Luego de algunas semanas de incertidumbre, rumores y negociaciones, finalmente Radio Mitre anunció quién será el encargado de mantener la muy buena performance que ostentaba Marcelo Longobardi en la primera mañana: nada más ni nada menos que Eduardo Feinmann. El siempre polémico periodista hasta hoy conduce Alguien tiene que decirlo (de 9 a 12, Radio Rivadavia) y dará el gran salto para concretar lo que seguramente constituirá el pase del año.

Si bien Radio Mitre mantiene un claro liderazgo en el rubro AM, la inesperada partida de Longobardi suponía una encrucijada de difícil solución. El segmento de 6 a 10 es el que marca la agenda informativa en AM, constituye fuente de importantes ingresos y funciona como la base de la pirámide de su rating. En primera instancia se especuló con reubicar más temprano a Jorge Lanata, también se estimó que era una excelente oportunidad para potenciar a Diego Leuco (conductor del noticiero más importante del Grupo) y hasta de jugarse con Cristina Pérez (que desde Telefe lidera el más visto de la TV y conduce un ciclo nocturno en la misma radio). Sin embargo, primó la idea de ir por más.

En el último año, Rivadavia creció notablemente en audiencia y conquistó el segundo puesto entre las más escuchadas de AM. La apuesta para seguir creciendo es muy clara y está resultando particularmente efectiva: antikirchnerismo sin matices, indignación crónica y opinionismo de tablón. En un universo signado por la grieta (y con muchos interesados en profundizarla y sacar tajada), el achatamiento del debate público y la sobreoferta de información no chequeada, la fórmula resulta de gran eficacia, sobre todo en un gran segmento de público que busca la confirmación de sus preconceptos, aún los más delirantes.

Este crecimiento de Rivadavia enciende alertas para Clarín como ya sucedió, a nivel televisivo, con el avance de LN+ a partir de los mismos recursos e, incluso, casi las mismas figuras. Al punto de que el propio Jorge Lanata amenazó con revelar los nombres de los dirigentes del PRO que aportarían dinero a esos dos medios.

Si bien el liderazgo de Mitre en la actualidad es sólido, la decisión del Grupo Clarín parece querer ahorrarse futuros dolores de cabeza. Por un lado, debilita a su competencia directa, Rivadavia, sacándole a su máxima estrella. Por el otro, se acomoda a los vientos que soplan radicalizando (aún más) su línea editorial. Feinmann es muy eficaz para ganar en el nicho de consumidores de periodismo opositor militante. Su obstinación contra la figura de Cristina Kirchner, por ejemplo, sus brulotes y exabruptos parecen a la medida de la ley de la ferocidad que ejercen algunos medios.

El periodista tiene una ya dilatada trayectoria. Cobró notoriedad en Radio 10 de la mano de Daniel Hadad, quien además lo llevó a la TV en Después de hora, un programa periodístico que se emitió entre 2000 y 2002 en las medianoches de América. También gracias al empresario, Feinmann llegó a C5N. Fue en esa señal donde terminó de redondear su perfil de periodista “anti droga” y “anti toma de colegios” que lo convirtió en furor de los programas de archivo. Luego de su salida de C5N, tuvo un paso exitoso por A24 y ahora disfrute de un presente todavía más exuberante en LN+. Incluso el “pase” que comparte con Jonathan Viale es de lo más visto del cable.

El suceso de Feinmann no es un hecho menor. Tampoco parece recomendable banalizarlo con memes o consumos irónicos. Se trata de un comunicador de extrema derecha que es capaz de atacar a extranjeros, mujeres o a quien sea en favor de los supuestos valores de “tradición, familia y propiedad”.

Con esta nueva incorporación el Grupo Clarín corre todavía más a la derecha su contrato de lectura. Longobardi parece sofisticado al lado de Feinmann e incluso Nicolás Wiñazki parece medido frente a la nueva incorporación de Radio Mitre. Pero para algunas corporaciones el periodismo actual sólo conoce de mediciones de audiencia y repercusión en redes. Y en ese barro, todos manoseados, Feinmann, el más contra de los contras, se mueve como pez en el agua. «