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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Coordina
Juan Manuel León Millán Índice
Editores ¡Sean de nuevo bienvenidos a Pasaje! 3
Juan Manuel León Millán Editorial
(Dpto.Geografía e Historia)
Antonio Quesada Ramos
(Dpto. Ciencias Naturales. “Houston,Ranquility Base here. The Eagle has landed 4
IES Zaidín Vergeles) Noelia Pérez Mora
Virtudes Martínez Egea I.E.S. Antonio de Mendoza
(Dpto. Lengua y Literatura)
Elisa Isabel Peña Acosta
(Dpto. de Inglés) La Guerra Fría y la carrera espacial.
Noelia Pérez Mora Un breve análisis histórico 13
(Alumna 4º ESO)
Juan Manuel León Millán
Departamento de Ciencias Sociales. I.E.S. A. Mendoza
Encargado web:
Juan Francisco Ruiz Hidal-
go (Dpto. didáctica de las La carrera lunar 21
matemáticas – Universidad Francisco Simón Montes Moya
de Granada)
Secretario SEDA y Presidente de la Federación de Asociaciones
Astronómicas Camille Flammarion de Jaén
Colabora:
Destiny, the Moon (Did you know thar...?) 37
Área de Cultura del Excmo. Carlos González
Ayuntamiento de Alcalá la Former OPS Manager MDSCC
Real.
Helio 47
Juan de Dios Jiménez Valladares
Profesor Enseñanza Secundaria. I.E.S. Laurel de la Reina. Granada
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
La situación, sin embargo, no invitaba a meterse en un proyecto de esta índole, pues por
diversas circunstancias, poner en marcha de nuevo la revista iba a encontrarse numerosos obstá-
culos como podrían ser las circunstancias cambiantes de cada uno de los docentes, o la situación
económica que nos rodea; pero merecía la pena intentarlo. Finalmente di el paso, mis contactos de
mi etapa de facultad y el hecho de la defunción de Neil Armstrong, que me daba el tema perfecto,
me animaron a ello; haciendo o proponiendo una nueva idea que ya planteaba Antonio Quesada,
extender Pasaje a nuevos ámbitos del conocimiento; haciendo de ella una revista más transversal
y multidisciplinar, lo que supone mayor complejidad a la hora de buscar temas que nos afecten o
impliquen a todos.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
El descenso del Módulo Lunar del Apolo XI fue dramático y tenso hasta los se-
gundos finales, desde el primero de los 12 angustiosos minutos que duró el descenso
a la Luna; aunque Armstrong y Aldrin habían practicado en la simulación, no siempre
tuvieron éxito en el alunizaje. Había que aterrizar en 3 minutos con el combustible justo
a determinada velocidad y altura y a veces el radar de aterrizaje no funcionaba. Fue un
gran reto. Al acercarse a la superficie, Armstrong y Aldrin se dieron cuenta de que la
zona elegida por el piloto automático del Módulo Lunar “Eagle” para el alunizaje era una
pendiente de un enorme cráter lunar con rocas “tan grandes como automóviles”, como
diría Armstrong a su regreso. “La computadora nos mostró donde pretendía aterrizar,
a un costado de un enorme cráter de unos 100-150 metros de diámetro con pendientes
muy pronunciadas cubiertas de grandes rocas; realmente un pésimo lugar para aterrizar”,
dijo. Éstas rocas no se habían visto en las fotos obtenidas por las naves no tripuladas que
habían cartografiado la superficie; la resolución máxima de las cámaras había captado
rocas de hasta 15 metros, pero no las inferiores a ese tamaño que hubieran puesto en serio
riesgo la misión en caso de aterrizar en el punto elegido.
Siete minutos después de iniciar la secuencia de descenso y a una altura aproximada
de seis kilómetros de la superficie, Neil Armstrong introduce en el ordenador el programa
número 64, el empuje del motor desciende hasta un 57% y el módulo lunar se sitúa en
posición horizontal respecto a la superficie de la Luna. El radar de aterrizaje comienza a
recibir señales y Buzz Aldrin deja el radar de encuentro activo, sin importar lo que dijera
la lista de control, para que en caso de abortar la misión siguiera funcionando y pudieran
volver a contactar con Mike en el regreso. Aparece entonces un problema de computa-
dora, problema 1202 y 1201. La computadora del Módulo Lunar está sobrecargada de
información. El radar de descenso y el de encuentro aportan datos simultáneamente, una
combinación que no se había previsto y obviamente necesaria; si desciendes necesitas el
radar de descenso, si regresas necesitas el radar de encuentro, y no podían funcionar si-
multáneamente. Pero el descenso sigue adelante. El sitio exacto de alunizaje, se encuentra
a menos de veinte kilómetros al Oeste. El oficial de guiado comunica al director de vuelo
que el LEM viaja a más velocidad de la programada, hecho que puede causar el aborto
del alunizaje, pero decide seguir con los procedimientos de alunizaje. El LEM sobrepasa
el lugar donde debería haber alunizado y el ordenador les está conduciendo hacia un gran
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
cráter con rocas esparcidas a su alrededor que causarían serios daños al módulo si el alu-
nizaje se produjese en esa zona. Armstrong desconecta el programa 64 e introduce el 66,
donde el programa de control semiautomático controla el empuje del motor pero deja en
manos de la tripulación el movimiento de traslación lateral del LEM; cambia así la trayec-
toria con apenas combustible. Desconectado el sistema de aterrizaje automático el piloto
del Eagle, toma el control manual de la nave. Neil escoge la única alternativa, pero lo peor
que se puede hacer por el combustible: cambiar el promedio de descenso. El comandante
cambia el rumbo un poco, sobrevuela la zona y desliza el Módulo Lunar en horizontal por
la superficie buscando un lugar adecuado para el alunizaje mientras Aldrin le va leyendo
en voz alta los datos de altitud y velocidad; el tiempo corre y el combustible se agota.
El LEM pierde altura gradualmente. A menos de dos metros de la superficie, una de las
tres varillas sensoras que cuelgan de las patas del LEM, toca el suelo. El Eagle recorre el
último metro en una suave caída gracias a la débil gravedad lunar y Neil Armstrong logra
aterrizar el Módulo Lunar como si fuera un helicóptero en una planicie. Con menos de 30
segundos de combustible se produce el contacto con la Luna y el comandante pronuncia
la frase que titula este artículo. “Houston, aquí la base Tranquility. El Eagle ha aterriza-
do”, fueron las palabras que Armstrong le dijo a la base de control en Tierra. El terreno
resiste bien el peso del aparato y todos los sistemas funcionan. En Houston son las 15:17
del 20 de julio de 1969 (las 20:17:39 h UTC) y el Eagle está posado sobre la superficie del
satélite a 38 m de un cráter de 24 m de diámetro y varios de profundidad.
Ningún astronauta elegido para la gloria hubiera estado dispuesto a abortar el aluni-
zaje por falta de combustible a escasos metros de la superficie, y menos Armstrong, que
quizás en esa situación se hubiera dejado vencer por la fuerza gravitatoria lunar y caer
hacia el deseado, bello y a la vez inhóspito y tenebroso terreno que para nada invitaba sus
dominios (como lo describía Michael Collins). Armstrong solía pensar las cosas muy bien
y hacía lo que creía correcto y que por lo general lo era, y así lo demostró.
Michael Collins, para muchos el hombre más solo del universo en aquel momento,
miraba hacia la Tierra con tres mil millones de personas sabiendo que mientras dos de
ellas estarían pisando el rocoso suelo lunar que tenía bajo sus pies. Es famosa la frase que
pronunció Neil al hacerlo, pero quizá más literaria la que utilizó minutos después Buzz
Aldrin, el segundo hombre que caminó sobre la Luna, para describir lo que veía: “Hermo-
sa vista. Es una magnífica desolación”. Era evidente que el lugar más magnífico para que
la humanidad mostrara su progreso no dejaba de ser un sitio desolado.
Cuarenta y tres años después de que Neil Armstrong pusiera sus pies sobre la super-
ficie lunar consiguiendo crear un sentimiento de orgullo por el presidente Kennedy, por la
nación y por la humanidad, podemos hablar de un avance más que notable a nivel tecno-
lógico, científico, y social; quizás incluso habiendo evitando con esta distracción una gue-
rra a gran escala. Y es que es indiscutible que aquella carrera espacial que comenzó con el
lanzamiento soviético del Sputnik 1el 4 de octubre de 1957 no fue sólo un pequeño paso
para aquel hombre de talante frío y coherente sobre nuestro satélite, sino un mecanismo
de cooperación entre adversarios, una unión mundial y un hecho transcendente en la his-
toria que abrió un nuevo capítulo en la exploración humana y que marcó el principio de
un progreso que aún continúa en nuestros días. Se mostraron así unas sensaciones hasta el
momento desconocidas que sólo fueron imaginadas por fantásticos soñadores y escritores
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Alunizaje del Apolo 11; el comandante de la misión Neil Armstrong en la superficie lunar
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Neil Armstrong
“Levanté mi pulgar y oculté el planeta Tierra.
No me sentí como un gigante. Me sentí muy, muy pequeño”
El primer hombre que llegó a la Luna falleció en Ohio (EEUU) el pasado 2012, el
25 de agosto. A principios de este mes fue sometido a una operación de corazón en la que
se le practicó un by-pass después de que los médicos encontraran que sus arterias corona-
rias estaban obstruidas, y no recuperándose de las complicaciones surgidas.
A los 82 años, el astronauta vivía en su casa de campo de Lebanon, Ohio, con su
segunda mujer (Carol Held Knight) y sus dos hijos, donde llevaba una vida más cercana
a la de un granjero que a la de una celebridad mundial.
En ese mismo estado nació el 5 de agosto de 1930 mostrando desde muy joven, su
atracción por la aeronáutica y la aviación, tras realizar su primer vuelo a los seis años en
un aeroplano Ford Tri-Motor; lo primero que quería hacer cuando era niño era diseñar
aviones y ayudar a resolver problemas allí donde estuvieran. En la adolescencia, su héroe
fue el aviador Charles Lindbergh, el primero en atravesar el Atlántico sin escalas. A la
edad de quince años, Armstrong empezó a tomar lecciones de vuelo en un aeropuerto del
norte de Wapakoneta, donde realizaba varios trabajos en el pueblo y en el aeropuerto para
ganar dinero y pagar así las lecciones en un Aeronca Champion. Con 16 años, antes inclu-
so de haber pasado el examen de conducir, ya era estudiante de piloto. En 1947 recibió la
licencia antes de graduarse de la Secundaria en Blume (Wapakoneta).
Tan pronto como Armstrong se graduó de los estudios secundarios, recibió una beca
de la Marina de los Estados Unidos. Posteriormente se inscribió en la Universidad Purdue
y comenzó sus estudios de Ingeniería Aeronáutica. En 1949 la Marina lo llamó para cum-
plir con los deberes militares, se convirtió en aviador y en 1950 fue enviado a la guerra de
Corea. Allí voló en 78 misiones de combate partiendo desde el portaaviones USS Essex.
Después de haber reunido suficiente experiencia en la Marina, en 1952 Armstrong
se unió al Comité Consultivo Nacional
(NACA); la agencia federal de Esta-
dos Unidos fundada en 1915 para em-
prender, fomentar, e institucionalizar
las investigaciones aeronáuticas. Su
primera tarea la desarrolló en el Cen-
tro de Investigaciones Lewis, cerca de
Cleveland, Ohio. En los siguientes 17
años trabajó de ingeniero, piloto de
pruebas, astronauta y administrador
de la NACA y su agencia sucesora, la
Administración Nacional para la Ae-
ronáutica y el Espacio (NASA).
Hacia mediados de la década de
1950, Armstrong se trasladó al Centro Armstrong durante el entrenamiento en un X-15
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Apolo 11
Como comandante de Apolo 11, la primera misión tripulada a la Luna con la in-
tención de alunizar, Armstrong ganó la distinción de ser la primera persona en poner pie
sobre la superficie lunar. El 16 de julio de 1969, Armstrong, Michael Collins, y Edwin
Eugene Aldrin comenzaron su viaje a la Luna. Collins fue el piloto del módulo de mando;
Aldrin, un experto en sistemas, fue el piloto del módulo lunar y se convirtió en el segundo
ser humano en caminar sobre la Luna. Para esta gesta se utilizó un cohete Saturno V, el
mayor ingenio de este tipo construido, con una altura superior a los 85 m y un diámetro
máximo de 13 m, capaz de desarrollar una potencia de 35.000 kN, que transportaba el
conjunto integrado por el módulo de mando y servicio, llamado Columbia, y el módulo
de alunizaje, bautizado con el nombre de Eagle. Armstrong pilotó el Módulo Lunar y
logró un aterrizaje seguro sobre la superficie lunar pronunciando después las inmortales
palabras: “Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”,
aunque su intención era decir “That’s one small step for man, one giant leap for man-
kind”. Armstrong confesó en numerosas ocasiones que fue algo especial y memorable,
pero instantáneo, porque había mucho trabajo para hacer. “No estábamos allí para medi-
tar. Estábamos allí para hacer las cosas, así que nos pusimos en ello”. Además de desple-
gar la bandera de Estados Unidos y de instalar diversos aparatos científicos, recogieron
aproximadamente 22 kg de rocas lunares para su posterior estudio en la Tierra. Aldrin y
Armstrong estuvieron cerca de dos horas y media caminando sobre la Luna, recogiendo
muestras, haciendo experimentos y tomando fotografías. El 24 de julio de 1969, los tres
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Años posteriores
Poco tiempo después de que el Apolo 11 regresara a la Tierra, Armstrong anunció
que no tenía ninguna intención de regresar al espacio. Su relación contractual con la
NASA continuó trece meses, en los que trabajó como vice-administrador asociado para
la división de Aeronáutica de las Oficinas Centrales en Washington. En ese puesto fue
responsable de la coordinación y administración del trabajo de investigación y tecnología
general de la NASA relacionado con la aeronáutica. Tras numerosas loas, galardones y re-
conocimientos, Neil, de carácter introvertido, no se sentía cómodo. Cansado de su matri-
monio con el gigante norteamericano, el astronauta, con 41 años, decidió saltar al mundo
universitario y en 1971, dos años después de tocar la gloria, dejó la NASA para dedicarse
a la enseñanza. No le faltaron ofertas de los centros más renombrados, pero Armstrong
era consciente de que no poseía un doctorado y no quiso que sus compañeros y amigos se
sintieran molestos por ser nombrado profesor universitario teniendo como título máximo
un máster. Por eso, se decidió por el departamento de ingeniería de la modesta Universi-
dad de Cincinnati, donde permaneció ocho años hasta 1979.
