Los papas de la iglesia católica tomo 2

Page 1

TOMO - II


Celestino V, Papa.

Celestino V, (Molise, entre 1209 y 1215 – Fumone, 19 de mayo de 1296), de nombre secular Pietro Angeleri di Murrone, fue el Papa n.º 192 de la Iglesia Católica, cargo que ocupó entre julio y diciembre de 1294. Biografía: Vida eremita: Pietro Angeleri di Murrone era el undécimo hijo de Angelo Angelerio y Maria Leone. Ingresó, en 1232, como monje benedictino en el monasterio de Santa Maria in Faifoli situado en la diócesis de Benevento, donde mostró una extraordinaria predisposición al ascetismo que le llevó, en 1239, a hacerse eremita en una cueva situada en el monte Morrone donde permanecería durante cinco años. Tras este periodo de total aislamiento, se trasladó con dos compañeros, a una cueva similar en la montaña de Maiella en la región de Abruzos en el centro de Italia, en donde fundó, en 1244, una rama benedictina conocida como la Orden de los Celestinos, que sería aprobada por Urbano IV en 1264. Papado: Elección: Luego de la muerte de Nicolás IV (4 de abril de 1292), Pietro del Murrone fue elegido Papa, por aclamación,1 tras un periodo de dos años y tres meses en el que la silla de San Pedro permaneció vacante debido a la división del colegio cardenalicio en dos facciones encabezadas por las familias Colonna y Orsini. Murrone tenía 85 años de edad y era inexperto tanto en el gobierno de la Iglesia como en la política, aun así y en contra de su voluntad abandonó su retiro y aceptó el cometido. El nuevo papa tomó como nombre Celestino V tras su coronación en la ciudad de L'Aquila, rechazó los símbolos del poder imperial y de la escolástica, signos que tenían en sumisión a las masas; adoptó por el contrario como característica de su gobierno la simplicidad de Cristo; e instaló su sede en Nápoles, donde hizo su entrada a lomos de un asno que conducía el fiel aliado de la Iglesia Carlos II de Anjou, rey de Nápoles -hijo de Carlos I de Anjou, y por tanto, sobrino de San Luis-, y su hijo, Carlos Martel de Anjou-Sicilia, nombrado rey de Hungría por el papa precedente, Nicolás IV. Gobierno: El pontificado de Celestino V fue de pocos meses. Una de sus decisiones más recordadas fue la institución de un jubileo especial, que se celebra todavía cada año a finales de agosto en la Basílica de Santa María de Collemaggio (en la ciudad de L'Aquila), y que es conocido como perdonanza. El papa nombró 12 cardenales, entre los cuales siete franceses y cinco italianos (ninguno romano), además cinco de ellos eran monjes. Según algunos historiadores, a partir de dicha elección se puede entrever los deseos de reforma de Celestino V de la Curia Romana, además de la influencia del pensamiento de Joaquín de Fiore en que la Iglesia se encontraba en la edad del gobierno de los monjes. Celestino V favoreció grandemente el movimiento de los franciscanos espirituales, liderados por Angelo Clareno y Pedro de Macerata, permitiéndoles vivir según la Regla estricta y el testamento de san Francisco, separándoles de la Orden de los Frailes Menores y sujetándolos directamente a la obediencia del papa. Rápidamente el papa ganó enemigos en la curia romana por causa de sus reformas, estos ya no le seguían en sus decisiones, por lo que pensó en delegar el gobierno de la Iglesia a tres cardenales, sin embargo el cardenal Matteo Rosso Orsini le hizo observar que "la esposa de Cristo nunca se ha casado con tres maridos",4 por lo cual renunció a dicho pensamiento. Renuncia: Nada en su vida anterior había preparado a Pietro del Murrone para el gobierno de la Iglesia, se había dado cuenta que no tenía todo bajo control y entendió que corría el riesgo de ser manejado por otros más poderosos que él, por lo cual, tras cinco meses y nueve días como pontífice, renunció voluntariamente a su trono el 13 de diciembre de 1294. Por escrito dio las siguientes razones: por enfermedad, por falta de conocimientos y para retornar


a su vida de ermitaño.5 Diez días después de la renuncia de Celestino se reunió el cónclave que, en un sólo día de deliberaciones eligió al cardenal Benedicto Caetani, quien tomó el nombre de Bonifacio VIII.

La cuestión de la renuncia del papa tuvo como consecuencia una gran discusión entre los teólogos, especialmente de la universidad de París, durante el siglo XIV. El siguiente Sumo Pontífice en renunciar fue Gregorio XII en 1415, aunque éste no fue de manera voluntaria, sino por la decisión del Concilio de Constanza para dar fin al Cisma de Occidente.6 Tomando en cuenta la importancia de la libertad del pontífice para tomar la decisión de dimitir, ningún papa volvería a renunciar a su cargo hasta febrero de 2013, cuando Benedicto XVI optó por esta decisión,7 siendo sustituido por el argentino Jorge Mario Bergoglio quien adoptó el nombre de Francisco. Apresamiento y muerte: Bonifacio VIII trasladó inmediatamente la sede papal a Roma ordenando a Celestino que lo acompañara, temeroso de que el pueblo napolitano, contrario a su elección, lo siguiera considerando como legítimo pontífice y provocasen un cisma. En el trayecto Celestino logró escapar y refugiarse en su antigua celda del Monte Morrone hasta que, acosado por Bonifacio, intentó infructuosamente huir a Grecia, siendo detenido, sometido a juicio y encarcelado en la torre del castillo de Fumone, cerca de Anagni donde falleció el 19 de mayo de 1296 tras diez meses de confinamiento. Pietro del Murrone fue sepultado en la iglesia de San Antonio de la abadía celestina que dependía de la casa madre de la orden por él fundada. Culto: El 5 de mayo de 1313, fue canonizado por el papa Clemente V, luego de la solicitud hecha por el rey Felipe IV el Hermoso, y por una fuerte devoción popular al papa angélico. Aun así Clemente V no lo canonizó como mártir, según las pretensiones de Felipe que quería con ello destruir la figura de Bonifacio VIII, y significativamente lo hizo con su nombre secular Pietro del Murrone, seguramente para dar a entender que Bonifacio si era su legítimo sucesor. En febrero de 1317, sus restos fueron trasladados a L'Aquila, y depuestos en la basílica de Santa Maria di Collemaggio, donde había sido coronado papa. Luego del terremoto de 2009 sus restos fueron recuperados por los bomberos con la colaboración de la guardia civil y la guardia de finanzas de L'Aquila. El reconocimiento de las reliquias lo hizo el papa Benedicto XVI en su visita a la ciudad el 18 de abril de 2009 y fueron colocadas nuevamente en la basílica.

Celestino V en la literatura: Celestino V vivió durante la época de Dante quien lo colocó en el Infierno de su Divina Comedia junto a los inútiles y/o neutrales que se encuentran entre la puerta y el vestíbulo según la obra. El Canto III, Terceto 20 de la obra alude a Murrone diciendo: Así que distinguir los rostros puedo, miro con más fijeza, y vi entre varios al que la gran renuncia hizo por miedo (Inferno III, 58/60), aunque también puede referirse a Poncio


Pilato. Ignazio Silone, escritor italiano, escribe en 1968 una novela llamada la aventura de un pobre cristiano donde el protagonista es precisamente Celestino V y donde narra de manera teatral los acontecimientos acaecidos al papa y su relación con la jerarquía de la Iglesia. En 1969 dicha novela se llevó al teatro. En la novela Ángeles y Demonios de Dan Brown se menciona que recientemente por medio de Rayos x se habría descubierto un clavo de 25 centímetros en el cráneo de Celestino V cuya muerte sería presuntamente gestionada por su sucesor Bonifacio VIII. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Ex eremo celsus ("Elevado de la ermita"), cita que hace referencia a que antes de ser elegido pontífice, fue ermitaño del monasterio de Pouilles.

Bonifacio VIII, Papa.

Bonifacio VIII (Anagni, c. 1235 – Roma, 11 de octubre de 1303) fue el Papa nº 193 de la Iglesia católica, de 1294 a 1303. Orígenes y formación: Nacido Benedetto Gaetani, era miembro de una noble familia de origen español establecida en Italia, estudió en Todi, Bolonia y París especializándose en Derecho Canónico. Carrera eclesiástica: Tras finalizar sus estudios inició su carrera en el seno de la Iglesia como canónigo en varias sedes episcopales hasta que Martín IV lo creó cardenal diácono de San Nicolás, cargo que ocupó hasta que, en 1291, Nicolás IV lo hizo cardenal presbítero de San Silvestre y San Martín, dignidad que ocupaba cuando fue elegido papa el 24 de diciembre de 1294. Papado: Elección: Tras la renuncia de Celestino V, que según algunos él mismo alentó, la elección de su sucesor fue muy rápida, a pesar de las diferencias existentes entre los cardenales franceses e italianos. Ambos partidos estaban de acuerdo con que el nuevo papa debía tener competencias claras de gobierno. Al primer escrutinio fue elegido Matteo Rosso Orsini, pero este refutó el cargo, fue entonces cuando los votos cayeron sobre Benedetto Gaetani, quien tomó el nombre de Bonifacio VIII. Primeras decisiones: Las primeras decisiones del nuevo pontífice fueron: anular o suspender las decisiones de Celestino V (excepto aquellas que tenían que ver con la nómina de los cardenales), sustituir el personal de la Curia y restablecer Roma como la sede del papa. Temeroso, además, de que tras la figura de su predecesor se iniciase un cisma en la Iglesia, ordenó su encarcelamiento en el castillo de Fumone, propiedad de su familia, donde permaneció hasta su muerte. Los grupos representados por los franciscanos espirituales estaban profundamente resentidos por esta actuación. Bonifacio VIII era un hombre capaz, su capacidad se vio empañada por su falta de diplomacia y tacto. Cuando creía tener razón era intransigente y arrogante, creándose muchos enemigos, como la poderosa familia italiana Colonna, a quienes margina, por los excesivos favores prestados a su propia familia, los Gaetani. La política de Bonifacio VIII: Contra la familia Colonna: Bonifacio VIII por la constante preocupación de favorecer a su familia, los Gaetani, con los que casi llega a conformar un principado, hizo que las familias romanas más importantes como los Colonna y los Orsini, se enfrentaran a él en más de una ocasión por problemas territoriales, administrativos y de beneficios. La crisis, especialmente con los Colonna, se empeoró cuando Estéfano Colonna, hermano del cardenal Pietro Colonna, se adueñó de una caravana de mulas que trasportaban el tesoro papal. La reacción del papa fue irse contra toda la familia, por lo que los cardenales que pertenecían a ella, reaccionaron escribiendo el Manifiesto de Lunghezza, lleno de acusaciones contra el papa y que juzgaba como inválida la renuncia de Celestino V, por lo que Bonifacio VIII no sería el verdadero papa. Ante las acusaciones redactadas en el Manifiesto, y aunque Bonifacio recuperó el tesoro papal, el pontífice reaccionó


deponiendo y condenando a los cardenales de la familia Colonna y sus colaboradores, como heréticos, cismáticos y blasfemos. No contento, el papa proclamó una cruzada contra los Colonna, en diciembre de 1297, por la cual tuvieron que huir y refugiarse en Francia.

El problema siciliano: Inmediatamente Bonifacio intervino en el problema siciliano que, desde los sucesos de 1282 conocidos como vísperas sicilianas, enfrentaba al Reino de Nápoles con el Reino de Aragón, logrando que Jaime II de Aragón firmase, en 1295, la Paz de Anagni por la que este renunciaba a cualquier derecho sobre Sicilia a cambio de los feudos de Córcega y Cerdeña. Los sicilianos se rebelaron contra un acuerdo que suponía el retorno de la dinastía Anjou, y nombraron rey al hermano de Jaime II, Federico II que había ejercido hasta ese momento el cargo de gobernador de la isla. El Papa asumió este primer fracaso político coronando a Federico, aunque como rey de un Estado feudatario de la Santa Sede. Otras decisiones importantes: A nivel internacional el primer objetivo de Bonifacio fue la cruzada, exortando a los reyes de la cristiandad a restablecer la paz entre sus reinos, para poder empuñar la espada en favor de la reconquista de Jerusalén. Intervino además como mediador en la lucha que enfrentaba a Alberto I de Austria y Adolfo de Nassau por la sucesión imperial, mostrándose a favor de Alberto, quien para ser ayudado por el papa, en 1303, hizo un juramento de obediencia y de defensa al sumo pontífice. Quizás el hecho más significativo del pontificado de Bonifacio VIII será su enfrentamiento con Felipe IV de Francia, llamado "el hermoso". Por la gran importancia del mismo merece ser tratado en un capítulo aparte. El enfrentamiento con Felipe IV el Hermoso: El enfrentamiento se inicia cuando el rey Felipe el Hermoso, pretendió hacer tributar al clero francés, lo que plantea conflictos entre los señores eclesiásticos y los oficiales reales por el ejercicio de todo tipo de derechos sobre los hombres y las tierras, que en general se resolvieron en favor de la jurisdicción real, a pesar de las protestas de los obispos y del Papa. Clericis laicos: El Papa hace valer su plenitudo potestatis y responde emitiendo, el 25 de febrero de 1296, la bula Clericis laicos por la que prohibía el cobro de impuestos al clero sin el consentimiento papal, bajo pena de excomunión. Esta bula fue ignorada por Felipe quien contestó emitiendo una serie de edictos por los que se prohibía, tanto a laicos como a eclesiásticos, la exportación de productos a Roma, obligando a Bonifacio a firmar un acuerdo por el que reconocía al rey francés la potestad de fijar tributos al clero en casos de extrema necesidad y sin contar con una autorización previa del pontífice. Como símbolo de buena voluntad, el papa, en 1297 canonizó a Luis IX, rey de Francia y abuelo de Felipe.El entendimiento entre Bonifacio y Felipe fue muy breve, ya que en el verano de 1301 se produjo un nuevo choque cuando el rey ordenó la detención del obispo de Pamiers, Bernard Saisset bajo la acusación de traición, lo que constituía una clara violación de los privilegios eclesiásticos, ya que únicamente el Papa podía juzgar a un obispo. El motivo inmediato del arresto fue forzar a una solución del conflicto por la jurisdicción de Pamiers que enfrentaba al Conde de Foix, que tenía el apoyo del rey, y a la Iglesia que contaba con la intervención del Papa que había puesto esa diócesis bajo su protección directa. Sin embargo el objetivo último tenía mucho más calado, pues pretendía arrancar a Bonifacio VIII el reconocimiento de la jurisdicción suprema del rey sobre todos sus súbditos, incluidos los miembros de la alta jerarquía eclesiástica, es decir, un reconocimiento de la superioridad absoluta del rey sobre el Papa en el interior de su reino.El 24 de octubre de 1301 en Senlis, ante Felipe y su consejo, se presentaron los cargos contra el obispo, cuya gravedad, según el rey, justificaban su intervención: Saisset habría


intentado arrastrar al conde de Foix en un complot dirigido al levantamiento del Languedoc contra el rey; y además habría difundido una falsa profecía de San Luis, rey de Francia, según la cual la dinastía de los Capetos perderían el reino bajo el reinado de su nieto. Sin embargo, las actas del proceso no muestran ninguna prueba que acrediten esas acusaciones. Unos días más tarde el consejero real y célebre legista Guillermo de Nogaret envía una carta a Bonifacio

VIII para justificar la actuación del rey y en ella amplía la acusación de traidor a la de hereje (se le acusa de haber afirmado que la fornicación no era pecado y de que el sacramento de la penitencia era inútil). Así el rebelde contra el rey se convertía también en rebelde contra Dios. La Ausculta fili: Felipe intentó obtener el desafuero por parte del papa, pero Bonifacio, en la bula Ausculta fili (Escucha, hijo), hecha pública el 5 de diciembre de 1301, reprueba al rey francés por no haber tomado en cuenta otra bula, la Clericis laicos sobre los impuestos a los clérigos, y por no obedecer al obispo de Roma. En Francia, la bula fue quemada, y en lugar de la "Ausculta Fili", circuló inmediatamente una Bula falsificada (probablemente obra de Pierre de Flote) llamada Deum time. Sus cinco o seis líneas altaneras se pensaron para incluir una cuidadosa frase: ...Scire te volumnus quod in spiritualibus et temporalibus nobis subes (i. e., queremos que sepas que tú eres nuestro súbdito tanto en los asuntos espirituales como en los temporales). Como si ello no bastara también se añadía que quien lo negara era un hereje (lo cual era una frase hiriente para "el nieto de San Luis"). En vano protestó el Papa y los cardenales contra esta falsificación, en vano intentó explicar, un poco después, que ser súbdito al que se refiere la Bula es solamente ratione peccati, i. e., que la moralidad de cada acto real, privado o público, caía dentro de la prerrogativa papal. Así se suscitó una reacción de apoyo al rey y de rechazo al Papa que aparecía como quien intentaba -en términos nada conciliatorios- someter al rey en asuntos temporales: No deje que nadie lo convenza sobre que tiene Ud. superioridad o está libre de sujeción a la cabeza de la jerarquía eclesiástica, ya que solo un tonto podría pensar así... Asimismo el Papa convoca a Felipe y al episcopado francés a un sínodo a celebrar en Roma, el 1 de noviembre de 1302, con el fin de definir de una manera definitiva la relación entre el poder temporal y la Iglesia; y también para juzgar al rey como culpable de abusos inauditos contra la Iglesia. Felipe responde inmediatamente, acusando de herejía al Papa ante la reunión de los representantes del clero y de la nobleza y por primera vez de la ciudad de París, lo que constituye el nacimiento de los Estados Generales de Francia, y además convocó un concilio general para juzgarlo y prohibió la asistencia al sínodo convocado por el Papa. El rey, en palabras de Nogaret, se había convertido en el "ángel de Dios" enviado para actuar en su nombre. La Unam Sanctam: Al sínodo convocado por Bonifacio se presentaron unos cuarenta obispos y seis abades, pero la mayoría de ellos provenían de territorios que no estaban bajo la jurisdicción del francés. Entre los presentes se encontraba el obispo de Burdeos, Bertrand de Got (el futuro Clemente V). En dicho sínodo se excomulga, sin nombre propio, a todo aquel que prohíba a quien fuese, apelar a la Santa Sede. Al final, el 18 de noviembre de 1302, se promulga la bula Unam sanctam, la cual llevaba hasta sus últimas consecuencias la doctrina de Inocencio IV,10 donde se exponía un sistema jerárquico con supremacía pontificia, en la misma línea que sus predecesores San -Gregorio VII e Inocencio III. Se afirmaba que: «...existen dos gobiernos, el espiritual y el temporal, y ambos pertenecen a la Iglesia. El uno está en la mano del Papa y el otro en la mano de los reyes; pero los reyes no pueden hacer uso de él más que por la Iglesia, según la orden y con el permiso del Papa. Si el poder temporal se tuerce, debe ser enderezado por el poder espiritual (...) Así pues, declaramos, decimos, decidimos y pronunciamos que es de absoluta necesidad para salvarse, que toda criatura humana esté sometida al pontífice romano».


Como se lee, Bonifacio reconoce la autonomía de la esfera política (poder temporal), pero con una precisa limitación, dado que el hombre político es también cristiano, este se encuentra sujeto al poder espiritual del papa. Sin embargo, era la época del nacimiento de los Estados nacionales, que no se apoyaban ya en una relación de tipo feudal, sino sobre las relaciones de tipo mercantil y burgués. Así fue como se interpretó la bula como una pretensión de tipo

feudal de parte del Romano Pontífice.

Acusaciones de Felipe contra el Papa: La reacción de Felipe IV fue la convocatoria, el 12 de marzo de 1303

de una asamblea en el Louvre de París. El rey no podía aceptar que la esfera religiosa le fuese arrebatada de su poder para pasarla al papa. A la asamblea se presentaron prelados y nobles (entre ellos la familiaColonna que se refugiaba en Francia), que acusaron a Bonifacio VIII de herejía, simonía, blasfemia, hechicería y culpable de la muerte de Celestino V. Se pidió además la convocatoria de un Concilio ecuménico para su procesamiento y deposición, encargando al consejero Guillermo de Nogaret su captura y traslado a París. Cuando el Papa recibe la noticia de las intenciones de Felipe, en consistorio rebatió las acusaciones de los franceses bajo juramento y se decidió preparar una nueva bula de excomunión, la Supra Petri solio, que no tuvo tiempo de promulgar ya que el 7 de septiembre de 1303 tuvo lugar el incidente conocido como atentado de Anagni. El atentado de Anagni: Con base en ese dominio universal del Papa, el rey francés debía ser excomulgado en Anagni el día de la Natividad de María (8 de septiembre de 1303) y sus súbditos declarados exentos del juramento de fidelidad (en esa iglesia se había proclamado la excomunión de Alejandro III contra Federico Barbarroja y la de Gregorio IX contra Federico II). Pero un día antes llegaron a Anagni mercenarios franceses, a quienes se adhirieron cientos de milicianos locales. Hicieron prisionero al Papa, en una escena vergonzosa, que obligaría a la reacción ciudadana. Guillermo de Nogaret, que se encontraba en Italia con la intención de apresar al Papa, y Sciarra Colonna, enemigo acérrimo de Bonifacio, contando con el apoyo de la alta burguesía de Anagni y de algunos miembros del Colegio cardenalicio, asaltaron el palacio papal de Anagni donde se encontraba el pontífice. Bonifacio VIII esperó a sus agresores sentado en un trono y revestido de todas las vestimentas de su rango y los atributos de poder. En tal circunstancia, Sciarra Colonna supuestamente abofeteó al Papa tras amenazarlo con la muerte. Durante tres días el Papa quedó en manos de los conjurados sufriendo todo tipo de injurias, hasta que el pueblo de Anagni se sublevó en su defensa obligando a sus captores a liberarle y permitiéndole huir de la ciudad. Fue conducido a Roma por una pequeña escolta ofrecida por la familia Orsini y se refugió en el Vaticano. El pontífice murió un mes después, el 11 de octubre de 1303, sin haber cobrado desquite por estos acontecimientos. Otras actuaciones: Si el pontificado de Bonifacio VIII puede considerarse un fracaso desde el punto de vista político, tuvo en otras facetas actuaciones destacadas como el establecimiento, en 1300, del primer año jubilar, que debía celebrarse cada cien años, y que hoy la Iglesia Católica continúa celebrando cada 25 años. Ese año jubilar atrajo a Roma a más de dos millones de peregrinos, que contribuyeron al desarrollo de las llamadas vías romeas. Es mérito de Bonifacio la publicación, en 1298, del Liber sextus, una recopilación de textos legales eclesiásticos y de la fundación en 1303 de la Universidad de La Sapienza de Roma. Además, se considera que la Seguridad Vial nació con Bonifacio VIII, pues durante la celebración del Año Santo la gente se abalanzó a las calles cercanas a la Plaza de San Pedro, impidiendo el paso de los carruajes, lo que ocasionó numerosos muertos. En respuesta al triste suceso, el Papa ordenó que marcaran líneas blancas a la mitad de las calles del Vaticano, para que de un lado cruzasen los carruajes y del otro, los peatones. Esa fue la primera norma de tránsito


de la historia. A este pontífice se debe la norma que recogía la costumbre del Imperio Romano y que aún se respeta en el Reino Unido que ordenó circular por la izquierda, y que en territorio continental sería modificada por la Revolución Francesa y asentada la modificación en el imperio napoleónico. Conclusiones: Bonifacio VIII fue el último gran representante de la soberanía pontificia medieval. Su derrota en el choque con la Francia de Felipe IV fue, por eso, mucho más que un fracaso personal; fue la derrota de la tesis del dominio universal del papado. Por eso se dice que fue el último que pretendió llevar hasta sus últimas consecuencias el universalismo pontificio medieval. El atentado de Anagni, culmen de la impotencia de Bonifacio VIII para hacer frente a Felipe el Hermoso, inauguraba el siglo XIV para la Iglesia, en el que esta quedó a merced de los reyes franceses, que culminó con el traslado del papado a Aviñón. Su pontificado representa el fin de la pretensión de dominio universal del Papa frente a los poderes monárquicos de las nacientes naciones de Europa. Bonifacio VIII en la literatura: En La Divina Comedia Nicolás III confunde a Dante con Bonifacio VIII en el cerco de los simoníacos. Esto es una alusión de Dante a que ese castigo le espera al pontífice por haber cedido a la flaqueza de la simonía. Se decía por entonces que Bonifacio VIII obtuvo el papado por medio de la corrupción y que, una vez logrado esto, se resarció con los bienes de la Iglesia.

Benedicto XI, Papa.

Benedicto XI (en latín: Benedictus XI), de nombre secular Nicola Boccasini O.P. (Treviso, 1240-Perugia, 7 de julio de 1304), fue el papa n.º 194 de la Iglesia católica de 1303 a 1304. Biografía: Carrera eclesiástica: De nombre Nicolás Boccasini, a los 14 años ingresó en la Orden de los dominicos en Venecia. Destacó por su inteligencia como maestro. Fue nombrado prior en Lombardía y en 1296, noveno Maestro General de la Orden de Predicadores. Por sus cualidades estuvo encargado de una delicada misión diplomática en Flandes, donde obtuvo éxito, y a continuación el Papa le nombró cardenal en 1298. Fue obispo de Ostia. En la controversia con el rey Felipe el Hermoso de Francia, fue uno de los cardenales que permaneció fiel a Bonifacio VIII, con quien se refugió en el castillo de Anagni, siendo hecho prisionero y forzado sin éxito a abdicar. En el año 1303, ante la desaparición de la Casa de Árpád en Hungría en 1301, el papa deseaba que el joven príncipe Carlos Roberto de Anjou-Sicilia (nieto de María de Hungría, reina de Nápoles) fuese reconocido como rey, para lo cual Boccasini fue enviado a la ciudad real de Buda como legado papal.


Papado: A la muerte de Bonifacio VIII, luego del ultraje al que fue sometido este papa en Anagni, el cardenal Bocassini fue elegido papa en 1303. Mucho más pacífico que su antecesor, su breve pontificado se inició con la abolición de la excomunión dictada contra Felipe el Hermoso de Francia, pero se negó sistemáticamente a perdonar a los autores materiales de la ofensa sufrida por su predecesor en Anagni, excomulgando tanto a Guillermo de Nogaret, consejero del rey francés, como a Sciarra Colonna. Benedicto XI, en diciembre de 1303 absolvió igualmente a los cardenales de la familia Colonna y a sus parientes de la excomunión del papa Bonifacio VIII; aun así como los bienes confiscados no fueron retornados a su tiempo, dicha familia se rebela contra el papa. Ante las pretensiones del rey Felipe IV de Francia de iniciar un proceso contra el papa Bonifacio VIII, ante la rebelión de la familia Colonna y el rechazo de los partidarios de su predecesor por absolver a Felipe y los Colonna, Benedicto XI creyó conveniente refugiarse en Perugia, una ciudad supuestamente más segura, donde murió, tras ocho meses de pontificado, el 7 de julio de 1304. Fue sepultado en la iglesia de Santo Domingo de Perugia. Por mucho tiempo se pensó que Benedicto XI fue envenenado, algunos dijeron por orden de Guillermo de Nogaret, otros que por los partidarios de Bonifacio VIII e incluso acusaron a los franciscanos espirituales. Lo más seguro es que haya muerto por una indigestión causada por higos. Culto: Algunos hechos extraordinarios acaecidos alrededor de la tumba de Benedicto XI, fueron el motor de una devoción popular, que terminó en la beatificación del papa, en abril de 1736 por Clemente XII,5 su nombre se introdujo en el martirologio romano por disposición del papa Benedicto XIV en 1748. Su festividad se celebra el 7 de julio. Benedicto XI en la literatura: Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Concionator patareus (El predicador de Patara), cita que hace referencia a su pertenencia a la Orden de los Predicadores.

Clemente V, Papa.


Clemente V, (Villandraut, 1264 – Roquemaure, 20 de abril de 1314). Papa nº 195 de la Iglesia católica de 1305 a 1314 y primer pontífice que residió de forma estable en Aviñón. Orígenes y formación: Nacido Bertrand de Got, fue educado en el priorato de Defés en la diócesis di Agen, perteneciente a la Orden de Grandmont, estudió Derecho canónico y civil en la Universidad de Orleans y Bolonia, donde al parecer obtuvo el título de "Magister". Carrera eclesiástica: Tras finalizar sus estudios fue nombrado canónigo en Burdeos, vicario general en Lyon, capellán del papa Bonifacio VIII, obispo de Comminges y, en 1299, arzobispo de Burdeos. Papado: Elección: A la muerte de Benedicto XI, Bertrand de Got fue elegido papa el 5 de junio de 1305, en el cónclave celebrado en Perugia, luego de once meses de disputas entre los cardenales contrarios y los partidarios de la política de su predecesor, Bonifacio VIII. El arzobispo de Burdeos parece haber sido la decisión conveniente en el momento, debido a que no pertenecía al Colegio cardenalicio y por ende no formaba parte de ninguno de los partidos en conflicto. Además, aunque siendo francés era súbdito del rey de Inglaterra y había tenido una posición neutral en el conflicto entre Bonifacio VIII y el rey Felipe IV de Francia. El nuevo pontífice tomó el nombre de Clemente V. Llamado para su coronación, ya que al no ser cardenal no se encontraba presente en el cónclave, no se desplazó a Italia sino que eligió la ciudad de Lyon para la ceremonia, la cual tuvo lugar el 14 de noviembre de 1305, en la iglesia de Saint-Just, contando con la asistencia del rey Felipe IV de Francia. Lyon era una ciudad del imperio pero del agrado de los franceses. Clemente estuvo durante todo su pontificado sujeto a los deseos de Felipe IV,[cita requerida] y nada más ser coronado, su primer acto fue el nombramiento de nueve cardenales franceses cercanos al monarca francés. Así que convertido en una mera herramienta en manos de Felipe, anuló en 1306 las sentencias eclesiásticas que este consideraba contrarias a sus intereses, especialmente las bulas "Clericis laicos" y "Unam Sanctam" (para el territorio francés) que había promulgado Bonifacio VIII. Los aspectos más importantes de su pontificado fueron: resolver el caso de Bonifacio VIII, la eliminación de la Orden del Temple y el traslado de la sede pontificia a Aviñón. El caso de Bonifacio VIII: Felipe el hermoso insistía en su propósito de venganza contra Bonifacio VIII, al punto de no importarle siquiera que se encontraba ya muerto, quería una condena oficial de éste como herético. Por otra parte el partido de los llamado bonifacianos, insistía en la condena de los que participaron en el atentado de Anagni y el rey era cómplice en este acontecimiento. Clemente V con una bula declaró inocente al rey, pues, según él, todo lo que había hecho había sido animado de un celo bueno, sincero y justo, que procedía de su fervor por la fe católica5 Además levantó la excomunión de Guillermo de Nogaret, Sciarra Colonna y los habitantes de la ciudad que participaron en el atentado de Anagni; pero no condenó a Bonifacio VIII como era la pretensión del rey. El caso fue cerrado definitivamente en 1312,6 pero para calmar los ánimos del rey de Francia sacrificó a otros que se encontraban entre los objetivos de este: los Templarios. Supresión de los Templarios: La Orden del Temple había sido fundada en 1119 en Jerusalén por Hugo de Payens, con el ideal de defender Tierra Santa. Tenían una buena organización administrativa y por ello llegaron a poseer numerosos bienes y a ser una de las instituciones más ricas en la Europa medieval. Administraban sus bienes más o menos como un banco moderno. Hacia la época de Felipe IV, los templarios administraban el tesoro del rey de Francia, por lo que hasta ese momento habían sido muy estimados por la corona. No quedan muy claras las razones por las cuales Felipe el Hermoso arremetió fuertemente contra los templarios, algunos suponen que había quedado endeudado con ellos y no podía pagar la deuda, otros que era por la fidelidad de la Orden del Temple hacia el papa; o por las numerosas riquezas que poseían y que podían parar en el tesoro real. Lo cierto es que el 13 de octubre de 1307, Felipe ordenó el arresto de todos los templarios que se encontraban en territorio francés acusándolos de herejía, basándose en una serie de acusaciones de un ex-miembro de la Orden, Esquieu de Floyran (1305), quien aseguraba que los templarios adoraban un ídolo de Bafomet, renegaban de Cristo y cometían sodomía, entre otras cosas escandalosas. Los arrestados sumaban unos dos mil templarios, entre ellos el Maestre General de la Orden, Jacques de Molay. La detención de los templarios sin la autorización del pontífice, de quien dependía directamente la Orden, hizo protestar a Clemente, pero Felipe lo convence presentándole las confesiones obtenidas bajo tortura y consigue que el Papa promulgue la bula Pastoralis praeminens, que decreta la detención de los templarios en todos los territorios cristianos. No contento, Felipe logra que el papa por medio de una instrucción general condene a la hoguera a aquellos que se retractaban de sus confesiones. Así el 12 de mayo de 1310, en París, fueron quemados 54 templarios. Otros murieron a causa de las torturas o en la cárcel. Presionado por el rey francés, Clemente convoca en 1308, mediante la publicación de la bula Regnums in coelis el Concilio de Vienne que, celebrado entre octubre de 1311 y mayo de 1312, alumbrará la bula Vox in excelso por la que se suprimía la orden templaria: Observamos también que en otros casos la iglesia romana a suprimido otras órdenes por motivo de mucha menos gravedad que los mencionados anteriormente, sin que haya que recriminar a quienes esto hicieron por sus hermanos. Así, pues, con el corazón triste, no por la declaración definitiva pero si por la decisión Apostólica u ordenanza, suprimimos, con la aprobación del consejo sagrado, la Orden de los Templarios, y su regla,


hábito y nombre, por decreto inviolable y perpetuo, y completamente prohibimos que alguien de aquí en adelante entre en la orden, o recibe o lleve puesto su hábito, o se comporte como un templario. Si alguien actúa de esa forma, ya sea abierta como secretamente, incurrirá en la excomunión automática. Clemente V, Vox in excelso La Sede Pontificia en Aviñón: En 1309 Clemente V traslada la sede papal de Roma a la ciudad de Aviñón, que entonces no era territorio francés sino que pertenecía al Reino de Nápoles, que a su vez era vasallo de la Iglesia. Aunque el papa había prometido que para 1311 regresaría a Roma, su quebranto de salud y el poder que sobre él ejercía el rey de Francia, no le permitieron cumplir con el cometido; además la posición geográfica de Aviñón era estratégica porque, por su cercanía a Francia y al Imperio, le permitía al pontífice pedir la protección del rey y del emperador respectivamente. El traslado tuvo inicialmente un carácter provisional, motivado por la situación de inseguridad y caos en que se encontraba Roma inmersa en luchas e intrigas políticas, y para aprovechar la relativa cercanía con Vienne donde, en 1311, se celebraría un concilio ya convocado. Pero lo que se inició como un acto pasajero se convirtió en permanente hasta 1377 y, durante siete pontificados, Aviñón fue la sede pontificia, conociéndose históricamente dicho periodo como la segunda cautividad de Babilonia. Este periodo finalizará cuando el papa Gregorio XI retorne a Roma. El trono de Hungría: En 1301 la Casa de Árpad desapareció tras la muerte de su último rey Andrés III de Hungría, ante lo cual de inmediato surgieron varios pretendientes de la corona. Ya desde hacía una década, Carlos Martel de Anjou, hijo del rey napolitano estaba reclamando sus derechos al trono húngaro a través de su madre María de Hungría, reina de Nápoles. Sin embargo su repentina muerte en 1295 le impidió alcanzar la corona y los derechos pasaron a su hijo Carlos Roberto de Anjou, el cual contaba con el apoyo del papa Bonifacio VIII. El Papa había enviado en 1301 al cardenal Nicolás Boccasini (posteriormente papa Benedicto XI) para que asegurase la situación de Carlos Roberto en Hungría, sin embargo no consiguió mayores resultados, pues el reino se hallaba en caos luego de que surgiese un grupo de aristócratas (conocidos como los "reyezuelos") que mantenían control sobre gran parte del reino. Durante más de una década, estos se enfrentarán militar y políticamente al joven pretendiente del trono húngaro. En julio de 1308 Clemente V decidió que enviaría al cardenal Gentilis de Monteflori como legado papal para que resolviese esta situación definitivamente. La labor principal de Gentilis era que Carlos Roberto obtuviese el apoyo de la mayoría de los nobles húngaros luego de que Otón de Baviera, otro pretendiente al trono, que había sido coronado, hubiese huido del reino. Gentilis discutió personalmente con Mateo Csák, el "reyezuelo" más influyente, al cual no había podido derrotar Carlos Roberto y lo amenazó con la excomunión. Posteriormente Gentilis obtuvo la Santa Corona Húngara de manos de Ladislao Kán, otro noble, tras lo cual se pudo coronar a Carlos Roberto. Clemente V siguió muy de cerca el desarrollo de la situación política interna húngara y envió en muchas ocasiones asistencia militar a Carlos Roberto. Otros hechos y final de su vida: Clemente V canonizó a su predecesor Celestino V pero con el nombre de Pietro del Morrone, lo cual daba cuenta de que para él no había dudas de que Bonifacio VIII era verdadero sucesor y no un antipapa (como querían ciertos cardenales franceses, instados por el rey Felipe IV). Entre otras decisiones canónicas completó el Corpus Iuris Canonici con la publicación de una colección de decretales conocida como Liber Clementarium y fundó las universidades de Perugia y Orleans. El papa falleció el 20 de abril de 1314 en Roquemaure, con solo 50 años de edad. Fue sepultado al interno de la Colegiata de Uzeste, en Aquitania. Clemente V en la literatura: Según la leyenda y la creencia popular, Jacques de Molay, maestre de la Orden


del Temple, había llamado al papa Clemente V y al rey de Francia, Felipe IV, para que se presentaran con él ante el tribunal divino antes de que finalizara el año. Curiosamente ambos murieron el mismo año, 1314. Dante en su obra La divina comedia, le cita en varias ocasiones, pero quizá la más fuerte de todas es cuando coloca a Clemente V junto con Bonifacio VIII en el tercer recinto del octavo círculo del infierno, donde se condenan los que han cometido el pecado de simonía: "¡Oh míseros secuaces / que las cosas de Dios, que de bondad / deben ser esposas, y vosotros rapaces / por oro y por plata adulteráis, / conviene ahora que por vos suene la trompa /ya que en la tercera fosa os encontráis!" Dante, Inferno, Canto XIX, 1-6. Los intérpretes de las profecías de San Malaquías identifican a este papa como el De fasciis Aquitanicis (De los lazos de Aquitania), cita que hace referencia a que fue arzobispo de Burdeos, en Aquitania, antes de ser elegido pontífice y a que en su escudo de armas figuran tres fasces de gules.

Juan XXII, Papa.

Juan XXII (Cahors, 1244 – Avignon, 4 de diciembre de 1334) fue el Papa n.º 196 de la Iglesia católica, de 1316 a 1334, y segundo papa del pontificado de Aviñón. Orígenes y formación; Nacido Jacques Duèze era hijo de un zapatero de la localidad francesa de Cahors, donde hizo sus primeros estudios, posiblemente con los Dominicos de dicha población. Estudió teología y leyes en su ciudad natal, en Montpellier y en París, para después convertirse en profesor de Derecho en Toulouse. Carrera eclesiástica: Inició su carrera en la Iglesia como arcipreste de Cahors para posteriormente ser nombrado obispo de Fréjus en 1300 bajo las recomendaciones de Carlos II de Anjou, rey de Nápoles. En 1309, Carlos II, lo nombraría canciller, cargo que previsiblemente dejaría a la muerte del rey, en el mismo año, para ir a la nueva sede papal de Aviñón como arzobispo en 1310.1 En 1312 es nombrado cardenal por el papa Clemente V, con el título de San Vital y luego será nombrado cardenal obispo de Porto en 1313. Papado: El cónclave: Su elección como papa se produjo el 7 de agosto de 1316, tras un interregno de casi dos años en el que el trono de San Pedro permaneció vacante debido a la división existente en el cónclave reunido en Carpentras donde los cardenales, divididos en tres facciones de italianos, gascones y franceses, proponían tres candidatos diferentes. El rey Felipe V de Francia puso término a la situación convocando en Lyon un cónclave en el que, con la asistencia de veintitrés cardenales, resultó elegido Jacques Duèze, que fue consagrado el 5 de septiembre con el nombre de Juan XXII y que fijará su residencia en Aviñón.


Enfrentamiento con Alemania: En 1314 se había producido una doble elección al trono de Alemania, disputado entre Luis, duque de Baviera, y Federico, duque de Austria. El pontífice tuvo que intervenir en ese conflicto, el cual se prolongaría hasta 1322. En esa fecha Luis IV venció, en la Batalla de Mühldorf, a Federico quien renunció, en 1325 a su pretensión al trono. En 1323, Juan XXII, que había reclamado una especie de regencia sobre el trono alemán mientras no se solucionase la disputa entre los dos aspirantes al trono, se negó a reconocer a Luis como rey alegando que éste había asumido el título sin su confirmación negándose a coronarlo como emperador del Sacro Imperio y excomulgándolo en 1324 acusándolo de herético al haber ofrecido su protección a Guillermo de Ockham, a Marsilio de Padua y a Miguel de Cesena entre otros pensadores heterodoxos. Entre estos cabe destacar la figura de Marsilio de Padua, quien escribió el Defensor pacis, una obra claramente a favor de la política del emperador y en contra de las pretensiones del papa, donde, entre otras cosas, resalta la idea de que la Iglesia debe someterse al Estado y no al contrario, y que el concilio de obispos reunidos es superior al Papa. Juan XXII anatematiza dicha obra el 23 de octubre de 1327 con la bula Licet iuxta doctrinam. Luis contestó invadiendo Italia al frente de un poderoso ejército que le permitió ocupar Roma. El 17 de enero de 1328 fue coronado como emperador, en la basílica de San Pedro de manos del prefecto laico Sciarra Colonna, el mismo que participó en el atentado de Anagni. El emperador depuso al Papa acusándolo de herejía y proclamando como nuevo Papa al franciscano espiritual, Pedro de Corvara, quien tomó el nombre de Nicolás V, el primer antipapa italiano de la historia. El pueblo romano, oprimido por la ocupación militar de su ciudad y por la excomunión que Juan XXII había lanzado sobre la misma, se sublevó y obligó a Luis a abandonar Roma en agosto de 1328. El cisma en el seno de la Iglesia fue efímero ya que el antipapa Nicolás renunció en 1330 a su nombramiento y se sometió a Juan XXII. El conflicto entre los franciscanos: En el seno de la orden franciscana se había producido en 1245 una división entre los llamados "conventuales" y los "espirituales", radicales que defendían un ideal de pobreza absoluta alegando que tanto Jesús como sus discípulos carecían de posesiones ni individuales ni comunales. Este conflicto llevó a que diversas comunidades franciscanas se dividieran entre superiores y súbditos. Por lo que Juan XXII el 7 de octubre de 1317, por medio de la bula Quorumdam exigit ordenó que los espirituales se sometieran a la obediencia de los superiores de su comunidad. Ante la resistencia de muchos espirituales, el 23 de enero de 1318, Juan XXII publicó la bula Gloriosam Ecclesiam en la que condenaba la postura doctrinal de los espirituales, también conocidos como "fraticelli", calificándola como herética y citando al general de la Orden, Miguel de Cesena, a comparecer en la sede de Aviñón. Éste, que no pertenecía a la facción radical, se negó a aceptar los argumentos papales y decidió buscar la protección del rey Luis IV de Baviera por lo que, tras ser expulsado de la orden, fue excomulgado. La doctrina de la visión beatífica: Un gran problema, de tipo doctrinal, en el que se vio inmerso Juan XXII durante los últimos años de su pontificado fue su postura sobre la visión beatífica. Según la doctrina católica, aquellos que mueren en estado de gracia verán a Dios a la espera del Juicio Final. Antes de su elevación al solio pontificio, Juan XXII había escrito un tratado en el que declaró que las almas de los justos que partían no ven a Dios sino hasta después del Juicio Final. Él propuso la misma enseñanza en sus sermones, por lo que encontró gran oposición de muchos teólogos que se adherían a la común opinión de que los justos ven inmediatamente a Dios antes de la Resurrección de los muertos y el Juicio Universal. En consecuencia, el punto de vista de Juan XXII se consideró herético por muchos teólogos de la época de las universidades de Oxford y de París. El emperador Luis, apoyado por sus consejeros Marsilio de Padua y Guillermo de Ockham, apeló a un concilio universal para condenar al papa como hereje y elegir un digno sucesor, además fue una de sus excusas para deponer al papa, luego de su coronación como emperador en Roma, y hacer elegir al antipapa Nicolás V. El Papa se defendió de esta acusación manifestando que la Iglesia no tenía sobre este punto una doctrina oficial (la fijaría su sucesor


Benedicto XII) y que, además, no había expuesto su postura ex cathedra, lo que le permitió retractarse antes de morir. Canonizaciones: Durante su pontificado, Juan XXII canonizó a Tomás de Aquino (1323), Tomás Catelupe (1320) y Luis de Tolosa (hijo de Carlos II d'Anjou). Otros hechos y fallecimiento: Al papa Juan XXII se debe la institución del Tribunal de la Sagrada Rota y de la fiesta de la Santísima Trinidad. Promulgó la bula In agro dominico del 27 de marzo de 1329, en la que se condenaban 28 proposiciones del Maestro Eckhart (quien había fallecido recientemente), 17 como heréticas y 11 como sospechosas. Excomulgó a Guillermo de Ockham. Falleció el 4 de diciembre de 1334, luego de dieciocho años de pontificado. La causa de su fallecimiento es desconocida. Fue sepultado en la catedral de Aviñón en un magnífico mausoleo gótico, destruido en la época de la Revolución francesa. Juan XXII en la literatura: Dante, en la Divina Comedia, cita dos veces a Juan XXII en el cántico del Paraíso. (Dante Alighieri, Divina Commedia, Par., XVIII, 130-136; y XXVII, 58-60). Umberto Eco ambienta su novela El nombre de la rosa en la época del pontificado de Juan XXII, colocando en boca de algunos personajes, en varias ocasiones, improperios hacia el pontífice. En el texto se puede entrever toda la problemática entre los franciscanos espirituales y los conventuales, además de los problemas teológicos y políticos del tiempo. En la serie de novelas "Los Reyes Malditos" de Maurice Druon, se hace referencia al papa Juan XXII como un gran líder, sobre todo en los libros IV y V. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como De surore osseo (Del zapatero de Ossa), cita que hace referencia al oficio de su padre y a que en un principio se le consideró erróneamente miembro de la familia Heusse (Ossa). Benedicto XII, Papa.

Benedicto XII, (Saverdun, c. 1280 – Avignon, 25 de abril de 1342). Papa n.º 197 de la Iglesia católica de 1334 a 1342 y tercer papa del pontificado de Aviñón. Origen y formación: De nombre Jacques Fournier, hijo de la modesta familia de un panadero, ingresó como monje cisterciense en el monasterio de Boulbonne, desde donde se trasladó a la abadía de Fontfroide, cuyo abad, Arnaldo Nouvel, era tío suyo. Este lo envió a estudiar Teología a París.


Carrera eclesiástica: Tras finalizar en 1310 sus estudios, Jacques Fournier sucede a su tío como abad en Fontfroide, donde permanecerá hasta que en 1317 es nombrado obispo de Pamiers, cargo en el que destacará como perseguidor de los herejes cátaros. En 1326 pasa a ser obispo de Mirepoix y al año siguiente es nombrado cardenal por el Papa Juan XXII, recibiendo el apodo de "El cardenal blanco" al conservar el hábito de la orden cisterciense. Papado: El cardenal Fournier fue elegido papa el 20 de diciembre de 1334. Se dice que al conocer el resultado gritó a los cardenales "Han elegido a un asno". Fue coronado el 8 de enero de 1335. Conflicto con Luis IV de Baviera: El primer problema que tuvo como pontífice, heredado por su predecesor, fue el conflicto con el emperador Luis IV de Baviera. Se suponía que este pontificado debería colocar fin al mismo, pero la amistad casi sumisa de Benedicto con el rey Felipe VI de Francia y Roberto de Nápoles agudizó el problema. Hubo una gran reacción de parte de los obispos de Alemania, quienes firmaron una carta colectiva pidiendo la reconciliación. Sin embargo los príncipes electores del emperador juraron un a liga perpetua en defensa de los derechos y el honor del imperio, y el 16 de julio de 1338, proclamaron en Rense que el emperador no tenía ninguna necesidad de ser confirmado por el Papa para poder gobernar en su territorio. La situación se agrava el 10 de febrero de 1342, cuando el emperador Luis pretendiendo casar a su hijo Luis, marqués de Brandeburgo, con su prima Margarita Maultasch, condesa del Tirolo, anuló, por propia autoridad, el matrimonio anterior de ésta con el príncipe Juan Enrique de Bohemia, atentando directamente contra un derecho del Papa, puesto que era solo al pontífice romano competía tal responsabilidad. Otras obras y fallecimiento: En un principio quiso volver a fijar la sede pontificia en Roma, pero la conflictiva situación en que se hallaba inmersa la península italiana le hizo mantener la sede en Aviñón, donde comenzó la construcción del Palacio de los papas. Promulgó el 29 de enero de 1336 la bula Benedictus Deus en la que fijó oficialmente la doctrina católica sobre la visión beatífica, según la cual los fallecidos en gracia de Dios gozan de su visión hasta el Juicio Final. Durante su pontificado combatió la simonía y el nepotismo, intentó reformar las órdenes monásticas y mendicantes, combatió y condenó a los fraticelos el 28 de noviembre de 1336; y trató de solucionar el Cisma de Oriente y Occidente. El Papa Benedicto XII falleció en Aviñón el 25 de abril de 1342 y fue enterrado en la catedral de Notre Dame des Doms. Benedicto XII en la literatura: Umberto Eco en su libro El nombre de la rosa nombra dos veces a Jacques Fournier: "¿Y no cuenta mi venerable colega Jacques Fournier que en el lecho de muerte del inquisidor Godofredo de Carcassone aparecieron dos gatos negros que no eran sino dos demonios que deseaban hacer befa de aquellos ojos?" "He oído decir que Bernardo tendrá que encontrarse con su colega Jacques Fournier (recuerda este nombre; por ahora quema albigenses, pero apunta más alto), y una hermosa bruja sobre un montón de leña servirá muy bien para acrecentar el prestigio y la fama de ambos..." Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Abbas frigidus (El abad frío), cita que hace referencia a que antes de ser elegido pontífice fue abad del Monasterio de Fontfroide (Fuente fría).

Clemente VI, Papa.

Clemente VI, (Rosiers-d'Égletons, 1291 – Aviñón, 6 de diciembre de 1352) fue el papa n.º 198 de la Iglesia católica de 1342 a 1352 y cuarto del pontificado de Aviñón. Orígenes y formación: De nombre Pierre Roger de Beaumont, era hijo del caballero francés Guillermo Roger y de Guillermina de la Monstre. Su padre en 1333 pasaría a ser señor de Rosiers en la región de Lemosín. En 1302, Pierre Roger ingresó en el monasterio benedictino de Chaise-Dieu. Luego de hacer su profesión en 1305 partió a estudiar Teología en la universidad de París. Luego de dieciséis años de formación, en 1323, obtuvo el título de maestro de teología y pronto ganaría fama de gran predicador.


Carrera eclesiástica: Pierre Roger fue nombrado Abad de Fécamp en 1326, luego obispo de Arras en 1328, arzobispo de Sens en 1329, es finalmente elegido cardenal en 1338. De carácter era totalmente adepto a la monarquía francesa, por ello consiguió actuar como embajador del rey Felipe VI ante la corte inglesa y en la sede pontificia de Aviñón. Papado: Pierre Roger fue elegido papa el 7 de mayo de 1342 y tomó el nombre de Clemente VI. Su pontificado estuvo caracterizado por un acentuado nepotismo, ya que la mayoría de los cardenales que nombró eran parientes suyos (uno de ellos será el futuro papa Gregorio XI), y por la simonía derivada de la necesidad de financiar su afición por el lujo, las artes y las letras. Fue mecenas del famoso poeta italiano Francesco Petrarca. La compra de Aviñón: Clemente VI fue el papa que compró la soberanía de Aviñón, la adquirió por 80,000 florines de manos de Juana I de Nápoles y Provenza el 9 de junio de 1348. Razón por la cual se aseguró una más prolongada estancia de la residencia papal fuera de la ciudad de Roma. Fue por esa época que él declaró a la misma princesa inocente de complicidad en el asesinato de su marido. Aviñón y el condado Venassino pasaron a formar parte oficialmente de los Estados Pontificios. Con Clemente VI la corte de Aviñón alcanzó su máximo esplendor, llegó a alcanzar incluso el título de la corte más fastuosa de Europa, dejando atrás la sobriedad de su predecesor. Magnates y príncipes venían a visitar la nueva sede del papa, rodeada de artistas, pintores traídos de Italia, escultores y arquitectos franceses, poetas, médicos, etc. Viendo entonces que el palacio construido por Benedicto XII no era lo suficientemente grande para recibir a tantas personas, comenzó la ampliación del mismo. La peste negra: Durante el período del pontificado de Clemente VI tuvo lugar, entre 1348 y 1351, la pandemia que en Europa se conoció como peste negra y que dio lugar a que la aterrada población culpara de la misma a los judíos. Clemente reaccionó publicando, en 1348, dos bulas en las que condenaba toda violencia contra los judíos y, además, instó al clero para que tomara las medidas necesarias para su protección. El Papa proclamó sobre la peste: «Pestilencia con la que Dios está castigando a sus gentes». Por órdenes médicas, Clemente VI pasó el caluroso verano de 1348 sentado entre dos fuegos que se atizaban permanentemente. Aunque él no lo sabía, el calor probablemente mantuvo a las pulgas a distancia y el Papa sobrevivió. La epidemia de peste produjo además en Europa un rebrote de los flagelantes, grupos de laicos que peregrinaban de ciudad en ciudad azotándose. Clemente VI los acusó de fanáticos y mediante la publicación, en 1349, de una bula, los condenó como herejes. Conflicto con el Imperio alemán: Por medio de la bula Olim, videlicet del 13 de abril de 1344, Clemente VI excomulgó al emperador Luis IV de Baviera, luego de que éste anulara el matrimonio de la condesa de Tirolo, Margarita Maultasch, con el príncipe Juan Enrique de Bohemia, para poder casarla con su hijo Luis, marqués de Brandeburgo, sin permiso de su predecesor el papa Benedicto XII. El papa no solo se limitó a la excomunión del emperador, sino que además pidió a los príncipes electores a proceder a una nueva elección, pero no hubo necesidad de ello, ya que el emperador murió de un paro cardíaco, el 11 de octubre de 1347, sucediéndole Carlos IV de Luxemburgo, marqués de Moravia, hijo del rey Juan de Bohemia y amigo del agrado del papa. Otros hechos: Es de destacar que durante el reinado de Clemente VI (1346) tuvo lugar la exposición de los «derechos naturales» inherentes a todo hombre -cristiano o no-: derecho «a la vida», «a la libertad» y a «la propiedad», según la doctrina de la Iglesia. Asimismo, se produjo el inicio de la revuelta encabezada por Cola di Rienzo y también que redujo el intervalo entre jubileos de cien a cincuenta años, por lo que el segundo Año Santo se produjo en 1350, aunque sin su presencia.


Muerte y sepultura: El 6 de diciembre de 1352, alrededor del mediodía, murió Clemente VI después de un ataque agudo al corazón. Antes de morir, el pontífice había renovado su deseo de ser enterrado en la Abadía de San Roberto de la Chaise-Dieu. En el coro, se construyó una tumba suntuosa de mármol blanco, cubierta con una fina capa de oro.

Inocencio VI, Papa.

Inocencio VI, (Beyssac, Corrèze, c. 1282 o 1295 – Aviñón, 12 de septiembre de 1362) fue el papa número ciento noventa y nueve de la Iglesia católica, ejerciendo como tal de 1352 a 1362; y fue el quinto papa del pontificado de Aviñón. Origen: De nombre Étienne Aubert, nació en la aldea de Les Monts, diócesis de Limoges (hoy parte de la comunidad de Beyssac, departamento de Corrèze). Su padre, Adhémar Aubert (1265-1303), aparece nombrado en los documentos de la época como “Ademarus Alberti de Pompador”. Los Aubert rinden homenaje al cercano señorío de Pompadour. Los orígenes familiares son oscuros, pero la familia Aubert figura entre los primeros benefactores de la Cartuja de Glandier desde 1220. En 1352, Guillaume Aubert, sobrino del papa, adquiere el señorío y el castillo de Bré, cerca de Lubersac, comuna de Coussac-Bonneval, en el departamento de Alto Vienne. Formación académica: Étienne Aubert procede de una familia lo suficientemente acomodada como para proporcionarle la formación de jurista. Obtiene el doctorado en Derecho Canónico en la Facultad de Toulouse. Más tarde enseña Derecho Civil en dicha facultad. Posteriormente ejerce como abogado en Limoges y como juez en Toulouse. Carrera eclesiástica: El futuro papa Inocencio VI es nombrado, sucesivamente, archidiácono de Cambrai, de Brabante y de Sauvigny, en el Bourbonnais, arcipreste de Laurac (en el Lauragais) y prior de Rouvignac (Languedoc). Étienne es promovido al obispado de Noyon el 23 de enero de 1338. Dos años más tarde, en 1340, es llamado a la sede del obispado de Clermont, en Auvernia. El futuro papa Inocencio VI fue también consejero del rey Felipe VI de Francia y Par de Francia. En el consistorio del 20 de septiembre de 1342 es nombrado cardenal presbítero de San Juan y San Pablo. En 1352 fue nombrado cardenal obispo de Ostia y Velletri, cargo que ocupó solo por el curso de ese año, pues el 18 de diciembre fue llamado al solio pontificio. Papado: Elección: Luego del fallecimiento de Clemente VI, se reunieron 26 cardenales el 16 de diciembre de 1352 en el palacio de Aviñón. Un cónclave que duró solo dos días y en donde los cardenales firmaron un documento, bajo juramento, que el que saliera elegido papa debía ceder ciertos poderes pontificios al colegio cardenalicio. A tal


documento se le conoce como capitulación electoral. Llegados a un acuerdo, el 18 de diciembre fue elegido Étienne Aubert, quien tomó el nombre de Inocencio VI y fue coronado el 30 del mismo mes. Anulación de la capitulación electoral: Una vez impuesta la tiara papal, Inocencio VI no tardó en declarar inválido el documento firmado por el colegio cardenalicio durante el cónclave, aduciendo la ilegalidad del mismo por limitar el poder divino del papa. La revuelta Romana: Inocencio VI junto al cardenal Gil Albernoz y el emperador Carlos IV. Fresco de la capilla de los españoles del convento dominico de Santa María Novella, Florencia (Italia) Por el alargamiento de la residencia del papa en Aviñón, el pueblo romano había caído en una especie de anarquía. En 1354, Inocencio envió a Roma al cardenal Gil Álvarez de Albornoz, para resolver la situación frente a Cola di Rienzo que había asumido el poder de la ciudad el 20 de mayo de 1347. El mismo pueblo que había apoyado a Cola de Rienzo le asesinó en medio de una manifestación en 1354. El cardenal Álvarez de Albornoz consiguió con dos expediciones militares (1353-1357 y 1358-1367)4 sofocar las revueltas, restableciendo el poder y la primacía papal en la ciudad. Una vez restablecido el orden, Inocencio le confió el gobierno de los Estados Pontificios. Dicho cardenal es conocido como el segundo fundador de los Estados Pontificios3 y las leyes promulgadas por él permanecieron en vigor hasta 1816. Aspectos políticos: En el orden político Inocencio VI logró que en 1360 Francia e Inglaterra, que desde 1337 se enfrentaban en la Guerra de los Cien Años, firmaran el tratado de Brétigny para establecer la paz.5 Consecuencia inmediata del período de paz que siguió a la firma de este acuerdo fue que las tropas mercenarias de cada bando, al ser licenciadas, se dedicaron al pillaje, por lo que Inocencio tomó la decisión de fortificar la sede pontificia de Aviñón. Interfirió en la Corona de Castilla al quejarse, al rey Pedro I el Cruel, de los maltratos que estaba infligiendo sobre su esposa Blanca de Borbón, a la que mantuvo apresada durante su corta vida. Fracasó sin embargo en su intento de liberar a la reina cautiva, pues Blanca de Borbón no llegaría a la edad de treinta años. Otras obras y fallecimiento: Inocencio VI, durante su pontificado, abordó con fuerza la reforma de la administración eclesiástica, para lo cual prohibió la acumulación de cargos y beneficios, obligó a los obispos a residir en sus respectivas diócesis, luchó contra la corrupción y redujo la ostentación y el lujo en que vivía la sede pontificia. Inocencio falleció el 12 de septiembre de 1362 y para cumplir su petición, fue sepultado en la Cartuja de NotreDame-de-val-de-Bénédiction de Villeneuve-lès-Avignon a las afueras de la ciudad de Aviñón. Inocencio VI en la literatura: Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como De montibus Pammachii (Del monte Pammacos), cita que hace referencia a que en su escudo de armas figuran seis montañas.

Urbano V, Papa. Beato Urbano V, O.S.B. (Le Pont-de-Montvert, 1310 – Aviñón, 19 de diciembre de 1370) fue el papa n.º 200 de la Iglesia católica de 1362 a 1370 y sexto papa del pontificado de Aviñón. Orígenes y formación: Nacido Guillaume de Grimoard, era el hijo mayor de Guillaume II de Grimoard, señor de Grizac, y Amphélise de Sabran, señora de Montferrand. En 1322 se traslada a Montpellier para realizar estudios de Derecho canónico y más tarde, continuaría sus estudios en Derecho civil en Toulouse. Carrera eclesiástica: Monje: En 1335, al finalizar sus estudios, ingresó en la orden benedictina realizando el noviciado en el monasterio de Chirac donde, tras una estancia en Marsella, fue ordenado sacerdote. A continuación, pasó a la Universidad de Montpellier, donde como profesor se convierte en un renombrado especialista en Derecho recibiendo el doctorado en 1342. En 1349 es nombrado vicario general por el obispo de Clermont. En 1352, el papa Clemente VI lo pone al frente de la Abadía de San German de Auxerre donde permanecerá hasta 1361, cuando Inocencio VI lo nombra abad de San Víctor.


Diplomático: La carrera diplomática del futuro Urbano V se inicia en 1352, cuando el papa Clemente VI le encarga solucionar el conflicto abierto con Giovanni Visconti quien, como arzobispo de Milán quiso poner a la ciudad de Bolonia bajo el poder de su familia y que supuso una derrota de los ejércitos pontificios. La actuación de Guillaume de Grimoard permitió que la poderosa familia reconociera los derechos de la Iglesia sobre Bolonia a cambio de que el papa cediera dicha ciudad a cambio de un tributo anual. Posteriormente, ya bajo el papado de Inocencio VI, volvería a intervenir en una misión análoga, cuando el nieto de Giovanni, Bernabé Visconti, inició su política expansionista. Papado: Elección: Tras la muerte de Inocencio VI, el 22 de septiembre de 1362 se inicia el cónclave para elegir a su sucesor en la ciudad de Avignon. En una primera votación es elegido el cardenal Hugues Roger, hermano de Clemente VI, quien rechaza el nombramiento. Tras una segunda ronda de votaciones que no logra alcanzar la mayoría de votos necesaria, es elegido el 28 de septiembre, en la tercera de votación, Guillaume de Grimoard quien, al no ser cardenal, no participaba en el cónclave. El futuro papa es inmediatamente reclamado para que abandonara Nápoles, donde se encontraba en misión diplomática. Tras una travesía por mar que le deja en Marsella, llega a Avignon donde tras ser ordenado obispo es coronado papa el 6 de noviembre. Retorno a Roma: El objetivo principal de su pontificado fue volver a fijar la sede pontificia en la ciudad de Roma, condición que la Ciudad Eterna había perdido desde que, en 1309, Clemente V la había fijado en Avignon. Si la Santa Sede quería salvar la unidad de la Iglesia contra las nacientes herejías, y frente al pujante nacionalismo de los Estados europeos que estaban surgiendo, debía retornar a su centro natural e histórico: Roma. La empresa, en verdad, no era en manera alguna fácil. En la Ciudad Eterna unos partidarios políticos suplantaban a sus rivales, sin otras miras que las de saciar su odio irreconciliable y sus egoísmos familiares. Las ciudades de los Estados pontificios se combatían sin descanso por idénticos o parecidos motivos. La situación de caos y desorden que había provocado el abandono de Roma como sede papal había comenzado a cambiar con el establecimiento, en 1360, de una nueva constitución apoyada por la nobleza romana y por una recién creada milicia popular, la Societas Balestriorum Félix y Pavesotarum. Todas las naciones cristianas, menos Francia, querían que el papa regresara a su sede en la ciudad eterna, entre ellos se encuentran el emperador Carlos IV, quien viajó en persona a Aviñón en 1365 para pedirle al papa su regreso a Roma; Petrarca que en 1366 había enviado una carta de petición con el nombre de la viuda Roma en señal de que su esposo, el papa, se había marchado y la había dejado sola; y santa Brígida de Suecia quien continuamente se lamentaba de la situación inaceptable en la que se encontraba la curia romana. A pesar de la negativa del rey de Francia y de los cardenales franceses, el 16 de octubre de 1367, Urbano V entraba en Roma acompañado por el cardenal Gil Álvarez de Albornoz quien desde 1353, actuando como legado papal en Italia, había conseguido restablecer la soberanía papal sobre los Estados Pontificios. El papa fue recibido solemnemente por los dos emperadores Carlos IV de occidente y Juan V Paleólogo de oriente. Jefe supremo de la Iglesia: Urbano se estableció en el Vaticano, pobremente adecentado, que será en adelante la residencia habitual de los papas; y en seguida comenzó a desplegar su actividad de reformador y reconstructor de la ciudad. Paulatinamente las cosas iban tomando nuevo aspecto. Roma volvía de nuevo a ser, en realidad, el centro del mundo, y de todas partes confluían a ella huéspedes ilustres. En 1368 el pontífice romano reconcilió la Santa Sede con el Sacro Imperio. El emperador Carlos IV fue coronado en Roma; y en 1369 logró también un acercamiento con el emperador bizantino Juan V Paleólogo quien, buscando apoyo contra los turcos que amenazaban Constantinopla, se convirtió al catolicismo en una ceremonia de abjuración


el 18 de octubre. Al menos por un corto período de tiempo la Iglesia se mostraba unida. Expansión misionera: Las órdenes mendicantes prestaron a Urbano una ayuda eficaz. Después de haber establecido la jerarquía católica en Bulgaria, en Bosnia, en Moldavia, el Papa envió a Albania cuatro obispos franciscanos con la misión de recorrer el pequeño Estado y de aumentar el número de los católicos. Por su mandato, veinticinco frailes menores recorrieron Valdaquia y Lituania; veinticuatro religiosos de la misma Orden fueron a Georgia. Pero la misión más famosa de todas las del pontificado de Urbano V fue la enviada a los mongoles, integrada asimismo por religiosos franciscanos. Urbano V puede ser considerado, por la labor misional promovida, como el mejor precursor de la moderna época misional de la Iglesia. Regreso a Aviñón: Una sublevación popular en Viterbo había producido en el papa Urbano una profunda impresión; aparte de esto, nunca había gozado de seguridad entre la movediza gente italiana; la nostalgia de su país nativo fue apoderándose poco a poco de su ánimo. En mayo de 1370 hizo pública en Montefiascone su resolución de regresar a Aviñón. En 1367 había muerto Albornoz, lo que supuso el reinicio de las sublevaciones que el cardenal, durante su mandato como legado, había suprimido. La pérdida de su colaborador, unida a la reanudación de las hostilidades entre Francia e Inglaterra, inmersas en la Guerra de los Cien Años, tras un periodo de paz conseguido en 1360 con el tratado de Brétigny, y el peligro constante en el que se hallaba Aviñón por las incursiones de los mercenarios de Luis de Anjou en la Provenza; determinaron a Urbano V a retornar a Aviñón. El 5 de septiembre de 1370 Urbano abandonaba Roma, tras una estancia en la misma de casi tres años, y volvía a fijar la sede pontificia en Aviñón. Moriría allí a los dos meses de su llegada, el 19 de diciembre de 1370, como se lo había pronosticado la monja sueca Santa Brígida.6 Primero fue enterrado en la catedral de Aviñón y luego sus restos fueron trasladados a la abadía de San Víctor según su deseo. Otras obras: Urbano V es considerado por los contemporáneos como hombre de gran piedad, ferviente reformador y que tenía gran aprecio por el estudio, de hecho, es considerado como el primer Papa humanista de la historia de la Iglesia. Durante su pontificado se fundaron las universidades de Cracovia, Orange y Viena a las que no dudó en acoger bajo su protección; se fortificó y embelleció la ciudad de Aviñón y durante su estancia en Roma, dio otra cara a la ciudad, restaurando todas las basílicas y algunas edificaciones importantes en ella.

Beatificación: Gregorio XI había aprovechado su estancia en la abadía de San Víctor para ordenar una investigación sobre la "fama de santidad" de su predecesor. Durante meses, los notarios papales redactaron miles de certificados que recogen los milagros atribuidos a Urbano V, trabajo que se interrumpe en 1379. Curiosamente el proceso se abre nuevamente en 1390 por el antipapa de Aviñón, Clemente VII, durante el tiempo del gran cisma. Luego de la reunificación de la Iglesia, el proceso de Urbano V, tuvo que esperar casi cuatro siglos para ser beatificado. Fue el papa Pío IX quien reconoció su culto el 10 de marzo de 1870.


La tumba de Urbano V fue destruida en la época de la revolución, no se sabe si sus restos fueron esparcidos o escondidos, hoy solo se pueden apreciar en la pared del coro los restos de las columnas y un pináculo roto, con una serie de arcos en piedra. Urbano V en la literatura: Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Gallus vicecomes (Vizconde galo), cita que hace referencia a título nobiliario, vizconde, y a su origen francés.

Gregorio XI, Papa.

Gregorio XI (en latín: Gregorius PP XI), de nombre secular Pierre Roger de Beaufort (Rosiers-d'Égletons, c. 1330 – Roma, 27 de marzo de 1378) fue el Papa nº 201 de la Iglesia católica entre 1370 a 1378. Fue el séptimo y último Papa del Papado de Aviñón y, a la fecha, el último pontífice francés. Orígenes y formación: Nacido Pierre Roger de Beaufort era hijo de Guillaume Roger, conde de Beaufort, y de Marie de Chambon, y sobrino del papa Clemente VI. Estudió en Perugia, doctorándose en Derecho y Teología. Carrera eclesiástica: El joven Pierre Roger hizo una precoz carrera eclesiástica. En 1342 fue canónigo del capítulo de la catedral de Ruan, luego del capítulo de la de Rodez y por ende de la catedral París, donde será nombrado archidiácono. Finalmente, el 28 de mayo de 1348, su tío el papa Clemente VI lo nombra cardenal diácono con tan sólo dieciocho años de edad. Papado: Elección: Elegido papa por unanimidad el 30 de diciembre de 1370, su consagración se retrasó hasta el 5 de enero del año siguiente ya que al no ser presbítero hubo de tomar las órdenes previamente. Política pontificia: En el terreno político, Gregorio XI intentó por todos los medios a su alcance reconciliar a los reinos cristianos para poder lanzar una cruzada contra los turcos. Francia e Inglaterra, inmersas en la Guerra de los Cien Años se rehusaron a aceptar en vela de sus propios intereses. El papa solo logró que Enrique II de Castilla, Pedro IV de Aragón y Carlos el Malo de Navarra no llegaran a las armas en sus disputas territoriales mediante la vía de matrimonios concertados. La lucha contra los Visconti: Siguiendo la misma política eclesial que sus antecesores, colocó obispos franceses al frente de las diócesis italianas provocando el rechazo popular, lo cual fue aprovechado por los hermanos Visconti de Milán, Bernabé y Galeazzo, para apoderarse en 1371 de Reggio y de otros territorios pontificios. Gregorio XI responde enviando una bula de excomunión a los hermanos, declarándolos perjuros y enemigos de la cristiandad y permitiendo que sus bienes fueran confiscados en todas partes. Se dice que Bernabé Visconti hizo comer a los legados pontificios el pergamino de la excomunión. Ante la negativa de los Visconti de adjurar de sus pretensiones, el ejército del papa, al mando de John Hawkwood, derrotó a los milaneses en Pesaro y en Chiesi. En 1374 sometió Vercelli, Piacenza y Pavía. Una coalición de fuerzas imperiales, de la reina de Nápoles, del rey Luis I de Hungría y de John Hawkwood, obliga a Bernabé a entablar conversaciones de paz logrando la firma, el 6 de junio del mismo año, de un acuerdo muy favorable. La guerra de los Ocho Santos: La crisis en Italia no se soluciona ya que Gregorio mantiene a los obispos franceses en territorio italiano, que actuaban además como jefes de ciudades; los florentinos, temerosos de que ello aumente la influencia papal en sus dominios, especialmente en la Toscana, se alían con Bernabé Visconti en 1375 y provocan innumerables insurrecciones en los territorios pontificios, logrando la expulsión de jefes y obispos extranjeros y colocando al mando de las ciudad ocho magistrados florentinos, cuya labor principal sería la tasación de los bienes de la Iglesia y dirigir la guerra. A dichos magistrados, el pueblo les daba el nombre de los ocho santos de ahí que a la historia pasase este capítulo con el nombre de guerra de los Ocho Santos. El 31 de marzo de 1376 el papa responde poniendo a Florencia bajo un Entredicho, declarando a sus habitantes como


enemigos del papa y de la Iglesia y declarando ilegales sus posesiones. Las pérdidas económicas de los florentinos y las continuas masacres de los mercenarios ingleses que combatían a nombre de la Iglesia, asesinando a más de cuatro mil personas y saqueando palacios y conventos, hacen que envíen una embajada a Aviñón para busca la paz. Es posible que en dicha embajada fuera de primordial importancia la intermediación de Catalina de Siena, quien se entrevistó personalmente con Gregorio. Regreso definitivo a Roma: La insurrección de los dominios pontificios provocados por la guerra con Florencia que podían causar la pérdida total del poder temporal del papa es quizás la causa más importante de la decisión de Gregorio XI de regresar a Roma. Por otra parte, santa Catalina, si bien no logró reconciliar a los florentinos con el Papa, consiguió convencer a Gregorio XI a dar el paso definitivo, fijar nuevamente en la Ciudad Eterna la sede pontificia. El 17 de enero de 1377, Gregorio XI regresó a Roma, retorno que no puso fin a las hostilidades. Debido a los sucesos de Cesena, donde el cardenal Roberto de Ginebra, y futuro antipapa Clemente VII, ordenó masacrar a la población, soliviantando de tal modo al pueblo romano, que el Papa se vio obligado a refugiarse en el palacio de Anagni a finales de mayo de 1377. Su intención de restablecer la paz en la Iglesia hizo que volviera nuevamente a Roma el 7 de noviembre. Mano dura contra los herejes: Durante su pontificado tuvo mano dura contra los movimiento heréticos de su época. Condenó a los Turlupines en 1372, un movimiento de Espíritu Libre que propagaban una forma de vida de pobreza radical, incluso rechazo de todo tipo de vestiduras, una especie de nudismo. La condena permitió la quema en la hoguera de una líder de dicho movimiento en París, Jeanne Daubenton.8 Ese mismo año declaró como errónea la doctrina fatalista de Albert Alberstadt de Alemania. El papa Gregorio condenó, por medio de cinco bulas, las doctrinas del reformador inglés John Wycliff el 22 de mayo de 1377, acusándolo de herejía, pero Wyclif recibió sólo una pequeña sanción de parte de la iglesia de Inglaterra gracias a sus relaciones privilegiadas con la Corte. Fallecimiento y sepultura: Gregorio XI murió el 26 de marzo de 1378. Al igual que su tío Clemente VI, deseaba ser sepultado en la iglesia de la abadía de La Chaise-Dieu, pero los romanos no aceptaron que se trasladara su cuerpo, y fue enterrado en Roma, en la iglesia de Santa María Nova (hoy basílica de Santa Francesca Romana). Gregorio pasó a la historia como el último papa de nacionalidad francesa y el primero en residir permanentemente en el Vaticano, no más en el Palacio de Letrán como en los siglos anteriores. Gregorio XI en la literatura: Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Novus de virgine forti (El nuevo de virgen fuerte), cita que puede hacer referencia a su título nobiliario de conde de Beaufort y a que fue cardenal de St. Marie la Neuve antes de ser elegido pontífice.

Urbano VI, Papa.

Urbano VI (en latín: Urbanus VI), de nombre secular Bartolomeo Prignano (Itri, c. 1318-Roma, 15 de octubre de 1389), papa n.º 202 de la Iglesia católica entre 1378 y 1389. Fue elegido pontífice romano en uno de los cónclaves más cortos y conflictivos de la historia de la Iglesia. Fue además el primer papa italiano luego de casi setenta años del período conocido como el papado de Aviñón y el último pontífice de la historia elegido sin ser previamente cardenal. Orígenes: Nacido como Bartolomeo de Prignano, emigró con su familia a Aviñón en 1338. En 1364 fue consagrado arzobispo de Acerenza (Nápoles) y en 1377 pasó a Bari. Bartolomeo de Prignano fue administrador de Gregorio XI, el papa que trasladó nuevamente la sede papal de Aviñón a Roma. Pontificado; Elección: El cónclave se inició el 7 de abril de 1378, con la presencia de sólo 16 cardenales de los 22 que formaban el colegio cardenalicio ya que no se esperó la llegada de los cardenales que se encontraban en


Aviñón. Los cardenales se encontraban divididos en tres facciones, cada una con su propio candidato a suceder a Gregorio XI: dos francesas (lemosinos y galicanos) que sumaban diez cardenales, y una italiana que contaba con cuatro miembros. Los dos restantes cardenales, el aragonés Pedro de Luna y el francés Roberto de Ginebra podían considerarse neutrales. Pero el elemento que verdaderamente influiría en la elección papal fue el pueblo romano, quien temeroso de que si la elección recaía en un cardenal francés, la sede papal retornaría a la ciudad francesa de Aviñón, se concentró a la entrada del cónclave con gritos de "romano lo volemo" (romano lo queremos) y "al manco italiano" (al menos italiano).2 Dado que los únicos romanos presentes no eran aptos, uno (Francesco Tebaldeschi) por ser demasiado viejo y otro(Pietro Orsini) por ser demasiado joven, y presionados por las manifestaciones en la Plaza de San Pedro, los cardenales optaron por elegir a un italiano, el napolitano Bartolomeo Prignano, arzobispo de Bari, que al no ser cardenal no se encontraba participando en el cónclave, por lo que fue reclamada su presencia, manteniéndose su elección en secreto ya que era preciso su consentimiento. Cuando el cardenal Orsini intenta dirigirse al populacho gritándole: "Id a San Pedro", es malinterpretado y la multitud cree que el elegido ha sido el cardenal de San Pedro, el anciano Tebaldeschi. Otro cardenal intenta subsanar el error gritando a su vez: "Bari, Bari" indicando con ello que el elegido es el arzobispo de dicha ciudad italiana. Pero la multitud cree que lo que se ha anunciado es que el elegido ha sido el cardenal francés Jean de Bar, lo que provoca el asalto del Vaticano y que los cardenales, temiendo por su seguridad personal, presenten a Tebaldeschi como nuevo pontífice. Gracias a esta estratagema los cardenales pudieron abandonar el cónclave, pero al correrse por Roma la voz de que todo es un engaño, el pueblo, al grito de “¡non le volemo!” y "mueran los cardenales", impide que estos abandonen la ciudad. La situación se normaliza cuando Prignano llega al cónclave, acepta el nombramiento y aclarando el malentendido es entronizado papa con el nombre de Urbano VI con el entusiasmo del pueblo. Reforma de la Iglesia: Todos los cardenales, incluidos los franceses de Aviñón, fueron favorables a las primeras medidas de Urbano VI para evitar abusos, reformar la Curia y favorecer la unidad en la Iglesia. Sin embargo, al poco tiempo comienza a mostrarse altanero, desconfiado y colérico en sus relaciones con los cardenales, reprochándoles en público su absentismo, lujo y vida lasciva. Por otra parte, Urbano VI se creó enemigos al entrometerse en la política de Nápoles, insultando al rey Otón de Brunswick y declarando que el reino estaba mal gobernado por Juana I de Anjou,4 a quien amenazó con deponer y meter en un convento por no haber pagado los tributos que Nápoles debía a la Santa Sede por ser feudo pontificio. La declaración de Anagni: La actitud del Papa, junto al hecho de que se negara a volver a Aviñón, hace que, con la excusa del calor que padecía Roma, los cardenales, salvo los cuatro italianos, animados por el refrendario Martín de Zalba, se reúnan en Anagni donde, el 9 de agosto de 1378 publican una declaración a toda la cristiandad en la que anulaban la elección de Urbano VI, asegurando que ésta era ilegal al haberse efectuado por miedo a la violencia del populacho. Declaran vacante la Santa Sede y convocan la reunión de un nuevo cónclave. Algunos cardenales especialmente italianos, reclamaban el arbitraje de un concilio ecuménico. Cisma de Occidente; El día 20 de septiembre de 1378, con la esperanza de que Urbano abdicara, los cardenales que en su día le habían elegido, incluidos los romanos salvo el fallecido Tebaldeschi, se reúnen en Fondi, en el territorio de Nápoles, proceden a realizar una nueva elección, con el apoyo de Carlos V de Francia, en la persona del cardenal Roberto de Ginebra, que adoptó el nombre de Clemente VII, dando inició al Cisma de Occidente que duraría hasta 1417. La cristiandad se vio dividida en dos obediencias. Alemania, Flandes e Italia, con excepción de Nápoles, consideraron legítimo a Urbano VI; Castilla, Aragón y Navarra se declaran en una prudente espera, mientras que el resto de Europa dio su apoyo al antipapa Clemente VII. Dos papas, dos colegios cardenalicios. Urbano fue declarado


excomulgado por el antipapa francés y fue llamado "el Anticristo". La opinión eclesial actual considera como papa electo conforme a derecho a Urbano VI, mientras que Clemente VII fue elegido de forma no canónica, de ahí que en la historia se le conozca con el nombre de antipapa. Conflicto con Carlos III de Nápoles: Los sucesos se precipitaron. Urbano nombró 29 cardenales, de los cuales 20 eran italianos, depuso a Juana de Nápoles por su oposición, nombrando a Carlos Durazzo quien, tras la muerte de la reina Juana, perdió el favor papal por no cumplir un pacto que había hecho con él, de casar a Francisco Prignano, sobrino del papa, con Inés Ruffo, pariente directa de Carlos. El Papa se dirigió al sur de Italia, a la ciudad de Aversa, para negociar con el rey, en contra de la opinión de los cardenales. Al llegar a la ciudad fue recibido por el mismo rey, sin embargo, éste lo hizo prisionero la noche del 30 de octubre de 1383. Los cardenales intervinieron y se llegó a un acuerdo. Urbano dejó Aversa y se refugió en Nocera, desde donde continuó con una actitud medio hostil, medio dependiente hacia Carlos, y donde creó catorce cardenales, todos napolitanos. El colegio cardenalicio que estaba a favor de Urbano, pronto se aliarían con el rey, para buscar la manera de deponer al papa o al menos arrestarlo. Urbano se entera del complot y encarceló a seis de ellos y confiscó sus bienes y los que no confesaron fueron torturados. El Rey y la Reina de Nápoles fueron excomulgados. La respuesta del rey no se hizo esperar, Nocera fue sitiada por sus ejércitos, pero Urbano defendió el lugar. Luego de casi cinco meses el cerco a Nocera fue roto por los urbanitas y el papa escapó a Barletta, desde donde una flota genovesa lo llevó a él y a los cardenales prisioneros a Génova. Los cardenales fueron ejecutados con los cargos de traición. Por mediación de Inglaterra solo se salvó el cardenal Adán Aston. A los actos tiránicos del papa se sumaba la crueldad, lo que hizo que varios de sus cardenales cambiaran la obediencia al antipapa francés, Clemente VII. Cruzada contra Clemente VII y fallecimiento: Urbano VI proclamó una cruzada en contra de Clemente en agosto de 1387, él mismo se dirigió a Perugia, donde permaneció hasta agosto de 1388, con la intención de reclutar soldados para liberar Nápoles que había caído en manos de los seguidores del antipapa. Sin embargo, por falta de recursos la tropa desertó y Urbano regresó a Roma. Ese mismo año proclamó un jubileo para 1390. Se dice que de regreso a Perugia, Urbano se cayó de la mula causándole graves heridas, aunque se recuperó parece que por causa de las heridas murió el 15 de octubre de 1389. Algunos no descartan el envenenamiento. Fue sepultado en la basílica de San Pedro. Urbano VI en la literatura: Algunos aseguran que las llamadas profecías de san Malaquías se refieren a este papa como De inferno prægnante (preñado de infierno), cita que haría referencia a su apellido y al hecho de que su lugar de nacimiento fue un barrio de Nápoles llamado Inferno.

Bonifacio IX, Papa. Bonifacio IX, (Nápoles, c. 1356 – Roma, 1 de octubre de 1404). Papa n.º 203 de la Iglesia católica de 1389 a 1404, fue el segundo papa del periodo dominado por el Cisma de Occidente. Origen: Nacido Piero Tomacelli, en el seno de una familia noble napolitana, pero empobrecida. Los datos sobre los primeros años de su vida son oscuros. Tomacelli fue llamado por el papa Urbano VI, su compatriota, a la curia romana en tiempo en que el pontífice necesitaba apoyo de un grupo de cardenales, que en su mayoría fuesen italianos, para mantener su autoridad durante el período del Cisma de Occidente, en que el antipapa francés Clemente VII reclamaba para si el solo pontificio. Urbano nombró a Tomacelli como cardenal diácono de San Giorgio in Velabro en 1381. Tres años más tarde, le nombró como cardenal presbítero de Santa Anastasia. Pontificado: Elección: A la muerte de Urbano VI, en 1389, todos pensaron que era la oportunidad de acabar con el Cisma, bastaba con que los cardenales de la Sede romana reconocieran al antipapa Clemente VII. Sin embargo, los cardenales se dieron prisa y el 2 de noviembre, eligieron al cardenal napolitano Pedro Tomacelli, quien contaba


apenas con 35 años de edad. En la ceremonia de entronización, Tomacelli tomó el nombre de Bonifacio IX. Primeros actos pontificios: Uno de los primeros actos de su pontificado fue la excomunión de Clemente VII, como respuesta a la excomunión que sobre él había lanzado el papa aviñonés. El enfrentamiento eclesiástico entre Bonifacio IX y Clemente VII se extendió al terreno político y el recién elegido Papa coronó, en 1390, rey de Nápoles a Ladislao, hijo de Carlos de Durazzo, para enfrentarlo a Luis de Anjou a quien Clemente había a su vez coronado en 1389. Bonifacio se vio obligado a salir de Roma, por los tumultos populares de 1392, pero regresó al año siguiente, logrando liberar sus Estados de las tropas bretonas que aún quedaban y acabar con los últimos rescoldos del movimiento comunal romano, recuperando el Castillo Sant'Angelo y fortificándolo junto con otros puntos estratégicos de la ciudad. Propuestas para acabar con el Cisma: Durante su pontificado no sólo tuvo enfrente al antipapa Clemente, ya que tras la muerte de este, en 1394 la sede de Aviñón eligió al cardenal español Pedro Martínez de Luna, que adoptó el nombre de Benedicto XIII. Las potencias europeas ven una oportunidad de acabar con el Cisma y recurren a un informe que la Universidad de París había publicado en enero de 1394, proponiendo tres vías no violentas de acabar con el cisma: -La “via cessionis", que propugnaba la abdicación voluntaria y simultánea de los dos papas, seguida de una nueva elección. -La “via compromissi”, que suponía estudiar los derechos de ambos papas por una comisión arbitral que decidiría quien era el papa legítimo. -La “via concilii”, que defendía la convocatoria de un concilio ecuménico que decretaría quien sería papa. Bonifacio IX rechaza las tres soluciones mientras que el antipapa Benedicto XIII sólo se opone totalmente a la vía conciliar. La falta de acuerdo hace que las potencias europeas amenacen a los dos pontífices con retirarles sus respectivos apoyos, amenaza que sólo cumplen los monarcas que apoyan a Benedicto, pero que no supuso el fin del Cisma, ya que aunque sin apoyos, el antipapa siguió sin someterse. Jubileos: Durante el pontificado de Bonifacio IX se celebraron dos jubileos. El primero en el año 1396, había sido convocado por Urbano VI rebajando la frecuencia de los jubileos de cincuenta a treinta y tres años. A éste asistieron el rey Wenceslao de Bohemia y otros muchos peregrinos del Imperio, pero ninguno francés por causa de la prohibición del rey. El segundo jubileo se celebró en el año 1400, el cual entra el período de cien años fijado por Bonifacio VIII en 1300. En el curso de la celebración jubilar hicieron su aparición en Roma los "Bianchi" o "Albati", grupos de penitentes flagelantes que procesionaban encapuchados, con hábitos blancos y con una cruz roja dibujada en la espalda, venían en su mayoría de la Provenza, del norte de Italia y de los países germánicos. La masa de flagelantes ocasionó tal número de disturbios y sucesos sangrientos que Bonifacio condenó a la hoguera a uno de sus líderes y disolvió a sus adeptos. Un año antes, Bonifacio IX había hecho un llamamiento a la cristiandad occidental para socorrer al emperador bizantino Manuel II Paleólogo, amenazado por el sultán otomano Bayaceto. Tal llamamiento no despertó entusiasmo alguno, aunque el Imperio bizantino se salvaría poco después, prolongando su existencia algunas décadas más, por la fulminante irrupción de Tamerlán, que obligó a Bayaceto a retirarse. Bonifacio IX murió en 1404, luego de una breve enfermedad. Bonifacio IX en la literatura: En el libro de las Profecías de San Malaquías se puede identificar a este papa con la cita de Cubus de mixtione (Cubo de mezcla), la cual podría hacer referencia a que en el escudo de armas de su familia figuran unos cubos entrelazados.


Inocencio VII, Papa.

Inocencio VII (Sulmona, (c. 1336) – Roma, 6 de noviembre de 1406) fue el Papa nº 204 de la Iglesia católica de 1404 a 1406. Fue el tercer papa del periodo dominado por el Cisma de Occidente. Origen y formación: De nombre Cosimo de Migliorati, nacido en el seno de una familia humilde, estudió Derecho Canónico y Civil en Perugia, Padua y Bolonia. Posteriormente ejerció como profesor de derecho en la Universidad de Perugia hasta que fue trasladado a Roma por Urbano VI. Luego es enviado a Inglaterra como recaudador de impuestos, labor que realizó durante diez años. Carrera eclesiástica: Cosimo de Migliorati fue consagrado obispo el 5 de diciembre de 1387, luego de ser nombrado arzobispo de Rávena el 4 de noviembre anterior por el papa Urbano VI. Migliorati no pudo ocupar su sede en Rávena a causa de la oposición del Señor de la ciudad, Guido de Polenta, que había dado su obediencia al antipapa Clemente VII. En junio de 1389 fue trasferido a la sede de Bolonia. Migliorati fue creado cardenal por Bonifacio IX el 18 de diciembre de 1389, con el título de cardenal presbítero de la Santa Cruz de Jerusalén y actuó como legado suyo en Lombardía y la Toscana, en importantes misiones como la de pacificar a Gian Galeazzo Visconti y las ciudades de Florencia y Bolonia. Pontificado: Elección: A la muerte de Bonifacio IX, los cardenales presentes en el cónclave del 17 de octubre de 1404, a la cabeza de Migliorati como camarlengo, juraron renunciar a la tiara en caso de ser elegidos si con ello era posible acabar con el cisma que desde 1378 dividía a la Iglesia Católica. Migliorati fue elegido por unanimidad, la situación en la ciudad le impidió celebrar el concilio en el que debería haber cumplido su promesa de renunciar a la tiara. En efecto, el partido gibelino inicia una revuelta cuando conoce el resultado de la elección, obligando al pontífice a reclamar ayuda al rey de Nápoles, Ladislao quien sofoca la rebelión obteniendo de Inocencio el compromiso de que en las negociaciones para acabar con el cisma, quedarían reconocidos sus derechos al reino napolitano que le disputaba Luis de Anjou. Acciones pontificias: Inocencio VII fue un papa nepotista, nombró cardenal a su sobrino Ludovico Migliorati, quien hasta ese momento había actuado como mercenario a las órdenes de Gian Galeazzo Visconti. Ludovico, en 1405, secuestró y asesinó a once aristócratas romanos opositores de su tío, por lo que Inocencio tuvo que huir a Viterbo dejando Roma en manos de turbas de romanos furiosos que asesinaron a más de treinta güelfos, miembros del partido papal, entre ellos el abad de Perugia. Nuevamente hubo de intervenir Ladislao con el envío de tropas que acabaron con los alborotos, permitiendo que el Papa regresase a Roma en enero de 1406. Inocencio recompensó a su sobrino Ludovico nombrándolo marqués y conde de Fermo. Enfurecido por la acción del


pontífice, el rey Ladislao exigió extender su autoridad sobre la propia Roma y los Estados Pontificios, para lo cual presionó a Inocencio con las tropas que mantenía en el Castillo Sant'Angelo que, aunque estaban destinadas a proteger el Vaticano, eran utilizadas por el napolitano para efectuar incursiones armadas en Roma y en los territorios circundantes. Solo cuando el pontífice excomulgó a Ladislao, éste retiro sus tropas del castillo. Inocencio mantuvo disputas con el antipapa Benedicto XIII debido a que este último mandó una carta acusando al papa de no querer terminar el Cisma. Fallecimiento: Inocencio murió en Roma, el 6 de noviembre de 1406, de manera imprevista. Se rumoreó que fue envenenado, pero no existen pruebas suficientes para asegurarlo. En la literatura: En el libro de las Profecías de San Malaquías se puede identificar a este papa con el lema De meliore sidere (De la estrella mejor), cita que puede hacer referencia al apellido familiar, Migliorati, que significa "mejorado" y a que en su escudo de armas aparece una estrella.

Gregorio XII, Papa.

Gregorio XII, (Venecia, c. 1326 – Recanati, 18 de octubre de 1417). Papa nº 205 de la Iglesia católica de 1406 a 1415 es el cuarto papa del periodo dominado por el Cisma de Occidente y uno de los pocos pontífices romanos en renunciar del ministerio petrino. Origen y formación: De nombre Angelo Correr, nació en el seno de una familia aristócrata veneciana que dio varios dogos y dogaresas. Estudió teología en la Universidad de Bolonia. Carrera eclesiástica: Angelo Correr fue nombrado obispo de Castello en 1380 por el papa Urbano VI. Fue nombrado patriarca latino de Constantinopla en 1389 y administrador de la diócesis de Corone en 1395 por parte de Bonifacio IX. Inocencio VII lo nombró Secretario Apostólico, legado de Ancona y finalmente, en 1405, cardenal-presbítero de San Marco. Pontificado: Elección: El cónclave en el que resultó elegido estaba compuesto por quince cardenales que, con el propósito de poner fin al Cisma de Occidente, participaron en el mismo con la condición de que el elegido dimitiría del papado si el papa de Aviñón, Benedicto XIII, presentaba a su vez su renuncia. Angelo Correr, que para entonces contaba con más de 70 años de edad, fue elegido por unanimidad el 30 de noviembre de 1406 y fue coronado el 19 de diciembre del mismo año. Primera intención de renuncia: Ambos pontífices iniciaron conversaciones para lograr un encuentro en Savona, pero la poca disponibilidad de ambos para solucionar el conflicto, el temor a que dicho


encuentro fuese aprovechado por el rival para capturar al contrario, unido a las maquinaciones políticas del rey de Nápoles, Ladislao, y de la familia de Gregorio XII; hicieron que dicha reunión no se llevara a cabo. Los cardenales de Gregorio mostraron su descontento con la postura de éste y amenazaron con abandonarlo, por lo que Gregorio convocó una reunión con su curia en la ciudad de Lucca en la que, el 4 de mayo de 1408, ordenó que no abandonasen la ciudad poniéndolos bajo vigilancia y procediendo además, a fortalecer su posición, haciendo cardenales a cuatro de sus sobrinos. En Aviñón, los cardenales de Benedicto XIII también mostraron su disconformidad con la situación, por lo que, aprovechando que siete cardenales de Gregorio habían logrado salir de Lucca, se reunieron con estos y resolvieron la celebración de un concilio en la ciudad de Pisa para el año 1409, con el objetivo de deponer a ambos pontífices y elegir uno nuevo. Concilio de Pisa: El Concilio de Pisa se inició el 25 de marzo de 1409, y aunque ambos papas fueron convocados, ninguno de ellos hizo acto de presencia en el mismo. En la decimoquinta sesión, el 5 de junio, el concilio depuso a los dos pontífices acusándolos de escándalo, de cismáticos, heréticos y perjuros; y un mes después eligió como nuevo papa a Alejandro V. Ni Gregorio XII, ni Benedicto XIII, reconocieron la validez del concilio de Pisa al que acusaron de anticanónico al entender que sólo el Papa tenía potestad para convocar un concilio ecuménico. Por lo que Gregorio, que había nombrado otros diez cardenales para reforzar su posición, convocó su propio concilio que, celebrado en la ciudad de Cividale del Friuli con una escasa asistencia, declaró tanto a Benedicto XIII como a Alejandro V, cismáticos y devastadores de la Iglesia. En 1410 falleció Alejandro V y fue sucedido por Juan XXIII (antipapa) a quien el emperador del Sacro Imperio, Segismundo, convenció para que convocara un nuevo concilio que acabara con el cisma en el que tres papas se declaraban el legítimo sucesor de san Pedro. El concilio de Constanza: El Concilio de Constanza se inició el 4 de noviembre de 1414, bajo la presidencia del antipapa Juan XXIII, acordándose un nuevo sistema de votaciones para el mismo. Dicho sistema consistió en que los participantes se reunieran por naciones y que en cada uno de estos grupos tuvieran voto no sólo los prelados, sino también los príncipes, los teólogos y los canonistas. Este nuevo sistema supuso la confirmación de la teoría "conciliarista", según la cual el Concilio se encontraba por encima del Papa, y este debía plegarse a las decisiones de aquél. El antipapa Juan XXIII que había convocado el concilio con la intención oculta de conseguir el apoyo de los participantes para ser nombrado único papa legítimo, ante la perspectiva de tener que acatar las decisiones conciliares intentó huir de Constanza, pero interceptado en su huida fue devuelto al concilio y obligado a renunciar el 29 de mayo de 1415. Por su parte el Papa Gregorio XII renunció voluntariamente el 4 de julio de 1415 mediante una bula en la que además reconocía al concilio, por lo que el concilio de Constanza, convocado por un antipapa, es considerado válido por la Iglesia Católica. El segundo antipapa, Benedicto XIII, se negó en cambio a renunciar por lo que fue depuesto por el propio concilio dos años más tarde, el 26 de julio de 1417; tras lo cual se eligió un nuevo Papa, Martín V que fue reconocido por todos y que supuso el fin del Cisma de Occidente que había dividido la Iglesia durante casi cuarenta años. Fallecimiento: Un mes antes de la elección del nuevo papa, falleció el 18 de octubre de 1417 Gregorio XII, quien estaba con el cargo de arzobispo de Porto. Después de Gregorio XII ningún papa hubo de renunciar durante casi 600 años hasta Benedicto XVI el 28 de febrero de 2013. En la literatura: En el libro de las Profecías de San Malaquías se puede identificar este papa con el moto Nauta de Ponto Nigro (Marino del Mar Negro), cita que puede hacer referencia a su nacimiento en Venecia, y a que fue sacerdote de la iglesia de Negreponte.


Martín V, Papa.

Martín V (Genazzano, c. 1368 – Roma, 20 de febrero de 1431) fue el papa n.º 206 de la Iglesia católica, entre 1417 y 1431. De nombre Oddone Colonna, era hijo de Agapito Colonna y Caterina Conti, lo que le convertía en miembro de una de las familias aristocráticas romanas más antiguas y con mayor influencia de su época. Estudió en la Universidad de Perugia, tras lo cual entró en la curia romana, donde en 1402 fue nombrado cardenal diácono de San Jorge por Bonifacio IX, y fue uno de los cardenales que huyó de Lucca, donde los había recluido el papa Gregorio XII, para organizar el Concilio de Pisa en que tomará parte en la elección de Alejandro V y de Juan XXIII, como medio para reconciliar a las Iglesias de Aviñón y Roma y acabar así con el Cisma de Occidente. Papado: Elección: Fue elegido Papa el 11 de noviembre de 1417 durante el Concilio de Constanza, en un cónclave que depuso a los antipapas Juan XXIII y Benedicto XIII. Aceptó también la renuncia de Gregorio XII. La elección del nuevo Papa, que adoptó el nombre de Martín V en honor a Martín de Tours, cuya festividad se celebraba el día de su elección, supuso el fin del Cisma de Occidente. Papado de Martín V: Tras su elección, Martín V sancionó varios decretos del concilio sobre la necesaria reforma de la Iglesia, pero se negó en cambio a reconocer la doctrina conciliarista que había surgido en el sínodo y que suponía reconocer la preeminencia de las reuniones conciliares sobre la figura papal. Lo que sí sancionó fue la celebración periódica de concilios, estableciendo un plazo de cinco años entre uno y otro, lo que suponía que el siguiente debería abrirse en 1422. Efectivamente en 1422 se convocó el Concilio de Siena, que abrió sus sesiones en 1423 en la ciudad de Pavía, pero que tuvo que trasladarse al poco tiempo a Siena por la peste que se había declarado. En este Concilio el papa pudo contar con la colaboración de algunas naciones que, intencionadamente o no, buscando sus propios beneficios o la colaboración con el papado, consiguieron impedir que se desarrollase un programa reformista. El Concilio cerró sus puertas en marzo de 1424 sin grandes avances. El siguiente Concilio fue convocado por él mismo en 1431 en Basilea (según se había establecido en Siena), pero inició sus sesiones cuando ya había fallecido.

Después de haber sido elegido, Martín V no regresa inmediatamente a Roma, residiendo temporalmente en Mantua y Florencia. Hasta septiembre de 1420 no volverá a la Ciudad Eterna, encontrándose una ciudad arruinada y decaída por el periodo de abandono que supuso la pérdida de la sede pontificia, por lo que se esforzó en su levantamiento y restauración, tarea a la que dedicó gran parte de sus energías.


Una vez concluido el Cisma de Occidente, quiso terminar con el Cisma de Oriente, para lo cual nombró una legación, dirigida por el cardenal español Pedro de Fonseca, que fue a Constantinopla para tratar con el emperador sobre la posible unión de la Iglesia Griega con la Iglesia Católica. Tras la muerte del cardenal por accidente, continuó sus esfuerzos en la convocatoria del Concilio de Basilea. También se le debe la firma de los primeros concordatos con las naciones europeas. En 1422 promulgó unas nuevas constituciones para la Universidad de Salamanca, en sustitución de las de Benedicto XIII. En 1429 nombra Obispo de Valencia a Alfonso de Borja. Falleció el 20 de febrero de 1431. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Corona veli aurei (La corona del velo de oro), cita que hace referencia a que en el escudo de armas de su familia, los Colonna, figura una corona, y al que fue cardenal diácono de San Jorge del Velo de Oro.

Eugenio IV, Papa.

Eugenio IV C.R.S.A. (Venecia, 1383 - Roma, 23 de febrero de 1447), papa n.º 207 de la Iglesia católica de 1431 a 1447. Primeros años de vida: De nombre Gabriele Condulmer, nació en Venecia, en el seno de una familia de mercaderes adinerados. Distribuyó 20.000 ducados a los pobres y dando la espalda al mundo entró en el monasterio agustiniano de San Jorge en su ciudad natal. Ya en la Orden de los Canónigos Regulares de San Agustín surgió como una figura prominente durante el pontificado de su tío, el Papa Gregorio XII, quien lo nombró obispo de Siena, lo que provocó la repulsa de la clase política de la ciudad, contraria al nombramiento de un obispo extranjero de 24 años. Condulmer renunció al puesto, convirtiéndose entonces en el tesorero papal de su tío, Cardenal de San Marcos y San Clemente (Basílicas ambas), y luego cardenal de la Basílica de Santa María en Trastevere. Papado: Le fue de mucha utilidad al Papa Martín V, lo que lo llevó a ser rápidamente elegido como su sucesor. Fue coronado en Roma el 11 de marzo de 1431. Antes de su elección firmó un acuerdo por escrito con los cardenales, en el cual se comprometía a distribuirles la mitad de las ganancias de la Iglesia y, en adición, prometió consultarles sobre todo tipo de cuestiones de importancia, tanto espirituales como temporales. Los tiempos eran difíciles. El movimiento conciliarista, que proclamaba que el Concilio era superior al Papa, se hallaba en su apogeo. La insuficiencia de las reformas intentadas por el Concilio de Constanza habían aumentado el malestar y la insatisfacción. Los husitas se mostraban victoriosos e irreductibles. Muchos esperaban la solución de estos males del Concilio de Basilea, convocado por Martín V poco antes de morir. Desde el primero hasta el último día de su pontificado, Eugenio tendría frente a sí un Concilio antipapal. El conflicto era inevitable. Al tomar la Silla Papal, las medidas violentas en contra de las numerosas relaciones establecidas con los Colonna por su predecesor, el papa Martín V (Otón de Colonna), lo llevaron a tener una seria confrontación con esta poderosa familia de Roma. La confrontación no duró mucho, y se organizó una paz en virtud de la cual los Colonna rendirían sus castillos y pagarían una indemnización. Pero el hecho de mayor importancia en el pontificado de Eugenio fue la gran lucha entre el papa y el Concilio de Basilea, parte del histórico movimiento Conciliar. El 23 de julio de 1431, su legado dio apertura al concilio, el cual había sido convocado por Martín V, pero, al no confiar en sus propósitos y al observar la poca asistencia, el Papa redactó una bula el 18 de diciembre de 1431, disolviendo así el concilio y convocando a otro para que se reuniera en Bolonia 18 meses después. El concilio hizo frente a estas expresiones prematuras de prerrogativa papal. En esto tenían el apoyo de todos los poderes seculares, y el 15 de febrero de 1432 reafirmaron la doctrina galicana de la superioridad del Concilio sobre el Papa. En Roma, los enemigos del papa fomentaban una revolución en mayo de 1434. Eugenio, disfrazado de monje, escapó


por el Tíber hacia Ostia, desde donde los amigables florentinos le llevaron a su ciudad y le recibieron con una ovación. Residió en el convento dominicano de Santa María Novella. La autoridad del Concilio era completamente subversiva de la constitución divina de la iglesia. Al abolir todas las fuentes de los recursos papales y restringir de toda forma posible las prerrogativas, trataban de reducir el poder del Pontífice a una mera sombra. Eugenio publicó el 18 de septiembre una bula en la que trasladaba el concilio a Ferrara. Pero el concilio declaró inválida esa bula y amenazó con deponer al papa. Ante esa evidente muestra de hostilidad, los líderes mejor dispuestos (como los cardenales Cesarini y Cusa) les abandonaron y fueron a Ferrara, donde se reunió el Concilio. En 1435, mediante la bula papal Sicut Dudum, el papa Eugenio IV manda a libertar a los esclavos que acepten ser bautizados en las Islas Canarias. El 15 de septiembre de 1436, el papa Eugenio IV emite la bula Romanus Pontifex, otorgando el derecho de conquista de las Islas Canarias al reino de Portugal; pero 52 días después revoca el derecho anterior, al emitir la bula Romani Pontificis, otorgando el derecho de conquista al reino de Castilla. El 25 de junio de 1439, el disminuido conventículo de Basilea pronunció su deposición. Eugenio era acusado de conducta herética respecto al Concilio general. Sus integrantes, ahora reducidos a un cardenal y once obispos, eligieron a un antipapa, el duque Amadeo de Saboya: Felix V. Mientras tanto en Ferrara, el 5 de julio de 1439 se daba el Decreto de Unión con la iglesia Oriental, lo que aumentó mucho el prestigio papal. La unión con los griegos fue seguida por la de los armenios, el 22 de noviembre, la de los jacobitas en 1443 y de los nestorianos en 1445. Tras una prolongada y dramática lucha, obtuvo finalmente la victoria: El Concilio de Florencia proclamó el primado universal del Romano Pontífice. Eugenio tuvo el consuelo de ver a todo el mundo cristiano, al menos en teoría, obediente a la Santa Sede. Protegió las congregaciones de benedictinos reformados de S. Justina de Padua y S. Benito de Valladolid, secundando las reformas de los dominicos, franciscanos y agustinos. Se rodeó de santos: S. Francisca Romana, S. Antonio de Florencia y S. Juan de Capistrano. Además, Eugenio fomentó la Reconquista española. Fue uno de los primeros impulsores del movimiento renacentista. Llamó junto a sí a los artistas más ilustres de Italia y aun del extranjero como Fra Angélico, Pisanello, Foucquet, Donatello y Ghiberti. En 1441, a petición del arzobispo de Burdeos, el Papa Eugenio IV creaba un Studium Generale (teología, derecho, medicina y artes), bajo la autoridad de Pey Berland, que será el origen de la Universidad de Burdeos. El resto de sus años los dedicó a mejorar la triste condición de Roma y a consolidar su autoridad espiritual entre las naciones de Europa. Tiene el innegable mérito de haber infligido al conciliarismo un golpe del que ya no se repuso. Por eso parece acertado el juicio de P. Moncelle: «Un papa a quien la historia puede contar entre los más grandes» (DTC, V,1496). Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Lupa Cælestina (Loba celestina) y recogen que, antes de su pontificado, fue obispo de Siena, en cuyo escudo de armas figura una loba.

