Trabajo realizado por el alumno Jos Alberto Navarro Mainar para la Asignatura Historia Antigua (Primeras Sociedades Complejas).
Primer Curso de Grado en Historia, Grupo 2.
Octubre de 2011
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ndice
La Tumba U-j del Cementerio Real de Abids y su posible relacin con la aparicin de la escritura en Egipto. Objetivos................................................................................. Pgina 3 Introduccin.......................................................................... Pgina 3 Contexto geogrfico, cronolgico e histrico Contexto Geogrfico............................................................. Pgina 4 Contexto Temporal de la Tumba U-j.................................. Pgina 5 Contexto Histrico. Precedentes Arqueolgicos............ Pgina 10 Descubrimiento de la Tumba U-j........................................ Pgina 12 Las Etiquetas de Hueso o Marfil con signos incisos o dibujados............................................................................ Pgina 15 Pero qu es un verdadero sistema de escritura?........... Pgina 16 ndice de Figuras.................................................................. Pgina 19 Figuras.................................................................................... Pgina 21 Bibliografa............................................................................. Pgina 62
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La Tumba U-j del Cementerio Real de Abids y su posible relacin con la aparicin de la escritura en Egipto. Objetivos Desde el descubrimiento de la Tumba U-j, en el Cementerio U de Abids y el posterior anlisis del material arqueolgico all encontrado, se ha abierto un cierto debate, no slo sobre la existencia de un nuevo y numeroso grupo de gobernantes predinsticos, incluidos junto a otros previamente conocidos dentro de la, ya de por s discutida, Dinasta 00, sino, y ms importante para el objetivo de este trabajo, sobre la existencia, entre los restos arqueolgicos hallados, de las pruebas suficientes como para considerar que, ya en el tiempo en el que fue enterrado el propietario de esta tumba, exista un sistema de escritura que reuniera las necesarias condiciones para ser considerado como tal. Mi objetivo en este trabajo no aspira a resolver ninguno de esos dos debates abiertos, ni siquiera a tomar una posicin concreta sobre el asunto, simplemente tratar, con la informacin de que dispongo, de situar la Tumba U-j en sus contextos geogrfico, cronolgico e histrico e intentar aclarar qu fue lo que motiv a diferentes gobernantes, tanto predinsticos como ya dinsticos, a elegir este lugar para ser enterrados y, como consecuencia, atraer a los arquelogos interesados en recuperar los restos que pudieran haber quedado tras los milenios transcurridos desde su inhumacin. Por ltimo, tras revisar las circunstancias en que se llevaron a cabo las primeras excavaciones en la zona, all por finales del s. XIX y comienzos del XX, pretendo exponer el proceso a travs del cual se produjo el descubrimiento de la Tumba U-j y presentar, en la medida en que me sea posible, el material hallado en dicha tumba, una parte del cual constituye el origen de la segunda polmica citada, de forma que, tratando de mantener este trabajo al margen del debate sobre si estamos ante un sistema completo de escritura o no, poder aportar una base capaz de servir como punto de partida para futuras investigaciones que, adems de entrar de lleno en dicho debate, incluso fueran capaces de aportar conclusiones vlidas al mismo. Introduccin Si cualquiera de los funcionarios de la seccin correspondiente del Ministerio de Turismo egipcio tuviese la iniciativa de colocarse en la zona de llegadas de alguno de los aeropuertos internacionales de que dispone Egipto, armado con un bolgrafo, papel y abundante paciencia para dedicar su valioso tiempo a preguntar a los viajeros recin llegados, cules crean ellos que eran los lugares donde fueron enterrados los principales faraones que gobernaron durante milenios el Antiguo Egipto, todo ello con el encomiable objetivo de comprobar el nivel del conocimiento de la historia egipcia de los turistas, no sera yo quien apostase a favor de que Abids fuera citada con cierta frecuencia, al contrario de lo que, seguramente, sucedera con el Valle de los Reyes, o el de las Reinas, o con las Pirmides de Guiza, o puede que con Menfis o Saqqara, o incluso alguien mencionase Asiut, no muy lejos, dira, del obelisco inacabado. Y sin que, por supuesto y por irnos un poco ms al sur, podamos descartar de antemano que alguno de los viajeros menos ilustrados citara el Templo de Abu Simbel como lugar de enterramiento de algn faran que, si bien no hubiera sido muy famoso, al menos s muy grande. Pero es all, en Abids, donde se encuentran las tumbas, si no de los principales faraones, s de los primeros, que no supone poco mrito, digo yo. En efecto, todos los faraones de la Primera Dinasta, es decir, Narmer, 4
Aha (ambos enterrados en el Cementerio B), Djer, Djet (tambin conocido como Uadyi), Merneith (esposa de Djet y madre de Den y que, posiblemente, actu como regente de ste), Den, Adnedjib, Semerkhet y Qaa, y los dos ltimos de la Segunda, Peribsen y Khasekhemuy, fueron enterrados all, dentro de una zona de enterramiento conocida como Umm el-Qaab, la Madre de los Potes debido a que, literalmente, una densa capa de fragmentos de recipientes cermicos rotos se extiende por aquel lugar (Figura 1). Dichos fragmentos cermicos fueron dejados all, como veremos al hablar de los antecedentes histricos, por los peregrinos en concepto de ofrendas a Osiris, cuya tumba, segn las creencias a partir del Imperio Medio, se encontraba all. Concretamente se pensaba que era la tumba que ahora sabemos perteneci a Djer. El peregrinaje y las ofrendas en formas de recipientes cermicos era una forma a travs de la cual asegurar el favor del dios, un pasaje seguro a la vida futura, y los fragmentos cermicos sembrados en la temprana necrpolis es la razn de su nombre rabe, Umm el- Qaab (Adams y Cialowicz, 1997: 17). Pero nuestro inters, el objeto del presente estudio, se encuentra algo ms de cien metros al norte del Cementerio B, en el ms antiguo Cementerio U, el lugar donde estn enterrados, en palabras de David OConnor (2011: 141), los proto-reyes de Abids. Ya una vez dentro de este cementerio, nos dirigiremos a la Tumba U-j, a cuyo hallazgo y restos arqueolgicos encontrados all dedicaremos las siguientes pginas, sin perjuicio del inters que pueda tener para nosotros un cierto grado de generalizacin que no tendr por objeto nada ms que situar la tumba dentro de un contexto amplio a nivel geogrfico de forma que podamos situar el lugar no slo en el mapa de la historia sino tambin en un vulgar mapa de carreteras si fuera necesario e histrico lo cual supondr exponer, muy sucintamente, tanto el origen de la importancia de Abids en la antigedad como lugar de culto al dios Khentiamentiu primero y a Osiris despus, como el relato de las primeras excavaciones llevadas a cabo en la zona, all por finales del s. XIX y principios del XX, y conocer a los pioneros y sus mtodos de trabajo, no siempre coincidentes con los estndares mnimos considerados imprescindibles en la actualidad, pero que tuvieron el acierto de descubrir la importancia, el papel jugado por los hombres y mujeres