Neil formó parte de numerosos consejos de administración de diferentes empresas
de electrónica y aeronáutica; fue además presidente del Comité Asesor de los Cuerpos
de Paz (1971-1973) y miembro de la Comisión Nacional del Espacio (1985-1986). Su
tranquilo trabajo como docente se vio a veces interrumpido por algunas llamadas de la
NASA, que solicitó su asesoramiento en momentos puntuales, como en los accidentes
espaciales del Apolo 13 y el Challen-
ger, donde fue vicepresidente de la
Comisión presidencial para la inves-
tigación (1986). Una vez finalizada la
experiencia universitaria, su activi-
dad laboral se centró en el mundo de
los negocios y desde entonces ocu-
pó cargos de responsabilidad en va-
rias empresas estadounidenses como
American Airlines o Eaton Corpora-
tion. Dentro de la empresa privada
ocupó diversos puestos, como los de
director de las empresas Cincinnati
Neil Armstrong recibe la Medalla de Honor Gas and Electric Co., Cincinnati Mi-
del Congreso Espacial
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
lacron Inc, Eaton Corporation, RMI Titanium Company y Thiokol Corporation, entre
otros.
Durante los años 1982-1992, Armstrong fue presidente del Computing Technolo-
gies for Aviation, Inc., en Charlottesville, Virginia. Después de estos trabajos, Armstrong
se convirtió en presidente de la Ail Systemes Inc, especializada en computadoras para
aviación. En enero de 1988 consiguió un nuevo logro: dio la vuelta al mundo a bordo de
un Boing 77 en un tiempo récord de 37 horas, junto a otras 99 personas.
Neil Armstrong fue el más evasivo de la tripulación de Apolo 11. Ya retirado en su
casa de Lebanon (Ohio), donde trataba en vano de pasar desapercibido, impartió en oca-
siones conferencias sobre vuelos espaciales y sus apariciones públicas coincidieron con
las celebraciones de los aniversarios de la llegada del hombre a la Luna. Evita conceder
entrevistas y rehúye de las apariciones televisivas. Sólo hizo algunas excepciones cuando
se trata de marcas norteamericanas que necesitan un relanzamiento -Chrysler Corpora-
tion o Bankers Association of America- y han solicitado sus servicios como imagen de la
compañía. A partir de 1994 se acrecentó todavía más su fobia a la mirada pública, cuando
descubrió que su firma se vendía en internet por miles de dólares y que había numerosas
falsificaciones en circulación, por lo que se negó a conceder nunca más un solo autógrafo.
Fue la última batalla pública de Armstrong, que en 2003 presidió en Dayton los actos que
celebraban el centenario de la aviación. Entonces el astronauta habló apenas unos segun-
dos y ni siquiera mencionó su viaje a la Luna.
A principios de 2010, Armstrong rompió su silencio para protestar contra el recorte
del presupuesto de la NASA del presidente Obama. El astronauta llegó a expresar sus
“reservas” ante el Congreso y firmó una carta que definía el plan como una “propuesta
errónea”. “La NASA ha sido una de las fuentes de inversión pública más importantes para
motivar a los estudiantes a lograr todo lo que esté en su capacidad, por lo que es triste que
estemos dirigiendo el programa hacia un punto donde se ve reducida la motivación que
brinda a los jóvenes”.
En su última comparecencia pública en noviembre de 2011, Armstrong recibió jun-
to a sus compañeros de la misión a la Luna la medalla de Oro del Congreso de Estados
Unidos donde Armstrong dijo que era un honor “en nombre de todos aquellos que juga-
ron un papel para ampliar la presencia humana más allá de la Tierra, y el conocimiento
humano del Sistema Solar”.
Un año antes de su muerte, en junio de 2012, Neil Armstrong estuvo en España,
concretamente en Tenerife, para participar en el homenaje al primer astronauta de la his-
toria, el ruso Yuri Gagarin. Manifestó su deseo de que la civilización humana lleve al
espacio “su mejor comportamiento”. Refiriéndose a la carrera espacial de la que él fue
estrella indiscutida, dijo que, a su juicio, fue “la mejor, la más honesta, porque ganó la
humanidad”.
Frente a las teorías de la conspiración, Armstrong respondía siempre con la misma
sangre fría: “La gente ama las teorías de la conspiración. Quiero decir que son muy atrac-
tivas, pero nunca implicaron un problema para mí, porque sé que un día alguien va a volar
de nuevo hasta la Luna y recogerá la cámara que dejé allí”. “Las 800.000 personas que
fueron parte del equipo de la NASA no podrían haber guardado el secreto”.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Sería imposible entender la llegada del Hombre a la luna y en general, toda la ca-
rrera de Conquista del espacio, sino tenemos en cuenta la presencia de un hecho político
de especial importancia en la segunda mitad del s. XX, denominado “La Guerra Fría”.
Dicho fenómeno es resultado de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, aun-
que se puede vislumbrar más allá, desde el final de la Rusia de los Zares y el nacimiento
de una Rusia bajo el amparo de la bandera Comunista, situado al polo opuesto de las De-
mocracias liberales y capitalistas preponderantes en la primera mitad del s. XX.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Esta extraña sensación de superioridad, se veía reforzada bajo las tesis de la deno-
minada “Doctrina Truman”, que suponía, grosso modo, el evitar y entrar en clara com-
petencia con la URSS en cuanto a desarrollo o expansión en cualquiera de las facetas
posibles.
De este modo, llegamos a las década de los 50, y durante el gobierno de Eisen-
hower, antiguo general de la Segunda Guerra Mundial, se llega al pleno convencimiento
de la superioridad estadounidense, que sometió a la población a un estado de relax y des-
conocimiento de todo lo que pasaba fuera de sus fronteras. Dicha situación se agravaba
por la escasa importancia que concedía a los avisos de los avances que desde la URSS
estaban produciéndose en dicha carrera espacial.
Así, el 4 de octubre de 1957, la URSS lanzó con éxito el Sputnik, el primer satélite
artificial lanzado por el ser humano. Ello suponía todo un éxito, no sólo de la Unión So-
viética y sus ingenieros, sino todo un triunfo para uno de los bloques, que superaba con
creces al creído bloque norteamericano confiado en sus posibilidades. El trauma psicoló-
gico que dicho lanzamiento trajo consigo en Estados Unidos fue tremendo, pues, desde
los radares y estaciones de vigilancia espaciales se podía detectar con facilidad el sonido
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
simple y repetitivo de aquel satélite básico que había sido lanzado con éxito por el enemi-
go, para medir la atmósfera superior de la Tierra. Pero las circunstancias iban más allá, el
propio ingeniero encargado de su lanzamiento, Sergei Korolev, había creado un módulo
lanzador, capaz de poder llevar carga humana al espacio.
Dicha preparación se vio justificada un mes después, cuando los soviéticos lanzaron
la primera nave con presencia de un ser vivo, en este caso una perrita, Laika, que aunque
murió a su vuelta por falta de preparación del retorno, demostró el adelanto que el progra-
ma espacial llevaba para los soviéticos.
Los ciudadanos norteamericanos quedaron consternados ante aquel adelanto y exi-
gían la adopción de medidas urgentes. Dichas medidas se empezaron a llevar a cabo como
fue la importación de chimpancés para preparar un primer lanzamiento antes de lanzar a
un ser humano. De este modo, el programa se precipitaba para evitar el fracaso moral que
supuso la política soviética.
Así, en cuatro meses se lanzó el primer satélite desde los Estados Unidos, el Explo-
rer I, cuya misión era medir la radiación del cinturón de Van Allen, pero con una capa-
cidad y peso menor que el satélite soviético, lo que evidenciaba el retraso del programa
espacial y la ventaja que alcanzaban los soviéticos. Las quejas al gabinete presidido por el
antiguo héroe nacional y presidente Eisenhover no tardaron en llegar, pues había ignorado
los avisos que desde algunos círculos científicos se habían dado.
Así, en 1958 se fundó la NASA, con más de 8.000 científicos y con un doble obje-
tivo: el uso militar del espacio y reestablecer el prestigio y la supremacía norteamericana
con la llegada de un hombre a la Luna. Además se aprobó un presupuesto de emergencia
para llevar a cabo todas las misiones que se encargaban a este nuevo organismo.
Se iniciaba así el programa Pioneer, que debía preparar el lanzamiento de satélites;
así como el programa Surveyor, cuyo objetivo era llevar una sonda a la Luna capaz de de-
tectar zonas para el alunizaje. Todos esos proyectos servían de base para el gran programa
que se iniciaba, el Apollo, que debía servir para llevar el hombre a la Luna.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Sin embargo, se hizo evidente la delantera que llevaban los soviéticos, cuando en
1959 llegó a la Luna la primera sonda soviética que logró las primeras fotografías de la
cara oculta de la misma. La sensación de fracaso iba en crecimiento.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
IV – El Apollo 11
Tras diversas pruebas se creyó que se estaba preparado para volar y poner un hom-
bre en la Luna. Los encargados serían Armstrong, Collins y Aldrin.
Habían transcurrido poco más de diez años desde el lanzamiento del Sputnik 1,
durante los cuales la actividad espacial en EE.UU. había sido muy intensa y encaminada
principalmente a preparar el primer viaje del hombre a la Luna. Se había proyectado,
construído y probado un cohete gigante y una extraña nave lunar. Se habían hecho dos en-
sayos generales (Apolo 8 y 10) del viaje definitivo a la Luna. A pesar de su gran compleji-
dad, toda aquella parafernalia había funcionado increíblemente bien. Ahora sólo quedaba
ir a la Luna, pisarla y explorarla, aunque esto último tuviera que reducirse a zonas muy
pequeñas y debiera realizarse con muy pocos medios técnicos y científicos.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Eran las 102 horas y 42 minutos desde el despegue. El Águila (el módulo lunar)
cayó a plomo el último medio metro. En la débil gravedad lunar el golpe no resultó fuerte.
El plan lunar era permanecer en la Luna menos de 24 horas. Los astronautas debe-
rían dormir 4 horas antes de salir a la superficie, sin embargo los astronautas después de
desactivar el motor y comprobaciones pidieron a Houston salir a la superficie antes de lo
previsto.
Seis horas después de alunizar, Armstrong abrió la escotilla; mientras Aldrin le
guiaba para que la mochila de su escafandra no topara con el marco. Ya en el exterior,
Armstrong se puso de pie en la pequeña plataforma emplazada frente a la escotilla. La
vista era extraordinaria. Enganchó una polea con una cuerda que después serviría para
izar las muestras de rocas y empezó el descenso.
La escalera iba adosada a la pata frontal del Águila y constaba de 9 peldaños. En la
Tierra hubiesen cedido nada más pisarlos pero en la Luna, con sólo un sexto de gravedad
podían soportar los 170 kilos del astronauta.
Hasta aquel momento no había imágenes de TV. Al llegar al último peldaño, Arm-
strong tiró de una anilla y un compartimento lateral del Águila se abatió como la tapa de
un escritorio. En él se almacenaban las herramientas necesarias para trabajar en la Luna,
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
V – Hasta la actualidad
La Guerra Fría continuó; en este caso, los soviéticos trabajaron en la realización de
una base espacial que sirviera de pausa intermedia y permanente para futuros viajes a la
Luna o realización de experimentos: Fue la Salyut 1. Era un nuevo concepto de viajes.
Todo quedaba congelado y la sensación de victoria estadounidense no apreció llegar a
los soviéticos. Cada uno de los bloques siguió experimentando por diversos intereses y
fue aminorándose la sensación de carrera, que a partir de la caída del bloque soviético en
1989, pasaría a transformarse en colaboración; además de la presencia de nuevos actores
en la carrera, como los europeos o los chinos, indios y japoneses. Se puede decir así que
la Guerra Fría ayudó a la consecución del objetivo de poner un hombre en la Luna; y
que si hubiese continuado las metas, hubieran sido más lejanas; pero la desaparición de
la misma ha provocado la parada de muchos de los proyectos, como podría haber sido la
llegada del hombre a Marte o a cualquier otro planeta de nuestro entorno.
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Entre otros motivos, la situación provocada en los años 80, con la Iniciativa de
Defensa Estratégica de los Estados Unidos de Ronald Reagan; la denominada “Guerra
de las Galaxias”, que intentaba crear un modelo de defensa que incluyera toda una red de
satélites y misiles nucleares intercontinentales instalados en el espacio, en esos mismos
satélites y que debían ser lanzados por medio de los Transbordadores; llegó a una ace-
leración desmesurada del gasto, pero sobre todo relacionado con el tema defensivo que
provocó el colapso económico de la URSS y que llevó a su desintegración.
Con todo, lo que no podemos evitar es que el ser humano sigue soñando con vol-
ver a establecerse, de modo más o menos estable en nuestro satélite para, de ahí, saltar a
nuevas metas. El cine lo muestra en diversas películas, pero ¿seremos capaces?. Quizás la
respuesta esté, no ya en la competencia, sino en la cooperación entre naciones y bloques y
volver el interés de descubrir que hay lejos de nuestra atmósfera. Todo parece lejano aho-
ra, la NASA suspendió el programa de transbordadores, que tras muchos años de servicio,
han acabado, algunos con su explosión como el Challenger o el Columbia. Los soviéticos
y europeos siguen usando sus naves básicas para el mantenimiento de la Estación Espa-
cial Internacional y el único esfuerzo se realiza en satélites que salen a explorar nuestro
sistema con más o menos éxito.
