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LA DANZA DE LOS SIGNOS

Nociones de semiótica general

Victorino Zecchetto

Capítulo 1: ¿QUÉ ES LA SEMIÓTICA? (resumen).

La semiótica es una ciencia que depende de la “realidad de la


comunicación”. Primero vivimos y practicamos la comunicación, y en un
segundo momento reflexionamos sobre su sentido, su estructura y
funcionamiento. Eso es la semiótica.

En ciertos estudiantes, el lenguaje de la semiótica y su lógica hacen surgir


el temor de hallarse ante un fantasma inasible. Pero no debiera ser así, sólo
se trata de comprender sus pretensiones y su enfoque. Esto es lo que
queremos explicar en este breve capítulo. Y comenzamos precisando la
terminología.

Discusión sobre los términos

El estudio de los signos tiene un largo historial, prácticamente desde el


origen mismo de la filosofía, pero este tema relacionado con la historia lo
abordaremos en un capítulo posterior. En cambio, el asunto de la
terminología usada para designar el estudio y la teoría de los signos, ha
tenido sus vaivenes y discusiones sólo en época relativamente reciente.

La teoría de los signos fue bautizada con el nombre de “semiología” por


Saussure, y después de él, por varios estudiosos del lenguaje. Pero pronto
el término entró en colisión con la palabra “semiótica”, utilizada con
anterioridad. Ya en el siglo XVII John Locke habló de una doctrina de los
signos con el nombre de semiotiké, y Johann Lambert (1764) escribió un
tratado que incluía una parte llamada Semiótica. Sin embargo, ambos
pensadores no se apartaron del enfoque gramatical y lingüístico propio de
su tiempo. El estatuto científico de una disciplina de los signos, y también el
proceso diacrónico de la etimología, sólo se planteó en el siglo XX, cuando
se publicaron los estudios sistemáticos de Saussure y de Peirce.

Ferdinand de Saussure, desde la vertiente lingüística, reivindicó el derecho


a una ciencia “que estudie la vida de los signos en el seno de la vida
social... la denominaríamos semiología (del griego semeion, ‘signo’). Ella
nos enseñaría en qué consisten los signos, qué leyes los regulan”. 1 Según
Saussure la semiología no era aún reconocida como ciencia autónoma,
porque se creía que la lengua es más apta para comprender los problemas
semiológicos. Sin embargo, la lengua es un sistema más entre otros
sistemas de signos. Por consiguiente -sostiene Saussure- la lingüística es
sólo una parte de la ciencia general de los signos, o sea, de la semiología.

De manera paralela a Saussure, el filósofo norteamericano Charles Peirce


(1839-1914), agudo investigador de los signos, había introducido el término
semiotics para indicar el estudio de los signos. 2 Este autor, a pesar de la
riqueza de su pensamiento, fue siempre poco leído por lo difícil que resulta
entender su lenguaje. Peirce concibió la semiótica como un campo científico
articulado en torno a reflexiones de carácter lógico-filosófico que tuviera
como objeto específico de su investigación la “semiosis”, es decir, el
proceso de significación donde participan “un signo, su objeto y su
interpretante”.

Históricamente, se instalaron dos tradiciones etimológicas, cuyas dos


palabras representaban una mirada de doble foco: la de F. Saussure que
usó el término semiología, y la del filósofo Ch. Peirce que optó por la
palabra semiótica. La corriente saussuriana ha tenido su base sobre todo en
Europa, se difundió hasta Rusia y, en parte, también en América Latina.
Hablan de semiología Roland Barthes (1964), Louis Hjelmslev (1957), Luis
Prieto (1966), Pierre Guiraud (1971), aunque cada uno la entiende desde
posturas teóricas diferentes. Barthes, por ejemplo, invirtió la posición de F.
De Saussure y, según él, la semiología forma parte de la lingüística, porque
“parece cada vez más difícil concebir un sistema de imágenes u objetos
cuyos ‘significados’ pudieran existir fuera del lenguaje”. Por consiguiente,
concluye: “la lingüística no es una parte, aunque privilegiada de la ciencia
general de los signos; es la semiología la que es parte de la lingüística.”
También el lingüista Hjelmslev sostuvo que la semiótica debería ser
considerada más bien como el estudio teórico de las relaciones que se dan
en los procesos universales de significación y calcada sobre el modelo
lingüístico. Eso mismo afirmará más tarde Greimas, pero añade que la
semiología de los signos lingüísticos entró en crisis, y es preciso ensanchar
las fronteras para llegar a la “semiótica de los procesos semánticos”.

