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Vía crucis de la familia
Primera estación. Jesús es condenado a Muerte.
V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/.Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Juana y Pedro eran una familia humilde y muy religiosa, tuvieron a sus niños con tanta alegría,
eran tan buenos, que sus vecinos siempre los admiraban. Juana y Pedro pusieron un negocio y con
la gracia de Dios les iba bien; pero ya no tenían tiempo para sus hijos.
Pepe y Carlos siempre preguntaban por su papá, un día los escucharon que discutían, un día los
vieron que peleaban, un cierto día Pedro toma la triste decisión de abandonar la familia, y así la
familia es condenada a vivir la separación, los niños caminando solos
Meditación
Señor, tu Espíritu nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos
comunica la misericordia infinita del Padre. En nuestros oídos vuelve a resonar siempre el primer
anuncio: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para
iluminarte, para fortalecerte, para liberarte».Ese anuncio que siempre queremos volver a escuchar y
que siempre queremos volver a anunciar de una forma o de otra a nuestros hijos y nietos (cf. EvG
164).
Padre nuestro...
2da estación. Jesús carga la pesada cruz.
V/.Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
La separación cambio la vida a Juana, sufre llora, no sabe qué hacer se lamenta ¿Por qué me
casé, con este hombre que parecía tan bueno?, ¿ahora que hago con mis hijos? Ella estaba
esperando su tercer hijo, los doctores le habían dicho que iba a nacer con deficiencias físicas y
le animaban que lo aborte, porque si nacía así iba a sufrir mucho. Juana desesperada y
atormentada, descuido su negocio y quedó en la ruina, ninguno de sus amigos le ayudaron, todos
huyeron.
Un día camino para la clínica para tomar la triste decisión de no cargar la cruz, de tener un hijo
más, vio por el camino que alguien cargaba una cruz, esto le lleno de fuerza y toma la decisión de
asumir la cruz y así Juana carga la pesada cruz.
Meditación
Señor, sabemos que la entrega de Jesús en la cruz no es más que la culminación de un modo de vivir
que marcó toda su existencia. Cautivados por ese modelo, deseamos integrarnos a fondo en la
sociedad, compartimos la vida con todos, escuchamos sus inquietudes, colaboramos material y
espiritualmente con los que sufren en sus necesidades, nos alegramos con los que están alegres,
lloramos con los que lloran y nos comprometemos en la construcción de un mundo nuevo, codo a
codo con los demás. Pero no por obligación, no como un peso que nos desgasta, sino como una
opción personal que nos llena de alegría y nos otorga identidad (cf. EvG269).
Padre nuestro...
3ra estación. Jesús cae por primera vez.
Las cosas se iban poniendo cada vez peor para Juana sus amigas le inventaron que estaba
vendiendo droga porque cada día su negocio crecía, la envidia de las amigas la llevo a la cárcel y
así cayo por primera vez, dentro de la cárcel conoció a Jesús por medio de la palabra de Dios y

por medio de la visita de un sacerdote, que le ayudo comprobaron su inocencia, salió de la cárcel
sin nada sus amigas se burlaban y le decían mira la que tenía todo, mira cómo anda.
Meditación
Señor, no nos dejes caer en la tentación de la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas
quejosos y desencantados con cara de vinagre. Sabemos que nadie puede emprender una lucha si
de antemano no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar perdió de antemano la
mitad de la batalla y entierra sus talentos. Aun con la dolorosa conciencia de nuestras propias
fragilidades, queremos seguir adelante sin declararnos vencidos, recordando lo que el Señor dijo a
san Pablo: «Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta en la debilidad» (2 Cor12,9). El triunfo
cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria, que se lleva
con una ternura combativa ante los embates del mal (cf. EvG85).
Padre nuestro.
4ta estación Jesús encuentra a su madre.
Juana ya no tiene fuerzas cansada, aburrida ya no tiene cómo pagar el cuarto, debe 5 meses, ella
con sus hijos salen sin saber dónde ir
Pero su madre que se había enterado como vivía Juana, se pone en camino, para visitarla su madre
la ve y corre a llorar y le dice: “hija mía ¿qué te han hecho y cómo me decías que estabas bien?,
yo no quería preocuparte mamá y a ¿adónde te vas?, me han votado de la casa, y ¿esta criatura
quién es? Mamá es mi cruz, pero es la que quiero más. La mama de Juana era pobre y ahora
camina junto a su hija.
