Costumbrismo:
Descripciones, Definiciones y Aproximaciones

Spanish 325K -- Primavera de 2008

Prof. Nicolopulos



"Las instancias de los montañeses me hicieron permanecer con ellos hasta las cuatro de la tarde, hora en que, después de larguísmas despedidas, me puse en camino con Braulio, que se empeñó en acompañarme". (María, Cap. 22)

Costumbrismo:

Tendencia o género literario que se caracteriza por el retrato e interpretación de las costumbres y tipos del País. La descripción que resulta es conocida como "cuadro de costumbres" si retrata una escena típica, o "artículo de costumbres" si describe con tono humorístico y satírico algún aspecto de la vida.
(Raquel Chang-Rodríguez and Malva E. Filer, Voces de Hispanoamérica 535)

Los cuadros de costumbre: concepto:

Los cuadros de costumbres, llamados también artículos de costumbres son bocetos cortos en los que se pintan costumbres, usos, hábitos, tipos característicos o representativos de la sociedad, paisaje, diversiones y hasta animales, unas veces con el ánimo de divertir (cuadros amenos) y otras con marcada intención de crítica social y de indicar reformas con dimensión moralizadora.

El artículo de costumbre es uno de los géneros más ampliamente leídos en el Mundo Hispánico, al parecer porque interpretan raíces hondas de la raza y corresponden al gusto por estos estudios de la realidad circundante. Son características de los cuadros de costumbres: acendrado localismo en sus tipos y lengua; color local, énfasis en el enfoque de los pintoresco y representativo; popularismo; sátira y crítica social, con intención de reforma; infiltración del tema político-social; reproducción casi fotográfica de la realidad con escenas a veces muy crudas y vocabulario rudo y hasta grosero; colorido, plasticidad. Constituye el costumbrismo el punto de partida para el realismo y el naturalismo que vendrían después. El cuadro costumbrista nació indisolublemente ligado al periodismo, quizás por su carácter popular y su anhelo de resaltar costumbres contemporáneas.
(Orlando Gómez Gil, Historia crítica de la literatura hispanoamericana 344)

La Novela Costumbrista:

". . . la novela costumbrista tuvo numerosos cultores. En parte, la novela costumbrista debe considerarse como la hermana mayor del cuadro de costumbres, que tanta difusión alcanza en la época. Aunque en realidad lo que hacía por lo común la novela costumbrista era disponer como fondo una sucesiín de escenas populares, de acentuado color local, a las cuales estaba íntimamente ligada la trama de la obra.

A su vez, conviene declarar que ciertos contactos entre la novela social y la novela costumbrista se rompen al considerar que la segunda acentúa en particular lo local, lo pintoresco que trata de justificarse precisamente por eso, en su carácter propio, distintivo, fuera de alegatos o choques de capas sociales.

La novela costumbrista tuvo especial resonancia en algunos países. Así, en México, en Colombia, donde el costumbrismo penetra también en el campo de otras novelas, no específicamente costumbristas. Por ejemplo, es notorio el peso que elementos de esta naturaleza tienen en una novela sentimental como María, de Jorge Isaacs. Es evidente que el costumbrismo no se superpone aquí al eje fundamental de relato, pero es indudable también que --aun sin fusionarse-- lo sentimos (y evocamos) como un elemento imprescindible del relato: fondo vivo y --¿y por qué no?-- tema secundario que sirve a menudo de necesaria, aquietadora alternancia a la historia sentimental. También, punto de referencia, ámbito de hombre y circunstancia en que la novela nace.

En general, el costumbrismo suele hallarse como ingrediente en gran parte de las novelas hispanoamericanas de todo tipo, de la misma manera que suele hallarse el paisaje americano. Así como a veces recurrían a épocas y tierras lejanas, en ansías de evasión, otras veces gustaban de lo cercano y cotidiano, que --entonces, sobre todo-- despuntaba primicias inéditas. Era esta también una manera de ganar lectores y aun de dar "sello" americano a las novelas. Por una parte, realidad conocida (para el lector de estas tierras), y, por otra, diferenciación frente a obras más famosas que venían del otro lado del Atlántico.