BIBLIOGRAFÍA:
Jones, Maldwyn A.: (1996) Historia de los Estados Unidos: 1607-1992. Editorial Cátedra,
Madrid.
Hobsbawm, E. (1995) Historia del Siglo XX. Crítica. Barcelona
Irazazábal, P. (1990) Cae el muro…se levanta el Telón. Revista Historia 16. Madrid. Pp.
12 a 26.
Pecharromán, J.G. (1985) La guerra fría. Cuadernos Historia 16. Madrid. Pp. 4-36.
WEB:
http://www.lanasa.net/
http://www.esa.int/esl/ESA_in_your_country/Spain
PELÍCULAS:
Apollo XIII (1995). Director: Ron Howard.
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mente en solitario, nadie podía imaginar qué ocurriría cuando se produjese la ignición del
grupo de treinta que empujaría la primera fase del cohete, o los ocho de la segunda. La
única manera de comprobarlo era poner a un N-1 en la rampa de lanzamiento y enviarlo
al espacio.
La hora de la verdad
El Apolo-4, situado en su rampa de lanzamiento gracias al vehículo oruga o
“crawler”, tenía un aspecto imponente. De hecho, todo junto a él era gigantesco: la rampa,
el foso, el edificio de ensamblaje de vehículos, las instalaciones en general... Y también
eran impresionantes las dimensiones del cohete propiamente dicho: casi 111 metros de
pura energía de propulsión. Sólo la tercera fase y la nave Apolo (CM/SM) habían sido
probados en vuelo gracias al Saturno-IB. La primera etapa y la segunda, ensayadas hasta
la saciedad de forma estática, se enfrentaban a su bautismo de fuego en este vuelo. Esta
última (S-II), sin duda la más compleja del vector, estaba equipada con cinco motores J-2,
el mismo que usaría la tercera fase S-IVB. El primer escalón (S-IC), con sus únicos cinco
motores F-1, era la simplicidad y el poder personificados (cada F-1 tenía tanta fuerza de
empuje como toda la primera etapa del Saturno-IB). En total, unas 2.837 toneladas sobre
la rampa de despegue.
Los soviéticos conocían muchos de los detalles técnicos del Saturno-V(que circu-
laban libremente en la literatura técnica e incluso popular) desarrollado por Wernher von
Braun y no podían sino reconocer su poderío y superioridad sobre el N-1. Sus etapas crio-
génicas implicaban la necesidad de un menor número de ellas (gracias a la mayor efecti-
vidad del oxígeno e hidrógeno líquidos), reduciendo su complejidad operativa (aunque no
tecnológica). Además, el bajo número de motores de la primera etapa disminuía aún más
los riesgos de fallo durante el despegue.
Pero una cosa son las palabras y otra los hechos. La NASA confirmaría estos últi-
mos con el lanzamiento del Apolo-4 el 9 de noviembre de 1967. Las últimas semanas ha-
bían sido difíciles ya que la puesta a punto del vehículo había demostrado ser un auténtico
reto (el cohete tuvo que ser desmontado en una ocasión
para revisar las soldaduras de la segunda etapa). Después,
todo se desarrolló como la seda. La principal misión era
verificar el correcto funcionamiento del cohete completo,
y no sólo de sus tres etapas sino también de la crucial
Unidad de Instrumentos (I.U.), el verdadero cerebro que
controlaba todos los parámetros del vuelo, situada sobre
el tercer escalón. Este último, el S-IVB, debía demostrar
que era capaz de encender su motor varias veces en el
vacío del espacio.
El despegue se llevó a cabo normalmente y fue toda
una experiencia para los miles de espectadores congrega-
dos en Cabo Kennedy. El cohete, que había permanecido
silencioso sobre la rampa 39-A desde que fue colocado en
ella el 26 de agosto, despertó súbitamente a la vida, ge-
El Apolo-4 listo para el despegue nerando un auténtico terremoto sonoro. Para satisfacción
23
La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
general, el monstruo que podría haber transportado 1.500 Sputniks-1 de una sola vez,
empezó a levantar el vuelo con una lentitud pasmosa. La misión resultó un tremendo éxi-
to. El Saturno-V había funcionado sin dificultades y parecía encontrarse a punto desde el
primer momento. Su homólogo soviético, en cambio, esperaba aún su bautismo espacial.
Un segundo vuelo de pruebas del Saturno-V el 4 de abril de 1968 (Apolo-6) tuvo
algunos problemas debido a diversos fallos en el sistema de encendido de la segunda
fase. Como consecuencia, no pudo realizarse la simulación de una trayectoria de regreso
de la Luna, aunque quedó demostrada la capacidad de la nave para superar este tipo de
dificultades. Finalizada la misión y tras solucionar los problemas, la NASA confirmó que
el Saturno-V estaba preparado para recibir su primera tripulación.
Engañando al rival
La NASA aún no había realizado ningún vuelo tripulado a bordo de la nave Apolo.
El módulo lunar (LEM) continuaba acumulando retrasos y no estaría listo hasta, quizá,
principios de 1969, o incluso más tarde. Por tanto, debía descartarse totalmente un aluni-
zaje (la principal misión de las misiones Apolo) antes del final de 1968. Por eso, y como
las noticias procedentes de la Unión Soviética parecían preocupantes, se empezó a barajar
la posibilidad de adelantar el envío de astronautas a la Luna: La URSS intentaba ensayar
la circunvalación lunar como paso previo al alunizaje. No era descabellado pensar que las
nuevas sondas Zond soviéticas eran el paso previo a una circunvalación lunar tripulada.
Ante esta tesitura, el director del programa Apolo, George Low, planteó una alterna-
tiva arriesgada: ¿por qué no realizar directamente el primer vuelo hacia la Luna sólo con la
cápsula Apolo, sin el módulo de alunizaje? Si la misión Apolo-7 (la primera tripulada) se
desarrollaba con normalidad, la Apolo-8 sería enviada hacia la Luna un par de meses des-
pués. Sólo debería ser colocada en órbita lunar (algo que los soviéticos no podrían hacer
nunca con su Zond que solo podía rodear la Luna), comprobar el comportamiento de sus
sistemas en el medio ambiente selenita, y ensayar el retorno a la Tierra a velocidades nunca
antes alcanzadas. Más adelante, el Apolo-9 probaría el Módulo Lunar en órbita terrestre,
el Apolo-10 haría lo mismo rozando la superficie del satélite, y el Apolo-11 intentaría
el alunizaje definitivo. Los cambios, que se aprobaron en agosto, supusieron una de las
decisiones más arriesgadas de la NASA, comparable en importancia a la de ensayar el Sa-
turno-V completo desde su primer vuelo, lo cual había servido para ahorrar mucho tiempo
(y dinero) a la agencia, haciendo viable
el cumplimiento del mandato de Kenne-
dy. El anuncio de que el Apolo-8 volaría
hacia la Luna, efectuado el 19 de agosto,
cayó como una bomba en la URSS.
La cosmonave 7K-L1 número 9L
despegó desde Baikonur el 15 de sep-
tiembre, a bordo de un Protón 8K82K/
Bloque D. Una vez alcanzada una órbita
provisional de aparcamiento y transcu-
rridos 67 minutos desde el lanzamiento,
la etapa superior hizo de nuevo ignición, Soyuz 7K con sistemas LOK
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Se acabó la espera
Con los rusos pisándoles (aparentemente) los talones a la NASA, el primer vuelo
tripulado del programa Apolo-7 debía erigirse sobre toda América como el ave Fénix que
resurge de sus cenizas; tal era la importancia suprema de esta misión, ya que si no se con-
seguía validar la cápsula para su ocupación humana, no habría viaje a la Luna del Apolo-8
y los soviéticos probablemente ganarían la etapa de la circunvalación.
El despegue del Apolo-7 desde la rampa 34 de Cabo Kennedy se llevó a cabo gra-
cias a un cohete Saturno-IB el 11 de octubre de 1968. Su misión orbital, que carecía del
módulo lunar, no precisaba de la potencia de un Saturno-V. Los objetivos que debían
llevar a cabo eran simples: la propia nave era el experimento. Tras 163 revoluciones y el
amerizaje en el Atlántico, todos tenían el convencimiento de que la astronave podía afron-
tar su próximo reto: el viaje hacia la Luna. Poco a poco, la NASA empezaba a tener listos
todos y cada uno de los sistemas del ambicioso programa. A la espera del módulo lunar, el
elemento mecánico que más problemas había hallado durante su desarrollo (circunstancia
26
La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
do en la Luna. Después del Apolo-9, vendría el ensayo general del alunizaje: el Apolo-10
llegaría tan lejos como el que le seguiría, pero sin que el frágil LEM se posase todavía
sobre nuestro satélite. A continuación, si todas estas misiones se desarrollaban como se
esperaba y sin contratiempos, la misión Apolo-11 surcaría el espacio para su histórico
momento.
Medio año, sólo medio año, restaba para la gesta, y los soviéticos sabían que no
había manera posible de superar esta ventaja sin mediar un grave contratiempo en el
programa Apolo. Ante la diáfana y cruel realidad de que la carrera estaba ya casi perdida,
la URSS se vio obligada a iniciar una nueva estrategia de contención. De no mediar un
accidente en el programa americano, los soviéticos no conseguirían llegar con sus cos-
monautas a la Luna antes, pero quizás sí pudieran traer a la Tierra algunas rocas lunares
de manera automática, reclamando una parte de la gloria que los EEUU parecía tener al
alcance de sus manos.
Un as bajo la manga
El 1 de enero de 1969, en efecto, la filosofía soviética varió de forma sustancial.
Latente durante los últimos dos años, se hará resurgir el programa de sondas Luna. El
objetivo: enfrentar la virtud del ingenio automático a la capacidad humana de improvisa-
ción. Las nuevas sondas de tercera generación se basarían en el diseño de los vehículos
móviles que debían asistir a los cosmonautas en la Luna. Su masa y tamaño precisarían
de la contribución del lanzador Protón, y su principal meta sería la recogida de muestras,
básicamente polvo y rocas, y su posterior envío a la Tierra.
La captura de muestras era una de las actividades más representativas que llevarían
a cabo los astronautas del Apolo, así que emularlos de forma menos costosa sería una
buena manera de devaluar su trabajo. La pobre fiabilidad del vector Protónatentaría con-
tra este plan tan cuidadosamente trazado. Se lanzaron durante 1969 muchas sondas Luna,
pero la mayoría no alcanzaron el espacio o la velocidad de escape debido a un auténtico
rosario de lanzamientos fallidos. El Protón, nunca
mejor dicho, se asemejaba más a una ruleta rusa
que a un cohete espacial. Quizá haya sido afortu-
nada la no inclusión, jamás, de un hombre como
una de sus cargas útiles.
El tiempo se acababa. Para que el programa
tripulado soviético tuviera alguna posibilidad de
éxito en las fechas previstas, era imperativo efec-
tuar el lanzamiento del primer N-1 cuanto antes.
Debido a la complejidad de la primera etapa del
cohete, se esperaba mejorar el diseño del vector
gracias a la información que suministrarían los
vuelos de prueba. Sin ellos, el N-1 no podría ser
considerado un vehículo seguro y los viajeros
lunares tendrían que alcanzar la órbita terrestre
mediante otros medios, complicando aún más las
operaciones. N1-3L en la cadena de montaje
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
El vehículo con número de serie N1-3L, había sido colocado en la rampa de lanza-
miento a mediados de enero de 1969. Las verificaciones se desarrollaron de forma más o
menos correcta, y todo quedó preparado para un vuelo que se llevaría a cabo a mediados
de febrero. Sobre el gigantesco cohete (similar en tamaño al Saturno-V) había sido insta-
lada una maqueta del módulo LK y una nave completa procedente del programa circun-
lunar. Ésta última sustituía provisionalmente a la Soyuz LOK.
El 21 de febrero, el primer N-1 despegaba finalmente desde Baikonur. Con él via-
jaban muchas de las esperanzas soviéticas para aquel final de década. Esperanzas que se
vieron defraudadas cuando, apenas media docena de segundos después de la ignición, dos
de los motores de la primera fase (el 12 y el 24) se apagaron de forma súbita, probable-
mente por un error del sistema de control KORD. De inmediato, el cerebro electrónico del
cohete reconfiguró a todos los demás para compensar la pérdida (el vuelo podía proseguir
incluso con cuatro motores parados) pero, hacia el segundo 66 de vuelo, en el momento
de máxima presión aerodinámica, una extraña vibración se hizo sentir en todo el vector.
Una oscilación de alta frecuencia en el generador de gas del motor número 2 ocasionó la
rotura de varios componentes, entre ellos la de uno de los conductos de comburente (oxí-
geno líquido) del citado motor, lo que provocó un incendio. El sistema BKS, que vigilaba
el funcionamiento de los motores, detectó las llamas, pero el ordenador KORD, en vez
de apagar el que se hallaba afectado, lo hizo con todos, unos 69 segundos después del
despegue. El cohete, falto de impulso pero esencialmente completo, caía a tierra a unos
52 kilómetros de distancia, 183 segundos después del despegue.
El Apolo-9 inició su vuelo el 3 de marzo de 1969, con todos los elementos operati-
vos del vuelo lunar. Su escenario de operaciones, en cambio, estaría en la órbita terrestre:
la NASA quería tener cerca a sus astronautas por si algo salía mal. Una vez alrededor de
la Tierra, la tripulación practicaría la extracción del módulo lunar (LEM) de su posición
sobre la S-IVB y el fundamental encuentro entre el LEM y el módulo de mando y servicio
(CSM), exactamente como lo harían en órbita lunar tras el despegue del módulo lunar
desde la superficie selenita. Finalizado este viaje el 13 de marzo, la NASA tenía toda la
maquinaria lista y engrasada para el gran momento. Con más de 9 meses de margen para
cumplir con creces el mandato del Presidente Kennedy, aún sería posible realizar un último
ensayo general an-
tes del alunizaje. El
Apolo-10 repetiría
todo lo realizado
por su antecesor,
pero en un escena-
rio mucho más fas-
cinante: las cerca-
nías de la Luna.
