Menu



Sugerencia para la homilía

A - Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
Primera: Ezequiel 47:1-2, 8-9, 12;Salmo 46:2-3, 5-6, 8-9; Segunda: I Corintios 3:9-11, 16-17; Evangelio: Juan 2:13-22


Por: ePRIEST | Fuente: www.epriest.com



Sagrada Escritura

Primera: Ezequiel 47:1-2, 8-9, 12
Salmo 46:2-3, 5-6, 8-9
Segunda: I Corintios 3:9-11, 16-17
Evangelio: Juan 2:13-22



SOMOS TEMPLOS VIVOS

La fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán pasa normalmente bastante desapercibida, pero este año cobra notoriedad al caer en domingo. San Juan es el primer gran templo cristiano construido en Roma después de las persecuciones, en el siglo IV; es la catedral del Papa como obispo de Roma


Hermanas y hermanos:

1.- La Basílica de San Juan de Letrán es símbolo de la unidad de todas las comunidades cristianas con Roma y nos recuerda que todos estamos construidos sobre el mismo cimiento de Jesucristo. Cada uno de nosotros participamos en la construcción de la iglesia. San Agustín recomienda: "Cuando recordemos la Consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: ´Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo´. Ojalá conservemos nuestra alma bella y limpia, como le agrada a Dios que sean sus templos santos. Así vivirá contento el Espíritu Santo en nuestra alma".

2.- Aquí, donde estamos reunidos ahora celebrando la Eucaristía, ¡cuántas cosas importantes han pasado! Seguramente que muchos de los presentes han sido bautizados en este templo, y han iniciado así su camino cristiano. Muchos también han recibido aquí la primera comunión y desde aquella primera vez han continuado participando cada domingo en la Misa. Quizá también han recibido aquí la confirmación, o han celebrado su matrimonio. Y más de una vez han venido a decir el último adiós, y a rezar, por algún pariente o amigo difunto. O han entrado aquí a rezar ante el sagrario. Este templo es una señal visible de todo esto y todas las iglesias nos recuerdan que Dios está presente en medio de los hombres.

3.- Todos nosotros hemos sido consagrados "templo de Dios" el día de nuestro bautismo. Por esa razón todo hombre merece respeto, estimación, valoración. "Si alguno destruye el templo de Dios, Él lo destruirá porque el templo de Dios es santo: ese templo son ustedes".

Cada hombre y cada mujer son sagrados. No podemos convertir a nuestro hermano en esclavo o servidor nuestro, en alguien a quien no sabemos perdonar, comprender, ayudar. Nadie es un instrumento, un productor o un objeto de placer para nosotros. Cada hombre y cada mujer, sea barrendero o artista de cine, sea gobernante o un obrero sin trabajo, sea viejo o niño, sea un ejecutivo triunfante o un minusválido, sea una mujer llena de belleza o una mujer fea, sea un policía o un terrorista, todos son "sagrados", son templo de Dios. Merecedores de todo amor, de todo respeto, de toda comprensión.

Que la Eucaristía de hoy nos haga vivir más intensamente los cimientos de nuestra fe. Que siempre que entremos en esta iglesia, o en cualquier otra iglesia, o siempre que pasemos por delante de la misma, se renueven estos cimientos. Sobre todo debemos dar frutos en el cumplimiento de los mandamientos, especialmente del mandamiento "nuevo" de la caridad que es el cimiento que sostiene a la Iglesia fundada por Cristo. Así sea.

 

 

 


 



 

 

 







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |