[titulo]

Publicada el 27-03-2019
Lo que trajeron Los Niños de Llullaillaco

Con motivo de vigésimo aniversario del hallazgo, Constanza Ceruti promovió una Jornada sobre Pioneros de la Arqueología en Argentina que se hizo días pasados en la subsede Buenos Aires de la Universidad Católica de Salta (UCASAL)


Whatsapps UCASAL

Visitas: 0

En este mes de marzo se cumplieron dos décadas de uno de los hallazgos más importantes de fines del siglo XX: las tres momias mejor conservadas del mundo. Fue en el sitio arqueológico más alto del planeta, en la provincia de Salta, y fruto de trabajos realizados a la mayor altura de la historia de la arqueología (6739 metros) por los científicos Johan Reinhard, estadounidense, y Constanza Ceruti, argentina. En estos veinte años, los ecos de tal descubrimiento se sintieron en varias disciplinas y afectaron incluso el concepto de identidad sociocultural del noroeste de nuestro país.

Con motivo de vigésimo aniversario del hallazgo, Ceruti promovió una Jornada sobre Pioneros de la Arqueología en Argentina que se hizo días pasados en la subsede Buenos Aires de la Universidad Católica de Salta (UCASAL) con nutrida e interesada concurrencia. El evento también fue ocasión para rendir homenaje a Juan Schobinger, pionero de la arqueología de alta montaña y de los estudios de arte rupestre, al cumplirse diez años de su fallecimiento.

Conocidos como los Niños de Llullaillaco, por el nombre del volcán donde fueron hallados, los cuerpos de quinientos años de antigüedad han sido estudiados en nuestro país por investigadores de todo el mundo y "han contribuido a generar conciencia acerca de la importancia de la preservación del patrimonio cultural de las altas montañas". Así lo afirma Constanza Ceruti, quien además de haber sido la codirectora de aquella expedición en marzo de 1999, estuvo a cargo de coordinar los estudios científicos interdisciplinarios que se realizaron durante los seis años en que las momias estuvieron resguardadas en el campus de la UCASAL, mientras se avanzaba en la creación del Museo de Arqueología de Alta Montaña, donde se conservan actualmente los tres niños ofrendados a los dioses del panteón Inca. En la UCASAL, Ceruti es directora ad honorem del Instituto de Alta Montaña y titular de la cátedra Montañas Sagradas que lleva su nombre. Además, acumula méritos por ser la primera mujer en dedicarse a la arqueología de altura, por contar en su haber con más de cien ascensiones superiores a los cinco mil metros y, entre otras razones, por sus trabajos en arqueología y, en los últimos años, en la antropología de montañas sagradas en los Andes y otros lugares.

Constanza Ceruti descubre a la Niña del Rayo en la cima del volcán Llullaillaco (©María Constanza Ceruti)

Entre los importantes reconocimientos que Ceruti ha obtenido hasta ahora se cuentan el premio Príncipe de Asturias, otorgado en España a la National Geographic Society en 2006; la Medalla de Oro de la International Society of Woman Geographers, en los Estados Unidos en 2017 y el Doctorado Honorario en Humanidades por el Moravian College de Pennsylvania, en 2014. Se destaca también, como tantos otros colegas suyos, por su dedicación y trabajo "a pulmón", sin subsidios o ayudas como quizá sea más fácil de obtener en otras disciplinas.

"La presencia de los niños del Llullaillaco se ha consustanciado con el sentir del pueblo salteño. Diversos artistas locales les han dedicado poemas, novelas, canciones, pinturas y hasta una comparsa de carnaval ha adoptado su nombre. Millares de visitantes argentinos y extranjeros acuden al Museo de Arqueología de Alta Montaña para contemplarlos, lo que ha permitido a Salta situarse como meca de turismo nacional e internacional", enumera Ceruti al preguntársele sobre los efectos del hallazgo del que fue protagonista. Y agrega que "hoy la civilización Inca es estudiada en mayor profundidad en las escuelas de todo el país; ha crecido notablemente el número de jóvenes interesados en estudiar antropología, arqueología u otras carreras afines y también se ha incrementado el interés por la práctica del montañismo".

El descubrimiento de las momias de Llullailalco puso también sobre el tapete, observa Ceruti, la forma en la que se construye la identidad cultural del noroeste argentino y su aporte es "sustancial para la valoración del legado de nuestras culturas originarias". La identidad salteña se cimentaba tradicionalmente en torno al legado hispano, plasmado en la cultura gaucha; pero a partir del hallazgo de las momias incas, se amplió el horizonte temporal hacia el mundo prehispánico y se profundizó la apreciación de la cultura de los pueblos andinos. 

A partir de la colaboración de su equipo con expertos de distintas universidades europeas y estadounidenses se han publicado numerosos libros y publicaciones científicas. Durante su disertación en la subsede Buenos Aires de la UCASAL, Ceruti describió algunas de las revelaciones de esas investigaciones acerca de la vida y la muerte de los niños que están incluidas en su libro "Embajadores del pasado. Los niños de Llullaillaco y otras momias del mundo". También hizo referencia a su obra titulada "Llullaillaco: sacrificios y ofrendas en un santuario inca de alta montaña", donde se recuerdan detalles de aquella exitosa expedición.

Constanza Ceruti realiza mediciones con brújula en la cima del nevado de Quehuar (© María Constanza Ceruti)

"A veces pasa desapercibido que el santuario inca en el Llullaillaco es lo más alto que el hombre en su historia ha construido en todo el planeta", dijo la investigadora. Hasta allá subió, después de peregrinar desde Perú, el grupo inca –los primeros en atreverse a ascender tan alto- para cumplir el ritual de Capacocha que, según explicó Ceruti, se hacía como forma de apaciguamiento de la montaña, propiciación de aspectos favorables y en relación a instancias políticas de transición (si tras la muerte del emperador inca su sucesor tenía que restablecer alianzas con jefes locales éstos debían a veces permitir que alguno de sus hijos fueran ofrendados).

"Uno de los problemas que tenemos -comenta la investigadora- es que hay quienes nos hablan de una civilización inca donde no se hacían sacrificios humanos. Algunos dicen que estos chicos murieron en sus casas y simplemente fueron trasladados a la montaña. Eso no se condice con las evidencias forenses que presentan los niños".

Los estudios radiológicos, odontológicos, histológicos, tomografías computadas, análisis de los cabellos y otros confirmaron que las momias son de un niño y una niña de 6 o 7 años y una adolescente de 14 o 15. Se pudo constatar, entre otros datos, el consumo de alimentos, de hojas de coca y alcohol, el tiempo de caminata y la forma en que murieron. También se encontró que el cerebro y el páncreas estaban en excelente estado de conservación, cuando lo común es que esos sean los primeros órganos que la muerte deteriora.

Otro de los records superados por estas momias es que el análisis de laboratorio realizado por científicos colaboradores en la Universidad George Mason, en los EEUU, concluyó que las muestras tomadas a las momias constituyen el ADN antiguo mejor conservado que se conoce hasta el momento.

El detrás de escena

Para prepararse a la escalada del volcán de Llullaillaco dos meses antes el grupo había subido a la cima del Nevado de Quehuar, también en Salta, donde acamparon durante dieciocho días entre nevadas y tormentas eléctricas. La misión inicial de la expedición al Quehuar era encontrar y rescatar los restos de una momia que había sido dinamitada por buscadores de tesoros en la década del 70. Se cumplieron los objetivos de aquella primera misión: de la momia del Quehuar hallaron la cavidad pélvica y miembros inferiores en avanzado estado de descomposición. De aquella expedición Ceruti bajó con principio de congelamiento en los pies y a los pocos días, ya recuperada, partió con el grupo que subió al Llullaillaco. Allí también permanecieron varias semanas y sufrieron una fuerte tormenta de nieve que sepultó sus carpas e hizo que de los catorce miembros que eran inicialmente quedaran solamente nueve, porque hubo que evacuar a un fotógrafo que tuvo un edema pulmonar y con él se fueron varios de los colaboradores salteños. Ceruti, Reinhard y los restantes miembros del equipo estaban a más de 6700 metros con temperaturas de 40 grados bajo cero, vientos fuertísimos y la constante escasez de oxígeno, en una atmósfera acentuadamente hipobárica. Por entonces no existían las cámaras digitales por lo que debían cambiar el rollo de diapositivas con vientos de 150 km y las manos congeladas. Un trabajo en condiciones extremas en cuanto a lo físico y lo mental. Los niños del Llullaillaco fueron la gran sorpresa que la montaña les tenía preparada.

Nada sin intentar

Además de las figuras y trayectorias de Reinhard y Schobinger en la Jornadas sobre pioneros de la arqueología y durante toda una tarde, a metros del obelisco porteño, se recordaron las de Norberto Pelissero, Juan B. Ambrossetti, Juliane Antonia Dillenius, Fernando Márquez Miranda y otras. Lo hicieron destacados arqueólogos e investigadores como Ana Margarita Aguerre, Mercedes Podesta, Paola Ramundo, Claudia Forgione, Maricel Pelegrin, Daniel Schavelzon y Francisco Girelli.

Schavelzon recordó que Schobinger lo animó y acompañó para afrontar en 1987 el primer proyecto argentino de arqueología urbana: las excavaciones en el área fundacional de Mendoza, ciudad que había sido totalmente destruida por un terremoto en 1861. Schavelzon contó que propusieron a las autoridades mendocinas comenzar a excavar en la zona donde había estado el cabildo, pero que cuando éstas aceptaron él no sabía qué hacer. "Fui corriendo a ver a Schobinger y él me dijo, en lunfardo, lo primero que vi (pero en Latín) cuando entré a la UCASAL: no dejes nada sin intentar".

Franja UCASAL

Ver más noticias

Azul UCASAL
Sede Central: Campo castañares - (Salta - Argentina) Tel.: 54-0387-4268800 / 0810-555-822725 (UCASAL)
Anexo Centro: Pellegrini 790 (Salta - Argentina) - Código Postal A4402FYP.
Dirección de Informática - © - 1963 - 2017 UCASAL - Todos los derechos Reservados.