El despegue
del Apolo-10 se
llevó a cabo nor-
malmente el 18 de
Comparativa entre el LK soviético y el LEM estadounidense mayo. Tras un viaje
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
rutinario (todo lo rutinario que puede ser un viaje a la Luna), el 21 de mayo, la nave al-
canzó su meta. A 75 horas, 48 minutos y 24 segundos del lanzamiento, el vehículo quedó
oculto por primera vez tras el limbo lunar, y las comunicaciones se interrumpieron. El
punto de máxima aproximación para el Apolo-10 se estableció en unos 110 kilómetros.
Finalizada la maniobra orbital, durante esta primera revolución, el vehículo sobrevoló la
zona en la que debería posarse el Apolo-11. Finalizado el chequeo de los sistemas tras la
inserción en órbita, los astronautas practicaron todas las maniobras y citas espaciales con
las dos naves volando independientes en la órbita lunar. La maniobra de aproximación
final llevo al módulo lunar a una órbita cuyo punto más cercano a la superficie estaba a
tan sólo unos 14,4 kilómetros. A tan poca distancia, los dos astronautas comprobaron de
primera mano el aspecto del lugar de alunizaje primario y tomaron múltiples fotografías.
Transcurridas más de 61 horas desde su entrada en órbita, el motor del módulo de servicio
fue utilizado una vez más, colocando a la nave en una ruta de regreso hacia la Tierra. El 26
de mayo, el Apolo-10 penetraba en la atmósfera terrestre amerizando en el Pacífico, muy
cerca de Samoa. La NASA supo entonces que no había por qué esperar más. Dos meses
después, el Apolo-11 cubriría los 14 kilómetros que su antecesor no se había atrevido a
recorrer.
El segundo vuelo del N-1 no acabó mejor que el primero. A principios de julio,
con los astronautas del Apolo-11 entrando prácticamente en cuarentena para su histórico
viaje, los soviéticos jugaron sus últimas cartas para paliar el impacto de aquel esperado
despegue. En Baikonur, el 3 de julio de 1969 se desgranaron los últimos instantes de la
cuenta atrás del N1-5L. Cargados de propelentes, sus tanques contenían un poder ex-
plosivo comparable a una pequeña bomba atómica. Por eso, no serían llenados hasta el
último momento. Llegado el momento de la ignición, en un abrir y cerrar de ojos, los
motores de la primera fase rugieron y empezaron a devorar combustible. Eran las 11:18
de la noche, hora de Moscú, y por tanto el cielo estaba
totalmente oscuro. Apenas unos 7 u 8 segundos después
de la ignición, un objeto extraño, probablemente oculto
en uno de los tanques de oxígeno líquido, penetró en un
conducto y arrastrado por el vórtice líquido, acabó en
el interior de una de las turbo-bombas, provocando su
explosión. El motor número 8 estalló a continuación,
y con él, otros situados en su periferia. El cohete había
superado sólo en unos metros la torre de lanzamiento y
estaba ya condenado a no alcanzar el espacio. El sistema
KORD detuvo el resto de los motores y el cohete, que
no había alcanzado una gran velocidad, empezó a caer
hacia atrás en un ángulo de 45 grados, sobre la rampa
de lanzamiento. El vehículo, cargado de combustible,
impactó contra la base, estallando en una apoteosis des-
tructiva sin precedentes. El vuelo había terminado en
apenas 18 segundos. Su resultado: la completa destruc-
ción de la rampa 110 Este y de todas las instalaciones
vecinas. La segunda rampa, en pruebas, también resultó El N1-5L despega de Baikonur
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
produjese en esa zona. Armstrong asciende de 30 a 150 metros buscando un lugar más
seguro y desconecta el programa 64 e introduce el 66. Este programa de control semiau-
tomático controla el empuje del motor pero deja en manos de la tripulación el movimiento
de traslación lateral del LEM. El comandante desliza el Módulo Lunar en horizontal por
la superficie buscando un lugar adecuado para el alunizaje mientras Aldrin le va leyendo
los datos del radar de altura y las lecturas del computador. Con el LEM perdiendo altura
gradualmente, 6 km más lejos y con apenas 20 segundos de combustible en los tanques,
Armstrong encuentra el lugar adecuado. El Eagle consigue desgranar la distancia que les
separa de la gloria y el motor de descenso empieza a levantar polvo. A menos de dos me-
tros de la superficie una de las tres varillas sensoras que cuelgan de las patas del LEM toca
el suelo provocando de forma automática la parada del motor. El Eagle recorre el último
metro en una suave caída gracias a la débil gravedad lunar.
“Houston, aquí Base Tranquilidad, el Eagle ha alunizado”, fueron las primeras pa-
labras que llegaron a la Tierra. Eran las 4:18 de la tarde, hora de Houston, unos ocho años
después de que Kennedy hablara frente al Congreso estadounidense.
Mientras en nuestro planeta se sucedían las manifestaciones de júbilo, los dos as-
tronautas comprobaron los instrumentos y el estado general del vehículo. Tenían orden
de partir inmediatamente si algo no iba bien. Pero el Eagle se estaba comportando mag-
níficamente y no había motivos para la preocupación. En este punto, el plan de vuelo fue
drásticamente variado. Armstrong y Aldrin no sentían el cansancio y recibieron permiso
para salir al exterior inmediatamente. Antes, el comandante describió lo que veían desde
las ventanillas del módulo lunar, incluyendo algunos datos que ayudaran a los especialis-
tas a distinguir sobre el mapa el lugar exacto del alunizaje.
Los preparativos para efectuar la salida al exterior se prolongaron más tiempo del
previsto. Cuando todo estuvo listo, Armstrong abrió la escotilla y se situó sobre el “por-
che” del Eagle. Después, empezó a descender por la escalinata. A las 9:56 de la noche,
hora de Houston, en plena madrugada del día 21 en Europa, el astronauta pisaba la super-
ficie y proclamaba las palabras que le han hecho famoso:
“That’s one small step for a man,
one giant leap for mankind”
“Éste es un pequeño paso para un
hombre, un gran salto para la Humani-
dad”.
Como si le hubiese oído, el Luna-
15 soviético modificó otra vez su órbita
(hasta los 85 por 16 kilómetros), situando
su periastro casi en la vertical de la zona
de alunizaje del Apolo-11. Las imágenes,
en blanco y negro, mostraron las figuras
fantasmales de Armstrong y Aldrin mo-
viéndose frente a la cámara. Este último
había seguido a su compañero sin pérdida
de tiempo, no sin antes asegurarse de que
la puerta del módulo lunar Eagle pudiera Neil Amstrong desciende del módulo lunar
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
permanecer abierta porque no había picaporte o asa externa. La primera tarea consistiría
en recoger una muestra de “contingencia”. Si algo inesperado ocurría, no podían regresar
a la Tierra con las manos vacías, lo cual hubiera supuesto una gran decepción. También se
leyó una placa conmemorativa unida a una de las patas del tren de aterrizaje del Eagle, no
faltó la colocación de la bandera estadounidense, una considerable dosis de fotografías y
un intercambio de palabras con el Presidente Nixon.
Dos horas, 31 minutos y 40 segundos después de haber puesto el pie en la super-
ficie, los dos astronautas regresaban al módulo lunar. Aún tendrían tiempo de dormir un
rato antes de afrontar el próximo paso de su viaje, el regreso a la órbita lunar donde les
esperaba Collins. Al día siguiente, tanto el Eagle como el Columbia fueron preparados
para el encuentro, pero el LEM tuvo un pequeño problema. En palabras de Aldrin: “…
el polvo lunar cubría todo el suelo, y fue cuand,o con verdadero pánic,o descubrí un
fragmento roto de un circuito electrónico. No podía creer que precisamente en el último
momento, algo así ocurriera. ¡Era el interruptor que controlaba el encendido del motor!
De todas las cosas que podían romperse ¿qué probabilidades había que fuese ese inte-
rruptor en particular? La cuenta atrás para el despegue desde la superficie de la Luna
ya había comenzado. Rápidamente localicé el agujero y con un bolígrafo sin punta me-
tálica, restablecí el contacto del circuito sin provocar un corto. Lo empujé y se acomodó
perfectamente. Funcionó...”
Solventado el problema y llegado el momento, el motor de la etapa de ascenso entró
en ignición y, utilizando la inferior como rampa de lanzamiento, el Eagle se dirigió hacia
la posición del Columbia. La unión entre ambas astronaves se efectuó sin contratiempos,
como si se hubiese hecho muchas veces anteriormente. Al mismo tiempo, la antena de
Jodrell Bank nos recordaba al otro protagonista. El Luna-15 había encendido por fin su
retrocohete, en dirección al Mar de las Crisis. Sin embargo, las señales del vehículo des-
aparecieron de pronto y no volvieron a recuperarse: la sonda se había estrellado contra la
superficie.
Amstrong junto al módulo lunar Eagle en el interior del LEM tras su histórico paseo lunar
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Hornet les esperaba el presidente Nixon, y con él los saludos de todos los norteamerica-
nos y buena parte de los ciudadanos del mundo. Otras 6 misiones Apolo volaron a nuestro
satélite y excepto la número 13, todas pusieron hombres sobre la Luna.
Volviendo al Luna-15 y su destino final: ¿Qué había fallado? Los soviéticos no re-
conocerían un error técnico en su nave sino la influencia de los semidesconocidos masco-
nes, las acumulaciones de materia que producían diferencias en el campo gravitatorio del
satélite y que habrían afectado su trayectoria, desviándola en unos 15 kilómetros. Fuera
de su ruta calculada, el Luna-15 se estrelló a casi 500 kilómetros por hora contra una
montaña de unos 5 kilómetros de altura. El intento de respuesta soviético no había hecho
sino incrementar su vergüenza.
En el futuro, ningún vector N-1 llegó finalmente a volar. El 26 de junio de 1971 el
cohete N1-6L, con importantes mejoras con respecto a sus dos predecesores, es lanzado
con éxito, pero 50,2 segundos después se pierde el control del vehículo y debe ser destrui-
do desde tierra. En este lanzamiento y el siguiente, el cohete portaba una maqueta a escala
real igual en peso y tamaño del complejo L3, compuesto por la nave LOK, el módulo LK
y el Bloque D.
El 23 de noviembre de 1972 tiene lugar el último lanzamiento del N-1, pero a los
106,9 segundos tras el despegue, a sólo siete segundos de la separación de la primera eta-
pa, el cohete se desintegra, y con él, el futuro del programa lunar tripulado soviético, que
sería abandonado definitivamente en mayo de 1974.
Finalmente, en 1975, dos cohetes N-1 que permanecían a la espera fueron desmon-
tados y desguazados pieza a pieza para que su gigantesca presencia no denunciara su
participación en el programa lunar. Muchas de ellas fueron empleadas en las más varia-
das tareas en el cosmódromo de Baikonur. Los tanques de combustible, por ejemplo, son
usados ahora como depósitos de agua, y otras estructuras no menos importantes pueden
encontrarse siendo utilizadas como parasoles metálicos bajo los que aparcan automóviles.
La URSS nunca reconoció oficialmente la existencia del programa lunar tripulado
N1/L3.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
In the mean time, project Mercury finally gets a capsule to Earth orbit with astro-
naut Glenn by using a bigger launcher, an Atlas. Also project Gemini begins as the pre-
decessor to Apollo.
Soviets are not sleeping and send first woman into Earth orbit, Valentina Tereshko-
va (1963), and also do the first space walk, Leonov (1965), and they are also striving to
build a rocket that could take them to the Moon before the Americans.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
with 300 milliseconds of interval each. Once the five engines were at full
thrust the launcher was released from the launch platform. 1 minute and
20 seconds after liftoff, the astronauts experienced a maximum dynamic
pressure of 4 Gs.
After the propellants were depleted, first stage would separate from
the rest of the vehicle and second stage would ignite. At this time, the
launch escape tower was jettisoned. This second stage was called S-II
(North American Aviation, California) and was composed of five J-2 mo-
tors with the center one fixed while the outer were steerable as in the first
stage. The propellants were Oxygen and Hydrogen and they would burn
for 6 minutes placing the rest of the vehicle at 185 km high and 20600
km/h.
This was just a little less than needed to go into Earth ́s orbit so
the second stage separated and the third ignited for 2.5 minutes giving
the necessary increase in speed to circle the Earth. This third stage was
called SIV-B (Douglas Aircraft, California) and used the same type pro-
pellants than stage II. It had a single J-2 engine which was restartable
as it would ignite again to place the vehicle in lunar trajectory. Atop the
SIV-B there was a ring called the IU, Instrumentation Unit, (IBM) that
received information from multiple sensors in the vehicle and sent orders
to different parts of the launcher based on this information . After the IU,
a hatch concealed the Lunar Module (Grumman) which had the landing
legs retracted.
On top of the hatch, the Command and Service modules (North
American Aviation) were attached, and on top of these, the escape tower. (This had been
jettisoned after first stage separation).
The LM used Propergol (Mono-methyl hydrazine + Nitrogen tetroxide) as prope-
llant while the SM used Aerozine 50 (hydrazine + unsymmetrical dimethylhydrazine) +
Nitrogen tetroxide.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Vehicle readiness
All these formed the titanic rocket called Saturn V but
how were all these stages assembled?
The assembly took place at the VAB (vehicle Assem-
bly Building) which is located at the Kennedy Space Center
in Launch Complex 39. It is the largest single-story building
in the world. It was initially built to assemble the Saturn V
vehicles and later used for the Shuttle. It was finished by
1966.
