .. .• 637 Heterodoxos .. 4.682 Israelitas . . .

' ·santa Maria la May~. . ñ.(86 . ,S ap ~a'tllo (ex:t[·~x;n)u•b\j: . l.fl2 Lós palacios A,Postó'Íicos. ' 9l4

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1 Total para la _poblacion laica. 213:052 '

El interés religi9so d9mina ·~n RoiÍlá.'

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ahora log-1 resultados que ·presenta el A'11/ua7·it; bajo otros puntos d~ · vista, se hallan tambíeñ detalles interesantes. El aire de Roma pasa por ser muy saludable, y en efecto, debe creerse segun )o que arroja la siguiente tabla de morta' · ' ' lidad. 11 • • • ·} ' l '·l En 1'869 babia en .Roina·. ,

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Bajo este punto· d'e vista importa saber De 1Ó á '80 aiiós: . ~··. ''4.511 habitantes. .! ·'l.05l que consta de 54 parroquias~ cuyo número De 80 ~ 90. . . . - 89 • . . . 100. li 90 De mil. cinco á tnil tres de de feligreses varía cerca Anastasia, San y La de San Vicente En Roma, por lo demás, como en todas de la fuente déTrevi, tiene 8.876; la de San Crisógono, en ell'rastevere, no tiel!.e lli!ftes, la balanza se inclina, bajo este punto de vista, en favor de las mujeres. más que 463. Hay un número muy grande de célibes, . Respecto á las grandes basilicas de Roma, la -poblacion de .'feligrelfe's. es,m': uj! 1 :P~bétl l ~G J>O~~ .cl~.Jlos que s'on hombt·es _ ~ <:36.258 y mujeres 30 ..345. diversa. Estos son los datos que por ahora nos ha parecido conveniente extractar para San Juan de Letran tiene. 1.696 . San Pedro . . . . . • . • • . ' 5.021 -v- ~r conoc1mietito de nuestros lectores. mt rol'., '"i ' s5 tusr.o11'l !

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peleando contra los argelinos á las órdenes del almirante Barce1o. ·En 2 de ':Marzo ~~ 1 de 1766 fué nomb~~do alférez de fragata, 'Y , ~ ;,< ' . ~ D . .Fed~rico G'ravina; hijo de D.,.Jua-n , en 23 de Ma~o de l7781 ~scendió ) á alférez :Gra;vina y Monead_¡{~ ppque... de $ail ,Mi; dern'á.vio;' distingViéndose constantemehte g"\\el,'Q:i~n,de8d,e Es.l>ai;ia, y ,4,efD?fja·Léó{ 1 poi!sil"' vd'lbr·,l sú f.lptitud ·y puntual·currl1l:u?r(N"apeli, plimiento de sus deberes. hijít ·d~l p~incipe de 'Re~~tana, l.M uy )6yéh· a.ü'l()n)1{v'OO?\"rliil'M1~ ~dos 1 eñtP.Rfn:aci.á t~¡~.mpieri dr~ng~ .de 'Espai1a; ! "fiagata~, ' con laiSVéWálé's:>·eorHit~ui6 pdner 1ermo ell2 dEtSetfembre de 1756. 1as~'co¿tas de Espá~a a11ó'iigdd~ las inva· ,;qespue~,.9-e"' haber... comen.zado sus estudios e·n Roma; 'los continuó en CMiz en la ¡ siones de los berberiscos. academia de guardi~s marinas, é ing~esó 1 · Hizo muchas•campañas\iai 6;den.e~ de en la ·arm~a"-eñ~lS;te Dieiefubre de 1'775. f losalrfÍirahtes Có;~~~a-~ ·~.a:~r;edo , y d!ó muchas pruebaS' de ·íáFento y de bravura. Hizo sus primeras armas éoh distiñ'cfól.i, .:: .GRAVINA.

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Los Conocimientos útiles.

