La Nebulosa del Anillo como nunca la vimos, cortesía del James Webb

Con la nueva imagen del telescopio espacial James Webb se indaga en el enigma de esta nebulosa: es demasiado compleja como para haber surgido de una estrella convencional.
La Nebulosa del Anillo desde la perspectiva del James Webb
La Nebulosa del Anillo desde la perspectiva del James Webb/NASA

El Telescopio Espacial James Webb (JWST, por sus siglas en inglés) compartió su última gran fotografía. Se trata de una imagen a máxima resolución del objeto cósmico ‘Messier 57’, mejor conocido como la Nebulosa del Anillo.

Se trata de los restos de una estrella en agonía que expulsó su material al espacio para convertirse en una enana blanca. De ahí su peculiar y reconocible forma circular o de ojo. Se sitúa en la constelación de Lyra, a 2,600 años luz de la Terra. Fue descubierta en 1779 por los astrónomos Charles Messier y Antoine Darquier. Desde entonces, los telescopios más poderosos del mundo de cada época la han observado. El Hubble le tomó una icónica fotografía en 2013 y, una década después, el JWST regresó para probar el alcance de sus instrumentos de medición.

El nuevo acercamiento a ‘Messier 57’ fue un esfuerzo de científicos de la Universidad de Manchester, Reino Unido. Los datos que captó el JWST revelan con mayor definición la capa de materia en expansión de la nebulosa y le dan claridad a la región interna, en el área donde habita la enana blanca.

Como sucede con la mayoría de las imágenes de nebulosas, la foto está coloreada para que se distingan los elementos que la componen y se entienda la distribución de la materia con respecto a la estrella de origen. En el centro hay mayoritariamente helio. El siguiente halo en la estructura es hidrógeno y oxígeno. En la parte exterior de la Nebulosa del Anillo aparece el brillo del nitrógeno y el azufre.

El equipo de la Universidad de Manchester aclara que la foto tiene un propósito más allá del estético. La gran interrogante sobre la nebulosa es que es demasiado compleja como para provenir de una estrella promedio. A nivel general, tampoco está claro cómo son los procesos físicos y químicos que permiten esa distribución de anillos, nubes y burbujas de expansión tan características.

A la izquierda se encuentra la Nebulosa del Anillo captada por el Hubble. A la derecha, la toma del James Webb. (Foto: NASA)

En el halo exterior de ‘Messier 57’ existen estructuras lineales de hidrógeno que apuntan hacia el centro del cuerpo cósmico. Las fotos del JWST las muestra con mayor nitidez que el Hubble. El equipo de Astrónomos las analizará para indagar sobre las condiciones que dan origen a las estructuras de las nebulosas.

“Estamos presenciando los capítulos finales de la vida de una estrella, una vista previa del futuro lejano del Sol, por así decirlo, y las observaciones de JWST han abierto una nueva ventana para comprender estos asombrosos eventos cósmicos. Podemos usar la Nebulosa del Anillo como nuestro laboratorio para estudiar cómo se forman y evolucionan las nebulosas planetarias", cuenta Mike Barlow, líder de la investigación de Reino Unido.

Una enana blanca es la última fase del ciclo de vida de una estrella. El astro consumirá todo su material y se enfriará hasta que se vuelva una enana negra, una especie de diamante gigante inerte en el espacio. Las enanas negras son todavía teóricas pues el universo es todavía muy joven como para albergarlas.