It is 160.3 m. tall, 218, 2 m. long and 157.9 m. wide
and encloses 3.665.000 m3 of space. For conditioning, it
uses 125 ventilators on the roof to keep moisture under con-
trol. Nevertheless, its interior is so vast that it has its own
weather, including rain clouds on very humid days. Inside
air can be totally replaced in one hour.
There are four entries to the building which comprise
the four largest doors in the world with a height of 139 m.
Each door takes 45 minutes to open or close.
Due to its location, it was built to withstand hurricanes
and tropical storms.
Next, the whole assembly mounted on top of a big ca-
terpillar and with the ULT (Umbilical Launch Tower) atta-
ched, left the VAB and started the trip to LC 39A at a top
speed of 2.5 km/h. When at the launch site, it would attach
to the Mobile Service Structure (MSS) and the launch readiness tests would start.
These tests verified the status of the vehicle for launch and, after completed, the
MSS would retreat and leave the Saturn V with its ULT continuing with the launch count.
At the end of the launch count sequence the Apollo spacecraft would start its voyage to
the Moon.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
On the way
After 2 1⁄2 Earth orbits, and after all instruments had been checked out, it was time
for the SIV-B to perform the Trans-Lunar Injection Burn (TLI). This time it was near to 6
minutes to obtain escape velocity and after the burn the craft was on its way to the Moon.
About 40 minutes after TLI the CSM
separated from the SIV-B, turned around
and docked with the LM and, 50 minutes
after that, the integrated CSM/LM separa-
ted from the SIV-B.
To prevent the SIV-B hitting the
CSM/LM, a small evasion maneuver was
performed.
During the next three days things
were calm at the CSM. The astronauts per-
formed scheduled experiments and took
pictures. The
CSM/LM was in a Passive Thermal Control (PTC) mode
that prevented excessive heat from the Sun by rotating the
craft along the longitudinal axis.
The trip to the Moon would normally place the CSM/
LM in a free-return trajectory that would permit the astro-
nauts the return to Earth with no maneuvers in case of a
failure, but after the course had been verified to be correct
and all equipment working normally, a correction was per-
formed that would let the Moon ́s gravity catch the vehicle
with the aid of a small burn of the CSM motor while in the
backside. Normally, two firing are needed as the first one
places the craft in an elliptical orbit and a second will place
it in a circular orbit.
The CMDR and LM Pilot then opened the hatch and
go inside the LM and turn on all the equipment. A thorough
checklist is then performed and LM is ready to unlatch from
the CSM and start the landing sequence.
LM is on the Moon, there are many tasks to do like:
ensure the entire post-landing checklist is completed, pre-
pare for Moon EVA, collect samples and inspect surroun-
dings, etc.
Ready to return to the CSM, fire the ascent stage and
there they went. The CSM was there waiting in Moon ́s or-
bit so both crafts latched again and Commander and Lunar
Module Pilot transferred to the CSM all samples collected
in the Moon, transferred themselves and unlatched the Lu-
nar Module which was sent into a direct encounter with our
satellite.
41
La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
At the proper time, while behind the Moon, the CSM motor was fired giving the
necessary velocity to escape Moon ́s gravity and get routed back to the Earth.
Return home
The next three days were normally uneventful and
astronauts did housekeeping, lots of pictures and prepa-
red for reentry.
After verifying that the trajectory was adequate
to place the CM in the proper window for reentry, the
astronauts would don their spacesuits and the SM was
jettisoned.
And now, they needed to reduce the speed at
which they were coming from the Moon (approxima-
tely 40.000 km/h) to a mere 35 km/h to splashdown into
the ocean. The capsule enters Earth ́s atmosphere and
the friction generates a ball of fire that engulfs the CM,
the astronauts are now faced with 7 to 7½ Gs of dece-
leration and all communications are lost during 4 minu-
tes due to this ball of fire. This period is known as the
COMM BLACKOUT
At about 7 km altitude, the speed has been dras-
tically reduced and the ball of fire has disappeared. A
couple of conical parachutes are deployed to stabilize
the craft and, later, three small parachutes are deployed
to extract the main chutes. This happens at an altitude of
about 3 km.
The astronauts and capsule are then recovered and
mission is completed.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
En el camino
Después de 2 ½ órbitas de la tierra, y una vez todos los instrumentos revisados, lle-
gó el momento para el SIV-B, realizando así el Encendido de los Inyectores Trans-Lunar
(TLI). Esta vez se emplearon cerca de 6 minutos para obtener la velocidad de escape y
después de la combustión, la nave ya estaba en camino a la Luna.
Alrededor de 40 minutos más tarde del TLI, el CSM se separó del SIV-B, se dio
la vuelta y se acopló con la LM y, 50 minutos después de eso, el CSM/LM integrado se
separó del SIV-B. Para evitar que el SIV-B golpeara el CSM/LM, se realizó una pequeña
maniobra de evasión.
Durante los tres días siguientes las cosas estuvieron tranquilas en el CSM. Los as-
tronautas realizaron los experimentos programados y tomaron fotos. El CSM/LM estaba
en un modo de control térmico pasivo (PTC) que impidió el calor excesivo del sol girando
la nave a lo largo del eje longitudinal.
Para el viaje a la Luna normalmente habría que situar el CSM/LM en una trayecto-
ria de retorno libre, que permitiera a los astronautas el regreso a la Tierra sin maniobras
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
en caso de un fracaso, pero después de que el rumbo se hubiera verificado, siendo el co-
rrecto, y haber comprobado que todo el equipo funcionaba con normalidad, se realizó una
corrección que permitió que el vehículo fuera atraído por la gravedad de la Luna mientras
se ayudaban con el encendido del pequeño motor CSM de la parte trasera. Normalmente,
son necesarios dos intentos ya que el primero pone la nave en una órbita elíptica y el se-
gundo lo coloca en una órbita circular.
Los pilotos del CMDR y del LM abrieron la escotilla y encendieron todos los equi-
pos. Una lista de comprobación y control se lleva a cabo entonces; el LM estaba listo para
soltarse de la CSM y para comenzar la secuencia de aterrizaje.
Una vez que el Módulo Lunar estaba en la Luna, hubo muchas tareas que hacer
como: garantizar que toda la lista de comprobación posterior al aterrizaje se había com-
pletado, preparar el vehículo lunar EVA, recoger muestras e inspeccionar los alrededores,
etc.
Listo para volver a la CSM, se propulsó el ascenso y se despegó. El CSM estaba
esperando en la órbita de la Luna por lo que ambos vehículos se acoplaron de nuevo y el
comandante y piloto del Módulo Lunar trasladaron a la CSM todas las muestras recogidas
en la Luna; transferidos, se cerró y se desencajó el Módulo Lunar, que fue enviado a un
encuentro directo con nuestro satélite.
En el momento adecuado, mientras que se situaban detrás de la Luna, el motor del
CSM los propulsó dando la velocidad necesaria para escapar de la gravedad de la Luna y
ser enviados de vuelta a la Tierra.
Regreso a casa
Los siguientes tres días sucedieron sin incidentes y los astronautas pudieron organi-
zarse, preparar las numerosas fotos, y prepararse ellos mismos para la reentrada.
Después de verificar que la trayectoria era adecuada para colocar la CM en la po-
sición apropiada para el reingreso, los astronautas pudieron ponerse sus trajes espaciales
y el SM fue desechado. Ahora tenían que reducir la velocidad a la que venían de la Luna
(aproximadamente 40,000 km/h) a sólo 35 km /h para amerizar en el océano. La cápsula
entró en la atmósfera terrestre y la fricción generó una bola de fuego que envolvió a la
CM; los astronautas se enfrentaron a 7-7 ½ Gs de desaceleración y todas las comunicacio-
nes se perdieron durante 4 minutos debido a esta bola de fuego. Este período es conocido
como el apagón de comunicaciones.
A unos 7 km de altitud, la velocidad se redujo drásticamente y la bola de fuego des-
apareció. Un par de paracaídas cónicos se desplegaron para estabilizar la nave y, después,
tres pequeños paracaídas se abrieron para frenar el choque a una altura de unos 3 km.
Finalmente los astronautas y la cápsula fueron recuperados y la misión se completó
con éxito.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Helio
Juan de Dios Jiménez Valladares
Profesor de Enseñanza Secundaria. I.E.S Laurel de la Reina. Granada
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
ción de helio 3 en la Luna. Sin éxito, al parecer; eso solo podía indicar que la cosa venía
de más arriba. No hay que ser Sherlock Holmes para deducir que cuando un gobierno no
consigue bloquear una información que le compromete es que hay otro más poderoso
dispuesto a sacar provecho de ello, así que por eso está usted aquí, más bien desesperado,
¿para qué ,si no, tanta policía y tanto ruido?
- Me sorprende, Holmes -dije yo tímidamente- pero ¿cómo supo el momento exacto
del asalto, si me permite el término el señor ministro?
- ¿Tanto le cuesta escuchar cómo atracan dos pesadas lanchas de combate junto a la
puerta de su casa?, ¿es que su iPhone 100 le ha dejado sordo?
El primer ministro se impacientaba, su cara se estiraba de lado a lado como un tam-
bor y de entre sus dientes brotaba un creciente chirrido.
- No hemos venido aquí a parlotear sobre la capacidad auditiva de su criado -eso
me dolió- Estamos a las puertas de una catástrofe colosal de proporciones babilónicas
y consecuencias inimaginables, ¿sabe usted cuánto cuesta ya el recibo de la luz?, ¿sabe
acaso cuántas familias han dejado de utilizar las pantallas?, ¿imagina acaso un mundo en
el que los gobiernos y otros grupos de presión no puedan iluminar las mentes del pueblo?,
¿cree usted posible esperar tranquilamente la llegada del lunes en casa, encerrados con la
familia sin nada más que hacer durante el fin de semana?
En ese momento reconozco que perdí el hilo, alcé tímidamente la mano y pregunté
en voz muy baja: ¿qué relación existe entre el recibo de la luz y el helio 3, sir?
- Fusión, -dijo con renovados bríos el primer ministro-, la energía del Sol, la mayor
base impositiva que pueda imaginar, la liquidación de nuestros conflictos en Oriente Me-
dio, el fin de las prospecciones profundas en el océano, el abandono de la energía de fisión
y sus residuos nucleares, tan carísimos de mantener, por cierto, ¿quiere que le diga más?
- Pues si no es molestia... -dijo Holmes sabiendo que la batalla estaba ganada y que
ahora venía la humillación del primer ministro-.
- Para explicárselo me hice acompañar del doctor Osamu Motojima, a mí no se me
da bien la física -se escucharon unas risitas al fondo de la habitación-. El doctor Motojima
dirigió el ITER hasta el año 2028, cuando ocurrió el trágico accidente en el Tokamak.
- Buena forma de salir “despedido” si me permite la ironía -soltó Holmes con los
ojos muy abiertos y tan brillantes como ascuas-.
Desde entonces nadie quiso oír hablar de la energía de fusión... -prosiguió su dis-
curso el primer ministro pasando por alto el cachondeo-. Como sabrá hubo sospechas de
sabotaje, ahora tenemos la certeza de que así fue y ese es el motivo de nuestra impetuosa
visita, creo que le debemos una disculpa y una explicación, doctor Motojima, si es tan
amable...
Tras un prolongado silencio, nuestras miradas se dirigieron hacia un rincón de la
sala. Los guardias se apartaron lentamente, abriendo un pasillo a cuyo fondo se encon-
traba Osamu Motojima. Su rostro mostraba preocupación y calma al mismo tiempo. De
rasgos elegantes y moderadamente asiáticos aguardó unos segundos más antes de hablar,
el silencio, bien calculado, fue interrumpido por un prolongado suspiro.
- Como saben, tenemos poco tiempo para sustituir el petróleo como fuente de ener-
gía -comenzó diciendo el científico-. Hemos tratado de imitar al Sol desde hace más
de cincuenta años con poco éxito hasta la fecha pero estamos muy cerca de lograrlo, o
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
estábamos, debo decir. La fusión de dos núcleos de hidrógeno produce helio y una gran
cantidad de energía.
Parece sencillo pero no lo es en absoluto, los núcleos poseen carga eléctrica y, antes
de fusionarse, deben superar una fuerza repulsiva enorme. En el interior de una estrella
es fácil porque en ella se dan las dos condiciones clave, presión y temperatura elevadí-
simas. Además hay otro “problema”, no vale cualquier hidrógeno. Este elemento posee
tres isótopos, el corriente -H- sin ningún neutrón, el deuterio -D- con un neutrón y el tritio
-T- con dos, el más raro y radiactivo.
Para que la fusión transcurra hemos ensayado la reacción 12D + 13T → 24He +
01n, esto produce 17,6 MeV de energía, una barbaridad. También se podrían fusionar dos
núcleos de deuterio pero cuesta mucho unirlos y produce menos energía.
- Perdone que le interrumpa, eso es ya cosa sabida...-dijo Holmes mientras giraba
la cabeza para comprobar si alguien se atrevía a contradecirle- y ahora me vendrá con
el cuento de lo mucho que cuesta mantener esa “sopa” calentita mientras se deja extraer
energía tranquilamente.
-Plasma, plasma, esa es la palabra... -trató de seguir Motojima con su charla-.
-Plasma o sopa caliente, qué mas da, si al final se les quemó la olla y arrasaron el
sur de Francia, algo en lo que podríamos estar de acuerdo al fin y al cabo... -soltó Holmes
sin pestañear y balanceando altivamente su cabeza-.
-¡No, no! -gritó el primer ministro- deje terminar al doctor Motojima si tiene pa-
ciencia y luego ya podrá demostrarnos a todos su agudeza mental.
Motojima de pronto me pareció más cansado, envejecido tras el recuerdo de la ex-
plosión del ITER. Ocurrió el 14 de julio de 2028, una mala coincidencia. Murieron 20.311
personas, todas las que se encontraban en un radio de 13 km, cerca de Cadarache, incluso
hubo daños en Rians. La bola de fuego se pudo observar desde Marsella a más de 50 km.