En 1797 mandaba una divisioh del alArribaron á Vigo, eu cuyo puerto estu. mirante Langara, y cuando Tolnn se envieron detenidos largo tiempo por los 1 tregó á las potencias aliadas enemiga-s de vientos del N. E.. y del. E. N. E.; por fin la república ft·ancesa, Gravina mandaba puliÍéron hacerse á la mar, y encontraron lns t.-opas de..desembarco;-fué herido gra- á la altura del cabo de Finisterre una esvemente ep la lucha, y no se retiró del cuadrá inglesa de 21 velas, n'e l!tS que 14 campo ha$ta desalojar al enemigo de las eran navíos, mandada . por. el almirante ~ posiciones que ocupaba; heróico ~compor,- Oalder. Gravina y la flota española se · tamiento q-ue ¡;;»reJfiió el municipio cob úqa pusieron á la vanguardia y empezaron el corona de laurel. . combate, que duró muchaa horas; la esCon su valor y habilidad consiguió hacuadra inglesa tuvo grandes averias y fué cer inútiles los esfuerzos de la· armada obligada á retit·arse, lo que verificó dufrancesa para apoderarse de la plaza de 1 ranté la1noche aprovechando el viento. La Rosas, cuyo 1l.echo le valió el grado <le ~ bruma era tan espesa que no se podían brigadier. apuntar los cañones sino á la luz del fueDe.spues de la paz de Bale, firmada en· go enemigo. Refiriéndose á este combate, tre la Francia y España en 12 de Julio de Napoleon dijo: los españoles se han batido 1795, Gt·avina fué acusado de intrig·as se- como M1·oes. G?·011Jina es todo gé"'io y deci· ct·etas y arrestado durante algun tiempo; sion en el cornbate. El carro fúnebre en pero pronto se le hizo justicia y fué aseenque se trasladaron los reatos de Gravina dido en su carrera.~Debió esta desgracia en la inauguracion del Panteou nacional pasajera á la enemistad de Godoy. cou tenia aquellas palabras. En el ataque y bombardeo del puerto de La escuadra aliada se trasladó al Ferro!, Cádiz (1797) por la escuadra de Nelson, donde se reforzó con quince navíos, y en tuvo el mando de la escuadrilla de lanchas seguida se dirigió á las aguas de Cádiz que con sus ataques contínups _y hábiles para reunit·se á la escuadra de Brest, maniobras obligó al almirante inglés á mandada por el vicealmirante Granteaudesistir de su empresa. me. Pero el 20 de Octubre, á la altura de En 180:2 mandó la escuadra española Trafalgar, se encontró á las flotas reunides~ipada á. protege,r 11:} expedicion fr-ancedas de Nelson, Collingwood y Colder. La sa,.di,r;igida contl;'a ~apto Domingo. fl.ota franco española constaba de 33 na:J En 1804 (ué á Par1s qom9 embajador e!.víos; la inglesa tenia algunos ménos, pero t,r~or<l i 9ario, , donde I:ecibió una brillante la desventaja delnúmer0 estaba más que acog:'ü1~ Y. honqt·es p~r~iculares. Despues compensada por la superioridad de sus rep1·e¡;en~ó á la reina 4.1:1 Ettu.ria en la comarinero$, escogidos entre los mejores de rqnacion de Nappleon .. · . esta nacion. El 20 de Agosto (1805) ancla· V .1 Elevauo al , rango S}lpr~me de capitah ha en CAdiz la escuadra. El almirante Vigeneral de las ar,ma!ias navales en-1806, llene.uve se decidió á dat· la batalla á la tomó el man_d~ 9-e 1a ,pu~t·osa flota espa:- escuadra inglesa contra el parecer de los ñola que se reunió á la _del almirante jefesespai'íolei!,queconsultadosene1con. francés ~i1leueuve,ep1as aguas de Oádiz. sejo manifestaron su dictámcn contrario á La arma da naval eOJllbinada hizp vela la salida de la escuadra, dando las razones 1 hácia las Antillas, tanto,.Pat.~_obÜgar á Jqs y most1·ando los inconvenientes que en ingleses á leva!:\tar ~lbloqueo de lo.s pu.e.r· ello veiau. tos dé Europa, c9mo para ejer.citar á sus El combate de Trafalgar, una de las lu· • .. 1 .).. ") -!~ prop1as tropas, compu.estas en su mayor chas navales más sangrientas y terrib-les parte de madnos J~iv:ím~~nin .~e;.PJriencia de que ha:bla la historia, tuvo -uti fin JdeY que $e embarc11gan por printet-.,~ve¡;.l-os sastroso para laJ escuadra. aliada.; Españn. l ingleses no cayeroQ ¡:ln el ]a~1 y Villeperdió sus má.s i·lusirés y distingui-dos 1 neuve y Gmvil,la vp1yíeron á los tmi.res-de , marinos y sus mejo_res navloa.1 Nuestr.o ' ·l 't)j>HJi":'JC.~<J ' --· - '"• ·~ ,;.~.,"[' ' ~ • hérae., Gr,a l•ina sostuvo·ent eURríncípeule tj Egropa. ¡ .¡ l

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fUNDACIÓN

JUANELO TURRIANO


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Los Conocimientos útiles. Ast1lrias, por espacio de cuatro horas, una horrible pelea contra tres na vi os enemigos. En ella cayó gravemente herido de un casco de metralla en el brazo izquierdo. Pudo arribar á Cádiz con los restos de la deshecha escuadra ; pero á los tres meses despues murió de sus heridas, siendo capitan ge1íeral de la armada por la ac•cion de Trafalgar.