Nicolás V, Papa. Nicolás V (en latín: Nicolaus PP V), nacido como Tommaso Parentucelli (* Sarzana, (15 de noviembre de 1397) – † Roma, 24 de marzo de 1455), fue el papa número 208 de la Iglesia católica desde el 6 de marzo de 1447 hasta su muerte en 1455. Primeros estudios: Parentucelli nace en Sarzana, Liguria, donde su padre era médico. Este último murió cuando él era joven, lo que provoca que Parentucelli deba dejar sus estudios en la Universidad de Bolonia, debiendo convertirse en tutor, en Florencia, de las familias de los Strozzi y Albizzi, donde conoció a los principales eruditos humanistas. Según el mismo Napoleón Bonaparte, la madre del Nicolas V, era de apellido Bonaparte. Secretario y obispo de Bolonia: Realizó sus estudios en Bolonia y Florencia, obteniendo un título en teología en 1422. El Obispo Niccolò Albergati estaba tan impresionado por sus capacidades, que Parentucelli pasó a formar parte


de su servicio como bibliotecario, y se le dio la oportunidad de continuar sus estudios, al enviarlo en una viaje por Alemania, Francia e Inglaterra. En aquella travesía inicio la recolección de libros, por los cuales poseía una gran pasión, dondequiera que iba. Algunos de ellos sobreviven hasta nuestros días con sus anotaciones marginales. Asistió al Concilio de Basilea y en 1444, cuando murió su patrón, fue nombrado obispo de Bolonia en su lugar. Al asumir, los trastornos cívicos en Bolonia se prolongaron, por lo que el Papa Eugenio IV lo nombró pronto como uno de los legados en Fráncfort del Meno. Su misión era ayudar en la negociación de un acuerdo entre la Santa Sede y el Sacro Imperio Romano Germánico, para intentar modificar, o al menos contener la reforma de los decretos del Concilio de Basilea. Su éxito de la diplomacia le ganó el premio, a su regreso a Roma, de su creación como cardenal presbítero de S. Susanna en diciembre de 1446. Papado: Elección: En el cónclave de 1447 fue elegido papa para suceder a Eugenio IV. Tomó el nombre de Nicolás V en honor de su benefactor, Niccolò Albergati. Tan pronto como el nuevo Pontífice fue entronizado, se consideró que nuevos aires entraban en San Pedro. Ahora que ya no había ningún peligro de un nuevos brotes de cisma, y luego de que el Concilio de Constanza hubiera perdido toda influencia, Nicolás concibió el hacer de Roma el sitio de monumentos, casa de la literatura y el arte, baluarte del papado y la digna capital del mundo cristiano. Aunque flexible, Nicolás V no fue menos rígido que Eugenio IV en la "defensa de la autoridad papal". A pesar de los escasos ocho años que duraría su pontificado, su gobierno fue importante en la historia política, científica y literaria del mundo. Políticamente, concluyó el Concordato de Viena, o Aschaffenburg, (17 de febrero de 1448) con el emperador alemán Federico III, por el cual los decretos del Concilio de Basilea contra las anatas papales y las reservas fue derogado en lo que a Alemania se refiere. Al año siguiente consiguió un triunfo aún más táctico con la renuncia del antipapa Félix V (7 de abril) y su propio reconocimiento por el Concilio de Basilea, que se reunieron en Lausana. El renacimiento de Roma: En 1450, Nicolás V celebró un Jubileo en Roma, y las ofrendas de los numerosos peregrinos que acudía a la Ciudad Eterna le dio los medios para promover la causa de la cultura en Italia, que deseaba tanto en su corazón. En marzo de 1452, ya coronado Federico III como emperador del Sacro Imperio en la Basílica de San Pedro, la última ocasión de una coronación de un emperador en Roma. Dentro de la ciudad de Roma, Nicolás V introdujo el nuevo espíritu del Renacimiento. Su principal plan era el embellecimiento de la ciudad con nuevos monumentos, dignos de la capital del mundo cristiano. Sus primeras preocupaciones se centraron en el reforzamiento de las fortificaciones de la ciudad,6 del ornato e incluso pavimentación de algunas calles principales, y la restauración del suministro de agua. El fin de la antigua Roma es, a veces, datada en la fecha de la destrucción del magnífico conjunto de acueductos en el siglo VI. Para la Roma del medioevo, el suministro de agua dependía de pozos y cisternas para los ciudadanos, mientras que para los pobres directamento de las aguas del río Tíber. El acueducto Aqua Virgo, originalmente construido por Marco Vipsanio Agripa, fue restaurado por Nicolás V y comenzó a desembocar e en una simple pila que Leon Battista Alberti diseñó, el predecesor de la Fontana de Trevi. Pero las obras en las que Nicolás puso especial atención fueron la reconstrucción del Vaticano, el barrio Borgo, y la Basílica de San Pedro, donde debían ser enfocadas las fuerzas del papado. Llegó a derribar parte de la antigua basílica, hizo algunas reformas en el Palacio de Letrán (de los cuales, unos frescos de Fra Angelico son testimonio), y puso a disposición 2.522 carros con mármol del Coliseo de Roma en ruinas para su uso en las nuevas construcciones. El patrocinio al movimiento humanista: Bajo el patrocinio generoso de Nicolás V, el humanismo realizó


grandes avances. Los nuevos conocimientos habían sido hasta ahora considerados sospechosos en Roma, así como una posible fuente de cisma y una herejía en un interés malsano en el paganismo. Al contrario de estas acusaciones, Nicolás V contrató a Lorenzo Valla para la traducción de documentos griegos,7 tanto paganos como cristianos, al latín. Esta empresa, realizada justo antes de la aparación de la imprenta, contribuyó enormemente a la repentina expansión del horizonte intelectual. Nicolás V, con la asistencia de Enoc de Ascoli y Giovanni Tortelli, fundó una biblioteca de nueve mil volúmenes. El mismo Papa era un hombre de vasta erudición, y su amigo Eneas Silvio Piccolomini dijo de él que "lo que no sabe está fuera del alcance del conocimiento humano". Manuscritos preciosos fueron rescatados de sus propietarios ignorantes, y suntuosamente alojados en el Vaticano. Así pudo concretarse la fundación de la Biblioteca Vaticana en 1448, y fomentó la traducción de clásicos como Diodoro, Tucídides, Homero y Estrabón. En 1451 proclamó una bula para fundar la Universidad de Glasgow. El 18 de octubre de 1451 firmó una constitución en la que implementaba la realización del Proceso de Canonización de Vicente Ferrer, dirigiéndola a tres Cardenales: Jorge de Flisco, Alfonso de Borja y Juan de Carvajal. Antigua sala de lectura, fundada por Nicolás V, para la Biblioteca Vaticana. Participación política: Ayudó a reorganizar políticamente a Francia e Inglaterra, al mismo tiempo que apoyaba a España en la expulsión definitiva de los árabes. Pronto hubo contactos secretos entre Venecia y Milán que permitieron la firma de la paz entre aquellos Estados en abril de 1454, a la que se sumó Florencia en agosto de ese mismo año. También en el año 1452, Nicolás V había emitido la bula papal Dum Diversas, que concedía al rey de Portugal el derecho de reducir a cualquier "sarraceno, pagano y cualquier otro incrédulo" a la esclavitud hereditaria. Dum Diversas legitimaba así el comercio de esclavos, que se inició en esa época con las expediciones de Enrique el Navegante para encontrar una ruta marítima a la India, las cuales se financiaron con los esclavos africanos. Esta aprobación de la esclavitud fue reafirmada y ampliada en su bula papal Romanus Pontifex de 1455. Últimos años: La grandeza y brillo de su pontificado, sin embargo, se vieron opacados por la caída de Constantinopla a manos de los turcos otomanos en 1453. El Papa sintió amargamente esta catástrofe como un doble golpe para el mundo cristiano y el de las letras griegas. Nicolás V intentó llevar a cabo una cruzada, y se esforzó por conciliar la animosidad mutua de los estados italianos, pero sin mucho éxito. No vivió lo suficiente para ver el efecto de los eruditos griegos que debieron exiliarse en la Península Itálica. Para la realización de sus obras de embellecimiento, Nicolás V fue movido "para fortalecer la fe débil de la población por la grandeza de lo que se ve". El pueblo romano, sin embargo, no apreció ni sus motivos ni sus resultados, y en 1452 se realizó una conspiración para derrocarlo bajo la dirección de Stefano Porcaro; sin embargo, es descubierta y aplastada a tiempo. Esta rebelión, junto con la caída de Constantinopla en 1453, ensombreció los últimos años del Papa Nicolás. "Como Tomás de Sarzana" dijo, "he tenido más felicidad en un día que ahora en todo un año". Falleció enfermo de gota el 24 de marzo de 1455. Calixto III, Papa. Calixto III (Torreta de Canals, Reino de Valencia, 31 de diciembre de 1378 – Roma, Estados Pontificios, 6 de agosto de 1458) fue el papa número 209 de la Iglesia católica, desde 1455 a 1458. Su nombre de nacimiento fue Alfons de Borja i Cavanilles (Alfonso de Borja en español o Borgia en italiano). Biografía: Nació en el seno de la noble familia de los Borja, hijo de Domingo de Borja y de Francina Llançol, quienes, provenientes de villa zaragozana de Borja, se habían instalado en el reino de Valencia tras participar en su conquista junto a Jaime I. Tras estudiar leyes en Zaragoza, fue profesor de derecho en la universidad de Lérida, donde llamó la atención del


antipapa Benedicto XIII, que lo atrajo a su causa en el enfrentamiento que el Cisma de Occidente había provocado en la Iglesia. Su apoyo al antipapa lo convirtió en protegido del también valenciano San Vicente Ferrer, padre dominico, y le valió ser nombrado canónigo de la catedral de Lérida y entrar al servicio de Alfonso V como jurista y diplomático. Tras la muerte de Benedicto XIII en 1423, tres de sus cardenales se reunieron en cónclave y eligieron como sucesor a Clemente VIII, que instaló su sede en Peñíscola. En 1429, el rey Alfonso V, que antes había apoyado a Benedicto XIII, deseoso de un acercamiento a Roma, envió a Alfonso de Borja como legado a Peñíscola con la misión de lograr que el antipapa Clemente VIII renunciara y se sometiera al papa Martín V. El éxito de su negociación, supuso el fin del cisma que había dividido la Iglesia desde 1378, y Alfonso fue recompensado con el nombramiento como obispo de Valencia, sede en la que sólo permaneció tres años ya que en 1432 abandonó la ciudad, a la que nunca regresaría, para acompañar a Alfonso V, como vicecanciller y consejero real, en la campaña que habría de concluir en 1442 con la conquista del reino de Nápoles. El 2 de mayo de 1444 fue nombrado cardenal por el papa Eugenio IV y comenzó con una práctica que definiría su pontificado: el nepotismo, ofreciendo a sus dos sobrinos de quienes era tutor, Luis de Borja y Rodrigo de Borja, importantes cargos y beneficios eclesiásticos. Papado: Consejero del papa Nicolás V, a la muerte de este, en 1455, fue elegido pontífice y adoptó el nombre de Calixto III. Según numerosos testimonios y hallazgos recientes, su elección había sido profetizada por san Vicente Ferrer, y la influencia política del rey Alfonso V habría materializado dicha profecía. Tras su elección, reclamó a sus dos sobrinos, a quienes otorgó categoría de príncipes, nombrando notario apostólico a Rodrigo y otorgando el gobierno de Bolonia a Luis Juan, para al año siguiente nombrarles cardenales. Su atención como pontífice se centró en la reconquista de Constantinopla, que había caído en manos turcas en 1453. Para ello intentó organizar una cruzada enviando delegaciones a Inglaterra, Francia, Alemania, Hungría, Portugal y Aragón. Aunque en principio recibió el apoyo de húngaros, portugueses y genoveses, sólo la flota húngara partió hacia Belgrado, que se encontraba sitiada por el ejército del sultán turco, Mahomet II. La victoria conseguida el 14 de julio de 1456 en el sitio de Belgrado no evitó que la cruzada fuera un fracaso. También en 1456, estableció una comisión que anuló el juicio que, en 1431, había condenado a Juana de Arco y la declaró inocente de los cargos de brujería por los que había sido quemada en la hoguera. Ese mismo año promulgó la bula Inter Caetera por la que garantizaba a los portugueses la exclusividad de la navegación a lo largo de la costa africana. Un año antes, el 3 de junio de 1455, decretó la canonización de san Vicente Ferrer. Hacia el final de su pontificado, en 1458, se enemistó con la corona de Aragón debido a que, al fallecer el que fuera su gran aliado, el rey Alfonso V, se negó a reconocer al hijo de éste, Ferrante I, como rey de Nápoles al considerar que dicho reino pertenecía a la Iglesia. Según una versión conocida por primera vez en una biografía póstuma, y luego embellecida y popularizada por el matemático francés del siglo XVIII Pierre-Simon Laplace, Calixto III habría excomulgado al cometa Halley en 1456, con ocasión de su aparición sobre Europa. La razón de la curiosa medida estaría fundamentada en la tradicional creencia en los cometas como símbolo de mal agüero, que en particular en aquella oportunidad lo sería contra los defensores cristianos de la ciudad de Belgrado, sitiada por los otomanos. Esta versión, sin embargo, carece de apoyo histórico firme. La bula de Calixto III del 29 de junio de 1456, donde solicita las oraciones de los fieles para el triunfo de la cruzada, ni siquiera menciona al cometa. Para el 6 de agosto de 1456, cuando el sitio de la ciudad fue roto por los defensores, hacía varias semanas que el cometa había dejado de ser visible. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Bos pascens ('El buey que pace'), cita que hace referencia al escudo de armas de su familia, los Borja o Borgia, en el que aparece un buey dorado paciendo.


Un frondoso árbol genealógico

La estirpe de los Borja (en italiano Borgia) tiene su origen en la familia valenciana Borja, algunos de cuyos miembros se establecieron en Nápoles y Roma a mediados del siglo XV y adoptaron la grafía italiana por la que fueron mundialmente conocidos. Su habilidad para maniobrar en política vaticana y los matrimonios con miembros de otras familias importantes, incluida la realeza, facilitaron su creciente pujanza, que llegó a su máximo durante el papado de Alejandro VI.

Cronología de un linaje 1429 — Alfonso de Borja es nombrado obispo de Valencia. 1444 — Alfonso, ya cardenal, se traslada a Roma. 1449 — Rodrigo Borgia marcha a Italia a continuar su educación. 1455 — Alfonso es elegido Papa con el nombre de Calixto III y nombra cardenales a sus sobrinos Luis Juan de Milá y Rodrigo Borgia. 1458 — Muere Calixto III.

Pío II, Papa. Pío II (Corsignano (actual Pienza), 18 de octubre de 1405 - Ancona, 14 de agosto de 1464), fue un eclesiástico y humanista italiano, CCX papa de la Iglesia católica, desde el 19 de agosto de 1458 hasta su muerte. Sucesor de Calixto III, fomentó durante su pontificado una nueva cruzada contra los turcos, tras la Caída de Constantinopla (1453), para lo cual reunió un congreso en la ciudad de Mantua (1459-1461), y que finalmente nunca se concretaría. Fue uno de los más notables humanistas de su tiempo y protegió las artes y las letras. En 1460 fundó la Universidad de Basilea. Ha sido el único papa que ha escrito su autobiografía. Biografía: Juventud: Nacido Eneas Silvio Piccolomini, el futuro papa nació en Corsignano, una pequeña población toscana a unas 30 millas al sudeste de Siena. Sus padres, Silvio Piccolomini y Vittoria Forteguerri, pertenecían a una estirpe noble venida a menos como consecuencia de las luchas de facciones en la República sienesa, que se había trasladado a la aldea y se hallaba en estado de cierta estrechez económica. El padre hizo algún


dinero sirviendo en los ejércitos mercenarios de los Visconti, abandonó las armas y se compró tierras para cultivarlas. Tuvieron 18 hijos pero sólo sobrevivieron tres. La familia se esforzó para que Eneas Silvio pudiera estudiar. A los 18 años marchó a Siena, donde cursó estudios jurídicos bastante a desgana, alternándolos con lecturas apasionadas de los clásicos grecolatinos. Compartió pupitre con el poeta Antonio Beccadelli. Su más cercano educador en Siena fue Mariano de'Sozzini, jurista abierto a las nuevas corrientes humanísticas. Se entregó entonces a una suerte de errabundeo formativo por ciudades académicas: en Florencia oyó al torrencial y sapientísimo Francesco Filelfo, a cuyas clases asistió dos años en compañía de otro futuro papa, Tomaso Parentucelli, siendo además fámulo en su casa por espacio de dos meses. También estuvo en contacto con el maestro Poggio Bracciolini; en Ferrara conoció al poeta siciliano Giovanni Aurispa, que llegaría a ser su amigo, y a Guarino de Verona, traductor de Estrabón en los ejemplares que el joven Eneas había leído. Además, trabajó mucho por su cuenta, y a los 26 años era ya un sagaz latinista, capaz de escribir en esa lengua de modo sencillo, elegante y eficaz, además de un maestro de la retórica. Sus talentos alcanzaron también la composición de versos latinos. Como intelectual sin dinero, se le ofreció la disyuntiva entre la iglesia o la abogacía. Puesto que la jurisprudencia le hastiaba y el mismo san Bernardino de Siena le desaconsejó entrar en religión, escogió un camino intermedio. Así pues, entró al servicio de jerarcas de la Iglesia -embarcada por entonces en cismas y conflictos de poder- como secretario, orador y diplomático, y se lanzó a recorrer durante años los territorios centroeuropeos. El Concilio de Basilea: En 1431, en medio de la guerra desatada entre Siena y Florencia, entró al servicio del cardenal Domenico Capranica, obispo de Fermo. Capranica había sido el favorito del papa Martín V; su sucesor Eugenio IV lo postergó y se negó a reconocerle el cardenalato, haciendo que el purpurado tomara una actitud hostil hacia él. El caso es que en el otoño de 1431 el poderoso cardenal pasó por Siena camino del concilio de Basilea y acogió a Eneas entre los sirvientes de su comitiva. El trayecto, con escapadas y separaciones forzosas, fue algo retorcido: por tierra fueron desde Siena a Piombino y de allí en barco hasta Génova. Sin embargo, los temporales desviaron la nave más allá de Córcega, hasta las costas africanas. Durante el accidentado viaje, Eneas trabó amistad con Piero da Noceto, que le ayudaría posteriormente. Llegados por fin a Génova fueron otra vez por tierra hasta Milán, para, a través del paso de San Gotardo, alcanzar Basilea, adonde llegó el grupo en abril de 1432. Por entonces se respiraba una atmósfera hostil al papa reinante. Capranica, pese a todo, se reconciliaría dos años después con Eugenio IV y, como en Basilea contaba con escasos recursos, tuvo que prescindir de los servicios de Eneas. Ante ello, el futuro papa ofreció sus servicios a un amigo de Capranica, Nicodemo della Scala, obispo de Frisinga, con quien asistió a la dieta de Frankfurt en 1434; sirvió luego a Bartolomeo Visconti, obispo de Novara, principal agente del duque de Milán, Filippo María Visconti, en sus intrigas contra Eugenio IV durante el concilio de Basilea. Piccolomini lo acompañó en sus frecuentes viajes entre Basilea, Milán y Novara, para informar al Duque y visitar su sede espiscopal. El obispo participó en el atentado contra la vida del Papa en la primavera de 1435 en Florencia, ciudad que acababa de caer bajo dominio güelfo y en la que residía el Papa tras verse obligado a abandonar Roma por los conflictos en que se hallaba inmersa la Ciudad Eterna. En esta conspiración, a Eneas se le encargó anunciar su intervención a Piccinino, un famoso condottiero al servicio de los Visconti. Sin embargo, el atentado fracasó y el obispo de Novara fue arrestado, aunque el Duque de Milán intervino para salvarlo. Piccolomini pudo escapar y acogerse a la seguridad de la iglesia de Santa Maria delle Grazie bajo la protección del influyente Niccolo Albergati, cardenal presbítero de la Santa Cruz, a quien fue presentado por Piero da Noceto. Albergati se lo llevó al Congreso de Arrás, en el que Inglaterra, Francia y Borgoña negociaban una paz (1435) durante la fase final de la Guerra de los Cien Años; de allí lo envió a Escocia para una misión cuyo objetivo fue probablemente animar al rey Jacobo II de Escocia para que hiciera guerra a los ingleses y éstos se vieran forzados a la paz con los franceses.


Vuelto a Basilea, continuó con sus intervenciones en las pugnas eclesiásticas y políticas, ya que el Concilio le ofrecía campo para sus capacidades como negociador, orador y panfletista. Una de sus primeras propuestas ante los Padres de la Iglesia fue presentar a Siena como sede para una reunión con la Iglesia Griega con vistas a solucionar el Cisma de Oriente. No tuvo éxito, siendo Ferrara finalmente la elegida, pero llamó la atención de los poderosos, sobre todo del duque de Milán, que lo acogió y recompensó con un beneficio eclesiástico (aunque Piccolomini era todavía seglar). Cuando una de sus figuras más admiradas, el elocuente y ascético cardenal Giuliano Cesarini abandonó el concilio, Eneas permaneció en Basilea, convencido de que las posiciones conciliares eran las correctas y satisfecho con sus posibilidades de promoción. Eneas enfermó durante la epidemia de peste que se desató sobre la ciudad en el verano de 1439, y la falsa noticia de su muerte da lugar a que el Duque le asignara su beneficio a otro. El concilio, a modo de compensación, le otorgó una canonjía en la sede episcopal de Trento. Viajes por Centroeuropa: Eneas Silvio Piccolomini conduce a Leonor de Portugal junto al emperador Federico III. Fragmento de una obra de Pinturicchio (1454-1513). Piccolomini se convirtió entonces en secretario del duque Amadeo VIII de Saboya, antipapa con el nombre de Félix V, a cuyo servicio llevó a cabo una embajada en Estrasburgo (1442). Posteriormente entró al servicio del emperador Federico III como secretario de la cancillería imperial. El propio Emperador, en ceremonia solemne, le impuso la corona laureada de poeta el 27 de julio del mismo año 1442. Federico III era sin embargo un hombre egocéntrico, cerrado, corto de miras y avaricioso, lo que desilusionó a Eneas tanto como la vida cortesana, llena de miserias y desengaños. En 1450 Eneas fue enviado por Federico III para negociar su boda con la infanta Leonor de Portugal, objetivo que cumplió; en 1451 emprendió una misión a Bohemia, que concluyó un acuerdo satisfactorio con el líder husita Jorge de Podiebrad; en 1452 acompañó Federico III a Roma para su coronación imperial y su boda con Leonor. En 1445 fue enviado nuevamente a Roma por el Emperador con el objetivo de lograr la solución de las diferencias entre la Santa Sede y el Sacro Imperio. Allí tuvo que vérselas con Eugenio IV, al que antes había combatido con la palabra en Basilea. Su antiguo fervor conciliarista se apagaba por momentos, y acabó por hacer una confesión en toda regla de sus antiguos errores, dando la razón al Papa. Éste lo nombró subdiácono apostólico, abrazando el estado eclesiástico, suceso de trascendental importancia. De regreso a Viena, en marzo de 1446, recibió las órdenes sagradas de diácono y poco después las de sacerdote. Ya como clérigo, intervino en las conversaciones que restituyeron Alemania a la obediencia de Roma, y continúa con la actividad diplomática entre nobles y obispos alemanes. Su celo, competencia y los servicios prestados a la Sede Apostólica en defensa de la preeminencia papal hicieron que su carrera eclesiástica fuera meteórica. Nicolás V, que había sido su compañero de estudios, lo nombró obispo de Trieste (1447) y arzobispo de Siena (1449). El valenciano Calixto III apreciaba las capacidades y el fervor antiturco de Piccolomini, por lo que en 1456 le otorgó el capelo con el título de cardenal presbítero de Santa Sabina luego del insistente apoyo de Federico III y del joven rey Ladislao V de Hungría. Papa: El pontificado del anciano Borgia fue, como esperaban los que lo habían elegido, muy breve. Pero nadie podría haber previsto que en el cónclave de agosto de 1458, Eneas Silvio Piccolomini, el antiguo enemigo de la supremacía papal, fuera elegido su sucesor. El favorito, el cardenal de Ruán, fue postergado en favor del italiano. Pocos meses antes de su elección, dio los últimos retoques a "La Europa de mi tiempo", obra donde estaba su visión del pasado reciente y su diagnóstico de un presente cargado de temores y esperanzas. Su pontificado se caracterizó por una actividad febril en favor de la reconciliación de los poderes que luchan por la hegemonía tanto en Italia como en el resto de la Cristiandad. Reforzó la autoridad papal frente a la del concilio (bula Exsecrabilis de 1460) y reiteró su retractación de las doctrinas que había sostenido antaño durante el concilio de Basilea.


El 1 de octubre de 1458 publicó la Bula de canonización de san Vicente Ferrer.1 En 1461 medió fructíferamente en los conflictos militares entre el emperador Federico III y el rey húngaro Matías Corvino (sin embargo décadas después el Rey de Hungría conquistó los territorios del Ducado de Austria y gran parte de Bohemia forzando a huir al emperador). Cedió, no obstante, al vicio papal de la época, el nepotismo, enalteciendo a su familia y adornando de bellos edificios su aldea natal de Corsignano (elevada a sede episcopal y rebautizada como "Pienza", la tierra de Pío, nombre que conserva en la actualidad). En 1462, Pío II declaró a la esclavitud como “un gran crimen” (magnum scelus). Ese mismo año le pidió al sultán turco Mehmed II que abrazase el Cristianismo y volviera cristianos a sus vasallos. A cambio, el Papa le reconocería a él y a sus sucesores otomanos como herederos legítimos del Imperio Bizantino. Sin embargo como era de presumir, el Sultán se sintió ofendido y rechazó dicha propuesta. En 1463 nombró cardenal al exiliado bizantino Basilius Bessarion. Las esperanzas del Papa comenzaron a frustrarse cuando el sultán emprendió nuevas campañas militares contra Europa. Ante lo cual el Pontífice manifestó su extrema preocupación por el peligro que corría el Reino de Hungría y la República de Venecia. Luego de grandes negociaciones, el Papa consiguió que el Matías Corvino y una flota veneciana avanzasen hacia el Sur en contra de los otomanos. Pero la repentina muerte del Papa provocó el desvanecimiento de estos planes armados para defender Europa. Descendencia: Ya que Pío II no abrazó la religión hasta cumplidos los 40 años, tuvo numerosas aventuras amorosas, propias de la liberalidad de su tiempo, edad y condición: "He conocido y amado a muchas mujeres [...], pero en cuanto las conseguía me causaban gran fastidio. Tampoco si tuviera que casarme, me juntaría con una mujer cuyo trato no conociera". Tuvo al menos dos hijos naturales: -El primero lo tuvo durante su misteriosa misión en Escocia en 1436. -De una tal Isabel, esposa de un mercader bretón que se hallaba en Estrasburgo, le nació un segundo hijo natural durante su misión diplomática en esta ciudad, en 1442. Obra: Eneas Silvio dejó varias obras en latín: varias crónicas históricas, una autobiografía, en el mismo estilo que las anteriores, y una abundante correspondencia. En su juventud compuso incluso alguna obra erótica, como la Historia de duobus amantibus (Historia de dos amantes).2 De todas sus obras, la Historia de dos amantes es la que más éxito tuvo, con más de 35 ediciones antes del año 1500, y más de 100 copias manuscritas.3 Más tarde, siendo papa, se avergonzó o retractó de esta obra de juventud, llegando a escribir en una carta: Y no deis más importancia al laico que al pontífice: rechazad a Eneas, acoged a Pío. Listado de obras: -Commentarii de gestis Basiliensis Concilii (1440) -De viris aetate sua claris (1440-50) -Historia rerum Federici III imperatoris (1452-58) -Historia Gothorum (1453) -Historia Bohemica (1458) -Historia rerum ubique gestarum locorumque descriptio, mejor conocida como Cosmographia (1458) -Commentarii rerum memorabilium quae temporibus suis contigerunt (1463). Obra autobiográfica. -Historia de duobus amantibus. Las supuestas profecías de San Malaquías se refieren a este papa como De capra et albergo (De la cabra y del albergue), cita que hace referencia a que antes de ser elegido pontífice fue secretario de los cardenales Capranica y Albergati.

Pablo II, Papa.


Paulo II o Pablo II, de nombre secular Pietro Barbo (* Venecia, 23 de febrero de 1417- † Roma, 26 de julio de 1471) fue el papa nº 211 de la Iglesia católica desde 1464 hasta 1471. Biografía: Orígenes y carrera eclesiástica: Nacido Pietro Barbo, era sobrino del papa Eugenio IV (1431–1447) por parte de su madre. Siguió la carrera eclesiástica animado por el ascenso de su tío a papa (1431), después de haber sido educado para mercader. Promocionó rápidamente: fue archidiácono en Bolonia, obispo de Cervia y Vicenza y finalmente, en 1440, cardenal. Desde pronto su generosidad le hizo muy popular. En 1445 sucedió al cardenal Giuliano Cesarini como arcipreste de la Basílica de San Pedro. Gracias a Bartolomeo Platina sabemos que el papa Pío II lo había apodado Maria pietissima porque "cuando no podía obtener lo que quería orando, pidiendo o rogando, lloraba para hacer sus peticiones más creíbles."2 Algunos historiadores sugieren que lo habían apodado de esa manera porque acostumbraba a vestir trajes clericales muy suntuosos y refinados,3 y otros sugieren que se refería a su poca masculinidad o a su presunta homosexualidad. Papado: Elegido pontífice de manera unánime el 30 de agosto de 1464, prestó juramento comprometiéndose a abolir el nepotismo imperante en la Curia, a mejorar las costumbres en la Santa Sede, a hacer la guerra a los turcos y a reunir un concilio ecuménico en un plazo de tres años. Pero poco de esto llevó a cabo en su corto pontificado (siete años), lo que le valió la pérdida de confianza del colegio cardenalicio. Quiso utilizar el nombre de Formoso II (Formoso en latín significa hermoso), porque estaba prendado de si mismo. Pero los cardenales le convencieron para que tomara otro nombre, Pablo, y se dejara de vanalidades. En 1466, para reducir la gruesa administración vaticana, Pablo procedió a cerrar el colegio de compendiadores, cuyo trabajo consistía en redactar los documentos papales. Esto provocó indignación y protestas entre los poetas y retóricos de la ciudad, quienes prestaban tales servicios. El humanista Platina (1421-1481) fue encarcelado tras escribir una carta amenazante al Papa y, aunque liberado al poco, fue nuevamente encarcelado al año siguiente (1469) acusado de conspirar contra el pontífice y, como otros compendiadores, sufrió tortura. En respuesta, Platina, escribió Vitae pontificum, una biografía muy negativa sobre Pablo II. El cronista Stefano Infessura retrató a Pablo II presentándolo como opuesto a los humanistas, amante del esplendor y de las diversiones populares como la fiesta del carnaval. Pablo II ordenó que todas las celebraciones se organizaran en la Plaza Venecia para dar importancia al nuevo palacio, construido por este pontífice5 . No obstante hay que tener en cuenta que Infessura, personaje de pensamiento republicano y contrario al papado, da una información que no puede considerarse imparcial. No obstante, Pablo II tenía un gran sentido de la equidad, reformó la administración municipal y luchó contra de los sobornos en el seno de la Iglesia oficial. Pablo II estableció durante su pontificado la celebración del jubileo cada veinticinco años. Tenía fama de no resolver casi ninguno de los pleitos que le llegaban ya que pensaba que era mejor no cambiar las cosas, por si empeoraban. Fue gran protector de las artes y quería que Roma fuera la ciudad mas hermosa del mundo. Amante del lujo y del placer. Subió los impuestos a los judíos, a los que también humilló haciendo que desfilaran tras el palio mientras recibían insultos de la gente y eran perseguidos por hombres a caballo. Un tanto sádico, creó torneos entre cojos y jorobados en plaza Colonna, plaza Venezia o en plaza Sciarra, mientras en la plaza del Popolo tenían lugar las ejecuciones públicas. Pablo II excomulgó a Jorge Podiebrad (1420-1471), rey de Bohemia y Hungría, favorable y protector de los considerados herejes husitas, a los que no perseguía como exigía la Iglesia. El Papa Pablo II conminó por carta a Matías Corvino (1443-1490), yerno del rey Jorge, a llevar la cruzada contra los herejes a Bohemia. Matías ocupó este país en 1467. Mantuvo muy buenas relaciones con el rey de Castilla, Enrique IV de quien esperaba fondos para la cruzada turca. En 1469 dio poderes al nuncio Antonio de Veneris para validar la Concordia de Guisando, que dejaba a Isabel de Castilla como sucesora del rey Enrique IV.6 Juan II de Aragón solicitó la bula papal para legitimar la boda entre Fernando e Isabel, primos segundos entre si, que le fue negada con la escusa de que ya había sido concedida


otra a Enrique IV, que autorizaba la boda de Isabel con Alfonso V de Portugal. Pero la postura contraria a las demandas de la corona aragonesa se debía a la buena relación papal el rey francés, que enfrentado con el rey de Aragón por territorios fronterizos. Intentó organizar una cruzada contra el los turcos y a tal fin gravó con un impuesto a las naciones aliadas, pero sus aspiraciones fueron acogidas sin ningún entusiasmo y la cruzada quedó en nada. Falleció el 26 de julio de 1471. Oficialmente la muerte se debió a una indigestión de melón o por que atragantó con otra fruta.7 Una extendida leyenda cuenta que murió de un infarto en su cama mientras era sodomizado por un paje. Esta y otras leyendas pueden haber sido alimentadas por su enemistad con los funcionarios vaticanos, decepcionados por las tímidas reformas de la administración.

Sixto IV, Papa.

Sixto IV (Celle Ligure, Génova, 21 de julio de 1414 - Roma, 12 de agosto de 1484), de nombre secular Francesco Della Rovere, y al que se le dio el sobrenombre de Doctor acutissimus, ("Doctor agudísimo") fue el papa n.º 212 de la Iglesia católica, desde el 9 de agosto de 1471 hasta su muerte el 12 de agosto de 1484. Perteneció a la Orden Franciscana. Orígenes y formación: Nacido como Francesco della Rovere en una ilustre familia de Albisola, cerca de Savona, Liguria, formó parte de la Orden de los Franciscanos. Sus habilidades intelectuales fueron demostradas mientras estudiaba filosofía y teología en la Universidad de Pavía. Después de sus estudios, dictó cátedra en varias universidades italianas de importancia. Carrera eclesiástica: En 1464 se convirtió en Ministro general de la orden franciscana. El papa Paulo II lo elevó al cardenalato en 1467. Papado: Como muchos papas, Sixto IV incurrió en el nepotismo. Nombró en cargos de autoridad y de ingresos a más de 25 sobrinos y parientes, entre ellos ocho cardenales. Casó dos sobrinos con princesas bastardas de Nápoles, otro con la heredera del Ducado de Urbino, otro con los Sforza de Milán. Todo tan rápidamente y en tan poco tiempo que nadie llegaba a hacer el recuento de aquella parentela. Después de lograr aumentar el territorio de los Estados Pontificios, su sobrino Girolamo Riario dirigió el fracasado


intento de asesinato contra Lorenzo el Magnífico y su hermano, conocido como la rebelión de los Pazzi (1478). Luego del asesinato, Girolamo Riario reemplazaría a Lorenzo en Florencia. El arzobispo de Pisa, uno de los principales organizadores de este golpe, fue ahorcado en las paredes del Palazzo della Signoria. Sixto IV contestó estas acciones con un interdicto, desatando una guerra de dos años contra Florencia. También indujo a Venecia para que atacara Ferrara, ya que deseaba este último territorio para su otro sobrino. Los príncipes italianos, enojados ante estas acciones, crearon una alianza para obligarlo a declarar la paz, hecho que molestó mucho a Sixto IV. En momentos de gran expansionismo otomano declaró a Esteban el Grande de Moldavia verus christianae fidei athleta (verdadero campeón de la fe cristiana) tras derrotar de manera decisiva al Imperio turco en la Batalla de Vaslui. Sixto IV se comprometió en la agresión de Venecia en contra del ducado de Ferrara, acto que él mismo había incitado en 1482; su ataque combinado fue rechazado por una alianza de Milán, Florencia y el Rey de Nápoles, su aliado. Al negarse a desistir de las hostilidades que él había instigado, Sixto IV emitió un interdicto en contra de Venecia en el año 1483. Sixto IV toleró las actividades de la Inquisición y, bajo presiones políticas de Fernando II de Aragón (que le amenazó con retirar su apoyo militar al reino de Sicilia), emitió una bula en 1478 que estableció un inquisidor en Sevilla. Sin embargo, Sixto IV luchó contra el protocolo y las prerrogativas jurisdiccionales de la Inquisición; desaprobó sus excesos y tomó varias medidas para condenar los abusos que se registraron en 1482, aun cuando se sabe que vendió indulgencias. En asuntos eclesiásticos, Sixto IV instituyó la celebración del día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María el 8 de diciembre. Anuló de manera formal en 1478 los decretos reformistas del Concilio de Constanza. Fue uno de los principales artífices del Renacimiento, siendo responsable de llevar a Roma un equipo de artistas para trabajar en la Capilla Sixtina, que le debe su nombre. Como patrocinador cívico en Roma, según afirma el historiador laico Stefano Infessura, Sixto IV debe ser admirado. En la inscripción dedicatoria en el fresco por Melozzo da Forlí en el Palacio Vaticano se lee: "Le diste a tu ciudad templos, calles, plazas, fortificaciones, puentes y restauraste el Aqua Vergine hasta el Trevi..." Además de restaurar el acueducto que le suministraba a Roma una alternativa a la insaluble agua de río que la había hecho famosa, restauró o reconstruyó más de 30 iglesias de la ciudad, entre ellas la de San Vitale (1475) y Santa María del Popolo. La Capilla Sixtina fue construida bajo su pontificado, junto con el Puente Sixtino -el primer puente, desde la antigüedad, que cruzaba el Tíber, que permitía una mejor integración del Vaticano con el corazón de la antigua Roma. Todo esto fue parte de un plan urbanístico a gran escala realizado durante su papado, que también eliminó los mercados del Campidoglio, trasladándolos a la plaza Navona en 1477 y en bula de 1480, decretó el ensanche de las calles y la primera pavimentación desde la era imperial.

Al comienzo de su papado, en 1471, reunió varias esculturas de época romana, que supusieron el inicio de la colección papal de arte que se convertiría en las colecciones de los Museos Capitolinos. Además reinauguró, enriqueció y agrandó la Biblioteca Vaticana. Solicitó a Regiomontanus que reorganizara el Calendario juliano y llamó a Josquin Des Pres a Roma para que interpretara su música. Sisto IV tiene un hijo con su hermana, 1470: Piense en esto la próxima vez que visite la Capilla Sixtina: fue encargado por el Papa Sixto IV, quien tuvo seis hijos ilegítimos, uno de los cuales fue el resultado de una relación incestuosa con su hermana. Collected un impuesto a las prostitutas en la iglesia y nombró a los sacerdotes a cuidar de los enamorados, bajo su mandato creció la homosexualidad entre los sacerdotes. Su monumento funerario de bronce, en la Basílica de San Pedro fue creado por Antonio Pollaiuolo.

Inocencio VIII, Papa. Inocencio VIII (Génova, 1432 – Roma, 25 de julio de 1492), nacido como Giovanni Battista Cybo, fue el papa n.º 213 de la Iglesia católica, cuyo pontificado duró desde 1484 hasta 1492. Orígenes y formación: Giovanni Cybo era hijo de Arano Cybo, noble genovés enviado a Nápoles en ayuda de Renato de Anjou que después pasó al bando de Alfonso V de Aragón y acabó como senador en Roma.1 Su infancia


transcurrió en la corte napolitana del rey aragonés. En su juventud fue a estudiar en Padua y en Roma, donde entró al servicio del cardenal Calandrini, hermanastro del papa Nicolás V. Estas relaciones le permitieron ser nombrado, en 1467, obispo de Savona por el papa Pablo II para, posteriormente, ingresar en la Curia romana y en 1473, ser nombrado cardenal por su antecesor, el papa Sixto IV. Papado: En el cónclave de cardenales, Giovanni Cybo fue elegido papa el 29 de agosto de 1484. Entre sus primeras medidas estuvo la organización de una cruzada contra los turcos. Su su llamada a los monarcas cristianos resultó infructuosa porque éstos andaban enzarzados en luchas entre si. Preocupado por la brujería, el 5 de diciembre de 1484 promulgó la bula Summis desiderantes affectibus en la que reconocía su existencia, derogando así el Canon Episcopi de 906 donde la Iglesia sostenía que la mera creencia en las brujas era una herejía. Envió a Alemania a los inquisidores Heinrich Kramer y Jacob Sprenger (el «apóstol» del rosario), que realizarán la que es considerada como la primera «caza de brujas» de la Historia. Esta bula papal será la base para que los dominicos publiquen, en 1487, la obra Malleus Maleficarum (‘el martillo de las brujas’) que ―aunque nunca ha sido reconocida por la Iglesia― se convertirá en el texto básico para la descripción, incautación de bienes, tortura y muerte mediante hoguera de aquellas personas a quienes la Iglesia etiquetaba como «brujas». En 1486 prohibió la lectura de las cuatrocientas proposiciones del erudito Pico della Mirandola por considerarlas heréticas. Favorable al partido aragonesista, cuyo principal representante en la Curia era el cardenal Rodrigo Borgia (futuro papa Alejandro VI), continuó como su antecesor impulsando la Inquisición en los reinos de Castilla y Aragón. No obstante, hubo un par de discrepancias muy importantes con la corona española (Castilla-Aragón) a causa las de intrigas provocadas por dos obispos acusados de herejía: el obispo de Segovia, Juan Arias Dávila y del de Calahorra, Pedro de Aranda. Aquel mismo año, concedió al embajador castellano, el Gran Tendilla (1440-1515), la continuidad y ampliación de la bula de Cruzada como ayuda financiera en las guerras contra el reino nazarí de Granada.

Practicó el nepotismo, llegando a nombrar cardenal a Giovanni de Médici, hermano de su nuera, cuando tenía solo 13 años de edad. Entre 1475 y 1477, religiosos suecos habían realizado investigaciones para que la religiosa Catalina Ulfsdotter (13311381) fuera canonizada. Aunque la canonización nunca se llevó a cabo, en 1484, Inocencio VIII dio la autorización para que se venerara a Catalina como santa en Suecia. Transfusión de sangre: Falleció el 25 de julio de 1492 a los 59 o 60 años, según algunos autores tras un intento fallido


de transfusión vía oral que un médico judío llevó a cabo usando la sangre de tres niños de diez años de edad, que también resultaron muertos en la operación. Inocencio VIII y bastardos LA EDAD ‘DE ORO, 1484-1492: Inocencio se jactó de sus “hijos de puta”, después de haber reconocido públicamente ocho hijos ilegítimos (aunque se sospecha que eran mucho más). Él no sólo sexo, perseguido y ampliado cruzada de la Iglesia contra la brujería en 1484. En las profecías de san Malaquías: Las profecías de san Malaquías de Armagh (1094-1148) ―escritas por el monje benedictino veneciano Arnoldo de Wyon en 1595― mencionan a este papa como Praecursor siciliæ (‘El precursor de Sicilia’), cita que podría hacer referencia a que su nombre de pila, Giovanni Battista, era el nombre del precursor de Jesucristo (el profeta Juan), y a que pasó su infancia en la corte napolitana del rey Alfonso V de Aragón (1396-1458), nacido en Valladolid, quien era rey de Aragón, de Valencia, de Mallorca, de Sicilia, de Cerdeña y de Nápoles, y conde de Barcelona. Alejandro VI, Papa.

Alejandro VI (Játiva, Valencia, 1 de enero de 1431 – Roma, 18 de agosto de 1503) fue el papa n.º 214 de la Iglesia católica entre 1492 y 1503. Su nombre de nacimiento era Roderic de Borja (Rodrigo de Borja en castellano o Borgia en italiano). Hijo de Jofré Gil de Borja i Escrivà y de Isabel de Borja i Llançol, hermana de Alfonso de Borja, obispo de Valencia y sobrino del papa Calixto III. Rodrigo Borja alcanzó el poder gracias al nepotismo y lo mantuvo por él, consiguiendo su ascenso dentro de la jerarquía de la Iglesia católica gracias a su relación con el papa Calixto III, de quien era sobrino. Esta relación familiar le facilitó el acceso a Cardenal diácono y el desempeño de numerosos cargos de gran importancia dentro y fuera de la Curia Romana, que le permitieron hacerse con las influencias políticas y el prestigio que, finalmente, le llevaron al solio pontificio en 1492. Una vez elegido papa como Alejandro VI, desencadenó y se involucró en decenas de situaciones políticas, envuelto en intrigas y en las tormentosas y traicioneras relaciones entre los poderes internacionales. Buscó a través de alianzas políticas y conspiraciones hacer que su familia se consolidase dentro de la nobleza italiana y acrecentar en toda posible ocasión su poderío, tarea que emprendió en conjunto con sus hijos, Juan, César, Lucrecia y Jofre, los cuales sirvieron como instrumentos de sus maquinaciones políticas. A través de la Guerra italiana de 1494-1498 y la Guerra de Nápoles (1501-1504) se las ingenió para no solo asegurar su poderío, sino para acrecentarlo, valiéndose de las rivalidades entre las potencias de la época y las tensiones políticas entre las familias de la aristocracia europea, consiguiendo durante los 11 años que duró su papado impulsar hasta la cima del poder en la península itálica. Trágicamente, las mismas intrigas y poderes que le sirvieron para llevar a la Casa de Borgia a la cima, aseguraron su destrucción, pues todo el poder que los Borgia habían obtenido, inclusive el éxito militar de César Borgia, giraba en torno a los Estados Pontificios y por ende dependía de la permanencia de Alejandro VI en el poder, por lo cual la vasta red de condados, principados y territorios que los Borgia habían puesto a sus pies, sucumbió ipso facto con su muerte, sellando el destino de César Borgia, quien moriría cuatro años después en 1507, y sepultando la era de los Borgia y su dinastía. Biografía: Origen familiar: La noble estirpe de los Borja o Borgia tiene su origen en el Reino de Aragón, perteneciente a la Corona de Aragón. Varios de sus miembros participaron en la Conquista de Valencia, entre 1229 y 1245, asentándose allí desde entonces. En lo sucesivo los Borja actuarían en las tres aristas de la vida noble durante la Edad Media, el militar, la política y el clero. Campo este último en el que su primer miembro destacado fue Alfonso de Borja, quien fue catedrático en la


Universidad de Lérida y diplomático de la Corona de Aragón, para luego convertirse en cardenal y en 1455 ascender al papado bajo el nombre de Calixto III. Con el ascenso al papado de Calixto III, su sobrino Rodrigo Llançol i Borja parte con él a Roma, donde se produce la adopción de la grafía italiana por la que serían mundialmente conocidos, pasando de «Borja» al italianizado «Borgia». Primeros años y carrera eclesiástica: El joven Rodrigo recibió todas las ventajas típicas de una familia de la alta nobleza, iniciando sus estudios en Valencia y culminándolos en la Universidad de Bolonia, tras que decidiese seguir a su tío a Roma, donde comenzaría su brillante carrera eclesiástica. A pesar de que el pontificado de Calixto III duró solo tres años, este tiempo fue más que suficiente para que el joven Rodrigo fuese ordenado y consagrado cardenal diácono de San Nicola in Carcere en 1456 y luego obtuviera el título de cardenal diácono de Santa María en Vía Lata en 1458. Es nombrado vicecanciller de Roma en 1457 y luego es designado obispo de Valencia en 1458.6 Recibió la diócesis de Albano en 1468. Cuando fallece Calixto III, el cardenal Rodrigo Borgia, como era conocido, había alcanzado rápidamente una serie de importantes méritos y disponía del prestigio y la influencia necesaria dentro de la institución eclesiástica para asegurar su prevalencia dentro de las altas esferas del poder en la Curia romana. Los cuatro papados: Si bien había sido su tío Calixto III el artífice del ascenso de Rodrigo Borgia, ya para el momento de su muerte, este último no solo se mantendría dentro de la institución eclesiástica, sino que continuaría acumulando más cargos y méritos, manteniendo el puesto de vicecanciller de la Iglesia Romana que su tío le había otorgado en 1458, durante los pontificados de los cuatro papas que le sucederían antes de que el mismo Rodrigo se convirtiese en Sumo Pontífice. Además acumuló numerosos cargos y títulos, consolidándose como alguien de considerable poder e influencia entre la jerarquía eclesiástica. Su desempeño como vicecanciller de Roma fue el punto de mayor reconocimiento. Habilidoso y eficiente en el ámbito administrativo, Borgia actúa brillantemente al frente de tal oficio, conduciendo con gran acierto los asuntos de la cancillería romana durante los treinta y cinco años que la ejerció. De hecho, su longeva permanencia en el puesto se debe precisamente a su extraordinaria e innegable capacidad para ejercerlo, siendo esto algo reconocido hasta por el mismo Giuliano Della Rovere, quien fuese acérrimo rival de Borgia. Su temprana carrera, junto con la progresiva acumulación de influencias y puestos, le permitirían disponer de la posición y las herramientas para asegurarse una sólida posición dentro del clero. De hecho, más que eso, ya para el momento un todavía joven Rodrigo Borgia, con sólo 27 años, tenía claro que su objetivo era sentarse en el «trono de San Pedro» y laboraría en adelante con el objetivo de lograr dicha meta. Pío II: Para el año de 1458, se convoca a cónclave al fallecer el papa Calixto III, y Rodrigo Borgia participa en el mismo y resulta elegido el cardenal Eneas Silvio Piccolomini, quien asume el papado con el nombre de Pío II. El fallecimiento de su tío no representó obstáculo alguno para la carrera de Borgia, quien con el ascenso de Pío II no solo mantuvo su puesto como vicecanciller de Roma, sino que en 1463 alcanzaría el máximo rango cardenalicio, cuando dicho papa lo eleva a la posición de cardenal protodiácono. Paulo II: En el año de 1464, el papa Pío II fallece y el cónclave es convocado. Nuevamente participa en su papel de cardenal de la Iglesia Católica, resultando elegido el cardenal presbítero de San Marcos, Pietro Barbo, quien asume la suma investidura bajo el nombre de Paulo II. Durante su papado, Borgia conseguirá ser nombrado obispo de Urgel y copríncipe de Andorra, ambas en 1466. Hacia finales de su pontificado debió ceder su puesto como cardenal protodiácono y las dos diaconías que venía ejerciendo desde el papado de su tío Calixto III, Santa María en Vía Lata y San Nicola en Carcere, pero sin perder la dignidad cardenalicia. Sixto IV: Paulo II fallece en 1471, convocándose a cónclave. Una vez más Borgia participa en el mismo y resulta elegido Francesco della Rovere, quien asume el Obispado de Roma con el nombre de Sixto IV. Durante este pontificado, Borgia será nombrado cardenal-obispo de Albano y Porto-Santa Rufinaen 1471 y 1476,


respectivamente, para luego en 1484 alcanzar el título de decano del Colegio Cardenalicio. Inocencio VIII: La muerte de Sixto IV, trajo como consecuencia un nuevo cónclave, en el cual saldría electo Inocencio VIII, durante cuyo potificado, Rodrigo Borgia matendría el decanato del Colegio Cardenalicio, además de ser designado obispo de Mallorca y su obispado de Valencia, que venía ejerciendo desde el papado de Calixto III, es elevado a la dignidad de arquidiócesis, siendo nombrado arzobispo de Valencia. Elección: La muerte de Inocencio VIII el 25 de julio de 1492, dejó vacante el trono de San Pedro y entre los veintitrés cardenales que constituían el Colegio cardenalicio, sólo unos pocos eran los que podían considerarse merecedores de ese privilegio: el milanés Ascanio Sforza, el genovés Lorenzo Cibo, sobrino del difunto, el napolitano Giuliano della Rovere, y el valenciano Rodrigo Borgia, 7 eran sin duda los cuatro más sólidos candidatos a ser el nuevo papa, aunque, al no ser italiano, las posibilidades de Rodrigo Borgia eran escasas. 7 Para obtener el pontificado, alguno de los candidatos debía obtener el voto de dos tercios del colegio de cardenales, es decir, que siendo estos veintitrés, el nuevo papa debía contar con al menos dieciséis votos cardenalicios a su favor, para ser reconocido como tal. De todos los aspirantes, Rodrigo Borgia resulta ganador del pontificado, por un escaso margen en la requerida mayoría de dos tercios, asegurado por su propio voto, siendo proclamado papa en la mañana del 11 de agosto de 1492, bajo el nombre de Alejandro VI,8 en medio de rumores y acusaciones de simonía8 y sobornos para obtener la corona papal. Aunque infundadas, tales acusaciones no resultarían improbables,9 pero sí carecen de evidencia de peso para avalarlas, pues nunca hubo pruebas al respecto. No obstante numerosos autores han expresado cuan probable resultaría que, en efecto, varios cardenales hubiesen sido sobornados o hubiesen recibido pagos por sus votos, señalando continuamente como principal motivo que ocho cardenales poderosos, a saber: Della Rovere, Piccolomini, Medici, Carafa, da Costa, Basso, Zeno y Cibo, se mantendrían firmes hasta el final en contra de Borgia,8 por lo cual el último carecería del apoyo necesario. Sin embargo, si se analiza la situación con cuidado se puede vislumbrar que de ser así, entonces Rodrigo Borgia, aunque hubiese sobornado a todos los restantes cardenales, igualmente no hubiese podido ganar, pues sólo habría dispuesto de quince votos a su favor, uno menos de los necesarios para ganar. Más plausible es que en su elección fuera decisivo el apoyo del influyente cardenal Ascanio Sforza, quien era uno de los candidatos para el solio pontificio, pero que no gozaba del apoyo mayoritario del Colegio cardenalicio, por lo cual, Sforza se habría interesado en conseguir el segundo puesto más importante dentro de la jerarquía eclesiástica, el mismo puesto que hasta entonces Borgia había estado ejerciendo desde hacía décadas, la vicecancillería de Roma. De esta manera, Ascanio Sforza habría dado su apoyo a Rodrigo Borgia y, así, uno de los cuatro candidatos salía del grupo de aspirantes, transfiriéndole a Borgia los votos de sus aliados, que fueron los necesarios para su elección. Además, de haber dependido del aspecto monetario, el gran rival de Rodrigo, della Rovere, que provenía de una familia de más poder y riqueza que la de Borgia, habría fácilmente asegurado el solio pontificio por encima de cualquier posible precio que Borgia hubiese podido pagar. Papado, el ascenso de los Borgia: La «leyenda Negra de los Borgia» asegura que el ascenso al trono papal de Rodrigo Borgia desencadenó disgusto general en la población, algo que ha sido avalado por varios autores;11 . No obstante, tal afirmación es infundada, tomando en cuenta que Roma era una ciudad abierta a ser conquistada mientras no hubiese un papa designado, y además, aún cuando Rodrigo Borgia fuese ambicioso, también era trabajador y sus labores como vicecanciller de Roma, le habían granjeado el apoyo y una vasta popularidad entre los romanos. Por otro lado, para varios miembros y familias de los círculos de poder en Italia, el ascenso de un papa español generó cierto desdén y puso a la familia Borgia en la mira de muchos enemigos poderosos. Ahora que estaban en el centro de los intereses en la península, Alejandro VI tuvo que actuar deprisa. Debía asegurar su estabilidad política, e inició tales labores inmediatamente, empezando por la ciudad de Roma. El nuevo papa, consciente de la grave criminalidad en que Roma se había venido sumiendo, procedió a actuar: en cuestión de meses, ordenó investigaciones, mandando castigar severamente a los delincuentes, para que sirviese su castigo como ejemplo, siendo cada criminal enjuiciado públicamente y sus propiedades destruidas. Con el fin de reorganizar administrativamente la ciudad de Roma, divide a la misma en cuatro distritos, cada uno regido por un plenipotenciario encargado del orden público. Además, reservó los martes para dar audiencia a


cualquier súbdito que quisiera expresarle sus quejas. La vigorosa administración de justicia, la reorganización administrativa y la mejora de las condiciones de vida de los romanos, así como las continuas festividades que el nuevo papa se encargó de materializar, hicieron que su pontificado fuese bien recibido en sus inicios por la urbe.12 Alejandro VI también tomó cartas en el asunto de la expulsión de los judíos de España, por medio del Edicto de Granada, emitido el 31 de marzo de 1492, con el cual entre 50 000 y 200 000 judíos fueron expulsados de todos los territorios dominados por el Imperio Español. Esto ocasionó que muchos de los bienes que los judíos dejaron atrás en su salida fuesen transferidos a dos receptores: uno la corona española y otra la Santa Sede, la cual, además, con Alejandro VI como impulsor, permitió el asentamiento de múltiples familias judías en Roma a cambio de que estas pagasen anualmente un impuesto especial por su permanencia. De esta manera, la Santa Sede pasó a percibir una gran cantidad de ganancias adicionales. El papa Alejandro VI también atendió el asunto del joven príncipe Diem, hermano del sultán de Constantinopla, a quien recibió bajo su custodia a cambio del pago de una cifra de 40 000 ducados anuales. Tal cuestión se debía a que Diem, al establecerse en Roma, se alejaba de los peligros de su tierra natal, renunciando a sus derechos sucesorios en favor de su hermano, el cual, gustoso, accedió al trato. No obstante, Diem fallecería en extrañas circunstancias poco tiempo después, y, debido a que su hermano deseaba asegurar el trono de Constantinopla, pagó al papado la cifra de 400 000 ducados por la muerte de su hermano, además de correr con los gastos funerarios. Fue esto lo que hizo que se levantasen sospechas acerca de la posibilidad de que los Borgia fuesen responsables de tal acción, pues beneficiaría económicamente las finanzas del papado. Igualmente, con el objetivo de fortalecer la posición de la familia, Alejandro VI decidió rápidamente tomar disposiciones. Nombró a su hijo Juan, duque de Gandía, Confaloniero de las Fuerzas Pontificias, con el fin de asegurar el dominio militar de Roma. Además tomó acciones para prometer a su hija Lucrezia Borgia en matrimonio, en un conveniente enlace con Giovanni Sforza, duque de Passaro, con el cual conseguía aliarse con una de las familias más poderosas de Italia, los Sforza, asegurando una alianza territorial que permitiría el absoluto control sobre la Italia central. Otra de sus acciones para dar más solidez a su papado fue el aumentos de tamaño del Colegio cardenalicio, al que se sumarían un total de trece nuevos cardenales, todos aliados de Borgia y entre los cuales se encontraba su propio hijo, César Borgia, quien hasta entonces había ejercido como arzobispo de Valencia. Con ello, el total de cardenales se elevaba a 36 personas, de los cuales, más de la mitad le eran fieles a él. Además, con esta maniobra pretendía asegurar su sucesión en el papado, probablemente aspirando a que su hijo, César Borgia, algún día fuese electo por aquel grupo de cardenales leales como nuevo papa. Primera guerra de Nápoles: El Reino de Nápoles, frecuente campo de confrontación entre aragoneses y franceses, era fuente de conflictos para el papado y para toda Italia. Los Anjou lo habían señoreado en otro tiempo, pero conquistado en 1442 por Alfonso V el Magnánimo, con el beneplácito del papa Eugenio IV había pasado a formar parte de las posesiones de la Corona de Aragón. Cedido en 1458 a Fernando I de Nápoles, hijo ilegítimo de Alfonso V de Aragón, fue regido por aquél hasta su muerte en enero de 1494. La corona habría de pasar por línea directa a su hijo Alfonso II; no obstante, el rey de Francia Carlos VIII, aprovechando el momento sucesorio, adujo unos lejanísimos derechos al trono napolitano por la fenecida vía angevina para reivindicar su ocupación. A tal efecto, despachó un embajador a Roma en solicitud de la investidura del reino de Nápoles, encontrándose con la negativa de Alejandro VI, quien comisionó a su sobrino, el cardenal Juan Borja, para que coronase a Alfonso II. El monarca galo no dudó entonces en movilizar sus ejércitos a la conquista de Italia, como paso previo a la liberación de Constantinopla de los turcos y posterior entrada triunfante en Jerusalén. El francés irrumpió aclamado en Milán; lo saludaron como salvador en una Florencia abandonada por Piero de Médici y enardecida por el monje Savonarola; aplastó con facilidad la escasa resistencia que le opuso la ciudad de Luca y, sin apenas detenerse en su carrera hacia el sur, alcanzó Roma el último día del año 1494. Hubo gran expectación sobre lo que allí ocurriría; Carlos VIII había manifestado su intención de deponer a aquel papa que había accedido al solio Pontificio por simoníacos procedimientos y que tan indignamente se comportaba. Alejandro VI,


cautelosamente, se refugió en el castillo Sant'Angelo aunque nunca perdió la calma. Consciente de que no podía oponerse al francés por la fuerza adoptó ante él un talante de cordialidad y hasta de aceptación. El conquistador se dejó a su vez conquistar por las corteses maneras del pontífice y acabó reconociéndole como papa legítimo y expresándole su filial obediencia. Tranquilizados los ánimos, el ejército francés prosiguió su marcha hacia Nápoles donde entró en febrero de 1495. Alfonso II había abdicado en su hijo Fernando y había huido acogiéndose a la protección de la corona aragonesa. La ocupación de Nápoles por los franceses se realizó sin enfrentamiento bélico. Entretanto, Alejandro VI había ido urdiendo su juego. Apenas Carlos VIII traspasó los muros de Roma, el pontífice, aprovechando los recelos que el fulgurante avance galo provocaba dentro y fuera de Italia, coaligó en su contra a Ferrara, Venecia, Mantua, la misma Milán, más el imperio de Maximiliano I y la doble corona hispánica (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón); todo ello, unido a sus propios ejércitos pontificios. Acorralado por todos, Carlos VIII no pudo consolidar sus conquistas y a duras penas logró retornar a Francia, maltrecho su ejército. Para el papa se trató de una victoria política sin paliativos. Mientras que casi toda Italia se unía contra los franceses, Florencia permanecía apartada de la liga. Fanatizados los florentinos por las soflamas visionarias del monje Girolamo Savonarola, habían arrojado a los Médicis de sus dominios y habían creado una república partidaria de Carlos VIII, «salvador de Italia» según las figuraciones místicas del exaltado monje. Fue la actitud política de Savonarola, unida a su espíritu reformista, lo que alarmó a Alejandro VI. El desafiante Savonarola fue excomulgado, sentenciado a muerte y quemado vivo en mayo de 1498 en Florencia. Segunda guerra de Nápoles: En Francia, a la muerte de Carlos VIII (1498), le sucedió su primo, el duque de Orleans, Luis XII, quien suscribió con Fernando el Católico el tratado reservado de Granada (1500) por el que ambos se repartían el reino de Nápoles, todavía bajo el dominio de Federico I. El papa estuvo de acuerdo, viendo el beneficio que extraería de esta partición. En junio de 1501 depuso al monarca napolitano bajo la acusación de haber urdido un contubernio con los turcos en contra de la cristiandad y permitió que franceses y castellano-aragoneses emprendieran la conquista.13 Surgidas las primeras desavenencias entre los coaligados, Alejandro evitó decantarse por uno u otro bando; la duda quedó despejada cuando en 1503 Fernando de Andrade y Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, derrotaban a los franceses en Seminara, Cerignola y Garellano, inclinando la guerra del lado aragonés; el papa prometió su ayuda una vez fuera tomada Gaeta,14 pero murió antes de que llegase a ocurrir. Muerte: El 6 de agosto de 1503 Alejandro Borgia y César Borgia celebraron un banquete en la residencia campestre del cardenal Adriano da Corneto, en compañía de otros comensales. Varios días después todos ellos cayeron gravemente enfermos; la juventud de César le permitió superar la enfermedad, pero el papa Alejandro falleció a los 72 años, el 18 de agosto. La causa de su muerte es desconocida; inmediatamente después de producirse, se difundieron los rumores de que el fallecimiento había sido producido por la ingestión de un veneno que César Borgia había preparado para asesinar a los otros convidados, y que por el error de uno de los sirvientes les fue suministrado a ellos mismos; este hecho fue dado por cierto por varios historiadores contemporáneos entre los que se contaron Francesco Guicciardini15 y Paolo Giovio;16 posteriormente Juan de Mariana, o W. H. Prescott extenderían la misma teoría. Otros autores ponen en duda este argumento, atribuyendo la muerte del papa a los aires malsanos del verano en la campiña italiana, donde en aquellas fechas la malaria hacía estragos entre toda la población; Voltaire y Ludwig von Pastor son algunos de los que sostienen esta línea. Fue enterrado, junto a Calixto III, en la basílica de San Pedro. Cuando el obelisco de Nerón fue trasladado al centro de la plaza, se destruyó el monumento funerario y se recogieron los restos en una urna que años después se llevó a la iglesia de Santa María de Montserrat de los Españoles. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Bos albanus in portu ('El buey albano en el puerto'), cita que se ha interpretado por los hechos de que fue obispo-cardenal de Albano y Porto, y a que en el escudo de armas de su familia, los Borgia, aparece un buey. Las artes: Alejandro puso su atención en la defensa y embellecimiento de la "Ciudad Eterna". En el capítulo artístico, encargó a Bramante el proyecto para la construcción de una nueva basílica de San Pedro (aunque moriría


muy poco después y el mérito se lo llevó su sucesor, Julio II) y mandó levantar el edificio principal de la Universidad de Roma. Convirtió el Mausoleo de Adriano (actual castillo Sant'Angelo) en una fortaleza capaz de soportar cualquier sitio. Con la fortificación de la Torre Nona aseguró la ciudad contra ataques navales. Merece ser llamado el fundador de la Ciudad Leonina, la que él transformó en el barrio más de moda en Roma. Su magnífica Via Alessandrina, hoy día llamada Borgo Nuovo, continúa siendo hasta hoy la magna llegada a San Pedro. Bajo su dirección, Pinturicchio adornó el Appartimento Borgia en el Palacio Apostólico, indicándole el camino a su inmortal discípulo, Rafael. Su memoria está asociada, claro, con los edificios que construyó, pero también con los que construyeron reyes y cardenales a los que él convenció de hacerlo. Durante su papado Bramante diseñó, para los Reyes Católicos Fernando e Isabel, esa joya exquisita de la arquitectura, el Templete de San Pietro in Montorio o Tempietto, sobre el sitio conocido tradicionalmente como el del martirio de san Pedro. Y si no fue Bramante, ciertamente fue algún otro de los grandes arquitectos, igualmente atraído a Roma por la fama de la liberalidad del papa, quien construyó para el Cardenal Riario el magnífico palacio de la Cancillería. En 1500, el embajador del Emperador Maximiliano puso la primera piedra de la hermosa iglesia nacional de los alemanes, Santa Maria dell' Anima. Para no quedarse atrás, el cardenal francés, Briconnet, erigió la Santa Trinità dei Monti, y los españoles Santa Maria di Monserrato. A Alejandro le debemos los hermosos techos de Santa Maria Maggiore, en cuya decoración fue utilizado, según la tradición, el primer oro llevado de América por Cristóbal Colón. Aunque se dice que nunca presumió de grandes conocimientos, siempre apoyó las artes y la ciencia. Siendo aún cardenal había escrito dos tratados sobre asuntos canónicos y una defensa de la fe cristiana. Reconstruyó la Universidad Romana y realizó generosas contribuciones para el mantenimiento de los profesores. Siempre se rodeó de personas muy cultas y sentía una predilección especial por los juristas. Su gusto por las representaciones teatrales fomentó el desarrollo del drama. Disfrutaba mucho de las ceremonias papales, a las que añadía gracia y dignidad con su figura majestuosa. Le gustaba escuchar a los buenos predicadores y admiraba la buena música. Cabe destacar también que el papa Alejandro VI fue un gran admirador de Pinturicchio, un artista poco reconocido por la sociedad italiana y que fue uno de los artistas favoritos de Alejandro VI. Política: Una de las primeras cuestiones que abordó el papa Alejandro fue el reparto de las tierras del Nuevo Mundo entre las dos potencias que optaban a su descubrimiento, colonización y dominio: Castilla y Portugal. En las Bulas Alejandrinas de 1493 (las dos Inter cœtera, Eximiœ devotionis y Dudum siquidem), previas al Tratado de Tordesillas (1494), se fija el meridiano divisorio de las zonas de influencia castellana y portuguesa a cien leguas de las Azores y Cabo Verde. El ascenso de Alejandro VI al solio papal marcó un punto clave en la política italiana e internacional, siendo él mismo el comienzo de toda una nueva etapa en cuanto al balance del poder en Europa. Es claro que la más grande ambición de Alejandro VI era lograr que su familia dominase toda Italia, lo cual aspiraba a lograr mediante las alianzas y convenientes enlaces de su familia con las más poderosas dinastías italianas, usando tales vínculos, en conjunto con el poder del papado, para conseguir la sumisión de toda la península. Alejandro VI, además, en parte por sus orígenes valencianos, tomó a la Corona de Aragón como su más poderoso aliado, al beneficiarla en el proceso de distribución de tierras del nuevo mundo, además de otorgar a los reyes españoles el título de Reyes Católicos y también apoyar en el ámbito internacional a tal imperio. Esta acción, le benefició ampliamente, pues en lo sucesivo, la Corona Española, fue muy allegada a su papado, además de darle el aval internacional que quería. No obstante, permaneció aparentemente neutral con respecto al Reino de Nápoles, puesto que dicho territorio era reclamado tanto por la Corona Española como por la Corona Francesa, así pues, jugó en el ámbito internacional con las aspiraciones de ambas potencias, de acuerdo a las circunstancias. Su acercamiento a España, no le impidió aproximarse a la órbita de la segunda gran potencia de la época, Francia, con quien tuvo algunos roces iniciales durante la Primera Guerra Italiana (1494-1498), pero gracias a sus dotes diplomáticas fue capaz de dominar la situación y en lo sucesivo su acercamiento con el país galo, sería de gran ayuda en sus planes. A pesar de tanto trajín político, siempre encontró momento para las acciones que permitieran a su familia


consolidarse como una de las más poderosas de Italia. Las herramientas que utilizó para estos menesteres fueron, en ocasiones, sus propios hijos, a los que inculcó una conciencia de clase demasiado elevada y cruel, dejándoles claro que lo principal ante todo era la familia. Naturalmente, para tales objetivos, Borgia se dedicó a tejer una red de entramados y coaliciones, impulsando el matrimonio de su hija Lucrecia Borgia con Giovanni Sforza, luego con Alfonso de Aragón y finalmente con Alfonso d'Este, asegurando su alineación con tres de las más poderosas familias de Europa, Sforza, Aragón y d'Este. En conjunto con tales enlaces, se aseguró además de consolidar el poder de la familia Borgia sobre los Estados Pontificios, logrando someterlos al dominio personal o de su hijo César Borgia, o de la Santa Sede. Benefició a su hijo, César Borgia, también en su plan de instaurar en la Romaña, un principado independiente de la Santa Sede y de cualquier otro estado, a fin de aumentar aún más el poder de la dinastía Borgia en Italia. La leyenda negra: En lo que concierne a la imagen que se ha proyectado de Alejandro VI, es bien conocida la denominada «Leyenda Negra de los Borgia», la cual es producto de las continuas críticas dirigidas hacia, no sólo Alejandro VI, sino toda la Casa de Borgia por parte de sus detractores. Tales acusaciones van desde catalogar a Juan Borgia como un seductor y adúltero empedernido, a César Borgia de no respetar sus votos de castidad durante el período en que fue clérigo. Igualmente, es esta misma serie de acusaciones y detracciones continuas las que han presentado a Lucrecia Borgia, como una mujer despiadada, que se casaba por conveniencia y era responsable de humillar o asesinar a sus esposos. No obstante, ningún miembro de la Casa de Borgia ha sido tan denigrado como Alejandro VI, acusado de simonía y de sostener numerosas relaciones con variedad de amantes, entre las cuales se encontraba Vannozza Cattanei, madre de César, Juan, Lucrezia y Jofré. Igualmente ha sido acusado de disponer de los recursos y riquezas de las iglesias y diaconías que él y su hijo ocuparon para alcanzar el papado usando la práctica de la simonía, y por supuesto también fue acusado de hostigamiento, al convertir en cardenales a muchos de sus aliados para asegurar su poderío, así como de nepotismo, al ser su deslumbrante carrera eclesiástica impulsada por su tío Calixto III, además de hacer él lo mismo, pero con sus hijos César y Juan Borgia, ascendiendo rápidamente al primero a numerosos cargos y posiciones, mientras que designó al segundo como «comandante en jefe de los Ejércitos Papales». Sin embargo, lo que se debe aplicar, para asegurar la neutralidad e imparcialidad sobre esta serie de acusaciones y denigrantes afirmaciones, es situar al personaje en su época y entorno. Si bien Borgia practicó el nepotismo, tanto para ascender en la jerarquía eclesiástica como para, ya en el solio papal, asegurar el poder de su familia sobre Roma e Italia, es necesario entender que aquello era usual en la «Italia Renacentista». Tómense por ejemplo las familias Orsini y Colonna, ambas tuvieron miembros a los cuales impulsaron a sus familiares en carreras eclesiásticas, y al igual que los Borgia buscaron beneficiarse de las acciones y poderes de la Santa Sede. Otro ejemplo claro de nepotismo, es de hecho, el más acérrimo rival de los Borgia, Giulliano de la Rovere, futuro papa Julio II, quien también se vio impulsado en su carrera por su tío Sixto IV. En cuanto a los actos de lujuria y relaciones que violaban con claridad los votos de castidad contraídos por Alejandro VI, se debe afirmar que dicha práctica era más que usual. En lo que concernía al entorno eclesiástico, el problema no estaba en sostener relaciones y romper el celibato, sino en reconocerlo, en consecuencia, entre tanto no se hiciese de dominio público, no había problema alguno. Basta mencionar ejemplos como el mismo Giulliano de la Rovere, quien tuvo varios hijos, o el caso de otros como el Cardenal Mendoza, quien incluso consiguió que la Corte de España reconociese a sus vástagos como legítimos. Finalmente las acusaciones de simonía, es decir, la compra de su ascenso al papado, aunque bien pudieron ser posibles carecen de pruebas dado que nunca, ni siquiera sus más firmes enemigos y adversarios, lograron demostrar que Alejandro VI hubiese accedido al papado a causa de la compra de los votos cardenalicios. De hecho, numerosos historiadores han sostenido que más peso tuvo la posición y prestigiosa carrera de Rodrigo Borgia, junto con el apoyo clave del Cardenal Ascanio Sforza, que cualquier posible acto de simonía en la elección papal, aunque no por ello


descartan la posibilidad de que sobornos y favores prometidos pudiesen haber tenido influjo en el asunto. En todo caso, es necesario recordar que por aquella época el acceder a los cargos eclesiásticos por medio de promesas económicas y alianzas por conveniencia era práctica usual, y sería necesario esperar hasta el papado de Gregorio XIII para que se erradicaran tales acciones de la institución eclesiástica. Es necesario en consecuencia hacer distinción entre la «Leyenda Negra de los Borgia», que los muestra como seres despiadados que incurrían en prácticas maquiavélicas, de la realidad en la cual todas esas eran acciones que virtualmente todos los poderosos de la península itálica practicaban en esos tiempos. La razón por la cual los Borgia son la alusión inmediata de dichas prácticas, no es otra que el deseo de empañar y dañar su imagen por parte de sus enemigos, que eran los mismo nobles poderosos de Italia, los Médici, los Sforza, los Orsini, los Colonna; todas familias que no toleraban que un extranjero hubiese accedido al papado y que no estaban dispuestos a permitir que consolidase lo que ellos tenían ya, poder territorial y político en Italia. Descendencia: De madre desconocida: - Girolama. – Isabel y - Pedro Luis (1458–1491), primer duque de Gandía. Con Vannozza Cattanei: -Juan, duque de Gandía (1474–1497), casado con María Enríquez de Luna, con quien procreó a Juan II, segundo duque de Gandía, a su vez, padre de Francisco de Borja, tercer general de los jesuitas. - César (1475–1507), casado con Carlota de Albret, con quien tuvo una hija legítima llamada Luisa. - Lucrecia (1480–1519), casada, por este orden, con Giovanni Sforza (señor de Pésaro), Alfonso de Aragón, príncipe de Salerno y duque de Bisceglie, y Alfonso d'Este (príncipe de Ferrara). De los últimos dos matrimonios tuvo Lucrecia descendencia legítima; en el primer matrimonio fue madre de Rodrigo, Duque de Bisceglie, y en el segundo, de Hércules II e Hipólito II. Es a través de su segundo matrimonio que Lucrecia y su padre Alejandro VI tienen descendencia en muchas de las actuales familias reales europeas. - Godofredo Borgia (o Jofré Borja) (1481–1516), casado con Sancha de Aragón y Gazela, hermana de Alfonso de Aragón, esposo de Lucrecia, ambos hijos del rey Alfonso II de Nápoles. Con Julia Farnesio tuvo también dos hijos.

Pío III, Papa.

Pío III (en latín: Pius PP. III), nacido como Francesco Nanni Todeschini Piccolomini (* 29 de mayo de 1439, Siena † 18 de octubre de 1503, Roma), fue el 215.º Papa de la Iglesia católica. Primeros años y estudios: Francesco Nanni Todeschini Piccolomini nació en Siena, el 29 de mayo de 1439,


cuarto hijo de Giovanni Nanni Todeschini y Laudomia Piccolomini, hermana de Eneas Silvio Piccolomini. Después de estudiar Derecho en la Universidad de Perugia, se convirtió en protonotario apostólico a la edad de sólo 22 años de edad. Luego de que su tío Eneas Silvio fuera elegido Papa en 1458, con el nombre de Pío II, ordenó la elevación a archidiócesis de la otrora Diócesis de Siena a través de la bula Triumphans Pastor, nombrando al joven Francesco como administrador de éste, el 6 de febrero de 1460. Pío II le permitiría llevar su apellido (Piccolomini) y rango. El 23 de abril de 1459, Francesco había recibido las insignias arzobispales,3 pero no había sido consagrado, lo que ocurrirá recién cuando sea elegido al Papado. Durante aquella época comenzó su labor como protector del reino de Inglaterra y el Sacro Imperio. El cardenal Piccolomini: Creado cardenal diácono en el consistorio celebrado en Siena el 5 de marzo de 1460, Francesco recién llegó a la ciudad el 21 de marzo, y ese día pudo recién recibir el capelo cardenalicio. El 26 de marzo se la da el título de San Eustaquio3 y fue nombrado legado a latere en las Marcas, dejando Siena el 30 de abril de 1460, viajando a Pesaro. Luego de ocasionales visitas a Roma, entre las que se le encomendó la misión de llevar el cráneo de San Andrés apóstol en abril de 1462 junto a los cardenales Basilio Besarión y Alessandro Oliva; será nombrado arcediano de Brabante en la catedral de Cambrai en 1462. El 9 de noviembre de 1463 se traslada a Pienza, al palacio de su familia, debido a la peste que se encontraba asolando Italia. Cuando Pío II viajó a Ancona, el 18 de junio de 1464, nombró a Franceso legado personal en Roma y en los Estados Pontificios durante su ausencia. Participaría en el cónclave de 1464 que eligió Papa a Pablo II. El 24 de diciembre de 1468 fue designado para recibir a las puertas de Roma al emperador Federico III de Habsburgo, recibiéndolo el 15 de mayo del siguiente año en el monasterio benedictino de Quarto, ubicado en su archidiócesis. Gracias a su amplio conocimiento del idioma alemán, el 18 de febrero de 1471 fue nombrado legado apostólico en el Sacro Imperio Romano Germánico, logrando variados éxitos en la dieta de Ratisbona. El 27 de diciembre de 1471 retorna a Roma, siendo recibido por el Papa Sixto IV, elegido durante su ausencia. Fue empleado por este último para restaurar la autoridad eclesiástica en Umbría.4 En agosto de 1471 se le nombró protodiácono del Colegio cardenalicio, por lo que debió anunciar la elección y coronar a Inocencio VIII en 1483. Nombrado administrador de la sede de Fermo el 21 de febrero de 1485, se mantuvo en el cargo hasta el 26 de mayo de 1494, renunciando en favor de Agostino Piccolomini. A la muerte de este último en 1496, volvió a hacerse cargo de la sede, manteniendo el puesto hasta su elección al Papado. El 5 de noviembre de 1488 fue nombrado legado a letere en Perugia, renunciando el día 11 de noviembre del siguiente año sin lograr pacificar la ciudad ni conciliar a las ciudades de Foligno y Spello. Regresó a Roma el 15 de noviembre de 1489. Participó en el cónclave de 1492, anunciando y coronando Papa a Alejandro VI. El nuevo pontífice lo nombró legado a letere del rey Carlos VIII de Francia el 1° de octubre de 1493: el rey llegó a la Toscana, precisamente a Lucca, el 8 de noviembre de ese año, pero el monarca no recibió el cardenal, por lo que éste retornó a Roma en marzo de 1495. El 27 de mayo de ese año fue a Orvieto con el Papa, dejando a Roma a las tropas francesas. Nombrado administrador de las sedes de Pienza y Montalcino el 31 de octubre de 1495, ocupó este cargo hasta marzo de 1498, siendo sucedido por Girolamo Piccolomini. En agosto de 1497, fue nombrado miembro de una comisión de seis cardenales encargados de redactar un proyecto de ley para reformar la Curia romana. El 8 de febrero de 1501 se le comisionó, junto a otros dos cardenales, la búsqueda de financiamiento para una nueva cruzada. En 1502 el cardenal encargó una biblioteca, con acceso desde el pasillo de la catedral de Siena, que estaría destinada a albergar la biblioteca de textos humanistas reunidos por su tío, y que encargó decorar al artista Pinturicchio con frescos en la bóveda y diez paneles narrativos a lo largo de las paredes que representaran escenas de la vida de Pío II.

La iconografía que ilustra la vida de este Papa parte desde el apoyo que había otorgado al antipapa Félix V. Aunque Pinturrichio trabajó durante cinco años, los libros nunca llegaron a su espléndido destino y, sin embargo, la Biblioteca Piccolomini ha logrado permanecer como una obra representativa del Alto Renacimiento en Siena. Corto papado: La elección de Piccolomini: Aunque anteriormente Piccolomini se había opuesto con valentía a la


política de Alejandro VI, en medio de los disturbios como consecuencia de la muerte de éste en 1503, se sumó la presión combinada de todos los embajadores para hacer que César Borgia se retirara de Roma, de modo que pudiera celebrarse un cónclave sin presiones. Había dos favoritos: el cardenal Georges d'Amboise, apoyado por Borgia, y el cardenal Giuliano della Rovere. Con tal de evitar la prolongación del cónclave, della Rovere acordó dar su apoyo a Piccolomini. El 22 de septiembre fue elegido y adoptó el nombre de Pío III en honor a su tío. Esta elección puede ser vista como un compromiso entre las facciones Borgia y della Rovere, decidiendo por un cardenal con problemas de salud, pero con una vasta experiencia en la Curia de Sixto IV y Alejandro VI. Los veintiséis días de Pío III: El 1° de octubre de 1503 fue consagrado obispo por el cardenal Giuliano della Rovere, y el 8 de octubre fue coronado en la escalinata de la Basílica de San Pedro por el cardenal Rafael Sansoni Riario. Sin embargo, para la época en que fue elegido, sufría de un agravamiento de su enfermedad de gota, por lo que tuvo que estar sentado durante toda la ceremonia. Con 64 años y prematuramente envejecido por una vida al servicio de otros papas, decidió reformar la Iglesia y entre sus primeras medidas estuvo el encarcelar a César Borgia y reformar la Curia. Durante su brevísimo pontificado, celebró un consistorio sin crear cardenales en éste, y pidió a Miguel Ángel un gran proyecto escultórico, que el artista nunca realizaría. Luego de veintiséis días de gobierno, falleció el 18 de octubre, a causa de la ulceración de una de sus piernas según el reporte oficial, en el Palacio Apostólico de Roma. Sin embargo, algunos alegatos de envenenamiento por instigación de Pandolfo Petrucci, gobernador de Siena, surgieron a los pocos días. Enterrado junto a su tío Pío en la capilla de San Andrés, en la Basílica Vaticana, su tumba fue costeada por su hermanos Santiago y Andrés. Durante los trabajos de reconstrucción de la Basílica, su monumento fue trasladado a las grutas vaticanas, mientras que sus restos fueron llevados a la Basílica de Sant'Andrea della Valle en Roma, donde se encontraba anteriormente el Palacio Piccolomini. En 1614, su cuerpo fueron colocado en un mausoleo encargado por el cardenal Alessandro Damasceni Peretti.

Julio II, Papa.

Julio II (Albissola Marina, 5 de diciembre de 1443-Roma, 21 de febrero de 1513) fue el papa nº 216 de la Iglesia católica, de 1503 a 1513. Se le conoce como el "Papa Guerrero" por la intensa actividad política y militar de su pontificado. Mandó reedificar la Basílica constantiniana, donde estaban sepultados los restos mortales del apóstol Pedro, erigiendo la actual Basílica de San Pedro. Fue mecenas y protector de grandes artistas, como Miguel Ángel y Rafael Sanzio. Primeros años: Giuliano della Rovere era sobrino del papa Sixto IV. Fue educado con los franciscanos a instancias de su tío, quien lo tomó bajo su protección y más tarde lo envió a un convento en La Pérouse donde realizaría sus estudios superiores. En 1471, poco después de que su tío se convirtiera en papa, es nombrado obispo de Carpentras, Francia. En dicho año fue elevado a la dignidad de cardenal. Con su tío como papa, obtiene una gran influencia, recibiendo hasta ocho obispados (entre ellos los de Lausanne y Coutances) y el arzobispado de Aviñón. En 1480 es enviado a Francia en calidad de legado pontificio y permanece allí cuatro años. Demuestra tal habilidad que pronto adquiere gran influencia dentro del colegio cardenalicio, influencia que crece aún más bajo el papado de Inocencio VIII, sucesor de Sixto IV en 1484. Giuliano tuvo varios hijos, pero la única en alcanzar la edad adulta fue Felice della Rovere, nacida en 1483 fruto de su relación con la aristócrata romana Lucrezia Normanini.2 Poco después del nacimiento de Felice, Giuliano arregla el matrimonio de Lucrezia con Bernardino de Cuspis, maestro di casa del primo de Giuliano, el cardenal Girolamo


Basso della Rovere.

Ascenso al poder: Della Rovere tenía un gran rival en el seno del colegio cardenalicio, el cardenal Rodrigo Borgia, más tarde papa Alejandro VI (1492–1503) a la muerte de Inocencio VIII. Della Rovere, que también aspiraba a ser papa, acusa a Borgia de haber sido elegido mediante simonía y gracias a un acuerdo secreto con el cardenal Ascanio Sforza. Tras esta disputa, se refugia de la ira de Alejandro VI en Ostia y meses más tarde marcha a París, donde incita al rey Carlos VIII (1483–98) a intentar la conquista de Nápoles. Acompañando al joven rey en su campaña militar, entra con él en Roma y trata de convocar un concilio que investigue las acciones del papa Alejandro VI y, eventualmente, lo deponga. Sin embargo, el papa Alejandro se había ganado el favor de un ministro del rey francés, Briçonnet, al ofrecerle la dignidad de cardenal, con lo que consigue detener las maquinaciones de su enemigo. Alejandro VI muere en 1503 debido probablemente a la malaria, aunque se especula que pudo ser envenenado. Su hijo, César Borgia, también cae enfermo por esas fechas. El cardenal Piccolomini de Siena es consagrado como nuevo papa bajo el nombre de Pío III, aunque della Rovere no apoyaba esta candidatura. De cualquier forma, el anciano Piccolomini fallece poco después. Della Rovere es elegido finalmente papa bajo el nombre de Julio II el 1 de noviembre de 1503 en el cónclave más breve de la historia, de tan sólo unas pocas horas de duración.3 Obtuvo 35 de los 38 votos posibles, incluidos los de los 11 cardenales españoles que, desaparecido Alejandro VI, todavía obedecían las órdenes de su hijo César. Papado: La figura de Julio II, guerrero, político, estratega, maquinador, absolutista y maquiavélico se asemeja más a la de un monarca de su tiempo que a la del líder de una religión. Enemigo implacable de los Borgia, había contemplado impotente cómo Alejandro y César vaciaban el patrimonio de los Estados Pontificios y se apropiaban de sus territorios a título personal. Dedicaría grandes esfuerzos a lo largo de su pontificado a recuperar para la Iglesia los feudos de que había sido despojada, intentando unificar toda Italia bajo la dirección de la Santa Sede. Durante su pontificado se creó además la Guardia Suiza Pontificia. La lucha contra los Borgia: Sin el respaldo de Alejandro VI, el conglomerado de ciudades que César Borgia había sometido a su obediencia se desmoronó. Algunas retornaron a sus antiguos regidores mientras que otras cayeron en la órbita de la República Veneciana. Dos ciudades pertenecientes a la región de la Romaña (que había sido ocupado anteriormente por César Borgia), Perusa y Bolonia, bajo el mandato de la familia de Gian Paolo Baglioni y de los Bentivoglio respectivamente, rechazaban la soberanía papal. Julio II en persona condujo contra ellas los ejércitos eclesiásticos. En septiembre de 1506 capitulaba Perusa; Bolonia fue reducida por las armas dos meses después, dado que la excomunión de Giovanni Bentivoglio, previa al ataque, no había dado resultado. El ataque a Venecia: Conjurado el peligro de un potente estado centroitaliano gobernado por el clan Borgia, se presentaba ahora el riesgo que un estado autónomo y desvinculado de la iglesia siguiera existiendo encabezado por Venecia. Contra esta amenaza iba a concitar Julio II sus propios esfuerzos y los intereses de las naciones extranjeras. Como ya hiciera en el pasado cuando incitó al rey francés Carlos VIII a intervenir en suelo italiano para combatir a Alejandro VI, contra la República de Venecia volvía a necesitar la ayuda de las potencias extranjeras. A tal fin hizo alarde de su talento diplomático. Francia acababa de perder en favor de España todas sus opciones al reino de Nápoles. Luis XII deseaba desquitarse de su afrenta italiana y sucumbió fácilmente a las propuestas del pontífice que le sugirió la posibilidad de conseguir en Venecia lo que la fortuna le había negado en Nápoles. Para convencer al emperador Maximiliano empleó el señuelo de que Padua, Treviso y otras ciudades del Véneto habían sido durante largo tiempo germánicas. También logró comprometer a España, Hungría, Saboya, Florencia y Mantua. Con estos estados se formó la Liga de Cambrai en diciembre de 1508; su objetivo: desintegrar la república de Venecia. Si algún papa tuvo meridianamente claro que se consigue más por las armas que con los anatemas, ese fue Julio II; no obstante, seguramente por lo arraigado de la costumbre secular, hasta él mismo utilizó la excomunión y el


interdicto contra Venecia antes de castigarla militarmente. La «Serenísima» no pudo resistir el embate de los ejércitos coaligados y fue derrotada en la batalla de Agnadello en mayo de 1509. Este descalabro no supuso el fin de Venecia, ni era eso lo que al Papa le convenía. Vencida y dócil, la república se avino a restituir a la Iglesia los territorios romañolos substraídos. Satisfecho con ello, Julio II firmó la paz con los venecianos, les levantó las penas divinas que les había impuesto y se retiró de la liga que él mismo había coordinado. Con el abandono de su promotor y por efecto de la experta diplomacia veneciana que sembró la disensión entre sus componentes, la coalición suscrita en Cambrai feneció en 1510. Guerra contra los franceses: Julio II se encontraba ahora ante la tarea de expulsar a los franceses de Génova y Milán, después de haberlos utilizado en el enfrentamiento con Venecia. Su consigna de «¡fuera los bárbaros!» penetró profundamente en el ánimo de los italianos. Julio sabía que sin la cooperación de alguna potencia europea ellos solos no serían capaces de enfrentarse con éxito al poderoso Luis XII. Sirviéndose una vez más de la diplomacia organizó la Liga Santa, en la que se integrarían los Estados Pontificios, Venecia y España y que quedó formalmente constituida el 4 de octubre de 1511; un mes después se adhirió a ella el rey Enrique VIII de Inglaterra y algo más tarde el emperador Maximiliano y Suiza. Mientras se gestionaban aquellos pactos de las naciones europeas contra Francia, el papa había realizado por su cuenta acciones de patente hostilidad antifrancesa: a principios de año, él mismo, como capitán de las tropas pontificias, había conquistado Mirandola, ciudad aliada de los franceses; por otro lado, como jefe religioso, había excomulgado y depuesto a Alfonso de Ferrara, esposo de Lucrecia Borgia y simpatizante del rey galo. Luis XII respondió en ambos terrenos: militarmente, realizando una incursión sobre Bolonia donde restableció a los Bentivoglio; en el plano religioso, convocando un concilio en la ciudad de Pisa bajo la supuesta pretensión de reformar las instituciones de la iglesia. El verdadero objetivo del concilio era, sin embargo, debilitar la posición de Julio II y, a ser posible, provocar su caída. La negativa de Francia a prestar obediencia al papa pudo haber supuesto un nuevo cisma de no haber fracasado dicho concilio (sólo asistieron cinco cardenales adversarios de Julio y no fue reconocido ni por la propia Sorbona de París). El conflicto entre Francia y el Papa desembocó en guerra abierta. Luis XII se dirigió a Italia con un gran ejército dispuesto a aplastar a las tropas coaligadas. En abril de 1512 se entabló una cruenta batalla en Rávena en la que los ejércitos franceses se mostraron superiores inicialmente y hasta pudieron haber resultado victoriosos si no hubiese encontrado la muerte en la pelea su jefe Gastón de Foix. A partir de este momento sólo cosecharon derrotas: hubieron de abandonar Milán, perdieron las ciudades de Bolonia, Parma, Reggio y Piacenza, las tropas suizas los vencían en Novara y fuerzas de la Liga les hicieron traspasar los Alpes y aún los acosaron hasta Dijon, mientras los ingleses amenazaban con cruzar el estrecho y Maximiliano se disponía a penetrar por su frontera. Conquista de Navarra y muerte: Julio II tuvo la oportunidad de agradecer a Fernando el Católico la ayuda prestada para expulsar de Italia a los franceses. La corona de Navarra estaba en 1512 en posesión de Catalina de Foix, casada con Juan III de Albret. Su identificación con la causa francesa en el enfrentamiento con el pontificado y la alianza que mantuvieron con Luis XII fue una excusa para que Fernando, Regente de Castilla, con el pretexto de que los monarcas navarros fomentaban las doctrinas albigenses, obtuviera del papa una bula, la Pastor Ille Caelestis. En esta bula se excomulgaba de forma genérica a los aliados del rey francés. Posteriormente en una segunda bula, en 1513, denominada Exigit Contumacium, la casa de Albret quedaba desposeída de su reino y se liberaba a los súbditos navarros del juramento de fidelidad a sus reyes, quedando el reino a merced de quien lo tomara primero. Fernando se apresuró invadir con un ejército castellano al mando de Fadrique Álvarez de Toledo, II duque de Alba, que ocupó el Reino de Navarra en dos meses. En 1515 por acuerdo de las Cortes de Burgos, sin navarros presentes, quedó incorporada a Castilla, aunque las contraofensivas militares continuaron durante varios años más. Finalmente, ya con Carlos I, se renunció a la Baja Navarra debido a que este territorio no se consiguió controlar por España. Neutralizado el poder militar de Luis XII quedaban por contrarrestar las posibles secuelas del concilio de Pisa. Para barrerlas por completo, no sin antes haber excomulgado a los cardenales asistentes al falso sínodo, convocó el V Concilio de Letrán en 1512. Cavilaba ahora el pontífice cómo arrojar del suelo italiano a los españoles que se estaban


convirtiendo en sus nuevos amos. Buscaba una salida al círculo vicioso en el que se veía inmerso desde que pretendió imponer su autoridad sobre Venecia, y que le arrastraba a caer en manos de una potencia extranjera para librarse de otra a la que se había entregado previamente por la misma razón. Julio II murió en febrero de 1513 sin haber podido solucionar este problema. El 23 de septiembre de 1512 Julio II otorgó el privilegio, mediante bula, de celebración de un año santo jubilar en el monasterio español de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria, siendo desde entonces uno de los escasos lugares santos del mundo, junto con Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz, con este privilegio. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Fructus Jovis juvabit (El fruto de Júpiter agradará), cita que hace referencia a que en su escudo de armas aparece un roble, el árbol de Júpiter. Mecenazgo: El "Papa guerrero" fue también un gran mecenas de las artes. Protegió, entre otros, a Rafael a quien encargó pintar su primer retrato y Miguel Ángel, a quien encargó pintar el techo de la Capilla Sixtina.1 La construcción de la actual Basílica de San Pedro se inició el 18 de abril de 1506, bajo su impulso, siendo terminada en 1626, con Paulo V. Uno de los proyectos artísticos más queridos del Papa fue el de su propio sepulcro, que encargó a Miguel Ángel. Tras años trabajando en el proyecto, y varios proyectos y variaciones, el genial escultor solo pudo terminar enteramente una escultura, representando a Moisés. La sepultura definitiva del Papa, terminada por los discípulos del florentino, se erigió finalmente en la iglesia romana de San Pedro ad víncula.

León X, Papa.

León X (Florencia, 11 de diciembre de 1475 – Roma, 1 de diciembre de 1521), papa 217.º de la Iglesia católica de 1513 a 1521. Familia y primeros años: De nombre secular Giovanni di Lorenzo de Medici, era el segundo hijo varón de Lorenzo el Magnífico, de la noble familia de los Médici, y de Clarice Orsini, de la no menos ilustre Casa de Orsini. Su padre, regente de Florencia, movió sus influencias para que el hijo hiciese una rápida carrera eclesiástica: a los siete años de edad recibió la tonsura, a los ocho la administración de la abadía de Font-Douce por concesión del rey Luis XI de Francia, a los nueve fue nombrado protonotario apostólico por Sixto IV, y tres años después abad de Montecasino. Con tan solo 13 años, Inocencio VIII, que era consuegro de Lorenzo de Médici, le creó cardenal diácono de Santa María in Domnica en el consistorio celebrado en 1489, aunque dada su corta edad fue investido con las insignias cardenalicias tres años después. Educado en la corte florentina bajo la tutela de Angelo Poliziano, Bernardo Michelozzi, Urbano Valeriano, Demetrio


Calcocondilas, Gregorio da Spoleto, Marsilio Ficino o Bernardo Dovizi, también pasó tres años en la Universidad de Pisa, instruyéndose en teología y derecho canónico. Consideraciones políticas, religiosas y artísticas: Ascenso al trono papal: En 1513, ante la muerte de Julio II, todo indicaba que el siguiente papa sería el cardenal húngaro Tomás Bakócz, quien había mantenido una política activa y fructífera ante la situación crítica contra Venecia, convirtiéndose en gran aliado de los Habsburgo. De esta manera, Bakócz se trasladó a Roma para el cónclave, con la manifiesta intención de ser elegido. Fue recibido con una verdadera pompa principesca, sin embargo, tanto Venecia como el emperador Maximiliano I de Habsburgo le traicionaron, y pronto fue elegido en su lugar Giovanni di Medici, el hijo de Lorenzo el Magnífico. Perspectiva política: Su habilidad en política internacional se refleja en su capacidad para evitar la invasión francesa de Italia, aunque en 1515 fue derrotado por Francisco I, Rey de Francia. Un año después las relaciones entre la Santa Sede y Francia quedaron reguladas por el Concordato de Bologna, que supuso el fin del galicanismo (independencia de la Iglesia en Francia respecto del papa y, en cambio, sujeción a la autoridad del Estado) que implicaba la Pragmática Sanción de Bourges; el rey recibió el poder de nombrar obispos y otros altos cargos, comprometiéndose el papa a validar sus nombramientos. En 1519 la muerte de Maximiliano dejaba vacante el trono del imperio. León X permaneció indeciso sobre a quién de los dos candidatos, Francisco I de Francia o Carlos I de España, prestar el apoyo que ambos le solicitaban. Recelaba de los dos y de su poder acumulado si unían a los cetros de sus respectivas naciones el imperial; finalmente se decantó por el francés, pero pronto rectificó, pues cuando tuvo que admitir como irremediable que sería el español el designado tomó partido por el presunto ganador. Más tarde subvencionaría las campañas italianas de Carlos I (ahora también V del Sacro Imperio Romano) con grandes sumas de dinero que, junto al despilfarro generalizado que existía en la corte del papa, tan dado a suntuosas y costosísimas diversiones, dejaron exhausto el erario vaticano. A nivel italiano, León X convirtió la Sede Apostólica en la fuerza política dominante. Perspectiva religiosa: Desde la perspectiva religiosa, León X contó en su pontificado con la conclusión del V Concilio de Letrán en 1517, Concilio que se pronunció favorablemente al concordato con Francia y promovió el establecimiento de un sistema de censura para los libros. Perspectiva artística: León X tuvo una formación erudita y artística acorde con la tradición Médici, de manera que se puede hablar de un importante papel de mecenazgo de las artes; gastó fuertes sumas de dinero en proyectos llevados a cabo por maestros como Rafael y Bramante. Sus extravagancias como mecenas, la reconstrucción de la Basílica de San Pedro y la ostentación de su corte fueron, de forma indirecta, responsables del movimiento reformador. La vida opulenta y desenfrenada de la corte papal contrasta con la vida particular de León X, más apegada a las reglas y preceptos de la religión católica. Aspectos controvertidos: Como florentino que era y como Médici (hijo de Lorenzo el Magnífico) fue un hombre educado en los refinamientos de la cultura renacentista. El nuevo papa era un diletante voluptuoso y hedonista, amante de los placeres de la música, de la literatura, de la pintura, y también de otros más sensuales. (Se lo considera el último papa renacentista). El patrocinio que dispensó a las artes y a las letras y a cuantos descollaban en unas y otras le llevó al extremo de nombrar cardenales a los eruditos y poetas Bernardo Dovizi da Bibbiena, Pietro Bembo y Giulio Sadoleto. Precisamente, Pico della Mirandola (1463-1494), contemporáneo suyo atribuye a una carta de este papa al cardenal Pietro Bembo la siguiente cita2 «Quantum nobis notrisqüe qüe ea de Christo fábula profuérit, satis est ómnibus séculis notum...», «Desde tiempos inmemoriales es sabido cuán provechosa nos ha resultado esta fábula de Jesucristo». De todos modos, en la actualidad no existe documento alguno que pueda testificar esta supuesta frase de León X. También dijo: «Poiché Dio ci ha dato il Papato, godiamocelo», es decir, «Puesto que Dios nos ha dado el papado, disfrutémoslo».


El deseo de beneficiar a sus familiares le inspiró la idea de formar un ducado con los territorios de Parma, Piacenza, Reggio y Módena para que fuese señoreado por su hermano Julián, o la de separar el ducado de Urbino de las posesiones de la Iglesia para entregarlo a su sobrino Lorenzo de Médici. Por lo demás, su sentido del goce pacífico de la vida le inclinó a dejar de lado las desavenencias de su antecesor Julio II con Luis XII con quien buscó mantener una cordial relación. En este marco se sitúa la mediación que realizó entre el rey viudo francés y Enrique VIII de Inglaterra para que éste consintiera en la boda de su hermana con aquél. Pero Luis XII murió en 1515 sin que pudiera llevarse a término la unión. El protestantismo: Situación del papado: La construcción de la Basílica de San Pedro emprendida por León X demandaba cuantiosas inversiones de oro y plata, metales agotados en las arcas de la Iglesia de Roma; había que allegarlos por vía de tributos especiales y recaudaciones extraordinarias. Agobiados los Estados Pontificios por las cada vez más abultadas medidas fiscales, acudió el papa al socorrido recurso de la venta de indulgencias; bajo la promesa de obtener el ciento por uno en la otra vida, publicó una bula el 31 de marzo de 1515 solicitando los donativos de los fieles cristianos para la obra basilical. La escandalosa transacción de indulgencias por dinero fue el detonante para que Martín Lutero iniciara en 1517 una reforma eclesiástica que habría de escindir la comunidad cristiana. De nada sirvieron las condenas de las doctrinas luteranas hechas por el papa ni la excomunión en 1521 de su autor y de quienes las siguieron: la Reforma protestante no se pudo frenar. Catalizador de la rebelión de Lutero: Johann Tetzel, monje alemán comisionado por el papa León X, pretendió recolectar grandes sumas de dinero vendiendo indulgencias, esto es, el perdón de la pena debida por los pecados, a cambio de un pago previamente establecido; entre otras consideraciones, esto fue motivo para una indignada respuesta de Martín Lutero que publicó Las 95 tesis en 1517, e inició así la Reforma Protestante. Condena papal: León X condenó las tesis luteranas en 1520 mediante la bula Exsurge Domine, que Lutero quemó públicamente y, al no arrepentirse, el papa pronunció su excomunión y la de sus partidarios en 1521. Luego de la Reforma Protestante, la Iglesia puso un freno a los abusos. León X recuerda, con motivo de la condenación de Martín Lutero, la distinción entre la remisión de la pena temporal y el perdón de los pecados propiamente dichos. Consideraciones contemporáneas: Algunos protestantes sostienen que Lutero se indignó, entre otras cosas, por la existencia de una bula, conocida hoy como Taxa Camarae, en la que el papa fijaba los estipendios a entregar a la corte papal en función de los diversos pecados posibles, en vistas a su absolución. Según esto, se podría obtener el perdón por los pecados cometidos, o comprarlo anticipadamente para los pecados a cometer, a modo de licencia, mediante un pago en dinero. Recientemente se ha desatado una fuerte polémica entre quienes defienden la autenticidad del documento y quienes la niegan. El periodista español Pepe Rodríguez, ha defendido su autenticidad aun reconociendo que no se han obtenido los documentos originales. Mientras tanto, desde organizaciones cercanas a la Iglesia católica, se ha sostenido que el documento es falso tal cual lo presenta Pepe Rodríguez: documentos “en apariencia” semejantes “sí” existieron y son consultables en las bibliotecas más importantes, pero versan en realidad “no sobre el perdón de los pecados o la concesión de indulgencias”, sino sobre precios asignados al “trabajo notarial” que se realizaba a la hora de confeccionar documentos oficiales de la Curia romana; de ser así, no se trataría de un “punto culminante de la corrupción humana”, como lo adjetiva Rodríguez, sino, por el contrario, de un intento de los papas por desterrar posibles abusos de los escribanos de la Curia.

Adriano VI, Papa. Adriano VI (Utrecht, 2 de marzo de 1459 – Roma, 14 de septiembre de 1523), regente de Castilla y papa n.º 218 de la Iglesia católica de 1522 a 1523. De nombre Adriaan Floriszoon Boeyens, también conocido como Adriano de Utrecht, era de origen holandés, lo


que le valdrá ser apodado durante su pontificado como «el Pontífice bárbaro». Fue el último papa no italiano hasta la elección de Juan Pablo II en 1978, casi cinco siglos después, además de ser uno de los dos únicos papas modernos, junto con Marcelo II, en mantener su nombre de pila tras su elección. Lejos de la avidez, las maniobras y la larga espera de anteriores aspirantes al trono de San Pedro en su afán por conseguirlo, Adriano se mostró indiferente al cargo, no hizo nada por alcanzarlo y, sumergido como estaba en las intrincadas tareas de la regencia de España, ni siquiera asistió al cónclave en el que se produjo su designación. De todos modos, su aparente desidia por erigirse en la máxima autoridad de la Iglesia estaba plenamente compensada con el interés de su egregio discípulo que presionó cuanto fue necesario en tal sentido: la larga mano del emperador Carlos V se hizo notar en el encumbramiento al solio pontificio de su antiguo preceptor. Juventud y formación: Nació en 1459 en Utrecht (Países Bajos). Hijo de un ebanista, fue educado en la devotio moderna en el amor a la virtud y a la ciencia. En 1479 ingresó en la Universidad de Lovaina. Durante toda su vida fue conocido por su sobriedad y su piedad. Rector en Lovaina: Profesor de Teología en la Universidad de Lovaina, donde alcanzó el rectorado. Preceptor del futuro Emperador: Fue elegido por Maximiliano de Austria, para que fuera maestro de su nieto Carlos de Gante. Ejerció su cometido durante diez años (1505-1515), que desarrolló con eficacia, llevando a cabo importantes misiones en defensa de los intereses de su pupilo, al que educó desde la temprana edad de seis años. En España: Una década después, en 1516, el heredero de la corona de Castilla y Aragón enviaba a Adriano como legado ante el cardenal Cisneros, a la sazón regente de estos reinos tras el fallecimiento en enero de ese mismo año de Fernando el Católico. Son verdaderamente dramáticos los acontecimientos de los últimos días de Fernando, enero de 1516, en Madrigalejo, adonde acudió Adriano para vigilar en lo posible el testamento del monarca. Fernando, enfermo mientras presidía las Cortes de Burgos, julio de 1515, testó, dejando como heredero al infante don Fernando; documento enviado urgentemente al maestro recibe plenos poderes, incluso para tomar posesión de la Corona. Convertido en rey de España, Carlos I agradecería los servicios prestados por su fiel mentor impulsando su ascenso en la carrera eclesiástica, primero como obispo de Tortosa en 1516, más tarde como inquisidor general de la Corona de Aragón y luego de la de Castilla, y por fin como miembro del colegio cardenalicio. Regente de Castilla: Carlos V le distinguía confiándole la regencia de España cuando tuvo que ausentarse del país en 1520 por razón de su designación como cabeza del Sacro Imperio. No fue una encomienda fácil la que se le hizo al regente, puesto que los castellanos se quejaban de la soberbia y codicia de los borgoñones. Ausente el rey, se originó la sublevación de las Comunidades castellanas, que terminaron con la batalla de Villalar, y la revuelta de las Germanías levantinas. Así, el 31 de octubre de 1520, contando con apoyo suficiente inicia las hostilidades. Vencidos los comuneros, Adriano los condenó a muerte y fueron decapitados en abril de 1521. Su pontificado: El 9 de febrero de 1522 fue elegido Papa sucediendo a León X. El nuevo papa se encontraba en Vitoria ejerciendo como regente de España, preparando a Navarra para la defensa frente a la invasión francesa. La noticia llegó a la Casa del Cordón, donde se hospedaba, el 22 de ese mes. Fue el último papa no italiano hasta 1978 en que Juan Pablo II accedió a la silla de San Pedro. En una solemne declaración el 8 de marzo de 1522 Adriano VI aceptó la elección. En ella proclama su confianza en Cristo, «que le dará fuerza, aun siendo indigno, para defender a la cristiandad contra los ataques del mal, y para reducir, al ejemplo del Buen Pastor, a la unidad de la Iglesia a los que yerran y están engañados». Enseguida emprende el viaje, acompañado de su inseparable secretario y biógrafo, el doctor Blas Ortiz, siguiendo el curso del Ebro hasta Tarragona, ciudad en la que embarcó para Roma para tomar posesión de la silla apostólica. La ceremonia de coronación fue el 31 de agosto.


A la llegada del Papa, reinaba la peste en la Ciudad Eterna. Al día siguiente de su coronación Adriano pidió ayuda a los cardenales para su doble proyecto: la unión de los príncipes cristianos para combatir al turco y la reforma de la curia. Sin embargo, tuvo dificultades entre los cardenales, no habituados a su estilo de vida sobrio y austero. Su costumbre de celebrar misa a diario, algo insólito entonces, producía rechazo. En el consistorio de 26 de marzo de 1523 el Cardenal de Santa Croce quiso pedir la confirmación de los indultos y privilegios concedidos por León X. Cuando el cardenal le recordó la inaudita amabilidad con que los cardenales lo habrían elegido Sumo Pontífice, Adriano contestó que lo habían llamado al martirio y a la cárcel. Allí tenía una Iglesia agotada y pobre, por lo que les debía muy poco; ellos habían sido más bien sus verdugos. Curtido en los avatares políticos antes de acceder a la Santa Sede, su breve paso por ella (poco más de un año) no le ofreció oportunidad de utilizar la experiencia adquirida en las tareas de estado. Pudiera pensarse que, en todo caso y por amor del débito de la suma dignidad eclesiástica a su patrocinador Carlos V, iba a ser un pontífice dócil y sumiso al emperador, pero no fue así o no, al menos, de forma incondicional. Adriano hizo esfuerzos por obrar con imparcialidad en la pugna continuada entre Carlos y Francisco I de Francia y no siempre estuvo del lado de aquél. Al final, no obstante, entró en alianza secreta con Carlos V, Inglaterra y Venecia en contra de Francia mientras que en 1522 el sultán Solimán el Magnífico tomó la isla de Rodas. Su temprana muerte (septiembre de 1523) le impidió realizar cualquier acción en el seno de tal alianza, como tampoco le permitió poner algún remedio al avance del luteranismo y a la dispersión de su grey. Durante su pontificado, Adriano VI canonizó a San Antonino de Florencia. Falleció el 14 de septiembre de 1523, y fue sepultado en un suntuoso mausoleo diseñado por Badassare Peruzzi en la iglesia romana de Santa Maria dell'Anima. Debido a la reputación de Adriano como un reformador, durante el cónclave de 2013 se sugirió en broma que el nuevo Papa tomase el nombre Adriano VII debido a la necesidad contemporánea de la reforma, a pesar de que finalmente eligió el nombre de Francisco. Además, es el último cardenal elegido papa que no estuvo presente en el cónclave que lo eligió. Las profecías: Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Leo Florentius (El león de Florencia), cita que hace referencia a su apellido familiar, los Florenz, cuyo escudo de armas contiene un león.

Clemente VII, Papa.


Clemente VII, (Florencia, 26 de mayo de 1478 – Roma, 25 de septiembre de 1534) fue el papa nº 219 de la Iglesia católica, de 1523 a 1534. Orígenes y formación: Cuando nació fue descrito: "Hijo natural del Magnífico Juliano de Médici nacido por parte de madre de muchacha que no tenía marido, Fioretta, hija de Antonio" [cita requerida]. En un documento encontrado en la Palatina se informa: "Julio, hijo del Mco. Juliano de Médici, nacido el día 6 de marzo de 1478, que fue después el papa Clemente VII..." Tras el asesinato de su padre en la Catedral de Florencia, durante la Conjura de los Pazzi, el futuro papa Clemente contó enseguida con el afecto y la protección de los Médici. Su tío Lorenzo el Magnífico escribió a Fernando I de Nápoles y al Papa para que Julio, destinado a la carrera eclesiástica, le fuera otorgado el rico Priorato de Capua, que le fue efectivamente concedido. Ya desde su infancia, Julio había contado con la amistad de sus primos Pedro, Juan (el futuro Papa León X), y Juliano, los tres hijos de Lorenzo. Carrera eclesiástica: La elección como Papa de su primo León X, le supuso su inmediato nombramiento como Cardenal, el 23 de septiembre de 1513. Y posteriormente, en 1514, fue nombrado Arzobispo de Florencia. Supo siempre hacerse valer como consejero del Papa, logrando ser uno de los personajes más influyentes de la curia. Con el objeto de evitar enredos en la carrera eclesiástica de Julio, el Papa medió para que el futuro Clemente VII fuera declarado hijo de legítimo matrimonio. Cuando en 1521 murió León X, muchos creyeron que la tiara pasaría al cardenal Julio, por ser uno de los papables más apreciados. Pero de los treinta y nueve cardenales reunidos en cónclave, al menos dieciocho esperaban ser elegidos. Para cansar a los adversarios el partido de Julio decidió otorgar sus votos al candidato menos probable, el cardenal Adriano Dedel, de Utrecht. Para sorpresa de todos, incluso del propio elegido, también el partido adversario había decidido entregar sus votos al mismo candidato, de modo que, ante la consternación general, fue electo Adriano VI. La influencia de Julio, que se mantendrá durante el pontificado de Adriano VI, será la que le permitirá ser elegido pontífice el 19 de noviembre de 1523 y adoptar el nombre de Clemente VII en el momento de su consagración el 26 de noviembre. Papado: Fracasó, tanto en el campo político como en el religioso, seguramente por su temperamento indeciso, sus arriesgadas apuestas políticas y los intereses familiares, circunstancias que hicieron de él «el más desgraciado de los papas», según expresión del historiador Ferdinand Gregorovius. El tratado de Noyón no se había cumplido, de forma que en 1521, poco antes de morir León X, las tropas coaligadas del papa y el emperador, con la ayuda también de Inglaterra, habían expulsado a los franceses de Milán. Francisco I se propuso recuperarlo, mas no sólo no lo consiguió, sino que acabó prisionero de Carlos I de España en la batalla de Pavía (1525). Recluido en la capital de España, obtuvo su libertad tras la firma del Tratado de Madrid (1526), protocolo por el que se comprometía a devolver al Habsburgo el ducado de Borgoña, a renunciar a Italia y a no entrometerse en Flandes. El desastre francés de Pavía, al que había precedido el de Bicocca, traspasaba la hegemonía en Italia a España y sembraba, por lo mismo, la inquietud en el ánimo del papa que veía cómo Carlos I se convertía en el dueño de gran parte de la península y se constituía en potencial amenaza para la preponderancia eclesiástica y para la continuidad en el poder de su propia familia al frente del ducado de Florencia. Le pareció momento de actuar y lo hizo; pero calculó mal y se equivocó. Retomando el grito de «¡fuera los bárbaros!» que había lanzado Julio II contra los franceses, aplicado ahora a los españoles, y siguiendo la desacreditada práctica de aquél de aliarse alternativamente con los unos para desembarazarse de los otros, Clemente buscó la asistencia de Francisco I. Estaba éste comprometido por el Tratado de Madrid a no intervenir en Italia, pero fue el propio papa quien le disipó cualquier escrúpulo de moral caballeresca y le animó a su incumplimiento haciendo alarde de una amplia laxitud de conciencia; le manifestó por escrito que los tratados que se firman bajo la presión del miedo carecen de valor y no obligan a su observancia. Con la dispensa papal que legitimaba su resistencia a someterse a las cláusulas del tratado, Francisco I se dispuso a hacer frente al emperador, y a tal efecto se formó el 22 de mayo de 1526 la liga de Cognac o liga Clementina, integrada por el papa, Francia, Venecia y Florencia. Por otra parte, la situación en Europa Central se puso cada vez más tensa, pues los ejércitos turcos del sultán Solimán I el Magnífico avanzaron sobre el reino de Hungría, que cumplía el papel de último bastión del cristianismo contra los musulmanes. De esta manera, los conflictos entre el papa y el emperador no permitieron asistir a los húngaros, y el 29 de agosto de 1526 se sucedió la batalla de Mohács, donde murió el rey Luis II de Hungría, y los ejércitos cristianos fueron barridos por los otomanos, siendo ocupado gran parte del reino. Clemente había intentado de varias maneras de iniciar una nueva cruzada para proteger el mundo cristiano, sin embargo, mientras intentaba solucionar la grave situación con Carlos I, se enteró penosamente de la triste noticia de gran impacto para Europa, quedando totalmente impotente (tras esta derrota, Fernando I de Habsburgo reclamó de inmediato el trono húngaro para si mismo por haber desposado a la hermana del fallecido rey, y Carlos I posteriormente le asistió para asegurarse la corona).


