Celos, desplantes y tensión: la turbulenta relación entre la princesa Ana y Diana de Gales, "esa chica tonta"

“Ana de Inglaterra no le pasaba una a Diana… No le gustaba la forma en la que cumplía con su deber y cómo usaba las cámaras y los medios de comunicación para promocionarse", señala un experto.

Lady Di y la princesa Ana en el derby de Epsom (Surrey) en junio de 1986.

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La princesa Ana de Inglaterra, interpretada por Erin Doherty, fue el gran éxito de la tercera temporada de The Crown: una mujer de la realeza refrescante y sensata que caminaba por el palacio de Buckingham con botas de montar, regañando al príncipe Felipe (Tobias Menzies) y horrorizando a la reina con su franca conversación. Pero en la cuarta temporada de The Crown, Ana encuentra en Diana (Emma Corrin) la competencia por el título de princesa favorita.

“No es fácil trabajar en el calor y la miseria de un país del tercer mundo haciendo un trabajo real para organizaciones benéficas reales. ¿Pero consigo siquiera una mención en algún periódico?", se lamenta la princesa Ana en el episodio "Favoritos". "Y, sin embargo, todo lo que [Diana] tiene que hacer es ponerse un vestido, y aparece en todas las portadas, y todo el mundo se queda impresionado por lo maravillosa que es".

Ana se queja de que es constantemente comparada con Diana en la prensa, teniendo en cuenta que hay solo dos mujeres jóvenes en la familia real. “Adorable ella, achaparrada yo”, se queja Ana. “Sonriente ella, malhumorada yo. Encantadora ella, detestable yo”.

En la vida real, sin embargo, la dinámica entre las cuñadas de la realeza era incluso más tensa. La biógrafa experta en realeza Ingrid Seward ha explicado, “Ana fue indiferente hacia Diana desde el principio… la llamaba ‘chica tonta”.

Las dos mujeres no podrían haber sido más diferentes. Ana, que era 11 años mayor que Diana, es una ávida mujer abierta y trabajadora centrada en el mundo ecuestre, que no está nada interesada en las frivolidades. Diana, sin embargo, es una amante de la diversión y una frágil mujer joven que buscaba la atención y pasar un buen rato. Seward explicó que las tensiones entre Ana y Diana “llegaron a un punto crítico al final de la semana de Ascot en junio de 1981, apenas un mes antes del matrimonio de Diana”.

“Sintiendo la apatía de Ana hacia ella y queriendo congraciarse, (Diana) se aventuró a subir a la guardería en Queen 's Tower donde Anne se estaba instalando con su hijo Peter, que tenía tres años, y su hija de cuatro semanas, Zara", escribió Seward recordando el encuentro de Windsor. “Diana, que todavía era solo una dama, le dio a la princesa el beneficio de una reverencia total y declaró: 'Señora, qué maravilloso verla'.

"Ana desprecia la pretensión en el mejor de los casos", añadió Seward. “Cuando estaba lidiando con dos niños pequeños, no tenía tiempo para eso. Miró a Diana, directamente a través de ella. Diana, confrontada por la fuerza abrasadora del desprecio de Ana, huyó de la habitación”.

A ello le siguieron más encuentros incómodos, incluyendo un intercambio de regalos navideños digno de vergüenza ese mismo año. Diana, sin darse cuenta de que la realeza intercambia regalos de broma, obsequió a Ana con un jersey de cachemira, recibiendo tan solo una tapa de retrete de su cuñada.

El reportero real Richard Kay confirma que Ana “no le pasaba una a Diana… No le gustaba la forma en la que cumplía con su deber y la forma en la que usaba las cámaras y los medios de comunicación para promocionarse, a sus ojos… Ana tenía una idea mucho más tradicional de la monarquía y el deber real".

Pero Diana no fue la única cuñada de la que Ana renegó. “Estaba muy molesta cuando Diana se convirtió en el centro de atención y entonces Sarah Ferguson (la exmujer del príncipe Andrés), se convirtió en el foco durante un tiempo”, según el fotógrafo real del Daily Express, Steve Wood. El destacó que Ana pensaba que ambas mujeres –a quienes había menos preciado como ‘esas chicas’– estaban ‘rebajando la altura’ de la familia real. “Demasiado tabloide para ella”.

Como resultado, Diana empezó a evitar activamente a su cuñada, según Kay. “Recuerdo a Diana diciendo ‘si Ana va, yo no’”, dijo Kay, “porque Ana siempre decía algo cortante hacia ella”.

En 1984, el desaire más notable de Diana hacia Ana consistió en que la ahora difunta princesa rechazó invitar a Ana a ser la madrina del príncipe Harry. A cambio, Ana decidió no asistir al bautizo de Harry, aunque la excusa oficial de palacio para explicar la ausencia de la princesa fue que estaba organizando una fiesta de tiro en Gatcombe Park y no podía dejar a sus invitados.

Según el biógrafo James Whitaker, el comunicado de palacio “no engañó a nadie”. Y continúa: “no había afecto entre ambas mujeres. Tenían muy poco en común y a Ana le irritaba Diana y el constante seguimiento de la prensa sobre su ropa y su encanto. Cuando a Diana le sugirieron que podría tener a Ana como madrina de las hijas que pudiera tener, ella respondió: ‘simplemente no me gusta (Ana). Puede que sea maravillosa haciendo su trabajo caritativo para Save the Children y otras fundaciones, pero yo también lo puedo hacer”.

Aunque Ana no fue la madrina de Harry, la princesa apoyó al príncipe en un momento crítico. Tina Brown escribió en su biografía sobre Diana que, tras la muerte de Diana en 1997, “la princesa Ana fue especialmente buena con Harry, cuya fragilidad era manifiesta. Lo llevaba a solas a explorar el campo de Balmoral a pie y a caballo”.

Artículo publicado originalmente en la versión estadounidense de Vanity Fair y traducido. Acceda al original aquí.

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