Meditación
Señor, tu madre María es la que sabe transformar una cueva de animales. Ella es la amiga siempre
atenta para que no falte el vino en nuestras vidas. Ella es la del corazón abierto por la espada, que
comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para todos los hombres.
Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones
a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con
nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios (cf. EvG286).
Padre nuestro...
5ta estación El cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.
Las amigas de Juana conversaron con un hombre, para que abuse de ella sabiendo que está
sufrida y como quiere dinero, ella se acostaría con cualquiera, el hombre les dijo no se preocupen
yo la haré caer, Pero cuando este Cirineo vio todo lo que vivía Juana, no le hizo daño, le ayudo a
recuperar su negocio, el negocio creció Juana se sentía muy contenta con su ayuda y siempre le
decía: Dios te ha enviado, pero las habladurías y comentarios de las amigas lo aburrieron y
abandonó a Juana, y así Juana tuvo que seguir cargando su cruz.
Meditación
Señor, los mayores sabemos que el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con
el rostro del otro, con su presencia física que nos interpela, con su dolor y sus reclamos, pero también
con la alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo. La verdadera fe en el Hijo de Dios
hecho carne es inseparable del don de nosotros mismos, de nuestra pertenencia a la comunidad, del
servicio, de la reconciliación con la carne de los otros. El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a
la revolución de la ternura (cf. EvG88).
Padre nuestro...

6ta estación. La verónica limpia el rostro de Jesús.
Verónica que había escuchado hablar de Juana todo lo que vivía se conmovió, se fue a verla,
sabiendo que la mirarían mal porque se juntaba con ella, pero tomo la decisión de ir a verla y le
dice: ¿Qué tienes, por qué sufres, qué te han hecho?, Juana a lado de sus hijos y el niño en silla de
ruedas lloraba, amargamente y le dice: ya no puedo, te lo juro ya no tengo fuerzas ¿para qué seguir
viviendo?
Y Así el rostro de Juana quedo dibujado en la menta y en el corazón de Verónica.
Meditación
Señor, los mayores queremos que la belleza del Evangelio pueda ser mejor percibida y acogida por
todos. Pero sabemos que la fe siempre conserva un aspecto de cruz, alguna oscuridad que no nos
quita la firmeza de nuestra adhesión, pues hay cosas que sólo se comprenden y valoran desde esa
adhesión que es hermana del amor. Por ello, queremos transmitir esa belleza del Evangelio
despertando la adhesión de los corazones de nuestros hermanos, con nuestra cercanía, amor y
testimonio., aun en medio de las pruebas y sufrimientos (cf. EvG42.167).
Padre nuestro...
7ta estación Jesús cae por segunda vez.
Juana ya no puede más está cansada de su vida, tiene ganas de poner a su hijo en un orfanato para
vivir la vida fácil, y así lo hace, interna a su hijo en un orfanato de monjas.
Pero Juana lloraba todos los días amargamente, extrañaba a su hijo, no podía dormir, con dolor y
decidida a todo otra vez se levantó y tomó su cruz, sacó a su hijo del orfanato y siguió caminando
con esperanza.
Meditación
Señor, muchas veces nuestra propia familia o nuestros amigos pueden ser como un desierto donde
hay que conservar nuestra fe y aun tratar de difundirla. Pero precisamente a partir de la experiencia
de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su
importancia vital para todos nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor
de lo que es esencial para vivir, del sentido último de la vida. Y en el desierto se necesitan sobre todo
personas de fe, como nosotros, que, con nuestra propia vida, indiquemos a nuestros hermanos el
camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengamos viva la esperanza (cf. EvG86).
Padre nuestro...