Carlos I se sintió burlado por Clemente VII y pidió justificaciones que no le fueron dadas. Los enviados del emperador, defraudados, unieron sus fuerzas a las de Pompeo Colonna que, en septiembre de 1526, atacó Roma, penetró en la ciudad, la sometió a saqueo, durante el saqueo, solo 42 de los 200 guardias suizos que protegían al Papa sobrevivieron, quedando estos junto al Papa encerrados en el castillo de Sant'Angelo. Carlos no aprobó aquella acción pero se sirvió de la coyuntura para que el pontífice le prometiera su adhesión y sellara una supuesta paz unida al compromiso de pago de una indemnización de 60.000 ducados. Quien había convencido al monarca francés de que los tratados que se firman por temor no atan en conciencia a quien los suscribe, no iba a ser precisamente quien obrara de otra manera en desacuerdo con su teoría: se resistió a pagar y espoleó a la liga a actuar de inmediato. Ante la amenaza, Carlos envió a Italia un potente ejército que salvaguardara sus posesiones. Lo componían soldados profesionales de diversa extracción: españoles, italianos y, sobre todo, lansquenetes alemanes; lo mandaba el condestable de Borbón, rebelde francés pasado a las filas imperiales, auxiliado por el alemán Georg von Frundsberg. La siempre precaria economía del emperador se agudizó por entonces de tal manera que los 45.000 mercenarios que componían el ejército destacado en Italia hacía dos meses que habían dejado de percibir sus soldadas y estaban faltos de pertrechos y aun de víveres. Amenazaban con amotinarse y abandonar las armas cuando les llegó la noticia de que el papa se había obligado al desembolso de una importante cantidad pero que se mostraba remiso a librarla. En el Vaticano se hallaba la solución a sus penurias y en Roma una fuente inagotable de riquezas al alcance de la mano. Únase a esta deslumbrante perspectiva el que los lansquenetes alemanes eran en su inmensa mayoría luteranos y su jefe, Frundsberg, un visceral antipapista que les imbuyó un sentimiento de cruzada contra el anticristo Clemente VII. No le resultó laborioso a Carlos de Borbón animar a sus hombres a marchar sobre Roma y cobrarse de ella largamente los salarios atrasados. El 5 de mayo de 1527 se presentaron las huestes del condestable de Borbón ante los muros de la ciudad eterna y al día siguiente procedieron a su embestida. Durante el asalto murió el Borbón alcanzado por una granada y las tropas quedaron sin guía ni moderador. Guiados por la avaricia, los soldados imperiales saquearon la ciudad. Estos hechos serían recordados como el Sacco de Roma. Clemente VII buscó refugio en el castillo de Sant'Angelo que se convirtió en su prisión durante siete meses. Antes de obtener la libertad se le exigió una capitulación formal y el pago de una ingente cantidad de dinero (300.000 ducados). Carlos I negó cualquier implicación personal en los hechos; es más, los lamentó profundamente, o eso aparentó. Pero lo cierto es que extrajo un pingüe provecho político del dramático acontecimiento. El papa se vio forzado por las circunstancias a cambiar la orientación de sus alianzas: vencido, humillado y preso, sin opción a la hora de comprar su propia libertad, necesitado de la ayuda del emperador para detener el progresivo avance de los luteranos en Alemania, dispuesto a cualquier sacrificio por reponer a un Médici en la corte de Florencia de la que habían sido apartados, Clemente se plegó sin condiciones a los requerimientos del emperador y se entregó a su causa como firme aliado. Carlos, por su parte, también deseaba ganarse al papa que debía dictar resolución en el proceso de divorcio planteado por Enrique VIII de Inglaterra en el que la afectada, su esposa Catalina de Aragón, era tía del emperador. El tratado de Barcelona de junio de 1529 suscrito por Clemente VII y Carlos I marcaba el inicio de una nueva paz y concordia, aunque precaria, como luego se demostró, entre el imperio y el pontificado. El papa adoptó un talante complaciente con el emperador, lo que trajo una doble consecuencia inmediata. Por un lado, el hasta hacía poco tiempo enemigo y luego prisionero de Carlos I, le imponía la corona del imperio en una pomposa ceremonia celebrada en Bolonia el 24 de febrero de 1530 (fecha del aniversario de su nacimiento). Por otro, tras muchos titubeos y vacilaciones, se negó a consentir el divorcio de Enrique VIII, que deseaba volver a casarse con Ana Bolena, y declaró válido su primer matrimonio con Catalina de Aragón. Esta decisión fue trascendental; la relación del rey inglés con el papa se degradó por su causa hasta tal extremo que determinó el apartamiento del monarca, previamente excomulgado, y con él de toda la iglesia de Inglaterra, de la obediencia del sumo pontífice romano. El cisma anglicano perdura hasta hoy. No obstante, en opinión del historiador católico inglés, Hillaire Belloc (Personajes de la Reforma), la decisión del Papa en este caso no fue influida tanto por Carlos I, sino se debió a que fallar en favor del divorcio hubiera significado un desprestigio enorme al Papado, y consiguientemente a la Iglesia.


Se derivaron más secuelas del entendimiento entre el papa y el emperador. Francisco I creyó necesario de todo punto romper la alianza y emprendió nuevas acciones ofensivas contra su perpetuo rival, a las que se unió Inglaterra tan distante políticamente del imperio como religiosamente de Roma. Clemente VII dudaba una vez más ante su persistente dilema de a cuál de los dos contendientes aproximarse, y también una vez más tomó una decisión desacertada. Consideró oportuno dar por concluida su colaboración con Carlos, que volvía a adquirir enorme poder e influencia en Italia, y, para granjearse el favor del monarca francés, planeó y consiguió enlazar matrimonialmente a su sobrina Catalina de Médici con un hijo de aquél, el futuro rey de Francia Enrique II. El teórico respaldo de Francisco I de nada le sirvió al infortunado papa, pues, con Andrea Doria militando ahora en la escuadra del emperador, el francés no hizo sino cosechar derrotas que le condujeron a la forzada firma de la paz de Crépy en 1544. Clemente no llegó disfrutar de aquella paz; la muerte se lo había llevado diez años antes. En definitiva, en opinión de este autor, al Papa le costó tomar la decisión, pero al fin hizo lo correcto. Y mientras tanto la reforma protestante ganaba adeptos. El papa, preocupado en exceso por mantener a su familia en el gobierno de Florencia y mezclado en la pugna entre los poderosos, no pudo poner remedio a la escisión religiosa. Una vía para intentar acabar con la disidencia luterana era la conciliar. Pero tras los sínodos de Constanza y Basilea todos los papas renacentistas padecieron una alergia crónica a tales asambleas. En las dos citadas se había cuestionado la primacía del papa sobre el concilio y habían sido muchos los que habían defendido la doctrina según la cual las decisiones tomadas en un sínodo ecuménico eran dogmáticas, en cuanto a la fe, e inapelables en el ámbito de la administración de la iglesia. Carlos I puso todo su empeño en conseguir de Clemente VII la convocatoria de un concilio; lo reclamó hasta la saciedad. Con motivo de la coronación imperial en Bolonia, el papa se comprometió a reunirlo, cosa que no hizo nunca. Cuatro años después, en 1534, el emperador cursó a la Santa Sede una propuesta formal para que se convocase, pero el papa la rehusó. Más allá del rechazo generalizado que sentían aquellos papas por los concilios, mediaban en este caso concreto circunstancias de interés político que prevalecían sobre el religioso. Carlos veía el sínodo como un foro de discusión en el que cabría la posibilidad de conciliación de ideas y principios y, por ende, de reconciliación de sus súbditos alemanes. Era esa situación la que alarmaba a Carlos I y la que, por lo mismo, se esforzaba su eterno enemigo, Francisco I, en sostener. El papa tasó en mayor medida los inconvenientes de Francisco I que las súplicas de Carlos I y el concilio hubo de esperar. El Concilio de Trento no se inició hasta 1545, once años después de su fallecimiento, el cual se produjo, mediante una ingesta accidental de un hongo venenoso durante una cena. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Flos pilae aegrae (La flor de las columnas enfermas), cita que hace referencia a las columnas y la flor de lis que aparecen en su escudo de armas. Asimismo, su pertenencia a la familia Médici (médico), permite un juego de palabras con "enfermedad" por el periodo turbulento en que discurrió su papado.

Pablo III, Papa. Paulo III, o Pablo III papa (latín Paulus PP. III; Canino, Estados Pontificios, 29 de febrero de 1468 – Roma, 10 de noviembre de 1549) fue el papa nº 220 de la Iglesia católica, de 1534 a 1549. Orígenes y formación: De nombre Alejandro Farnesio (italiano: Alessandro Farnese), pertenecía a la influyente familia de la nobleza italiana de los Farnese o Farnesio, poseedores de grandes terrenos alrededor del lago de Bolsena. El abuelo de Alejandro, Ranuccio Farnesio, fue comandante en jefe de los ejércitos papales bajo el pontificado de Eugenio IV. Sus padres fueron Pedro Luis Farnesio (padre) y Giovanella Gaetani. Se educó primero en Roma, con Pomponio Leto y después en Florencia en el palacio de Lorenzo el Magnífico, donde conoció al futuro León X. Dominaba el latín clásico y el italiano. Su carrera eclesiástica fue meteórica y la comenzó sin ser sacerdote, hasta 1519, año en que se ordenó. El 20 de septiembre de 1493, es nombrado cardenal con el título de San Cosme y San Damián por Alejandro VI, que era amante de su hermana Julia Farnesio. Pasó por varias


promociones, hasta llegar a ser rector del Colegio cardenalicio. Bajo el pontificado de Clemente VII, fue cardenal obispo de Ostia. También fue obispo de Parma, y durante este tiempo tuvo cuatro hijos con una noble romana: Pablo, Constanza, Ranucio, y Pedro Luis, que más tarde serían legitimados por Julio III. Papado: Estuvo en dos ocasiones muy próximo al sillón de Pedro. El 13 de octubre de 1534 el cónclave le eligió papa, como sucesor de Clemente VII. El pueblo de Roma se alegró de su elección, porque desde Martín V, cien años antes, no había sido elegido otro papa ciudadano de Roma. Es coronado el 3 de noviembre. En su Corte romana llevó una vida lujosa. Practicó el nepotismo, contribuyendo al engrandecimiento de su familia. Uno de sus primeros actos de este pontífice fue nombrar cardenales a dos de sus nietos, Guido Ascanio Sforza, de dieciséis años de edad, y Alejandro Farnesio, de tan sólo catorce. Este hecho fue criticado y protestado, pero pronto olvidado cuando entraron en el Sagrado Colegio personalidades de la talla de Reginald Pole, Gasparo Contarini, Jacopo Sadoleto y Gian Pietro Caraffa. Pablo III reformó la corte papal. Nombró comisiones para evitar abusos de cualquier tipo; reformó la Cámara Apostólica, el Tribunal de la Rota, la Penitenciaría, y la Cancillería. Uno de sus propósitos fue asegurar los dominios papales, así como el ennoblecimiento de su familia. Establecimiento de un ducado para su hijo, Pier Luigi, uniendo Plasencia y Parma, desató un litigio con el gobernador de Milán, que terminó posteriormente con el asesinato de Pier Luigi y el permanente distanciamiento de Plasencia de los Estados Papales. Después del asesinato de su hijo Pier Luigi, el Papa luchó por mantener Plasencia y Parma en los Estados Pontificios privando a Octavio, hijo de Pier Luigi y yerno del emperador Carlos V, de esos ducados. Con motivo de la evangelización del nuevo mundo, el 2 de junio de 1537, con la bula Sublimis Deus,2 Pablo prohibió la esclavización de los indios. Defendió la racionalidad de los mismos, en cuanto que son hombres, declaró que tenían derecho a su libertad, a disponer de sus posesiones y a la vez tenían el derecho a abrazar la fe, que debía serles predicada con métodos pacíficos, evitando todo tipo de crueldad. Asimismo, concedió a Santiago de Guatemala el título de ciudad por autoridad apostólica, contenida en su bula del 15 de enero de 1534. En 1540, Paulo III aprobó la fundación de la Compañía de Jesús3 y de otras órdenes religiosas como los Capuchinos, los Teatinos, los Barnabitas y las Ursulinas.4 En 1542 estableció el Santo Oficio como cámara de apelación final en casos de herejía, siendo así como dio comienzo a la Inquisición Romana (fue convencido a tal fin por el cardenal Gian Pietro Caraffa, futuro Paulo IV). Puso en marcha la elaboración del primer Índice de libros prohibidos por la Iglesia (que se publicaría en 1559). Su oposición a las peticiones de Enrique VIII llevó a la ruptura entre el Papado y la Iglesia de Inglaterra, que pasó a estar bajo la autoridad de la Corona inglesa. En 1543 Nicolás Copérnico, clérigo polaco, publicó su obra "Sobre las Revoluciones de las Esferas Celestes". La creencia popular era que Copérnico “descubrió” que la tierra giraba alrededor del sol. Pero esa noción por lo menos databa de los antiguos griegos. Copérnico, buen católico, publicó su libro pedido por dos eminentes prelados y se lo dedicó al Papa Paulo III, que lo recibió cordialmente. El concilio de Trento y la reforma católica: El 2 de junio de 1536, Paulo III convocó un concilio en Mantua para el siguiente mes de mayo, pero la oposición de los príncipes protestantes y el rechazo del Duque de Mantua (Federico II Gonzaga) para asumir la responsabilidad de mantener el orden, frustraron el proyecto. Entonces publicó una nueva bula, convocando un concilio en Vicenza, el 1 de mayo de 1538, pero tampoco pudo llevarse a cabo. Mantuvo una estricta neutralidad entre Francisco I y Carlos V, a pesar de que Carlos le insistía a que apoyara el imperio sometiendo a Francisco a la reprobación de la Iglesia. El pontífice les indujo a sostener una conferencia en Niza (junio de 1538) concluyendo en una tregua de diez años, conocida como Tregua de Niza. Como muestra de buena voluntad, una nieta de Paulo se casó con un príncipe francés, y el emperador entregó a su hija, Margarita de Austria en matrimonio, a Octavio Farnesio.


Sin embargo Francisco rompió la tregua en 1542, y cuando el 18 de septiembre de 1544, el Tratado de Crépy acabó con las guerras entre Carlos y Francisco, Paulo retomó el proyecto de convocar un concilio ecuménico. Dado que los protestantes repudiaban un concilio presidido por el Papa, Carlos estaba decidido a someter a obediencia a los príncipes por fuerza de las armas.6 Paulo prometió ayudarle con trescientos mil ducados y veinte mil soldados de infantería; con la condición de que Carlos no entrara en tratos por separado con los protestantes y no realizara acuerdos perjudiciales a la Fe o a los derechos de la Santa Sede. Finalmente, el 13 de diciembre de 1545, el concilio de Trento celebró su primera sesión.7 En siete sesiones, la última el 3 de marzo de 1547, discutieron las cuestiones más importantes de fe y disciplina. Sin escuchar las amenazas y argumentaciones del bando protestante, formularon la doctrina Católica acerca de las Escrituras, pecado original, justificación, y los Sacramentos. Cuando el concilio estaba concluyendo, el miedo a una plaga en Trento motivó la continuación del concilio en la ciudad de Bolonia. Carlos pidió el retorno del consejo a territorio alemán, pero las deliberaciones del concilio continuaron en Bolonia hasta que el Papa, para evitar un cisma, lo prorrogó el indefinidamente el 21 de abril. Tiempo después de terminada el Primer Periodo del Concilio (1545-1547), el Papa Pablo III murió de forma repentina (10 de noviembre de 1549). Sufrió una fiebre violenta y falleció rápidamente, en el palacio del Quirinal, a la edad de 81 años. Sus restos descansan en la basílica de San Pedro, en una tumba diseñada por Guglielmo della Porta. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Hyacinthus medicorum (El jacinto de los médicos), cita que hace referencia a que como papa durante el Concilio de Trento, "sanó" a la Iglesia. Y asimismo por el hecho de que en su escudo de armas figuran dos flores de lis azules (también llamadas jacintos) y a que fue cardenal de San Cosme y San Damián, dos médicos mártires.

Julio III, Papa.

Julio III (latín: Iulius PP III; Roma, 10 de septiembre de 1487 – 23 de marzo de 1555) fue el papa n.º 221 de la Iglesia católica, desde 1550 a 1555. Biografía: De nombre Giovanni Maria Ciocchi del Monte, tras estudiar jurisprudencia y teología en Perugia y Siena, sucedió a un tío suyo en el arzobispado de Siponto en 1512, cargo que desempeñará hasta que, en 1520, sea nombrado obispo de Pavía. Rehén de las tropas de Carlos V durante el Saqueo de Roma en 1527, será nombrado


cardenal presbítero por Paulo III en 1536 y será encargado por este Papa de los preparativos del Concilio de Trento, que llegará a presidir. Papado: Elegido Papa en un cónclave al que asistieron cuarenta y ocho cardenales, adoptó en su coronación el nombre de Julio III. Carlos I de España se había opuesto inicialmente a su elección para la que proponía como candidato a Juan Álvarez de Toledo; no obstante, cedió ante el acuerdo de franceses e italianos en el nombramiento del cardenal del Monte; con todo, encontró más adelante en él un fiel aliado. Elegido el 7 de febrero fue coronado el 22 de febrero de 1550. El nuevo papa se encontró con la actividad conciliar interrumpida y no logró reanudarla hasta un año después; el primer día de mayo de 1551 se abrían otra vez las sesiones del concilio. Lo hacían en Trento; el emperador no hubiera admitido otra sede, y el papa, cuyo carácter no era precisamente enérgico, le temía lo suficiente como para no osar contravenir sus deseos. Los obispos y demás representantes franceses no acudieron a la cita, pues no se los permitió su nuevo rey, Enrique II. La precaria paz entre Francia y el eje España-Imperio estaba a punto de ruptura. Los asuntos italianos y, ligado a ellos, el papa, dieron ocasión a la contienda. Julio III restauró a Octavio Farnesio, el nieto del anterior papa Paulo III y yerno de Carlos V, en el ducado de Parma, quien debía cederlo a su suegro en cumplimiento de un compromiso anterior. Para retener el ducado Octavio no tuvo reparo en pedir la ayuda del rey francés, quien estuvo presto a concedérsela por su rivalidad con el emperador. El papa, desairado por el duque y acosado por Francia, unió sus fuerzas a las de Carlos V. Enrique II se confabuló con los turcos que hostigaron las costas italianas mientras él se apoderaba de Siena y llevaba la guerra al centro de Italia. En 1551 firma el acta de creación de la Universidad Mayor de San Marcos, la Decana de América, en la Ciudad de los Reyes, capital del Virreinato del Perú y actual capital de la República del Perú, rebautizada como Lima. En 1552 se clausuraba súbitamente el concilio de Trento. Julio III sobrevivió hasta marzo de 1555, pero ya no tuvo coraje para reanudarlo. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como De corona montana (De la corona del monte), cita que hace referencia al nombre con que fue bautizado y a que en su escudo de armas figuran dos coronas. Escándalo: El papado de Julio estuvo marcado por escándalos, el más notable de los cuales giró en torno al sobrino adoptivo del Papa, Inocencio Ciocchi Del Monte. Innocenzo del Monte era un mendigo adolescente hallado en las calles de Parma que fue contratado por la familia como sirviente joven de baja categoría en su residencia principal, variando la edad del jovencito según diferentes versiones entre 14, 15 ó 17 años. Después de la elevación de Julio al papado, Innocenzo Del Monte fue adoptado por la familia por medio del hermano del Papa y bien pronto Julio lo convirtió en cardenal-sobrino. Julio dispensó a su favorito con beneficios, incluyendo el ser el comendatario de las abadías de Mont Saint-Michel en Normandía y San Zeno en Verona, y, más tarde, de las abadías de San Saba, Miramondo, Grottaferrata y Frascati, entre otros. Aun cuando comenzaron a aflorar rumores respecto a la particular relación entre el Papa y su sobrino adoptivo, Julio se negó a escuchar consejos. Los cardenales Reginald Pole y Giovanni Carafa advirtieron al Papa de las "malas suposiciones a las que la elevación de un joven huérfano podría dar lugar". Este escándalo llegó a conocerse en su época como el pueribus amoribus implicitus ("enredado en amores infantiles" o, lo que es lo mismo, pedofilia). El poeta Joachim du Bellay, que vivió en Roma durante este período en el séquito de su pariente, el cardenal Jean du Bellay, expresó su opinión escandalizada de Julio en dos sonetos en su serie Les regrets (1558). Él escribió que odiaba ver "a un Ganímedes con el sombrero rojo en la cabeza ". El cortesano y poeta Girolamo Muzio, en una carta de 1550 a Ferrante Gonzaga, gobernador de Milán, escribió:"

Se escriben muchas cosas malas acerca de este nuevo Papa, que es vicioso, orgulloso y que tiene algo raro", y los enemigos del Papa aprovecharon muy bien el escándalo. Thomas Beard, en su obra "El Teatro del juicio de Dios" (1597) decía que era costumbre de Julio III... no promover a nadie a cargos eclesiásticos, exceptuando sólo a quienes lo sodomizaban". En Italia se dijo que Julio mostró la impaciencia de un " amante a la espera de su querida" mientras esperaba la llegada de Innocenzo en Roma y se jactó de la destreza del jovencito en la cama, mientras que el


embajador de Venecia informó que Innocenzo del Monte compartió la cama del Papa ", como si él [Innocenzo] fuera el propio hijo o nieto [de Julio III]." A pesar del daño que el escándalo estaba infligiendo en la iglesia, no fue sino hasta después de la muerte de Julio III en 1555 que se pudo hacer algo para frenar la visibilidad de Innocenzo. Fue sometido a destierro temporal tras el asesinato de dos hombres que lo habían insultado, y luego otra vez después de la violación de dos mujeres. Él trató de usar sus conexiones en el Colegio de Cardenales para defender su causa, pero su influencia se había desvanecido y él murió en el olvido. Fue enterrado en Roma, en la capilla de la familia Del Monte. Una de las consecuencias del escándalo del cardenal-sobrino, sin embargo, fue la reordenación del puesto de Secretario Papal de Estado, ya que el titular tuvo que hacerse cargo de los deberes que Innocenzo Del Monte era incapaz de realizar. El Secretario de Estado, finalmente, sustituyó al cardenal-sobrino como el funcionario más importante de la Santa Sede.

Marcelo II, Papa.

Marcelo II (latín: Marcellus PP II) (Montefano, Marche, 6 de mayo de 1501 – Roma, 1 de mayo de 1555. Papa nº 222 de la Iglesia católica en 1555. De nombre Marcello Cervini de Spannocchi, tras estudiar en Siena se trasladó a Roma para continuar su formación. Allí, en 1534, será nombrado secretario del papa Paulo III, y cuando este encargue a su sobrino el cardenal Alejandro Farnesio la dirección de la política de la Santa Sede, Marcello Cervini será nombrado secretario privado y consejero del cardenal. En 1539 es nombrado obispo de Nicastro y posteriormente cardenal presbítero de Santa Cruz de Jerusalén. Durante el Concilio de Trento, será uno de los legados papales que defendían los intereses papales frente al emperador Carlos V. Conocido humanista, amigo de artistas y de la cultura, fue nombrado bibliotecario de la Biblioteca Apostólica incrementando los fondos de la biblioteca con numerosos volúmenes latinos, griegos y hebreos; también mandó imprimir algunos de los más importantes.

Papado: Elegido Papa tras cuatro días de deliberación del cónclave mantuvo su nombre de nacimiento. Fue elegido el 9 de abril de 1555 y consagrado al día siguiente por el cardenal Juan Pedro Carafa (futuro Paulo IV).


La mañana del 30 de abril de 1555 sufrió un infarto (hora XII apoplexi correptus) y entró en coma, muriendo esa misma noche. Su breve pontificado, de tan sólo veintidós días, le impidió emprender las reformas necesarias para que la Iglesia afrontara los problemas luteranos y anglicano que dividían al cristianismo. Giovanni Pierluigi da Palestrina compuso su famosa «Missa Papæ Marcelli» en su honor. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Frumentum floccidum (El trigo marchito), cita alusiva a que en su escudo de armas predomina el color trigueño y a que su precaria salud sólo le permitió un cortísimo pontificado.

Pablo IV, Papa.

Paulo IV o Pablo IV (en latín: Paulus PP IV), de nombre secular Gian Pietro Carafa (Capriglia Irpina, 28 de junio de 1476 – Roma, 18 de agosto de 1559) fue el 223.º papa de la Iglesia católica y el 131.º soberano de los Estados Pontificios desde 1555 hasta su fallecimiento. Datos biográficos: Sus inicios y su nombramiento episcopal: Gian Pietro (o Gianpietro o Giovanni Pietro) Carafa (o Caraffa) nació en Capriglia Irpina (actualmente en la provincia de Avellino), hijo de Giovanni Antonio de los condes Carafa della Stadera († Flandes Occidental, 1516), —de una de las más nobles familias del reino de Nápoles1 —, y de Vittoria Camponeschi, hija, a su vez, de Pietro Lalle Camponeschi, último conde de Montorio al Vomano, y de Doña María de Noronha, portuguesa, de la familia noble de Pereira, Senhores dos Lagares de El-Rei y Senhores de Paiva, Baltar e Cabeceiras de Basto. Su calidad de miembro de una ilustre e influyente familia napolitana le permitió comenzar desde muy joven su carrera eclesiástica, en la cual fue iniciado por su tío, el cardenal Oliverio Carafa. Éste lo introdujo a la Curia Romana como cameriere pontificio de la corte de Alejandro VI en el año 1500, para pasar a ser después, bajo el pontificado de Julio II, protonotario apostólico en 1503 y luego ser obispo electo de Chieti en 1505. Bajo el pontificado del papa León X actuó como nuncio apostólico en España e Inglaterra, para ser posteriormente transferido a la sede de arzobispal de Bríndisi en 1518. En 1524, el entonces papa Clemente VII le autorizó a renunciar a sus privilegios y beneficios eclesiásticos para ingresar en el “Oratorio del Amor Divino” de Roma, donde conoció a san Cayetano de Thiene con quien fundó la Orden de Clérigos Regulares, cuyos miembros fueron pronto llamados «teatinos», porque ése es el gentilicio de la ciudad de la cual Carafa era obispo, –Chieti, (en latín Teate)–. Tras el Saco de Roma, en 1527, la Orden de los teatinos es trasladada a Venecia. El cardenalato: El papa Pablo III convocó a Gian Pietro Carafa de Venecia a Roma, y en diciembre de 1536 lo creó cardenal, asignándole el título de San Pancracio extramuros. En Roma el papa le encomendó la tarea de participar en una comisión de nueve miembros creada para la reforma de la corte papal y que, en 1537, produjo un documento importante, el Consilium de Emendanda Ecclesia (o Dictamen sobre la reforma de la Iglesia, en latín), que no se puso en práctica. Ese mismo año (1537) se le confió de nuevo el gobierno de la diócesis de Chieti, la cual, mientras tanto, había sido elevada a sede metropolitana. En 1542, habiendo recibido el encargo de prefecto de la Congregación del Santo Oficio, dedicó sus esfuerzos a reorganizar los tribunales de la Inquisición que entonces eran guiados por cada diócesis en particular, para que ejerciesen sus funciones de manera coordinada. En 1549, fue nombrado arzobispo de Nápoles, pero delegó el gobierno de su diócesis a obispos auxiliares para atender sus ocupaciones en la Curia Romana, donde se distinguió tanto por su intransigencia contra las ideas


protestantes como contra los reformistas del interior de la Iglesia. En este sentido, fue promotor del Índice de libros prohibidos, que sería promulgado el 30 de diciembre de 1558 y publicado al inicio de 1559. En 1553 Carafa se convirtió en el decano del Colegio Cardenalicio. Elección al Papado: El 1 de mayo de 1555, tras solamente veintiún días de pontificado, moría en Roma el papa Marcelo II; el 15 de mayo siguiente, los cincuentaiséis cardenales de que constaba entonces el Colegio Cardenalicio, nuevamente, se reúnen para elegir al sucesor; en el cónclave, contra todo pronóstico, fue elegido Carafa como Sumo Pontífice, siendo ya octogenario, escogiendo el nombre de «Paulo IV». Papado: Política temporal: Apenas pocos meses después de acceder al papado, se firmó la Paz de Augsburgo, el 25 de septiembre de 1555, por la cual se resolvía el conflicto religioso que se había desatado tras la Reforma protestante. Sin embargo, Paulo IV, de carácter rígido, severo e inflexible, acérrimo enemigo del emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, expropió los bienes de la familia Colonna y, aliándose con Enrique II de Francia que había enviado a un cuerpo de expedición bajo el comando de Francisco I de Lorena, duque de Guisa, entabló la guerra contra el reino de Nápoles. La guerra (septiembre de 1556 - septiembre de 1557), paralela al conflicto entre franceses y españoles en Flandes, concluyó tras la derrota de los franceses en la batalla de San Quintín, pero tuvo un éxito relativo, debido a que las tropas del Gran Duque de Alba, a la sazón virrey de Nápoles, llegaron a las puertas de Roma, al grado de que se temiera un nuevo “saco”, como el que había acontecido en 1527. Pablo IV promovió a sus sobrinos a cargos honoríficos: Carlo Carafa fue hecho cardenal nepote y Giovanni Carafa, capitán general de la Iglesia y duque de Paliano, mientras que otros parientes recibieron favores y prebendas, muchas veces sustraídas de quienes apoyaban a los españoles. De cualquier modo, hacia el final de su pontificado, el papa avergonzó en público a sus sobrinos y los expulsó de su corte. En total, el papa Carafa creó 19 cardenales en 4 consistorios. La Inquisición: El pontificado de Pablo IV tuvo una importancia fundamental en el desarrollo de la Inquisición romana, que había sido creada por Pablo III en 1542. El el mismo cardenal Carafa fue comisario general de la Inquisición. Antes de ser elegido papa, Carafa se había distinguido por su lucha contra la herejía protestante, tanto por lo que toca a la política reformadora (véase el documento «Consilium de Emendanda Ecclesia», ya citado) como, y sobre todo, por su obra de represión de la difusión de la herejía. Durante los pontificados de Paulo III y Julio III, su fuerte personalidad se había impuesto sobre la de los otros cardenales miembros de la Congregación del Santo Oficio, contribuyendo de ese modo a alcanzar una decisiva e importante estructuración de la misma a partir de 1540. Al suceder en el solio pontificio al papa Marcelo II, Carafa tuvo la oportunidad de tomar personalmente las riendas de la Iglesia para continuar y reforzar su política antiprotestante. De ese modo, utilizó eficazmente esta institución para reprimir las infiltraciones de luteranos y reformistas en los reinos de Italia. Procesos contra cardenales y obispos: Ya desde el periodo en que presidía la Congregación del Santo Oficio, siendo todavía cardenal, Carafa había promovido y, en parte, también encausado procesos por herejía que involucraban a grandes personalidades de la Iglesia. El cardenal Carafa había puesto especial atención en el grupo de los llamados “espirituales”, quienes sostenían tesis muy próximas a las de los protestantes. En su celo, Carafa había llegado a investigar incluso a miembros tan prominentes como el cardenal Giovanni Morone y el obispo Vittore Soranzo. Se habían reunido voluminosos expedientes también sobre algunos cardenales que, por el contrario, no fueron nunca procesados, debido a la oposición del papa Julio III a una política tan represiva hacia personajes principales en la Iglesia. Entre éstos estaba el inglés Reginald Pole, quien había sido un fuerte candidato junto con el propio Carafa al


solio pontificio que ahora ocupaba éste. Pole, último arzobispo católico de Canterbury bajo el reinado de María Tudor, estaba ahora interviniendo eficazmente en el retorno de Inglaterra a la comunión con Roma, y, sin embargo, no secundaba las inflexibles demandas del papa de restitución de los bienes de la Iglesia anteriormente confiscados. Inicialmente el cardenal Pole fue, por eso, llamado a Roma a comparecer ante la Inquisición, pero esto no fue permitido por la reina María Tudor que bloqueó el requerimiento, impidiendo así que al final Pole se personase ante el tribunal religioso. Una vez que Carafa fue elegido papa, nada le impedía llevar adelante su idea de “limpieza” entre las altas personalidades del la Iglesia, para lo cual reemprendió los antiguos procesos e inauguró otros nuevos. Uno de los obispos que se halló en la obligación de enfrentar un segundo proceso fue el obispo de Bérgamo, Vittore Soranzo,3 quien había ya estado condenado en una primera ocasión al grado de perder toda jurisdicción en su diócesis, siendo sustituido por un vicario nombrado por el Santo Oficio. Si bien la ausencia de fuentes no dejan claros los caminos de este segundo proceso llevado a cabo entre 1556 y 1557, está probado que el obispo Soranzo que había sido llamado varias veces a Roma no pudo presentarse por motivos de salud. En efecto, murió el 13 de mayo de 1558, pocos días después de la conclusión del proceso que le había condenado a verse privado de su obispado. Pero el proceso contra Vittore Soranzo fue solo el preludio de un proceso mucho más importante, el que se levantó contra el cardenal Giovanni Gerolamo Morone,4 quien por años había estado en la mira de Carafa, que ahora podía actuar en su contra. El cardenal Morone fue arrestado en 1557, hecho prisionero por dos años en castillo Sant'Angelo y fue continuamente interrogado por los cardenales del Santo Oficio, entre quienes figuraba también el cardenal Michele Ghislieri, futuro papa san Pío V. No obstante que Paulo IV había prometido una condena rápida para el cardenal “reformado”, no alcanzó a ver el final del proceso, el cual llegó hasta 1560 cuando Pío IV le liberó tras fuertes presiones por parte del rey Felipe II de España. Estas importantes personalidades, protagonistas de la corriente “moderada” y “reformada” del catolicismo del siglo XVI, no fueron las únicas en ser procesadas durante el pontificado de Paulo IV. En efecto, la suya fue una operación mucho más extensa y generalizada. Entre los obispos que fueron investigados, se pueden citar: Alberto Duimio, obispo de Veglia; Andrea Centanni, obispo de Limasol, Pietro Antonio Di Capua, arzobispo de Otranto y Egidio Foscarari, obispo de Módena. Medidas contra los judíos: El 14 de julio de 1555, el papa Carafa emitió la bula Cum nimis absurdum, por la cual, junto a una nueva serie de restricciones y limitaciones, se instituía en Roma el gueto que ya existía en otras ciudades europeas.[cita requerida] Los judíos se vieron de pronto obligados a vivir recluidos en una zona específica del rione Sant'Angelo, además de verse obligados a vender sus propiedades a un precio inferior, impedidos de tener servidumbre cristiana, de que las mujeres cristianas amamantaran a los bebés judíos e, incluso, de jugar, comer, tratar con familiaridad o conversar con fieles de la cristiandad. También fueron obligados a llevar públicamente señales distintivas en sus vestimentas que permitieran identificarlos facilmente. Los hombres debían llevar sombreros glaucos, esto es, verde claro,5 y las mujeres velos o mantones del mismo color. Pablo VI envió, además, a Ancona dos comisarios extraordinarios, Giovanni Vincenzo Falangonio, jurista napolitano, y Cesare della Nave con órdenes de arrestar y procesar a todos los judíos apóstatas. Éstos, —que después recibirían el apelativo de “marranos”—, fueron sometidos a proceso por el tribunal de la Inquisición y algunos fueron condenados a ser quemados en la hoguera mientras que otros fueron condenados a tirar de los remos de las galeras de por vida. Se cuenta que, después de haber sido torturados, veinticinco marranos fueron quemados en Ancona entre marzo y junio de 1556. Medidas de censura literaria: En 1558 el Santo Oficio elaboró el primer Índice de libros prohibidos cuyo alcance se extendió a toda la cristiandad cuando fue publicado por decreto pontificio el 30 de diciembre y que serviría de base al Index librorum prohibitorum que años más tarde se promulgaría para la Iglesia universal a petición del Concilio de Trento. Aquel primer índice universal no tuvo, sin embargo, efectos prácticos en los territorios bajo jurisdicción de la Inquisición española, que ya contaba con anterioridad con su propio Índice. Las prohibiciones allí establecidas estaban divididas en tres clases:


-La primera comprendía una serie de autores cuya producción estaba vetada en su totalidad. -La segunda comprendía una serie de títulos. -La tercera todos aquellos volúmenes que no contenían indicaciones tipográficas, a las que no se les había concedido permiso eclesiástico, y todos los libros de astrología y magia. En total, teniendo en cuenta posibles errores y descuidos, el Índice se componía de títulos de 550 autores, entre los cuales había incluso autores católicos. Relación con España: La acerva antipatía de Gian Pietro Caraffa contra España se explica por la oposición connatural a la presencia de los españoles en su Nápoles natal, sentimientos que se reafirmaron durante su estancia en la corte española como nuncio del Papa León X. Su animadversión hacia todo lo español, representado por su rey, Carlos V, y después por Felipe II, le llevó a oponerse tenazmente a la política exterior de ambos monarcas, en un intento apasionado de expulsar a los españoles de Italia y acabar con la hegemonía europea de la Casa de Habsburgo. Pese a ello eligió como confesor a un español, el cardenal Juan Álvarez y Alva de Toledo. Emulando a Julio II en su grito de «fuera los bárbaros» y utilizando sus mismos procedimientos, Paulo IV, que no se veía a sí mismo con capacidad bélica para enfrentarse a los ejércitos españoles, apremió a Francia, con quien España acababa de firmar el tratado de paz de Vaucelles (1556), para que atacase las posesiones españolas en Italia, aprovechando que Carlos I había abdicado en su hijo Felipe II. Así pues, roto el tratado por instigación papal, Enrique II dirigió contra las posesiones hispanas en el sur de Italia un ejército al que se sumaron tropas pontificias al mando del duque de Guisa. Pero allí les esperaba, prevenido, el virrey de Nápoles, Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, quien al frente de un nutrido y bien adiestrado ejército español no esperó a que el enemigo llegase hasta él, sino que tomó la iniciativa y marchó hacia Roma. Batió a los franceses en todos sus encuentros ocupando diversas plazas pertenecientes a los Estados Pontificios, entra ellas la misma Anagni, dejando constancia de que la captura era circunstancial y que las retendría sólo hasta que el Papa Caraffa fuese depuesto y sustituido. En abril de 1557 obtuvo un resonado triunfo en Civitella del Tronto donde el ejército franco-papal quedó seriamente desgastado. Su mermada fuerza se desmoronó finalmente cuando el 10 de agosto de ese año las tropas de Felipe II infligieron a las francesas el rotundo descalabro de San Quintín y el duque de Guisa fue llamado precipitadamente a la defensa de su propio país. El duque de Alba entró en Roma sin oposición; allí encontró al Papa destrozado y rendido que suplicaba la paz. Se le concedió. Paulo IV se comprometió a no fomentar ni hacer la guerra al monarca español y a no realizar nuevas fortificaciones en las plazas de soberanía eclesiástica. Asimilada la dura lección, Paulo IV se apartó de los asuntos políticos y desistió de continuar anteriores acciones bélicas, movido además por el hecho de que, el 3 de abril de 1559, se firmaba la paz de Cateau-Cambrésis entre Felipe II y Enrique II, con lo que se daban por concluidas las guerras italianas entre sus respectivos países. No obstante, tanto el retirado emperador Carlos, como su hijo Felipe, fueron objeto de sendos anatemas papales al ser excomulgados por Paulo IV. Muerte: Paulo IV murió el 18 de agosto de 1559 sus restos fueron colocados en la basílica de san Pedro y trasladados posteriormente a la basílica de Santa Maria sopra Minerva. El haber desarrollado excepcionalmente la Inquisición romana, le atrajo la animadversión de los ciudadanos de Roma. Los mismos que habían celebrado su nombramiento pontificio con la erección, en su honor, de una estatua suya en la Colina Capitolina, un lugar descollado de la ciudad, al día siguiente de su muerte, derribaron y mutilaron aquélla y, no conformes con este simbólico acto de repudio, incendiaron el palacio de la Inquisición, saquearon el convento de los dominicos y pusieron en libertad a los reos inquisitoriales. La profecía de San Malaquías refiere para este papa el apelativo de «De fide Petri» (De la fe de Pedro), calificativo que haría referencia tanto a su nombre (Pedro) como a su apellido (Carafa, que significa fe).

Pío IV, Papa.


Pío IV (* Milán, 31 de marzo de 1499 – † Roma, 9 de diciembre de 1565) fue el papa n.º 224º de la Iglesia católica de 1559 a 1565. Biografía: Giovanni Angelo Medici, perteneciente a una rama secundaria de los Médicis florentinos, conocido por eso como el Medichino, era hijo de Bernardino dei Medici di Nosiggia y de Cecilia Serbelloni. Tras acceder a la diginidad papal se esforzó desde el principio en paliar los desastrosos efectos de la estrategia de enfrentamiento de su predecesor Paulo IV. Estrechó lazos de buena concordia con la regente francesa Catalina de Médicis (Médicis, en definitiva, como él) y, sobre todo, abjuró de la malquerencia de su predecesor hacia Felipe II, con quien mantuvo en lo sucesivo una cordial relación. En todo caso, el clima internacional era en estos momentos más propicio a la consumación del inconcluso Concilio de Trento. Seguía habiendo, a pesar de todo, un cierto talante objetor entre aquellos a quienes incumbía su prosecución y remate: Felipe II, viudo de la reina María Tudor de Inglaterra, no desechaba ciertas aspiraciones a mantener la condición de rey consorte uniéndose ahora en matrimonio a la protestante Isabel I; a Fernando I de Austria, como le sucediera antes a Carlos V, le convenía, más que un concilio condenatorio de las doctrinas luteranas seguidas por un elevado número de sus súbditos, unas asambleas coloquiales de entendimiento y pacto consensual; algo similar pretendía Catalina, en cuyo reino iba tomando crecido auge el movimiento protestante. En Francia dejó de ser posible cualquier arreglo cuando, a raíz de la promulgación en enero de 1562 de un edicto contra los hugonotes, la intervención manu militari de Francisco de Guisa en Vassy intentando imponer su cumplimiento acabó en una matanza que provocó el estallido de la guerra civil. Por su parte, el fracaso de la inicial propuesta matrimonial de Felipe II le llevó a tomar por esposa en 1559 a Isabel de Valois, hija de Enrique II y Catalina de Médicis, con lo que se acercó a Francia y se apartó de cualquier tentación de moderada tolerancia del anglicanismo. La situación era, pues, digna de ser aprovechada. Pío IV convocó a la cristiandad para que acudiera a Trento a la reanudación del concilio. En enero de 1562 entraba el sínodo en su última fase que se prolongaría hasta el 3 de diciembre de 1563. Por fin hubo acuerdo sobre importantes aspectos dogmáticos y se declaraba anatematizada la herejía protestante.

Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Aesculapii farmacum (El fármaco de Escolapio), cita que hace referencia a su familia, los Medicis, a que era médico y a que el dios romano de la medicina era Escolapio.

Pío V, Papa.


San Pío PP V O.P. (Bosco, 17 de enero de 1504 – Roma, 1 de mayo de 1572), nacido Antonio Michele Ghislieri, fue un fraile dominico, comisario general de la Inquisición romana, elegido papa número 225 de la Iglesia católica, entre 1566 y su fallecimiento, y que fue canonizado por el papa Clemente XI en 1712. Carrera eclesiástica: Pío V nació como Antonio Michele Ghislieri en Bosco, Ducado de Milán (hoy Bosco Marengo en la provincia de Alessandria, Piamonte, Italia), a la edad de catorce años entró en la Orden de Predicadores, tomando el nombre de Michele; de allí pasó del monasterio de Voghera al de Vigevano, y después a Bolonia. Fue ordenado sacerdote en Génova en 1528, y radicó en Pavía, donde enseñó por los próximos dieciséis años. Pronto dio muestras de sus opiniones cuando expuso en Parma treinta tesis en defensa del papado y contra las herejías de su tiempo. En contraste con la laxitud moral imperante a la sazón en la Iglesia Católica, Ghislieri se mostró severo y estricto, lo cual le granjeó cierta fama entre sus superiores como un enérgico disciplinario y fue nombrado inquisidor en Como. Su celo reformista provocó, sin embargo, tales resentimientos que fue obligado en 1550 a regresar a Roma, donde, después de haber servido en diversas misiones inquisitoriales fue electo al comisariado de la Santa Sede. El papa Paulo IV (1555–59), quien siendo cardenal ya había mostrado favoritismo hacia él, le confirió el cargo de obispo de las diócesis de Sutri y Nepi, el cardenalato con el título de Alejandrino y el honor (único para alguien que no tenía rango pontificio) de ser Gran Inquisidor. Bajo el papa Pío IV (1559–65) se convirtió en obispo de Mondovi en el Piamonte, pero su oposición al pontífice propició su despido del palacio y el fin de su autoridad como inquisidor. Pontificado: Antes de que Ghislieri pudiera retomar su episcopado, Pío IV murió y el 7 de enero de 1566 Ghislieri fue elegido para la silla papal como Pío V; gracias a sus protegidos y amigos se logró que su coronación coincidiera con su cumpleaños, diez días después. El mismo año de su elección se reunió la Dieta de Augsburgo, asamblea general del Sacro Imperio Romano Germánico, el 26 de marzo de 1566. Pío V impuso, a través de sus representantes, las nuevas directrices del Concilio de Trento en los estados católicos de Alemania, intentando detener de este modo la influencia de la Reforma Protestante en esos territorios y dando inicio efectivo a la Contrarreforma o Reforma católica. Tal y como había ejercido el cargo de Gran Inquisidor, Pío V se propuso restaurar la disciplina y moralidad de Roma encauzando la vida espiritual del mundo cristiano, y aun la terrenal también, pues como tantos otros papas teocráticos que le habían precedido, mediante la bula In cœna Domini proclamó la supremacía de la iglesia de Roma y de su cabeza visible sobre todos los poderes civiles y sobre quienes los ostentaban.


Entre sus primeras acciones llevó a cabo una drástica reducción en el costo de la corte papal de la misma manera que lo había hecho en la orden de los dominicos a la cual había pertenecido; además, obligó a los obispos a residir en sus diócesis, reguló los hospicios, expulsó a las prostitutas de Roma y reafirmó la importancia de las ceremonias en general y de la liturgia de la misa en particular. Intentó de esta manera poner en práctica los acuerdos del Concilio de Trento e impulsar su espíritu contrarreformista con firmeza; incrementó el poder de la Inquisición e hizo que la forma de las misas se uniformara mediante la promulgación de la bula Quo Primum tempore, de 1570. Pío V hizo de la misa llamada tridentina o gregoriana el único modelo para la Iglesia Católica Romana, excepto allí donde la liturgia de la misa fuera anterior a 1370 y aún estuviera en uso. Esta forma de la misa ha permanecido esencialmente intacta hasta hoy. En 1970, a raíz del Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI promulgó un nuevo rito, que Benedicto XVI ha llamado rito ordinario, para la Iglesia universal, aunque sin derogar jamás la forma tridentina o tradicional codificada por Pío V y que queda en la actualidad como forma extraordinaria. En Roma, encargó al pintor Daniele da Volterra que cubriese en parte las figuras trazadas en la Capilla Sixtina por Miguel Ángel, que las había pintado desnudas en su mayoría. Asimismo mereció su desaprobación la costumbre arraigada de lidiar toros; la bula De salutis gregis dominici de 1 de noviembre de 1567 prohibía, bajo la razón de acto suicida estos espectáculos bajo pena de excomunión a perpetuidad. Financió con cargo al erario pontificio la participación de la Iglesia en las guerras santas en Francia contra los hugonotes y la expulsión de los judíos de los estados de su jurisdicción.

Contra el Imperio Otomano promovió el papa la Liga Santa que quedó constituida por España, Venecia y los propios Estados Pontificios, con participación genovesa. Al frente de las fuerzas combinadas puso el papa a don Juan de Austria, hermanastro del rey Felipe II de España, a quien definió, utilizando la cita evangélica referida a Juan el Bautista, como «un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan». Las capitulaciones de la Liga fijaban detalladamente los recursos militares con que había de contribuir cada uno de los participantes. El papa asumió el compromiso de aportar 12 galeras aparejadas y dispuestas, 3.000 soldados de infantería y 270 jinetes con sus monturas. También se comprometieron los coaligados a acudir en socorro de cualquiera de los miembros de la Liga que se viese atacado por los turcos, en especial si los territorios en peligro eran los de la Santa Sede. Como cláusula de penalización para quien no atendiese sus obligaciones de confederado, el Papa impuso en las estipulaciones la pena de excomunión latae sententiae y el entredicho con pérdida de sus posesiones y liberación del juramento de fidelidad de sus súbditos. En 1567, Pío V promulgó una bula papal, en la que ordenaba que fuesen trasladadas parte de las reliquias de los santos Justo y Pastor desde Huesca a Alcalá de Henares, ciudad de su cuna y martirio. En noviembre de ese mismo año, Felipe II y su hijo el príncipe Carlos, enviaron una carta cada uno dirigida al obispo de Huesca para que cumpliese con lo ordenado por el papa. Así fue como parte de las reliquias de los santos Justo y Pastor fueron remitidas a la ciudad de Alcalá de Henares de la que son patronos los "Santos Niños". En julio de 1571, Pío V decretó a la Universidad San Marcos de Lima como Pontificia, ello durante el gobierno del virrey Francisco Álvarez de Toledo, en el Perú, y el reinado de Felipe II. Pío V murió el 1 de mayo de 1572 afectado por un cáncer a los 68 años, unos meses después de que la armada de la Liga Santa obtuviese un gran triunfo en la batalla de Lepanto, en su lucha contra los turcos musulmanes, el 7 de octubre de 1571. En contraste con las medidas en ocasiones drásticas y rígidas que promovió, Pío V era, al parecer, una persona de trato bondadoso y afable, y desde luego muy admirado por sus contemporáneos por su intensa vida espiritual, su austeridad y su piedad. Curiosidades: Las profecías apócrifas atribuidas a San Malaquías se refieren a este papa como Angelus nemorosus o El ángel de los bosques, cita que hace referencia a que su nombre de pila era el de un ángel y a que su lugar de nacimiento fue Bosco (bosque).


Promulgó la bula "De Salute gregis Dominici" (1.er de noviembre de 1567), por medio de la cual prohibió los juegos taurinos, "estos sangrientos y vergonzosos espectáculos dignos de los demonios y no de los hombres", así como cualquier participación activa o pasiva en ellos. En su decreto, el Papa advertía que "Si alguno llegase a encontrar en estos (juegos) la muerte, que la sepultura eclesiástica le sea negada", precisando además que "prohibimos e impedimos, en virtud de que la presente Constitución estará vigente para siempre, so pena de incurrir ipso facto en la excomunión, permitir que tengan lugar espectáculos de este tipo, donde se hostigue a toros y otras bestias salvajes (...) Prohibimos igualmente, bajo pena de excomunión y de anatema, a los clérigos así como a los seglares (…) asistir a estos espectáculos. (...) Si alguno llegase a encontrar en éstos la muerte, que la sepultura eclesiástica le sea negada". Pío V termina aclarando que "Ordenamos a todos nuestros hermanos patriarcas, primados, arzobispos y obispos, y a nuestros ordinarios locales en virtud de santa obediencia, apelando al juicio divino y a la amenaza de la maldición eterna, que hagan publicar suficientemente nuestro escrito en las ciudades y diócesis propias y cuiden que se cumpla lo que arriba hemos ordenado (...) Queremos que el presente escrito se haga público en la forma acostumbrada en nuestra Cancillería Apostólica y se cuente entre las constituciones que estarán vigentes perpetuamente." A él se debe que los papas utilicen el hábito blanco (sotana blanca) ya que aun habiendo sido elegido sumo pontífice no dejó de usar el hábito de los dominicos, el cual es de color blanco.

Gregorio XIII, Papa.

Gregorio XIII (en latín: Gregorius XIII; Bolonia, 7 de enero de 1502-Roma, 10 de abril de 1585), de nombre secular Ugo Buoncompagni, fue el papa n.º 226 de la Iglesia católica de 1572 a 1585. Orígenes y formación: Nacido Ugo Buoncompagni, estudió jurisprudencia en la universidad de Bolonia y tras doctorarse en derecho en 1530, desde 1531 ejerció como profesor contándose entre sus alumnos figuras de la importancia de Carlos Borromeo, Alejandro Farnesio y Reginald Pole. Carrera eclesiástica: En 1539, fue reclamado en Roma por el cardenal Parisio e inició su carrera eclesiástica que le llevó a ordenarse sacerdote en 1542, tras lo cual actuó para el papa Pablo III como juez de la capital, abreviador papal y refrendador del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica hasta que, en 1546 fue enviado como auditor al Concilio de Trento. En 1558, el papa Pablo IV lo nombra obispo de Vieste y en 1561 volvió nuevamente al concilio de Trento donde permanecería hasta su clausura en 1563 en calidad de asesor del legado pontificio, el cardenal Simonetta.


Tras su regreso a Roma fue nombrado, el 12 de marzo de 1565, cardenal presbítero de San Sixto y enviado como delegado pontificio a España para intervenir en el proceso inquisitorial iniciado al cardenal de Toledo, Bartolomé Carranza. Su estancia en España le permitirá conocer al rey Felipe II y atraerse su simpatía, hecho que será decisivo en su elección como papa. Papado: Elección: Tras la muerte de Pío V, el Colegio cardenalicio reunido en cónclave eligió en un solo día al cardenal Buoncompagni como nuevo papa gracias a la influencia que ejerció el rey de España, Felipe II. Adoptó el nombre de Gregorio XIII como homenaje al gran papa Gregorio I el Grande, y a pesar de la avanzada edad a la que fue elegido, setenta años, demostrará una inflexible energía y voluntad en la regeneración de la Iglesia, continuando la labor iniciada por su predecesor Pío V. Reforma de la Iglesia: Empeñado en la renovación moral de la Iglesia, ya en su primer consistorio comunicó a los cardenales su intención de hacer cumplir estrictamente los cánones aprobados en el Concilio de Trento, mostrándose asimismo inflexible en la obligación de los obispos de residir en sus respectivas sedes. Incentivó la creación de colegios y seminarios en los que se formaran, cultural y moralmente, los futuros sacerdotes y misioneros. Al frente de estos centros puso a la Compañía de Jesús que se convirtió en uno de sus principales pilares de su labor reformadora, lo que le supuso a la orden ser favorecida con la concesión de numerosos beneficios, destacando entre ellos el apoyo que el papa prestó al Colegio Romano que había sido fundado por Ignacio de Loyola en 1551 y que, en 1584, se ampliaría y cambiaría su sede y su nombre por el de Pontificia Universidad Gregoriana en honor a su protector el papa. También creó una comisión para actualizar y ampliar el Index Librorum Prohibitorum. El calendario gregoriano: La reforma del Calendario Juliano, utilizado desde que Julio César lo instauró en el año 46 a. C., para dar paso al vigente Calendario Gregoriano, al que va ligado su nombre, ha hecho de él un personaje de popular notoriedad. Instaurado el 4 de octubre de 1582, el nuevo calendario vino a solucionar el problema que planteaba el hecho de que el año juliano tenía 11 minutos y 14 segundos más que el año solar lo que había provocado que la diferencia acumulada hiciera que el equinoccio de primavera se adelantara en diez días. Gregorio XIII, asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius promulgó, el 24 de febrero de 1582, la bula Inter Gravissimas en la que establecía que tras el jueves 4 de octubre de 1582 seguiría el viernes 15 de octubre de 1582. Con la eliminación de estos diez días desaparecía el desfase con el año solar, y para que no volviera a producirse, se eliminaron en el nuevo calendario tres años bisiestos cada cuatro siglos. Así, el calendario gregoriano es su legado más valioso y reconocido para la Humanidad. Política exterior: Dos tradicionales problemas seguían vigentes y ambos tenían que ver con la expansión de sendos poderes ajenos al de la iglesia que él encabezaba: el creciente poderío turco y el no menos activo protestante. Tras la batalla de Lepanto, la Liga Santa sólo se mantuvo durante dos años, descomponiéndose en 1573 lo que supuso que Venecia reanudara sus relaciones comerciales con el Imperio otomano, y que España sellará en 1580 una tregua con el sultán para volcarse en los asuntos europeos. El papa no logró comprometer ni a Francia ni a Alemania en su proyectada expedición contra los turcos, así que no pudo gozar de la satisfacción de su predecesor, Pío V, de ver resplandecer la cruz sobre la media luna. La Noche de San Bartolomé: En Francia, los hugonotes, con Gaspar de Coligny al frente, estaban alcanzando cotas de poder preocupantes para la católica monarquía. La concentración en París de numerosas figuras de este partido político-religioso con motivo de la boda de Enrique de Navarra, el futuro Enrique IV, con Margarita de Valois dio ocasión a la reina madre Catalina de Médicis para ordenar, con la anuencia de Carlos IX, el asesinato de los líderes hugonotes. La matanza iniciada en París y extendida inmediatamente al resto de las poblaciones galas atrapó desprevenidas e indefensas a sus víctimas, entre las que no escasearon mujeres y niños, de modo que durante la noche del 24 de


gosto de 1572, la que ha pasado a la historia como Noche de San Bartolomé, la masacre pudo alcanzar hasta 100.000 sacrificados. Parece probable que Gregorio XIII no tomase parte directa en el horror, con independencia de la constante financiación por parte de la Santa Sede de las guerras religiosas francesas. No obstante, hubo festejos en Roma para celebrar el macabro acontecimiento y se entonó en la basílica de San Pedro un solemne «Te Deum», la tradicional antífona de acción de gracias al Altísimo cuando éste dispensa a la cristiandad mercedes de gran trascendencia. El pontífice hizo grabar una medalla conmemorativa que lleva en una cara su propia efigie y en la otra un ángel con la espada desenvainada matando hugonotes bajo el lema «Ugonotiorum strages» (la destrucción de los Hugonotes). Con el mismo título representó Vasari el fausto suceso en uno de sus frescos por encargo del papa. Inglaterra: Inglaterra fue otro de sus focos de atención, y destronar por cualquier medio a la hereje y bastarda Isabel Tudor una de sus mayores obsesiones. Contra ella utilizó el oro de las arcas de la iglesia, las armas de quien estuvo dispuesto a ofrecerlas y hasta sicarios asalariados por Roma. Todas las tentativas se frustraron. Juan de Austria fue uno de los comisionados por el papa para llevar a cabo en 1578 una acción militar contra la reina británica; Niccolo Ormanetto, nuncio de su santidad en España, tenía la misión de convencer a Felipe II de que organizase desde Flandes la invasión de Inglaterra o, en su caso, prestase los medios para hacer llegar a Irlanda 2000 soldados reclutados por el papa. Nada de esto se pudo hacer; al final don Juan recibió de Gregorio XIII cincuenta mil escudos de oro y el mandato de intentar liberar a María Estuardo, pero las acuciantes necesidades pecuniarias en las empresas de Flandes le determinaron a desviar aquellos fondos a estas operaciones y la expedición inglesa no se llevó a cabo. William Allen y otros exiliados ingleses residentes en Roma concibieron invadir Inglaterra con una fuerza militar que mandaría Thomas Stukley, otro compatriota que había luchado en Lepanto, y así se lo propusieron al papa. Éste, que estaba siempre en disposición de aceptar cualquier plan cuya finalidad fuese el derrocamiento de la reina Isabel y la vuelta de sus súbditos al redil eclesiástico, lo acogió con entusiasmo. Gregorio XIII quiso involucrar en la empresa a Felipe II por medio de su embajador ante la Santa Sede, Juan de Zúñiga. El rey se mostró asimismo favorable al proyecto. Stukley embarcó en Porto Ercole hacia Irlanda con 800 infantes haciendo escala en Lisboa, donde deberían unírseles otros contingentes; como los refuerzos se hicieron esperar, debió parecerle al aventurero inglés que le sería de más provecho sumarse al rey portugués Sebastián I en sus correrías africanas aunque fuese con abandono de la misión papal, y la proyectada maniobra tampoco tuvo lugar esta vez. Al año siguiente, en 1579, organizó el pontífice una nueva expedición a Irlanda, en esta ocasión encomendada a James FitzMaurice FitzGerald, que supuso un fracaso más. En 1583 se urdía en París una maniobra para penetrar en Inglaterra por Escocia; la tramaban el duque de Guisa, el embajador español en Francia y el nuncio apostólico, en unión de exiliados ingleses. El papa Gregorio había prometido una sustancial ayuda financiera de 400.000 ducados de oro, pero no consiguió de momento el respaldo de Felipe II y no se pudo hacer efectivo el plan. Sólo quedaba por intentar el asesinato de la reina, interés papal que compartían los hermanos Enrique y Carlos, duques de Guisa y Mayenne respectivamente; el complot no tuvo éxito e Isabel I, la reencarnación de la Jezabel bíblica, permaneció en su trono a pesar de todos los intentos de Gregorio XIII por destruirla. Este fervor por llevar a cabo la empresa de Inglaterra sin reparar en gastos dejó extenuados los cofres del erario de la Santa Sede. Había que allegar fondos para la causa buscando nuevas vías de financiación. El papa, en su afán recaudatorio, fijó la atención en los feudos y baronías que la iglesia tenía cedidos a los nobles romañolos y en el escaso provecho que, a su parecer, extraía de aquellos territorios. Se propuso confiscar aquellos bienes cuyos cesionarios no estuvieran al corriente de los pagos y los que se encontraban en posesión de herederos no legítimos. La aristocracia reaccionó ante lo que interpretó como una declaración de guerra y hubo pillajes, alborotos y verdaderas matanzas. Se creó un clima de desorden en el que proliferaron toda clase de proscritos y forajidos que sembraron la Romaña de cotidianos actos de bandidaje.


Gregorio XIII no tuvo capacidad para atajar aquella epidemia ni tiempo para intentarlo, pues moría el 10 de abril de 1585 dejando los estados pontificios en plena turbulencia. Canonizaciones: Durante su pontificado, Gregorio XIII canonizó a Norberto de Magdeburgo (1582). Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Medium corpus pilarum (El cuerpo en medio de las columnas), cita que hace referencia a que en su escudo de armas figura medio cuerpo de dragón y a que el escudo del papa que le nombró cardenal, Pío IV, figuraban dos columnas.

Sixto V, Papa.

Sixto V (Grottammare, 13 de diciembre de 1521 – Roma, 27 de agosto de 1590) fue el Papa n.º 227 de la Iglesia católica, de 1585 a 1590. Orígenes y formación: Nacido como Srečko Perić, de origen serbio su familia era de refugiados que huyeron desde Kruševice, Ragusa. La huida fue consecuencia de la invasión otomana, cruzaron en una arriesgada travesía el mar Adriático, para radicarse en Montalto, cerca de Ancona y luego se trasladaron a Grottammare. Su nombre traducido al italiano es Felice Peretti: tanto el dálmata Srečko como el italiano Felice significan en español 'feliz'. Peretti es la traducción del apellido dálmata Perić. Su familia fue de humildes campesinos, por lo que años después sus enemigos le echaron en cara el haber sido porquero de niño; ingresó con tan sólo nueve años en el monasterio franciscano de Montalto donde inició sus estudios de primeras letras que completaría en las universidades de Ferrara y Bolonia, y obtuvo el grado de Doctor en Teología en 1548. Carrera eclesiástica: Fue ordenado sacerdote en 1547. Hacia 1552 tras ganar reputación como hábil dialéctico y predicador, llamó la atención de dos futuros papas, los cardenales Ghislieri (Pío V) y Caraffa (Paulo IV) lo que le supuso iniciar su carrera eclesiástica siendo enviado, en 1557 a Venecia como consejero de la Inquisición en donde destacó por su severidad hasta tal punto que los venecianos reclamaron su deposición en 1560. De nuevo en Roma y tras un breve periodo como procurador general de los franciscanos, fue enviado a España en 1565 formando parte de la legación que, encabezada por el cardenal Buoncompagni, futuro papa Gregorio XIII, intervino en el proceso abierto contra el cardenal de Toledo, Bartolomé Carranza. La violenta antipatía que surgió entre estos dos futuros papas marcaría el futuro de Felice Peretti. Con la entronización de Pío V retornó nuevamente a


Roma y en 1566 es nombrado Vicario general de los franciscanos y obispo de Sant’Agata dei Goti. Posteriormente en 1570 fue nombrado cardenal y en 1571 obispo de Fermo. El ascenso al papado de su enemigo político, Gregorio XIII, supuso su retiro de la vida pública para dedicarse al estudio y divulgación de los trabajos de San Ambrosio. Este retiro voluntario contribuyó en gran medida a que, al morir Gregorio en 1585, resultara elegido como su sucesor en el solio pontificio. Papado: El cardenal Peretti fue designado Papa el día 24 de abril de 1585, y tomó el nombre de Sixto V, en honor a Sixto IV, franciscano al igual que él. Durante su pontificado, se terminó la construcción de la Iglesia de San Jerónimo en Roma, y se dispuso que los sacerdotes que oficiaran misa en dicho recinto debían provenir de Ragusa y saber hablar el idioma dálmata. Numerosos fueron los problemas que el difunto Gregorio XIII había legado a su sucesor, entre los que destacaban los problemas de orden público y su enfrentamiento contra la reina inglesa Isabel I. El orden público: El nuevo papa, hombre curtido en los tribunales de la inquisición, era el indicado para enfrentarse al bandidaje instituido en el que había quedado sumida Italia a la muerte de su predecesor Gregorio XIII. Sirviéndose del cardenal Colonna persiguió ferozmente a cuantas cuadrillas de malhechores realizaban sus hazañas por campos y ciudades, y pronto el puente de Sant'Angelo se convirtió en una nutrida exposición de cabezas de enorme poder disuasorio. Lo doloroso es que, cuando la temible policía vaticana no pudo seguir recabando botín por falta de asaltantes lo bastante osados como para enfrentarse a los brutales métodos del papa, se dedicó a hostigar a prostitutas, ladrones y otros grupos socialmente marginados de Roma. Sixto V se creó una merecida imagen de amo cruel y concitó sobre sí el odio de sus súbditos. Consciente el propio pontífice de que el pueblo romano no habría de erigir una estatua en su memoria una vez fallecido, se la dedicó él mismo en vida en la cima del Capitolio; no debió contar con que los oprimidos ciudadanos de Roma ni pensaban ofrendársela ni estaban dispuestos a tolerar un acto de egolatría de aquella naturaleza. Una vez muerto la estatua fue retirada. La cuestión inglesa: También hacia Inglaterra y su reina se dirigió la belicosidad pontificia. Había sido él mismo quien, años atrás en 1569, había redactado la bula de excomunión de Isabel I promulgada por Pío V. Quiso unir a las naciones católicas contra la reina inglesa, pero se vio decepcionado al comprobar que no anidaba ya en las cortes europeas el viejo espíritu de cruzada, y que la defensa de la fe no movía ejércitos, salvo que mediasen otros intereses más tangibles y materiales. Al menos podía confiar en que Felipe II sí tenía sobradas razones para empeñarse de lleno en la empresa de Inglaterra. Apeló al soberano español con su peculiar y característico tono irritantemente conminativo exigiéndole, más que pidiéndole, que ejecutase «alguna empressa famosa» en pro de la religión y contra Isabel I. Felipe, que solía realizar anotaciones marginales en los documentos que él mismo leía y despachaba, apuntó en la misiva papal: «¿No les debe parecer famosa la de Flandes, ni deben pensar lo que se gasta en ella? Poco fundamento tiene lo de Inglaterra». No obstante, dada la insistencia del papa Sixto, instruyó a Olivares, embajador ante el sumo pontífice, para que se cerciorase de la auténtica voluntad de éste en aquel asunto y obtuviese de su parte un compromiso formal de colaboración económica y de respaldo político. El papa ofreció este último sin límites y el económico con cicatería: ni la mitad de los gastos, como se pretendió en principio, ni un millón de ducados, como al final se le pedía; prometió 300.000 y sin demasiadas garantías. O así le debió parecer al monarca español que, ante la contingencia de que pudiera no efectuarse el pago por fallecimiento de quien lo afianzaba con su palabra, hizo que el colegio cardenalicio jurase cumplir, llegado el caso, con la obligación asumida por el papa. Felipe II acabaría enviando en 1588, con la bendición papal, la malograda «Armada Invencible» cuyo desastre tuvo tiempo de lamentar Sixto V durante los dos años que aún sobrevivió. Embellecimiento de Roma: Durante su pontificado, Sixto V hizo construir, finalizó o reparó un gran número de


grandes monumentos y edificios en la ciudad de Roma. Entre ellas cabe destacar la construcción de la Capilla Sixtina de Santa María la Mayor, la finalización del Palacio del Quirinal, las modificaiones del Palacio de Letrán, la terminación de la cúpula de la Basílica de San Pedro, la restauración del acueducto de Septimio Severo. En la pieza clave de la cúpula de San Pedro hizo escribir: "Para la gloria de San Pedro, Sixto V, papa, en el año 1590 y el quinto año de su pontificado". Aunque en su demérito se encuentra su poco aprecio por las obras de la Roma clásica, que le llevó a usar muchas de ellas como material de construcción. Ejemplo de esto es el hecho de que ordenara retirar la estatua del emperador Trajano de lo alto de la Columna Trajana y sustituirla por una estatua de San Pedro. De igual modo retiró la estatua del emperador Marco Aurelio de la Columna de Marco Aurelio para sustituirla por una estatua de San Pablo. Canonizaciones: Durante su pontificado, Sixto V canonizó a San Hermenegildo (1585). Otros hechos: Con la constitución Immensa aeterni estableció, en 1588, que el Colegio cardenalicio estuviera compuesto por setenta cardenales. También aumentó el número de congregaciones, y en 1589 inició una revisión de la Vulgata que es conocida como la “edición sextina”. Falleció el 27 de agosto de 1590. Hay quien piensa que las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Axis in medietate signi (El hacha en medio del signo), cita que hace referencia a que en su escudo de armas figuraba un hacha cruzada sobre un león y a que el León es un signo del Zodiaco.

Urbano VII, Papa.

Urbano VII (* Roma, 4 de agosto de 1521 – † Roma, 27 de septiembre de 1590) fue el papa número 228 de la Iglesia católica en 1590. Orígenes y formación: Giovanni Battista Castagna (en castellano: Juan Bautista Castaneo), aunque nacido en Roma, era de origen genovés, hijo de un noble de esa procedencia llamado Cosimo y de la romana Constanza Ricci. Tras estudiar derecho civil y canónico, se doctoró en Bolonia, y trabajó como auditor para su tío el cardenal Girolamo Verallo. Carrera eclesiástica: Tras ser nombrado en 1553 arzobispo de Rossano, fue nombrado en 1555 gobernador de Fano bajo el pontificado de Julio III pasando, ya con Pablo IV a ser gobernador de Perugia y Umbría. Entre 1562 y 1563 actuó como legado pontificio de Pío V en el Concilio de Trento, tras lo cual acompañó al cardenal Buoncompagni, futuro Gregorio XIII, a España como miembro de la legación papal que iba a intervenir en el proceso abierto al cardenal de Toledo, Bartolomé Carranza.


Tras permanecer siete años en España en calidad de nuncio papal, regresó a Italia y, tras renunciar a la sede arzobispal de Rossano, fue enviado en 1577 como nuncio a Venecia, desde donde pasó a Bolonia como gobernador y, ya en 1578, nombrado legado extraordinario en Colonia para actuar en la conferencia de paz que daría lugar a la Unión de Arras. De nuevo en Roma fue nombrado, en 1583, cardenal presbítero de San Marcelo y en 1584 legado papal en Bolonia para, posteriormente y bajo el pontificado de Sixto V, actuar como Inquisidor general del Santo Oficio. Papado: Al morir Sixto V, en un cónclave en el que sólo participaron 54 cardenales de los 65 que entonces formaban el Colegio cardenalicio, y gracias a la influencia de los cardenales españoles, Giambattista Castagna fue elegido nuevo pontífice el 15 de septiembre de 1590. Su pontificado duró tan sólo trece días,1 ya que el 27 de septiembre de 1590 fallecía víctima de la malaria. Su papado es considerado como el más corto en la historia desde que, en 1961, la Iglesia Católica excluyó de las listas de papas legítimos a Esteban II, quien gobernó la Iglesia durante tan sólo 3 días en el año 752, sin llegar a ser nombrado formalmente como Papa. A su muerte, dejó todas sus posesiones personales a la caridad, que fueron usadas por la Arquiconfraternidad de la Anunciación para la dote de niñas pobres.

Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como De rore coeli ('Rocío del cielo'), cita que hace referencia a que fue obispo de Rossano y Ros significa 'rocío', y a que sólo gobernó la Iglesia durante trece días, un periodo tan breve como el rocío del cielo.

Gregorio XIV,Papa.

Gregorio XIV (Somma Lombardo (Italia), 11 de febrero de 1535-Roma (Italia), 16 de octubre de 1591) fue el papa nº 229 de la Iglesia católica, de 1590 a 1591. Orígenes y formación: Nacido Niccolò Sfondrati en la comuna de Somma Lombardo (actualmente en la provincia de Varese región de Lombardía, cuando formaba parte del Ducado de Milán),1 en la clase alta de la sociedad milanesa, pero fue conocido por su modesto estilo de vida y rigurosa devoción. Su padre era Francesco Sfondrati, un senador de la antigua comuna de Milán nombrado cardenal por el papa Paulo III y su madre era Anna Visconti, miembro de la Casa de Visconti y quien falleció durante el parto. Realizó sus estudios en Perugia y Padua.


Carrera eclesiástica: Fue ordenado sacerdote en 15511 y en 1560 fue consagrado obispo de Cremona por el cardenal Carlos Borromeo, participando en el Concilio de Trento entre 1561 y 1563 y siendo miembro de la comisión pro índice librorum en 1562. Cardenalato: El 12 de diciembre de 1583 fue nombrado por Gregorio XIII cardenal presbítero de Santa Cecilia. Durante este tiempo fue amigo cercano de san Felipe Neri, quien predijo su elección como Sumo Pontífice. Papado: Elección: A la muerte de Urbano VII fue elegido su sucesor en un cónclave que se prolongó durante más de dos meses debido a la injerencia en el mismo del que pretendía que el elegido fuera uno de los siete cardenales que el rey español Felipe II consideraba adecuados para ocupar el solio pontificio. Actuación pontifical: El papa Gregorio XIV no contaba con experiencia política, razón por la cual cedió la administración diplomática a su sobrino, el cardenal Paolo Emilio Sfondrati.2 Presidió dos consistorios en los cuales nombró a cinco nuevos cardenales. Su mandato no estuvo marcado por grandes acontecimientos o problemas. El único hecho relevante del mismo fue que, instigado por el rey de España y el duque de Mayenne, excomulgó a Enrique IV de Francia, que se había puesto de acuerdo con los reformistas,3 declarándolo hereje para después privarlo de sus dominios. Tras ello, ofreció a Felipe II el trono de Francia como sucesor de Enrique III de Valois, lo cual obligó a la conversión al catolicismo del sucesor legítimo Enrique IV para acceder al trono francés.

Profecía de san Malaquías: Si se aplicasen las profecías san Malaquías, a este Papa le correspondería el lema Ex antiquitate urbis (De la antigüedad de la ciudad). Sin embargo, el lema se aplica mejor al cardenal que, en el Cónclave de 1590, le disputaba el solio papal, Girolamo Simoncelli. Simoncelli era originario de Orvieto (Urbs Vetus en latín, es decir, ciudad-antigua); por el contrario, para hacer que a Sfrondati le encaje el lema Ex antiquitate urbis, hay que decir generalidades. A raíz de este dato el jesuita Claude-François Menestrier demostró en 1689 que la lista atribuida a san Malaquías de Armagh es una falsificación originada en el mismo Simoncelli o alguno de su partido para favorecer su candidatura a la muerte de Urbano VII.

Inocencio IX, Papa.

Inocencio IX (* Bolonia, Italia, 20 de julio de 1519 – † Roma, Italia, 30 de diciembre de 1591) fue el Papa n.º 230 de la Iglesia católica, en 1591. Orígenes y formación: Nacido Gian Antonio Facchinetti de Nuce en el seno de una modesta familia de trabajadores


de Cravegna, en la diócesis de Novara situada en la Italia norteña, estudió jurisprudencia graduándose en 1544 en la Universidad de Bolonia. Carrera eclesiástica: Tras su graduación pasó a convertirse en secretario del cardenal Nicolás Ardinghelli para después entrar al servicio del cardenal Alejandro Farnesio quien como sobrino del papa Paulo III y como hermano del Duque de Parma, era uno de los personajes más influyentes de su época. El cardenal Farnesio, que era arzobispo de Aviñón, envió a Fachinetti a la antigua sede papal como su representante eclesiástico para después, entre 1556 y 1558 encomendarle la gestión de sus asuntos particulares en Parma para lo cual lo nombró gobernador. En 1560 es nombrado obispo de Nicastro en Calabría, y con dicha dignidad participó en 1562 en el Concilio de Trento. En 1566 actuó como nuncio del papa Pío V en Venecia logrando sellar la alianza entre España y Venecia contra los turcos que condujo, en 1571, a la victoria de Lepanto. Tras renunciar a su sede episcopal fue nombrado, en 1572, cardenal presbítero del Patriarcado Latino de Jerusalén y, al ser elegido papa Gregorio XIV, que sufría ataques de malaria, se hará cargo de la administración papal. Papado: Antes de fallecer Gregorio XIV las dos facciones en que se encontraba dividido el Colegio cardenalicio iniciaron movimientos para designar el sucesor del enfermo pontífice. Felipe II influyó decisivamente sobre los cardenales españoles para, al igual que había ocurrido con la anterior elección que había sentado en el solio pontificio a Gregorio XIV, lograr que el nuevo pontífice le fuera favorable. El rápido cónclave concluyó con la designación de Fachinetti quién, consciente del apoyo español en su elección, apoyó durante sus dos meses de pontificado la causa de Felipe II y de la liga católica contra Enrique IV de Francia en las guerras de religión. La brevedad de su pontificado, de apenas dos meses, no permitió que el mismo destacara por ningún hecho de relevancia.

Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Pia civitas in bello (La villa piadosa en guerra), cita que hace referencia a que nació en Bolonia durante las batallas por el control de los Estados Pontificios.

Clemente VIII, Papa.

Clemente VIII (* Fano, 24 de febrero de 1536 – † Roma, 3 de marzo de 1605) fue el Papa n.º 231 de la Iglesia católica, de 1592 a 1605.


Orígenes y formación: Nacido Ippolito Aldobrandini en el seno de una distinguida familia florentina, su padre, Silvestre, era el gobernador de Florencia y su hermano, Giovanni, cardenal de la Iglesia. Estudió jurisprudencia en Padua, Perugia y Bolonia. Carrera eclesiástica: Tras graduarse, entró al servicio del cardenal Gabriele Paleotti lo que le permitió darse a conocer como jurista y obtener los cargos de abogado consistorial y auditor de la Rota y de la Dataría. Ordenado sacerdote en 1580, posiblemente influido por su asesor espiritual Felipe Neri, fue nombrado en 1585 cardenal presbítero de San Pancracio. En 1588 actuó como legado papal en Polonia donde logró la liberación del archiduque Maximiliano quien en su disputa por el trono polaco había resultado derrotado y encarcelado por Segismundo Vasa. Papado: Tras la muerte de Inocencio IX, y durante veinte días, tuvo lugar un tormentoso cónclave en el que el rey español Felipe II intentó influir para que, al igual que había ocurrido con los dos papas anteriores, resultara elegido un pontífice próximo a los intereses españoles. Sin embargo, el Colegio cardenalicio, deseoso de librarse de la influencia española en los asuntos de la Iglesia, logró que el candidato elegido fuera el cardenal Aldobrandini. Clemente VIII era tan vigoroso como Papa Sixto V (1585-90) contra el bandolerismo en las provincias de Umbría y otros territorios papales y en castigar a la Nobleza romana sublevada. Tras su ascensión al trono papal en 1592, inmediatamente tuvó que lidiar con nobles alborotadores condenados a muerte. Política religiosa: En 1594, tras sólo dos años de pontificado, tuvo que hacer frente a la controversia que enfrentaba a jesuitas y dominicos suscitada por la publicación, en 1588, de la obra del jesuita Luis de Molina “Sobre la concordia del libre albedrío con los dones de la gracia”, en la que abordaba los efectos de la gracia y el libre albedrío. Para resolver la polémica instituyó, en 1597, una comisión, la Congregatio de auxillis gratia en la que tras nueve años de sesiones estableció que la publicación de cualquier libro requería la autorización previa del Santo Oficio. En 1592 institucionalizó la práctica en todas las diócesis de la devoción de las Cuarenta horas que se había iniciado en Milán en 1527. En 1598 publicó una nueva edición de la Vulgata, realizando también nuevas ediciones del Breviario, del Misal y del Index Librorum Prohibitorum. El 19 de mayo de 1599, con la publicación de la bula Annus Domini placabilis anunció el Jubileo que habría de celebrarse en 1600 y que supondría la llegada a Roma de tres millones de peregrinos. Bulas sobre territorios: Clemente VIII decidió reglamentar el uso que hacían los judíos en los territorios pontificios. En 1592, la Bula Cum saepe accidere prohibió a la comunidad judía de Avignon, vender productos. En 1593, la bula Caeca et Obdurata reiteró el decreto de Pio V de 1569 que prohibía que los grupos semitas vivieran en los Estados Pontificios: Ancona, y Avignon. Relaciones con España y Francia: Uno de los aspectos más destacados de su pontificado fue la liberación de la Iglesia de la influencia que sobre su política ejercía el rey español Felipe II. Ello implicaba un cambio de alianzas para lo cual era necesaria su reconciliación con Francia, país con el que la Santa Sede había roto sus relaciones en 1572 a raíz de los sucesos conocidos como la Noche de San Bartolomé, y que llevaron a la excomunión de su rey, Enrique IV, por el papa Sixto V tras su abjuración del catolicismo. Las guerras de religión que provocan estos hechos se prolongan hasta 1593, año en el que Enrique IV tras verse forzado a levantar el cerco a que tenía sometido París ante la sola aproximación de los tercios españoles procedentes de Flandes, comprendió la inestabilidad de su propia corona y decidió abrazar nuevamente el catolicismo, dejando a los defensores de la ortodoxia cristiana sin razones en que basar su oposición a la nueva monarquía borbónica.

Dos años después, el 25 de julio de 1595, Clemente VIII absolvió solemnemente al rey converso, lo reconoció como rey legítimo de los franceses y lo admitió sin restricciones en el seno de la Iglesia. En 1597, Clemente VIII sacó provecho a su cambio de alianzas cuando, en octubre de 1597 moría sin descendencia


Alfonso II, duque de Ferrara, y el papa vio la ocasión de anexionar los territorios del fallecido a los Estados Pontificios. España no compartía el proyecto de Clemente y maniobró para que César de Este, un primo ilegítimo de Alfonso, diera continuidad a la dinastía. Fue entonces cuando el papa acudió a Enrique IV que le prometió la ayuda militar necesaria para llevar a término su plan. Felipe II, que por estas fechas parecía comprender que restaban pocas hojas en su calendario particular, no quiso abrir un nuevo frente de lucha y desistió de la pelea. Las tropas pontificias pudieron así entrar en Ferrara sin obstrucción, ocupar la ciudad e integrarla en las posesiones de la Iglesia. Conseguido su objetivo, el papa Clemente medió entre España y Francia para que entablasen negociaciones de paz que culminaron el 2 de mayo de 1598 con el Tratado de Vervins. Relaciones con México (Nueva España): En la entonces llamada Nueva España (hoy México), mediante bula concedida por este pontífice en Frascati, el 7 de octubre de 1595, la que hasta esas fechas llevaba el nombre Real Universidad Nacional de México se convirtió en Real y Pontificia Universidad de México. Giordano Bruno: El aspecto más sombrío del pontificado de Clemente VIII fue el proceso, condena y ejecución de Giordano Bruno. Acusado de herejía, este monje dominico murió en la hoguera el 17 de febrero de 1600. Juan Pablo II pidió públicas excusas en nombre de la Iglesia por este hecho. Canonizaciones: Durante su pontificado, Clemente VIII canonizó a Silvia de Sicilia. Aplicando las así llamadas profecías de San Malaquías a los papas, a este le correspondería el lema Crux romulea (La cruz de Rómulo).

León XI, Papa.

León XI, (* Florencia, 2 de junio de 1535 – † Roma, 27 de abril de 1605). Papa n.º 232 de la Iglesia católica en 1605. Orígenes y formación: Nacido Alessandro Octaviano de' Médici, pertenecía a una rama secundaria de la famosa familia florentina, su madre era Francisca Salviati y su padre Octaviano de Médici, por lo tanto era bisnieto por via materna de Lorenzo el Magnifico, sobrino segundo del papa León X y primo del Duque Cosme I de Medici. Quiso dedicarse a la vida monástica, pero la oposición de su madre lo impidió. Carrera eclesiástica: Tras ser ordenado sacerdote, su primo, el gran duque de Toscana Cosme I, lo envió como embajador ante el papa Pío V, permaneciendo en dicho puesto durante quince años hasta la muerte del pontífice en 1572. Nombrado obispo de Pistoia en 1573, un año después pasa a ser arzobispo de su ciudad natal, en la que no residirá hasta 1583 cuando Gregorio XIII lo nombra cardenal. Alejandro de Médici será recordado más por su labor como cardenal que como papa, ya que trabajó como agente del gran duque de Toscana Cosme I de Médici y luego para el papa Clemente VIII. En 1596, Clemente VIII lo nombra legado apostólico en París donde participará en la reconciliación del rey francés Enrique IV con la Iglesia Católica tras los sucesos que siguieron a la Noche de San Bartolomé. Papado: Su encendida defensa de la Contrarreforma y el ser partidario de san Felipe Neri le valieron a Alejandro de Médici el nombramiento de pontífice en 1605, a pesar de la oposición manifiesta del rey español Felipe III, en un cónclave de sesenta y dos cardenales dividido en tres facciones: la española, la francesa y la de los cardenales nombrados por el papa anterior. El candidato de los cardenales era César Baronio, pero habiendo criticado los métodos de la administración española en el sur de Italia, su nombre fue rechazado por el rey. Apoyado por los españoles y por los cardenales franceses, resultó elegido. En su elección tuvo singular importancia el


apoyo financiero de 300.000 escudos que el rey francés Enrique IV, quien tras su boda con María de Médici se había convertido en pariente de Clemente, le prestó. Su papado duró pocas semanas. Falleció en un momento, precisamente, en que Europa entraba en una nueva fase de conflictos y controversias religiosas. La Villa Médici, situada en el inicio de Roma, sede actual de la Academia de Francia, lleva su nombre. Su breve pontificado, de tan sólo veintisiete días, y que le valió que los florentinos le apodasen Papa Lampo (Papa relámpago), se caracterizó por la gran defensa de la independencia eclesiástica respecto a Francia y la lucha contra el nepotismo. Su trabajo consistió en mantener buenas relaciones entre Enrique IV, Roma y restablecer la paz con el rey español Felipe III, estableció una red de espías para la Santa Alianza, que se mantendría hasta el reinado de Napoleón. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Undosus vir (El varón ondulado), cita que al parecer hace referencia a la duración de su pontificado, tan breve “como una ola”.

Pablo V, Papa.

Paulo V o Pablo V (en latín:Paulus PP. V) (Roma, 17 de septiembre de 1552 – Roma, 28 de enero de 1621) fue el 233º papa de la Iglesia católica entre 1605 y 1621. Orígenes y formación: Nacido Camillo Borghese en el seno de una noble familia de Siena, que aseguraba estar emparentada con Santa Catalina, tras cursar estudios de derecho canónico en las universidades de Perugia y Padua se dedicó a la abogacía. Hijo de Marcantonio, decano de los abogados consistoriales, y de Flaminia Astalli, Camilo estudió filosofía en la Universidad de Perugia y derecho en Padua, donde consiguió el doctorado. Volvió a Roma y sucedió a su padre en el cargo de abogado consistorial, luego ocupó los puestos de refrendatario del tribunal de la Signatura, vicario de Santa María la Mayor y vicelegado de Sixto V en Bolonia. Carrera eclesiástica: En 1593 Clemente VIII le nombró legado extraordinario ante Felipe II y, a su retorno, el 15 de junio de 1596 le concedió la púrpura cardenalicia; al año siguiente le nombró obispo de Jesi y en 1603 se convirtió en el cardenal vicario de Roma. Papado: A la muerte de León XI (27 de abril de 1605) fue elegido Papa el 16 de mayo, imponiéndose a candidatos en principio mejor colocados como los cardenales César Baronio y Roberto Belarmino gracias a su neutralidad y equidistancia entre las distintas facciones en que se hallaba dividido el cónclave. Tomó el nombre de Paulo V, en


recuerdo de Paulo III que había protegido a su padre. A diferencia de los papas anteriores, que solían dejarse toda la barba, Pablo V fue el primero que sólo se dejó una pequeña perilla, cosa en la que le imitaron sus sucesores hasta Inocencio XII. El nuevo papa era un hombre muy reflexivo, que odiaba la precipitación, por lo que la solución de los problemas avanzó con gran lentitud. Su primera actuación como pontífice fue, siguiendo lo decretado en el Concilio de Trento, ordenar que los obispos que habían establecido su residencia en Roma, volviesen a establecerse en sus respectivas diócesis. Conflicto con Venecia: La insistencia del nuevo Papa sobre la jurisdicción eclesiástica le llevó a diversas disputas y enfrentamientos con distintos Estados, entre los que destacó el que mantuvo con la República de Venecia que había promulgado dos leyes que supusieron el enfrentamiento con Roma. La primera prohibía la enajenación de bienes raíces a favor del clero y la segunda exigía la aprobación del poder civil para la construcción de nuevas iglesias. El papa elevó enérgicas e inútiles protestas y el episodio se enconó. A la excomunión lanzada por Paulo V contra el dux y el senado de Venecia, respondió ésta con la expulsión de jesuitas, teatinos y capuchinos -el clero secular había hecho causa con la República-, a cuya acción replicó el papa por su parte con el entredicho dictado sobre la ciudad lacustre. Para solucionar el conflicto fue necesaria la mediación de España y Francia pero no en el terreno militar, como demandaba el papa, sino en la vía diplomática ya que ambos estados se negaron al envió de tropas en apoyo del pontífice. La intervención diplomática de ambas potencias logró que, en 1607, Paulo V levantase los anatemas lanzados contra los venecianos y que estos permitieran el retorno de capuchinos y teatinos -no de los jesuitas-, pero las leyes objeto del enfrentamiento no fueron retiradas. Conflicto con Inglaterra: Otro hecho vino a enturbiar más la relación de la Iglesia de Roma con la disidente Inglaterra. Un exaltado católico, Guy Fawkes, había planeado volar la sede del Parlamento inglés durante la sesión de apertura del año 1605, se acopiaron los suficientes barriles de pólvora en su sótano. Todo estaba dispuesto para el brutal atentado, que no llegó a perpetrarse porque se descubrió la conjura en el último momento. El incidente, conocido en la historia como «la conspiración de la pólvora», determinó que Jacobo I exigiera a todos sus súbditos un juramento de fidelidad en cuyo texto se recogía un reconocimiento expreso a que el papa no poseía la facultad de destituir al rey. Pablo V prohibió a los católicos ingleses que jurasen lealtad a su rey, lo que puso a éstos en una situación comprometida y dio lugar a nuevos rigores contra los que siguieron las consignas papales.


Galileo Galilei: Pablo V intentó asimismo silenciar a Galileo Galilei con quien se reunió en 1616. Galileo proclamaba las teorías heliocéntricas de Copérnico y pretendía demostrar, en aparente oposición a las Sagradas Escrituras, que era la tierra la que giraba en torno al sol.1 Por último, durante su pontificado canonizó a San Carlos Borromeo y beatificó a Santa Teresa, a Ignacio de Loyola, a San Felipe Neri, a San Francisco Javier y a Isidro Labrador. Como otros muchos papas, fue acusado de nepotismo: su sobrino, el cardenal Scipione Borghese, dispuso de enorme poder y consolidó la trayectoria de la familia Borghese. Información posterior: Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Gens perversa (Estirpe perversa2 ), cita que al parecer hace referencia a que durante su pontificado tuvo que hacer frente a herejía bohemia. Otra lectura de la profecía sugiere que hace referencia a que en el escudo de armas del papa figuraban un dragón y un águila, animales que la creencia popular consideraba perversos.

Gregorio XV, Papa.

Gregorio XV, (* Bolonia, 9 de enero de 1554 – † Roma, 8 de julio de 1623). Papa n.º 234 de la Iglesia católica entre 1621 y 1623. Orígenes y formación: Nacido Alessandro Ludovisi en el seno de una noble familia, estudió humanidades y filosofía con los jesuitas en el Colegio Romano de Roma, y jurisprudencia y leyes en la universidad de Bolonia. Carrera eclesiástica: Tras doctorarse fue nombrado por Gregorio XIII juez del Capitolio y, ya bajo el pontificado de Clemente VIII, miembro del Tribunal de la Rota. En 1612, Paulo V le nombra arzobispo de Bolonia y lo envía, en 1616, como legado pontificio al Ducado de Saboya con la misión de mediar entre el duque Carlos Manuel I y el rey español Felipe III en su enfrentamiento por el Ducado de Monferrat. En ese mismo año es nombrado cardenal presbítero de Santa María Transportina y regresa a su ciudad natal donde permanecerá hasta que en 1621 vuelve a Roma para participar en el cónclave que habría de elegir al sucesor de Paulo V. Papado: Elección: En dicho cónclave fue elegido como nuevo papa gracias a la influencia del cardenal Borghese y está considerado como el último pontífice en ser electo por aclamación. Actuación pontifical: Su avanzada edad, sesenta y siete años, y su delicado estado de salud hicieron que se apoyase para gobernar la Iglesia en su joven sobrino Ludovico Ludovisi a quien otorgó el capelo cardenalicio cuando sólo habían transcurrido tres días desde su elección. Ese mismo día nombró a su hermano Horacio al frente de la armada papal. Uno de los aspectos más importantes de su pontificado fue su empeño en acabar con las injerencias de las naciones europeas en las elecciones papales. En este sentido promulgó, en 1621, la bula Aeterni Patris Filius seguida, en 1622, por la Decet Romanorum Pontificem y que recogen las normas básicas que habrían de regir a partir de entonces, y hasta la actualidad, los futuros cónclaves. En dichas bulas se establecía que el voto sería secreto, que los cardenales no se votasen a sí mismos y se establecían tres modalidades de elección: por inspiración, por adoración y por aclamación. No obstante no se eliminó el derecho a veto por lo que la injerencia en la elección se mantuvo al menos de forma indirecta. También promulgó la bula Inscrutabili divinae providentiae fundando, en 1622, la Congregación de la Propaganda de la Fe con la misión de difundir la fe católica en el mundo. Gregorio XV participó poco en las políticas europeas de la época, aunque asistió económicamente al emperador Fernando II de Habsburgo contra los protestantes, y a Segismundo III de Polonia contra los turcos. También es de destacar en su pontificado la promulgación, en 1623, de la constitución Omnipotentis Dei considerada


como la última ordenanza papal sobre la brujería y que supuso una atenuación de los castigos y penas. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como In tribulatione pacis (En la tribulación de la paz), cita que al parecer hace referencia a que logró reconciliar con grandes esfuerzos al Rey de España con el duque de Saboya.

Urbano VIII,Papa.

Urbano VIII, (* Florencia, Abril de 1568 – † Roma, 29 de julio de 1644). Papa n.º 235 de la Iglesia católica entre 1623 y 1644. Orígenes y formación: Nacido Maffeo Barberini en el seno de una noble familia florentina al quedar huérfano de padre, fue enviado por su madre a Roma bajo la protección de su tío Francesco Barberini que ocupaba el cargo de protonotario apostólico. Educado por los jesuitas en el Colegio Romano pasó a la universidad de Pisa donde, en 1589, se doctoró en leyes. Carrera eclesiástica: Tras volver a Roma, comenzó a trabajar para la administración pontificia como abreviador apostólico y refrendario del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica. En 1592, el papa Clemente VIII le nombró gobernador de Fano y después protonotario apostólico hasta que, en 1601 fue nombrado legado papal y enviado a Francia para entregar a los reyes Enrique IV y María de Médici la fascie benedette con ocasión del nacimiento del delfín Luis XIII. En 1604 fue nombrado arzobispo de Nazaret y enviado a París como nuncio apostólico hasta que en 1606 el papa Paulo V lo nombró cardenal presbítero, y en 1608 arzobispo de Spoleto. Papado: Elección: Tras la muerte de Gregorio XV, el Colegio cardenalicio estaba compuesto por sesenta y seis miembros de los que sólo cincuenta y cuatro se reunieron en cónclave para designar al sucesor de San Pedro. Dividido en dos facciones, la española y la francesa, el cónclave no conseguía decantarse por un sucesor y sólo tras varias sesiones, y ante el peligro que supuso una epidemia de malaria que se desató sobre Roma, logró que finalmente cincuenta de los cardenales reunidos eligieran al cardenal Barberini como nuevo pontífice. Una de sus primeras medidas como pontífice fue la canonización de San Felipe Neri estableciendo además que los procesos de beatificación eran exclusivos de la Santa Sede y prohibiendo el uso en las representaciones artísticas de la aureola en personas no beatificadas o canonizadas. Posteriormente también elevó a los altares a Isabel de Portugal


(1625) y Andrés Corsini (1629) y también beatificó a Cayetano de Thiene (1629). En 1639 reafirmó la prohibición de esclavizar a los indígenas. Los Estados Pontificios se vieron incrementados durante su mandato con la incorporación del condado de Urbino. Esta anexión territorial se logró sin mediar una acción militar ya que el papa persuadió al anciano duque Francesco Maria II Della Rovere para que le cediera sus posesiones que pasaron a engrosar las de la iglesia. De esta forma se alcanzó la mayor extensión de que habían gozado nunca los territorios civilmente jurisdiccionales de la iglesia. Nepotismo: Urbano VIII nombró, a los pocos días de su nombramiento papal, cardenal a su sobrino Francesco Barberini, poniéndolo al frente de la Biblioteca Vaticana; a su también sobrino Antonio Barberini lo hizo igualmente cardenal nombrándolo camarlengo y comandante en jefe de las tropas pontificias; a un tercer sobrino, Tadeo Barberini, también alcanzó el cardenalato y nombrado prefecto de Roma y general de las tropas papales. Por último, a su hermano Antonio Marcelo tras nombrarlo cardenal lo hizo gran penitenciario. Este comportamiento hizo sentenciar al pueblo romano: quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini (Lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini). Inducido por sus parientes, que querían hacerse con los ducados de Castro y Ronciglione, Urbano VIII entabló una indecorosa guerra contra el señor de estos territorios, el duque de Parma, Odoardo I Farnesio. Tras intentar la quiebra económica del Farnesio mediante la prohibición de la importación a Roma del grano procedente del ducado de Castro, en octubre de 1641, las tropas papales invadieron el territorio ducal, a la par que excomulgaba a Odoardo y le privaba nominalmente de todas sus posesiones. El duque de Parma reaccionó formando una coalición contra el papa a la que se adhirieron Toscana, Módena y Venecia, logrando derrotar a las fuerzas pontificias y proponiendo negociaciones de paz que no fueron aceptadas por Urbano VIII. Continuó la lucha y, por fin, ante la superioridad bélica de los coligados, el papa se vio forzado a capitular de forma humillante en marzo de 1644. De no haber sido por el apoyo recibido de Francia, Roma hubiera sido conquistada por sus adversarios, por ello, y quizás consciente de su debilidad militar, Urbano VIII se consagró a la creación de un potente ejército y a la fortificación de sus territorios. Fundó una fábrica de armas en Tívoli, reforzó todas las estructuras defensivas de sus plazas de soberanía y levantó baluartes en torno a Sant’Angelo y Civitavecchia, empleando en todo ello enormes sumas sustraídas del erario de san Pedro. Galileo Galilei: En los primeros años de su pontificado se proclamó como protector de las ciencias y el arte, esto significó un estallido de eufória entre la comunidad de los Linces. Urbano VIII fue un gran amigo de Galileo, incluso antes de subir al trono pontificio le escribió un poema en su honor titulado Adulatio Perniciosa. Galileo le retribuyó este acto con la dedicación de su libro Il Saggiatore. Sin embargo en 1630, después de la difusión de la obra magna de Galileo Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, Urbano VIII cambió radicalmente su postura hacia el sistema copernicano (defendido por Galileo), debido a que algunos de sus consejeros apelaban a la idea de que «Simplicio», el personaje necio e ignorante de la obra, defensor de las ideas aristotélicas, fue creado por Galileo para ridiculizarlo a él mismo. Urbano VIII estuvo presente en el juicio que se siguió contra Galileo el 23 de septiembre de 1632 y el 22 de junio de 1633, en el que éste se vio obligado a retractarse de sus tesis sobre el heliocentrismo. El 31 de octubre de 1992 Juan Pablo II reconoció los errores de la iglesia en el caso de Galileo. En su discurso, mencionó los errores cometidos por la mayoría de los teólogos de la época, pero no mencionaba la responsabilidad personal de Urbano VIII. La Guerra de los Treinta Años: A Urbano VIII le tocó representar un difícil papel en el drama político de la Guerra de los Treinta Años, toda una sucesión de guerras mal llamadas «de religión». Francia, la monarquía del cristianísimo Luis XIII, la nación regida por cardenales como Richelieu y Mazarino, el país cuya diplomacia estaba encomendada a un fraile capuchino (el padre José, la «eminencia gris»), se alineó en la


campaña con los protestantes alemanes y con los suecos de Gustavo II Adolfo contra los Habsburgo españoles y austriacos. Felipe IV pidió al papa en reciprocidad con su incuestionada fidelidad la ayuda económica del Vaticano y la condena espiritual de la desleal política francesa. Protestó enérgicamente por medio de sus cardenales ante el consistorio romano denunciando que el papa obrara en connivencia con Francia, cómplice, a su vez, de los protestantes cuando luchaban contra las monarquías verdaderamente católicas. Mas el papa no respondió. Pesaban demasiado las lecciones del pasado, de forma que Urbano VIII temía tanto el excesivo poder del eje imperial hispano-alemán del que Italia nunca se había visto libre, como que Francia se orientase hacia posiciones cismáticas como las adoptadas por Inglaterra. Quiso mantener una aparente neutralidad no comprendida por el bando católico y arriesgó que Roma se viera expuesta a la ofensiva de las tropas imperiales con la que amenazaba seriamente Albrecht von Wallenstein. Se evitó en última instancia cuando el papa, en un gesto compensatorio de su negativa a reprobar la actuación francesa, quiso complacer a Felipe IV con otra negativa: en este caso, la del reconocimiento de la independencia de Portugal, que lograba desgajarse de España en 1640, y de la legitimación de la casa de Braganza en la persona de Juan IV. Mecenazgo: Durante su pontificado Urbano VIII patrocinó las artes y se convirtió en mecenas de varios artistas, entre los que destaca Gian Lorenzo Bernini, al que le encargó el célebre baldaquino de San Pedro sobre el altar de la Basílica de San Pedro. Al camarero Antonio Latini. A su política de mecenazgo se debe también la construcción del Palacio Barberini en Roma, la iglesia de Santa Maria della Concezione dei Cappuccini y la villa de Castel Gandolfo, lugar de vacaciones de los papas. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Lilium et rosa (El lirio y la rosa), cita que al parecer hace referencia a su lugar de nacimiento, Florencia, cuyo símbolo es la flor de lis (lirio) y que comparte con Francia, país que durante su pontificado tuvo graves conflictos con Inglaterra, simbolizada por una rosa.

Inocencio X, Papa.

Inocencio X (Roma, 6 de mayo de 1574 – Roma, 7 de enero de 1655) fue el papa n.º 236 de la Iglesia católica, entre 1644 y 1655. Condenó las tesis del obispo Cornelio Jansenio.


Orígenes y formación: Nacido Giovanni Battista Pamphili en el seno de la ilustre familia Pamphili, originaria de Gubbio (Umbría), era tataranieto de Juan Borgia (1498-1548) y estudió jurisprudencia en el Collegio Romano. Carrera eclesiástica: Tras graduarse fue nombrado, en 1604, abogado consistorial y auditor del Tribunal de la Rota. En 1621, el papa Gregorio XV lo nombra nuncio en Nápoles, cargo que ocupará hasta que en 1625 el entonces papa Urbano VIII lo envió a España y Francia acompañando, en calidad de datario, a Francesco Barberini quien, en su calidad de sobrino del papa, había sido nombrado nuncio. Papado: Elección: A la muerte de Urbano VIII, el cónclave que habría de elegir a su sucesor se reunió el 9 de agosto de 1644 pero, tras más de un mes de deliberaciones, ningún candidato conseguía el número de votos necesarios para ser proclamado pontífice debido al enfrentamiento entre las facciones española, encabezada por el cardenal Gil de Albornoz, y francesa, liderada por el cardenal Mazarino. El 15 de septiembre, aprovechando la ausencia de Mazarino, se logró un acuerdo en la persona de Giovanni Battista Pamphili quien a pesar de su afinidad con España, logró alcanzar el número de votos necesario para ser proclamado sucesor de Urbano VIII. Relación con España y Portugal: Cuatro años antes de la elección de Inocencio X, en 1640, España, que seguía siendo una poderosa nación con enorme incidencia en Italia y, por ende, en los Estados Pontificios, había visto como Portugal había logrado su independencia y nombrado rey a Juan IV. Su afinidad con España hizo que Inocencio X se negara a reconocer, como su predecesor Urbano VIII, la independencia del reino portugués y a Juan IV como legítimo soberano, negándole además el derecho a aprobar los obispos designados para Portugal, lo que provocó que al fallecer el pontífice sólo existiera un obispo en el reino luso. La paz de Westfalia: Inocencio X denunció el tratado de paz de Westfalia que, firmado en 1648 sin su participación, ponía fin a la guerra de los Treinta Años y del que surgiría una nueva Europa. Para ello emitió la bula Zelo domus Dei en la que declaraba nulas todas aquellas cláusulas que a su juicio se oponían a los preceptos de la iglesia y socavaban la fe. Sin embargo su oposición al tratado de paz no tuvo ninguna consecuencia ya que la opinión papal, en materias de ordenamiento internacional y de circunscripción territorial de las naciones, habían dejado de tener la influencia que gozaba en épocas anteriores. Relación con Francia: Inmediatamente tras su coronación, Inocencio X emprendió acciones legales contra los Barberini, la familia de su predecesor en el pontificado, acusándolos de apropiación de los bienes de la Iglesia. Esta actuación papal provocó que los cardenales Francesco y Antonio Marcelo Barberini huyeran a Francia donde encontraron un poderoso protector en el cardenal Mazarino. La huida de los Barberini facilitó al papa la incautación de sus bienes y propiedades y la publicación, el 19 de febrero de 1649, de una bula en la que establecía que los cardenales que abandonasen por más de seis meses los Estados Pontificios sin autorización papal, perderían sus beneficios eclesiásticos y el propio cardenalato. Mazarino hizo intervenir en el caso al parlamento francés que declaró inválidas las disposiciones papales. Como el papa se mantuvo firme en sus pretensiones, el omnipotente prelado galo inició preparativos bélicos contra los Estados Pontificios. Bastó imaginar la presencia de un ejército extranjero a las puertas de Roma para que el asustado Inocencio cambiase de actitud y rehabilitase al poco tiempo a los Barberini. Otras actuaciones: La más importante de sus decisiones doctrinales fue la condena del jansenismo mediante la publicación, el 31 de marzo de 1653, de la bula Cum occasione. El 4 de mayo de 1649, mediante la bula Appropinquat dilectissima filii , proclamó el XIV Jubileo que provocó la llegada a Roma de unos 700.000 peregrinos y que supuso el embellecimiento de la ciudad con obras como el Éxtasis de Santa Teresa de Bernini o la estatua del propio papa, obra de Alessandro Algardi.

Su cuñada, Olimpia Maidalchini, temida y odiada en Roma, se convirtió en su principal consejera. Se decía que


cualquier trato con el papa había de pasar antes por ella y que eran más que cuñados, aunque este rumor no se apoyó en prueba alguna.[cita requerida] A su muerte Olimpia se apoderó de todo cuanto encontró en el apartamento del papa, y por la codicia de sus parientes el cadáver permaneció un día en una estancia del Vaticano sin recibir sepultura, siendo enterrado en la basílica patriarcal del Vaticano gracias a la generosidad del mayordomo Scotti y del canónigo Segni. Más tarde sus restos fueron trasladados a una sepultura hecha construir por su sobrino Camilo en la iglesia de Santa Inés en Agone. Se conserva un famoso retrato de este papa debido al pincel de Velázquez. Cuentan que el papa exclamó al verlo terminado: «Troppo vero!» («¡Demasiado verdadero!»), ya que le mostraba tal cual era, sin embellecimiento alguno. Dicho retrato fue calificado por el pintor inglés Joshua Reynolds como el mejor existente en Roma. Se conserva aún en manos de sus descendientes, los Doria, en el Palazzo Doria-Pamphili. Así mismo, el grabador Pietro Testa ensalzó la elección de Inocencio X como papa en 1644, con un aguafuerte alegórico que relaciona este nombramiento con una nueva Edad de oro para Roma. Muestra al pontífice en un medallón, rodeado de figuras como el dios Tíber. Unos días antes de morir, el 24 de diciembre de 1654, permitió la conversión de Cristina de Suecia al catolicismo. Falleció el 7 de enero de 1655. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Jucunditas crucis (La exaltación de la cruz), cita que al parecer hace referencia a que fue elegido papa al día siguiente de la Exaltación de la Santa Cruz. Ascendencia Borgia: Era tataranieto de Isabel de Borja, a través de su hija Giulia, que casada con Ciriaco Mattei fue su bisabuela. Por lo que era directo descendiente del papa Alejandro VI.

Alejandro VII, Papa.

Alejandro VII (Siena, 13 de febrero de 1599 – Roma, 22 de mayo de 1667) fue el papa n.º 237 de la Iglesia católica entre 1655 y 1667. Orígenes y formación: Nacido como Fabio Chigi en el seno de una ilustre familia de banqueros, era sobrino nieto del papa Paulo V. Debido a los ataques cerebrovasculares que sufría, recibió una educación privada para posteriormente, tras superar su enfermedad, doctorarse en filosofía, derecho y teología en la Universidad de Siena. Carrera eclesiástica: Bajo el pontificado de Urbano VIII, inició su carrera eclesiástica en 1627, cuando fue nombrado vicedelegado papal en Ferrara y, tras ser recomendado por dos cardenales, se le nombró inquisidor de Malta y nuncio en Colonia (1639-1651). Aunque debería haber participado en las negociaciones que condujeron en 1648 al Tratado de Westfalia, rechazó deliberar con herejes y protestó, una vez concluidas las negociaciones, contra el tratado, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años y que inauguró un equilibrio de poder en Europa que habría de durar hasta las guerras de la Revolución francesa. El papa Inocencio X le llamó a Roma nombrándole cardenal en 1652 y secretario de estado. Papado: Al morir Inocencio, Chigi, el candidato preferido de España, fue elegido papa después de ochenta días de cónclave, el 7 de abril de 1655. Nepotismo: Inicialmente contrario al nepotismo, durante el primer año de su papado prohibió a sus parientes incluso visitar Roma. Sin embargo, durante el consistorio del 2 de abril de 1656, anunció que su hermano y sus sobrinos acudirían a asistirle, quedando la administración eclesiástica en manos de sus parientes a partir de entonces. Esta medida, que supuso un nuevo florecimiento del nepotismo, la complementó proporcionando a los miembros de su familia que residían en su ciudad natal los puestos civiles y eclesiásticos mejor pagados así como magníficos


palacios y haciendas.

Impulsor de las artes: Incapaz de centrar su atención en los asuntos de estado, Alejandro VII se volcó en la literatura y la filosofía siendo el autor de una colección de sus poemas en latín que fue publicada, en 1656, en París bajo el título de Philomathi Labores Juveniles. Fomentó asimismo la arquitectura y el embellecimiento general de Roma, donde se derribaron casas para realizar un nuevo trazado de las calles romanas, convirtiéndose además en un gran mecenas, especialmente de Bernini, a quien encargó la construcción de la bella columnata de la plaza de la Basílica de San Pedro y confió obras como la ornamentación de la iglesia de Santa María del Popolo, la Scala Regia (1666), o la Cátedra de San Pedro en la basílica Vaticana entre otras. Bernini fue el encargado, asimismo, de esculpir el sepulcro del papa a su muerte. Relación con Francia: En política exterior sus instintos no fueron ni tan humanistas ni tuvieron resultados tan satisfactorios, viéndose su pontificado ensombrecido por la continua fricción con el Cardenal Mazarino, consejero de Luis XIV de Francia y regente durante su minoría de edad. La enemistad entre Mazarino y Alejandro tenía su origen en las negociaciones que desembocaron en la Paz de Westfalia y que ambos vivieron desde posiciones enfrentadas. La hostilidad mutua se vio incrementada durante el cónclave que elegiría a Alejandro y en el que Mazarino no ocultó su oposición a su elección, aunque finalmente se vio obligado finalmente a aceptarlo como solución de compromiso, aunque impidió que Luis XIV le enviase la usual embajada de obediencia y pleitesía. Posteriormente y, mientras duró su vida, frustró el nombramiento de un embajador francés en Roma, haciendo que los asuntos diplomáticos quedasen en manos de los cardenales, con frecuencia enemigos personales del Papa. La muerte de Mazarino no supuso una distensión de las relaciones ya que aunque, en 1662, se nombró embajador al Duque de Crèqui este mantuvo una política igualmente hostil hacía Alejandro VII, provocando, debido a su abuso del tradicional derecho de asilo otorgado a los recintos de las embajadas en Roma, continuos conflictos con la Santa Sede que alcanzaron su punto culminante a raíz de un insignificante tropiezo entre la guardia corsa del papa y el servicio del duque. Magnificado artificialmente provocó que Luis XIV tomara represalias tan desproporcionadas como despojar temporalmente a la Santa Sede de sus posesiones en Aviñón y amenazar con una fulminante declaración de guerra. El conflicto se solucionó cuando el pontífice, sufriendo una denigrante ofensa, firmó un incondicional tratado de paz (Pisa, 1664). Relación con España y Portugal: Al igual que su predecesor en el solio pontificio, Alejandro VII favoreció a los españoles en sus reclamaciones sobre Portugal, que había restablecido su independencia en 1640. Jesuitas y Jansenistas: Declarado partidario de los jesuitas, cuando los venecianos solicitaron su ayuda en Creta para combatir a los turcos otomanos, Alejandro VII obtuvo a cambio la promesa de volver a permitir la entrada de los jesuitas en territorio veneciano, del que habían sido expulsados en 1606. También se decantó por los jesuitas en su conflicto con los jansenitas, cuya condena ya apoyó ardientemente en su etapa como consejero de Inocencio X. Los jansenistas franceses afirmaban que las proposiciones condenadas por Inocencio X en 1653 no podían encontrarse en el libro Agustinus, escrito por Cornelius Jansen, pero no solo no lograron que Alejandro VII levantara dicha condena, sino que fue confirmada mediante la publicación, el 16 de octubre de 1656, de la bula Ad Sanctam Beati Petri Sedem, en la que declaraba que cinco de las proposiciones de Jansen, en su mayoría aquellas concernientes a la gracia y a la naturaleza pecaminosa del hombre, eran heréticas, incluyendo la proposición "que Cristo murió, o derramó su sangre por todos los hombres". También envió a Francia su famoso "formulario", que había de ser firmado por todo el clero como manera de detectar y extirpar el jansenismo con lo que inflamó a la opinión pública.


Canonizaciones: Durante su pontificado, Alejandro VII canonizó a Ramón Nonato (1657), Tomás de Villanueva (1658) y Francisco de Sales (1665). Otras actuaciones: En otras decisiones prohibió la traducción del Misal romano al francés en 1661. Durante su papado se produjo la conversión de la reina Cristina de Suecia, quien, tras su abdicación, se trasladó a Roma donde fue confirmada en su bautismo el día de Navidad de 1655 por el papa en quien encontró un amigo y benefactor generoso. Nombró un total de 38 cardenales. Reconoció como oficial el milagro que realizó el Cordón o Cinta de San José sobre la religiosa Agustina Isabel Sillevoort el 11 de junio de 1657, ayudando con este acto a la extensión de la tradición de usar el Cordón o Cinta de San José por parte de la mujeres embarazadas y de aquellas que lo quieren estar. Murió en 1667. Fue sepultado en un espectacular sepulcro realizado por Bernini en la Basílica de san Pedro. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Montium custos (El guardián de los montes), cita que al parecer hace referencia a en su escudo de armas figuraba una estrella sobre unos montes.

Clemente IX, Papa.

