A pesar de que en La Plata están los principales productores de plantas y flores del AMBA, la situación es muy desfavorable. Tormentas, pandemia y pocas ayudas estatales
Por Jazmín Stolfini
La localidad de La Plata se constituye como el principal productor de flores y plantas del AMBA según un informe del INTA (2013), pero aun así la situación de los pequeños productores de la zona es desfavorable. A la gran tormenta que azotó la región en febrero de 2019 se le sumó el cese de actividades decretado el 20 de marzo de 2020 debido a la pandemia de COVID-19, y “muchos productores no pudieron levantarse” afirma Javier Kaizoji, presidente de Mercoflor.
La Cooperativa de Productores de Flores y Plantas Mercoflor, ubicada en la ruta 36 entre 420 y 425, se fundó en el año 1998 como resultado de la unión colectiva entre los productores de la zona para conseguir un lugar propio y cercano de venta directa al público y así terminar con la cadena de intermediarios. En el presente cuenta con 130 socios activos, 98 de ellos pertenecientes al rubro de flor de corte y los otros 32, viveristas. A pesar de la gran mayoría representada por el primer sector, según el presidente del mercado, “cada vez hay menos productores de ramos”.
Javier Kaizoji es ingeniero forestal, estudió en la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP, y desde el año 2018 ocupa el puesto de presidente en el Mercoflor. Se dedica a la producción de plantas de vivero, y dice que su rubro se ha visto beneficiado por la pandemia porque “las personas, al estar tanto tiempo en su casa quieren ponerla linda, y como no gastaban en actividades sociales, esos recursos los comenzaron a destinar a las plantas”. Pero los productores de flores de corte no viven la misma realidad; hace más de diez años que la demanda en este sector viene disminuyendo significativamente, y con la llegada del COVID-19 se quedaron sin su principal fuente de ventas: los eventos. Ante esta situación, muchos optaron por virar hacia la horticultura, actividad que fue considerada esencial y por lo tanto no fue frenada. “Los que tienen la capacidad de ser flexibles y adaptarse a las demandas del mercado son los que mejor hacen frente a las etapas de crisis” dice Javier, y aclara que, por lo general, la colectividad boliviana es la más flexible. “A nosotros, los japoneses, nos cuesta más el cambio, y en estas situaciones es perjudicial”.
El ingeniero resalta que dentro de todo, los medianos y grandes productores pudieron salir a flote luego de los sesenta días que permaneció cerrado el mercado, y si bien aún no se han recuperado por completo, las ventas se estabilizaron. Pero para las pequeñas unidades productivas, que representan un 73% del total de los productores de la localidad (INTA, 2013), la situación es muy difícil; ninguna de las actividades hortiflorícolas fue incluida dentro del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (economíayviveros, 2020), y una de las pocas ayudas económicas disponibles fueron los préstamos a tasa cero de AFIP, a los que los pequeños productores no podían acceder porque no llegaban a cumplir con los requisitos. “Cuando pedís un crédito tenés que presentar una carpeta muy importante de respaldo, y si tenés todo ese respaldo es porque no necesitás un crédito” afirma Javier. “Nosotros como socios podemos ayudarlos con algunas cosas, pero a veces las necesidades son tan grandes que no pueden ser atendidas por colegas” agrega. “Cada vez hay menos productores” concluye.
Somos un medio de comunicación cooperativo que se conformó luego de los despidos ilegales en el diario Hoy y en la radio Red 92 de La Plata, sucedidos a principios de 2018.
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