El término semiótica se impuso más en los países anglosajones, aunque


pronto desbordó ese ámbito. Más recientemente se han inclinado por esa
palabra Julia Kristeva (1971), Umberto Eco (1975), A.J. Greimas y J.
Courtés (1979), Paolo Fabbris (1980). En América Latina hallamos a
Steimberg O. (Argentina), Marques de Melo J. (Brasil), Javier Esteinou
(México), D. Blanco y O. Quezada (Perú), entre numerosos otros.

Es legítimo preguntarse: ¿a la diferencia terminológica corresponden


también contenidos diferentes? Ciertamente hubo concepciones distintas en
el origen histórico de ambas palabras. Saussure consideró la semiología
relacionada con la psicología social y asociada a los procesos que de ella se
derivan, pero siempre dentro de los límites de la lingüística. Es
comprensible, pues, que los seguidores de Saussure asumieran los
principios de la semiología con una visión lingüística, para trasladarla
analógicamente a otros campos de la cultura.

En cambio la perspectiva de Peirce desde la lógica filosófica, fue más


general. Para él todo está integrado en el campo de las relaciones
comunicativas, donde la realidad entera se articula como un sistema total
de semiosis, amplio e ilimitado, previo a cualquier descripción posterior.
Esto explica que la tradición semiótica afirmara la importancia de abarcar el
conjunto de los fenómenos de la semiosis como parte integrante de una
teoría del conocimiento.
A pesar de ser contemporáneos, Saussure y Peirce no se conocieron en
vida, y sólo posteriormente -después de la muerte de ambos- los teóricos
de la comunicación plantearon el problema de los términos.

Sin embargo, hasta el presente, se hallan todavía estudiosos que gustan


distinguir entre semiología y semiótica, para indicar diferentes espacios de
estudio de los sistemas de signos, reservando para la semiología la
descripción teórica y general del funcionamiento de todos los sistemas
simbólicos, sin especificaciones ni particularidades; mientras que a la
semiótica le estaría reservada la indagación más específicas de los sistemas
particulares (semiótica del cine, de la publicidad, de la moda... etc.)

Motivo y finalidad de la mirada semiótica

Las fronteras y los objetivos de la semiótica, como hoy son propuestos por
la comunidad científica, no son ajenos a la historia de esta disciplina, y
están dictados por la reflexión científica como proceso diacrónico.

Una primera descripción

¿Qué es la semiótica? ¿De qué se ocupa?, ¿De qué trata? ¿Cuál es su


espacio de estudio? De entrada conviene mantener la descripción más
simple sobre el objeto primario de la semiótica, que la define como la teoría
de los signos, y cuyo propósito es estudiar los conceptos básicos y
generales que atañen a la problemática sígnica. Según esto, a la semiótica
le corresponde verificar la estructura de los signos y la validez que pueden
tener en las percepciones culturales, procurando, además, enfrentarse con
explicaciones teóricas que den razones coherentes de esos fenómenos que
involucran la comunicación humana. A partir de esta acepción del concepto,
se puede, ulteriormente, ir perfeccionando los contornos, pero manteniendo
ese núcleo fundamental.

Entendemos que la semiótica está relacionada con el problema del


conocimiento, y con el modo mediante el cual podemos llegar a él a través
del vehículo ineludible de los signos. La semiótica se presenta, entonces,
como un punto de vista sobre la realidad, una mirada acerca del modo en
que las cosas se convierten en signos y son portadoras de significado. Su
radio de acción, sin embargo, no abarca sólo la descripción de los signos y
sus significados, sino que incluye y presta atención a la semiosis, es decir, a
la dinámica concreta de los signos en un contexto social y cultural dado. La
semiosis es un fenómeno operativo contextualizado, en el cual los diversos
sistemas de significaciones transmiten sentidos, desde el lenguaje verbal al
no verbal, pasando por los lenguajes audiovisuales, hasta las más modernas
comunicaciones virtuales. Las áreas que investiga la semiótica tienen que
ver, pues, con las nociones fundamentales y generales que rigen el conjunto
más relevante de signos y de semiosis. Ello no interfiere con los objetivos
de otras disciplinas que se ocupan de esos temas, ya que se trata de
perspectivas diversas.