Clemente IX (Pistoia, 27 ó 28 de enero de 1600 - Roma, 9 de diciembre de 1669), fue el papa n.º 238 de la Iglesia católica entre 1667 y 1669. Orígenes y formación: Nacido Giulio Rospigliosi, era hijo de Giacomo Rospigliosi, miembro de una antiquísima familia lombarda, y de su esposa Caterina Bisi. Estudió las primeras letras en Pistoia, en cuyo seminario recibió las órdenes menores cuando aún no había cumplido los catorce años. Se trasladó al Collegio Romano, donde se licenció en artes liberales. En la Universidad de Pisa se doctoró en teología, filosofía y derechos civil y canónico en 1623. Carrera eclesiástica: Se ignoran las circunstancias de su ordenación sacerdotal. Hasta 1625 fue profesor de filosofía en la misma Universidad de Pisa. Trasladado aquel año a Roma, ingresó en la curia a las órdenes de Antonio Barberini el viejo, cardenal del título de S. Onofrio y vicario general de su hermano el papa Urbano VIII. La relación con la poderosa familia Barberini resultó determinante para la formación y la futura carrera de Rospigliosi. En 1632 fue nombrado referendario en los tribunales de la Signaturas Apostólicas de Justicia y Gracia y más tarde secretario de la Congregación de Ritos y delegado a latere en la legación de Aviñón. En 1634 acumuló a sus cargos el de secretario de "breves a los príncipes". En 1636 fue designado canónigo de la Patriarcal Basílica Liberiana y al año siguiente vicario de la misma y consultor-canonista de la Penitenciaría Apostólica.


Episcopado: El 29 de marzo de 1644 fue consagrado obispo titular de Tarso en la capilla de Pío V de la Patriarcal Basílica Vaticana. Inmediatamente después fue designado nuncio en España, cargo en el que permaneció nueve años. De regreso a Roma en 1653, llevó una vida retirada, interrumpida sólo por el nombramiento de gobernador de la ciudad por parte del Sacro Colegio Cardenalicio durante la sede vacante de 1655. Este año el nuevo papa Alejandro VII le nombró Secretario de Estado, cargo que ostentó durante doce años, hasta que él mismo fuera elegido papa. Cardenalato: Fue nombrado cardenal presbítero del título de S. Sisto el 23 de abril de 1653. Papado: En el cónclave que siguió a la muerte de Alejandro VII resultó elegido papa. Era el 20 de junio de 1667. Seis días después fue coronado en la Patriarcal Basílica Vaticana por el cardenal Rinaldo d'Este, protodiácono de S. Nicola in Carcere Tulliano. Nada grandioso ocurrió durante el breve pontificado de Clemente IX, más allá del ajuste transitorio de las disputas entre la sede romana y los prelados de la iglesia galicana que rehusaban unirse a la condena de los escritos de Jansen. Fue un mediador durante la paz de Aquisgrán que puso fin a la guerra entre Francia y España por el Franco Condado (1668). El 6 de diciembre de 1668, con la bula Romanus Pontifex, suprimió la orden laica de los jesuatos de San Gerónimo, los eremitas de San Girolamo y los canónigos regulares de San Jorge in Alga. Sus bienes fueron otorgados a la república de Venecia. Bajo Clemente IX Gian Lorenzo Bernini terminó la construcción de la columnata de la Plaza de San Pedro de Roma. También hizo construir el primer teatro de ópera de la ciudad, y para la inauguración del mismo durante las fiestas de carnaval de 1668 encargó a Antonio Maria Abbatini, maestro de coro de la Capilla Sixtina, la música del drama religioso La Baltasara1 que el propio papa había traducido libremente del español al italiano. La dirección del espectáculo también fue encomendada a Bernini. Durante su breve pontificado creó doce cardenales en tres consistorios, el último de los cuales (con siete cardenales nombrados) sólo siete días antes de su muerte. En efecto, enfermó súbitamente de gravedad al conocer la noticia de la caída de la fortaleza veneciana de Candia (Creta) ante los turcos. Canonizaciones: Durante su pontificado Clemente IX canonizó a María Magdalena de Pazzi (1669) y a Pedro de Alcántara (1669). Carrera como libretista: Rospigliosi desarrolló una importante carrera como autor de libretos operísticos, que se prolongó en sus años de cardenal y papa. Poco después de conseguir el doctorado en jurisprudencia y filosofía, vuelve a Roma donde es llamado para formar parte del gobierno de Urbano VIII, que había llegado al poder en agosto de 1623. Junto a él, llegó también Giovanni Battista Doni. Ambos formaron parte de un círculo de intelectuales interesados en el teatro de la antigüedad y de la música nueva. Este círculo estaba, también, formado por los poetas Domenico Mazzocchi, Luigi Rossi y Stefano Landini. Al año siguiente, Urbano VIII viaja a España con una delegación de la que forma parte Rospigliosi. Entonces Giulio toma contacto con las obras de Lope de Vega que le influirá enormemente. La delegación vuelve a Roma en 1626. Volverá a España en 1644 quedándose hasta 1653 como nuncio papal en la Corte de Madrid. En 1630 escribe junto a J. H. Kapsberger una obra navideña dialogada I pastori di Betlemme. A esto, le seguirá una inmensa producción realizada para la familia Barberini que constará de al menos de 11 libretos para óperas y distintos versos para los intermedios. Solo sus operas más tempranas Il Sant’Alessio y Erminia sul Giordano se representaron fuera de Roma. Siguiendo la tradición de las obras del colegio jesuita y de los libretos florentinos de la década de 1620, los argumentos de seis de sus libretos están relacionados con la vida de los santos, aunque eran representados en palacios privados durante el carnaval. En 1636 es nombrado canónigo en la basílica de Santa María Maggiore, donde tuvo cierta responsabilidad sobre su creación musical. Su relación con los dramaturgos españoles: Tanto durante el viaje que realizó a España en 1623 como en su estancia en la Corte de Madrid, Rospigliosi estuvo en contacto con los dramaturgos españoles. Durante su primera visita, conoció a Lope de Vega y años más tarde a Calderón de la Barca. Fue a este último, al que animó a escribir el libreto de un melodrama. El resultado fue la comedia titulada La fiera, el rayo y la piedra, estrenada en julio de 1652


en el Coliseo del Buen Retiro. Esta relación también inspirará la obra Fortunas de Andrómeda y Perseo, cuya loa recuerda en temática y en personajes al prólogo de la obra de Rospigliosi titulada Il Palazzo Incantato. A su vez èsta estaba libremente basada en un episodio de la obra Orlando furioso de Ariosto, que veinte años antes había inspirado a Lope de Vega en su comedia las Locuras de Orlando. Como consecuencia de estas relaciones, se da una influencia recíproca que se ve en los libretos que Rospigliosi lleva a cabo en Roma, tras su estancia en Madrid. Un cambio importante es la disminución de actos en sus obras quedando en tres. A partir de 1654, se inicia en su producción lo que Romeio llamó “ciclo español”. Esto conllevó la reducción de elementos escenotécnicos consiguiendo la austeridad necesaria para centrar la atención en la acción, el argumento y el texto. Más concretamente el argumento de las obras Dal male il bene y Le armi e gli amori están basadas en obras españolas, y La Vita Humana tiene grandes afinidades a los autos sacramentales de Calderón de la Barca, consiguiendo hacer del teatro un vehículo de propaganda de los valores católicos. Por último, el argumento de la Baltassara o Cómica del Cielo está relacionada con un hecho ocurrido en España que también inspiró a Luis Vélez de Guevara, Antonio Coello y Francisco de Rojas Zorrilla, para su obra Baltasara publicada en 1652. Muerte: Clemente IX murió en Roma el 9 de diciembre de 1669. Fue sepultado en el suelo de la Patriarcal Basílica Liberiana (Santa María la Mayor) bajo una lápida con el simple epitafio Clementis IX Ceneres (Cenizas de Clemente IX). Su sucesor, Clemente X, mandó construir en la misma basílica un espléndido cenotafio en su honor. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Sidus olorum (La estrella de los cisnes), cita que al parecer hace referencia a que nació cerca del río Stellata (stella = "estrella") y a que durante el cónclave que lo eligió ocupó la Cámara de los Cisnes en el Vaticano.

Clemente X, Papa.

Clemente X (Roma, 13 de julio de 1590 - ibídem, 22 de julio de 1676) fue el 239.º papa de la Iglesia católica, desde el 29 de abril de 1670 hasta el 22 de julio de 1676. Orígenes y formación: Su nombre de nacimiento era Emilio Bonaventura Altieri. Fue hijo de Lorenzo Altieri, perteneciente a una familia de la antigua nobleza romana que había disfrutado de las más altas consideraciones durante varios siglos -ocasionalmente habían realizado alianzas tanto con los Colonna como con los Orsini-, y de su esposa Victoria Delfín, dama de la más alta nobleza veneciana, perteneciente a la poderosa familia de los Delfín, y a su vez, hermana de Gentile Delfín, gobernador y obispo de Camerino.


Después de sus primeros estudios con preceptores privados, ingresó en la Universidad La Sapienza de Roma, en la que se doctoró en derechos civil y canónico en 1611. Carrera eclesiástica: En 1623 fue designado auditor de la nunciatura apostólica en Polonia y el 6 de abril de 1624, en Roma, fue ordenado sacerdote y seguidamente nombrado canónigo teologal de la Patriarcal Basílica Vaticana. Episcopado: El 29 de noviembre de 1627 fue consagrado obispo de Camerino. En 1633 fue designado gobernador de Loreto y en 1636 de toda Romaña. En 1641 lo nombraron gobernador de la Marca de Roma per modum provisionis. El papa Urbano VIII le encomendó los trabajos diseñados para proteger al territorio de Rávena de los desbordamientos del Río Po, y en recompensa por su labor le designó visitador apostólico de todos los Estados de la Iglesia y quiso nombrarle cardenal, pero Emilio Altieri renunció en favor de su hermano mayor Giambattista. En 1644 el papa Inocencio X lo envió como nuncio a Nápoles, cargo en el que permaneció durante ocho años. En este período se le acredita el restablecimiento de la paz después de los días tormentosos días de la revuelta de Masaniello. Durante la sede vacante de 1655 fue encargado por el Sacro Colegio Cardenalicio para pacificar la Lombardía. Desde 1657 hasta 1667 fue secretario de las Congregaciones de Obispos y Regulares, y este último año fue nombrado consultor de la Suprema Congregación de la Romana y Universal Inquisición, superintendente de los Estados de la Iglesia y prefecto de los cubiculi de Su Santidad. Había dimitido de su obispado de Camerino en 1666. Cardenalato: Cuando ya había cumplido 79 años, en 1669, el papa Clemente IX lo nombró cardenal, pero la inmediata muerte de este papa impidió no sólo que le fuera otorgada diaconía ni título alguno, sino que llegara a ser investido. Se registra que el papa Clemente, al convertirle en un miembro del Sacro Colegio, le dijo: "Serás nuestro sucesor". Papado: Elección papal: Finalizado el funeral de Clemente IX, 62 electores entraron al cónclave el 20 de diciembre de 1669. La mayoría necesaria era de cuarenta y dos votos, pero después de cuatro meses la situación estaba estancada: Giannicolò Conti, cardenal del título de S. Maria in Traspontina y obispo de Ancona, obtenía 22 votos; Giacomo Rospigliosi, cardenal del título de S. Sisto y que era sobrino del difunto papa Clemente IX, conseguía 30: Carlo Cerri, cardenal diácono de S. Adriano, se llevaba 23 votos. Al final los cardenales estuvieron de acuerdo en recurrir al antiguo expediente de elegir a un cardenal de avanzada edad, que fuera "de transición". Propusieron a Altieri, un octogenario que, aunque investido cardenal sólo unos días antes del inicio del cónclave, llevaba una larga vida al servicio de la Iglesia. Altieri se resistió mucho a la elección, pero acabó obteniendo la mayoría el 29 de abril de 1670. A pesar de sus protestas (se dice que hubo de sacarle de la cama a causa de su resistencia) el 11 de mayo siguiente fue coronado en la Patriarcal Basílica Vaticana por Francesco Maidalchini, cardenal protodiácono de S. Maria in Via Lata. Asumió el nombre de Clemente en homenaje a su predecesor, que tanto había hecho por él. Generalidades: Con su ascensión al papado, Clemente X, para salvar el apellido Altieri de la extinción, adoptó a la familia Paluzzi, y propuso que uno de los Paluzzi se debía casar con Laura Cetrina Altieri, la única heredera de la familia. A cambio de que adoptaran el apellido Alteri, promocionaría a uno de los Paluzzi. Terminada la boda, que él ofició, promovió a su nuevo pariente por matrimonio el cardenal Paluzzo Paluzzi-Altieri degli Albertoni (creado in pectore en 1664 y proclamado en 1666), del título de Ss. XII Apostoli y tío del nuevo esposo de Laura, al puesto de "cardenal sobrino" para realizar tareas que el papa no podía asumir por causa de su edad. Su principal actividad sería la de invertir el dinero de la Iglesia y, con el pasar de los años, gradualmente confiarle el manejo de los asuntos ordinadios, hasta tal punto que los romanos dijeron que el papa se había reservado para sí solamente las funciones episcopales de benedicere et sanctificare.

Como todos los pontífices, Clemente X aconsejó a los príncipes cristianos que se amaran los unos a los otros, y a


probarlo con una entera confianza, por medidas generosas, y una conducta escrupulosa y prudente. El papa deseaba especialmente que se renovara un sentimiento de buen entendimiento entre España y Francia. Santificaciones y beatificaciones: Ya con 81 años, en 1671, Clemente X pudo dar satisfacción a la monarquía Hispana y reinando Carlos II de España declarar Santo de la Iglesia católica al Rey castellano, desde 1217, y leonés, desde 1230, Fernando III de Castilla y León, (1199- 1252). El 12 de abril de 1671, Clemente X canonizó además a cinco nuevos santos: -San Cayetano de Thiene, fundador de la Orden de Clérigos Regulares, más conocidos como Teatinos. -San Francisco de Borja, cuarto Duque de Gandia, Marqués de Lombay, y virrey de Cataluña (1510-1572). Tomó el hábito de los jesuitas en 1547 y se convirtió en general de esa orden. -San Felipe Benizzi (o Benicio), un noble florentino noble, religioso de la orden de los Siervos de María (Servitas). El Papa León X lo había beatificado en 1516. -San Luis Beltrán, español, de la familia de San Vicente Ferrer, dominico. -Santa Rosa de Lima, de la Tercera Orden de Santo Domingo, nacida en Lima, Perú en 1586. Fue la primera canonización de una persona del continente americano. El 13 de enero de 1672, Clemente X reguló las formalidades que se observarían al extraer las reliquías de los Santos de los Cementerios Sagrados. Nadie podría remover tales reliquias sin el permiso del cardenal vicario. No podrían ser expuestos a la veneración de los fieles sin antes haber sido examinados por el mismo cardenal. Las principales reliquias de un mártir -entiéndase la cabeza, las piernas, los brazos, y la parte por la que sufrieron- solamente podrían ser expuestas en las iglesias, y no podrían ser dadas a personas privadas, sino sólo a príncipes y altos prelados. El Santo Padre decretó severas penas en contra de aquellos que le dieran a alguna reliquia algún nombre distinto al dado por el cardenal vicario. La pena de excomunión sería aplicada a todo aquel que pidiera una suma de dinero por alguna reliquia auténtica. Estos decretos, y otros realizados por papas predecesores, fueron confirmados por el papa Clemente XI en 1704. Clemente X beatificó al papa Pío V, a Francisco Solano y a Juan de la Cruz. Además el 24 de noviembre de 1673, beatificó a diecinueve mártires de Gorcum, Holanda, que habían sido asesinados el 9 de julio de 1572, por odio a su fe católica, el Papa, la Iglesia Romana, y el Santo Sacramento de la Eucaristía. De los diecinueve mártires, once eran frailes franciscanos. Declaró venerable la famosa mística y monja concepcionista española María de Jesús de Ágreda. Asuntos Exteriores: Clemente X, observando los resultados de las labores apostólicas de los primeros misioneros franceses en Canadá, el número de fieles, y el gran campo de trabajo, buscó darle a la Iglesia una organización independiente, y erigió una sede en Quebec, cuyo obispo dependería directamente de la Santa Sede. El primer obispo fue monseñor Laval de Montmorency. En 1673 llegaron a Roma los embajadores del Gran Duque de Moscovia, Ivan Basilowitz. Solicitaba del papa el título de zar, que por otro lado ya se había dado a sí mismo. Al mismo tiempo le dio una fuerte ayuda financiera al rey de Polonia Juan III Sobieski, (1629 - 1696), en su lucha en contra de los invasores turcos. Sus éxitos llevarían a los confiteros de la ciudad asediada de Viena, 1683, a inventar los croissant, de forma de media luna creciente , (Crescent, en varios idiomas , Creciente en castellano), para tomar en los desayunos europeos. Pavel Nanes, embajador de origen escocés, no pudo obtener la sanción del título, aunque fue recibido con grandes honores y con muchos regalos para que le llevara a su jefe. El Gran Duque de Moscovia no profesaba la fe católica, por lo que era difícil que consiguiera su objetivo, y el Rey de Polonia no miraba con buenos ojos la embajada. Administración interna: Mientras en Roma se presentían los problemas. El Cardenal Altieri, jefe del gobierno, estaba dispuesto a aumentar los ingresos, y estableció un nuevo impuesto de tres por ciento sobre todas las mercancías que entraban a la ciudad, incluyendo bienes para los cardenales y embajadores. Aunque el gobierno argumentaba que los embajadores abusaban de sus privilegios, los cuerpos diplomáticos mostraron poca satisfacción al conocer que no estaban exentos de la nueva ley de impuestos.


Otro edicto que confirmó al primero fue el ordenar la confiscación, sin distinción, de todos aquellos bienes que no pagaran el nuevo impuesto. Los cardenales al principio se quejaron, aunque con moderación. Pero los embajadores no hablaban el idioma de los papas. El cardenal sobrino decía que el papa, con su propio Estado, podía hacer las reglas que quisiera. Los embajadores de los imperios franceses, españoles y venecianos, enviaron a sus secretarios para exigir una audiencia con el papa. El camarlengo en jefe contestó que el papa tenía compromisos ese día. Durante cuatro días seguidos el camarlengo dio la misma respuesta a estas persona. El papa, conociendo lo que había ocurrido, declaró que no había dado tal orden. Los embajadores enviaron sus secretarios a pedirle la audiencia al cardenal Paluzzi-Altieri. Él no solo se negó a recibirlos, sino que también les cerró las puertas y aumentó la guardia en los palacios pontificios, de manera que no siguiera la ofensiva. El cardenal sobrino escribió a los nuncios que residían en las cortes de Europa, diciendo que los excesos cometidos por los embajadores habían inducido al Papa a publicar un nuevo edicto. Los embajadores, por el contrario, aseguraron a sus soberanos que la acusación era solo un pretexto. El conflicto duró aproximadamente un año; y Clemente X, que deseaba la paz, asignó el asunto a una congregación. Jubileo: En el año 1675, Clemente X celebró el 14.º jubileo del Año Santo. A pesar de su edad y sus achaque, visitó las iglesias, lamentando que su salud no le permitiera hacer la sagrada visita en más de cinco ocasiones. Fue doce veces al hospital Trinitario para lavar los pies de los peregrinos. Ello confirmaba lo que se decía por Roma, que aunque Clemente era el papa titular, el cardenal sobrino PaluzziAltieri era el papa en funciones. Otras actividades: Trabajó para preservar la paz en Europa, aún con las amenazas de la ambición de Luis XIV de Francia, un monarca imperial que tenía una confrontación relacionada a las regalías, o ingresos, de las diócesis y abadías vacantes. Esto terminó en continuas tensiones con Francia. Clemente X promulgó, como ejemplo de decisión salomónica, la Bula de Unión (1676), que “unía las dos iglesias del Salvador (la Seo) y de Santa María del Pilar de Zaragoza, haciéndolas una sola Iglesia Metropolitana, y un Cabildo. Bula verdaderamente prudente, que puso en perfecta armonía a sus respetables componentes, extinguiéndose así las contiendas entre ambos cabildos y que perseveraban constantes durante más de cinco siglos” (José Blasco Ijazo). Desde entonces, con la Bula In apostolicae dignitatis (11 de febrero de 1676), el Pilar de Zaragoza es catedral. A Clemente X se deben las dos fuentes que adornan la Plaza de San Pedro y las diez estatuas de ángeles en mármol que decoran los pretiles del puente de Sant'Angelo, que todavía se pueden visitar allí, en Roma. Muerte: Clemente X murió en Roma el 22 de julio de 1676, en medio de una gran agonía. Fue enterrado en la Patriarcal Basílica Vaticana, en un formidable mausoleo obra de Mattia de Rossi (1664). Las profecías apócrifas de San Malaquías se refieren a este papa como De flumine magno (Del gran río), cita que al parecer hace referencia a que cuando nació el río Tíber bajaba muy crecido provocando graves inundaciones.

Inocencio XI, Papa.

El beato Inocencio XI (Como, 16 de mayo de 1611 - Roma, 12 de agosto de 1689) fue el papa n.º 240 de la Iglesia católica entre 1676 y 1689. Orígenes y formación: Nacido Benedetto Giulio Odescalchi, era hijo de Livio Odescalchi, patricio de la ciudad de Como y de su esposa Paola Castelli, una familia de comerciantes de Bérgamo. Su padre murió pronto, pero tres tíos y un hermano suyo fundaron una floreciente banca en Génova que contaba con sucursales en Milán, Venecia, Roma, Nápoles, Núremberg y Cracovia. Este negocio dio una gran prosperidad a la familia. Otro hermano suyo, Giulio Maria Odescalchi, fue monje benedictino y más tarde obispo de Novara (1656-1667).


Hizo sus primeros estudios con los jesuitas de Como. A los quince años realizó el aprendizaje de la profesión de banquero en la sede de la banca familiar en la ciudad de Génova. Estudió en la universidad La Sapienza de Roma y en la de Universidad de Nápoles, doctorándose en esta última en derecho civil y derecho canónico (1639). Carrera eclesiática: No constan las circunstancias de su ordenación sacerdotal. En 1640 el papa Urbano VIII lo nombra protonotario apostólico participantium, y dos años después referendario de los tribunales de la Signatura Apostólica de Gracia y de Justicia. El papa Inocencio X le designó clérigo de la Cámara Apostólica y más tarde presidente de la misma, comisario de Ancona, gobernador de Macerata, comisario financiero de la región de la Marca de Roma y gobernador del Piceno. Cardenalato y episcopado: En 1645 el papa Inocencio X lo nombró cardenal diácono de San Cosme y Damián. Dos años después fue designado prefecto del tribunal de la Signatura Apostólica de Gracia y en 1658 legado en la ciudad y territorio de Ferrara, cuando en esta ziona estaba asolada por una severa hambruna. El papa lo presentó como el "padre de los pobres". En 1650 Odescalchi es consagrado obispo de Novara, posición desde la que gastó todos los ingresos de la sede para ayudar a los pobres y enfermos en la diócesis. Con el permiso del papa renunció al cargo en 1656. Ya en Roma fue consultor de diversas congregaciones y en 1659 cambió su título cardenalicio por el de San Onofrio . El año siguiente fue nombrado camarlengo del Colegio Cardenalicio. Participó en los cónclaves: de 1665, de 1667 y de 1669-1670, siendo vetada en este último su candidatura al papado por Jean-François Paul de Gondi, cardenal de Metz con el título de S. Maria sopra Minerva, en nombre de Luis XIV de Francia. Participó en el de 1676, en el cual fue elegido papa. Papado: Elección: La fuerte oposición del rey de Francia Luis XIV tuvo que ceder esta vez a la voluntad de los cardenales y del pueblo romano. Dio precisas instrucciones a los cardenales franceses, pues pretendía nuevamente utilizar su influencia real en contra de la elección de Odescalchi. Pero en vez de esto, viendo que los cardenales y el pueblo romano deseaba a Odescalchi como papa, tuvo que cambiar su orden a los cardenales franceses (el citado Gondi de Retz; Emmanuel Théodose de la Tour d'Auvergne de Bouillon, del título de S. Lorenzo in Panisperna y Gran Limosnero de Francia; César d'Estrées, del títlo de SS. Trinità al Monte Pincio y Obispo de Laon, y Pierre de Bonzi, del título de S. Onofrio y arzobispo de Toulouse) para que no se interpusieran en su elección. El 21 de septiembre de 1676, y después de cincuenta días de cónclave, Odescalchi fue elegido papa. El 4 de octubre siguiente fue coronado en la Basílica Vaticana por el cardenal Francesco Maidalchini, protodiácono de S. Maria in Via Lata. Nota1: El día de su elección se negó a que se le rindieran honores, llegando a prohibir la cena fastuosa que le estaban preparando, dando la orden de donar todo el dinero previsto para el fasto, a los pobres. Nota2: Se negó a recurrir al sastre para que le confeccionase un nuevo uniforme papal, aduciendo que el de su antecesor le sirviría de igual modo. Inútil fueron las demandas del clero de solicitarle hacerse un conjunto nuevo...ya que, el Papa predecesor era de más baja estatura que El, y el pantalón ajustaba la botamanga por encima de sus tobillos... a lo que el flamante Papa respondió:-" No está roto y seré yo el primero en demostrar las nuevas medidas de austeridad para todos los Estados Pontificios". Reforma de la Administración Vaticana: Tras su ascenso, Inocencio XI dirigió todos sus esfuerzos a reducir los gastos de la Curia. El papa Inocencio XI despreciaba la práctica del nepotismo y sólo se ofreció para ser elegido como papa después que el Colegio Cardenalicio aceptase sus reformas, entre las que se incluía la prohibición del nepotismo. Sin embargo, Inocencio XI tuvo que retractarse luego de fracasar tras no recibir el apoyo de la mayoría de los cardenales para llevar a ejercicio la bula que prohibía el nepotismo, la cual había sido pacientemente compuesta entre 1677 y 1686. Inocencio XI negó las súplicas de la corte papal interna para llevar a su único sobrino, Livio Odescalchi, príncipe de Sirmio (en Panonia), a Roma.


Vivió austeramente y exhortó a los cardenales a que hicieran lo mismo. De esta manera no solo cuadró el déficit anual, que al momento de su toma de posesión sumaba 170 000 escudos, sino que al cabo de pocos años consiguió un superavit. No perdió el tiempo en manifestarse como un reformador y como un corrector de los abusos administrativos. Empezando por el propio el clero buscaba elevar el nivel moral de los laicos. En 1679 condenó 65 proposiciones, tomadas de los escritos de Escobar, Francisco Suárez y otros, como "propositiones laxorum moralistarum" y prohibió su enseñanza bajo pena de excomunión. Caso Miguel de Molinos: Su amigo el papa Inocencio XI, terminó por ratificar la sentencia del tribunal de la Inquisición, el 20 de noviembre de 1687 con la bula Coelestis pastor, por el cual 68 proposiciones fueron condenadas como blasfemias y herejías. Relaciones con Francia: Todo el pontificado de Inocencio XI estuvo marcado por un forcejeo continuo con Luis XIV. Todos sus esfuerzos se centraron en inducir al Rey Sol a respetar los derechos de la Iglesia. En 1682 Luis XIV convocó una asamblea del Clero Francés la cual adoptó los cuatro artículos que fueron conocidos como las Libertades Galicanas. Inocencio anuló los cuatro artículos el 11 de abril de 1682, y excomulgó a todos los futuros candidatos episcopales que formaron parte de la asamblea. Para apaciguar al papa, creyendo ganarse sus favores en 1685 Luis XIV revocó el Edicto de Nantes e inició una desproporcionada persecución contra los protestantes. Inocencio XI expresó su disgusto conminándolo a retractarse. Ese mismo año, el Papa, abolió el derecho de asilo, bajo el cual los embajadores en Roma podían proteger en sus embajadas a cualquier criminal buscado por las cortes de justicia. Inocencio XI notificó al embajador francés, el Marqués de Lavardin, que no sería reconocido como Embajador en Roma a menos que renunciara a este derecho, pero Luis XIV no quería renunciar al mismo y a la cabeza de una fuerza armada de 800 hombres, Lavardin entró en Roma en noviembre de 1687, y tomó posesión de su palacio. Inocencio XI lo trató como excomulgado y agregó un interdicto a la iglesia de San Luis de Francia el (24 de diciembre de 1687). Controversia de Colonia: La tensión entre el papa y el rey de Francia aumentó más cuando el papa procedió a llenar la vacante en la sede del arzobispado de Colonia. Los dos candidatos para la sede eran el Cardenal William Egon Fürstenberg, en esos momentos Obispo de Estrasburgo, y Joseph Clemens de Baviera. Fürstenberg era una herramienta en manos de Luis XIV, y si era designado como Arzobispo y Elector de Colonia, la preponderancia francesa se consolidaría en Alemania. Joseph Clemens no solo era el candidato del Emperador Leopoldo I de Austria sino que también de todos los líderes europeos, con la excepción del Rey de Francia, con el apoyo del Rey Jacobo II de Inglaterra. En la elección, que fue realizada el 19 de julio de 1688, ninguno de los candidatos recibió la cantidad requerida de votos. La decisión, entonces, recaía en Inocencio XI, que designó a Joseph Clemens en el cargo. Luis XIV procedió, en represalia a tomar posesión del territorio papal de Aviñón, tomando preso al nuncio papal y apelando a un consejo general. Tampoco escondió sus intenciones de separar a la Iglesia Francesa de Roma. El papa se mantuvo firme. La subsiguiente caída de Jacobo II de Inglaterra destruyó la preponderancia francesa en Europa y poco después de la muerte de Inocencio el roce entre Luis XIV y el papado fue arreglado en favor de la Iglesia. Otras relaciones exteriores: Inocencio XI despachó a Ferdinando d'Adda como nuncio en Inglaterra, convirtiéndose este en el primer representante de la Iglesia en ir a ese país en más de cien años. Aun así, el papa no aprobaba la manera imprudente bajo la cual Jacobo II intentaba restaurar el catolicismo. Repetidamente expresó su incomodidad hacia el apoyo que Jaime II le daba a Luis XIV en sus medidas hostiles en contra de la Iglesia. No es sorprendente entonces, que Inocencio XI tuviera poca simpatía hacia el Rey Católico de Inglaterra. No parece haber, por otro lado, ningún tipo de base para la acusación de que Inocencio XI estuviera informado y apoyara los designios de Guillermo de Orange en Inglaterra.


1683 La gran derrota turca: La coalición de reinos católicos, "La Liga Santa" organizada por el Papa derrotaba a los turcos en la batalla de Kahlenberg, el 12 de septiembre de 1683, a las puertas de Viena. La coalición reunía 170 000 hombres, hombres provenientes de los estados alemanes, del Imperio, de la nobleza italiana, y de polacos guiados por el valor de su propio rey, Juan III Sobieski quien triunfó, sin precedentes, sobre las fuerzas turcas que contaban con más de 300 000 soldados, que venían de incendiar y derramar sangre de civiles en los estados del Mar Negro y de los Balcanes, así como en las ciudades de Buda y de Pest, en Hungría. Francia no formaba parte de la Coalición, porque se había comprometido con los turcos del Imperio Otomano, a sostenerlo logísticamente, armamentísticamente y económicamente... sin importarle las consecuencias de la amenaza turca para el resto de Europa. Esto le valió a Luis XIV, el roi soleil, el mote "le roi maure" (el rey moro). Luego de ganar la batalla de Viena, la Liga Santa llevó a cabo la toma de Hungría, en la que las ciudades de Buda y de Pest fueron reconquistadas en 1686. Al mismo tiempo, los venecianos pusieron en marcha una expedición en Grecia, que conquistó el Peloponeso. Durante el ataque de Venecia de 1687 sobre la ciudad de Atenas (ocupada por los otomanos), los otomanos convirtieron el Partenón en una bodega de municiones. Un mortero veneciano golpeó el Partenón, detonando la pólvora almacenada en su interior destruyéndolo parcialmente. La derrota turca y el triunfo de la coalición católica-ortodoxa se debió a las incesantes exhortaciones de Inocencio XI para que los Estados Alemanes y el Rey de Polonia Juan III Sobieski se apresuraran a ayudar a Viena. Luego de este rotundo triunfo Inocencio XI no tuvo ninguna reserva para inducir a los príncipes cristianos a que completaran la expulsión de los turcos del resto de Europa, contribuyendo financieramente para ello. Tuvo la satisfacción de sobrevivir la captura de Belgrado, el 6 de septiembre de 1688. Bizancio fue recuperada por última vez en 1697. Canonizaciones: Durante su pontificado Inocencio XI canonizó a Pedro Armengol (1687). Muerte: Inocencio XI murió en Roma el 12 de agosto de 1689, después de una larga agonía víctima de complicaciones por cálculos renales. Todo el Pueblo de Roma (contados en miles de miles) acudió a la Plaza de San Pedro exhortando: Santo sùbito! (¡Santo de inmediato!). Solo en los salones de la embajada francesa se realizaron banquetes para festejar su deceso. Fue enterrado en la Patriarcal Basílica Vaticana, en una tumba transparente bajo el altar de San Sebastián de dicha basílica. Beatificación: El proceso para su beatificación fue comenzado en 1714 pero la influencia de Francia forzó su suspensión en 1744. En el siglo XX fue reabierto y el papa Pío XII anunció su beatificación el 7 de octubre de 1956. La conmemoración del beato Inocencio XI tiene lugar el 12 de agosto, aniversario de su muerte. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Bellva insatiabilis (La bestia insaciable), cita que al parecer hace referencia a: 1- que en su escudo de armas figuraba un león (Belva) 2- que estuvo próximo al cardenal Cibo (cibus = "comida") 3- al modo de defender los intereses católicos y de Europa ante los desplantes y las traiciones de Luis XIV.

El 8 de abril 2011, el cuerpo del Beato Inocencio XI fue trasladado de la capilla de San Sebastián a la de la Transfiguración, de manera que la capilla quedaba vacía para colocar el ataúd del Papa Juan Pablo II después de la beatificación de este último, el 1 de mayo del mismo año.

Alejandro VIII, Papa.


Alejandro VIII, nacido como Pietro Vito Ottoboni (Venecia, 22 de abril de 1610-Roma, 1 de febrero de 1691), fue el papa n.º 241 de la Iglesia católica, entre 1689 y 1691. Orígenes y formación: Pertenecía a una ilustre familia veneciana de origen dálmata: fue el más joven de los nueve hijos de Marco Ottoboni, Gran Canciller de la República de Venecia, y de su esposa Vittoria Tornielli. Sus estudios tempranos fueron realizados con brillantez en la Universidad de Padua, donde en 1627 completó un doctorado en derechos civil y canónico. Carrera eclesiástica: Se trasladó a Roma durante el pontificado de Urbano VIII, el cual lo nombró referendario del Tribunal de la Signatura Apostólica y luego gobernador de las ciudades de Terni, Rieti y Spoleto desconociéndose las circunstancias de su ordenación sacerdotal. Cardenalato y episcopado: A petición de la República de Venecia, en 1652 el papa Inocencio X lo nombró cardenal del título de S. Salvatore in Lauro. En 1654 fue consagrado obispo de Brescia. En 1660 cambió su título cardenalicio por el de S. Marco. Dimitió de su sede episcopal de Brescia en 1664. Tres años después el papa Clemente IX le nombró datario de Su Santidad. En 1677 fue investido gran inquisidor de Roma y secretario del Santo Oficio por el papa Inocencio XI. Este mismo año cambió su título cardenalicio por el de S. Maria in Trastevere. También como cardenal optó sucesivamente al título de Santa Prassede (1680), y a los obispados suburbicarios de Sabina (1681), Frascati (1683) y Porto-Santa Rufina (1687). Este mismo año fue elegido vice-decano del Sacro Colegio Cardenalicio. Participó en los cónclaves de 1667, 1669-1670, 1676 y 1689, resultando elegido papa en este último. Papado: Elección: A la muerte de Inocencio XI el embajador del Rey Luis XIV de Francia presionó al cónclave para que eligiera a Ottoboni, ya octogenario y a priori bastante dócil ante los propósitos franceses. Sin embargo fue difícil alcanzar una mayoría puesto que ocho cardenales estaban ausentes. Además, en el curso de la reunión otro cardenal falleció y dos más tuvieron que abandonarla por enfermedad. Después de cincuenta días de votaciones y de que funcionaran las presiones y las promesas de futuro, resultó elegido por unanimidad: era el 16 de octubre de 1689. Diez días después fue coronado papa en la Patriarcal Basílica Vaticana por el cardenal Francesco Maidalchini, protodiácono de S. Maria in Via Lata. Actuación pontifical: Su pontificado duró un año y cuatro meses, pero resultó excepcionalmente activo. A la muerte de su predecesor, el tesoro pontificio estaba en condiciones saneadas. Alejandro VIII invirtió la situación de bonanza: rebajó los impuestos y literalmente dilapidó las finanzas papales en dádivas a su familia. Contraviniendo las prácticas del pontificado anterior, inmediatamente después de que lo eligieran papa se lanzó a un nepotismo desenfrenado: en Roma se registró un auténtico desembarco de Ottoboni venecianos y de sus allegados, todos prestos a recibir cargos y prebendas. Ciñiéndonos a sus familiares más próximos, nombró un sobrino suyo, Antonio, general en jefe de los ejércitos de los Estados de la Iglesia; a otro sobrino, Pietro, de diecinueve años, le nombró cardenal diácono pro illa vice de S. Lorenzo in Damaso, gobernador de Fermo, Tívoli y Capranica, vicecanciller de la Iglesia Romana, secretario de memoriales y vicario papal en el territorio de Aviñón; a un tercer sobrino, Marco, que era jorobado, cojo y con las facultades mentales algo disminuidas, lo nombró superintendente de las fortalezas y las galeras papales y compró para él el ducado de Fiano mediante el pago de una auténtica fortuna. Se dice que Alejandro VIII, previendo que le quedaba poca vida y que su sucesor no sería tan pródigo, instaba a sus favorecidos a acaparar rápidamente el máximo de prebendas con la frase: Le 24 stanno per scoccare ('Falta poco para la medianoche'). A finales de 1690, y mediante decreto del Santo Oficio, condenó 31 proposiciones de las más de 200 presentadas por un grupo de teólogos jesuitas belgas, específicamente los de la universidad de Lovaina, a propósito de la gracia, la


penitencia y de la eucaristía, así como la teoría del "pecado filosófico". También se opuso al "rigorismo" excesivo de determinadas corrientes morales, contrapuesto al "laxismo" que había sido denunciado en pontificados anteriores. Pese al patrocino del monarca de Francia, condenó la declaración realizada en 1682 por el clero de este país en relación con las libertades de la iglesia galicana. Mediante la bula Inter multiplices de 1692 declaró anulados cuatro artículos de aquella declaración, así como el derecho de regalía. Sin embargo, Luis XIV, cuya situación política estaba en un momento crítico, consiguió ganancias con las disposiciones pacíficas del nuevo papa, y le restituyó el territorio de Aviñón y del Condado Venasino, al tiempo que renunciaba al derecho de asilo de la embajada francesa. En compensación, Alejandro VIII nombró al más férvido de los galicanos, el obispo de Beauvais y embajador de Francia ante la Santa Sede Toussaint de Forbin Janson, cardenal del título de Santa Inés Extramuros. Compró los libros y manuscritos de la reina Cristina de Suecia para nutrir la Biblioteca Vaticana, ayudó a su Venecia natal con generosos subsidios en la guerra contra los turcos, instituyó en China las diócesis de Pekín y Nankín, y convocó tres consistorios, en los cuales creó un total de catorce cardenales. Canonizaciones: Durante su pontificado, Alejandro VIII canonizó en 1690 a Lorenzo Giustiniani, Juan de Dios, Pascual Baylón y Juan de Sahagún. Muerte: Falleció en Roma el 1 de febrero de 1691, y está sepultado en la Patriarcal Basílica Vaticana bajo un suntuoso mausoleo obra de Arrigo di San Martino. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Pœnitentia gloriosa (La penitencia gloriosa), cita que al parecer hace referencia a su nombre de pila, Pedro, y al apóstol Pedro se le considera el "gran arrepentido", aunque una segunda lectura asocia la cita con el día en el que fue elegido está consagrado a San Bruno, considerado el ángel de la penitencia. Existe otra tercera explicación a la cita, y es la que hace referencia a que forzó a los obispos franceses al arrepentimiento en su Declaración del Clero de Francia

Inocencio XII, Papa.

Inocencio XII (Spinazzola, Basilicata, Reino de Nápoles, 13 de marzo de 1615 - Roma, 27 de septiembre de 1700) fue el papa nº 242 de la Iglesia católica, entre 1691 y 1700. Orígenes y formación: Nacido Antonio Francesco Gennaro Maria Pignatelli del Rastrello, en el seno de una distinguida familia napolitana que dio varios cardenales a la Iglesia. Sus padres fueron Francesco Pignatelli, marqués de Spinazzola, y Porzia Caraffa, princesa de Minervino, de la casa ducal de Andria.


Fue educado en la escuela de los jesuitas de Roma y posteriormente en el Collegio Romano, donde en 1637 se doctoró en derechos civil y canónico. Carrera eclesiástica: A los veintiún años ya se convirtió en un oficial de la corte del papa Urbano VIII. En 1643 fue nombrado referendario del Tribunal de la Signatura Apostólica y vice-legado papal en el ducado de Urbino. En 1645 fue gobernador de la ciudad de Fano y al año siguiente inquisidor general de Malta. En 1650 fue nombrado gobernador de la ciudad de Viterbo. Episcopado y cardenalato: El 27 de octubre de 1652, en Roma, fue consagrado arzobispo titular de Larissa, con una dispensa especial pues no había recibido orden sacerdotal alguno. Sucesivamente fue nombrado nuncio en el Gran Ducado de Toscana (1652), en Polonia (1660) y en Austria (1668). En 1671 fue nombrado obispo de Lecce con el título de arzobispo ad personam. En 1673 regresó a Roma para ocupar el cargo de secretario de la Congregación de los Obispos y prefecto de los cubiculi de Su Santidad. El 1 de septiembre de 1681 fue nombrado cardenal del título de S. Pancrazio y seguidamente obispo de Faenza, siempre manteniendo el grado de arzobispo ad personam. En 1684 fue designado legado papal en la ciudad de Bolonia y en 1686 fue trasladado a la sede archiepiscopal de Nápoles. Asistió a los cónclaves de 1689 y 1691, resultando elegido papa en este último. Papado: Elección: A la muerte del papa Alejandro VIII el cónclave estuvo deliberando durante 5 meses, hasta que apareció Pignatelli como candidato de consenso entre los cardenales partidarios de Francia y los del Sacro Imperio Romano Germánico. Fue elegido el 12 de julio de 1691 y tres días después fue coronado en la Patriarcal Basílica Laterana el cardenal Urbano Sacchetti, protodiácono de S. Maria in Via Lata. Actuación pontifical: Se mostró firmemente contrario al nepotismo, el cual había sido por demasiado tiempo uno de los mayores escándalos del papado. Mediante la bula Romanum decet Pontificem de 1692 prohibió a los papas que a partir de entonces que cedieran territorios, cargos o prebendas a parientes. Establecía además que solamente un familiar directo del papa podía ser elevado a cardenal. Al mismo tiempo analizó a fondo y prohibió las prácticas simoniacas de la Cámara Apostólica, y en conexión con esto introdujo un estilo de vida más simple y económico como premisa para entrar en la corte papal. Decía que 'los pobres eran sus sobrinos', comparando su beneficencia pública con el nepotismo de muchos de sus predecesores. Introdujo varias reformas político-administrativas en los Estados de la Iglesia y creó el Forum Innocentianum para optimizar la justicia. A pesar de haber sido elegido como candidato de consenso entre las potencias católicas que se disputaban la primacía europea, el pontificado de Inocencio XII acabó pareciéndose al de buena parte de sus predecesores debido a que estuvo marcado por el favoritismo hacia Francia sobre el Sacro Imperio Romano. Canonizaciones: Durante su pontificado Inocencio XII canonizó a María de Cervelló (1692). Muerte: Inocencio XII murió en Roma el 27 de septiembre de 1700 y fue sepultado en la basílica de San Pedro dentro de un austero sarcófago de mármol que él mismo había dispuesto. No obstante, en 1746 el cardenal Vincenzo Petra, obispo de la sede suburbicaria de Palestrina y camarlengo, ordenó y sufragó la ornamentación de la tumba según el estilo de la época. Fue el último Papa que llevó bigote y barba.

Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Rastrum in porta (El rastrillo en la puerta), cita que al parecer hace referencia a que era originario de la casa Pignatelli del Rastello (Rastello = "rastrillo").

Clemente XI, Papa.


Clemente XI (Urbino, 23 de julio de 1649 - Roma, 19 de marzo de 1721). Papa nº 243 de la Iglesia católica entre 1700 y 1721. Condenó el jansenismo y la contaminación china y malabar en la liturgia. Apoyó la lucha contra los turcos. Biografía: Orígenes: Su nombre de nacimiento era Giovanni Francesco Albani. Fue hijo de Carlo Albani, patricio de la ciudad de Urbino y miembro de una noble familia de origen albanés emigrada en el s. XV que había proporcionado varios cardenales a la Iglesia. Estudios y actividades previas: Estudió en el Collegio Romano y más tarde en la exclusiva Accademia de la reina Cristina de Suecia, donde en 1663 se doctoró en derechos civil y canónico. La laurea le fue impuesta en Urbino, en el curso de un homenaje que le organizaron sus conciudadanos. En 1670 fue nombrado canónigo de la basílica de San Lorenzo in Damaso de Roma, y en 1676 referendario del Tribunal de la Signatura Apostólica. En 1687 fue nombrado secretario de las Cartas Apostólicas, cargo en el que permanecería trece años. Además, durante ese período fue sucesivamente gobernador de Rieti, de Sabina y de Orvieto, vicario del cardenal arcipreste de la Patriarcal Basílica Vaticana, juez de la Congregación de la Reverenda Fábrica de San Pedro y finalmente canónigo de dicha Patriarcal Basílica. Cardenalato y presbiterado: En febrero de 1690 fue designado cardenal diácono de S. Maria in Aquiro, además de abad comendatario del monasterio de Casamari. Al conocer la noticia de su designación, suplicó en vano al papa Inocencio XII que no la hiciera efectiva. Unos meses después cambió su diaconía por la de S. Adriano al Foro y en septiembre de 1700 optó por el orden presbiterial y el título de S. Silvestro a Capite, pero para ello hubo de ser ordenado sacerdote. En 1695 fue aclamado miembro de la Academia de la Arcadia con el nombre de Alnano Melleo. Elección Papal: En el cónclave que siguió a la muerte del papa Inocencio XII, fue elegido papa el 23 de noviembre de 1700, es decir, sólo dos meses después de que Albani hubiera accedido al sacerdocio. A pesar de ser el cardenal más votado, por tres veces rechazó la elección, hasta que por fin la aceptó. Puesto que no era obispo, hubo que proceder a su inmediata consagración: ésta tuvo lugar una semana después de su elección, de manos de Emmanuel-Théodose de la Tour d'Auvergne de Bouillon, cardenal obispo de Porto-Santa Rufina y vice-decano del Sacro Colegio Cardenalicio. El 8 de diciembre de 1700 fue coronado en la Patriarcal Basílica Vaticana por el cardenal Benedetto Pamphilii, protodiácono de S. Maria in Via Lata. Papado: El evento más memorable de su administración fue la publicación en 1713 de la bula papal Unigenitus,1 la cual perturbó la paz de la iglesia en Francia. En este famoso documento, 101 proposiciones del jansenista Pascasio Quesnel fueron condenadas como herejías, como ya habían sido condenados los escritos de Cornelio Jansenio. La resistencia de muchos eclesiásticos franceses y la negación del parlamento francés a registrar la bula llevaron a controversias que se extendieron por la mayor parte del siglo XVIII. Debido a que los gobiernos locales no recibieron oficialmente la bula, no fue, técnicamente, aceptada por estas áreas. Otra decisión importante de este Papa fue en relación a la controversia de los ritos chinos: a los misioneros jesuitas se les prohibió participar en ceremonias para rendir honor a Confucio o a los ancestros de los emperadores de China, lo cual Clemente XI identificó como idolatría. Los problemas políticos del momento afectaron las relaciones de Clemente XI con los grandes poderes católicos, y el prestigio moral de la Santa Sede sufrió mucho por su reconocimiento obligado de Carlos, Archiduque de Austria, como rey de España. Su carácter privado era irreprochable. También fue un gran conocedor de las letras y la ciencia. Canonizaciones: Durante su pontificado Clemente XI canonizó a Catalina de Bolonia (1712), al papa Pío V (1712), a Bernado Calbó (1710), a Humildad de Faenza (1720).


Muerte: Clemente XI falleció en Roma el 19 de marzo de 1721, y sus restos fueron sepultados en la tumba de los canónigos situada en el coro de la Patriarcal Basílica Vaticana. Otras informaciones: Su biblioteca familiar fue vendida en el siglo XIX, y parte de la misma fue comprada por la Universidad Católica de América en 1928. Esta colección contiene una amplia sección en relación a la controversia jansenista y de los Ritos Chinos, como también de la ley canónica y otros temas relacionados. El proceso de los ritos chinos: Véase también: Misión jesuita en China y Disputa de los Ritos. El cristianismo llegó al extremo oriente de la mano de los descubridores y comerciantes portugueses y europeos, en general. La adaptación de la fe a las costumbres chinas y malabares dio origen a una controversia. Introducción: En esta controversia se mezclaron varias causas que hicieron más difícil toda la cuestión: primeramente el conflicto del método entre diversas órdenes, conflicto entre diversos institutos misioneros, conflicto de rivalidades nacionales (emperador), conflicto creado por la institución de vicarios, que pugnaba por el antiguo régimen; conflicto entre potencias coloniales, mala voluntad de los adversarios, hechos jansenistas y de trasfondo una escasa actitud de diálogo en una Iglesia que no puede verse más que como misionera. Los participantes de la controversia de los ritos chinos y malabares son: los capuchinos, los dominicos y franciscanos con mucha experiencia y respaldo en campos de misión, Roma y los jesuitas, una orden nueva en la Iglesia, aunque ya con un acierto y acreditación por su método de apostolado en la India. Desarrollo de la primera fase de la controversia: Metodología de los jesuitas: El patronato portugués de los jesuitas fue el que logró penetrar en la India y después en China para hacer su apostolado. Allí trabajaban sin distinción portugueses, franceses, belgas, alemanes, españoles, etc. Al ser ellos los que lograron entrar en estos territorios, pensaron reservarse para sí la evangelización de los territorios, esto para llevar la línea que ellos introdujeron. Así que prepararon lo necesario para estar respaldados oficialmente (documentos) por Roma. El método de trabajo de los jesuitas consistía en lo siguiente: por las características culturales de cada país, de las cuales eran muy celosos por la antigüedad de la cultura y por la civilización, en ese momento con mayores avances que la occidental, los jesuitas desarrollaron un método para evangelizar de predicación indirecto, privado, familiar, en contraposición al abierto de las plazas públicas con el crucifijo en la mano. Uno de los pioneros de esta misión fue el Michele Ruggieri a quien sucedió Matteo Ricci. Fueron entrando a la sociedad respetando y estimando las costumbres nacionales. Los misioneros jesuitas se encargaron de estudiar la lengua, las costumbres, la religiosidad, para no entrar como completos extranjeros en culturas tan celosas de sí. Se vistieron de ellas usando ropas, símbolos que eran propios de la cultura, para luego, a través de los letrados (personas clave) poder entrar en estos pueblos. Parte de este acercamiento se lo deben a los conocimientos científicos que poseían y fueron capaces de compartir: conocimientos de astrología, extensión del firmamento de las estrellas, los cuatro elementos según la doctrina de Aristóteles, instrumentos científicos, conocimientos matemáticos como la geometría euclidiana, en fin cuestiones de las que los chinos no tenían la menor noticia. Ellos tenían claro que su misión “no era reformar costumbres, sino abrir las almas a la revelación”. Algunos interrogantes y aclaraciones: Una primera parte de la controversia es más bien interna, entre los mismos misioneros surge la interrogante ¿qué debe adaptarse o tolerarse de los ritos y costumbres indígenas de los pueblos que evangelizan? Uno de los problemas que se les presenta en China es el de los honores a Confucio y a los antepasados difuntos. Este no era un acto religioso en sentido propio sino un acto civil que los pobladores daban a este personaje al igual que a sus antepasados porque sus enseñanzas y su filosofía les recordaba valores muy importantes para su sociedad, como el valor de la familia. El problema para la mentalidad occidental era que se le dedicaban templos o monumentos a este personaje y se utilizaban señales externas como postraciones, incienso, candelas, oblaciones comestibles, propias de la cultura. Sin embargo en todos estos ritos o signos externos no pedían ni esperaban nada del personaje venerado. Las manifestaciones de esta virtud eran conformes a los gustos y la psicología oriental.


Por otra parte, en la India ya se llevaba un proceso similar: se habían tolerado ritos como el “cordón” de tres o cinco hilos, que solían llevar pendiente los individuos de casta. Fue cristianizado mediante una bendición litúrgica, aprobada por el ordinario. Los cristianos solían rematarlo con una cruz o medalla. Se permitió el “baño” que los indios de entonces solían tomar en público como un deber de casta, y acompañarlo de ritos y plegarias. Pero se prohibió todo acto supersticioso y se obligó a llevar un signo cristiano. Se utilizó el “talí” de una casta sustituyendo el emblema de una divinidad pagana por el signo de la cruz. Finalmente, se suprimió la saliva que se utilizaba en el rito bautismal porque causaba mucha repugnancia y horror en la cultura. Los misioneros vieron que no era conveniente utilizarlo. Los mismos jesuitas de su tiempo eran unánimes en rechazar como supersticiosas e inadmisibles las prácticas budistas y taoístas. Además de trabajar duramente con los letrados para hacerles comprender algunos errores a la luz del evangelio. Los actos eran considerados por los jesuitas como actos lícitos y se los permitían a sus neófitos. Es aquí donde se genera la controversia frente a los adversarios (algún jesuita entre ellos), quienes sí los consideraban como idolátricos y supersticiosos, y tenían que prohibírselos a los suyos. Eran concesiones inadmisibles al paganismo, incompatibles con la verdadera doctrina evangélica. La metodología de los franciscanos: Apenas llegaron los franciscanos a China, empezaron a introducir nuevos métodos de apostolado. En sus conquistas misioneras, el método de evangelización que utilizaron fue el de la predicación abierta, con crucifijo en mano. Estimaron poco los medios humanos para la conversión del pueblo Chino ajeno al cristianismo, así que creían innecesario acudir a las matemáticas o a la astrología para comenzar a introducirse. Despreciaron las leyes y costumbres opuestas a la libertad apostólica y quisieron seguir al pie de la letra los preceptos litúrgicos relacionados a la administración de los sacramentos, con el riesgo de escandalizar a los neófitos. Tampoco les importó la oposición de los tiranos, con el fin de buscar el martirio. Una cosa similar sucedió con los capuchinos llegados a la India: “como habitualmente la religión nacional estaba estrechamente ligada a toda la organización social y política, era colaborar a una empresa de demolición. Para implantar el cristianismo se debía hacer tabula rasa de todo un pasado, sin preocuparse de las destrucciones que esa táctica apostólica entrañaba”. El problema es que estos nuevos misioneros no habían tenido tiempo, como es natural, para profundizar en las cultura China para entenderla un poco más. Estos nuevos misioneros ya estaban prejuiciados desfavorablemente hacia el método de los jesuitas. Su actitud es de alguna manera justificable, ya que al venir de la herencia de una “sociedad medieval que ha vivido en un pequeño mundo muy estrecho, cerrado por todas partes y al abrigo de influencias exteriores” Además, ni ellos ni los dominicos habían visto estos métodos ni la adaptación de la liturgia en Manila, donde portugueses y españoles estaban ya y la habían “españolizado” y “portugalizado”, al igual que la evangelización. Acusaciones, respuesta de Roma y defensa jesuita: En india a los jesuitas fueron acusados directamente por los franciscanos, dominicos o capuchinos o a través de los obispos ante la Propaganda de Roma. Los reclamos eran permitir a sus cristianos cosas tales que sonaban a paganismo y eran presentados casi como pervertidores de los neófitos. También se les acusaba de cuestiones referidas con permisos concedidos en preceptos eclesiásticos como el ayuno, la misa, el cobro de impuestos… Aunque ya antes, con lo de los honores a Confucio y a los antepasados, los jesuitas habían tenido una aprobación que les favorecía. Esta segunda vez, Roma, valiéndose de esta institución de la Propaganda, dio su primera respuesta que condenaba los ritos chinos. Las exposiciones no acertaban con la realidad, así que los jesuitas fueron a la defensa mandando un delegado a expresar las inexactitudes del caso. Y tras cinco meses de deliberación del Santo Oficio, Alejandro VII sacó un segundo decreto permitiendo los ritos condenados. Y tres años más tarde, se envió otro decreto positivo que pedía respetar ritos, usos y costumbres de los pueblos en los que tenían misión, los misioneros se debían acomodar a las costumbres y cultura de las naciones y no al revés, no tratar de trasplantar Europa a los territorios de misión. Además a los jesuitas se les permitía obrar según su conciencia, un arma de doble filo que dejaba abiertas las posibilidades.


Los mendicantes no quedaron de acuerdo, pues no se había definido la realidad objetiva de los ritos, la duda seguía persistente. Así que ante esta inquietud, años más tarde hubo otro decreto de Clemente IX que trató de mediar: declaró que los decretos anteriores no perdían valor ni fuerza, poniendo todo en vigor. La polémica siguió y el dominico Domingo María Navarrete negoció someter a su orden al proceder de los jesuitas. Sin embargo, más tarde se arrepintió e impugnó nuevamente ante Roma pero no logró conseguir nada. Escribió luego dos tomos para presentar a los jesuitas en error. El segundo tomo fue incautado por la Inquisición. Segunda fase de la controversia: El Seminario de Misiones Extranjeras de París: misioneros de la Propaganda. Después de un largo período de persecuciones, la misión China gozaba de gran calma. El emperador era aconsejado por los jesuitas que trabajaban en la corte imperial. Otro hecho importante es la llegada de los misioneros del Seminario de Misiones Extranjeras de París quienes serán ahora sus contrincantes. Estos estaban prejuiciados por la corriente jansenista que también estaba en contra de la evangelización jesuita (modo de proceder, pensamiento, etc.). Un legado apostólico (sin ser todavía obispo) será quien les cause problemas, Maigrot. Desde el primer momento trató de uniformar la situación en su región, deshaciendo los acuerdos entre jesuitas y emperador de poder predicar en todo el imperio la fe cristiana. Por supuesto, rehusaron cumplir la norma. Para respaldarse, Maigrot envió su mandatum a Roma junto con dos emisarios. Uno de los cuales se valió de la Sorbona de París para condenar y lo consiguió. Por su parte, los jesuitas pidieron su veredicto al emperador de nombre Kang Hi, quien clarificó lo que ya habían revelado los jesuitas mismos anteriormente. Respuesta de la Iglesia. Respuesta del emperador chino: Roma condenó los ritos, puso una serie de prohibiciones a los misioneros para no hablar del desacuerdo de los sacrificios a Confucio y a los antepasados, y al mismo tiempo no permitió la publicación del decreto. Reprochaba también que los jesuitas hubiesen puesto en manos del emperador algo que le tocaba juzgar a la Santa Sede. De regreso con la respuesta, los legados (diplomáticos) iban a ser bien recibidos por el emperador, quien aún no sabía las dimensiones de la respuesta. Cuando supo de la condena de los ritos, cortésmente rechazó la autoridad de Roma y amenazó a los misioneros, bajo pena de expulsión no volver a tocar el tema de los ritos. Últimos reclamos, última respuesta de Roma y del emperador: La decisión de Roma y la reacción del emperador desconcertaron a los misioneros. Y ahora, un legado agustino apelará a Roma para decir que los legados anteriores se habían sobrepasado, era necesario impedir la destrucción de la cristiandad china. Pero varios misioneros fueron expulsados, así como el legado obispo Maigrot. Roma contestó publicando otro decreto que daba poder al legado y pedía sumisión a los misioneros, bajo pena de excomunión y prohibía cualquier otra publicación acerca de los ritos. Clemente XI, ante la desobediencia, ordenó aceptar el mandato sobre los ritos, esto bajo gravísimas penas. A lo que el emperador contestó con mayor dureza con un decreto de expulsión de todos los misioneros, prohibición de la ley cristiana, destrucción de los templos, presión a los neófitos para renegar de la fe. Venía en camino otro legado para arreglar la situación, él sabía que si seguía la condenación, poco podría hacer. Así que, dio las famosas Permissiones de Mezzabarba, favorables a los jesuitas. Más adelante, otro papa, Benedicto XIV, siguió el eco de Roma y, retomando los documentos anteriores, hizo uno nuevo que condenaba a los jesuitas de desobedientes y les pedía obediencia. Ellos aceptaron pero no por mucho tiempo, ya que la persecución contra ellos en Europa se había hecho general. El papa les confiscó todos los bienes. Para terminar, el mismo Clemente XIV, en 1773, suprimió definitivamente la Compañía de Jesús. Sin embargo, el caso no quedará cerrado en la historia posterior.


En el s. XX, en el Concilio Vaticano II podremos ver que la “experiencia religiosa” es valorada por la Iglesia, ya que esta sirve de base a las religiones no cristianas. La constitución pastoral Gaudium et Spes se refiere a la Iglesia como “Pueblo de Dios”. Así que el acercamiento pastoral debe ser diferente. Sólo recordemos cómo el cristianismo se abrió camino entre religiones ya instaladas en el mundo grecorromano. Detalles complementarios: Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Flores circumdati (Flores rodeadas), cita que al parecer hace referencia a su lugar de nacimiento, la ciudad de Urbino en cuyo escudo de armas figura una corona de flores.

Inocencio XIII, Papa.

Inocencio XIII (Poli, cerca de Palestrina, Estados de la Iglesia, 13 de mayo de 1655 - Roma, 7 de marzo de 1724) fue el papa nº 244 de la Iglesia católica, entre 1721 y 1724. Orígenes y formación: Nacido Michelangelo Conti, pertenecía a la familia aristocrática de los Conti di Segni que desde el siglo XII había dado varios papas y cardenales. Fue hijo de Carlo IV Conti, duque de Poli y de Guadagnolo, y de su esposa Isabella Muti. Estudio en los jesuitas de Ancona y más tarde en el Collegio Romano. Se doctoró en derechos civil y canónico en la Universidad La Sapienza de Roma, tras lo cual desempeñó diversos cargos civiles a partir de 1690 cuando cumplió una misión protocolaria ante la República de Venecia. Carrera eclesiástica: Fue nombrado referendario de la Signatura Apostólica y gobernador de las ciudades de Ascoli Piceno y Frosinone (1691), comisario general contra banditos de los Estados de la Iglesia (1692), gobernador de la provincia de Campania (1692) y de la ciudad de Viterbo (1693). Episcopado y cardenalato: En 1695 fue consagrado arzobispo titular de Tarso y nuncio apostólico en Lucerna, actual Suiza. Tres años después fue destinado a la nunciatura de Portugal, donde maduró su animosidad contra los jesuitas, muy influyentes en ese país. El 7 de julio de 1706 fue creado cardenal presbítero, y cinco años después se le asignó el título de Ss. Quirico e Giulitta. Antes, en 1709, había sido nombrado obispo de Osimo manteniéndosele ad personam la dignidad de arzobispo. En 1712 fue trasladado a la sede arzobispal de Viterbo y Toscanella, cargo al que renunció por enfermedad en 1719. Durante un año, entre 1716 y 1717 había ejercido de cardenal camarlengo. En 1719 fue aclamado miembro de la Academia de la Arcadia con el nombre de Aretalgo Argireo. Papado: Elección: En el cónclave que siguió a la muerte de Clemente XI, el cardenal Mihály Frigyes Althan, del título de S. Sabina y arzobispo de Vác, Hungría, presentó el veto del emperador Carlos VI contra la elección del favorito, Fabrizio Paolucci de' Calboli, cardenal obispo de Frascati, por lo que parece que se optó por un papa de transición. El cardenal Conti tenía un gran prestigio, pero también un precario estado de salud. Resultó elegido papa el 8 de mayo de 1721. Manifestó querer ser llamado Inocencio en honor del gran papa Inocencio III (1198-1216), primer sumo pontífice de su familia. Diez días después de su elección fue coronado por el cardenal Benedetto Pamphili, protodiácono de S. Maria in Via Lata. Actuación pontifical: Poco después de su elección, corroboró el acuerdo del tratado de Utrecht que otorgaba al emperador Carlos VI el reino de Sicilia, feudatario de la Santa Sede. En 1723, sin embargo, se opuso tenazmente aunque sin éxito a la decisión imperial de otorgar los ducados de Parma, Piacenza y Guastalla, también feudatarios papales, al príncipe Carlos de Borbón-Anjou. Igual que su entecesor, prestó apoyo al pretendiente Jacobo Francisco Eduardo Estuardo, hijo del destronado Jacobo II Estuardo, prometiéndole una subvención de 100.000 ducados para el caso de que intentara recuperar el trono inglés


por la fuerza de las armas. También socorrió económicamente a la República de Venecia para proteger la isla de Malta ante la amenaza otomana. En la disputa entre dominicos y jesuitas por el asunto de las misiones en China, no sólo siguió la causa de los primeros, sino que prohibió a la Compañía de Jesús la admisión de nuevos miembros. Esta indicación de sus simpatías animó a siete obispos franceses a formularle la petición para derogar la bula Unigenitus de Clemente XI (1713) por la cual las ideas del jansenista Pascasio Quesnel, enemigo frontal de los jesuitas, habían sido condenadas. Inocencio XIII no sólo rechazó la petición, sino que exigió la escrupulosa sumisión a la bula. En relación con lo que antecede y a pesar de ello, Inocencio XIII sucumbió a las presiones francesas de elevar (1721) al cardenalato presbiterial a Guillaume Dubois, obispo de Cambray y primer ministro de Luis XV, quien se había distinguido en la fustigación del jansenismo pero que era un hombre de notorias costumbres depravadas. Con todo, Dubois no llegó a ser investido ni a recibir título alguno, puesto que falleció dos años después sin haber atendido las exhortaciones del papa para reformar su vida disipada. Muerte: Inocencio XIII murió en Roma el 7 de marzo de 1724 y fue sepultado en las Grutas Vaticanas. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como De bona religione (De la buena religión), cita que al parecer hace referencia a la familia de la que formaba parte, los Conti que habían dado a la Iglesia, según algunos genealogistas, de cuatro a dieciséis Papas y muchos Cardenales.

Benedicto XIII, Papa.

Benedicto XIII O.P. (Gravina in Puglia, 2 de febrero de 1649 - Roma, 23 de febrero de 1730) fue un religioso dominico, que fue elegido el 245º papa de la Iglesia católica entre 1724 y 1730. Orígenes y formación: Nacido Pietro Francesco Orsini, era el hijo primogénito de Fernando III Orsini, Duque de Gravina in Puglia (Benedicto, pertenecía a la familia Orsini de Roma y fue el tercero y último de la misma, en ocupar el Solio Pontificio), y de su esposa Giovanna Frangipane della Tolfa del Tufo, de la casa ducal de Grumo. A los nueve años y por fallecimiento de su padre, heredó los títulos de Duque de Gravina in Puglia, Príncipe de Solofra, Príncipe de Vallata, Conde de Muro Lucano y patricio de Nápoles. En 1667, en Venecia, y contra la voluntad de su familia que en vano había apelado al papa Clemente IX, ingresó en la Orden de Predicadores (dominicos). Profesó el 13 de febrero de 1668, sustituyendo su nombre de bautismo por el de Vincenzo Maria. Se graduó en filosofía y teología en las universidades de Nápoles, Bolonia y Venecia. Carrera eclesiástica: El 24 de febrero de 1671 fue ordenado sacerdote por el papa Clemente X, iniciando una


fulgurante carrera en el seno de la Iglesia. Cardenalato y episcopado: En 1672 este mismo papa lo creó cardenal del título de S. Sisto y tres años después lo consagró Arzobispo de Manfredonia. En 1680 fue nombrado obispo de Cesena, manteniendo al grado de Arzobispo ad personam. En 1686 fue trasladado a la sede metropolitana de Benevento, arzobispado que retuvo hasta su muerte a pesar de haber sido elegido sucesivamente Cardenal-Obispo de Frascati (1701), Cardenal-Obispo de Porto-Santa Rufina (1715) y Papa. Debido a su prolongado cardenalato, tomó parte en los cónclaves de 1689, 1691, 1700, 1721 y 1724, resultando elegido sumo pontífice en este último. En 1709 fue aclamado miembro de la Academia de la Arcadia con el nombre de Teofilo Samio. Papado: Elección: En efecto, después de dos meses de cónclave fue elegido el 29 de mayo de 1724. Manifestó tomar el nombre de Benedicto en honor del Papa Benedicto XI, un fraile dominico como él. Cinco días después fue coronado por el Cardenal Benedetto Pamphili, protodiácono de S. Maria in Via Lata. Sólo por unas semanas utilizó el ordinal Benedicto XIV, que cambió por el de XIII cuando fue advertido de que el anterior de esa numeración había sido un antipapa. Actuación pontifical: Durante su pontificado se opuso tenazmente al jansenismo, que condenó mediante la nueva bula Unigenitus (1726), homónima y en idéntico sentido de la promulgada por Clemente XI en 1713. Con todo, el mayor problema lo tuvo con el movimiento de los "católicos viejos": desautorizó (1725) la consagración de su fundador, Cornelius Steenhoven, como arzobispo de Utrecht, lo que provocó un cisma dentro de la Iglesia que aún persiste. Estableció la Congregación de Seminarios (1725) para regular y uniformizar los estudios eclesiásticos. En 1728 publicó en tres volúmenes diversos escritos pastorales, y este mismo año, a instancias del concilio de la provincia eclesiástica Tarraconense, accedió por primera vez a que se pudiera trabajar en determinadas fiestas consideradas "de precepto". Benedicto XIII descuidó la administración de la curia romana. Fiel a la regla de la Orden de Predicadores, llevó una vida austera y de moral extrema, un ejemplo: quitó la lotería de Roma, pero no se abstuvo de repartir profusamente beneficios y prebendas y se despreocupó de las actividades de sus subordinados. Lo cierto es que a su muerte la tesorería papal estaba exhausta. De él se dice que gustaba de almorzar huevos guisados según una receta personal, la cual en Italia, incluso hoy en día, es conocida como huevos benedictinos en honor de este papa.. Canonizaciones: Durante su pontificado Benedicto XIII canonizó en 1726 a San Juan de la Cruz, a San Luis Gonzaga, que había sido el modelo de su juventud; a San Juan Nepomuceno, a San Gregorio VII, a San Estanislao de Kostka, a Francisco Solano y al mártir San Wenceslao. En 1728 canonizó igualmente a Margarita de Cortona e inicia la causa de Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla. Muerte: Falleció en Roma el 21 de febrero de 1730 y fue sepultado en la basílica de San Pedro. Tres años después, sus restos fueron trasladados a la capilla de San Domingo de la basílica de Santa Maria sopra Minerva, también en Roma.

Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Miles in bello ('El soldado en la guerra'), cita que al parecer hace referencia a que participó en el asedio de Aviñón.

Clemente XII, Papa. Clemente XII (Florencia, 7 de abril de 1652 – Roma, 6 de febrero de 1740). Papa n.º 246 de la Iglesia católica entre 1730 y 1740. Orígenes y formación: Su nombre de nacimiento era Lorenzo Corsini y pertenecía a la casa de Castigliano, marqueses del Sacro Imperio Romano Germánico. Era el primogénito del conde palatino Bartolomeo Corsini y de su


esposa Elisabetta Strozzi, de la casa marquesal de Forano. Fue sobrino, primo y tío de cardenales. Hizo sus primeros estudios en Florencia con preceptores privados, y luego los continuó en el Collegio Romano. En 1680 se doctoró en derechos civil y canónico en la Universidad de Pisa bajo la dirección de su tío Neri Corsini seniore, cardenal del título de Ss. Nereo ed Achilleo. Carrera eclesiástica: A la muerte de su padre en 1685 negoció con sus hermanos la renuncia a la primogenitura y accedió al estado clerical, ingresando en la Cámara Apostólica de Roma. Siguiendo lo que era habitual en la época, compró por 30.000 escudos el cargo de regente de la Cancillería Apostólica y en 1690 el de presidente de la Grascia (organismo pontificio encargado de la fijación de los precios de las mercaderías en los Estados de la Iglesia) por otros 80.000 escudos. Episcopado y cardenalato: Este mismo año 1690 fue consagrado arzobispo titular de Nicomedia y nombrado nuncio en Viena, cargo que no llegó a ocupar por diferencias entre el papa Alejandro VIII y el emperador Leopoldo I. En 1695 fue nombrado tesorero y recaudador general de la Cámara Apostólica, superintendente del Castel Sant'Angelo y comisario naval de los Estados de la Iglesia. En 1691 fue aclamado miembro de la Academia de la Arcadia con el nombre de Lerimo Alifireo. En 1706 el papa Clemente XI lo nombró cardenal del título de S. Susanna, que en 1720 cambió por el de S. Pietro in Vincoli. Participó en los cónclaves de 1721 y 1724 en los que resultaron elegidos los papas Inocencio XIII y Benedicto XIII, respectivamente. Este último lo nombró, en 1725, cardenal obispo de Frascati. Papado: Elección: A la muerte de Benedicto XIII parecía segura la elección de Giuseppe Renato Imperiali, cardenal del título pro illa vice de S. Giorgio in Velabro, que mantenía una posición de equilibrio entre las dos corrientes del cónclave, la borbónica y la imperial. La muerte de dos cardenales electores dejaron a Imperiali a un sólo voto de la proclamación, que parecía ya inminente. En este momento Cornelio Bentivoglio, cardenal del título de S. Cecilia y camarlengo, presentó el veto interpuesto contra él por el rey Felipe V de España. Como consecuencia de ello, se necesitaron cuatro meses de deliberaciones para que hubiera una mayoría en torno a Corsini: fue elegido papa el 12 de julio de 1730 y cuatro días después lo coronó el cardenal Lorenzo Altieri, protodiácono de S. Agata in Suburra. A pesar del delicado estado de su vista, sin duda era una de las personalidades más eminentes de la curia romana. Actuación pontifical: Sus primeros movimientos como papa fueron restaurar las finanzas pontificias, que su antecesor había dejado en bancarrota. Clemente XII exigió la restitución de capitales y prebendas por parte de los ministros que habían abusado de la confianza del difunto pontífice. El principal responsable, Niccolò Paolo Andrea Coscia, cardenal del título pro illa vice de S. Maria in Dominica y arzobispo de Benevento, fue juzgado en 1731 por los cargos de robo, fraude, extorsión y falsedad documental. Fue duramente multado, desposeído de la púrpura, sentenciado a diez años de cárcel y al año siguiente excomulgado. La pena de excomunión ferendae sententiae le fue levantada por el mismo Clemente XII en 1734. Las finanzas papales fueron también mejoradas cuando restauró la lotería pública, la cual había sido suprimida por la actitud moralista de Benedicto XIII. Pronto esta acción aportó a su tesoro un monto anual de medio millón de escudos, lo que le permitió realizar los extensos programas de construcción por los cuales es recordado, pero que nunca pudo ver completados. En efecto, en la Ciudad Eterna hizo construir la nueva fachada de la Basílica de San Juan de Letrán (obra adjudicada por concurso al arquitecto Alessandro Galilei), comenzó los trabajos de la Fontana di Trevi (que encargó al arquitecto Nicola Salvi a pesar de haber perdido en concurso organizado al efecto), restauró el Arco de Constantino y construyó el palacio gubernamental de la Consulta en la colina del Quirinal. También mandó empedrar las calles de Roma y las principales carreteras que llevaban a la ciudad. Asimismo, bajo su pontificado fue construido el puerto de Ancona,


con una carretera que brindaba un fácil acceso al interior. Compró la colección de antigüedades de Annibale Albani, entonces cardenal obispo de Sabina, para la galería papal. Para su propia familia compró y amplió el Palazzo Riario (actualmente Palazzo Corsini) en el Trastevere, donde años después su sobrino Neri Maria Corsini iuniore, cardenal diácono de S. Eustachio y secretario de la Congregación de la Inquisición, fundaría la célebre biblioteca que lleva su nombre. En 1738, para evitar su exportación, adquirió a la familia de impresores Rossi su enorme fondo de planchas calcográficas (unas 7.000), que incluía obras maestras de múltiples grabadores italianos y extranjeros a partir de la época de Marcantonio Raimondi. Con este fondo creó la "Calcografia Camerale", luego llamada "Regia" y actual "Calcografia Nazionale" (Calcografía Nacional de Italia), famosa por sus planchas de Piranesi. Aunque desde poco después de ser elegido ya estaba completamente ciego, supo rodearse los eficaces colaboradores escogidos especialmente dentro de su propia familia y de la clientela de la misma, en un ejercicio de nepotismo que en este caso resultó muy útil. Con todo, la fiebre constructora de su pontificado y la regresión económica en los territorios de los Estados de la Iglesia dejaron las finanzas papales a unos niveles de precariedad parecidos a los que había encontrado cuando inició su pontificado. En temas eclesiásticos, durante su pontificado promulgó el primer decreto papal contra la Masonería (1738), la bula In Eminenti. Beatificó al papa Benedicto XI (1736) y procedió con vigor en contra de los jansenistas franceses. Hizo campañas para la reunión entre los católicos y las Iglesias ortodoxas, recibió al patriarca de la Iglesia copta y persuadió al patriarca de Armenia de levantar el anatema en contra del Concilio de Calcedonia y el papa León I el Magno. Canonizaciones: Durante su pontificado Clemente XII canonizó a Vicente de Paúl (1737), a Juan Francisco Régis (1737) y a Juliana Falconieri (1737). Muerte: Falleció en Roma el 6 de febrero de 1740. Dos años después sus restos fueron trasladados a la Basílica de San Juan de Letrán y depositados en la capilla que el mismo papa había mandado construir en honor de san Andrés Corsini, miembro de su familia.

Benedicto XIV, Papa.

Benedicto XIV (Bolonia, 31 de marzo de 1675 - Roma, 3 de mayo de 1758) fue el papa nº 247 de la Iglesia católica entre 1740 y 1758.


Orígenes y formación: Nacido Prospero Lorenzo Lambertini, pertenecía a una noble familia de Bolonia, en esos momentos la segunda ciudad más grande en los Estados Papales. Era el tercero de los cinco hijos de Marcello Lambertini y su esposa Lucrezia Bulgarini. Realizó sus primeros estudios con los Padres Somascos de Bolonia, para ingresar luego en el Collegio Clementino de Roma, donde se graduó en retórica, filosofía y teología. En 1694 se doctoró en derechos civil y canónico en la Universidad La Sapienza, también de Roma. Carrera eclesiástica: Tuvo diversos cargos en la curia romana, siempre relacionados con el derecho; los más importantes el de asesor de la Congregación de Ritos (1712), secretario de la Congregación del Concilio (1718) y primer canonista de la Penitenciaria Apostólica (1722). Además, desde 1720 fue rector de la Universidad La Sapienza. En 1703 fue aclamado miembro de la Academia de la Arcadia con el nombre de Egano Aluntino. Episcopado y cardenalato: El 12 de junio de 1724 el papa Benedicto XIII lo consagró personalmente arzobispo titular de Teodosia, y ello con una dispensa previa excepcional, pues sólo era diácono y no había accedido al sacerdocio. En 1727 fue nombrado obispo de Ancona, manteniendo el grado de arzobispo ad personam y todos los cargos que ocupaba en la curia romana. En 1726 había sido creado cardenal in pectore, pero no fue proclamado hasta el 30 de abril de 1728, recibiendo el título de S. Croce in Gerusalemme. En 1731 fue nombrado arzobispo de Bolonia. Papado: Elección: El cónclave que lo eligió duró seis meses, por causa de la adscripción de los cardenales a las potencias extranjeras y a los intereses de las mismas. Además, durante la reunión se registró el fallecimiento de cuatro de los electores, con lo que resultaba difícil conseguir una mayoría. A mayor abundamiento, uno de los favoritos, Pier Marcellino Corradini, cardenal obispo de Frascati, había sido vetado por el rey Felipe V de España. Se alega que al final Lambertini dijo a los cardenales: "Si deseáis elegir a un santo, elegid a Gotti (Vincenzo Ludovico Gotti, cardenal del título de S. Pancrazio y patriarca titular de Jerusalén); si a un hombre de estado, a Aldrovandi (Pompeo Marescotto Aldovrandi, cardenal del título de S. Eusebio y arzobispo-obispo de Montefiascone-Corneto); si a un hombre honesto, eligidme a mí". Al final resultó ganador con 51 votos a su favor, en contra de otros 50 votos. Fue elegido papa el 17 de agosto de 1740 y coronado ocho días después por el cardenal Carlo Maria de' Marini, protodiácono de S. Agata in Suburra. Compatibilizó su cargo supremo con la sede arzobispal de Bolonia, que mantendría hasta 1754. Actuación pontifical: Su elección al trono papal había llegado en un momento de grandes dificultades, principalmente causadas por las disputas entre los estados romano-católicos y el papado en relación a exigencias de los gobiernos para designar a los obispos, en vez de dejar los nombramientos a la Iglesia. Benedicto XIV logró sobreponerse a la mayoría. Las disputas entre la Santa Sede y el Reino de Nápoles, Cerdeña, España, Venecia y el Imperio fueron arregladas mediante concordatos, en los que se mostró quizás demasiado condescendiente con el regalismo de sus monarcas. Era un hombre muy de su tiempo, imbuido del esprítitu ilustrado, de una gran erudición y abierto a todas las corrientes culturales. Mantuvo correspondencia con pensadores y científicos sin discriminación -son notorios sus contactos con el mismo Voltaire-, hasta el punto de ser respetado y admirado también en los países protestantes (el anglicano Horace Walpole le dedicó un soneto que calificaba a Benedicto XIV de "el mejor de los papas"). Merece también atención la correspondencia que cruzó con la zarina Catalina la Grande de Rusia y con el rey Federico II de Prusia, en la que se pone de manifiesto su mutuo interés por la ciencia y la cultura en general. Tomó bajo su protección personal a científicos de la talla del matemático, astrónomo y filósofo Ruggiero Ruđer Bošković, del historiador y arqueólogo Angelo Maria Querini, del también arqueólogo Johann Joachim Winckelmann, del polígrafo Ludovico Antonio Muratori, del físico Giovanni Poleni y de la matemática Maria Gaetana Agnesi, a quien llegó a ofrecer una cátedra en la Universidad de Boloña, en una época en que las mujeres no eran admitidas ni siquiera como alumnas.

Potenció la enseñanza superior de las ciencias en todos sus territorios. En la universidad La Sapienza de Roma fundó


cátedras de física, química y matemáticas. Creó en esta ciudad la Calcografía Pontificia, dotándola de un fondo inicial mediante la adquisición del fondo de Domenico de' Rossi. También instituyó la Pontificia Accademia Archeologica, a la que encargó importantes excavaciones y la restauración del Colosseo. Creó en la Universidad de Bolonia una escuela de cirugía y una cátedra para la enseñanza de la obstetricia, para la cual compró la colección completa de modelos del profesor Giovanni Antonio Galli. También fundó en esta ciudad un museo arqueológico, al cual donó su importante colección de monedas del periodo imperial romano. Benedicto XIV mandó borrar del índice de libros prohibidos De revolutionibus de Nicolás Copérnico, con lo que daba por cerrada la oposición a la teoría heliocéntrica del sistema solar. Tuvo especial trascendencia que implantara, de forma pionera en Europa, una vacuna antivariólica en todos los Estados de la Iglesia. Desde el punto de vista doctrinal, sin embargo, se mostró intransigente con las costumbres de los pueblos que se iban incorporando a la Iglesia. Probablemente el acto más importante de su pontificado fue la promulgación de sus famosas leyes sobre las misiones en dos bulas papales, Ex quo singulari y Omnium solicitudinum. En estas bulas denunciaba las prácticas misioneras orientales, de acomodar usos y palabras cristianas a los ritos de culturas nativas con el fin de asimilarlas. Ello había sido realizado extensamente por los jesuitas en sus misiones chinas y malabares. Un ejemplo de las cuestiones condenadas es el culto a las estatuas de los ancestros: "¿Es inaceptable el honor que se le da a los ancestros, o es algo parecido a la veneración católica a los santos?" Y "¿puede un católico legítimamente 'venerar' a un ancestro que se sabía que no era cristiano?". Esta intransigencia retardó, incluso anuló en determinados lugares, la evangelización de Extremo Oriente. En 1741 autorizó la Congregación de los Pasionistas, y en 1749 la de los Misioneros Redentoristas. Tuvo un papado muy activo, reformando la educación de los sacerdotes, el calendario de las fiestas de la Iglesia, la liturgia y muchas instituciones papales. En Brasil fundó las diócesis de São Paulo y de Mariana en 1745. Concedió el título de Rey Fidelísimo a Juan V de Portugal, después de reconocerle como soberano de su país, independiente de España tras la revolución de los "Restauradores" de 1640. Con su amigo Domenico Silvio Passionei, cardenal del título de S. Bernardo alle Terme y de S. Prassede, impulsó la catalogación de la Biblioteca Vaticana a la que incorporó los más de 32.000 volúmenes del Palazzo della Consulta que Passionei había reunido. Para esta biblioteca mandó traducir al italiano a los grandes autores franceses e ingleses, tanto religiosos como profanos. En 1742 había ordenado la revisión del proceso contra Niccolò Paolo Andrea Coscia, cardenal del título pro illa vice de S. Maria in Dominica y arzobispo de Benevento, que había sido condenado por el anterior papa Clemente XII por delitos económicos. Coscia fue finalmente absuelto y respuesto en sus cargos. Por lo que respecta a los trabajos intelectuales de Benedicto XIV, reunidos en doce volúmenes, es preciso destacar De servorum Dei beatificatione et beatorum canonizatione (1734-1738), De synodo diocesana (1748) y De festis, de sanctorum Missae sacrificio (1748), obras maestras del derecho canónico que conservan su vigencia. Para los documentos pontificios de carácter pastoral y de ámbito universal, fue Benedicto XIV quien retomó el nombre de "encíclica" Benedicto XIV era un fumador empedernido: quizás esto influyera en su decisión de eliminar los impuestos sobre el tabaco y despojar a los farmacéuticos de los Estados de la Iglesia del monopolio de su comercialización. Al margen de anécdotas, se trata sin duda de uno de los papas de mayor cultura y solvencia intelectual, y, visto con perspectiva histórica, su pontificado figura entre los más importantes de la Iglesia católica.

En 1756 expide una bula a la Hermandad de Ntra. Sra. de la Soledad de Málaga (actualmente fusionada con otra hermandad que constituyen la Congregación de Mena) pedida por la Armada Española para poder celebrar Misa el Sábado Santo, recordando el milagroso acontecimiento en el cual todos los miembros de una fragata española se salvaron por la encomendación a dicha imagen mariana. Este privilegio es revocado en el Concilio Vaticano II, y el Papa Juan Pablo II ordenó que en adelante se celebre la liturgia de la Soledad de María.


Canonizaciones: Durante su pontificado Benedicto XIV canonizó a Camilo de Lelis (1746), a Pedro Regalado (1746) y a Ceslas de Cracovia (1748) Santa Inés de Asis (1753), San Leon Magno (1754). Muerte: Falleció el 3 de mayo de 1758 y está sepultado en el mausoleo que los cardenales que él creó mandaron erigir en la Patriarcal Basílica Vaticana. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Animal rurale (El animal rural), cita que al parecer hace referencia a su origen rural y a que fue un gran trabajador.

Clemente XIII, Papa.

Clemente XIII (Venecia, 7 de marzo de 1693 - Roma, 2 de febrero de 1769). Papa n.º 248 de la Iglesia católica entre 1758 y 1769. Orígenes y formación: Nacido Carlo della Torre di Rezzonico, pertenecía a una familia senatorial de la República de Venecia. Sus padres fueron Giovanni Battista Rezzonico y Vittoria Barbarigo que era hermana de Pietro Barbarigo, patriarca de Venecia. Estudió en el colegio de los jesuitas de Bolonia y en la Universidad de Padua, donde en 1727 se doctoró en ambos derechos. Fue gobernador de las ciudades de Rieti (1718) y Fano (1721). Carrera eclesiástica: Fue ordenado sacerdote en 1731 y ocupó diversos cargos en la curia pontificia, el más importante el de auditor de la Sacra Rota Romana. Cardenalato y episcopado: En 1737 fue creado cardenal diácono de San Nicola in Carcere Tulliano y tomó parte en el cónclave de 1740 en el que fue elegido el papa Benedicto XIV. En 1743 éste le consagró personalmente obispo de Padua. En 1747 optó por el orden presbiterial, recibiendo el título de S. Maria in Ara Coeli que cambió en 1755 por el de S. Marco. Papado: Elección: En el cónclave de 1758 resultó elegido papa, después de casi cuatro meses de deliberaciones y favorecido por el hecho de que el favorito, Carlo Alberto Guidobono Cavalchini, cardenal del título de S. Maria della Pace y camarlengo, fuera vetado por el rey Luis XV de Francia. La mayoría era, además, difícil, porque Girolamo de' Bardi, cardenal del título de S. Maria degli Angeli in Terme había abandonado el cónclave. Al final Rezzonico fue elegido el 6 de julio, y diez días después fue coronado por el cardenal Alessandro Albani, protodiácono de Santa Maria in Via Lata. Actuación pontifical: España y Francia, en virtud de los pactos de familia (Borbones), formaban un potente bloque con capacidad de acción sobre las posesiones de la Iglesia. Todo ello se puso de manifiesto con ocasión de la demanda ejercida por ambos países —también por Portugal—, para que Clemente XIII suprimiese la Compañía de Jesús. Los jesuitas fueron expulsados de Portugal en 1759, de Francia en 1764 y de España en 1767, pero el papa se mantuvo firme en su apoyo a la Compañía frente a las enormes presiones de las Casas de Borbón. Como consecuencia y en represalia, Luis XV invadió Aviñón y el condado Venesino, enclaves pontificios en suelo francés, mientras que Carlos III hacía otro tanto con los señoríos papales italianos de Benevento y Pontecorvo. Este papa no vaciló en sacrificar una parte de sus posesiones pontificias en un acto de firmeza. Insistió en la importancia de santificar las fiestas con adecuada liturgia mediante la encíclica Appetente sacro. Otro de los actos históricos de Clemente XIII fue la condena del febronianismo, en 1764. Canonizaciones: Durante su pontificado Clemente XIII canonizó a Jerónimo Emiliani (1767), a José de Calasanz (1767), a José de Cupertino (1767), a Juan de Kety (1767) y a Juana de Chantal (1767). Muerte: Falleció de un ataque cerebrovascular el 2 de febrero de 1769.1 En 1774 sus restos fueron trasladados a un mausoleo encargado por su familia al escultor Antonio Canova en la basílica de San Pedro.


Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Rosa Umbriae (La rosa umbría). Una explicación afirma que Umbría es el nombre de una rosa que, entre otros lugares, se da en Venecia, lugar de nacimiento de este papa.

Clemente XIV, Papa.

Clemente XIV (Sant'Arcangelo di Romagna, 31 de octubre de 1705 - Roma, 22 de septiembre de 1774). Papa n.º 249 de la Iglesia católica entre 1769 y 1774. Orígenes y formación: Nacido Giovanni Vincenzo Antonio Ganganelli, que cambió por el de Lorenzo al profesar como fraile franciscano, era el menor de los cuatro hijos de Lorenzo Ganganelli, doctor en medicina, y de su esposa Ángela Serafina María Mazza. Estudió en un colegio de los jesuitas de Rímini y luego en la escuela de los Hermanos Piaristas de Urbino. Ingresó en la orden de los Franciscanos Conventuales en Mondaino, provincia de Forlí. En 1731 obtuvo el doctorado en teología en la Universidad La Sapienza de Roma. Definidor de su orden en 1741, renunció por dos veces al generalato de la misma. Fue un excelente teólogo, pero también músico, poeta y un consumado jinete. Cardenalato: En 1759 fue creado cardenal del título de San Lorenzo in Panisperna, que cambió en 1762 por el de Santi XII Apostoli. Papado: En el cónclave de 1769, Antonio Ganganelli resultó electo Sumo Pontífice. La elección papal estuvo marcada, sobre todo, por la petición de diversas monarquías borbónicas para suprimir la Compañía de Jesús. Como curiosidad, cuando el cardenal Ganganelli fue elegido, al principio quiso tomar el nombre de Sixto VI, en homenaje al último Papa franciscano antes que él, Sixto V (que, a su vez, por la misma razón, había honrado a Sixto IV). Sin embargo, los cardenales le disuadieron, ya que pensaban que el mundo se reiría de un nombre tan cacofónico. El electo luego optó por el nombre de Clemente XIV, en honor de su predecesor, Clemente XIII. No siendo aún obispo, fue inmediatamente consagrado por el cardenal Federico Marcello Lante, obispo de Porto-Santa Rufina y vicedecano del Colegio cardenalicio, y seguidamente coronado por el cardenal Alessandro Albani, protodiácono de Santa Maria in Via Lata. Si bien su antecesor había resistido las presiones de Francia y España frente al empeño de éstas de que disolviese la orden de los Jesuitas, Clemente XIV no mantuvo aquella entereza. Justificando su claudicación con base en el restablecimiento de la paz, el 21 de julio de 1773 promulgó el breve Dominus ac Redemptor, por el que quedaba


disuelta la Compañía de Jesús. Aquel acto le fue recompensado de inmediato con la devolución de los territorios previamente ocupados por Francia (Aviñón y el condado Venesino), y por España (señoríos de Benevento y Pontecorvo) por los monarcas francés y español. Muerte: Murió en Roma el 22 de septiembre de 1774; fue sepultado en la Patriarcal Basílica Vaticana. En el año 1802 sus restos fueron trasladados a la Basilíca de los Santos Apóstoles, de la que fue Cardenal titular y donde se le había erigido un monumental cenotafio, obra del célebre escultor Antonio Canova. Las profecías de San Malaquías, publicadas por primera vez en Venecia en 1595, se refieren en la edición original a este papa como Ursus uelox (El oso rápido). Este lema muestra un sustantivo y un adjetivo contrapuestos, ya que el oso es un animal de andar pesado y lento que solo es veloz cuando ataca o cuando huye de algún peligro.

Pío VI, Papa.

Pío VI (Cesena, 25 de diciembre de 1717-Valence-sur-Rhône, 29 de agosto de 1799) fue el papa n.º 250 de la Iglesia católica entre 1775 y 1799, último que vivió en tiempos del Antiguo Régimen francés. Su pontificado abarca el mismo período en que reinó Luis XVI de Francia y tuvo lugar la Revolución francesa. Orígenes: Su nombre completo de nacimiento era Angelo Onofrio Melchiorre Natale Giovanni Antonio Braschi dei Bandi, abreviado como Giovanni Angelico Braschi o también Giannangelo Braschi (forma española del nombre: Juan Ángel Braschi). Pertenecía a una familia noble: era el primogénito de los ocho hijos de Marco Aurelio Tommaso Braschi (1684-1759), segundo conde de Falcino, y de su esposa, la condesa Anna Teresa Bandi (1690-1730). Fue sobrino y tío de cardenales. Estudios y actividades previas: Se formó en el colegio jesuita de Cesena y a los diecisiete años se doctoró en los dos derechos (civil y canónico) en la Universidad de Ferrara.1 Fue ordenado sacerdote en 1755, año en que viajó a Roma bajo la protección del cardenal Ruffo, por cuya influencia obtuvo el cargo de secretario de Benedicto XIV. Después renunció a su título de conde de Falcino. El 6 de julio de 1758 Carlo Rezzonico tomó el nombre de Clemente XIII como sucesor del fallecido Benedicto XIV. Este papa elevó a Braschi al puesto de auditor de la Cámara Apostólica, y posteriormente, en 1766, a tesorero de la


misma, cargo que desempeñó hasta 1773,3 y en que tenía como responsabilidad administrar las rentas de los Estados Pontificios, bajo la supervisión del cardenal camarlengo. Cardenalato: El 19 de mayo de 1769 Clemente XIV ocupó la cátedra de San Pedro en sucesión de Clemente XIII. En 1773, exactamente el 26 de abril, Braschi obtiene del papa el capelo de cardenal, del título de San Onofrio, pese a sus diferencias con el papa respecto al futuro de la Compañía de Jesús, que Braschi defendía. Además es nombrado abad comendatario del monasterio camaldulense de San Gregorio al Celio y del benedictino de Subiaco. En una carta de 1773, el cardenal François-Joachim de Pierre de Bernis, escribió a la corte de Francia respecto al cardenal Braschi: Aunque nadie duda de su talento, no falta quien ha atribuido su fortuna al favor de los jesuitas. Parece que el papa, después de haberlo elevado al capelo, no ha continuado manifestándole la misma confianza que antes, y a esta mudanza se le da una significación poco favorable al cardenal. Por lo demás, no se puede negar que esté dotado de mucha actividad y de muchísimos conocimientos. Cualesquiera que sean los motivos que por algún tiempo pueden reducir el favor que goza a las simples consideraciones debidas a su rango, no se cree que su carácter sea a propósito para sufrir tranquilamente la nulidad de su posición. Sóbrale talento para hallar ocasiones de hacerse necesario, o por lo menos digno de consideración. Es verdad que la reputación que tiene de ser demasiado emprendedor acaso le será perjudicial. Es un hombre que no hay que perder de vista en un cónclave. Elección papal: A la muerte de Clemente XIV, fue convocado en Roma el cónclave celebrado desde el 5 de octubre de 1774 hasta el 15 de febrero de 1775, cuando Brashi resultó elegido papa. Puesto que aún no era obispo, fue inmediatamente consagrado por el cardenal Gianfrancesco Albani, decano del Colegio Cardenalicio con la coconsagración del cardenal Enrique Benedicto Estuardo, duque de York, y del cardenal Carlo Rezzonico. Fue coronado papa por el cardenal Alessandro Albani, protodiácono de Santa Maria in Via Lata. La elección de su nombre (Pío VI) fue explicada por él mismo de la siguiente manera: Pío V es el último papa a quien la Iglesia ha puesto en el número de los santos: yo quiero caminar sobre sus pisadas para llegar a la felicidad que goza. Pontificado: El pontificado de Pío VI es uno de los más largos de la historia del papado: duró 24 años y 6 meses. Vivió durante el declive y posterior colapso del sistema económico y político conocido como Antiguo Régimen, ocasionado por uno de los acontecimientos más relevantes de la historia universal: la Revolución francesa. A raíz del desarrollo de los acontecimientos revolucionarios, murió en el exilio, en Francia. Inicio de su gestión: Tras asumir el cargo, Pío VI reprendió con severidad al prelado Potentiani, gobernador de Roma, por no haber sofocado algunos desórdenes cometidos por los alguaciles papales.8 Emprendió acciones para consolidar el sistema financiero del Estado eclesiástico: nombró una comisión de cardenales encargados de remediar el desorden de las rentas, regular las contribuciones y fomentar la agricultura en los Estados Pontificios.9 Suspendió la pensión a Nicolás Bischi, prefecto de la Anona (consejo encargado de la provisión de víveres en Roma), quien había recibido y gastado una suma de 900.000 escudos para acopio de granos, y fue acusado de estafa. Pío VI lo entregó a los tribunales, donde fue condenado a pagar una restitución de 282.000 escudos.10 El papa anunció que destituiría de sus empleos a quienes los hubiesen adquirido por medios ilegítimos. Suprimió algunas pensiones que consideró inútiles, llegando a economizar con esta acción cerca de 400.000 escudos romanos.11 Pío VI dio especial realce al 18° jubileo, celebrado en 1775, decretado por su antecesor, Clemente XIV. La afluencia de peregrinos ese año fue considerable. Bernabé Chiaramonti, uno de los lejanos parientes del nuevo pontífice, ocupaba el cargo de lector (catedrático de teología) en el convento de San Calixto. Solicitó al papa que protegiera a uno de sus hermanos mayores, el conde Gregorio, para que ingresara a la academia de Eclesiásticos Nobles, situada cerca de la iglesia de Santa María sopra Minerva. Sin embargo, la falta de vocación religiosa llevó a Gregorio a abandonar Roma al poco tiempo. La pérdida del joven fue compensada con el ingreso de su madre, la marquesa Coronata, como monja carmelita en el monasterio


de Fano, y en cuanto al padre Chiaramonti, algunas injusticias en su contra hechas en su convento decidieron al papa a concederle por un breve la calidad de abad. El Cabildo de la Catedral metropolitana de México impulsó la composición de la liturgia particular para san Felipe de Jesús, primer santo mexicano, que finalmente se aprobó por un breve del papa Pío VI del 3 de agosto de 1779. En los informes del embajador del rey católico ante la Santa Sede, el duque de Grimaldi, fue incluido el oficio completo, en manuscrito. En 1780 el papa creó protonotario apostólico a Romualdo Braschi-Onesti, sobrino suyo, luego mayordomo personal y por último cardenal. El patrocinio de las artes: Pío VI emprendió obras para profundizar los puertos de Anzio y Terracina; enriqueció el Museo Clementino con piezas de arte halladas en excavaciones que promocionó para encontrar tesoros de la Antigua Roma, y ordenó trabajos de restauración en la Vía Appia.16 Una de las excavaciones la emprendió en los alrededores de Otricoli, nombrando por jefe de excavación a un religioso de apellido Carrara, quien encontró trípodes, columnas, bustos y mosaicos de la Antigüedad clásica.15 En 1782 el papa hizo reparar la entrada del Palacio del Quirinal, en el que residía durante la primavera. Allí hizo levantar un obelisco que estaba derribado cerca de la Escalera Santa, y le puso entre dos estatuas ecuestres por las que el pueblo llamó Monte Caballo a la colina sobre la que se levanta el palacio.17 Ordenó la reparación del arco del triunfo levantado en honor de Clemente XII. Emprendió un proyecto para ensanchar, fortificar y decorar el puerto de Ancona, y levantó allí un fanal que fue sostenido durante su pontificado. El puerto fue abierto a todas las naciones, y todas las confesiones religiosas fueron toleradas en él, disposición que Pío VI hizo grabar sobre una de las puertas de la ciudad de la siguiente manera: Alma fides, proceres, vestram quae condidit urbem gaudet in hoc socia vivere pace loco. (‘La fe que edificó vuestra ciudad, ¡oh, ciudadanos!, se alegra de vivir en paz con todo el mundo’). Hizo construir una nueva sacristía para la Basílica de San Pedro.18 En 1776, el papa encargó a Carlo Marchionni la ejecución del actual edificio, cuya construcción se completó en 1785. En la entrada principal de esta sacristía fue puesta la siguiente inscripción: Quod ad templi Vaticani ornamentum publica vota flagitabant, Pius VI Pontifex Maximus fecit, perfecitque anno 1785 (‘Lo que el voto público pedía para el adorno de la iglesia del Vaticano, Pío VI lo emprendió, y acabó en el año de 1785’). Emprendió la restauración del monasterio de san Benito en Subiaco, que en un principio fue una simple gruta, cuna de los órdenes monásticos de Occidente. 19 Pío VI había sido nombrado abad de este monasterio cuando era tesorero de la Cámara Apostólica. Hizo construir un desagüe para las Lagunas Pontinas, que constantemente inundaban la campiña conocida bajo el nombre de Agro romano. El 5 de abril de 1780 salió de Roma con una comitiva numerosa, con el fin de verificar el estado del terreno para comenzar las obras. Estuvo durante doce días ocupado en esta labor. De regreso en Roma, nombró a los arquitectos; recibió para los trabajos donaciones voluntarias de 240.000 escudos romanos. En los primeros días se descubrió un antiguo acueducto romano que en seguida fue reparado, y un tramo de la Vía Apia que yacía bajo el pantano fue despejado. Al concluir las obras del desagüe, el terreno fue habilitado para el cultivo. El caso de los jesuitas: Aunque Pío VI tenía en buena consideración a los jesuitas, no revocó la Bula de supresión de la Orden. Sin embargo, ordenó que fuera liberado el P. General Lorenzo Ricci, prisionero en el Castillo de Sant'Angelo, aunque este falleció antes que le fuera anunciada su liberación. Federico II de Prusia pidió al papa que la Compañía de Jesús conservara sus centros educativos en Prusia, y en Rusia la continuación de la Orden fue ininterrumpida gracias a la oferta de refugio de la zarina Catalina la Grande. Relaciones exteriores: Nápoles: Carlos III de España, padre del que sería Fernando IV de Nápoles, siendo rey de las dos Sicilias nombró a Bernardo Tanucci para que emprendiera en Nápoles la reforma de algunos abusos eclesiásticos. Durante la minoría de edad de Fernando, Tanucci fue nombrado presidente de la regencia. En dicho cargo, su primer acto fue secuestrar el ducado de Benevento a causa de que Clemente XIII rehusaba firmar la supresión de la Compañía de Jesús. Al año siguiente disminuyó los derechos de la Cancelaría Romana (tribunal


romano, por donde se despachaban las gracias apostólicas) y suprimió la contribución voluntaria que Nápoles enviaba a Roma para la Biblioteca Vaticana. En 1772, Tanucci persuadió al joven Fernando para que, como heredero de la casa Farnesio, aspirara a los ducados de Castro y Ronciglione, y estaba a punto de posesionarse de ellos cuando se vio obligado a suspender el curso de sus aspiraciones por la reconciliación de la casa de Borbón con la Santa Sede. En ese momento Pío VI subió al trono pontifical. Como era costumbre, el papa concedió cuatro años de indulgencia a quienes visitaran durante el jubileo las cuatro iglesias principales de Roma. Bernardo Tanucci hizo publicar enseguida un edicto real declarando que para eso bastaría con visitar las cuatro iglesias principales de Nápoles. En 1776 Tanucci suprimió 78 monasterios en Sicilia, reunió varios obispados en uno solo, hizo nombrar a los abades por la voluntad del rey, y mandó a los obispos que nombrasen por su propia autoridad los curatos vacantes en sus diócesis.23 Pío VI rechazó las reformas, como resultado, para 1784 habían 30 sedes vacantes en el Reino de Nápoles, número que en 1798 ascendió a 60. El rey además rehusaba reconocer la soberanía papal, que había existido por 800 años. El papa hizo propuestas de negociación, pero el rey persistía en nombrar a todas las sedes vacantes. En abril de 1791 se logró un compromiso temporal que permitió llenar 62 vacantes. Austria: José II de Habsburgo prohibió a los obispos austriacos solicitar de Roma facultades de ninguna especie y suprimió innumerables monasterios. Pío VI resolvió encontrarse con el emperador; partió de Roma el 27 de febrero de 1782 y llegó a Viena el 22 de marzo. Antes de partir, se le advirtió al papa de los peligros del viaje, a lo que respondió: «Tenemos el deber de arriesgar, y, si es preciso, sacrificar nuestra vida si la fe está en peligro».12 Aunque el emperador lo recibió con respeto, su ministro Kaunitz rechazó concederle las reglas de protocolo. El papa fue hospedado en el apartamento que había sido de la reina María Teresa, en el Palacio de Schönbrunn.24 Celebró la Pascua en la Catedral de Viena,12 y continuó en la ciudad el 22 de abril de ese mismo año. Todo lo que consiguió del emperador fue la promesa de que sus reformas eclesiásticas no violentarían ningún dogma católico. El emperador acompañó al papa en su regreso hasta el Monasterio de Mariabrunn; pocas horas después de que el papa partiera, el emperador suprimió este monasterio. Luego de retornar a Roma, el papa tuvo que protestar contra la confiscación de la propiedad eclesiástica. José II llenó la vacante en la Sede de Milán con su propia autoridad; fue este el momento en el que probablemente Pío VI amenazó al emperador con la excomunión. El 23 de diciembre de 1783, el emperador llegó inesperadamente a Roma, determinado a continuar sus reformas eclesiásticas y hacer saber su proyecto de separar la Iglesia Germana de Roma. Sin embargo, el diplomático español José Nicolás de Azara le disuadió de tomar esta resolución. El papa le otorgó entonces a José II el derecho a nombrar obispos en los Ducados de Milán y Mantua en un concordato fechado a 20 de enero de 1784. Toscana: En Toscana, el hermano de José II, el Gran Duque Leopoldo II, Obispo Scipio Ricci de Pistoya, emprendió reformas parecidas a las del emperador. Las reformas antiapapales culminaron en el Sínodo de Pistoya en 1786; las doctrinas jansenistas y de Quesnel fueron sancionadas y la supremacía papal fue completamente eliminada. En su Bula Auctorem Fidei del 28 de agosto de 1794, Pío VI condenó las reformas y en particular 85 proposiciones del sínodo. En Alemania, los tres Electores Eclesiales de Mains, Trier y Colonia, y el Arzobispo de Salzburgo, intentaron cercenar la autoridad papal al convocar el Congreso en Ems. Suecia: Gustavo III quedó tan complacido con la visita al Museo Clementino en compañía de Pío VI, que encargó al pintor francés Beninge Gagneraux que pintase una escena de aquella visita, cuadro por el que pagó ciento cincuenta luises. Gustavo III de Suecia viajaba de incógnito por Europa con el nombre de duque de Haga. En 1783 llegó a Roma con el fin de admirar los monumentos y tesoros artísticos, y para conocer al papa. Pero como Gustavo III no era católico sino luterano, su visita no podía ser admitida como de carácter oficial por no haber relación directa de culto, y fue preciso tomar medidas para proporcionar a ambos el medio de encontrarse sin atender al ceremonial. Se fijó el día y


la hora para que el rey Gustavo se encontrara con el papa por casualidad en el Museo Clementino. Gustavo III llegó acompañado de una gran comitiva; Pío VI llegó también acompañado de varios cardenales y clérigos. Se saludaron amablemente y empezaron a recorrer el Museo, explicando el papa al rey todo lo que contenía cada sala. Gustavo III quedó tan complacido que encargó al pintor francés Beninge Gagneraux que pintase una escena de aquella visita, cuadro por el que pagó ciento cincuenta luises. Estados Unidos de América: En 1784, por intermediación de Benjamin Franklin, el sacerdote jesuita John Carroll es nombrado prefecto apostólico de las misiones católicas de los Estados Unidos de América. Esto significó el primer reconocimiento oficial que otorgó la Santa Sede a un territorio eclesiástico en los Estados Unidos.26 27 Para la aplicación de la reciente clericatura, la Bula de abril de 1788 erigió la Sede de Baltimore como primera diócesis de los Estados Unidos. Otras naciones: Las relaciones del papa con Portugal se tornaron amistosas luego de la coronación de María I en 1777 y fue pactado un concordato en 1778. En España, Cerdeña y Venecia, los gobiernos siguieron los pasos de José II. La Revolución francesa: El 14 de julio de 1789 se produjo en París la toma de la Bastilla, acción que representó el fin simbólico del Antiguo Régimen y el inicio de la Revolución francesa. El papa empezó a denunciar las actuaciones del régimen revolucionario y condenó la persecución religiosa a que fueron sometidos los miembros eclesiásticos. Intentó proveer de ayuda al clero que fue confinado. El 4 de mayo de 1791, por medio de un breve apostólico, rechazó la Constitución Civil del Clero; los sacerdotes que la aceptaron fueron suspendidos ipso facto. Algunos obispos refractarios, que ya para entonces eran diputados de la Asamblea Nacional, respondieron el 10 de julio al Breve papal con una carta en la que manifestaron su lealtad a la Nueva Francia.28 En cuanto empezaron a ser difundidos los breves papales, una efigie de Pío VI de casi dos metros de altura fue quemada en París, cerca del Palacio Real, y se imprimieron caricaturas que lo ridiculizaban junto a los soberanos europeos.28 El 21 de enero de 1793 el rey Luis XVI de Francia fue ejecutado en la guillotina; el papa repudió el acto16 y celebró exequias para el rey, lo que desagradó al nuevo gobierno de Francia, que como represalia ejecutó a dos obispos y a 216 eclesiásticos. Los territorios franceses de jurisdicción pontificia ―el Condado Venaissin y Aviñón― que habían sido devueltos a Clemente XIV por Luis XV iban a durar muy poco en poder de sus titulares: los papas. Las posesiones de la Iglesia en Francia fueron confiscadas. Pío VI se sumó a la coalición de las potencias conservadoras europeas contra la Francia revolucionaria, por lo que se constituyó en objetivo militar del Directorio. En mayo de 1796 Napoleón Bonaparte avanzó sobre Lombardía para luchar contra los austriacos, a quienes derrotó, y el 15 de ese mes entró en Milán, creando una República y anunciando sus intenciones de entrar a Roma. Sin embargo, no se decidió aún, pero se anexionó las legaciones de Rávena y Bolonia, que eran la parte más próxima de los Estados Pontificios.30 Para evitar la total conquista de los Estados Pontificios, el 23 de junio de 1796 se firmó la Tregua de Bolonia bajo las condiciones de Napoleón: el papa tuvo que pagar 21 millones de escudos, liberar a todos los presos políticos, permitir el libre acceso de naves francesas a todos los puertos papales, permitir a las tropas napoleónicas la ocupación de la Romania y permitir a Napoleón la elección de 100 obras de arte y 500 manuscritos de los Museos Vaticanos.31 En septiembre de 1797 Napoleón acorraló las ciudades de Ímola, Forlí y Faenza. Siete días más tarde, entró triunfante en Ancona, instalándose en el palacio del marqués de Triorfi, donde convocó al vicario general, a los curas, prelados regulares y al inquisidor, a quienes mandó predicar el Evangelio sin entrometerse en asuntos políticos. Entre tanto, la ciudad de Lugo, que había cerrado sus puertas a los franceses, fue sometida a la fuerza y saqueada hasta que su obispo suplicó personalmente al general Aurgereau que cesara la violencia.31 Al año siguiente, las tropas francesas que mandaba el general Louis Alexandre Berthier se apoderaron de Romaña y el puerto de Ancona. El 17 de febrero, una delegación de cardenales enviados por el papa se reunió con Napoleón en Tolentino para llegar a un acuerdo. Así, el 19 de febrero se firmó la Paz de Tolentino, acuerdo que obligaba al papa a pagar 30 millones de escudos para evitar la ocupación militar de Roma. Pío VI aceptó el acuerdo cinco días más tarde.