enterrados en Abids en la apertura del camino que habra de conducir a la impresionante civilizacin egipcia, a la que ahora nos es ms conocida, la de esos otros faraones cuyos lugares de enterramiento, cualquier viajero recin llegado a Egipto en la actualidad, a buen seguro citara sin dudar, para satisfaccin del entusiasta funcionario egipcio. Comencemos pues. Contexto geogrfico, cronolgico e histrico Contexto Geogrfico Abids est en la provincia de Sohag, aproximadamente a unos 500 km al sur de El Cairo, y a unos 91 km al noroeste de la antigua Tebas, actual Luxor (Figura 2). Abids constituye un enorme yacimiento en el que los restos arqueolgicos se extienden por una superficie de unos 8 km 2 . Dentro de este extenso yacimiento arqueolgico se encuentra el cementerio, predinstico y dinstico temprano, denominado Umm el Qaab, en el-Araba, a 1,5 km del lmite de la tierra cultivable con el Desierto Occidental, y a unos 10 o 15 km del Nilo, dependiendo del punto de referencia que se tome en el ro y, en todo caso, a unos 10 km de el-Balyana que, aunque pequea, es la ciudad ms cercana a Abids (las coordenadas del cementerio, de acuerdo con lo que Google Earth nos indica, 5
son: 26 10 N y 31 54 E, tomadas en la tumba de Den, nica que permanece reconocible y sin cubrir por la arena ver Figuras 3 y 4 de la zona, tanto en la actualidad, como en los aos 50 del siglo pasado). El Cementerio Umm el-Qaab cubre un rea de 150 x 600 m y se encuentra al noreste de la desembocadura de un wadi, que surge de una cadena de montaas escarpadas en el oeste y cuya trayectoria, ya en el bajo desierto, termina cerca del antiguo asentamiento de Abids, conocido ahora como Kom es-Sultan (ver Figuras 3 y 4), cerca de los grandes recintos funerarios de las Dinastas Primera y Segunda (Bard, 1999: pgina 121, entradas A-Z). El cementerio parece haberse desarrollado, de norte a sur y consiste en tres partes (Grsdorf y otros, 1998: 641) (ver Figura 5): 1.- El Predinstico Cementerio U al norte. 2.- El Cementerio B con tumbas reales de la Dinasta 0 y de la parte temprana de la Dinasta I en el medio. 3.- El complejo de tumbas de seis reyes y una reina de la Dinasta I, y dos reyes de la Dinasta II al sur. En efecto, en el norte est la parte ms antigua del cementerio. Sobre una pequea meseta se encuentra el denominado Cementerio U, con alrededor de 650 tumbas pertenecientes a la poca predinstica (Nagada I-III, ca. 3700-3050 a.C.) Se supone que perteneca a un asentamiento, situado al final de la rambla donde desemboca el wadi, cerca de Kom es-Sultan, posicin que deba ser ciertamente ventajosa dado que, muy posiblemente, el Nilo discurriese ms hacia el oeste que en la actualidad y el lugar constituyera un cruce de caminos entre la va de comunicacin que constituye el propio ro y una ruta de trfico comercial que podra haber discurrido desde el Mar Rojo, a travs del Wadi Qena, hasta los oasis en el Desierto Occidental lo cual, no cabe duda, hubo de suponer un factor crucial en el papel jugado por aquella ciudad en tiempos predinsticos, como un importante centro de poder. 2.- En el medio se encuentra el Cementerio B, con tumbas pertenecientes a algunos de los ltimos gobernantes predinsticos como Iry-Hor o Ka, esos que hemos incluido en la llamada Dinasta 0 (denominacin que, junto a la de Dinasta 00, habrn de ser matizadas antes que despus) y algunas tumbas reales pertenecientes a los reyes del periodo inicial de la 1 Dinasta, entre los cuales se encuentra uno de los posibles candidatos al honor que supondra ser considerado el fundador de la misma, Narmer. 3.- En la parte ms al sur, por ltimo, se encuentra un complejo funerario donde estn enterrados los restantes reyes de la Dinasta I, seis reyes y una reina para ser ms exactos, y los dos ltimos reyes de la Dinasta II. Contexto Temporal de la Tumba U-j Hasta ahora, hemos presentado algunos aspectos, muy generales, del yacimiento arqueolgico de Abids como una unidad en s mismo. Ahora nos toca particularizar todo lo que nos sea posible puesto que vamos a tratar de determinar, con la exactitud que nuestros limitados medios nos permitan hacerlo, la fecha ms aproximada posible en la que fue utilizada la Tumba U-j, puesto que de la exactitud de ese dato depender, en el caso de que se llegue a considerar como un sistema de escritura los signos que figuran en los objetos hallados en 6
ella, la antigedad del mismo, lo cual tiene su lgica importancia puesto que ese detalle es el que nos seala actualmente la frontera entre lo que conocemos por Historia y la Prehistoria. Por ello lo que vamos a tratar de hacer es consignar, de la manera ms clara y sencilla posible las fechas absolutas a nuestro alcance, acompaadas con la mayor cantidad posible de detalles como pueden ser los tipos de muestras, los mtodos utilizados para calibrar esas fechas y tambin por qu no hacerlo? incluiremos las fechas relativas obtenidas mediante los diferentes sistemas y revisiones llevadas a cabo desde que Petrie diseara el primero de esos sistemas, el de las Sequence Dates. Las nicas referencias directas a fechas absolutas de que dispongo son las que aportan Grsdorf, Dreyer y Hartung (1998: 641-647) para muestras obtenidas en la Tumba U-j de Abids, aunque ellos afirman Nosotros presentamos los resultados de datacin junto con los resultados, publicados anteriormente, del Laboratorio 14 C en Heidelberg (Boehmer, Dreyer y Kromer 1993) con lo cual todo parece indicar que, en los datos que publican los primeros y que voy a ofrecer a continuacin, estaran incluidos los datos obtenidos por los segundos y de cuya referencia directa (Boehmer, Dreyer and Kromer, 1993: 63- 68) carezco. No obstante, incluyo tambin las fechas absolutas que nos aporta Hendrickx (1999: 76) reflejando, indirectamente, los datos obtenidos por Boehmer y otros en 1993. Grsdorf, Dreyer y Hartung (1998: 642) nos avisan que ha sido imposible determinar el recuento de anillos de las muestras de madera, con lo que la calibracin por dendrocronologa podra quedar comprometida, no obstante, teniendo presente que la madera que fue usada para la construccin de las tumbas podra tener una edad entre 10 y 20 aos y que, en el caso de tumbas importantes, como evidentemente lo es la Tumba U-j, resultaba improbable la re- utilizacin de la madera, en el programa de calibracin se utiliza, como una primera aproximacin y tratando de minimizar las posibles imprecisiones, la curva de Calibracin Bidecadal diseada por Stuiver y Pearson (1993). De esta forma las fechas obtenidas por el mtodo del C 14 para las dos muestras investigadas, sin calibrar y calibradas, son las siguientes: 1.- La muestra 1, Hd-12953, Tumba U-j, Nagada IIIa2, fragmento de madera procedente de la cmara 6 nos ofrece las siguientes fechas: 4470 +/- 30 BP (sin calibrar). 3310-3230 cal. BC. 3180-3160 cal. BC. 3120-3030 cal. BC. 2.- La muestra 2, Hd-12954, Tumba U-j, Nagada IIIa2, fragmento de madera procedente de la cmara 6 nos ofrece las siguientes fechas: 4595 +/- 25 BP (sin calibrar). 3490-3470 cal. BC. 3380-3330 cal. BC. Los datos, segn nos indican los autores del estudio, concuerdan bastante bien con las dataciones relativas llevadas a cabo por Kaiser y Dreyer, en particular y entre otras, las relativas a las tumbas con mltiples cmaras de Nagada IIIa2, como la U-j. Por otra parte, tambin nos indican que las dataciones 7
