Graciela Iturbide captura con su lente la portada de Vogue México

Una afectuosa carta a México resume el paso de Dior por la Ciudad de México para presentar la colección de Crucero 2024.
Graciela Iturbide fotografia portada de Vogue Mxico noviembre 2023
GRACIELA ITURBIDE.

Aún recuerdo el 20 de mayo como si hubiera sido ayer. Era un momento de gran emoción para la industria de la moda en México: Maria Grazia Chiuri presentaría su colección Crucero 2024 para Dior en la Ciudad de México, el primer espectáculo en su tipo que se llevaría a cabo en el país y en la capital mexicana. Esa noche, celebridades y prensa internacional se dieron cita en el Colegio de San Ildefonso, al centro de la ciudad, para presenciar una oda a la artesanía y el saber-hacer mexicano, protagonizada por la imagen de la artista mexicana, Frida Kahlo. Y aunque ni los cuchillos enterrados (una creencia mexicana para repelar la lluvia) lograron hacer efecto para evitar lo inevitable –una noche lluviosa–, ésta emanó un misticismo y dramatismo particular que alcanzó su clímax durante el gran final donde una serie de vestidos en manta (mejor conocidas como toiles) intervenidos por la reconocida artista feminista, Elina Chauvet, tomaron el jardín principal del histórico edificio. (Que, cabe destacar, en mi conversación con Chiuri, fue muy específica sobre la completa autoría de Chauvet de los últimos números: ‘yo solamente le aporté las toiles y Elina creó sobre ellas. [...] No fue una cocreación, es su arte’).

Desde la izquierda: las modelos Ivanna Mendoza, Andy Venegas, Celic Dorig, Sara Esparza, Marsella Rea, Tindi Mar, María González, Katherine Anzures, Paloma Suárez y Aneken Zaldivar, lucen la obra creada por Elina Chauvet para DIOR.

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La relación de Maria Grazia Chiuri con México es bastante trazable. En Dior, previo a esta puesta en escena, inspiró su segunda entrega Crucero, la de 2019, en las Escaramuzas (el look 60 de la colección lo llevó Yalitza Aparicio en su portada de enero 2019 para Vogue México y Latinoamérica). Pero personalmente, Chiuri tiene cierto afecto por el país y su riqueza cultural. ‘La primera vez que vine visité las ruinas y los templos mayas, todos los lugares históricos, y también [me adentré] a la naturaleza, porque [México] tiene una naturaleza asombrosa. [Lo disfruté] con mi familia y mis hijos. Al mismo tiempo, el país es una referencia importante para mí porque una de las primeras exhibiciones sobre una artista femenina que vi en Roma, fue de Frida Kahlo. Causó gran impacto en mí porque no habían tantas exposiciones sobre artistas femeninas en Roma y también porque me sentí atraída a su arte. Luego entendí la relación [entre su arte] y la moda, porque la manera en la que te representas es la manera en la que te defines’. Fue gracias a esta muestra que Chiuri comenzó a investigar sobre creativas mexicanas ‘[...] no sólo sobre Frida Kahlo, sino también sobre Leonora Carrington, aunque ella no nació en México pero se consagró aquí. Las artistas mexicanas son muy conocidas en Italia. Sentimos gran conexión con el país porque nos recuerda en muchos aspectos a Italia’. Roma, el filme de Alfonso Cuarón que protagonizó Aparicio junto a Marina de Tavira, le recuerda a Roma (la capital italiana) durante los años 70. ‘Tiene algo mediterráneo de cierta manera’, destaca.

Tindi Mar en total look de DIOR.

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Invariablemente, la historia de la maison también se entrelaza en esta entrega de Chiuri, porque, como acostumbra la diseñadora, cada una de sus colecciones busca resaltar un momento clave de la vida profesional del couturier.  ‘En el 64, [Christian] Dior estuvo en México y viajó por América Latina durante tres meses’, cuenta sobre la relación que el mismo Monsieur Dior comenzó. Además, no olvidemos que el couturier nombró varias de sus creaciones Alta Costura México, entre 1951 y 1954.