8va estación Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
Un día Juana fue invitada a una fiesta y ella va llevando consigo a su hijo en silla de ruedas
porque no tenía dónde dejarlo. Allí se encontró con sus amigas y al verla hipócritamente
comenzaron a llorar, pobre Juana ¿qué te han hecho? Pero Juana llena de esperanza y de amor en
su vida, a pesar de su dolor no guarda odio y dice a sus amigas: No se preocupen por mí
preocúpense por ustedes mismas, miren cómo están drogadas, metidas en la prostitución, cuiden
de sus hijos no los aborten son hijos, de Dios. Ellas se sorprendieron de la mentalidad serena de
Juana.
Meditación
Señor, los mayores practicamos frecuentemente la oración de intercesión por el prójimo, que nos

estimula particularmente a la entrega evangelizadora y que nos motiva a buscar el bien de los demás.
Como decía san Pablo: «En todas mis oraciones siempre pido con alegría por todos vosotros [...]
porque los llevo dentro de mi corazón» (Flp1,4.7). Es la gratitud que brota de un corazón
verdaderamente atento a las necesidades de los demás. De esta forma, nuestro corazón se nos
vuelve más generoso, deseoso de hacer el bien y de compartir la vida con los demás (cf. EvG281-
283).
Padre nuestro...
9 va Estación Jesús cae por tercera vez bajo el peso de la cruz
Juana ya no puede más, el cansancio y el peso de la cruz, el desprecio y la burla de la gente y ver
que su Madre sufre por su culpa, sus hijos no tienen qué comer, y ya no puede más, aún sus niños
son pequeños no tiene más fuerzas y así cae por tercera vez.
Meditación
A veces nos parece que nuestra tarea no ha logrado ningún resultado. Pero sabemos que el Espíritu
Santo obra como quiere, cuando quiere y donde quiere; nosotros nos entregamos pero sin pretender
ver resultados llamativos. Sólo sabemos que nuestra entrega es necesaria. Queremos aprender a
descansar en la ternura de los brazos del Padre en medio de la entrega creativa y generosa. Sigamos
adelante, démoslo todo, pero dejemos que sea Él quien haga fecundos nuestros esfuerzos como a Él
le parezca (cf. EvG279).
Padre nuestro...
10ma Estación Jesús es despojado de sus vestiduras
Sus vecinas van a decirles a las autoridades, que Juana anda por las calles, y no asume su
responsabilidad de madre y sus hijos se mueren de hambre y no están en el colegio, anda con
otros maridos.
Las autoridades toman la decisión de quitarle a sus tres hijos y enviarlos a un orfanato ella llora
amargamente, así Juana es desojada de sus vestiduras de lo que más amaba, sus hijos, la votaron
de su casa, ya no puede más sólo le queda a su madre que de lejos llora para que no la vea llorar
su hija.
Meditación
Todo ser humano es objeto de la ternura infinita del Señor, y Él mismo habita en su vida. Jesucristo
dio su preciosa sangre en la cruz por esa persona. Más allá de toda apariencia, cada uno es
inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si logro ayudar a una
sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida. ¡Y alcanzamos la plenitud cuando
rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y de nombres! (cf. EvG274).
Padre nuestro...
11ava Estación Jesús es clavado en la cruz
Los clavos de la infidelidad, del hambre, de la pobreza, de la indiferencia, clavaron a Juana, se
enfermó con una enfermedad incurable, sólo un milagro la salvaría, sólo su madre le acompañaba
de lejos porque era una mujer pobre, no le hacían caso.
Desde lejos su madre contempla la escena y ve que su hija se muere y dice: ¿Qué te han hecho
hija mía, eras tan buena, te cesaste, bien y qué paso, que te hicieron?

Meditación
Señor, en la cruz, cuando Cristo sufría en su carne el dramático encuentro entre el pecado del mundo
y la misericordia divina, pudo ver a sus pies la consoladora presencia de su Madre y de su amigo. En
ese crucial instante, antes de dar por consumada la obra que el Padre le había encargado, Jesús le
dijo a María: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego le dijo al amigo amado: «Ahí tienes a tu madre».