Ganó todos sus empleos y condecbracio· nes batiéndose siempre ~n primera línea y dando repetidos ejemplos de bravura y decisión. Fné probo, modesto y de singular pericia en el arte de la guerra; la historia conserva su no:nbre como el de uno de los varones más exclarecidos de lamarina española.

La cuestion de la navegacion aére'a. Considerando que la atmósfera presenta aun muchos meses en el mar; al paso qtte por todas partes un camino abierto para un globo que no puede contener más que comunicarse entre si todas las naciones una persona ni permanécer en los aires del globo, debemos admirar, en presencfa má'S' .que algúnas horas, cuesta mayor de las maravillas realizadas por la induscantida<l, así por su coustruccion, como tria, que esta vasta via de comunicacíon por el co·osumo de gas en cada asclrosion no se ha.ya,. a un utilizado. .ó v1aj~ que con esta máquina se quiera Consiste en que los obstáculos que se efectuar. No es posil)le modificar estas oponen á los viajes aerostáticos son numecondiciones, y por ello debe considerarse rosos, y no teniendo en cuenta: sino los como una utopiala idea de cdnseguir én más importantes, podemo& desde bego 'el' porveoi~ que •la~ vi~s aéreas, digá.cld~lo citat•: así, compí1!im C'ón las viás fé'rreas. á no s·e r 1.0 La violencia ó irregularidad de la's' para trasp0rtes rápidos y objetds d'e gran corrientes aéreas. valor. Pero· no e~Plo rrí'ismo se trata de 2.0 Los gastos considt>rables que exige viajes de explbracion 61 dé estttdios cidntí'· este medio de trasporte. :f?.cos. En cumplir este objeto está el'verda· 3. 0 La ex.igüidad del peso trasportado. cero porvenir de' la aeroná.'utica. Las corrientes marinas son regulares y Los globo.s inflados por tnedio del gas su mayor velocida1 no excede nunca de 2 de huUá no pú~den mantenerse en' el• ai~e metros por segundo: las corrientes aéreas, más de 24 hot·as, y por lo tanto su utilid~tq por el contrario, son muy irregulares y sel'ia muy limitada. Por esta c!h(sa, y de.s· pueden llegar á tener una velocidad de 50 pues de muchús aiios de htrgas y minuaio· metros por segundo. Si las corrientes ma· sas experiencias, se ha de-citlido el empleo rinas alcanzasen esta velocidad veJ,'.tiginodel gas hidrógeno para los glol)os destisa, la navegacion seria imposible. nados á experiencias formale~ Además de esto, con unas cuanta,s tablas El hidrógeno prodúce en todos los punde madera ó algunas hojas de pala~ro tos del globo úna presion doble de la del bien ensambladas, se puede1 sin gran gas: gas de hulla, y como· es cinéó veces má<s "' t.o, con.struir una lancha, un qarco cap~· ligero, se escapa, segun' las leyes de la de contener muchas personas y suscepti- 4' niecáñica, con una' velocidad diez veces

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ble de permanecer mucha•• sem•uas• y JI mayor por una abertura dnda; la ~érd.id~ ~

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fUNDACIÓN

JUANELO ·

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útiles. Los Conocimieliltos . de fuerza ascensional es veinte veces mayor en el mismo tiempo, porque la·pérdida de un metro cúbico de hidrógeno equivale á la de dos- metros cúbicos de gas de hulla. Esta facilidad de la salida del gas hidrógeno á ~ravés de la cubierta sólida, ha obligado á construir envolventes espe· ciales que son un verdadero progreso en el arte aerostitico. Los tejidos que compo· nen estas envolventes están superpuestos y pegados uno, con otro; una hoja interior se vecubre con una capa de barniz de goma laca y va das de barniz de aceite de lino. Lai! cubiertas así formadas. retienen perfectamente el gás hidrógeno, pero solamente se emplean en los grandes globos, únicos, por otra parte, que pueden servir útilmente á las ascensiones científicas, en las cuales van siempre un cierto número de personas, hay que llevar instrumentos diversos, y es necesario permanecer en el aü·e más ó ménos tiempo. Estas ventajas son consecuenCia de, nn principio matemático, á saber: la· fuerza ascensional de los globos es proporciDnal al cubo de su diámetro, al paso qpe la fuerl!}a ó presion del viento sobre su cubier ta crece. solamen te como el cuadrado do aquel diámetro, de modo que triplicando el diámetro de un globg, la accion del vtento sobre él resulta nueve veces mayor y puede p.or. la misma, :t:azon ~levar un pe¡;¡o 27 veGes mayor.. ' Podria creerse que llevando una cantidad deJastre suficiente se-.c0nseguiria per· manecer muchos días ~n lo~ ·aires. No sucede así, y hé aquí. por qué:. ·en los, viajes \ en globo casi siempre se está á mayor altura que las. nubes, y no pueJ~ evitarse que e:l aer oatato se caliente durante el 4i.a por el sol y. s.e,enfríe durante la noc~ por In irradiacion:. háciá los espacios celestes. Obrando estos dos•efectos en sentido inverso, resulta una difecencia de temperatura para el gas del globo que puede calcularse, pqr término medio,-en un. ex_ceso de 15° sobre la del aire ambiente en todas ias alturas, hecho que produciría dilataciones y contraccipnes diurnas, alter~ati•• vl).s é inevital>les,.cllyo ':aloi se~ia '/~a ,PrÓ· ¡, ximamente de· la capaci.dad.del globo y