Orgullo textil

Una colección presentada en México no podía dejar de lado la exposición del oficio textil mexicano. Colaborar con los artesanos de las comunidades para resaltar el arte autóctono de regiones específicas era la prioridad para Maria Grazia Chiuri y su equipo. Comenzó trabajando muy de cerca con la curadora de la exhibición del Palais Galliera, Frida Kahlo, au-delà des apparences (Frida Kahlo, más allá de las apariencias), Circe Henestrosa – ‘una paisana zapoteca’, destaca Remigio Mestas–. ‘Esta exhibición fue muy específica porque [Henestrosa] se concentró en el vestido de Frida, explicando como [Kahlo] utilizó [sus] vestidos para crear su identidad final. [Henestrosa] conoce muy bien [México] y su territorio y nos ayudó a contactar a las personas que representan las distintas comunidades. [...] También conocí a la Secretaria de Cultura [Alejandra Frausto Guerrero]’, habla la diseñadora sobre sus primeros pasos para conectar con los maestros artesanos. En la entrevista de Megha Kapoor con Chiuri y su amiga Karishma Swali –directora creativa de la Escuela de Artesanía Chanakya y a quien conoce desde la década de los 90– sobre la colección que la creativa mostró en India meses antes de la presentación en México, el par vocaliza su idea sobre entrelazar los oficios, que pueden clasificarse como prácticas Alta Costura, con la experiencia de una casa de moda. ‘Es necesario entender el paso a paso de cómo una casa de moda trabaja; es realmente un diálogo’, destaca. La búsqueda en México la llevó a conocer a Hilan Cruz, un maestro artesano basado en el estado de Puebla que comenzó a impulsar el arte de su comunidad tras vender en la Ciudad de México las prendas tradicionales que su mamá, su abuela y sus tías se hacían –para ellas vestirlas– por casualidad. Recibir una invitación de Dior para colaborar en el proyecto, tomó a Cruz de sorpresa. ‘En un principio yo pensé en decir que no, la verdad, porque toda esta cuestión de las marcas, del diseño, de la apropiación, pues en México está con mucha fuerza. Y la verdad es que lo que menos quería era entrar en conflicto, porque [no quiero] estar peleando o que la gente esté hablando mal del proyecto. Entonces, evitar todas las discusiones, mejor trabajamos de una manera directa, de una manera honrada, de una manera en la cual quien consuma las piezas que elaboramos, que use las piezas que elaboramos, pues tenga un precio justo al igual que nosotros’. Sin embargo, Cruz accedió a recibir al equipo de Dior en su comunidad y taller. ‘Fueron a la Sierra de Puebla, fueron hasta donde está el taller, en Tlacomulco, Huachinango, Puebla’. En los múltiples viajes que Chiuri hizo para conectar con las comunidades, una de sus paradas fue aquí. ‘Fue algo sorpresivo, porque no te imaginas que la directora creativa de Dior llegue a tu casa así’, narra. Su conversación durante el desayuno de la mañana que Chiuri visitó el taller liderado por Hilan Cruz, fue sobre la visión de la italiana para la colección. Circe Henestrosa, quien acompañaba a la diseñadora, le explicó a Cruz que aunque no está documentado que Kahlo tuviera una pieza de Huachinango en su armario, sí poseía distintas prendas con motivos representativos del norte de Puebla y la similitud con aquellos elementos nativos del pueblo de Cruz era muy cercana. ‘Vimos a Frida como la pionera en explorar todos los argumentos que ahora son tan contemporáneos, como el género, la identidad, la discapacidad, todos, el colonialismo es increíble, increíble. Y ella explora toda esta temática y crítica, y también aporta un punto de vista de todos los argumentos que existen actualmente en el sistema de la moda. Ella es muy fuerte, es aspiracional, no sólo para mí, sino para todos en el mundo, para los diseñadores, para los no diseñadores, para las mujeres, los hombres, para todos. Y da un mensaje muy fuerte sobre libertad. Ese fue el punto de partida’, confirma Chiuri.

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En la Cuadra de San Cristóbal, la obra de Elina Chauvet, Zapatos rojos, fue recreada.