El punto de vista semiótico


El conjunto de mundos reales o ideales es susceptible de ser analizado
desde múltiples puntos de vista. También la semióti ca tiene el suyo. Ella presta
atención a la multitud de objetos, de seres y de hechos que llenan nuestra
realidad, especialmente aquellos que son fruto de la cultura humana. Pero,
lo propio de la semiótica es considerar los fenómenos y los hechos de
cultura “sub specie communicationis”, esto es, desde el ángulo o el punto
de vista de la comunicación. Es ajeno a su interés incursionar o analizar la
cultura con ciencias que barajan intereses, métodos y explicaciones
etnográficas, físicas, biológicas, etc. y que no tienen una conexión lógica
interna con la semiótica, que analiza específicamente la red de signos y de
hechos de semiosis que se tejen en las culturas, con sus dimensiones de
significados comunicados. Fijémonos en la siguiente nota de prensa con una
información acerca del genoma humano:

“En el año 2001 había más de dos mil colaboradores internacionales


trabajando en la construcción del gran libro del genoma humano, es decir,
del enorme mapa de todas las combinaciones posibles de nuestro alfabeto
genético, cuyas letras básicas son cuatro: ATGC. Se estima que, una vez
concluido el libro del genoma, una persona demoraría 32 años en leerlo,
siempre que lo hiciera a la velocidad de lectura de 200 páginas diarias. El
cálculo científico arroja la cifra de 3,5 billones de caracteres que componen
el código genético contenido en el núcleo de cada célula humana. En la
actualidad sólo del 5 al 10 % de esos caracteres forman las frases
susceptibles de ser entendidas”.

Estos datos ante todo tienen un interés científico para la medicina. Pero
también es un texto susceptible de ser analizado “semióticamente”, es
decir, como un “discurso científico y social” que circula en la sociedad,
portador de significados para especialistas y para los ciudadanos en general.
Los biólogos lo leerán e interpretarán desde su ciencia, y para los
ciudadanos comunes será un dato de divulgación científica con un
componente ideológico de importancia, que afecta al imaginario colectivo
por su referencia a la estructura profunda del ser humano. A la semiótica le
interesa esto último, es decir, averiguar el valor y el significado que tiene
esa información en la semiosis social.

Los rasgos peculiares que caen bajo la mirada específica de la semiótica


tienen que ver con el estudio de los fenómenos de semiosis en cuanto
generadores de significados, o en otras palabras, el análisis de los hechos
de comunicación en relación con la comunicabilidad de sus significantes. Un
cartel publicitario será analizado por la semiótica no como un fenómeno
económico o de marketing, sino a partir de su estructura de lenguaje y de
su iconismo, poseedor de formas estéticas (imagen, colores, texto) que
fungen de significantes productores de significaciones en la sociedad y en la
cultura urbana de hoy. Si queremos teorizar un poco este punto, hemos de
afirmar que la semiótica tiene la tarea de buscar leyes y otras generalidades
relativas a su objeto de estudio, o sea, debe ser una ciencia de las
representaciones sígnicas y de los fenómenos de semiosis.

Vista desde esta óptica, aparece otra característica de la semiótica, y es que


ella basa su conocimiento en la construcción de modelos para que sirvan de
marcos referenciales en la tarea de análisis y estudio de los fenómenos de
comunicación. Mediante ese instrumento teórico, se confronta y se evalúa la
validez de la investigación. En rigor, pues, no existe un método semiótico
único, sino múltiples modos de realizar los estudios de los hechos que
interesan. En cierto modo un modelo semiótico es como una categoría a
priori, de carácter más bien hipotético y con posibilidad de circunscribirlo a
un determinado objeto de estudio. De hecho constatamos que así ha
sucedido, se crearon modelos y se aplicaron al análisis de ciertos procesos o
fenómenos comunicativos particulares. Surgió la oposición binaria, el
cuadrado semiótico, las constantes estructurales de Lévi-Strauss, los
códigos de normas y desviaciones icónicas, etcétera. Cada modelo debe
verificarse, perfeccionarse, modificarse o abandonarse.