que no poddan compensarse sino perdiendo gas c a~mdo la dilatacion, ó lastre cuan· do la contraccion; lo que en definitiva representa una pérdida diaria de if u del peso total levantado por dl globo, pérdida que recae sobre el lastre, y como la cantidad de este no excede de '/&de la potencia del globo, q~1ed¡tria agotado p1·ecisamente en t1·es dia::. Proviniendo este inconveniente del cam· bio de temperatura p1·oducido por el e:on.tacto :iel gas· con la cubierta, conviene d.a r á esta cubierta el color ménos fav:orabJe á. la absorcion del calor solar- y á ra .. emision del calor irradiado, que es el co,... lor 1Jlanco. Por esta causa se ha pensado en reemplazar las capas de aceite de lino por una pintura blanca., teniendo-por base el tako, que es ligero, de poco coste- y detextura luminosa, contribuyendo por esta última circunstancia á la impermeabilidad. Concluiremos estas noticias técnicas re· fir:iendo algunos detalles de una aseension científica. realizada últi.ma.mente por.-alg.u· nos sál>ios en Parí:¡. Se llevó á. cabo en el gran globo construido por Mr. Giffard,.. que ha servido en Lóndres para ascensio ·' nes del público, sujeto por una mat•o.mar y la correspondiente maqJ.Iinaria, y el cual, rompiendo un dia· sus-ligaduras, se lanzó_por los aires, sin causar por cierto desgra· cia alguna, ni sufrir en su. c.aida detrimen· . to de consideracion. A su pm·tida,. ascendió el glo bo-cot) los experimentadores lLevand.¡; u-na i-nmensa velocidad., colocándose de un salto, por decirlo así., á tres kilómetros v.erticalmen· te. La. cantidad de aire desalojada, por su ener.me volúmen era tal, q_ue-los. viajeros er-an azotados por un huracan _violento. . que se precipitaba en el paso ~J-bierto en· tre la parte inferior del globo y la barquilla: experimentaban el mismo e(ecto que ~i: hubiesen estado colocados en la impe:t:iill de un tren express marchando un 4:i!l de : ,violenta borrasca. La experiencia más curiosa, única qne. vamos á citar aquí, es la que tuvieron ocasion de hacer respecto á la propagac~5111 del s0nido. Colocados sobre Vers1:1Ties á ·800

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metros de altura, y estando la música de en fin, en último lugar el de los pifanos, la guarnicion tocando en una de las plazas,- al contrario precisa.mente de lo que suceobservaron que el primer sonido que se de en tierra~ percibia á. aquella altura era el de los . l!:n el propio dia d~ la ascensioQ deseen· dieroB,_ aunq.ue con alguna dificultad, destrombones (1), despues el de los fago : , y p.ues de haber observado una expléndida (t ) Especie de lrompelo ctUO vulgurntenle se -llama ~íÍCa• • postura de sol, á 80 kilómetros de Paris. buobe,

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C@NOUl.MlENTOS

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VAU~ OS.

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Discurso leido ante la Acad'emia d·e Cienci'as exactas, {isicas y natu.rales, en l a recepcion pública del Sr. D. Eduardo Saavedra. {Oooolusion.)

