#059 Éxodo 25-30: "El Tabernáculo (2a Parte)"

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#059 Éxodo 25-30

"El Tabernáculo (2a Parte)"

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Como hemos visto, el tabernáculo fue un modelo del trono de Dios en el cielo y una forma de morar ante un Israel escogido pero inconverso.

Cada parte del tabernáculo es un símbolo del camino del cristiano hacia Dios. "Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo...lo cual es símbolo para el tiempo Presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto...hasta el tiempo de reformar las cosas, pero estando presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención" (Hebreos 9:13, 912).

Primero tenemos el atrio o el cerco de cortinas que separaba el campamento del área sagrada de Dios. Así también, el mundo no tiene acceso al verdadero Dios si Dios no llama a la persona primero (Juan 6:65).

Una vez que la persona es llamada, en forma simbólica es como tener una invitación para poder entrar al área santa de Dios. Con este fin, uno debe circuncidar su "corazón" o su actitud y comenzar a obedecer las leyes de Dios. "La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios" (1 Corintios 7:19).

Así uno entra simbólicamente por las cortinas que rodeaban el tabernáculo. Al respecto un autor nos explica: "La cerca alrededor del tabernáculo era de 46 m. de largo por 23 de ancho, con la entrada al oriente. Se llamaba el atrio y estaba fabricada de lino fino retorcido, de 2.3 metros de alto y colgadas a unas columnas de 2.3 metros entre sí, con molduras y ganchos de plata, asentadas sobre base de bronce. La puerta, al extremo este, de 9.20 metros de ancho, era de lino azul, púrpura y escarlata" (Halley, p. 127).

Como ya estudiamos, una vez adentro se encontraba el altar de los sacrificios. Era un deber ofrecer un sacrificio de un animal ante Dios.

Así también, una vez que la persona es llamada por Dios y comienza a obedecerle de corazón, el siguiente paso es el aceptar el sacrificio de Jesucristo por sus pecados. Uno debe arrepentirse de sus pecados, y darse cuenta que la sangre de Jesucristo ya fue derramada en "el altar" por nosotros. "Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados: pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios...porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" (Hebreos 10:11-14).

A la vez, al aceptar el sacrificio de Jesucristo, uno también se ofrece como un sacrificio "vivo" ante Dios. (Romanos 12:1). Así puede cumplir con esta etapa del plan divino de Salvación.

EL LAVACRO

El siguiente paso viene al llegar al lavacro (fuente de bronce), fuente de agua que se usaba para purificar el cuerpo al lavarse. "Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies" (Éxodo 30:18-19). Además, añade que el bronce lo tomaron "de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión" (Éxodo 38:8).

La gran fuente de bronce tenía el propósito de purificar por medio del agua a los sacerdotes antes de que entraran en el tabernáculo. Sin embargo, estos lavamientos "no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas...Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo… acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura" (Hebreos 9:9-10; 10:19-22).

Así, es apropiado una vez que el cristiano haya mostrado el verdadero arrepentimiento y haya aceptado el sacrificio de Jesucristo que se bautice, con agua lavándose por completo de sus pecados. "Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre" Hechos 22:16).

Ahora por fin, al estar verdaderamente perdonado y reconciliado con Dios, uno puede entrar en forma simbólica al tabernáculo y gozar de una relación mucho más íntima con Dios.

El CANDELERO

Al estar adentro en la primera parte del tabernáculo, había tres objetos en frente. Primero está el candelero. "Hecho de oro puro; una columna central, con tres brazos a cada lado. Se cree que haya sido como de 1.50 m. de alto y 1.05 m. de ancho en la parte superior. Quemaba aceite puro de olivas, y se despabilaba y se encendía cada día” (Éxodo 30:7-8) (Halley, p. 126).

 Es lógico que el candelero fuera el siguiente símbolo del acceso de Dios después de la purificación por el agua. El fin del candelero era generar la luz necesaria dentro del tabernáculo. El aceite es un símbolo del espíritu santo (Hechos 10:38; Mateo 25:13) y el espíritu santo produce la luz espiritual o el ejemplo que todos pueden ver en el cristiano genuino (Mateo 5:1416). Por tanto, después de lavarse de sus pecados con el bautismo, el siguiente paso es la imposición de manos para recibir el espíritu santo de Dios (Hechos 8:14-17). Esto nos permite tener aún más acceso a Dios, pues estamos conectados directamente con él (Juan 14:16-17,23).

LA MESA DEL PAN DE LA PROPOSICIÓN

El siguiente objeto la vista era la cesta de los Panes de Proposición. "92 cm. de largo, 46 de ancho y 69 de alto, de madera de acacia, recubierta de oro. En ella debían exponerse perpetuamente doce panes, que se renovaban cada sábado. Se ponía al lado norte del Lugar Santo" (Ídem). Cada uno de los panes representaban a una de las tribus de Israel y la forma que Dios los mantenía alimentados en lo físico y en lo espiritual.

