Una yarará picó a un niño de siete años en Santa Fe: “Fue desesperante, lloraba fuerte y le ardía muchísimo”
El chico, de nombre Giovani, le avisó a su padre que tenía una mordedura en la mano; rápidamente, fue asistido por dos enfermeras que lo llevaron a un hospital cercano
Una yarará picó a un niño de siete años llamado Giovani Osuna en la costanera de Santa Fe, más precisamente en el “Parador Laguna”. Al sentir una picadura en su mano, el pequeño le avisó a su padre, quien rápidamente acudió a atenderlo. En ese preciso instante, el adulto observó la presencia de una víbora al lado de su hijo lo que lo alertó por completo. Para suerte de ambos, dos enfermeras estaban en el lugar y procedieron a hacerle las primeras curaciones hasta derivarlo al Hospital Doctor Orlando Alassia, donde aún continúa en tratamiento.
Fue justamente su papá Iván el que habló con el programa Creo, que se emite por Aire de Santa Fe (FM 91.1), y comentó cómo sigue el caso de su hijo: “Está internado en el Hospital de Niños. Entramos en un momento de desesperación, no sabíamos qué hacer. Él lloraba fuerte porque le ardía muchísimo el dedo, le sangraba y se le empezó a hinchar, pero de una manera impresionante, a tal punto de tenerlo como un globo”.
Para entender más sobre lo ocurrido, LA NACION habló con la licenciada en biodiversidad, Carolina Moro, quien explicó: “La mordedura de la yarará deja las marcas de los colmillos con los cuales inocula el veneno y, rápidamente, se forma un edema morado y doloroso. Se deben quitar prendas ajustadas, anillos, pulseras o relojes que pudieran cortar la circulación durante la hinchazón”.
En esa misma línea, prosiguió con el paso a paso que hay que seguir en caso de atravesar una situación similar y necesitar combatir la infección: “Se recomienda tomar agua y permanecer lo más quieto posible mientras se es trasladado al centro de salud más cercano -de preferencia, un hospital-, donde se aplicará el suero antiofídico. No hay que administrar medicamentos de ningún tipo; eso solo debe hacerlo personal de salud. Tampoco se debe tomar alcohol, cortar la mordedura, tratar de chupar el veneno o aplicar torniquetes. Esto no solo no sirve, si no que complica el cuadro. Cuanto más tiempo pase sin ser atendido, más peligroso será el caso y se presentarán más síntomas”.
Para completar, Moro -que trabaja en la Subdirección de Promoción de Salud en la Municipalidad de Santa Fe- puntualizó qué medidas se deben tomar con el animal. Y al respecto, dijo: “No se recomienda capturarlo para evitar más mordeduras; en todo caso, se puede tomar una foto. En el hospital, por los síntomas, van a saber si fue un animal venenoso y cómo actuar. Los ejemplares más jóvenes suelen inyectar más veneno porque aún no tienen experiencia, en cambio los adultos regulan la cantidad e incluso pueden hacer mordidas ‘secas’ de advertencia, sin veneno”.
Finalmente, al conversar con este medio, señaló que las serpientes “empiezan a salir a comienzos de otoño y primavera, y reducen su actividad en invierno por el tema del frio; además, en días cálidos salen a tomar sol y tienen hábitos de cazar al atardecer y noche”. Y más allá de todas las explicaciones y sugerencias, cerró: “No son malas, ni nada por el estilo, sino que están en su hábitat”.
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