Resumiendo, el espacio semiótico, incluye todos los aspectos que tocan las
formas y las relaciones sígnicas de las cosas, por tanto, es como si todo
fuera materia significante de semiosis, o sea, signos y lenguajes que
alimentan fenómenos de significación. Se pasó, pues, de la semiótica
entendida como “ciencia de los signos”, a la semiótica comprendida como
“ciencia de las significaciones”. Pero ambos aspectos van unidos, no pueden
separarse. De este modo, la semiótica permanece como la ciencia de los
signos que circulan y producen sentido en el ámbito de las culturas y
sociedades humanas, tomando en cuenta sus lenguajes, lo que ellos
revelan, lo que dicen y como dicen las cosas que la gente hace.

Lector implícito

Las teorías del lector implícito que incluyen autores como J.Lotman, Iser,
Booth, Chatman, afirman la hipótesis de que el verdadero lector de un texto
no es el individuo concreto, sino una instancia simbólica que se activa al
interior del texto. Debe aclararse que el término texto no debe ser referido
solamente a los escritos literarios, sino que se extienden a cualquier
producción audiovisual y mediática.

El nuevo problema que estas semióticas debían enfrentar era el


funcionamiento del texto. Pero al mismo tiempo tenían pendientes aún los
interrogantes conceptuales no resueltos por las semióticas de la primera
generación, más concretamente: la noción de estructura, ya que ella se
revelaba insuficiente y demasiado estática para dar razón de la dinámica del
texto. Éste, en efecto, no refleja exactamente las ideas que el autor ha
querido expresar, eso es empobrecer el texto, el lector tiene también un rol
activo; no es un simple decodificador, su tarea es más creativa e
inteligente.

Al plantearse estas nuevas cuestiones, las teorías semióticas de segunda


generación reelaboraron su base conceptual, asumiendo otros referentes.
Aparece la figura del lector como un interlocutor, y el mensaje es
considerado un texto, es decir, un campo metodológico que se lee en forma
transversal, no cerrado sino abierto a nuevas significaciones que desbordan
la intencionalidad del autor y que abarca otros espacios y experiencias
lúdicas.
A nivel metodológico surge la noción de contrato, para aludir al pacto
enunciativo que interviene como lazo de unión simbólica entre el autor y el
lector del texto.

Con estas nuevas prescripciones las teorías de esta segunda tradición


semiótica, aparecen con dos rasgos distintivos: en primer lugar se indaga el
proceso generativo del texto y se considera el relato como el lugar de
intercambio y de contrato; esto es notorio en la corriente francesa con
exponentes como A.J. Greimas, Brémond, Genette, E. Verón (durante su
investigación en Francia).

Para la semiótica el lector es considerado como un interlocutor que el texto


halla delante de sí; el texto a su vez, construye a su lector o espectador
dándole un espacio activo y guiándolo por cierto recorrido.

Como podemos constatar, en lo metodológico emergió la figura teórica del


contexto y sus circunstancias enunciativas. Con esto se salía de las
ambigüedades de los enunciados abstractos, y se tomaba en cuenta la
interacción pragmática de la comunicación.

A su vez, toda la corriente de la semiótica social o sociosemiótica concedió


un nuevo espacio al estudio de los contextos, mostrando que en la
producción social de sentido, no sólo actúan como agentes los emisores de
los mensajes, ni tampoco sólo las audiencias, sino que ambos tejen una
red, de modo que los medios y el público preceptor se interrelacionan
activamente en la construcción de signos y discursos de donde emergen los
sentidos de la vida cotidiana al circular en las estructuras de la sociedad. 17

La división de la semiótica en tres ramas

a) La semántica

En primer lugar pueden estudiarse las relaciones de los signos con los
objetos a los que son aplicables, es decir, a lo que los signos quieren
significar al referirse o al denominar cualquier tipos de seres o de entidades.
Esta relación se denomina Dimensión Semántica de la semiosis, y su es tudio
se llama sencillamente “Semántica”.