-No me lo recuerde, por favor. Ese día yo me encontraba en Pekín renegociando la
participación china en el proyecto, ya sabe cómo son. La fusión nos parecía segura hasta
ese momento. Las partículas cargadas son fácilmente controlables con un campo magné-
tico de simetría adecuada, para extraer la energía basta enfriar los neutrones que escapan
con agua pesada, toda la industria nuclear lleva casi un siglo haciéndolo.
- No me venga con eso -soltó retador Holmes- había informes que advertían del
riesgo de crear un pequeño Sol en el laboratorio.
- No lo comprende -prosiguió Motojima con un hilo de voz- el plasma posee una
masa mínima, en comparación con las instalaciones nucleares de fisión no se generan
productos radiactivos...¡sí! ya sé que el tritio lo es pero es irrelevante porque se trans-
forma pronto en helio 3. En caso de accidente la reacción se para, ése es precisamente el
problema de la fusión, cualquier impureza o inestabilidad la detiene, es como mantener
un lápiz en equilibrio sobre su punta...
Reconozco que ya empezaba a dolerme la cabeza, ¡qué tendría que ver el lápiz de
punta sobre la olla del Tokamak en Cadarache, o lo que de ella quedara! Traté de hacer un
resumen de lo dicho hasta el momento:
- Señores, señores, me estoy perdiendo. Ha quedado claro que el petróleo se acaba
y eso parece preocuparles, también entiendo que se puede obtener energía a partir de dos
isótopos del hidrógeno aunque aún no le hayan cogido el puntillo... Por si fuera poco sos-
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pechan que un sabotaje puso a la población mundial en contra de la fusión nuclear. Bien,
¿me quiere explicar alguien qué tiene eso que ver con la nota publicada en el Times sobre
la extracción de helio 3 en la Luna?
Como en el póquer, todos guardaron silencio, cruzaron miradas cómplices y, tími-
damente, se puso en pie un hombre de piel elegantemente tostada, con un bigote fino,
bien arreglado. El corte de su traje evidenciaba un gusto exquisito por la ropa hecha a
medida, lo cual nos lleva a pensar que no reparaba en gastos a la hora de impresionar a
sus subalternos.
- Mi nombre es Charles F. Bolden, Jr., administro la NASA desde hace 30 años y
puedo explicarle el problema del helio 3 y su relación con la luna, si me lo permite. Sa-
bemos que la reacción de fisión de dos núcleos de helio 3 es mucho más controlable que
la ensayada en el ITER. Produce suficiente energía y el reactor puede funcionar a tempe-
ratura mucho más baja. Las facilidades son tantas que incluso podríamos crear reactores
pequeños, no sé si me sigue...
- Si me presta una escafandra en la que pueda llevar mi pipa, con mucho gusto
-dijo Holmes-. Ya veo que están pensando en construir lanzaderas espaciales de plasma
nuclear, una bonita máquina sin duda, pero ¿qué objeto tendría? La población mundial ha
superado los doce mil millones, ¿no estarán pensando en trasladar a los sobrantes a otro
planeta?
- No corra tanto, Holmes, su razonamiento falla en un punto crucial, no deseamos
trasladar a nadie al espacio, de momento; simplemente necesitamos helio 3 para abaste-
cernos de energía en el futuro y el helio 3 no abunda en la Tierra. Por el contrario se podría
extraer del suelo lunar. La superficie de la Luna está cubierta de regolito, un mineral pro-
ducido por impactos de cometas, asteroides y meteoritos. Es un material poroso formado
por partículas muy finas y lleva miles de millones de años recogiendo el helio 3 arrastrado
por el viento solar.
- Algo así como una esponja empapada de los efluvios solares...-dije yo en un arran-
que poético-.
-Aproximadamente, -continuó el administrador de la NASA- pero se necesitan diez
mil toneladas de regolito para producir un gramo de helio 3, parece poco pero en la Tierra
sería más difícil conseguirlo. Se encuentra en la atmósfera, en los yacimientos de gas y en
el manto terrestre con unas concentraciones tan bajas....
- Claro -interrumpió Holmes con sorna- y les parece mejor idea montar una esca-
padita a la Luna, instalar en ella una base permanente, aprovisionarla de alimentos, orga-
nizar una empresa de paquetería espacial y dedicarse a recorrer los cráteres con una pala
mecánica.... ¿han estado leyendo a Julio Verne últimamente?
- No hemos tenido tiempo -contestó pacientemente míster Bolden-. La base está
instalada y funciona a pleno rendimiento.
Nos miramos Holmes y yo con la boca abierta, el resto de los contertulios nos
observaba sin expresión alguna, como si al fin hubiéramos llegado al punto crítico de la
reunión.
- Ahora lo comprendo -dijo lentamente Holmes-. Se ha producido un nuevo sabota-
je y tienen el cohete aparcado en la esquina, ¿me equivoco?
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máster y doctorado expertos en el sistema que nunca hayan pisado la Luna. Este es su
primer ensayo, no me cabe la menor duda.
- Pero la lista superará los mil nombres -afirmó Husband- últimamente la juventud
tiene un gran espíritu aventurero según dijo cierta ministra española muy aficionada a los
milagros.
- No si cruza los datos con los archivos del aeropuerto de Marsella y con los de la
hermandad Kappa Alpha Theta de la universidad DePauw en Indiana, y, ¡ah!, se me olvi-
daba, no pase por alto que nuestro criminal es una mujer.
- No puede ser, no le veo sentido -dijo enérgicamente la comandante Dona Tiger
consultando su holotablet-. La universidad DePauw en Indiana carece de experiencia en
ingeniería de fusión, es ridículo, se trata de una universidad de “Artes Liberales”, ¿eso
para qué sirve? No imagino a nadie de esa universidad aprobando un máster en heliofu-
siónica.
-Recuerde que no hace falta saber aterrizar... -sugirió Holmes imitando el acento
sibilante de una serpiente venenosa de película de dibujos animados-. En ocasiones solo
hay que saber cómo se manejan los mandos justo hasta el momento del desastre.
Nos quedamos pasmados mirándonos como idiotas mientras Holmes contemplaba
extasiado, a través del grueso cristal de la ventana, las enormes llanuras del Mar de la
Tranquilidad.
Al día siguiente, más descansados y adaptados a la gravedad lunar, nos dirigimos
en un rover lunar hacia la base Helium Three. Nos acompañaba el comandante Orlando
Mijares agregado militar de Spacegov, un hombretón con un pelo negro ensortijado que
le brotaba por todos los resquicios del uniforme y con una sonrisa tan permanente como
helada. Era evidente que no quería estar allí, al menos en nuestra compañía.
- Necesitaré uno de esos malditos trajes espaciales -comenzó diciendo Holmes de
forma mecánica- y una conexión vía satélite integrada en el casco, hoy juega el Alderley
Edge club de criquet y no pienso perdérmelo por nada del mundo. Además, y esto es
esencial, deberán desconectar todas las luces de la base exactamente dos horas después
del toque de queda. Por último, solo permitiré que me acompañe el doctor Watson, sin él
nadie querrá creerme cuando lo cuente de vuelta a la Tierra.
El comandante Mijares intentó poner alguna objeción pero recordó las órdenes re-
cibidas desde el centro de mando en Caracas: “dejar que el chiflado de Londres haga lo
que quiera menos fumar en pipa junto a los tanques de hidrógeno”, esa era la orden literal,
para qué preocuparse.
Tras nuestra llegada a la base, nos prepararon el equipamiento solicitado, nunca
pensé que un traje espacial oliera tan mal pero, claro, en la Luna el agua es un lujo y
uno acaba acostumbrándose. La sala de despresurización estaba coquetamente decorada,
parecían querer decir con ello que hay cosas peores que la muerte en la luna, tener mal
gusto, por ejemplo. Daban ganas de salir y no volver nunca. Holmes, tan animoso como
siempre, emprendió la marcha nada más pisar el suelo lunar. A su paso se levantaba una
tenue neblina mineral, un polvillo fino de color gris claro que íbamos dejando suspendido
en el aire iluminado intermitentemente por nuestras luces traseras de localización.
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Tras media hora de marcha, observé que Holmes me hacía indicaciones de bajar el
ritmo, como si tratara de evitar un ruido que en el espacio vacío de la Luna jamás podría
escuchar oído alguno. Es la costumbre, supongo, el caso es que supe enseguida que debía-
mos estar alerta y que cierto peligro indefinido nos acechaba. Siguiendo sus instrucciones
habíamos desconectado el equipo de comunicación, solo nos quedaba la mímica y algún
que otro golpecito en el casco como única forma de diálogo. Dos golpes apagar luces, uno
encenderlas, tres,...ya no me acuerdo pero fueron dos.
Nuestro recorrido había descrito un arco perfecto, tras abandonar la base no había-
mos hecho otra cosa que girar en una amplia curva y ahora estábamos frente a la parte
trasera del control de acceso. Se observaba perfectamente el interior de la biblioteca aun-
que, debido a las distancia, no era posible distinguir aún la identidad de las tres personas
que en ese momento la ocupaban. Holmes me hizo señales con las manos, chitón parecía
querer decirme. En ese momento se apagaron las luces de la base como estaba acordado.
Holmes inició inmediatamente una carrera frenética en dirección a la escotilla de emer-
gencia situada junto a la biblioteca, traté de seguirle pero mis piernas flaquearon, tropecé,
caí y debí perder el conocimiento porque lo siguiente que vi al abrir los ojos fue a Dona
Tiger sonriéndome mientras me acercaba un vaso con agua y un par de pastillas para el
dolor de cabeza.
- ¿Qué ha ocurrido? -dije-, ¿dónde se encuentra Holmes?, ¿ha resuelto el caso?
- Tranquilo, amigo -me vaciló la jefa de seguridad- Holmes está perfectamente y, sí,
podríamos decir que ha resuelto el caso, a su manera, pero lo ha resuelto. Si me acompaña
al despacho del comandante Mijares todos podremos saber qué ha ocurrido, su querido
amigo se niega a empezar sin su presencia.
Esa fue su invitación para seguirla, inmediatamente se giró y salió disparada hacia
la puerta. A mí también me daba vueltas la cabeza pero al menos contaba con un podero-
so faro redondo y bamboleante para no perderme por los intrincados pasillos de Helium
Three.
Holmes, sentado en el borde de la mesa como un maduro y atractivo profesor, me
hizo señas para que me acercara, ciertamente necesitaba un testigo para desvelar el mis-
terio que tan lejos nos había llevado.
- Comenzaré sin dilación -dijo por todo saludo-, el proyecto Helium Three es un
fiasco y todos los presentes, salvo Watson, me temo, lo saben. Aunque fuera posible
extraer energía de un proceso de fusión a escala humana, cosa que dudo dados los impe-
dimentos técnicos, que no detallaré por no aburrirles, repito, aunque remotamente fuera
posible, nunca jamás será una alternativa real para la producción de energía. El accidente
del ITER del 14 de julio de 2028 fue una tapadera, al parecer se les fue la mano pero está
claro que se trató de una explosión provocada por Motojima para tapar el “asuntillo” de
los sobres. Lo supe nada más ver las lágrimas de cocodrilo que se le escaparon al mencio-
nar el elevado número de muertes en el accidente. Mencionó que estaba negociando en
ese momento con los chinos, lo que no contó es que trataba de chantajearles. El gobierno
chino lleva años untando a los dirigentes de la Unión Europea, cómo si no explicar el
desmantelamiento de toda la industria occidental, la cesión de todos los yacimientos de
gas del norte de África, la proliferación de tienduchas por todas las ciudades europeas. Y
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lo peor es que ni en eso los chinos han sido pioneros, tuvieron como fuente de inspiración
a un tal L.B, un personajillo mustio que prosperó repartiendo pasta entre sus colegas de
partido. Y luego está el nombre de la base, menuda pijada Helium Three, ¿no les suena
a Orange Market?, vaya nombres, como Easy Concept, Good and Better, S.L., Special
Events. ¿No detectan el tufillo de esa mente pérfida, calenturienta?
La construcción de la base no ha sido más que una excusa para hacerse con la
propiedad del 25% de la superficie lunar. Ahora no vale nada pero el turismo espacial no
ha hecho más que empezar. En la Tierra empobrecida en que vivimos cada día hay más
millonarios y no saben en qué gastarse el dinero, ustedes son los pioneros de la burbuja
espacial, nada más pensarlo me pongo a temblar.
-¿Pero no olvida un detalle, señor Holmes? -dijo con sorna Dona Tiger- no ha ofre-
cido ninguna prueba, ¿no serán alucinaciones tras su primer paseo lunar?, además, ¿para
qué hacerle venir a investigar?
- Sobre las pruebas no hay problema, ¿para qué piensa que les pedí que apagaran
las luces? El reglamento de exploración espacial de 16 de junio de 2035 prohibe taxativa-
mente un apagón general en cualquier instalación científica o militar que opere en el vacío
espacial. Ustedes no es que sean los malos de la película es que son unos chapuceros. Al
apagar la luz desconectaron la alarma del acceso de emergencia de la biblioteca, por don-
de ustedes pensaban que yo iba a entrar, la trampa estaba lista pero el ratón decidió cam-
biar de opinión a última hora. Al interrumpir las comunicaciones de mi traje les obligué
a resetear el sistema, pensaron que era un fallo. Me bastaron diez minutos para descargar
con la conexión satélite que les pedí todo el diario de extracción de helio. En seis meses
que dura la explotación no han recogido ni 10 gramos de helio 3. La Luna está seca, el
helio 3 voló hace millones de años y ahora no saben cómo justificar los miles de millones
que han “volado” detrás de él, ¿les parece poca excusa para hacer “volar” la base con un
reconocido investigador internacional dentro?
- Y no se olvide del famoso Doctor Watson -dije yo tímidamente-
- ¿Y cómo piensa salir de aquí con vida? -dijo con sincera curiosidad el comandante
Mijares tratando de atusar su rebelde bigotillo-.
