Érase una vez en Mónaco: así ayudó Dior a convertir a Grace Kelly en la princesa perfecta

Ella buscaba ser la embajadora perfecta de Mónaco. Él era el genio de la elegancia más refinada. Cuando se cumplen 90 años del nacimiento de Grace Kelly, el museo Christian Dior homenajea la amistad entre su entonces diseñador Marc Bohan y la princesa.

Retrato por su 10º aniversario de boda. Grace Kelly luce un traje de Dior Alta Costura O/I 1966.

HOWELL CONANT

"Debe mostrarla como una figura de porcelana, casi intocable", indicó Alfred Hitchcock a la figurinista Edith Head durante la producción de La ventana indiscreta sobre el vestuario de Grace Kelly. Unos meses después, en el estreno del filme el 1 agosto de 1954, la estrella apareció del brazo de su entonces pareja, Oleg Casini, el diseñador descendiente de aristócratas rusos e italianos que ejercería de estilista de Jacqueline Kennedy, luciendo un elegantísimo vestido negro de cuello blanco, grandes pendientes de perlas y guantes a juego. El conjunto evocaba fielmente las palabras del director, pero no era obra de Head, amiga y confidente de la actriz. Para aquel día, el más importante de su carrera hasta la fecha, Grace había decidido comprarse el vestido ella misma en la boutique de Christian Dior de Nueva York.

"En ese momento las firmas francesas no trabajaban con la industria de Hollywood, pero ella sabía que Dior era la casa más famosa del planeta. Era muy consciente de lo que eso significaba en el mundo de la moda", explica por teléfono Florence Müller, comisaria de Grace de Mónaco, Princesse en Dior, la exposición que el museo Christian Dior(Granville, Francia) dedica a su gran icono hasta el 17 de noviembre. La muestra, en honor al 90º aniversario del nacimiento de la princesa, exhibe casi un centenar de prendas de su guardarropa creadas por Christian Dior y Marc Bohan, director creativo de la maison entre 1961 y 1989 y quien se convertiría en una de las amistades más cercanas.

Marc Bohan, Carolina de Mónaco y Stéfano Casiraghi, en 1989.

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"Cuando Grace llegó a Mónaco, quiso hacer el papel de princesa de la manera perfecta", revela Müller. Y encontró en los diseños de Bohan, el modisto que había llevado la seducción de la juventud de Dior, la traducción exacta de sus aspiraciones. "Como personas, eran muy similares. Se educaron en las mejores escuelas y provenían de una buena familia. Él entendía perfectamente lo que Grace necesitaba. Y aunque también lucía Balenciaga, Madame Grès o Chanel, Dior fue la principal firma que la vistió. Ella adoraba la marca, porque en la maison comprendían lo que deseaba". Desde su vestido de compromiso –un palabra de honor blanco con adornos florales– hasta el poncho de cashmere crema que llevó en 1980 o el traje de su último Baile de la Rosa apenas unas semanas antes de su muerte, las creaciones de Dior marcaron el reinado de la princesa monagesca más admirada.

En su compromiso con Rainiero de Mónaco, en 1956, con un traje diseñado por Christian Dior.

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En la concepción de su vestuario en el palacio continuaron primando los preceptos por los que se regía en los estudios de Warner Bros: ropa adaptada a su personaje. "No era narcisista ni especialmente consciente de la moda, pero cuidó cada aspecto de su imagen como parte de su misión", expresaría Marc Bohan años después. Entre otros detalles, la comisaría de la muestra revela que al poco tiempo de instalarse en el principado, Grace empezó a estudiar la historia de las monarquías. "La inspiró mucho la familia real británica. Algunas de las cosas que le llamaron la atención fueron las voluminosas pelucas y los tocados de la corona inglesa del siglo XVIII", explica Müller. "Cogió esa idea, y si te fijas en sus fotos, siempre llevaba sombreros o peinados muy elevados", apunta. Su peluquero, Alexandre de Paris, lograba el efecto engarzando perlas en su cabello y usando tiaras como corona. "No era por su estatura, porque era bastante alta, sino para destacar como la persona más importante. Deseaba ser el símbolo del principado". Los sombreros y tocados de Bohan, como el que lució en la inauguración de la boutique Baby Dior de París en 1967, eran su debilidad.