La semántica, por este motivo, es considerada una rama empírica de la


semiótica, ya el estudio del sentido y de los significados del lenguaje
humano, hace referencia a las relaciones concretas de los signos con las
cosas.

El conocimiento de los significados de los signos supone, pues, prestar


atención a las “res designata”, es decir, a los objetos, a los hechos y a los
fenómenos que los signos señalan. Así por ejemplo, los hablantes de una
lengua, al usar los signos lingüísticos o los enunciados, proceden a indicar
cosas, situaciones, eventos, sentimientos, conceptos, etcétera. Todo ello
presupone la presencia de criterios de índole semántica para el uso de los
signos y sus significados. Hay, por tanto, una doble perspectiva en la
práctica semántica: una “intencional” por cuanto todo signo o enunciado
designan alguna índole propia o nota de los objetos; otra perspectiva es
“extensional” pues señala o alude al tipo o conjunto de cosas u objetos a los
cuales se aplican las propiedades indicadas en los signos o enunciados.

Evitamos aquí aplicar el término “semántica” a otros sistemas formales,


como la teoría de los modelos de Tarski o la de Goguen, que están teniendo
aplicaciones en los actuales estudios sobre los lenguajes de programación
informática.18

La semántica se diferencia de la fonología que estudia los sonidos de la


lengua, e igualmente de la sintaxis gramatical que analiza los sistemas de
clasificación y combinación de las unidades lexicales. En cambio, las
fronteras que separan la semántica de la semiótica son más difusas e
imprecisas. La Escuela de París consideró la semiótica como una extensión o
una especialización de la semántica. Nosotros pensamos que la semántica
es más bien una disciplina descriptiva y técnica de los significados de un
determinado lenguaje, por tanto su instrumental es aplicable no sólo a los
textos verbales, sino también a los audiovisuales. En cambio la semiótica
asume una perspectiva más global y teórica del conjunto de los lenguajes, y
desde este ángulo, la semántica entonces debe considerarse subordinada a
la semiótica.

b) La Pragmática

También puede estudiarse la relación de los signos con los intérpretes con
las personas que utilizan los signos de modo concreto. En este caso,
aparece la Dimensión Pragmática de la semiosis, y su estudio recibirá el
nombre de “Pragmática”.

Dentro de las ciencias del lenguaje la Pragmática es la disciplina que analiza


las formas y las estrategias concretas que asumen las expresiones
comunicativas, con el fin de descubrir las leyes que las rigen y es tablecer sus
características generales. Le interesa el estudio de los diálogos
conversacionales, los casos que reporta la etnolingüística, los enunciados de
los medios masivos en sus diversos contextos, situaciones, circunstancias.

La pragmática comparte con otras disciplinas algunos aspectos de su


universo mental (por ejemplo con la psicología, sociología, antropología...),
ya que trata de descubrir los ejes modélicos del lenguaje y -en general- del
comportamiento humano comunicacional en sus realizaciones prácticas.

c) La Sintáctica

Finalmente se ha de considerar la relación formal de los signos entre sí.


Esta relación se incorpora en la definición de los signos puesto que el uso
habitual de ellos, incluye necesariamente la presencia de “un sistema
sígnico” que funciona con correlaciones internas y sugiere mecanismos
menemónicos y señaladores sintácticos. La sintaxis se interesa por los
sistemas formales (llamados “gramáticas”) diseñados para analizar los
lenguajes.

Es muy difícil imaginar la existencia de un lenguaje en base a signos


aislados, al menos en potencia todo signo tiene relaciones con otros signos;
puesto que tanto los emisores de mensajes como los destinatarios, sólo
logran interpretar un signo, cuando lo ven puesto en combinación
estructural con otros. La presencia de estas relaciones y combinaciones
sígnicas, establece una dimensión de la semiosis tan importante como las
dos anteriores (semántica y pragmática). Esta es la Dimensión Sintáctica de
la semiosis, y su estudio recibe el nombre de “Sintaxis”.

La semiótica se relaciona con estas diversas extensiones de la semiosis, y


trata de dar razón de los fenómenos comunicativos que de ellas se derivan.

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