-Oh, por eso no se preocupe -dijo Holmes muy achispado, como si ya estuviera en
Baker Street con su copa de brandy-. En realidad ya he salido, están hablando con mi
hologramapps 3.0. ¿verdad que da el pego?
Irritada, Dona Tiger trató de abofetear la imagen de Sherlock Holmes, que, indi-
ferente a sus caricias, me hacía señas para que me alejara de la mesa en dirección a la
ventana. En un instante sentí que se abría y una violenta corriente de aire me expulsó al
exterior. Aterrorizado pude comprobar que una especie de ventosa se había adherido a
la gran cristalera y me succionaba hacia el interior de una nave que, hasta ese momento
había estado silenciosamente oculta sobre la sala de reuniones. De nuevo volvía a perder
el conocimiento pero, en este caso, imaginé que el final sería feliz.
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Svetlana Savitskaya
Nació en 1948, en Moscú. Se convirtió en la segunda mujer en salir al espacio al
tripular la Soyuz T-7 en 1982 donde permanecería 7 días. Fue 19 años después del vuelo
de Valentina. Más tarde tripularía también la Soyuz T-12.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
Sally Ride
La primera estadounidense en volar al espacio.
Nació en Los Ángeles en 1951. En 1983 se convirtió en la primera mujer de EE.
UU. en alcanzar el espacio exterior.
Fue campeona junior de tenis y estuvo a punto de dejar sus estudios para dedicarse
a este deporte como profesional.
Se licenció en Inglés y Física en la Universidad de Stanford en el 73. Dos años más
tarde obtuvo matrícula en Ciencias, en la especialidad de Física. En 1978 comienza su
entrenamiento en la Nasa, con el doctor Ride que la instruye en astrofísica. Estudia du-
rante tres años sobre los rayos X y los rayos láser. Sus profesores la recuerdan como una
excelente alumna.
A finales de los 70 respondió a un anuncio de prensa solicitando voluntarios para
un programa de la NASA, ese fue el inicio de su carrera espacial. 8900 personas respon-
dieron al anuncio.
Comenzó su carrera en la NASA en 1978. Durante su carrera Sally fue comunica-
dora de cabina para el segundo y tercer vuelo del programa del transbordador espacial. El
18 de junio de 1983 se convirtió en la primera mujer del continente americano en viajar
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Viajes Espaciales de su país. Además es la única persona que actuó en los 2 comités de
investigación de los accidentes del Challenger y del Columbia.
Dos colegios de los Estados Unidos llevan su nombre.
En 2006, el Gobernador de California Arnold Schwarzenegger y la primera dama
introdujeron a Ride al Salón de la Fama de California ubicado en el Museo de Historia,
la Mujer y las Artes.
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La carrera espacial: Recuerdo a Neil Armstrong
julio del 1991. Hasta el día de hoy, la Dra. Ochoa ha tenido la experiencia de parti-
cipar en 4 viajes al espacio y a acumulado más de 978 horas en el espacio.
1992. La astronauta estadounidense Katheryn C. Thorton, sale fuera de la nave en la mi-
sión de mantenimiento del telescopio espacial Hubble. Lo hará por dos veces más,
en diciembre de 1993.
Adriana Ocampo, científica colombiana que trabajó en la misión Viking a Marte, es
nombrada en EEUU, la Mujer del Año en la Ciencia.
12 de septiembre. El transbordador Endeavour incluye en su misión a Mac Jemison,
de 35 años, primera mujer negra en participar en el programa de la NASA.
1994. La rusa Elena V. Kondakova realiza su primer vuelo en la nave espacial Soyuz TM-
17. Permaneció 169 días en el espacio.
1996. 17 de agosto. Por primera vez una astronauta francesa, Claudie André-Deshays,
forma parte de una tripulación de tres personas del Soyuz U. Estuvo 16 días en la
Estación orbital Mir, llevando a cabo experimentos biológicos y médicos.
La astronauta estadounidense de 53 años, Shannon Lucid, permanece seis meses en
el espacio al interior de la nave Mir, conquistando el récord femenino de EEUU, de
permanencia ininterrumpida en estado de ingravidez.
1997. La ingeniera y doctorada en ingeniería aeroespacial estadounidense, Donna Shir-
ley, dirige el Proyecto de la NASA Mars Pathfinder, en su misión a Marte.
El módulo que explora Marte es llamado Sojourner en honor de Sojourner Truth,
activista negra que luchó por los derechos civiles en el siglo XIX en EEUU. El
nombre fue propuesto por una niña de 12 años que ganó el concurso convocado por
la Sociedad Interplanetaria.
Según informa la NASA, el porcentaje de mujeres en cargos técnicos y científicos
llega al un 47 %.
1998. La estadounidense Janet Lynn Kavandi participa en el noveno vuelo del Discovery
y permanece 9 días en la Estación Mir. Doctora en Física y Química Analítica, se
hizo astronauta en 1994.
Donna Shirley se retira del Programa de Exploración de Marte de la NASA y es-
cribe un libro donde cuenta sus experiencias titulado Managing Martians un cuento
extraordinario de una mujer que toda su vida buscó llegar a Marte.
1999. Eileen Collins, Coronela de la Fuerza Aérea de EEUU (USAF), es la primera mujer
al frente de una misión espacial en el transbordador Columbia.
2000. La estadounidense Susan Helmes, también Coronel de la USAF, es la única mujer
en permanecer en la Estación Espacial International, durante seis meses.
Janet Lynn Kavandi, participa en la expedición del Endeavour STS-99, que car-
tografió, mediante radar, la superficie terrestre. Ella es la número 35 en la lista de
mujeres astronautas que han ido al espacio.
2001. Janet Lynn Kavandi participa en el décimo vuelo del Atlantis a la Estación Espacial
Internacional. Éste es su tercer vuelo al espacio.
2003. El transbordador espacial Columbia estalla al regresar a la Tierra, al finalizar su mi-
sión 28. A bordo viajaban siete astronautas, dos de los cuales eran mujeres: Kalpana
Charla y Laurel Clark.
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Tras la catástrofe del Columbia Rusia anunció que no iba a mandar mujeres al
espacio. La única mujer del equipo de astronautas rusos es Nadejda Kujelnaia, en-
trenada como suplente.
2006. Lisa Marie Caputo Nowak, astronauta de la NASA, que participó en la misión del
transbordador espacial Discovery, vuelo STS-121, como tripulante.
Mujeres en la NASA
En la actualidad podemos encontrar paginas como esta, donde la propia NASA in-
centiva a las mujeres a participar en las actividades espaciales.
En el siguiente enlace puedes encontrar la web que ha creado la NASA para fomen-
tar que las mujeres sigan la carrera espacial y opten por itinerarios académicos relacio-
nados (ingeniería, matemáticas...). En la Web puedes encontrar ejemplos de mujeres que
cuentan su experiencia para que éstas sirvan de acicate a otras mujeres.
http://women.nasa.gov/a2i/
Europa
Las 12 mujeres voluntarias del proyecto internacional Wise
Las voluntarias del proyecto internacional Wise han participado en la experiencia
para la investigación espacial y médica, pensando en las cosmonautas, aunque nunca lle-
garán a serlo… Detalles de una aventura original:
Wise es el fruto de una cooperación entre la Agencia Espacial Europea (ESA), el
Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES, Francia), la Agencia Espacial Cana-
diense (ASC) y la NASA (Estados Unidos).
El estudio implica a doce equipos de once países (Bélgica, Canadá, Dinamarca,
Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Suecia, Suiza, Reino Unido y los Estados Uni-
dos). Pretende estudiar la adaptación del organismo femenino a la ingravidez simulada
observando los cambios que intervienen en los músculos, los huesos, la circulación y el
metabolismo. Las agencias espaciales reunidas en Wise han seleccionado diferentes pro-
tocolos. Pretenden validar las medidas de prevención físicas y nutricionales basándose en
los datos recopilados durante las campañas de simulación, y llevar a cabo investigaciones
fundamentales.
El Medes organizó la selección de las voluntarias. Primero recibimos 2.600 can-
didaturas, que procedían de toda Europa, tras un pequeño anuncio lanzado a través de
Internet, cuenta el doctor Arnaud Beck, coordinador de este proyecto. “Después de una
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Anousheh Ansari
Establece tres récords espaciales: es la primera turista femenina, la primera musul-
mana y la primera iraní en estar en órbita.
Anousheh Ansari dijo “Ha sido el paseo de mi vida”
Anousheh Ansari, de 40 años, una empresaria de telecomunicaciones iraní-esta-
dounidense, se unió al estadounidense de origen español Michael López-Alegría y al ruso
Mijail Tyurin a bordo de la Soyuz TMA-9 para un viaje que tuvo como destino la “Esta-
ción Espacial Internacional”.
Ha pagado al programa espacial ruso unos 20 millones de euros para poder realizar
este paseo único, toda una aventura… Eso sí, la han hecho “currar” un poco: Durante su
permanencia de diez días en el espacio, Ansari, realizó dos experimentos de la Agencia
Espacial Europea y un tercero del Consorcio Aeroespacial Ruso de Energía.
Relajada y sonriente en una rueda de prensa celebrada el domingo antes del lanza-
miento en la base de Baikonur, Ansari dijo que llevaría otra bandera iraní para su viaje.
Anousheh, al salir de la nave Soyuz, tras 10-11 días de viaje en la Estación Espacial
Internacional, dijo:
“Quiero decirle a las mujeres iraníes que ellas pueden lograr lo que sea que ellas
quieran; ellas son mujeres valientes, así que ellas pueden lograr cualquier cosa que se
propongan y hacer realidad sus sueños.”
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En busca de la Relatividad General (I)
Prefacio
Este pequeño trabajo, primero de tres que he planeado, comenta ciertas dificultades
típicas en el aprendizaje de la Relatividad Especial. Trataré de identificar algunos prejui-
cios de notación matemática que lastran el desarrollo posterior de conceptos geométricos
superiores, necesarios para ascender hacia la teoría de la Relatividad General, joya del
pensamiento de Einstein.
Pero esta tríada de pequeños artículos pretende varios objetivos más, alguno de
ellos francamente inmodesto. Parece apropiado que un profesor del Centro colabore en
la revista del Instituto. Pero escribir sobre Einstein y su teoría a estas alturas resulta algo
peligroso, pues hay innumerables trabajos divulgativos redactados por probados especia-
listas en el tema, por no hablar del nivel investigador, ante los cuales no procede que un
mero aficionado como yo se compare.
Sin embargo, la teoría de la Relatividad General de Einstein, junto a su inseparable
y fiel compañera matemática, la Geometría Diferencial, que descubrí en mi época de
estudiante de Ciencias Físicas, se me reveló como un súbito amor de juventud, que ha
continuado a través de los años. Ella me ha enriquecido y su encanto ha ido en aumento
como el bouquet de todo buen vino. Creo que le debo al menos el público homenaje de
estos pequeños artículos.
Otro objetivo, casi tan osado como el anterior, consiste en interesar a personas con
nivel de Segundo Ciclo de Secundaria y, por supuesto, Bachillerato, para que se atrevan a
probar un sorbo de este exquisito vino que espero saber escanciar con el debido esmero.
Desgraciadamente los tiempos resultan adversos, pues a nuestros actuales estudiantes
les han publicitado otras bebidas, más parecidas a la gaseosa, y es probable que muchos
rechacen el desacostumbrado sabor del esfuerzo al afrontar una auténtica argumentación
físico-matemática, por muy simplificada que se les presente.
Por eso causa tanta pena la interminable disputa sobre mejora de la enseñanza, que
no cesa de dar vueltas sobre continentes y pacientes, obviando por un lado los conteni-
dos y evolucionando por otro desde una autocrítica, necesaria para todos, a diagnóstico,
necesario sólo para órganos inferiores, los posibles enfermos. Por lo visto, los órganos
superiores están tan sanos que no necesitan diagnóstico, especialmente los cargos políti-
cos... Lo que unos y otros llaman calidad olvida unas imprescindibles y saludables con-
diciones de sombra, sosiego y frescura en las bodegas, para luego extrañarse de que en
lugar de crianzas y reservas proliferen los mostos. Mientras, los despachos se anegan de
burocracia y los publicistas siguen buscando la botella mágica (pero sin genio-disidente
dentro) que consiga mejorar los resultados de... ventas. En fin, parafraseando al viejo y
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En busca de la Relatividad General (I)
pícaro Feynman, ya estoy algo mayor y debo estar equivocado. Seguro que los expertos
llevan razón...
Bien, para ser políticamente correcto debo motivar el artículo con alguna experien-
cia de la vida real. Evocando mis años mozos, cuando era joven y guapo y no había tanta
reja cercando los Institutos, recuerdo bien la discusión entre un grupo de amigos que cur-
saban entonces 2º de BUP, por la tremenda noticia aparecida en la “tele”: con la teoría de
la Relatividad especial quedaba superada y vetusta la Geometría de los griegos, pues ¡se
invalidaba nada menos que el Teorema de Pitágoras!.
Para aclararnos, fuimos a preguntar a nuestro profesor de Física, que se hartó de reír
y en lugar de darnos la respuesta mascada, me pasó un ejemplar de un libro de Física de
nivel universitario para que buscásemos la respuesta por nosotros mismos...
Duelo de titanes
Déjate llevar ahora, osado lector, hacia cimas Olímpicas rodeadas de nubes silen-
ciosas, donde habita una Paz que aquí no se conoce, junto a los Lagos Eternos que se
nutren solamente de las aguas más puras del Cielo.... allí, más allá del Tiempo, entre otros
sabios y benévolos amigos de lo humano, moran los augustos espíritus del venerable Pi-
tágoras y del incomparable Einstein, que así conversan:
PITÁGORAS: “Me entristece bastante, amigo Einstein, el último rumor que corre en-
tre los mortales. Pensaba que mi Teorema, junto a otros tesoros del mundo ideal de la Geo-
metría pura, nunca caería en el olvido, viéndose inválido a mano de tus descubrimientos”.