El1ln inmediato de la Arquitectura es la aaNada digo de la importancia suma de los me• tisfaccion de ciertas necesidades sociales¡ su dios materiales, el fresco, la encáustica, el (}1eo, 1' cuyo estudio y cuyo recto uso dependen de co- natural resultado es la realizacion de la belleza; 1, nocimien tos del órden científico, porque quiel'O> el medio de obtener ese fin y llegar á ese resultado es el equilibrio de las fuerzas naturales. Si qu13 me quede lugat· para ocuparme en aquellas otras bellas artes q¡te, siendo de indo le esen- en. esta apreciacion no hay engaño, se ve q_ue el medio es la ciencia, el resultado el arte, el fin cialmente racional, podrían comprenderse bai(} la utilidad; es decir, el progreso, la perféctibi el título de artes dinámicas. De. estas tiene la lidad humana, y la armon~a del fi.n, del medio· Arquitectura por argumento principal el equilibrio, así como lo es para I.a Música el movi- ' y del resultado, p·roducen el apogeo de explen- . doren las obras arquitectónicas, así como er mjento invisible, cuya existencia se revela par desacuerdo de alguno de esos eldmentos marca. la vibraeion del aire en las- membranas auditila rudeza, la decadencia, el extra vio ó lll: iocervas. Tanto Ita penetrado ya el estu'aio de· la Acústica' en la 'eclncacion de los profesores ' del . tidumbre. Quien haya tenido lll paciente llterrci:on de escucharme, a,dmltirá mi proposi(}ion.. arte divino de Beethoven y Pergolesi ; tan irrevocablemente deslindado se encuentra el levan- ·sin obstáculo ; pero tan conformes se hallan en tado campo .de los maestros, del CaU+pO risueño / ¡negar á la Arquitectura todo carácterrcie,ntílico la mayor p11rte de los que sobre ella disertan, y. y fácil de los aficionados, que me parece de más aun algunos que la practican, que no estará. de cua_nto me (!atuviera en demostrar cómo explica la ciencia la calidad y relacion deJos materiales •más lo que me detenga en explanar la índole de ese carác~er científico. que entran en esa ex.tructura incomparabu;, La ciencia arquitectónica es la ciencia del arte del siglo en. que vivimos, como la E.statuaeq_uilihrio, la Mecánica. El albañil y el cantero, ria lo fué de los tiempos de .Pericles, y lo fué tambien. la Pintura de los di as de teon X. Pero- qJ.le con la escuadra y el plomo buscan el asiento de una columna sobre sn basa, 6 de una dovela en la Arquitectura, la más antigua, la más vísobre la cimbra, realizan con sus manos el equivaz y la más evolutiva de las artes, sucede lo librio que entre las diferent~s masas y sus piecontrat:io, y se encuentra entregada á todo gézas componentes ha combinado In in~e ligeneia nero de disputa~, como decia del mundo el audel arquit~clo en la VMto. unídñd del etlificio. tor de los Proverbios y de los Cantares. Por ello Elemental y sencillo en un muro ó en un arvoy á terit~inar mi discurso con algunas consiquitrabe, más complicado en un arco 6 en una deraeiones sobre este tLrt~. descubriendo acaso 1 algo más, de lo conveniente el lado por donde _ armadura, ése equilibrio se encuentra llenó de dificultades en una cúpula sobre &reos torales, ~ me n~~an mis inc)inaciones,.

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6 en un sistema de arcadas, botareles y contrafuertes. E~e mismo equilibrio no seria posible si no estuvieran dotados los materiales, que reclbe!J y trasmiten los esfuerzos, de la constitucion molecular necesaria para no ceder á su accion (,)estructora. De aquí que eL estudio de una de las más dificiles ramas de la Mecánica, la teoría y aplicacion de la elasticidad, base de 1a Optica y de la Acústica, sea la base tambien de la Arquitectura: de la misma manera que os be dic ho antes, que de un mismo rudimento orgúnico ar1·anca la escala de los vegetale.:;, cuya verde fronda está asida al terruño donde b1·otó , primero, y la escala de los animales que trepan ligeros nl empinado risco, 6 hienden soberbios el aire con raudo vuelo. De otras ciencias, final· mente, dependen ~ambien la ~lecC}ion, la preparacion y el oportuno d,est.ino.de los materiales; cuyo equilibrio, calculado y hecho efectivo de la manera gentil y distinguida que sabe el arte comunicarles, hace la principal belleza del edificio: donde la piedra inflexible, despues de recibir la huella de la inspiracion del arquitecto, parece que toma vida y habla al espectador que penetra su lenguaje, para referir~ los altos fines que allí le han colocado y le han dado forma; para contarle la historia de aquellas puertas, de aquellas naves, de aquellas torres, que unas t¡·as otras fueron añadiendo las pasadas g~neraciones. Esta muda elocuencia de los monumentos coloca á la Arquitectura, con derecho indisputable, entre las bellas artes: pero de ninguna manera en el grupo de las artes de irnitacion. El arquitecto no Imita los troncos-de las encinas, ni las copas de las palmeras, ni ias nroporcienes del cuerpo h't!manei; n<? t}_ene modelo que seguir en la naturaleza, sino que obedece sus leyes inmutables; y penet1·ándose más y más de allus, de ellas mismns se vale para dominar la materia, y levantar en su tt·iunfo, segun expresioo ue Hegel, una nueva natu~al&z;a inÓrgánica. Ese gran triunfo, precisameqte, EiS obra de la ciencia, cuyo espíritu está tan encarnado en el arte de que ahora trato, que llevándolo fuera del circulo de las artes plásticas, con las cuales para perjuicio suyo por lo comun se asocia, le imprime un sello especial y en cierto modo enciclopédico, análogo por muchos títulos al que posee el arte divino de la oratoria. Si os parais á considerar d~spacio esto que parece una paradoja, encontrareis que es, por el contrario, la imágen fiel de aquel arte tan diversamente entendido y explicado. La Física eª el lll}rvio de la Arquite:~ tura, como es la Lógica e~ fondo de ln Elocuencia; la utilidad social~ propia de