"Por un lado, era consciente de que tenía que respetar las tradiciones, pero las adaptaba a las tendencias", continúa Müller. "Sabía que una princesa no debía mostrar demasiada piel y nunca lucía escote por delante, sino en la espalda. El vuelo de la falda casi siempre era largo, pero usaba transparencias para modernizarlo". Uno de los ejemplos más representativos es el vestido de muselina de seda de bayadera –nombre que recibían las bailarinas indias del ballet de Marius Petipa– de la colección de Alta Costura primavera-verano de 1967 que lució en la gala de la Cruz Roja de 1968. Adquirida también por María Félix, Olivia de Havilland y Jacqueline de Ribes, la prenda, con un sutil efecto traslúcido, evidenciaba su profundo sentido del estilo. "Con él parecía que flotaba en el viento", evoca Müller. "Era princesa del cuento de hadas".

Alrededor de 1967, con un minivestido diseñado por Marc Bohan.

RUE DES ARCHIVES

Madame Agnès, jefa de compras de Alta Costura, fue el enlace entre el atelier y la princesa, que nunca pudo asistir a los desfiles. La casa enviaba bocetos regularmente y ella hacía una primera selección que Bohan supervisaba. El modisto llevaba un riguroso control de sus clientas, todas las mañanas recibía en su mesa una lista de las ventas realizadas el día anterior para evitar la peor pesadilla de una socialité: aparecer en una velada con el mismo atuendo que otra de las invitadas. Además de los diseños personales para galas y ocasiones especiales, que confeccionaba André Levaseur –ayudante del creador y más tarde figurinista del ballet de Montecarlo–, Bohan reservaba varias prendas de la colección solo para ella. Grace tenía predilección por el crepé de China, aunque Bohan prefería vestirla de materiales más ligeros, como la muselina, y a veces la sorprendía con elementos inesperados, como los adornos de plumas de avestruz o el color fucsia.

Esta alianza contribuyó a convertir la región en uno de los destinos más codiciados. En los cincuenta, Rainiero buscaba una forma de renovar la imagen de la zona. Contaba con los casinos, la ópera y los hoteles, inaugurados años atrás por su familia, que atraían a la café society. "Pero fue ella, joven, con 26 años y una leyenda en el cine, quien trajo el glamour de Hollywood", explica Müller. "Mónaco se transformó en un lugar hot, como Capri o Saint-Tropez. La gente deseaba estar allí por ella, por su belleza, por su elegancia". Para los numerosos bailes y ceremonias que instauró, contaba para la decoración con el antiguo diseñador de las boutiques de Dior en París. "La princesa buscaba servir al brillo de la casa principesca, además de confirmar su modernidad", señala el exministro de Cultura francés Frédéric Mitterrand en el catálogo editado por Rizzoli.

Grace Kelly, Alfred Hitchcock y James Stewart en el estreno de 'La ventana indiscreta' en 1954.

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Su fidelidad hacia la marca fue heredada por sus hijas Estefanía y Carolina, para quienes Bohan, que visitaba habitualmente el palacio y era bienvenido en la residencia estival de la familia en Roc Agel, ejerció de padrino. Solía cuidar de ellas cuando lo visitaban en París. En su boda con Philippe Junot en 1978, Carolina de Mónaco vistió un diseño de tul de la firma, y volvió a apostar por la casa de la avenida Montaigne para su enlace con Stéfano Casiraghi. Las dos hermanas se mantuvieron fieles a Dior hasta la marca de Bohan en 1989, cuando fue sustituido por Gianfranco Ferré, y Chanel con Karl Lagerfeld se erigió como la favorita de los Grimaldi. La princesa Carolina, que siempre acogía a Bohan en su casa cuando visitaba el principado, continúa enviándole regalos por su cumpleaños. Hoy, es Beatrice Borroneo, esposa de Pierre Casiraghi –hijo de Carolina de Mónaco–, quien lidera la representación de la firma en la tercera generación. Para la boda de Carlota Casiraghi con Dimitri Rassam el pasado 1 de junio escogió un moderno vestido de brillos metalizados de la firma, ahora dirigida por Maria Grazia Chiuri, la primera mujer al frente de la casa.

El idilio entre Dior y Grace se truncó por la tragedia. En 1982, la princesa convenció a Bohan para que le ofreciera unas prácticas a Estefanía en el atelier. El diseñador accedió, y el 13 de septiembre, madre e hija se subieron en el coche hacia la estación, donde Estefanía iba a coger un tren a París para trabajar en la firma. Grace perdió el control del coche y el British Rover 3500 se precipitó por una colina. Nunca llegaron. "La idea de que mi vida es un cuento de hadas es en si un cuento de hadas", dijo ella en una ocasión. Sus vestidos, al menos no se desvanecieron a medianoche".