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      Roberto Frenkel: “El problema de este Gobierno es que Cristina no les deja hacer nada bien”

      Roberto Frenkel: "El problema de este Gobierno es que Cristina no les deja hacer nada bien"Desde el living. Roberto Frenkel sostiene que cuando hay inflación alta la gente decide sus expectativas en función de los precios futuros, lo que alimenta los aumentos. Foto: Maxi Failla.

      -El ahora ex ministro Matías Kulfas lo visitó recientemente, ¿qué le dijo?

      -Le conté que Walter Molano, economista y amigo, cuando se estaba negociando el acuerdo con el Fondo, me llamó la atención al decirme que se estaba jugando al chicken game, a ver quién se baja primero, quién afloja antes, en lo que le parecía una negociación muy dura. Pero después, cuando se firmó el acuerdo, me comentó asombrado que Argentina consiguió lo mejor que podría haber conseguido, porque no le pidieron ninguna reforma estructural. Pero, sin embargo, tuvo poco impacto sobre el riesgo país. Esa negociación debería haber sido un año antes, pero no lo hicieron porque Cristina pensó que si se firmaba en marzo del año pasado íban a perder las elecciones. Se perdió un año, se dejó acumular una tensión en los mercados financieros enorme. Y perdieron las elecciones. Entonces le dije que el problema principal que tiene este Gobierno es que Cristina no les deja hacer nada bien, como por ejemplo haber trabado tanto tiempo el tema de las tarifas.

      -¿A eso también atribuye esta aceleración inflacionaria?

      -Lo principal es que no tenemos ninguna conducción política, ni consenso ninguno. El principal problema es político, más que económico. Acá lo que tenemos básicamente es nuestra incapacidad de organizarnos y ponernos a hacer algo con algún grado de acuerdo. Porque nuestra carga de deuda no es enorme. Estamos con un programa del Fondo Monetario, que es lo menos exigente que se podría haber pensado. En el caso de la aceleración inflacionaria hubo shocks internacionales por el aumento de los precios de los alimentos a raíz de la guerra. Y eso obviamente influye pero también todo lo que dejamos de hacer.

      -Es decir que la guerra está impulsando la aceleración...

      -La impulsó en todos lados, pero nadie tiene más de 60% de inflación anual, porque nosotros veníamos con una inflación alta desde antes. Eso está convalidado por el déficit fiscal, la política monetaria y además teníamos inercia. Una inercia que viene del período kirchnerista. Porque la convertibilidad es la gran responsable de la pobreza que tenemos, del empeoramiento de la distribución del ingreso, etcétera. Pero paró la inflación, terminó con la inercia. Argentina no se diferenció de todo el resto de los países que paramos la inflación en los 90. Pero los demás la sostuvieron en niveles muy bajos como Perú, Colombia, Chile y Brasil. Pero nosotros volvimos al 30% en 2007 con la locura de intervenir el INDEC, algo que no se le ocurrió ni a la dictadura militar.

      -Volviendo a su reunión con Kulfas, ¿qué le aconsejó?

      -Que hay que cumplir el acuerdo con el Fondo. Es un acuerdo con el Fondo que implica que la inflación se va a acelerar y eso hay que aceptarlo, porque tienen que subir, en términos reales, la electricidad, el gas, el agua y el tipo de cambio oficial, que es por el cual se fijan determinados precios de los alimentos. En un trabajo de mi autoría, “Decisiones de precio en alta inflación”, que es la base teórica tal vez de lo que fue el Plan Austral, observamos que la gente decide precios por expectativa de costo futuro. Eso fue lo que fundamentó en tiempos de Alfonsín la idea de que se podía hacer un shock, o sea, que se podía parar la inflación en la medida que uno consigue que las expectativas de todos, de los asalariados, de los trabajadores, de los sindicatos, se paren en algún momento.

      -¿Por qué no se puede parar la inflación ahora?

      -No se puede estabilizar con precios relativos insostenibles. Por ejemplo con tipo de cambio o tarifas atrasadas. Además, el atraso cambiario es lo peor. Básicamente además, porque genera un déficit de cuenta corriente que se tiene que financiar y al final ya dejan de prestar. Entonces, cuando la deuda es muy alta en relación al PBI los bancos dicen no, este país no va a poder pagar y se convierte en la profecía autocumplida.

      -Es lo que le pasó a Macri...

      -Por eso a mi Macri me defraudó mucho. Porque hizo lo mismo que hicieron los kirchneristas y antes los peronistas. Es una larga historia de atraso cambiario, que termina en crisis violentísimas. Macri improvisó con los mercados financieros. Así y todo Macri llegó con un 41% de votos y con una prima de riesgo país de 700 puntos básicos.

      -¿Por qué sigue tan alto el riesgo país?