Bonaparte explicó en una carta al Directorio la razón por la cual había decidido no marchar sobre Roma: Treinta millones valen para nosotros diez veces más que Roma, de donde no hubiésemos sacado ni cinco millones... Esa vieja máquina se descompondrá ella sola. Finalmente, en 1798 se declaró la República Romana, se legalizaron el matrimonio civil y el divorcio, se cerraron los monasterios y se confiscaron las propiedades de la Iglesia;33 en París fue arrestado el representante pontificio. Las tropas francesas entraron en Roma el 15 de febrero de 1798, precisamente el día en que se cumplía el XXIII aniversario del pontificado;34 el papa fue apresado la noche del 20 de febrero, recluido en un convento de Siena y luego trasladado a un monasterio cartujo a las afueras de Florencia. Los franceses temieron que su presencia en Italia sirviera de foco para los contrarrevolucionarios, por lo que decidieron trasladarlo a Cerdeña. Sin embargo, el estado de salud del papa no le permitió viajar a la isla.34 En marzo, Pío VI, con 81 años, estaban casi completamente paralizado; fue subido a la fuerza en un carruaje que atravesó los Alpes con rumbo a Francia. La comitiva pasó por Bolonia, Parma, Turín, Grenoble y Briançon.35 El papa llegó exhausto a Valence-sur-Rhône (Francia), deportado en calidad de prisionero de Estado. Muerte: Falleció en Valence-sur-Rhône, Francia, el 29 de agosto de 1799. En sus últimas palabras rogó a Dios el perdón para sus carceleros. El clero constitucional negó al cadáver un entierro cristiano; el prefecto de la localidad inscribió en el registro de defunciones: «Falleció el ciudadano Braschi, que ejercía profesión de pontífice». Muchos periódicos y gacetas de Europa sentenciaron al papado titulando: «Pío VI y último». En enero de 1800 Napoleón no autorizó el permiso necesario para llevar el cuerpo a Roma, y en 1801 los restos no fueron trasladados a las grutas vaticanas. La profecía de San Malaquías: La Profecía de san Malaquías se refiere a este papa como Peregrinus apostolicus (el peregrino apostólico). Aunque ya había habido otro papa, Pablo III, que viajó a Niza en 1538, y podría ser llamado un peregrino apostólico,38 para cumplir con la profecía, Pío VI realizó un viaje apostólico a Austria con la explícita divisa «Peregrinus apostolicus, Viennae, 1782», que demuestra que Pío VI estaba pendiente de la profecía que hablaba de él

Pío VII, Papa.

Pío VII (en latín: Pius PP VII), de nombre secular Barnaba Niccolò Maria Luigi Chiaramonti (Cesena,


14 de agosto de 1742-Roma, 20 de agosto de 1823), fue el 251° Papa de la Iglesia católica entre el 14 de marzo de 1800 y su muerte. Durante su juventud vivió como monje de la Orden Benedictina con el nombre de Gregorio, y destacó como teólogo y obispo. Sería elegido Papa luego de la sede vacante acaecida a la muerte de Pío VI, y al igual que él, su papado estaría fuertemente marcado por la presencia del general francés Napoléon Bonaparte y las consecuencias de sus invasiones en la península itálica, siendo incluso apresado por éste. Sin embargo, su persona permanece eclipsada frente a la del francés: sufrió la afrenta de perder los Estados Pontificios y el poder temporal de la Iglesia; pero por otra parte logró dar muestras de fortaleza frente a Napoleón, algo que será elogiado por varios jefes de Estado, luego de 1814. Su gran labor, aunque más desconocida, radica en su apoyo a las artes, la cultura y la educación de su tiempo, emplazándose como un visionario progresista en temas como la enseñanza, la abolición de la esclavitud y la recuperación del pasado histórico. Actualmente se encuentra en proceso de canonización, cuya causa fue abierta por el Papa Benedicto XVI en 2007, otorgándosele el título de siervo de Dios. Primeros años y estudios: Barnaba Chiaramonti nació en Cesena, en 1742, penúltimo hijo del conde Scipione Chiaramonti y su esposa Giovanna Coronato Ghini, hija del marqúes Barnaba Eufrasio Ghini, de fuerte carácter religioso. Ella pasaría sus últimos años en un monasterio carmelita, y sería uno de los principales modelos a seguir para Chiaramonti, sobre todo durante su posterior pontificado. Su familia era de orígenes nobles, pero de clase media, y tal como sus hermanos, asistió al Collegio dei Nobili de Rávena. Sin embargo, a la edad de 14 años, decidió entrar a la Orden de San Benito, hecho concretado el 2 de octubre de 1756, al entrar como novicio a la Abadía de Santa María del Monte de Cesena. Dos años más tarde, el 20 de agosto, realizó su profesión solemne con el nombre de "Gregorio". Gracias a sus dotes intelectuales, sus superiores decidieron que siguiera estudios en el Pontificio Colegio San Anselmo de Roma, adyacente a la Abadía de San Pablo Extramuros, que estaba abierta a recibir a los estudiantes más prometedores de la Orden benedictina. El 21 de septiembre de 1765 sería ordenado sacerdote, y poco después, recibiría su doctorado en teología. Comenzaría a enseñar en la Abadía de San Juan de Parma en 1766, lugar abierto a nuevas ideas y pensamientos, sobre todo los frutos que L'Encyclopédie de Denis Diderot y los pensamientos de John Locke y Étienne Bonnot de Condillac aportaban al conocimiento del hombre. Los amantes de la cultura estaban ansiosos por una educación al modelo que poco a poco se iban imbuyendo las ciudades italianas. En 1772, Chiaramonti sería galardonado con el grado académico de "lector", por lo que la Orden le posibilitó enseñar teología y derecho canónico. Volvió a Colegio San Anselmo en 1772, y se mantendría hasta 1781, como profesor de teología y bibliotecario. También será nombrado abad titular de Santa María del Monte, su otrora lugar de comienzo como religioso. El joven monje Chiaramonti sentía la necesidad de una profunda renovación de su orden, en particular en el ámbito formativo. Buscaba, por una parte, volver a la inspiración original de la vida monástica, al estilo de Benito de Nursia; pero por otra, modernizar los planes de estudio, llevando a los jóvenes monjes a un contacto más directo con la realidad del momento. Experiencia pastoral: El contacto con Braschi: al mando de San Pablo: En 1773, se convirtió en confesor del cardenal Angelo Braschi, quien le tenía un alta estima además de ser pariente de él, por lado de su madre. Dos años más tarde, en 1775, Braschi sería elegido Papa con el nombre de Pío VI, e iniciaría una serie de promociones a Chiaramonti, como la de abad in commendam de la Abadía de San Pablo Extramuros, a sus 34 años.

Allí Chiaramonti sería fríamente acogido, ya que los monjes tenían la costumbre de elegir a sus autoridades, y se rumorea que incluso se le intentó envenenar. Jean Cohen afirma: Se alegó que trataron de envenenar a su rival con


una taza de chocolate. Chiaramonti, después de haberla probado, no pudo terminar, ya que le parecía un sabor desagradable. Un hermano lego, especialmente unido a su servicio, fue el objetivo y sufrió de repente un dolor muy severo, viviendo sólo 24 horas luego de esa comida.3 Sin embargo, la anécdota es más bien dudosa y cuestionable. Obispo y cardenal: Consciente de los problemas acaecidos en San Pablo, Pío VI cambia las responsabilidades de Chiaramonti, nombrándolo obispo de Tivoli, siendo consagrado en diciembre de 1782 en la Catedral de San Lorenzo de Tivoli. Tres años más tarde, cuando tenía 42 años, será nombrado cardenal presbítero de San Calixto,4 y el 27 de junio de 1785 es nombrado obispo de Imola,5 cargo al que renunciara recién en 1816, ya Papa. En Imola, Chiaramonti sería recordado por su carisma personal y su amor por la cultura: su biblioteca permanecía abierta, y era posible encontrar incluso un ejemplar de L'Encyclopédie. Además, era conocido por su abertura a las ideas modernas: en su homilía de Navidad de 1797, Chiaramonti afirmó que no había oposición entre una forma democrática de gobierno y ser un buen católico: la virtud cristiana hace de los hombres buenos demócratas.... La igualdad no es una idea de los filósofos, sino de Cristo... y no creo que la religión católica esté en contra de la democracia. En junio de 1796, la diócesis de Imola será invadida por las tropas revolucionarias francesas de Pierre François Augereau. Llegará a Roma en 1797, y Pío VI buscará pactar por medio del Tratado de Tolentino. A partir de una política moderada, Chiaramonti logrará evitar desgracias para los habitantes de su diócesis, sobre todo de enfrentamientos directos con el general Augereau, cosa que ocurrió con los habitantes de Lugo, que se habían mostrado poco pacíficos. Sin embargo, varios estragos se sucedían a nivel de la Iglesia. En Roma, la muerte del general Leónard Duphot daba la excusa a Napoléon Bonaparte para una invasión a los Estados Pontificios, la que se concretó con la ocupación de la capital el 11 de febrero de 1798. Fruto de ello, Pío VI debió renunciar a su poder temporal y limitar sus poderes espirituales. Posteriormente se le obligaría a salir de Roma prisionero, viajando por Italia hasta llegar a la ciudad francesa de Valence. El Papa, que ya contaba con más de 80 años para entonces, no resistió el largo viaje desde Roma, sucumbiendo apenas seis semanas luego de llegar a su destino. A pesar de la agitación, el Papa había recibido varias muestras de respeto y compasión por los habitantes franceses. Apodado el "Papa Bello", luego de su muerte se pensó que el Papado había terminado como institución. Papado: Elección papal: Advirtiendo la inminente escalada de hechos en Italia, el 17 de enero de 1797 y el 13 de noviembre de 1798, Pío VI dejó instrucciones para que el Decano del Colegio Cardenalicio convocara el cónclave a su muerte en la ciudad donde pudiera reunirse el mayor número de cardenales. Ocupada Roma por las tropas napoleónicas, se decidió celebrar el cónclave en el Monasterio de San Giorgio en Venecia, lugar que contaba con la protección de Francisco I de Austria, y quien además se había comprometido a cubrir los gastos del cónclave. Chiaramonti estuvo a punto de no viajar debido a que todos sus ingresos los había gastado para ayudar a los pobres de su diócesis, por lo que no tenía para pagar el viaje. Gracias a un amigo que le presta mil coronas, logra emprender el viaje a Venecia. Aunque el cónclave se inició el 30 de noviembre de 1799, no se pudieron determinar los tres candidatos principales hasta marzo del año siguiente. Solo 34 cardenales habían logrado llegar (el número más bajo desde el cónclave de 1513), y más tarde se les uniría Franziskus Herzan von Harras, representante del emperador de Austria, y que utilizaría su poder de veto dos veces.

El secretario del cónclave, Ercole Consalvi, se convertiría en el hombre decisivo a la hora de decidir la elección, mientras Carlo Bellisomi y Hyacinthe Sigismond Gerdil eran vetados por Austria en favor de su compatriota Alesssandro Mattei que, sin embargo, no lograba el número de votos necesarios. Jean-Sifrein Maury, uno de los cardenales neutrales, sugirió el nombre de Chiaramonti como candidato, el cual se encontraba pidiendo nuevamente a su amigo ayuda para costear sus alimentos y alojamiento. Aunque inicialmente rechaza esta proposición, Consalvi


insiste en ello, y logra ser elegido Papa el 14 de marzo, luego de 104 días de cónclave y 227 días de la muerte de Pío VI. En homenaje a su predecesor, apodado ya como el "Papa mártir", tomará también el nombre de Pío. El emperador de Austria se apresuró a pedir al nuevo Papa la venta de las legaciones de Bolonia, Ferrar, Imola y Ravena, a lo que Pío respondió negativamente (Chiaramonti conservará su cargo de obispo de Imola hasta 1816). Sumado a que su candidato no había sido elegido finalmente, malhumorados los austriacos, no permitieron que el nuevo Papa fuera coronado en la Basílica de San Marcos, por lo que Pío, posteriormente, rechazará la invitación de Francisco I de viajar con éste a Viena. El 21 de marzo de 1800 se celebra su inusual coronación en una pequeña capilla anexa al Monasterio de San Giorgio, con una tiara hecha de papel maché donada por las mujeres venecianas y adornada con sus joyas, a falta de los ornamentos pontificios, que estaban todos en Roma. Será coronado por el protodiácono Antonio Maria Doria Pamphilij. Pío se mantendrá en el Véneto durante algunos meses, visitando casi todas las iglesias y recibiendo el homenaje de todas las congregaciones religiosas de la zona. El 14 de junio, en la batalla de Marengo, Francia logró arrebatarle el norte de Italia a Austria. El nuevo Papa, todavía en Venecia, está de pronto bajo el dominio francés. Para Napoleón, el Papa Pío no es un desconocido: en 1797, luego de su famosa homilía de Navidad, Bonaparte le había llamado "jacobino". Sin embargo, reconocerá al nuevo Papa. A pesar de la oposición del emperador de Austria, Pío decide dejar Venecia y viajar a Roma. Viajando en el Bellona, un barco austriaco que apenas podía navegar y que carecía de galera, en 12 días llegó a Pesaro, desde donde viajaría por la Vía Flaminia hasta Roma. Antes de llegar, rendiría homenaje a su madre fallecida, fallecida como carmelita en Fano. El Papa bajo la sombra de Napoléon: Reforma en los Estados Pontificios: El 3 de julio de 1800, el Papa finalmente hace su entrada a Roma, siendo recibido por la nobleza y el pueblo. Al llegar, las arcas estatales estaban prácticamente vacías: lo poco que habían dejado los franceses ya había sido robado por los napolitanos, y ante inminentes batallas, declara a los Estados Pontificios neutrales. En agosto nombra a Consalvi cardenal y secretario de Estado, rechazando las influencias de las potencias extranjeras en el nombramiento, especialmente de los austriacos. Con ello comenzará a buscar la estabilización de los Estados Pontificios, modernizando administración, bajo la dirección de Consalvi. Forma cuatro congregaciones de cardenales para examinar las reformas del Estado. Su trabajo se resume en la bula Post diuturnas del 30 de octubre. En ella Pío VII restaura las instituciones, permitiendo entrar a funcionarios seculares a la administración estatal, específicamente en la prefectura de la anona y el ejército. Un breve apostólico establece la libertad de comercio de alimentos. Se intenta una reforma monetaria en 1801 para detener la inflación, y una reforma fiscal para generar más ingresos. Se ordena, así también, drenar las Marismas Pontinas para ampliar las zonas de cultivo, y se establece la creación de fábricas de lana y algodón, buscando con ello dar trabajo a los más necesitados. Esto generará rechazo en el Colegio de cardenales, mientras la nobleza se ve insatisfecha, a pesar de la creación del cuerpo de Guardia Noble en 1801. El Concordato de 1801: Consalvi sería clave a la hora de pautar las relaciones con la Francia de Napoleón, quien en noviembre de 1799 se había hecho con el cargo de primer cónsul, derrocando al Directorio. El nuevo Papa no albergaba una preconcebida indisposición hacia el general francés, ni se mostraba beligerante contra el orden político que el régimen francés pretendía instaurar en los países de su órbita. Pío seguía la política moderada que

había diseñado cuando era obispo de Imola, evitando el derramamiento de sangre a través de la sumisión a los nuevos señores de la República Cisalpina. Tampoco Napoleón siguió las tendencias anticlericales de las primeras fases de la revolución. En su pragmatismo político tuvo bien presente que las creencias religiosas estaban muy enraizadas en el


pueblo francés y que era provechoso para sus designios mantener una amistosa relación con los poderes eclesiásticos, en especial con el Papa. La atención de Pío se centró de inmediato en el estado de anarquía en el que se encontraba la Iglesia francesa, afectada por el gran cisma causado por la constitución civil del clero, que había descuidado la disciplina: la mayoría de las iglesias se habían cerrado, algunas diócesis se encontraban sin obispo, y otras tenían incluso más de uno, mientras que el jansenismo y la práctica del matrimonio de los clérigos se fueron extendiendo entre los fieles, que lo recibían entre la indiferencia y la hostilidad. Luego de su nombramiento, Consalvi viajó a Francia, donde inició las negociaciones del Concordato de 1801 con Napoleón. Aunque no se realizaba un retorno efectivo al antiguo orden cristiano, sí logró proveer ciertas garantías civiles a la Iglesia, reconociendo a la Católica, Apostólica, y Romana religión como la practicada por la mayoría de los ciudadanos franceses. Los principales términos del Concordatos incluían: - Libertad religiosa, al proclamar al catolicismo sólo como la religión predominante, pero no oficial. -El Papado mantenía el derecho de deponer a los obispos (en la práctica, esto era casi inútil, ya que el gobierno francés los nombraba). - El Estado debía pagar los salarios del clero, a cambio de que éste jurara lealtad al Estado. - La Iglesia cedía todos sus derechos sobre las tierras de su pertenencia que habían sido tomadas después de 1790. - El domingo era restablecido como un "festival", siendo efectivo desde el Domingo de Pascua de 1802. Al ratificar el Concordato, Pío VII pudo, relativamente, normalizar las relaciones entre la Santa Sede y Francia. Nombrará a Giovanni Battista Caprara como nuevo legado apostólico en Francia, para ejecutar el Concordato. Sin embargo, el 18 de abril de 1802, Francia proclama unilateralmente 77 artículos orgánicos, tendientes a hacer de la Iglesia de Francia una iglesia nacional, que dependa en lo mínimo de Roma, y sometida al poder civil. Estos artículos establecían limitantes al poder papal, no pudiendo contrariar las decisiones de los concilios ecuménicos, debiendo respetar las prácticas nacionales, perdiendo su infabilidad y poder sobre los juramentos de los súbditos. Así, el galicanismo parcialmente se restaura, algo que Pío no puede aceptar, ya que prácticamente, la Iglesia se encuentra bajo poder total del Estado, desde la revisión de las bulas hasta las reuniones y sínodos diocesanos, haciendo de los sacerdotes empleados del Estado. La coronación de Napoleón: Para 1804, Napoleón buscaba realizar su ceremonia formal de investidura como emperador. Luego de algunas dudas, Pío VII fue persuadido de participar en la ceremonia, que se llevaría a cabo en la Catedral de Notre Dame de París, en contra del consejo de la Curia romana. La intención del Papa era lograr convencer a Napoleón de derogar los artículos. En la ceremonia del 2 de diciembre, Pío solamente se limitó a bendecir a Napoleón, mientras éste se autocoronaba. El nuevo emperador le dará pocas concesiones, buscando resaltar el carácter secundario del pontífice. Sin embargo, los aplausos entusiastas del pueblo francés al Papa irritaron a Napoleón, quien se mantuvo hosco con Pío, y extendió la visita de éste cuatro meses más de los proyectado. El Papa, por el contrario, vio una fe renacida en el pueblo francés, y declinó aceptar los artículos orgánicos. Según la reunión sostenida con los cardenales, el 16 de mayo de 1805, Pío se sentía optimista de su visita a Francia. A propósito de ello, Pasquino dirá: por mantener la fe, un Pío perdió la Sede; por mantener la Sede un Pío perdió la fe. El Papa prisionero: Sin embargo, las relaciones entre Napoleón y el Papa no mejoraron luego de la visita de este último a Francia. En 1805, Pío se niega a conceder el divorcio entre Jerónimo Bonaparte y Elizabeth Patterson, mientras el emperador continúa su política expansionista, tomando el control de Ancona, Pontecorvo, Benevento y Nápoles luego de la batalla de Austerlitz, haciendo a su hermano José nuevo monarca de la región con el título de "rey de Roma".


En 1806 las hostilidades entre la Santa Sede y Napoleón se intensifican. Aquel año, el emperador buscaba incluir a los Estados Pontificios en su alianza continental contra Inglaterra. El 13 de febrero escribe a Pío: Su Santidad es soberano de Roma, pero yo soy el Emperador; todos mis enemigos sean los suyos. El Papa mandó su negativa como respuesta, argumentando que al ser "Pastor universal", debe ser neutral. La respuesta de Napoleón no se hizo esperar a través de una dura represión, reduciendo al mínimo el Patrimonio de San Pedro para 1808. Pío VII pide la renuncia a su secretario de Estado Consalvi, mientras la situación se vuelve caótica. El 2 de febrero de 1808 Roma es ocupada militarmente, al año siguiente, el 10 de junio, Pío responderá exasperado en su bula Quum memoranda, excomulgando a los ladrones del patrimonio de Pedro, usurpadores. Sin embargo, esto le llevará a nuevos problemas. La noche del 5 de julio, el general Étienne Radet, ayudado por un millar de hombres, policías, soldados o reclutas de la Guardia Cívica de Roma, hace su entrada a las escalinatas del Palacio del Quirinal, donde el Papa residía. Luego de que las ventanas y puertas fueran forzadas, y al oír el tumulto de los hombres que habían entrado, el Papa ordenó abrir sus habitaciones. Luego de cenar, y escuchar a Radet, Pío respondió "Señor, un soberano que no tiene de qué vivir más que con una corona al día no es un hombre que se deja intimidar fácilmente". Luego de la insistencia de Radet, el Papa respondería con su famosa frase: "Non possiamo, non dobbiamo, non vogliamo" ("No podemos, no debemos, no queremos"), en referencia a que no renunciaría a la soberanía temporal de los Estados Pontificios, ni levantaría la bula de excomunión. Sin necesidad del uso de fuerza, el Papa dejó en silencio el Palacio, subiendo a un carruaje escoltado por gendarmes, empezando sus días como prisionero real de Estado. Luego de ser llevado a un monasterio en Florencia, pasará por Alessandria y Grenoble, antes de llegar a Savona. Su carcelero Antoine Brignole-Sale, prefecto de Montenotte, era un noble genovés que atenderá gratamente al pontífice durante su período como prisionero. Pío VII le apodará mi buen carcelero, y mantendrán una relación de amistad, luego de la caída de Napoleón. Mientras tanto, el Papa se negó a aceptar los requerimientos de Napoleón, ya que no quería convertirse en un títere del gobierno francés: se negó a tocar los 2 millones en ingresos que garantizaban el traspaso de Roma al Imperio, así protestó por la conducta de Napoleón y rechazó aceptar los nombramientos de los obispos hechos por el emperador en Francia. Antes de salir del Quirinal, ordenó destruir su anillo del pescador, para que ningún usurpador pudiera utilizarlo sin su conocimiento. Es el único caso registrado en que el anillo papal se destruye en vida de su titular. Mientras tanto, el emperador no pudo reunir a los trece cardenales que pedía para que asistieran a su matrimonio con María Luisa de Austria, que ya había sido rechazado por el Papa, quien firma su orden de exilio. El Pontífice se enfurece al no tener ninguna información sobre el Concilio de París, convocado en 1811, y rechaza aceptar cualquier acta discutida allí. Mientras tanto, el emperador toma conocimiento de la correspondencia secreta que el Papa mantiene en Savona, por lo que en vísperas de su campaña a Rusia, decide trasladarlo a Fontainebleau, bajo pretexto de que los británicos podrían liberarlo. Pío contaba ya con 70 años de edad, y el viaje le resultaría más duro de lo que se esperaba. En el Paso de Mont Cenis, el Papa cae gravemente enfermo y se le administra la extremaunción en un hospicio cercano. Sin embargo, se recupera y sigue su camino. El 20 de junio de 1812, Pío VII llega al Palacio de Fontainebleau. El doctor Balthazard Claraz, cirujano, le atenderá durante los dos primeros meses de su cautiverio. Hasta el 23 de enero del siguiente año, el Papa no abandonará sus habitaciones, y sufrirá episodios de delirios, llamando a Napoleón como "mi querido hijo" y "un hijo algo terco, pero hijo de todos modos", algo que confunde al mismo emperador.

Para el 25 de enero, Napoleón viaja a Fontainebleau y se entrevista con el Papa. Bajo presión psicológica, y de forma casi humillante, Pío decide firmar el Concordato de Fontainebleu, que lo obliga a abdicar su soberanía temporal, parte de su autoridad espiritual y aceptar ir a residir a Francia (Napoleón tenía planeado que viviera en París). Sin embargo, apoyado por los cardenales Consalvi y Bartolomeo Pacca, el 24 de marzo se retrae de su firma, debido a que había realizado aquello bajo presión. El Papa es vuelto a tomar prisionero e inicia una serie de contactos directos con el


emperador, donde se alternan la adulación y las amenazas. Entiendo el juego de Napoleón, el Papa se limitará a decirle: "Commediante... Tragediante...". En mayo, Pío desafía abiertamente al emperador, declarando nulos todos los actos oficiales realizados por los obispos franceses. Liberación y retorno a Roma: Para inicios de 1814, Napoleón está pasando por una situación díficil, y su derrota es inminente. El 19 de enero restaura los Estados Pontificios, y el 23 de enero el Papa abandona Fontainebleu, ya libre, junto a sus cardenales y otros exiliados. Durante su viaje de retorno a Roma, recibirá muestras de humildad de habitantes de ciudades y pueblos, arrodillándose a su paso. Luego de una breve estancia en Savona, y paradas en Imola, su antigua diócesis, donde celebraría la Pascua; además de Niza, Bolonia y Cesena, su ciudad natal, se detendrá en el Santuario de Loreto, para agradecer por su liberación. Entra finalmente a Roma el 24 de mayo. Han pasado más de 5 años desde el arresto de Pío en el Quirinal. Al entrar, los romanos sueltan los caballos del carruaje del Papa, y toman éste en sus hombros, llevándolo a la Basílica de San Pedro. Pío VII en Italia: última fase de su pontificado: Gobierno postnapoleónico: Libre de actuar, una de las primeras medidas de Pío será restaurar al cardenal Consalvi en la Secretaría de Estado. Por llevar con dignidad el peso de su resistencia pacífica y prisión frente a Napoleón, ganó un gran prestigio entre el resto de las naciones europeas, incluso entre las de fe protestante y ortodoxa. Sin embargo, tendrá que salir de nuevo de la ciudad, a refugiarse en Viterbo y en Génova, luego que Joaquín Murat, rey de Nápoles, invade los Estados Pontificios durante la campaña de los Cien Días. Pío VII regresará definitivamente a su palacio del Quirinal, el 22 de junio de 1815. En los meses siguientes, permitirá la entrada, como refugiados políticos, a familiares de Napoleón. Buscando reorganizar la Europa postnapoleónica, se convoca el Congreso de Viena en 1814, donde el cardenal Consalvi asegurará el retorno de casi todos los territorios de los Estados Pontificios, a excepción de una franja de tierra que será anexionada al Imperio austriaco. Aún al propio Pío VII, que había dado muestras de comprensión de las fórmulas democráticas de gobierno, le pareció que su aplicación a terceros países podía constituir un régimen aceptable pero que en el caso de los estados de la Iglesia era ir demasiado lejos. En Roma, Pío derogó la mayor parte de las disposiciones legislativas aprobadas durante el periodo de ocupación francesa, si bien, como rasgo de modernidad y porque los tiempos que corrían así lo demandaban, mantuvo en la Constitución con la que dotó a sus estados la supresión de los derechos feudales de la nobleza. Además, restaurará la Inquisición y el Index librorum prohibitorum, mientras se le encarga a Consalvi ejecutar el motu proprio Quando per ammirabile disposizione, por medio del cual deberá reformar a los Estados Pontificios. El territorio se dividió en trece delegaciones y cuatro legaciones (Bolonia, Ferrara, Forlì, Rávena), más el distrito de Roma. Sin embargo, las arcas del Estado estaban en muy malas condiciones, mientras el descontento popular se enfoca a los carbonarios, sociedad secreta de inspiración liberal, que será prohibida por el Papa en 1821. En los últimos años del pontificado de Pío VII la ciudad de Roma fue muy hospitalario con todas las familias gobernantes, cuyos representantes fueron allí a menudo; el pontífice fue especialmente amable con los reyes en el exilio, mostrando una generosidad notable y singular incluso hacia la familia de Napoleón. El 6 de octubre de 1822, a través de una bula, restaura 30 diócesis en Francia. Fue después de largas negociaciones con el gobierno de Luis XVIII que Pío VII accedió a restaurarlas.

Relaciones con la Compañía de Jesús: En 1773, la Compañía de Jesús había sido suprimida por el Papa Clemente XIV, por medio de su breve Dominus ac Redemptor. Su decisión se debió la presión de varios países de tradición católica, y en ellos fue cabalmente ejecutada; mientras que en otros, sobre todo en Prusia y Rusia, el breve no se promulgó, principalmente debido a la calidad de la educación que los jesuitas dictaban en las universidades de su territorio. A principios del siglo XIX, la situación política en Europa había cambiado por completo. Muchas solicitudes de restauración de la Compañía fueron recibidas tanto por Pío VI como por Pío VII.


El 7 de marzo de 1801, poco después de su elección, Pío VII emitió el breve Catholicae fidei, donde se aprobaba la existencia de la Compañía de Jesús en Rusia y nombraba como Vicario temporal a Franciszek Kareu, Superior General de la Compañía de Jesús en Rusia. Este fue el primer paso hacia la restauración de la orden religiosa. Trece años después, por fin libre de Napoléon para tomar sus propias decisiones, Pío VII firmó la bula Sollicitudo omnium ecclesiarum, restaurando universalmente a la Compañía de Jesús,9 el 31 de julio 1814. Para esta ocasión, el Papa celebró la Misa en el altar de San Ignacio en la Iglesia del Gesù en Roma. Allí leería la bula, y abrazó personalmente a una centena de antiguos jesuitas que se habían llegado a la iglesia para la ocasión. Al mismo tiempo, confirmó a Tadeusz Brzozowski como Superior General. Pensamiento y acción: la Iglesia de Pío VII: Abolición de la esclavitud: Luego de su retorno a Roma en 1814, Pío VII, con la ayuda del cardenal Consalvi, renovó las relaciones diplomáticas con todos los países europeos, y mantiene una fructífera correspondencia con los diversos jefes de Estado europeos. Una de sus preocupaciones era la abolición de la esclavitud, luego de que, tras cinco años privado de libertad, el tema de la esclavitud se había vuelto de gran importancia y sensibilidad para Pío. En una carta fechada el 20 de septiembre 1814, escrita al rey de Francia, describe su total rechazo al comercio de esclavos, definiendo la venta del negro como la de un simple ser vivos, no como el hombre que es. En la misiva también prohíbe el comercio para todo eclesiástico o civil que apoye este comercio. A pesar de las negativas patentes de los gobiernos de España, Portugal y Brasil, Pío logrará ganar una pequeña batalla en el Congreso de Viena. En febrero de 1815, representando por el cardenal Consalvi, logrará acordar la prohibición de la esclavitud al norte de la línea del Ecuador. Sin embargo, sus sucesores inmediatos no serán tan activos en éste ámbito. Acción doctrinal y teológica: Debido a los avatares de su tiempo, Pío VII no tiene un gran peso, teológicamente hablando, en la historia de la Iglesia. Sin embargo, es el primero en ratificar una forma de separación entre la Iglesia y el Estado, un quiebre importante en lo referente a las relaciones político-religiosas de la era contemporánea. El 15 de mayo de 1800, poco después de su elección, envía la encíclica Diu satis a los fieles católicos, en la que aboga por un retorno a los valores del Evangelio. En 1801 concede una indulgencia apostólica para reparar los pecados por blasfemia. En 1814, universaliza la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores (15 de septiembre); y establece a perpetuidad el 24 de mayo para la fiesta de Nuestra Señora del Auxilio, en conmemoración de la fecha en que retorna a Roma luego de su exilio. El 3 de junio de 1816, Pío VII condenó las obras del Obispo melquita Germanos Adam, en las que se apoyaba el conciliarismo.10 En su encíclica Ecclesiam a Jesu Christo, del 13 de septiembre de 1821, el Papa condenará la Masonería y el movimiento de los carbonarios. Reorganizó la Congregación para la Propagación de la Fe, que iba a jugar a los siglos XIX y XX un papel crucial en el esfuerzo misionero de la Iglesia. En 1822 ordenó al Santo Oficio dar su visto bueno a las obras de Canon Settele, donde las teorías de Nicolás Copérnico se presentaban como un logro de la física, y no como una hipótesis. Asimismo, estableció varias diócesis para la reciente nación de los Estados Unidos. La diócesis de Baltimore fue elevada a archidiócesis, a la vez que crea las diócesis de Boston, Nueva York, Filadelfia y Bardstown. Más tarde, Pío VII añadirá las diócesis de Charleston, Richmond y Cincinnati en 1821.

Etsi longissimo terrarum: El 30 de enero de 1816 Pío VII promulgó su encíclica Etsi longissimo terrarum dirigida a los obispos de la América hispana, tras culminar un año de negociaciones con los representantes del rey de España Fernando VII, exhortándolos a: (...) no perdonar esfuerzo para desarraigar y destruir completamente la funesta


cizaña de alborotos y sediciones que el hombre enemigo sembró en esos países. Fácilmente lograréis tan santo objeto si cada uno de vosotros demuestra a sus ovejas con todo el celo que pueda los terribles y gravísimos prejuicios de la rebelión, si presenta las ilustres y singulares virtudes de Nuestro carísimo Hijo en Jesucristo, Fernando, Vuestro Rey Católico, para quien nada hay más precioso que la Religión y la felicidad de sus súbditos (...) Beatificaciones y canonizaciones: Pío VII canonizó a Ángela de Mérici, Benito de Palermo, Coleta de Corbie, Francisco Caracciolo y a Jacinta de Mariscotti el 24 de mayo de 1807. Así también, Pío beatificó a 27 personas, destacando Peregrino de Falerone, José Oriol, Giuseppe Maria Tomasi y Crispín de Viterbo. Acción cultural: Hombre de gran cultura, Pío VII se distinguió por su constante preocupación por embellecer Roma. En 1802 autorizó excavaciones arqueológicas en Ostia, las que revelaron un conjunto de ruinas notable, entre los que se encontraban caminos con tumbas, calles, termopolios, tiendas, spas, palestras, elementos de seguridad contra incendios, teatros, un foro, una basílica, una curia, mercados, santuarios, además de un templo capitolino. También ordenó excavar alrededor del lago Trajano. En Roma, en 1807, comprometió muros de contención, construcción de paredes de ladrillo y arbotantes para salvar de la ruina al Coliseo. Además, restauró el Arco de Constantino y ordenó la construcción de la fuente de Monte Cavallo. Reodenó la Piazza del Popolo y erigió el obelisco en el Monte Pincio. Bajo el reinado de Pío VII, Roma se convierte en el lugar de reunión de los principales artistas de la época. El veneciano Antonio Canova, el danés Bertel Thorvaldsen (a pesar de su protestantismo),.12 el austríaco Joseph von Führich, y los alemanes Johann Friedrich Overbeck, Franz Pforr, Johann Gottfried Schadow y Peter von Cornelius se dan cita en la Roma de principios del siglo XIX. Pío VII enriqueció la Biblioteca Vaticana con numerosos manuscritos y volúmenes impresos. Colegios ingleses, escoceses y alemanes son reabiertos, y se abren más vacantes para poder ingresar a la Universidad Gregoriana. Nuevas salas son abiertas en los Museos Vaticanos, construyendo la parte llamada Braccio Nuovo, inaugurada en 1822 y más tarde renombrada como Museo Chiaramonti, en honor a su mecenas. Este museo alberga numerosas estatuas romanas y copias de antiguas estatuas griegas, mientras que el suelo está recubierto de mosaicos. También fue Pío VII el aprobó la bandera amarilla y blanca que sigue siendo actualmente la de la Santa Sede, como respuesta ante la invasión napoleónica de 1808. Muerte: Para 1823, Pío VII a sus 81 años, tenía una salud visiblemente quebrantada. El 6 de julio de 1823, el Papa realizó su habitual paseo por los jardines interiores del Palacio del Quirinal, el día de aniversario de su arresto por el general francés Radet 14 años antes. Volvió a su oficina, quedando totalmente solo, a pesar de las recomendaciones del cardenal Consalvi. Intentó levantarse de su silla, apoyándose en su escritorio y en un cordón de seda que colgaba de la pared para tal efecto. Sin embargo, su mano debilitada soltó el cordón, perdiendo el equilibrio, y cayendo bruscamente al suelo, fracturándose la cadera izquierda. Fue escuchado por los chambelanes y prelados domésticos de las habitaciones contiguas, quienes lo llevaron a su cama, de la cual, no volvería a levantarse. Mientras tanto, el pueblo romano se agolpó fuera del Palacio desde el día 7 de julio, sin abandonar la vigilia.

Desde París, el rey Luis XVIII envió una cama mecánica especial para aliviar el sufrimiento del Papa; mientras el cardenal Francesco Bertazzoli, entre lágrimas, buscaba convencer al Papa de que aceptara los servicios de un médico particular. Calmado, Pío respondió: Andate, Signor Cardinale. Voi siete pio, ma veramente un pio seccatore (en español: Váyase, Señor Cardenal. Usted es piadoso, pero en realidad es un piadoso sinvergüenza).16 Durante este último mes de vida, la Basílica de San Pablo Extramuros, en cuya abadía había estudiado y liderado en su juventud, había sido arrasada por un incendio; noticia de la cual nunca tuvo conocimiento. El 19 de agosto, su condición empeoró, a la vez que nombraba las ciudades de Savona y Fontainebleau,17 lugares donde había sido encarcelado. Durante la madrugada, Bertazzoli le había administrado la extremaunción, y Pío sólo


volvió a musitar palabras latinas en voz baja, señal de que se encontraba orando. A las cinco de la mañana del día 20 de agosto, acompañado de su amigo y secretario de Estado Consalvi, Pío VII falleció, luego de un gobierno de 23 años, 5 meses y 6 días. Luego de los procedimientos embalsamatorios, su cuerpo fue velado en el Palacio del Quirinal, donde una densa multitud apareció para despedirlo. El 22 de agosto fue llevado a la Basílica de San Pedro, y sus exequias se celebraron el día 25,18 19 siendo enterrado brevemente en las grutas vaticanas, mientras su sepulcro era finalizado. Sepulcro de Thorwaldsen: Su amigo Consalvi, quien moriría pocos meses después que él, dejó estipulado en su testamento que los regalos recibidos de monarcas extranjeros, durante su larga carrera diplomática, fueran vendidos, y con el dinero recaudado se finalizaran las obras de reparación de las fachadas de varias iglesias de Roma, además de ser entregada otra parte a los pobres, y otra a pagar la tumba de su Papa. Conforme a su voluntad, en el transepto izquierdo de la Basílica de San Pedro, el escultor danés Bertel Thorvaldsen elaboró el monumento a Pío VII. Su obra representa a Chiaramonti con actitud seria, rodeado de dos figuras alegóricas, que representan a la fuerza y a la sabiduría; a ello añade los genios de la historia y el tiempo. Los restos mortales del Papa fueron trasladados allí en 1825. Ésta es la única obra de arte de la Basílica Vaticana en ser llevada a cabo por un artista no católico, en este caso protestante.12 La inscripción tallada recuerda el cariño que Consalvi le tenía a Pío VII. Causa de beatificación: El 15 de agosto de 2007 la Santa Sede se puso en contacto con la diócesis de SavonaNoli para comunicar que Benedicto XVI había declarado el nihil obstat (nada se opone) para la causa de beatificación del pontífice, tras lo cual se abrió el proceso en la diócesis para ella. Posee actualmente el título de siervo de Dios. Legado: Frente a la historia en general, Pío VII y su predecesor Pío VI (ambos reúnen 47 años de reinado) se encuentran en la interfaz entre el Antiguo Régimen y el nacimiento de un mundo nuevo, industrial, marcado por el nacionalismo, las aspiraciones a la democracia y el pluralismo de ideas. Con él finaliza la lucha, que provenía del medioevo, entre el Papa y el Emperador: en 1870, los Estados Pontificios caerán definitivamente, y en 1929, con los Pactos de Letrán, el poder temporal de los Papas se verá limitado totalmente, pero con la libertad necesaria para poder ejercer su poder espiritual. La mayoría de los Estados occidentales del siglo XX formalizarán la libertad de culto a través de sus Constituciones. Aunque permanece dominante con respecto a otras instituciones, la Iglesia católica perdió gran terreno, sobre todo al poder presentarse nuevas opciones filosóficas, religiosas y educativas. Por su parte, la persona de Pío VII marcó su época. Su intención de lograr la paz se retrae a la época en que era obispo, cuando realizó todo lo posible por evitar revueltas contra los invasores y violencia sin sentido. Durante su período como prisionero de Estado, evitó alentar a la resistencia violenta de los católicos y a no seguir otra pauta que no fuera la de la total neutralidad ante los conflictos armados de su tiempo. Luego de su retorno a Roma en 1814, ayudado por el cardenal Consalvi, desarrolló una intensa actividad diplomática destinada a fomentar la convivencia pacífica entre los Estados y las distintas religiones practicadas. Su humildad se aprecia desde el cónclave de 1799-1800 hasta su cautiverio en Fontainebleau, donde un monje tuvo que insistir para poder lavar la sotana blanca del Papa y remendar sus botones. Durante su cautiverio se comprometió a ir vestido de negro, al igual que los monjes benedictinos que lo acompañaban, para que los habitantes de las zonas por donde pasaban no reconocieran su sotana ni su muceta roja. El espíritu del Papa, de responder simplemente Sta bene (en español: Está bien), quedó plasmado en el escrito de un soldado que lo mantenía prisionero en Savona, en enero de 1810: Yo, que era el enemigo de los sacerdotes, he de confesar la verdad, porque tengo que hacerlo. (...)

Desde que el Papa está relegado aquí en el palacio del obispo (...), te puedo decir que este hombre santo es el modelo de la humildad, el modelo de la moderación y de todas las virtudes sociales, que es amado por todos, que suaviza las mentes más fuertes, y en realidad convierte en amigos muy queridos a los enemigos más implacables. El Papa dedica casi todo su tiempo a la oración, a menudo se postra con la cara contra el suelo. Y el resto del tiempo lo ocupa escribiendo o dando audiencias.20 Excepto por su consumo inmoderado de tabaco, nos encontramos con alabanzas


hacia él de la boca de sus enemigos. Integralmente, no cayó en el nepotismo de sus predecesores. Los únicos miembros de su familia son su hermano Gregorio, al cual le otorga una pensión de 150 coronas al mes; y a su sobrino huérfano, a quien le regala una pequeña propiedad en Cesena. Intelectualmente, Pío VII era brillante, de intereses variados. Multilingüe (sabía italiano, francés, inglés y latín), un notable traductor y dueño de una excelente redacción, como muchas cartas atestiguan, Chiaramonti había dedicado muchos años de su vida a leer, estudiar (en el Colegio San Anselmo había sido bibliotecario) y enseñar (dictando clases en la Abadía de San Juan de Parma, en el Colegio San Anselmo y en la Abadía de Santa María del Monte). Su biblioteca privada, cuyos libros hoy se atesoran en la Biblioteca Malestiana de Cesena, es increíble: con más de 5.000 ejemplares, incluyendo códices medievales, obras de historia, arqueología, numismática, economía política y ciencia. Según Jean Leflon, Chiaramonti recurrió a métodos positivos para tratar con la teología y la filosofía; e incluso patrocinó el método de Condillac.21 Difícilmente se puede apreciar que aquella biblioteca es de un religioso, ya que varias de las obras pertenecen, de hecho, al Index librorum prohibitorum. Pío VII fue un hombre progresista, que defendió la libertad, la educación, las tradiciones y el poder temporal. En su acción política, restauró a la Compañía de Jesús, lo que conllevaba una orden intelectual y progresista. La firma del Concordato de Fontainebleau no fue una forma de cumplir con los deseos Napoleón, pero sí correspondía a sus convicciones. En la lucha contra la esclavitud, es un adelantado a su tiempo. Roma establece el libre comercio; la apertura de la Curia a colaboradores laicos (entre 1800 y 1806); forja relaciones diplomáticas con Rusia, Inglaterra, Estados Unidos, países que no católicos; reorganiza escuelas en los Estados Pontificios y deroga el feudalismo: Pío VII es definitivamente un Papa progresista inspirado en la Ilustración. Culturalmente, Chiaramonti trabajó por la modernización de la enseñanza. Ya Papa, buscó poner de relieve el pasado antiguo de Roma (ordenando excavaciones arqueológicas en Ostia, reforzando el Coliseo) y embelleciendo la ciudad. Crea un museo para conservar los tesoros de la Antigüedad, abre escuelas y enriquece enormemente la Biblioteca Vaticana. Es una mente abierta, que invita a Roma a los principales artistas de su época, sin importar origen ni credo.

Humilde y bondadoso, desprovisto de ambiciones personales, amigo fiel (de lo cual dieron fe sus cardenales Consalvi y Pacca), piadoso, calmado, discreto, modesto, generoso y dispuesto a arriesgar su vida por defender sus creencias, Pío VII fue un hombre de excepción para su época. Incluso a su principal oponente, Napoleón, sugirió ser blando en su cautiverio. El francés, exiliado en la Isla de Santa Elena, dirá sobre el pontífice: Es verdaderamente un hombre bueno, amable y valiente. Es un cordero, un hombre de verdad, creo yo, que me hace ver pequeño.

León XII, Papa.


León XII (probablemente Genga, Marca de Ancona, Estados Pontificios, 22 de agosto de 1760-Roma, Estados Pontificios, 10 de febrero de 1829) fue el papa 252.º de la Iglesia católica entre 1823 y 1829. Orígenes y formación: Nacido Annibale Francesco Clemente Melchiorre Girolamo Nicola Sermattei della Genga Periberti di Fabriano, pertenecía a la familia de los condes de La Genga, un pequeño pueblo de la Marca de Ancona. Fue el sexto de los diez hijos del conde Flavio Sermattei della Genga y de su esposa la condesa Maria Luisa Periberti di Fabriano. El lugar de su nacimiento no se sabe con certeza, pero se cree que pudiera ser tanto el castillo de La Genga. Se educó en Collegio Campana de Osimo y en el Collegio Piceno de Roma. Posteriormente pasó a la Pontificia Accademia dei Nobili Ecclesiastici de Roma, donde fue ordenado sacerdote en 1783. Carrera eclesiástica: Este mismo año fue nombrado secretario privado del papa Pío VI. En 1784 fue designado nuncio en Lucerna, Suiza. En 1790 regresó a Roma para ocupar una cátedra en la Pontificia Accademia dei Nobili Ecclesiastici y el cargo de prefecto del Seminario Vaticano. En 1792 fue nombrado canónigo de la Patriarcal Basílica Vaticana y abad comendatario del monasterio de Monticelli. Episcopado: El 21 de febrero de 1794 fue designado arzobispo titular de Tiro y tres días después consagrado obispo por el Cardenal-Duque de York. Inmediatamente después fue trasladado a la nunciatura de Colonia, pero debido a la guerra tuvo que establecer su residencia en Augsburgo. Durante los muchos años que pasó en Alemania, completó varias misiones difíciles, las cuales lo llevaron muy cerca de las cortes de Dresde, Viena, Múnich y Stuttgart y también de la de Napoleón.Luego de la ocupación de los Estados de la Iglesia, fue tratado por los franceses como prisionero de estado y vivió varios años en recluido en su abadía comendataria de Monticelli entreteniéndose con la música y la caza.En 1814 Della Genga fue designado para llevar las felicitaciones del papa al rey Luis XVIII de Francia, instaurado por el Congreso de Viena. Cardenalato: En 1816 fue nombrado cardenal del título de Santa Maria in Trastevere y obispo de Senigallia con el título de arzobispo ad personam. En 1820, el papa Pío VII le dio la distinguida posición de cardenal vicario para la ciudad de Roma y al año siguiente le nombró arcipreste de la Basílica de Santa María la Mayor. Papado: Elección papal: Aún con la activa oposición de Francia, que lo tenía por acreditado germanófilo, fue elegido papa el 28 de septiembre de 1823 tras sólo veinte días de cónclave. Su elección fue facilitada por el hecho de que el cardenal Giuseppe Albani, diácono de S. Eustachio, había presentado el veto del emperador Francisco I de Austria contra el favorito Antonio Gabriele Severoli, cardenal del título de S. Maria della Pace. La mayoría de cardenales habían optado entonces por un papa de transición, y Della Genga estaba muy enfermo, casi en el umbral de la muerte. Él mismo manifestó a los cardenales que acababan de elegir "a un hombre muerto". Sin embargo, sorpresivamente siguió viviendo. El 5 de octubre siguiente fue coronado por el cardenal Fabrizio Ruffo, protodiácono de S. Maria in Via Lata. Actuación pontifical: Su política exterior, que confió primero a Giulio Maria della Somaglia, cardenal obispo de Ostia-Velletri y decano del Sacro Colegio, y luego a Tommaso Bernetti, cardenal diácono de San Cesareo in Palatio, se movía en las líneas generales que durante el papado anterior había dejado marcadas el esclarecido Ercole Consalvi, cardenal diácono de Santa Maria ad Martyres y secretario de Estado. Personalmente, León XII redujo los impuestos, hizo que la justicia fuera más barata, y logró encontrar financiación para ciertas mejoras públicas. Aun así dejó la tesorería más exhausta de lo que la había encontrado, y ni siquiera el muy planificado jubileo de 1825 consiguó mejorar la economía pontificia. A la conclusión del jubileo, con la bula Charitate Christi extendía a todo el mundo sus beneficios espirituales, al tiempo que recordaba la prohibición de la usura y la obligación universal de contribuir al sostenimiento de la Santa Sede.

Su política interior se dirigió a defenderse de las organizaciones que querían subvertir las enseñanzas de la Iglesia y destruir su potestad temporal: las sociedades bíblicas, los carbonarios y los masones. Tomó las medidas más fuertes


en relación a agitaciones políticas que se solían dar en las funciones de teatro. Al revés de lo que suelen propalar las obras protestantes, el pueblo no estaba enemistado con León XII, sino que le veía como había visto a los anteriores papas. Muerte: Pareciese ser que León XII habría recibido la extremaunción diecisiete veces durante su vida, la más famosa de ellas fue durante su coronación en 1823, y se consideró un milagro su salvación, en la víspera de Navidad. El Papa León, de carácter fuerte y decidido, continuó trabajando hasta el final de sus días, a pesar de su mala salud. Murió en Roma el 10 de febrero de 1829. Fue sepultado en las Grutas Vaticanas, delante del altar del papa León I el Grande. A pesar de su impopularidad, el epitafio que figura en su estatua, realizada por Pasquino, afirma: Aquí yace della Genga, por su y nuestra paz. Profecías de San Malaquías: Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Canis et coluber (El perro y la serpiente), cita que al parecer hace referencia a que condenó y mantuvo un estricto seguimiento de los movimientos liberales —particularmente francmasones y carbonarios— y de las sociedades bíblicas protestantes. Por eso se le considera un perro (un vigilante) contra las serpientes destructoras de la Iglesia.

Pío VIII, Papa.

Pío VIII (Cingoli, Marca de Ancona, Estados de la Iglesia, actual Italia, 20 de noviembre de 1761-Roma, 1 de diciembre de 1830), fue el Papa n.º 253 de la Iglesia católica entre 1829 y 1830. Antes de llegar a papa fue cardenalprefecto de la Congregación del Índice. Durante su período como prefecto (1821-1829) prohibió, por ejemplo, la lectura de la Crítica de la razón pura de Immanuel Kant (decreto del 8 de julio de 1827). Orígenes: Su nombre de nacimiento era Francesco Saverio Maria Felice Castiglioni Ghisleri. Fue el tercero de los ocho hijos del conde Ottavio Castiglioni y de la condesa Sanzia Ghisleri. Estudios y actividades previas: Estudió teología en el Collegio Campana de los jesuitas de Osimo y más tarde (1795 se doctoró en derechos civil y canónico en la Universidad de Bolonia. Este mismo año fue ordenado sacerdote. Fue nombrado vicario general en las ciudades pontificias de Anagni (1788), Fano (1790) y Ascoli Piceno (1797). Episcopado y cardenalato: Consagrado obispo de Montalto (1800) por Pío VII, instó a éste, tras su ruptura con Napoleón, a permanecer firme en la defensa de los derechos de la Santa Sede. Tal actitud le valdría, por parte del Emperador, la persecución y el destierro en Milán, Pavía, Mantua, Turín y otra vez Milán. A la caída de Napoleón regresó a su diócesis de Montalto. En 1816 fue nombrado cardenal del título de Santa Maria in Traspontina y trasladado al obispado de Cesena. Regresó a Roma en 1821 al ser nombrado prefecto de la Congregación del Índice y Gran Penitenciario de la Curia Pontificia. Este mismo año fue ascendido a cardenal obispo de Frascati En la curia romana secundó las iniciativas de Ercole Consalvi, cardenal diácono de Santa Maria ad Martyres y secretario de Estado, al que manifestó siempre una gran admiración. Papado: Elección: Su ascenso al pontificado tuvo lugar en el cónclave que siguió al fallecimiento de León XII y que tuvo lugar en el palacio del Quirinal de Roma. Fue elegido el 31 de marzo de 1829 y coronado cinco días después por el cardenal Giuseppe Albani, protodiácono de Santa Maria in Via Lata. Gobierno: En sus actos iniciales prosiguió en diversos aspectos la obra de su predecesor: condena de las corrientes racionalistas y liberales, represión del carbonarismo, fomento e impulso de la obra misional, prudencia ante los movimientos de emancipación civil y política de los católicos en Gran Bretaña, Bélgica y Polonia. Su defensa del orden constituido y de la Europa de la Santa Alianza no impidió, sin embargo, su firme repulsa ante los intentos de Federico Guillermo III de Prusia de someter los matrimonios mixtos, celebrados en sus estados católicos, a una


legislación protestante, que prescribía el que los hijos legítimos de tales matrimonios habían de ser educados en la religión paterna. Por el breve Litteris altero abhinc armo, del 25 de marzo de 1830, manifestó que en la celebración de los matrimonios mixtos en los que la educación católica de los futuros hijos no hubiera quedado previamente establecida, los prelados sólo permitirían la asistencia pasiva del sacerdote. En su constitución apostólica Traditi humiliati condenó el indiferentismo religioso, el jansenismo y las sociedades secretas. La Revolución de julio de 1830, en Francia contra Carlos X provocó en una oleada de violento anticlericalismo. Pío VIII reconoció la monarquía liberal de Luis Felipe de Orleans y ordenó al episcopado francés la sumisión al nuevo orden político. Aprobó las resoluciones del Concilio de Baltimore. El Pontífice trató también de mejorar la administración temporal de los dominios de la Santa Sede y de mejorar las condiciones de vida de las clases más humildes. Muerte: Falleció en Roma el 1 de diciembre de 1830 y en 1846 sus restos fueron trasladados a las grutas vaticanas de San Pedro. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Vir religiosus (El varón religioso), cita muy ambigua.

Gregorio XVI, Papa.

Gregorio XVI OSB Camald (Belluno, República de Venecia, 18 de septiembre de 1765-Roma, Estados de la Iglesia, 1 de junio de 1846), fue un religioso camaldulense que fue elegido el 254º Papa de la Iglesia católica entre 1831 y 1846. Biografía: Orígenes: Fue bautizado como Bartolomeo Alberto Cappellari Pagani Gesa, pero sustituyó sus nombres por el de Mauro al profesar en la Orden de la Camáldula. Era hijo de Giovanni Battista Cappellari y de su esposa Giulia Pagani Gesa de Pesariis, En el alto Friuli. Estudios y actividades previas: Cuando cumplió dieciocho años dio muestras de vocación religiosa y después de una cierta oposición familiar entró en el noviciado del monasterio camaldulense de San Miguel de Murano, de la Regla de San Benito en 1783, tomando el nombre de Mauro, en la que pronto se distinguió por sus aptitudes para la teología y la lingüística. Tres años después emitió los votos solemnes y en 1787 fue ordenado sacerdote. Obtuvo gran


notoriedad en 1799 con la publicación de una obra contra los jansenistas italianos titulada Il trionfo della Santa Sede e della Chiesa contro gli assalti de' novatori, respinti e combattuti colle stesse loro armi (dedicada al papa Pío VI cuando éste se hallaba cautivo de los franceses), trabajo que fue traducido a varias lenguas europeas. Dos veces le fue ofrecida la ordenación episcopal, pero él la rechazó. En 1805 fue elegido abad del monasterio romano de San Gregorio al Celio y en 1807 fue nombrado procurador general de su Orden, pero la ocupación de Roma por las tropas napoleónicas le obligó a regresar al de San Michele di Murano, cerca de Venecia, precisamente el cenobio camaldulense donde había profesado de joven. Regresó a Roma en 1814 para, sin dejar su abadía, ser nombrado consultor de la Congregación para Asuntos Extraordinarios de la Santa Sede y, dos años después, del Santo Oficio. En 1818 fue nombrado examinador general de teología de la Congregación de los Obispos, en 1820 consultor de la Congregación de Propaganda Fide y al año siguiente le fue encomendada la revisión de los Libros Sagrados de las Iglesias Orientales. También en ese año le encomendaron la visita apostólica a las universidades de Perugia, Camerino, Macerata y Fermo. Cardenalato: En 1825 fue creado cardenal in pectore y su nombramiento fue hecho público al año siguiente, recibiendo el título de San Callisto. En 1826 fue nombrado prefecto de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide. Participó en el cónclave de 1829 que eligió al papa Pío VIII. Elección papal: A la muerte de Pío VIII había un candidato que contaba con el apoyo mayoritario, hasta el punto de que su elección se daba por hecha y que el cónclave sería de puro trámite. Se trataba de Giacomo Giustiniani, cardenal del título de Ss. Pietro e Marcellino y arzobispo-obispo de Imola. Sin embargo, el cardenal Juan Francisco Marco y Catalán, diácono de S. Agata alla Suburra, camarlengo y vice-gobernador de Roma, se encargó de presentar a los cardenales reunidos el veto interpuesto por el rey Fernando VII de España contra la elección de Giustiniani, que había sido nuncio en Madrid y al cual aquel rey imputaba serias responsabilidades en los hechos revolucionarios ocurridos en España en la década anterior. Este veto complicó mucho la elección, por lo que tuvieron que transcurrir cincuenta días de discusiones y treinta y ocho votaciones en el cónclave para que se formara una mayoría a favor de Mauro Cappellari. Fue elegido papa el 2 de febrero de 1831. Puesto que no era obispo (el último de los papas que no lo era en el momento de su elección), tuvo que ser inmediatamente consagrado por el cardenal Bartolomeo Pacca, decano del Colegio cardenalicio. El mismo día fue coronado sumo pontífice por el cardenal Giuseppe Albani, protodiácono de Santa Maria in Via Lata. Papado: Para acabar con las luchas que surgieron en los Estados de la Iglesia, especialmente en Bolonia recurrió a la ayuda del Imperio austrohúngaro. Durante su pontificado tuvo lugar la ruptura de relaciones diplomáticas de la Santa Sede con España y Portugal (1835-1840), así como con Prusia por causa de los matrimonios mixtos y con Rusia debido a la persecución zarista de los católicos rutenos. En su gestión eclesiástica mostró un talante muy conservador. Publicó la encíclica Mirari vos (1832), por la que se condenaban las doctrinas de Lamennais y se denunciaban, entre otras cosas, la libertad religiosa y la separación entre Iglesia y Estado. Gregorio XVI fue duramente crítico con la esclavitud, que seguía practicándose en muchos países, como en las colonias españolas de Cuba y Puerto Rico y en los Estados Unidos. En 1841 y con la encíclica Afflictas in Hispania Gregorio XVI protestaba de la injerencia del gobierno de Madrid en los nombramientos de la jerarquía eclesiástica y de la reciente supresión de las órdenes religiosas. Las autoridades españolas quedaban advertidas de las penas canónicas que sus decisiones comportaban.

En sus quince años de pontificado creó la respetable cantidad de 75 cardenales, de los cuales 29 lo fueron in pectore. Con todo, seis nombres de éstos últimos jamás fueron revelados. El mundo de las artes le debe la restauración de la Basílica de San Pablo Extramuros, destruida por un incendio en 1830, y la creación del Museo Etrusco, Egipcio y Cristiano. En 1839 Gregorio XVI promovió la adquisición, para la


Calcografia Camerale, de numerosas planchas grabadas del famoso Piranesi que se conservaban (y seguían imprimiendo) en el taller Firmin-Didot de París. La Calcografia, junto con dichas matrices, subsiste en Roma bajo la tutela del Istituto Nazionale per la Grafica. Este papa fue además el máximo responsable del progreso católico en América y potenció las misiones. También durante su Papado, la Santa Sede reconoció la independencia de algunos países hispanoamericanos, como Chile, el 13 de abril de 1840; y como México, el 28 de febrero de 1831; iniciando así las Relaciones bilaterales entre México y la Santa Sede. Muerte: Gregorio XVI falleció en Roma el 1 de junio de 1846. Está sepultado en la Patriarcal Basílica Vaticana, en un mausoleo obra del escultor Luigi Amici que sufragaron los cardenales creados por él. Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como De balnes Etruriæ (De los baños de Etruria) cita que al parecer hace referencia a que era miembro de la Orden Camaldulense fundada en un lugar llamado Balneum (="baños") y luego Balni (mismo significado), en Etruria.

Pío IX, Papa.

Pío IX o Pío Nono (Senigallia, Marca de Ancona, Estados de la Iglesia, actual Italia, 13 de mayo de 1792-Roma, 7 de febrero de 1878) fue el ducentésimo quincuagésimo quinto papa de la Iglesia católica y el último soberano efímero de los Estados Pontificios. Su pontificado de 31 años y medio, del 16 de junio de 1846 al 7 de febrero de 1878, ha sido el segundo más largo de la historia de la Iglesia, si se descarta el de San Pedro (cuya duración es difícil de determinar). Fue beatificado por Juan Pablo II, el 3 de septiembre de 2000. Biografía: Orígenes: Su nombre de nacimiento era Giovanni Maria Giambattista Pietro Pellegrino Isidoro Mastai Ferretti. Fue el noveno hijo del conde Girolamo Mastai Ferretti y de su esposa Caterina Solazzi. Estudios y actividades previas: De joven, para dar gusto a los deseos de su padre, intentó hacer carrera en la Guardia Noble de la Santa Sede; sin embargo, al no conseguir ser admitido a causa de su epilepsia, decidió seguir sus propias inclinaciones y secundar los deseos de su madre, por lo que comenzó a estudiar teología en el seminario de Roma. Mientras tanto, su enfermedad cesó y pudo ser ordenado sacerdote el 10 de abril de 1819. En un principio, trabajó como rector del Instituto Tata Giovanni de Roma, hasta que fue enviado a Chile,2 3 donde permaneció entre julio de 1823 y junio de 1825, como parte de la representación apostólica del nuncio monseñor Giovanni Muzi,4 la primera misión en la América del Sur postrevolucionaria. Allí fue auditor asesor del secretario de Estado, el cardenal Ercole Consalvi. Regresó a Roma para dirigir el hospital de San Michele (1825-1827) y para ocupar el oficio de canónigo de Santa Maria in Via Lata. Episcopado y cardenalato: El 21 de mayo de 1827 fue nombrado arzobispo de Spoleto a los 35 años de edad y consagrado el 3 de junio siguiente por el cardenal Francesco Saverio Castiglioni, después papa Pío VIII. De esta etapa destaca la amnistía que logró para los que participaron en una fallida revolución que, en 1831, se había extendido a aquella ciudad. Este hecho y sus simpatías por la causa italiana le hicieron ganar fama de liberal. Al año siguiente de ese suceso, fue trasladado al prestigioso obispado de Imola manteniendo el cargo de arzobispo ad personam. Fue nombrado Cardenal in pectore el 23 de diciembre de 1839 y hecho público el 14 de diciembre del año siguiente con el título de Cardenal presbítero de los Santos Pedro y Marcelino. Elección papal: El cónclave que siguió a la muerte de Gregorio XVI en 1846 tuvo lugar en un momento de ambiente político inestable en Italia. Esto motivó que varios cardenales extranjeros decidieran no asistir a él. A su comienzo, solo estaban presentes 46 de los 62 cardenales. Este cónclave se celebró en el palacio del Quirinal de Roma, que entonces era la residencia pontificia, y fue escenario de una división entre conservadores y liberales.


Los conservadores apoyaban a Luigi Lambruschini, cardenal obispo de Sabina y secretario de Estado del papa Gregorio XVI. Los liberales, en cambio, apoyaban alternativamente a dos candidatos: a Tommaso Pasquale Gizzi, cardenal del título de Santa Pudenziana y antiguo nuncio apostólico en el reino de Cerdeña, y al cardenal Mastai Ferretti. En la primera votación, Mastai Ferretti obtuvo quince votos y los demás votos fueron para Lambruschini y Gizzi. Muchos pensaban que si Lambruschini no resultaba elegido, lo sería Gizzi con toda probabilidad. Llegado el cónclave a un punto muerto a causa del desacuerdo, los liberales y moderados decidieron votar por Mastai Ferretti, una decisión que fue contraria al sentir de buena parte de los gobiernos de Europa. El segundo día del cónclave, el 16 de junio de 1846, Mastai Ferretti fue elegido papa con una mayoría de 36 votos, mientras que Lambruschini solo obtuvo diez; Gizzi no recibió ningún voto. Dado que era de noche, no se realizó ningún anuncio formal, exceptuando la fumata blanca. Muchos católicos asumieron que Gizzi había sido escogido como sucesor de San Pedro. De hecho, empezó a haber celebraciones en su ciudad natal, Ceccano, y sus ayudantes, de acuerdo con una antigua tradición, quemaron sus vestiduras cardenalicias. A la mañana siguiente, se anunció la elección del cardenal Mastai Ferretti ante lo que debió ser una sorprendida multitud de católicos. Por supuesto, cuando el nuevo papa apareció en el balcón, el clima fue de júbilo. Mastai Ferretti escogió el nombre de Pío IX en honor de Pío VII. A las pocas horas de su elección llegó a Roma Carlo Gaetano von Gaisruck, cardenal del título de San Marco y arzobispo de Milán, que llevaba el veto del emperador Fernando I de Austria-Hungría a la elección de Mastai Ferretti, pero los hechos ya se habían consumado. Pío IX fue entronizado el 21 de junio por el cardenal Ludovico Gazzoli, protodiácono de San Eustachio. Inmediatamente nombró a Gizzi secretario de Estado. Los liberales europeos aplaudieron su elección como Sumo Pontífice. Pontificado: Pío IX tenía fama de ser un hombre culto, al ser elegido proclamó una amnistía para los presos con delitos políticos e instituyó La Consulta, una cámara deliberante de representación popular (pero elegida no por sufragio universal, sino censitario) que propició una mayor participación ciudadana en el gobierno de los Estados pontificios. También abolió el antiguo gueto judío de Roma. Para sus propósitos liberalizadores tuvo que pugnar arduamente con la propia curia romana, hasta el punto que en dos años tuvo no menos de siete secretarios de Estado. Durante las revoluciones de 1848 en Roma se proclamó la república y el papa tuvo que huir a Gaeta, en el reino de las Dos Sicilias, disfrazado de monje. Desde allí pidió ayuda a las principales potencias católicas: España, Austria, Francia y las Dos Sicilias, que acudieron en su ayuda. Cuando sus territorios le fueron restituidos por los franceses, volvió animado por propósitos menos liberales, ejemplo de ello, la restauración del gueto judío. En 1853 se reconcilió con las monarquías protestantes de los Países Bajos e Inglaterra, las cuales permitieron el restablecimiento en sus países de la jerarquía católica. Los siguientes actos que llevó a cabo, tanto políticos como religiosos, fueron encaminados a la defensa doctrinal y a la preservación de los Estados Pontificios, amenazados por la unificación de los territorios italianos que estaba llevando a cabo el reino de Piamonte. Hacia 1860 el rey Víctor Manuel II había conquistado casi todos los dominios papales. En 1864 Pío IX promulgó la encíclica Quanta cura que lleva como apéndice el celebérrimo Syllabus erroroum, compendio de ochenta proposiciones condenatorias de las doctrinas del momento. Específicamente anatematizó el panteísmo, el naturalismo, el racionalismo, el indiferentismo, el latitudinarismo, el socialismo, el comunismo, el liberalismo, las sociedades secretas, el biblismo, y la autonomía de la sociedad civil. Reafirmaba la invalidez del matrimonio celebrado entre católicos no separados de la Iglesia, que se celebrase ante una autoridad civil, por un defecto de forma canónica. Otras acciones a destacar de este papa son la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción (encíclica Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854) y la convocatoria del Concilio Vaticano I (1869-1870), donde se definió


la infalibilidad papal para sus pronunciamientos ex cathedra -circunstancia ésta que se produce en contadísimas ocasiones- y el fortalecimiento del primado romano (constitución apostólica Pastor Aeternus de 18 de julio de 1870). El Concilio también recogió las tesis del Syllabus y mediante la constitución Dei Filius (De fide catholica) reconocía a los romanos pontífices el primado de jurisdicción sobre todos los obispos, tanto individual, como colectivamente considerados. Los esfuerzos de Pío IX para conservar los Estados de la Iglesia fueron en vano ya que el 20 de septiembre de 1870 el ejército piamontés entró en Roma y puso fin a la soberanía de los Papas que había durado más de mil años. Pío IX se negó a reconocer el reino de Italia, a establecer relaciones diplomáticas con él y rechazó las garantías personales que se ofrecían y excomulgó al rey Víctor Manuel II de Saboya. Mediante la bula Non Expedit prohibió a los católicos, bajo severas penas canónicas, toda participación activa en la política italiana, incluido el sufragio. Los últimos años de su pontificado los vivió en condiciones de aislamiento en los palacios del Vaticano, viendo como las propiedades de la Iglesia en Italia eran confiscadas, mientras que en Alemania, Bismark comenzaba su Kulturkampf contra el catolicismo. Su pontificado había sido uno de los más largos de la historia y, a su vez, uno de los que ha tenido que afrontar problemas más graves. El 23 de julio de 1858, las autoridades civiles de los Estados Pontificios retiraron la patria potestad a los padres de Edgardo Mortara, que eran judíos, dado que había sido bautizado como cristiano. Fue acogido en una institución de educación católica, con todo sus padres intentaron recuperar la patria potestad durante doce años, empeño que nunca consiguieron. Cuando, finalmente, a raíz del declive del poder de los Estados Pontificios, le fue posible reencontrase con sus padres judíos, rechazó tal posibilidad. Poco tiempo después, fue ordenado sacerdote. El llamado Caso Mortara conmovió a la opinión pública de la época y, más recientemente, ha sido causa de las críticas que recibió la beatificación del papa Pio IX. Inicios del catolicismo social: Durante el pontificado de Pío IX se inicia en la Iglesia el denominado catolicismo social, para defender los derechos de los trabajadores tras la revolución industrial. Los católicos tomaron pronto conciencia de los problemas político-religiosos que se derivaban de la Revolución francesa, sin embargo muy lentamente, como el resto de la sociedad, fueron conscientes de una segunda revolución de otra naturaleza que estaba modificando en profundidad la sociedad tradicional, la denominada revolución industrial. Desde 1830 los teóricos y activistas, como Robert Owen (cartistas) en Inglaterra y Saint-Simon, Fourier y Proudhon en Francia, habían denunciado las injusticias del capitalismo y del liberalismo, promoviendo la resistencia obrera. En 1847 Marx y Engels había elaborado el “manifiesto comunista” la carta magna del socialismo científico. Mientras el movimiento obrero se organizaba de este modo, amplios sectores de la sociedad, hasta el fin del siglo, rechazaban tomar en consideración la necesidad de lo que hoy se llama “reforma de las estructuras” sea por incomprensión de los nuevos problemas, sea por la absoluta novedad de los mismos. Lo penoso de la situación fue reconocido por un número cada vez mayor de personas, sin embargo éstos no veían otra solución que la caridad privada y las obras de beneficencia, que más bien eran remedios sintomáticos para paliar algunas de las consecuencias de la nueva estructura socioeconómica de Europa, pero no para atacar las raíces del problema. No obstante, una minoría muy pronto hizo propias estas preocupaciones sociales, dándose cuenta de que la cuestión obrera constituía un grave problema de justicia. Sobre todo en Alemania, la toma de conciencia de esta situación se adelantó al resto de países, de modo que, en justicia, debe ser colocado en este país el origen del movimiento social católico que en 1891 tendrá su primera expresión oficial en la encíclica Rerum Novarum de León XIII. Con todo, no es exacto que con esta encíclica se iniciara la doctrina social de la Iglesia. El beato Pío IX, si bien más preocupado por las repercusiones del liberalismo en el campo político y doctrinal, no ignoraba la faceta social de esta doctrina. A menudo se olvida que Pío IX, en la encíclica Quanta Cura, (1864) condenó el socialismo y el liberalismo


económico, por lo que hizo un primer esbozo de las enseñanzas que León XIII desarrollará: denunciaba conjuntamente, por una parte, la pretensión del socialismo del siglo XIX de sustituir la Providencia Divina por el Estado y, por otra, el carácter materialista del liberalismo económico que excluye el aspecto moral de las relaciones entre capital y trabajo. El caso alemán: Mons. Ketteler: Alemania estuvo a la vanguardia del movimiento social católico, y en este país se inicia el primer partido político católico. Se puede afirmar que, en gran parte, el caso Alemán se debe a la obra y la actividad de Obispo de Maguncia G.U von Ketteler. Su importancia es de orden doctrinal, sintetizado en su obra "La cuestión Obrera y el cristianismo" (1864), escrito tras 15 años de reflexión. Su novedad radicaba más en el diagnóstico de la problemática, que en la concreta solución que proponía: No se conformaba con sugerir algunas reformas concretas, sino señalaba que el problema obrero era de tal magnitud que no se podía concebir sino mediante una nueva concepción del estado opuesta al individualismo liberal y al totalitarismo estatalista. Con independencia de la solución apuntada por Mons. Ketteler (postulaba la organización de la sociedad en un modo corporativista) su análisis de la situación es muy válido pues señalaba certeramente que no era suficiente limitarse a paliar determinadas carencias sociales, sino que había que cambiar el mismo sistema de las cosas. Ketteler, del cual León XIII dirá que fue su “ gran precursor” murió en 1877, pero su espíritu no desapareció con él, y se le puede atribuir en buena parte las primeras leyes sociales, muy progresistas para la época, que fueron votadas en el Reichstag con el apoyo del partido de centro alemán, cuya doctrina social se inspiró en Ketteler. Es justo señalar, además, que junto con importante aportación doctrinal, Mons. Ketteler desarrolló toda una gran actividad en su diócesis y en toda Alemania, empeñando todo su prestigio como prelado para fomentar la creación de entidades asociativas católicas de obreros que defendiesen por medios pacíficos sus derechos: - Aumento de salarios. - Disminución de horas de trabajo. - Descanso dominical. - Prohibición del trabajo a los menores. Vida sacramental y espiritual del pontificado de Pío IX: Una de las características del pontificado de Pío IX fue la superación del jansenismo en la Iglesia Católica. El jansenismo es un movimiento del siglo XVI en cuya base está una doctrina sobre la gracia, que dio por resultado una especie de catolicismo “calvinizado”. En síntesis, la posición dogmática del jansenismo era que el pecado original había provocado una corrupción radical de la naturaleza humana. De ahí en delante todo es perverso. La voluntad humana desde la caída de Adán es impotente ante el asalto de la concupiscencia. No puede evitarse el pecado en tanto no le sea concedida la gracia. La gracia es omnipotente e irresistible. Si Dios concede la gracia, el hombre evita el pecado; sin la gracia no se puede hacer otra cosa que pecar. Sin embargo, la gracia solo se concede a unos pocos, a la pequeña minoría a quien Dios desea salvar; por lo tanto Cristo no murió por todos los hombres, sino por unos pocos. Esta doctrina fue reprobada repetidas veces por los Romanos Pontífices, sin embargo, este movimiento seguía ejerciendo influencia en el catolicismo, especialmente en Francia y en los Países Bajos. En particular, la práctica jansenista del uso de los sacramentos en general, y de la Penitencia y la Eucaristía en particular era contraria al espíritu de la Iglesia post-tridentina. Para el movimiento jansenista la comunión eucarística solo era una recompensa para el que triunfaba en la virtud; es más, rechazar la recompensa era, incluso, más meritorio que aceptarla. Por ello, en los territorios de influencia jansenista, era frecuente que los fieles católicos recibieran raramente la comunión. Dadas estas premisas, podemos señalar, por contraposición, que una de características de la vida sacramental promovida durante el pontificado de Pío IX como superación del jansenismo, es la mayor frecuencia en la recepción de los sacramentos, en especial de la Eucaristía y la Penitencia, así como un aumento de las devociones de los fieles


católicos. En síntesis, y sin afán de exhaustividad, podemos enumerar: - Aumento de la piedad eucarística y de la adoración al Santísimo Sacramento del Altar fuera de la celebración de la Eucaristía. Y así, en efecto, en 1851 Pío IX recomienda oficialmente la Adoración Perpetua. - Otro rasgo de la superación del Jansenismo es la extensión a toda la Iglesia de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Pío IX proclama venerable a Sor Margarita María Alacoque y extiende la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús a la Iglesia Universal. En este sentido, es destacable la iniciativa para consagrar al Sagrado Corazón de Jesús individuos, familias, congregaciones religiosas, incluso Estados. Incluso hubo una petición presentada a Pío IX al acabar el Concilio Vaticano I suscrita por casi todos los obispos y superiores de Órdenes religiosas y más de 1 000 000 de fieles laicos para consagrar el mundo entero al Sagrado Corazón de Jesús. - Redescubrimiento de Cristo: El jansenismo daba más importancia a la majestad abstracta de Dios que a Cristo “Perfectus Deus, Perfectus Homo”. Ahora la piedad se hace más cristocéntrica; de modo que, con propiedad, algunos autores señalan la espiritualidad de esta época como la del “redescubrimiento de Cristo”. En este sentido, y con carácter anecdótico, se puede señalar la gran popularidad y difusión que tuvieron algunas obras de espiritualidad centrada en la vida de Cristo, como por ejemplo “la Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo” de Catalina de Emmerik, recientemente traslada y adaptada a lenguaje cinematográfico por Mel Gibson. La renovación de la Teología Moral: También en este campo, el jansenismo había dejado su huella, generando una teología Moral que se caracterizaba por un rigorismo muy acentuado; se puede sintetizar señalando que entendían que las obras de los no-cristianos no tenían absolutamente ningún valor; además rechazaban el dolor de atrición (en contradicción con el Concilio de Trento) por considerarlo sumamente imperfecto. Frente a esta postura moral, surgió ya en el siglo XVIII la figura de san Alfonso María de Ligorio cuya renovación en este campo es recomendada por Roma en numerosas ocasiones; Pío IX, en este sentido, en un gesto muy significativo, proclamó a san Alfonso María de Ligorio como doctor de la Iglesia en 1871, a petición de un número muy elevado del episcopado mundial (unos 600 obispos). Esta nueva perspectiva moral es acogida con entusiasmo por los clérigos. Últimos años y muerte:Pío IX logró vivir lo suficiente para presenciar la muerte de su antiguo adversario, Víctor Manuel II de Italia en enero de 1878. Tan pronto como se enteró de la gravedad de la situación del rey, Pío IX lo absolvió de todas las excomuniones y otras penas eclesiásticas. Pío IX murió un mes después, el 7 de febrero de 1878 a las 5:40 de la tarde, de una epilepsia que dio lugar a un ataque y un repentino ataque al corazón, mientras rezaba el rosario con sus colaboradores. Desde 1868, el Papa estuvo plagado por primera vez de las erisipelas faciales y luego por las llagas abiertas en las piernas.7 Sin embargo, insistió en la celebración de la Misa todos los días. El calor sofocante del verano de 1877 empeoró las llagas, llegando incluso a tener que ser transportado para poder movilizarse. Se sometió a varios procedimientos médicos dolorosos, los que llevó a cabo con notable paciencia. Pasó la mayor parte de sus últimas semanas en su biblioteca, donde recibió a sus cardenales y realizó sus audiencias.8 El 8 de diciembre, en la Fiesta de la Inmaculada Concepción, su situación mejoró notablemente hasta el punto de que podía volver a caminar. En febrero podía decir la misa de nuevo por su cuenta de pie, disfrutando de la fiesta popular del 75º aniversario de su primera comunión. Bronquitis, una caída al suelo, y aumento de la temperatura empeoraron su situación después del 4 de febrero de 1878. Siguió bromeando sobre sí mismo, cuando el cardenal vicario de Roma ordenó tocar las campanas y decir oraciones sin parar durante su recuperación. "¿Por qué quieres impedirme ir al cielo?", preguntó con una sonrisa. Pero le dijo a su médico, que había llegado su hora.9 El Papa Pío IX murió el 7 de febrero de 1878, con 85 años, concluyendo el pontificado más largo en la historia papal, después del de San Pedro, que la tradición sostiene había reinado durante 37 años. Sus últimas palabras fueron "Guarda la Iglesia a la que tanto amaba y sagradamente", según lo registrado por los cardenales de rodillas al lado de su cama. [cita requerida] Su cuerpo fue enterrado en la gruta de San Pedro, pero se trasladó en procesión la noche el 13 de julio de 1881 a la Basílica de San


Lorenzo Extramuros. Cuando el cortejo se acercó al río Tíber, un grupo de romanos anticlericales amenazó con lanzar el ataúd en el río. Solo la llegada de un contingente de la milicia guarda el cuerpo de Pío IX de un insulto final. Su lápida sepulcral lleva la sucinta frase "''Ossa et cineres Pii IX papae. Orate pro eo" (Huesos y cenizas del papa Pío IX. Rogad por él). Beatificación: El proceso para la beatificación de Pío IX —que en sus primeras etapas (desde 1878) tuvo la firme oposición del gobierno italiano— se inició el 11 de febrero de 1907 y se reanudó en tres ocasiones.11 Sin ningún tipo de oposición italiana, el santo papa Juan Pablo II lo declaró venerable el 6 de julio de 1985 y lo beatificó el 3 de septiembre de 2000 —cuando también se incluyó la beatificación del papa Juan XXIII (1958-1963)—. Se le conmemora litúrgicamente el 7 de febrero, aniversario de su muerte. La beatificación de Pío IX fue controvertida y criticada tanto por judíos como por cristianos debido a la percepción de su política como autoritaria y reaccionaria, la acusación de abuso del poder episcopal y el antisemitismo (en concreto el caso de Edgardo Mortara).12 Los críticos sostienen que su beatificación coloca "una carga insoportable sobre las relaciones entre los judíos y católicos", especialmente teniendo en cuenta los gestos conciliadores del papa Juan Pablo II hacia el judaísmo.13 El proceso coincidió con la canonización de Edith Stein, también polémica.

León XIII, Papa.

León XIII, de nombre secular Vincenzo Gioacchino Raffaele Luigi Pecci (Carpineto Romano, Estados Pontificios, 2 de marzo de 1810-Roma, Reino de Italia, 20 de julio de 1903), fue el papa n.º 2561 de la Iglesia católica. Su pontificado se desarrolló entre 1878 y 1903 (25 años) siendo uno de los más largos de la historia. Biografía: Primeros años: Nacido en Carpineto Romano, cerca de Roma, fue el sexto de los siete hijos del conde Ludovico Pecci y su esposa Anna Prosperi Buzzi. Sus hermanos fueron Giuseppe y Giovanni Battista Pecci. Su familia pertenecía a la pequeña nobleza rural. Su padre era comisario de guerra y coronel. Ya en su juventud se señaló como un gran latinista, y en su madurez sería un conocido humanista, diestro escritor de poemas y cartas en latín. Fue alumno del colegio jesuita de Viterbo y, entre 1824 y 1832, estudió Teología en el Collegium Romanum. Episcopado y cardenalato: En 1843 fue consagrado arzobispo titular de Damietta (Tamiathis) y destinado como nuncio a Bruselas, donde permaneció hasta 1846. Poco después fue nombrado obispo de Perugia con el grado de arzobispo ad personam. En 1856 el papa beato Pío IX lo nombró cardenal presbítero del título de San Crisogono.


Elección papal: En los años siguientes se produjo la unificación italiana (1859-1870), que supuso la liquidación de los Estados Pontificios y el enfrentamiento radical entre la Iglesia católica y el Estado liberal (especialmente, el nuevo Reino de Italia). La postura moderada que mantuvo en estos temas el cardenal Pecci lo convirtió en un candidato idóneo para suavizar las tensiones, razón que probablemente influyó en la decisión del Colegio Cardenalicio de elegirlo papa al morir Pío IX en 1878. Efectivamente, en un cónclave de sólo dos días y a la tercera votación, Gioacchino Pecci fue elegido papa el 20 de febrero de 1878. El 3 de marzo siguiente fue coronado en la Basílica Apostólica Vaticana por el cardenal Teodolfo Mertel, Cardenal diácono de San Eustaquio por delegación del cardenal Prospero Caterini protodiácono de S. Maria in Via Lata y ad commendam de S. Maria della Scala que se encontraba enfermo. Papado: Los primeros años de su pontificado quedaron marcados por una serie de iniciativas académicas: la fundación de un nuevo instituto en Roma para el estudio de la filosofía y la teología, centros de estudio de las Escrituras y un centro astronómico. Se abrieron los archivos del Vaticano, tanto a los estudiosos católicos como a los no católicos. Su largo pontificado significó un acercamiento de la Iglesia a las realidades del mundo moderno. Frente al creciente problema obrero, en 1891 dio a conocer la Encíclica Rerum novarum (Acerca de las nuevas cosas). La misma deploraba la opresión y virtual esclavitud de los numerosísimos pobres por parte de «un puñado de gente muy rica» y preconizaba salarios justos y el derecho a organizar sindicatos (preferiblemente católicos), aunque rechazaba vigorosamente el socialismo y mostraba poco entusiasmo por la democracia. Las clases y la desigualdad, afirmaba León XIII, constituyen rasgos inalterables de la condición humana, como son los derechos de propiedad. Condenaba el socialismo como ilusorio y sinónimo del odio y el ateísmo. El realismo político y la habilidad diplomática de León XIII permitieron poner fin a la hostilidad del régimen imperial alemán hacia los católicos (abandono por el canciller Otto von Bismarck de la Kulturkampf en 1879 y visita a Roma del emperador Guillermo II de Alemania en 1888). Igualmente, propugnó el fin de la confrontación entre la Iglesia francesa y la Tercera República, avalando la participación de los católicos franceses en el régimen republicano. Por el contrario, mantuvo el enfrentamiento numantino con el Estado italiano, insistiendo en el boicot de los católicos italianos a la vida política nacional. León XIII pensaba que el servicio diplomático papal debía desempeñar un papel de primer orden tanto en la consolidación de la disciplina interna de la Iglesia como en la conducción de las relaciones Iglesia-Estados. En 1885, España, Alemania y Reino Unido recurrieron a él como mediador en la disputa sobre la posesión de las Islas Carolinas, en el Pacífico y España las consiguió, pero a contrapartida el II Reich las Marshall. Y en 1899 el zar Nicolás II de Rusia y la reina Guillermina I de los Países Bajos se beneficiaron de sus buenos oficios en el intento de convocar una conferencia de paz de todos los países de Europa. Reflexionando sobre la diplomacia de la Santa Sede con ayuda de las obras de santo Tomás de Aquino, replanteó en su encíclica Immortale Dei (1886) la relación entre la Santa Sede y los Estados-nación. El nuncio papal, en opinión de León XIII, era el representante de la soberanía espiritual del Papa del mismo modo que un embajador representa la soberanía política de su país. Reforzó los lazos con la Iglesia norteamericana, fomentando la expansión del catolicismo en Estados Unidos. Con todo ello, León XIII contribuyó a dotar a la Iglesia de un nuevo protagonismo a escala mundial, reforzado por dos tipos de iniciativas suyas: por un lado, el acercamiento a la Comunión Anglicana y a los ortodoxos griegos, que inició la tendencia ecuménica de los papas del siglo XX; y por otro, el impulso de la acción misionera, especialmente en África. Tuvo especial interés en promover el rezo del Santo Rosario, al cual dedicó diversas encíclicas. Cabe mencionar que, a inicios de su papado, se produjo la muerte de santa Bernadette Soubirous (16 de abril de 1879), vidente de Lourdes,


a quien León XIII enviara la bendición antes de morir. La Virgen María quien, bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes, dijera de sí misma «Yo soy la Inmaculada Concepción», se había presentado -según el relato de Bernadette- con un rosario en sus manos, lo que no pasaría desapercibido a la mente del Pontífice. En sus veinticinco años de papado llegó a nombrar un total de 147 cardenales en 27 consistorios. Muerte: Falleció en Roma el 20 de julio de 1903; había sido el primer papa en haber nacido en el siglo XIX, y también fue el primero que murió en el siglo XX: vivió hasta la edad de 93 años, siendo el tercer papa con más larga vida.2 En el momento de su muerte, León XIII era el tercer papa con más tiempo de pontificado, solo superado por Pedro (entre 34 y 37 años) y Pío IX (31 años). Pecci no fue sepultado en la Basílica de San Pedro, como era costumbre, sino que en 1924 sus restos fueron trasladados hasta la basílica de San Juan de Letrán, su catedral como obispo de Roma, y una iglesia en la que tuvo un interés particular.

Pío X, Papa.

San Pío X (latín: Pius PP. X) (Treviso, Reino de Lombardía-Venecia, (actual Italia), 2 de junio de 1835-Roma, 20 de agosto de 19141 ) fue el papa 257º de la Iglesia católica entre 1903 y 1914. Biografía: Orígenes: Su nombre secular fue Giuseppe Melchiorre Sarto, segundo hijo de los diez que tuvo el matrimonio de Giovanni Battista Sarto (1792-1852), de profesión cartero, y Margarita Sansoni, costurera (18131894). Fue bautizado el 3 de junio de 1835. Sus padres, si bien eran humildes, valoraban la instrucción. Estudios y actividades previas: Realizó sus estudios primarios en la escuela de su pueblo natal. Recibió las primeras lecciones de latín del párroco de su lugar natal. En 1846 comenzó la segunda enseñanza en el Liceo Classico de Castelfranco Véneto. El 20 de septiembre de 1850 fue tonsurado por el obispo de Treviso, quien le concedió una beca ese mismo año para ingresar en el seminario de Padua. El 22 de diciembre de 1851 y el 6 de junio de 1857 recibió las órdenes menores; el 19 de septiembre de 1857, el subdiaconado; el 27 de febrero de 1858, el diaconado. El 18 de septiembre de este mismo año fue ordenado sacerdote en Castelfranco Véneto por Giovanni Antonio Farina, obispo de Treviso. Fue párroco de Tombolo (Treviso) hasta 1867, cuando fue nombrado arcipreste de Salzano y canónigo de la catedral de Treviso. Desde 1875 fue rector del seminario conciliar de esta ciudad, y en 1879 lo nombraron director espiritual del mismo y también canciller de la curia episcopal trevisana, examinador prosinodial y vicario capitular.


Episcopado y cardenalato: En 1884 el papa León XIII lo nombra obispo de Mantua.3 , el 10 de noviembre y 10 días después es consagrado por el cardenal Parocchi, Vicario General de Roma. León XIII en 1891 lo nombra asistente al trono pontificio y en el consistorio del 12 de junio de 1893 es creado Cardenal presbítero del título de San Bernardo alle Terme. Tres días después es promovido como patriarca de Venecia; una vez nombrado la toma de posesión se retrasó dado que el gobierno italiano que tenía derecho para nombrar al patriarca no aprobó esta designación debiendo esperar dieciséis meses para hacer efectiva la toma de posesión de su sede en el Patriarcado de Venecia. Elección papal: El cónclave reunido a la muerte de León XIII duró cuatro días y fueron necesarias siete votaciones para llegar a un acuerdo.6 El cardenal Sarto fue elegido papa el 4 de agosto de 1903 y ello en segunda opción, pues dos días antes Jan Puzyna de Kosielsko, cardenal del título de Ss. Vitale, Gervasio e Protasio y príncipe-arzobispo de Cracovia, había presentado en el cónclave el veto de Francisco José I, emperador de Austria-Hungría, a la elección de Mariano Rampolla del Tindaro,7 cardenal del título de Santa Cecilia que había sido secretario de Estado de León XIII y que gozaba de las preferencias de los reunidos. A pesar de las protestas de la mayoría del cónclave por esa anacrónica (y no obstante canónicamente legal) intromisión, el cardenal Rampolla optó por retirar su candidatura y así evitar posteriores conflictos. Pío X fue coronado papa el 9 de agosto siguiente en la basílica de San Pedro por el cardenal Luigi Macchi, cardenal protodiácono de Santa Maria in Via Lata. Papado: Gobernó la Iglesia católica con mano firme en una época en que esta se enfrentaba a un laicismo muy fuerte así como a numerosas tendencias del modernismo en los campos de los estudios bíblicos y la teología. Introdujo grandes reformas en la liturgia y facilitó la participación del pueblo en la celebración eucarística. Permitió la práctica de la comunión frecuente y fomentó el acceso de los niños a la Eucaristía. Promovió mucho el estudio del catecismo y ordenó la confección del Código de Derecho Canónico (Codex Iuris Canonici).10 para reunir y unificar la legislación eclesiástica, hasta entonces dispersa. El 20 de enero de 1904 había promulgado la constitución apostólica Commissum Nobis por la que se prohibían los vetos a la elección papal por parte de los estados que disponían de él como privilegio histórico. En este mismo año había relativizado el Non Expedit del beato Pío IX, con lo que se entreabría la puerta a la participación de los católicos italianos en los asuntos públicos de su país. En 1905 denunció el Concordato que, bajo las condiciones draconianas impuestas por Napoleón, había firmado en 1801 la Santa Sede con Francia. Con esta denuncia el papado alcanzaba la total libertad de nombramiento de obispos en Francia, libertad de la cual, a pesar de los diversos regímenes que se habían sucedido en este país, en realidad jamás había gozado.

Muerte: Falleció en Roma el 20 de agosto de 1914 a causa de un infarto agudo al miocardio, a los 79 años de edad,


fue enterrado en las grutas vaticanas. En 1951 sus restos fueron trasladados a la Basílica de San Pedro, bajo el altar de la capilla de la Presentación, donde están expuestos a la veneración de los fieles. En su epitafio se lee: Su tiara estaba formada por tres coronas: pobreza, humildad y bondad. Beatificación y canonización: Fue declarado beato el 3 de junio de 1951 y canonizado el 3 de septiembre de 1954, por Pío XII en ambas ocasiones.

Benedicto XV, Papa.

Benedicto XV (en latín: Benedictus PP XV), nacido como Giacomo Paolo Giovanni Battista della Chiesa (Génova, Reino de Piamonte-Cerdeña, (actual Italia), 21 de noviembre de 1854-Roma, 22 de enero de 1922) fue el 258° Papa de la Iglesia católica, entre el 3 de septiembre de 1914 hasta su muerte. Su pontificado fue eclipsado en gran medida por la Primera Guerra Mundial y las consecuencias de esta, tanto políticas, sociales como humanitarias. Entre 1846 y 1903, la Iglesia Católica tuvo dos administraciones de larga duración, la de Pío IX de 31 años y la de León XIII de 25 años. Para 1914, el Colegio cardenalicio indicó su deseo de un nuevo gobierno de larga duración, eligiendo a della Chiesa, que contaba con 59 años al momento de su elección. Su elección coincidió con el estallido de la Primera Guerra Mundial, que él llamo «el suicidio de la Europa Civilizada». La guerra y sus consecuencias fueron el foco principal de su pontificado. De inmediato se declaró la neutralidad de la Santa Sede, y desde allí busco mediar la paz entre 1916 y 1917. Ambas partes rechazaron sus iniciativas: los alemanes lo llamaron un insulto y los franceses un movimiento anti-francés. El papa se caracterizaría por condenar y combatir el nacionalismo, el racismo, el materialismo y sobre todo, el socialismo. Habiendo fracasado con las iniciativas diplomáticas, Benedicto XV se centró en los esfuerzos humanitarios para disminuir los impactos de la guerra, a través de la asistencia a los prisioneros de guerra, el intercambio de soldados heridos y la entrega de alimentos a las poblaciones necesitadas en Europa. Después de la guerra, se repararon las difíciles relaciones con Francia, restableciéndose totalmente en 1921. Durante su pontificado, las relaciones con Italia mejoraron, a través del permiso que supuso darle a Luigi Sturzo la dirección católica de participación política. En 1917, Benedicto XV promulgó el Código de Derecho Canónico, lanzado el 27 de mayo, y obra de della Chiesa junto a Pietro Gasparri y Eugenio Pacelli. El nuevo código se considera que ha estimulado la vida y las actividades religiosas en toda la Iglesia.6 Él nombró a Gasparri su secretario de Estado y a Pacelli como arzobispo. La Primera Guerra Mundial causó un gran daño a las misiones católicas en todo el mundo, por lo que Benedicto buscó revitalizarlas en su Maximum Illud, llamando a los católicos de todo el mundo a participar. Por eso, ha sido referido como el "Papa de las Misiones". Su última preocupación fue la persecución emergente de la Iglesia católica en la Rusia soviética y la hambruna posterior a la revolución. Benedicto XV era devoto a la Santísima Virgen María y autorizó la fiesta de María, Mediadora de todas las Gracias. Fue el primer Papa en nombrar la Patrona de una ciudad, en concreto fue a la Virgen de los Remedios, Patrona de la ciudad española de Chiclana de la Frontera, el 12 de julio de 1916. También bajo su pontificado fue coronada canónicamente la Virgen del Rocío, Patrona de Almonte, en 1919. Después de siete años en el cargo, el Papa Benedicto XV murió el 22 de enero de 1922 después de luchar contra una neumonía durante un mes. Fue enterrado en las grutas vaticanas. Con sus habilidades diplomáticas y su apertura a la sociedad moderna, «se ganó el respeto de sí mismo y el papado». Primeros años y estudios: Giacomo della Chiesa nació en Pegli, un suburbio de Génova. Era el tercer hijo del Marqués Giuseppe della Chiesa y su esposa Giovanna Migliorati. Investigaciones genealógicas dan cuenta de ser descendiente de la familia de Calixto II y Berengario II de Italia por su lado paterno, y de la familia de Inocencio VII por el lado materno.


Su deseo de ser sacerdote fue rechazado desde el principio por su padre, quien insistió en que siguiera estudios de Derecho. A los 21 años adquirió un doctorado en Derecho el 2 de agosto de 1875. Había asistido a la Universidad de Génova, que luego de la unificación de Italia, estuvo dominada en gran medida por políticas anti-clericales y anticatólica. Al ser mayor de edad, y luego de terminar sus estudios universitarios, su padre le concede el permiso para entrar a la vida sacerdotal, aunque a regañadientes. Insistió, sin embargo, que su hijo realizara sus estudios teológicos en Roma, para no terminar como un sacerdote rural o un Monseñor provincial. Della Chiesa entró al Almo Colegio Capranica, y posteriormente sería ordenado sacerdote por el cardenal Raffaele Monaco La Valletta el 21 de diciembre de 1878. Desde ese año, hasta 1883, estudió en la Academia Pontificia Eclesiástica en Roma. Una de las actividades que se realizaban era la defensa de un trabajo de investigación, todos los jueves, a la que se invitaba a cardenales y altos miembros de la Curia Romana. El cardenal Mariano Rampolla tomó nota de él y sería quien, en 1882, le permitiría entrar al servicio diplomático de la Santa Sede, empleando a della Chiesa como su secretario. Cuando Rampolla fue nombrado nuncio en España, y luego secretario de Estado de la Santa Sede, della Chiesa le siguió como su secretario particular,12 ayudándolo tanto con la resolución de una disputa entre Prusia y España sobre las islas Carolinas, así como en la organización de socorro durante una epidemia de cólera. En la Secretaría de Estado llegó a ser sustituto y secretario de comunicaciones cifradas en 1901. Desde 1899 era profesor de diplomacia y vicerrector de la Academia Pontificia Eclesiástica. Su ambiciosa madre, Giovanna, se sentía descontenta con la carrera de su hijo, reprendiendo a Rampolla por ello. Éste supuestamente le habría respondido: Señora, su hijo realiza pocos pasos, pero éstos son gigantescos. Luego de la muerte de León XIII en 1903, Rampolla intentó que della Chiesa fuera el secretario del cónclave, pero el Colegio cardenalicio elegiría a Rafael Merry del Val, un joven prelado conservador, la primera señal de que Rampolla no sería el próximo Papa. Luego de la elección de Pío X, y el nombramiento de Merry del Val como nuevo secretario de Estado, della Chiesa sería retenido en su puesto. Arzobispo de Bolonia: La relación de della Chiesa con el otrora secretario Rampolla, sin embargo, fue un factor de importancia durante el pontificado de Pío X, haciendo sus relaciones incómodas dentro de la Secretaría de Estado. El 15 de abril de 1907 se anunció a través de la prensa italiana que el nuncio papal en España, Aristide Rinaldini, sería reemplazado por della Chiesa, que había trabajado allí antes. Pío X, riendo sobre el escrito periodístico, comentó: Por desgracia, en el documento se olvidó de mencionar a quien he nombrado como el próximo arzobispo de Bolonia. El 18 de diciembre de 1907, en presencia de su familia, el cuerpo diplomático, numerosos obispos y cardenales, y su amigo Rampolla, recibió la consagración episcopal del propio Pío, quien donó su propio anillo episcopal y el báculo para el nuevo obispo, y que al día siguiente, compartiría con la familia della Chiesa. El 23 de febrero de 1908, della Chiesa tomó posesión de su nueva diócesis, que incluía a 700.000 personas, 750 sacerdotes, así como varios institutos religiosos, 19 de hombres y 78 de mujeres. En el seminario episcopal, unos 25 profesores educaban a 120 estudiantes para el sacerdocio. Como obispo, visitó todas las parroquias, haciendo un esfuerzo especial para viajar a las más pequeñas de las montañas, a las que solo se podía acceder a caballo. Della Chiesa siempre vio a la predicación como la principal obligación de un obispo: por lo general daba dos o más sermones al día durante sus visitas. Su énfasis estaba en la limpieza y ornato dentro de todas las iglesias y capillas, y en el ahorro de dinero siempre que fuera posible, diciendo: Sálvanos para dar a los pobres. Numerosas iglesias fueron construidas o restauradas. Della Chiesa diseñó personalmente una importante reforma de la orientación educativa de su seminario, añadiendo más cursos de ciencias y educación clásica al plan de estudios. Se organizaron peregrinaciones a los santuarios marianos de Lourdes y Loreto al cumplirse 50 años de las apariciones marianas. La inesperada muerte de su amigo, partidario y mentor Rampolla el 16 de diciembre de 1913, fue un gran golpe para della Chiesa, quien fue uno de los beneficiarios de su testamento.