14 C concuerdan bien con la cronologa histrica establecida para el periodo dinstico aunque las dataciones resultantes son algo ms de 100 aos ms viejas (Grsdorf, Dreyer y Hartung, 1998: 644). Los datos que Stan Hendrickx nos ofrece en el nmero 11 de la publicacin Archo-Nil (1999, pgina 76), haciendo referencia a las aportadas por Boehmer, Dreyer y Kromer (1993: 63-68), son los siguientes:
David A. Warburton (1999), nos ofrece tambin un siguiente cuadro de fechas absolutas haciendo referencia este autor a Dreyer 1998: 18, supplemented by Grsdorf et al. 1998: 173
Laboratory Sample Tomb C - 14 bp Cal BC Mid point cal BC Hd 13057 12953 U-j (Scorpion) 447030 3310-3045 3178 Hd 13057 12953 U-j (Scorpion) 447030 3180-3160 3170 Hd 13057 12953 U-j (Scorpion) 447030 3120-3030 3075 Hd 13058 - 12954 U-j (Scorpion) 459525 3375-3335 3355
A partir de realizarse estas dataciones nadie parece aportar, con datos suficientemente fundamentados y originales, nada nuevo en cuanto se refiere a fechas absolutas procedentes de la Tumba U-j. Sin embargo llevar a cabo un pequeo recorrido, ordenado cronolgicamente, entre los autores que han manifestado de forma expresa una fecha o rango de fechas entre las que pudieran encontrarse las correspondientes a la Tumba U-j de Abids: Antes de iniciar el recorrido creo conveniente aclarar que no se trata de un error el hecho de que aparezcan las letras que acompaan al periodo correspondiente de Nagada tanto en minsculas como en maysculas ya que las primeras pertenecen a la nomenclatura de la revisin de Kaiser (1957) mientras que las segundas corresponden a la nomenclatura utilizada por Hendrickx (1993 y 1996) en su propia revisin de las Sequence Dates de Petrie. Dicho esto, iniciemos, pues, el recorrido. 8
En 1992 es Gnter Dreyer quien nos ofrece, no una fecha absoluta, sino una datacin relativa aplicando el sistema de las Sequence Dates de Petrie (1899: 295-301) cuando dice: Los recipientes Wavy-handled (tipo de Petrie W 50/51) permiten fijar la fecha de la tumba en Nagada IIIa2 (Dreyer, 1992: 53- 90). En 1999 nos detenemos con dos autores, uno de ellos es, de nuevo, G. Dreyer, el cual ahora s nos ofrece lo que podramos considerar una fecha absoluta, aunque ciertamente sin demasiada precisin, cuando nos dice: De particular importancia es la gran tumba, U-j, descubierta en 1988. De acuerdo con las muestras de radiocarbono, data de circa 150 aos antes del rey Aha (comienzo de la Dinasta I) (Dreyer, 1999: 121-127). La segunda aportacin en este ao viene dada por dos autores Midant-Reynes y Sabatier, los cuales nos muestran un histograma en el que podemos ver las fechas obtenidas tras la datacin por radiocarbono de varias muestras de madera, tanto en la tumba U-j como en otras tres ms (muy posiblemente se trata, aunque no puedo confirmarlo, de las mismas mediciones citadas al principio). Estos autores nos aclaran que la curva de correccin dendrocronolgica es muy imprecisa para este periodo, tal y como hemos visto anteriormente. En el histograma podemos ver que las mayores frecuencias, para las muestras estudiadas, se encuentran entre los 3400 y 3200 a.C. (ver Figura 6) (Midant-Reynes y Sabatier, 1999: pp 95 y 98). En el ao 2000 es Joffe el que nos dice que las fechas de radiocarbono procedentes de la Tumba U-j de Abids han sido usadas para sugerir una cronologa todava ms alta para el periodo Nagada IIIa2, alrededor del 3300 a.C. y para la escritura jeroglfica ms temprana y la aparicin de la arquitectura de nichos. Los dos ensayos son con las muestra HD-12953 que nos da una fecha sin calibrar de 4470 +/- 30 a.P. y Hd-12954, con una fecha sin calibrar 4595 +/- 25 a.P., ambas muestras son de la especie Acacia Niltica (Boehmer, Dreyer, y Kromer, 1993; Grsdorf, Dreyer, y Hartung, 1998). No se ha podido establecer una cuenta de anillos de los rboles de procedencia de las muestras dado que la acacia es una madera de anillos porosos y no produce un crecimiento anual regular en sus anillos, pero la madera usada para la construccin de la tumba tena unos 10 a 20 aos de antigedad y la reutilizacin de la madera en las tumbas importantes era poco probable. Todas estas afirmaciones son problemticas, y una fecha entre 3100 y 3200 para la tumba U-j, piensa Joffe, tal y como se haba sugerido inicialmente en Boehmer, Dreyer, y Kromer, 1993 (cuyas conclusiones reproduce Joffe), quizs sea preferible (Joffe, 2000: 118). En 2001, Jochem Kahl nos ofrece una relacin de los gobernantes que, segn Dreyer, precedieron a los de la Dinasta I y mantiene que, si esa hiptesis se probase correcta, se podra trazar la secuencia de gobernantes anteriores a la Primera Dinasta tan atrs como el propietario de la Tumba U-j, pero sin el conocimiento de los nombres de dichos gobernantes y tras ello nos muestra la: Figura. 3: Una cronologa alternativa del periodo con evidencias de escritura antes de la 1 Dinasta annimo gobernante, enterrado en la Tumba U-j (aproximadamente 3320 a.C.) (Kahl, 2001: pp 105-106). En 2002, Silvia Vinci nos dice que la presencia de la cermica W-ware (del tipo W 50-51 del Corpus de Petrie) permite datar esta tumba en Nagada IIIa2 y que el ltimo anlisis por el mtodo del radiocarbono calibrado, la sita a mediados del s. XXXIV a.C. aunque estos resultados son ms antiguos en 100 9
aos respecto a los arqueolgicos (Vinci, 2002: pp 65-66). Esta autora hace clara referencia, a la hora de establecer su fecha absoluta, a los autores de las dataciones que hemos visto al comienzo de este apartado. En 2003, Midant-Reynes, incidiendo en el descubrimiento de posibles signos de escritura nos dice: El descubrimiento de posibles signos de escritura en la tumba U-j de Abids hace remontar al entorno del 3300 a.C. los comienzos de la escritura en Egipto (Midant-Reynes, 2003: 133). En 2004 incluyo la nica referencia que tengo de un autor y cuya inclusin en este trabajo responde a los motivos que expongo en su referencia bibliogrfica. Este autor es F. Vervloesem quien nos dice que datar la tumba U-j en trminos relativos no es demasiado complicado dada la presencia de cermica de la clase Wavy Handled, tipos W 50 y 51 del Corpus de Petrie, lo cual hara que la debiramos situar en la fase Nagada IIIa2, cuya datacin absoluta ha venido siendo, tradicionalmente, entre el 3200 y el 3150 a.C. Este periodo, nos dice Vervloesem, ha sido conocido como Dinasta 00, anterior a la Dinasta 0. Sin embargo, Vervloesem insiste en ofrecernos una datacin obtenida por Radiocarbono calibrado en torno al 3320 a.C. de la que ignoro su procedencia. En 2007 tambin nos encontramos con dos autores, K. Bard por un lado, la cual fecha directamente la Tumba U-j en el 3200 a.C. y cita como referencia temporal a Narmer cuando dice: En Abids en el Cementerio U, al este de las tumbas reales de la Dinasta I, Dreyer ha excavado una tumba (U-j) la cual l piensa que data de unos 100 aos antes del reino de Narmer (Bard, 1992: 300). Y el segundo autor al que puedo citar este ao es David Wengrow el cual seala, a la hora de establecer una datacin para la Tumba U-j: A partir de mediciones radiocarbnicas de algunos de los objetos que quedaban en sus doce cmaras, se ha podido fechar con certeza durante Nagada IIIA1 (ca 3300 a.C.; Boehmer et al., 1993; Grsdorf et al., 1998) (Wengrow, 2007: 241). En 2008 nos encontramos de nuevo a Wengrow en el volumen Egipt at its Origins 2 publicado ese ao y donde nos dice: Los