Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
setenta.
En la fase an terior, de acumulacin heterodoxa, los movimientos de capitales eran
limitados y estaban normalmente sujetos a restricciones.
En condiciones de total apertura a los movimientos de capita les, la tasa nominal interna de
inters para operaciones en pesos tendi a igualarse a la tasa internacional, ms la tasa de
devalua cin esperada, que en este caso coincida inicialmente con la pautada en la tablita,
ms una prima por riesgo.
Pero as deter minada la tasa nominal media, la persistencia de la inflacin hizo que la tasa
de inters real, descontada la inflacin, resultase inicialmente negativa.
Las tasas negativas incentivaron la de manda de crdito interno y externo, lo que aliment a
su vez la demanda agregada y favoreci la expansin de la economa.
Dada la escasa confianza reinante en la continuidad de la poltica cambiaria, esta creacin
monetaria realimentaba la corrida contra el peso.
Para reafirmar su compromiso con la poltica de estabiliza cin, hacia mediados de 1980 el
gobierno redobl la apuesta, eliminando las ltimas restricciones, menores, que todava
afectaban a los movimientos de capitales, procurando conven cer al pblico de que se
seguira hasta el final con las reglas establecidas.
Sin embargo, la sobrevaluacin de la moneda y las expectativas crecientemente negativas,
alimentadas tam bin, por entonces, por la incertidumbre generada por un prximo cambio
en la cpula del poder que se producira a tra vs de un proceso muy poco transparente y
teido por luchas intestinas en el rgimen militar, hicieron finalmente que la co rrida contra
el pcso resultase imparable.
Esto se hizo mediante diversos mecanismos que llevaron a la estati zacin de buena parte
de la deuda privada externa, y a la socia lizacin de la deuda privada interna.
Ambos conjuntos de polticas repercu tieron muy negativamente sobre las finanzas
pblicas.
El Ban co Central soport grandes prdidas como consecuencia de los subsidios otorgados
al endeudamiento privado externo y tam bin al crdito privado interno.
Por otro lado, los shocks tarifarios orientados a paliar el des equilibrio fiscal, combinados
con las masivas devaluaciones nominales, tensaron el rgimen de alta inflacin colocando a
la economa permanentemente al borde de la hiperinflacin.
As, se produjo un proceso de desmonetizacin, se acort la dura cin de los contratos
indexados, se generaliz la prctica de indexacin mensual, es decir, con una extensin
igual al pero do mnimo para el cual se cuenta con informacin oficial sobre precios.
Los desequilibrios externo y fiscal que el gobierno democr tico habra de heredar
adquirieron ciertos rasgos novedosos a partir del fracasado intento de liberalizacin y
apertura que se ha descrito ms arriba, y del desordenado ajuste que le sigui.
Como consecuencia de los nuevos y muy elevados niveles de endeudamiento del pas, y de
las subas de las tasas de inters internacionales a partir de 1979, la cuenta corriente pas a
ser crnicamente deficitaria, a pesar de la importante mejora que se alcanz en el saldo del
comercio.
Por el contrario, su razn bsica resida en que el fuerte endeudamiento estatal y privado
del lapso 1978-1981 aument fuertemente el peso de los pagos de intereses de la deuda
externa.
Pese a la importancia de la mejora lograda en la cuenta co mercial a partir de 1981, el
carcter parcial del ajuste externo que la Argentina pudo lograr dio lugar a un permanente
exceso de demanda de divisas, por un lado, y a la acumulacin de atra sos en los pagos al
exterior, por otro.
Ahora bien, el desequili brio externo no poda financiarse mediante prstamos volunta rios
debido al retraimiento de las corrientes financieras exter--- 178--nas, particularmente a partir
de 1982 como consecuencia de la guerra de Malvinas primero y de la crisis mexicana de
agosto de ese ao despus.
La colocacin de deuda interna remunerada es difi cultosa en un contexto de fuerte
incertidumbre y de preferen cia marcada por activos financieros externos por parte de los
agentes capaces de absorberla: las tasas de inters requeridas para la absorcin de deuda
pblica en forma voluntaria por el sector privado resultan muy elevadas y acaban
constituyndo se en un bumern.
Si no se quiere recurrir a esas dos vas, la carga tributaria adicional necesaria para cubrir el
dfi cit de las finanzas pblicas presenta, a su vez, dificultades de naturaleza poltica para
su implementacin y crea problemas de incentivos.
A los problemas y desequilibrios estructurales mencionados se sumaban, hacia 1983, las
intensas demandas de distintos sectores sociales por recomponer ingresos y compensar al
me nos en parte las prdidas de riqueza y la desacumulacin origi nada en un largo perodo
de tasas de inversin muy reducidas, tanto en los sectores productivos cuanto en las
familias.