Cardenalato: Era costumbre que el arzobispo de Bolonia fuera creado cardenal en un consistorio próximo al nombramiento. Sin embargo, para el caso de della Chiesa fue de espera, ya que por siete años Pío X se negó a darle el cargo. Cuando una delegación boloñesa lo visitó en Roma para pedirle la elevación de este al cardenalato, el papa respondió a través de una burla de su propio apellido (Sarto, que significa "a medida"), diciendo: Lo siento, pero un Sarto no ha encontrado aún quien le haga la túnica de cardenal. Algunas sospechan apuntan a que Pío no quería dos Rampollas en su Colegio cardenalicio. Luego de la muerte del cardenal Rampolla en diciembre de 1913, al año siguiente, el 25 de mayo, della Chiesa fue creado cardenal con el título de Ss. Quattro Coronati. Cuando el nuevo cardenal intentó regresar a Bolonia tras el consistorio en Roma, un levantamiento socialista, anti-monárquico y anti-católico tuvo lugar en el centro de Italia, acompañado por una huelga general, saqueos y destrucción de iglesias, líneas telefónicas y edificios ferroviarios; y la proclamación de una república secular. En Bolonia, los ciudadanos y la Iglesia Católica se opusieron a tal movimiento con éxito. Los socialistas ganarían abrumadoramente las siguientes elecciones regionales con grandes mayorías. Al acercarse la Primera Guerra Mundial, acaloradas discusiones sobre la posición italiana comenzaron a llevarse a cabo. Oficialmente, Italia todavía estaba en una alianza con Alemania y Austria-Hungría. El clero de Bolonia no estaba totalmente libre del fervor nacionalista, por lo que en su calidad de arzobispo, al estallar la guerra, della Chiesa realizó un discurso sobre la posición y los derechos de la Iglesia, haciendo hincapié en la necesidad de neutralidad, la promoción de la paz y la piedad para con el sufrimiento. Papado: Elección papal: Después de la muerte de Pío X, el cónclave se abrió a finales de agosto de 1914. La guerra sería claramente el tema dominante del nuevo pontificado, por lo que la prioridad de los cardenales era elegir a un hombre con gran experiencia diplomática. Así, el 3 de septiembre de 1914, della Chiesa, a pesar de haber sido cardenal durante sólo tres meses, fue elegido papa, tomando el nombre de Benedicto XV. Eligió el nombre en honor de Benedicto XIV, que era de Bolonia. Al momento de ser elegido, fue también investido formalmente como Gran Maestre de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, Prefecto de la Congregación del Santo Oficio y Prefecto de la Congregación Consistorial. Sin embargo, en éstos últimos, había un cardenal secretario para llevar a cabo sus labores diarias. Debido a que la Cuestión Romana todavía no se solucionaba, tras el anuncio de su elección, el ahora Benedicto XV, siguiendo los pasos de sus dos predecesores, no apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro para conceder la bendición Urbi et orbi. Sería coronado en la Capilla Sixtina el 6 de septiembre de 1914 por el cardenal protodiácono Francesco Salesio della Volpe; y, también como una forma de protesta debido a la cuestión romana, no hubo ceremonia de posesión formal de la Catedral de San Juan de Letrán. La Primera Guerra Mundial: lucha por la paz: Se debe tener en cuenta que la Gran Guerra significó el colapso del viejo orden europeo decimonónico, por lo que el papa siempre se dedico a buscar el modo de obtener una paz justa y duradera que frenase la amenaza creciente de los nacionalismos. El conflicto fue el punto culmine de un proceso en que la industrialización había acabado lentamente con ese equilibrio, haciendo surgir elementos como la masificación y crecimiento de la conflictividad en la sociedad, difusión de ideologías nacionalistas y socialistas y colonialismo económico y estratégico. Para el papa, los problemas sociales tenían sus causas en «el abandono de las normas y prácticas de la sabiduría cristiana, que se traducía en la falta de amor entre los hombres, en el desprecio de la autoridad, en la injusticia en las relaciones entre las clases sociales y en el bien material convertido en el único objetivo de la actividad del hombre».25 Las ideologías dominantes en Europa eran el liberalismo y el positivismo: «veía en el avance científico y técnico el camino de su progreso constante e irreversible». «Los fallos de la conciencia humana, privada de su dimensión divina, han sido un factor determinante en todos los


mayores crímenes de este siglo, que se iniciaron con la Primera Guerra Mundial, a la que se remontan la mayor parte de nuestras desgracias. Esa guerra […] se produjo cuando Europa, que por entonces gozaba de una salud excelente y nadaba en la abundancia, cayó en un arrebato de auto-mutilación que no pudo más que minar su vitalidad a lo largo de, por lo menos, todo un siglo y quizá para siempre. Esa realidad sólo puede explicarse por un eclipse mental de los líderes de Europa, debido a la pérdida de su convicción de que, por encima de ellos, existía un Poder Supremo» (Aleksandr Solzhenitsyn 1984). Durante los años previos a la conflagración, la Santa Sede habían intentado frenar las alianzas que formaron los Imperios Centrales, entenderse con la Tercera República Francesa y romper el aislamiento diplomático en que le sepultaron los sistemas bismarckianos (con apoyo de los liberales italianos). Los fracasos habían significado la imposibilidad de formar una alianza entre los países de mayoría católica (principalmente por los ataques del anticlericalismo social y político francés) que frenara el pangermanismo de los Hohenzollern, permitiendo el acercamiento de los Habsburgo con Berlín. El distanciamiento con la cultura modernista imperante en Francia e Italia llevaría a una mayor influencia alemana, especialmente bávara. Cuando estalló la guerra, la Santa Sede no tenía gran influencia internacional y su predecesor no pudo hacer nada para detenerla. Durante el conflicto el prestigio papal creció y con él el número de embajadores acreditados. Esfuerzos por la paz: La guerra y sus consecuencias fueron el foco principal de Benedicto durante los primeros años de su pontificado, durante el cual abogaría permanentemente por la paz. La visión del papa sobre la guerra estaba influenciada por la obra del jesuita Luigi Taparelli d’Azglio (1793-1862): «se inspiraba en una visión de “nación” fundada sobre el derecho natural y una búsqueda de paz a través de un ordenamiento internacional respondiente a los principios de la naturaleza y por ello sometido a la autoridad de la iglesia». Consideraba que «la guerra no era un valor, sino la negación del entendimiento entre las naciones para regular las relaciones internacionales»; esto lo llevaría a negar la violencia como medio único para resolver los conflictos entre países, clases sociales y hasta personas. Luego de declarar la neutralidad de la Santa Sede e intentó, desde esa perspectiva, mediar por la paz en 1916 y 1917. Ambas partes rechazaron sus iniciativas. Durante el verano de 1914, el Vaticano, al igual que el resto del mundo, esperaba una guerra breve, razón para que se buscara a cardenales con experiencia diplomática y se optara por mantenerse neutral, pues era una guerra entre pueblos mayoritariamente cristianos y el tomar partido por uno u otro bando sería «más una invitación a combatir que un acercamiento al fin de las hostilidades». Sin embargo, muchos acusaban que el Vaticano veía con mejores ojos a los Imperios Centrales que a la Francia laica, la Gran Bretaña anglicana y el Imperio ruso multiconfesional. En 1914, su convocatoria por una tregua de Navidad, fue ignorada; y en su primera encíclica extendió una sentida petición para romper con las hostilidades. Durante 1915 Benedicto intento que Italia permaneciera neutral apoyándose en políticos católicos, liberales y socialistas en el interior y la diplomacia austrohúngara y sobre todo alemana en el exterior. El pontífice consideraría las muertes del frente alpino como una tragedia personal. Los antagonismos nacionales entre las partes en conflicto se acentuaron con las diferencias religiosas existentes antes de la guerra (Francia, Italia y Bélgica eran mayoritariamente católicos). Las relaciones del Vaticano con Gran Bretaña eran buenas, mientras que ni Prusia ni la Alemania imperial tenían relaciones oficiales con el Vaticano. En los círculos protestantes de Alemania, se extendía la idea de que el Papa era neutral solamente en el papel, ya que apoyaba fuertemente a la Triple Entente. Se decía que Benedicto había incitado a Austria-Hungría a ir a la guerra con el fin de debilitar la maquinaria de guerra alemana. Al parecer, sin embargo, el Nuncio Apostólico en París habría explicado en una reunión del Institut Catholique que «luchar contra Francia era luchar en contra de Dios», y que se dice que el Papa habría exclamado que sentía no haber sido un francés. El cardenal belga Désiré Joseph Mercier, conocido como un patriota valiente durante la ocupación alemana, era famoso además por su propaganda anti-


alemana, por lo que se dijo que había sido favorecido por el Papa por su enemistad con la causa alemana. Incluso, luego de la guerra, se dice que Benedicto elogió supuestamente al Tratado de Versalles, que humillaba a los alemanes. En agosto de 1915 el papa había consultado a Mercier y a monseñor Alfred-Henri-Marie Baudrillart, rector del Instituto Católico de París y cercano al gobierno galo, sobre la posibilidad de mediar entre París y Berlín; ambos le respondieron que en aquellos momentos no existían las condiciones favorables. Hasta el verano del año siguiente el papa quedo impedido de toda nueva oportunidad de intervenir por el desarrollo de la guerra misma, dedicándose la asistencia de prisioneros, propuestas de atenciones de médicos e intercambios de heridos. Estas acusaciones fueron rechazadas por el secretario de Estado Pietro Gasparri, que escribió en marzo de 1916 que la Santa Sede era completamente imparcial y no favorecía el bando aliado. Era importante mencionar esto, sobre todo por el hecho de que los representantes diplomáticos de Alemania y Austria-Hungría habían sido expulsados de Roma por las autoridades italianas. Sin embargo, teniendo en cuenta todo esto, los protestantes alemanes rechazaron cualquier intento de paz por parte del Papa, declarando aquello como insultante. El político francés Georges Clemenceau, un acérrimo anticlerical, afirmó que las iniciativas vaticanas eran anti-francesas. Benedicto XV hizo muchos intentos fallidos por negociar la paz, pero estas peticiones lo hicieron impopular, incluso en países católicos como Italia, ya que muchos partidarios de la guerra estaban decididos a admitir únicamente la victoria final. El 1 de agosto de 1917, Benedicto XV emitió un llamamiento de paz general, invitando a las naciones involucradas a ponerse de acuerdo con la Santa Sede para negociar, acompañado de un plan de paz de siete puntos concretos: 1. «La fuerza moral de las armas ... debe ser sustituida por la fuerza moral del derecho». 2. Debe haber una «disminución simultánea y recíproca de los armamentos». 3. Un mecanismo de «"arbitraje internacional" debe ser establecido» y obligatorio. 4. Debe existir «la verdadera libertad y derechos comunes sobre el mar». 5. Debe haber una «renuncia a indemnizaciones de guerra». 6. Los territorios ocupados deben ser evacuados. 7. Debe existir un «examen ... a los reclamos de los rivales». Las propuestas incluían cuestiones políticas y territoriales sobre Armenia, los Balcanes y los territorios de mayoría polaca, la restauración de la soberanía belga, la «autodeterminación de los pueblos guiada por el buen sentido» y reconciliación entre italianos y austriacos (Viena cedería Trentino y Trieste, pero no Bolzano y Dalmacia). En esos momentos París y Londres empezaban a buscar establecer contactos con Viena y el nuevo presidente italiano, Vittorio Emanuele Orlando, buscaba establecer relaciones formales con la Santa Sede. La nota pontificia iba preferentemente dirigida a Alemania y Austria, los países a los que más compensaciones territoriales exigían Francia e Italia respectivamente y con quienes tenía canales diplomáticos directos gracias a los nuncios Eugenio Pacelli y Teodoro Valfré di Bonzo. Por otra parte, el Vaticano tenía cierta información sobre el secreto Tratado de Londres desde finales de 1915. En el artículo 15 de dicho documento se planeaba excluir a la Santa Sede de toda negociación de paz, se hizo público después de la Revolución de Noviembre por los bolcheviques y surgía a petición del ministro italiano Sidney Sonnino, una exigencia para entrar en la guerra, ya que a su gobierno le preocupaba que la Santa Sede quedara incluida en cuestiones internacionales. En aquellos momentos los pueblos habían sido llevados al límite por sus gobernantes. Durante la retirada que siguió a la derrota de Caporetto, los soldados italianos gritaban «¡Viva el papa!» y «¡Hagamos como en Rusia¡». El Estado Mayor llegó a acusar al clero de promover el derrotismo. Gran Bretaña reaccionó favorablemente, pero el presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson rechazó el plan. Bulgaria y Austria-Hungría también fueron favorables, pero Alemania respondió ambiguamente. Más negativas fueron las reacciones en Italia, donde el rey Víctor Manuel III llegó a amenazar que abdicaría antes de reconciliarse


con el Vaticano y Sonnino hizo todo para derruir sus contactos con la Entente, y en Francia el presidente Georges Clemenceau no toleraba que se hablara de la Iglesia en su presencia. El Papa creyó que su propuesta pudo haber conseguido algo entre los alemanes y austriacos y sólo su falta de conocimiento de la opinión pública norteamericana fue la causa de su fracaso, puesto que entendía que era necesario conseguir el apoyo estadounidense, único país capaz de hacer presión para una solución pactada. Benedicto XV también pidió que se prohibiera el servicio militar obligatorio, repitiendo la petición en 1921. Algunas de las propuestas fueron finalmente incluidos en los Catorce Puntos de Wilson, una propuesta de paz de enero de 1918. El papa intento establecer una relación con el presidente Wilson, lo que era imposible pues ambos eran competidores del prestigio internacional, Wilson desconfiaba de Benedicto y las acusaciones contra el pontífice hacían imposible que el público norteamericano viera con buenos ojos el ceder ante su postura. Los acercamientos llevaron a que el 4 de enero de 1919, por primera vez en la historia, un presidente en cargo de EEUU y un papa tuvieran una audiencia. Sin embargo, Wilson y su secretario de Estado, Robert Lansing, buscaron aislar a Benedicto XV al considerar sus propuestas como «intromisiones indebidas». Las malas relaciones entre ambos venían de las críticas de la Santa Sede y la jerarquía estadounidense por su política durante la Revolución Mexicana. La historiografía anglosajona tiende a interpretar dicha relación como un Papa conservador que sospechaba de los estadounidenses y deseaba mantener el viejo orden europeo, frente a un mandatario venido con un mensaje de democracia a acabar con dicho orden basado en la fuerza de las armas y la diplomacia secreta.40 Estudios más recientes indican que Wilson rechazaba todo ofrecimiento de colaboración porque veía en Benedicto XV «el único jefe de Estado que poseía una autoridad y prestigio capaces de poner en peligro el papel internacional que el presidente americano quería para sí y para su nación». En Europa, cada lado lo vio como un sesgo a favor de la otra, y no estaba dispuesto a aceptar las condiciones que el Papa había propuesto. Aun así, aunque sin éxito, sus esfuerzos diplomáticos durante la guerra se atribuyen a un aumento del prestigio papal, y sirvieron como modelo a los esfuerzos por la paz de Pío XII, durante la Segunda Guerra Mundial, a las políticas de Pablo VI durante la Guerra de Vietnam, y a la posición de Juan Pablo II antes y durante la guerra en Irak. Esfuerzos humanitarios: Casi desde el comienzo de la guerra, en noviembre de 1914, Benedicto negoció con las partes en conflicto sobre un intercambio de prisioneros heridos y otros incapacitados que no pudieran seguir luchando. Decenas de miles de estos presos fueron intercambiados gracias a su intervención. El 15 de enero de 1915, el Papa propuso un intercambio de población civil en las zonas ocupadas, que se tradujo en 20.000 personas enviadas al sur de Francia en solo un mes. En 1916, el Papa logró negociar un acuerdo entre ambas partes, por lo que 29.000 presos con enfermedades pulmonares por los ataques con gas podrían ser enviados a Suiza. En mayo de 1918 también se llegó a un acuerdo para que los prisioneros de ambos bandos, con al menos 18 meses de cautiverio y cuatro hijos, también fueran enviados a la neutral Suiza. Con éxito, en 1915, logró llegar a un acuerdo en el que las partes en conflicto se comprometieron a no dejar a los prisioneros de guerra trabajar los domingos y días festivos. Muchos prisioneros de ambos bandos se salvaron de la pena de muerte gracias a su intervención. Los rehenes fueron canjeados y los cadáveres repatriados. El Papa fundó la Opera dei Prigionieri para ayudar en la distribución de información sobre los prisioneros. Para el final de la guerra, se tramitaron unos 600.000 envíos de correspondencia, siendo casi un tercio sobre personas desaparecidas. Unas 40.000 personas habían pedido ayuda en la repatriación de prisioneros de guerra enfermos y 50.000 cartas fueron enviadas desde familias a sus seres queridos que eran prisioneros de guerra. Tanto durante como después de la guerra, Benedicto estuvo principalmente preocupado por la suerte de los niños, sobre los que incluso publicó una encíclica. En 1916 hizo un llamado a la gente y el clero de los Estados Unidos para ayudar a darle de comer a los niños hambrientos en la ocupación alemana de Bélgica. Su ayuda a los niños no se


limitó solo a Bélgica sino que se extendió también a Lituania, Polonia, Líbano, Montenegro, Siria y Rusia. Benedicto estuvo particularmente horrorizado por el nuevo invento militar de la guerra aérea y protestó varias veces contra ella en vano. En mayo y junio de 1915, el Imperio Otomano llevó a cabo una campaña contra las minorías cristianas armenias que, según relatos de la época, parecía una suerte de genocidio en Anatolia. El Vaticano intentó conseguir que Alemania y Austria-Hungría participaran en su protesta contra su aliado turco. El mismo Papa envió una carta personal al sultán, que era también califa del Islam. No tuvo éxito, ya que casi un millón de armenios murieron por la actuación turca, por las vejaciones o por hambre. Posguerra: La guerra fue descrita por él como una «masacre inútil» en abierto ataque a los presuntos nobles fines de ambos bandos, ganándose el rechazo de los gobiernos contendientes (especialmente de sectores más anticlericales) pero el apoyo popular. El resentimiento anti-Vaticano, junto con movimientos diplomáticos italianos que buscaban aislar al Vaticano debido a la cuestión romana sin resolver, contribuyeron a la exclusión de la Santa Sede de la Conferencia de Paz de París de 1919 (aunque fue también parte de un patrón histórico que marginó al Papado luego de la pérdida de los Estados Pontificios). A pesar de ello, Benedicto escribe una encíclica rogando por la reconciliación internacional, su Pacem, Dei Munus Pulcherrimum, y logró enviar un observador a ésta. Esta exclusión llevaría a la Iglesia a circunscribir los Pactos de Letrán para garantizar su autonomía política durante el resto del siglo como «la única religión organizada y capaz de hablar directamente con los Estados porque ninguna otra religión se había preparado para intervenir en la vida internacional como la Iglesia católica». Después de la guerra, Benedicto centró las actividades del Vaticano en la superación del hambre y la miseria en Europa y el establecimiento de contactos y relaciones con los muchos nuevos Estados que se crearon debido a la desaparición de la Rusia Imperial, Austria-Hungría y Alemania.55 Los grandes envíos de alimentos e información sobre los prisioneros de guerra debían ser los primeros pasos para una mejor comprensión del Papado en Europa. En cuanto a la Conferencia de Paz de Versalles, el Vaticano opinó que las condiciones económicas impuestas a Alemania eran demasiado duras y amenazaban la estabilidad económica europea en su conjunto. El cardenal Gasparri afirmó que las condiciones de la paz y la humillación a Alemania probablemente desembocarían en otra guerra tan pronto como Alemania estuviera militarmente en condiciones de iniciar una. El Vaticano rechazó la disolución de Austria-Hungría, «considerado como el último baluarte de la cristiandad», viendo en este un paso inevitable y eventual para el fortalecimiento alemán; así también se presentaron grandes reservas sobre la creación de pequeños Estados sucesores que, en opinión de Gasparri, no eran viables económicamente, por lo que se les condenaba a la miseria económica. También le preocupaba como el ambiente de derrota y disolución en los países vencidos podía llevar a que los grupos católicos quedaran anulados en su actividad política. Benedicto rechazó la Sociedad de Naciones al ser una organización secular no construida en los valores cristianos. Para él «no bastaba la Sociedad de los pueblos, sino que era necesaria la Fraternidad entre los pueblos». Por otra parte, condenó el nacionalismo europeo, fuerte en la década de 1920 y pidió la "unificación europea" en su encíclica Pacem Dei Munus de 1920. Sin embargo, esto último chocaba con el nacionalismo que dominaba la política y diplomacia de los países europeos. Para el pontífice, la nueva paz estaba condenada desde un principio. La confusión reinante en la conferencia, las sospechas recíprocas, el aislamiento norteamericano, la revolución rusa y la división entre los vencedores sobre el trato que debía darse a Alemania (más duro de parte de Francia y más moderado por Gran Bretaña). El Papa reacción perturbado por la Revolución comunista en Rusia, sobre todo por las políticas fuertemente antireligiosas adoptadas por el gobierno de Lenin, junto con el derramamiento de sangre y la hambruna generalizada ocurrido luego de la guerra civil. Benedicto emprendió los mayores esfuerzos para tratar de ayudar a las víctimas de


la hambruna en Rusia; y luego de la disolución del Imperio Otomano, expresó preocupación por la seguridad y el futuro de los católicos de Tierra Santa. Agenda diplomática: Luego de la guerra, una de las principales preocupaciones de Benedicto sería hacer frente al nuevo sistema internacional que había surgido. En el período de la posguerra, el Papa Benedicto XV estuvo involucrado en el desarrollo de la administración de la Iglesia para hacer frente al nuevo sistema internacional que había surgido. El papado se enfrentó a la aparición de numerosos nuevos estados como Polonia, Lituania, Estonia, Yugoslavia, Checoslovaquia, Finlandia, entre otros; así como al empobrecimiento de Alemania, Francia, Italia y Austria. Además, el tradicional orden social y cultural europeo se vio amenazado por el nacionalismo de derecha y el fascismo, así como por el socialismo y el comunismo, todo lo cual, potencialmente, amenazaba la existencia y la libertad de la Iglesia. Para hacer frente a estas y otras cuestiones, Benedicto se dedicó a lo que mejor conocía, una ofensiva diplomática a gran escala para asegurar los derechos de los fieles en todos los países. Uno de sus grandes logros fue asegurar la presencia de un representante británico en el Vaticano, algo que no se lograba desde el siglo XVII, y restableció relaciones diplomáticas con Portugal. Italia: León XIII había permitido la participación de católicos en la política, pero solo a nivel local, no nacional. Las relaciones con Italia mejoraron notablemente durante el pontificado de Benedicto XV, permitiéndoles participar en las elecciones nacionales. Esto permitió el surgimiento del Partido Popular Italiano, liderado por Luigi Sturzo. Los políticos anti-católicos fueron progresivamente reemplazados por individuos neutrales o incluso simpatizantes católicos. El mismo rey de Italia dio muestras de mejorar relaciones cuando, por ejemplo, envió condolencias personales al Papa por la muerte de su hermano. Las condiciones laborales para los trabajadores del Vaticano mejoraron considerablemente y se expresaron los deseos, de tanto el Vaticano como Italia, de poder solucionar la cuestión romana. Benedicto apoyó fuertemente la búsqueda de una solución, a través de una visión pragmática de la política de la Italia de su época. Aunque numerosos católicos rechazaban otorgar derechos electorales a las mujeres, el Papa se encontraba en favor de aquellos, argumentando que, a diferencia de las protagonistas feministas, la mayoría de las mujeres votarían por el conservadurismo, y apoyarían las tradicionales posiciones católicas. Francia: Benedicto XV intentó mejorar las relaciones con el gobierno republicano y anticlerical de Francia. Canonizó a la heroína medieval francesa Juana de Arco en 1920. En las misiones del Tercer Mundo, hizo hincapié en la necesidad de formar a sacerdotes nativos para reemplazar rápidamente a los misioneros europeos, y fundó el Pontificio Instituto Oriental y el Colegio copto en el Vaticano. En 1921, Francia restableció relaciones diplomáticas con el Vaticano. Rusia, Lituania y Estonia: Las relaciones con Rusia cambiaron drásticamente luego del advenimiento de su movimiento revolucionario. A esto se añadió que los países bálticos había obtenido su independencia luego de la Primera Guerra Mundial, lo que les permitió una vida relativamente libre del brazo eclesial. Estonia fue el primer nuevo Estado en buscar relaciones con el Vaticano, el cual a través del cardenal Gasparri, las aceptó favorablemente el 11 de abril de 1919. En junio de 1920 se realizó un concordato, firmado dos años más tarde, por medio del cual se garantizaba la libertad de la Iglesia católica, el establecimiento de arquidiócesis, la libertad del clero del servicio militar, la creación de seminarios y escuelas católicas, y la protección de los derechos de la Iglesia y su inmunidad. Con ello, los arzobispos juraron alianza con Estonia. En el caso de Lituania, las relaciones fueron más complicadas debido a la ocupación polaca de la ciudad de Vilna, que era una sede arzobispal que los lituanos reclamaban como suya. Las fuerzas polacas había ocupado Vilna y cometieron varios actos de violencia contra los seminarios católicos de allí, lo que generó protestas de Lituania en la Santa Sede. Las relaciones diplomáticas se concretaron recién en el pontificado de Pío XI. Polonia: En octubre de 1918, el Papa Benedicto felicitó a los polacos por su independencia. En una carta pública realizada al Arzobispo de Varsovia Aleksander Kakowski, recordó su lealtad y los muchos esfuerzos realizados por la Santa Sede para asistirlos, además de expresar sus esperanzas de que Polonia tomara nuevamente su puesto en la


familia de naciones y continuara su historia como una respetable nación cristiana. En marzo de 1919 nombró diez nuevos obispos y, poco después, a Achille Ratti como nuncio apostólico en Varsovia. Benedicto repetidamente advirtió a las autoridades polacas que no realizaran persecuciones en contra de los lituanos y los rutenos. Durante las agitaciones bolcheviques contra Varsovia, el Papa pidió al mundo oraciones por Polonia. El nuncio Ratti era el único diplomático extranjero que permaneció en la capital polaca. El 11 de junio de 1921 escribió al episcopado polaco, advirtiéndoles contra los malos usos políticos del poder espiritual, argumentando en favor de la coexistencia pacífica con los países vecinos, afirmando que el nacinalismo tiene sus límites en la justicia y las obligaciones. Enviaría más tarde a Ratti a Silesia para hacer frente a potenciales agitaciones políticas en el clero católico. Ratti, un erudito, trabajó por Polonia y buscó construir puentes con la Unión Soviética, incluso dispuesto a derramar su sangre por Rusia. Benedicto XV lo necesitaba como diplomático y no como mártir, y le prohibió expresamente viajar a aquella zona, aunque poseyera el título de legado papal en Rusia. Sin embargo, nunca renunció a sus contactos con Rusia, lo que tuvo como consecuencia poca simpatía de Polonia hacia él, la que aumentó sobre todo al lograr reducir las agitaciones del clero y mostrar su neutralidad en las votaciones silesias, lo que fue cuestionado. El 20 de noviembre, luego que se anunciara una prohibición papal a todas las actividades políticas, se expulsó a Ratti de Varsovia. La Iglesia de Benedicto XV: Teología: Siguiendo a Pío X, Benedicto condenó al modernismo teológico y los errores de los sistemas filosóficos modernos en su Ad Beatissimi Apostolorum. Declinó readmitir a los eruditos excomulgados en los pontificados anteriores. Sin embargo, se mantuvo calmo frente a los excesos de la campaña antimodernista dentro de la Iglesia. El 25 de julio de 1920 publicó su motu proprio Bonum sane sobre San José y contra el naturalismo y el socialismo. Reforma del Código canónico: En 1917, Benedicto XV promulgó el primer Código de Derecho Canónico, tarea que había comenzado durante el pontificado de Pío X. En vigor desde 1918, fue la primera vez que las leyes de la Iglesia eran actualizadas y presentadas en simples artículos. El nuevo Código tenía como meta un renacimiento de la vida religiosa y la entrega de claridad judicial. En adición, y atendiendo a una preocupación de León XIII sobre los católicos del este, Benedicto fundó la Congregación para las Iglesias Orientales el 1 de mayo de 1917. Misiones católicas: El 30 de noviembre de 1919, Benedicto XV hizo un llamado a los católicos de todo el mundo a sacrificarse por las misiones católicas, a través de su Maximum Illud, afirmando que debía procurarse un respeto de las culturas autóctonas, sin imponer el pensamiento cultural europeo.6 Aquel daño de importancia cultural era particularmente grave en África y Asia, donde muchos misioneros eran deportados y encarcelados por originar resquemores con naciones hostiles. Mariología: Benedicto XV escribió varias cartas a los peregrinos de santuarios marianos. Nombró a María como Patrona de Baviera, y permitió, en México, la celebración de la Fiesta de la Inmaculada Concepción de Guadalupe. Autorizó así también la Fiesta de María, Mediadora de todas las Gracias.7 Condenó el uso indebido de imágenes marianas vestidas con ropas sacerdotales el 4 de abril de 1916. Durante la Primera Guerra Mundial, Benedicto colocó al mundo bajo la protección de María, y añadió la invocación a María, Reina de la paz a las letanías lauretanas. Promovió la veneración a María en el mundo a través de, por ejemplo, la elevación a basílica menor al Monasterio de Ettal de Baviera, y las devociones marianas de mayo. La constitución dogmática de la Iglesia, utilizada por el Concilio Vaticano II, referencia en la teología mariana de Benedicto XV. A través de su encíclica Bonum sane del 25 de julio de 1920, Benedicto promovió la devoción a San José debido a que a través de San José llegamos directamente a María, y a través de María a la fuente de toda santidad, Jesucristo, quien consagró la virtudes domésticas a la obediencia a San José y María. Su Principi Apostolorum Petro colocó a Efrén de Siria como modelo de devoción mariana, así como en su carta


apostólica Inter Soldalica del 22 de marzo de 1918. Personalidad y apariencia: Muchos factores influyeron en que el pontificado de Benedicto XV fuera particularmente único. Físicamente era delgado y de poca altura (tras del cónclave de 1914, usó la sotana más pequeña preparada para el nuevo papa). Como resultado fue conocido como Il Piccolito o El Pequeño hombre. Benedicto XV poseía las cualidades de un papa, pero no lo parecía: pequeño y de complexión escuálida, de pelo negro y dientes prominentes, con nariz grande y alguileña. Fue reconocido por su generosidad, respondiendo a todas las peticiones de ayuda de las familias menesterosas de Roma con largas sumas de dinero de su propio bolsillo. Cuando se encontraba corto de dinero, las familias que participaban en las audiencias papales eran instruidas en no mencionar sus necesidades económicas ya que inmediatamente Benedicto se sentiría culpable de no poder ayudarles en aquel momento. No contento con lo anterior, prácticamente agotó los ingresos oficiales del Vaticano para ayudar a los necesitados de la Primera Guerra Mundial. A su muerte, las arcas papales contaban con apenas 19.000 dólares. Sin embargo, Benedicto XV fue un cuidadoso innovador de los estándares vaticanos. Fue conocido por considerar todas las posibles consecuencias antes de ordenar la ejecución de algo, insistiendo con ello al máximo. Rechazó aferrarse al pasado por el bien del pasado con la frase: Vivamos en el presente y no en la historia. Su relación con los poderes seculares italianos era positivo, buscando evitar los conflictos y apoyar tácitamente a la Familia Real de Italia. Sin embargo, al igual que Pío IX y León XIII, también protestó contra las intervenciones de las autoridades del Estado en los asuntos internos de la Iglesia. Benedicto no se consideraba un hombre de letras. No publicó libros educativos o de devoción. Sus encíclicas son más bien pragmáticas. Se mantuvo neutral durante la Primera Guerra Mundial, cuando casi todo el mundo estaba polarizado. Al igual que Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial, su neutralidad fue cuestionada por las partes en conflicto, y aún hoy lo es. Muerte y legado: Contaba con una excelente salud, afirmando haber gastado solo 2,5 libras en medicinas a lo largo de toda su vida. A principios de enero de 1922, luego de haber celebrado misa con las monjas de la Casa de Santa Marta, debió esperar a su conductor bajo la fría lluvia, enfermando de una gripe que pronto se convertiría en bronconeumonía. Producto de ello, el día 22 de ese mes falleció a la edad de 67 años, en compañía de sus sobrinos. Sus últimas palabras fueron: «Ofrecemos nuestra vida para la paz en el mundo». Su cuerpo hoy descansa en las grutas vaticanas. Posiblemente el papa menos recordado del siglo XX, sin embargo, por sus valientes esfuerzos por poner fin a la Primera Guerra Mundial, en 2005, el papa Benedicto XVI reconoció la importancia del compromiso de su lejano predecesor con la paz mediante la adopción del mismo nombre papal para su pontificado. Benedicto XV fue único en su enfoque humano en aquella época, que crudamente contrasta con la de los otros grandes monarcas y líderes de la época. Su valor se refleja en el homenaje grabado al pie de la estatua que los turcos, un pueblo no católico ni cristiano, erigió en su homenaje en Estambul: «El gran Papa de la tragedia mundial ... el benefactor de todas las personas, independiente de su nacionalidad o religión». Este monumento se encuentra en el patio de la Catedral del Espíritu Santo. Visión de sus sucesores: Pío XII: El papa Pío XII mostró gran respeto por Benedicto XV, quien lo consagró como obispo en mayo de 1917. Expresó que, durante su corto pontificado, fue verdaderamente un hombre de Dios, que trabajó por la paz, a través de la ayuda a prisioneros de guerra y otros muchos que necesitaban ayuda durante aquellos duros tiempos, siendo extremadamente generoso con Rusia. Lo valoró como un papa mariano que promovió la devoción a la Virgen de Lourdes, y por la publicación del Código de Derecho Canónico, en el que él había participado junto al papa Benedicto y Pietro Gasparri. Benedicto XVI: Para el cónclave de 2005, el cardenal Joseph Ratzinger fue elegido como nuevo pontífice. Al elegir el nombre de Benedicto, varias conjeturas surgieron por la elección de aquel nombre, sobre todo por la visión de della Chiesa de una diplomacia humanitaria y su rechazo al relativismo y modernismo.


Durante su primera audiencia general en la Plaza de San Pedro, el día 27 de abril, Benedicto XVI rindió tributo a della Chiesa explicando su elección: «Lleno de sentimientos de admiración y agradecimiento, deseo explicar por qué he elegido el nombre Benedicto. Primero, me recuerda al papa Benedicto XV, aquel valiente profeta de la paz, que guió a la Iglesia a través de turbulentos tiempos de guerra. En sus pasos he colocado mi ministerio para servir a la reconciliación y armonía entre los pueblos».

Pío XI, Papa.

Pío XI, de nombre secular Achille Damiano Ambrogio Ratti (Desio, Reino de Lombardía-Venecia, 31 de mayo de 1857-Ciudad del Vaticano, 10 de febrero de 1939), fue el 259.º papa de la Iglesia católica, y primer soberano de la Ciudad del Vaticano entre 1922 y 1939, con lo que su papado abarca casi todo el período de entreguerras. Biografía: Primeros años y estudios: Nació el 31 de mayo de 1857, en Desio, en la casa que actualmente alberga el Museo Casa Natal Pío XI y el Centro Internacional de Estudios y Documentación de Pío XI. Era el cuarto de cinco hijos, y fue bautizado el día después de su nacimiento como Ambrogio Damiano Achille Ratti (el nombre de Ambrogio, en honor de su abuelo, quien era su padrino de bautismo). Su padre Francesco Ratti había sido director de varias fábricas de seda, pero su escaso éxito obligó a su familia a constantes traslados por motivos de trabajo. Su madre Teresa Galli, originaria de Saronno, era la hija de un hotelero. En las biografías de Achille Ratti, se mencionan sus hermanos, pero jamás se habla de uno de ellos, Cipriano Ratti, quien emigró a Valparaíso (Chile) con su esposa María Maga, con la que tuvo tres hijos: Gioconda, Fernando y Juan. En 1904 se estaba formando una colonia italiana en la comuna de Lumaco y los empresarios lo llevaron con su familia para que formara una banda de músicos (en Italia era director de una filarmónica). La historia de este hermano del papa es muy particular, puesto que desapareció sin dejar rastros dejando a su familia, de los cuales aún hay descendientes en Capitán Pastene, pueblo cabecera de la colonia. Se cree que fue mandado buscar por su hermano ya papa. Comenzó su carrera eclesiástica siguiendo el ejemplo de su tío Damiano Ratti, estudiando primero en el seminario de Seveso (1867), y luego en Monza. Desde 1874 formó parte de la Tercera Orden Franciscana. En 1875 comenzó sus estudios de teología, los tres primeros años en el Seminario Mayor de Milán y el último seminario en Seveso. En 1879 estuvo en Roma en el Colegio Lombardo. Fue ordenado sacerdote el 20 de diciembre de 1879 en Roma. Ratti era un hombre de vasta erudición, y obtuvo tres grados durante sus años de estudios en Roma: filosofía en la Academia de Santo Tomás de Aquino en Roma, derecho canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana y teología en La Sapienza. También tuvo una fuerte pasión tanto por los estudios literarios (Dante y Alessandro Manzoni eran sus preferidos), como para los estudios científicos, de modo que estaba en duda la conveniencia de emprender el estudio de las matemáticas. En este sentido fue gran amigo y, por cierto tiempo, colaborador de Giuseppe Mercalli, notable geólogo e inventor de la escala de magnitud de terremotos del mismo nombre, que era conocido como un maestro en el seminario de Milán. Funciones durante el sacerdocio: Desde 1882 hasta 1907 fue profesor de teología en el Seminario de San Pedro Mártir, y de sagrada elocuencia y lengua hebrea en el Seminario Teológico de Milán. Entre 1907 y 1911 fue prefecto de la Biblioteca Ambrosiana de Milán. Llamado por Pío X a la curia romana, se convierte en viceprefecto de la Biblioteca Vaticana en 1912; prefecto de la misma, canónigo de la Patriarcal Basílica Vaticana y protonotario apostólico en 1914. En 1918 es nombrado visitador apostólico en Polonia y Lituania. Realizó varias misiones diplomáticas a pedido del Papa León XIII. Entre junio de 1891 y 1893 visitó el Imperio austriaco y Francia junto a Giacomo Radini-Tedeschi, compañero de Ratti en el Pontificio Seminario Lombardo de Roma.


Episcopado y cardenalato: En 1919 el Papa Benedicto XV lo nombró arzobispo titular de Naupactus al ser

designado nuncio en Polonia. Fue consagrado por el Primado y Regente de Polonia Aleksander Kakowski.2 En 1921 su sede titular fue cambiada por la de Adana. Este mismo año fue nombrado arzobispo de Milán y el mismo día cardenal presbítero del título de SS. Silvestro e Martino ai Monti. Elección Papal: El 6 de febrero de 1922, en el cónclave que siguió a la muerte de Benedicto XV, resultó elegido papa. Era un hombre de estudio, de una cultura excepcional y además estaba muy bragado en los asuntos de la curia romana, pero su experiencia pastoral y cardenalicia se limitaba a unos pocos meses. Fue coronado tres días después de su elección por el cardenal Gaetano Bisleti, protodiácono de S. Agata in Suburra. La ceremonia tuvo lugar en la explanada de la Basílica de San Pedro. Desde la autoproclamación de la «cautividad» de la Iglesia católica por el beato Pío IX en 1870, era esta la primera coronación pública de un papa. Sus predecesores habían sido coronados en ceremonias restringidas, ya sea en la Basílica de San Pedro o en la más exclusiva Capilla Sixtina (caso este último de León XIII, san Pío X y Benedicto XV). Papado: Por su extensa actividad, Pío XI habría de merecer diversos títulos: «el Papa de las encíclicas», por haber escrito una treintena de estas; «el Papa de los concordatos», al buscar mejorar las condiciones de la Iglesia en diversos países mediante la firma de 23 convenios; «el Papa de la Acción Católica», pues uno de los principales objetivos de su pontificado fue organizar a los laicos a través de la Acción Católica, con el fin de cristianizar todos los sectores de la sociedad; «el Papa de las misiones», por su impulso a la actividad misionera y, «el Papa de las canonizaciones», por haber elevado a los altares a 33 santos y haber dado cauce en su pontificado a 500 beatificaciones. Entre los santos proclamados por este Papa se encuentran santo Tomás Moro, san Juan María Vianney, san Roberto Belarmino, por decir algunos. Entre las canonizaciones más recordadas se encuentran las de santa Teresa de Lisieux (1925), san Juan Bosco (1934), y santa Bernadette Soubirous, la vidente de Lourdes, esta última proclamada santa durante el Jubileo de la Redención (1933). Además, durante su papado también proclamó Doctores de la Iglesia a San Juan de la Cruz y san Alberto Magno. Pío XI y la Italia fascista: Como se señaló anteriormente, el papado de Pío XI se caracterizó por la resolución de la llamada «cuestión romana», tema pendiente desde la ocupación de los Estados Pontificios por el Reino de Italia en 1870. Los pactos de Letrán firmados en febrero de 1929 por el secretario de estado de la Santa Sede, Pietro Gasparri, en representación de Pío XI, y por el primer ministro de Italia Benito Mussolini, crearon el Estado de la Ciudad del Vaticano, reconociendo su soberanía e independencia. Estos acuerdos habían sido buscados por ambas partes, y a ambas convenían. Mussolini quería un acercamiento a los católicos, cuya posición ante el fascismo había sido bastante fría. Por su parte, la Iglesia católica obtenía el reconocimiento de derecho de su Estado que, aunque reducido a una mínima expresión territorial, lo colocaba dentro del concierto de las naciones del mundo, con capacidad de establecer relaciones diplomáticas. Además, se indemnizó a la Santa Sede por los territorios perdidos en 1870; se declaró a la religión católica como única reconocida en toda Italia, y se estableció igualmente el derecho de la Santa Sede a imponer en Italia el nuevo Código de Derecho Canónico. En opinión de Pío XI, la expresión más significativa de este nuevo Código se hallaba en su artículo 34, en el que el Estado reconocía al sacramento del matrimonio todos los efectos civiles. Todo eso condujo a Pío XI a calificar a Benito Mussolini como «un hombre de la Providencia».4 En 1925, el Partido Popular Italiano fundado por el sacerdote católico Luigi Sturzo había sido declarado ilegal por el régimen fascista. En las elecciones italianas de marzo de 1929, se animó a los católicos italianos a que votaran a los fascistas. También, Pío XI bendijo los cañones italianos que partieron para la guerra contra Abisinia.5 A pesar del escándalo que produjo esta guerra entre muchos sectores católicos del mundo occidental, tras la anexión italiana de Abisinia el Papa lo comparó con "el triunfo de los buenos" e impulsó la italianización de las misiones cristianas en el África Oriental Italiana.6 Pío XI llegó a felicitar por el triunfo militar al Mariscal Rodolfo Graziani, que por sus matanzas


contra la población civil llegó a ser conocido como el Carnicero de Etiopía.7 Como el historiador John Pollard ha manifestado, el apoyo del papado a la guerra de Abisinia supuso un golpe a su credibilidad como estado neutral, echando por tierra algunos de los beneficios obtenidos en los Pactos de Letrán de 1929. El 18 de noviembre de 1926, Pío XI daba al mundo su novena encíclica, la Iniquis afflictisque, primera de tres encíclicas en que el pontífice elevaría su voz para protestar y dar a conocer al mundo civilizado, comenzando por el católico, las graves dificultades que ese momento padecía la Iglesia en México, que con la promulgación de la constitución de 1917, incorporó la libertad de cultos y limitó los privilegios de la iglesia católica : «Movidos por la conciencia de Nuestro deber apostólico, seremos Nosotros quienes gritaremos para que, desde este Padre común, todo el mundo católico escuche, por una parte, cómo ha sido la desenfrenada tiranía de los enemigos de la Iglesia y, por otra, la heroica virtud y perseverancia de los Obispos, de los sacerdotes, de las familias religiosas y de los laicos». En Iniquis afflictisque Pio XI denunciaba lo que consideraba una persecución que, en sus propias palabras, «ni en los primeros tiempos de la Iglesia ni en los tiempos sucesivos los cristianos fueron tratados en un modo más cruel, ni sucedió nunca en lugar alguno que, conculcando y violando los derechos de Dios y de la Iglesia, un restringido número de hombres, sin ningún respeto por su propio honor, sin ningún sentimiento de piedad hacia sus propios conciudadanos, sofocara de manera absoluta la libertad de la mayoría con argucias tan premeditadas, añadiéndole una apariencia de legislación para disfrazar la arbitrariedad». Esto alentaría la violencia en México en lo que se denominarían las guerras cristeras, que le costaría luego a los gobiernos de Calles y de Portes Gil y al pueblo mexicano 3 años más de conflictos. Conflictos con el nazismo: De tono similar fue el acuerdo o concordato celebrado con la Alemania nazi el 20 de julio de 1933, cuando el cardenal alemán Faulhaber lo llamó el mejor amigo de los nazis, y que implicó, como el Tratado de Letrán para Italia, la imposición del Código de Derecho Canónico en Alemania y la desarticulación de la intervención en política de los católicos. En el caso de Alemania, el Partido del Centro del excanciller Heinrich Brüning y de clara raíz democristiana fue disuelto, con lo que los nazis quedaron sin oposición legal alguna en su país, en 1934 para no entorpecer sus relaciones con los fascistas prohibió a la conferencia mundial judía que mencionará su nombre a propósito de una supuesta defensa de los judíos. A pesar de su intransigente anticomunismo, que compartía con quien era uno de sus colaboradores más cercanos, Eugenio Pacelli, el futuro Pío XII, hacia el final de su pontificado, en marzo de 1937, Pío XI publicó la encíclica Mit brennender Sorge (Con ardiente preocupación), sobre la situación de la Iglesia Católica en el Reich Alemán. Dirigida «a los venerables hermanos, arzobispos, obispos y otros ordinarios de Alemania en paz y comunión con la Sede Apostólica», fue dada el 14 de marzo de 1937. En ese contexto, la referencia a espíritus superficiales que caen «en el error de hablar de un Dios nacional, de una religión nacional, y emprender la loca tarea de aprisionar en los límites de un pueblo solo, en la estrechez étnica de una sola raza, a Dios», no deja dudas de su reprobación al régimen nazi. Adolf Hitler ordenó a Reinhard Heydrich, jefe de la Gestapo, que incautara y destruyera todas las copias del mismo y las relaciones entre la Alemania nazi y la Santa Sede se enturbiaron. Pío XI y España: Durante su Pontificado, el episcopado español compartía vicios y virtudes del pueblo católico: nostálgico de la alianza del trono y del altar, populista y hostil a las grandes transformaciones del mundo contemporáneo. Así, sus relaciones fueron prudentes, las de perfil más bajo en todo el siglo XX. Pero el tradicional regalismo español impedía al Papa nombrar obispos a su voluntad, hecho que habría favorecido un cambio en la mentalidad del episcopado español. Liberado de esta limitación del poder temporal, en 1935 nombra una nutrida promoción de obispos donde abunda el clero regular, el sector más castigado por la campaña anticlerical del primer bienio, del Gobierno de Azaña. A pesar del entreguismo de su política a los fascismos italiano y alemán, la relación de Pío XI con la jerarquía católica y con el poder político en España fueron de apertura, por su voluntad de “irrefrenable actualización del regresionista catolicismo hispano”


Cuando sobrevino la dictadura de Primo de Rivera en 1923, un entusiasta y oportunista Alfonso XIII abanderaba entonces la causa del rancio catolicismo español, y a finales de año pronunció un discurso en el Vaticano donde insinuaba la necesidad de una nueva cruzada contra los nuevos enemigos de la Iglesia y del Papado, liderada por España. En sus palabras de contestación, Pío XI puso “un poco de sordina a las muchas estridencias del parlamento regio” causando “indisimulable asombro y desilusión” en el episcopado español. Al advenimiento de la Segunda República, Pio XI dio consignas de estricta neutralidad para evitar una ruptura política en España. Alfonso XIII parte al exilio el 15 de abril de 1931 y, tras alojarse en lujosos hoteles de varias ciudades europeas, se instala en Roma desde 1936 hasta su muerte.Ya en 1934 solicitóy obtuvo la ayuda del Duce Mussolini para restaurar la Monarquía mediante «un eventual golpe de Estado que se produjera en España» con la participación de los partidos Renovación Española (monárquico) y Comunión Tradicionalista (carlista). Los católicos y monárquicos más intransigentes avalaron la teoría de la defección de Roma. El vacío dejado por la falta de liderazgo episcopal en los primeros y decisivos meses fue ocupado por la poderosa Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP), a la que pertenecían profesores universitarios y altos funcionarios del Estado, y que defendía contemporizar con el nuevo régimen político. Sin embargo, los partidos y líderes con mayor capacidad de convocatoria (como la Confederación Española de Derechas Autónomas, CEDA, de José María Gil-Robles) no compartían la política de entendimiento del Vaticano ni de la ACNP. De hecho, Gil-Robles había declarado que "la democracia no es un fin sino un medio para la conquista del nuevo estado. Cuando llegue el momento, ya sea a través del parlamento, la eliminaremos [la democracia]". Se produjo entonces por vez primera en la historia del catolicismo español una falta de correlación entre las ideas de sus dirigentes y de sus elementos de base, con riesgo de pérdida de control y falta de sintonía En 1933 el Gobierno republicano promulgó la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas, en desarrollo del artículo 26 de la Constitución. El episcopado expresaba en una Carta Pastoral de 25 de mayo su desencanto y preocupación por los atentados contra el sentir de la mayoría del pueblo. En seguida, Pío XI se duele en su encíclica Dilectisisima Nobis, del 3 de junio, El apoyo de Pío XI al bando franquista era considerado muy tibio no sólo por el régimen de Burgos, sino también por los fieles, el clero y la jerarquía católicos españoles. Hay que recordar que “el término cruzada, apadrinado desde rectorales y sacristías, fue repudiado por la Santa Sede” , y sólo la insistente presión del cardenal Gomá primado de Toledo, logró el reconocimiento diplomático del estado franquista en junio de 1938. Últimos años: El 19 de marzo de 1937, otra Carta Encíclica, la Divini Redemptoris, condenaba en términos explícitos el comunismo ateo. A principios del verano de 1938 Pío XI preparaba un documento similar, y le encargó su redacción al jesuita estadounidense John LaFarge, conocido por su activismo antirracista, al que ayudaron el francés Gustave Desbuquois y el alemán Gustav Gundlach, ambos también jesuitas. En él se aprestaba a denunciar el antisemitismo del régimen nazi y los racismos en general, pero esta encíclica, que llevaba el título de Humani generis unitas (o Societatis Unio), nunca fue publicada debido a su enfermedad y muerte. Una de las versiones provisionales de esta encíclica fue publicada en 1995, y su borrador descubierto el año 2001, después de que el papa Juan Pablo II desclasificara los documentos secretos relativos al pontificado de Pío XI. Otra encíclica muy importante de su papado es la denominada Quadragesimo anno que conmemoró los cuarenta años de la publicación de la Rerum Novarum de León XIII de 1891 y en la que la Iglesia Católica tomaba posición por vez primera con relación al movimiento obrero. Durante su pontificado, la Iglesia católica se fortaleció como institución y comenzó a ser un referente importante a nivel mundial no solamente en los aspectos religiosos sino también políticos. De hecho, hoy en día su servicio diplomático tiene unas dimensiones sólo superadas por los Estados Unidos.


Algunos años antes, en 1931, y con la colaboración de uno de los inventores de la radio, el marqués italiano Guglielmo Marconi, se inauguraron las transmisiones de Radio Vaticano, a través de las cuales la Iglesia manifestó desde entonces sus opiniones a nivel mundial, ya que la emisora muy pronto desarrolló transmisiones en diversos idiomas, cosa que hasta el presente continúa haciendo. Muerte: Pío XI murió el 10 de febrero de 1939, cuando apenas faltaban unos meses para que estallase la Segunda Guerra Mundial. Está sepultado en las Grutas Vaticanas.

Pío XII, Papa.

Pío XII (en latín, Pius PP. XII), de nombre secular Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli (Roma, Italia, 2 de marzo de 1876-Castel Gandolfo, Italia, 9 de octubre de 1958), fue elegido papa número 260, cabeza visible de la Iglesia católica, y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 2 de marzo de 1939 hasta su muerte en 1958. El papa Benedicto XVI lo declaró venerable el 19 de diciembre de 2009. Antes de su elección al papado, Pacelli se desenvolvió como secretario de la Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, nuncio papal y cardenal secretario de Estado, desde donde pudo alcanzar la conclusión de varios concordatos internacionales con estados europeos y americanos, entre los que destacó el Reichskonkordat con la Alemania Nazi, firmado en 1933 y aún en parte vigente.3 Por otra parte, Pacelli tuvo un influjo decisivo en la redacción de la carta encíclica de Pío XI titulada Mit brennender Sorge a los obispos alemanes, del 14 de marzo de 1937, que significó una advertencia severa al régimen del Tercer Reich. Su liderazgo al frente de la Iglesia católica durante la Segunda Guerra Mundial sigue siendo motivo de análisis y controversia, principalmente en lo que respecta a la intensidad de su reacción frente a los crímenes del régimen nazi en Europa. Biografía: Nació en el seno de una familia aristocrática, cuya historia los unía al papado, ya que pertenecían a la llamada nobleza negra. Su nombre de nacimiento era Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli. Era el tercero de los cuatro hijos de Filippo Pacelli, príncipe de Acquapendente y de Sant'Angelo in Vado, y de su esposa la nobildonna Virginia Graziosi. Su abuelo paterno, Marcantonio Pacelli, fue secretario segundo en el Ministerio de Finanzas de los Estados


Pontificios y luego secretario del Interior bajo el papado de Pío IX (a quien acompañó al exilio de Gaeta) desde 1851 hasta 1870; fundó el periódico de la Ciudad del Vaticano, L'Osservatore Romano en 1861; Su primo, Ernesto Pacelli, fue uno de los más importantes consultores financieros del papa León XIII. Su padre, Filippo Pacelli, fue el decano de la Sacra Rota Romana; y su hermano, Francesco Pacelli, fue un renombrado abogado especializado en derecho canónico, conocido por las negociaciones en los Pactos de Letrán en 1929, que significaron la conclusión de la Cuestión Romana; Pío XI, posteriormente, nombró a Francesco marqués. A la edad de doce años anunció sus intenciones de ingresar en un seminario en lugar de ser abogado. La mayoría de la información biográfica que existe sobre la infancia de Pacelli proviene de la obra de la hermana Margherita Marchione. Hizo sus primeros estudios en una escuela católica privada. Después de terminar sus estudios primarios, Pacelli emprendió sus estudios secundarios clásicos en el liceo Ennio Quirino Visconti, de Roma, una escuela con tendencias anticlericales y anticatólicas. En 1894, a la edad de dieciocho años, ingresó en el seminario de Capranica, para prepararse a la ordenación sacerdotal. Sin embargo, no soportó el internado, por lo que en el verano de 1895 abandonó el Capranica y se matriculó para el siguiente año en el Instituto Apollinare. En el seminario había recibido una dispensa especial para vivir en su casa, debido a problemas de salud. Desde 1895 hasta 1896, estudió filosofía en la Universidad de La Sapienza, en Roma. Fue ordenado sacerdote en el año 1899 y se matriculó en la Pontificia Universidad Gregoriana y en el Instituto Apollinare de la Pontificia Universidad Lateranense. En 1899, se doctoró en teología y en derecho civil y canónico (in utroque iure). Vincenzo Vannutelli, cardenal del título de S. Silvestro a Capite y avezado diplomático, que era amigo personal de su padre, lo tomó bajo su protección y lo tuteló en sus estudios. Funciones eclesiásticas: Sacerdote y monseñor: Fue ordenado sacerdote el domingo 2 de abril de 1899, (Domingo de Resurrección) por el Obispo Francesco Paolo Cassetta —viceregente de Roma y amigo de la familia— y recibió su primera asignación como encargado en Chiesa Nuova, donde había servido como acólito. En 1901, ingresó en la Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, una suboficina de la Secretaria de Estado del Vaticano, en donde se convirtió en un minutante, gracias a la recomendación del cardenal Vannutelli. En 1904, Pacelli fue nombrado chambelán y en 1905 prelado doméstico de Su Santidad. Desde 1904 hasta 1916, el padre Pacelli asistió al cardenal Pietro Gasparri en su codificación del derecho canónico en el Departamento de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios. Fue también elegido por el papa León XIII para entregar las condolencias en nombre del Vaticano a Eduardo VII de Inglaterra, después de la muerte de la reina Victoria. En 1908, sirvió como representante del Vaticano en el Congreso Internacional Eucarístico en Londres, donde conoció a Winston Churchill. En 1911 representó a la Santa Sede en la coronación del rey Jorge V de Inglaterra. En 1908 y 1911, Pacelli rechazó ser profesor en derecho canónico de la Universidad La Sapienza de Roma y en la Universidad Católica de Estados Unidos, respectivamente. Pacelli se convirtió en el subsecretario en el año 1911, y secretario-adjunto en 1912 (posición que recibió durante el papado de Pío X y que mantuvo en el papado de Benedicto XV) y en 1914 fue secretario del Departamento de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios como sucesor de Gasparri, quien fue promovido a cardenal secretario de Estado.10 Como secretario, Pacelli concluyó un concordato con Serbia cuatro días antes del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en el atentado de Sarajevo que desencadenó la Primera Guerra Mundial.13 Durante el desarrollo de la Gran Guerra, Pacelli llevó el registro vaticano de los prisioneros de guerra. En 1915, viajó a Viena para asistir a Monseñor Scapinelli —el nuncio apostólico en Viena— en sus negociaciones con Francisco José I de Austria sobre Italia. Arzobispo y nuncio: El papa Benedicto XV designó a Pacelli como nuncio apostólico en Baviera el 23 de abril de 1917, consagrándolo obispo titular de Sardes e inmediatamente elevándolo a arzobispo en la Capilla Sixtina el 13 de mayo de 1917, antes de que partiera a Baviera, donde se reuniría con el rey Luis III el 28 de mayo, y luego con el Kaiser Guillermo II. Como por esa fecha no había nuncio en Prusia, Pacelli fue, por motivos prácticos, nuncio de todo


el Imperio alemán, teniendo su nunciado extendido oficialmente el 23 de junio de 1920 y en 1925 a Alemania y Prusia respectivamente.16 Muchos de los ayudantes de Pacelli en Múnich seguirían con él hasta el final de su vida, incluyendo a la hermana Pasqualina Lehnert, ayudante, amiga y consejera de Pacelli durante 41 años. Cardenalato: El 19 de diciembre de 1929, el papa Pío XI lo nombra cardenal presbítero del título de Ss. Giovanni e Paolo y el 7 de febrero de 1930 secretario de Estado, en sustitución de Pietro Gasparri. Pesaron los años de servicio al dicasterio regido por este cardenal, pero además Pacelli era sin duda el mejor experto en política alemana y era Alemania el país que marcaba el ritmo de la época. Negoció y firmó los concordatos de la Santa Sede con el ducado de Baden (1932), la república de Austria (1933) y el reino de Yugoslavia (1935). Destaca históricamente la firma del Reichskonkordat entre la Santa Sede y Alemania, con el apoyo de los dirigentes conservadores y católicos alemanes Franz von Papen y Ludwig Kaas. Este Concordato sigue vigente hasta la actualidad. Por otro lado, una de sus actuaciones más importantes como Secretario de Estado fue dar forma a la que luego sería la encíclica Mit brennender Sorge, la cual supuso una dura condena de las políticas del régimen nazi. Esta encíclica se escribió a iniciativa de los obispos alemanes, redactada en Roma en un primer borrador por Michael von Faulhaber, cardenal del título de Santa Anastasia y arzobispo de Múnich y Freising. Pacelli fue el redactor del texto definitivo. Fechada el 14 de marzo de 1937, fue leída en todas las iglesias alemanas el Domingo de Ramos (21 de marzo), provocando la ira de Hitler. Fue respondida por el aparato de propaganda del régimen a cargo de Joseph Goebbels. En su presentación de la encíclica, el futuro Pío XII comparó a Hitler con el diablo y advirtió proféticamente su temor de que los nazis lanzaran una «guerra de exterminio». En 1938, bautizó en la capilla de la Orden de Malta al futuro rey Juan Carlos I de España. Durante la permanencia en el segundo cargo vaticano viajó a los Estados Unidos, a Argentina, a Hungría y a Francia. Se reunió con mandatarios de estos países, circunstancia que le empezó a otorgar gran proyección internacional. Pacelli acumuló a la Secretaria de Estado (cargo al que no renunció ni aun siendo papa) los cargos de arcipreste de la Patriarcal Basílica Vaticana (1930), de gran canciller del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana (1932) y de Camarlengo de la Santa Iglesia Romana (1935). Elección papal: A la muerte de Pío XI, la organización de la sede vacante correspondió a Pacelli por su cargo de camarlengo. Él, precisamente, era el candidato favorito. Después de un cónclave de sólo dos días y a la tercera votación, fue elegido papa. Era el 2 de marzo de 1939. Diez días después fue coronado por el cardenal Camilo Caccia-Dominioni, protodiácono de Santa Maria in Dominica. Papado: En el año 1939, tras el descubrimiento de una necrópolis bajo la Basílica de San Pedro, Pío XII mandó realizar excavaciones que luego servirían para estudiar si la Basílica había sido construida sobre la auténtica tumba del Apóstol Pedro. Se hallaron varias tumbas antiguas y una de ellas tenía una inscripción que señalaba que allí se encontraba enterrado el apóstol. En 1964 Pablo VI confirmaría que se trataba de los restos de Pedro y en el año 2006 con Benedicto XVI se volvió a confirmar este hecho. Pío XII fue un papa sin experiencia pastoral directa, ni en parroquias ni en diócesis, puesto que toda su carrera se había desarrollado en la administración vaticana. Fue, en cambio, un perfecto conocedor de la curia romana, en la que se movió prácticamente toda su vida.20 Antes de su coronación y como medida preventiva, redactó ante notario una carta de renuncia en el caso de que fuera hecho prisionero por los nazis, de forma que no ocurriera lo mismo que había acontecido con el apresamiento de Pio VII por Napoléon Bonaparte. El New York Times en su editorial de Navidad de 1941, elogió al papa Pío XII por «ponerse plenamente contra el hitlerismo» y por «no dejar duda de que los objetivos de los nazis son irreconciliables con su propio concepto de la paz Cristiana». Varios historiadores judíos, como Joseph Lichten, de B'nai B'rith (organización judía dedicada a denunciar el


antisemitismo y mantener viva la memoria del genocidio nazi), han documentado los esfuerzos de la Santa Sede en favor de los hebreos perseguidos. Según el mismo Lichten, en septiembre de 1943, Pío XII ofreció bienes del Vaticano como rescate de judíos apresados por los nazis. También recuerda que, durante la ocupación alemana de Italia, la Iglesia, siguiendo instrucciones del papa, escondió y alimentó a miles de judíos en la Ciudad del Vaticano y en Castelgandolfo, así como en templos y conventos. Lichten, escribiendo en el boletín del Jewish Antidefamation League (Liga judía contra la difamación) dijo en 1958 que «la oposición (de Pío XII) al nazismo y sus esfuerzos para ayudar a los judíos en Europa eran bien conocidos al mundo que sufre». Según algunas fuentes los nazis tenían un plan avanzado para raptar al Papa , y otras fuentes afirman que Pío XII apoyó tres complots para derrocar a Hitler. Después de la guerra, organizaciones y personalidades judías reconocieron varias veces oficialmente la sabiduría de la diplomacia del papa Pío XII. El Congreso Judío Mundial agradeció en 1945 la intervención del papa, con un generoso donativo al Vaticano. En el mismo año, el gran rabino de Jerusalén, Isaac Herzog, envió a Pío XII una bendición especial «por sus esfuerzos para salvar vidas judías durante la ocupación nazi de Italia». Israel Zolli, gran rabino de Roma, quién como nadie pudo apreciar los esfuerzos caritativos del papa por los judíos, al terminar la guerra se hizo católico y tomó en el bautismo el nombre de pila del papa, Eugenio, en señal de gratitud. El escribió un libro sobre su conversión ofreciendo numerosos testimonios sobre la actuación de Pío XII. El jueves 7 de septiembre de 1945 Giuseppe Nathan, comisario de la Unión de Comunidades Judías Italianas, declaró: «Ante todo, dirigimos un reverente homenaje de gratitud al Sumo Pontífice y a los religiosos y religiosas que, siguiendo las directrices del Santo Padre, vieron en los perseguidos a hermanos, y con valentía y abnegación nos prestaron su ayuda, inteligente y concreta, sin preocuparse por los gravísimos peligros a los que se exponían» (L'Osservatore Romano, 8 de septiembre de 1945, p. 2). El 21 de septiembre del mismo año, Pío XII recibió en audiencia al Doctor A. Leo Kubowitzki, secretario general del Congreso judío internacional, que acudió para presentar «al Santo Padre, en nombre de la Unión de las Comunidades Judías, su más viva gratitud por los esfuerzos de la Iglesia católica en favor de la población judía en toda Europa durante la guerra» (L'Osservatore Romano, 23 de septiembre de 1945, p. 1). El jueves 29 de noviembre de 1945, el papa recibió a cerca de ochenta delegados de prófugos judíos, procedentes de varios campos de concentración en Alemania, que acudieron a manifestarle «el sumo honor de poder agradecer personalmente al Santo Padre la generosidad demostrada hacia los perseguidos durante el terrible período del nazifascismo» (L'Osservatore Romano, 30 de noviembre de 1945, p. 1). En 1958, al morir el papa Pío XII, Golda Meir (Ministro de Asuntos Exteriores de Israel) envió un elocuente mensaje: «Compartimos el dolor de la humanidad (...). Cuando el terrible martirio se abatió sobre nuestro pueblo, la voz del papa se elevó en favor de sus víctimas. La vida de nuestro tiempo se enriqueció con una voz que habló claramente sobre las grandes verdades morales por encima del tumulto del conflicto diario. Lloramos la muerte de un gran servidor de la paz». El presidente de USA, Eisenhower, al morir el papa: «El mundo - ahora es más pobre después de la muerte del papa Pío XII». El diplomático israelí Pinchas Lapide calculó que Pío XII fue personalmente responsable por salvar al menos 700 000 judíos. El historiador judío Richard Breitman, ha escrito un libro sobre el holocausto. Como consultor del Grupo de trabajo para la restitución de los bienes a los judíos (grupo que ha obtenido la desclasificación de los dossieres del OSS). En una entrevista al Corriere della Sera, del 29 de junio del 2000, Breitman que es hasta ahora el único autorizado a ver los documentos del OSS (el espionaje estadounidense en la Segunda Guerra Mundial), ha explicado que lo que más le ha impresionado ha sido la hostilidad alemana hacia el papa y el plan de germanización del país de septiembre de 1943. Breitman ha encontrado también «sorprendente el silencio aliado sobre el holocausto».


Después de la Segunda Guerra Mundial: Las actitudes anticomunistas del papa Pío XII se volvieron más fuertes después de la guerra. En 1948, Pío XII declaró que cualquier italiano católico que apoyara a los candidatos comunistas en las elecciones parlamentarias de ese año sería excomulgado e instó a Azione Cattolica para que apoyara a la Democracia Cristiana. En 1949, autorizó a la Congregación para la Doctrina de la Fe a excomulgar a cualquier católico que militara o apoyara al Partido Comunista. También condenó públicamente la Revolución húngara de 1956. Le tocó ser el papa de la Guerra Fría, y en este contexto su opción fue clara: ferviente anticomunismo y aproximación a la nueva potencia emergente, los Estados Unidos de América. En este sentido resultó determinante su amistad personal con Francis J. Spellman, arzobispo de Nueva York y vicario militar de las fuerzas norteamericanas, al cual nombró cardenal del título de Ss. Giovanni e Paolo (1946). Terminada la guerra, Pío XII también fue el vocero para instar a la clemencia y al perdón de todas las personas que participaron en la guerra, incluyendo a los criminales de guerra. Así también intercedió, mediante el nuncio apostólico en Estados Unidos, para conmutar las sentencias de los alemanes convictos por las autoridades de ocupación. El Vaticano solicitó el perdón para todos aquellos que estaban condenados a muerte, una vez que se permitió la ejecución de criminales de guerra en 1948. Reconoció explícitamente el régimen surgido en España de la guerra civil (1936–1939). En 1953 firmó con el general Franco un concordato que daba base jurídica al llamado «Nacional-catolicismo» español: con notables ventajas para la Iglesia a cambio de la legitimación de aquel sistema. Pío XII también realizó el concordato con Rafael Trujillo de la República Dominicana en 1954. En este país los derechos de la Iglesia católica fueron violados por los regímenes represivos. Pío XII también excomulgó a Juan Perón en 1955 por sus arrestos a sacerdotes de la Iglesia. Dentro de la Italia de posguerra, a pesar de la tutela y el favorecimiento al partido de la Democracia Cristiana, llegó incluso a enfrentarse con su líder Alcide de Gasperi por el rechazo de este a cualquier pacto con la extrema derecha y en cambio por su interés en colaborar con la izquierda dentro de un espíritu democrático. Pío XII movilizó todas sus fuerzas para impedir el acceso de un socialista a la alcaldía de Roma en 1952, pero no lo consiguió. El 1 de noviembre de 1950 y mediante la constitución apostólica Munificentissimus Deus promulgó la doctrina de la Asunción de la Virgen como dogma de fe católica. Es el último dogma que la Iglesia Católica ha definido hasta hoy. Uno de sus últimos documentos fue la encíclica Fidei donum (1957), por la que invitaba a toda la Iglesia a reactivar el espíritu misionero, especialmente en África. Últimos años y fallecimiento: Últimos años de Pío XII: Los últimos años del pontificado de Pío XII, comenzaron a finales de 1954 con una larga enfermedad, durante la cual se llegó a considerar la abdicación. Posteriormente, los cambios en su hábito de trabajo se hicieron notar. El papa empieza a evitar las largas ceremonias, las canonizaciones y los consistorios, y aparece la vacilación en asuntos personales. Durante sus últimos años de pontificado, Pío XII empieza a demorar las designaciones de personal dentro del Vaticano, encontrándose cada vez más difícil sancionar a los subordinados y designados como Ricardo Galeazzi-Lisi, que, después de numerosas indiscreciones, fue excluido del servicio del papa en los últimos años, pero manteniendo su título, fue capaz de entrar en los apartamentos papales para fotografiar al papa moribundo; vendiendo luego las instantáneas a revistas francesas. Pío XII, tenía la costumbre de elevar a jóvenes sacerdotes como obispos, como Julius Döpfner (35 años) y Karol Wojtyla (38 años), este último fue uno de sus últimos nombramientos en 1958. Él tomó una posición firme contra los experimentos pastorales, tales como "sacerdotes obreros", que trabajaban a tiempo completo en las fábricas y se unían a los partidos políticos y sindicatos. Continuó la defensa de la tradición teológica del Tomismo como digno de una reforma continua, y como superior a las tendencias modernas, como la fenomenología o el existencialismo. Enfermedad y muerte: Desde su enfermedad de 1954, el papa dirigía personas laicas y grupos sobre una gama de


temas sin precedentes. Con frecuencia, se dirigió a los miembros de los congresos científicos, explicando la doctrina cristiana a la luz de los resultados científicos más recientes. A veces debió contestar preguntas específicas sobre moral, que se dirigían hacia él. Para las asociaciones profesionales específicas explicó la ética profesional a la luz de las enseñanzas de la Iglesia. Pío concedió el honor de ser la "Universidad Católica de Filipinas" a la Universidad de Santo Tomás en Manila, la más antigua existente en Asia. Antes de 1955, Pío XII trabajó durante muchos años con Giovanni Battista Montini. El papa no tenía un asistente a tiempo completo. Robert Leiber le ayudó en ocasiones con sus discursos y publicaciones. Augustin Bea era su confesor personal. La madre Pascalina Lehnert fue durante 40 años, su ama de llaves y asistente. Domenico Tardini, probablemente era el más cercano a él. Pío XII murió el 9 de octubre de 1958 de una insuficiencia cardíaca aguda provocada por un infarto de miocardio súbito en Castel Gandolfo, la residencia de verano del papa. Tenía ochenta y dos años. Su médico Gaspanini dijo después: "El Santo Padre no murió a causa de alguna enfermedad específica. Estaba agotado por completo. Tuvo un exceso de trabajo más allá del límite. Su corazón estaba sano, sus pulmones estaban bien. Pudo haber vivido otros 20 años, si se hubiera salvado a sí mismo". Fallido embalsamamiento: El médico de Pío XII, Ricardo Galeazzi-Lisi, informó que el cuerpo del pontífice fue embalsamado en la sala donde murió mediante un nuevo proceso inventado por el Dr. Oreste Nuzzi. A diferencia de todos los papas anteriores a él, Pío XII no quería que sus órganos vitales fueran extraídos, exigiendo en cambio, que se le mantuviera en la misma condición "en la cual Dios lo creó".35 Según Galeazzi-Lisi, ésta fue la razón por la que él y el profesor Oreste Nuzzi, un embalsamador de Nápoles, utilizaron un nuevo método de embalsamamiento. En una controvertida conferencia de prensa, Galeazzi-Lisi describió en detalle el embalsamamiento del cuerpo del difunto pontífice. Afirmó que utilizaría el mismo sistema de aceites y resinas con el que se ungió el cuerpo de Jesucristo. Galeazzi-Lisi, afirmó que el nuevo proceso podía "preservar el cuerpo indefinidamente en su estado natural". Sin embargo, el embalsamamiento para preservar eficazmente el cuerpo resultó impedido por el intenso calor de Castel Gandolfo durante el proceso. A pesar de todos los intentos de reconstituir el rostro, la situación requirió que se recurriera a la aplicación de una máscara de cera. Funeral: Su cortejo fúnebre en Roma fue la mayor congregación de los romanos a partir de esa fecha. Los romanos lamentaron la muerte del papa, el cuál había nacido en esa ciudad, aparte de su recuerdo como héroe en tiempos de guerra. El cardenal Angelo Roncalli escribió en su diario el 11 de octubre que, probablemente, ningún emperador romano había disfrutado tanto de un triunfo, que él consideraba como un reflejo de la grandeza espiritual y la dignidad religiosa de Pío XII. Fue finalmente sepultado en las grutas vaticanas. Testamento: Su testamento fue publicado inmediatamente después de su muerte. San Malaquías en sus profecías cobre los papas: 106: “Pastor angelicus” (Pastor angélico). Pío XII (1939-1958). Reconocido como un gran intelectual y defensor de la paz. Controversias sobre su pontificado: En lo referente al análisis historiográfico acerca de la conducta del papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial y en lo concerniente al pueblo judío y la Shoá, se pueden reconocer tres períodos claramente distintos: una primera etapa, que va desde 1945 hasta 1963, en la cual la comunidad internacional tenía una imagen positiva del papel de Pacelli respecto a su intervención en favor del pueblo judío; una segunda etapa, que se extiende desde 1963 hasta entrado el siglo XXI, en la que predomina una visión de Pacelli como aliado de los nazis, una tesis abonada por Rolf Hochhuth, Daniel Goldhagen, John Cornwell, Sergio Minerbi y otros; y una tercera etapa, en la que historiadores como Martin Gilbert, Ronald J. Rychlak y David Dalin vuelven a presentar una imagen positiva del pontífice. Durante los años posteriores al final del conflicto, la opinión acerca del papel que jugó Pío XII durante la guerra era por demás favorable y laudatoria. Se pueden citar las opiniones —ya expuestas en las secciones anteriores de este


mismo artículo— de Isaac Herzog, Giuseppe Nathan, Leo Kubowitzki, Golda Meir, Dwight D. Eisenhower, Eugenio Zolli y Albert Einstein, entre otros. Einstein dijo: Siendo un amante de la libertad, cuando llegó la revolución a Alemania miré con confianza a las universidades sabiendo que siempre se habían vanagloriado de su devoción por la causa de la verdad. Pero las universidades fueron acalladas. Entonces miré a los grandes editores de periódicos que en ardientes editoriales proclamaban su amor por la libertad. Pero también ellos, como las universidades, fueron reducidos al silencio, ahogados a la vuelta de pocas semanas. Sólo la Iglesia permaneció de pie y firme para hacer frente a las campañas de Hitler para suprimir la verdad. Antes no había sentido ningún interés personal en la Iglesia, pero ahora siento por ella un gran afecto y admiración, porque sólo la Iglesia ha tenido la valentía y la obstinación de sostener la verdad intelectual y la libertad moral. Debo confesar que lo que antes despreciaba ahora lo alabo incondicionalmente. El agradecimiento a Pío XII de la comunidad judía de Roma quedó inmortalizado en una placa que se puede ver en el Museo Histórico de la Liberación de Roma. El editorial del New York Times en 25 de diciembre de 1942 decía: "La voz de Pío XII es la única voz en el silencio y oscuridad que envuelve a Europa esta Navidad... Él es el único gobernante que queda del continente de Europa que se atreve a hablar en voz alta". Peter Gumpel repite lo dicho por la colaboradora de Pío XII, Sor Pascalina Lehnert acerca de lo que ella escuchó decir al cardenal Pacelli sobre Hitler: Este hombre está completamente exaltado; todo lo que dice y escribe lleva la marca de su egocentrismo; este hombre es capaz de pisotear cadáveres y eliminar todo lo que le sea un obstáculo. No llego a comprender cómo hay tantas personas en Alemania que no lo entienden y no saben sacar conclusiones de lo que dice o escribe. ¿Quién de éstos al menos se ha leído su espeluznante Mein Kampf? Gumpel revela que Pío XII realizó varios exorcismos a distancia a Hitler. Sor Pascalina Lehnert, declaró bajo juramento: ... el cardenal alemán Michael von Faulhaber y otros obispos estaban persuadidos de que Hitler estaba endemoniado, así que alertaron al Santo Padre, y éste, cuando se empezó la guerra, no sólo hizo oraciones, sino que recurrió al exorcismo sobre Hitler en su Capilla privada, presentes nosotras, las religiosas. El escritor católico Ronald J. Rychlak dice que, después de la guerra, la izquierda italiana trató de desprestigiar a Pío XII diciendo que había sido aliado de Hitler. El acontecimiento que dio origen a la imagen controvertida del papa respecto a su relación con el nazismo fue la publicación de la obra de teatro El vicario del alemán Rolf Hochhuth en 1962. La obra se basó en documentación fraguada provista por la KGB, que se proponía minar la autoridad del Vaticano. A esta teoría adhiere el historiador británico Sir Martin Gilbert, biógrafo oficial de Winston Churchill y experto en historia del pueblo judío. El filósofo Bernard-Henri Lévy recuerda que Hochhuth "es también un conocido negacionista, condenado varias veces como tal", y recordó una entrevista suya, publicada en un semanario alemán de extrema derecha, "en la que defendía a David Irving, que niega la existencia de las cámaras de gas". En su libro The Pontiff in Winter (2005), John Cornwell tiene una mirada más piadosa sobre Pacelli y su silencio, diciendo que el papa no tenía mucho margen de acción bajo la dictadura de Mussolini y la posterior ocupación nazi, aunque sigue señalando que Pío XII no habló al concluir la guerra. La posición del Estado de Israel se puede sintetizar en lo escrito en el monumento del Yad Vashem: Cuando fue elegido Papa en 1939, archivó una carta contra el racismo y el antisemitismo que su predecesor había preparado. Aún tras la llegada al Vaticano de informes sobre el asesinato de judíos, el Papa no llevó a cabo ninguna protesta ni verbal ni por escrito. En diciembre de 1942, se abstuvo de firmar una declaración de los Aliados que condenaba la exterminación de Judíos. Cuando los judíos fueron deportados de Roma a Aushwitz, el Papa tampoco intervino. El Papa mantuvo su posición neutral durante la Guerra, con la excepción de algunas apelaciones a los dignatarios de Hungría y Eslovaquia al final de la guerra. Su silencio y la falta de una guía obligaron a los hombres de la Iglesia en


toda Europa a decidir por su propia cuenta como reaccionar. Las acusaciones del Estado de Israel contra Pío XII se pueden resumir en las siguientes cuestiones: -su intervención en la firma del Reichskonkordat su participación en la redacción de la encíclica Humani generis uñitas. -el no haber hecho una protesta pública del Holocausto. -la falta de apoyo para proteger a los judíos romanos durante la "razzia" de octubre de 1943. -la neutralidad de la Santa Sede durante la Segunda Guerra Mundial. El rabino David G. Dalin —profesor de historia y ciencias políticas en la católica Universidad Ave María— dice que Cornwell tiene razón en decir que Hitler tenía un "clérigo favorito" pero que este no era el papa sino el gran muftí de Jerusalén, el antisemita Hajj Amin al-Husseini. Según el historiador Michael Hesemann, Pío XII arregló el éxodo de cerca de 200 000 judíos alemanes tres semanas antes de la Kristallnacht. El historiador judío Saul Friedländer, destaca la aversión que el papa Pacelli tenía por el nazismo y recalca su decisiva colaboración en la redacción de la encíclica Mit brennender Sorge. Ya en 1939 Joseph Roth, famoso novelista y periodista austriaco judío y activo militante comunista, dijo: ...las bestias pre-apocalípticas (nazis) que ahora dominan en la política ya presagian los verdaderos motivos por los cuales persiguen a la Iglesia. Él (Pío XII) es el único que los daña verdaderamente. Lo que es más, los que no temían a un Papa, le temen a este. Y no se limitan a presagiarlo, sino que ya saben por qué. El diplomático Israelí Pinchas Lapide calculó que Pío XII fue personalmente responsable por salvar al menos 700 000 judíos. En contra de la teoría de que Pío XII era antisemita, el historiador judío Elliot Hershberg, señala que "quien examina la gran cantidad de documentos, testimonios, evidencias probadas y demostrables, debe necesariamente concluir que el papa Pío XII fue un afectuoso y solidario amigo del pueblo judío... Como judío conozco bien el antisemitismo, y no existe ni rastro de prejuicio antijudío en la vida de Eugenio Pacelli". El rabino Eric Silver también asevera que Pío XII no era antisemita y agrega que: "Quien afirme lo contrario evidentemente no se ha preocupado nunca de verificar las propias tesis confrontando las fuentes directas, estudiando los documentos en los archivos libremente consultables en Roma". El rabino David Dalin dice que el título de Justos entre las Naciones debería ser conferido a Pío XII, ya que salvó a más judíos que Oskar Schindler. Dan Kurzman sostiene que Hitler pensó en secuestrar e incluso asesinar a Pío XII en 1944, pero que desistió por temor al posible levantamiento de los italianos. Kurzman también menciona que Pío XII participó en 1939 en un frustrado intento de derrocamiento de Hitler. En cuanto al silencio de Pío XII, el sacerdote católico Peter Gumpel —postulador de la causa de beatificación de Pío XII— señala que una denuncia pública de la Shoá por parte del papa no habría salvado una sola vida sino incrementar la persecución contra el pueblo judío, tal como sucedió en Holanda en 1942, cuando el arzobispo de Utrecht, Johannes de Jong, denunció públicamente la persecución contra los judíos; los nazis capturaron y deportaron a todos los judíos conversos al catolicismo, tal como sucedió con Edith Stein.57 En 1968 Robert Kempner, fiscal General Adjunto de los Estados Unidos de América en los juicios de Núremberg, sostuvo que la decisión de Pío XII de no hacer una denuncia pública fue acertada, ya que no hubiese salvado ni una sola vida.58 Bernard-Henri Lévy dice: “Hay que precisar que antes de optar por la acción clandestina, antes de abrir, sin decirlo, sus conventos a los judíos romanos perseguidos por los sicarios fascistas, el silencioso Pío XII pronunció unos discursos radiofónicos (por ejemplo, los de las Navidades de 1941 y 1942) que después de su muerte le valdrían el homenaje de Golda Meir”. El historiador Paolo Mieli cita a Kempner: "Cualquier declaración propagandista de toma de posición por la Iglesia contra el gobierno de Hitler no solo hubiese sido un suicidio premeditado, sino que hubiese acelerado el asesinato de


un número mucho mayor de judíos y sacerdotes". El Rabino en Jefe de Dinamarca, Marcus Melchior dijo: «Si el Papa hubiera hablado, Hitler habría masacrado a muchos más de los seis millones de judíos y quizá a 10 millones de católicos». El miembro de la resistencia alemana Josef Müller le aconsejó a Pío XII que se abstuviera de hacer declaraciones públicas contra el régimen nazi, que solo se refiriese de manera general y que dejara que la jerarquía católica alemana se encargase de realizar las condenas contra el régimen nazi; según Müller, cualquier condena pública hecha por el papa habría dificultado grandemente el accionar de la resistencia alemana. Franz Josef Müller, último miembro con vida de la Rosa Blanca opinaba acerca de que Pío XII no hubiese hecho una declaración pública denunciando el Holocausto: "Mire, hasta yo aún hoy me pregunto: ¿habría podido hacer algo más? En Alemania entonces había también muchos católicos cuya vida estaba en peligro. Párrocos y obispos, el mismo Papa dijeron palabras iluminadoras; ¿pero cómo habrían podido oponerse más al poder, sabiendo que los católicos habrían pagado las consecuencias de ello? Escuchando los radio-mensajes del Papa, nosotros captábamos entre líneas sus indicaciones". El padre Pierre Blet recuerda que Pío XII una vez se decidió a escribir una declaración condenando las atrocidades cometidas por los nazis en Polonia. En agosto de 1943 Pío XII envió al padre Quirino Paganuzzi a Polonia para que entregase la protesta en las manos del Arzobispo de Cracovia, el príncipe Adam Sapieha para que fuese publicada. Ni bien monseñor Sapieha leyó la carta la quemó, aduciendo que: "esta es una valiente declaración... pero si este escrito cae en las manos de los Nazis, nosotros, los polacos, lo pagaremos con una masacre masiva". El empresario e investigador de la vida de Pacelli, Gary Krupp, sostiene que Pío XII llegó hasta rescatar personalmente a algunos judíos romanos, oculto como monje franciscano, cuando recorría las calles de Roma durante la ocupación nazi. En cuanto a la Razia de Roma del 16 de octubre de 1943, los historiadores difieren acerca del involucramiento de Pío XII en el salvataje de la población judía de la ciudad; de los cerca de 8.000 judíos romanos que habitaban la ciudad, 7.000 lograron escapar. Según Susan Zuccotti y otros, Pío XII no hizo nada al respecto y el salvataje fue el producto de esfuerzos aislados, valientes y desesperados y de sacerdotes, monjes y laicos como el monje capuchino Père Marie-Benoît; según el historiador Martin Gilbert, Pío XII fue quien alertó durante las primeras horas de la madrugada acerca de la redada lo que permitió la fuga hacia lugares seguros de cerca de 7.000 personas. Según el historiador americano Mark Riebling, cuando los alemanes invadieron Roma en septiembre de 1943, se discutió entre los más altos jerarcas nazis de tomar la Ciudad del Vaticano con comandos de paracaidistas y secuestrar a Pío XII, llevarlo a Alemania, en donde Heinrich Himmler tenía planeada la ejecución pública del papa Pío XII para la inauguración de un nuevo estadio de fútbol. En 1999 se creó la Comisión judeo-católica de historiadores un grupo mixto de historiadores judíos y católicos cuyo objeto era examinar el papel de la Iglesia durante el Holocausto. La comisión fue suspendida en 2001 tras el surgimiento de importantes desacuerdos, principalmente por la imposibilidad de acceder a la documentación en poder del Vaticano. El diálogo fue reiniciado en 2010 gracias a los esfuerzos de la Fundación Pave the Way. En 2012 se encontraron en los archivos de Yad Vashem documentos que atestiguan la disposición favorable de Pacelli en lo concerniente a la creación de un Estado judío en Palestina después de la entrevista que tuvo con el militante sionista Nahum Sokolow en 1917. En el mismo año, Pacelli como nuncio apostólico en Baviera, pidió al gobierno alemán que protegiese a los judíos de Palestina de las represalias de los turcos, y en 1926 le pidió al gobierno alemán que apoyara la creación de un Estado judío en Palestina. Martin Gilbert sostuvo (en 2008) que el análisis final acerca de la actitud de Pío XII acerca de los judíos sólo se podrá realizar cuando se abriesen los archivos secretos del Vaticano del período de su pontificado al escrutinio de los investigadores, cosa que se esperaba que ocurriera en 2013. pero que hasta mitad de 2016 no ocurrió. No obstante, Gilbert hizo algunas observaciones en cuanto a las críticas que ciertos investigadores hicieron a la actuación de Pío XII con respecto al pueblo judío y que se hallan plasmadas en el memorial de Yad Vashem:


-Pío XII no firmó y nunca podría haber firmado la declaración conjunta de los Aliados de 1942 respecto a la persecución de los judíos europeos precisamente porque era una declaración de los Aliados y el Vaticano no formaba parte de esa entente político-militar y que la crítica la realizó sólo siete días después en el mensaje de Navidad de 1942. -El mensaje radial de Navidad de 1942 nunca mencionó expresamente que los judíos fueran perseguidos por los nazis, pero sus destinatarios comprendieron la crítica que el mensaje contenía: los altos círculos de la diplomacia alemana expresaron que "en una manera nunca vista antes, el Papa ha repudiado el nuevo orden nacional-socialista europeo. Él prácticamente ha acusado a todo el pueblo alemán de injusticias contra los judíos y se ha convertido en el vocero de los criminales de guerra judíos". -Gilbert señala que es injusto que en el monumento se señala que los esfuerzos en favor de los judíos de Hungría y de Eslovaquia solo se realizaran hacia fines de la guerra como una manera que tuvo la Iglesia de congraciarse tardíamente con la comunidad internacional; los esfuerzos hechos por la Iglesia se realizaron en ese momento porque fue precisamente en ese momento y no con anterioridad, que los gobiernos de Eslovaquia y de Hungría llevaron a cabo la deportación masiva de judíos hacia los campos de concentración nazis. En julio de 2012 —debido a la gran cantidad de material documental y al aporte de los historiadores antes mencionados— las autoridades del Yad Vashem modificaron el texto escrito en el monumento: El Vaticano, bajo Pío XI, Achille Ratti, y representado por el Secretario de Estado Eugenio Pacelli, firmaron un concordato con la Alemania Nazi en julio de 1933, con el objetivo de preservar los derechos de la Iglesia Católica en Alemania. La reacción de Pío XII, Eugenio Pacelli, sobre el asesinato de judíos durante el Holocausto es materia de controversia entre los eruditos. Durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, el Vaticano mantuvo una política de neutralidad. El Pontífice se abstuvo de firmar la Declaración de los Aliados del 17 de diciembre de 1942 condenando el exterminio de los judíos. Sin embargo, en su mensaje radial de Navidad del 24 de diciembre de 1942, él se refirió a los "cientos de miles de personas que, sin ninguna culpa de su parte, a veces por su nacionalidad u origen étnico, han sido consignados a la muerte o a una lenta desaparición". Los judíos no fueron explícitamente mencionados. Cuando los judíos fueron deportados de Roma hacia Auschwitz, el Pontífice no hizo protesta pública alguna. La Santa Sede apeló separadamente a los gobernantes de Eslovaquia y Hungría en favor de los judíos. Los críticos del papa sostienen que la decisión de abstenerse en condenar el asesinato de los judíos por la Alemania Nazi constituye una falta moral: la falta de una guía clara dejó espacio para que muchos colaboraran con la Alemania Nazi, reasegurados por la idea que no contradecía a la enseñanza moral de la Iglesia. Esto también dejó la iniciativa del rescate de los judíos a clérigos individuales y laicos. Sus defensores sostienen que esta neutralidad previno medidas más duras contra el Vaticano y las instituciones de la Iglesia de toda Europa, permitiendo que una considerable actividad de rescate tuviera lugar en diferentes niveles de la Iglesia. Por otra parte, señalan los casos en los que el Pontífice ofreció apoyo a las actividades en los que judíos fueron rescatados. Hasta que todo el materia relevante este a disposición de los eruditos, este asunto permanecerá abierto a futuras investigaciones. Causa de canonización: La causa de Pío XII fue abierta el 18 de noviembre de 1965 por el papa Pablo VI. Para el estudio de la actuación de Pío XII durante la guerra fue nombrada una comisión de cuatro eminentes historiadores formada por Pierre Blet (Francia), Angelo Martini (Italia), Burkhart Schneider (Alemania) y Robert A. Graham (Estados Unidos). En marzo de 2007, la congregación recomendó que Pío XII debería ser declarado Venerable. El papa Benedicto XVI lo hizo el 19 de diciembre de 2009, al mismo tiempo que la de San Juan Pablo II. El inicio de la causa de beatificación provocó una reacción negativa de rabinos que calificaron a la decisión como «insensible». El Estado de Israel también se opone a la canonización de Pío XII hasta que no se hayan abierto los archivos del Vaticano referidos a su pontificado. El Dr. Riccardo Di Segni, rabino en jefe de Roma se opone a la beatificación de Pacelli diciendo: «A nivel humano, puedo aceptar la debilidad de Pacelli, pero su beatificación podría hacer de él un ideal para futuras generaciones. Para


mi, la beatificación sería un impedimento para el diálogo.» En la cultura popular: En la película The Scarlet and the Black (Escarlata y negro), de 1983, John Gielgud protagoniza a un Pio XII que avala la labor de monseñor Hugh O'Flaherty, quien ocultó judíos y prisioneros de guerra en la Roma ocupada por los nazis. En la cinta Amen del 2002, Pío XII es interpretado por Marcel Iureș como un Pontífice que se duele por lo que le ocurre a los judíos, pero también se siente impotente por su suerte. También es interpretado por el actor James Cromwell en la miniserie de televisión Sotto Il Cielo Di Roma (Bajo el cielo De Roma), un filme del 2010 que refiere la actitud de la Santa Sede y en especial del Papa frente a los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, con un énfasis hacia la intención de los nazis de secuestrar al Sumo Pontífice y de las acciones tomadas por él durante este difícil periodo de la historia. En 2016, la National Geographic Channel emitió el docudrama El Papa vs. Hitler (Pope vs Hitler) en la que se detalla la colaboración que prestó Pio XII en los complots contra Adolfo Hitler.

Juan XXIII, Papa.

Juan XXIII (latín: Ioannes PP. XXIII), de nombre secular Angelo Giuseppe Roncalli (Sotto il Monte, Bérgamo, Lombardía, Italia, 25 de noviembre de 1881-Ciudad del Vaticano, 3 de junio de 1963), fue el papa número 261 de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano entre 1958 y 1963. En su dilatada labor apostólica, ocupó varios cargos de relevancia en la Iglesia católica en el período de preguerra. Como obispo titular de Areopoli y, más tarde, de Mesembria, desempeñó el cargo de visitador apostólico en Bulgaria desde 1925, luego como delegado apostólico en la misma Bulgaria desde 1931. Fue designado arzobispo titular de Mesembria y delegado apostólico en Turquía y Grecia el 30 de noviembre de 1934, cargo que desempeñó durante la mayor parte de la segunda guerra mundial. A fines de 1944 fue designado nuncio apostólico en Francia, donde permaneció hasta 1953. Creado cardenal presbítero de S. Prisca en el consistorio de ese año, fue patriarca de Venecia hasta su elección como sumo pontífice en el cónclave de octubre de 1958. Su pontificado, relativamente breve, fue sin embargo sumamente intenso. Sus encíclicas Mater et Magistra (Madre y Maestra, 1961) y Pacem in Terris (Paz en la Tierra, 1963), esta última escrita en plena guerra fría luego de la llamada «crisis de los misiles» de octubre de 1962, se convirtieron en documentos señeros que marcaron el papel de la Iglesia católica en el mundo actual. Pero el punto culminante de su trabajo apostólico fue, sin dudas, su iniciativa personal, apenas tres meses después de su elección como pontífice, de


convocar el Concilio Vaticano II, que imprimiría una orientación pastoral renovada en la Iglesia católica del siglo XX. Con todo, al momento de su muerte acaecida el 3 de junio de 1963, apenas había transcurrido la primera de las etapas conciliares —que finalmente alcanzarían el número de cuatro—, sin haberse promulgado ningún documento y sería Pablo VI quien enfatizaría los propósitos básicos del concilio y lo guiaría a través de las tres etapas conciliares siguientes hasta su final. Caracterizado por un notable sentido del humor,Nota 2 en Italia se recuerda a Juan XXIII con el cariñoso apelativo de Il Papa Buono («el papa bueno»). Fue beatificado por el papa Juan Pablo II durante el «Gran Jubileo» del año 2000. El 5 de julio de 2013 el papa Francisco firmó el decreto que autorizó la canonización de Juan XXIII, que se efectuó conjuntamente con la de Juan Pablo II el día 27 de abril de 2014, según lo anunciado en el consistorio realizado el 30 de septiembre de 2013.1 A dicha ceremonia, también asistió el papa emérito, Benedicto XVI.2 Junto a Juan Pablo II es el papa más reciente en ser venerado como santo. Ministerio sacerdotal: Angelo Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, en Lombardía, Italia. Fue el cuarto hijo de un total de catorce,3 del matrimonio formado por Giovanni Battista Roncalli (1854–1935) y Marianna Giulia Mazzolla (1854–1939). Trabajaban como aparceros. El ambiente religioso de su familia y la vida parroquial bajo la guía del padre Francesco Rebuzzini, le proporcionaron a Angelo formación cristiana. Angelo Roncalli entró en el seminario de Bérgamo en 1892 y recibió la tonsura dos años más tarde.4 En 1896 fue admitido en la Orden Franciscana Seglar por el director espiritual del seminario de Bérgamo , el padre Luigi Isacchi.3 Hizo una profesión de esa Regla de vida el 23 de mayo de 1897. En septiembre de 1900 se trasladó a Roma para continuar su formación sacerdotal en el Pontificio Seminario Romano, formación interrumpida en 1901-1902 por el servicio militar.4 El 13 de junio de 1903 se doctoró en Teología, frente a un tribunal constituido entre otros por Eugenio Pacelli, quien sería más tarde Pío XII.4 El 10 de agosto de 1904 fue ordenado sacerdote en la basílica de Santa María de Monte Santo, en la Piazza del Popolo.3 En 1905, fue nombrado secretario del obispo de Bérgamo, Giacomo Radini-Tedeschi, un pastor impulsado por un fuerte compromiso por los desamparados.4 En el año siguiente se le encargó la enseñanza de Historia y Patrología en el seminario de Bérgamo. Ocupó estos puestos hasta la muerte de «su» obispo, como siempre recordaría a Radini-Tedeschi, acaecida en 1914. Durante la Primera Guerra Mundial, ejerció primero como sargento médico y más tarde como capellán militar. En diciembre de 1920, fue llamado desde Roma por el papa Benedicto XV para ocupar el cargo de presidente para Italia del Consejo Central de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe, y en 1921 fue designado prelado doméstico por Benedicto XV. Ministerio episcopal: Arzobispo y delegado apostólico: El papa Pío XI lo designó simultáneamente arzobispo de Areopoli y enviado oficial para Bulgaria el 3 de marzo de 1925. El 19 de marzo de 1925 Angelo Giuseppe Roncalli fue consagrado arzobispo titular de Areopoli;6 eligió como su lema episcopal "Obedientia et Pax", divisa que tomó del cardenal Caesar Baronius, de quien había escrito un libro y a quien consideraba modelo de obispo.4 En Bulgaria, realizó su labor apostólica visitando las comunidades católicas y estableciendo relaciones de respeto y estima con otras comunidades cristianas, en especial de la Iglesia Ortodoxa. En una ocasión en Bulgaria fue a visitar a unos heridos internados en un hospital católico que trataba gratuitamente a todas las personas, independientemente de su religión. Estos heridos fueron víctimas de un atentado contra el rey Boris III en una catedral ortodoxa de Sofía, siendo ortodoxos que frecuentaban su lugar de culto. El rey búlgaro quedó tan impresionado que lo recibió en audiencia privada, siendo un acto inédito porque los visitadores apostólicos no gozaban de ningún estatuto diplomático y las relaciones entre la minoría católica y la mayoría ortodoxa eran muy tensas. Hechos como este constituyeron las bases de la futura delegación apostólica. En efecto, su labor fue tan fructífera que se lo designó delegado apostólico para Bulgaria el 16 de octubre de 1931.


El 30 de noviembre de 1934 fue designado arzobispo títular de Mesembria,6 delegado apostólico para Turquía — vicario apostólico de Estambul, antigua Vicaría Apostólica de Constantinopla—, y Delegado Apostólico para Grecia.6 Desde Estambul, atendió los asuntos relativos a ambos países y estableció una oficina para localizar a los prisioneros de guerra.7 Por cuestiones territoriales, Grecia estaba en conflicto constante con Turquía, y mantenía una mala relación con la Iglesia católica. Angelo Roncalli fue quien introdujo la lectura del Evangelio en turco, y logró acortar las distancias entre la Santa Sede y las jerarquías ortodoxa y musulmana. Su intervención para socorrer a miles de judíos de la persecución nazi mientras servía como delegado apostólico de la Santa Sede en Turquía durante la Segunda Guerra Mundial fue proverbial. El 23 de diciembre de 1944, el papa Pío XII lo nombró nuncio apostólico de Francia.6 Contribuyó a normalizar la organización eclesiástica en Francia, desestabilizada por los obispos acusados de colaborar con los alemanes. Gracias a su cortesía, sencillez, buen humor y amabilidad pudo resolver los problemas y conquistar el corazón de los franceses y de todo el Cuerpo diplomático. De los 87 prelados católicos acusados inicialmente de colaboracionismo con el régimen de Vichy, finalmente solo 3 fueron removidos de sus sedes, merced a las gestiones de Angelo Roncalli que superaban los formalismos diplomáticos. Cardenal y patriarca de Venecia: El 12 de enero de 1953 el papa Pío XII lo creó cardenal presbítero con el título de Santa Prisca, siendo designado tres días después como patriarca de la diócesis de Venecia.6 Durante los seis años en que permaneció en ese cargo, tuvo un desempeño esencialmente pastoral, impulsando el sínodo diocesano. Como patriarca de Venecia, solía navegar por los canales de la ciudad sin la vestimenta de cardenal, y detenerse para hablar con los gondoleros, las prostitutas y menesterosos, quienes le contaban sus problemas. Su forma de ejercicio del poder se caracterizó por el servicio y el perdón. Era patriarca de Venecia. Supo que uno de sus sacerdotes llevaba una vida turbia y que frecuentaba un lugar poco digno para un eclesiástico. Pudo suspenderle en sus funciones; pudo aplastarle con su poder; pudo ejercer toda la fuerza de su autoridad. Pero ¿qué hizo? Lo esperó un día en el lugar que solía frecuentar. El sacerdote palidece. El patriarca lo toma del brazo y con naturalidad le pide que le acompañe al palacio. Y una vez en su despacho se arrodilla ante el sacerdote caído y le pide: «Por favor, confiéseme». Y lo hace con toda humildad y naturalidad. El sacerdote lo absuelve y el patriarca abrazándolo le dice: «Hijo mío, me gustaría que reflexionases acerca del don maravilloso que Dios te ha dado de perdonar los pecados a los hombres, incluso a tu mismo arzobispo. Que esto te anime a evitar lo más posible el pecado en tu misma vida y como gratitud a Cristo». Pontificado: Elección: El 28 de octubre de 1958, en el cuarto día del cónclave y contando con casi 77 años, Roncalli fue elegido papa ante la sorpresa de todo el mundo. Escogió el nombre de Juan (nombre de su padre y del patrón de su pueblo natal, aunque escogió este nombre en razón de Juan el Bautista y Juan el Evangelista). Elijo Juan... un nombre dulce para nosotros porque es el nombre de nuestro padre, querido para mí porque es el nombre de la humilde iglesia parroquial donde fui bautizado, el nombre solemne de innumerables catedrales esparcidas por todo el mundo, incluyendo nuestra propia basílica San Juan de Letrán. Veintidós Juanes de legitimidad indiscutible (que han sido papas), y casi todos tuvieron un breve pontificado. Hemos preferido ocultar la pequeñez de nuestro nombre detrás de esta magnífica sucesión de papas romanos. Amamos el nombre de Juan, porque nos recuerda a Juan el Bautista, precursor de nuestro Señor... y al otro Juan, el discípulo y evangelista, quien dijo: «Hijos míos, amaos los unos a los otros, amaos unos a otros porque este es el gran mandamiento de Cristo». Tal vez podamos, tomando el nombre de esta primera serie de papas santos, tener algo de su santidad y fortaleza de espíritu, incluso -si Dios lo quiere- hasta el derramamiento de la propia sangre. Fue entronizado el 4 de noviembre (21 días antes de su cumpleaños 77) por el cardenal Nicola Canali, protodiácono de San Nicola in Carcere Tulliano. Después del largo pontificado de su predecesor Pío XII, los cardenales parecieron escoger un papa de transición a


causa de su avanzada edad y de su modestia personal. En referencia a la expresión «papa de transición», su secretario personal comentó: Ni siquiera debe leerse en sentido negativo esta calificación, porque ahí estaban sus 77 años, y él mismo afirmó: «No puedo mirar demasiado lejos en el tiempo». Sabía que era ya un anciano, no se preocupaba de lo que podría hacer. Habituado a vivir comunitariamente y a no considerar los problemas desde el punto de vista personal, citando a Tibulo, decía Est nobis voluisse satis, para el honor de un hombre es ya mucho haber concebido una empresa, haber pensado, ideado, iniciado algo. Recuerdo su comentario a mi perplejidad y a mi falta de entusiasmo cuando me comunicó la idea del Concilio. Me dijo: «No hay que preocuparse de sí mismo y de quedar bien. En la concepción de las grandes empresas basta con el honor de haber sido providencialmente invitados. Hemos sido llamados a poner en marcha, no a concluir». Ni los cardenales ni el resto de la Iglesia esperaban que el temperamento alegre, la calidez y la generosidad del papa Juan XXIII cautivaran los afectos del mundo de una forma en que su predecesor no pudo. Al igual que Pío XI pensaba que el diálogo era la mejor forma para dar solución a un conflicto. Enseguida empezó una nueva forma de ejercer el papado. Fue el primero desde 1870 que ejerció su ministerio de obispo de Roma visitando personalmente las parroquias de su diócesis. Al cabo de dos meses de haber sido elegido, dio ejemplo de obras de misericordia: por Navidad visitó los niños enfermos de los hospitales Espíritu Santo y Niño Jesús; al día siguiente fue a visitar los prisioneros de la cárcel Regina Coeli. Gobierno papal: En su primera medida de gobierno como papa, que le enfrentó con el resto de la curia, redujo los altos estipendios (y la vida de lujo que, en ocasiones, llevaban los obispos y cardenales). Asimismo, dignificó las condiciones laborales de los trabajadores del Vaticano, que hasta ese momento carecían de muchos de los derechos de los trabajadores de Europa, y además retribuidos con bajos salarios. Por primera vez en la historia nombra cardenales indios y africanos. Tres meses después de su elección, el 25 de enero de 1959, en la Basílica de San Pablo Extramuros y ante la sorpresa de todo el mundo anunció el XXI Concilio Ecuménico -que posteriormente fue llamado Concilio Vaticano II-, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y la revisión del Código de Derecho Canónico. Este Concilio fue inspirado en la figura del papa Pío IX precursor del Concilio Vaticano I y quien, según el papa Juan XXIII, nadie en la historia de la Iglesia había sido tan amado y tan odiado a la vez. Durante su pontificado nombró 37 nuevos cardenales, entre los cuales por primera vez un tanzano, un japonés, un filipino, un venezolano, un uruguayo y un mexicano. El 3 de enero de 1962 se difundió la noticia de que el líder cubano Fidel Castro habría sido excomulgado por la Santa Sede en una iniciativa amparada en condenas decretadas por el papa Pío XII en 1949 a todo aquel que difundiera el comunismo, y se atribuyó a Juan XXIII tal decisión. La noticia se divulgó en el marco de uno de los momentos más críticos en la relación entre Cuba y la Santa Sede. Con todo, el especialista vaticano Andrea Tornielli confirmó en nota en el Vatican Insider del periódico La Stampa que no existió ninguna excomunión ad personam para Fidel Castro, ni Juan XXIII tomó ninguna decisión en ese sentido. Sus encíclicas: Juan XXIII escribió ocho encíclicas en total, según el siguiente orden cronológico: -Ad Petri Cathedram (29 de junio de 1959); -Sacerdotii Nostri Primordia (1 de agosto de 1959); -Grata Recordatio (26 de septiembre de 1959); -Princeps Pastorum (28 de noviembre de 1959); -Mater et Magistra (15 de mayo de 1961); -Aeterna Dei Sapientia (11 de noviembre de 1961); -Paenitentiam Agere (1 de julio de 1962); -Pacem in terris (11 de abril de 1963). Su magisterio social en las encíclicas Mater et Magistra y Pacem in terris fue profundamente apreciado. En ambas pastorales se insiste sobre los derechos y deberes derivados de la dignidad del hombre como criatura de Dios. La encíclica Pacem in terris fue dirigida no solo a los católicos, sino «a todos los hombres de buena voluntad».


Escrita en plena guerra fría luego de la crisis de los misiles en Cuba de octubre de 1962, la encíclica contiene un rechazo incondicional de la carrera de armamentos y de la guerra en sí misma. Sostiene que en la era atómica resulta impensable que la guerra se pueda utilizar como instrumento de justicia. Esto, a su vez, implicó una virtual abolición del concepto de guerra justa. [...] la justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos; que, de un lado y de otro, las naciones que los poseen los reduzcan simultáneamente; que se prohíban las armas atómicas; que, por último, todos los pueblos, en virtud de un acuerdo, lleguen a un desarme simultáneo, controlado por mutuas y eficaces garantías. [...] en nuestra época, que se jacta de poseer la energía atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado. Juan XXIII, Pacem in terris, 112 y 127 Carácter ecuménico: Uno de los principales rasgos del pontificado de Juan XXIII fue su carácter ecuménico, en línea con toda su trayectoria pastoral anterior. La convocatoria al Concilio Vaticano II coincidió y no por mera casualidad, con la semana de oración por la unidad de los cristianos. Además del carácter esencialmente ecuménico del concilio, Juan XXIII desarrolló un conjunto de iniciativas tendentes a superar las diferencias existentes entre las distintas confesiones cristianas. El 2 de diciembre de 1960, recibió la visita en la Ciudad del Vaticano del arzobispo de Canterbury, Geoffrey Francis Fisher, con quien permaneció reunido durante una hora. Era la primera vez en más de 400 años, desde la excomunión de Isabel I, que la máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra se reunía con el papa. Esa reunión inauguró una transición, de una etapa de divergencia a otra de convergencia con la actual Comunión anglicana. También recibió a la reina Isabel II, y a personalidades de la Iglesia presbiteriana de Escocia y de la Iglesia episcopaliana. La creación del Secretariado para la promoción de la unidad de los cristianos, con el cardenal Augustin Bea al frente, tuvo una incidencia decisiva, no solo en el desarrollo de las relaciones ecuménicas y en el diálogo con los no cristianos, en particular en las relaciones católico-judías, sino también el propio Concilio Vaticano II. Concilio Vaticano II: El 11 de octubre de 1962 el papa Roncalli abrió el Concilio Vaticano II en San Pedro. Este Concilio cambiaría el rostro del catolicismo: una nueva forma de celebrar la liturgia (más cercana a los fieles), un nuevo acercamiento al mundo y un nuevo ecumenismo. Respecto de esto último, Juan XXIII había creado en 1960 el Secretariado para la promoción de la unidad de los cristianos,23 una comisión preparatoria al Concilio que más tarde permanecería bajo el nombre de Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. Era la primera vez que la Santa Sede creaba una estructura consagrada únicamente a temas ecuménicos. Para la presidencia de ese organismo el papa designó al cardenal Augustin Bea, quien luego se convertiría en una de las figuras determinantes del Concilio Vaticano II. Desde la apertura del Concilio, el papa Juan XXIII enfatizó la naturaleza pastoral de sus objetivos: no se trataba de definir nuevas verdades ni condenar errores, sino que era necesario renovar la Iglesia para hacerla capaz de transmitir el Evangelio en los nuevos tiempos (un aggiornamento), buscar los caminos de unidad de las Iglesias cristianas, buscar lo bueno de los nuevos tiempos y establecer diálogo con el mundo moderno centrándose primero "en lo que nos une y no en lo que nos separa". Al Concilio fueron invitados como observadores miembros de diversos credos, desde creyentes islámicos hasta indios americanos, al igual que miembros de todas las Iglesias cristianas: ortodoxos, anglicanos, cuáqueros, y protestantes en general, incluyendo, evangélicos, metodistas y calvinistas no presentes en Roma desde el tiempo de los cismas. Canonizaciones: Juan XXIII canonizó a: -San Martín de Porres, primer santo negro de América (6 de mayo de 1962); -San Pedro Julian Eymard (9 de diciembre de 1962) y -San Vicente Pallotti (20 de enero de 1963). Su muerte, reconocimientos y canonización: El 23 de mayo de 1963 se anunció públicamente la


enfermedad del papa: cáncer de estómago que, según su secretario Loris Francesco Capovilla, le fue diagnosticado en septiembre de 1962. El papa no quiso dejarse operar temiendo que el rumbo del Concilio se desviara de lo estipulado. Así, el mismo papa estaba firmando su sentencia de muerte. El 10 de mayo de 1963 se le concedió el premio Balzan, que incluyó el voto favorable de los delegados soviéticos, en reconocimiento a su actividad en favor de la paz y la fraternidad entre los hombres. Ante el avance de su enfermedad, se trató de convencerlo de no asistir, a lo que Juan XXIII contestó: «¿Por qué no? ¿Qué otra cosa podría ser más hermosa para un padre que morir en medio de sus hijos reunidos?» Al fin, después de sufrir esa grave enfermedad, el papa Juan XXIII murió en Roma el 3 de junio de 1963, hacia las dos y cincuenta. Finalizó sus días sin ver concluida su obra mayor, a la que él mismo consideró "la puesta al día de la Iglesia". En la memoria de muchos, el papa Juan XXIII ha quedado como "el papa bueno" o como "el papa más amado de la historia". El 3 de diciembre de 1963, el presidente Lyndon B. Johnson concedió a Juan XXIII a título póstumo la Medalla Presidencial de la Libertad, la más alta condecoración civil de los Estados Unidos. En su discurso del 6 de diciembre de 1963, Johnson dijo: He determinado también otorgar la Medalla Presidencial de la Libertad a título póstumo a otro hombre noble cuya muerte lamentamos hace 6 meses: su santidad, el papa Juan XXIII. Él era un hombre de orígenes sencillos, de fe sencilla, de caridad sencilla. En esta ensalzada sede, él seguía siendo el pastor gentil. Creía en el debate y en la persuasión. Respetaba profundamente la dignidad del hombre. Él le dio al mundo declaraciones inmortales sobre los derechos del hombre, sobre las obligaciones de los hombres entre sí, sobre su deber de luchar por una comunidad mundial en la que todos puedan vivir en paz y amistad fraterna. Su bondad atravesó los límites temporales para calentar los corazones de los hombres de todas las naciones y de todas las religiones. Pablo VI, sucesor de Juan XXIII en el pontificado, inició su proceso de canonización en 1965, luego de la clausura del Concilio Vaticano II. Juan XXIII fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000, junto con el papa Pío IX. Su fiesta litúrgica quedó fijada el 11 de octubre, día de la apertura del Concilio Vaticano II. Cuando su cuerpo fue exhumado en el año 2000, corrió el rumor de que se hallaba incorrupto, pero fuentes de la Santa Sede lo negaron, recordando que había sido embalsamado. Sus restos actualmente descansan en la Basílica de San Pedro, en Roma. Juan XXIII también es honrado por muchas organizaciones protestantes como un reformador cristiano. La Iglesia de Inglaterra lo considera santo y tanto los anglicanos como los protestantes conmemoran a Juan XXIII como "renovador de la Iglesia". El Calendario de Santos Luterano lo celebra el 3 de junio a partir del calendario de la Iglesia evangélica luterana en Estados Unidos. Pier Paolo Pasolini le dedicó una de sus películas, "El Evangelio según San Mateo". La tumba que ocupaba el papa Juan XXIII, ha sido ocupada por el papa Juan Pablo II, fallecido el 2 de abril de 2005 hasta el 29 de abril de 2011 cuando fue exhumado para su beatificación. La prensa italiana informó que la Congregación para las Causas de los Santos de la Santa Sede aprobó el 2 de julio de 2013 los milagros conducentes a la canonización del beato Juan Pablo II y del beato Juan XXIII. El 5 de julio de 2013 el papa Francisco firmó el decreto que autorizó la canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII. El 30 de septiembre del mismo año, se anunció la ceremonia conjunta de canonización de ambos papas, que tuvo lugar el 27 de abril de 2014. Películas acerca de su vida: -Papa Juan (2002), interpretada por Massimo Ghini y Edward Asner. -El Papa Bueno (2003), interpretada por Fabrizio Vidale y Bob Hoskins. San Malaquías se refiere en sus profecías: 107: “Pastor y nauta” (Pastor y navegante). Juan XXIII (1958-1963) Condujo la Iglesia al Concilio Vaticano II.

Pablo VI, Papa.


Pablo VI (en latín: Paulus PP VI),1 de nombre secular Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini (Concesio, cerca de Brescia, Lombardía; 26 de septiembre de 1897-Castel Gandolfo; 6 de agosto de 1978), fue el papa 262.º de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 21 de junio de 1963 hasta su muerte el 6 de agosto de 1978. Sucediendo a Juan XXIII, decidió continuar con el Concilio Vaticano II, la gran obra del pontífice anterior. Asimismo, fomentó las relaciones ecuménicas con las iglesias ortodoxas, anglicanas y protestantes, dando lugar a muchas reuniones y acuerdos históricos. Entre 1922 y 1954 trabajó en la secretaría de Estado de la Santa Sede. Durante su estadía allí, Montini junto a Domenico Tardini fueron considerados como los más cercanos e influyentes colaboradores del papa Pío XII, quien en 1954 lo nombró arzobispo de Milán, la diócesis más grande de Italia, por lo que se convertía automáticamente en secretario de la Conferencia Episcopal italiana. Allí fue conocido pronto como el «arzobispo de los pobres», por su amistad con los trabajadores de las fábricas a los que visitaba.2 3 Juan XXIII lo elevó al cardenalato en 1958, y después de la muerte de Juan XXIII, Montini fue considerado uno de los más probables sucesores. Tomó el nombre de Pablo para indicar su misión renovadora en todo el mundo de la difusión del mensaje de Cristo. Reabrió el Concilio Vaticano II, dándole prioridad y dirección. Después de que el Concilio hubiera finalizado su labor, Pablo VI se hizo cargo de la interpretación y aplicación de sus mandatos, a menudo caminando por una delgada línea entre las expectativas contrapuestas de los distintos grupos dentro de la Iglesia católica. La magnitud y la profundidad de las reformas afectaron a todas las áreas de la Iglesia, superando durante su pontificado las políticas similares de reforma de sus predecesores y sucesores. Pablo VI fue un gran devoto mariano, por lo que constantemente habló en congresos marianos y reuniones mariológicas, visitó varios santuarios y publicó tres encíclicas marianas. Citando a las enseñanzas de Ambrosio de Milán, nombró a María como la Madre de la Iglesia durante el Concilio Vaticano II. Pablo VI buscó el diálogo con el mundo, con otros cristianos, otras religiones y ateos, sin excluir a nadie. Se vio como un humilde servidor de la humanidad y exigió cambios significativos de los acaudalados de Estados Unidos y Europa a favor de los pobres en el Tercer Mundo. Sus posiciones sobre el control de la natalidad (véase Humanae vitae) y otros temas fueron controvertidos en Europa Occidental y América del Norte, pero fueron aplaudidos en Europa Oriental y América Latina. Durante su pontificado se llevaron a cabo muchos cambios en el mundo, revueltas estudiantiles, la guerra de Vietnam y otros trastornos mundiales. Pablo VI trató de entenderlos a todos, pero al mismo tiempo, de defender el «depósito de la fe», que se le había confiado. El 24 de diciembre de 1974 presidió la apertura de la Puerta santa de la Basílica de San Pedro, dando inicio al Jubileo de 1975, que fue seguido por aproximadamente mil millones de personas en todo el mundo. De entre los cardenales que creó, tres llegarían a ser sus sucesores como papa: Karol Wojtyła el 26 de junio de 1967, quién tomaría el nombre de Juan Pablo II el 16 de octubre de 1978; Albino Luciani el 15 de agosto de 1973, quien se convertiría en Juan Pablo I el 26 de agosto de 1978; y Joseph Ratzinger el 27 de junio de 1977, electo papa el 19 de abril de 2005 bajo el nombre de Benedicto XVI. Su proceso de beatificación comenzó el 11 de mayo de 1993. El 7 de mayo de 2014 se aprobó un milagro por el cual el papa Pablo VI, será declarado beato. El cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, se reunió con el papa Francisco para acordar la fecha de beatificación, que finalmente se fijó para el 19 de octubre de 2014.7 La beatificación tuvo lugar en la misa de clausura del Sínodo extraordinario de obispos sobre la familia realizada en la plaza de San Pedro.


Primeros años: Giovanni Battista Montini nació en el año 1897 en Concesio, una población de la provincia de Brescia, Lombardía. Fue el segundo de los tres hijos de Giorgio Montini, que era abogado, periodista, director de la Acción Católica y miembro del Parlamento de Italia, y de Giudetta Alghisi, perteneciente a una familia de la nobleza rural. Tuvo dos hermanos: Francesco Montini, que sería médico, y Ludovico Montini, que sería abogado y político. El 30 de septiembre de 1897, fue bautizado con el nombre de Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini. Asistió a la escuela Cesare Arici ―dirigida por jesuitas― y en 1916 recibió un diploma de la escuela pública Arnaldo da Brescia. Su educación fue interrumpida a menudo por episodios de enfermedad. En 1916, entró en el seminario de Brescia para convertirse en sacerdote, lo que finalmente logró el 29 de mayo de 1920, celebrando su primera misa en su pueblo natal, en la iglesia de la Madonna delle Grazie, que estaba cerca de la casa de sus padres. Montini concluyó sus estudios en Milán con un doctorado en Derecho Canónico ese mismo año. Más tarde estudió en la Pontificia Universidad Gregoriana, en la La Sapienza y, a petición de Giuseppe Pizzardo, en la Academia Pontificia Eclesiástica. En 1922 a la edad de 25 años, y a petición de Pizzardo, Montini entró a la Secretaría de Estado de la Santa Sede, donde trabajó junto con Francesco Borgongini Duca, Alfredo Ottaviani, Carlo Grano, Domenico Tardini y Francis Spellman. Carrera en la Santa Sede: Nunciatura polaca: La única experiencia diplomática en el extranjero de Montini fue durante su estadía en la nunciatura de Varsovia, Polonia, en 1923. Al igual que Achille Ratti antes que él, sentía fuertemente el enorme problema, que no sólo se limitaba a Polonia, del excesivo nacionalismo. Esta forma de nacionalismo trata a los extranjeros como enemigos, especialmente a los extranjeros con los que uno tiene fronteras comunes. A continuación se busca la expansión de su propio país a expensas de los vecinos inmediatos. Las personas crecen con la sensación de estar encerrados. La paz se convierte en un compromiso transitorio entre las guerras. Cuando fue llamado a Roma, se encontraba feliz de ello: «Llega a la conclusión este episodio de mi vida, que me han proporcionado experiencias útiles aunque no siempre alegres». Más tarde, ya papa, intentaría volver a Polonia en una peregrinación mariana, pero no le fue permitido por el gobierno comunista, una petición que luego no se le pudo negar al polaco Juan Pablo II. Pío XII: Su capacidad de organización lo llevó a una carrera en la Curia Romana. En 1931, el cardenal Eugenio Pacelli le nombró profesor de historia en la Academia Pontificia para diplomáticos. En 1937, después de que su mentor Giuseppe Pizzardo fuera nombrado cardenal, Montini fue nombrado «sustituto de relaciones ordinarias» por el cardenal Pacelli, que era secretario de Estado de Pío XI. Desde su estadía con Pío XI adoptó el punto de vista de que «el aprendizaje es un proceso de larga vida, y que la historia era la mágister vítae, la maestra de la vida». Su supervisor inmediato en la Santa Sede fue Domenico Tardini, con el que tenía una buena relación. La elección de Pacelli como papa en 1939, era prevista por todos y abiertamente promovida por el fallecido Pío XI en sus últimos años. Esto era un buen augurio para Montini, cuya posición dentro de la Santa Sede fue confirmada por el nuevo secretario de Estado Luigi Maglione. Todas las mañanas hasta 1954, Montini se reunía con Pío XII, desarrollando una relación cercana y estrecha: Es cierto, mi servicio al papa no se limitó a los asuntos políticos o extraordinarios de acuerdo con el lenguaje del Vaticano. La bondad del papa Pío XII abrió para mí la oportunidad de examinar los pensamientos, incluso el alma de este gran pontífice. Podría citar muchos detalles de cómo Pío XII, siempre con medida y el discurso moderado, se escondía, más aún revelando una noble posición de gran fuerza y coraje sin miedo. Cuando la Segunda Guerra Mundial estalló, Maglione, Tardini y Montini fueron las principales figuras de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Montini fue el encargado de velar por los «asuntos comunes» de dicha Secretaría de Estado, en la que ocupaba gran parte de la mañana de cada día de trabajo. Por la tarde se trasladaba al tercer piso, donde estaba la oficina del Secretario Privado del Pontífice. Pío XII tenía una secretaria personal. Al igual


que varios papas antes que él, delegó las funciones de secretaría a la Secretaría de Estado. Durante los años de guerra, miles de cartas de todas partes del mundo llegaron a la mesa del papa, la mayoría de ellas pidiendo oración y ayuda. Montini fue encargado de formular todas las respuestas en el nombre de Pío XII, expresando su empatía y comprensión y prestando ayuda, cuando fuera posible. A petición del papa, creó una oficina de información para los prisioneros de guerra y los refugiados, que en los años de su existencia, desde 1939 hasta 1947, recibió cerca de diez millones (9.891.497) de solicitudes de información y produjo más de once millones (11.293.511) de respuestas sobre las personas desaparecidas. Montini fue varias veces atacado por el gobierno de Benito Mussolini como ingerente en la política, pero cada vez se encontró con defensas de gran poder en el Vaticano. En 1944, Luigi Maglione murió, y Pío XII nombró a Tardini y Montini jefes de la Secretaría de Estado. La admiración hacia Montini fue casi filial, cómo lo describió Pío XII: Su mente ricamente cultivada, su capacidad poco común para la reflexión y el estudio lo llevó a evitar todas las distracciones y relajaciones innecesarias. Quiso entrar de lleno en la historia de su propio tiempo afligido: con un profundo conocimiento, de que él mismo formaba parte de esa historia. Desea participar plenamente en él, para compartir sus sufrimientos en su propio corazón y alma. A petición del papa, junto con Pascalina Lehnert, Ferdinando Baldelli y Otto Faller, creó la Pontificia Commissione di Assistenza, que ayudó a gran número de romanos y refugiados de todas partes con viviendas, asistencia alimentaria y material. Sólo en Roma esta organización distribuyó casi dos millones de porciones de comida gratis en el año 1944. La Ciudad del Vaticano y la residencia papal de Castel Gandolfo se abrieron a los refugiados. Unos 15.000 personas vivían en Castel Gandolfo, solo apoyado con la ayuda de la Pontificia Commissione di Assistenza. A petición de Pío XII, Montini también estuvo implicado en el restablecimiento de la Iglesia Asilo, proporcionando protección a cientos de soldados aliados, que habían escapado de los campos de prisioneros del Eje; judíos, antifascistas, socialistas, comunistas, y después de la liberación de Roma, a soldados alemanes, partidarios y otras personas desplazadas. Después de la guerra y luego como papa, Montini convirtió la Pontificia Commissione di Assistenza, en la mayor organización católica italiana, Caritas Italiana. Arzobispo de Milán: Después de la muerte del cardenal Alfredo Ildefonso Schuster en 1954, Montini fue nombrado para el puesto de más alto rango en la iglesia italiana, el de arzobispo de Milán, que lo convirtió de forma automática en el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. El papa Pío XII presentó al nuevo arzobispo Giovanni Battista Montini «como su regalo personal a Milán». Ambos tenían lágrimas en los ojos cuando se separaron, y Montini viajaba a una diócesis con 1000 iglesias, 2500 sacerdotes, y 3.5 millones de almas. Fue consagrado en la Basílica de San Pedro por el cardenal Eugène Tisserant, el decano del Colegio de Cardenales, ya que Pío XII se vio obligado a permanecer en cama debido a su enfermedad. El papa sin embargo, pronunció su sermón sobre Giovanni Batista Montini desde su cama, por la radio, a los numerosos fieles reunidos en San Pedro el 12 de diciembre de 1954. El 6 de enero de 1955, Montini tomó formalmente posesión en la catedral de Milán. Pío XII, quien siempre quiso ser un pastor y no un burócrata del Vaticano, concedió con mucho gusto esta oportunidad, que a él se le había negado, a Montini. Este por su parte empezó a desempeñar su nueva tarea como arzobispo, reuniéndose con todos los grupos de fieles en Milán. Le gustaba tener reuniones con intelectuales, artistas y escritores. La filosofía de Montini: En sus primeros meses mostró gran interés en las condiciones de trabajo y cuestiones laborales, teniendo contacto personal con sindicatos, asociaciones y dando discursos relacionados con el tema. Creyendo que las iglesias son los únicos edificios no utilitarios en la sociedad moderna y un lugar necesario para el descanso espiritual, inició la construcción de más de 100 nuevas iglesias para el servicio y la contemplación. Sus discursos públicos se notaron no sólo en Milán, sino también en Roma y en otros lugares. Algunos lo consideraban un liberal, cuando él pidió a los laicos amar no sólo a los católicos, sino también a cismáticos, protestantes, anglicanos, indiferentes, musulmanes, paganos, ateos. Contrariamente a las enseñanzas del papa


León XIII (y más tarde Juan Pablo II y Benedicto XVI), que consideraban al clero anglicano desigual a la luz de su falta de sucesión apostólica, el arzobispo Montini simplemente ignoró por completo este aspecto durante una visita del clero anglicano a Milán en 1957 y un posterior intercambio de cartas con el arzobispo de Canterbury, Geoffrey Fisher. Montini no recibió el capelo cardenalicio durante los últimos cuatro años del pontificado de Pío XII, lo que ocasionó varios comentarios. Ciertamente, Montini no era el único en esta condición; desde la grave enfermedad que aquejaba a Pío XII, no se habían realizado consistorios, por lo que varios arzobispos estaban esperando el capelo. Se encontraban en esta situación John Francis O'Hara de Filadelfia, Richard Cushing de Boston, Franz König de Viena, William Godfrey de Westminster, Antonio María Barbieri de Montevideo, Alfonso Castaldo de Nápoles y Paul Marie André Richaud de Burdeos además del propio Montini. Pío XII reveló luego que en el consistorio de 1953 había dos clérigos, que se sabe que eran Montini y Tardini, a pesar de no ser mencionados por el papa, que se encontraban en la parte superior de su lista, pero luego fueron rechazados. Cuando Tardini, en nombre de ambos, le dio las gracias por no nombrarlos cardenales, Pío XII respondió con una sonrisa: «Monseñor mío, usted me da las gracias, por no dejarme hacer lo que quería hacer». Tardini respondió: «Sí, Santo Padre, le doy gracias por todo lo que han hecho por mí, pero aún más, lo que no han hecho por mí». El papa sonrió. Ángelo Roncalli y Montini eran amigos, pero cuando el primero, ya papa (Juan XXIII, que sería canonizado en 2014), anunció un nuevo concilio ecuménico, el cardenal Montini reaccionó con incredulidad: «Este muchacho no sabe el nido de avispas que está despertando». En 1961 fue nombrado para la Comisión Preparatoria Central. Durante el Concilio, Juan XXIII le pidió que se mudara al Vaticano. Fue miembro de la Comisión de asuntos extraordinarios, pero no se dedicó tanto a los debates sobre los diversos temas que se trataban. Su asesor principal fue Giovanni Colombo, quien más tarde fue nombrado su sucesor en Milán. La Comisión fue eclipsada en gran medida por la insistencia de Juan XXIII de que el Concilio debía completar todo su trabajo en una única sesión antes de la Navidad de 1962, para el 400º aniversario del Concilio de Trento, una insistencia que también puede haber sido influida porque el papa había sabido recientemente que tenía cáncer. Progresismo Pastoral: Montini utilizó su autoridad para asegurar que las reformas litúrgicas de Pío XII se llevaran a cabo a nivel local. Durante su período en Milán, Montini era conocido como un miembro progresista de la jerarquía católica. Utilizó métodos innovadores para llegar a la gente de la ciudad más grande de Italia, como carteles enormes anunciaban que «1000 voces le hablarían entre el 10 y el 24 de noviembre de 1957». Más de 500 sacerdotes y numerosos obispos, cardenales y laicos pronunciaron 7000 sermones en el período no sólo en las iglesias, sino en las fábricas, salas de reuniones, casas, patios, escuelas, oficinas, cuarteles, hospitales, hoteles y otros lugares, donde la gente se reunía. Si solamente pudiéramos decir «Padre nuestro» y saber lo que esto significa, entonces podríamos entender la fe cristiana. Montini reconoció que Europa Occidental se había convertido en un país unificado otra vez y no fue demasiado optimista sobre el resultado de esta empresa de gran envergadura. Montini fue también un hombre de letras, siendo su libro favorito un clásico italiano: Los novios, de Alessandro Manzoni. Pío XII convocó al arzobispo Montini a Roma, en octubre de 1957, donde hizo la presentación principal del Segundo Congreso Mundial del Apostolado Seglar. Anteriormente, como prosecretario, había trabajado arduamente para unificar una organización mundial de laicos en 58 países, representando 42 organizaciones nacionales. Se los presentó a Pío XII en Roma en 1951. La segunda reunión en 1957 dio Montini una oportunidad para expresar el apostolado de los laicos en términos modernos: Apostolado significa amor. Debemos amar a todos, pero especialmente a aquellos que necesitan ayuda... Nos debe encantar nuestro tiempo, nuestra tecnología, nuestro arte, nuestros deportes, nuestro mundo.