contenidos de la tumba U-j en Abids en el sur de Egipto, excavada por el Instituto Arqueolgico Alemn bajo la direccin de Gnter Dreyer (1998), incluye la evidencia ms temprana de escritura en Egipto, datada en Nagada IIIA1 (c. 3300 a.C.) (Wengrow, 2008: 1021-1032). En 2008 tambin nos encontramos a Ilona Regulski la cual, refirindose a la relacin entre la aparicin de la escritura y la emergencia del estado egipcio, nos dice: La Paleografa que ser publicada en una monografa separada, cubre las primeras atestaciones de escritura descubiertas en la tumba U-j (3200/3180 a.C.), aclarando en nota a pie de pgina que esta fecha absoluta se corresponde con el periodo, dentro de un sistema de datacin relativo, Nagada IIIa2, siguiendo a Kaiser, y Nagada IIIA1 si seguimos a Hendrickx, ms o menos 150 aos antes del comienzo de la Dinasta I, haciendo referencia a Dreyer 1998: 18; cf. Boehmer et al. 1993: 65 (Regulski, 2008: 986). Y en efecto, en 2010, dos aos ms tarde, Regulski, ya en su estudio paleogrfico sobre la escritura temprana en Egipto, concreta un poco ms la fecha, hasta el 3250 a.C., basndose para ello en los datos publicados por Stan Hendrickx (2006: 92, Tabla II 1.7 de cuya obra no puedo comentar ms, por no disponer de ella, pero que he aadido como referencia en la bibliografa), ms o menos entre 150 y 200 aos antes del comienzo de la Dinasta I (Regulski, 2010: 5). 10
Durante el presente ao 2011, ha sido Natale Barca el nos comenta: La sepultura ms grande y ms elaborada del Cementerio U es la Tumba U-j. sta fue excavada en 1988 por una misin cientfica del Deutsches Archaologisches Institut Kairo (DAIK), dirigida por el egiptlogo alemn Gnter Dreyer, y atribuida al periodo comprendido entre el 3350 y el 3300 a.C. (Barca, 2011: 13). Y para finalizar, sin una fecha concreta de edicin pero evidentemente reciente, dispongo del dato ofrecido en la pgina web oficial del D.A.I. (Deutsches Archaologisches Institut) que datan la Tumba U-j alrededor del 3200 a.C. Contexto Histrico. Precedentes Arqueolgicos. El lugar comenz a ser utilizado como necrpolis ya en el periodo Nagada I, alrededor del 3700 a.C. y, mientras que a comienzos del periodo Nagada II parece apreciarse un descenso en el nmero de enterramientos registrados, un poco ms adelante, en Nagada IIc/d, alrededor del 3400 a.C., es el lugar elegido por las lites locales para su inhumacin. Por ltimo, a partir de Nagada III, el cementerio de Umm el Qaab se convierte en el lugar de entierro tanto de los gobernantes de esas discutidas y discutibles Dinastas 00 y 0, como de aquellos gobernantes a los que, con pleno derecho, ya podemos denominar Faraones de un Egipto unificado, de la Primera y Segunda Dinastas (entre el 3050 y el 2700 a.C.). Durante uno de los conflictos, guerra civil podramos decir, que tiene lugar en el transcurso del Primer Periodo Intermedio (alrededor del 2100 a.C.), la mayora de las tumbas de la Primera Dinasta fueron pasto del fuego y sufrieron daos severos. Como consecuencia de la creencia de que Osiris, el dios de la muerte, estaba enterrado en Umm el-Qaab, Abids se convierte en uno de los ms importantes centros de culto, si no el centro ms sagrado en Egipto, a partir del Imperio Medio (alrededor del 2000 a.C.), de forma que, las primeras excavaciones en la zona tienen lugar ya durante esta poca, en la Dinasta XII, cuando es buscada la localizacin de la tumba de Osiris y, lgicamente, resultaba obvio que sta deba encontrarse en la zona ms antigua del Cementerio Real. As fue como los egipcios del Imperio Medio llegaron a la conclusin de que, la que hoy sabemos que fue la tumba de Djer, haba constituido el lugar de entierro de Osiris y se llevan a cabo una serie de reformas tanto en esa tumba como en algunas otras cercanas, la de Qaa o la de Den por ejemplo, muy posiblemente la conversin de la Tumba de Djer en un cenotafio de Osiris se produzca tambin durante esta misma poca. Desde ese momento, Abids se convierte en el principal centro de culto de Osiris y lugar de peregrinacin obligatoria de los antiguos egipcios, los cuales durante el Imperio Nuevo y el Tardo, le llevaban sus ofrendas, mayormente en pequeos recipientes cermicos (llamados Qaab en rabe) que dejaban por la zona y cuyos restos, ya fragmentados han dado origen al nombre con el que se conoce el lugar (Amelineau estim en unos ocho millones de recipientes cermicos los acumulados all). Las actividades de culto a Osiris en la zona estn atestiguadas hasta el s. V d.C., son dos mil quinientos aos dejando restos cermicos por all, no debe extraarnos pues el resultado. Ya en tiempos algo ms cercanos a nosotros, quien ms tiempo dedic, al menos eso pareca afirmar, trabajando en Abids fue Auguste Mariette (ver Figura 7), de quien, por cierto, muy pocos se acuerdan a la hora de citar a los 11
arquelogos que durante la segunda mitad del s. XIX y principios del s. XX descubrieron lo que las arenas ocultaban en aquella zona. Segn nos transcribe E. Amelineau, Mariette mantuvo durante dieciocho aos una treintena de hombres ocupados en las excavaciones de Abids (Amelineau, 1899: 1). Ahora bien, parece ser que esta fase francesa de las excavaciones en Abids no recibi, precisamente, una crtica excesivamente buena. Nos dice David OConnor que Durante la primera fase de excavacin (1858-1898) el rea fue cubierta por Auguste Mariette y despus por E. Amelineau pero su trabajo fue pobremente controlado y, a menudo, superficial e inadecuadamente registrado y publicado (OConnor, 1967: 19-20). Pero no queda la cosa ah, E. Amelineau lleg a Abids el 29 de noviembre de 1895 y no he estudiado tan a fondo su labor en aquel lugar como para poder emitir mi opinin personal sobre ella, pero s que puedo reproducir las crticas que sus mtodos arqueolgicos levantaron entre algunos de sus compaeros de profesin. Dada la meticulosidad que, como es lgico, debe imperar en el trabajo de campo y la profesionalidad con que han de ser llevadas a cabo las excavaciones, al menos en el mbito universitario, s que considero oportuno, aunque me extienda un poco ms de la cuenta, reflejar lo que algunos colegas de Amelineau nos relatan sobre sus mtodos de trabajo. Por ejemplo, M. Hoffman (1979: 268) nos dice lo siguiente: El descubrimiento y excavacin de las grandes tumbas reales de la Primera y Segunda Dinastas en Abids por E. Amelineau entre 1984 realmente las excavaciones de Amelineau comenzaron en 1895 y no en 1894 tal y como el propio Amelineau nos dice en su primer informe de excavaciones y 1898 causaron un escndalo pblico. Algunos egiptlogos etiquetaron el incidente como el affaire Amelineau. Sir Flinders Petrie, que nunca fue un hombre con pelos en la lengua lo denomin escandaloso. El propio Petrie deca: Los jarrones de cermica eran rotos abiertamente para evitar que cualquier otra persona los obtuviera. Los vasos de piedra, rotos antiguamente por los fanticos, se refiere a ellos (Amelineau) como esos que estaban rotos y que yo reduje a pedazos (Amelineau, 1897, p. 33) Y as sigue Petrie hablando cmo pilas de grandes jarras, registradas como halladas en la tumba de Djer, fueron completamente destrozadas, maderas halladas carbonizadas de las cmaras y desaparecidas completamente. Tabletas de marfil de Narmer y Menes, todas rotas en 1896 y dejadas de lado en la basura, de donde hubieron de ser rescatadas. Y as unas cuantas cosas ms sobre la actitud y la aptitud de Amelineau (Petrie, 1901: 2). Pero no slo eso, tambin ha sido acusado Amelineau de algo peor, y nos lo cuenta OConnor: Mientras el yacimiento haba sido repetidamente perturbado en el pasado, la primera excavacin de esas ruinas fue la de Amelineau, un arquelogo especulador, en 1895-1897. Habiendo conducido escandalosamente mal la excavacin (Drower, 1985: 251), Amelineau plane liquidar el material que le haba sido asignado. Con el objeto de proteger el valor de mercado de sus hallazgos, l rompi el material duplicado en el lugar (OConnor, 1987: 27). Y por si esto fuera poco, me permito reproducir la noticia que el diario The New York Times public el da 19 de marzo de 1898: M. Loret, Director General de las excavaciones y del Museo de El Cairo, declara que la tumba de Osiris ha sido encontrada por M. Amelineau, en Abids, cerca de Luxor. Esto se dice que es una copia del correo de M. Loret: Luxor, 15 de febrero: La Tumba de Osiris es completamente autntica. La caverna con paredes de ladrillo sin quemar, es original. El cenotafio de granito parece ser de fecha 12