El gobierno est decidido a mantener la solidez de la nueva moneda.
Para ponerlo en trminos de la vieja moneda, un austral ser equi valente a 1.000 pesos
argentinos.
mayor en relacin con el control de la inflacin, y permita adems evitar los fuertes costos
en materia de prdida de pro ducto y empleo, desmonetizacin y desintermediacin finan
ciera generados por dichos planes.
Si bien el ritmo inflacionario cay sustancialmente, los pre cios al consumidor siguieron
aumentando a un ritmo promedio de entre 2 y 3% mensual, pese a la efectividad del
congela miento de los precios industriales.
Los precios relativos se modificaron progresivamente en favor de este tpo de bienes.
En efecto, un elemento importante de erosin de los resulta dos del Plan Austral se deriva
de la persistencia que mostr el rgimen de alta inflacin.
No se trataba simplemente de un fe nmeno de "memoria" inflacionaria asociado al proceso
de formacin de expectativas, sino tambin de la inercia de las prcticas defensivas, de las
normas e instituciones desarrolla das a lo largo del prolongado lapso de inflacin elevada
como respuesta al contexto de incertidumbre.
El balance de pagos se deterior rpidamente despus de 1985 como consecuencia de una
combinacin de factores, entre los que predomin el fuerte empeoramiento de las condi
ciones comerciales que debi enfrentar la Argentina.
Como suele suceder a lo largo de un proceso de crisis, su desarrollo fue hilvanando una
muy apretada sucesin de he chos, plagada de marchas y contramarchas de la poltica eco
nmica, en especial en 2001.
De todos modos, cabe apuntar algunos de los aspectos centrales de estos procesos.
Es cierto que en muchos sentidos la experiencia de la Argentina en los aos recientes ha
sido ejemplar, incluyendo, en particular; la adop cin de la estrategia correcta a comienzos
de los aos noventay la muy valiente adaptacin de la misma cuando la crisis del tequila
puso a todo el subcontinente en riesgo de un serio traspi.
Es destacable el hecho de que la Argentina ha sido probablemente el primer pais en
reaccionarfortaleciendo inmediatamente sus politicas y, en particular, llevando adelante la
reforma del sector bancario, lo que por cierto re sult ser, posteriormente, uno de los
principalesfactoresproblemticos en otras partes del mundo.
Fueron notables tambin los esfuerzos de Argentina, a partirde entonces, porcontinuarsu
excelente cumplimiento de los criterios de desempeo establecidos en nuestros acuerdos, y
el importante progreso en la implementacin de las reformas estructu rales.
Por cierto, en el caso de la Argentina, en el marco de su plan de convertibilidad, el principio
bsico de que no se pueden resolver problemas a travs de un relajamiento de la disciplina
monetaria ha demostrado sus virtudes.
Internacional, 10de octubre de 1998, Washington D.C, que se ha planteado hasta aqu, sino
en el mal manejo fiscal.
En especial, en un elevado dficit de las cuentas estatales y en la acumulacin de deuda
pblica.
Se entenda que estos facto res, combinados con una sucesin de shocks externos nega
tivos en el plano comercial y financiero, haban afectado las expectativas acerca de la
capacidad de pago de los compromi sos externos, cerrando as el acceso al crdito de
fuentes priva das e impidiendo el restablecimiento del mecanismo moneta rio expansivo que
haba caracterizado a los dos auges prece dentes.
Ese diagnstico llevaba a concluir que se impona una pol tica fiscal contractiva para, algo
paradjicamente, sacar a la economa del pantano recesivo.
Se argumentaba que era nece sario dar seales muy drsticas de dureza fiscal para
comprar credibilidad, lo que permitira simultneamente reducir las elevadas primas de
riesgo que la deuda pblica deba afrontar, y recuperar el acceso a los mercados de fondos
privados, lo que a su vez posibilitara restablecer el crdito interno y re componer la
demanda agregada.
Puede decirse que una y otra vez la poltica fiscal contractiva actu de manera
autodestructiva, contribuyendo en realidad a consolidar un escenario depresivo y un cuadro
de expectativas muy negativas.
A lo largo de 2001 hubo intentos de reforzar el manejo fiscal con acciones de apoyo externo
y canjes de deuda, dirigidos a alejar la idea, que iba tomando cuerpo crecientemente, de
que el gobierno podra incumplir sus obligaciones financieras.
Deltriunfo a la tragedia, WP Publications/ Planeta, Buenos Aires, 2002.
Obschatko, Edith, El aporte del sector agroalimentario al crecimiento econ mico argentino,