Deporte

Estos son los deportes más extremos de 2020

Los deportes extremos nos hacen sentir mucha adrenalina y nos ayudan a recordar más el tiempo que vivimos al realizarlos. Razón por la que mucha gente quiere pasar por esos momentos de estrés que también conllevan.
Salto BASE de los deportes ms extremos.
Oliver Furrer

La teoría dice que en situaciones de estrés, miedo o pánico acabamos recordando mucho más de lo percibido debido a que la adrenalina, la noradrenalina y otras moléculas que llegan por la sangre hasta el cerebro intervienen en la amígdala, implicada en la modulación de la memoria cuando se produce una activación emocional.

Segundos que saben a minutos. Emociones difíciles de olvidar. Quizás por ello son tantos los deportes de riesgo y extremos que deseamos practicar deprisa para saborear muy lento.

En vertical

El oscarizado documental 'Free Solo' nos enseñó que escalar sin cuerdas ni arneses es una disciplina al alcance de unos pocos, por más que pareciera algo sencillo para el escalador Alex Honnold.

Depender tan sólo de los pies y manos requiere de mucha preparación física y mental, así como de años de experiencia en la montaña. Por ello, si estás pensando en empezar a practicar este deporte, lo mejor es que te apuntes a una buena escuela (las hay en el Valle de Quirón, en la Sierra de Gredos o en San Bartolo), para que te enseñen tanto la teoría (seguridad, maniobras, etc.) como la práctica, con subidas sencillas para dar los primeros pasos sobre la roca.

También puedes optar por ‘engancharte’ a un rocódromo. El más alto del mundo, con 37 metros de altura, se encuentra en Holanda y lleva por nombre Excálibur, pero en España contamos con varias estructuras punteras, como el recién inaugurado Rocódromo Pazo de Feiras de Lugo, que cumple los requisitos del Comité Olímpico Internacional para la celebración de pruebas internacionales, ya que recordemos que la escalada debutará este año como deporte en los Juegos Olímpicos de Tokio.

Sí que requerirás de material específico para practicar escalada por cascadas de hielo (botas con crampones, piolets o martillos, etc.). Encontrarás estas paredes heladas en los Pirineos, los Picos de Europa, Sierra Nevada y la Sierra de Madrid y en los cursos de iniciación te enseñarán a utilizar estos instrumentos de progresión para moverte de forma autónoma, pero también técnicas como el aseguramiento, el encordamiento o la gestualidad.

En el aire

Sin duda el deporte extremo más peligroso del mundo por su alta tasa de mortalidad es el salto BASE, un acrónimo (Building, Antenna, Span y Earth) que describe los cuatro puntos desde los que lanzarse al vacío: edificio, antena, puente, tierra.

La falta de control sobre los elementos (y eso que cada salto es ultramedido) y la sensación de libertad absoluta generan tal nivel de excitación que quienes lo prueban siempre repiten, por más que sean conscientes de que tan sólo van equipados con un paracaídas y no con dos, como sucede en el paracaidismo.

La modalidad más mediática de salto base es el wingsuit, en la que el saltador planea con gran precisión postural con un traje de alas. Y, aunque hay saltadores que se atreven a lanzarse desde puntos fijos, la manera más controlada de hacerlo es, sin embargo, desde un avión, con el viento favorable y el cielo despejado. Así es como se practica en los cursos específicos, pero recuerda, para ser un hombre-pájaro es imprescindible que primero seas un paracaidista avanzado.

Dos de las escuelas más destacadas de wingsuit en España son Skydive Spain, un centro sevillano que cuenta con réplicas en el Algarve y Reino Unido, y Skydive Lillo, ubicada en Toledo. Ambas disponen de instructores experimentados con los que romper el hielo en la caída libre, ya sea con un sencillo y acompañado Tándem (el salto desde 15,000 pies en el que vas unido por un arnés a un especialista), con intensas prácticas de paracaidismo o con el curso avanzado de traje aéreo una vez estés preparado para ello.

También por el aire y atado por arneses irás cuando te lances a 150 kilómetros por hora por la tirolina más larga del mundo. Se encuentra en Ras al Khaimah, en Emiratos Árabes, y con sus 2,83 kilómetros de longitud (que se recorren en tres minutos) acaba de arrebatarle el título Guinness al temerario Monstruo de Puerto Rico, con ‘tan sólo’ 2,5 kilómetros de largo.

Bajo el agua

Hace tiempo que el submarinismo irrumpió en nuestro tiempo de ocio con propuestas para explorar los fondos marinos del Caribe, el Mediterráneo o el Mar Rojo, pero a esta experiencia inmersiva, ya de por sí espectacular, hay quienes prefieren añadirle otras ‘circunstancias’ extraordinarias que le aporten mayor emoción a la actividad: como bucear bajo el hielo o dentro de cuevas.

En el primer caso no hace falta irse a territorio polar para experimentar ‘el peso’ de bloques de hielo de más de medio metro de anchura sobre nuestra cabeza. Tanto en el Pirineo catalán como en el aragonés ya es posible zambullirse en aguas gélidas con el traje seco gracias a la iniciativa de varias escuelas de buceo nacionales.

Por otra parte, pasarse al lado oscuro del buceo (como se conocen a las inmersiones en cuevas) sería mucho más idílico en los impresionantes cenotes de agua dulce de México, no obstante, en España, tampoco estamos cortos de emociones espirituales bajo el agua, ya que en Cap de Creus podemos descender a la Cueva del Infierno y en Murcia, por el contrario, ver a ‘la virgen’ de la cueva homónima situada en Águilas.

En equilibrio

Muchas son las dunas de arena por las que podrás practicar sandboard en España: Tarifa, Elda, Maspalomas, Cabo de Gata, Carabassi, Cullera… Sin embargo, no podrás deslizarte por un volcán en activo como ocurre en Nicaragua.

Así que para disfrutar del volcano boarding deberás desplazarte hasta el nicaragüense Cerro Negro, un cráter (con más de 700 metros de altura) desde el que lanzarte ladera abajo sobre un trineo de madera a más de 90 kilómetros por hora.

Por su parte, la cinta tensa o slackline es un deporte de equilibrio (parecido al funambunlismo) en el que se camina sobre una cinta plana de nylon o poliéster atada a dos puntos de anclaje. ¿Y dónde está el riesgo aquí?, te preguntarás. Pues en los límites que quiera marcarse cada deportista, ya que hay quienes se conforman con las copas de los árboles de un parque mientras que otros prefieren pasar de una montaña a otra o entre dos globos aerostáticos en pleno vuelo.

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