Cardenal: Aunque era visto como «papable» para suceder a Pío XII, y aunque parece haber recibido algunos votos en el cónclave de 1958, Montini no era miembro del Colegio cardenalicio y por lo tanto no era un candidato serio en ese cónclave. En aquella elección, el patriarca de Venecia, Angelo Roncalli, fue elegido papa y asumió el nombre de Juan XXIII. El 17 de noviembre de 1958, a menos de tres semanas después de su elección, L'Osservatore Romano anunció un consistorio para la creación de nuevos cardenales. Esta lista estaba encabezada por el nombre de Montini, y así fue elevado al cardenalato el 15 de diciembre de 1958, convirtiéndose en cardenal presbítero de ss. Silvestro e Martino ai Monti. Juan XXIII lo nombró simultáneamente en varias congregaciones de la Curia Romana, dando lugar a muchas visitas de Montini a Roma en los siguientes años.42 Como cardenal, Montini participaba en el gobierno de toda la Iglesia, lo que se tradujo en viajes a África (1962), dónde visitó Ghana, Sudán, Kenia, Congo, Rodesia, Sudáfrica y Nigeria. Más tarde, él sería el primer papa en visitar África. Después de su viaje, tuvo una audiencia privada con Juan XXIII, que se prolongó durante varias horas. En otros 15 viajes, visitó Brasil (1960) y Estados Unidos (1960), incluyendo Nueva York, Washington DC, Chicago, Universidad de Notre Dame en Indiana, Boston, Filadelfia y Baltimore. El cardenal pasaba sus vacaciones por lo general en la solitaria abadía de Engelberg, en Suiza. Pontificado: Elección: Montini fue visto generalmente como el más probable sucesor de Juan XXIII, por su cercanía a él y a Pío XII, y por su experiencia pastoral y administrativa.44 Juan, un recién llegado al Vaticano a los 77 años, se sintió muchas veces desbordado por la profesional Curia romana, en cambio Montini sabía mucho sobre su funcionamiento interno. A diferencia de los cardenales «papables» de Bolonia y Génova, Montini no se identificaba ni con la izquierda ni con la derecha, ni fue visto como un reformista radical. Además era visto como el más probable continuador del Concilio Vaticano II, ya que, sin resultados tangibles, había durado más de lo previsto por el papa Juan, que tuvo una visión, pero no una agenda clara. Su retórica tenía una confianza en el progreso característica de los años sesenta. Cuando Juan XXIII murió de cáncer de estómago, el 3 de junio de 1963, Montini fue elegido para el papado en el cónclave siguiente y tomó el nombre de Pablo VI. Según palabras del mismo Montini, él sabía lo que venía. Escribió en su diario: «La posición es única. Me trae gran soledad. Yo era solitario antes, pero ahora mi soledad llega a ser completa e impresionante...».47 Pero no tenía miedo a la nueva soledad que se esperaba de él. Reconoció que sería inútil buscar ayuda fuera, o de confiar todo a los demás. Pablo VI acabó con parte del esplendor externo y el ceremonial tradicional del papado. Fue el último papa hasta la fecha en ser coronado; su sucesor Juan Pablo I sustituirá la coronación pontificia (que Pablo ya había modificado sustancialmente, pero que dejó como obligatoria en 1975 en su Constitución Apostólica Romano Pontifici Eligendo), con una toma de posesión del papa. Pablo VI donó su propia tiara papal, un regalo de la archidiócesis de Milán, a la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington DC (donde está en exhibición permanente en la cripta) como un regalo a los católicos estadounidenses. En 1968, con el motu proprio Pontificalis Domus, suspendió la mayor parte de las funciones ceremoniales de la antigua nobleza romana en la corte papal, con excepción de los «asistentes príncipes al trono papal». También abolió la Guardia Palatina y la Guardia Noble, dejando a la Guardia Suiza como el único cuerpo militar en la Ciudad del Vaticano. Desarrollo y finalización del Concilio Vaticano II: Al momento de la muerte de Juan XXIII, acaecida el 3 de junio de 1963, apenas había transcurrido la primera de las etapas conciliares —que finalmente alcanzarían el número de cuatro—, sin haberse promulgado ningún documento. Pablo VI decidió continuar el Concilio Vaticano II (el derecho canónico establece que un concilio se suspende luego de la muerte de un papa), enfatizando sus propósitos básicos y guiándolo a través de las tres etapas conciliares siguientes hasta su final. Pablo VI abrió la segunda sesión el 29 de septiembre de 1963, como así también las siguientes sesiones, y tuvo a su cargo el inicio de


la aplicación de sus decretos a partir del 7 de diciembre de 1965, cuando concluyó la cuarta y última sesión conciliar. Su pontificado, estuvo marcado por la concreción del espíritu del Concilio en la renovación y modernización de la Iglesia católica y de sus enseñanzas. Frente a las interpretaciones en conflicto y las controversias, dirigió la puesta en práctica de sus objetivos de reforma, que incluía la mayor revisión a la misa jamás hecha, y la primera revisión importante desde el Concilio de Trento, que tuvo lugar 400 años antes del Concilio Vaticano II. Prioridades del Concilio para Pablo VI: En su discurso de reapertura del Concilio Vaticano II el 29 de septiembre de 1963, Pablo VI señaló cuatro prioridades: -Una mejor comprensión de la Iglesia católica, es decir, una definición más completa de su naturaleza y del papel del obispo; -La renovación de la Iglesia; -La restauración de la unidad de los cristianos y -El comienzo del diálogo con el mundo contemporáneo. Recordó a los padres conciliares que sólo unos pocos años antes, el papa Pío XII había publicado la encíclica Mystici Corporis Christi, sobre el cuerpo místico de Cristo. Él les pidió que no se repitiera o crearan nuevas definiciones dogmáticas. Agradeció a los representantes de otras comunidades cristianas su asistencia y les pidió su perdón si es que la Iglesia Católica era la responsable de las separaciones. También recordó a los padres conciliares que muchos obispos del este no habían podido asistir ya que los gobiernos comunistas no permitían sus viajes. El Concilio debatió sobre los textos de la Iglesia, sobre el ecumenismo y la liturgia. Pablo VI afirmó a los padres reunidos que tenía la intención de visitar Tierra Santa, dónde ningún otro papa había estado desde San Pedro. Orientación ecuménica: Durante el Concilio Vaticano II, los padres conciliares evitaban realizar declaraciones que pudieran herir a cristianos de otras confesiones. El cardenal Augustin Bea, presidente del Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos —una comisión preparatoria al Concilio, creada por el papa Juan XXIII, que más tarde recibiría el nombre de Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos—, había contado siempre con el pleno apoyo de Pablo VI en su intento de garantizar que el texto del Concilio fuera amistoso y abierto a la sensibilidad de las iglesias protestantes y ortodoxas, a quienes había invitado a todas las sesiones a petición del papa Juan XXIII. Bea también participó activamente en la confección del documento Nostra aetate, que regulaba la relación de la Iglesia católica con el judaísmo y con los creyentes de otras religiones, y que finalmente fue aprobado por 2221 votos contra 88, el 28 de octubre de 1965. Diálogo con el mundo: Después de su elección como papa, Pablo VI se reunió primero con los sacerdotes de su nueva diócesis. Les dijo que en Milán había comenzado un diálogo con el mundo moderno y les pidió que buscaran el contacto con todas las personas de todos los sectores sociales. Seis días después de su elección anunció que continuaría el Concilio Vaticano II y convocó a su reapertura para el 29 de septiembre de 1963.25 En su discurso radial de reapertura, Pablo VI recordó la singularidad de sus predecesores, la fuerza de Pío XI, la sabiduría e inteligencia de Pío XII y el amor de Juan XXIII. Como sus «metas pontificias» se encontraban la continuación y finalización del Concilio Vaticano II, la reforma al Derecho canónico, y la búsqueda de la paz social y la justicia en el mundo. La unidad del cristianismo sería fundamental para sus actividades. Últimas sesiones del Concilio: Pablo VI abrió la tercera sesión del Concilio el 14 de septiembre de 1964, diciendo a los padres conciliares, que él veía el texto sobre la Iglesia como el documento más importante para finalizar el Concilio. A medida que el Concilio había debatido el papel de los obispos en el papado, Pablo VI emitió una nota explicativa que confirmaba la primacía del papado, un paso que fue visto por algunos como una intromisión en los asuntos del Concilio de los obispos. Los estadounidenses presionaron para lograr una pronta resolución sobre la libertad religiosa, pero Pablo VI insistió en que esto sería aprobado junto con otros textos relacionados, tales como el ecumenismo. El papa finalizó el tercer período de sesiones el 21 de noviembre de 1964, con el pronunciamiento oficial de María como «madre de la Iglesia». Entre las sesiones tercera y cuarta, el papa anunció reformas en los ámbitos de la Curia Romana, la revisión del


derecho canónico, la reglamentación para los matrimonios mixtos con participantes de varios credos, y las cuestiones del control de la natalidad. La última y final sesión del Concilio, fue concelebrada con los obispos de países donde la Iglesia era perseguida. Varios textos propuestos para su aprobación debieron ser cambiados, siendo finalmente todos aprobados. El Concilio concluyó el 8 de diciembre de 1965, en la fiesta de la Inmaculada Concepción. Siguiendo a su primer predecesor, Ambrosio de Milán, Pablo VI declaró a María como madre de la Iglesia. Reformas en la Iglesia: Sínodo de obispos: El 14 de septiembre de 1965 se estableció el Sínodo de los obispos como institución permanente de la Iglesia y órgano asesor del papado. Múltiples reuniones se celebrarían sobre cuestiones específicas durante su pontificado, como el Sínodo de los obispos sobre la evangelización en el mundo moderno, que comenzó el 9 de septiembre de 1974. Reformas en la Curia: Pablo VI conocía bien la Curia, ya que había trabajado en ella durante más de 30 años (desde 1922 hasta 1954). Puso en práctica sus reformas por etapas, en lugar de hacerlas de una sola vez. El 1 de marzo de 1968, emitió un reglamento, un proceso que había sido iniciada por Pío XII y continuado por Juan XXIII. El 28 de marzo, con su Pontificalis domus, y en otras varias constituciones apostólicas adicionales en los siguientes años, se renovó toda la Curia, que incluía la reducción de la burocracia, la racionalización de las congregaciones existentes y una representación más amplia de los no italianos. Elecciones papales: Pablo VI revolucionó las elecciones papales, ordenando que sólo los cardenales de edad inferior a 80 años podrían participar en futuros cónclaves. En su motu propio Ecclesiae sanctae, del 6 de agosto de 1966, se invitó a todos los obispos a presentar su jubilación a más tardar al cumplir los 75 años. Este requisito se hizo extensivo a todos los cardenales en 1970. Con estas dos estipulaciones, el papa podía ocupar los cargos con jóvenes obispos y cardenales, e internacionalizar el Colegio cardenalicio y la Curia romana, a la luz de varias renuncias debido a la avanzada edad. Misa de Pablo VI: La reforma de la liturgia había sido parte de los movimientos litúrgicos en el siglo XX, principalmente en Francia, con Robert Schuman, y en Alemania, con Romano Guardini, que fueron reconocidos oficialmente por Pío XII en su encíclica Mediator Dei. Durante el pontificado de Pío XII, el Vaticano flexibilizó las regulaciones sobre el uso del latín en la liturgia, lo que permitió un cierto uso de las lenguas vernáculas en los bautizos, funerales y otros eventos. En 1951 y 1955, las liturgias de Semana Santa fueron sometidas a revisión, sobre todo incluyendo la reintroducción del Triduo Pascual. El Concilio Vaticano II continuó con el mandato de una revisión general del Misal Romano. En abril de 1969, Pablo VI aprobó el «nuevo orden de la misa» (promulgado en 1970), que incluía muchas revisiones y cambios sustanciales, como la introducción de tres nuevas plegarias eucarísticas, la supresión de las oraciones de larga duración, tales como las oraciones al pie del altar y el último Evangelio, la reintroducción de las oraciones que habían caído en desuso, como la Oración de los Fieles, y la aprobación para el uso de las lenguas vernáculas. Hubo otras instrucciones emitidas por el papa en 1964, 1967, 1968, 1969 y 1970 que se centraron en la reforma de todas las liturgias de la Iglesia católica. Estas reformas sustanciales no fueron bien recibidas por todos y en todos los países. La repentina y aparente «prohibición» de la misa tridentina, rezada durante 400 años, cuya última revisión se había promulgado en 1962 por Juan XXIII, no se explicaba bien. La experimentación con la nueva misa (como el uso de la música pop/folk en comparación con el canto gregoriano por el que abogaba el papa Pío X), junto con los cambios recurrentes en el orden de los santuarios, fue visto por algunos como vandalismo. Posteriormente, en 2007, el papa Benedicto XVI aclaró que la misa de Juan XXIII y la misa de Pablo VI son dos formas del mismo rito romano. La primera, que nunca había sido "jurídicamente derogada", era ahora una forma "extraordinaria del rito romano"; mientras que al segunda "obviamente es y permanece como la forma ordinaria de la liturgia eucarística".


Relaciones y diálogos: Para Pablo VI, un diálogo con toda la humanidad no era esencial como un objetivo, sino como un medio para encontrar la verdad. El «diálogo» según Pablo VI, se basa en la plena igualdad de todos los participantes. Esta igualdad se basa en la búsqueda común de la verdad. Pablo VI dijo referente a esto: Aquellos que tienen la verdad, están en una posición de no tenerlo, porque se ven obligados a buscar todos los días de una manera más profunda y más perfecta. Los que no la tienen, pero buscan con todo su corazón, ya la han encontrado. Diálogos: En 1964, Pablo VI creó la Secretaría para las religiones no cristianas, rebautizándola luego como Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. En 1971, creó una oficina papal para el desarrollo económico y la asistencia catastrófica. Para fomentar lazos comunes con todas las personas de buena voluntad, decretó un día de paz anual que se celebraría el primer día de cada año de enero. Tratando de mejorar la condición de los cristianos detrás de la Cortina de Hierro, Pablo VI participó en un diálogo con las autoridades comunistas varias veces, recibiendo al ministro de Asuntos Exteriores Andrei Gromyko y al presidente de la Unión Soviética Nikolai Podgorny. La situación de la Iglesia en Polonia, Hungría y Rumania mejoró considerablemente durante su pontificado. Actividad pastoral con los artistas: El Concilio Vaticano II introdujo un cambio de actitud en la relación entre la Iglesia católica y los artistas contemporáneos. El 7 de mayo de 1964, Pablo VI convocó una misa con artistas en la Capilla Sixtina. En su discurso final, subrayó la íntima vinculación entre arte y religión, y ofreció a los artistas una alianza de amistad. Este evento supuso un gran cambio pastoral en el diálogo contemporáneo entre los artistas y la Iglesia. Viajes por el mundo: Mapa de los viajes de Pablo VI.

Pablo VI se convirtió en el primer papa en visitar los cinco continentes, y fue el más viajero de la historia hasta ese momento, ganándose el apodo del «papa peregrino», título que sus sucesores dejaron desfasado. Con sus diez viajes por el mundo, abrió nuevas vías para el papado, que fueron continuadas por sus sucesores, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Viajó a Tierra Santa en 1964, donde se reunió con el Patriarca de Constantinopla Atenágoras I, logrando en 1965 la revocación de los decretos de excomunión mutua lanzados en 1054 y que habían dado lugar al Cisma de Oriente y Occidente. Entre sus otros viajes se cuentan su participación a los Congresos Eucarísticos en Bombay (India) y su viaje en 1968 a Bogotá y Medellín en Colombia. Cincuenta años después de la primera aparición, viajó a Fátima en 1967. En 1969, realizó una visita pastoral a África. El 27 de noviembre de 1970, durante su viaje a Filipinas, fue el blanco de un intento de asesinato. En octubre de 1965 ―durante su primera visita a los Estados Unidos― abogó por la paz ante las Naciones Unidas, debido principalmente a la intensificación de la guerra de Vietman durante la presidencia de Lyndon B. Johnson: Nuestra breve visita nos ha dado un gran honor; el de proclamar al mundo entero, desde la Sede de las Naciones Unidas, «¡paz!». Nunca olvidaré esta hora extraordinaria. Tampoco podemos llevar a un término más apropiado que el expresar el deseo de que esta sede central de las relaciones humanas para la paz civil del mundo, sea siempre consciente y digna de este gran privilegio. No más guerra, nunca más guerra. Paz, es la paz que deben guiar los destinos del pueblo y de toda la humanidad. Pablo VI envió uno de los 73 «mensajes de buena voluntad» del Apolo 11 de la NASA para el histórico aterrizaje lunar. Actualmente el mensaje todavía descansa en la superficie lunar. Tiene escritos el Salmo 8 y el mensaje del papa: «A la gloria del nombre de Dios, que da tanto poder a los hombres, que ardientemente ora por este maravilloso comienzo». Nueva diplomacia: Al igual que Pío XII, Pablo VI puso mucho énfasis en el diálogo con todas las naciones del mundo mediante el establecimiento de relaciones diplomáticas. El número de embajadas extranjeras acreditadas ante la Santa Sede se duplicó durante su pontificado. Esto fue un reflejo de un nuevo entendimiento entre la Iglesia y el Estado, que había sido formulado por primera vez por Pío XI y Pío XII y decretado luego por el Concilio Vaticano II. La constitución pastoral Gaudium et spes afirma que la Iglesia católica no está ligada a ninguna forma de gobierno. La Iglesia mantuvo su derecho de elegir obispos por su cuenta sin ninguna interferencia por parte del Estado.


Teología: Mariología: Pablo VI hizo importantes contribuciones a la mariología durante su pontificado. Trató de presentar las enseñanzas marianas de la Iglesia en vista de su nueva orientación ecuménica. En el discurso inaugural de su encíclica Ecclesiam suam, el papa llamó a María como el ideal de la perfección cristiana. Él se refiere a «la devoción a la Madre de Dios como de suma importancia en la vida viviente del Evangelio». El papa Francisco destacó que a este Pontífice el pueblo cristiano le estará siempre agradecido por la Exhortación apostólica Marialis cultus y por haber proclamado a María “Madre de la Iglesia”, con ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II. Consistorios: Pablo VI celebró seis consistorios entre 1965 y 1977, en los cuales se promovieron 143 cardenales. Se llevaron a cabo el 22 de febrero de 1965 (27 cardenales), el 26 de junio de 1967 (27 cardenales), el 28 de abril de 1969 (34 cardenales), el 5 de marzo de 1973 (30 cardenales), el 24 de mayo de 1976 (20 cardenales) y el 27 de junio de 1977 (4 cardenales). Los sucesores de Pablo VI hasta el papa Benedicto XVI fueron creados cardenales por él. Su inmediato sucesor Albino Luciani, quien tomó el nombre de Juan Pablo I, fue creado cardenal en el consistorio del 5 de marzo de 1973; Karol Wojtyla fue creado cardenal en el consistorio del 26 de junio de 1967; y Joseph Ratzinger fue creado cardenal en el consistorio del 27 de junio de 1977, que incluía también a Bernardin Gantin de Benín, África. Este se convirtió en el último de los consistorios de Pablo VI antes de su muerte en agosto de 1978. Con los seis consistorios, Pablo VI continuó la política de internacionalización iniciada por Pío XII en 1946, y continuada por Juan XXIII. En su consistorio de 1976, cinco de los veinte cardenales procedían de África, uno de ellos hijo de un jefe de una tribu que tenía cincuenta esposas.82 Varios prominentes latinoamericanos como Eduardo Francisco Pironio (de Argentina), que sería más tarde su confesor; Eugênio de Araújo Sales y Aloisio Lorscheider (de Brasil) fueron también nombrados por él. Hubo voces en ese momento acerca de que el período europeo de la Iglesia estaba llegando a su fin, una opinión compartida por el cardenal británico Basil Hume. Al mismo tiempo, los miembros del Colegio cardenalicio perdieron parte de sus influencias anteriores, después de que el Papa decretara que no sólo los cardenales, sino también los obispos podían participar en las comisiones de la Curia Romana. El límite de edad de 80 años impuesto por Pablo VI, el en cerca de un 100% del número de cardenales, y la reforma a la vestimenta real de los «príncipes de la Iglesia» contribuyó a una percepción orientada al servicio de los cardenales en su pontificado. Últimos años y muerte: Secuestro de Aldo Moro: El 16 de marzo de 1978, su amigo de juventud Aldo Moro, un político demócrata cristiano, fue secuestrado por las Brigadas Rojas, que mantuvieron al papa en vilo durante 55 días. El 20 de abril, Moro apeló directamente al papa para intervenir, de la misma manera que Pío XII lo había hecho en el caso del profesor Giuliano Vassalli. A sus ochenta años de edad, el papa escribió una carta a las Brigadas Rojas: No tengo ningún mandato para hablar con usted, y no estoy sujeto a ningún interés privado en lo que respecta. Pero le quiero como a un miembro de la gran familia humana, como un amigo de la época de estudiante y ―por un título muy especial― como a un hermano en la fe y como un hijo de la Iglesia de Cristo. Hago un llamamiento que ustedes ciertamente no ignorarán;... de rodillas se lo ruego, liberen a Aldo Moro, simplemente, sin condiciones, no tanto por mi humilde y bien intencionada intercesión, sino debido a que comparto con usted la común dignidad de un hermano en la humanidad... Hombres de las Brigadas Rojas, me dejan, el intérprete de las voces de muchos de nuestros conciudadanos, la esperanza de que en sus sentimientos de corazón, que la humanidad triunfará. En la oración, y siempre amándolos, espero prueba de ello. Algunos integrantes del gobierno italiano acusaron al anciano papa de haber tratado muy amablemente a las Brigadas Rojas. Él continuó buscando formas de pagar el rescate por Moro pero fue en vano. El 9 de mayo, el cuerpo acribillado a balas del secuestrado fue encontrado en un coche en Roma. Visiblemente afectado y conmovido, el papa presidió su funeral en la catedral de San Juan de Letrán.


Muerte del papa: Pablo VI dejó la Ciudad del Vaticano, el 14 de julio de 1978, para ir a la residencia papal de Castel Gandolfo, visitando en su camino la tumba del cardenal Giuseppe Pizzardo, que lo había hecho ingresar en la Santa Sede medio siglo antes. Aunque se encontraba enfermo, estuvo de acuerdo en reunirse con el nuevo presidente italiano Sandro Pertini durante más de dos horas. Por la noche vio una película del Oeste en televisión, feliz sólo cuando vio «los caballos, los animales más hermosos que Dios ha creado». Tenía problemas respiratorios y necesitaba oxígeno. Al día siguiente, domingo, en la Fiesta de la Transfiguración, se encontraba cansado, pero quería rezar el Ángelus. No fue capaz, ni pudo permitirse hacerlo, y se mantuvo en cama, aumentando su fiebre. Desde su cama, participó en la misa del domingo a las 6 de la tarde, comulgando. Después de ello, el papa sufrió un infarto agudo de miocardio, después de lo cual continuó luchando por su vida durante tres horas. El 6 de agosto de 1978, a las 21:41, Pablo VI murió en Castel Gandolfo. A su muerte, se dispuso un funeral austero y sencillo, hecho que se vio patente en el ataúd del papa, que era de madera y sin adornos ni decoraciones. Sobre este, durante las exequias, se colocó un libro de los Evangelios. Fue enterrado bajo el suelo de la Basílica de San Pedro. En su testamento, pidió ser enterrado en «tierra verdadera» y por lo tanto, no tiene un sepulcro, solo una tumba en el suelo. San Malaquías: 108: “Flos florum” (Flor de las flores). Pablo VI (1963-1978). Su escudo tiene la flor de lis. Causa de beatificación: El proceso diocesano de beatificación del siervo de Dios Pablo VI comenzó el 11 de mayo de 1993 por el Papa Juan Pablo II. El título de «siervo de Dios» es el primero de los cuatro pasos hacia la posible canonización. Como un ulterior paso en su proceso de beatificación, el 20 de diciembre de 2012 fue publicado, tras la aprobación de Benedicto XVI, un decreto de la Congregación de las causas de los santos, en el que se reconocen sus virtudes heroicas. El 10 de mayo de 2014 el Papa Francisco aprobó su beatificación, que tuvo lugar el 19 de octubre del mismo año como parte del cierre del Sínodo extraordinario de obispos sobre la familia, en una multitudinaria ceremonia en la plaza de San Pedro en la que se destacó su labor evangelizadora y su papel como timonel de la Iglesia, especialmente durante el Concilio Vaticano II y los años siguientes. A la ceremonia también asistieron Benedicto XVI, y los cardenales Paulo Evaristo Arns y William Wakefield Baum: los tres fueron creados cardenales por Pablo VI. En la cultura popular: A Pablo VI se le ha retratado en distintas películas cinematográficas de corte católico, como por ejemplo en Papa Juan (2002), una cinta que muestra la vida de Juan XXIII. Ahí se le puede ver como obispo y cardenal apoyando al papa. Asimismo se le puede ver en la película La sonrisa de Dios, que retrata la vida y el breve pontificado de Juan Pablo I. En este filme se le aprecia ya como pontífice y se puede ver en ella la histórica anécdota en la cual Albino Luciani hablaba del momento en el que Pablo VI se quitó la estola y se la puso a él. Sin embargo, la película más importante acerca del papa Montini es sin duda Il papa nella tempestá (Un papa en la tempestad), donde es interpretado por Fabrizio Gifuni y que retrata la vida del Santo Padre mediante recuerdos, ubicándose a partir de 1978 y recordando su vida, su elección y su pontificado. Legado y controversias: El pontificado de Pablo VI siguió la apertura y la internacionalización de la Iglesia comenzada bajo Pío XII. Él implantó las reformas de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II. Sin embargo, a diferencia de los otros papas, Pablo VI fue criticado tanto por tradicionalistas como por liberales por la dirección del Concilio Vaticano II y sus reformas a partir de entonces. Expresó el deseo de paz durante la guerra de Vietnam. Esto no fue entendido por todos. Junto con su interés por auxiliar a los países del Tercer Mundo, Pablo VI creó sindicatos y federaciones campesinas en otros países. Estos servicios públicos ayudaron a los pobres, y se convirtieron en evidencia de su deseo de completar los objetivos del Concilio. En cuanto a las enseñanzas de la Iglesia, el papa fue inquebrantable. En el décimo aniversario de la Humanae vitae, volvió a confirmar estas enseñanzas. En su estilo y metodología, era discípulo de Pío XII, a quien admiraba profundamente. Él sufrió por los ataques a Pío XII debido a su presunto silencio durante el Holocausto.


El papa Pablo no fue acreditado con una memoria enciclopédica, ni un don para los idiomas, ni un estilo de escritura brillante como Pío XII; no tenía tampoco el carisma, sentido del humor y calidez humana de Juan XXIII. Pero asumió el trabajo de reforma inconclusa de estos dos papas, posiblitando diligentemente su conclusión. De este modo, Pablo VI se vio a sí mismo siguiendo las huellas del apóstol Pablo, llevado en varias direcciones, quien dijo: «Me atraen los dos lados a la vez, porque la Cruz siempre divide». Las nuevas libertades teológicas que fomentó, como su negación a excomulgar a diferencia de sus predecesores y sucesores, dio lugar a una pluralidad de opiniones y ciertas incertidumbres entre los fieles. Abogaba por amonestar, pero no castigar a las personas con otros puntos de vista. Se expresaron nuevas demandas, y que se consideraban tabú en el Concilio, tales como la reintegración de los católicos divorciados, el carácter sacramental de la confesión, y el papel de la mujer en la Iglesia y sus ministerios. Según Martin Malachi los católicos conservadores se quejaban de que «las mujeres querían ser sacerdotes, los sacerdotes querían casarse, los obispos convertirse en papas regionales y los teólogos exigían un magisterio absoluto. Protestantes reclamando la igualdad, los homosexuales y los divorciados pidiendo la plena aceptación». La reorientación de la liturgia, las modificaciones en el ordinario de la misa y en el calendario romano general originadas en el motu proprio Mysterii Paschalis, y la reubicación del tabernáculo, fueron polémicos entre algunos católicos. Preocupado con el mundo moderno en su conjunto, Pablo VI hizo renunciar a muchos de los símbolos tradicionales del papado. Algunos de los cambios que fomentó en cuanto a la vestimenta papal fueron revisados por el papa Benedicto XVI en el siglo XXI. Abolió las milicias del Vaticano, salvo la Guardia suiza.98 Pablo VI continuó y terminó los esfuerzos de sus predecesores, transformando la Iglesia de eurocéntrica a ser una Iglesia mundial, mediante la integración de los obispos de todos los continentes en su gobierno y en los sínodos que convocó. El 6 de agosto de 1967, en su motu proprio Pro Comperto Sane, abrió la Curia Romana a los obispos de todo el mundo. Hasta entonces, los puestos de esta eran ocupados solo por cardenales destacados. Algunos criticaron las decisiones de Pablo VI, tales como el recién creado Sínodo de los obispos, que tenía un papel meramente consultivo y no podía tomar decisiones por su cuenta, aunque el Concilio había decidido exactamente eso. Durante el pontificado de Pablo VI, se llevaron a cabo cinco sínodos. El papa sufrió claramente las respuestas dentro de la Iglesia a la Humanae vitae. Aunque muchos países y obispos apoyaron el Pontífice, una parte pequeña pero importante de ellos, especialmente en los Países Bajos, Canadá y Alemania, se encontraban abiertamente en desacuerdo con el papa, lo que lo hirió profundamente durante el resto de su vida. Desilusionado por las críticas de los sectores progresistas de la Iglesia, Pablo VI dijo: ... por una fisura, el humo de Satán ha entrado en el templo de Dios. Según algunas fuentes, a medida que la salud de Pablo VI se iba deteriorando , se habló de la posibilidad de abdicar del trono papal y jubilarse, siempre y cuando no pudiera cumplir con los deberes del papado en plenitud. Sus declaraciones son idénticas a las atribuidas a Pío XI, «Un papa puede sufrir, pero debe ser capaz de funcionar» y, en varias ocasiones a Pío XII en el mismo sentido. El confesor de Pablo VI, expresó así el sufrimiento que padeció el pontífice: Pablo VI sufrió mucho. Le tocaron tiempos difíciles; indudablemente, los más difíciles del siglo, si tenemos en cuenta los dolores del mundo y la problemática de la Iglesia. La aplicación del concilio no fue fácil (no lo es todavía); quizá la Iglesia que él había soñado como arzobispo de Milán y Padre conciliar no era todavía la «inmaculada esposa de Jesucristo». No faltaron voces (de derechas o de izquierdas) que lo culparan, en esta crisis de la Iglesia, o de exceso de audacia o de falta de coraje. Pareciera que el capitán de la barca tuviera siempre la culpa de la furia de las tormentas. Se ha acusado a Pablo VI de haber sido demasiado blando en los abusos en materia de fe, de disciplina, de liturgia. ¡Como si lo más importante no fueran las luces que encendía, las orientaciones doctrinales que daba, el Espíritu que infundía! Hay algo de su magisterio estupendo que no puede ser olvidado: son los discursos de apertura y de clausura de cada uno de los períodos conciliares que le tocó presidir. Recordemos solamente el magnífico discurso sobre El valor religioso del concilio, el 7 de diciembre de 1965.


Juan Pablo I, Papa.

Juan Pablo I (en latín: Ioannes Paulus PP. I), de nombre secular Albino Luciani (Canale d'Agordo, 17 de octubre de 1912-Ciudad del Vaticano, 28 de septiembre de 1978) fue el papa número 263.º de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 26 de agosto de 1978 hasta su muerte, ocurrida 33 días después. Su pontificado fue uno de los más breves de la historia, dando lugar al más reciente año de los tres papas. Fue el primer papa nacido en el siglo XX y también el último en morir en dicho siglo. Asimismo es el último pontífice italiano hasta la fecha. Actualmente, se encuentra en proceso de beatificación. En Italia es recordado con los apelativos de "Il Papa del Sorriso" (El papa de la sonrisa) e "Il Sorriso di Dio" (La sonrisa de Dios). La revista Time y otras publicaciones se refirieron a él como "The September Pope" (El papa de septiembre). Biografía: Infancia: Albino Luciani nació en la pequeña localidad italiana de Forno di Canale, Belluno (llamada Canale d'Agordo a partir de 1964) el 17 de octubre de 1912. Hijo de Giovanni Luciani, un albañil, y Bortola Tancon. Fue bautizado por la matrona que ayudó en el parto, ya que se temía que muriera. Su bautismo fue formalizado dos días después por el párroco del pueblo, Achille Ronzon. Fue el mayor de cuatro hermanos del matrimonio Luciani; los otros hermanos fueron Eduardo, Nina y Federico, que falleció a corta edad. La familia de Luciani, de origen humilde, pasó penurias durante la Primera Guerra Mundial. Cuando tenía 6 años, recibió el sacramento de la confirmación de manos del obispo Giosuè Cattarossi. A los diez años, su madre murió y su padre contrajo nuevas nupcias con una mujer de gran devoción; fue entonces cuando nació su vocación sacerdotal, según él declaró, gracias a la predicación de un fraile capuchino. En toda esta semana, los periodistas han hablado de la pobreza de mi infancia. Pero ninguno podría llegar a sospechar jamás el hambre que yo he conocido. Primera etapa de su vida sacerdotal: En 1923 ingresó en el seminario menor de la localidad de Feltre. En 1928 marchó al Seminario Gregoriano de Belluno, donde fue ordenado subdiácono en 1934, diácono en febrero de 1935 y finalmente presbítero el 7 de julio del mismo año en la iglesia de San Pedro en Belluno. Dos días después fue nombrado cura párroco de su ciudad natal; meses más tarde fue transferido, como profesor de religión del Instituto Técnico de Mineros de Agordo. En 1937 fue nombrado vicerrector del Seminario Gregoriano de Belluno, cargo que ocupó hasta 1947. Entre otras materias, dio clases de teología dogmática y moral, Derecho canónico y arte religioso. En 1941, Luciani comenzó a estudiar para obtener un doctorado en Teología negativa por la Pontificia Universidad Gregoriana, que requería un año de estancia en Roma. Sin embargo, sus superiores en el seminario querían que continuase dando clases durante sus estudios, lo que consiguió mediante una dispensa concedida por Pío XII el 27 de marzo de 1941. Su tesis, El origen del alma humana según Antonio Rosmini, se oponía frontalmente a la teología de Rosmini, y le proporcionó su doctorado magna cum laude. Vida de 1947 a 1958: En 1947 fue nombrado vicario general de la diócesis de Belluno por el obispo Girolamo Bortignon. Dos años más tarde, en 1949, fue nombrado director de la oficina de catequesis de la diócesis. El 15 de diciembre de 1958, fue nombrado obispo de la diócesis de Vittorio Veneto por Juan XXIII y consagrado como tal en la Basílica de San Pedro, por el mismo papa, el 27 de diciembre de ese año. El obispo Luciani: Tomó posesión de la diócesis de Vittorio Veneto el 11 de enero de 1959. Durante 11 años ejerció su ministerio en esta diócesis, realizando su primera visita pastoral el 17 de junio de 1959. Estoy pensando en estos días que conmigo el Señor actúa un viejo sistema suyo: toma a los pequeños del fango de la calle y los pone en alto; toma a la gente de los campos, de las redes del mar, del lago, y hace de ellos apóstoles. Es su


viejo sistema. Ciertas cosas el Señor no quiere escribirlas ni en el bronce, ni en el mármol, sino hasta en el polvo, de modo que, si queda la escritura sin descompaginarse, sin dispersarse por el viento, esté bien claro que todo es obra y todo es mérito solamente del Señor (...). En este polvo, el Señor ha escrito la dignidad episcopal de la ilustre diócesis de Vittorio Veneto. En 1962 asistió a la apertura del Concilio Vaticano II en Roma; estaría presente en cuatro de las sesiones de dicho Concilio. Patriarca de Venecia: El 15 de diciembre de 1969, Pablo VI lo nombró patriarca de Venecia, sucediendo a Giovanni Urbani y a Angelo Giuseppe Roncalli. Tomó posesión del cargo el 3 de febrero de 1970. El mismo Pablo VI lo elevó a la dignidad cardenalicia el 5 de marzo de 1973. En su primer Ángelus tras ser nombrado papa, recordó la vergüenza que pasó cuando Pablo VI se quitó su propia estola y se la colocó a él sobre los hombros: Pero el papa Pablo, no sólo me ha hecho cardenal, sino que algunos meses antes, sobre el estrado de la Plaza de San Marcos, me hizo poner completamente colorado ante veinte mil personas, porque se quitó la estola y me la puso sobre los hombros. Jamás me he puesto tan rojo. Pontificado: Elección: Luciani fue elegido en la cuarta votación del cónclave de agosto de 1978, un cónclave inusualmente breve, el segundo más corto del siglo XX, tras el de 1939. El cardenal protodiácono Pericle Felici fue el encargado de anunciar la decisión del Colegio cardenalicio de elegir al Patriarca de Venecia, Albino Luciani, como el 263° (ducentésimo sexagésimo tercer) papa de la Iglesia Católica, el 26 de agosto de 1978, siendo así el tercer Patriarca de Venecia en ser nombrado papa, tras Giuseppe Melchiore Sarto (elegido como Pío X en 1903) y Angelo Giuseppe Roncalli (elegido como Juan XXIII en 1958). Escogió el nombre de Juan Pablo, convirtiéndose en el primer papa de la historia con un nombre compuesto, gesto con el que pretendía honrar a sus dos predecesores, Juan XXIII, que le nombró obispo, y Pablo VI, que le nombró Patriarca de Venecia y cardenal.7 También fue el primer papa en usar el ordinal "primero" en su nombre. Se llegó a pensar que su elección fue debida a la división entre miembros de distinta ideología dentro del Colegio cardenalicio: -Los conservadores y curialistas apoyaban al cardenal Giuseppe Siri, que defendía una interpretación más conservadora o incluso una corrección de las reformas del Concilio Vaticano II. En los círculos sedevacantistas existe la opinión de que Siri fue elegido en el cónclave de 1958 y que incluso escogió el nombre de Gregorio XVII para su pontificado, pero fue obligado a renunciar a la elección debido a las represalias que podría generar al otro lado del Telón de Acero. -Los que defendían una interpretación más liberal de las reformas del Vaticano II, y otros cardenales italianos, apoyaban al cardenal Giovanni Benelli, pero no obtuvo los votos suficientes por sus tendencias "autocráticas". Entre los cardenales procedentes de fuera de Italia, en un Colegio cardenalicio cada vez más internacionalista, había figuras como la del cardenal Karol Wojtyła. En los días posteriores al cónclave, los cardenales declararon con satisfacción que habían elegido al "candidato de Dios". El cardenal argentino Eduardo Pironio declaró que "hemos sido testigos de un milagro moral". La Madre Teresa dijo: "Ha sido el mejor regalo de Dios, un rayo de sol del amor de Dios que brilla en la oscuridad del mundo". Programa de reformas: Humanización del papado: Tras su elección, Juan Pablo I tomó una serie de decisiones que hicieran "más humano" al papa, admitiendo públicamente que se ruborizó cuando Pablo VI le nombró Patriarca de Venecia. Fue el primer papa moderno en hablar en singular utilizando "yo" en lugar del plural mayestático, aunque las grabaciones oficiales de sus discursos fueron reescritas de un modo más formal por algunos de sus ayudantes más tradicionalistas, que reincorporaron el plural mayestático en notas de prensa y en las noticias de L'Osservatore Romano. También fue el primero en rechazar la silla gestatoria, hasta que le convencieron de que era necesaria para que los fieles pudieran verle.


Juan Pablo I eligió como lema de su papado la expresión latina Humilitas ("humildad"), lo que se reflejó en su polémico rechazo de la coronación y de la tiara papal en la ceremonia de entronización, sustituyéndola por una simple investidura en contra de lo prescrito por la Constitución Apostólica Romano Pontifici Eligendo, promulgada por Pablo VI en 1975. Una de sus declaraciones, de gran repercusión en la prensa, fue que "Dios es Padre, y más aún, es madre", refiriéndose a Isaías 49:14-15, que compara a Dios con una madre que no olvida a su hijo Sion. El papa realizó este comentario durante su Ángelus del 10 de septiembre de 1978, en el que también pidió que se rezase por los Acuerdos de Camp David. Encíclica sobre la devolución: Juan Pablo I tenía planeado promulgar una encíclica para consolidar las reformas del Concilio Vaticano II, que calificó como "un extraordinario acontecimiento de gran alcance histórico y de crecimiento para la Iglesia", y para reforzar la disciplina de la Iglesia en la vida de los cargos eclesiásticos y de los fieles. Como reformista, también lanzó algunas iniciativas como la devolución del 1% de los ingresos de cada iglesia para destinarlo a las iglesias del Tercer mundo. La visita del dictador Jorge Rafael Videla, presidente de Argentina, a la Ciudad del Vaticano, también causó gran controversia, especialmente cuando el papa le recordó las violaciones a los derechos humanos ocurridas en Argentina durante la llamada guerra sucia. Teología moral: El periodista John L. Allen afirma que "es casi seguro que Juan Pablo I no habría revertido las enseñanzas de Pablo VI, sobre todo porque no era un radical doctrinal. Además, como Patriarca de Venecia algunos han visto un endurecimiento de su postura en temas sociales con el paso de los años. No obstante, "es razonable suponer que Juan Pablo I no hubiera insistido en el juicio negativo en la Humanae Vitae tan agresiva y públicamente como Juan Pablo II lo hizo, y probablemente no lo habría entendido como una enseñanza casi infalible. Hubiera seguido siendo una cuestión más "abierta". Según las versiones, mientras que como Patriarca de Venecia "Luciani era intransigente con su defensa de la enseñanza de la Iglesia y severo con aquéllos que por orgullo intelectual y desobediencia no hacían caso de la prohibición de la Iglesia sobre la anticoncepción", aunque sin condonar el pecado, era tolerante con aquellos que sinceramente intentado y han fracasado vivir de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia". Personalidad: Juan Pablo I era considerado un hábil comunicador y escritor, incluso publicó algunos escritos. Su libro Illustrissimi, que escribió cuando era cardenal, consiste en una serie de cartas dirigidas a un gran número de personajes históricos y ficticios. Entre ellas están las cartas dirigidas a Jesús, al rey David, al barbero Fígaro, a la emperatriz María Teresa y a Pinocho. Otras están dirigidas a Mark Twain, Charles Dickens y Christopher Marlowe. Juan Pablo I enseguida sorprendió con su simpatía y calidez personal. Hay voces que dicen que dentro del Vaticano era visto como un simple intelectual inconsciente de las grandes responsabilidades del papado, aunque David Yallop, autor del libro In God's Name (En nombre de Dios, en el que defiende la teoría de que Juan Pablo I fue asesinado), sostiene que estas voces son sólo el resultado de una campaña lanzada por gente del Vaticano que se oponía a las políticas de Luciani. En palabras del escritor John Cornwell, "le trataron con condescendencia"; un alto clérigo, hablando sobre Luciani, llegó a decir: "han elegido a Peter Sellers".22 Los críticos comparaban sus discursos, con menciones a Pinocho, con los discursos más intelectuales de Pío XII y Pablo VI. Sus visitantes hablaban de su soledad y aislamiento, y del hecho de que fuera el primer papa en décadas en no tener un papel diplomático (como Juan XXIII y Pío XI) o curial (como Pío XII y Pablo VI) dentro de la Iglesia. Su impacto personal, sin embargo, fue doble: su imagen de hombre amable, cercano y bondadoso enseguida cautivó al mundo entero. Esta imagen fue formada inmediatamente después de aparecer en el balcón de la Plaza de San Pedro después de su elección. Su presencia cordial le hizo una figura muy querida ya antes de empezar a hablar, en particular entre la prensa. También era un hábil orador. Mientras que Pablo VI hablaba como si estuviese exponiendo una tesis doctoral, Juan Pablo I producía amabilidad, cercanía e incluso risa. Según sus ayudantes, no era el ingenuo idealista que sus críticos hicieron ver. Según el cardenal Giuseppe Caprio, Juan Pablo I aceptó su cargo y se dispuso a ejercerlo con confianza.


Juan Pablo I fue el primer papa que admitió que la perspectiva del papado le había intimidado tanto que otros cardenales tuvieron que animarle a aceptar. Rechazó la milenaria tradición de la coronación papal y también la tiara.24 En su lugar, optó por una simple misa de inauguración. En su notable Ángelus del 27 de agosto de 1978, el primer día completo de su pontificado, impresionó al mundo con su simpatía natural. Muerte: El ambiente de optimismo y cercanía establecido por Juan Pablo I nunca llegaría a avanzar por la brevedad de su pontificado. Fue encontrado muerto en su cama poco antes del amanecer del 29 de septiembre de 1978, 33 días después de su elección. Según las fuentes oficiales, el papa, de 65 años, murió de un infarto. Se ha dicho que el Vaticano ocultó algunos aspectos sobre el descubrimiento del cadáver para evitar dar detalles indecentes en el hecho de que fue descubierto por la Hermana Vincenza, una monja. Como es costumbre tras la muerte de un papa, no se realizó autopsia. Aunque esto, junto con declaraciones contradictorias realizadas tras la muerte del papa, han dado lugar a una serie de teorías conspirativas en torno a ella. Estas declaraciones se refieren a quién encontró el cadáver y dónde, a qué hora y qué papeles tenía en la mano. La Santa Sede todavía no ha investigado estos aspectos. El papa reposa en las grutas vaticanas desde el 4 de octubre de 1978. San Malaquías se refiere a este papa: 109: “De medietate Lunae” (De la Media Luna). Juan Pablo I (1978-1978). Su nombre era “Albino Luciani” (luz blanca). Nació en la diócesis de Belluno (del latín bella luna). Fue elegido el 26 de agosto del 1978. La noche del 25 al 26 la luna estaba en “media luna”. Murió tras un eclipse de la luna. También su nacimiento, su ordenación sacerdotal y episcopal ocurrieron en noches de media luna. Polémica e hipótesis en torno a su muerte: El Vaticano afirma que Juan Pablo I falleció de un infarto en su cama y que no se llevó a cabo autopsia alguna por la oposición de sus familiares. Algunos aspectos de esta declaración oficial, sin embargo, se vieron contradichos más tarde: no fue el irlandés John Magee (posteriormente obispo), quien fuera secretario personal de Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, la primera persona en hallar el cadáver del Pontífice, sino una de las religiosas que se encargaban del trabajo doméstico, como se supo en 1988; la familia del fallecido papa reveló en 1991 que la muerte no le sobrevino en la cama, sino en su escritorio; y además, sí se le habría realizado una autopsia, según otros informes. Estas incoherencias oficiales, junto a otros factores de índole económica, han dado origen a teorías conspirativas que apuntan a un envenenamiento del Pontífice. Juan Pablo I pretendía ahondar en las reformas iniciadas por Juan XXIII. La clarificación de las cuentas vaticanas era una de sus prioridades. Mientras fue Patriarca de Venecia, en 1972, el Banco Vaticano vendió al Banco Ambrosiano, propiedad de Roberto Calvi, la Banca Cattolica del Veneto, sin consultar al obispado metropolitano de Venecia, del cual monseñor Albino Luciani era jerarca. El responsable de esta acción fue el arzobispo Paul Marcinkus, lo cual llevó a ciertas desavenencias entre Luciani, aún no nombrado papa, y el norteamericano, responsable de la dudosa administración vaticana de entonces. La Banca Cattolica del Veneto estaba especializada en préstamos con bajos tipos de interés hacia los más necesitados; quizá por esto el papa Luciani tomó cartas en el asunto. Giovanni Benelli, sustituto del secretario de Estado de la Santa Sede, le cuenta que existe un plan entre Roberto Calvi, Michele Sindona y Marcinkus para aprovechar el amplio margen de maniobra que tiene la Santa Sede: «evasión de impuestos, movimiento ilegal de acciones». La reacción de Luciani, recogida en el libro Con el corazón puesto en Dios: intuiciones proféticas de Juan Pablo I, es de una enorme decepción. El 9 de mayo de ese mismo año de la muerte de Juan Pablo I, 1978, había sido asesinado el primer ministro de Italia, Aldo Moro, líder de la Democracia Cristiana. Las extrañas circunstancias del deceso de Albino Luciani —un ataque cardíaco, para alguien que gozaba de buena salud— y otros sucesos misteriosos, como que la defunción no fuese certificada por el forense vaticano, sino por otro, y lo precipitado de su embalsamamiento, dispararon la teoría de que


en realidad Juan Pablo I fue asesinado. La doble confesión de la monja, Sor Vicenza Taffarel, quien encontró el cadáver del Sumo Pontífice (en una primera versión: vestido aún, en su baño, posiblemente en el suelo, donde vomitó; y la otra: en su cama, con documentos desordenados y las gafas caídas de su rostro, ya despojado del hábito papal) inducen a pensar que fue envenenado. Algunas obras de investigación abundan en la teoría del envenenamiento. El libro El día de la cuenta del sacerdote español Jesús López Sáez, presume que el sumo pontífice fue envenenado con una fuerte dosis de un vasodilatador.30 El libro In God's Name (En el nombre de Dios), del investigador inglés David Yallop, defiende que fue envenenado por altos jerarcas de la Iglesia católica en complicidad con mafiosos vinculados con el Banco Ambrosiano y las hermandades secretas masónicas. En 1988 la Santa Sede abrió sus puertas al periodista John Cornwell y le dio todo tipo de facilidades para entrevistar a los testigos de la vida y muerte de Juan Pablo I, incluso algunos que nunca habían declarado en público sus vivencias. En su libro Como un ladrón en la noche. La muerte del papa Juan Pablo I entrevista a los secretarios del papa difunto, a Paul Marcinkus, a la sobrina (médico de profesión) del papa Luciani, a un sargento de la guardia suiza, a los embalsamadores, a periodistas, un agente del FBI que trabajó en Roma, a Joaquín Navarro-Valls, Radio Vaticano, los médicos del papa, etc. La conclusión fue que parecía inverosímil que el papa hubiera sido asesinado, atribuyendo su muerte a una conjunción de factores. Su carácter afable se vio aplastado por la burocracia vaticana y la presión de trabajo a la que fue sometido (el cardenal Villot reconoció que se sentía culpable de haberlo agobiado de trabajo con maletas de documentos), la poca ayuda que recibió del entorno para desempeñar su nueva función, sus problemas de salud (sobre todo circulatorios, embolias, trombos, etc.) que combinado con el estrés y un posible descuido en la medicación junto con la ausencia de trato por parte de los médicos del Vaticano, pudieron producir una embolia pulmonar la noche del 28 de septiembre de 1978. Sin embargo, varias fuentes acusaron a Cornwell de haber sido contratado por el propio Vaticano para dar esta información falsa, ya que se demostró que Albino Luciani no tenía ninguno de los problemas de salud mencionados ni tomaba medicación alguna, lo que ha dejado numerosas dudas sin resolver sobre la muerte del Sumo Pontífice. Legado: Juan Pablo I fue el primer papa en suprimir la coronación papal, y también el primero en elegir un nombre compuesto (Juan Pablo). Su sucesor, el cardenal Karol Wojtyła, escogió el mismo nombre en su honor. Inicio del proceso de canonización: El proceso de canonización de Juan Pablo I comenzó formalmente en 1990 con la petición de 226 obispos brasileños, entre ellos cuatro cardenales. El 26 de agosto de 2002, cuando se cumplían 24 años de la elección de Juan Pablo I, el obispo Vincenzo Savio anunció el inicio de la fase preliminar de reunión de documentos y testimonios para comenzar el proceso de canonización. El 8 de junio de 2003, la Congregación para las Causas de los Santos dio su aprobación y el 23 de noviembre, el proceso se inauguró formalmente en la Basílica Catedral de Belluno, a cargo del cardenal José Saraiva Martins. La investigación en la diócesis concluyó el 11 de noviembre de 2006 en Belluno. En junio de 2009, la Santa Sede comenzó la fase "romana" del proceso de beatificación de Juan Pablo I, basándose en el de Giuseppe di Altamura Denora, que afirmó haber sido curado de cáncer. Una investigación oficial sobre el presunto milagro está en marcha. El 26 de agosto de 2015 Giuseppe Andrich obispo de Belluno-Feltre aseguró durante el 37º aniversario de la elección de Luciani como Pontífice que por primera vez en la historia de la Iglesia, un Papa da testimonio de la causa de beatificación de otro Papa, refiriéndose Benedicto XVI. Para que Luciani sea beatificado, los investigaciones tienen que certificar al menos un milagro. Para la canonización debe haber un segundo milagro, aunque en el caso de un papa reinante se puede pasar por alto este requisito, como se hace a menudo en los casos de beatificación de pontífices. Juan Pablo II sobre su predecesor: El cardenal Karol Wojtyła fue elegido sucesor de Juan Pablo I como papa el 16 de octubre de 1978. Al día siguiente celebró una misa con el Colegio cardenalicio en la Capilla Sixtina. Tras la misa, dio su primera bendición Urbi et Orbi, que fue transmitida por radio al mundo entero. En ella prometió


fidelidad al Concilio Vaticano II y rindió homenaje a su predecesor: ¿Y qué diremos de Juan Pablo I? Apenas ayer salió de nuestras filas para vestir el no pequeño peso del manto papal; pero ¡qué llama de caridad, qué "oleada de amor" —como él deseó para el mundo en su última alocución dominical, antes del Ángelus— salieron de él en los pocos días de su ministerio!. Lo confirman también sus sabias lecciones catequéticas, dirigidas a los fieles en las audiencias públicas, sobre la fe, la esperanza y la caridad. En la cultura popular: -En 2006, la RAI produjo una miniserie titulada Juan Pablo I, la sonrisa de Dios, protagonizada por Neri Marcorè como Albino Luciani. -La canción Hey! Luciani del grupo inglés The Fall habla sobre Juan Pablo I. -La canción de Patti Smith Wave habla sobre Luciani, y su álbum Wave está dedicado a él. -La película El padrino, parte III hace una referencia encubierta a la hipótesis de que su muerte fue provocada (según declaraciones de Francis Ford Coppola en el DVD de la misma). Después de que un secretario entra a su habitación a darle una taza de té, que "le ayudaría a conciliar el sueño", el papa duerme tranquilamente, pero más tarde, cuando una religiosa entra a la misma habitación y trata de despertarlo, descubre que yace sin vida. -La novela del escritor portugués Luis Miguel Rocha titulada La Muerte del Papa y publicada en 2008, sostiene la teoría de que Juan Pablo I fue asesinado. -El ensayo del escritor Eric Frattini titulado "La Santa Alianza, cinco siglos de espionaje vaticano" y publicada en 2004, relata de forma pormenorizada las últimas horas del papa y muestra todas las versiones que hay sobre la extraña muerte del Sumo Pontífice. -La novela The Company: una historia sobre la CIA, de Robert Littell, muestra la muerte de Juan Pablo I como un asesinato ordenado por la KGB. -El libro de David Yallop titulado In God's Name ("En nombre de Dios") desarrolla las teorías que apuntan al asesinato de Juan Pablo I. Bibliografía adicional: Tornielli, Andrea; Zangrando, Alessandro (2000). Juan Pablo I: el párroco del mundo. Roncalli, Marco (2012). Giovanni Paolo I: Albino Luciani. San Paolo. Juan Pablo II, Papa.

San Juan Pablo II (en latín: Ioannes Paulus II),4 de nombre secular Karol Józef Wojtyła5 (Wadowice, Polonia, 18 de mayo de 1920-Ciudad del Vaticano, 2 de abril de 2005), fue el papa 264 de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 16 de octubre de 1978 hasta su muerte en 2005.6 Fue canonizado en 2014, durante el pontificado de Francisco.


Tras haber sido obispo auxiliar (desde 1958) y arzobispo de Cracovia (desde 1962), se convirtió en el primer papa polaco de la historia, y en el primero no italiano desde 1523. Su pontificado de casi 27 años fue el tercero más largo en la historia de la Iglesia católica, después del de san Pedro (se cree que entre 34 y 37 años, aunque su duración exacta es difícil de determinar) y el de Pío IX (31 años). Juan Pablo II fue aclamado como uno de los líderes más influyentes del siglo XX, recordado especialmente por ser uno de los principales símbolos del anticomunismo, y por su lucha contra la expansión del marxismo por lugares como Iberoamérica, donde combatió enérgicamente al movimiento conocido como la teología de la liberación, con la ayuda de su mano derecha y a la postre sucesor, Joseph Ratzinger. Jugó asimismo un papel decisivo para poner fin al comunismo en su Polonia natal y, finalmente, en toda Europa, así como para la mejora significativa de las relaciones de la Iglesia católica con el judaísmo, el islam, la Iglesia ortodoxa oriental, y la Comunión anglicana. Entre los hechos más notorios de su pontificado destacó el intento de asesinato que sufrió el 13 de mayo de 1981, mientras saludaba a los fieles en la plaza de San Pedro, a manos de Mehmet Ali Ağca, quien le disparó a escasa distancia entre la multitud. Tiempo después el terrorista fue perdonado públicamente por el pontífice en persona. A este se sumó otro atentado ocurrido en Fátima en la noche del 12 al 13 de mayo de 1982 a manos del sacerdote ultraconservador Juan María Fernández y Krohn, hecho que no trascendió hasta después de la muerte del pontífice. Fue uno de los líderes mundiales más viajeros de la historia, visitó 129 países durante su pontificado. Hablaba los idiomas siguientes: italiano, francés, alemán, inglés, español, portugués, ucraniano, ruso, croata, esperanto, griego antiguo y latín, así como su natal polaco. Como parte de su especial énfasis en la llamada universal a la santidad, beatificó a 1340 personas y canonizó a 483 santos, más que la cifra sumada de sus predecesores en los últimos cinco siglos. El 19 de diciembre de 2009, Juan Pablo II fue proclamado venerable por su sucesor, el papa Benedicto XVI, quien posteriormente presidió la ceremonia de su beatificación el 1 de mayo de 2011 (el Domingo de la Divina Misericordia), y fue canonizado junto con el papa Juan XXIII el 27 de abril de 2014 (otra vez el Domingo de la Divina Misericordia) por el papa Francisco. Biografía: Infancia y juventud: Karol Józef nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowice, un pueblo de Polonia cercano a Cracovia. Era el menor de los tres hijos del matrimonio integrado por Karol Wojtyła y Emilia Kaczorowska. Su madre era una ferviente católica, y se las arregló para que su hijo naciera cerca de un templo, pues quería que lo primero que oyera su hijo fueran los «cánticos a Dios». Cuando Karol aún era muy pequeño, su madre le decía a otras mujeres: Verán que mi pequeño Karol será una gran persona. Su madre falleció en 1929, cuando él tenía nueve años. Su hermana Olga había muerto antes de que él naciera. Su hermano mayor Edmund, que era médico, murió en 1932 por contagio de una enfermedad cuando curó a un hombre de condición humilde. Junto con su padre, Karol se trasladó a Cracovia para iniciar sus estudios en la Universidad Jagellónica. Su padre, un suboficial del ejército polaco, murió en 1941 durante la ocupación de Polonia por la Alemania nazi. Su padre siempre lo guio en el camino de la fe y el amor cristiano. Al terminar sus estudios de educación media, una época en la que destacó como consumado ajedrecista (llegando a proclamarse vencedor en varios campeonatos estudiantiles), se matriculó en la Universidad Jagellónica de Cracovia y también en una escuela de teatro. Cuando las fuerzas de alemanas cerraron la Universidad, en septiembre de 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar que lo deportaran a Alemania. Fichado por la Gestapo, se refugió en una buhardilla de Cracovia. En esa época se unió al grupo del célebre actor polaco Mieczysław Kotlarczyk, creador del teatro Rapsódico, con el cual interpretó papeles de contenido patriótico. Durante la ocupación alemana de Polonia, cultivó especialmente la cultura, el teatro y las amistades, en el contexto


del grupo Unia, formado por jóvenes católicos que pretendían resistir, tanto de forma pacífica (así Wojtyła) como de acción (ayudando directamente a los judíos o usando la violencia), a la ocupación nazi. Posteriormente, su situación se complicó y debió refugiarse en los subterráneos del arzobispado de Cracovia. Importante para su crecimiento espiritual fue la persona de un sastre, Jan Tyranowski, quien le dio a leer a San Juan de la Cruz. Se conocieron en 1940; Tyranowski reunía a un grupo de jóvenes. Uno de los sitios donde más le gustaba ir a rezar y descansar era Kalwaria Zebrzydowska, donde habían trabajado su abuelo y bisabuelo como guías de los peregrinos que iban allí. Educación pastoral: En 1943 ingresó en el seminario clandestino que había fundado monseñor Adam Stefan Sapieha, cardenal arzobispo de Cracovia, iniciando la carrera de Teología. A comienzos de 1945 los soviéticos entraron en Cracovia y el futuro papa salvó la vida de una curiosa manera, casi milagrosa, gracias a Vasily Sirotenko, un universitario ruso que, antes de ser enviado a liberar Cracovia como oficial, estudiaba el último curso de Historia; la orquesta roja (espías prosoviéticos infiltrados en el ejército alemán) informó entonces de que los alemanes iban a asesinar a unos obreros polacos esclavizados por ellos; atacado ese grupo por los rusos y obligado a rendirse, estos descubrieron entre los ochenta obreros polacos liberados en una cantera de la fábrica Solvay a 18 seminaristas. Siguiendo las directrices de Stalin todos fueron enviados a un gulag de Siberia de donde no regresaron, pero no el futuro papa, ya que el comandante necesitaba a alguien como él que conociese idiomas y le tradujese los libros en latín y alemán que había estado compilando para seguir su carrera tras la guerra; es más, Wojtyla sabía incluso ruso por ser su madre de etnia rutena, según señala Pedro Beteta López en su libro Recordando a Juan Pablo II (2009). Sirotenko impidió así su expatriación a Siberia, incluso a pesar de la oposición de un comisario político ruso. Sin duda este trágico hecho debió reforzar su antiestalinismo. Fue ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946 en la capilla privada arzobispal. Poco después se trasladó a Roma para asistir a los cursos de la Facultad de Filosofía del Pontificio Ateneo Angelicum, y obtuvo el doctorado en Teología con la tesis El acto de fe en la doctrina de San Juan de la Cruz. En 1948 regresó a Polonia y ejerció su primer ministerio pastoral como vicario coadjutor de la parroquia de Niegowić, en los alrededores de Cracovia, durante trece meses. En noviembre de ese mismo año obtuvo la habilitación para ejercer la docencia en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica. El 17 de agosto de 1949 se trasladó como vicario a la parroquia de San Florián, en Cracovia, donde ejerció el ministerio durante dos años, alternándolo con su trabajo de consejero de los estudiantes y graduados de la universidad estatal de esa ciudad. Era muy popular entre los estudiantes, con los que iba muchas veces de excursión, cosa que no era común en aquellos tiempos, pues podía llamar la atención de las autoridades policiales. Nombrado profesor de Teología moral y Ética social del seminario metropolitano de Cracovia el día 1 de octubre de 1953, comenzó en 1954 a impartir clases de Ética en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Lublin, en la que dos años después fue nombrado director de dicha cátedra. Obispo en Polonia: El 4 de julio de 1958, el papa Pío XII lo consagró obispo auxiliar de la arquidiócesis de Cracovia, bajo el administrador apostólico, arzobispo Eugeniusz Baziak. A partir del 11 de octubre de 1962, comenzó a tomar parte activa en el Concilio Vaticano II. Destacan sus puntualizaciones sobre el ateísmo moderno y la libertad religiosa. Realizó una importante contribución a la elaboración de la constitución Gaudium et spes. El cardenal Wojtyła participó también en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos, anteriores a su Pontificado.13 El 8 de diciembre de 1965 pasó a formar parte de las congregaciones para los Sacramentos y para la Educación Católica, y del Consejo para los Laicos. En 1962, al morir el arzobispo Baziak, fue nombrado vicario capitular y el 30 de diciembre siguiente el papa Pablo VI lo consagró arzobispo de Cracovia. El 29 de mayo de 1967 fue nombrado cardenal, lo que le convirtió en el segundo más joven de


Mapa indicando los países visitados por el papa Juan Pablo II. Con Bill Clinton en EEUU. la época, con 47 años de edad. Durante el sínodo de obispos sobre la catequesis celebrado en octubre de 1977 en Roma, coincidió por primera vez con Joseph Ratzinger, entonces cardenal de Múnich. Pontificado: El 28 de septiembre de 1978 murió Juan Pablo I en circunstancias no aclaradas, tras un pontificado de 33 días. El 16 de octubre de 1978, tras dos días de deliberaciones del cónclave, Wojtyła fue elegido sucesor de San Pedro. Adoptó el nombre de Johannes Paulus pp II (Juan Pablo II) y se convirtió, con 58 años, en el papa más joven del siglo XX y en el primero no italiano desde el neerlandés Adriano VI (1522-1523). El 5 de noviembre visitó Asís, en el primero de sus 144 viajes por Italia. El 25 de enero de 1979 emprendió el primero de sus 104 viajes fuera de Italia: República Dominicana y México. El último fue el 14 de agosto de 2004 al santuario mariano de Lourdes, en Francia. En total visitó 129 países diferentes, algunos de ellos varias veces. Juan Pablo II se propuso el gran objetivo de posicionar a la Iglesia como faro y guía del mundo contemporáneo, en cinco direcciones: -Nueva evangelización: mediante una renovación de la fidelidad a la persona de Jesús de Nazaret y su mensaje de amor universal (Domingo de la Divina Misericordia en 2000, Atto di affidamento delle sorti del mondo alla Divina Misericordia en 2002), en especial hacia los marginados y desfavorecidos, anunciándolo a todos los pueblos, con gran preocupación por la descristianización de Europa. -Ecumenismo: mediante el diálogo y el encuentro con las demás Iglesias cristianas y todas y cada una de las confesiones religiosas. -Compromiso ético y social: asumiendo la defensa de la dignidad de la persona y los derechos humanos, así como la promoción de la diversidad cultural de los pueblos y el impulso de la justicia social y la moral personal. Ha sido en este punto donde Juan Pablo II ha sido más discutido, al oponerse por igual a las dictaduras marxistas y al capitalismo liberal y, muy especialmente, en su condena del aborto, la contracepción y la fecundación artificial, en aras a la defensa de la vida y la familia. En este terreno Juan Pablo II mostró una clara desconfianza hacia lo que consideraba una cultura de la muerte fruto de un materialismo occidental, al que veía como hedonista, relativista e insolidario. -Lucha por la paz: a través de la mediación en múltiples conflictos y la condena enérgica de la guerra y la carrera de armamentos, así como la incentivación de iniciativas de reconciliación y el combate de las desigualdades. -Rigor doctrinal: Juan Pablo II condenó las posiciones más extremas de la Teología de la Liberación pero fue más contundente con el ala más conservadora del catolicismo al excomulgar a monseñor Marcel Lefebvre y desautorizar su movimiento. Juan Pablo II dio reconocimiento a teólogos en su día sancionados o cuestionados por sus posiciones aperturistas, creándolos cardenales (Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac, Yves Congar o Walter Kasper, a quien puso al frente de la acción ecuménica de la Iglesia). Sin embargo, a través de la Congregación de la Doctrina de la Fe, presidida por Joseph Ratzinger fue inflexible con Hans Küng, ya condenado por Pablo VI, y con Bernhard Häring o Leonardo Boff, debido a sus posiciones reformistas en materia de teología dogmática y moral y su oposición al magisterio papal. Juan Pablo II se mostró desfavorable a dar de comulgar a los divorciados vueltos a casar, al matrimonio de los sacerdotes y a la ordenación de las mujeres. A lo largo de sus casi 27 años de pontificado nombró a un total de 232 cardenales. Como papa, Wojtyła impuso un nuevo estilo al desechar la silla gestatoria usada por sus antecesores para mostrarse en público, se acercó a la calle y a las multitudes, mostrando sus simpatías por niños y jóvenes. Debido a sus múltiples viajes al extranjero fue conocido entre los medios de comunicación, en particular en Hispanoamérica, como «el atleta de Dios», «el caminante del Evangelio», el «papa viajero» o el «papa peregrino». Durante su prolongado mandato, Juan Pablo II superó numerosas marcas: no solo fue el pontífice más viajero hasta el momento, sino también el que proclamó más santos y beatos durante su pontificado (el número de santos y beatos elevados a los altares por él equivale al llevado a cabo en los cuatrocientos años anteriores). Antes de ser elegido papa, Wojtyła también mostró su capacidad como poeta, filósofo y dramaturgo. Entre sus


escritos destaca la obra teatral El taller del orfebre, convertida más tarde en ópera rock. La obra se publicó por primera vez en Varsovia en 1960, cuando Wojtyla era obispo auxiliar de Cracovia, mientras que en España se editó por primera vez en 1980, tras su elección como papa. Atentado contra su vida: El 13 de mayo de 1981 Mehmet Ali Ağca disparó contra el papa, mientras éste se desplazaba por la Plaza de San Pedro en un vehículo abierto. El pontífice fue herido en la mano, brazo y abdomen. Pocos años más tarde en diciembre de 1983, el papa lo visitó a la cárcel de Rebibbia, conversó con él y le otorgó el perdón. El atentado motivó la construcción de un vehículo especial con cristales blindados diseñado especialmente para este tipo de actos y que fue popularmente bautizado como papamóvil. Un año después, en la noche del 12 al 13 de mayo de 1982, Juan Pablo II sufrió un nuevo atentado en Fátima (Portugal) adonde había llegado para agradecer a la Virgen María por haber salvado su vida. En esa ocasión un sacerdote español ultraconservador, Juan María Fernández Krohn, quiso ensartarlo con una bayoneta pero fue inmovilizado apenas a tiempo, aunque llegó a visualizarse la presencia de sangre en la vestimenta papal, todo lo cual fue revelado por el cardenal Stanislaw Dziwisz años después. Desde la agresión de Mehmet Ali Ağca comenzó a sufrir diversos problemas de salud: además de las dificultades que tuvo para recuperarse de las heridas de bala que sufrió en el estómago y en una mano, padeció distintos accidentes y dolencias (ver la sección sobre sus dolencias físicas). Actividades después del atentado: A fines de los años 1980, a pesar de sus dolencias físicas, su actuación en Polonia y su influencia en los acontecimientos que se produjeron en el entonces bloque comunista contribuyeran de modo considerable a la caída del comunismo soviético y a la democratización de Europa oriental, según coinciden distintos historiadores y escritores. El 1 de julio de 1986, Juan Pablo II visitó Colombia —como consecuencia de la tragedia de Armero en Tolima— y fue al lugar de los hechos, y frente a una gran cruz oró por un rato y nombró el sitio como lugar santo en honor a los 25 000 muertos de esa trágica escena que tuvo que vivir el pueblo colombiano una semana después del holocausto de la toma del Palacio de Justicia en Bogotá, en el cual murieron 80 personas (o incluso más). Más de una década después, y pese a su implacable deterioro físico, en marzo de 2003 Juan Pablo II se opuso con todas sus fuerzas y autoridad a la invasión estadounidense de Irak. En esa misión evidenció la misma determinación que había mostrado al inicio de su pontificado para mediar el Conflicto del Beagle entre Argentina y Chile en 1978, cuando se encontraban al borde de un enfrentamiento. Entre los principales episodios de su pontificado está la primera visita de un Papa a una iglesia luterana (Roma, 1983), la primera a una sinagoga (Roma, 1986), la Jornada Mundial de Oración por la Paz (Asís, 1986) y la excomunión del obispo Marcel Lefebvre (1988). Ese año se produjo un hecho histórico: Juan Pablo II visitó un país ortodoxo, Grecia, y entró en una mezquita, la de Damasco (Siria), fue la primera vez que un Pontífice católico pisaba una mezquita y oraba en su interior. Asimismo, figuran el primer encuentro de un papa con una comunidad musulmana (Casablanca, 1985), el Jubileo de la Redención de 1983, a partir del cual creó las Jornadas Mundiales de la Juventud,23 celebradas en Roma (varias veces), Buenos Aires (Argentina), Santiago de Compostela (España), Denver (Estados Unidos), Manila (Filipinas), Czestochowa (Polonia), París (Francia), Toronto (Canadá), Colonia (Alemania), Sídney (Australia), Madrid (España) y Río de Janeiro (Brasil) y, próximamente en 2016, en Cracovia (Polonia). También destaca el encuentro con el último presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, en diciembre de 1989, la normalización de la Iglesia católica en los países europeos hasta entonces comunistas, y la visita realizada en enero de 1998 a Cuba, donde fue recibido con todos los honores por Fidel Castro. Aparte de sus catorce encíclicas, con Juan Pablo II se han publicado los nuevos Códigos de Derecho Canónico Latino (1983) y Oriental, así como el Catecismo Universal de la Iglesia Católica27 (1992), fruto del sínodo especial de obispos de 1985, dedicado al Concilio Vaticano II.


Juan Pablo II pidió perdón por los errores cometidos por la Iglesia Católica entre ellos, el del científico italiano Galileo Galilei ([1564-1642) a quien la Inquisición le hizo retractarse de sus teorías heliocéntricas el 22 de junio de 1633. Su gran deseo, que materializó, fue llegar al año 2000, abrir la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro e introducir la Iglesia en el tercer milenio con el Jubileo del año 2000. En la primavera de 2000 pudo por fin pisar Tierra Santa. Visitó el Monte Nebo, donde (según la Tanaj o Antiguo Testamento) el profeta Moisés vio la Tierra Prometida antes de morir; Belén, Jerusalén, Nazaret y varias localidades de Galilea. Durante ese viaje, Juan Pablo II, el primero en reconocer en 1986 los derechos nacionales del pueblo palestino33 y entablar relaciones diplomáticas plenas con Israel en 1994,34 ofició misa en la plaza del Pesebre de Belén, pidió perdón en el Muro de las Lamentaciones y en el Museo del Holocausto por los errores cometidos por los cristianos que persiguieron a los judíos y celebró misa en el Santo Sepulcro. Al concluir su pontificado con su muerte, Juan Pablo II dejó pendientes dos viajes: uno a Moscú, ante la oposición del patriarca ortodoxo Alejo II, que acusaba a la Iglesia católica de "proselitismo" en su área de influencia y otro a China, donde el régimen comunista prohíbe la obediencia de la Iglesia católica china a la Santa Sede, con quien además tuvo conflictos a causa del reconocimiento de Taiwán desde 1949. Dolencias físicas y muerte: Juan Pablo II fue el primer pontífice que salió de la Ciudad del Vaticano para ser hospitalizado. Desde el atentado del 13 de mayo de 1981, fue internado en el Policlínico Agostino Gemelli en varias oportunidades: el 20 de junio del mismo año, por una infección derivada de la herida sufrida; el 15 de julio de 1992, en que se le practicó una colecistectomía, con extirpación adicional de treinta centímetros de intestino por presencia de un adenoma tubulovelloso benigno; el 11 de noviembre de 1993, por una luxación del hombro; el 28 de noviembre de 1995 por una fractura femoral; el 8 de septiembre de 1996 para una operación de apendicitis. El avance de la enfermedad de Parkinson lo debilitó hasta la indefensión, limitando su capacidad de habla. Su sucesor Joseph Ratzinger, señaló que en los últimos años del pontificado de Juan Pablo II, el sufrimiento que padeció fue casi una forma de gobierno: Sí, se puede gobernar también con el sufrimiento. Sin duda, es algo extraordinario. Pero después de un largo pontificado y después de tanta vida activa del Papa, era significativo y elocuente un tiempo de sufrimiento, que devino casi en una forma de gobierno. El deterioro físico de Juan Pablo II se incrementó hasta su fallecimiento en 2005. En aquel año tuvo que ser hospitalizado por un síndrome de dificultad respiratoria. Se le realizó una traqueotomía a mediados de marzo. Hacia finales del mismo mes su estado se agravó y entre el 31 de marzo y el 1 de abril sufrió una septicemia por complicación de una infección de vías urinarias. Falleció el 2 de abril de 2005 a las 21:37 (la noche previa al Domingo de la Divina Misericordia). Pocos minutos después, Monseñor Leonardo Sandri anunció la noticia a las personas congregadas en la Plaza de San Pedro y al mundo entero. Los días después de su muerte, algunos periódicos publicaron que su última palabra fue "Amén", sin embargo la Santa Sede desmintió esta versión y afirmó que las últimas palabras fueron en polaco: "Pozwólcie mi iść do domu Ojca" (Déjenme ir a la casa de mi Padre). La muerte fue comprobada por el cardenal camarlengo Eduardo Martínez Somalo. El Camarlengo comunicó la muerte al cardenal Camillo Ruini, como «Vicario para la Urbe» y el Cardenal-Decano del Colegio cardenalicio, Joseph Ratzinger, informó oficialmente a todos los Cardenales convocándolos al Cónclave, al declararse la Sede Vacante. Al ser anunciada su muerte, en medio del rezo del Rosario, el público presente en la Plaza de San Pedro prorrumpió en nutridos aplausos. Las luces de su habitación en el Palacio Apostólico se apagaron por un instante para comunicar de esta manera el momento de su fallecimiento, pero luego fueron encendidas nuevamente y así permanecieron. Su muerte se produjo debido a una septicemia y a un colapso cardiopulmonar irreversible, agravado por su


enfermedad de Parkinson. Tenía 84 años y 11 meses. En su agonía, le dictó a su secretario, Stanisław Dziwisz, una carta en la que decía: "Soy feliz, séanlo también ustedes. No quiero lágrimas. Recemos juntos con satisfacción. En la Virgen confío todo felizmente". El portavoz del papa, Joaquín Navarro Valls afirmó inicialmente que el pontífice, en sus últimos momentos, dedicó unas palabras a la multitud, sobre todo gente joven, reunida en la Plaza de San Pedro (Yo los he buscado y ahora ellos vienen a buscarme, les doy las gracias), haciendo el gesto de la bendición hacia la ventana de sus aposentos, hacia los fieles apostados en la Plaza de San Pedro. Sin embargo, el médico que certificó la muerte ha señalado que el papa permaneció inconsciente durante los últimos cincuenta minutos de su vida y que, por lo tanto, tales frases tuvo que decirlas al menos una hora antes de su fallecimiento. Los funerales pusieron de manifiesto el alto grado de aprecio hacia Juan Pablo II, no solo de parte de mandatarios de muchos países, sino también de gente de toda condición social. Tuvieron una alta resonancia política por algunos gestos inesperados, como el saludo entre los mandatarios de Israel, Irán y Siria. Juan Pablo Magno: Después de su muerte, muchos católicos, desde el cardenal británico Cormac MurphyO'Connor hasta su sucesor en el pontificado, Benedicto XVI, como también el periódico L'Osservatore Romano, se han referido a Juan Pablo II como Juan Pablo Magno. Aún no se sabe si este póstumo título se impondrá, ya que no existe ningún procedimiento formal para asignar este apelativo. Muchos seguidores del pontífice demandaron que fuese canonizado tan pronto como fuera posible, gritando Santo súbito ("Santo ya") durante los actos de exposición pública de sus restos mortales y misas de funeral. Proceso de beatificación: El 13 de mayo de 2005, el cardenal Camillo Ruini, vicario para la ciudad de Roma, dio formalmente por iniciado el proceso de beatificación de Juan Pablo II; para ello, Benedicto XVI concedió el 28 de abril dispensa del plazo de cinco años de espera después de la muerte requerido por el derecho canónico para iniciar el proceso de beatificación, de modo similar a como hizo el mismo Juan Pablo II con el proceso de beatificación de la Madre Teresa de Calcuta. El 2 de abril de 2007, dos años después de su muerte, concluyó la fase diocesana del proceso de beatificación, reuniéndose todos los testimonios sobre su vida y los presuntos milagros, entre los que destaca el de la monja francesa Marie Simon Pierre, quien aseguró haber sido curada de la enfermedad de Parkinson gracias a la intercesión del Pontífice, que había fallecido dos meses antes. En una misa que se celebró en la Plaza de San Pedro el mismo día, el papa Benedicto XVI aseguró que el proceso avanza «con rapidez». En tal fecha, finalizada la primera fase de su proceso de canonización, le fue concedido el título de Siervo de Dios. El 19 de diciembre de 2009, Benedicto XVI lo declaró venerable. Un milagro atribuido a su intercesión fue analizado y considerado inexplicable según la ciencia, por lo que tras diversas reuniones, el papa Benedicto XVI autorizó la beatificación de Juan Pablo II en enero de 2011. La ceremonia de beatificación se llevó a cabo el 1 de mayo de 2011 (Domingo de la Divina Misericordia). A principios de 2011 el padre Federico Lombardi, portavoz de la Casa Pontificia, anunció la fecha de la beatificación y el traslado de sus restos mortales, que hasta entonces se encontraban en la cripta vaticana, hasta la capilla de San Sebastián de la Basílica de San Pedro, contigua a la de la Piedad de Miguel Ángel. Este proceso de beatificación ha sido catalogado como el más corto de la historia moderna de la Iglesia Católica, ya que duró seis años y 30 días, superando en un mes el proceso de beatificación de Teresa de Calcuta. A pesar de ello, y según las declaraciones de Lombardi, el proceso se ha hecho de manera minuciosa, con completos estudios sobre el milagro de la curación de sor Marie Simon y la propia vida del Pontífice. Canonización: El 5 de julio de 2013 el papa Francisco firmó el decreto que autorizó la canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII, realizada en una ceremonia histórica en la Ciudad del Vaticano el 27 de abril del 2014. Relaciones internacionales: Al inicio del pontificado de Juan Pablo II, la Santa Sede tenía relaciones


diplomáticas con 84 estados. Al fallecer este papa, las tenía con 173. Igualmente, participa como miembro de pleno derecho o como observadora en varios organismos internacionales y regionales. Las 104 visitas internacionales de Juan Pablo II fueron realizadas mayoritariamente en su doble calidad de jefe de estado y el de cabeza de la Iglesia católica. Por ello el gesto del jefe de estado del país receptor (si es de cultura cristiana) de saludarle primero con la mano (tratándose del encuentro de dos jefes de estado) y eventualmente después con la clásica reverencia y besamanos. El primer viaje que Su Santidad Juan Pablo II hizo fue a Santo Domingo, República Dominicana desde donde se trasladó a México, al que él llamaba «México siempre fiel», una frase que se ha vuelto inmortal. Los países de América Latina que más visitó, fueron México en cinco ocasiones, Brasil en cuatro, República Dominicana y Guatemala en tres (que le servían incluso de sedes para visitar otros países cercanos), y Nicaragua en dos ocasiones, al igual que Perú, El Salvador y Venezuela. Juan Pablo II demostró además ser un hábil diplomático, recién asumido su pontificado debió enfrentar en diciembre de 1978 la crisis prebélica existente entre Argentina y Chile a causa de la aplicación del Laudo Arbitral dictado por la Reina Isabel II de Inglaterra referente al conflicto del Canal Beagle. En momentos en que ambas naciones tenían sus tropas desplegadas a lo largo de la frontera, existen incluso evidencias que indicarían el inicio de las operaciones militares. Juan Pablo II, aprovechando los vínculos de los militares con la Iglesia, influyó decisivamente en impedir el inicio de las hostilidades enviando al Cardenal Antonio Samoré como su representante, obteniendo la separación de las fuerzas y el inicio de un proceso de mediación que culminaría el 29 de noviembre de 1984 con la firma del Tratado de Paz y Amistad51 entre ambos países. Fue un extraordinario políglota, ya que no solo llegó a dominar el polaco, esperanto, griego clásico, latín, italiano, francés, español, portugués, inglés y alemán, sino que también tuvo suficientes conocimientos del checo, lituano, ruso y húngaro, además tenía conocimientos de japonés, tagalo y varias lenguas africanas. Fue un gran deportista en su juventud. Ha sido el primer papa en hacer un uso intensivo de los medios de comunicación y, en especial, de Internet para hacer que llegue su mensaje, además de tener acercamientos con líderes de religiones tales como la judía, musulmana, ortodoxa y tibetana (a través del Dalái Lama), entre otras. Resonancia de su pontificado: Con uno de los pontificados más largos de la historia, son muchos los hechos significativos en él. Respecto de la política mundial, poco antes de su muerte, la BBC comentó, refiriendo una significativa toma de postura de Mijail Gorbachov: "El papa —le dijo Gorbachov entonces a su esposa Raisa— es la autoridad moral más importante del mundo y es eslavo". El entendimiento entre ambas personalidades sin duda facilitó el camino hacia la democracia en el bloque oriental". En palabras de Wojciech Jaruzelski, último mandatario en la Polonia comunista, la visita de Juan Pablo II a Polonia en 1979, fue el "detonador" de los cambios.54 Con ocasión de su fallecimiento, el presidente del Parlamento Europeo, el socialista José Borrell, escribía: Me inclino con respeto ante la memoria de esa gran personalidad que ha marcado de forma determinante la historia del último cuarto de siglo. (...) Imponía el respeto por la claridad de sus opiniones y por la sinceridad de sus continuos esfuerzos en favor de la justicia, la paz y el respeto de la dignidad y de los derechos humanos. Nadie olvidará sus gestos de apertura y diálogo dirigidos a los representantes de las demás religiones, particularmente durante los encuentros de Asís. La historia recordará el determinante empeño de Juan Pablo II en la reconducción de los Estados de Europa Central y Oriental hacia la democracia y la libertad. Recordará, asimismo, su actividad, a menudo discreta pero decidida, en favor del diálogo entre los pueblos y los Estados en conflicto y por la reanudación de las negociaciones entre los Estados de Oriente Próximo. El canciller alemán Gerhard Schröder, declaraba que el papa había «influido en la integración pacífica de Europa de muchas formas. Por sus esfuerzos y por su impresionante personalidad, ha cambiado nuestro mundo». Se destaca también su empeño en pro de los derechos humanos: "Su empeño como pontífice fue no solo el difundir el Evangelio, sino el transformar el papado romano en el portavoz de los derechos humanos".


El balance de su vida, desde un punto de vista religioso y personal, lo trazó el entonces Cardenal Ratzinger —luego Benedicto XVI— en el funeral por Juan Pablo II: «Sígueme», dice el Señor resucitado a Pedro, como su última palabra a este discípulo elegido para apacentar a sus ovejas. «Sígueme», esta palabra lapidaria de Cristo puede considerarse la llave para comprender el mensaje que viene de la vida de nuestro llorado y amado papa Juan Pablo II. Entre distintas condecoraciones, fue considerado dos veces Una de las 100 personas más influyentes de la revista Time y en 1994, fue nombrado Persona del año. Controversias sobre su pontificado: Juan Pablo II tuvo que afrontar durante su pontificado y también tras su muerte diferentes controversias tanto a nivel interno de la Iglesia como en el encuentro con el mundo contemporáneo. Entre estas controversias la más célebres fueron: -Durante su pontificado, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida entonces por el cardenal Joseph Ratzinger (su sucesor en el papado como Benedicto XVI) prohibió la enseñanza a teólogos católicos como Leonardo Boff, dentro de un exitoso movimiento para aislar y neutralizar a los promotores de la Teología de la Liberación en América Latina, o Hans Küng, uno de los más destacados teólogos católicos etiquetados como "progresistas". Los extensos y trabajados documentos de la Congregación destacan aquellos puntos que son incompatibles con la doctrina católica. -Otras críticas internas provinieron de los sectores más tradicionales, especialmente debido a la excomunión del obispo francés Marcel Lefebvre, líder del movimiento tradicionalista conocido como la Fraternidad de San Pío X, el 1 de julio de 1988 por consagrar a cuatro obispos sin autorización formal. Juan Pablo II, además de explicitar su tristeza por esa actitud, señaló las razones de la decisión en la Carta apostólica Ecclesia Dei presentada en forma de motu proprio: «Ese acto ha sido en sí mismo una desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa desobediencia —que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano— constituye un acto cismático». Ya fallecidos Lefebvre y Juan Pablo II, y luego de recibir «el compromiso expresado» por monseñor Bernard Fellay en su nombre y en el de los otros obispos consagrados de «ser y permanecer católicos», de aceptar «todas sus enseñanzas con ánimo filial» y de creer «firmemente en el primado de Pedro y en sus prerrogativas», la censura de excomunión latae sententiae declarada por la Congregación para los Obispos el 1 de julio de 1988 fue levantada por esa misma Congregación el 21 de enero de 2009 «como signo para promover la unidad en la caridad de la Iglesia universal, y por su medio, llegar a remover el escándalo de la división». -Juan Pablo II se mantuvo fiel a las normas de moral sexual emanadas de la encíclica Humanae Vitae, que recordaba la posición de la Iglesia a lo largo de los siglos sobre este tema (promulgada por Pablo VI en 1968). Al igual que Pablo VI esta posición recibió críticas por algunos sectores católicos que proclamaban un cambio de ideología en consonancia con los tiempos; condenó también el uso de anticonceptivos siguiendo a sus predecesores en el pontificado. Dicha posición le atrajo duras críticas de sectores que ven a la misma como un obstáculo para la lucha y la prevención de enfermedades de transmisión sexual como el SIDA y el control de la natalidad en países en vías de desarrollo. Sin embargo, dentro de sus principios éticos dio explicaciones profundas a este problema. -Su oposición a relajar las exigencias de celibato de los sacerdotes, especialmente después de las presiones de muchos grupos ante los escándalos de algunos ministros en diferentes países. -La posición de la mujer dentro de la Iglesia católica: en su vertiente doctrinal reafirmó la doctrina católica de que la mujer no puede ser ordenada sacerdote64 y en su vertiente administrativa y de gobierno, la estructura de la Iglesia, formada íntegramente por hombres ordenados, no tiene a ninguna mujer en ningún puesto relevante. Paradójicamente y pese a la confirmación de esta antigua tradición, el pontificado de Juan Pablo II es el que más avances ha tenido en cuanto a la posición de la mujer en la Iglesia católica. Algunas mujeres llegaron a representar a la Iglesia de modo oficial en conferencias internacionales. Fue además el primer papa de la historia que escribió un documento extenso


dedicado a la mujer, la Carta Apóstolica "Dignidad de la Mujer" en donde se puede leer: "En el Año Mariano, la Iglesia desea dar gracias a la Santísima Trinidad por el «misterio de la mujer» y por cada mujer, por lo que constituye la medida eterna de su dignidad femenina, por las «maravillas de Dios», que en la historia de la humanidad se han cumplido en ella y por medio de ella. En definitiva, ¿no se ha obrado en ella y por medio de ella lo más grande que existe en la historia del hombre sobre la tierra, es decir, el acontecimiento de que Dios mismo se ha hecho hombre?". -El carácter ecuménico del pontífice: aunque la Iglesia católica adelanta los diálogos ecuménicos con las diferentes Iglesias, en el caso de las Iglesias protestantes no reconoce a sus ministros ni a sus celebraciones eucarísticas como válidas. Sin embargo, el bautismo de las Iglesias protestantes es válido en virtud del antiguo credo ecuménico "un solo bautismo", siempre y cuando sea de acuerdo a la fórmula trinitaria. Los partidarios de Juan Pablo II, por su parte, reconocen los enormes avances que ha habido en este campo en su pontificado y la correspondencia entre más de 400 años de separación de la Reforma protestante y un proceso de diálogo comenzado abiertamente durante el Concilio Vaticano II. -Intento de la Iglesia católica de imponer sus opciones morales en el ámbito civil: los críticos expresan que en materia de asuntos relacionados con la moral sexual, como la oposición a la anticoncepción, al matrimonio entre personas del mismo sexo, la experimentación con carácter terapéutico con células madre embrionarias, el aborto y la eutanasia, entre otros, es una interferencia de la Iglesia en el terreno de lo civil. A través de las conferencias episcopales o mediante la participación de la Santa Sede en numerosos organismos y conferencias internacionales, la Iglesia intenta incidir en la legislación a la que considera en contra de la naturaleza humana. Por su parte, la Iglesia, que confirma el principio de libre determinación de los pueblos, acude al derecho de participación democrática como otro sujeto social más con derecho a disentir. Por otra parte, el principal interlocutor de la doctrina y los dogmas de la Iglesia es el creyente y si bien la Iglesia y las iglesias consideran su mensaje moral de carácter universal por estar basado en la dignidad humana, el no creyente viene respetado en su libre albedrío, tal como viene expresado en el Magisterio, del cual Juan Pablo II no se apartó. -También fue criticado por visitar países de gobierno dictatorial, como Chile bajo la dictadura de Pinochet o la Cuba de Fidel Castro, o por haber apoyado la labor del nuncio en Argentina durante la dictadura militar, Pío Laghi, que, según defensores de los derechos humanos[cita requerida] en Argentina, apoyó tácitamente la represión llevada a cabo por los militares. Al tiempo que esto ocurría, Juan Pablo II criticó públicamente[cita requerida], durante su visita a Nicaragua en 1983 a Ernesto Cardenal, por ocupar un cargo en el Gobierno sandinista, como ministro de educación del régimen que había derrocado la dictadura de Somoza en 1979. Estos incidentes fueron presentados por sus detractores como un alineamiento del papado con las dictaduras militares latinoamericanas. Sin embargo, para otros sectores, visitas como la efectuada a Cuba en 1998, constituyeron un intento del papa por abrir la dureza de los regímenes, como hizo en Polonia, su propio país. -Ha sido también criticado por su excesiva proyección externa y su supuesta obsesión por las ceremonias multitudinarias, con la consiguiente presencia en medios de comunicación. Ello habría contribuido a trivializar la figura del papa, hasta el punto de que diversos ambientes católicos le acusan de haber convertido a la Iglesia en un espectáculo de masas y no en el lugar de espiritualidad profunda que debería ser. El propio Juan Pablo II, sin embargo, solía justificar sus viajes por la oportunidad de hacer presente la doctrina de la Iglesia en todas partes; muchas veces —afirman sus partidarios— su viaje ha sido ocasión de dar a conocer al mundo grandes injusticias que de otro modo habrían quedado oscurecidas, como las graves violaciones a la libertad y los derechos humanos en la Europa Oriental de entonces o los barrios de favelas en Brasil o el atraso económico de tantos países de África. Documentos de Juan Pablo II: Encíclicas: Juan Pablo II redactó las 14 encíclicas siguientes (ordenadas cronológicamente y con enlace al texto completo). -Redemptor Hominis (4 de marzo de 1979) -Dives in Misericordia (30 de noviembre de 1980)


-Laborem Exercens (14 de septiembre de 1981) -Slavorum Apostoli (2 de junio de 1985) -Dominum et Vivificantem (18 de mayo de 1986) -Redemptoris Mater (25 de marzo de 1987) -Sollicitudo Rei Socialis (30 de diciembre de 1987) -Redemptoris Missio (7 de diciembre de 1990) -Centesimus Annus (1 de mayo de 1991) -Veritatis Splendor (6 de agosto de 1993) -Evangelium Vitae (25 de marzo de 1995) -Ut Unum Sint (25 de mayo de 1995) -Fides et Ratio (14 de septiembre de 1998) -Ecclesia de Eucharistia (17 de abril de 2003) Libros escritos por Juan Pablo II: Mi visión del hombre: Colección de artículos sobre ética escritos antes que Wojtyła fuera elegido papa. En la primera parte de este libro se presenta una "Introducción a la ética", donde el autor expone su opinión sobre los principales temas que afectan al hombre, como el amor, la felicidad o la justicia. La segunda parte, "Ensayos de ética personalista", es una selección de escritos publicados en revistas especializadas. En estos textos Karol Wojtyła ofrece una significativa aportación para la fundación de una ética de tipo personalista y presenta al público en español la escuela ética de Lublin. -Amor y responsabilidad, un estudio de moral sexual, publicado en 1960, donde aborda los temas de la sexualidad, el amor, la amistad, la castidad, el pecado, el matrimonio, la procreación, la paternidad, el control de natalidad y el divorcio. -Signo de contradicción -Persona y acción. Este libro, la obra filosófica más importante de Wojtyła, presenta la problemática de la acción y la persona, de cómo la acción nos ofrece el mejor acceso para penetrar en la esencia intrínseca de la persona y nos permite conseguir el mayor grado posible de conocimiento de la misma. -Poesías de Karol Wojtyła. -Don y misterio: este libro fue publicado el 15 de noviembre de 1996. La ocasión de la publicación de este libro que ya marca el carácter personal y retrospectivo del escritor, es debido a que se celebraba su 50 aniversario de ordenación sacerdotal. Este libro es un testimonio muy personal pero a la vez abarcador de su vocación sacerdotal: recuerdos y reflexiones, sus memorias sobre los orígenes de su sacerdocio. -¡Levantaos! ¡Vamos!: libro publicado en mayo de 2004, poco menos de un año después de haber celebrado su vigésimo quinto aniversario como Sumo pontífice y a los 45 años de haber sido nombrado obispo, recoge sus íntimas reflexiones sobre su experiencia episcopal. Este libro complementa la exhortación post-sinodal Pastores gregis sobre el ministerio del obispo en la Iglesia del 16 de octubre de 2003. Wojtyła mismo indica que este libro fue tomando forma cuando escuchaba a los demás obispos dar sus testimonios sobre el ministerio episcopal durante el Sínodo de Obispos del año 2000 celebrado en Roma. El tono de este libro es muy parecido a “Don y misterio”. Karol Wojtyła era un hombre que ponderaba lo hermoso del paso de Dios por su vida y reflexionaba en su corazón profundo y emocionado, el amor misericordioso de un Dios Padre y tierno. En este escrito, obra de un anciano físicamente inválido, se evidencia el optimismo cristiano, la esperanza de un creyente ante el misterio de una vocación dificilísima, sobre todo después del Concilio Vaticano II. Wojtyła se alegra al revivir sus experiencias particulares. Hace confidencias y recorre los ríos, montañas, vecindarios, santuarios de su querida Polonia, rescata conversaciones con sus amigos y conocidos. Incluso relata palabras y gestos tales como los del arzobispo de Cracovia que, al recibirlo como obispo auxiliar, dice de él: “Habemus papam”. -Memoria e identidad -Tríptico romano. Meditaciones (2003): Karol Wojtyła afronta las grandes cuestiones de la vida y de su vida, penetrando en el misterio de su elección como papa e incluso en la de su sucesor. Consta de tres partes: la primera, "Arroyo", es una contemplación mística de la naturaleza. La segunda parte, "Meditaciones sobre el libro del Génesis en el umbral de la Capilla Sixtina", es una reflexión sobre el hombre, imagen de Dios, desde la Creación hasta el Juicio Final, inspirándose en la impresionante serie de imágenes de Miguel Ángel que preside el recinto, donde los cardenales se reúnen cada vez que van a elegir a un nuevo papa. La tercera parte, "Monte en la región de Moria", se


basa en la evocación de Ur de Caldea, la patria de Abraham, y la conversación entre el patriarca y su hijo Isaac, al que Abraham estuvo a punto de sacrificar en el Monte Moria, como prueba de su lealtad a Dios. -Cruzando el umbral de la esperanza . Libro de entrevistas con el periodista Vittorio Messori. Discografía: Juan Pablo II fue el primer papa que recurrió a los medios fonográficos para divulgar su mensaje, bien sea en forma de discursos, oraciones (como el Rosario) y cantos gregorianos entonados por él mismo. He aquí una relación aproximada de sus grabaciones: Año Título

Compañía

1994 Rosary (Rosario)

Sony Music

1994 Rosary (en idioma francés)

Sony Music France

1994 Rosary (en inglés y español) Sony Music 1994 Rosary (en idioma latín)

Sony Music

1995 Rosary (en idioma portugués) Sony Music 1999 Abbà Pater

Sony Music Italia

2003 Mai Piu La Guerra

EMI Music Italy

San Malaquías se refiere a este Papa en sus profecías: 110: “De labore solis” (De la fatiga o trabajo del sol). Juan Pablo II (1978-2005). Los días de su nacimiento y muerte hubo eclipses solares y dio varias veces la vuelta al mundo, como el trabajo del sol. Fue capaz de realizar un gran trabajo.

Documentos sobre Juan Pablo II:Discografía: Año Título

Intérprete

1989 Cantos Religiosos y Bendición Papal

Varios intérpretes Orfeón Discos

1995 Papal Blessing/Ave Maria

Varios intérpretes Gateway Records

1998 Poems From The Pope

Vittorio Gassman Sourdough Records

1999 From Rome To America

Varios intérpretes Sourdough Records

2000 The Gold Collection: Sings the Poetry of Pope John Paul II Sarah Vaughn

Compañía

Fine Tune

Documentales: El Papa que hizo la historia producido por el Centro Televisivo Vaticano, distribuido por HDH Communications, 2006. -Juan Pablo II - Os cuento mi vida producido por NOVA-T, distribuido por HDH Communications, 2006. -Las Llaves del Reino - De Juan Pablo II a Benedicto XVI producido por el Centro Televisivo Vaticano, distribuido por HDH Communications, 2006. -Juan Pablo II - Su vida, su Pontificado producido por el Centro Televisivo Vaticano, distribuido por HDH Communications, 2006. -Juan Pablo II en los 90 (2001). Producido por el Centro Televisivo Vaticano, distribuido por HDH. Visita a Chile de Juan Pablo II (1997 - 2005) Producidos conjuntamente por el Centro Televisivo Vaticano y la Corporación de Televisión de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Canal 13) y HDH Comunications. Largometrajes: -Da un paese lontano (De un país lejano) (1981), dirigida por Krzysztof Zanussi. -Pope John Paul II (TV) (1984). -Karol: Un hombre que se hizo Papa (2005) (título original "Karol, un uomo diventato Papa", dirigida por Giacomo Battiato). -Karol: El Papa, el hombre (2006) (título original "


Karol - Un papa rimasto uomo"', dirigida por Giacomo Battiato) secuela de la anterior.

Benedicto XVI, Papa.

Benedicto XVI (en latín, Benedictus PP. XVI), de nombre secular Joseph Aloisius Ratzinger (Marktl am Inn, Baviera, Alemania, 16 de abril de 1927), fue el papa número 265 de la Iglesia católica y séptimo soberano de la Ciudad del Vaticano. Resultó elegido el 19 de abril de 2005 tras el fallecimiento de Juan Pablo II, por los cardenales que votaron en el cónclave. El 28 de febrero de 2013 renunció al solio y asumió el título de papa emérito, con la intención de dedicarse a la oración y el retiro espiritual.1 Su renuncia fue anunciada por él mismo días antes, el 11 de febrero, y es una decisión excepcional en la historia de la Iglesia,2 ya que, si bien el sumo pontífice que renunció al papado más próximo fue Gregorio XII (1415), el precedente de Celestino V (1294) es el único del que puede asegurarse que fue de forma libre y voluntaria. Tras su renuncia, se celebró el cónclave del que resultó electo papa Jorge Bergoglio, que tomó el nombre de Francisco. Introducción: Joseph Aloisius Ratzinger comenzó a ser conocido en su competencia intelectual al participar en el Concilio Vaticano II como asesor teológico del cardenal Josef Frings. Posteriormente fue nombrado arzobispo de Múnich y Frisinga y luego cardenal por el papa Pablo VI en 1977. En 1981 fue llamado a Roma para ser prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe por el papa Juan Pablo II, quien años más tarde lo nombró decano del Colegio cardenalicio y, como tal, cardenal-obispo de Ostia en 2002. Como cardenal decano, presidió los funerales de su predecesor, el papa Juan Pablo II. A los pocos días, el 19 de abril de 2005, el mismo Ratzinger era elegido papa. Ratzinger habla diez idiomas, de los que domina por lo menos seis: alemán, italiano, francés, latín, inglés y español. Además, lee el griego antiguo y el hebreo. Es miembro de varias academias científicas de Europa y ha recibido ocho doctorados honoris causa de diferentes universidades (entre otras, de la Universidad de Navarra en 1998 y de la Pontificia Universidad Católica del Perú en 1986); además es ciudadano honorífico de las comunidades de Pentling (1987), Marktl (1997), Traunstein (2006) y Ratisbona (2006).


Es un experto pianista y su compositor favorito es Mozart. Es el sexto (quizás séptimo, según la procedencia de Esteban VIII, de quien se desconoce si nació en Roma o en Alemania) papa alemán desde Víctor II. En abril de 2005 fue incluido en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time. El último papa llamado Benedicto fue Benedicto XV (1914-1922), coincidiendo sus primeros años de pontificado con la Primera Guerra Mundial. Su vida antes de la elección como papa: Infancia y juventud: Nació en Marktl am Inn, Baviera, el 16 de abril de 1927, a las 8:30, en la dirección Schulstraße 11, la casa de sus padres. Fue bautizado el mismo día que nació, que además era un sábado de Gloria, en la diócesis de Passau. Es el tercero y más joven de los hijos de Joseph Ratzinger (6 de marzo de 1877 - 25 de agosto de 1959), un oficial de policía, y de María Rieger (7 de enero de 1884 16 de diciembre de 1963). Su familia materna es originaria de Rio di Pusteria (Mühlbach), en el Alto Adigio. Su hermano Georg Ratzinger (nacido en 1923), también sacerdote, aún vive. Su hermana Maria Ratzinger (nacida en 1921), quien nunca se casó, administró la casa del cardenal Ratzinger hasta su muerte en 1991. A la edad de cinco años, Ratzinger estaba con un grupo de niños que dieron la bienvenida al visitante cardenal arzobispo de Múnich con flores. Impresionado por la vestimenta del cardenal, más tarde anunció que quería llegar a ese cargo. Dos años después de su nacimiento, el 11 de julio de 1929, su familia se mudó a Tittmoning y el 5 de diciembre de 1932 se mudó nuevamente, esta vez a Aschau am Inn y fue aquí que Joseph vivió su tiempo escolar, en la década de los 30, después del fortalecimiento del nacionalsocialismo. El padre de Joseph compró una pequeña casa de campo en Hufschlag en Traunstein; este lugar es recordado por Ratzinger como «el verdadero hogar» de su familia. El padre de Joseph, debido a su trabajo en la gendarmería, debía ser muy flexible en cuanto a su ubicación. A pesar de que sus padres tenían algunas cargas económicas, lo enviaron al seminario de San Miguel, donde se desempeñó como un estudiante dedicado. Hasta 1939 ningún seminarista había entrado en las Juventudes Hitlerianas. Pero el régimen exigió a partir de marzo la afiliación obligatoria. Hasta octubre, la dirección del Seminario se negó, pero luego no pudo impedir el inscribirlos. Así le sucedió también a Joseph Ratzinger, a sus 14 años. Un testigo relata (según el Frankfurter Allgemeine Zeitung) que los seminaristas eran una «provocación» para los nazis: se los consideraba sospechosos de estar en contra del régimen. En un escrito del Ministerio de Educación se lee que la pertenencia obligatoria a las Juventudes Hitlerianas «no garantiza que los seminaristas realmente se hayan incorporado a la comunidad nacionalsocialista de los pueblos». A los 16 años, fue llamado a filas, como tantos jóvenes de las Juventudes hitlerianas que al final de la guerra fueron militarizados (los llamados Flakhelfer: ayudantes de artillería antiaérea) y se lo destinó a la protección de la fábrica de BMW en Traunstein, en las afueras de Múnich, ciudad que fue bombardeada masivamente. Prestó servicio entre abril de 1943 y septiembre de 1944. En este tiempo asistió al instituto de segunda enseñanza Maximiliansgymnasium. A las preguntas de un superior, contestó que quería ser sacerdote. Estuvo luego, tras la instrucción básica, destinado en Austria, concretamente en la protección anti-tanque. En 1944 comenzó su entrenamiento básico en Hungría, tomó parte en el Reichsarbeitsdienst que era un servicio de defensa alemán, donde él, junto con otros compañeros, construyeron sistemas para cerrar el paso a diferentes tanques de guerra. Ratzinger desertó en los últimos días de la guerra, pero fue hecho prisionero por soldados aliados en un campo cerca de Ulm en 1945. Después de ser puesto en libertad, en cuanto alumno del seminario diocesano, entonces sito en Traunstein, hizo su examen de bachillerato en el Chiemgau-Gymnasium (Instituto Chiemgau) en Traunstein. Desde 1946 hasta 1951 Ratzinger estudió Teología católica y Filosofía en la Universidad de Freising, así como en el Herzogliches Georgianum de la Universidad de Múnich y en la Universidad de Friburgo. Según sus propias palabras,


sus mayores influencias filosóficas, después de un periodo de interés por el neo-Kantismo, fueron sobre todo las obras de Gertrud von le Fort, Ernst Wiechert, Elisabeth Langgässer, Theodor Steinbüchel, Martin Heidegger y Karl Jaspers. Igualmente, se refiere a Fiódor Dostoyevski como una fuerte influencia literaria. En cuanto a los Padres de la Iglesia, estudió con interés a san Agustín de Hipona. Respecto de los escolásticos, su interés se centró en san Buenaventura. Carrera académica: En 1952 es nombrado para dar clases en el Seminario de Freisinga. El inicio de su vida académica no estuvo exento de disgustos. Su primer escrito de tesis sobre san Buenaventura le fue devuelto en 1954 con una severa crítica del profesor Michael Schmaus. Sus enfoques empezaban a romper esquemas tradicionales de la época, lo que le ocasionaba alguna incomprensión y dificultad. Ratzinger ingresó como profesor en la Universidad de Bonn en 1959; su conferencia inaugural fue acerca de «el Dios de la fe y el Dios de la filosofía». En 1963 se fue a la Universidad de Münster, donde al dar su conferencia inaugural ya era bien conocido como teólogo. En el Concilio Vaticano II, sirvió como asesor teológico del cardenal Josef Frings de Colonia, y luego trabajó por defender el Concilio en sus distintos documentos, incluyendo Nostra Aetate, el documento que habla acerca del respeto hacia otras religiones y sobre el derecho a la libertad religiosa. Fue visto durante el tiempo del Concilio como un reformista convencido. Ratzinger admitió que era admirador de Karl Rahner, un teólogo académico bien conocido por su «Nueva Teología», que estaba a favor de la reforma de la Iglesia y proponía nuevas ideas teológicas; pero, a pesar del acuerdo en muchos puntos y aspiraciones, Ratzinger se dio cuenta de que Rahner y él vivían, desde el punto de vista teológico «en dos planetas diferentes», como explica en el libro Mi vida (p. 126), pues la Teología de Rahner estaba caracterizada por la tradición escolástica de Suárez y de su nueva versión a la luz del idealismo alemán y de Heidegger, en la que las Escrituras y los Padres no jugaban un papel importante y en que la dimensión histórica era de escasa importancia. En cambio, la formación de Ratzinger estaba marcada por las Escrituras y por los Padres de la Iglesia, por un pensamiento esencialmente histórico. En 1966 fue candidato a ocupar una vacante en teología dogmática en la Universidad de Tubinga, donde fue colega de Hans Küng, con quien años más tarde sostendría fuertes enfrentamientos. En 1968 escribió en su libro Introducción al Cristianismo que el papa tenía el deber de oír diferentes voces dentro de la Iglesia antes de tomar una decisión. También escribió que la Iglesia de ese tiempo estaba muy centralizada. Dichos párrafos no aparecieron en ediciones posteriores del libro, porque fueron malinterpretados por autores que utilizaron este texto para cuestionarlo. Durante este tiempo, se distanció de la atmósfera de Tubinga y de los lineamientos marxistas del movimiento estudiantil de la década de los años 60, que en Alemania rápidamente se radicalizaron entre los años 1967 y 1968, culminando en una serie de disturbios en abril y mayo de 1968. En 1969 regresa a Baviera a la Universidad de Ratisbona (Regensburg), en un ambiente académico menos reformista. En 1972, fundó la publicación teológica Communio junto con Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac y otros. Communio, hoy publicada en diecisiete idiomas (alemán, inglés y español, entre otros), se ha convertido en una de las publicaciones católicas más influyentes del mundo. Sacerdote, arzobispo y cardenal: El 29 de junio de 1951 recibió junto con su hermano Georg el sacramento del orden sacerdotal en la catedral de Freising a través del que fuera entonces arzobispo de Múnich y Frisinga, el cardenal Michael von Faulhaber. Celebró su primera Misa en la parroquia de San Oswaldo en Traunstein y el 30 de julio de 1951, junto a su hermano, en Rimsting, lugar donde su madre había nacido. El 24 de marzo de 1977 Ratzinger fue consagrado arzobispo de Múnich y Frisinga, y el 27 de junio, Pablo VI lo nombró cardenal del título de S. Maria Consolatrice al Tiburtino. Durante el Sínodo de los obispos de 1977, dedicado al tema de la catequesis, se produce su primer encuentro con Karol Wojtyła, después de muchos años de intercambiar con él correspondencia, ideas y libros.


