¿Por qué es importante la igualdad de género?

Algunas cifras de desigualdad de género.

“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.”

Rosa Luxemburgo

Según el Índice Global de Brecha de Género (IGBG), para el 2022 la brecha de desigualdad de género América Latina y el Caribe fue de 72,6%, lo cual supone un aumento del 0,4% en relación con el IGBG de años anteriores. Países como Perú, Guyana y Chile son los que más han disminuido su brecha de género; en contraste, Colombia, Honduras y el Salvador aumentaron en al menos un punto porcentual sus índices de desigualdad.

Solo por poner algunos ejemplos que evidencia el estado de cosas de la desigualdad de género en Colombia, según este índice dicha brecha es del 71%. Es decir, que alrededor del 30% de mujeres colombianas se encuentran en desventaja en relación con sus pares hombres. En similar sentido, según el informe “Mujeres y Hombres: brechas de Género en Colombia”- publicado en conjunto por ONU mujeres, el DANE y la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer-, en el ámbito laboral 3 de cada 10 mujeres no cuentan con ingresos propios ni con independencia económica, lo que se traduce, entre otras cosas, en una tasa de desempleo significativamente mayor para las mujeres (22, 9%) en relación con la de los hombres (13, 8%)

Así mismo, este documento pone en evidencia que el tiempo de trabajo remunerado para las mujeres es de 17% mientras que el de los hombres es de 39,5%.  Lo cual indica que un alto porcentaje de mujeres colombianas dedican su tiempo a trabajos de cuidado no remunerados (34,10%), a lo que se suma una brecha de 12,1% en los ingresos recibidos.

Estas cifras, a pesar de que son solo una pequeña muestra de las desigualdades entre hombres y mujeres en Colombia, son también un indicio de los niveles y alcances de la disparidad de género en los países latinoamericanos y del Caribe. No obstante, no debe olvidarse la complejidad y dimensión de un fenómeno que está lejos de poder ser descrito solo desde la perspectiva cuantitativa.

Esto por cuanto las brechas de género, al tener una naturaleza estructural, atraviesan diversas esferas de la vida tanto pública como privada y afectan especialmente la vida de mujeres, niñas y personas con orientaciones e identidades disidentes. Es el caso de las brechas en acceso a la educación, desarrollo laboral, derecho a la salud, acceso a cargos políticos públicos, entre otras.

¿Por qué es importante pensar la igualdad de género?

Según el Objetivo de Desarrollo Sostenible sobre Igualdad de Género de la ONU “la Igualdad de Género es un derecho humano fundamental. Promover la igualdad de género es esencial en todos los ámbitos de una sociedad sana” (ONU, 2020, ODS 5) Esto implica que la igualdad de género no tiene solo una importancia política al favorece la justicia social; sino que además se entrelaza con múltiples valores y metas políticas y éticas que en conjunto impulsan el desarrollo de una sociedad democrática y libre.

Este objetivo encuentra su fundamento filosófico en la idea de que todos los seres humanos somos personas con igual dignidad. Este principio y derecho que, por demás, es el fundamento sobre se erigen los Derechos Humanos, tal y como se evidencia en la Declaración Internacional de los Derechos Humanos en la que se sostiene: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos” (ONU, 1948, art. I).

La dignidad se entiende así como el valor intrínseco que poseemos todos los seres humanos dada nuestra condición compartida de personas; de manera que la igualdad significa que a todas y todos nos sea reconocido el mismo valor y, por tanto, que gocemos de los mismos derechos y oportunidades sin ningún tipo de discriminación.

Ahora bien, la igualdad de género adquiere una importancia política por su intrínseca relación con la justicia: los seres humanos, como seres iguales, debemos ser tratados de la misma manera. En este sentido, no debería existir ningún tratamiento diferenciado en razón del género que repercuta negativamente en la vida de hombres y mujeres. Esto por cuanto el género de cada ser humano es un componente identitario de su condición de persona y, por tanto, discriminar a alguien en virtud de este implica atentar contra su dignidad. Tanto hombres, como mujeres y personas con orientaciones e identidades de género disidentes, al poseer dignidad igual, tenemos y debemos tener los mismos derechos y por tanto las mismas condiciones de trato. En pocas palabras, la desigualdad de género es una injusticia que va en contravía de la dignidad humana.

En ese orden de ideas, al garantizar la igualdad de género no solo se impulsa la justicia, sino que resulta importante en la medida en que genera consecuencias positivas deseables en una sociedad democrática. El valor de la igualdad está entrelazado positivamente con otros valores liberales característicos de las sociedades democráticas y abiertamente plurales.

Una sociedad que promueva la cultura de la igualdad suscita y demanda otros valores como la libertad, el desarrollo de las capacidades y el libre desarrollo de la personalidad. Así mismo, la igualdad disminuye múltiples tipos de daño (físico, psicológico, moral, económico, etc.), e incluso reduce los índices de violencia, dominación y dependencia. En conclusión, la igualdad de género promueve valores democráticos y al mismo tiempo limita la aparición y reproducción de estereotipos y acciones discriminatorias.

¿Cómo podemos promover la igualdad de género? 

Si bien la igualdad de género es un valor que debe ser promovido y protegido a nivel constitucional y legal, existen también otro tipo de estrategias y acciones más concretas y específicas que ayuden a promover una sociedad más igualitaria y que todas las personas podemos adelantar como una forma de activismo cotidiano con el fin de reconocer la pluralidad y promover la igualdad de género.

En el espacio público, ejemplo, una de las primeras tareas es convertirnos en buenas y buenos oyentes (Fricker, 2017) de manera que nos acerquemos conscientemente al fenómeno de la desigualdad de género. Podemos asistir voluntariamente a espacios educativos en temas de género y diversidad (movimientos locales, bibliotecas, universidades, conferencias públicas, cursos gratuitos). Así mismo, podemos informarnos a través de diferentes medios de divulgación como los podcasts, blogs, canales de YouTube, entre otros; o a través de medios artísticos como el cine y literatura. Para quienes además tenemos un especial interés en manifestar nuestro compromiso ético y político públicamente se abre la posibilidad de unirnos a movimientos sociales y participar en los diversos espacios de sensibilización: marchas, grupos de danza, muralismo, clubes de lectura, ollas comunitarias, entre otros.

Por su parte, en el espacio privado podemos empezar distribuyendo equitativamente funciones básicas de cuidado y tareas domésticas. También podemos convertirnos en educadores y educadoras dentro del hogar replicando la sensibilidad y el aprendizaje con respecto a los temas de género, por ejemplo, generando espacios de diálogo con nuestro círculo cercano o haciendo uso de un lenguaje no sexista.

Resulta evidente que un fenómeno de desigualdad profundo no acaba con acciones individuales, sin embargo, cada una de estas actuaciones contribuyen a hacer de nuestro entorno un espacio más amable, justo, tolerante e inclusivo.

Bibliografía