posterior, quizs incluso del periodo de Seti I, a pesar de que parece influido por formas arcaicas. Se trata probablemente de una exacta reproduccin del cenotafio original. Hay una representacin de este mismo cenotafio en el muro del templo de Seti I en Abids, el cual es una perfecta imagen del monumento encontrado por Amelineau. El conjunto ha sido re-enterrado en la arena por motivos de prudencia. Probablemente tendr a mi regreso el cenotafio transportado al museo. Amelineau haba descubierto, por fin, la tumba de Osiris en Abids, nada ms, ni nada menos. Tan pronto como Amelineau dej el lugar, ste fue asignado a Petrie, el cual trat, con su precisa metodologa de trabajo, de salvar todo lo que Amelineau, de ser cierto lo que decan de l, hubiera olvidado romper, perder o vender. Petrie excava en cuatro campaas de trabajo consecutivas entre 1900 y 1903, publicando cada una de esas campaas con su tradicional puntualidad y buen saber hacer (Petrie, 1900; 1901; 1902; y 1903). Un poco a caballo entre el-Amra y Abids, tambin trabajan en este ltimo yacimiento D. Randall-Maciver y A.C. Mace durante el invierno entre 1899 y 1901 (Randall-Maciver and Mace, 1902). Y ya por ltimo en esa poca que podramos denominar pionera son Naville, Peet y Hall (1914); Peet (1914); y Peet y Loat (1913) los que dedican su esfuerzo a desenterrar lo que Abids pudiera todava mantener oculto que, por lo visto, an era mucho, tanto que incluso dejaron para los que llegaron alrededor de sesenta aos despus, si no lo ms importante s algo de gran trascendencia, como ahora mismo veremos. Descubrimiento de la Tumba U-j En los aos 60 del s. XX, W. Kaiser analiz los informes publicados sobre las antiguas excavaciones llevadas a cabo en Abids demostrando que dichos informes no resolvan todas las dudas, entre las que se encontraban la asignacin correcta de cada tumba a su respectivo propietario o la comprensin de su arquitectura, de manera que consider necesario llevar a cabo nuevas investigaciones en el lugar. De esa forma, el Instituto Arqueolgico Alemn, comenz sus nuevas excavaciones en Abids en el ao 1977. Junto a las investigaciones en las tumbas de doble cmara de la Dinasta 0 y los grandes complejos funerarios de los reyes de la Dinasta I, el trabajo se extendi, desde 1985, hacia el cementerio predinstico denominado U, unos cien metros al norte de las tumbas dinsticas (ver Figura 8). Este cementerio, situado en una ligera elevacin del terreno y conocido solamente a travs de los informes de Amelineau y Peet, cubra un rea de unos 100 x 200 m. Para que nos hagamos una idea de los mtodos de trabajo de Amelineau diremos que en tan slo cuatro das, excav en ese rea entre 150 y 160 tumbas, la mayora pequeas, mientras que Peet excav otras 32 pero ninguno de los dos public un plan general del cementerio y solamente ofrecieron unos pocos detalles de algunas tumbas y de los hallazgos relacionados con ellas. De acuerdo con Peet haba tumbas de los tiempos del predinstico temprano casi hasta el comienzo de la Dinasta I (Peet, 1914: 14). Fue en 1988 cuando se descubri la gran Tumba U-j, concretamente y segn nos dice Silvia Vinci (2002: 64-65) El descubrimiento ms interesante ocurrido en los ltimos aos sigue siendo, sin embargo, el efectuado en la Necrpolis U. Entre el 6 de octubre y el 28 de noviembre de 1988, de hecho, sali a la luz el trabajo del Instituto Alemn de el Cairo, una tumba de excepcional importancia que ha obligado a reescribir pginas enteras de la historia Se trata de la tumba 13
denominada U-j (ver Figura 9), la mayor de todas las tumbas de este cementerio y, probablemente, la ltima de las que disponan de varias cmaras (Bestock, 2009: 10). Tiene forma rectangular y su eje longitudinal est orientado de este a oeste, con unas dimensiones de 9,10 por 7,3 m y una profundidad de 1,55 m mientras que el borde de sus paredes de ladrillo se encuentra a 0,5 m por debajo del nivel del suelo del desierto en la que est excavada (Cialowicz, 2001: pg. 125). La tumba est compuesta por doce cmaras construidas en dos etapas ya que, originalmente, tena nueve pequeas cmaras hacia el este, unidas a una gran cmara funeraria al oeste (4,70 por 2,85 m), probablemente basada en un modelo de construccin residencial con una sala o patio central (Dreyer, 1992: 295) (ver Figuras 10 y 11 con diferentes vistas de la tumba). Las dos grandes cmaras situadas al sur fueron aadidas con posterioridad, aunque se cree, por sus parecidas caractersticas, que no hubo excesivo intervalo temporal entre la construccin principal y las cmaras aadidas. Todas las cmaras estaban conectadas con una o varias de las cmaras adyacentes mediante unas pequeas ranuras o aberturas verticales que variaban en altura entre los 75 y los 125 cm (Bestock, 2009: 10). Algunos restos de la construccin de un techado todava estaban preservados en las paredes norte y este y consistan en vigas de madera, esteras, y adobes estucados (Dreyer, 1992: 295). La tumba haba sido robada y, probablemente, excavada anteriormente, quizs, de forma parcial, por el propio Amelineau y, aunque en sus informes no hay ningn dato que lo confirme, es posible que l no descubriera nada ms que la cmara principal, saqueada ya en la antigedad (Cialowicz, 2001: 125). A pesar de esto, la tumba, en el momento de ser excavada por Dreyer, todava contena una cantidad importante de equipamiento funerario, especialmente cermica, marfil y objetos de madera, de esa forma, en la cmara funeraria se hallaron restos de un arca, santuario o lugar de ofrendas de madera y en la esquina noreste de la cmara se hall un cetro HqA (Heka) de marfil (ver Figura 12), mostrando sin la menor duda, que el propietario de la tumba era un gobernante (Dreyer, 1992: 296). As mismo, se encontraron numerosos objetos de marfil y seis etiquetas de hueso inscritas con signos que proceden de esta cmara (Bestock, 2009: 10, haciendo referencia a Dreyer, 1998: 136), la cual preservaba tambin los restos de un recubrimiento de madera que habra medido 2,15 por, al menos, 2,9 m, en el suelo de esta cmara, pero fuera del recubrimiento de madera, haba numerosas impresiones de las bases de recipientes cermicos (Bestock, 2009: 10). La cmara 11 de la tumba U-j, situada en la parte sudoeste, adyacente a uno de los lados de la cmara funeraria, la nmero 1, y que forma parte de la segunda fase de construccin de la tumba, tambin proporcion buen nmero de hallazgos, entre ellos los restos de un suelo de madera en el extremo sudoeste de la cmara; tambin una gran cantidad de lo que ha sido interpretado como piezas de juegos de marfil; y hay que sealar que la mayora de las etiquetas de hueso encontradas en la tumba U-j proceden de esta cmara, en total haba cerca de doscientas de estas etiquetas o tabletas, algunas inscritas con marcas que parecen ser numerales (ver Figuras 13.1 a 13.5), otras estaban inscritas con animales, edificios, cazadores y otros signos de significado desconocido (Bestock, 2009: 11, la cual nos informa que el catlogo completo de estas etiquetas se encuentra en Dreyer, 1998: 113-136, obra a la que no he tenido acceso). 14