EINSTEIN: “Sagrada fue para mí la Geometría, desde que en mi primera juventud
leí el pequeño librito de Euclides, que después me acompañó toda la vida. Buen Pitá-
goras, no hagas caso de rumores que ruedan desbocados por el inframundo televisivo,
construido por indignos mortales que ansían fagocitar nuestro mundo Antiguo y Azul. Yo
te mostraré cuán errados andan.
Acompáñame, si te place, a la oscura ribera del Leteo, donde la terrible Medusa,
cuya mirada petrifica a quien la observa, ha resurgido una vez más de los inmundos restos
del odio y del engaño de los mortales, y trata de cruzar el río de las sombras para traer
impía guerra a los campos inmortales del Elíseo. Mas ella será burlada y destruida por el
valiente Perseo, gracias a la fuerza de su brazo y al bruñido reverso de su escudo, causas
materiales de su derrota.
Sin embargo, otras causas más ocultas y sutiles garantizan el triunfo de Perseo. De-
mostraré que tu Teorema, noble Pitágoras, es asiento de mi teoría especial de la Relativi-
dad, por la que se rigen los rayos de luz que han de llegar al terso escudo de Perseo, claro
y límpido espejo. Felizmente unidos tu Teorema y mi Teoría, serán sellos del Destino que
concede a Perseo el poder de adelantarse siempre a los ataques de Medusa”.
PITÁGORAS: “Ardo en deseos de conocer el secreto. Así quedarán vencidos a un
tiempo la cruel Medusa y los insanos rumores. Descendamos....”.
***
“...hemos alcanzado las orillas del Leteo. Mira, en la parte más estrecha se encuen-
tra Medusa al acecho. Gracias a los dioses, está de espaldas a nosotros, su mirada fija en
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En busca de la Relatividad General (I)
el río... Ojalá bebiese de las crepusculares aguas, olvidando su horrible propósito y la an-
gustia de su existir. Oh, entre las lejanas nieblas se vislumbra una sombra confusa. ¿Qué
flota sobre el Leteo, arrastrado por la espumosa corriente?”.
EINSTEIN: “Se trata de una barca, donde erguido se halla el valiente Perseo. Viaja
de espaldas a esta misma ribera donde acecha Medusa, y viene elevando su escudo de
forma que la tenebrosa orilla quedaría reflejada si la oscuridad fuese menos densa. A sus
pies tiene preparado un cuenco de metal con brasas que se inflamarán con el fétido aliento
de Medusa cuando la barca llegue al punto exacto donde ella espera al acecho.
Medusa no podrá ver directamente a Perseo pues éste se confunde con las sombras,
embozado en un gran manto negro. Ambos tendrán que verse a través del espejo. En el
instante en que las brasas del cuenco se inflamen, un potente rayo ígneo iluminará la es-
cena.
Aunque el espejo proteja a Perseo de la mirada directa de Medusa, ¿quién podrá
descargar el primer golpe, de seguro mortal?. ¿Quién de los dos verá primero a su opo-
nente?”.
PITÁGORAS: “¿No se verán ambos en el mismo instante terrible?”
EINSTEIN: “Eso ocurriría si ambos contendiesen en tierra ante un espejo fijo en el
suelo. La clave es que Medusa mira a Perseo a través de un espejo que para ella está en
movimiento, mientras que Perseo mira a Medusa a través de un espejo que para él está en
reposo. ..... Salgamos ahora de este valle sombrío para volver a las cimas gloriosas donde
terminaré de contarte mi idea....
***
A fin de resolver los enigmas, mi punto de partida consistió en proclamar que las
auténticas leyes físicas deben ser las mismas independientemente del punto de vista de
cada observador (Principio de objetividad de las leyes físicas).
Pero este bello principio filosófico tiene que materializarse en lenguaje matemático
como principio físico aplicable a casos prácticos. Hay cierta ambigüedad en la expresión
“las mismas”. Por ello, lo transformé en:
Principio (provisional) de Relatividad: las auténticas leyes físicas han de mantener
“la misma forma matemática” en la referencia de cualquier observador, independiente-
mente de su movimiento.
Así, conocida la forma matemática de una ley física desde el punto de vista de un
observador, se podría aplicar también válidamente a todos los demás. Pero surge un cu-
rioso inconveniente: la forma matemática de las leyes de la dinámica de Newton se ve
comprometida por la aparición de pseudofuerzas que no corresponden a campos físicos
cuando el observador mismo está sometido a desplazamientos distintos de la traslación
uniforme y rectilínea.
Como en esa época no había estudiado aún Geometría Diferencial, no sabía tratar
desplazamientos genéricos, y tuve que limitar la aplicación práctica de mi principio de
relatividad a los casos más sencillos, muy a mi pesar.
La segunda Ley de Newton (resultante de fuerzas = masa por aceleración) es inva-
riante bajo desplazamientos rectilíneos y uniformes.
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En busca de la Relatividad General (I)
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En busca de la Relatividad General (I)
tras que las distancias recorridas por el rayo de luz desde los respectivos puntos de vista
de Medusa y Perseo juegan los roles de hipotenusa y cateto”.
Para culminar, introducimos una auténtica ley física: la velocidad de la luz es inde-
pendiente del movimiento de la fuente, sólo depende del medio. Aplicando a este enun-
ciado el principio restringido de relatividad, podemos decir que la velocidad de la luz en
el vacío es un invariante para observadores “inerciales” (libres de pseudofuerzas), es
decir, perciben la misma constante:
CM = CP = C
(tM)2 (C2 – v2) = C2 (τP)2
llegamos a:
despejando el tiempo de viaje del rayo visto por Medusa y quitando sub-índices
Es decir, cada viaje de los rayos luminosos dura más tiempo visto por Medusa que
por Perseo”.
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En busca de la Relatividad General (I)
PITÁGORAS: “Y las imágenes en el espejo pasan más lentas para Medusa, llegan
atrasadas. Por tanto, Perseo siempre se adelanta por ley de la Naturaleza, y su triunfo es
Destino tan inmutable como ella. ¡Gloria a vosotros, dioses!”
EINSTEIN: “Y gloria a tu Teorema, en el que se basa mi cálculo. Mi teoría no lo
invalida, todo lo contrario. Los rumores eran falaces, como suele suceder”.
PITÁGORAS: “De acuerdo. Estoy satisfecho. Pero ¿qué provocó la confusión
exactamente? ....”
EINSTEIN: “Si aplicamos la hipótesis de un tiempo absoluto a tu Teorema, que en
principio versa sobre longitudes, se transfiere tal cual a otras magnitudes como las velo-
cidades:
tM = τP = t
(CM t )2 = (CP t )2 + (v t )2
(CM )2 = (CP)2 + (v)2
La confusión, a veces inducida por los mismos profesores de geometría, entre vec-
tores velocidad (“flechas tangentes”) y vectores posición (“puntos”) ha hecho pensar que
el auténtico Teorema de Pitágoras en el “espacio de posiciones” implica siempre este otro
Teorema de Pitágoras “gemelo” en el “espacio de velocidades”. Tal implicación se rompe
si el invariante es la velocidad de la luz, en vez del tiempo absoluto.
Dicho en términos matemáticos, en relatividad especial la 1+3-métrica no euclídea
del espacio-tiempo convive con un sinfín de 3-métricas euclídeas en las hojas espaciales,
una por cada observador. Cada observador tiene su propio Teorema de Pitágoras perso-
nalizado.....”
PITÁGORAS: “Ya lo entiendo. Todo observador es libre para realizar sus propias
medidas geométricas independientemente del resto. Las medidas de distintos observado-
res sólo han de coincidir en los invariantes geométricos, con los que la Naturaleza escribe
sus leyes. ¡Por Zeus! Al final, se me calumnia en la tele esa sólo para evitar afirmar la
libertad de puntos de vista también en Geometría.... ¡Qué vulgaridad!”
EINSTEIN: “Conmigo hicieron lo mismo, en la Alemania de la época. Pero ese
problema lo tiene que resolver cada generación por sí misma, en su tiempo propio. Noso-
tros, buen amigo, al cruzar las aguas del Leteo decidimos dejar muy atrás los dilemas del
Tiempo y del Poseer. Es otra dimensión...”
Nos despedimos por ahora de nuestros Héroes para bucear en un mundo más prosaico
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En busca de la Relatividad General (I)
x coordenadas posición del mismo fenómeno visto por otro observador en movi-
miento uniforme con velocidad constante v. (M)
Nota: el lector no experimentado en análisis matemático puede interpretar d como “variación”.
Sin embargo hay un problema con el carácter del tiempo. Para estos dos observado-
res inerciales transcurre al mismo ritmo por hipótesis
dT = dt
(Intervalos de tiempo invariantes). Este no era el caso entre Perseo y Medusa
Las fórmulas anteriores se llaman transformaciones Galileanas
dT = dt
dX = dx − v dt
y representan otro tipo de relatividad, distinta de la de Einstein, en la que el tiempo
es un invariante absoluto. Pero, como hemos visto con Perseo y Medusa, el carácter inva-
riante de los intervalos de tiempo es incompatible con la invariancia de la velocidad de la
luz. De cualquier forma la incompatibilidad es más profunda de lo que parece.
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electromotriz, que no corresponde a ninguna energía y que, empero, - igualdad del mo-
vimiento relativo supuesto en ambos casos considerados- produce unas corrientes de la
misma magnitud y el mismo recorrido como en el primer caso las fuerzas eléctricas.”
Nota: el llamado por Einstein “tratamiento habitual” consiste en aplicar las transformaciones Gali-
leanas del apartado anterior a las ecuaciones electrodinámicas, con lo que los casos mencionados se vuelven
“separables”, es decir, distinguibles. La razón profunda consiste en que las ecuaciones de Maxwell NO son
invariantes por las transformaciones Galileanas, lo cual lleva además a cometer el error de tomar el módulo
del campo eléctrico como magnitud física “absoluta”.
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2º) Los límites a bajas velocidades (comparadas con la luz) de las fórmulas relati-
vistas cinemáticas de Einstein:
El límite a bajas velocidades (comparadas con la luz) de las transformaciones de
Lorentz se calcula con (v/c) = β → 0. Implica γ → 1. Pero no debe desaparecer la 3-ve-
locidad puesto que aún podría tomar todo un muestrario de valores pequeños, pero no
nulos. Así (v ≠ 0) con β → 0 implica tomar el límite (1/c) = 0, de acuerdo con Penrose [8].
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Esta métrica traduce una expresión directa de la relatividad del tiempo, tal y como
la hemos encontrado en nuestro relato de Perseo y Medusa.
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b) Una versión extendida inmediata de esta 1+3 métrica del tiempo propio a cris-
tales y demás medios posiblemente anisótropos, donde la velocidad de la luz es distinta
según la dirección (algo imposible en las otras versiones de la métrica):
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P = m0 V (módulo constante = m0 c)
= (m0 γ(v) c, m0 γ(v) v) = ( m c , m v)
Este último resulta especialmente adecuado para cálculos directos con los princi-
pios de conservación. Tiene además buen comportamiento en el límite de bajas velocida-
des (γ = 1), converge a la masa y momento newtonianos
= (m0 γ(v) , m0 γ(v) v) → (m0 , m0 v) = (m0 , p)
Nota: en el límite el módulo del cuadri-momento se reduce a la componente temporal
(métrica del tiempo propio)
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Simplificando
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Por sustitución
Reunificando parte longitudinal y parte transversal en una sola 3-fuerza y una sola
3-aceleración
o, también
Todas estas expresiones se reducen a las clásicas en el límite de bajas velocidades ¡COMPROBAR!
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EINSTEIN: “No puede ser, noble Pitágoras. Al final, profesores angustiados, pro-
genitores indignados y el sentir común del pueblo elevarían la protesta más firme y gran-
diosa en todos los foros, so pena de que la enseñanza y los mismos países queden dañados
para siempre. Algún gobernante sagaz se dará cuenta a tiempo de las consecuencias y se
opondrá”.
PITÁGORAS: “Me temo que te engañas, amigo Einstein. El arma incluye también
resortes propios para su auto-defensa, prácticamente infalibles. Contiene en su estructura
dos programas complementarios, el diagnóstico y la calidad. Entre el martillo y el yunque
se encargarán de todo lo que se interponga.
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PITÁGORAS: “¿A qué cuento importa ahora la gravedad?. Shhhhh, Apolo en per-
sona nos está observando. Huy, se dirige hacia nosotros. Espero no haberle irritado, pero
Pandora requería algún consuelo ...”
La Música se aquieta suavemente. Apolo se acerca, envuelto en Luz;
ciñe dulcemente a Pandora por hombros y cintura,
llevándola entre las Musas, que la abrazan y la enlazan con sus guirnaldas;
Orfeo eleva y pulsa la Lira en ofrenda de nueva Canción,
y el Errante Poeta de antaño
deja oír su voz una vez más:
BIBLIOGRAFÍA (I)
[1] Alonso, M y Finn, E. J. Física. Volumen I: Mecánica. Fondo Educativo Interamericano
[2] Tipler, F. Física. Tomo I. Editorial Reverté.
[3] Einstein, A. Sobre la teoría de la relatividad especial y general. Alianza Editorial.
[4] Einstein, A. El significado de la Relatividad. Planeta-Agostini
[5] Einstein, A. Los artículos clave de 1905 y 1906 en “Cien años de relatividad”. Editorial Nivola
[6] Arnold, V. Mecánica clásica. Métodos matemáticos. Editorial Paraninfo.
[7] Bolos, Cayetano, Requejo. Álgebra lineal y geometría. Servicio de publicaciones. Universidad de Ex-
tremadura.
[8] Penrose, R. Lo grande, lo pequeño y la mente humana. Cambridge University Press
[9] Rindler, W. Essential Relativity. Springer
[10] Irodov, I.E. Leyes fundamentales de mecánica. Editorial MIR.
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