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En Hilan Cruz, Maria Grazia Chiuri notó un talento innato y que pocos artesanos poseen. ‘Me dijo: ‘Mira, la verdad a mí me gusta mucho el trabajo, me gusta mucho la calidad con la que desarrollas las piezas en conjunto con el taller. Pero me llama mucho la atención algo de ti, o sea, me llama la atención tu parte de diseño, porque si bien es que tú ejecutas el bordado, tú ejecutas el tejido [...] pero también tienes esta parte de diseño y me gusta y me llama mucho la atención. Y contigo quiero empezar un proyecto en el cual, tal cual, no sea sólo el bordado, sino que sea el diseño completo del objeto’. Me sentí bien, fue algo bueno que reconozcan el trabajo, pero un poco raro, porque la verdad, obviamente sí me gusta el diseño, pero mi enfoque principal es la historia del objeto, no el objeto’, agrega Cruz. ‘Estoy feliz de haber conocido a este joven en Puebla. Lo invitamos dos semanas a París y quiero estar en contacto con él también para el futuro porque es otra generación que es muy buena. Él es joven’, afirma Chiuri.

La cruda realidad en México pinta el rechazo a nuestra indumentaria nacional y la subvaloración del arte hecho a mano. ‘En México hay mucha tradición textil, sí hay mucho, mucho conocimiento textil, tanto fibras como técnicas, como tintes. Pero seamos sinceros, en México no hay una cultura del valor hacia el textil indígena, y no precisamente indígena, sino también hay textil tradicional, por decirlo así, que no es indígena, es mestizo. Prueba de ello son los rebozos en el Estado de México, que los hacen comunidades mestizas. Pero en México no hay una valorización de estos objetos. ¿Por qué? Porque tendemos a observar la moda y el diseño con parámetros muy europeos, en los cuales la moda es lo que se desarrolla allá. Entonces, lo que se desarrolla en estos espacios, en estas culturas, en estas sociedades, no es mucho del interés. Y lo que había interesado en realidad es la iconografía, porque lo hace ser mexicano, entre comillas lo digo mexicano, porque tendemos a pensar que somos un México, cuando en realidad somos muchos México. Los náhuatl, los mixtecos, los zapotecos, son muchas formas de ser mexicano. Y también pensar y preguntarles si ellos se sienten como tan mexicanos. Eso va a depender de cada cultura’, agrega Cruz. Para Chiuri, la narrativa en torno a la apreciación y el verdadero valor sobre estas prendas, debe cambiar. ‘No se deben vender como una artesanía, sino como una pieza de Alta Costura. No es lo mismo una prenda hecha a máquina que una prenda hecha a mano, el valor es distinto. [...] Es muy importante enseñar esa diferencia. En Europa tenemos Alta Costura y tenemos prêt-à-porter. No es lo mismo, no es el mismo precio. Creo que una manera para dar a conocer esta diferencia y seguir impulsando los oficios es creando una escuela que apoye a la nueva generación para gestionar todas estas tradiciones y también avancen hacia el futuro. Es muy complejo, pero por eso me gusta trabajar en esto, porque eso pasó en Italia en los años 70. Perdimos muchas tradiciones porque la nueva generación las veía como arte viejo, y también la manufactura. [...] La narrativa es que [esto] es trabajo doméstico y que no es para expresar tu creatividad. Y es importante no sólo el diálogo, en mi punto de vista, con la comunidad, con el diseñador de moda, o el arquitecto o el diseñador de interiores. También es importante [el diálogo] con el artista porque creo que el artista puede dar esta capacidad, esta habilidad y realmente otra visión. Vi en Oaxaca, cuando fui, una hermosa exposición en la parte superior del Museo Textil, con mujeres artistas que crean obras de arte con la comunidad, y fue hermosa, honestamente. Creo que también hablar con artistas es un aspecto muy importante para atraer a la nueva generación’, añade la diseñadora.