Otra clase importante de objetos hallados en la tumba U-j son una serie de impresiones de sello realizadas a partir de sellos cilndricos de barro, que nos presentan imgenes con diseos geomtricos as como de animales y otros motivos decorativos (ver Figuras 14.1 a 14.3) Las diferentes clases de cermica halladas, haban sido cuidadosamente clasificadas en las cmaras de la tumba, de esa forma podemos ordenarlas de la siguiente forma (ver distribucin y numeracin de las diferentes cmaras en las Figuras 10 y 11): a) Los recipientes egipcios de la clase cermica Wavy-handled y que contenan aceite o grasa, se encontraban en la cmara funeraria (nmero 1) y en las dos pequeas cmaras adyacentes (nmeros 2 y 5). b) Diferentes clases de recipientes cermicos groseros elaborados a partir de la arcilla del Nilo, como jarras para cerveza, moldes de pan o platos, se encontraron en tres de las pequeas cmaras (nmeros 3, 4 y 6). c) Recipientes importados de Canan fueron encontrados en dos de las cmaras pequeas (nmeros 7 y 10) y en una de las grandes cmaras aadidas posteriormente, en este caso la situada en la esquina sudeste, la nmero 12. Las jarras de la clase cermica Wavy-handled, pertenecientes a los tipos del Corpus Cermico de Petrie W50 y W51, permitieron, como ya hemos dicho antes, datar la tumba en la posicin relativa Nagada IIIa2. Muchos de estos recipientes estn inscritos con signos en tinta negra y, dado que el que con ms frecuencia aparece es un escorpin (alrededor de 60 veces, incluso a veces dentro de una especie de rectngulo) (ver Figura 15), bien acompaado a veces por el dibujo de una planta, bien acompaado, menos frecuentemente, por una serie de signos que nos muestran peces (9 casos), conchas marinas (20 casos), una cabeza de toro (15 casos), un ave rapaz, posiblemente un halcn (3 veces) o un barca (7 casos), entre otros, es por ello que Dreyer mantiene la teora de que, habida cuenta que estos signos representan en muchas ocasiones el nombre de un estado, indicando la procedencia de los vasos, y que posiblemente los nombres de esos estados fueran tomados del nombre de sus fundadores reales, estaramos ante los nombres de una serie de gobernantes, a un nivel ms o menos local, que habran gobernado a lo largo de esa denominada Dinasta 00 (ver Figura 16). Como el signo que con ms frecuencia aparece en los vasos de la tumba U-j es un escorpin, Dreyer concluye que, uno de esos gobernantes, el propietario de la Tumba U-j, debera ser el llamado rey Escorpin I (para diferenciarlo de Escorpin II, propietario de la cabeza de maza hallada por Quibell y Green en el Depsito Principal de Hieracmpolis junto con la Paleta de Narmer y que, indudablemente, es de fecha posterior al propietario de la tumba U-j) (ver Figura 17). Las jarras importadas, ms de 400 encontradas (ver Figuras 18 y 19), contenan probablemente vino. El estudio de este grupo de cermicas ha permitido constatar que, a pesar de las semejanzas superficiales en arcilla y forma de fabricacin, muy pocas se pueden identificar con los tipos ms comunes del Bronce Temprano de Canan (EB 1). Los recipientes encontrados en Abids hubieron de ser producidos expresamente para ser exportados a Egipto lo que prueba que el comercio entre el Alto Egipto y Palestina ya estaba bien desarrollado en esta temprana poca ((Dreyer, 1992: 297; Cialowicz, 2001: 126). 15
No obstante lo anterior, Bestock nos dice que estudios petrogrficos de muchos de estos vasos indican que estaban hechos a partir de arcillas comunes en el rea de Abids, sugiriendo, por lo tanto, que podra tratarse de imitaciones locales de tipos cermicos extranjeros ms que de importaciones (Bestock, 2009: 11, haciendo referencia a su vez a la obra de Porat y Goren, 2002, a la que no he tenido acceso). En dos de las cmaras pequeas (posiblemente la 8 y la 9) no se encontr ni cermica ni otros objetos de valor, de forma que la cmara mortuoria principal, la 1, debi haber sido el almacn para los objetos de mayor valor y, lgicamente, ms a fondo saqueada en la antigedad. Tambin se encontraron, repartidos por las diferentes cmaras, varios fragmentos de palos de marfil, algunas piezas de juegos, fragmentos de varios vasos de piedra (algunos procedentes de cuencos de obsidiana) y, junto a estos objetos se encontraron, como ya hemos ido adelantando, sobre todo al hablar de la cmara 11, los objetos que ms nos interesan a los efectos del presente trabajo, un conjunto de pequeas etiquetas o tabletas de hueso o marfil. Veamos algo ms sobre ellas. Las Etiquetas de Hueso o Marfil con signos incisos o dibujados En la Tumba U-j y sus alrededores, se encontraron cerca de doscientas etiquetas de un tamao aproximado de 1,5 por 1,25 cm y que contenan, pese a la escasa superficie disponible, una serie de signos incisos, en grupos de entre 1 y 4 signos, que parecen indudablemente jeroglficos, y que podran llegar a demostrar que la escritura ya se encontraba en una etapa bastante avanzada mucho antes de lo que se poda haber pensado. Antes de nada hemos de decir que todas ellas muestran un agujero en una de sus esquinas superiores ya que, en realidad, se trataba de autnticas etiquetas, es decir, que estaban destinadas originalmente a ser atadas y colgadas mediante una cuerda, generalmente en los recipientes cermicos que contenan algn determinado bien, ofreciendo datos imprescindibles con los que pudiera mantenerse el buen orden comercial y administrativo registrando, por ejemplo, la cantidad o la procedencia de los productos (Wilkinson, 2001: 42). De hecho, las Figuras 20, 21 y las dos filas superiores de la 22 son cifras que, como podemos ver, indican cantidades entre 6 y 10. De las seis etiquetas que aparecen en las dos filas superiores de la Figura 22, las cinco ltimas presentan, entre otros signos, una espiral que podra representar una cifra ms alta. Las siguientes imgenes (Figuras 22 parte inferior hasta la 47, desde la 36 son repeticiones de los anteriores dibujos pero en este caso se trata de fotografas a diferentes colores o tonalidades, con el objeto de que puedan apreciarse mejor los detalles) componen una serie de representaciones de hombres en diversas actitudes y de una cierta variedad de animales y elementos naturales, como montaas o rboles, cuya comparacin con el corpus de signos jeroglficos de Gardiner, interpretacin y posterior traduccin, caso de que se correspondan con signos jeroglficos reconocibles, no s si ser llevada a cabo en un posterior trabajo pero, desde luego, no es el objeto de ste. Simplemente los presento y pongo a disposicin del lector. No he podido resistirme a incluir una serie de lminas (Figuras 48 a 56) que constituyen diversas comparaciones entre los signos hallados en estas etiquetas y en otros objetos predinsticos como pueden ser la llamada Paleta de las Ciudades, las inscripciones de los Colosos de Coptos, la Cabeza de Maza de Narmer, una etiqueta de madera perteneciente al rey Aha o, por ltimo, un 16
