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Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia: la mujer y el pensamiento científico

¿Por qué es importante que haya mujeres como referentes en el mundo científico? ¿Cómo afecta la desigualdad de género al desarrollo en el conocimiento científico de las mujeres y las niñas?

Como cada 11 de febrero, se celebra en todo el mundo el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, promovido por Naciones Unidas.

Reconocer el papel de las mujeres y las niñas en la ciencia, no solo como beneficiarias, sino también como agentes de cambio, ayudará a acelerar el progreso hacia la consecución del ODS 6 (Agua limpia y saneamiento). Este año, la 7ª Asamblea del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia se centra en el tema: «Equidad, Diversidad e Inclusión: El agua nos une».

¿SABÍAS QUÉ…?

Las mujeres suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos y, aunque representan el 33,3% de todos los investigadores, sólo el 12% de los miembros de las academias científicas nacionales son mujeres.

Fuente: Naciones Unidas

Con motivo este día, Mª Jesús Rosado Millán, Presidenta de la Fundación iS+D, reflexiona acerca del lugar de la mujer en la ciencia y de su participación dentro del pensamiento científico, recogiendo un listado de las primeras mujeres que tuvieron un papel destacado en el impulso y desarrollo del conocimiento científico.

La mujer y el pensamiento científico

La idea de progreso procede de la época de la Ilustración, periodo en el cual la Naturaleza sería la gran rehabilitada al convertirse en el principio normativo de todas las cosas y en el modelo a imitar. Surgen entonces las teorías iusnaturalistas que parten de la desigualdad entre los seres humanos y que dan forma a las teorías del contrato social.

Los ilustrados rompen con la visión pesimista de la especie presente en el pensamiento hebreo y cristiano. Para la mayor parte de los filósofos ilustrados, esta fe ciega en el progreso tiene un sentido ético, considerándolo el camino para hacer a la humanidad mejor y más dichosa. Algunos ilustrados, como Condorcet, entienden el progreso como adelanto técnico, pensamiento que impregnaría el positivismo característico del siglo XIX.

Pero la inquietud por el conocimiento no era solo cosa de hombres, ya estas ideas eran compartidas por las mujeres, que comenzaron a participar activamente en el desarrollo intelectual del momento.

En el siglo XVIII proliferan las tertulias en los salones literarios en los que se habla de política, ciencia y literatura, siendo regentados y frecuentados por mujeres, lugares donde se fraguaría el origen del movimiento feminista. Entre estas mujeres destacan:

  • Marie de Gournay (1565-1645), ensayista francesa que denunció a los científicos que veían a las mujeres como si fuesen de una especie diferente, un error de la naturaleza, adecuadas solo para complacer al hombre.
  • Catherine de Vivonne, marquesa de Rambouillet (1588-1665), creadora, en el siglo xvii, del primer salón literario parisino en su palacio hotel de Rambouille.
  • Anne Thérèse de Lambert (1647-1733), aristócrata ilustrada en cuyo salón parisino se reunían algunos de los intelectuales y políticos más reconocidos en la época, entre los que se encontraban Marivaux y Montesquieu.
  • Marie-Thérèse Rodet Geoffrin (1699-1777), cuyo salón era frecuentado por filósofos, enciclopedistas, políticos, militares, nobles, filósofos y aristócratas.
  • Suzanne Necker (1739-1794), por cuyo salón pasaron literatos y científicos como Buffon, Marmontel, Grimm, Diderot, d’Alembert y Morellet.

No obstante, las mujeres, aunque sus nombres no hayan sido citados como los de sus colegas masculinos, no solo se dedicarían a las tertulias literarias, sino que dejarían su impronta en el mundo de la ciencia:

  • Margaret Cavendish (1623-1674), científica y escritora fue la primera mujer que entró en la Royal Society de Londres. Participó en las discusiones sobre la materia y el movimiento, la existencia del vacío, la percepción y el conocimiento.
  • Maria Margarethe Winkelmann-Kirch (1670-1720), perteneciente al grupo de astrónomas que proliferó en Alemania. Participó en la creación de la Academia de Ciencias de Berlín que posteriormente le negaría una plaza.
  • Émilie du Châtelet (1706-1749), matemática y física francesa, traductora de la obra de Newton.
  • María Gaetana Agnesi (1718-1799), matemática italiana autora del primer libro de texto que trata conjuntamente el cálculo diferencial e integral.
  • Marie Anne Pierrette Paulze (1758-1836), química francesa que trabajó conjuntamente con su esposo Lavoisier; ambos rehicieron el campo de la química.
  • Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762), trajo del Imperio Otomano la práctica de la inoculación como profilaxis contra la viruela.
  • Caroline Lucretia Herschel (1750-1848), astrónoma alemana descubridora de 8 cometas, entre los que se encuentra el cometa periódico 35P/Herschel-Rigollet. Fue una de las primeras mujeres científicas que cobró por su trabajo.
  • Mary Fairfax Greig Somerville (1780-1872), matemática y astrónoma escocesa. Escribió numerosos ensayos sobre astronomía contribuyen a la difusión de la astronomía.
  • Laura Bassi (1711-1778), primera profesora de filosofía de la universidad y miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia. Tuvo 12 hijos/as, lo que no le impidió el desarrollo de su carrera profesional, a pesar de que hasta 1776 el Senado de Bolonia no le concediera la cátedra de física experimental en el Instituto de Ciencias.

Razón versus emoción

Desde la perspectiva de género, se suelen considerar la razón y la emoción como conceptos antagónicos desde el punto de vista de la acción. Mientras que en las emociones la acción se antepone a la meditación, la racionalidad conlleva un pensamiento meditado antes de la acción. Las razones que llevan a actuar antes que pensar son varias. Una de ellas son las creencias. Así, la manera en la que se tiene estructurado el significado de las cosas influye en la toma de decisiones.

Si se aplica el género a la mayor valoración que se le concede a la razón frente a la emoción a partir de la filosofía griega, la asociación del hombre con esta cualidad le convierte en un ser dotado de más importancia, en definitiva en un ser «superior» frente a la emotiva mujer, que ocuparía un escalón inferior.

Razón versus emoción

Fuente: Libro «Hacia un Feminismo del Punto Medio: Nueva Teoría para la Igualdad de Género»

Uno de los motivos en los que se basa esta argumentación es la creencia en la mayor capacidad de varón de controlar sus emociones. No se niega que los hombres sientan y se emocionen, lo que se afirma es que son capaces de controlar sus sentimientos, utilizando para ello la razón, mientras que las mujeres no lo hacen en la misma medida porque son más primarias y están más vinculadas a la naturaleza.

Para avalar estas afirmaciones se ha recurrido frecuentemente a la ciencia, que intenta explicar la diferencia entre los sexos basándose en la comparación cerebral de hombres y mujeres. Es precisamente en el terreno científico en el que se ahondó en la pretendida diferencia entre los sexos a nivel emocional-racional y se elevó a categoría de verdad universal.

La revolución científica había puesto el énfasis en la observación del mundo exterior por considerar que era objetivable, ya que se trataba de fenómenos cuya estructuración y funcionamiento respondían a una lógica determinada, a diferencia de los procesos de pensamiento guiados por la subjetividad del sujeto cuya estructuración venía dada con el nacimiento. En aquellos momentos, no se sabía que la subjetividad dependía más de la educación que de las características de cada individuo.

Es precisamente esa subjetividad masculina la que, aplicada al conocimiento, difundió la idea de que los hombres eran los que encajaban dentro de ese modelo científico, cuando en realidad era más bien al revés: la ciencia se encuadraba en el modelo que los hombres habían diseñado para sí mismos.

La asignación de las capacidades pensantes a los varones y la consideración de la naturaleza primaria de las mujeres hizo que la ciencia, como actividad intelectual por excelencia, se considerase un atributo propio del hombre y no de la mujer.

Fueron estos imaginarios basados en las creencias existentes en torno a los sexos los que hicieron que se asociase al varón con la racionalidad y a la mujer con la emotividad. Esta dicotomía impregnó todos los ámbitos de la vida, incluyendo el conocimiento científico.

En definitiva, son los estereotipos de género los que marcan el rol de mujeres y hombres en todos los aspectos de la vida, incluida la profesional. Ello hace que escaseen las mujeres en las profesiones masculinizadas, como son las ingenierías, lo que conduce a que no haya referentes femeninos en estas carreras. Dichos referentes se concentran en las profesiones feminizadas, entre las que se encuentras las relacionadas principalmente con Humanidades o Ciencias Sociales.

Mª Jesús Rosado Millán

Presidenta de la Fundación iS+D para la Investigación Social Avanzada

Ebook Gratis 

Descarga gratis el libro “Hacia un Feminismo del Punto Medio: Nueva Teoría para la Igualdad de Género”

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