Naturalmente, resultaba común que la obra costumbrista americana, en su afán de reflejar de la manera más fiel posible una realidad, abundara en localismos. De ahí también las notas y explicaciones en textos que aspiran a ganar lectores lejanos.
(Emilio Carilla, El romanticismo en la América hispánica 323-25)



"Habían pasado tres días cuando me convidó mi padre a visitar sus haciendas del valle, y fue preciso complacerlo; por otra parte, yo tenía interés real a favor de sus empresas". (María, Cap. 5)



El Cuadro de Costumbres:

Ligado a rasgos románticos, aunque pueda posteriormente separarse de ellos, aparece en la época el cuadro de costumbres.

El cuadro pintoresco, el menudo episodio lugareño, la escena popular de acendrado localismo en sus tipos y lengua, atrajo al escritor romántico. En verdad, las raíces están en la valoración del color local y su inmediato reflejo en el costumbrismo literario.

Con los cuadros de costumbres se configura un género nuevo que aspira no solamente a la novedad, sino también a ciertas ambiciones artísticas. Con todo --y a pesar de lo que valen palabras de Croce acerca de la falsedad de géneros mayores y menores-- reconozcamos que el cuadro de costumbres tiene su fin en su propia limitación.

Mucho significó --es indudable-- el ejemplo de Larra, en quien se personaliza artísticamente el género y que alcanza casi increíble altura. A considerable distancia se presentan, para los costumbristas americanos, Mesonero Romanos y Estébanez Calderón.

El cuadro de costumbres más frecuente en Hispanoamérica se distingue por estos caracteres: color local, popularismo, fragmentarismo (en este último aspecto, hasta puede extenderse a él la sátira que en España hacía Santos López Pelegrín a lo consideraba rasgo fundamental de las obras románticas).

A menudo aparece, pues, en esta forma, y centra toda su ambición en la pintura colorida, pintoresca. Pero en otras ocasiones acentúa la sátira social e inclusive toca el tema político. Es lo que --por ejemplo-- ya se daba en Larra, y que en América encontró ámbito más que propicio para repetirse. Por eso, distinguiendo estas dos direcciones inconfundibles, me parece que las señala con claridad el cubano José Victoriano Betancourt:

"Muy humilde es mi pretensión --dice Betancourt-- : pintar, aunque con tosco pincel y apagados colores, algunas costumbres, bien rústicas, bien urbanas, a veces con el deseo de indicar una reforma, a veces con el de amenizar juntamente una página de la Cartera . . . ."

De estas dos direcciones, prevaleció de manera notoria la que Betancourt señala en último término, es decir, el cuadro ameno. Tienen por lo común inclinación social (o político social) los "cuadros" escritos por Echeverría, Sarmiento, Altamirano, etc. . . . En todo caso, la diferenciación surge por temperamento individual, regiones y, también, modelo. De nuevo, los hombres del Plata asoman con mayor ímpetu (ya que no con mayor acierto).

En un sector vemos, pues, que se reproduce el conocido fenómeno que toca tantas obras americanas del siglo XIX, ahora a través de un género tan particular como es el cuadro de costumbres: la infiltración del tema político social.

No sé si vale la pena detenerse en discutir si el cuadro de costumbres es un género romántico. Pero tantas veces se ha puntualizado la duda que conviene decir algo al respecto.

Es cierto que algunos costumbristas hasta atacaron ideas estéticas del romanticismo. Pero --aclaro-- esta oposición no está de acuerdo con la verdadera amplitud del movimiento. Por otra parte, hay críticos que consideran al cuadro de costumbres como punto de partida del realismo y aún del naturalismo. Reparan en la reproducción casi fotográfica, en escenas crudas, en el vocabulario grosero que, efectivamente, aparecen en más de un cuadro de costumbres (abundan, por ejemplo, explicaciones de este tipo acerca de El matadero, de Echeverría). Las semejanzas son indiscutibles, aunque eso no supone sentar una filiación inmediata. Creo que, paralelamente, estamos en la misma situación en que se encuentran el colorido y plasticidad de poemas románticos y poesías parnasianas.
(Emilio Carilla, El romanticismo en la América hispánica 338-41)


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