Este "abrazo" de dos agujeros negros nos permite estudiar cómo podría ser el fin de nuestra propia galaxia

El destino de la Vía Láctea es fusionarse con Andrómeda, y esta colisión de agujeros negros a millones de años luz ilustra nuestro destino.

Este "abrazo" de dos agujeros negros nos permite estudiar cómo podría ser el fin de nuestra propia galaxia
Representación gráfica de un agujero negro binario. Imagen: Wikipedia

En el centro de las grandes galaxias se alzan imponentes los agujeros negros. Entender cómo funcionan ha sido uno de los enigmas más importantes en los últimos años, y motivo de imsomnio para miles de astrónomos en todo el mundo. Pese a tener uno muy cerca, en la mismísima Vía Láctea, un reciente descubrimiento a 500 millones años luz nos ha revelado información muy importante que aplicamos a nuestro atemorizante y oscuro "vecino".

Un grupo de científicos han descubierto una maravilla astronómica en la constelación de Cáncer: dos agujeros negros fusionándose. Los científicos usaron el Atacama Large Millimeter/Submillimeter Array (ALMA) y tecnología de la NASA (Telescopio Hubble) para localizar el UGC4211, que es el nombre con el que se ha bautizado a esta pareja de agujeros negros. Estos dos titanes están "muy" cerca entre ellos, tan solo a 750 años luz, por lo que se estima que acabarán colisionando en un par de cientos de millones de años. Ninguno viviremos para verlo, pero cuando esto suceda, se formará una gigantesca y nueva galaxia alrededor de un recién nacido "súper agujero negro".

Un espejo que nos permite ver el destino de la Vía Láctea

Estos dos astros son gigantescos, y se estima que tienen masas de entre 125 y 200 millones de veces mayores a la de la superficie del Sol. El estudio que ha revelado su inminente fusión ha utilizado un amplio abanico de herramientas para poder estudiarlos, y así lo explicaba Ezequiel Treister, coautor del estudio:

"Las imágenes ópticas terrestres nos mostraron toda la galaxia en fusión, el Hubble nos mostró las regiones nucleares en alta resolución y ALMA nos mostró la ubicación exacta de estos dos agujeros negros supermasivos hambrientos y en crecimiento. Todos estos datos juntos nos han dado una imagen más clara de cómo las galaxias como la nuestra resultaron ser como son y en qué se convertirán en el futuro"

En sus palabras queda latente uno de los aspectos más reveladores de este descubrimiento, y es la relación que tiene con el destino de nuestra propia galaxia. La Vía Láctea tiene fecha de caducidad, y los estudios más recientes la estiman en unos 4500 millones de años. Cuando llegue ese día, nuestra galaxia colisionará con Andrómeda, y se provocará una fusión similar a la que hemos podido observar en UGC4211, aunque en este caso a menor escala.

Este "abrazo" de galaxias que hemos descubierto a millones de años luz puede ayudarnos a entender la última fase del misterioso proceso de fusión de dos agujeros negros, y la carga gravitacional que genera un fenómeno como ese. Es algo que nos acabará afectando, y generará una nueva galaxia a partir de la Vía Láctea y Andrómeda, presidida por un nuevo y gigantesco agujero negro.

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