ENTREVISTA

Elisa Pomar: "Existe una colección de joyas preciosas encerrada"

GERMÁN G. LAMA

Cuarta generación de joyeros, recibirá del Consell de Ibiza la medalla de oro como reconocimiento por su trabajo en la orfebrería tradicional ibicenca, así como por la labor de actualización e innovación que realiza con las joyas de su marca.

Elisa Pomar no olvidará este 2016. Además de la medalla de oro del Consell, después de nueve convocatorias compartiendo espacio, hará desfilar en solitario sus piezas por la pasarela Ad Lib.

El trabajo de esta mujer ha enamorado a los diseñadores italianos Dolce & Gabanna que han convertido las emprendades pageses de Pomar en objeto de culto. Además de ponerle dos joies como pendientes a Scarlett Johansson, sacan las piezas de la diseñadora casi temporada tras temporada en sus pasarelas. Esta mujer emprendedora, diseñadora y gemóloga, casada y madre de dos hijos, lucha junto a su hermano David y su colaboradora María por dar a conocer su trabajo, basado en el respeto al oficio de su padre y antepasados, con una visión de futuro. Como ella dice «ahora ha llegado mi momento».

Este mes el Consell de Ibiza le entregará su más alto reconocimiento.
Para mí es un gran honor, estoy muy orgullosa. Es un reconocimiento a mi familia y a mí por dedicar nuestras vidas a la joyería. Mi hermano David y yo, somos la cuarta generación que nos dedicamos a esto. Mi bisabuelo, mi abuelo, mi tío y mi padre fueron orfebres, yo me dedico al diseño y las piezas las realizamos en el taller que tenemos. Nuestra vida ha estado siempre relacionada con este oficio y con el barrio de la Marina. Creo que es la tienda más antigua y que durante más años nos hemos dedicado a lo mismo desde hace más de 140 años. Me parece un reconocimiento maravilloso, estoy muy agradecida y cuando me lo anunciaron no me lo podía creer.
¿Como hubiera vivido Pepín Pomar, su padre, este premio?
Yo soy diseñadora de joyas porque me enamoré, desde pequeña, de la pasión que ponía mi padre en su trabajo. Era meticuloso, respetuoso y detallista con las joyas. Si mi padre estuviera vivo estaría feliz por el premio que nos reconoce la labor que desde hace décadas realiza la familia y estaría orgulloso por el enfoque que he dado a mi marca.
Su trabajo es una lucha de opuestos, tradición y vanguardia.
Desde pequeña no comprendía porque esas emprendades maravillosas que hacía mi padre y que vendíamos en la tienda no eran exhibidas por las mujeres que las compraban. Las utilizaban mientras bailaban en alguna colla de ball Pagés, después se metían en una caja fuerte hasta que una hija o su nieta volvían a utilizarlas en alguna ballada. Era como si las menospreciaran. Cada una de ellas tenía una colección preciosa de joyas encerradas. Y eso tenía que cambiar. Porque no se podían llevar alguna de esas joyas para ir a trabajar, para ir a una cena o ir a una fiesta.
Y entonces usted decide sacar las piezas de museo a la calle.
Fue una evolución que sufrí con la muerte de mi padre. Su falta me dejó un gran vacío y decidí que con todo el respeto del mundo hacia la tradición, tenía que provocar una renovación en el uso y en el diseño de las piezas. Y lo enfoqué como un homenaje a mi padre, por un lado, porque él era una persona muy moderna e innovadora. Pero también lo hice como homenaje a la mujer ibicenca que cuando llevan alguna una de mis piezas portan un trozo de su mundo, de sus raíces, de su historia.
¿Y no tuvo miedo que la tomaran como una sacrílega?
Si te digo la verdad, me asustaba un poco el público más tradicional. No quería molestar a nadie. Tenía que plantearme hacer dos colecciones. Por un lado, dar el protagonismo a las empredades clásicas que hacemos, respetando la tradición, utilizando modelos de hace más de 150 años que fueron realizados por mi bisabuelo, por el abuelo y mi padre. No debemos olvidar que en las décadas de los 70 y 80, la joyería ibicenca se industrializó. Una fábrica de Córdoba realizaba un tipo de cordoncillo, de collarets, de anillo, de joia. Nuestro concepto es otro en casa de los Pomar. Hacemos orfebrería, artesanía, piezas personalizadas y únicas. Al fallecer mi padre le rendimos un homenaje con una exposición en una galería que teníamos en el Mercat Vell. Por un lado puse todo lo antiguo, lo elaborado por ellos, la historia de nuestra marca. Y por otro mis piezas, esas que en ese momento marcaban el nacimiento de la firma Elisa Pomar Joyas de Ibiza. Al final mis miedos desaparecieron porque la gente entendió el mensaje que quería comunicar. Seguirían encontrando la joya tradicional, porque es de donde vengo, pero también podrían encontrar mi trabajo que representa lo que soy.
¿Podemos hablar de crisis en su sector?
Hemos notado la crisis, pero he aprovechado para gastarme todo lo que tenía ahorrado (mira a su hermano y socio como pidiendo permiso y se ríe). No lo he derrochado, he invertido en renovar mis tiendas, en nuevos diseños, en reinventarnos. No he querido llorar, sino reír. Tenemos dos tiendas en la Marina, una tienda on line que está iniciando su andadura, un showroom en Madrid y todas las ganas del mundo por seguir investigando, diseñando y trabajando. Tenemos un respeto máximo hacia el cliente. Y para nosotros es tan importante el que compra una pieza más barata que el que compra toda una emprendada. Nos encanta fidelizarlos.
¿Cómo trabaja?
Le dedico mucho tiempo a mi trabajo, porque me gusta mucho lo que hago. Mi vida gira entorno a las joyas y he conseguido que mi trabajo me encante. Pero no solo el diseño, el trato con el público en la tienda. Llega siempre un momento en la vida que es tu hora, y tengo claro que éste es mi momento. Siempre voy con mi cuaderno y mi lápiz. Cualquier idea, esa pieza que imaginas y que si no la plasmas rápido puede desaparecer, la dibujo rápido sobre papel. Pero también es necesario desconectar y para mi Formentera tiene esa capacidad. Voy un par de días y sus playas, sus paisajes, sus puestas de sol me sirven como limpieza y renovación.
Y de repente, Dolce & Gabanna.
La primera vez que vi una de mis joyas en una producción de moda de Dolce & Gabanna fue mirando un ejemplar de la revista Vogue. Miré la página y le dije a Enrique, mi marido, 'mira si los pendientes que lleva Scarlett Johansson son míos'. Pero más allá de la anécdota y de la primera impresión, es un placer tenerlos como clientes, primero, y como amores platónicos en la actualidad. Son encantadores, cercanos, elegantes, especiales. Vienen a ver las piezas que tenemos, compran y además te aconsejan desde el respeto. Stephano Gabanna un día me dijo: «Déjate influir siempre por la tradición, tiene que ser tu fuente de inspiración. Es lo que te hará ser distinta a los demás».
Sus joyas forman parte de una imagen distinta y muchas veces desconocida de la isla, ¿cree que cuidamos la marca Ibiza?
Tenemos que tener sensibilidad hacia la isla. Si la cuidamos, si buscamos que venga gente de calidad, estaremos protegiendo la marca Ibiza. Tengo que reconocer que me encanta cuando alguien ve una pieza mía y dice: esto es de Elisa Pomar, esto es de Ibiza.

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