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John Galliano: vuelve del destierro social tras su "I love Hitler"

Sus improperios racistas en un restaurante le pasaron factura. Ahora, el diseñador vuelve a ser aplaudido por celebridades como Kim Kardashian o Anna Wintour. Su novio, Alexis Roche, fue su compañía en sus peores días de alcoholismo y depresión.

El diseñador británico John Galliano paseando por Nueva York en 2018. G
El diseñador británico John Galliano paseando por Nueva York en 2018. GGTRES
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En el arte del desaprendizaje y la aceptación de la fragilidad, John Galliano (1960) es un demiurgo renacido de sus propias cenizas. El director creativo de Maison Martin Margiela sabe lo que es tratar cara a cara con el maligno cuando en febrero de 2011 en la brasserie parisina Le Perle profirió insultos antisemitas y racistas a varios de los clientes. Entre las lindezas que soltó: "Amo a Hitler", "Jodido asiático bastardo, te voy a matar" y "La gente como usted tendría que estar muerta. Su madre, su padre, todos en la cámara de gas". Lo dijo en inglés. El vídeo lo grabó el tabloide británico The Sun, cuyo contenido lo publicó en primera página.

Como era de esperar, l'enfant terrible de la moda tuvo su correspondiente castigo. A nivel jurídico, el Tribunal Correccional de París le condenó a pagar 6.000 euros por injurias antisemitas y en lo social sufrió el ostracismo más absoluto. Inmediatamente fue despedido de la firma que lleva su nombre y la Maison Diorprescindió de sus servicios como director creativo después de estar con ellos desde 1996.

A finales del pasado enero el modisto clausuró la edición de la Alta Costura de París primavera-verano 2024 con una historia ambientada en los retratos de los bajos fondos de Brassai. Al acabar, Galliano volvió a recuperar el trono perdido, pero con una grandeza que no había conseguido hasta ese momento en su vasta trayectoria. La arquitectura de sus diseños provocó el delirio entre los asistentes. Kim Kardashian, Kylie Jenner, Kris Jenner, Bella Thorne y, por supuesto, la dictadora Anna Wintour vitorearon, patalearon, silbaron, aplaudieron y vociferaron que Galliano saliera a saludar. Acababa de hacer historia.

Sin embargo, el modisto se mimetizó con la filosofía de la marca, ya que nadie ha visto en público a Martin Margiela desde 1997. Una sugerente manera de promocionarse contraria a la sobreexposición que otorgan las redes sociales. Los rostros de Galliano y Margiela no son necesarios. El arte habla por sí solo, como le ocurre a Banksy.

Algunos allegados cuentan que "Galliano se sintió fatal cuando fue consciente de lo que había dicho, ya que no es una persona que insulte" y que tras el incidente decidió desaparecer sin dar explicaciones. No estuvo solo. En todo momento le apoyó su pareja, el estilista y consultor de moda Alexis Roche, junto a quien vive en un piso palaciego en el parisino barrio de Le Marais, una de las zonas gays más populares donde también tienen su residencia Claudia Cardinale (85) y Carmen Maura (78). Juntos daban paseos tranquilos por la zona en aras de aclarar la mente para idear cuáles serías los próximos pasos a seguir. "Fueron unos momentos críticos, desapareció de la esfera pública y veía a muy pocos amigos", asegura un experto en moda gran admirador de la obra del diseñador gibraltareño que tiene raíces españolas por parte de madre. Un mes después del infortunio de la brasserie se dice que Rocha recomendó a su novio a que viajara hasta Estados Unidos para ingresar en la clínica de desintoxicación The Meadows, ubicada en el desierto de Arizona.

Si en la década de los ochenta el Betty Ford Center fue el predilecto de celebridades de la talla de Elizabeth Taylor y Liza Minnelli, en los últimos años lo han puesto de moda los famosos adictos a las drogas, la bebida y el sexo como Kevin Spacey, Tiger Woods, Kate Moss o Selena Gómez. El acceso es inescrutable. En su interior Galliano se dejaba mima con paseos a caballo, acupuntura, tai chi, meditación y otras terapias específicas para curar sus problemas con la bebida. Tras recibir el alta regresó a su piso de París y de ahí se recluyó en plena naturaleza.

El lugar elegido fue la Auvernia, donde se instalaron en una pequeña granja de piedra donde lo único que buscaban era la desconexión de la ajetreada vida parisina y, por descontado, evitar la mirada indiscreta de curiosos y paparazzi. Uno de los motivos por los que recalaron en esta región histórica y cultural gala es porque la abuela de Roche había nacido allí.

Tal y como reportó la revista Vogue, un amigo anticuario recomendó a la pareja que visitaran Gerberoy, en el norte de Francia, porque estaba seguro de que se enamorarían. Y así fue. El flechazo fue inmediato. Aquellas callejuelas empedradas repletas de fachadas con entramados de madera se convirtió en la escenografía perfecta para la nueva vida que deseaban emprender Galliano y Rocha. Gastaron una fortuna en la adquisición de una vasta propiedad del siglo XVIII que reformaron con exquisito gusto en su totalidad. En ese paraíso de cuento a poca distancia de las tiendas de antigüedades de Rouen recuperaron las fuerzas.

Con otro espíritu para enfrentar las cosas, John Galliano empezó a plantearse la vuelva a las pasarelas. Aquel deseo se materializó cuando Martin Margiela le contrató en 2014. Ese borrón y cuenta nueva en su vida le transformó en otro ser creativo que encontró su razón de ser gracias a su amiga Kate Moss, otra proscrita tras haber consumido cocaína en el pasado. Tal y como contó Galliano en 2021 en Vogue: "Kate me animó a volver a ser John Galliano (...) no era capaz de coger un lápiz. Ha sido mi rehabilitación creativa". El modisto diseñó su vestido de novia.