      -La prima del riesgo país, es crucial. Nosotros somos una economía abierta. Tenemos una dolarización de riqueza en la Argentina, donde hay mucho activo externo, incluso dentro de la economía. Hay que tener una tasa de interés en tu moneda que sea igual a la expectativa de cuánto se va a devaluar; si no, la gente se lleva el dinero. Si no hay tasa de interés de equilibrio, ¿qué se tiene?, cepo. El riesgo país alto, el cepo y la brecha son hijos del mismo problema.

      - ¿Cómo se llama el problema?

      -No sé si me van a pagar. No sé si me van a pagar los bonos, de eso se trata. Y no hace falta que tengas mucha deuda para que la gente no sepa si le van a pagar los bonos. Una cosa es el riesgo económico calculable, si vos tenés una deuda altísima. Pero cuando se tiene un gobierno que no sabe para donde va, no se puede calcular el riesgo. El ejemplo que yo siempre usaba, antes de Cristina, era el de Chávez. Venezuela era un país que estaba con el petróleo alto, 120 o 110 dólares el barril. ¿Qué problema tiene? Venezuela de deuda externa tenía poco, pero sin embargo la deuda externa de Venezuela tenía una prima de riesgo alta. ¿Por qué? Eso se llama riesgo político. Porque no se sabía si Chávez no se levantaba un día y decía no pago la deuda.

      -¿Hay riesgo que Cristina no quiera pagar? Ella dijo que es una pagadora serial...

      - Y, qué sé yo, porque capaz que Máximo piensa que con eso ganan las elecciones. Ese no es un riesgo, es incertidumbre, no es calculable la probabilidad. Mientras Argentina tenga esta prima de riesgo, no puede estabilizar. Se va de un desequilibrio al otro, va emparchando y así llegará a 2023.

      - ¿Cuál es la alternativa?

      -Estamos entre la sartén y el fuego. La sartén es donde nos cocinamos ahora y ¿qué dicen los economistas?, dicen que ahora hay que esperar, que no se puede hacer nada. Los economistas, la oposición, tienen como consenso de que ahora hasta el 2023, esperamos. El Fondo también espera. El acuerdo del Fondo con este gobierno no pide nada.

      -¿Y qué dice Frenkel?

      -Mientras no haya algún grado de consenso no se puede hacer un programa de estabilización, tiene que bajar la prima de riesgo país y necesitamos dos condiciones, para empezar a hablar. Esas condiciones son, precios relativos sostenibles, un tipo de cambio alto, el oficial, no el paralelo y tarifas sostenibles. Hay que pagar lo que cuesta, una tarifa social y una tarifa razonable, que sea cobrable. Esa es la sartén.

      - ¿Cuál es el fuego?

      - Defaultear. Ahí es el fuego, porque el dólar se va al diablo, los pobres van a ser más pobres, nadie va a poner un mango en inversiones y estaremos re jodidos.

      -Algunos plantean dolarizar...

      -Creo que no es posible y no es necesario. Primero, no es posible, porque no tenemos el apoyo de Estados Unidos. Y tampoco es necesario, porque vos podés tener un sistema de doble moneda, como el que tenemos de hecho ahora. Sólo que habría que permitir que se amplíe la parte que está con moneda dólar, cosa que la gente esté menos nerviosa y menos ansiosa por remarcar inmediatamente cada vez que vende.

      -¿Cuánto de la inflación se explica por el movimiento del dólar?

      -Sacando la inercia y las tarifas, la evolución de la inflación en Argentina es 60% por la suba de salarios y 40% por la del dólar.

      -¿Qué aconseja, shock o gradualismo?

      -Se hizo gradualismo a partir de inflaciones del 30, 40%, como teníamos. A 60 o 70% es más difícil encontrar casos. Porque no hay tantos casos de alta inflación en el mundo. Las hiperinflaciones por ejemplo nunca se pararon gradualmente. En inflaciones altas, como las que tuvimos, hubo tablitas en Chile, Argentina, Uruguay, pero fracasaron, justamente, porque atrasan mucho el tipo de cambio. La convertibilidad, también, uno puede decir fue shock la convertibilidad, y, sí, pero la inflación bajó gradual, no bajó de golpe. Se estableció el cambio de golpe. Y la gente creyó. Pero lo más sensato es el gradualismo. Se necesita un gran consenso de que eso está bien, legitimidad del gobierno y por lo menos dos períodos, 8 años. Esa es la experiencia, 8 o 10 años tarda en bajar la inflación.

      -¿Descarta el shock?

      -Para hacer un shock hay que intervenir en los contratos privados de golpe. Por ejemplo, alguien ajustó ayer y otro hace 6 meses el salario. Al que ajustó hace seis meses, ¿lo voy a congelar? La virtud del Plan Austral o de los planes cuando hay muy alta inflación, es que está todo sincronizado mensual. Si hay shock hay que hacerlo con un tipo de cambio real alto. Porque después se necesita un período de fijación del tipo de cambio. Entonces, como se atrasa siempre un poco, porque hay flexibles y los programas anti inflacionarios suelen ser expansivos. Entonces, suben los frescos, verdura, fruta, que es lo que nos embromó en el Plan Austral, porque empezó a subir, cuando expandió la demanda. Lo más sensato es ser gradual.