Teología: Como joven profesor de teología, abría a sus alumnos a pensadores en aquel momento considerados avanzados, y que en aquella época incluso tuvieron problemas con la jerarquía católica, como Yves Congar o Henri de Lubac, además de a autores protestantes como Karl Barth, Oscar Cullmann o Dietrich Bonhoeffer. Ello le acarreó los recelos del catolicismo más conservador. Entendía que había que superar la abstracción metafísica de la neoescolástica en la que consideraba estaba atrapada la teología católica. Defendía la necesidad de abrirse a un nuevo lenguaje que, partiendo del Evangelio, conectase existencialmente con las inquietudes del hombre concreto contemporáneo. En ese sentido, no ha ocultado la influencia en su enfoque de la filosofía de existencialistas como Heidegger o Karl Jaspers. Como asesor en el Concilio Vaticano II del cardenal Frings, defendió un debate abierto y una elaboración de los textos creativa y una nueva manera de exponer las verdades centrales del cristianismo, como la Revelación o la Salvación. (Así lo recuerda en el libro La Sal de la Tierra). En su estudio sobre la Teología de la Historia en san Buenaventura, aparecen ya algunas constantes de su pensamiento. Para Ratzinger, la fe de la Iglesia ha de fundamentarse en el mensaje de liberación del Evangelio y en la tradición más primigenia del cristianismo, (en particular los Padres de la Iglesia) de los que es posible hacer una relectura significativa para el hombre de hoy. Esto no significa, según él, la defensa del pasado, porque entiende que el depósito de la fe es inagotable, ha de entenderse vivencialmente de un modo dinámico y, por lo tanto, está siempre proyectado hacia lo nuevo. En su libro Introducción al Cristianismo, defiende que el ser es ser pensado, pensamiento del Espíritu absoluto que se ha revelado como relación. Concibe la relación como una forma primigenia de lo real: la unidad primigenia es unidad en el amor. Así es como hay que entender el dogma de la Trinidad, donde la más intrincada teoría transmite enseñanzas prácticas para concebir el cosmos y la vida, en particular la vida humana cuyo origen y meta está en el amor. Insiste en este mismo tratado que la omnipotencia divina se descubre en su esencia a través de Jesús de Nazareth. Sólo se entiende lo que es Dios en la impotencia y debilidad del pesebre de Belén y la muerte ignominiosa en la Cruz. Esto nos revela la ley de lo abundante, donde el amor se derrocha y suscita la respuesta de la fe que ha de ser, de este modo, una respuesta de amor. En ello se toca lo esencial del ser humano que se encuentra a sí mismo cuando se siente amado y, como respuesta, es capaz de salir de sí mismo al encuentro de los demás, especialmente de los necesitados, y de la trascendencia. Esta es la idea básica de su libro Mirar a Cristo. En el terreno moral, ha insistido en que el «cristianismo no es un moralismo». La fe cristiana no tiene nada que ver con la religiosidad que busca la recompensa, que se ciñe a un legalismo ético para ganarse supuestamente un derecho a la salvación. La fe en Jesús se basa en la humildad que vive del amor gratuito recibido (gracia), más allá del mérito y el rigorismo. Es esta apertura al don lo que transforma al hombre y produce su conversión (la metanoia del Evangelio). Llamó la atención su afirmación de que la moral sexual representaba un capítulo particularmente oscuro y trágico en la historia del pensamiento cristiano, aunque recordó que la concepción de la unión carnal entre el hombre y la mujer como sacramento y manifestación del amor de Dios no ha permitido que se cayera, a diferencia del gnosticismo y del dualismo de las primeras herejías, en una aversión a la sexualidad. Por ello se mostró partidario de una visión antropológica positiva del cuerpo y su lenguaje, que estima coherente con el Dios de la Creación y de la vida que se revela en la Biblia. Sobre la escatología, escribió una obra del mismo título donde pretende dar respuesta teológica a una sociedad burguesa atenazada por el miedo al sufrimiento y a la muerte. En esta obra afirma que la fe cristiana está volcada hacia la vida, su meta es vida en todos sus niveles en cuanto a don y reflejo de Dios, que es la Vida. Para la fe cristiana, sostiene, no existe ninguna vida inútil. Ratzinger reaccionó en el libro Informe sobre la fe ante lo que consideró una deriva caótica del catolicismo tras el


Concilio Vaticano II, atribuyéndola a lo que estimaba era una interpretación superficial del mismo que se apuntaba acríticamente a todo lo novedoso por efímero e inconsistente que esto fuera. Así, mostró su preocupación por un relativismo que pone en cuestión la idea de verdad dogmática y moral. Para él, la verdad no es un punto de llegada, es una llamada a la búsqueda sincera donde la razón puede desplegar todas sus energías, pero eso no la diluye ni la transforma en mera invención subjetiva y manipulable. Si se renuncia a la verdad acerca del hombre, se renuncia a su libertad (así lo expresa en su libro Fe, verdad, tolerancia). Denunció también el empobrecimiento que para un culto profundo supuso el abandono de una liturgia enraizada en la tradición de la Iglesia. Combatió, asimismo, la identificación del compromiso social cristiano con la colaboración en las nuevas estructuras de poder revolucionario que surgieron en Latinoamérica. Por ello condenó ciertas formas de la Teología de la Liberación influidas por el marxismo.11 También fue crítico con la identificación de la fe cristiana con formas políticas liberales, en coherencia con su concepción de un cristianismo que va mucho más allá de la mezquina defensa de estructuras políticas y sociales que siempre serán mutables y pasajeras. Entiende que la fe cristiana es incompatible con la adhesión a sistemas de dominación y opresión, sean del signo que sean. Por ello ha denunciado los males derivados del capitalismo y el liberalismo occidentales. En su Teoría de los principios teológicos, materiales para una teología fundamental, sostiene que la Iglesia debe superar sus disputas internas y reflexionar sobre la posibilidad de respuesta que lleva en su interior. Afirma que una de las primeras reglas del discernimiento espiritual consiste en que donde está ausente la alegría y el humor está ausente el Espíritu. Para Ratzinger, el cristiano occidental vive hoy en una era neopagana, marcada por la idolatría del dinero, el prestigio, el placer y el poder. Por ello la persona está cada vez más aislada y desorientada y la sociedad desprovista de valores humanos consistentes. Ante ello, el cristiano ha de ser el que transmita la liberación del que vive del perdón y la promesa de la Vida Eterna para todos los hombres. Solo desde estos parámetros se puede recobrar y defender un sentido pleno de la dignidad humana. Muestra su escepticismo ante la eficacia de una reforma estructural de la Iglesia, entiende más bien que lo que hay que hacer es poner esa estructura al servicio del amor. Para él, «la Iglesia vive de la alegría que los cristianos experimentan por ser tales» (Ser cristiano en la era neopagana). Todo esto lo ha colocado en el punto de mira crítico de la teología católica más avanzada, si bien le valió la confianza de Juan Pablo II y lo llevó a desempeñar con rigor el cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: El 25 de noviembre de 1981, Juan Pablo II nombró a Ratzinger prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Renunció a la arquidiócesis de Múnich y Frisinga el 15 de febrero de 1982. Fue nombrado cardenal obispo de Velletri-Segni en 1993, elegido vicedecano del Colegio Cardenalicio en 1998 y finalmente decano del mismo 2002, uniendo como es preceptivo su sede cardenalicia a la de Ostia. Ideológicamente, Ratzinger tiene ideas conservadoras en cuanto al control de la natalidad y el diálogo interreligioso. Fue el cardenal más próximo a Juan Pablo II; Ratzinger y Wojtyla fueron calificados intelectualmente como «almas gemelas». Bajo su prefectura se dictaron escritos acerca de la postura de la Iglesia católica con respecto a las personas homosexuales (1986), y la «Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral de las personas homosexuales» (1992), rechazando los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales (3 de junio de 2003). Por razón de su cargo fue también el responsable de estudiar la compatibilidad de la Teología de la liberación con la doctrina católica; le compitió prohibir el ejercicio de la enseñanza en nombre de la Iglesia a teólogos disidentes como Hans Küng, Leonardo Boff y otros, varios de ellos españoles. Con esto mostró su posición como filósofo y teólogo de raíces hegelianas, como su inspirador y maestro, el fallecido Joseph Frings, cardenal del título de S. Giovanni a Porta Latina y arzobispo de Colonia.


Según el New York Times, el Vaticano habría reconocido en 2010 haber encubierto (durante su mandato como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe) a un sacerdote estadounidense, Lawrence Murphy, sospechoso de haber abusado de unos 200 niños sordos. Sin embargo, la Santa Sede desmintió tal encubrimiento en una nota publicada posteriormente a la noticia. Se explicó en la misma que a mediados de los años setenta, algunas víctimas del padre Murphy informaron sobre estos abusos a las autoridades, que emprendieron una investigación en ese momento. Según portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, dicha investigación fue abandonada. La Congregación para la Doctrina de la Fe fue informada sobre esta cuestión unos 20 años después. Dado que el padre Murphy era anciano, en un estado de salud muy deteriorado, en aislamiento, y que no se habían registrado denuncias de abusos desde hacía veinte años, la Congregación sugirió que el arzobispo de Milwaukee considerara afrontar la situación, por ejemplo, restringiendo el ministerio del padre Murphy y exigiendo que el mismo aceptara la plena responsabilidad de sus actos. El padre Murphy murió aproximadamente cuatro meses después, sin ulteriores incidentes. Durante su mandato como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el papa Juan Pablo II le encomendó en 1986 la redacción de un nuevo Catecismo de la Iglesia católica, el cual fue terminado y publicado luego de seis años de trabajo en 1992, con la Constitución Apostólica Fidei Depositum. El año 1986 confié a una Comisión de doce cardenales y obispos, presidida por el cardenal Joseph Ratzinger, el encargo de preparar un proyecto del catecismo solicitado por los padres del Sínodo. Un Comité de siete obispos diocesanos, expertos en teología y catequesis, colaboró con la Comisión en ese trabajo. Elección al papado: Antecedentes: El 2 de enero de 2005, la revista Time publicó que fuentes vaticanas decían que Ratzinger era el favorito para suceder a Juan Pablo II en el caso de que falleciera. A la muerte de Juan Pablo II, el Financial Times dio la preferencia a Ratzinger para convertirse en papa en la primera posición, pero cercano a sus «rivales» en el ala «liberal» de la Iglesia. Aunque Ratzinger era considerado favorito por la mayoría de los medios de comunicación internacionales, otros mantenían que su elección estaría lejos de la realidad porque muy pocas predicciones papales en la historia moderna se habían vuelto realidad. Las elecciones de sus predecesores Juan Pablo I y Juan Pablo II habían sido sorpresivas. Elección: El 19 de abril de 2005, el cardenal Ratzinger fue elegido como sucesor de Juan Pablo II en el segundo día del cónclave, después de cuatro rondas de votaciones. Coincidió con la fiesta de San León IX, el más importante papa alemán de la Edad Media, conocido por instituir el mayor número de reformas durante un pontificado. Ratzinger esperaba retirarse pacíficamente y había dicho que «hasta cierto punto, le dije a Dios: “por favor, no me hagas esto”… Evidentemente, esta vez Él no me escuchó.» Antes de su primera aparición en el balcón de la basílica de San Pedro después de ser electo, fue anunciado por el cardenal chileno Jorge Medina Estévez, diácono de S. Saba y protodiácono del Colegio cardenalicio. El cardenal Medina primero se dirigió a la multitud con: «Queridísimos hermanos y hermanas» en italiano, español, francés, alemán e inglés, antes de continuar con el tradicional Habemus Papam en latín.16 En la solemne inauguración de su pontificado, que reemplaza la ya extinta coronación (el último papa coronado fue Pablo VI), el cardenal Medina fue el encargado de imponerle el palio, mientras que Angelo Sodano, cardenal obispo de Albano y del título in commendam de S. Maria Nuova, secretario de Estado, le colocó el Anillo del Pescador. En el balcón, las primeras palabras de Benedicto XVI a la multitud, dadas en italiano antes de que impartiera la tradicional bendición Urbi et Orbi en latín, fueron: Queridos hermanos y hermanas: después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones. En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su santísima Madre, estará a nuestro lado. ¡Gracias! Después dio la bendición.


El pontificado: El 19 de abril de 2005 fue elegido sucesor de Juan Pablo II después de dos días de cónclave y dos fumatas negras. El cardenal Ratzinger había repetido sucesivas veces que le gustaría retirarse a una aldea bávara y dedicarse a escribir libros pero, más recientemente, había reconocido a sus amigos estar listo para «cualquier función que Dios le atribuyera». Su elección generó de inmediato algunas críticas, centradas en su supuesto perfil neoconservador; se lo acusó de desear restituir la organización y doctrina de la Iglesia a la que tenía antes del Concilio Vaticano II. Algunos analistas preveían que con él la Iglesia endurecería sus posturas en lo referente a la prohibición del aborto, la homosexualidad, la eutanasia o el uso de métodos anticonceptivos.[cita requerida] Sus partidarios aducen que durante su prefectura sólo uno de los procesos abiertos acabó en excomunión: el del arzobispo ultraconservador Monseñor Marcel Lefebvre; también se recordaba su asistencia al Concilio Vaticano II y que había sido de los más progresistas y propuesto reformas novedosas. En el año 2006 fue publicada en castellano una obra suya, escrita cuando todavía no era papa, con el título Fe, verdad, tolerancia, en la cual hablaba, entre otras cosas, del pluralismo religioso y el diálogo. En agosto de 2005, participó en la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, cosechando grandes muestras de afecto por parte de la juventud, siendo este el primer evento de este tipo desde la muerte de Juan Pablo II. En octubre del mismo año, participó en el Sínodo de Obispos, agregando una sección de intervenciones libres, cuya difusión pública tuvo que restringir debido a unas declaraciones de su sucesor en la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre el voto a los políticos católicos que estaban a favor del aborto. Según datos de la Prefectura Apostólica, en el año 2007 unas 2.830.100 personas participaron en encuentros públicos con el pontífice en la Ciudad del Vaticano o en Castel Gandolfo (es decir, no se incluyen los viajes). Escritos: Encíclicas: -Deus caritas est. (El 25 de enero de 2006). -Spe Salvi. (El 30 de noviembre de 2007). -Caritas in Veritate. (El 29 de junio de 2009 y presentada el 7 de julio). Exhortaciones apostólicas: -Sacramentum Caritatis (En marzo de 2007). -Verbum Domini. (En noviembre de 2010). -Africae munus. (El 19 de noviembre de 2011). -Ecclesia in Medio Oriente. (El 14 de septiembre de 2012). -Motus proprios. (Del 31 de mayo de 2005 al 22 de febrero de 2013). Otras publicaciones: Entre los años 2007 y 2012 publicó tres libros sobre la vida de Jesús, a partir de los datos fundamentales ofrecidos en los Evangelios y en otros escritos del Nuevo Testamento. En abril de 2007 publicó la primera parte su libro Jesús de Nazaret en la que reflexiona sobre la figura de Jesucristo en calidad de teólogo. Ha sido un éxito internacional de ventas. En él sale al paso de ideas recientes que reducen la figura del Jesús histórico a un mero moralista rebelde o liberal, a un profeta escatológico o un revolucionario político. Sin rechazar frontalmente estas visiones, Ratzinger hace hincapié en que el factor de inteligibilidad clave es la unión de Jesús con el Padre. Esta vivencia de intimidad con Dios le otorga autoridad para presentarse como un nuevo Moisés que renueva la Ley judía (Torá) para darle pleno cumplimiento en la predicación de las bienaventuranzas (la pobreza, la mansedumbre, la pureza de corazón...) y el amor a los enemigos. Su experiencia de Hijo lo lleva a la obediencia de un amor entregado hasta la muerte. Jesús era el Rey esperado por Israel, pero un rey que rechaza la tentación demoníaca del poder y se presenta en la humildad de su origen, su cercanía a los pecadores y su servicio a todos. Existe una plena correspondencia entre el Jesús histórico que anunció e hizo presente el Reinado de Dios y el Cristo de la fe de las primeras comunidades de creyentes. Los evangelios, por lo tanto, sin ser reportajes exactos de lo acontecido, nos revelan la verdadera Persona de Jesús y su significación auténtica como Hijo de Dios. Apartando esta expresión de sus antecedentes mitológicos y políticos, la condición de Hijo permite asomarnos al interior de Jesús que nos da a conocer a Dios como Abba (Padre, en arameo). En ello radica la originalidad de Jesús y su novedad. El año 2011 publicó la segunda parte, con el título Jesús de Nazaret: Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección. La tercera parte apareció en el año 2012, y tiene por título La infancia de Jesús.


Consistorios para la creación de nuevos cardenales: A lo largo de sus casi ocho años de pontificado (2005-2013) creó un total de 90 cardenales en 5 consistorios. Beatificaciones y canonizaciones: Benedicto XVI decidió que, tal como se hacía antes, las beatificaciones (con alguna excepción, como la de Juan Pablo II), las presidiera el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cargo que actualmente desempeña Angelo Amato S.D.B. En algunos casos, ha delegado en otros cardenales. En cualquier caso, el rito de beatificación se celebra -salvo excepciones- en la iglesia local más directamente vinculada con el nuevo beato. Entre las beatificaciones durante el Pontificado de Benedicto XVI destacan Mariana Cope de Molokai (1838-1918); el cardenal Clemens August Graf von Galen, obispo de Münster (1933-1946); Josep Tàpies y seis compañeros sacerdotes de la diócesis de Urgel, que murieron mártires en 1936; Carlos de Foucauld; José Anacleto González Flores y ocho compañeros mártires en México en 1927; el teólogo italiano Antonio Rosmini; Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla y de Osma (1600-1659). El 28 de octubre de 2007 el pontífice aprobó la mayor beatificación «masiva» de la historia de la Iglesia, 495 mártires españoles; la celebración —como es habitual— no la presidió él, pero tuvo una audiencia privada con los peregrinos y obispos españoles. El 1 de mayo de 2011, el papa beatificó a su antecesor Juan Pablo II en una multitudinaria ceremonia en la plaza de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano. Esta fue la primera vez que un papa beatifica a su antecesor desde la Edad Media. Durante el pontificado de Benedicto XVI se oficiaron 45 canonizaciones. Diálogo con confesiones cristianas: El 19 de marzo de 2006, el gobernador de Massachusetts, Mitt Romney, recibió una invitación especial: asistir a la elevación a cardenal del título de S. Maria della Vittoria del arzobispo de Boston, Sean Patrick O'Malley O.F.M.Cap., en la Ciudad del Vaticano. «Esto es extraordinario y particularmente para alguien de mi fe —dijo Romney, mormón, antes de que él hablara en un desayuno del día de San Patricio en New Hampshire—. No sé si ha habido antes un individuo mormón que haya ido al Vaticano para asistir a una misa oficiada por el papa, así que es un honor personal». En el año 2011 el papa se reunió con una delegación de la iglesia luterana alemana que le propuso participar en la conmemoración de los 500 años de la Reforma. En esta ocasión el papa aceptó la invitación, como gesto ecuménico, resaltando aquellos elementos que son comunes a ambas profesiones de fe, en particular la creencia en la Santísima Trinidad. Diálogo con religiones no cristianas: En 2000, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó un documento titulado Dominus Iesus, que reafirmaba la histórica doctrina y misión de la Iglesia de proclamar el Evangelio. Esto sorprendió a los que erróneamente pensaron que la Iglesia anteriormente había repudiado este papel único en el mundo. Este documento apuntaba el peligro para la Iglesia de teorías relativistas que justifican el pluralismo religioso negando que Dios se haya revelado a la humanidad. El Congreso Judío Mundial celebró su elección al pontificado, haciendo notar «su gran sensibilidad a la historia judía y al Holocausto». En una entrevista en 2004 para el diario Le Figaro, Ratzinger había dicho que Turquía, un país musulmán por herencia y población pero secular por su constitución, debería mirar en un futuro hacia una asociación de países islámicos más que a la Unión Europea, que tenía raíces cristianas. Dijo que Turquía siempre ha estado «en contraste permanente con Europa», y que ligarla a Europa sería un error.


Sus defensores argumentan que es de esperarse que un líder de la Iglesia católica se pronuncie en favor de la superioridad del Catolicismo sobre otras religiones. También mantienen que las notas de Dominus Iesus no son indicativo de intolerancia ni de falta de voluntad para establecer un diálogo con otras religiones. Ellos dicen que Ratzinger fue muy activo en promover el diálogo interreligioso. Al defender el Dominus Iesus, Ratzinger estableció que cree que el diálogo inter-religioso debe tomar lugar basado en la igualdad de la dignidad humana, pero que la igualdad de la dignidad humana no debe implicar qué lado sea el correcto. El presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso dijo el 26 de marzo: «El papa Benedicto XVI, al igual que su predecesor Juan Pablo II, nunca cesó de decir y demostrar su oposición a la intervención armada en Irak». Él dijo que la Iglesia no es «Occidente», es «católica». El papa condenó fuertemente las caricaturas de Mahoma, primero publicadas por un diario danés y luego en otras publicaciones europeas. «En el contexto internacional en el que vivimos en el presente, la Iglesia Católica continúa convencida de que, para mantener la paz y el entendimiento entre personas y hombres, es necesario y urgente que las religiones y sus símbolos sean respetados», dijo. Agregó que esto implica que «los creyentes no sean objeto de provocaciones que afecten sus vidas y sentimientos religiosos». Destacó que «para los creyentes, así como la gente de buena voluntad, el único factor que puede llevar a la paz y fraternidad es el respeto hacia las convicciones y prácticas religiosas de otros». El 16 de abril de 2006, en su primer mensaje de Pascua, hizo un llamado por una solución pacífica en el conflicto nuclear con Irán. Dijo: «Acerca de las crisis internacionales ligadas al poder nuclear, que haya una solución honorable que lleve a una negociación seria y honesta». También hizo un llamado para el establecimiento de un estado palestino. Dijo: «Que la comunidad internacional, que reafirma el derecho de Israel a existir en paz, asista al pueblo palestino para salir de las precarias condiciones en las que vive y para construir su futuro, para la constitución de un estado que sea verdaderamente suyo». Su visión de la guerra en Irak es que «no tiene justificación moral». Como cardenal, fue crítico de la decisión del presidente George W. Bush de enviar un ejército al corazón del Islam. Dijo que «el concepto de guerra preventiva no aparece en el Catecismo de la Iglesia Católica». Como se detalla más abajo, el 12 de septiembre de 2006 se vio envuelto en una controversia al citar al emperador bizantino Manuel II Paleólogo con la frase: «Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba». El asunto provocó disturbios y protestas airadas y violentas de musulmanes en numerosos países, que el papa trató de aplacar explicando que había habido una «malinterpretación» de las palabras; posteriormente el asunto perdió importancia sin ocasionar más incidentes. Viajes: En Italia: -Bari (29 de mayo de 2005): en su primer viaje oficial como sumo pontífice, el papa visitó el puerto italiano de Bari el día del Corpus Christi para clausurar el Congreso Eucarístico Nacional italiano y hacer un encuentro de reconciliación con la Iglesia Ortodoxa Oriental. Dicho encuentro se realizó en una ciudad relacionada a la Iglesia Ortodoxa: Bari, ubicada en la costa Adriática italiana, la cual es considerada un «puente» entre Este y Oeste y es hogar de las reliquias de San Nicolás de Myra, un santo del siglo cuarto y el prototipo de Santa Claus, quien además es uno de los santos más populares en las Iglesias Católica y Ortodoxa. El papa se refirió a Bari como una «tierra de encuentro y diálogo» con la Iglesia Ortodoxa en su homilía en la misa. Fue el primer viaje fuera de Roma desde que fue electo papa. -Santuario de Manoppello junto a Pescara el 1 de septiembre de 2006. -Verona el 19 de octubre de 2006 (con ocasión del IV Congreso Eclesial Nacional de la Iglesia italiana). -Vigevano y Pavía el 21 y 22 de abril de 2007. -Asís el 17 de junio de 2007 (con ocasión del VIII Centenario de la Conversión de san Francisco).


-Santuario de Loreto los días 1 y 2 de septiembre de 2007, con ocasión del Ágora de los jóvenes italianos. -Velletri el 23-09- 2007. -Nápoles el 21-10-2007. -Savona y Génova, 17-18 de mayo de 2008. -Santa Maria di Leuca y Brindisi, 14-15 de junio de 2008. -Cerdeña, 17 de septiembre, para concluir en Cagliari las celebraciones del primer centenario de la proclamación de la Virgen de Bonaria como patrona de la isla. -Visita pastoral al Santuario de Nuestra Señora del Santo Rosario de Pompeya, 19 de octubre de 2008. -Turín, con motivo de la Ostensión de la Sábana Santa]. -Sulmona. -Carpineto Romano. -Palermo. -Aquilea y Venecia. -Diócesis de San Marino-Montefeltro. -Ancona. -Lamezia Terme y Serra San Bruno. -Asís, 27 de octubre de 2011.- "Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz" -Arezzo, La Verna y Sansepolcro. -Archidiócesis de Milán, con ocasión del VII Encuentro Mundial de las Familias. -Loreto, 4 de octubre de 2012, en ocasión de la inauguración del «Año de la Fe», y en conmemoración del viaje apostólico realizado por Juan XXIII poco antes de la inauguración del Concilio Vaticano II. Fuera de Italia: -Alemania (18 de agosto a 21 de agosto de 2005): el papa llegó a Alemania el 18 de agosto para participar en la XX Jornada mundial de la juventud en Colonia. Se entrevistó con el presidente Horst Köhler, el canciller Gerhard Schröder, la líder de la oposición Angela Merkel y otras personalidades, visitó la famosa Catedral de Colonia, donde están las reliquias de los Santos Reyes Magos. El papa visitó la sinagoga de la comunidad judía en Colonia, que es la comunidad judía más antigua en el norte de los Alpes. Benedicto y su inmediato predecesor Juan Pablo II son los únicos dos papas desde San Pedro que han visitado una sinagoga. También habló con representantes de las comunidades islámica y protestante de Colonia. El 21, celebró una misa con un millón de jóvenes presentes. -Polonia (25 de mayo a 28 de mayo de 2006): el papa empezó su visita justo después de las 11:00, del 25 de mayo, aterrizando en el Aeropuerto Militar de Okeçie en Varsovia. Durante su visita, casi siempre habló en polaco, confirmando los reportes que a sus 78 años de edad había tomado cursos intensivos en dicho lenguaje. Después de una ceremonia de bienvenida, Benedicto fue llevado en el papamóvil a la Catedral de Varsovia, donde lo esperaban unos doscientos clérigos. Llevó a cabo una visita oficial al Palacio Presidencial y después durante el día llevó a cabo una entrevista con líderes de varias religiones. El papa celebró una misa al aire libre en la plaza de Pilsudski en Varsovia el 26 de mayo, visitó el santuario mariano de Jasna Góra en Czestochowa y arribó a Cracovia. En 27 de mayo el pontífice fue a Wadowice, lugar de nacimiento de su predecesor, al santuario de Kalwaria Zebrzydowska, la Basílica de la Divina Misericordia y la Catedral de Wawel. En su último día de visita (27 de mayo), Benedicto XVI celebró una misa en el parque de Blonia en Cracovia para unos 900 000 peregrinos, y después rezó en el campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau. -España: (por primera vez) a petición del rey Juan Carlos y de los obispos católicos, el papa visitó España, específicamente Valencia, en ocasión del Encuentro Mundial de las Familias, que se llevó a cabo del 8 de julio al 9 de julio de 2006. Asimismo, se reunió con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero para tratar de suavizar las tensas relaciones de la Iglesia con el gobierno socialista a raíz de la aprobación de leyes como el matrimonio homosexual, que han llevado a serios desencuentros. -Alemania: del 9 al 14 de septiembre de 2006, volvió a viajar a Alemania, concretamente a Baviera, con visitas a Múnich, Ratisbona y Altötting, así como su lugar natal, Marktl am Inn. Se detuvo también en la tumba de sus padres y de su hermana. Durante un discurso académico en la Universidad de Ratisbona (Discurso de Ratisbona), donde había sido profesor, incluyó una cita sobre el Islam52 que desencadenó enérgicas protestas en países de mayoría musulmana. El sumo pontífice ha insistido en la mala interpretación de su comentario y ha manifestado su respeto a todos los seguidores del Islam. -Turquía: tras las polémicas declaraciones en su discurso de Ratisbona, rodeado de escoltas, Benedicto XVI visitó Turquía entre el 28 de noviembre y el 1 de diciembre de 2006. Llegó el 28 de noviembre al aeropuerto de Ankara,


donde se encontró con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, antes de que éste viajara a Riga, capital de Letonia, para una cumbre de la OTAN. Más tarde el papa visitó el mausoleo de Mustafa Kemal Atatürk, fundador de la república turca, y mantuvo una entrevista con el presidente de Turquía Ahmet Necdet Sezer. También se entrevistó con Alí Bardakoglu, ministro de asuntos religiosos, y alta autoridad islámica en Turquía, y el último acto del día fue una recepción al Cuerpo Diplomático en Ankara, que tuvo lugar en la Nunciatura Apostólica. El 29 de noviembre el papa viajó a Éfeso, donde celebró una misa el la Casa de la Virgen María y por la tarde se trasladó a Estambul, donde tuvo un encuentro con el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Griega, Bartolomé I, rezando juntos en la iglesia patriarcal de San Jorge. El 30 de noviembre el papa asistió en esa misma iglesia a la celebración ortodoxa del día de San Andrés, patrono de la Iglesia Ortodoxa Griega. El papa y el patriarca firmaron una declaración conjunta, con un mensaje sobre la unidad de las dos Iglesias. El mismo día el papa visitó Santa Sofía, la que fue iglesia principal del patriarcado griego cuando la ciudad se llamaba Constantinopla, antes de la conquista turca en 1453. Hoy en día es un museo, después de haber sido mezquita durante el Imperio Otomano. A esta visita siguió la de la cercana Mezquita Azul (mezquita del Sultán Ahmet) donde rezó junto al Gran Muftí de Estambul. En otras tantas reuniones se entrevistó después con los líderes de otras tres comunidades religiosas en Estambul, el Patriarca Mesrob III Mutafyan del Patriarcado Armenio de Constantinopla, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Siria, y el Gran Rabino de la comunidad judía sefardí. El día 1 de diciembre el papa celebró una misa en la iglesia del Espíritu Santo, catedral católica de Estambul. Antes de la misa hubo una ceremonia donde liberó cuatro palomas blancas, símbolo de la paz, e inauguró un monumento al papa Benedicto XV. Después se dirigió al aeropuerto de Estambul para regresar a Roma. «Una parte de mi corazón se queda en Estambul», dijo el papa en su despedida. -Brasil: el 9 de mayo de 2007 el papa Benedicto XVI inició una visita pastoral de cinco días, la primera a América Latina, con motivo de la celebración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en el santuario mariano de Aparecida, a 169 km de São Paulo. El día 11 de mayo de 2007, ante poco más de un millón de católicos Benedicto XVI canonizó al religioso Antonio de Santa Ana, mejor conocido como Fray Galvão, que se convertía así en el primer santo nacido en Brasil. La ceremonia fue oficiada en portugués, idioma que el sumo pontífice utilizó desde el primer momento en que pisó tierra brasileña. El domingo, en su último día de visita a Brasil, el papa presidió la Santa Misa que inauguró la V Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe, y predicó la homilíadonde lanzó un llamado a la jerarquía católica del mundo, para alejar a la iglesia de la política. El papa refirió a Latinoamérica como el continente de la esperanza, y señalo que la fe, no es una ideología política, ni un movimiento social, ni un sistema económico. Así mismo el máximo líder de la Iglesia católica expresó su preocupación por los autoritarismos que han resurgido en Latinoamérica y pronunció un fuerte discurso en los que condeno la corrupción de los políticos, el egoísmo de los empresarios y la ironía de los medios de comunicación al referirse a la virginidad e incluso los desvíos sexuales dentro de la iglesia. La celebración se realizó frente a un millón y medio de fieles aproximadamente. La visita del obispo de Roma a Latinoamérica se dio en un momento difícil para el catolicismo en el mundo, que enfrentaba situaciones como la despenalización del aborto en la Ciudad de México y el caso mismo de Brasil, donde el gobierno del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva pretendía lo recibió por la mañana en el aeropuerto y por la tarde dirigió un importante discurso sobre la Europa actual. El siguiente, visitó y ofició una Misa en la explanada del Santuario de Mariazell (donde rezó ante la Virgen). El viaje se realizó con ocasión del 850 aniversario de la fundación de este santuario mariano. El último día presidió otra Misa en la Catedral de San Esteban en Viena. Por la tarde visitó la abadía y se reunió con el mundo del voluntariado. -Estados Unidos: del 15 al 21 de abril de 2008 el Santo Padre realizó un viaje apostólico a EE.UU. En este viaje celebró su 81 cumpleaños y el tercer aniversario de su elección en 2005. Los días 15, 16 y 17 el papa estuvo en Washington, el día 18 en la sede de la Organización de las Naciones Unidas y los días 18, 19, 20 y 21 en New York. -Australia: del 17 y el 20 de julio de 2008. Fue su única visita a ese país. Se desarrolló con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud.


-Francia: el papa visitó Lourdes con ocasión del 150.º aniversario de las apariciones de la Santísima Virgen a Bernadette Soubirous, del 12 al 15 de septiembre de 2008. El viaje incluyó también una breve estancia en París. -África: visita de Benedicto XVI a Camerún y Angola entre el 17 y el 23 de marzo de 2009 -Malta. -Portugal. –Chipre. -Gran Bretaña: visita de Benedicto XVI al Reino Unido. -España (por segunda vez): visita a las ciudades de Santiago de Compostela y de Barcelona, los días 6 y 7 de noviembre de 2010. -Croacia: 4-5 de abril de 2011, con motivo de la jornada nacional de las familias católicas en ese país. -España (por tercera vez): en agosto de 2011, vuelve a España para el evento religioso de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. -Benín, del 18 al 20 de noviembre de 2011, con motivo de la entrega de la exhortación apostólica post-sinodal Africae munus, dedicada al continente africano. -México, el 23 de marzo de 2012. Visitó las ciudades de León (Guanajuato), Silao y Guanajuato (Guanajuato). -Cuba: el 26 de marzo de 2012, se efectúo el segundo viaje de un papa a la isla de Cuba, aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Santiago de Cuba a las 16:00 proveniente del Aeropuerto Intenacional de Guanajuato. Se eligió esta ciudad para cumplir con la visita al Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre y fue recibido por el presidente Raúl Castro. -Líbano, del 14 al 16 de septiembre de 2012, para entregar la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Medio Oriente. Renuncia: El 11 de febrero de 2013 el papa Benedicto anunció por sorpresa su renuncia al cargo, alegando «falta de fuerzas». El anuncio lo realizó en latín durante el consistorio de canonización de los mártires de Otranto. Según sus palabras: He llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad, no se adecuan por más tiempo al ejercicio del ministerio petrino. Con total libertad declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma y sucesor de Pedro. La renuncia del papa Benedicto debe considerarse excepcional, dado que fue la primera desde la Edad Media, concretamente el año 1415 —con Gregorio XII, obligado a renunciar en el Concilio de Constanza para dar fin al Cisma de Occidente—, y la primera por voluntad propia desde 1294 (con Celestino V, que renunció para hacerse ermitaño). En el momento de anunciar su renuncia, el papa Benedicto XVI tenía 85 años, y llevaba casi ocho de pontificado. Dicha renuncia se hizo efectiva el 28 de febrero a las 20:00 horas, hora de Italia, a partir de la cual la sede papal quedó vacante, dando comienzo al proceso de celebración de un cónclave que eligió a un nuevo papa, Francisco. Benedicto XVI abandonó la Ciudad del Vaticano en helicóptero aproximadamente a las 17:00 horas. Mientras sobrevolaba Roma, las campanas de todas las iglesias y basílicas de la ciudad tañían a la vez. Llegado a Castel Gandolfo, su nueva residencia en los dos primeros meses tras su renuncia, compareció en el balcón del Palacio Apostólico, donde dirigió sus últimas palabras como papa a la gente congregada en la plaza: Gracias de corazón. Gracias por vuestra amistad y vuestro afecto (...). No soy más el Sumo Pontífice de la Iglesia. A partir de las 20:00 horas, seré simplemente un peregrino que continúa su peregrinaje sobre la Tierra y afronta la etapa final. (...) Gracias y buenas noches. Seguidamente, dio la bendición y se retiró. A las 20:00 horas, la Guardia Suiza que custodiaba el portón del palacio fue relevada, a la vez que se cerraban los postigos, simbolizando de este modo el fin del pontificado. Durante el tiempo de sede vacante y hasta el 2 de mayo de 2013, Benedicto XVI residió en Castel Gandolfo; luego, ese mismo 2 de mayo, se trasladó al Monasterio Mater Ecclesiae, que se encuentra dentro de los muros del Vaticano. Allí vive dedicado a la oración y a sus aficiones junto con su secretario privado Georg Ganswein, cuatro laicas consagradas de la comunidad «Memores Domini» (que le ayudan con las labores domésticas) y un diácono belga. Se dejó disponible una habitación para su hermano, Georg Ratzinger, cuando le visite. De este modo Benedicto vive cerca de su sucesor, el papa Francisco, en la propia Ciudad del Vaticano, siendo esto un acontecimiento único e histórico dentro de la Iglesia Católica. El hasta entonces papa mantiene su nombre, Benedicto XVI, y desde su renuncia ostenta el título de papa emérito o pontífice emérito, así como obispo emérito de Roma, con el tratamiento de Su Santidad, según señaló Francesco Coccopalmerio, presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos.


Apariciones públicas tras la renuncia: Desde su renuncia al papado, se le ha visto en cinco ocasiones en 2013, tres de ellas junto a su sucesor, el papa Francisco; y en cinco ocasiones en 2014.

2013: 1. El 23 de marzo en Castel Gandolfo, donde Benedicto XVI pasó dos meses hasta que se habilitó el monasterio vaticano Mater Ecclesiae, donde reside desde el 2 de mayo de 2013. En esa ocasión conversó con el nuevo pontífice hacia quien mostró su total lealtad. 2. El 5 de julio, ya con 86 años, en la inauguración de una estatua de San Miguel Arcángel en los Jardines Vaticanos. El acto fue presidido por Francisco, y Benedicto se limitó a asistir como invitado de honor. Delante de las cámaras, el papa emérito felicitó a Francisco por la inminente JMJ en Río de Janeiro. 3. El 1 de septiembre celebró misa con sus antiguos alumnos de Teología. Esta vez trascendieron solo algunas fotografías. 4. El 13 de octubre recibió en su monasterio de la Ciudad del Vaticano la imagen de la Virgen de Fátima, que había sido trasladada desde Portugal. 5. El 23 de diciembre fue visitado por Francisco en el monasterio Mater Ecclesiae con motivo de las vísperas navideñas, ocasión en que oraron juntos y mantuvieron un coloquio privado. Días después, Benedicto le devolvió la visita.

2014: 1. El 22 de febrero asistió al primer Consistorio público del pontificado de Francisco, en la Basílica de San Pedro. 2. El 27 de abril participó de la ceremonia de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II. 3. El 29 de septiembre concelebró misa con sus antiguos alumnos. 4. El 28 de septiembre en la Misa de los abuelos. 5. El 19 de octubre en la ceremonia de beatificación de Pablo VI.

2015: 1. El 15 de febrero asistió al segundo Consistorio público del pontificado de Francisco, en la Basílica de San Pedro. 2. El 6 de julio recibió un doctorado Honoris Causa de la Pontificia Universidad Juan Pablo II y otro de la Academia de Música de Cracovia, ambos en música sacra por sus aportes a este campo. 3. El 8 de diciembre asistió en la Basílica de San Pedro, por invitación del papa Francisco, a la apertura de la puerta santa para el inicio del año santo.

2016: 1. El 23 de mayo publicó un comunicado en el cual desmentía los rumores acerca del tercer misterio de Fátima, confirmando que este ha sido publicado íntegramente. 2. El 28 de junio con motivo del 65 aniversario de su ordenación sacerdotal, se reunió en público con el papa Francisco y varios cardenales en la Sala Clementina, donde se le rindió un sencillo homenaje a su labor sacerdotal, dedicándole Francisco unas palabras de agradecimiento, siendo correspondidas con un breve discurso por parte del papa emérito. 3. En septiembre, salió a la luz un libro entrevista que escribió en compañía del periodista Peter Seewald, en donde hace un balance de su pontificado y habla de temas como su joven postura frente a la encíclica Humanae vitae, su relación con el teólogo Hans Küng y otros temas de su vida personal. 4. El 19 de noviembre se reunió con el Papa Francisco y los nuevos miembros del colegio cardenalicio creados inmediatamente antes del encuentro en el tercer consistorio celebrado por Francisco. San Malaquías: 111: “Gloria Olivae” (La gloria del olivo). Benedicto XVI (2005). Toma su nombre por San Benito y Sor Benedicta Stein. Los Benedictinos tuvieron una rama llamada los “olivetans”. Benedicto Stein fue una “mártir” hebrea, al pueblo hebreo se le reconoce como el Pueblo del Olivo. Benedicta es una gloria para su pueblo, el olivo.


Otros datos de interés: Nombre pontifical: Origen del nombre de Benedicto XVI: Oficialmente, Joseph Ratzinger ha elegido el nombre pontifical de Benedicto XVI en homenaje a Benedicto XV. El Santo Padre explicó a los peregrinos la razón del nombre que eligió al ser nombrado Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal. Dijo: «He querido llamarme Benedicto XVI para relacionarme idealmente al venerado pontífice Benedicto XV, que ha guiado a la Iglesia en un periodo atormentado por el primer conflicto mundial. Fue valiente y auténtico profeta de paz y actuó con extrema valentía desde el inicio para evitar el drama de la guerra y después al limitar las nefastas consecuencias». Haciendo explícita referencia al tema de la reconciliación manifestó el deseo de «poner mi ministerio al servicio de la reconciliación y de la armonía entre los hombres y los pueblos, profundamente convencido que el gran bien de la paz es sobre todo don de Dios, don frágil y precioso que debe ser invocado, tutelado y construido día tras día con el aporte de todos». Asimismo hizo referencia al Padre del monacato occidental diciendo que «el nombre de Benedicto evoca, además, la extraordinaria figura del gran “Patriarca del monacato occidental”, San Benito de Nursia. La progresiva expansión de la Orden Benedictina fundada por él ha ejercido un influjo enorme en la difusión del cristianismo en todo el Continente. San Benito es por ello muy venerado en Alemania y, en particular, en Baviera, mi tierra de origen. Constituye un fundamental punto de referencia para la unidad de Europa y un fuerte reclamo a las irrenunciables raíces cristianas de su cultura y de su civilización». ¿Benedicto o Benito?: En español se adoptó el término Benedicto y no Benito para nombrar al papa. En francés, sin embargo, se prefirió Benoît XVI y no Bénédicte XVI; en portugués es Bento XVI, y no Benedito XVI; en valenciano es Benedicte XVI, y no Benet XVI; al contrario que en catalán, que se dice Benet XVI. El nombre Benito XVI no es incorrecto, aunque en el mundo hispanohablante la fórmula corriente para este papa y los anteriores del mismo nombre es Benedicto XVI. Se trata de un doblete léxico: a partir del nombre propio en latín Benedictus (participio de benedicere, bendecir) surgen dos palabras en castellano. Una, como voz patrimonial, evoluciona con las modificaciones propias del paso del latín al romance y da Benito. Otra, como cultismo, deriva en Benedicto. ¿Decimosexto o dieciséis?: Según la Real Academia Española, los números ordinales romanos, a partir del diez (X) se pueden leer como cardinales. Por ejemplo, para los ordinales antes del diez (X), tenemos que el papa Juan Pablo II, cuya forma de leer su nombre es «Juan Pablo segundo» y no «Juan Pablo dos»; también tenemos como ejemplo al papa Pío IX, cuya forma de leer su nombre es «Pío nono» o «Pío noveno» y no «Pío nueve». Por otro lado, para los ordinales después del diez (X), tenemos al papa León XIII, cuya forma más común de leer su nombre


es «León trece», y «decimotercero» (que está cayendo en desuso). Por tanto, para Benedicto XVI, la forma común de nombrarlo es «Benedicto dieciséis», y decimosexto cae en el desuso.

Francisco, Papa.

Francisco (en latín, Franciscus PP.), S. J., de nombre secular Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, Argentina; 17 de diciembre de 1936), es el 266.º y actual papa de la Iglesia católica. Como tal, es el jefe de Estado y el octavo soberano de la Ciudad del Vaticano. Tras la renuncia de Benedicto XVI al pontificado, fue elegido el 13 de marzo de 2013 en la quinta votación efectuada durante el segundo día de cónclave. Previamente a entrar en el seminario como novicio de la Compañía de Jesús trabajó una temporada como técnico químico. En 1969 fue ordenado sacerdote y entre los años 1973 y 1979 fue el superior provincial de los jesuitas en Argentina. Entre 1980 y 1986 fue rector del Colegio Máximo y de la Facultad de Filosofía y Teología de San Miguel. Luego de un breve paso por Alemania y por Buenos Aires, se estableció en la provincia argentina de Córdoba durante seis años. Su espiritualidad y carácter llamaron la atención del cardenal Antonio Quarracino, y el 20 de mayo de 1992, Juan Pablo II designó a Bergoglio obispo titular de la diócesis de Oca y uno de los cuatro obispos auxiliares de la arquidiócesis de Buenos Aires. Luego de desempeñarse como vicario general de Quarracino, el 3 de junio de 1997 fue designado arzobispo coadjutor de Buenos Aires con derecho a sucesión, por lo que ocupó el cargo de su mentor en el episcopado tras su muerte, el 28 de febrero de 1998, convirtiéndose también en el gran canciller de la Universidad Católica Argentina. El papa Juan Pablo II creó a Bergoglio cardenal presbítero de San Roberto Belarmino el 21 de febrero de 2001. Tras la muerte de dicho pontífice, el 2 de abril de 2005, fue considerado como uno de los candidatos para ocupar el solio de san Pedro,6 cargo para el que fue elegido finalmente el alemán Joseph Ratzinger, quien adoptó el nombre papal de Benedicto XVI. Bergoglio fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos períodos consecutivos, desde noviembre de 2005 hasta noviembre de 2011. Impedido por los estatutos de asumir un nuevo mandato, durante la 102.ª asamblea plenaria de ese organismo se eligió al arzobispo de la arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz, José María Arancedo, para sucederlo. El 13 de marzo de 2013, el cónclave que se celebró tras la renuncia de Benedicto XVI eligió como papa a Jorge Mario Bergoglio, quien manifestó su voluntad de ser conocido como 'Francisco' en honor al santo de Asís. Bergoglio es el primer papa jesuita y el primero proveniente del hemisferio sur. Es el primer pontífice originario de América y el primero no europeo desde el sirio Gregorio III ―fallecido en 741―. Conocido por su humildad, su adhesión a la opción preferencial por los pobres —principio que abarca a los marginados y sufrientes de distinta extracción— y su compromiso de diálogo con personas de diferentes orígenes y credos, Francisco mostró una variedad de gestos pastorales indicativos de sencillez, entre los que se incluyen su decisión de residir en la Casa de Santa Marta en lugar de la residencia papal en el Palacio Apostólico Vaticano usada por sus antecesores desde 1903. Entre las acciones que hasta la fecha han caracterizado su pontificado destacan sus iniciativas de reforma de la Curia romana en campos tan diversos como la economía y las finanzas, la administración, los tribunales eclesiásticos y el derecho canónico, las comunicaciones sociales, la sanidad, el laicado y la familia.8 Con ello propugnó soluciones en temas complejos que incluyen la transparencia en las finanzas vaticanas, la coherencia entre la misión evangelizadora y la actividad económica, la simplificación de la burocracia, la eficacia de la comunicación, la nulidad matrimonial, la lucha contra la pedofilia y los abusos, y la protección de menores y migrantes.8 Al poco tiempo de su elección, en 2013 la revista Time lo consideró una de las cien personas más influyentes, incluyéndolo en el grupo de los «líderes»,9 y meses más tarde lo nombró «persona del año» 2013. Su fotografía fue portada de la revista Rolling Stone internacional en dicho año.


Vida antes del papado: Primeros años: Jorge Mario Bergoglio nació en el seno de una familia católica el 17 de diciembre de 1936, en el barrio porteño de Flores, siendo el mayor de los cinco hijos del matrimonio formado por Mario José Bergoglio (1908-1959) (contador, empleado en el ferrocarril), nacido en Portacomaro, provincia de Asti, que tuvo que emigrar de Italia debido al avance del fascismo; y Regina María Sívori (1911-1981), ama de casa, nacida en Buenos Aires, hija también de inmigrantes procedentes del Piamonte y Génova.14 15 María Elena Bergoglio es la única de sus hermanos todavía con vida. Durante su infancia, Jorge Bergoglio creció en un hogar arraigado a los orígenes italianos y católicos de su familia.16 Sus padres lo bautizaron el día de Navidad de 1936 en la Basílica María Auxiliadora y San Carlos del barrio de Almagro en Buenos Aires.17 Durante su infancia estudió en el colegio salesiano Wilfrid Barón de los Santos Ángeles de la localidad de Ramos Mejía. Tuvo una estrecha relación con sus abuelos, especialmente con su abuela Rosa Vasallo. El propio papa Francisco ha comentado que ha sido «la mujer que mayor influencia» ha tenido en su vida. La periodista Lucía Capuzzi, basándose en documentos y actas oficiales, y habiendo entrevistado personalmente a varias personas que la conocieron y que convivieron con ella en el Piamonte y la Liguria, ha redactado una biografía de la «abuela del Papa» llamada Rosa de los dos mundos, la historia de la abuela del Papa Francisco. Posteriormente estudió en la escuela secundaria industrial (E.T.N. n.º 27) Hipólito Yrigoyen, en la que se graduó como técnico químico, tras lo cual estuvo trabajando en el laboratorio Hickethier-Bachmann, realizando análisis bromatológicos destinados a controlar la higiene de productos alimenticios. Ya en esa época sentía una fuerte vocación religiosa. En su juventud, una enfermedad hizo que fuese sometido a una operación quirúrgica en la que le fue extirpada una porción de pulmón. A pesar de ello, según los médicos, el tejido que le falta a su pulmón no tiene impacto significativo en su salud. La única preocupación sería una disminución en la reserva de la respiración si llegara a padecer una infección respiratoria. Sacerdote jesuita: Con 21 años, en 1957 decidió convertirse en sacerdote. Ingresó en el seminario del barrio Villa Devoto y entró en el noviciado de la Compañía de Jesús. Después de dos años de noviciado, culminó sus estudios en el juniorado Jesuita de Santiago de Chile, ubicado en la casa de retiro de San Alberto Hurtado, donde ingresó al curso de Ciencias Clásicas y profundizó sus estudios de historia, literatura, latín y griego. De 1964 a 1966 fue profesor de Literatura y Psicología en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe y en el Colegio del Salvador de Buenos Aires. En 1966 Jorge Bergoglio y varios jesuitas de la Universidad del Salvador eran directores espirituales de los jóvenes integrantes católicos que ingresaron a la agrupación juvenil peronista Guardia de Hierro después de la Noche de los Bastones Largos. Guardia de Hierro era una organización surgida durante la Resistencia peronista con actividad política en varios frentes, que se disolvió formalmente en 1974. Entre 1967 y 1970 cursó estudios de teología en la Facultad de Teología del Colegio Máximo de San José, en San Miguel. Allí recibió las enseñanzas del teólogo jesuita Juan Carlos Scannone, fundador de la Filosofía de la liberación y de la Teología del pueblo (corriente autónoma argentina de la Teología de la liberación), que influirán profundamente en su pensamiento. Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, a los casi 33 años de edad. Entre 1970 y 1971 realizó en la ciudad española de Alcalá de Henares la tercera probación de su noviciado, la última prueba necesaria para ingresar definitivamente en la Compañía de Jesús.29 30 En los años 1972 y 1973, fue maestro de novicios en la residencia Villa San Ignacio, de Villa de Mayo.


El 31 de julio de 1973 fue nombrado provincial de los jesuitas argentinos, cargo que ocupó hasta 1979.25 31 Veinte días antes de su nombramiento como provincial, el general de los jesuitas, Pedro Arrupe, le encargó transferir la administración de la Universidad del Salvador de la Compañía de Jesús a una agrupación de laicos, lo cual hizo confiando en personas que conocía en la agrupación Guardia de Hierro. Por ello, en 1974 designó rector a Francisco José Piñón, quien ejerció el cargo hasta 1980, y en los demás cargos a exintegrantes de Guardia de Hierro. En 1976 comienza una nueva dictadura militar en la Argentina en el marco de la cual varios sacerdotes fueron víctimas de secuestros, torturas y muerte, especialmente los vinculados al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. En este escenario, Francisco, como provincial de los jesuitas, tuvo diálogo con sacerdotes en peligro de secuestro y con otros religiosos que habían sido liberados. Desde 1980 hasta 1986, fue rector del Colegio Máximo de San Miguel y de las Facultades de Filosofía y Teología de esa casa de estudios, así como primer párroco de la Parroquia del Patriarca San José, ubicada en el humilde barrio San José de la localidad bonaerense de San Miguel. Entre 1990 y 1992 Bergoglio fue destinado por la Compañía de Jesús a la ciudad de Córdoba, viviendo en la Residencia Mayor que la orden posee en el centro de esa ciudad. La transferencia de Bergoglio para que obre de sacerdote en Córdoba ha sido considerado como una especie de castigo por los estudiosos de su vida y él mismo ha definido ese momento como de «purificación interior» y «como una noche, con alguna oscuridad interior». Obispo y cardenal: Luego de una gran actividad como sacerdote y profesor de teología, fue consagrado obispo titular de Oca (Auca, en latín) el 20 de mayo de 1992, para ejercer como uno de los obispos auxiliares de Buenos Aires. Cuando la salud de su predecesor en la Arquidiócesis de Buenos Aires, el arzobispo Antonio Quarracino empezó a debilitarse, Francisco fue designado arzobispo coadjutor de la misma el 3 de junio de 1997. Al fallecer Quarracino lo sucedió en el cargo de arzobispo de Buenos Aires el 28 de febrero de 1998, cargo que lleva añadido el título de primado de la Argentina, y el de gran canciller de la Universidad Católica Argentina. El 6 de noviembre de 1998 fue nombrado también ordinario para los fieles orientales desprovistos de un ordinario de su propio rito en Argentina. Durante el consistorio del 21 de febrero de 2001, san Juan Pablo II lo creó cardenal con el titulus de San Roberto Belarmino. El mismo Bergoglio, una vez investido como papa y en el marco del consistorio del 22 de febrero de 2014 designó como titular del mismo a su sucesor en el arzobispado porteño, el cardenal Mario Aurelio Poli. Como cardenal formó parte de la Comisión para América Latina, la Congregación para el Clero, el Pontificio Consejo para la Familia, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Ordinario de la Secretaría General para el Sínodo de los Obispos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Por ser arzobispo de Buenos Aires también era miembro de la Conferencia Episcopal Argentina, de la que fue presidente en dos períodos consecutivos desde noviembre de 2005 hasta noviembre de 2011, no pudiendo ser reelegido una vez más por no permitirlo el artículo 61 de los estatutos. El 8 de noviembre de 2011 los obispos electores de ese organismo designaron para reemplazarlo al arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, primo hermano del fallecido expresidente argentino Raúl Alfonsín y hasta entonces vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal. Integró también el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). En 2005, el cardenal Bergoglio, ya siendo presidente de la Conferencia Episcopal, autorizó la tramitación de la causa para la beatificación de los seis miembros de la sociedad de vida apostólica de los Padres Palotinos, que fueron asesinados en 1976 en la conocida masacre de San Patricio. Al mismo tiempo, Bergoglio ordenó investigar la masacre en sí, que se le atribuye mayoritariamente al régimen militar argentino. Las polémicas por la legalización de los matrimonios homosexuales y el aborto, entre otros temas, enfrentaron a Jorge Mario Bergoglio, primero con Néstor Kirchner y luego con su esposa, la mandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner, así como con organizaciones políticas, sociales, de derechos humanos, feministas, LGTB y amplios sectores de la población con posturas a favor de esas decisiones. Por estos temas Bergoglio también se enfrentó con la mayoría de los obispos argentinos, cuando sugirió la conveniencia de que la Iglesia católica propiciara la unión civil de las personas homosexuales, postura que fue rechazada.


Como arzobispo y cardenal, Bergoglio fue conocido por su humildad, conservadurismo doctrinal y su compromiso con la justicia social. Optó por promover el diálogo y acercarse a los distintos colectivos sociales, fuesen o no católicos; así como por reforzar la tarea pastoral en las parroquias, aumentando la presencia de sacerdotes en las villas (barrios marginales). Esto hizo que fuese conocido como «el Obispo de los pobres». El sociólogo Fortunato Mallimaci indicó que «tuvo mucha presencia en actos contra la trata de personas, en favor de las víctimas de accidentes de tránsito o de las tragedias de la discoteca Cromañón (2004) y de la estación ferroviaria de Once (2012)». Presidió misas con prostitutas, visitó las cárceles y dio libertad para que actuaran los sectores progresistas de la Iglesia. Un estilo de vida sencillo ha contribuido a la reputación de su humildad: vivía en un apartamento pequeño en vez de la residencia palaciega episcopal, renunció a su limusina y a su chofer en favor del transporte público, y cocinaba su propia comida. Disfrutaba de la ópera, el tango, y el fútbol; es hincha y socio activo simple del Club Atlético San Lorenzo de Almagro. En 2008, la cúpula de la Iglesia argentina tuvo un rol protagónico. En medio del paro agropecuario patronal en Argentina de 2008, se había reunido con las autoridades del agro. Bergoglio le había reclamado a Cristina Kirchner que tuviera un “gesto de grandeza” que permitiera destrabar el tenso conflicto. Es también un apasionado lector de Fiódor Dostoievski y Jorge Luis Borges, además de autores clásicos. Bergoglio, antes de ser elegido papa, presentó su renuncia como arzobispo al cumplir los 75 años, de acuerdo al Derecho canónico. Tenía previsto jubilarse una vez fuese nombrado su sucesor y retirarse a un hogar para los sacerdotes mayores o enfermos, donde ya tenía reservada una habitación; para después llevar una vida de oración y de dirección espiritual, alejada del gobierno eclesiástico. Cónclave de 2005: Al fallecer Juan Pablo II, eran 117 los cardenales menores de 80 años en condiciones de votar para elegir un nuevo papa, entre los cuales se encontraba el entonces cardenal Bergoglio, considerado papable, y de quien se dice que logró obtener 40 votos de los 77 que eran necesarios para ser elegido, es decir, el segundo lugar detrás del cardenal Joseph Ratzinger, quien fue elegido y se convirtió en Benedicto XVI, 265.º papa hasta febrero de 2013. Se ha dicho que Bergoglio competía en número de votos con Ratzinger durante la elección hasta que hizo una súplica emotiva pidiendo a los cardenales que no votaran por él.54 Sin embargo, puesto que existe obligación de secreto absoluto para los asistentes al cónclave (Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis de 22 de febrero de 1996, cap. II, n.º 48) bajo pena de excomunión reservada al sumo pontífice (Código de Derecho Canónico, canon 1399), este dato debe tomarse como mera especulación. Antes, había participado en el funeral de san Juan Pablo II y actuado como regente junto al Colegio Cardenalicio, gobernando la Santa Sede y la Iglesia católica durante el periodo de interregno de la sede vacante.


Elección al papado: Antecedentes inmediatos: Culminada la histórica renuncia papal de Benedicto XVI y cerrada la sede vacante, se dio comienzo el cónclave de 2013 en que se lo consideró a Jorge Bergoglio como un candidato reformista, con edad y capacidad para reformar la curia romana. A pesar de ello, no figuraba entre los papables más sonados. Pero antes de que se hiciese efectiva su renuncia, Benedicto XVI había tenido un gesto hacia Jorge Mario Bergoglio: lo había designado como miembro de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), lo que se interpretó como un mensaje implícito de confianza. Fue el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, quien dio a conocer un documento único con la ponencia de Jorge Mario Bergoglio ante los cardenales inmediatamente antes del cónclave. Este documento incluye cuatro puntos: -En el primer punto expresó: «La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no sólo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria». -En el segundo párrafo caracterizó a la institución como una Iglesia «autorreferencial», centrada en sí misma, una tendencia que enferma a la institución. -En el tercer punto, Bergoglio profundizó este problema. «La Iglesia, cuando es autorreferencial, sin darse cuenta, cree que tiene luz propia... y da lugar a ese mal tan grave que es la mundanidad espiritual». -En el cuarto punto hizo un comentario sobre las características que él consideraba debía tener un papa actual. El pontífice sería, explicó Bergoglio, «un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo... ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales». Elección: A las 19:06 del 13 de marzo de 2013, en la quinta ronda de votaciones del segundo día del cónclave, el cardenal Bergoglio fue elegido sucesor de Benedicto XVI. Es el primer papa de procedencia americana y el primero que no es nativo de Europa, Oriente Medio o el norte de África. También destaca por ser el primer pontífice no europeo desde el año 741, año en el que falleció Gregorio III, que era de origen sirio. Además, es el primer papa perteneciente a la Compañía de Jesús. Tomó el nombre de Francisco ―en ocasiones reproducido incorrectamente como Francisco I y, en su primera aparición pública, elevó una oración por su antecesor, el papa emérito Benedicto XVI. Acto seguido, dijo que comenzaba «un camino», y pidió a los fieles que rezaran «unos por otros para que haya una gran fraternidad». «Espero que este camino de la Iglesia que hoy comenzamos sea fructífero para la evangelización», añadió. Además, pidió una oración en silencio por él para que Dios le ayudara en su labor. Hermanos y hermanas, buenas tardes. Sabéis que el deber del cónclave era dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo; pero aquí estamos. Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su obispo. Gracias. Y ante todo, quisiera rezar por nuestro obispo emérito, Benedicto XVI. Oremos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja. (Padre nuestro. Ave María. Gloria al Padre). Y ahora, comenzamos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad. Deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el cual me ayudará mi cardenal vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan hermosa. Y ahora quisiera dar la bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que el obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la bendición para su obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí... Ahora daré la bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. (Bendición). Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por vuestra acogida. Rezad por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y que descanséis. Tras el nombramiento, cientos de fieles se congregaron ante la catedral metropolitana de Buenos Aires para celebrar la elección y posteriormente se celebró una misa en el templo con ese motivo.63 64 La elección del papa Francisco fue


también uno de los temas más comentados en las redes sociales, acaparando en Twitter más de 130 000 mensajes por minuto; siendo hasta la fecha el segundo evento con más repercusión en la historia de dicha red social, sólo superado por los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2012 en las que Barack Obama se proclamó ganador. Nombre y emblemas: Escudo del papa Francisco. El emblema IHS es el símbolo de los jesuitas y representa a Cristo, la estrella dorada representa a la Virgen María y el ramo de nardos se asocia con san José. Tras obtener la mayoría necesaria en la votación del cónclave, el cardenal Bergoglio escogió el nombre de Francisco como su nombre pontifical en honor a san Francisco de Asís, un santo italiano que en el siglo XIII fundó la Orden Franciscana y que se caracterizó por su entrega a los pobres y su humildad extrema. Algunos periodistas señalaron al respecto que su preferencia por este nombre fue un signo de cómo quiere llevar a cabo su pontificado, y el papa declaró posteriormente a la prensa que le gustaría «una Iglesia pobre y para los pobres» al explicar el porqué de su opción por el nombre de Francisco de Asís: «Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la Creación». El papa explicó distendidamente que después del cónclave le sugirieron algunos nombres, como Adriano, por Adriano VI, un papa reformista; o Clemente, por Clemente XIV, el papa que prohibió a los jesuitas, como una pequeña «venganza». Sin embargo, optó por Francisco por unas palabras que le comentó el cardenal brasileño Claudio Hummes, cuando estaba alcanzando la mayoría para ser elegido: «No te olvides de los pobres». Francisco escogió como lema y escudo papales los mismos que tenía como obispo y cardenal. Su lema, Miserando atque eligendo (‘Lo miró con misericordia y lo eligió’), proviene de una homilía de san Beda el Venerable. El escudo tiene en su parte superior el emblema de la Compañía de Jesús, es decir, el símbolo IHS (que es un monograma de Jesús en griego) en su variante con una cruz, de gules, y los clavos, de sable, sobre unos rayos solares de oro. En la parte inferior se encuentran una estrella, símbolo de la Virgen María, y una flor de nardo, que representa a san José, patrón de la Iglesia Universal, también de oro.74 La diferencia con su escudo de cardenal, además de los cambios en los adornos indicativos de jerarquía tradicionales en la heráldica eclesiástica (la mitra y las dos llaves en vez del capelo) es que la estrella y la flor de nardo pasaron de ser de oro en lugar de argén. Títulos y tratamientos: El tratamiento oficial del papa es «Su Santidad el papa Francisco»; en latín, Franciscus, Episcopus Romae (Francisco, obispo de Roma).[cita requerida] Otro tratamiento frecuentemente usado para los papas es Santo Padre. Su título completo, raramente usado, es: «Su santidad el papa Francisco, obispo de Roma, vicario de Cristo, sucesor del príncipe de los Apóstoles, sumo pontífice de la Iglesia Universal, primado de Italia, arzobispo y metropolitano de la provincia romana, soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, siervo de los siervos de Dios». Cuando se hace referencia a los papas, se acostumbra a traducir el nombre papal en los idiomas locales. Así, es Franciscus en latín, Francesco en italiano, y Francisco en español. Papado: Cronología inicial: Primeros actos: El 14 de marzo de 2013, un día después de ser elegido, celebró su primera misa como pontífice en la Capilla Sixtina. Lo hizo alternando latín e italiano sin la ayuda de escritos, con un tono didáctico y gesticulando abundantemente. Respecto a los asuntos que trató, hizo un llamamiento a proclamar el mensaje de Jesucristo, para evitar ser considerados simplemente como una «ONG compasiva». Además, destacó la necesidad de que la Iglesia se aleje de lo mundano edificándose sobre el Evangelio y la piedra angular de Cristo, y no «como los castillos de arena que hacen los niños que se derrumban fácilmente». En su segundo día de pontificado, el viernes 15 de marzo, recibió en audiencia a todos los cardenales en la Sala Clementina de Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano. Francisco agradeció el apoyo recibido en el cónclave papal, y alabó la labor realizada por su antecesor Benedicto XVI, del que dijo sentir «una gran gratitud y afecto por mi predecesor, quien revigorizó la Iglesia con su fe, sus conocimientos y su humildad». También manifestó que


«todos nosotros vamos a tratar de responder con fe para llevar a Jesucristo a la humanidad y para traer a la humanidad a regresar a Cristo, a la Iglesia». El sábado 16 recibió a los periodistas en audiencia en el Aula Pablo VI, a quienes bendijo y agradeció por el trabajo realizado durante los días del cónclave.72 En dicho acto el papa habló por primera vez desde que fue elegido en idioma español: «Muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica y otros no son creyentes, pero respetando la conciencia de cada uno, os doy mi bendición sabiendo que cada uno de vosotros es hijo de Dios. ¡Qué Dios los bendiga!». Ese mismo día restableció provisionalmente en su cargo a todos los miembros de la Curia Romana cuyos puestos habían quedado suspendidos por la sede vacante, lo cual efectuó donec aliter provideatur (‘hasta que se disponga lo contrario’). El domingo día 17 de marzo presidió el rezo del Ángelus desde el balcón de el apartamento papal del Palacio Apostólico, ante unas 150 000 personas. Durante el rezo, habló de la «misericordia de Dios [...] que nunca castiga» y también mencionó un libro escrito por el teólogo Walter Kasper. Ese día escribió su primer tuit: «Queridos amigos, os doy las gracias de corazón y os ruego que sigáis rezando por mí». Antes del rezo del Ángelus celebró una misa en la capilla de Santa Ana, y a la salida saludó personalmente a todos los presentes. El 18 de marzo Francisco recibió a la primera autoridad extranjera desde que es papa. En concreto, fue visitado por su compatriota, en ese entonces la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner. El encuentro duró cerca de 20 minutos y fue seguido de un almuerzo. En la reunión, la presidenta pidió al papa su intermediación para conseguir dialogar con el Reino Unido respecto Crisis diplomática por la soberanía de las islas Malvinas en los años 2010. También intercambiaron obsequios entre sí. Inauguración del pontificado: La misa de inauguración del pontificado del papa Francisco tuvo lugar el 19 de marzo de 2013, solemnidad de san José. A la ceremonia acudieron delegaciones oficiales provenientes de 132 países del mundo; y líderes de otras confesiones religiosas.85 Entre los representantes de otras denominaciones cristianas que acudieron a dicha ceremonia se encontraba el patriarca de Constantinopla Bartolomé I, un hecho insólito que no ocurría desde el Cisma de Oriente, hace casi mil años. Antes de la misa, el papa se desplazó a bordo de un todoterreno blanco descubierto -en vez del papamóvil blindadoentre la multitud y recorrió durante casi veinte minutos la plaza de San Pedro. Francisco descendió en varias ocasiones del vehículo para besar a niños y saludar a enfermos. Durante la ceremonia le fue colocado el palio y entregado el anillo del Pescador, que no es de oro como era habitual, sino de plata dorada, y en su homilía, Francisco habló del poder que otorgó Cristo a San Pedro: «Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio», afirmó, considerando la figura del papa como alguien que «debe poner sus ojos en el servicio humilde» y «abrir los brazos para custodiar a todo el pueblo de Dios y acoger con ternura y afecto a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños». Como muestra de esta actitud de humildad, Francisco también dejó de usar algunos elementos de la vestimenta de sus antecesores, como los zapatos rojos —hechos por un zapatero a medida en el caso de Benedicto XVI— por unos de color negro, comunes; rechazó también el uso del sobrepelliz y la muceta roja así como el uso de la cruz pectoral de oro con incrustación de piedras preciosas, reservada a los papas. En cambio, optó por una de plata que recibió como regalo al ser electo obispo en Oca, en 1992. Se dirigió también a los gobernantes y a aquellos líderes en materia política, económica o social, a quienes les pidió que fuesen custodios de la creación: de las personas más débiles y del medio ambiente, recordando «que el odio, la envidia y la soberbia ensucian la vida». Unos días antes a la inauguración, Francisco agradeció mediante una carta las oraciones y las muestras de cariño recibidas por los fieles de Argentina, pero les pidió expresamente que no acudiesen a la ceremonia de inicio de su pontificado, sino que en su lugar destinasen el dinero del viaje a Roma para realizar obras de caridad para los más necesitados. La ciudad de Buenos Aires, por su parte, decretó asueto escolar en la capital que permitió a todos los alumnos y trabajadores de la educación pública y privada seguir el inicio del pontificado al considerarlo como uno de los «acontecimientos más importantes que se han producido a lo largo de toda la Historia argentina», más allá de lo religioso. Antes de la misa de inauguración, el papa Francisco realizó una llamada telefónica para agradecer a los miles de fieles que se habían congregado para seguir la ceremonia, y que participaban desde la noche anterior en una vigilia en la catedral. El 23 de marzo el papa Francisco visitó a su predecesor, el papa emérito Benedicto XVI, en Castel Gandolfo, a donde se desplazó en helicóptero. La visita, de tres horas de duración, tuvo carácter privado. El actual y anterior pontífices oraron juntos en una capilla dedicada a la Virgen de Częstochowa y, aunque Benedicto quiso cederle un puesto preeminente, el recién elegido papa le pidió que se sentase con él, alegando que «somos hermanos». Según el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, Francisco regaló a su antecesor un icono de Nuestra Señora de la Humildad, «en honor a la humildad demostrada» por el anterior papa al presentar su renuncia. Posteriormente, tuvieron una reunión privada en la biblioteca de la residencia papal, y comieron juntos antes del regreso de Francisco a la Ciudad del Vaticano. Se trató de un hecho insólito ya que nunca antes en la historia de la Iglesia se habían encontrado un papa y su predecesor emérito.


Desarrollo inicial del pontificado: Algunos de los primeros actos públicos del pontificado de Francisco se desarrollaron en el marco de la Semana Santa de 2013: -El Domingo de Ramos, ante más de 250 000 personas, denunció, entre otras cosas, las guerras, los conflictos económicos, el ansia de dinero y de poder, la corrupción y los crímenes contra la vida humana y contra la Creación. Respecto a la comunidad cristiana, les dijo que con Cristo se podía vencer el mal y les pidió que «no sean personas tristes» y que no dejaran que nadie «les robe la esperanza». -El Jueves Santo lo inició con la llamada Misa Crismal, en la que anunció la beatificación de varios mártires de la Segunda Guerra Mundial, la Europa comunista y la Guerra Civil Española.101 Por la tarde tuvo lugar un acto inusual: el papa realizó la misa en un reformatorio de menores, en vez de en la tradicional Basílica de San Juan de Letrán. Allí lavó, secó y besó los pies a doce reclusos, entre los que había dos mujeres, una de ellas de religión musulmana. -El Viernes Santo realizó una ceremonia en la basílica de San Pedro, en la que rezó tumbado y en silencio ante un crucifijo desnudo. Más tarde participó en el Viacrucis que se desarrolló entre el Coliseo y el Monte Palatino de Roma. Sus reflexiones, escritas por jóvenes libaneses, giraron en torno a las injusticias y la violencia en Oriente Próximo. -El Domingo de Resurrección, el papa lanzó un mensaje de paz para todas las regiones del mundo que se encontraban en situación de conflicto: Malí, Siria, Corea, Israel y Palestina, etc. y dio la tradicional bendición Urbi et Orbi a los miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano. El 6 de abril de 2013 hizo su primer nombramiento dentro de la Curia Romana al encargar al fraile franciscano José Rodríguez Carballo el puesto de secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Un mes después de su elección, el papa Francisco, tomando en consideración una de las sugerencias que se expusieron durante las congregaciones generales que precedieron al cónclave, constituyó un grupo de cardenales que lo asesorarán en las tareas de gobierno de la Iglesia y le ayudarán en la reforma de la constitución apostólica Pastor Bonus sobre la Curia Romana. Dicho grupo está coordinado por Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, y su secretario es Marcello Semeraro, obispo de Albano. El 9 de abril de 2013 se reunió con Ban Ki-Moon, Secretario General de Naciones Unidas. Durante la visita, el papa aprovechó para manifestar el «aprecio por el papel central de la ONU en la preservación de la paz en el mundo, en la promoción del bien común y en la defensa de los derechos fundamentales del hombre». El 2 de mayo de 2013, Francisco recibió en la Ciudad del Vaticano a su predecesor, Benedicto XVI, el cual se había trasladado en helicóptero desde el Castel Gandolfo al Monasterio Mater Ecclesiae, su residencia definitiva. Esta es la primera ocasión en la que un papa y su predecesor conviven dentro del Vaticano. El 10 de mayo, Francisco fue visitado en la Ciudad del Vaticano por el Patriarca de Alejandría, Teodoro II, en un intento de acercamiento recíproco «hacia la unidad plena» del cristianismo. Con el deseo de que esa fecha fuera la primera de una larga serie de encuentros, Teodoro II le propuso que se celebrara cada año una fiesta del amor fraterno entre ambas Iglesias. Se trata de la segunda ocasión en la que un papa católico y otro copto se reúnen desde el Cisma de Oriente (año 1054). Tras los primeros meses de pontificado, las encuestas muestran que el papa Francisco cuenta con un elevado índice de aprobación y ha mejorado la imagen de la Iglesia católica. Algunos periodistas han señalado que una de las claves de la aceptación del nuevo papa es su lenguaje claro y directo, que proporciona titulares casi a diario contra la corrupción, la mundanidad o la ambición. Pocas semanas después de su elección ya había aumentado tanto el número de confesiones como la asistencia de los fieles a misa, lo que se denominó el «efecto Francisco»; y según un estudio, numerosas personas que se habían alejado de la Iglesia católica están acercándose nuevamente a ella. El Consejo de Cardenales y la reforma de la Curia Romana: El Consejo de Cardenales fue creado por el papa Francisco el 13 de abril de 2013 e institucionalizado de forma permanente el día 30 de septiembre de 2013 para satisfacer las necesidades de reforma dentro de la Curia Romana y revisar la Constitución apostólica Pastor Bonus. El principal objetivo del grupo es el del asesoramiento del papa en el gobierno de la Iglesia Universal, el cual lo ejercen tanto a título de Consejo como a título personal, siendo cada miembro libre de hacer sus propias sugerencias. No obstante, los comentarios del Consejo son orientativos y la decisión final recae sobre el pontífice.


Se han reunido tres veces (del 1 al 3 de octubre de 2013, del 3 al 5 de diciembre de 2013 y del 17 al 19 de febrero de 2014) y se volverán a reunir del 28 al 30 de abril de 2014 y del 1 al 4 de julio de 2014. Está compuesto por el papa Francisco y ocho cardenales: -África: Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa (República Democrática del Congo). -América del Sur: Francisco Javier Errázuriz Ossa, arzobispo emérito de Santiago (Chile). -América Central: el coordinador del Consejo, Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa (Honduras). -América del Norte: Seán Patrick O'Malley, arzobispo de Boston (Estados Unidos). -Asia: Oswald Gracias, arzobispo de Bombay (India). -Europa: Reinhard Marx, arzobispo de Múnich -Frisinga (Alemania). -Oceanía: George Pell, arzobispo de Sídney (Australia). -Ciudad del Vaticano: cardenal Giuseppe Bertello (gobernador del Estado). Medidas: -Creación de una comisión especial para la protección de los menores víctimas de abusos sexuales y para la lucha contra los curas pedófilos. -Creación de tres comisiones para los asuntos económicos: una para investigar al IOR, otra para revisar el conjunto económico y administrativo de la Santa Sede y racionalizarlo y una tercera para intensificar la vigilancia en las finanzas vaticanas. -Creación de la Secretaría de Economía para coordinar la «gestión financiera y administrativa del Vaticano», mejorar el uso de los recursos, la mejora de la ayuda (económica) disponible para varios programas, en particular los destinados a trabajar con los pobres y marginados y elaborar el Presupuesto anual tanto para la Santa Sede como el Estado de la Ciudad del Vaticano. El sínodo extraordinario de obispos sobre la familia: Como resultado de la primera ronda de reuniones del papa Francisco con el Consejo de Cardenales por él creado, conocido como el Grupo de los Ocho, realizada en la Ciudad del Vaticano del 1 al 3 de octubre de 2013,117 se convocó la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos, bajo el lema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización», que se desarrolló en la Ciudad del Vaticano entre el 5 y el 19 de octubre de 2014. Durante el sínodo, se han registrado intervenciones diversas porque la realidad de la familia es diversa en las distintas partes del mundo y los obispos son también diversos. Francisco ha estado en silencio. Quería escuchar y no quiere pronunciarse hasta que los temas planteados maduren y estén más estudiados en el nuevo Sínodo Ordinario de 2015. Los padres sinodales pidieron ampliar los tribunales eclesiásticos sobre nulidades matrimoniales y que a la vez sean más expeditivos. Por su parte, ha sido tan mediático como el Concilio Vaticano II. Algunos grupos creen que el santo padre está tratando de abrir la Iglesia a las nuevas realidades familiares del mundo, pero le está costando dada a la enorme cantidad de especulaciones mediáticas y protestas de la jerarquía católica, que incluso se lo denunciaron a Benedicto XVI. Sin embargo, otros grupos no están de acuerdo con esta afirmación, ya que el sínodo trata únicamente de aspectos pastorales y no doctrinales. Los obispos reclaman a los gobiernos y a las organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia para el bien común. Los trabajos del Sínodo concluirán en el próximo encuentro en octubre de 2015. San Malaquías: 112: “Petrus Romanus” (Pedro Romano). Quién será el último Papa ya que en su reinado ocurrirá el fin: “En la persecución final de la Santa Iglesia Romana reinará Petrus Romanus (Pedro el Romano), quien alimentará a su grey en medio de muchas tribulaciones. Después de esto la ciudad de las siete colinas (Roma) será destruida y el temido Juez juzgará a su pueblo. El Fin.” De ser correcta la profecía de San Malaquías, el actual Papa Francisco, el Papa 112 desde Celestino II, sería el temido “Peter Romanus” (“Pedro El Romano”), el último Papa antes del advenimiento del fin del mundo. Curiosamente, este religioso de origen argentino, después de ser elegido Papa, hizo hincapié en su título de “Obispo de Roma” de una manera única, evitando los demás títulos asociados al cargo de Sumo Pontífice. Además, ha sido el primer Papa que ha firmado su nombre, en el directorio oficial del Vaticano, en italiano (idioma de los romanos modernos) en vez de


latín. Y cuando se le consultó en una conferencia de prensa en noviembre de 2014 si cuando viajaba, en su calidad de sucesor de Pedro, se sentía como obispo de Roma o como arzobispo de Buenos Aires, respondió “Soy romano”. Sin mencionar que este Papa eligió el nombre del santo más conocido en Italia: San Francisco de Asís, ciudad ubicada a dos horas de Roma (El segundo nombre de San Francisco de Asís, al igual que el de su padre, curiosamente era Pedro). Por lo pronto, algunos creyentes, en vez de atormentarse por temidas profecías que nos advierten sobre el fin del mundo, prefieren recordar la frase de los Evangelios pronunciada por Jesús en Mateo 25,13, respecto de cuándo se producirá exactamente el fin de los tiempos: “Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora”.

El mapa indica los países que Francisco ha visitado como papa, a partir de enero de 2014. Viajes: El primer viaje apostólico del papa Francisco fuera de Roma, pero dentro de Italia, fue su visita a Lampedusa, el día 8 de julio de 2013. Encíclicas: -Lumen fidei. -Laudato si’. -Motu proprios. Consistorios para la creación de cardenales: -Primer consistorio: 22 de febrero de 2014. El papa Francisco anunció recientemente que en este consistorio creará 19 nuevos cardenales, que son los siguientes: Pietro Parolin, Lorenzo Baldisseri, Beniamino Stella, Gerhard Ludwig Müller, Fernando Sebastián Aguilar, Vincent Nichols, Gérald Lacroix, Jean-Pierre Kutwa, Leopoldo José Brenes Solórzano, Orani João Tempesta, Ricardo Ezzati, Mario Aurelio Poli, Gualtiero Bassetti, Andrew Yeom Soo-jung, Philippe Nakellentuba Ouédraogo, Orlando Quevedo, Chibly Langlois, Loris Francesco Capovilla y Kelvin Edward Felix.179 En este primer consistorio, Francisco oró por Ucrania, envuelta en mortales protestas europeístas, y recibió la visita de su predecesor Benedicto XVI. -Segundo consistorio: 14 de febrero de 2015. Francisco creó un total de 20 cardenales: Dominique Mamberti, Manuel José Macário do Nascimento Clemente, Berhaneyesus Demerew Souraphiel, John Atcherley Dew, Edoardo Menichelli, Pierre Nguyên Văn Nhon, Alberto Suárez Inda, Charles Maung Bo, Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij, Francesco Montenegro, Daniel Fernando Sturla Berhouet, Ricardo Blázquez Pérez, José Luis Lacunza Maestrojuán, Arlindo Gomes Furtado, Soane Patita Paini Mafi, José de Jesús Pimiento Rodríguez, Luigi De Magistris, Karl-Josef Rauber, Luis Héctor Villalba y Júlio Duarte Langa. -Tercer consistorio: 19 de noviembre de 2016. Los nuevos cardenales son: Mario Zenari, Dieudonné Nzapalainga, Carlos Osoro, Sérgio da Rocha, Blase Joseph Cupich, Baltazar Enrique Porras Cardozo, Kevin Farrell, Carlos Aguiar Retes, John Ribat, Joseph William Tobin, Anthony Soter Fernandez, Renato Corti, Sebastian Koto Khoarai, Ernest Simoni. Canonizaciones: Francisco canonizó, el domingo 12 de mayo de 2013, a 815 personas: Antonio Primaldo y sus 812 compañeros mártires de Otranto, Laura Montoya y María Lupita García Zavala. Adicionalmente el 9 de octubre de 2013 decretó la canonización equivalente de la mística terciaria franciscana Ángela de Foligno. De este modo, es el papa que ha proclamado más santos en toda la historia de la Iglesia, superando el récord de Juan Pablo II, que a lo largo de sus 26 años de pontificado canonizó a 482 católicos. El 17 de diciembre de 2013, mientras el papa cumplía 76 años, Francisco promulgó la canonización equivalente de Pedro Fabro, santo jesuita, cofundador de la Compañía de Jesús y el 3 de abril de 2014, Francisco canonizó por decreto a José de Anchieta (un misionero español y poeta jesuita que fundaba ciudades en Brasil), Marie Guyart (francesa que al enviudar se convirtió en monja e instructora de indígenas en Canadá) y Francisco de Laval (misionero y obispo francés que excomulgaba a los que les vendían alcohol a los indígenas de Canadá). El 27 de abril de 2014 realizó la canonización conjunta de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII. El 23 de noviembre canonizó a otras 6 personas: Kuriakose Elias Chavara, Eufrasia Eluvathingal, Amato Ronconi, Giovanni Antonio Farina, Nicola da Longobardi, y Ludovico da Casoria. El 14 de enero de 2015 canonizó a José Vaz, el apóstol de Sri Lanka.


El 17 de mayo de 2015 canonizó a 4 religiosas: Juana Emilia de Villeneuve, María Cristina de la Inmaculada Concepción Brando, María Alfonsina Danil Ghattas y María de Jesús Crucificado Baouardy. El 23 de septiembre de 2015 canonizó en Washington D.C. a Fray Junípero Serra, misionero franciscano en California, en el siglo XVIII. El 18 de octubre de 2015 canonizó el la Basílica de San Pedro a María de la Purísima, monja, María Celia Guérin y Luis Martín (padre y madre de la monja Santa Teresa de Lisieux), y a Vincenzo Grossi, sacerdote. Residencia: Francisco decidió hacer de la Casa de Santa Marta su lugar de residencia, renunciando así al Palacio Apostólico Vaticano usado por los papas desde Pío X (1903). En concreto, se aloja en la suite 201, destinada a alojar al nuevo pontífice, la cual consta de un dormitorio, un salón y un baño. Su decisión fue tomada, según Federico Lombardi, por el propósito de buscar una «forma simple de vivir y la convivencia con otros sacerdotes». No obstante, el Palacio Apostólico sigue siendo utilizado para audiencias y para el rezo del Ángelus. Desde comienzos de mayo de 2013, convive en la misma Ciudad del Vaticano con su predecesor Benedicto XVI. En cuanto a su relación, Francisco ha declarado que «Es como tener al abuelo en casa, pero el abuelo sabio; en una familia, el abuelo está en casa, es venerado, es amado, es escuchado. Si yo tuviera una dificultad o algo que no he entendido, puedo llamarlo» y que es como un padre. Incluso inauguraron juntos una estatua para el arcángel San Miguel y se reunieron antes de la Jornada Mundial de la Juventud de Brasil. Salud: El papa Francisco es reconocido por su estado vital y saludable. A los 21 años se le extirpó parte de un pulmón. Conscientes del problema que supone tener un ‘papa de transición’, los cardenales debatieron el tema durante el cónclave debido a la edad de Bergoglio, considerando los problemas de salud que había padecido Benedicto XVI. Tras su elección, se dio a conocer el nombre de un médico que le atendió durante años, Liú Ming. Según Liú Ming, hablando de la salud de Francisco, «El problema más importante era en el corazón, por el cual los médicos le habían dicho que debería operarse. Con la medicina china logró el equilibrio y evitó el quirófano». Idiomas: Además del idioma español que es su lengua materna, el papa Francisco habla con fluidez en italiano, y cuenta con conocimientos intermedios de francés y alemán. Con respecto al latín, idioma oficial de la Santa Sede, el latinista Wilfried Stroh declaró que Francisco no sabría mantener una conversación fluida en ese idioma. En cambio, otros medios indican que Francisco habla en latín, y The Boston Globe afirmó que un estudiante estadounidense habló con el papa en esa lengua. Francisco tiene conocimientos básicos del idioma inglés. Posiciones morales: Disposiciones para recibir la eucaristía: En el Documento de Aparecida, una declaración conjunta de los obispos de América Latina, el entonces cardenal Bergoglio, presidió el equipo de redacción del Documento final. El texto en su parágrafo 436 dice: Debemos atenernos a la «coherencia eucarística», es decir, ser conscientes de que no pueden recibir la sagrada comunión y al mismo tiempo actuar con hechos o palabras contra los mandamientos, en particular cuando se propician el aborto, la eutanasia y otros delitos graves contra la vida y la familia. Esta responsabilidad pesa de manera particular sobre los legisladores, gobernantes y los profesionales de la salud. Francisco también mantuvo una postura crítica hacia los sacerdotes que no bautizan a los niños nacidos de parejas no casadas o a los hijos de madres solteras, porque «apartan al pueblo de Dios de la salvación». Crítica a la pobreza y la desigualdad social: Francisco, como arzobispo y cardenal, ha sido reconocido por su trabajo al servicio y la defensa de los pobres en Argentina; entre otros, por la directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, quien encomió su labor en este sentido. Ha sido también crítico con lo que llamó un «acostumbramiento» a la pobreza, y ha reprochado abiertamente a la sociedad y al Gobierno argentino por no impedir el aumento de una pobreza que llegó a definir como «inmoral, injusta e ilegítima» al ocurrir en una nación que posee las condiciones económicas necesarias para evitar esos daños. Con respecto a la desigualdad social, en su mensaje


para la 48.º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el papa Francisco dijo: Hoy vivimos en un mundo que se va haciendo cada vez más «pequeño»; por lo tanto, parece que debería ser más fácil estar cerca los unos de los otros. El desarrollo de los transportes y de las tecnologías de la comunicación nos acercan, conectándonos mejor, y la globalización nos hace interdependientes. Sin embargo, en la humanidad aún quedan divisiones, a veces muy marcadas. A nivel global vemos la escandalosa distancia entre el lujo de los más ricos y la miseria de los más pobres. A menudo basta caminar por una ciudad para ver el contraste entre la gente que vive en las aceras y la luz resplandeciente de las tiendas. Nos hemos acostumbrado tanto a ello que ya no nos llama la atención. En 2009 intervino en un seminario sobre Políticas Públicas, organizado por la Universidad del Salvador (Buenos Aires), Escuela de Posgrado Ciudad Argentina (Época) y la Universidad Carlos III de Madrid, donde participaron también el exministro español Tomás de la Quadra-Salcedo, el rabino Sergio Bergman (integrante del PRO, partido opositor al gobierno de Kirchner) y la senadora Hilda González de Duhalde, perteneciente a sectores del peronismo en la oposición, donde la intervención más sonada fue la del cardenal, que criticó la situación por la que atravesaba Argentina, reprochando al Gobierno lo que él consideraba como una falta de acción para frenar la pobreza en su país. «En lugar de eso, pareciera que se ha optado por agravar más las desigualdades», opinó el entonces primado de la Iglesia católica argentina, para quien «los derechos humanos se violan no sólo por el terrorismo, la represión y los asesinatos, sino también por estructuras económicas injustas que originan grandes desigualdades». Ante esto, exigió una respuesta «ética, cultural y solidaria» para terminar con la que consideraba una deuda social con millones de argentinos, mayoritariamente niños y jóvenes, y aseguró que es imperativo luchar para cambiar las causas estructurales y las actitudes que generan dicha situación. Recalcó especialmente la fuga de capitales que padecía Argentina, indicando que había «aproximadamente 150 000 millones de dólares de argentinos en el exterior, sin contar los que están fuera del sistema financiero, y los medios de comunicación nos dicen que siguen yéndose de Argentina, aproximadamente, otros 2000 millones de dólares más al mes». Ante esta situación, señaló la necesidad de que esos recursos fuesen puestos al servicio del país, saldando la deuda social y generando las condiciones para un desarrollo integral. Durante una huelga de 48 horas de servidores públicos en Buenos Aires, Francisco opinó sobre las diferencias entre los «pobres perseguidos por pedir trabajo, y los ricos que son aplaudidos por huir de la justicia». Diálogo interreligioso: Durante el tiempo como arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio mostró una actitud favorable al diálogo interreligioso. En su libro Sobre el cielo y la tierra se recogen las conversaciones que mantuvo con el rabino Abraham Skorka, rector del Seminario Rabínico Latinoamericano y con el que comparte una gran amistad. En dichas conversaciones afirmaban que la falta de diálogo y las trabas al encuentro son consecuencia de las actitudes como la prepotencia, el no saber escuchar, la desinformación, los prejuicios, la crispación del lenguaje comunicativo o la descalificación previa, entre otras. El diálogo, señalaron, entraña una acogida cordial y no una condena previa. «Para dialogar hay que saber bajar las defensas, abrir las puertas de casa y ofrecer calidez humana». El mismo día de su nombramiento como papa de la Iglesia católica, Francisco envió una carta al rabino jefe de Roma Riccardo Di Segni, en la que expresaba su deseo de contribuir al progreso de las relaciones ante ambas religiones, que se fueron fortificando progresivamente en las últimas décadas. Días después recibió también a los enviados de las otras iglesias, comunidades eclesiales y organismos ecuménicos internacionales, así como a los representantes de las religiones no cristianas, que llegaron a Roma con motivo del inicio de su pontificado; y a los que se dirigió asegurándoles, en la estela de sus predecesores, su «firme voluntad de proseguir el camino del diálogo ecuménico». En este encuentro hizo un llamamiento por la promoción de la amistad y el respeto entre hombres y mujeres de diferentes tradiciones religiosas; así como para que las religiones promuevan la justicia y la reconciliación para construir la paz; pero sobre todo para mantener viva en el mundo la búsqueda de la verdad, de la bondad y de la belleza de Dios. Al mismo tiempo, el papa Francisco destacó la importancia de intensificar el diálogo entre las distintas religiones, en


primer lugar con el islam; pero también con los no creyentes para que «nunca prevalezcan las diferencias que separan y laceran», sino que, «predomine el deseo de construir lazos verdaderos de amistad entre todos los pueblos». Sobre las ciencias: Francisco ha admitido creer tanto en el Big Bang como en el propio Dios, y así manifestó que el Big Bang es pertinente como teoría del origen del Universo, y no se contradice con la noción de la Creación, sino que «por el contrario, la exige». A su vez, entre declaraciones que realizó durante un discurso ante la Academia Pontificia de las Ciencias de la Santa Sede, Francisco sencillamente aseguró que «la teoría de la evolución y el Big Bang son completamente posibles», de la mano de Dios. Para Francisco, «la evolución y Dios no son excluyentes, todo lo contrario, van de la mano». También, en una de sus audiencias generales, Francisco continuó su catequesis sobre los dones del Espíritu Santo, abordando en aquella ocasión el don de ciencia, el cual, afirmó, «ayuda a percibir la grandeza de Dios a través de la Creación para custodiarle como un regalo para el beneficio de todos y no caer en algunas actitudes excesivas o equivocadas que lleven a su destrucción». Aborto, eutanasia y anticoncepción: Como cardenal, Francisco, acorde con la postura oficial de la Iglesia sobre estos temas, ha alentado a su clero y a los laicos a oponerse tanto al aborto como a la eutanasia, describiendo el movimiento proelección como una «cultura de la muerte» y defendiendo en contraposición la denominada cultura de la vida: defender la vida desde su concepción, durante la juventud, la vejez y hasta la muerte natural. Igualmente, Francisco rechaza el uso de anticonceptivos y se opuso a su distribución gratuita por parte del gobierno argentino. Francisco afirmó en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium que no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre la cuestión del aborto, ya que no está sujeto a supuestas reformas o modernizaciones; y que no es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana. Asimismo, afirmó que «cada niño injustamente condenado al aborto tiene el rostro del Señor, quien incluso antes de nacer y luego apenas nacido, experimentó el rechazo del mundo», mostrando su oposición al aborto y a la eutanasia delante de varios integrantes de la Federación Internacional de las Asociaciones Médicas Católicas y ginecólogos católicos, pidiendo a los profesionales de la salud que mantengan un compromiso a favor de la vida. «Rezo por la Marcha por la Vida en Washington. ¡Que Dios nos ayude a respetar siempre la vida, especialmente la de los más débiles!», expresó el papa vía Twitter, en referencia a la Marcha por la Vida en la capital estadounidense. Actuación contra la pedofilia: El papa Francisco pidió a la Congregación para la Doctrina de la Fe que, en la línea de lo iniciado por su predecesor Benedicto XVI, se actúe con decisión en todo aquello que se refiera a los casos de abuso sexual, promoviendo medidas de protección a los menores y ayudando a los que han sufrido algún tipo de violencia. También señaló la necesidad de aplicar las medidas debidas hacia los culpables. Además, según el periódico italiano Il Fatto Quotidiano, Francisco, durante una visita a la Basílica de Santa María la Mayor de Roma en 2013, ordenó expulsar al exarcipreste, el cardenal estadounidense Bernard Francis Law, como condena por su presunto encubrimiento de más de 5 000 casos de pedofilia. Law había sido reemplazado en el cargo por el cardenal Santos Abril y Castelló el 21 de noviembre de 2011. Sobre la supuesta relación entre la pederastia y el celibato de los sacerdotes, Bergoglio afirmó en el libro El jesuita que «si hay un cura pedófilo es porque portaba en él la perversión antes de ser ordenado. Y suprimir el celibato no cura esas perversiones. Se tiene o no se tiene». Para evitar esto, defendió una mayor atención a la selección de candidatos para el sacerdocio. Pocas semanas después del cónclave de 2013, a través de un comunicado que difundió la Santa Sede, Francisco habló por primera vez como papa sobre la pedofilia, y se dirigió a las conferencias episcopales de todos los países para formular y actuar las directivas establecidas y dijo que reza en modo particular por las víctimas. Meses más tarde, Francisco creó una comisión para la protección de los niños contra la pedofilia. Fue establecida por el Consejo de Cardenales, reforzando así su intención de afrontar este tema tabú para la Iglesia. La Organización de las Naciones Unidas criticó severamente al Vaticano por sus actitudes hacia la homosexualidad,


la planificación familiar y el aborto, y pidió que se revisen sus políticas para asegurar que se protejan los derechos de los niños y su acceso a la salud. Para el padre Federico Lombardi, como vocero de la Santa Sede, dicho informe ha sido inspirado por organizaciones no gubernamentales con prejuicios negativos hacia el Vaticano y sus posiciones, y que no habría tenido en cuenta las respuestas escritas y orales que los representantes de la Santa Sede presentaron sobre el tema. Trabajo: Francisco rechaza los empleos que someten a las personas a condiciones laborales injustas o que son denigrantes, tales como la prostitución o los talleres clandestinos, los cuales califica de «esclavitud» y «trata de personas»: Pido justicia por estos hombres y mujeres sometidos a la trata de personas en cualquiera de los rubros: talleres clandestinos, prostitución, chicos sometidos en trabajos de granjas y los cartoneros que viven de las migajas que caen de la mesa de los satisfechos. También critica a las personas que trabajan con el fin último de la acumulación de dinero, las cuales opina que se enfrentan a una «catarata descendente de degradación moral». Educación escolar: Francisco ha creado en 2013 un proyecto educativo para promover la armonía entre los colegios. Con ello en marcha, su proyecto llamado Scholas Occurrentes ha sido presentado ante la Organización de las Naciones Unidas, y también incluye al deporte y una plataforma en línea colaborativa y multireligiosa. Es una entidad educativa de bien público, impulsada por Francisco, que vincula la tecnología, el arte y el deporte para fomentar la integración social y la cultura del encuentro. Una de sus misiones declaradas es la de recrear una educación diferente, que recupere una mirada antropológica y los valores humanos esenciales y que abarque toda la realidad que viven los estudiantes de colegio. Oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo: Aunque aceptaba las uniones civiles, el cardenal Bergoglio manifestó su rechazo a la ley 26.618 (matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina) promovida por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Una de las cuestiones en las que el entonces cardenal Bergoglio se enfrentó al Gobierno argentino fue la ley 26618, mediante la cual, entre otros cambios, se reformó el Código Civil para permitir el matrimonio con independencia de que los contrayentes sean del mismo o de diferente sexo, también conocido como «matrimonio igualitario». El cardenal estaba de acuerdo con las uniones civiles de personas del mismo sexo, aunque no con el matrimonio homosexual. El 9 de julio de 2010, días antes de su aprobación, se hizo pública una carta de Bergoglio destinada a las monjas carmelitas de Buenos Aires, en la que instaba a las religiosas a pedir por los legisladores para que hagan un bien a la patria, utilizando la cita bíblica «esta guerra no es vuestra sino de Dios», refiriéndose a dicho proyecto, que contemplaba, entre otras cosas, que las personas homosexuales pudieran contraer matrimonio y adoptar niños, hechos calificados en dicha carta como «la pretensión destructiva del plan de Dios». El expresidente Néstor Kirchner criticó lo que él denominó «presiones» de la Iglesia sobre este asunto. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner acusó en duros términos a la Iglesia por la campaña contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, que se debatía en el Congreso, afirmando que la misma era propia de «tiempos medievales y de la Inquisición». Ya en el papado Francisco ha dicho que los hijos de parejas homosexuales son un desafío para la Iglesia, sobre todo a la hora de anunciar el Evangelio. Ha pedido a los religiosos que estén atentos a «no suministrar» a estas nuevas generaciones una vacuna contra la fe y que trasmitan el conocimiento y los valores, a través de la fe. De regreso de Brasil en 2013, fue entrevistado en pleno vuelo y declaró Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?. El tema de la homosexualidad fue uno de los tantos que se debatió en octubre de 2014 durante sínodo extraordinario de obispos sobre la familia. Pese a ello, la Santa Sede negó que haya planteado un cambio frente a las parejas homosexuales. Controversia sobre su actuación durante la dictadura argentina: Las acciones de Jorge Bergoglio durante la dictadura cívico-militar argentina ocurrida entre 1976 y 1983 han sido objeto de controversia. Algunas


personas acusaron al entonces provincial jesuita de supuesta relación con el secuestro de dos sacerdotes de su orden, Orlando Virgilio Yorio y Francisco Jálics, aun cuando ninguna denuncia fue presentada formalmente. La justicia argentina, por su parte, investigó lo sucedido y rechazó la validez de dichas acusaciones. Por otro lado, diversas personalidades ―incluyendo a los acosados durante la dictadura― han afirmado que Bergoglio ayudó a quienes fueron perseguidos. En 1986, el escritor y abogado Emilio Mignone publicó su libro Iglesia y dictadura. El papel de la iglesia a la luz de sus relaciones con el régimen militar donde menciona que la actitud de Bergoglio como provincial de la Compañía de Jesús hacia los sacerdotes jesuitas Yorio y Jálics pudo ser interpretada por los militares como una autorización para el secuestro de ambos, que tuvo lugar desde el 23 de mayo de 1976 hasta su reaparición con vida el 24 de octubre del mismo año. Posteriormente, el periodista Horacio Verbitsky sostuvo en su libro El silencio (2005) que Bergoglio pudo colaborar con el secuestro de los dos jesuitas o favorecerlo negándoles protección, presentando en apoyo de su tesis las declaraciones de varias personas. A favor de dicho argumento se han mostrado también el hermano y algunos de los familiares del secuestrado Yorio, ya fallecido. Jálics, el otro sacerdote secuestrado, afirmó que si bien en un primer momento llegó a pensar que habían sido víctimas de una denuncia, tras varias conversaciones a finales de los años 1990, llegó a la conclusión de que dichas suposiciones eran infundadas. Según él, no fue hasta años después que volvió a hablar con Bergoglio sobre su secuestro y sostuvo que está reconciliado con lo sucedido, afirmando que «es falso sostener que nuestro secuestro se produjo a iniciativa del padre Bergoglio». El entonces cardenal, por su parte, rechazó las acusaciones en el libro El jesuita, publicado en 2010 por los periodistas Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti y afirmó que no se defendió antes «para no hacerle el juego a nadie, no porque tuviese algo que ocultar», añadiendo: «Hice lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con las que contaba para abogar por las personas secuestradas [...] Me moví dentro de mis pocas posibilidades y mi escaso peso». Sobre el caso en el que resultaron víctimas Yorio y Jálics, el Tribunal Oral Federal n.º 5 dictó sentencia el 28 de diciembre de 2011 y en el juicio, Jorge Bergoglio prestó declaración testimonial. Entre otros puntos, la sentencia dictaminó que las gestiones realizadas tanto por los superiores de la orden jesuita como por otras autoridades eclesiásticas persuadieron al régimen imperante de la liberación de los secuestrados. Tras su elección como papa, desde la Santa Sede se afirmó que las acusaciones contra Bergoglio eran parte «de una campaña difamatoria» promovida por una publicación a la que acusaron de anticlerical y «que en ocasiones es calumniosa y difamatoria»; remarcando que «jamás ha habido una acusación creíble» contra Bergoglio y que «hizo mucho para proteger a las personas durante la dictadura». El diario Página/12, en el que publica Verbitsky, se dio por aludido afirmando que se trataba de una «desmentida pobre» que «agrede al medio que publicó una información [...] que ningún otro quiso publicar». Varios referentes de la defensa de los derechos humanos han negado la participación de Bergoglio en dichos asuntos y otras personas han afirmado que, de hecho, ayudó y sacó a mucha gente del país durante la dictadura. Entre ellos se encuentra el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel que opinó que no consideraba que Bergoglio «haya sido cómplice de la dictadura», pero que creía que «le faltó coraje para acompañar nuestra lucha por los derechos humanos en los momentos más difíciles». Señaló asimismo que «Hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura, pero Bergoglio no». También la defensora del pueblo de la ciudad de Buenos Aires Alicia Beatriz Oliveira, que fue perseguida por la dictadura, afirmó que Bergoglio había advertido a los sacerdotes Jálics y Yorio del peligro que corrían y que ellos no le hicieron caso. La ex senadora Graciela Fernández Meijide ratificó la declaración de Oliveira y afirmó que no le constaba «en absoluto que haya sido cómplice de la dictadura» ya que en todos los años en los que ella perteneció a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas y a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos «nadie lo mencionó ni como instigador ni como nada». Apuntó además que parte de las críticas a Bergoglio podrían


haberse debido a que este había reprobado las políticas del gobierno argentino a causa de la corrupción y la pobreza. Además, varias personas señalaron al respecto la ayuda que les brindó Bergoglio para escapar de los represores de la dictadura argentina. En concreto, el sacerdote José Luis Caravias afirmó que Bergoglio le salvó la vida al haberle protegido. Por su parte, Germán Castelli, uno de los jueces que llevó el caso, recordó que la sentencia judicial del caso ESMA eximió a Bergoglio de cualquier culpabilidad, señalando, según las evidencias, que las acciones del cardenal no tuvieron ninguna implicación jurídica y que las acusaciones contra él eran «totalmente falsas», según sus propias palabras. En el mismo sentido se pronunció el presidente de la Corte Suprema de Justicia de Argentina, Ricardo Lorenzetti, quien afirmó que no hubo absolutamente ninguna imputación concreta hacia el cardenal Bergoglio. Durante los primeros meses del pontificado de Francisco, el periodista italiano Nello Scavo compendió en la obra titulada La lista de Bergoglio: Los salvados por Francisco durante la dictadura. La historia no contada, el testimonio de un conjunto de perseguidos políticos ―sacerdotes, creyentes laicos y no creyentes, disidentes, intelectuales, sindicalistas y estudiantes perseguidos por los militares― que aseguraron haber sido salvados por Bergoglio durante la última dictadura militar argentina. Nello Scavo concluyó que el entonces joven superior de los jesuitas en la Argentina organizó una especie de «red clandestina» para salvar a los perseguidos, a los cuales ofrecía numerosos consejos sobre cómo burlar la censura, despistar a las fuerzas de seguridad y preparar fugas al exterior. Según la investigación de Nello Scavo, Bergoglio tenía una lista de contactos que usó para ayudar discretamente a los opositores de la Junta militar argentina a huir o esconderse durante la dictadura. Encuentros diplomáticos: Como líder diplomático, el papa Francisco recibe a autoridades de Estado en la Ciudad del Vaticano. En especial a líderes de la región de Latinoamérica, como Cristina Fernández de Kirchner, José Mujica, Enrique Peña Nieto, Nicolás Maduro, y el opositor de este, Henrique Capriles. Igualmente, se ha reunido con el presidente ruso Vladímir Putin, Teodoro Obiang de Guinea Ecuatorial, François Hollande, Barack Obama, entre otros líderes mundiales. «No se puede gobernar al pueblo sin amor y sin humildad. Y cada hombre, cada mujer que tiene que tomar posesión de un servicio público, debe hacerse estas dos preguntas: "¿Amo a mi pueblo para servirle mejor? ¿Soy humilde y oigo lo que dicen todos los otros, las diferentes opiniones para elegir el mejor camino? ". Si no se hace estas preguntas su gobierno no va a ser bueno. El hombre o la mujer gobernante, que ama a su pueblo, es un hombre o una mujer humilde.» declara el papa. El papa colaboró activamente en la contención de la guerra civil siria, así como la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Funcionarios estadounidenses revelaron que el pontífice y el Vaticano jugaron un «rol clave» en el histórico giro político para acabar con más de medio siglo de enemistad. En cuanto a política argentina, el papa Francisco ya recibió a las figuras políticas más destacadas del país, y tuvo varios encuentros con la presidenta Cristina Fernández, y el 27 de febrero de 2016 recibe al sucesor de ella, Mauricio Macri. Candidatura al Premio Nobel de la Paz: El Comité del Nobel fue convocado el 4 de marzo de 2014 para analizar su nueva lista de candidatos. Tras un año de pontificado, Francisco estuvo entre los 278 nombres elegidos. El 10 de octubre se anunció que los ganadores del premio serían Kailash Satyarthi y Malala Yousafzai, de India y Pakistán respectivamente, «por su lucha contra la represión de los niños y jóvenes, y por el derecho de todos los niños a la educación».

Escritos: Antes del pontificado:    

Jorge Bergoglio, Meditaciones para religiosos, San Miguel, Diego Torres, 1982. Jorge Bergoglio, Reflexiones sobre la vida apostólica, San Miguel, Diego Torres. Jorge Bergoglio, Reflexiones de esperanza, Buenos Aires, Universidad del Salvador, 1992. Jorge Bergoglio (coord.), Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro, Buenos Aires, Ciudad Argentina, 1998.


Jorge Bergoglio, Educar: exigencia y pasión, Buenos Aires, Claretiana, 2003.       

Jorge Bergoglio, Ponerse la patria al hombro, Buenos Aires, Claretiana, 2004. Jorge Bergoglio, La nación por construir, Buenos Aires, Claretiana, 2005. Jorge Bergoglio, Corrupción y pecado, Buenos Aires, Claretiana, 2006. Jorge Bergoglio, Sobre la acusación de sí mismo, Buenos Aires, Claretiana, 2006. Jorge Bergoglio, El verdadero poder es el servicio, Buenos Aires, Claretiana, 2007. Jorge Bergoglio y Abraham Skorka, Sobre el cielo y la tierra, Buenos Aires, Editorial Sudamericana / Random House Mondadori, 2010. Jorge Bergoglio, Mente abierta, corazón creyente, Buenos Aires, Claretiana, 2012.

Durante su pontificado:    

 

2013: Encíclica Lumen fidei (La luz de la fe). 2013: Exhortación apostólica Evangelii gaudium (La alegría del evangelio). 2015: Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado del medio ambiente y el cambio climático. 2016: El libro El nombre de Dios es Misericordia es una entrevista con el periodista Andrea Tornielli, acerca de la experiencia de la misericordia en la Iglesia. Fue presentado por Roberto Benigni en el Instituto Patrístico Augustinianum. 2016: Exhortación apostólica post-sinodal Amoris laetitia (La alegría del amor. Sobre el amor en la familia) 2016: Constitución apostólica Vultum Dei quaerere (La búsqueda del rostro de Dios. Sobre la vida contemplativa femenina).

En la cultura popular: Documentales:    

El papa de las Américas (2013), (Discovery). El papa del fin del mundo (2013), (The History Channel). Francisco, un papa entre la gente (2015), (Rome Reports). El Papa Francisco visto por sí mismo (2016), (Rome Reports).

Largometrajes: Historia de un Cura (2014). Película basada en la vida del cardenal Jorge Bergoglio desde su juventud hasta su llegada a Roma para el cónclave; dirigida por Alejandro Agresti. Francisco: El padre Jorge (2015). Película que narra la vida del papa desde su juventud hasta el cónclave en el que fue elegido desde la perspectiva de una periodista; dirigida por Beda Docampo Feijóo. Chiamatemi Francesco (2015). Película que se centra en la personalidad del papa y su participación en los eventos de la historia argentina, hasta su elección en el cónclave como autoridad máxima de la Iglesia; dirigida por Daniele Luchetti.

FIN DEL TOMO – II Y DE LA RECOPILACIÓN.



Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.