santuario mostrado en un sello de la Dinasta I que se asemeja a las representaciones en algunas de las etiquetas halladas en la Tumba U-j de Abids. Las ltimas (Figuras 57 y 58) no son nada ms que comparativas entre los signos hallados inscritos en los recipientes cermicos y los hallados en algunas de las etiquetas, todos ellos pertenecientes a la Tumba U-j. Creo que una vez puestos los datos sobre la mesa, el siguiente paso a dar por mi parte debera ser determinar, por un lado una fecha absoluta lo ms concreta posible para la Tumba U-j, aunque casi todos los expertos parecen estar de acuerdo en que estara alrededor del 3300 a.C., y, por otro lado, determinar si los signos que hemos visto forman parte de esa Lista de Signos Jeroglficos que Gardiner recopil en su da y, en caso afirmativo, si la unin de varios de ellos en lo que podramos considerar que conforma una misma frase, constituye un verdadero sistema de escritura lo cual, dicho de paso, no es poca tarea, ni mucho menos. Pero qu es un verdadero sistema de escritura? Aunque, tal y como he afirmado al principio, al hablar de los objetivos planteados, pretenda no ir ms all del punto anterior y dejar el tema abierto para posteriores trabajos, sucede que, una vez visto lo que Dreyer y su equipo encontraron en la Tumba U-j de Abids, se me hace difcil cortar en este punto sin acabar de ofrecer un poco ms de informacin que, ms que saciarla, despierte la curiosidad sobre cul es la verdadera naturaleza de los signos hallados en las etiquetas de la Tumba U-j y sobre si podemos estar ante un verdadero sistema de escritura o no. Para ello necesitamos conocer qu criterios se aplican a la hora de conceder la calificacin de escritura a un conjunto de signos, inscritos o dibujados sobre algn tipo de material y, lgicamente, con pretensin de perennidad. Ya conocemos, aunque sea a grandes rasgos, lo que Dreyer encontr, ahora trataremos de buscar una definicin, un criterio con el que podamos determinar, grosso modo, si un conjunto de signos dado constituye un autntico sistema de escritura. A partir de ah, cada cual podr tomar, no una postura definitiva, pero s al menos un punto de partida que le permita, a travs de mayores y mejores estudios que el presente, poder obtener las conclusiones ms acertadas. En primer lugar tendremos que buscar una definicin de escritura en general y, para m, la de Tusn es una de las ms completas al decir que la escritura es una tcnica especfica para fijar la actividad verbal mediante el uso de signos grficos que representan, ya sea icnica o convencionalmente, la produccin lingstica y que se realizan sobre la superficie de un material de las caractersticas aptas para conseguir la finalidad bsica de esta actividad, que es dotar al mensaje de un cierto grado de durabilidad (Tusn, 1997: 16). Por otra parte, las etapas que la humanidad ha tenido que superar para llegar a realizar algo parecido a lo que Tusn define como escritura, tal y como la conocemos nosotros hoy en da, han estado llenas de trampas que el hombre (en un sentido genrico que incluye, lgicamente, tambin a la mujer) ha ido superando, no sin dejar civilizaciones enteras, como la egipcia, cmodamente instaladas en algn recodo de ese largo camino. Muy rpidamente citar los pasos que ha dado el proceso de escritura que, como sabemos, comenz hace mucho tiempo, con las pinturas rupestres; sigui 17
con los pictogramas, ideogramas y logogramas, cosa que, as vista, parece que les result muy fcil pero que no lo fue en absoluto; con la escritura fontica ya casi estamos llegando, pues ya expresa algunos sonidos de forma grfica; y, para finalizar, llegamos a la escritura alfabtica, sistema basado en la expresin escrita de las articulaciones mnimas de las palabras expresadas oralmente, es decir, una escritura que expresa los sonidos de las letras, vocales y consonantes. La escritura alfabtica constituye uno de los avances sociales ms importantes de la historia. Para ir superando alguna de estas etapas hemos ido aplicando una serie de atajos que nos han ahorrado tiempo y falta de entendimiento, los citar simplemente: por sincdoque o la parte por el todo; por metonimia, la causa por el efecto, o el efecto por la causa; por metfora, tomando un objeto por otro dada la similitud real o supuesta que los une; por enigmas, estableciendo una relacin alejada, incluso oscura y a menudo convencional, entre dos objetos; por rebus, el smbolo de una entidad es utilizado para representar el sonido de la palabra a que se refiere dicha entidad y que se usar para representar ese sonido siempre que ste aparezca en el lenguaje oral; y por acrnimos, nos quedamos con la letra inicial del smbolo representado en la escritura. Llegados a este punto, tras alcorzar por los atajos citados, habremos logrado alcanzar una escritura de tipo fontico, cuyos smbolos representarn sonidos, silbicos primero y alfabticos por fin. En cuanto se refiere a la escritura jeroglfica egipcia, y si bien la definicin de Tusn podra aplicrsele perfectamente, sta se qued, durante ms de tres mil quinientos aos, en una etapa intermedia, en un recodo del camino, no muy lejos del final del mismo, en la evolucin de la escritura puesto que nunca lleg a la ltima etapa sino que, durante toda su historia fue una escritura logo- silbica (Gelb, 1976: 109). Los jeroglficos egipcios son un conjunto variable de grafemas que van desde alrededor de 1000 en el Imperio Antiguo (3 er milenio a.C.) hasta aproximadamente 750 en la lengua clsica (2 milenio a.C.), para incrementarse a varios miles durante el gobierno Tolemaico y Romano en Egipto, desde la tercera centuria a.C. hasta la segunda centuria d.C. Se trata de signos pictogrficos que representan seres vivos y objetos, como dioses o categoras de personas, animales, partes del cuerpo, humano o animal, plantas, entidades astronmicas, edificios, muebles, vasos, etc. Pero estos pictogramas no estn organizados dentro de un sistema puramente ideogrfico sino que representan una combinacin de principios fonolgicos (sonidos) y semnticos (Loprieno, 1995: 12). Para este mismo autor una palabra egipcia tiene, normalmente, dos componentes: una secuencia de fonogramas, que representan uno, dos o tres fonemas consonnticos (esto es importante ya que los antiguos egipcios no representaban las vocales), que son seguidos por el segundo componente, un semagrama llamado determinativo (Loprieno, 1995: 12-13) a los que yo aadira, como otra categora independiente, los complementos fonticos, aunque tambin ser lgico que no todo el mundo est de acuerdo conmigo. Para Racionero la escritura segmental egipcia era una mezcla de logografa y fonografa, o de escritura pictogrfica/ideogrfica y fontica (Racionero, 2005: 220). Ahora se trata de ponerse a comprobar si las combinaciones de signos encontradas en la Tumba U-j de Abids constituyen la evidencia ms temprana de un verdadero sistema de escritura logo-silbico formado por los elementos que hemos ido citando. Demasiado poco he ofrecido, soy consciente de ello, tanto para poder explicar los fundamentos de la escritura jeroglfica egipcia como para poder 18