Ahora nosotros somos los representados por los panes, puesto que somos injertados como Israelitas espirituales (Romanos 11:17-21). Tenemos el acceso al pan espiritual que es la Palabra de  Dios (Mateo 4:4). Los panes de proposición (significa “ante la presencia de Dios”) se cambiaban cada sábado, y esto simboliza el alimento espiritual de la Palabra de Dios que recibimos cada sábado. "Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada sábado" (Hechos 15:21).

Por eso no debemos faltar los sábados, pues un nuevo mensaje, o pan espiritual se prepara para alimentarnos durante la siguiente semana. Los panes no duraban más que una semana y el que falta ese sábado está tratando de "estirar" el alimento de Dios por dos semanas.

EL ALTAR DEL INCIENSO

El tercer objeto en la primera parte del tabernáculo era el altar del incienso. "92 cm. de alto y 46 de cada costado, de madera de acacia, recubierta de oro. En ella debían quemarse incienso perpetuamente, cada mañana y noche (Éxodo 30:7,8). Un símbolo de la oración constante ante Dios (Apocalipsis 8:35)" (Halley, p. 126). El incienso era hecho de la siguiente manera: "Toma especias aromáticas, estacte y uña aromática, y gálbano aromático e incienso puro; de todo en igual peso, y harás de ello el incienso, un perfume según el arte del perfumador, bien mezclado, puro y santo. Y molerás parte de él en polvo fino, y lo pondrás delante del testimonio en el tabernáculo de reunión, donde yo me mostraré a ti" (Éxodo 30:34-36).

En el sentido espiritual, una vez bautizado, poseedor del espíritu santo y alimentado cada sábado con la Palabra de Dios, el miembro envía sus oraciones ante un Dios que es un verdadero Padre para él. Al igual que el incienso, las oraciones deben ser "molidas como polvo fino", es decir, hay que ser específico en las oraciones. Cada parte debe ser cuidadosamente expresada. Cristo nos entregó los siete ingredientes principales de nuestras oraciones en Mateo 6:9-13. Por eso, debemos rellenar cada sección con nuestras palabras y según las necesidades del momento.

Así estas oraciones ascenderán a Dios como están descritas en la siguiente manera: "todos tenían arpas (los ángeles), y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos" (Apocalipsis 5:8). Noten que son las oraciones de santos, que en la Biblia representan a los miembros que tienen el espíritu santo de Dios (Efesios 1:1, 13-14).

Ahora estamos listos para simbólicamente entrar al Lugar Santísimo que sólo el sumo sacerdote podía entrar una vez cada año. Había un velo pesado que separaba esta sección. "Hecho del lino más fino, de azul, púrpura y escarlata, exquisitamente bordado con figuras de querubines. Separaba el Lugar Santísimo; o por decirlo así, la sala de espera humana y el salón del trono de Dios. El velo se rasgó cuando murió Cristo (Mt 27:51), en señal de que en aquel momento se abría a todos la puerta de entrada a la presencia de Dios" (Ídem. p. 126).

Nosotros ahora podemos entrar al Lugar Santísimo "por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo esto es, de su carne" (Hebreos 10:20). Aquí nos hace entender que cuando "uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua" fue también el momento que se rasgó este pesado velo del templo "de arriba abajo" tal como el soldado lo había hecho con el lado de Cristo.

EL ARCA DEL PACTO

Una vez adentro, lo único que había era el arca del Pacto.

"Un cofre de 1.15 x 0.70 x 0.70 metros, de madera de acacia recubierta de oro. Contenía las dos tablas de los Diez Mandamientos, una vasija de maná y la vara de Aarón. El Propiciatorio (la ofrenda que trae la misericordia de Dios) era la cubierta del arca, una plancha de oro macizo. A cada extremo había un querubín, con las alas extendidas, mirando hacia abajo sobre el propiciatorio. Este, debajo del cual estaban las tablas de la Ley, representaba el lugar de reunión de la ley y de la misericordia, siendo así una "sombra" de Cristo. Los querubines presentaban un cuadro muy gráfico del interés de los seres celestiales en la redención humana. Es probable que Pedro haya tenido esto en mente cuando habló de "cosas en las cuales desean mirar los ángeles" (1 Pedro 1:12).”

"Probablemente el arca se haya perdido en la cautividad babilónica. En Apocalipsis 11:19 Juan vio el arca 'en el templo'. Pero esto fue en una visión, y seguramente no querrá decir que el arca física estaba allí..." (Ídem, p. 125).

Como el arca física era un modelo de lo celestial, el que vio Juan debía ser el espiritual. No se sabe si el físico pereció al destruirse el Templo por los babilonios o esté sepultado bajo los escombros actuales del Templo y será descubierto algún día o desenterrado si existe cuando se establezca el Milenio. Habrá que esperar.