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pueblos ilustrados, es el fin en ambas; y el resultado final es la belleza, que viste la utilidacl y la ciencia con las noble·s insignias del arté, y con sus mágicos reflejos hace la verdad amable y comunicativa. En este sentido ha podido decir un elegante escritor contempoFáaeo, {).Ue la obra arquitectónica es un verdadero y formál silogismo, como babia dicho Schlegel que es una armonía petrificada; y del mismo modo que la más florida peroracion es verbosidad insustancial si el orador ignora la Filosofía, la Política 6 el Derecho á cuyos principios quiere ntraér su auditorio, así el arquitecto que pre. tenda limitar su educacion á las puras manífestaciones artísticas externas, no podrá hacer más que reproducciones infieles ó extravagantes combinaciones. No es otra la causa de las decadencias que l!an señalado In ruina de un gran estilo, para fecundizar con su descomposicion ~1 suelo donde había de nacer un nuevo género. Asombra á los romanos la perfeccion acabada del Partenon y los Propileos; y sin investigar la razon de ~ sus formas y proporciones, trasplantan esas formas como trofeo de cruel victoria á sus arcos triunfales: resultando de la copia servil de extraños elementos la Arquitectura pobre, en su lujo impertinente, áel tiempo de los Antoni· nos, destinada á sucumbir con el viejo paganismo bajo los Flavios de la segunda dinastía. Lévaotan á porfía reyes y pueblos, pcela-dos y cabildos, durante los siglos XUl y XIV, las encantadas catedrales góticas, modelos de industria, de saber y de inspir:i·;ion admirables; y entendiendo los maestros dé!' siglo XV que· el éxito pro1igioso de s'us ~tntecesores era d'ebi:.. do al o!'llato original y á veéescaptichoso que', como nacidó en ellos, cubría los principales miembros de la extructura, se aplicaron a exagerarlos y repetirlbs~ perdiendo de vistl\ el tipo de la forma racional de donde provenian, y dando origen al ojival florido, precursor involuntat·io del fastuoso renacirnicnto. Y aun este estilo, que espera toda vi a quien descifre su enigma sin pasion ni exclusivismo, con ser una imitacion de otros modelos, no se libró de la mas ridícula decadencia, cuando los discipulos de Borromini forzaron aquella imitacion arbitrariámente f1,1era de su camino. Comparad, en cambio, las Unenns épocas del arté con el pr:ogreso de las cfencias exactas, y verei~ cubrirse el acrópolis de Atenas con lbs protatipos_del arte clásico, despues que Pitágoras y-Zenoduro ~ propagaron é hicieron avanzar la Geo~etría-; vereis alz .Irse gallardas las torres de _Colonia ·y_ las agujas de Búrgós en tiempo de áogeri(d~a- ~.

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Los Conocimientos úliles.

con y Leonardo de Pisa; y vereis, por fin, que Lúcas de Borgo y Regiomontano preceden á la. t otal renovacion que inauguró la época -moderna. Eu vano se protestará contra la invasion del árido criterio de la razon helada; que nada hay helado más que la ignorancia, y es árido solo el exclusivismo: ni con mayor motivo pretendera otro día un profano acometer el problema más difícil, la Arquitectu1·a de las ciudades, bajo el engailoso pretexto de que puede y debe •separarse el probl~ma técnico de su razon de sér económica y lldrninistrati va. N o se diga que los grandes maestros no conocían esa cie~cia tan decantada; porque poseían toda la que en su tiempo respectivo era asequible; y aquello á. donde no alcanzaba, les cost... ba grandes vigi~ lias, grandes desengailos y grandes amarguras, que hoy economizan á lvs principiantes un estudio sério y una instmcciou sá.biamente ordenad;~. Las innovaciones más atrevidas no se abrían paso siuo a costa de haLer consumido muchas virlas y muchas reputaciones en mfructuoso;¡ ensayos; y es ciertamente doloroso · ver burlados po1· dtlscuíuos de construccion los planes más lo~anamente concebidos por el gran ·arquitecto del Vatiuano. No se alegue que es inutilla c•encia, donde la práctica y los tanteos han traido uotables adelantos, que la inspiracion sugirió primero; porque taotu valdría querer reducir la Astronomía á conocimiento rutinario, porque declare ingénuamente Keplem que hiM sus mejot·es descubrimientos dá~dose en las paredes de las tinieblas hasta tropezar con la 'puerta luciente Gle la verdad. La íntima y fraternal alian~a del aspecto artístico con los · diversos aspectoil científicos, proclamada por Vitruvio como Indispensable, y que es por gran fortuna base de la educacion de nuestros arquitectos, es lo qus producirá de una manera expontánea en la generacion que nos suceda, e~a nueva faz que para el arte se espera con demasiada impaciencia, y que :>aldrá de entre los escombros de la ruina que hace más de dos sigtos se está preparando. Rsa alianza, tema de todo mi discurso, ha sido definida exactamente por Adstóteles, cuando dice que el arte es un hábito de produccion unido á la razon verdadera. Esa alianza es_la unidad dé todo saber, derivada de la luz de la verdad, única é infinita, que sin sernos dado penetrarla, nos envía amorosa algunos de. sus . rayos; con los cuale:> vamos percibiendo cada vez más distintamente los objetos que nos rodtJan, á medida que se agranda con el hábito iie la oscuridad la pupila de nuestro entendimicn-

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to. Las cosas naturales, segun la mauera que por voluntad ó por necesidad tengamos de cousid~:rarlas, refiejan con diversas tintas y colores los rayos, de esa luz, cou la cual imprimen su imágeo en el alma. como en una plancha fotográfica, variando las impresiones de la misma luz segnn el índ ice de ¡·efruccion de sus rayo;¡ componentes, y segun el punbo de especial p:eparacion de la plancha. Puesto ya. en el terreno de las comparaciones, no lleveis á mal, señores académicos, que concluya rui discurso haciendo otra ít que me con· vida lo idóneo del lugar y la competen.:ia del autlitol'io Si las ciencias participan de la belleza at·tistiaa, y las artes poseen un fondo científico, parece que dallet·ian habe1·se desenvuelto paralelamente en su ma1·cha, á través de los sigl0s, sin esas altern11tivas y soluciones de continuidad que regist1·n la historia. Pero podeis aceptar una lmá,;cn que como fórmúla analítica abrace esos desarrollos divtlrsos, su-poniendo que el adelanto de cualquier estudio 6 doctrina es una funclon del tiempo, compuesta de dos partes: la una, que corresponde á la ciencia pura, al ra~iocinio de;;nudo y severo, es funcion racional y entera de la variable, y la otra, que pertenece al urte solo, á la region del sentimiento, es funciou periódica. Cuando la funcion racional domina, corno en la Geometrfa, el adelanto es incAsante, y la fuucion periódica no iniluye sino en lu mayor ó menor velocidad con que se efectúa., grande en la escuela de Alejandría, moderada en la de Oórdol!a., inmensa desde Fermat y De;scartes. Donde la funcion científica es insignificante, como en la ~llcul­ tura, se muestra la plenibltd de su a:uge desde las edades anbigpas, pa,r a i; undirse por completo en las épo.aas pel'iódicas de decadencia. Fiual.!pente, la ArquitéC\tnra, que es la ciencia más artística y el arte más científico, ¡;oza en grado iguar de la influencia de las dos funciolles; y áSi se la vé marchar sin interrupcion de un estilo á ot1·o más racional y más acabado, y ejecutar dentN de cada. estilo la evolucion de crecimiento, e:xplendor, decadencia y ruina, que marca el sello de la imperfeccion humana en el vuelo atrevido de la inspi1·acion divina. Por este carácter complejo me be servido de la Arquitectura como de grti.flco epilogo de mis ideas sobre ciencia y arte, por ser tambien el terreno donde se riñen las más duras batallas, para aplicar las diversas doctrinas metafisic~s del arte; por ser ella misma el más grandíos.:> monumento de la unidad, que abra~a. la razon y el s~ntimiento, el espíritu y la. materia. El arte dilata y enn':lblece el horizt>ote de la cien-

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FIDIDAClÓN JUANELO TURRIANO


cia, como levanta y purifica los pensamientos del hombre civilizado; la ciencia prepara la direccion digna y armónica que debe seguir la li· bertad en las artes, como el imperio efe la razon y la justicia gobierna y consolida la libertad de las naciones. Y si podemos, imitando á

Platon, grabar en el frontispicio del templo de las Artes: No pcmetre aquí quien ignore la Geometría, con igual título adoptará la Ciencia ei lema de un cuadro celebre, y· escribirá al frente de su palacio: Et in Arcadia ego.