analizar, con un mnimo de rigor, el carcter de cada uno de los grupos de signos que aparecen en la Tumba U-j de Abids. Es evidente que no era el objetivo de ste trabajo, pero siempre te queda la sensacin de que se poda haber dado ms. No obstante, no creo equivocarme si digo que, pese al deseo de aportar ms y ms datos e incluso alguna conclusin, debe contraponerse a ese deseo la limitacin que tanto el objetivo del trabajo, como el propio mbito en el que se realiza deben marcar de forma inexorable. Mis propios lmites no permiten a este modesto trabajo ir mucho ms all de donde ha llegado. Tan apenas he comenzado a aprender a andar y ya deseara poder correr antes de ser capaz de dar dos pasos seguidos sin caerme cuando, en verdad, lo importante ahora es aprender a levantarme lo ms rpido posible y a seguir caminando, cayendo y levantndome una y otra vez. En este trabajo hay muchas de las cadas a las que me refiero, espero saber levantarme de forma que, quizs para el prximo, ya sea capaz de recorrer cierta distancia sin dar tantos traspis. En todo caso, lo importante es continuar recorriendo el camino iniciado y por qu no? a lo mejor algn da poder ser capaces de llegar corriendo a la meta. 19
ndice de Figuras: Figura 1: fotografa de la zona de Umm el-Qaab con restos de fragmentos cermicos rotos. Figura 2: mapa general de Egipto con las situaciones de Abids, el Cairo, Luxor o Asun. Figura 3: fotografa area del cementerio en los aos cincuenta. Obtenida de la pgina web del DAI (Deutsches Archologisches Institut): http://www.dainst.org/en/project/abydos?ft=all Figura 4: fotografa obtenida de Google Earth en la actualidad. Figura 5: cementerio Umm el-Qaab. Obtenida de Bard, K Encyclopedia of the Archaeology of Ancient Egypt Routledge, 1999, pgina 122. Figura 6: esquema de Abids de Mariette. Obtenida de Amelineau, E. Les Nouvelles Fouilles DAbydos (1895-1896) Pars, 1899. Figura 7: histograma, procedente de Midant-Reynes, B. y Sabatier, P. Prhistoire Egyptienne et Radiocarbone Archeo-Nil, 11, 1999, pg.95. Figura 8: cementerio U. Procedente de Diane Leeman Abydos Tomb U-j direccin web: http://free.yudu.com/library/30599/cyberlynx2002-s-Library Figura 9: tumba U-j de Cementerio U, Umm el-Qaab, Abids. Figura 10: tumba U-j y distribucin de las cmaras, procedente de OConnor, D, 2011, pgina 143. Figura 11: plano de distribucin de la Tumba U-j, obtenido de Silvia Vinci, 2002, pgina 66. Figura 12: cetro Heka de marfil hallado en la cmara 1 de la tumba, procede de Diane Leeman Abydos Tomb U-j pgina web citada. Figuras 13.1, 13.2 y 13.3: procedentes de Diane Leeman Abydos Tomb U-j pgina web citada; figura 13.4 procede de Natale Barca, LEgitto nel Tardo Predinastico: Scorpione I, forse il primo capo locale afarsi re Trieste, 2011, pgina 15; y figura 13.5 de Anselin, A. Signes et Mots des Nombres en gyptien Ancien. Quelques lments dAnalyse et de Rflexion in Egypt at its Origins 2. Figuras 14.1 y 14.2: impresiones de sellos de Diane Leeman Abydos Tomb U-j pgina web citada; y figura 14.3 de OConnor, D. Abydos: Egypts First Pharaohs and the Cult of Osiris Thames & Hudson. London, 2011, pgina 146. Figura 15: escorpiones, obtenidos de Natale Barca, 2011, pgina 20 y de Diane Leeman Abydos Tomb U-j pgina web citada. Figura 16: relacin de nombres reales pertenecientes a la Dinasta 00, propuestos por Dreyer. Procede de la pgina web de Francesco Raffaele, http://xoomer.virgilio.it/francescoraf/, traducida por m. Figura 17 jarras con escorpiones, proceden de Diane Leeman Abydos Tomb U-j pgina web citada; de G. Dreyer 1992, "Recent Discoveries at Abydos Cemetery U", in The Nile Delta in Transition: 4th-3rd Millenium B.C.; y de Natale Barca, 2001, pgina 13. 20
Figura 18: jarras encontradas en la Tumba U-j, obtenida de Diane Leeman Abydos Tomb U-j pgina web citada. Figura 19: fotografa de jarras, obtenidas de Dreyer 1992, "Recent Discoveries at Abydos Cemetery U", in The Nile Delta in Transition: 4th-3rd Millenium B.C. Figuras de la 20 a la 35: corpus de etiquetas de la Tumba U-j, obtenidas en Diane Leeman Abydos Tomb U-j pgina web citada, basadas, a su vez, en Dreyer, 1998. Figura 36: grupos de Etiquetas de la Tumba U-j en color, de modo que se pueden apreciar mejor algunos detalles; figuras 37 y 38 de Diane Leeman Abydos Tomb U-j pgina web; figuras 40 y 41 de Natale Barca, 2011, pginas 14 y 17; figura 42 obtenida del documento incluido en la pgina web del Museo Nacional Brukenthal de Rumana http://www.brukenthalmuseum.ro/; figura 43 obtenida del documento en formato pdf alojado en el siguiente lugar de la web: http://fds.oup.com/www.oup.com/pdf/13/9780199567782_chapter1.pdf; figura 44 obtenida de Dreyer 1992; y figura 45 obtenida de Natale Barca, 2011, pginas 14 y 17. Figura 46: etiqueta 59, obtenida de Diane Leeman Abydos Tomb U-j pgina web citada, manifestando cierta confusin sobre el lugar de hallazgo. Figura 47: ms etiquetas, procedentes de la pgina web de Francesco Raffaele, ya citada: http://xoomer.virgilio.it/francescoraf/ Figuras de la 48 hasta la 55: ofrecen comparativas entre los signos encontrados en la Tumba U-j y signos encontrados en otros lugares diferentes. Proceden de la pgina web de Diane Leeman Abydos Tomb U-j, ya citada. Figura 56: obtenida de Morenz, L.D. Fest-Schreibungen von Gender im Herausbildungsprozess der Hieroglyphenschrift Origins 2, pgina 949. Se trata de la Etiqueta 191. Figura 57: signos que aparecen tanto en vasos cermicos como en diversas etiquetas. Obtenida de Regulski, I. The Origin of Writing in Relation to the Emergence of the Egyptian State in Egypt at its Origins 2. Figura 58: signos que aparecen y su relacin con la nomenclatura de Gardiner, en Regulski, I. The Origin of Writing in Relation to the Emergence of the Egyptian State in Egypt at its Origins 2
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Figuras
Figura 1:Restos cermicos en la zona de Umm el-Qaab
Figura 2: Mapa general de Egipto 22
Figura 3: Foto area de Umm el-Qaab en los aos 50
Figura 4: Foto de Umm el-Qaab, tomada de Google Earth en la actualidad
Figura 5: Cementerio Umm e-Qaab de Abids
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Figura 6: Histograma con datacin Tumba U-j
Figura 7: Necrpolis de Abids dibujada por Mariette 24
Figura 8: Cementerio U en Umm el-Qaab, Abids
Figura 9: Tumba U-j del Cementerio U, Umm e-Qaab, Abids.
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Figura 10: Tumba U-j y distribucin de las cmaras
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Figura 11: Plano de distribucin de las cmaras de la Tumba U-j de Abids
Figura 12: Cetro heka encontrado en la Cmara 1 de la Tumba U-j de Abyds
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Figura 13.1.
Figura 13.2
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Figura 13.3
Figura 13.4
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Figura 13.5
Figura 14.1
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Figura 14.2
Figura 14.3 31
Figura 15: Escorpiones dibujados en recipientes.
Figura 16
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Figura 52
Figura 53 Figura 54 59
Figura 55
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Figura 56
Figura 57 61
Figura 58
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