Jesús nos dejaba a su madre como madre nuestra. Sólo después de hacer esto Jesús pudo sentir
que «todo está cumplido». Al pie de la cruz, en la hora suprema de la nueva creación, Cristo nos lleva
a María. Él nos lleva a ella, porque no quiere que caminemos sin una madre (cf. EvG285).
Padre nuestro...
12 ava Estación Jesús muere en la cruz
Pero Juana clavada en su dolor recordaba a sus hijos y decía: vivirá mi Piter el inválido, o estará
muerto. Ya Juana se preparaba para partir de este mundo, con todo el dolor de su corazón,
Era la hora de la operación pero como no tenían dinero la hicieron esperar porque venían de
Alemania unos doctores especialistas.
Llegó la hora de la operación, Juana Pidió a su madre que traiga un sacerdote para su última
confesión entra el sacerdote y le dice llorando: Padre llevo el dolor grande en mi corazón desde
que me quitaron a mis hijos no los pude ver, nunca supe de ellos yo estoy muriendo, hice todo por
ellos pero el mundo me los quitó. Pero hoy me toca partir que Dios me perdone y yo perdono a
todos los que me hicieron daño porque no sabían lo que hacían,
Meditación
Señor, a los mayores nos apremia la tarea de la evangelización, en cualquier época y lugar, que no
puede existir sin la proclamación explícita de que «Jesús es el Señor». La evangelización, como
predicación alegre, paciente y progresiva de la muerte y resurrección salvífica de Jesucristo, debe ser
nuestra prioridad absoluta (cf. EvG110).
Padre nuestro..
Decimotercera Estación Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre
R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Bueno llegó la hora de la intervención, Juana ya estaba anestesiada, y de pronto entró un doctor
con deficiencias para caminar: Preguntó el nombre de la paciente: Juana Flores Veramatus.
Pregunta el lugar de procedencia, ¿Tiene familia? sólo su madre ella dice que tenía hijos, pero por
el destino no sabe dónde están, son unos ingratos la abandonaron.
Y que le paso? Es una pobre mujer que no tiene nada al final sólo un milagro puede salvarla es
mejor que muera porque no tiene nadie que la vea.
Meditación
María, madre de Dios y madre nuestra: Tú, que estuviste plantada ante la cruz con una fe
inquebrantable y recibiste el alegre consuelo de la resurrección, consíguenos ahora un nuevo ardor
de resucitados para llevar a todos los hombres el Evangelio de la vida que vence a la muerte. Danos
la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la belleza que no se
apaga (cf. EvG288).
Padre nuestro...
Decimocuarta Estación Jesús es en el sepulcro
V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/.Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Algo le decía al doctor que esta mujer era su Madre, él sabía algo de su historia pregunto otra vez
preguntó, ¿cómo se llama esta mujer? Juana, recordaba el lugar.
El doctor al fin llamó a todos sus ayudantes y les dijo: solo quiero un ayudante; pero doctor esa
operación necesita de muchos y usted no puede solo, mandó a usar las mejores máquinas mandó
que le den la mejor atención que cambien a un lugar mejor pero doctor ea mujer no tien cómo
pagar, no vale la pena.
La operación salió bien y el doctor quería ver a la mamá de Juana la abrazo fuertemente y le dice:
todo salió bien con tu hija conversó con ella y todo lo que le contaba era lo que sabía de su
historia, el doctor no soportó y le dijo: tú eres mi familia yo soy el hijo de Juana. La madre de
Juana salió corriendo para avisarle lo acontecido, Juana no creía.
El doctor se comunicó con sus dos hermanos y con gozo llegaron a reunirse con Juana que, que se
quedaron un buen tiempo con ella, le compraron una casa y así Juana vivió con dignidad su vida y
resucitó a una nueva vida.
Meditación
Señor, como decía san Pablo: «El amor de Cristo nos apremia» y «¡Ay de mí si no anunciara el
Evangelio!» Sabemos que la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la
comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se
apasionan en la misión de comunicar vida a los demás, pues la vida se alcanza y madura a medida
que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión del cristiano. Señor, haznos
a todos los mayores, no evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino
gozosos ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo e n sí
mismos, la alegría de Cristo (cf. EvG109-110).
Padre nuestro...

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