CRÓN¡CA..

'l'úNEL o"h Tü1ESIS ....::.m ~~lelh•e> túnel bajo el 'l'nmesis acaba de cerrarse defiñitlvitmente para el tránsito del público. Esjj¡g~olo5al ~mp~esa. que en su origen tuVio por objetó servir de comunicacion por de]>ajo ~el ~io á los ba<rios de Rotherite y de Wap_pi.ng, se concly.yq.en i843, abriéndose en el mismo año. á. la circulacion. Las obras habían empezado en i~S bajo la di,reccion de sir J. S. Brunñel, y costaron próxi· mamente unos 60 milionea de reaÍes. La Compañia del ferro-carril ael Este de Lóndres acaba de comprarlo por una •tercera parte de su coste, para utilizarlo haciendo pasar por .él los trenes de su linea que.trasportará lo.s ha-bitantes de Wapping, Shadwuel! , .et<tí~hasta Southwart·Park. DeTE.NCION

....._,-7 DE J.oS.cA¡i,.ALLos.-Dos INSTA'IiT>~NEA ' •. . ~ .:_1 ,. ~

franceses, ¡¡>or ~e.<!io ?e tW· ¡:J,?eCVl~f9.. aparato electro-magn~tico, ~~n o?te~'"!_d? _elt ~~s~;.~ada, hace mucho t1empo buscáao,_i:le- aér~rrer IOstantaneamente uó cabauó' (lii'" su ciirr'erá? EI"áparn:: to es de d1merls1ones ~úyÍpequ~ñ~s; fd1\í~,éen­ timetros cuadrados .próocfmaíné·nte:;odos '1ntos conductores que• salen cle él¡lV-ataá·lo largo de las rien.d as y se adap;tanoal,}:loeado. Para ·esta.blecer una corri11p.te eléotr_isa I}O hay..;más quedar una media vuelta á una manivela ó apoyar el dedo sobre un boton. El efeéto e¡:¡ instaqt*neo. Cuando el caballo' marcha a!_galope, ~e ~s­ ta blece la corriente y el ánimal 'se para'ae repente como por encanto. La ca-ria eléctrica tiene por efecto inmediato a-dojár los músculos y producir una detenoion fórzada .•El animal n~ sufre como podría creerse: Una aescarga aléetrica no puede ooasionar,afeoto perjtidÚ!ialf sobre el organismv animaL. Para lo$ caballos de silla, el aparato eleotro-magJ~étic::o :se colo~a· en

A~

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el pomo de h1 sllla, d·e modo qae lila menor se· fiai' de arrebato, el caballero no tiene más qu.e tocar un bot,on para que el caballo se ponga dócil como un cordero. V JAlE

ALREDEDOR DEL l\IUNDO.-Con loS nueVOS

medios de locomocion, y despues de terminado el gran ferro-carril de los Estados-Unidos, se puede dar la vuelta al mundo en solo ochenta dias, ó sea en ménos tiempo del que empleaba no hace mucho un gran señor para ir desde Madrid á San Petersburgo. El itinerario á que nos referimos es el siguiente: De Cádiz á Nueva-York . . . Nueva-York á San Francisco de California, por el nuevo ferro-carril . San Francisco ú Jokohama {buque de. vapor). • . . . . . . . . • . . . JokÓhama á Hong-Kong (buque de vapor), , .. . . . . . . . . . • . . ·! Hong-Ko"ng íi. dalcuta (buque de ) vápor ... .. . ! . . .. ~.. . ~: ... Calcuta {dlombay (ferro-carril). • • Bomlbay al Cairo ( vlll>or y ferrocarril). . . .. . . . . 1 • li:l Cairo á Oádiz (vapor). , . ToTAL.

1t días.

7. 2i 6· f2

3 i 4c

6 80

De todo este inmenso trayecto no hay más que f40m!llas inglesas entre Allahabad y Bom· bay, que es necesario recorrer sin et auxilio del vavor, ya sea terrestre 6 marítimo; pero esta laguna desaparecerá muy pronto, porque se tttabaja para establecer en ella un <mm.ino de · hierro.

&1.\01\ID: t8G9.=ImJ~'enla de Los ~NOct•n:o;roa úTIL~• á cargo de Fronciaco Roíg, Arco do: Saola Mnr!o, 59.

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