      -¿Israel cuánto tardó?

      -También, 8, 10 años. Israel cuando en 1985 estábamos con el plan Austral en la Argentina, ellos estaban renegociando todo. Pero hay dos diferencias con Israel, una es el grado de consenso. Y segundo, que Estados Unidos les otorgó 5 mil millones de dólares de la época del Plan Austral. Muchísima plata. La pusieron como refuerzo de reservas, cuando hicimos el mismo plan, al mismo tiempo los dos. Sin saber uno del otro, por eso los apoyaron también los americanos, porque eran tipos que ellos respetaban mucho. Porque estaba Michael Bruno, que era economista del Banco Mundial. Y el otro era Stanley Fischer, que inventó la política del Fondo Monetario en la época de Clinton.

      El matemático y la clave de la inercia inflacionaria

      La casa en la que vive Roberto Frenkel desde 1985 ha sido testigo de varios actos fundantes de la historia argentina. Con ventanas hacia un jardín de camelias, rosas blancas y una imponente Santa Rita, han ido a debatir o en busca de repuesta al drama de la inflación , ministros de todos los colores, entre ellos Roberto Lavagna y últimamente Matías Kulfas.

      Las fotos con colegas y discípulos y los cuadros del economista Mario Damill se mezclan con otras como las de Julia su hija economista y experta en temas de salud y Violeta, una reconocida diseñadora gráfica.

      Y están, por supuesto, sus hijos más famosos. Uno es el cantante y compositor Diego Frenkel. Ana es coreógrafa y su nieto mayor es el ascendente Louta, que convoca multitudes entre los jóvenes.

      Casado con la socióloga Silvina Ramos, una de las mayores expertas en los estudios de género en el país, Frenkel combina su actividad en Buenos Aires con algunas largas temporadas en Villa La Angostura.

      Su formación llega desde la matemática, integró el Instituto del Cálculo en la Universidad de Buenos Aires en los años’ 60. Se desempeñó como asesor en el área de Economía en el gobierno de Salvador Allende en Chile, donde se encontraba al momento del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Permaneció asilado en la Embajada argentina en Santiago hasta su regreso al país. A comienzos de la dictadura se vinculó como investigador en el CEDES, y desde 1983 fue asesor de los gobiernos de Raúl Alfonsín y de Fernando de la Rúa. Es profesor honorario de la UBA y dicta cursos de grado y posgrado en el país y en el exterior.

      En aquellos años frenéticos cuando se desempeñaba en el equipo de Juan Sourrouille a Frenkel lo consideraban el “peronista” y le encomendaron la misión de negociar con la CGT de Ubaldini, la misma que hizo trece paros. “Me costaba convencerlos”, dice.

      Uno de los trabajos de Frenkel es un modelo que es la base para los cálculos de la inflación que toman consultoras como Ecolatina y Equilibra.

      Se basó en un importante trabajo de su autoría que recorrió el mundo titulado, “Decisiones de precios en alta inflación”.

      Cuando el ya fallecido Jorge Todesca fue director del Indec durante la administración Macri, Frenkel fue convocado para ser “controller” del organismo, un requisito clave en el camino para que Argentina pueda ser miembro de la OCDE. Evaluaba la consistencia de las publicaciones del INDEC, de los cálculos que hace.

      “Una de las cosas que hice fue evaluar la serie de activos externos de los argentinos. Tenemos más de 200 mil millones de dólares guardados y están paralizados, es capital argentino paralizado. Eso hay que ponerlo en circulación. Todos los mercados argentinos están dolarizados. Tierras, departamentos, casas, toda la construcción”, afirma.

      Tiene una vasta producción académica que ha contribuido a desentrañar el fenómeno de alta inflación, los debates sobre la neutralidad del endeudamiento externo, los efectos de la liberación financiera sobre la cuenta de capital, la problemática del tipo de cambio real y también las crisis financieras que padecemos demasiado seguido.

      Itinerario

      Roberto Frenkel nació en 1943 y es uno de los macroeconomistas más influyentes de la Argentina y la región. Es maestro de economistas. Combinó estudios de matemática, estadística y economía del desarrollo en la UBA y fue uno de los padres del Plan Austral que logró bajar la inflación durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Autor de numerosos libros, durante varios años fue investigador del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) y profesor de la UBA, entre otras universidades del país y del exterior. Y es consultor de organismos internacionales.

      Al toque

      Un proyecto Vivir lo más posible

      Un líder Svante Pääbo es un biólogo sueco, especialista en genética evolutiva. A él le debemos, por ejemplo, el PCR esa prueba de diagnóstico que fue clave en la pandemia.

      Una comida El bife a la plancha con salsa de hongos

      Una bebida El whisky on the rocks

      Una sociedad La noruega

      Un libro De hombres a dioses , una apasionante historia de la humanidad de Yuval Noah Harari.

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      Sobre la firma

      Silvia Naishtat
      Silvia Naishtat

      snaishtat@clarin.com

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