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Sororidad

La postura de Maria Grazia Chiuri ante en feminismo es contundente. La mancuerna perfecta para su presentación en México invariablemente era Elina Chauvet, la artista chihuahuense conocida por la desafiante obra, Zapatos rojos. ‘Trabajo desde varias disciplinas y uno de los trabajos que hago es un performance que se llama Confianza y le gusta mucho a Maria Grazia. Decidí hacer una pieza basada en Confianza, que al final fue una pieza independiente. ¿Qué tiene en común? Que es una pieza que bordo, un vestido de novia bordado. De ahí partió [la idea de] intervenir los vestidos con bordado. Diseñé el proyecto para trabajar con mujeres bordadoras. [En los últimos años] en México se ha dado el bordado feminista como protesta, como manifestación y como un acto de resilencia’, dice Chauvet. Los vestidos que adoptan siluetas de los años 50 del archivo de Dior, eran importantes para representar la época ‘determinante cuando las mujeres regresaron al hogar luego de que los hombres regresaron de la guerra. [...] Hubo una campaña publicitaria grande para convencer a las mujeres que su lugar era el hogar’. Lo que busca Chauvet con su obra es ‘revertir estas ideas que nos [fijaron]’. ‘Ella denunció cosas tan terribles de una manera tan poética, dentro de un lenguaje que toca el corazón. Creo que tenemos que hacer algo, pero en todos los países’, agrega Chiuri. ‘No puedes hablar de la violencia de las mujeres limitándote a un país. Esto es algo global, es algo cultural en todos los países. Pareciera que es parte de la cultura: el maltrato a las mujeres, la violencia. Mi obra habla de feminicidio, pero también de toda la violencia que sufrimos todas las mujeres a lo largo de nuestras vidas. No podía solamente limitarme a hablar del feminicidio en México, de la violencia de las mujeres en México, porque mi obra, yo la considero global. Las cosas tienen que cambiar en todo el mundo, no solamente en un país. Por eso es que incluí varios idiomas [en los bordados], para que el mensaje fuera para todos. Esto es de México para el mundo’, destaca Chauvet.

Celic Dorig en vestido, botas y pendientes, todo de DIOR.

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Para la artista, el rojo no sólo representa la violencia –exclusivamente hablando de Zapatos rojos ‘la sangre que se ha derramado, el feminicidio, la muerte de mi hermana’–, sino también ‘el amor, la esperanza, porque son los dos sentidos que le damos también simbólicamente al color rojo, el del amor’. Quizás ese fue el sentimiento que Chauvet contagió a su colectivo de bordadoras para darle vida a los vestidos. ‘Al final, se logró consolidar un grupo muy [fuerte] en cuestión de trabajo, de ritmo, de acompañamiento. Fue una experiencia maravillosa. Fuimos 16 mujeres’, agrega.

Almas artísticas

Hay personas que indudablemente están destinadas a relacionarse. Maria Grazia Chiuri y Graciela Iturbide comparten una amistad desde hace años. Su conexión es orgánica y el respeto mutuo es evidente, uno que fui afortunada de apreciar el día que produjimos esta historia. ‘Sus imágenes son tan poéticas, tan fuertes, tan frágiles, mágicas. Es muy difícil definir su obra de arte. Realmente creo que cuando hicimos la primera sesión con ella en Oaxaca en 2016, fue mágico para mí; fue una experiencia única. Es un verdadero honor para mí conocerla. Creo que su mirada, su punto de vista es fantástico. ¡No puedo decir más! Realmente estoy muy feliz de volver a verla. La vi antes del show y estoy muy feliz de que ella pueda fotografiar esta historia para Vogue México y Latinoamérica. Su espíritu es magnífico’, resalta Chiuri sobre su cariño hacia la fotógrafa mexicana.

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Merecemos un amor y Maria Grazia nos lo dio. La oda a la artista que representa tantas facetas, entretejida con una inmedible admiración por la herencia textil y resaltando la posición feminista, reafirmó que México tiene un sinfín de bondades dignas de orgullo.

Chiuri quería representar a Frida Kahlo en todas sus facetas. González y Venegas lucen vestidos, botas y joyería, todo de DIOR.

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Zaldívar y Mendoza luciendo diseños por Maria Grazia Chiuri para la colección Crucero 2024 de DIOR.

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En este reportaje: peinado, Hyacintha Faustino y Shannon Davison; maquillaje, JinDian Yang y Sayuri Yamashita; asistentes de moda, Paola Chedraui y Oscar Barragán; modelos, Katherine Anzures, Celic Dorig, Sara Esparza, María González, Tindi Mar, Ivanna Mendoza, Marsella Rea, Paloma Suárez, Andy Venegas y Aneken Zaldivar.